1. CENTRO Y PERIFERIA
Hace un afio me di cuenta, de forma casi repentina, de que
durante el ejercicio de mi vida profesional, dedicado a la eco-
nomia internacional, habia pensando y escrito sobre geografia
‘econémica sin ser consciente de ello.
Por “geografia econémica” entiendo “la localizacién de ia
produccién en el espacio”; es decir, la rama de la economia que
‘se preocupa de dénde ocurren las cosas. Es inuitil intentar definir
» esta materia con més precisién —el lector apreciaré mejor lo que
quiero decir una vez empiece a desarrollar los modelos. La mayor
parte de la economia regional, y algunas cuestiones, pero no
todas, de la economia urbana, son geografia econémica en el
sentido que quiero darle.
Si el lector nunca se ha preocupado por la teoria del comer-
cio internacional, quizés suponga que la economia internacio-
nal viene a ser en gran medida un caso especial de la geografia
econémica, disciplina en que las fronteras y las acciones de los go-
biernos soberanos juegan un papel especial en la determinacién
del emplazamiento de las actividades productivas. Lo que se
defiende en este libro es que asi es cémo la economia interna-
cional deberia ser entendida, como minimo por Io que hace a8 / Geocnaria ¥ comenc10
algunos temas. Pero ésta no es la forma como es entendida en
la actualidad. En vez, el andlisis del comercio internacional no
hace, virtualmente, ningiin uso de los resultados de la geografia
econémica ® de la teoria de la localizacién. Normalmente, los
pafses son tratados en los modelos como puntos carentes de di-
‘mensién, en los que los factores de produccién pueden moverse
instanténeamente y sin ningtin coste de una actividad a otra.
Pero incluso al comercio entre paises normalmente se le da una
representacién en que el espacio no juega ningiin papel y en la
cual los costes de transporte son nulos para todos los bienes que
pueden ser comerciados,
No hay nada malo en introducir supuestos simplificadores;
por el contrarié, solamente a través de una simplificacién “es-
tratégica” podemos esperar entender la complejidad cambiante
del mundo rebl. Los supuestos simplificadores que ha utilizado
la teoria del comercio convencional han permitido levantar una
construccién intelectual impresionante y muy itil. Para algunos
propésitos no fs perjudicial ignorar el hecho de que los paises no
son puntos y de que algunos paises estén mucho més proximos
centre sf que otro’: que California ests més alejado de Nueva York
gue cualquier lugar de la Comunitiad Europea de los Estados
Unidos, o que Londres y Paris estén més cercanos uno del otro
que lo estén Nueva York y Chicago 0 que, respecto a este tema,
algurios lugares de Canadé estén esencialmente més préximos a
los Estados Unidos que lo estén del resto del pais.
Incluso es més, la tendencia de la economia internacional a
cerrar los ojos ante el hecho de que los paises ocupan un espa-
io y existen en él—una tendencia tan profundamente enraizada
que los economistas que estudiamos esta rama raramente somos
conscientes de ello— esté teniendo un elevado coste. Un coste
que no es tanto la falta de realismo —todo andlisis econémico
carece, en tin grado mayor o menor, de realismo— sino el olvido
de importantes cuestiones y, sobre todo, de importantes fuentes
Cento y periferia(c.1) / 9
deevidencia empirica. Como espero poder demostrar, una de las
mejores formas de comprender cémo funciona la economia inter-
nacional consiste en empezar observando qué sucede en el interior
de las naciones. Si nuestra intencién es comprender las diferen-
cias entre las tasas nacionales de crecimiento, una buena forma
de empezar consiste en examinar las diferencias en crecimiento
regional; si queremos comprender la especializacién internacio-
nal, una buena forma de empezar es estudiar la especializacién
local. Los datos serén mejores y plantearén menos problemas
de compatibilidad, y las fuerzas econémicas subyacentes estaran,
menos distorsionadas por las acciones de los gobiernos.
La decision de los que se dedican a la economia interna-
ional de ignorar el hecho de que estén haciendo geografia no
importaria tanto si hubiera alguien que sacara provecho de los
hechos y de las ideas generadas por el estudio de la localizacién y
del comercio dentro de los pafses. Desgraciadamente, nadie esté
por la labor. Esta es, por supuesto, una afirmacién injusta. Exis-
ten excelentes gedgrafos econémicos, asi como otros economistas
regionales y urbanos que se preocupan de temas geograticos.
Por algunas razones que serén expuestas a continuaciGn, sin em-
bargo, todas estas personas estén casi siempre en la periferia de
la economia. La economia internacional es, por asi decirlo, uno
de los buques insignia de la economfa: ninguna facultad de eco-
nomifa que se precie puede permitirse carecer de algiin expertoen
‘comercio internacional. Por el contrario, a la economia regional
6, incluso, a la economia urbana se les da una prioridad mucho
‘menor. Hasta el punto de que en las facultades de economia casi
munca es posible encontrar auténticos economistas regionales en
plantilla, ynitan s6lo hablando con otros economistas; como mu-
‘cho se encuentran en departamentos de estudtios urbanos y, mas
frecuentemente, en las facultades de geografia. Aunque estén
realizando un excelente trabajo, éste no llega a Ios ofdos de los
economistas, ni ejerce influencia alguna sobre ellos.10 / Geocnarta v COMERCIO
Existen buenas razones para que esto haya sido ast y, de
Ja misma forma, existen buenas razones para que esta situacion
cambie. Antes de empezar a exponer mis ideas, seria bueno
reflexionar brevemente sobre la causa de que en economia inter-
nacional no se reconozca el trabajo de los geégrafos y, asimismo,
sobre la necesidad de su reconocimiento.
1.1 Argumentos en favor y en contra de la geografia
El descuido de las cuestiones espaciales en la economia proviene
en su mhayor parte, de un hecho tan simple como el de la forma
dde pensar sobre la estructura del mercado. Esencialmente, para
decir algo titil o interesante en relacién con la localizacién de la
actividad econémica en el espacio, es necesario huir del enfoque
‘pasado en los rendimientos constantes de escala y en Ia compe-
tencia perfecta, enfoque que todavia domina la mayor parte del
anélisis econémico. Mientras los economistas carecieron de las
herramientas analiticas para pensar de una forma rigurosa sobre
Jos rendimientos crecientes y la competencia imperfecta, el estu-
dio de la geograffa econémica estuvo condenado a permanecer
marginado, Es més, al haber ido aumentando con el paso del
tiempo las exigencias de rigor en la economia, el estudio de a lo-
calizaci6n ha sido empujado més y més a la periferia intelectual
de esta disciplina.’
