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LA ECONOMÍA POLÍTICA CLASICA t ____131


garoso y saludable. Sin crítica; el pensamiento se estanca y las ideas
se marchitan hasta el escolasticismo, y es innegable que en la herencia
No es extraño que la Economía Política clásica haya conmovido a del pensamiento, económico hay múcho que debe ser arrancado de
•. su época y ejercido una influencia revolucionaria sobre las nociones cuajo. En algunas de estas críticas modernas, sin embargo, la impa­
y la práctica tradicionales. En· la historia del pensamiento en las ciencia parece haber acabado con la discriminación. Al rechazar
ciencias sociales, su aparición marca una etapa porque formuló el todas las nociones clásicas considerándolas como el resultado de un
concepto de sociedad económica como un sistema determinista, es supuesto de la fantasía, parece que hay el peligro de no someter a
decir, como un sistema regido por leyes propias, de acuerdo con las un examen riguroso las verdades económicas que pueden ser fun­
cuales podían hacerse cálculos y predicciones de los acontecimientos. damentales, no meramente para un conjunto de conclusiones, sino
Se demostró por primera vez que en las cuestiones humanas existía para toda predicción dentro del terreno económico. Existe el peligro,
un determinismo de ley, comparable al determinismo de las leyes particularmente, de confundir muy fácilmente ciertas verdades per­
naturales. Subrayando así la unidad esencial de los hechos económicos, manentes que fueron la contribución esencial de la Economía Po­
la Economía Política recalcaba al mismo tiempo la interdependencia lítica clásica, así llamada con toda propiedad, con las formas que
de los diferentes elementos de que se compone el sistema. Intro­ subsecuentcmente dieron a estas nociones manos más escolásticas o
ducir una alteración en cualquier punto era poner en movimiento apologéticas. Cuando estas piedras angulares clásicas no se sustituyen
una cadena de cambios interconectados en el resto del sistema. Esos por otras de igual calibre, y cuando -como sucede con demasiada
movimientos adoptaban cierta forma y también cierto orden de am­ frecuencia- el mismo hueco que dejan pasa inadvertido, hay razón
plitud en relación con la magnitud del impulso inicial. La forma y para temer que el campo esté siendo despejado para dar lugar a
magnitud de esos cambios interconectados se expresaban en una serie una especie de misticismo económico que habrá de dominar en un
de relaciones funcionales mediante ecuaciones que, como ya hemos mundo abandonado al azar en el que puede ocurrir cualquier milagro
visto, constituían la teoría clásica del valor. Así, pues, la teoría del a condición de que haga su aparición un hechicer�.. Esto no qui�re
valor era un rasgo esencial, y no puramente accidental, de la Eco­ decir, por supuesto, qu� haya que ]�mentar toda cnhca a la, �octnna
nomía Política clásica. clásica por su tendencia a sustitmr_ _
la certidumbre dogmabca por
Sosteniendo no sólo que esa interdependencia existía sino que, la duda. Éste debe ser el primer efecto de toda crítica. Lo único
además, adoptaba cierta forma, la teoría hacía algunas inferencias que se quiere decir e� que se deben disting_uir dos espec�e� de crí­
que eran de importancia fundamental para la práctica. Negativamente tica que con frecuencia se confunden. La pnrnera es la cnbca de la
implicaban que cierta clase de explicaciones eran inapropiadas para Economía Política que hace retener algunos de los rasgos esenciales _
interpretar una situación y que cierta clase de actos gubernamentales de la estructura clásica corno elementos muy importantes de la ver-
eran impotentes para lograr sus fines. Positivamente implicaban que 1ad al mismo tiempo que subraya relaciones adicionales que tienen
la verdadera explicación de los fenómenos estaba restringida a ciertas el �fecto de remodelar la estructura y revolucionar la significación
causas específicas, las únicas a que podían atribuirse directamente práctica tanto del conjunto como de las partes. De esta clase es,
esos fenómenos. como veremos, la crítica de la Economía Política clásica que formuló
Hoy día, después de ciento cincuenta años, existe una tendencia, Marx, quien no titubeó en recurrir a ella para refutar los sofismas
no poco común, a desconocer tanto el sorprendente efecto de esta de Proudhon. La segunda es la crítica que rechaza la totalidad de la
concepción de un determinismo económico sobre el pensamiento de estructura clásica v cierra los ojos a la necesidad de crear nuevos
su época, como la privilegiada posición que ocupó en el desarrollo principios estruct�rales adecuados para Henar el hueco que dejan
de la doctrina económica. Existe cierta propensión a olvidar las ver­ aquellos que se rechazan. Semejante crítica tiene una tendencia esen­
dades fundamentales incorporadas en la estructura clásica y su sig­ cialmente nihilista..
