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APUNTES PARA UNA HISTORIA ATAARA JOSEP Ma. BARNADAS Cuadernos de Investigacion CIPCA 6 CENTRO DE INVESTEIGAGION ¥ PROMOCLON DEL CAMPESTNADD tA PAE = 1978, JOSEP Ma. BARNADAS APUNTES PARA UNA HISTORIA AYMARA Segunda Edicién 1978 DERECHOS RESERVADOS: Deposito Legal No. 1719 AGI ANB SIGLAS ¥ ABREVIATURAS Archivo General de Indias (Sevilla) Archivo Nacional de Bolivia (Sucre) AUMSACC Archivo UMSA an Cota Cota (La Paz) BCUMSA Biblicteca Central UMSA. Seccitin Manuscritos (La Paz} AA ADA ALDRS ALDS. ASD. BSGLP BSGS. c.o, ED SRB FOL LR LT arigen ayudar Actos Administrativas Anuario de Disposiciones Administrativas Anuariode Leyes, Decretos y Resolucianes Supremas Anuario de Leyes y Dispositiones Supremas Anuario de Supremas Disposicianes Boletin de la Sociedad Geografica de La Paz (La Paz) Boletin de la Sociedad Geografica Sucre (Sucre) Coleccién Oficial "EI Diario” (La Paz) Sociedad) Rural Bolivian (La Paz) FederaciOn Obreta Local {La Paz) "La Razén” (La Paz) “Los Tiempos” (Cochabamba) NOTA SOBRE NOMBRES AYMARAS Y QUECHUAS Eycepto en los casos universalmante aceptados (como Potos/, Charcas}, el autor ha optado por escribir fos nombres y topanimicas de andino de acuerdo a Ja fonologia propia de estas lenguas. Para al lector mas familiarizado con ta escritura castellanizada de los mismos, incluimos./as siquientes reglas de conversion: LENGUAS ae CASTELLANO at, i a, He, uo k c, qu, @ Q (gutural) qu. kg pss pb, ti w b, v 1. INTRODUCCION 1) Puede conocerse Ia Historia de los vencidos? E} pueblo aymara es uno de tantos pueblos americanos que tuvo que buscar uns forma de supervivencia desde ef momento en que fue conquistado por los europeos al acabar la primera mitad det siglo XVI. La mayor parte de las informaciones qua nos han llegado, por tanto, o proceden de ta perspectiva conquistadora, de su escala de valores & interssas, o se han adaptado a ella, Esto hace absolutamente licita cuestién de principio: pueden tener los aymaras su propia Historiogra- fia?. En otras palabras: es posible conocer su autdéntica trayectoria histérica? Hay aqui involucrados arduos problemas de método y de principio, cuya cabal rasolucién os todavia prematura; em cualquier caso, contribuiran mas a su solucién las modestas aportaciones parciales que las abstrusas disquisiciones puramentes “trascendentales"’, Sin- embargo, esto en manera alguna puede querer decir que ol investigador haya de trabajar con la alegre inconciencia de fa irresponsa- bilidad; es altamente deseable, por el contrario, una viva experiencia del conjunto da circunstancias, anormalidades, obstrucciones, silencias a tergiversaciones en que anda ahogado el recuerdo de las colectividades oprimidas; toda esto debe Nevar, en su dia, a la elaboracidn ref! de una metodolog/a especifica para el tratamiento de este tipo de pasados. Pero el limite de ta “angustia critica’ debe quedar claramente detinid nunca debera conducir ala inactividad, al abandono-o ala desesperaci A todo 10 anterior dehe afadirse algo importante: el trabajo del investigador allenigena séto podrd progresar con minima garantia si va criticarmente guiado por los estudios y testimonios de los esiudiosas del propio pueblo investigada: en nuestro caso, si los aymaras empiazan a escribir y difundir sus propios puntos de vista, 2)Recuento de is informacian disponible No trato aqui de recopilar una bibliografia especifica (aunque en verdad $6 trate de una necesidad urgente); aspiro sencillamente a dejar constancia de un estado de los utiles de trabajo, De cara a la estructuracién de una Historia aymara que haya superade Ia tradicional infeudacion dentro de las entidades dominantes an cada momento, hay que afirmar tajantemente la dasproporcién entre los materiales hipotéti- camante utilizables y el uso o accesibilidad que de él|os sa ha hecho. Los estudios arqueolégicos y prehistaricos han solide pecar de tecnicismo esotérico a de imaginacién irresponsable, lo que no excluye la posibilidad de un inteligents aprovechamisnto en manos aymaras no menos intaligentes. Las fuentes histéricas coloniales tradicionalmente explotadas cacn de lleno en la tacha de parcialidad ya aludida en e! acdpite precedente; pero recientes intentos de lo que puede liegar a rendir una Etnohistoria andina abren mejores perspectives: por una parte, hay documentos administratives sin intenciones directamente apologeticas de los amos coloniales (p.oj. las Visitas ya publicadas de Chukuwitu y Wanuqu) y que contienen abundante informacion “objetiva’ acerca de! impacto del sistema colonial sobre las realidades indias; por otra, !2 busqueda “intencionada’ de clertos investigadores va sacando de fas tinieblas auténticas voces indias (p.ej. Warnan Pura, los koraka de Chukuwitu, protestas por abusos coloniales, memorialas, informaciones de proban- Fa...). Finalmente, de las fuentes histéricas republicanas puede dacirse casi lo mismo que de Jas coloniales: tradicional inercia unilateral con prajuicios anti-indigenas, abundancia de materialas administrativos “objetives”, inicios de una oxplotacién indéfila de Jas informacianes oficiales; aqui dabe afiadirsea la existencia de otro filén significative: para deshacer mitos insestenibles sobre el contenido liberador de las Republicas americanas, hay que dar beligerancia a la hipotesis de trabajo segiin la cual el “problema del indio” ha de ser comprendida dentro de! contexto global da la sociedad criolia (una ilustracin elocuente de los resultados dados por esta hipdtesis pueden verse en !a rica investigacion de R. Condarco sobre Ia manipulacidn liberal de fas relvindicaciones y esparanzas aymaras en 1898 - 1900); de ahi se desprende la significaci6n, para nuestros objetives, de la serie de tomas da posicién de escritores més © menos ocasionales sobre tal “problema del indio': frondosa literatura que merece un serio examen critica y promete fecundos accesos al meollo de la cuestion. Resumiende: a suerte corridaen Ja formacién, difusién u olvido intorpretacion de las informaciones atingentes al mundo aymara encierra ya, por si misma, suculentas lecciones sobra la que ha sido la suerte del mismo pueblo aymara. (1) Las prometedoras cosechas que aguardan al trabajo bien realizado ratifica la necesidad da un grupo de investigadores aymaras qué s@ propongan una resiaboracién de los juicios estereotipa- dos y una profundizacion en los conocimientos.. 