"No todos los especialistas en geografia econ6mica lo han en-
tendido asi. Una gran parte de la literatura sobre localizacién
industrial, en particulat, ha ignorado la cuestiOn de la estructura
+ Laencepeis as rtable a conomiabaa, ena que eit una ran tein
construc modls gues norman un an cuerpo de tbsp emp, ender
‘Sktorasonn capri ha devrellado an marco may convince psa el anise
‘Souci dean seme urano yf proporconado una ampli videncia pte en P70
‘Tpuard eo, eo qe es aso dcr gue bs conta inetaonales han gnorado esos
trbojnoen gran mudd ne han io concent desu exten.
Cento ypeiferia(c.1) / 1
‘de mercado y, en su lugar, se ha obsesionado con la geometria
con la forma de las areas de mercado en el contexto de un
paisaje idealizado, o con el emplazamiento 6ptimo, dados los
mercados y los recursos— mientras que ha prestado peca o nin
‘gunaatencién al problema de cémo modelizar los mercados. Esto
es, desde mi punto de vista, empezar la casa por el tejado preo-
cupéndose por los detalles de un problema secundario antes de
avanzar en el conocimiento de la cuestién principal.
Volvamos atrés y preguntémonos cuAl es la caracteristica
més prominente de la distribucién geogréfica de ia actividad
econémica. La respuesta mas breve es seguramente su coricen-
tracién. Pensemos en los Estados Unidos: la mayor parte de la
poblacién de un pais fértil y enorme vive a lo largo de las Costas
Este y Oeste y de los Grandes Lagos; dentro de estas regiones,
la poblacién se concentra en un pulado de dreas urbanas densa-
mente pobladas. En el siguiente capitulo aportaremos datos que
‘demuestran que estas éreas urbanas estén, a su vez, altamente es-
pecializadas, y como resultado, la produccién de muchos sectores
‘est enormemente concentrada.
Esta concentracién geografica dela producciénes una prueba
lara de la influencia permanente de algiin tipo de rendimientos
‘recientes. Y he aqui el problema. Es simplemente més dificil
construir modelos con rendimientos crecientes de escala’que con
rendimientos constantes o decrecientes. Silos rendimientos cre
cientes son puramente externos alas empresas, todavia podemos
utilizar los instrumentos del andlisis competitivo; pero, a pesar de
todo, las economias externas al final siempre resultan ser engo-
srosas desde el punto de vista analitico y empfricamente dificiles
de caracterizar. Si los rendimientos crecientes son internos a las
‘empresas, nos enfrentamos con la necesidad de formular un mo-
delo de competencia imperfecta.
La evolucién de la economia, de forma comprensible, sigue
Ialfnea dela menor resistencia matematica. Nos gustaria explicar12,/ GeogRasia v CoMERCIO
el mundo en términos de las fuerzas que sabemos representar en
jun modelo, no de aquellas que no sabemos modelizar. En la eco-
nomi internacional, esto condujo, desde los tiempos de Ricardo
hasta la década de 1980, a un énfasis casi exclusivo en la ventaja
comparativa, en lugar de prestar atencién a los rendimientos cre-
‘ientes, como explicacién del comercio.*La raz6n residfa en que la
ventaja comparativa podia ser representada utilizando modelos
que suponfan rendimientos constantes y competencia perfecta,
‘que eran fos instrumentos que se tenian a mano, La profesin
simplemente dej6 al margen aquellos aspectos del comercio in-
ternacional que no podfan ser representados de este modo.
Desgraciadamente, la importancia de los rendimientos cre-
cientes en la geografia econémica es tan grande, que este impulso
‘comprensiblea centrarse en aquello que se sabia cémo tratar con-
uj al ostracismo dela totalidad deesta disciplina, Con posterio-
ridad a 1940, en particular, cuando el nivel de rigor del andlisis
econémito fue creciendo sin cesar, la geograffa econémica fue,
simplemente, obviada.
‘Pero los tiempos han cambiado. En la década de 1970 se
produjo una nueva oleada teérica en el drea de la organizacion
industrial, que proporcion6 a los economistas un menti de mo-
delos de competencia imperfecta. Ninguno de estos modelos es
totalmente convincente, pero hacen posible escribir modelos de
economias sujetasa rendimientos crecientes de escala coherentes,
rigurosos y, frecuentemente, clegantes. Desde entonces los ren-
dimientos crecientes ya no son algo que deba ser omitido a cual-
quier coste. Las nuevas oportunidades intelectuales que ofrece
cesta revolucién teGrica han transformado, a su vez, un conjunto
2 pam agulloe que se precipan de le deficone, bsp el rin vets comparative
relator aca gona de qu lu ples comers pare sprovechare des eens ve
‘TEtenente clin Elenfoguebusado ens rendinienos recente ima que, en garde esto,
{ih pe comercan porque xeon vera inert expecilai, nso ss pales
‘paren de conics nae muy ies.
Centro ypeifri(c.D / 13
de otros campos. Durante la década anterior, la economia inter-
nacional ha sido repensada de forma précticamente completa, y
hha surgido un nuevo punto de vista, segin el cual gran parte
del comercio es el resultado de una especializacién arbitraria ba-
sada en la existencia de rendimientos crecientes, en lugar de ser
tun esfuerzo consciente de aprovecharse de diferencias exégenas
de recursos o productividad. Mas recientemente, los teéricos del
‘crecimiento han reintroducido la idea de que el crecimiento soste-
ido puede provenir de la presencia de rendimientos crecientes,
¥y conceptos antiguos, como el del “gran impulso”, han recupe-
rado respetabilidad intelectual+ Y en estos iltimos aftos, algunos
macroeconomistas han sugerido que los rendimientos crecientes
juegan un papel crucial en los ciclos econémicos.*
‘Mi opinién es que ha llegado el momento de utilizar estas
mismas herramientas de nuevo cufto para devolver a la geografia
‘econémica su importancia dentro de la economia. Ya no se da la
circunstancia de que la necesidad de modelizar los rendimientos
recientes de escala haga de éste un campo inabordable. En
vez de esto, los rendimientos crecientes son, al menos por el
‘momento, una cuestién en boga. Es por esto queen la actualidad
podemos reconocer que los temas en los que interviene el espacio
son importantes y podemos intentar reintroducir la geografia en
elandlisis econémico.
Existen tres razones en particular por las que es importante
empezar por la geografia econ6mica. La primera es que la lo-
calizaci6n de la actividad econémica en el interior de los paises
cs por si mismo un asunto importante. En efecto, para un pals
tan extenso como Estados Unidos, laasignacién de la produccién
centre las diferentes regiones es un tema tan importante como el
3 Vase Helpoan y Krugman (1965) para un esuen dea mayor parte deo concepts
dol “nueva econo interacions”
* Veate en particular Rome (19851987990 y Murphy Seif y Vishny 989,
5 Vase Hal (985 también Murpy Schley Vishay 9890.14 / GeocRaria v comncio
comercio internacional —y més importante que muchos de los
asuntos que ocupan una parte mucho mayor del tiempo de los
‘economistas. (Dispongo de varios candidatos, pero no los voy a
revelar; debo convivir con las personas que les dedican su vida
durante los proximos treinta afios.)