nificación no sólo como base de simples corolarios que hoy han El reino de la ley formulada por la Economía Política era acep­
llegado a ser tradicionales, sino quizás de todo pensamiento y ·pre­ tado con dificultad por sus contemporáneos. Lo que podía creerse
dicción deterministas en el campo económico. Los últimos años han de los cuerpos inanimados era más difícil de aceptar en el terreno
sido testigos de una reanudación de las críticas a la Economía Política social, donde los acontecimientos son el resultado de la actividad
tradicional y hasta de una impaciencia iconoclasta por arrasar las humana v de la rnluntad sin trabas del hombre. Sostener que un
estructuras clásicas. En esa reacción contra nociones que se habían sistema de cambio y de producción de mercancías podía funcionar
endurecido hasta el dogmatismo y que habían llegado a ser los pun­ por sí mismo, sin regulación colectiva o sin designio particular, pa­
tales de un sistema apologético de pensamiento, hay mucho de vi- recía increíble al principio. Afirmar que un sistema de visible anar-
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I!. SEP 1981


32 LA ECONO�rt-1. POLÍTICA cd.srcA LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA
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hecho de
q uía económica estaba regulado por u na ley, parecía un milagro muy laciones entre hombres en su cará�ter de productores. El an habían
y os re s s prod c iv s q e ma nej��
extraño. ¿Cómo podía surgir el orden de un conflicto entre millones que los hombres l � ur o u t o u
on en bus­
de volun tades independientes y autónomas? La respuesta que dieron de distribuirse e ntre las diferentes ramas de la pr?ducc1 o s
.
s�lanos y
los economistas se hizo depender del hecho de la competencia. Cuan­ ca de las máximas ventajas, aseg u raba q ue no _ sol �o
do se trataba de un solo vendedor, entre muchos que intervenían las ganancias te ndían a uniformarse
en to�as las mdustnas, �mo tam­
en el mercado, sus propias acciones no podían ejercer si no una i n­ bién que la proporción en qu e se cambiaba?, las :i_nercancias en el
fluencia i nsignificante sobre la situación general de dicho mercado. mercado te n día a c o rrespo n der a la proporc10n existente entre sus
Por ello se veía f orzado a tomar como dados los valores del mercado costos reales. Estos últimos representaban el valor "no rmal" o "na­
ca cías. Las e aci nes de cambi eflejaba n, p or
y a _ conformar sus actos a esos valores. Cada uno, separadamente tural" de las me r n r l o o r
considerado, estaba sujeto a los valores del mercado y no éstos a iente, relaci nes de p od cció n y se hallaban controladas
consigu o r u
ntalment�,
los vended ores. De ahí q ue si su deseo los conducía a au me ntar sus por esos valores. La Econ�1;1ía Política llegó a se�, f undame arlo mas
gana ncias correspondientes a la situación en que cada uno se ha­ una teor ía de la pr o d u cc10 n . C o m o tfarx babia de expre � _
s, smo mter­
llaba, todo te ndía a responder de un modo uniforme a l movimien to tarde: "en principio no existe i ntercambio de -�ro. dulcto modo de cam­
de valores. Lo que a la postre sucedía en el mercado era, por su­ cambio de trabajos que compiten en la producc10n E de las fuerzas
p uesto'. e l res ultado de la totalidad de las acciones sepa radas en las bio de los productos depende del modo de cambi o
q ue, sm embargo, la voluntad de cada uno era indiferente, tanto productivas" .2 • • •
muy im­
por�ue s?, aislamiento resultaba impotente, como porque desconocía Varios p rincipios fundamentales que ha� ocupad� sit10la o de la
l b
la s1tuac10 n en su conjunto. Ésta es la explicació n de por qué e l portante en la discusión clási�a y :J.1:1e han sido especia �e �usta. �
pe
mercado parecía estar gobernado por una "mano invisible" que obli­ crítica recien te, se ha l laban 1mphc ito s e n e � t e p unto
de dme , c s1d a � este
acuerdo con el p rimero, la cantidad � r o
gaba a cada i:no a servir un propósito y a lograr un resultado com­ ro on
md1fe�ente
p letamente diferente del que había concebido e intentado obtener como patrón de v�}ores y como :i_nedio de cambio,. eraes _esencia l es.
