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Historiografia bajo las dinastias Julio Claudia y Flavia 1, VALERIO MAXIMO Juan Lorenzo Cuando, con la llegada del régimen politico del Principado, se ve recortada la li: bertad que se respiraba bajo el sistema republicano, los escritores de historia no en- cuentran las mismas circunstancias favorables que las que habian propiciado el desa- rrollo de este género literario en el periodo anterior y, siguiendo la actitud adoptada bajo el reinado de Augusto por la totalidad de los autores, entre los que T. Livio apa- rece como el primero en colaborar con la empresa de regeneracion moral alentada desde el Principado, se ponen al servicio del programa de recuperacion de las costum- bres, y sus ideas encuentran la manera de plasmarse en composiciones caracterizadas por un marcado tono moralizante. Entre los historiadores de este periodo cabe destacar, no precisamente por sus mé- ritos como historiador objetivo sino més bien por su condicién de escritor cortesano, a Valerio Maximo que, fiel ala intencion moralizante de la historiografia romana des- de la teoria expuesta por Cicerén, compone un catdlogo de ejemplos de virtudes y vi- cios, un repertorio al modo de los que circulaban por las escuelas de retérica y filosé- ficas, producto tipico del enciclopedismo imperante en el siglo 1 del Imperio. Aparte de la informacién que él mismo nos da relativa a los lazos de amistad que mantuvo con su protector Sexto Pompeyo a quien acompaiié a Asia cuando éste, en calidad de procénsul, se dirigié a dicha provincia, no conocemos otras noticias sobre Ia personalidad del escritor, salvo las que tienen que ver con su condicién de escritor y, mas especificamente, con la actitud que adopté ante la historia y su comportamien- to respecto del nuevo régimen. En IV, 7, externa, 2, al tratar del valor de la amistad, cjemplificada en la de Alejandro con Efestién, aprovecha la oportunidad para confe- sar la que le unia a él con Sexto Pompeyo, de quien se reconoce deudor en muchos aspectos, y cuya muerte, desgraciada para él, fue motivo de alegria para sus enemigos, a pesar de que los habia hecho participes de esta amistad. 1.1, Opra Su obra, Dicta et facta memorabilia, consta de nueve libros precedidos de un prélo: go programético en el que, junto a la dedicatoria, hace una declaracién de intencio- nes. El objetivo que se propuso Valerio Maximo al escribir sobre hechos y dichos me- 517 morables de personajes romanos y extranjeros (domestica y externa) fue —asi lo mani- fiesta el propio autor en el prologo— facilitar, sobre todo al orador, la labor de con- sulta, poniendo a su alcance y al de cualquier lector interesado una seleccién de ejem- plos, ordenados por temas, procedentes de las obras de los grandes escritores que le habian precedido. La adopcidn de un esquema fijo en la disposicién del material ha- cia que la busqueda de un exemplum de virtud 0 vicio, romano o extranjero, resultara facil. Como era de esperar en un escritor adulador del régimen recientemente instaura- do, la obra esta dedicada no a su verdadero protector, Sexto Pompeye, sino al Empe- rador Tiberio a quien invoca en el prdlogo con el tono laudatorio caracteristico de la historia oficial de la época. Tiberio es calificado como certissima salus patriae en cuyas manos, por voluntad divina y de los hombres, se halla el gobierno de mar y tierra, y al que es debido el clima de paz y tranquilidad que se respira. Los elogios a Tiberio ‘no se concentran tinicamente en el prélogo; salpican la obra entera. Casi al final del repertorio (IX, I, externa, 4) reaparece la alabanza directa del Emperador, garante de la paz, de las leyes y de la vida privada y publica (Itague stat pax, ualent ges, sincerus priuati ac publici officti tenor seruatur). Por otra parte, el tono laudatorio alcanza a toda la familia imperial, de manera particular a Druso. La apologia que hace del cesarismo y su actitud servil lo llevan a dibujar, con los dos panegiricos de Tiberio y con ottas pinceladas sueltas a lo largo de la obra, el re- trato de un Emperador en el que se retinen y acumulan todas las cualidades