La segunda es que las fronteras entre la economia internacio-
naly la economia regional estan volviéndose borrosas en algunas
cosas importantes. Solamente es preciso mencionar la Europa de
1992: al convertirse en un mercado unificado, con libre movilidad
del capital y del trabajo, cada vez. tendré menos sentido pensar en
las relaciones entre los paises que la componen en términos del
paradigma tradicional del comercio internacional. En su lugar,
se deberén considerar asuntos propios de la economia regional
—y seria una ayuda si, en ese momento en que seré necesaria,
pudiéramos decir algo interesante en el terreno de la economia
regional.
En mi opinién, sin embargo, la raz6n més importante para
fijarnos de nuevo en la geografia econdmica reside en que nos
puede proporcionar un laboratorio intelectual y empirico exce-
lente. Las “nuevas” teorias del comercio, el crecimiento y los
ciclos econémicos de la década pasada nos ofrecen una vision
mundial de la economia, perspectiva muy diferente de la que
se desprendfa de la teor‘a anterior. Rendimientos crecientes de
escala que se mantienen de forma permanente y competencia
imperfecta; equilibrios miltiples en todas partes; y un papel a
‘menudo decisivo para la historia, los accidentes y, tal vez incluso
enst estado més puro, las profecias que se autoconfirman: éstees
el tipo de ideas que en estos momentos se estén volviendo popu-
lares. Todavia es muy dificil la obtencién de pruebas fehacientes
procedentes del cpmercio, el crecimiento y 10s ciclos econémicos
de que el mundo real funcione de esta forma. Yo, por mi parte,
estoy convencido de que existe un fuerte componente arbitra-
rio y accidental en la especializacién internacional; no obstante,
Centro yperiferia(. 18
no todo el mundo esté de acuerdo con esta idea y las limitacio-
nes existentes en las fuentes de datos dificultan la realizaci6n de
‘un test decisivo. Paul Romer esta convencido de que los rendi-
mientos crecientes juegan un papel importante en la explicacién
del crecimiento sostenido; pero no existe unanimidad sobre la
‘cuestién, e incluso yo mismo me mantengo agnéstico. Robert
Hall cree que los rendimientos crecientes juegan un papel cra-
cial en los ciclos econémicos (argumenta que una ciudad y una
‘expansién econémica son esencialmente la misma cosa: una en
el espacio, la otra en el tiempo); no todos estén de acuerdo y, en
mi opinién, se trata de una idea totalmente implausible (jpero
interesante!
Pero cuando nuestro interés se centra en el tema de Ia locali-
zaci6n dela produccién en el interior de los paises, la evidencia en
favor de lo que Nicholas Kaldor lamé “a irrelevancia del equi-
librio econémico” es mucho mas convincente. La larga sombra
arrojada por la historia y las casualidades sobre la localizacion
de la produccién es visible a todas las escalas, desde el émbito
més reducido —la mayor parte de la industria de instrumentos
de viento de los Estados Unidos se concentra en la diminuta ciu-
dad de Elkhart, en el estado de Indiana— al mayor —un tercio
de la poblacién de los Estados Unidos todavia vive en el terri.
torio de las trece colonias originales. Y esta clara dependencia
de la historia es la prueba més convincente de que la economia
cen que vivimos esté mas préxima a la vision de Kaldor, la de
‘un mundo dinémico guiado por procesos acumulativos, que del
modelo tipico de rendimientos constantes de escala.
En este capitulo quiero ofrecer una primera itustracion de
Ja importancia de la geografia econémica en sus dos vertientes,
como disciplina por derecho propio y como forma de reconocer el
tipo de economia en el que vivimos. En concreto, quiero demos-
trar dos cosas: que los rendimientos crecientes tienen, de hecho,
una influencia permanente en la economia y que, cuando se estu-16 / GeogRAra ¥ coMERCIO
dia la distribucién geogréfica de la produccién en las economias
reales, se advierte que en ella han jugado un papel decisivo los
acontecimientos histéricos.
‘Ya he indicado que los rendimientos crecientes afectan a la
‘geografia econémica en varios émbitos. En el dmbito mas re-
‘ducido, la localizacién de sectores concretos —automéviles en.
Detroit, chips en Silicon Valley— es, con frecuencia, el refleo de
‘unas ventajas transitorias. En un ambito mayor, la misma exis-
tencia de ciudades es un fendmeno visible que refleja la existencia
de rendimientos crecientes de escala. Al nivel superior, el desa-
rrollo desigual de regiones enteras (que en los Estados Unidos en.
‘muchas ocasiones son més grandes que algunas naciones euro-
peas) puede estar dirigido por procesos acumulativos enraizados
en los rendimientos crecientes.
En este libro, pasaré de forma relativamente rpida sobre
el tema de la urbanizacién. Ha sido mejor estudiado que las
sestantes cuestiones (la economia urbana es una disciplina mas
faceptada que la geografia econémica), ¥ es menos relevante que
ellas desde la perspectiva del comercio internacional, que sigue
sierido mi interés primordial. Me centraré, en ‘consecuencia, en
lomés pequefio y en lo mas grande: en la localizacién de sectores
determinados y en el desarrollo desigual de grandes regiones.
En este capitulo consideraremos lo grande, para, en el siguiente,
centrarnos en lo pequefio.
ara presentar el tema del desarrollo divergente de las regio-
nes, me volveré hacia la historia econémica, que nos proporciona
‘un ejemplo particularmente claro de las fuerzas con que opera
Ja geografia econémica. A continuacidn presentaré un modelo
muy simple que nos ayudaré a dotar de sentido al ejemplo aite-
rior. El gjemplo se refiere al “Cinturén Industrial” de los Estados
‘Unidos: una franja de tervitorio relativarnente angosta dentro de
{a cual se concentré la industria de este pais en el periodo que va
de la mitad del siglo xix hasta la década de 1960. En el modelo
Centro y pera (Df 17
_—que desarrollaré de forma esquemética— Ia interaccién entrela
demanda, los rendimientos crecientes y los costes de transporte
son la fuerza motriz de un proceso acumulativo que acentia las:
divergencias regionales.
1.2 El caso del Cintur6n Industrial de los Estados Unidos
Enlos primeros tiempos de este siglo, los ge6grafos se percataron
de que la mayor parte dela industria de los Estados Unidos estaba
‘concentrada en una parte relativamente pequefia de la region
del Noreste y de la parte oriental del Medio Oeste —a grandes’
rasgos, dentro del paralelogramo que tiene sus vértices en Green
Bay, San Louis, Baltimore y Portland (figura 1.1). Este “Cinturén
Industrial”*tomé forma en la segunda mitad del siglo xx y se
hha mostrado notablemente persistente. Perloff y otros (1960)
estimaron que, todavia en 1957, el Cinturén Industrial contenia
164% del empleo industrial de Estados Unidos —lo que indicaba
tuna reducci6n muy moderada respecto al 74% que representaba
a principios de siglo.