1� :"olunta� individual. És ta era la alq uimia que permi tía mezclar los para la determinac1on de cualesqmera de estas relac10 �
v1c1 os particula res y obtener beneficios para la comunidad. Puesto que el dinero rep r ese n taba me rame n te_ un a te : m .ca con �e­
Pero la teoría implicaba algo más. No sólo suponía que eran cambi , ya pa a e cá c , ya c m o mtermediano, era m­
niente de o r l l ulo o
_
les por tant , no
muy numerosos los i ndividuos que en cada mercado competían entre diferente para las relaciones productivas _esencia de y,l s proporc� ones
sí, s�no tam_bién que los i ndividuos y los recursos eran móviles y los podía afectar ( e n úl t imo a n á�isis) el _
, sis t ema � �
p rec10s_ flexibles (por lo menos dentro de las fronteras de un país, . U a ment d1smm uc10n de la can1:1dad de dme ro
de cambi o n u o o
tente entre los pre?10s, puest o que
y cons1dera?do un periodo de tiempo suficien te). Podía deci rse, en no p odía afectar la relación exis _
c?nsecuenc1a, que los propios valores de cambio se conducían de a afecta rl s a t d s p igua l: se operaba, simplemente, u_na
tendía o o o or
c1ert ? modo : observaba
_ n ciertas uniformidades y se ajustaban a ciertas elevación o disminución un if o rme del prec10 d� todas l as cosas.,( m­
relac10nes esenc1ales.1 Estas relaciones controladoras no eran sino re- cluyendo l a t ierr �; l a f uerza � e traba j o y_ los bienes . de producc101:);
te P �11:­
pero su proporc10n de camb10 segma �ndo la misma. Es s1 _
par icu armen e p � 1ca d p � a a tacar la ,,�e¡a
1 Puede decirse, cier tamente, que todos los eleme ntos de la situación "pueden cipio fue usad o t l t
. or r o r
on hoy dia) de. que el tipo
_
noción (n uevame nte puesta en circul�c1
determmarse mutuamente" entre sí ( com o Marshall Jo , subrayó al criticar a Boh m­
Bawerk). Pero eso se puede decir de todas las cosas del un i,·erso en un m omen :o
de interés dependía de la ab un dancia o escasez de dmero; co:110
dado. Ello no q�iere decir, sin embargo, que deje de ser cierto (com o se dijo en
,
el capitulo anterior) que, en lo concerniente a n uestro conocimiento de la situa ci én fue usado, además, por Say para atacar ,la. ºfi, nión �endqouse e el "capital
10 e ?e c edi , f da en qu_e el
y de la pr áctica, e.,isten cier tos factores que son la "clave" de todas las o tras se multiplica por las operac n � � to
. un
siste de va res p sitiv s mver id s e n c osas 1:1atenales
var ia bles y que, por consiguiente, debe n desta carse como factores esenciales y de- '
"capital con lo o o t o
mcapaces
y no en productos i nmateriales, que son completamente
te�minantes. De o tro modo todo p rincipio causal sería imposible. Es in teresant e
s<;nala: que Engels observaba que '1a ca usa y el efecto son represe ntaciones que
s".3 Al form la las pr p sici es ce ntrales de la
solo nge n como tales en su ap licación a l caso concreto, pero que, situado el caso de ser acumulad o u r o o on
la me-
concreto en sus perspectivas generales, articulado con la ima¡,e n total del un iverso Economía Política podía hacerse abstracción del dinero y de
s e diluyen en la idea de una trama uni,·ersa] de a ccion es �recíprocas en que la;
fluencias determinantes como las más
caus�s y los efectos cambian constantemente de sitio y en que lo que ,:hora o aquí cipio semejante aísla necesariamente ciertas in
es erect�, cobra _ luego o allí carácter de causa , y viceversa." (Anti-Diihring, p. 9, importan tes en un ca s ? d a do : 61.