3) Limites de la presente Investigacion De entre la vasteded de la tarea que aguarda al investigador decidido, estas paginas mantienan ta modesta aspiracién del reunir y, en parte, alaborar algunas fuentes de informacién examinadas, He aqui los criterias bajo los que han surgido tas limitaciones: ay by c) ay esta trabajo forma parte de! Proyecto de Investigacion “SOLI- DARIDAD Y FACCIONALISMO ENTRE LOS AYMARAS", patrocinade por él equipo de trabajo de! Centro de Investiga- cién y Promocién del Campesinado (La Par) y financiado parcialmente por la Werner-Gren Foundation for Anthrapolo gical Research, se ha escogido tres momantes histéricos, hipotdticamente significatives para una més clara percepcién de los mecanismos andégencs-y axégenos que regulan Ja vida aymara + la época katarista (1780-1790) + la época mel garejista (1850-1890) + a época pre-Reforma Agraria (1920-1952) también se ha procurado concentrar informacién sobre unas determinadas zonas, con preferencia a otras; las escogidas son: + Chayanta + Sikasikn + Umasuyu + Machaka - Pakesa (Pacajes) pero, sobre las que acabe da mencionar, las limitaciones de mayor peso proceden de la extensién e intensidad misma de la investigacion realizada: entre enero y junio de 1974 he podido asomarme 6 algunos de los fondos documentales y bibliogréficos relevantes. Estos son: Archive Nacional de Bolivia (Sucre): he revisado una serie de legajos sobre jos levantamiantos del s, XVIII; una serie de Revisitas de fines dala Colonia y dai siglo KIX rapublicano. Archivo UMSA - Quta-quta (La Paz}: serie de Revisitas dela Zona pacefia, correspondiantes al s, XIX, Biblioteca Central UMSA (La Paz): en la Seccidn de Manuscri- tos he podido ver una serie de piezas sueltes de la época katarista y de la época molgarejista, Il, ANTECEDENTES 1) La instauracién colonial Cuendo, partir de 1534 fueron bajando ¢ las orillas del Titikaka los primeros conquistadores castellanos, empezaba una nueva epoca para el pueblo aymara: el de su servidumbre colonial. Los efectos del nueva régimen serén inmediatos y duraderos, como que hasta hoy resultan perceptibles a quienquiera demuestre interés por ello. No es aqui el momento de trazar un cuadro complete de la serie de factores desorganizativas. (1) En cambio, si interesa decir algo sobre fa reaccidn aymaraanteal hecho dela colonizacién; ante todo, que no @5 necasario que su respuesta presente ftrazos individualizadores de la de los demas grupos étnicos andinos (aunque no deje de ser una hipdtesis plausible para explicar su resistencia a la dsspersonalizacion, 6! hecho de haber ya resistide con anterioridad a la presién oficial imkaica): basta que no se haya desolidarizado de la lucha comin contrael invasor. £) primer dato es que todavia no contamos con una Historia de fa resistencia India anticolonial (nuevo efecto del hecho de que la Historia colonial la hayan escrito o dejado de escribir los herederos de los conquistadores); no sobrepasan la edad de los ireinta aficos las obras pioneras de Lewin o de Valcarcel sobre Tupaq Amaru. Mas: reciante- mente y come manifestacién de una nueva conciencia profesional entre los interesados en las Ciancias Sociales, se ha avanzada en ol estudio de los lavantamientos Indigenas (coloniales o republicanos). Con todo, si uno exprima todo lo que sabemos de! tema, mas alld del ciclo ravolucionario de 1780, resulta més blen escaso. Sin embargo, incluso log mas dasorganizados sondeos en ia documentacién primaria indican que s@ trata de una ignorancia de \os historladores y no de un vacio en las fuentes, Para ol dreaa aymara necesitamos con urgencia de un esclarecimiento de los acontecimientos, como protesta y como subsiguiente represién, en relacién con el milenarisma documentade para el Cuzco y conacida coma Takiy Unquy (1565); sin duda alguna, se trata de la respuesta adecuada india después de la infamia da Kajamarka. Esta respuesta aicanzaré su cima con ta figura de Tupaq Amaru |, eliminade de la escena por el virrey Toledo en 1571, en la misma plaza central de la antigua capital de los Inkas. 2) El siglo XVII Situada entre el siglo de fa instauracién colonial y el siglo de-los grandas levantamientos panperuanos, el siglo XVI! padece en muchos aspectos de asta situacién intermedia, desdibujada. No es excepcidn a asta tonica el tema que nos occupa: pareceria que entre 1600 y 1700 todo fud “sobre rieles” y qua los vencedores y vencidos jugaran tranquilamente al papel asignado a cada uno de ellos, No obstante, hay dos tipos de razones para desconfiar de tal razenamiento: lo. porque se apoyaen el dasconocimiento y en este oénero de asuntos el valor del argument de silencio @s escaso; 20. porque en una sociedad colonial la apariencia de tranquilidad no garantiza la ausencia de ""desordenes". (2) Pero, ademas de io anterior, tenemos informaciones concretas que nos orientan mejor que las apreciaciones ultragenerales. Conocemos, por ajemplo, de un levantamiento de la indiada de Sunqu, Challana, Simaco y Chakapa, an los yungas coqueros septentrionales de La Paz, entre diciambre de 1623 y octubre de 1624, Después de un primer momento de euforia, la rapresion colonial y la manipulacidn de los sentimiantos raligiosos indios hicieron que, tras diez meses de zozobre , se reinstaurase al “orden”, es decir, fa dominacién de fos sefiores “‘tradicionales"’, (3) Los mismos indios humillades hicieron oir, a veces, su voz. Asi don Juan Kusi Pawkar, capataz de yanakuna en Potosi, escribe directamente a Felipa IV exponiéndole los manejos del presidente de Is Audiencia de Charcas D, Juan de Carvajal, mediante su testaferro Pablo Vazquez. (4) Los aclesldsticas, testigas. directos del especticulo dado por aquella sociedad colonial (con frecuencia, también protagonistas), algunas veces tomaron /a pluma an defensa de los que no podian hacerse oir; tal al caso del lic. Juan de las Cuevas, pérroco en Karangas, quien hacia mitades del siglo XVII envia un memorial al monarca: en él pinta con negros trazos el panorama de la explotacién organizada, consagrada y canonizada de que fctima consuetudinaria ia poblacién aymara de su demarcacioff. Es la negra costumbre de los “servicios personales”, aprovechada por quienes ninguna necesidad tenian de elles para expiotar sin misericordia a los dasdichados indios. Segiin este clérigo, el servicio an las haciandas resultaba todavia peor que |a misma mit's, tan execrada por los frafles indéfilos, Cuevas sélo va un posible remadio en una ‘depuracién drastica del cuerpo de funclonarios y autoridades [llama a los Corregidores de indios “enemigos asalariados de Vuestra Majestad, de su Real Hacienda y de estos pobres vasallos'’) y en una decidida pol itica supresora de los enjambres de vagabundos que pululan por los pueblos ind iganas. (5) No es més halaglefla la pintura que se desprende de un memorial dirigido por lox kuraka D. Alonso Yawitarki y D. Pedro Arukipa, de la 10 zona de Quilana, al virrey limefio en 1681: de nuevo son los servicios personales en haciendas de los blancos, con toda la serie de obusos a que se prestaba; pero de una forma especial los kuraka denuncian los procedimientes del hacendero Adrian de Salazar, causa de terror entre la “indiads" por sus malos tratos, Oigamos sus palabras: “Came si fuesen negres; losata de un tirante, dandoles muchos azotes y palos’’, ademas cualquier descuido o pérdida de algin ganado es castigado con a! pago del mismo (practica también criticada por el parroce de Karanqas}. Estos kuraka ya han acudido antes a los Corregidores de La Paz, aunque sin of menor resultado, a causa de “sus particulares fines e interés”. E! efecto de todo esto era el abandono y huida del pueblo hacia otros parajas menos controlados por los colonos: salvacién individual, paro que agravaba |os males para los que se quedaban: las cargas se repartian entre menos. (6) Este panorama desolado de Ja poblactén aymara atrapada entre fas inflexibles presiones de los servicios personales (de entre los que e! mas temido es la mit'a) y ta depresién demogréfica, queda confirmado con la serle documenta! que sobre |a zona de Pakasa ha recogido el Proyects de Demograiia Histérica, dependienta del Centro de Investigaciones Ar- queolégicas de Tiwanaku (La Paz). (7) 3) El siglo XVIII (hasta 1780) No hay razones de ningun género para suponer que las condiciones generales de vida y trabajo de los avmarar sufriera ninguna transtorma- cién sustancial durante ja primera mitad de! siglo XVIII, Con todo, cabe feconocer que nos movemrnos en el terreno de las conjetures o de las deducciones, Ante lo que se avecina, hay derecho para imaginar que la situacion colonial se fue deteriorando , a partir de los presupuestos por jos que habia echado a andar desde mitades dal siglo XVI. También aqui’ ‘habré de |imitarme a la simple resefia de algunas voces indias de protesta, (8) Hacla 1757 los kuraka de los doce ayllu de Machaqa acuden al virrey en demanda de justicia: desde la muerte de Ja figura venorada de José Fernandez Warachi, gran kurakao maliku en la zona, han sido juguete de los manejos interesados de personas ajenss. El kuraka que tienen al presente, Tomas Warachi, fué nombrado contra su voluntad y , de hecho, no les representa ninguna utilldad, pues permite “que toda fa vida seamos indefensos por utilizar de nuestro sudory trabajo personal y por esto no quieren los Corregidores nombrarnos a los caciques que sepan defondernos y slo tiran a aniquilarnos’’, (9) Si éste ara el trasfondo ldcidamente percibido por ios reclamentes, el Protocolo documental demuestra cémo los interases bdsicos de la comunidad afectada sa dilujan en mil pequefios tramites y papeleos. Ejemplo a afadir a ta serie de manipulaciones extrafias de que han resultado victimas los aymaras y de las que encontraremos nuevas mwestras en fechas harto més réciontes. En Yungas las coses no iban mejor para !os indios. Dos memoriales de los indios de Chulumani y Chupi, datados en 1771, coinciden con los tonos ya archiconocidos. Unes'y otros acuden al Corregidor D. Vicente Lafita. Los de Chulumani, exponiéndola ta forma despdtica en que se conduce su Teniente General D, Juan 1. de Larrea: |os tiene atemorizados con sus bravuconadas, s¢ muestra inmisericorde en la cobranza de tributos (incauténdose de los cocales de los insalvantes), (10) Por su parte, los de Chupi dan cuenta de los rumors legados en el sentido de que Larrea habia “conseguido Providencia de S.E. para que nos quitaren la vida-con un tumulto de soldados"; por efecto, del rumor, declaran estar “muy alborotados, determinando volver a remontamos a los montes”’; acaban pidiendo que les ‘‘avise cuanto antes para que tengamos culdado de estos ladrones vengativos, hasta en tanto que tlegue resulta de las Diligencias practicadas a nuestro favory amparo™. (11) Fué exactamente en 1771 que astallé un levantamiento entre los aymaras de Pakasa y Karangas: !os primeros victimaron al corregidery a otros cinco acompafiantes; por su lado los de Sikasika quisieron wnirse, gliminando al contador D. Manuel de Solas Casas. Ente tales “'desma- nes", Is Audiciancia platanse proveyd la formecin de un ajdrcite, sin qua disponga por al momento de mas informacién. (12) oF Il, EL GRAN CICLO REVOLUCIONARIO No puede caber duda alguna que el gran estremecimiento revolucionario de los tiempos coloniaies hay que situarlo entre 1780 y 1783. Frente a tantas voces que se esforzaban por pintar |a realidad americana con tonos rosados, la respuesta India fué inequiveca; na aceptaban el dominio colonizador, a pesar de su ineludibilidad “"momentanea”. La movilizacian encabezada por los hermanos Katari en Chayanta, por Tupag Amaru en la zona cuzquefay por Tupaq Katari en la pacefia (por solo mencionar tres figuras consagradas), debe permanecer como la piedrs de toque fidedigna a la hora de establecer cudles fueron las reales actividades indias frente ala imposicién colonial. Se ha sefialado |o fuerza liberadora utdpica de estos levantamientos encadenados., de cara a los sucesos posteriors de [a guerra de independencia; (1) si por una parte nadie podria negar fa grandeza involucrada en este gran acoso 2 los privilegios del usurpador extranjero y, por tanto, su funcién literaimente prometeica, por otra no podemos dejar da sefalar la serias contradicciones internas del moyvimianto amancipador, si se trata de medirio por 4a estatura y temple del ciclo ravolucionario atari-amarista. ¥ hay que afledir que algunas de estas contradicciones et historiador actual ya las puede ‘‘anticipar” en los acontecimiantos de 1780, como se vera en unas pocas alusiones que hare ala revuelta criolla de Grura; Dentro del general vacio historiografico indigenal ya sefialado y diagnasticado, ei tema de la Revolucion de 1780 constituye una par- cial excepclén: Tupaq Amaru cuenta, en los ditimos 30 afios, con varios libros dedicados a estudiar su movimiento, (2) Tupaq Kater ya ha tanido menos fortuna entre los investigadores, aunque es de esperar que pronta podremes conocer algo solido sobre su ataque a La Paz. (3) Finalmente, es todavia ms débil el caudal bibliografica accesible sobre ai primer aldabonazo ravolucionaria: el qua liderizaron tos hermanos Katari, irradiando desde Chayanta. (4) Delante de este panorama, hay que afirmar la imperiosa necesidad de un byen estudio global da !o acontecido en Charcas desde julio de 1780 hasta noviembre de 1781, investigacién sistematica dentro de’ las perspectives tedr en que se planiea hoy el estudio y analisis da los movimientos de “rebeldes primitives” (Hobsbawm). Por supuesto, tal as propésito jamés ha sido planteado dentro de la presente Investigacion; ni el tlempo ni los recursos de tiempo o de Financiacion 6 fos materiales anolizados autorizen semejanta pretension. En consecuencia, aqui ni se aspir reconstrulr, una vez mas aunque pracariamente, la trama de los hechos ni se legitimaré ta ilusién da dedicar este capitulo & una “interpretacién” de unos hechos, por definicién mal comocidos. El camino escogide es intermedio entre ambas alternativas descalificadas y, al mismo tiamp-o, més coherente con Ja