Incluso estos datos subestiman el dominio industrial de ésta
regi6n, porque, durante el apogeo del Cinturén, la mayor parte
de la industria que estaba en su exterior se reducfa al procesado
de materias primas o a produccién destinada a los mercados
locales. Esto es, el Cinturén Industrial contenfa prcticamente
todas las industrias “sueltas”, es decir que no estaban ligadas 2
xuna localizacién determinada ni por la necesidad de estar muy
‘proximas al consumidor final, ni por la necesidad de utilizar los
recursos naturales muy cerca de su fuente.
“ean, spin pase, fae wd on pine ogr por DeGeer (9278 Carn
oc nen ru ger, as fcras lo reaon 0 repetan + rete racist
‘ace indioia el Carat, concntrade en ua zona de Ona, eencninete una pate
‘il lntuve nasal de los Estados Uniden. Bn Eoops eit wy “sng Tate” que
hctyelacocnea del Ray eared racy Bg y que es pasenteprénimo de Cintarn
eon Estadce Unidos18 / GEOGRARA ¥ COMERCIO
Figura Ld
{Por qué tuvo el Cinturén Industrial un papel tan impor-
tante durante un periodo tan prolongado? Esta claro que no
fue debido a la existencia de una ventaja prolongada en cuanto
a recursos natiarales: el Cintur6n Industrial continué existiendo
incluso cuando el centro de gravedad de ta produccién agricola
y minera se hubo desplazado mucho mas hacia el Oeste. En
1870 las regiones del Noreste y Noreste central —dentro de las
cuales se extendia el naciente Cinturén Industrial— contaban
con el 44% del empleo dedicado a la “extraccién de recursos”
(agricultura, minerfa, silvicultura y piscicultura). En 1910 este
porcentaje habia cafdo hasta el 27%; estas regiones, sin embargo,
todavia contaban con el 70% del empleo industrial. Y mientras el
peso del empleo irtdustrial del Cinturdn subvaloraba su dominio
industrial, el peso del empleo en la industria extractiva sobreesti-
maba su dotacién de recursos naturales. La razén estriba en que
la mayor parte de la agricultura que se desarroli6 en el interior
en las proximidades del Cinturén Industrial era muy diferente
Centro y perifin(c.1) 19
de la que existia en su exterior, ya que consistia sobre todo en
productos de huerta y productos lécteos, que eran producidos no
tanto por la calidad de la tierra como por la proximidad de los
centros urbanos. En otras palabras, si el Cinturdn Industrial no
hubiera existido, las éreas del Noreste y de los Grandes Lagos
hubieran tenido un potcentaje inicluso menor del empleo agrario.
HH. McCarty, escribiendo durante el punto dlgido del Cin-
turén, resumié la cuestiGn de la divergencia entre las regiones de
una forma muy franca: “Fuera del Cinturén Industrial, las ciu-
_dades existen para servir a las granjas; en su interior, las granjas
existen para servir a las ciudades”.
Por lo que a los recursos mineros se refiere, el Cinturén
Industrial originalmente obtuvo parte de las materias primas
bbésicas de las minas de carbén y los pozos de petréleo que estaban
‘en sus proximidades. A mediados del siglo xx, no obstante, la
mayor parte de las materias primas que utilizaban las industrias
eran importadas de otras regiones.
La pregunta que surge es por qué motivo una parte tan con-
siderable de la industria de Estados Unidos permanecié en esta
* franja relativamente reducida de su territorio. La respuesta, en
términos generales, es, por supuesto, obvia: cada uma de las
fabricas permaneci6 dentro del Cinturén Industrial por las ven-
{tajas que proporcionaba el estar cerca de las otras fabricas. Este
incentivo aparente en favor de la agrupaciGn de las distintas
fabricas explica la persistencia del Cinturén Industrial incluso
después de que la mayorfa de la produccién primaria de Estados
Unidos se hubiera desplazado a otras regiones. Una vez esta-
blecido el Cinturén, ningiin fabricante individual tenia ningiin
interés en alejarse de él
Nos podriamos preguntar por qué esta concentraci6n geo-
‘gréfica se origin6 inicialmente —una cuestién referente a los de-
talles hist6ricos sobre la que volveremos en las proximas paginas.
Antes, no obstante, debemos plantearnos la cuestién principal:20 / Goockatia vCOMERCIO
ccudles fueron las fuerzas que incitaron a los industriales a querer
agruparse juntos. Vamos a esbozar un modelo muy simple en el
que la concentraci6n geogréfica es un producto de las externa~
lidades de la demanda, Este factor no explica la globalidad del
fenémeno, pero sugiere en gran medida el tipo de explicacién
que se precisa,
13 Un modelo de concentracién geogratfica
Seguin nuestro modelo, la concentracién geogréfica nace, bésica-
mente, de la interaccién de los rendimientos crecientes, los cos-
tes de transporte y la demanda/ Si las economias de escala son
lo suficientemente grandes, cada fabricante prefiere abastecer el
‘mercado nacional desde un tinico emplazamiento. Para mini-
mizar los costes de transporte, elige una ubicaci6n que permita
contar con una demanda local grande. Pero la demanda local
seré grande precisamente allf donde la mayoria de los fabrican-
tes elijan ubicarse. De este modo existe un argumento circular
que tiende a mantener la existencia del Cinturén Industrial una
vez éste ha sido creado
Imaginemos un pais en el que la produccién sélo se pueda
ubicar en-dos lugares, Este y Oeste; los bienes son, asimismo,
7 Bate capitulo presenta slo un apunte de lo que seri ol mavelo. Se spear queen
‘ste apane se deseuidan michos clmertosrevantes, ent los Gee inchyen fos siguentes:
Calf estructura de meredo del sector? Que suede con los Benet, ses gue étos
‘exten? {Que recursos son wtzadon en ls cots Sey en as de warsprt? Es putble
‘obtener estas srs en un modelo de gui general con cmnpetencis monopltica
{al modelo et incudo ene apéndie An eta nee adoptmos ln aprximacin ns ot
a faclitar a exposicin de toma :
" Enate modelo, ve refverza la inpotanca dea demands ene dterminacn del lage
‘qe ein Ia provducsn de bios que son comercadoe ene ls diferentes regions, Ut
‘nog altemavo reforzara a imporanca deo ecient cents ela produc de
ines que no pen ser comercadas, ta como hbo Pal (900. La elec ente ls dos
enqus debe ser alent, una cust empl er, de momento, sta tan ao de
tna cuastén degen
Centro peniferi (c. ) / 21
de dos tipos. Los bienes agricolas son producidos haciendo uso
de un factor especifico del lugar (tierra), y, a resultas de esto, la
poblacién agricola queda dividida ex6genamente entre los dos
emplazamientos; supongamos por el momento que la divisién se
hace por mitad.