ed. Cemt, Madnd, 1?3�.) Esto no Je impedía referirse a la "primacía" (por ejem­ 2 Miser e de Ia Philosophie (ed. 1847), p. 145. Ya en la primera
plo) del f act�r �c_onom1c� en la historia como base de interpreta ción y predicción 3 Say, Treatise o n P o li � ; E <;ono1:1f (1821), vol. II, p.
i< Ul
t ipo
su Traite h bia cnhc do a Locke por h aber dich o que el
�n un_ �o h1Stonco p �rt:c1!Jar. E l reconocimien to de la in teracción no implica la edición (1803) de a a
1mp os1b1hdad de un pnnc1p10 causal, sino el reconocimiento de que cualquier prin- l fert de d ero.
de interés dependía de a o a in
36 LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA 37
e
mitad de un par de transacciones, en la que la "demanda" o "el de salarios, como a que un aumento, de la canti_�ad que gen�ral�entn,
mercado", expresados en dinero, aparecían como un término común. gastan los consumidores en mercan cias en relacion a lo que m:1ert�
Como Marx había de expresarlo después: 8 el cambio es, fundamen­ no aumenta la parte del producto que corresponde �l - traba10, smo
talmente, una serie de operaciones del tipo M-D-M, en las que más bien al contrarío. La primera de estas dos proposic10nes era un_a
el dinero es un simple intermediario entre operaciones que esencial­ repetición de la conocida doctrina clásica acerca de que la confi­
mente son una. guración de la demanda es �ndíferente para 1a díst�bución del pro­
El tercer principio consistía en la afim1ación de J. S. Mill acerca ducto entre ganancias y salanos ( e�c�pto en la rn�d1da en que p_ueda
de que la "demanda de mercancías no equivale a demanda de brazos", acelerar la tendencia de los rend1m1entos decrecientes de la tierra,
cuya "completa comprensión", al decir de Leslie Stephen, es, "quizá, elevando, por consiguiente, el costo de la subsistencia). C�mo tantos
la mejor prueba a que puede someterse a un economista", y que el razonamientos ricardianos, descansaba en un supuesto particular: que
mismo Mi11 describía como "una paradoja [que], y hasta entre los la proporción entre capital y trabajo �ra igual en t?das_ las i��us­
economistas políticos de reputación, escasamente puedo indicar al­ trias. Sin este supuesto, el razonamiento no habna sido valido.