propias del gobernante ideal, hasta el punto de que el resultado final est mas cerca de una fi- gura de convencién que de un personaje real. Frente a las continuas alabanzas que di- tige a la augusta domus, los Gracos y los republicanos Brato y Casio son, como era de suponer en un escritor con una concepcién de la historia semejante a la de Valerio Maximo y en un adulador como él, centro de las mas encendidas criticas. Llevado por el tinico afan de atacar a los Gracos —a Tiberio lo considera enemigo de la patria por haber antepuesto sus intereses a los del Estado (quia potentiam suam saluti cius prae- tulerat: IV, 7, 1)— pasa por alto el contenido de sus reformas que, en una obra histé- rica, si deberian ser objeto de especial atencion. A Bruto, por su parte, y al «traidor» Casio los acusa de haber cometido los crimenes mas horrendos. No es menos dura la critica y la maldicién que lanza contra Sejano por haber pagado con la deslealtad a amistad y confianza que el Emperador habia depositado en él (Qui —Seianus— autem baec uiolatis amicitiae foederibus temptauit subuertere, omni cum stirpe sua Populi Ro- mani uiribus obtritus, etiam apud inferos, si tamen illuc receptus est, quae meretur supplicia pendit). Tras el prélogo, la obra se reduce a una mera recopilacién pretendidamente histé- rica ~por su tono y contenido parece mas propia de un rétor que de un verdadero historiador— en la que Valerio Maximo se contenta con reunit paradigmas de con- ducta susceptibles de ser utilizados como exempla. Unas veces, las més (libros 3-6), igual que hacian otros escritores contemporéneos comprometidos también en el pro- grama de regeneracién moral puesto en marcha por Augusto, exalta, encarnandolas en destacados personajes de 1a historia, las virtudes més tradicionales y propias del pueblo romano, como la pictas, la industria y, por encima de todas, la disciplina milita- ris sobre la que se asientan los cimientos del poder de Roma. Los ejemplos de vicios morales son menos; estan recogidos tnicamente en el libro noveno. Valerio Maximo opta por la colaboracién positiva con el proyecto imperial y pone al alcance de los oradores més ejemplos de virtudes para imitar que de vicios para evitar. 518 1.2. FUENTES: Los datos para la elaboracidn de este catdlogo los extrajo Valerio Maximo de di versas fuentes griegas y latinas que manejé atendiendo, por lo general, mds a sus in- tereses particulares, ya fueran de contenido o estéticos, que a la objetividad cxigida por una obra con pretensiones de ser considerada histérica. Fue precisamente la falta de un profundo sentido critico y rigor cientifico la causa de que cometiera algunos errores e imprecisiones tanto en lo que se refiere a hechos concretos como al juicio de determinados personajes, més frecuentes cuando el contenido tenia que ver con la historia extranjera. Aunque él no menciona ninguna fuente especifica, sino que se contenta con manifestar, de manera genérica, que toma los datos de los més grandes escritores (ab illustribus electa auctoribus), sabemos que para algunas noticias se bas en las obras de los autores griegos Herddoto y Jenofonte, mientras que, de entre los es critores latinos, Cicerén y T. Livio fueron los mas utilizados; a estos dos se han de afiadir el nombre del analista Celio Antipatro y los de Varrén, Salustio y Pompeyo ‘Trogo, entre otros muchos, Segtin manifestacion del autor, en ningiin momento pretendié ser exhaustivo porque era consciente de la dificultad que suponia resumir en unos cuantos voltime- nes la totalidad de hechos, romanos y extranjeros, ocurridos a lo largo de los siglos y, por otra parte, reconocia la imposibilidad de igualar el talento, el rigor historico y la elocuencia de los escritores que le sirvieron de inspiracién. En relaci6n con las fuen- tes que ha podido consultar Valerio Maximo, problema que ha concentrado en los Liltimos afios el mayor interés de los estudiosos de su obra, conviene sefialar que exis- ten dudas, todavia no resueltas, acerca de si Valerio Maximo tuvo acceso directo a las fuentes o si tomd los datos de alguna recopilacién anterior, hoy perdida, que habria llegado a sus manos. Los