‘Los bienes industriales (de los que existen muchas varie-
dades simétricas) se pueden producir en cualquiera de los dos
lugares. Si un bien manufacturer dado es producide s6lo en
uno de los dos emplazamientos, se debe correr con los costes de
transporte para abastecer al otro mercado. Por otra parte, si el
bien es producido en los dos emplazamientos, se incurre en un
coste fijo adicional. La fuerza de trabajo industrial de cada lu-
gar es proporcional a la producci6n industrial de ese lugar. Por
léltimo, supongamos que la demanda de cada bien industrial es
estrictamente proporcional a la poblacién del lugar donde este
bien es producido.
‘A partir de estos postulados, la idea basica se puede ilustrar
con un simple ejemplo numérico. Supongamos que el 60% de
la fuerza de trabajo del pais es agricola, dividida por igual entre
el Este y él Oeste. Supongamos también que la demanda total
de un bien industrial representativo es de 10 unidades. En estas
condiciones, si toda la industria se concentra en uno de los dos
lugares, ese lugar demandaré 7 unidades (3 demandadas por los
agricultores locales y 4 por obreros industriales), mientras que el
otro lugar s6lo demandaré 3; sila industria finalmente se divide
entre los dos emplazamientos, cada uno ofrecer una demanda
local de 5.
Para entender lo que sucede, es preciso establecer a cuénto|
ascienden' los costes fijos y los costes de transporte; supdngase
‘que el coste fijo en que se incurre al instalar uma fabrica es de 4,
y que el coste de transporte unitario es de 1. La situacién en este
caso estd resumida en el cuadro 1.1. Este muestra la estructura
de costes de una empresa representativa en las tres alternativased
22 / Ghocrasia ¥COMERCIO
Jocacionales, para cada una de las estrategias locacionales de las
otras empresas. Supongamos, por ejemplo, que las otras empre-
sas se concentran en el Este. En este caso, nuestra empresa tendré
‘una demanda local de 7 unidades en el Este y de 3 unidades en
el Oeste. ‘Si sirve al mercado nacional desde una tinica planta
situada en el Este, incurfiré en un coste fijo de 4 y un coste de
transporte de 3, Bste coste es claramentte menor que el que incu-
rrirfa de servir el mercado nacional desde una fébrica situada en
el Oeste, que supondria el mismo coste fijo y un coste de trans-
porte de 7 unidades; seria también mds econémico que construir
‘una fabrica para abastecer a cada mercado local, lo que ahorra el
coste de transporte pero exige un coste fijo doble: 8 unidades. En
este caso, por tanto, la empresa representativa elegiré producir
enel Este para abastecer el mercado nacional.
Cuadro 44
La ubicacién de tres empresas manufactureras
Distribucion
* del empleo Estructura de costes de la empresa:
industrial representativa que produce en
Este Ambos_ Oeste
Sélo en el Este Fijos 4 8 4
‘Transporte 3 o 7
Total 7 Du
Por mitad Fijos 4 8 4
‘Transporte 5 0. 5
, Total 9 89
Séloenel Oeste Fijos 4 OG
‘Transporte 7 o 3
Total u 87
Centro yperiferia fe. Df 23
‘Si cada empresa concentra su produccién en el Este, no bs-
tante, la produccién manufacturera como un todo se concentraré
enel Este —que es lo que ya habiamtos supuesto. Ent consecuer
cia, la concentracién de la produccién en el Este es un equilibrio.
Pero éste no es el tinico equilibrio. Como se puede observar
‘en el resto del cuadro, si la industria se concentra en el Oeste,
cada empresa también deseard concentrar su produccién en el
Oeste. Finalmente, si la produccién se divide por mitad entre
el Este y el Oeste cada empresa deseard dividir su produccién
de la misma forma. Es por esto que, de hecho, existen en este
ejemplo tres distribuclones de la produccién —concentracién en
‘el Este, concentracién en el Oeste, y divisién por mitad— que
constituyen un equilibrio.
Figura 1.2
‘Poo del Outen acl
La posibilidad de miiltiples equilibrios se puede apreciar
también graficamente (figura 1.2). En el eje horizontal se mide el
pporcentaje de la fuerza de trabajo empleada en el Oeste y en el eje
vertical, el porcentaje que representa la poblacién del Oeste en la
poblacién total. La linea FF refleja como depende la distribucién
de la industria de la distribucién de la poblacién; la linea PP, de24 J GrocRAtia ¥COMERCO
forma inversa, el efecto de la industria sobre la distribucién de la
poblacién.
Empecenos por PP. Esta linea representa la relacién que
‘existe entre el empleo industrial y la poblacién total. Sea x el
porcentaje dé la poblacién total ocupado en la industria, sea sy el
porcentaje de fuerza de trabajo industrial empleada en el Oeste, y
sea sy el porcentaje de la poblaci6n del Oeste en la poblaci6n total.
En el Oeste vive la mitad de la poblacién agraria, por ello, como
ininimo tiene un porcentaje de poblacién de (I ~ )/2. Cuanta
mis industria posea, mayor serd este porcentaje, de la siguiente
forma:
oy = SE eae
Se trata de una linea con pendiente positiva, pero inferior a
la de la linea de 45°
Volvamos a continuaciéna FF. Supongamos que enel Oeste
vive una.péquefia parte de la poblacién total. En este caso no
valdrd la pena incurrir en los costes fijos asociados ala instalacién
de una nueva factoria en este lugar; es més econdmico servir el
mercado desde una factoria ubicada en el Este. De forma in-
versa, si el Oeste posee un gran porcentaje de la poblacién, no
es rentable producir en el Este. Si los costes fijos no son muy
grandes en relacién a los costes de transporte, una distribucion
de la poblacién entre ambos lugares lo suficientemente pareja
tendré como resultado la instalacién de fébricas para abastecer
localmente ambos mercados. Si consideramos conjuntamente to-
dos estos elementos, la forma de la linea FF resulta ser la que
aparecfa en el cuadro anterior: cuando la poblacién del Oeste es
reducida no hay produccién en el Oeste, para un nivel de la pro-
duccién intermedio la produccién es proporcional a la poblacién
y, por tiltimo, cuando la poblacién del Oeste es lo suficientemente
‘grande no hay produccién en el Este. Sean las ventas de una
Centro yperifria(. / 25
empresa manufacturera representativa, F el coste fijo de abrir
‘una nueva factoria, y ¢ el coste de transportar una unidad de
‘manufacturas del Este al Oeste o viceversa. En estas condiciones,
‘es més econémico abastecer el Oeste desde una planta situada
en este lugar que abrir una pianta en el Este si se cumple que
swat < F; es més econdmico servir el Este desde el Ocste si
(1 — sy)et < F; y es més econdmico tener una fabrica en cada
regidn si ninguna de las condiciones anteriores son satisfechas.
