La Primera Guerra Mundial
Mientras los gobiernos llamaban a las armas, las multitudes patridticas
se reunian en Berlin, Viena, Paris y San Petersburgo para manifestar su
yoluntad de defender a la nacién,
STMT MIVTaww aww wee
El fervor patridtico
En aquellas primeras semanas de 1914 se hacia cada vez més dificil
mantener una conversaci6n sensata con alguien. Los mas Pacificos,
los mas benévolos, estaban como ebrios por los vapores de la sangre.
Amigos que habia conocido desde siempre como individualistas empe-
dernidos, e incluso como anarquistas intelectuales, se habian conver-
tido de la noche a la mafiana en patriotas fanaticos y, de patriotas. en
anexionistas insaciables. Todas las conversaciones acababan en frases
estupidas como “Quien no es capaz de odiar, tampoco lo es de amar
de veras”, 0 en rudas sospechas. Camaradas con los que no habia
discutido en afios me acusaban groseramente diciéndome que yo ya no
era austriaco, que me fuera a Francia 0 a Bélgica. Mas atin: insinuaban
Con cautela que se debia informar a las autoridades de opiniones como
la. de que aquella guerra era un crimen, porque los défaitistes (esta bate
palabra acababa de ser inventada en Francia) eran los peores criminales
Contra la patria,
Sdlo as una salida: recogerse en si mismo y caller mientias jos
demas delirasen y vociferasen. No era facil, porque nl siquiera vivir en
i malo como vivir
&l exilio ~y yo lo he conocido hasta la saciedad- es tan
Solo en la Patria.
europeo, Barcelona,
Stefan Zweig, El mundo de ayer. Memorias de un
Acantilado, 2001, Ma
2 "acionalizacion de las masas, asociada a fines del siglo XIX con el
“Vance q, do patriotismo, que al esta-
lela i io un exaltado pa’
Nar ta ia. RCRD favorecio un ew aia lugar a hondos resen-