guno, salvo Ricardo y Say, que no lo haya perdido nunca de vista". Sin embargo, puede sostenerse para expresar esta importante _ver­
"Aquélla determina en qué rama particular de la producción se em­ dad: que a menos que el desplazamiento de la demanda registre
pleará el trabajo y el capital, determina la dirección del trabajo, pero un profundo sesgo en direcci¿n de _ las_ indus�rias que usan rn_á�, o
no el más o el menos del trabajo en sí, o del mantenimiento y el menos mano de obra ( es decir, hacia mdustnas cuya "cornpos1c10n
pago del trabajo. Éstos dependen de la cantidad de capital u otros de capital", corno decía Marx, sea más alta o más baja) el cambio
fondos directamente dedicados a sostener y remunerar el trabajo" .o puede ser considerado como indiferente para la determinación del
Por "demanda de trabajo" Mi11 entiende, por supuesto, no uria de­ valor de cambio de la fuerza de trabajo.
manda en términos de dinero, sino en términos de mercancías. En La segunda proposición ( relativa a la proporción del ingreso
otras palabras, pensaba en la detemlinación de los salarios reales, gastado comparada con la del ingreso ahorrado) dependía, sin em­
no de los nominales. Haber dicho que la "demanda de mercancías", bargo, de un punto de vista particular acerca de la naturaleza del
concebida como una suma total del gasto monetario de los consu­ capital y de la relación entre capital y �rab�jo en el proceso de pro­
midores, no podía influir permanentemente la relación de los valores ducción. Esto plantea problemas que discutiremos separadamente en
de cambio ( incluyendo el valor de cambio de la fuerza de trabajo), un capítulo posterior. Pero como los economistas clásicos estaban
habría sido repetir, con una particular referencia, el primero de los acostumbrados a considerar que el capital consistía esencialmente en
dos principios que acaban de ser descritos. Es claro que Mi11 procu­ "anticipos al trabajo", la proposición tenía un significado senci11o
raba darle a su proposición un contenido adicional, y cuando hablaba y ( dentro de ciertos límites) importante: que el nivel de salarios
de la "demanda de mercancías" le daba un sentido puramente rela­ dependía del volumen de capital, considerado como un fondo de
tivo: el único significado distinto que podría haber tenido en este salarios, proporcionalmente a la oferta de brazos. Puesto que un
contexto. Usándola en este sentido relativo, evidentemente intentaba aumento de la proporción del ingreso gastado implica una menor
referirse tanto a que la demanda de alguna mercancía particular en acumulación de capital, se concluía que la demanda de mano de
comparación con otra no ejercía influencia apreciable sobre el nivel obra, correctamente examinada, tendería a bajar más bien que a
aurnentar.1°
8 l\farx sostenía que esto era cierto respecto a una "sociedad simple de cambio" Por último, tenernos el principio considerado por Ricardo como
(es decir, constituida por pequeños productores independientes). Como veremos más
adelante, también sostenía que se había introducido una modificación fundamental el corolario principal de su teoría del valor. Dicho principio se halla
en una economía capitalista, esto es, en una economía caracterizada por la existen­ sintetizado en la afirmación que, analizada por separado, ha sido tan
cia de una clase cuya sola función consiste en la inversión del capital en una serie frecuentemente ridiculizada corno una simple tautología: "cuando los
de �peraciones del tipo D-'M-D' ( en donde D' es > D en una cantidad igual salarios suben, las ganancias bajan". La verdad que encierra esta
al tipo de ganancia). Esto introducía una oposición en la aparente unidad del
proceso de cambio, y creaba la posibilidad de una ruptura y división del proceso afirmación tiene una formulación más completa en otra hecha por
en sus dos partes.
9 Principios, F.C.E., México, 1951, pp. 92-93. Jevons, que atacó esta doctrina 10 Existía, por supuesto, la posibilidad de que el cambio del gasto pudiera tra­
(Principles of Economics, pp. 126-33), sostenía que su origen se hallaba en Ricardo, ducirse en un cambio equivalente y contrario del "atesoramiento" de dinero. En
en la tercera edición de sus Principios. Pero lo que aquí sostuvo Ricardo era que este caso no se produciría ningún cambio de la acumulación de capital. Pero, al
la demanda de mano de obra depende del modo de gastar de los consumidores parecer, los economistas clásicos consideraban el atesoramiento (muy rara vez lo
(�ebido a las diferentes �elaciones del trabajo y del capital en las diferentes ocupa­ mencionaban) como un simple retiro de dinero de la circulación, con su efecto
c10nes), lo que era mat¡zar el principio de Mill más bien que anticiparse a él. equivalente a cualquier camJ:iio en la cantidad de dinero, a saber, una igual reper­
(Ricardo, Principios.) cusión sobre todos los prec10s.