‘Siempre que los costes fijos no sean demasiado elevados en
relaci6n con los costes de transporte,’ se deberd cumplir:
rE
ou Osien <
FE F
savsit con <1 zy
F
sisil~ = ta sempre cs ns econiico batter ambos marae desde une nia ae- *
tov incon oben et dvds en dow pares gals. En ese caso, FF es simplemente
lunes hors la potidad de om ogi en el quel foe de tj industria
[qed vidi en os partes uals desaparce,26 / Geocnatia ¥COMERCIO
.que se hayan situado los empresarios. Esta circularidad, no obs-
tante, no tiene por qué ser siempre losuficientemente fuerte como
para prevalecer sobre el estimulo desconcentrador que imprime
la dispersi6n del sector agricola.
La situacién pudiera ser muy bien como la que se observa
en la figura 1.3: un equilibrio tinico y estable en el que la fuerza
de trabajo industrial esta dividida a partes iguales entre ambos
emplazamientos.
Figura 13
i nino
Podemos obtener con facilidad una condicién necesaria para
que la produccién industrial se concentre en uno de los lugares. Si
toda la industria est4 situada en el Este, el Oeste posee un porcen-
taje de la poblacién total igual a (1 ~x)/2. Elcoste de transporte de
servir este mercado desde el Este para una empresa manufact-
tera representativa ser, por tanto, éx(1 ~7)/2. Elcoste de instalar
‘una planta en el Oeste es F. En consecuencia, la concentracién
* de la producci6n en el Este, una vez creada, persistiré mientras
se cumpla que:
len
P> tse.
Cento y periferinfc1) 27,
Si no se verifica esta condicin, la historia no importa: Ia
istribucién geogréfica de la industria sera un reflejo de la que se
6 en la agricultura.
Podemos apreciar de forma inmediata que hay tres paréme-
‘ros que tienen una importancia crucial: un F grande indicativo,
por ejemplo, de economias de escala suficientemente grandes; un
+t pequefio, es decir, costes de transporte suficientemente bajos; y
un x grande debido, por ejemplo, a que una parte importante de
Ja producci6n industrial no est condicionada a la existencia de
determinados recursos naturales,
Ahora estamos en condiciones de explicar a grandes ras-
gos la emergencia del Cinturén Industrial." En los incipientes
EE, UU,, cuando la poblacién agricola era mayotitatia, la indus-
tria estaba caracterizada por unas escasas economias de escala
y un transporte caro, no se podia producir ningtin fenémeno de
concentracién geografica considerable. Cuando el pats inicié su
transicién industrial, la industria se desarroll6 en aquellas dreas
que contenian la mayor parte de la poblacién agraria, excepto en
e1Sur—y el Sur fue, por motivos relacionados con sus espantosas
Instituciones peculiares; un terreno baldfo para la manufactira.
Durante a segunda parte del siglo xix, no obstante, las economias
de escala de la industria crecieron," los costes de transporte caye-
* tess nts asda enka cians obra de Dav Myers 55, en, pie
de oon ene gan epost el a gr presents
1 Chander 1990 proper un frau aa dla energeca de grande press
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‘rst paras eee de ahumino que e nstaaon eh bs Cataates et Ngee
pe lac los mrad prc Daberhgao un peplevecta baa de eet gs
‘ur ctbun unde fers del tue na28 / GeocRAsia ¥COMERCIO
ron, y el porcentaje de la poblacién no agraria creci6. Elresultado
fue que las ventajs iniiales del Cintur6n Industrial desaparecie-
ron. Sin embargo, a pesar de que se explotaron nuevas tierras y
‘nuevos recursos en el Oeste, a pesar de que la esclavitud fue abo-
lida, durante tres cuartos de siglo el impulso de las areas indus-
triales ya creadas fue lo suficientemente poderoso para mantener
el micleo de la manufactura virtualmente intacto.
Es evidente que este relato simplifica excesivamente muchos
aspectés. Por una parte, parece probable que minusvalore la im-
portaricia de ciertos factores de tipo convencional en el desarrollo
fel Cinturdn Industrial —existe una sospechosa correlacién entre
la ubicaci6n de la industria pesada y la de las minas de carbén,
tanto en los Estados Unidos como en Europa. Por otra parte, ni
siquiera mericiona las fuentes de especializacién local dentro del
CCinturén Industrial —no explica por qué Detroit surgié como el
centro del automSvil, Nueva York como el centro de la industria
de la confeccidn, Grand Rapids como el centro de Ja industria
del mueble, etc. No obstante, captura seguramente un aspecto
importante de lo que sucedié. También contiene elementos —tos
rendimientos crecientes de escala de empresas concretas, y las
‘economias externas procedentes de la interacciGn entre las deci-
siones de estas empresas— que reaparecerdn cuando més ade-
ante dotemos de mayor complejidad a nuestra argumentacion.
"Antes de cambiar de objeto de discusién, sin embargo, existe
tun aspecto concreto del desarrollo del Cinturén Industrial que
merece una mayor elaboraci6n. Se trata del cardcter endégeno
de la reduuccién de los costes de transporte. :
Redes de transporte y divergencia regional
Esobvio incluso para un simple aficionadoala historia econémica
delos Estados Unidos, que parte dea ventaja del Cinturén Indus-
Centr y pein (1) / 29
trial residi6 en a alta densidad de la red ferroviaria que conectaba
las ciudadies de la regiGn, una densidad producto, asimismo, del
dominio industrial de la regién. El efecto de esta red de trans-
porte merece un poco més de atenciGn.
‘maginemos por un momento un pais quecuente énicamente
con tres posibles emplazamientos productivos Sur, Centro y
‘Oeste— y en el que los costes de transporte sean idénticos entre
dos regiones cualesquiera. En este caso, ;dénde se ubicars una
empresa manufacturera? Por analogia con la discusion anterior,
si uno de estos lugares ofrece un mercado local més grande que
‘el de los otros, y silos costes fijos son lo suficientemente grandes
fen telaci6n a los costes de transporte, la produccién industrial se
concentraré en la zona mas poblada.
Tmaginemos ahora un pafs con cuatro emplazamienttos: Sur,
Este, Medio Oeste y Oeste. Pero ahora supondremos que los
costes de transpotte entre el Este y el Medio Oeste son mucho
‘menores que los que existen en las otras rutas. En este caso,
fen términos econdmicos el Este y el Medio Oeste forman, en
realidad, un tinics emplazamiento. La regién del Este Medio
(Oeste seré un lugar més atractivo para instalar la industria que
el Sur o el Oeste, incluso si el mercado individual de cada uno
de ellos no es mayor que los de laé otras regiones, dado que
Jas factorias situadas en cualquiera de las dos zonas tendrén un
acceso mejor al thercado conjunto.