nueve libros de que consta la obra se hallan divididos en un total de noven- ta y cuatro capitulos, distribuidos de un modo bastante equilibrado en los siete libros primeros; en éstos el mimero de capitulos oscila entre ocho y diez, mientras que el contenido de los dos iltimos se reparte en quince capitulos en cada uno de ellos. En todos la disposicién del material responde a un esquema fijo: al epigrafe indicador de una virtud, de un vicio 0 de cualquier otro tema a desarrollar en dicho capitulo (de disciplina miltari, por ¢).) sigue un ntimero variable de ejemplos historicos ilustrativos que van agrupados en dos bloques segtin que los personajes elegidos como ejemplo sean romanos 0 extranjeros, con fa particularidad de que los exempla domestica supe- ran en mtimero a los externa (asi: de diciplina militari obseruata a Romanis / de disciplina ‘militari obseruata ab externis). La valoracién de la obra de Valerio Maximo varia segtin que se considere desde el punto de vista de su valor histérico y literario o del de su utilidad y valor documen tal. Si nos acercamos a ella con la pretensién de encontrar los elementos de conteni- do y de expresion que, desde la teorfa ciceroniana, habian caracterizado las obras en- cuadradas en el género de la historiografia, no se puede afirmar que Valerio Maximo haya sido un verdadero historiador ni que, en consecuencia, su obra merezca el cali ficativo de historica, La falta de objetividad e imparcialidad en el enfoque de hechos y en el juicio de personajes, como se ha sefialado ya a propésito de los Gracos, por 519 ejemplo, debido probablemente a su hipécrita adulacion a Tiberio y a Ia familia im- perial, unida a una concepcién de la historia, en exceso moralizante, que lo mueve en més de una ocasion a la critica de las personas sin detenerse a analizar lo que de edificante pudiera haber en sus actuaciones, hace que este escritor no merezca el ca- lificativo de historiador, ni siquiera de historiador ret6rico, segtin manifiesta Leeman (1963; trad. ital. 1974: 346). Al nulo o muy escaso valor histérico de este breviario mo- ral se ha afiadido el reproche de no haber sido capaz su autor de integrar en un todo perfectamente acabado los diversos exempla. Hacia falta un escritor dotado de talento y con la voluntad decidida de escribir una obra de historia objetiva, alejada de cual- quier otra intencién secundaria, para lograr la cohesion de elementos dispares, como eran los ejemplos, que, por su propia naturaleza, finalidad y procedencia de fuentes distintas, tendian a mantener su condicién de unidades auténomas. Ni el conjunto de la obra ni siquiera los capitulos, que si tienen unidad tematica, dan la sensacién de estar articulados formando un todo. Parece més bien una suma de elementos inde- pendientes dispuestos torpemente unos a continuacién de otros a base de bruscas transiciones. Pero, a pesar de estas deficiencias y de las carencias de estilo de Valerio Maximo que se vale de una expresién conforme a las normas del «nuevo estilo» caracteristico del momento, a su obra ha de reconocérsele el mérito de que, gracias a ella, tenemos conocimiento de hechos que, de no habérsenos transmitido por esta via, no habria- mos Ilegado a conocerlos por no disponer de otras fuentes sobre los mismos. Mayor fue la importancia de esta y de otras colecciones parecidas, tan del gusto de la época, para las escuelas de declamacion con vistas a la formacién del orador. Fa- cilitaban la labor de busqueda de ejemplos sacados de la historia para la demostra- cidn y el embellecimiento del discurso a la vez que ponian a disposicién del orador un instrumento comodo de mostrar su erudicién. Por otra parte, a la obra de Valerio Maximo se le ha reconocido también un valor documental porque constituye un tes- timonio que nos ayuda a conocer mejor las practicas que se llevaban a cabo en las es- cuelas de retorica. Fueron tal vez estos aspectos positivos, ajenos al rigor historico, los que hicieron que la coleccién de hechos y dichos memorables de Valerio Maximo go- zara de gran fortuna en los siglos siguientes. 520

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