fragmenteriedad coniesada al comienzo para toda la linvestigacién. Segiin el “sistema de mosaico”, aduciré una serie de testimonies sobre hechos, sintomas, estados de animo, propdésites, estrategias, ate, de los insurgentes. Todo com anime do preparar un enfoque mas adecuado del tema por quienes se atrevan a encararlo a cabalidad, Aqui, una vez mas, hay que subreyar el cardcter preliminar de este trabajo, 1) Los hermanos Katari (1780-1761) El} levantamiento originado en Chayanta muestra algunas de fas Caracteristicas generates dal ciclo ravolucionaria que nos ocupa: Tomas — Katarl, Indio det comin da Macha, vive en carne propia la-politica erbitraria local (Cormagidor ,secolector de tributo, Oficiales Reales, kurakas colaboracionistas, Audiencia, vitrey}, fecorriando toda la conste- Jacién, bien organizada, que encamaba la opresién colonial para un aymara de la segunda mited del sigio XVIII, Katari demuestra que equella sociedad era Tncapaz de imponer la justicia sobre el desman de particulares o autoridades: demuestra tambidn que,aun en el caso dé que la cima politica (la Audiencia o-el virrey) reconociera ¢! derecho del } agraviado, las distancias y la ausencia de macanismos eficaces de control burocrético desvirtuaban su hipotética rectitud, Katari demostré que el fondo de le cuestién iba mas alld de unas posibles “buenas voluntades impotentes": el aymara Katari percibid que todo el andamiaje colonial estaba pensado para que aquella minoria blanca se aprovechara de los sudores y humillaciones de la mayoria india. No se trataba de una — desafortunada casualidad ni de unos individuos extraordinariaments — “malos": eran, por el contrario, Ios abjetivas subyacentas y siempre | ; i pre-supuestos del sistema los que producian, con ldgica coherencia, aquatlos desmanes. Abii residia la necesaria “mala canciencia” de los que aparentaban voluntad justiciera; @ $6!0 escarnacian ics valores que declaraban querer venerar o carecian de fa minima prespicacia para darse cuenta de lo veleidoso de sus “buenas intenciones™. Tomas Katari no es un caso rara, victima de una especial mala fortuna; lo que le distingulé de muchos de sus connacionales es su férres coherencia de procedimianto: agota, uno tras otro, los medios pacificos y reconocidas por sus amos coloniales para exteriorizay la protesta y conseguir el remadio corrector (Corregidor, Oficiales Reales de Potosi, 4 Audiencia de Charcas, virrey da Buenos Aires}; mediante este contacto con |a realidad dela colonia, toma conciencia de la auténtica naturaleze del conflicto: muaren las ditimas ilusiones “legitimistas’ y afiora la ‘nueva conciencia revoluciomaria; a su vuelta de lacapital virreinal y ante el escarnio de que os victima por parte del corregidor Ales, a pasar de todos los papales superiores qua ha traido consigo, se define como opositor a. muerte del sistama, Recorre las estancias y ayllu anunciandase como nuevo kuraka y definiendo piblicamente cudl era el tribute a pagar. Naturalmente, la adhesién popular fud instantdnea; la ojeriza de los que se considersron afectados, también. Después de tres apresamientos consecutivos (1779-1780) y otras tantas represalias Indias, la persona de Tomas Katari habia alcanzado su exacto simbolismo: lider insobamable de ta indiada para recobrar la dignidad usurpada. Weremos algunas realidades proiagonizadas por quienes sintieron los efectos de su liderazgo (aceptado o no}, aspectos directos que nos ayudarén a captar la complejidad invelucrada en el fendmenc ‘total. Conocamos una probanza qua nos pone en |e pista de varios manejos tipicos del momento -critico: un grupo de indios de Macha presanta querella contra el gobernador mastizo Bias Doria Bernal (hijo de Andris Bernal, ya enjuiciado por faisificar moneda), haciéndole objeto de los. dalitos siguientes: 1) usurpa grandes cantidades del tributo 2) recarga la tasa (hasta 1 peso en exceso) 3) en cada mit'a incluye un indio para su provecho 4) imita al Corregidor en practicar los repartes, con los mismos precios y bajo semejantes concciones (aunque con articulos de pésima calidad) 5) exige que todas concurran a sembrar sus tierras, con semilla de los indios 6) usurpa sayafas ya barbechadas o sembradas y |as reparte entre sus facciosos 7) introduce aguardiente para borracheras, con anuencia del Teniente de corregidor. En virtud de todo ello, ef grupo acusador pide se le expulse del cargo que Soupa. ¥ aqui comienza (0 “misterioso”: hablando ordenado el Fiscal de la Audiencia, ante el que se habja asentado la denuncia, que se recibieran is las declaraciones de testigos fetwacientes, como por encanto “desapare- can" tos acusadores; en cambio, tres declarantes espafioles eximen a Bernal de jas tachas acumuladas sobre él. Dato 8 retener: estas deposiciones ocurren bajo la supervisién del Corregidor Alds. (5) Otro documento ofrece otra instantanea de Io que fueron aquellos meses: en noviembre de 1780 el cap. Juan A, de Acufia, Justicia Mayor de Chayanta, recibe declaracianes de cuatro espafioles sobre |a noticia de que T. Katari habia citado a dos da ellos pare pediries cuenta sobre Quejas que la habian presentado otros tantos indios. Por supuesto, los declarantes ratifican el rumor. Entonces Acufia dicta un Auto a Katari an el que le conmina a no ocuparse sino de “los indios de su comuniclad, habitando en su doctrine y advirtiéndole también de que me hall impuesto de que concurrian indios de otras Provincias al pueblo de Macha, donde & residia, a rendirle obediencia, reconociéndolo como sobarana, advirtiéndola que dste era un delite gravisimo, porque era usurpar @l derecho al Soberana’. (6) El texto inciuye dos datos importantes: lo. documenta la conseiente politica colonial de arrinconar al temible lider en sus funciones rutinarias localistas; 20. deja constancia del proceso de anudamiento da ta red de contactos aymaras y del halo de autoridad que se otorga a Katari. Esteban Reynaga es un indio tributario de Sapsi (o Sawpsi}; mediante escrito $6 querella ante el general Ignacio Flores contra el cap, Antonio Escalier, “quien, sin més razén ni justicia que la de su antojo y malversacion, vino a mi casa de donde se llevo veinte ovejas, una vaca con su cria y un busy, pretextanda ser dicho ganado perteneciente a los Indios alzados, 1o que igualmante ha practicado con otras infelicas como yo". Ademas de alegar la fidelidad damostrada por Sapsi al rey frente 2 Katarl y los stropelios cometidos por Escalier en Qupawillki, Reynaga arguye: “Estos procadimiantes, Sefior, con unos infelices que aponas tienen cuatro ovejas para mantener 5us hijos, son la causa de los Presantes alborotos; algunos espafiolas y mestizos nos tratan con la mayor inhumanidad, sa valen de cualquier pretextas aspeciosos para aprovecharse de nuestro sudor y trabajo, de modo que panen-a los indios en el Gitimo despecho, especialmente de los pueblos, donde no hay Justicia’, (7) Las informaciones abiertas en Murumuru, Macha y Chayanta el ato 1781 sobre las causas del levantamiento incluyen las de cuatro espafioles, de que intoresa dejar constancia: 16 1) Radrigo Moreno, minato y azoguero de Macha, lo atribuye a la nogativa india a que las autoridades sean espafiolas © mestizas y “que los tributes Reales y demés Intereses. de su comun se manajan por otros que no son indios’’, 2) Pedro Requena, mercader de Macha, por su parte se inclina a no var mas que una muestra de faccionallsmo intraaymara “sobre ser caciques 0 gobernadores, queriendo cada uno para sf disfrutar los intereses de! gobierno”. 