La pregunta que surge es por qué deberian ser los costes de
transporte menores en una zona que en las otras. La respuesta
més natural es que existen economias de escala en el mismo
proceso de transporte. Un ferrocarrilo una autopista representan
inversiones indivisibles, mientras que la frecuencia del tréfico
aéreo y la posibilidad de utilizar aviones més grandes y més
tficientes depende del vohimen de la demanda. Supongamos
{que la produccién industrial, y, por lo tanto, la demanda y la
oferta estén concentradas en el Este y en el Medio Oeste. Entonces30 / GeocRaria ¥ COMERCIO
el volumen transportado sera mayor entre estas dos localidades
{queen las otras rutas. Esto significaré la existencia de unos costes
de transporte menores, lo que, a su vez, reforzaré la ventaja del
Este y el Medio Oeste como emplazamientos para las actividades
productivas.
En principio, es posible imaginar que este efecto de 1a red
de transportes sea una fuente independiente de concentracién
geogréfica de la industria —es decir, se podria construir un mo-
delo en el que el efecto del mercado local, que es la fuerza motriz,
de nuestro modelo bésico, esté ausente. En la prictica, por su-
puesto, estos dos efectos se refuerzan mutuamente. En nuestra
caracterizacién del Cinturén Industrial de los Estados Unidos
destacamos no sélo su densidad de poblaci6n, sino también la
existencia de una red de transporte mejor que la existente en
cualquier otra parte del pais, lo que le permitia ofrecer a los in-
dustriales un acceso a los mercacos mucho mejor.
‘Algunas consideraciones adicionales
El caso del Cinturén Industrial tiene un interés considerable por
si mismo. El surgimiento y la persistencia de este Cinturén es un
aspecto muy importante, aunque bastante desctiidado, de la his-
toria econémica de-los Estados Unidos. Mas importante que su
significado inmediato, no obstante, es lo que la historia de la loca~
lizacién industrial nos ensefia sobre la naturaleza de la economia
‘en general. Lo esencial es, por tanto, el hecho de que los rendi-
mientos crecientes de escala y los procesos acumulativos estén
muy difundidos y otorguen un papel'con frecuencia decisivo a
los accidentes hist6ricos.
Es también interesante que el surgimiento del Cinturén In-
dustrial se remonte a Ja mitad del siglo Xix. Se argumenta con fre-
cuencia, tal como hace Brian Arthur, que las economias externas
Centro y peri e. 1) 31
yylos procesos acumulativos han cobrado importancia en décadas
recientes gracias a la creciente importancia de la tecnologia. La
concentracién geogréfica de la industria en los Estados Unidos
tomé forma, sin embargo, mucho antes del advenimiento de la
era de la informacion. Por lo tanto, no solamente no es cierto
‘que en la actualidad nuestra economia no se ajuste al modelo
convencional de los rendimientos constantes de escala, sino que
munca lo hizo.
14 El proceso de cambio
El proceso circular en el que el lugar en que se sitia Ja deman-
da determina la ubicacién de la produccién y viceversa puede
ser una fuerza profundamente conservadora, que tiendea conso-
lidar en el lugar en que se ha originado cualquier sistema cen-
tro-periferia, En el caso del Cinturén Industrial de los Estados
Unidos, la estructura geogréfica de la proditccién que se daba por
‘una razén u otra, en el momento en que aparecieron con fuerza
la industrializaciOn, la produccién en fabricas y el ferro-carril, se
‘mantuvo esencialmente intacta a lo largo del siglo siguiente.
No hay nada, sin embargo, que sea eterno. En realidad, uno
de los aspectos més interesantes del modelo que hemos esbozado
cen este capitulo es lo que nos indica sobre el proceso de cambio
econdmico. Lo que vamos a hacer a partir de ahora es ilustrar
dos ideas concretas que el modelo centro-periferia apunta. La pri-
mera es que, mientras la estructura geogréfica de la produccién
puede ser estable durante largos periodos de tiempo, cuando se
‘modifica, puede hacerlo con gran rapidez. De hecho, un cambio
‘gradual en las condiciones subyacentes conduce en algunas cir-
cunstancias a un cambio explosivo, 0 en términos més precisos,
catastréfico. La segunda es que el cambio, cuando llega, puede
responder en tuna gran medida no s6lo a las condiciones objeti-2 / Groceatia ¥CONERCIO
vvas sino también a las expectativas —expectativas que una vez
creadas, tienden con facilidad a autoconfirmarse.
La l6gica del cambio repentino
Para darnos cuenta de cmo el cambio en la distribucién geografi-
cca de la ptoduiccién se produce en algunas ocasiones de forma
‘brusca, vamos @ suponer que en lugar de estar distribuida de
forma homogénea en todos los lugares, la fuerza de trabajo
agricola esté repartida de forma desigual, poseyendo el Oeste
inicialmente una poblaci6n menor. Esta hipotética situacién est
representada en la figura 14. La curva PP expresa la relacién
inicial entre el empleo industrial y la pobiacién total. Aunque
2 es un posible punto de equilibrio en que el Oeste tendria in-
dustria, supondremos que, debido a que el Este partia con una
‘ventaja inicial, nos situamos en el punto 1, en que el Oeste carece
de industria:
Figura L¢
Toda Otel ae
Centro ypriferia fe. 1 / 38
Supongamos ahora que se produce una redistribucién de
la fuerza de trabajo agricola del Este al Oeste. Este fenémeno
desplazaré la curva PP hacia arriba, hacia la P'P’. Es evidente
que, en sn momento dado, acabaré el dominio industrial del Este,
‘Cuando la poblaci6n del Oeste alcance una masa critica, resultaré
mis rentable producir alli; a medida que la produccién industrial
deel Oeste aumente, crecerd paulatinamente la poblacién, con el
‘consiguiente estimulo de la produccién industrial. Un pequeiio
aumento en la base agricola puede, en consecuencia, poner en
‘marcha un proceso acusnulativo de sustitucién de importacio-
nes y de crecimiento, que conducira finalmente a un punto de
equilibrio como el 2
Este ejemplo puede que no sea totalmente hipotético. Paul
Rhode (1988) ha sefialado que, a fines del siglo xix, California
tenfa una economia basada en los recursos naturales y poseia
muy poca industria, en gran parte debido a que el mercado lo-
cal era demasiado pequefo para poder sustentar una industria
‘mayor: Su tesis es que el descubrimiento de petréleo a la vuelta
del siglo hizo que la poblacién de California superara la masa
cxitica, inicidndose entonces un proceso de crecimiento explo-
sivo (y, en particular, estimulando la répida emergencia de Los
Angeles como centro industrial de importancia).
‘La idea que queremos destacar es que el mismo tipo de sho-
delo que ayuda a explicar por qué la historia importa, también
sugiere que, cuando el cambio se produce, Io hace a menudo de
forma repentina. También permite apreciar que los cambios en
la suerte de las regiones son dificiles de prever: en la historia
hipotética ilustrada en la figura 1.4, un observador podria pre
senciar una repentina aceleracién en el crecimiento del Oeste sin
ninguna explicaci6n aparente. ~34 / Geocnasia v conesnc1o
La historia frente a las expectativas
Ahora que he descrto la légica del cambio repentino, permitanme
traer a colacién un problema en que interviene esa logica —un
problema que, sin duda, se le habra ocurrido a los lectores con
‘conocimientos de macroeconomia moderna, disciplina en la que
se pone un énfasis especial en la racionalidad de las expectativas.