LA ECONO:\IÍA POLÍTICA CLASICA 39
38 LA ECONOMÍA POLÍTICA CLÁSICA
nte
Ricardo : " las ganancias dependen de que los salario� sean altos ? fuerza de trabajo necesaria para su fabricación) proporcional11;eado
bajos, y de nada más".n En otras palabra,s, las ganancias se determr­ al costo del alquiler del trabajo. El costo del proceso mecamzn e
oceso que depe �
_
nan únicamente por la rel ación entre el v alor de la f uerza de t raba¡ o aument aría, también, al parejo d el costo �el pr
ú ic me e d el t ra ba jo d irec to . Per o seme¡ �nt e yesultado supondna
y el valor de las mercancías en general, en la inteligencia de que n a nt
ri s a me sim t eamente. La d�c­
estas dos cantidades pueden moverse independientemente una de otra. que todos los precios y s al a o u ntan ul an
acion
Esta relación es aproximada y no exac tamente ( debido al fenómeno trin a clásic a , si n emb a rg o , s u p on í a l a
_p osibilidad
_de una elev
de s alarios sin una equ ivalente elev ac10n de prec10s,
con el resul­
d e la renta) eq uiv alente a la prop orción de la fuerza de trabajo de
tado d e una baja de las ganancias. Es más, su ponía qu
e algunos �re­
la sociedad que es neces ario dedicar a la producción de las sub­
sistencias de los trabajadores.12 Esta proposición era evidentemente cios caían realmente como result, ado de una _elevación de salan?s,
fundamental no sólo para las conclusiones prácticas que Ricardo aunque otros, sin embargo, subian. Los prec10s de las mercan�ras
derivó d e su d octrina económica, sino también para ciertas proposi­ que requerían poco trabajo directo y rel�ti\·a1;1ente un gran capital
ciones subsidiarias que hoy día son consideradas como virtualmente para financiarlas, mostraban una tendencia mas acentuada_ a �aer, Y
axiomáticas, y sin las cuales el economista se hallaría en un mundo puesto que ésta es la caracterÍstica esencial de la m aquman� que
ahorra tr abajo, su adquisición y u so tenía que aumenta r con
sidera-
semejante al de Alicia en el país de las maravillas. De a cuerdo c on
esa pro posición, el tipo de ganancia ( considerado como "una rela­ bleme nt e. 1 5
Pero estos principios eran sobre todo incidentales. El . prmcr · · p10·
ción de valores") no podía aumentar ni con un incremento de l a P ítica era e gra e p e J 1sse faJie.