3) Ramin de Urbisberea, mercader de Macha, comparte la opinién de Raquena, aunque es més amplio en ta conclusion: “de que infiers qua el lucro y utilidad que reportan es mative de las bullas e inquietudes dal dia, asf entre los mismos Indios como entre los esparioles o mestizos que han exercida los gobiernas"’, ay Esteban Baldivieso, de Puqwata, es mds independiente de juicio, culpando de todo al “Corregidor en haber sostenido a Bernal y en no haber dado el cumplimiento a los papeles u Grdenes que Katari trajo de Buenos Aires. (8) Cuatro testigos de los hechos y otras tantas interpretaciones; dentro de sus propios acentos, coinciden en subrayar otros tantos aspactos no necesariamente incompatibles en una visién integral dai conflicto. Mas adelante me detendré en presentar al grupo symara fidelista; ahora uno. de ellos nos relatard como actuaban los kataristas. Se trata de Sebastian José Martinez, kuraka de San Francisco de Qurume (prov. da Purqu). Ya desde septiembre de 1780 la mayoria de los principales y comunarios dé seis de tos ocho ayllu de Quruma estaban en contacto con Katarl; el 25 de octubre los jefes y miembros de estos ayliu se concentraron en la plaza del pueblo, con tambor y clarin, Acto sequida fo sacaron de su casa y @l cantor de la parroquia layd en castellano una carta o prociama de Katari. Inmediatamente sale intimé obediencia ala misma, bajo amenaza de ser depuesto de su cargo; Martinez pidié al pregonero una traduccion al aymara, la que le fud denegada (! }. La noche siguiente ef kuraka fa pasd escendida; pero al dia siguiente sa rapitid la escena: concentracién multitudinaria y pregén de la prociama; anseguids se le acercaron dos cabecilias y le arrebataron el baston do mando, simbolizando asi su deposicién y la instauracién de las nuevas gutoridades revolucionarias. Después, todas se dirigieron ala vivienda de! kuraka: secuestrandole ef padrén. y demas papeles de su cargo; otros fueron a buscar los Titulcs de propiedad de la comunidad en la cosa de Matias Yuqra; asimismo se apoderaron dela caja de tributes, responsabl- Iizandose da su debide abono an Potosi. iv Debe quedar constancia de la presencia en todosestos hechos de un indio de Macha, probeblemente s! mensajero portador dé Ja prociama del lider Katari. (9) También merece destacarse esta descripcién por tratase de una dialéctica exciusivamente india, sin la aparente intervancién de espafioles {autoridades o colonos). Otro documenta abre nuevas perspectivas sobre los entresijos del conflicto chayantefio. Agustin Arwana es un indigo ya reservade de la mit'a y tribute por haber traspasado los 50 afos; pertenecié. all ayllu lawl de Sakaka. Ahora, a fines de 1780 acude al Justicia Mayor desde Musqari para éxponer “que con la ocasign del primer error que cometiaron los indios mozos, con |a falsa cizafia que ocasiond aquel Tomas Catari con decir que habia rebaja de las Tasas o tributes, han querido los mozos llevar adelante este error y por mas que los vielos principales experimentados hemos querido aquietar, no ha sido posible", Pide se le dé una vara de Justicia para contener los desmanes “y e! especial para contener estos tumultos y alborotos que ocasionan dichos mozuelas. (10) General o limitado, genuina o deformado, el fenémeno es digna de anotarse: apunta hacia el choque de generaciones, también entre los aymaras, Katari se habria apoyado en los joyenes, movilizando su mayor dosis de inconformismo ante unos abusos y humillaciones comunes. El militar u hacendado de Chayanta, protagonista de varios episodios en toda la revuelta, M. Alvarez Villarroel, escribe al Flores varios detalles de una gira realizada entre los indios puqwata, Aunque sus noticias pueden adolecer de cierta deformacién partidista y agdlatra, también dejan conatencia de un probable fondo veraz: quizds como efecto de su “propaganda”, manifiesta que los kuraka indios de los ayllu de Puqwata “te manifiestan muy enconades contra Katari, sustenténdole en su cara haberles dicho haber conseguido del seflor Virrey la rebaja de Tributos''; otras kuraka han ofrecido su lealtad 3 los espafoles, aunque -advierte Alvarez- serd poco dtil, por residir su gente en los valles. Aunque declare "“flaco el partido de Katari", aconseja “no dejarlo salir de esa ciudad y si sale es capaz de alborotar la indiada y hacerlas cometer nuevos-excasos"', (4) Confesién doblemente valiosa par venir de quien no sentia la manor inclinacidn en proclamar el poder de liderazgo de Tomas Katari! El tenor de los mensajes de Katari a las comunidades aymaras nos es conocido por un ejemplar que se nos ha conservado: el dirigido por 1B Nicolas Katari a fos kuraka de Yuqalla y Tarapaya, Su contenido incluye tres consignas: 1) al objetivo pricritario del momento es impedir el libro transite de fuerzas armadas realistas 2) en caso de flojear en el emperio por este objetivo, sepan que la napresiOn subsiguiente scabard con nosotros 3) transmitan la consigna a los comunarios de Puna y Tumajawi. (12) (No sa trata, en realidad, de una proclama enroladora; presupons ya en marcha ja organizactén revolucionariay aspira, Gnicamenta, a impartir fa palabra de orden, El Gitimo fenomeno de que interesa dejar constancia aqui es el del “fidelismo” indio. Hay que decir, por adelantado, que se trata de un asunto delicado, necesitado de mayores sondeos de los que he podido acumular; no es lo mismo demostrar adhesién a los espafoles en agosto de 1780 0 on diciembre de 1781: hay de por medio una diferente coyuntura bélica que tifie cualquier actitud adoptada de! signo de autenticidad @ del de acomodacién ante lo ineludibie, Lo mismo cabria sefialar en el factor espacial: una idéntica profesian de fe hispandéfila adquiere muy disimil significacién segdm proceda de un individuo situado en zona rebelde o en zona controlada por fos blancos. Vamos a gir algunas voces aymaras colaboracionistas, nuevo ingrediente no escamoteable an un panorama ver{dico de aquella sociedad. ‘Ya ha salido mas arriba la interpretecion antijuvenil que el anciano Agustin Arwana (0 Arupana), de Sakaka o de Acacio (segin diferentes fuentes), daba al alzemiento katarista (13) Después de la muerte del lider da Macha, recuerda al "Juez Comandante” (no identificado) su comportamiento constante: “Declaro y juro no haberme metido en nada desde los principios en el slzamiento de los indios, por mas amenazas que ma hacian de quitarme la vida, por la mala cizafia que ocasiond aquel mai cristiano Tomas Katari, ya finado, con decir que habia rebajo do tributes y otras cosas qua son al servicio de 5.M. y de la Santa Madre Iglesia....y por esta verdad no quiere consantir estas Revoluciones contra la Lay.,.. aunque han pratendide pasarme a cuchillo los indios challapata y pocoata...."" (14) Sabemos también que el 4 de marzo de 1781 fos kuraka de Chayanta, encaberados par Nicolés y Damaso Katarl, pidieron un perdon general al Corregidor de aquelia demarcacién, aseguréndole desu fidelidad, abjurande de los errores pasados y garantizando, para el futuro, un td comportamianto dentro de los cauces lagales. (15) y que el 11 de marzo todos los kuraka de la gona convulsionada dirig(an al general Flores un memorial en que mezclaban una reafirmacién de los reclamos basicos del lavantamienta con demostraciones yerbales de ls mas rendida sumisién. (16) Detras de uno y otro papel hay que ver la derrota aymara de Punilla (20-11-1781): soplaban malos yientos para la causa india y todavia iban a ampeorar dentro de pocas semanas. En efecto, el faccionalismo entre Macha y Puqwata hizo que los comunarios de la segunda localidad se hubieran marginado del levanta- mianto y, después, 56 acogieran con agrado a la oferta de una buena para al que apresara alos Katari y al lugarteniente Asimismo, los kuraka de la hacienda da Wayquma (prov. Yampara) acuden a Flores, destacando su mérito: "No sdla no hemos dado lugar a que [os Indios aizados (que se hallan en tanta inmediacidn que sélo un rio nes divide) hayan podido contagiar sus errores ni atraerlos a su partido, por més promesas y amenazas que les hayan hecho, sina qua los hamos tenido dispuestos y prontos a contender con ellos y hemos estado guardando aquel lugar y estorbdndoles 2! que practiquen Ios robos, hamicidios y otras violenclas sacrilagas..., sin permitir que a la nuestra {doctrina) hayan ilegada sus excesas y sacrilégios”. Ahor an sem hotoria nuestra lealtad mo shlo a V.S. sino a todo el publica”: declaran “estar prontes a cuanto se dignare mandarnos en servicio de nuestro catélico monarca’; pidan “se sirva declararnas por tales fieles y leales vasallos, mandando, @n consécuencia, que todos nas reconozcan y tengan por tales, lo que parece muy de Justicia”. (18) Aunque no perteneeca ala zona de Tupaq Katari, es ef momento de hablar aqui del Alcalde Mayor de Achakachi, 0. Tomas Inka Lipi: por sus servicios 8 los realistas Reseguin le otorgd la medalla de Carlos iN; pero durante el ataque al pueblo por Mariano Tupaq Amaru fue herido, robandole aiguien la preciada condecoracién. En 1782 acude a Flores bart que se le reponga pues es patente gue “hasta hoy he propendide a acraditar mi lealtad sirviendo, ya em jos avances contra los restantes rebaldes, convocando para ello alos indios fieles de este pueblo, ya con la atencién de las tropas auxiliares,..."", (19) Detrés de unas y otras manifestaciones, pued= visiumbrarse algo de la compleja realidad; hubo un sentimianta fidelista genuino y otro circunstancial, Uno y otro obedecian a remotas causas y fueron habilmente explotados por los espafales. 2) Tupag Katari (1781) El movimionto revolucionario més netamente aymara fue el que se desarrolié en el hinterland pacefio; desde 1776 habian ido apareciendo pasquines en las esquinas de la cluded, dirigidos contra algunos funcionarios y¥ amadrenténdoles por sus tropel (as, (20) Mas adelante, |o3 choques armados de Chayanta por un lado, y la convocatoria de Tupagq Amaruén los aledatos del Cuzco, catalizaron un estado de cosas cada vez mas insostenible. A comienzos de marzo de 1781 !a insurreccion india era patente: de Larikaja, de Umasuyu, de Pakasa, de ios mismos pueblos cireundantes do La Paz |legaban noticias alarmantes para la clase colona. El 14 de aquel mes empezaba el cerco a ia ciudad, que se prolongeria hasta el lo. de julio y, reiniciado a comienzos-da agosto, no iba e acabar hasta! 16 de octubre, A semejanza de lo hecho con la lucha de Chayanta, recogeré aqui une serie de tastimonios que nos ilustre sobre la naturaleza, métodos y objetives del levantamiento. Conozco un alegato de los indios de Pumata y Zepita especialmente elocuente de la manipulacién faccionalizadora de que eran victimas por parte de la autoridad colonial: |os kuraka y subaltemos “en vez de mirar por nuestro alivio, propenden en toda a nuestra destruccién y ruina, por el interés particular que tienen en fa cobranza de dichos rapartos, como que a espaldas de allos utilizan tambian para si a esfuerzos del sudor y trabajo de [os infelices indios, a quienes ya les es insoportable tanta tiranfa y rigor, que amo esperar al correspondiente remedio,,..se verdn sin duda expugstos # cometer otros iquales excesos de Ins quit Giariamente se estén experimentando en estas Provincias, solo par los rigores y violencias de las Corregidores...."'. (21) Esta desnaturalizacién de ta funcién de los kuraka y su alienacién en los desmanes de ia minoria colonizadora doben ser vistos come una de las explicitas maniabras del Poder Espafiol en los Andes. El primer grupo de informaciones toca a! funcionamiento y caractertsti- cas del ejército aymara. Un kuraka de Santiago de Machaka inrorma a Tupag Katari (‘Muy sefior mio y da toda mi mayor veneracién") det paso por su zona de un Gidor, de las cuentas que pediay de su lealtad an contribuir para la causa india “con todo lo necesario™. (22) Por el franciscana M. Borda conocemos algo de los mitodos de ‘enrolamiento empleados por los activistas aymar in concrete relata lo que prasencié en Tikina. Era el 19 de marzo de 1781 cuando liegd al pueblo un. mensajero, originario de fa propia zona; convecé a las comunarics en !a plaza para comunicarles el mensaje del jefe maximo. Gus motivaciones pofiticas no diferian de las qué vamos a documentar mas abajo. Su furia contra los simbolos de poder colonial y religioso orientan sobre el estado espiritual de la poblacién andina del momento. La consigna de Katar era scabar con todos los chapetones y criollos, de cualquier edad y sexo; los hechos parece se acomodaron flaimente a las Ordenes superiores, (23) Sobre la organizacién interna, un funcionario hispano destaca la funcionalidad dada a la division Por aryl valizando cada uno de ellos 89 acumular méritos ante los superiors ("para que a efecto de hacer constar las hazafias que cada comin decantase, tambitin se le graduase ol mérito") . (24) Esta espontanea relevancia de la unidad socioecondmica basica demostraria (a instintiva inclinacién aymara hacia la elaboracién de su vida cultural a partir de la constante contraposicién de unidades inferiores ante unidades superiores, (25) Por su parte, Segurola no esconde su admiracién por ta inconmovible lealtad aymara a su causa, a pesar de las torturas a que eran sometidos los combatientes apresades: “no fud posible conseguir dectarasen otra cosa ni @! lugar de donde eran, por més diligencias que se hicieron y, 10 (que) mas es, que habiéndolas mandadao confasar, no se les hallé el mas lave sentimiento de religion ni conocimiento para recibir @f sacramento, por cuya razon murferon sin este auxilio". (26) Todavia cabe afiadir un nueva elements que nos ilustra sobre fa constitucién del sentimiento aymara rebelde. Un texto de Katari a Segurola deja traslucir elamentos mesidnicos en a conciencia del caudillo: "Si, haciendo poco caso de mi Persona, quiere propasarse de mi, pues advierta que para mi no son capaces los de la ciudad y si es tocante a providencias, las ‘tengo sobrasalientes, pues yo soy mandado de Dies, que ninguno tiene potestad de hacermo nada, y asi me parece todo to que digo es palabra del Espiritu Santo, Pues soy tan cristiano como cualquiera...". (27) Hubo, sin embargo, un lado oscure de [a medaila. Segin un indigo cuzquefio apresade en La Paz, A. Zdfiga, ya por abril de 1781 habria cundido el descontento entre la indiada katarista: al Jefe los trata mai (dto les proporciona coca) y hay abandana de tas Tilas sitiadoras. (2B) Otro documento deja traslucir también faccionalismas: fos kuraka de Sikasika escriben alos de Kallapa en términos muy fidelistas, aconsajan- do mo enviar indios al Alto, “porque este Virray (Tupag Katari? ) es Supuesto, que estd haciendo tantas here|fas, disparates, h: sido un animal, haciendo tantos dafios a todas las comun idades y esto se sabe de de paso, Negada del “auténtico” virrey y de tropes realistas desde ‘Chuquisaca, Potosi, Oruro y Cochabamba. En difinitiva, ahora “es Preciso entrar en juicio, come Dios nos manda y nuestro Monarca, como catiilicos cristianos"’. (29) 22 El segundo grupo do noticias abarca el tema de las motivaciones v objetives del alzamiento. Una nota temprana de Katari a Segurola cortifica: “seremos amigos firmes y constantes hasta la muerte y, asi. a tedos los aunopeos los pondré an su camino para que se manden mudar a sus tiarras y los criollos quedaran pandonados para siempre'’. (30) Unas semanas despuds, perfila su posicién punitiva: si pidio perdan a los suropecs, “fue movido por el amor a los criolles, por quisnes me habia ‘encargado mi Seftor Monarca, y esto se entiende con los buenos, pero a los malas se volverd en ceniza, Igual (que) con los de su clase, por motivo dal -yugo fuerte con que nos oprimen y tanto pecho y fa tirania de lo que corre con asta cargo, sin tener consideracién de nuesiras desdichas, y spirado de ellos de sus impiedades, se ha determinado de sacudir este yugo Insoportable y contener of mal gobierno que experimentamos de los Jefes que componen estos cuerpos...", (31) Con la misma feche que Katarl, “todas las comunidades da todas las Provincias’ anuncian al (Comandante pacefio: “ahora hacemos el dnimo de ecabarnos todos can ‘el fin de que no hayan mestizos ni para remedio, pues nuestro asunto es: morir matando, pues todos estos tiempos hamos estado sujatos 0, por mejor decir, como esclaves y en esta suposicién el soberana legislador nos ha premiado asta dascanso, porque ya pasaban de la ley de Dios y por asa ahora se vuelve |o que es de Dios a Dios y lo que es de César a César, no obstante que para todo hay tiempo, que aunque Virrey nosha Propuesto 6n qué nos humillamos, no es posible, que siempre los hemos de acabar, porque as! lo tenemos dispuesto"’. (32) El caudillo Andrés Tupag Amaru estuvo empefado en el cerco de Surat'a entre mayo y agosto de 1781; Lewin le atribuye ‘el caracter americano, y no indigena solamente, del tupamarismo’; (33) de dl conecemos tres cartas que confirman aquella apreciacion y, a! mismo tiempo, vienen a relievar la parcial diferencia de objetivos entre los varios Jotes rebeldes. En la primera, dirigida alos “sefiores criolies y naturales” de Qiawaya les declare: ‘mi dnimo era no hacer a ninguno de los crigllos daflo ni mada, quo solamente esto se ha practicado |a empresa de quitar los tratamien- tos de los ladrones, come son ropa, aduana, alcabalas y otras pensiones tan graves”; por tanto, “tengan esto presente, para que VV.MM. se vengan a nuestras armas sin ningin recelo, que yo no mandé s que hicieran muertes ni quemazones de casas a mis comandantes...." (34) En la segunda, al subaltemo Juan de D, Mullu Puraga, insist ‘extrafio mucho de que hasta la hora me anden los operarias com saborios (?) de paz, cusndo yo, movido de pledad, he resuelto perdonarias enteramante @ todo criollo, que esto mo ha de ser motive para entratenerme en perjuicio de la repdblica y atraso de mis soldados, y mas sienda criollos, nada tenian que recelar...'. (35) Finalmente, fa tercera va escrita al comandante. realista Antonio Molina; le asegura buen trate en el campamente indio para firmar las paces y le reitera Is peticién hecha anteriormente de un sacerdote para misionar su ejércita, (36) La guerra imponia-una tictica variable, ademas de a varia actitud de los Jefes. Tupaq Katari, scosado por las noticias del ayance de Flores por el Altiplano, escribe a Segurola: “Por tener lastima a los criollas, no les habia dado el combate hasta aqui; pero, a vista de la traicidn que los dichos criollos hacen, he resuelto arruinarios a tedos.,,'', (37) El famosa M. Bastidas o Miguel Tupag Amaru envid, desde muy cerca de la ciudad de La Paz, un ultimatum a Segurola en el que inciu/a una declaracion de su constants amor alos criallas; pero alos europeos “se les dard ol paso franco para la caminata a sus tierras, sin hostilizarios an ninguna manera, ton tal que, acogiéndose de mis banderas en igual grado que {os Patricios criolles), desde luega que no habré novedad de mi parte sobre esta disposicion". (38) Y el 11 del mismo mes, reitera a los vecinos de Quilana: “No s8 qué razén tienen para no salirse y obedecer el mandate de D. Carlos 111, quien ha dado orden pare quitar el mal goblerna que han causado los ladrones da jos chapetones, aduaneros, corregidores ¥ otros cémplices a éstos y todos los cuales mencionades aqui podrén irse buenamente a su Patria, que se les dard camino abierto, y en su resistencia me sera preciso castigar fas inquintudes hechas y en no sablando dentro de estos seis dias, peligrarén todos, asi es criollas como tos chapetones, con [a grande industria y disposicién que tengo’’ (39) (Dos palabras, todavia, sobre el testimonio de um espafiol, testigo de muchos de los episodios de la revolucién andina. Se trata del ya ctado informe de M.A. de Llano; por constituir Ja sosegada reflexion de un colons, luego de varios afias