cantidad de dinero ( a no ser temporalmente) ni c on un aumento medular d e la Eco no mí a ol l n w � !� d l a �
del consumo, como sostenía Malthus. Ricardo la utilizaba para d e­
C on éste la importante unidad de la Eco�omia ,. ohtíca com? siste1;1a
teórico, se convertí a en un congruente sistema de la doctn�� pr�c­
m ostrar que, contra la afirmación de Adam Smith, la ex-pansión del
comercio exterior sólo podía elevar el tipo de ganancia e n la medida tica. Los principios abstra�tos queda��n dotados, 1e una accion viv�
en qu e, abaratando el costo de la s ubsistencia de los trabajadores, para la política real, y la mterpretac10n e��uematica del 1;1undo, �x­
permitía reducir los salarios.13 Por s u parte Marx l a usaba para refutar temo se fundió con el precepto y la acc10n. La Economia Pohtica
la afirmación de Proudhon acerca de que una elevación de salarios había creado el concepto de la sociedad económica como un sistema
autónomo, regido por leyes ,PIOI_Jias. ,!fa.ciendo f� nciona r esta s leye�,
se traducía en una elevación equivalente del precio d e l as mercan­
cías, de donde se derivaba que el sindicalismo no hacía sino andar el sistema "cami naba por s1 mismo , mdependi entemente del cm­
dado del gobier no y del capricho del soberano y del es tadista: Llegó
a la caza de su propia cola. L a impor tancia medular de esa afirm ación
a sostenerse que la regulación por el Estado, previ amente cons�d erada
para el razonamiento económico puede ser juzgada por el hecho de
que, si no fuera verdadera, no habría razón para concluir que una como esencial para s uprimir el caos y establecer el o rden, era m nece­
saria. Se creía que esa regulación era positivamente perjudicial porque
elevación del nivel de salarios tiende a fomentar el uso de la m a­ entorpecía el funcionamiento de las fuerzas económicas, provocaba
quinaria, en tanto que una baja tiene el efecto contrario.14 Si el el desequilibrio donde podía reinar la armonía y porque no h abía
precio de la mano de obra pudiera elevarse sin pro vocar una caída ningún indicio de que pudiera lograr resultados rnás efectivos para
del tipo de ganancia ( considerado c omo el rendimiento del capital )
el costo de las máquinas subiría ( a causa del mayor precio de la 15 Keynes ha dicho (Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero,
P· 186), que muchas,,de estas proposi�i��es clásica �. descansan en el �upuesto de
11 Ricardo empleaba la e1qiresión "salarios altos" como sinónimo de una elevada una "ocupación plena como_ ?na cond1c10n ne��sana, y. que, por cons1_gu�_ ente, no
"proporción del valor de la producción total necesaria para mantener al trabajador". pueden ser aplicadas a condiciones de produccmn cambiante o a . desv1ac1one� del
(Notas a los principios de economía política de Malthus, F.C.E., México, 1958 , equilibrio. Es indudable, � importante, que algu�as de esas propos1c�� _ nes reqmeren
p. 178.) James Mili sostenía que si la ganancia se empleara "pare. denotar la rela­ una modificación sustancial para poder ser aplicadas a una s1tuac10n en la que
ción de valores ( es decir, el tipo de ganancia), podría demostrarse que, en este existen recursos no utilizados. Por ejemplo: un cambio· de la demanda de dinero
sentido, las ganancias dependen completamente de los salarios". (Politica1 Economy, puede alterar la producción total �n vez de agotar su i�fl_uencia �n. una alteración
pp. 58-9.) Fue esta última afirmación, como veremos más adelante, referente al tipo _
de precios. Pero no parece mfenrse que estas propos1c10nes c las1cas no tengan
de ganancia (cosa muy distinta a la ganancia total), la que Marx enmendó con su aplicación al mundo real, a menos que se suponga que en el mundo real todos
concepto de la "composición orgánica del capital". los recursos son de una oferta permanente e infinitamente elástica. Lo que parece
12 Cuando el profesor Pigou, en su Theory of Unemployment, considera Ja claro es que lo que los econ?1:;istas c lásicos se incl_i?aban a s�poner era _la existencia
cantidad de trabajo en lo que él llama industrias que producen bienes que consume de tendencias hacia una pos1c10n de plena ocupac10n. De ah1 que consideraran que
preferentemente la clase trabajadora (wage-goods industry) y en las que producen sus proposiciones establecían los factores que limitan al desarrollo económico durante
otra c lase de bienes (nomvage-goods industry) como una relación fundamental y un periodo largo. Algunas de estas proposiciones clásicas también dependían de otros
determinante, utiliza, por supuesto, una concepción muy semejante a la de Ricardo. supuestos ( que afectaban la estabilidad del sistema) y a los que nos referiremos
1a Ver infra, pp. 154-155.
en el capítulo vr.
14 Consúltese Wicksell, Lectores, vol. I, pp. 100, 167.

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