de pasados los acontecimlentos ¥, por tanto, por carecer dal apasionamiento de io inmediato, lo transcribiré entero: “Entre el sentado principio, pues, de cuando vieron los. indios a los espafioles a caballo en sus antigiedades y que los conjetura ron por medio hombre e indio bruto y por cuya tazdn se los infund'é aquel horror que no tuve en ellos otro desahoge qué la resolucién de sepultarse y de que hoy son y se constituyen gigantes no sdlo comtra la idea y mados de pensar de los espafioled auropeos y americanos, sino contra sus subsistencias en el Reino (pues el odio es y se ha manifestado implacable) parece se-halla comprobada cual sea.la naturaleza dal Indio y sus adelantados fines hacia el sacudimiento de toda especie de cara blanca: reinar dmlcamente elles y no otros que los sujetos a religion, sorvidumbre necesaria; y que no siendo (cotejada con la qua hoy ofrecan) aquélls que se dice, rindleron Infeliz y temerariamente a sus incas, por sola la razén de que son hechos a“ por mal y por caminos tan diferentes qua obligan a que sa discurran menuda y prolijamente maximas para manejarios, sienco verosimil qua no se ha lograde dal asiento, pera mucho menos de todo aque! fruto a que se han dirigido las sabias camo piedosas Layes Reales, las repetidas concesiones que desde la conguista se les haya dado o entender por sus pdrrocos y corregidores y, lo que es innegable, las ternuras de carific, amor y equidad con que todo espafiol ha visto al indio, Pues, como cada une de por sf mo manifieste otra cosa que una humildisima fisonomia, una imaccién rara en sus gasmufias (7) presentes y una inocencia que meramente en ellos es prudencia, sagacidad afectada de incontrastable malicia y cuyos hechos no fueron jamas nl quiza todavia penetrados a fando. Sélo dirfamos han sida amados y, tanta, que los que han vivid y viven sujatos alas haciendas o estancias, los duevios de éstas han tratado y tratan a los naturales como a hijos y como @ unos dependientes intimos, pues procuran sus comodidades, ddndoles sus tierras, sus avios, defendiéndolos de que sean persequidos de los que mandan en Jas Jurisdicciones donde habitan, pagando por ellos sus tributos y otras pensiones, los familiarizan, documentan y los hacen sus compadres, en cuyo ligamen y los afectas ya cltados, parece se habian recomendado tales y tales satisfaccio- es Que con fara casualidad se verian contrarias acciones a ellas™, ((40) Para este celoso-funcionario colonial, ta rebeldia india exigia duro castigo, como de “unas Naciones que sostienen abiertamente con capricha de soberbia la facultad de poder variar la forma de gobierno, reformar la legislacion en todo o en parte y mudar la constitucidn actual de fa justa y dabida exhibicién (sic) de tributos"; de no emplearse esta durez: s forzoso esperar funestas resultas, que deben precaverse con la misma diligencia que agitan los rebeldes: un acto de notoria traicién, destructive de los derechos de conquista y de la) Corona" ¥ “todos los culdados que se han aplicado en desmontar este inculto campo |leno de malozas y de idolatria, desarraiganda vicios y civilizande costumbres, s¢ expone al riesgo a volver a su antigua dominacién™, (41) 3) Balance No es licito comtradecir fas limitaciones confesadas al comienzo del capitulo con cierto tipo dé conclusiones, que slo podran alcanzarsa después de un conocimienta dea los hechos y de un andlisis de los mismos, De fos hechas concretos que aqui he aportado, pienso pueden Sxtrasrse las afirmaciones siguientes: 2 Lee de la tebelién ha de medirse por la persistencia de los a contra los que se levantaron, Que estos males no fueron 2) 3) 4) erradicados lo autoriza, antra otros, uninforme de F. de P, Sanz sobre Chayanta, (42) en la explicacién de este fracata hay que acudir, de nuevo, a mas profundgs andlisis dela decumentacion para el grea pacefa Wama‘la atencién ta actividad 2 inteligencia desplegadas por 5, de Segurola, quien supo mantener.a raya a todos los frentes indios: no es la de menor importancia, entre |as causas del fracaso, la falta de una definicidn inequivoca de los objetivas persequidos; falto una clara alternativa positive al mundo colonial que se pretendia aniquilar NO parece aprjoristica fa afirmacién de que los indios rebeldes pagaron con su derrota las contradic¢ciones irivolucradas ¥ fo. desenmascaradas entre sus Intereses y los de les criallas y/o mestizos. (43) IV, BAIO EL COLONIALISMO BOLIVIANO (1850-1890) Aunque limiteda = muy concretos circules cientifices y sociopoliticas, axiste ya una reinterpretacién critica del fendmeno historico del nacimiento da las Repdblicas americanas; las objecciones de que ¢s objeto proceden més de los prejuicios inerciales que de un andlisis de la informaciin disponible, Con esto no s¢ quiere decir que ya sepamos todo lo necesario para una comprensién sdecuada de aquel aconteci- miento; pero tampoca esto es mecesario para poder demostrar las inconsistencias ideologizadas de | imagen tradicional y mitificada. ¥ esto es lo que ahora importa: sefialar su inviabilidad, pues sdlo desde este punto de partida nos sera posible la conquista de posiciones més sélidas... y més UTILES! (1) (Cuando se quiere enalizar la sxistencia colectiva india antes y despuds de la creacidn de Bolivia, ta nube de amotividades a despelar es notable; la simple mencién del término “colonialismo boliviano" levanta ya » enconadas susceptibilidades, mo por irracionales menos agresivas. Y toda antes de comprobar fos hechos! Como ya s¢ ha motada al comienzo, aqui menos que en cualquier otro periodo se puede prescindir del marco soclo-econémice y politico en que ha vivido la colectividad aymara: el Estado bolivianc. (1 bis) Results ocioso tratar de demostrar la carencia en que 3¢ halia ef Investigador de la mayoria de los instrumentos fundamentales de trabajo {ordeneclén documental, guias bibliogréficas, dictionarios biograficos, monogrefiss sobre periodos, heches, personajes o acontecimientos fundamentales...). Si hemos de hablar con propiedad, hay que confesar sin ambajes la inexistencia de una disciplina cientifica que pueda aspirar @ pasar por “Historiografia republicama de Bolivi Par todo allo, con doblada razon este capitulo sélo puede ofrecer algunos atisbos detecta- dos durante un contacto episédico y asistematico con algunos reposito- ios de fuentes coetdneas (manuscritas e impresas). 1) Esboze demografico dela estructura tributeria El primer hecho bruto que nos sale a! encuentro, dentro del tema global de la continuidad para el Indio de tas condiciones coloniales después de 1825, es ol de la institucion tributaria. Si la colonizacién hispana tuvo una de sus mas sensibles manifestaciones, para el india,an la triputacién al encomendero, transformada mas adelante on pago directo ala Real a7

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