Supongamos que la distribucién dela poblacién agraria estuviera
evolucionando della forma que ilustra la figura 1.4. {Nose darian
ccuenta los trabajadores industries y los empresarios de que se
estaba fraguando un stbito aumento de la poblacién del Oeste?
2 no empezarian a desplazarse hacia el Oeste, intentando anti-
ciparse a tal aumento, suavizando, en consecuencia, el proceso
de gambio?
La respuesta es que si, siempre que estuvieran lo suficiente-
‘mente bien informados. En la préctica existen dudas sobre este
extremo —en este modelo y en todos; el supuesto de expectativas
racionales supone quelos agentes tienen un graido de informacién
y de capacidad de andlisis que no parece razonable. Esta no es
‘una controversia en la que nos queramos adentrar demasiado;
solamente deseamos afiadir que el tipo de expectativas estaticas
que subyace de forma implicita en la dindmica recogida por la
figura 1.4, ocupa un lugar importante en el anélisis que estamos
haciendo.
Pero incluéo si nos declaramos escépticos sobre la relevancia.
real del supuesto de expectativas racionales, desde el momento
que hemos mencionado la cuestién del papel que juegan las ex-
‘Pectativas en el desarrollo regional, estamos obligados a tratarla
con un cierto detalle. En realidad, si se piensa un poco en.ello,
¢ facil darse citnta de que el tipo de proceso circular que, como
hhemos discutido anteriormente, promueve la diferenciacién re-
‘gional también puede tener como consecuencia que algunas pre-
dicciones se autoconfirmen.
Centro y pein. D / 98
Volvamos a pensar en el ejemplo del pats integrado por dos
regiones; supongamos, de momento, que las economias de escala
son lo bastante grandes en relacién con los costes de transporte
para que existan tinicamente dos equilibrios a largo plazo, en los
que la industria se concentre de forma total o bien en el Este obien
en el Oeste. Imaginemos, no obstante, que los trabajadores no
pueden emigrar todos a la vez, ya que existe algyin tipo de costes
de ajuste que limita la tasa a la que la industria puede cambiar de
lugar de emplazamiento. De este modo, un trabajador que elige
sesidir en una regin u otra esté ligado a esa eleccién, al menos
durante un cierto tiempo.
Esevidente que, eneste caso, ids trabajadores se preocuparan
de algo mas que de su salario presente —basarén sus decisiones
de desplazamiento en algo parecido al valor actual de los salarios
faturos. Pero, en cualquier momento del tiempo, los salarios
reales de cada regién dependerdn de la distribucién territorial
de los trabajadores industriales; esto quiere decir que la decision
‘que tome un trabajador sobre su lugar de residencia dependeré
de sus expectativas sobre las decisiones futuras de los demas
trabajadores.
De esta forma, surge la posibilidad de que las profecias se
autoconfirmen. Supdngase que el Este y el Oeste poseen el mismo
néimero de agricultores, y que el Este inicialmente tiene algo
més de industria, de manera que, en virtud de su mejor base
industrial, pueda ofrecer un salario industrial superior. En este
«aso, seria de esperar un traslado de industrias del Oeste al Este.
Pero, supongamos que por alguna razin desconocida, el piblico
esté convencido de que seré el Oeste, y no el Este, el destino
iiltimo de las fabricas, y que, como resultado, los salarios reales
del Oeste acaban superando a los del Este. Esta creencia induciré
‘una emigracién aparentemente inexplicable, desde la regiGn con
los salarios reales més altos a la que los tiene menores —iy esta
emigraci6n al final invertiré el orden de los salarios! Es més,36 / Gpocnatia vCOMERCIO
si esta inversion se produce'de forma suficientemente répida, el
trabajador que emigre del Este al Oeste se encontrard con que,
de hecho, habré tomado la decisién correcta. De este modo,
la creencia de que el Oeste es la tierra de promisién resultaré
ser finalmente una profecia autorrealizada. Si, alternativamente,
todo el mundo hubiera tenido fe en el Este, esta claro que hubiera
acabado por acaparar toda la industria.
Deberiamos preguntarsios bajo qué circunstancias las pro-
fecias que se autoconfirman pueden pesar més que la ventaja
inicial que posea.un determinado lugar. Existen varios factores
que son relevantes. En primer lugar, la tasa a la que los traba-
jadores y las empresas pueden trasladarse debe ser lo bastante
répida, en relacién con la tasa a la que la diferencia de salarios
faturos es descontada, para que la ventaja futura de una region
pueda ser nids importante que la ventaja actual de otra. En se-
gundo lugar, los rendimientos crecientes deben ser lo bastante
grandes como para que el cambio esperado en la distribucién
de la poblacién modifique la diferencia de salarios con rapidez.
Por tiltimo, las posiciones de partida no debieran ser demasiado
diferentes: si en una regién se halla una concentracién industrial
lo suficientemente numerosa, esta ventaja inicial puede ser de-
‘masiado grande incluso para Jos mas optimistas respecto a las
posibilidades de que la segunda regién supere a la primera.
Es posible formalizar el problema de las expectativas au-
toconfirmadas de una forma bastante nitida; tal formalizacién
se presenta en el apéndice B. Lo que esta formalizaci6n explica
es que puede existir un gran abanico de distribuciones i
les de los trabajadores industriales en las que cualquier region
acabe poseyendo una aglomeracién industrial, y que la region
‘que finalmente la posea depende tinicamente de las expectativas
existentes. Que sea cierta la existencia de tal abanico, y cual sea
su amplitud, dependerd de la velocidad del proceso de ajuste;
slo si el ajuste es lento podremos estar seguros de que la ventaja
Cento y peririn(c.D / 97
inicial tiene efectos acumulativos en el tiempo, en luger de ser
barrida por las expectativas que se van autorrealizando.
Hasta este momento s6lo nos hemos preocupado por la
logica de la argumentacién econémica. Pero, zhasta qué punto
esta explicacién se ajusta ala realidad? Es dificil saberlo con segu-
ridad. En el caso del Cinturdn Industrial de los Bstados Unidos,
la historia fue el determinante clave. Tal vez. podrfan haberse
dado unas expectativas, posteriormente autoconfirmadas, sobre
el futuro industrial de las Grandes Praderas, pongamos por caso,
que hubieran permitido que este territorio superara la ventaja
hhist6rica que posefan las localidades manufactureras tradiciona-
les; pero éstas no se dieron (y dudo que nunca se hubiesen podido
dar).
‘La autoconfirmaciGn de las expectativas es posible que ocu-
17a, no obstante, a una escala menor. De hecho, la politica tradi-
‘ional de desarrollo econdmico local en Estados Unidos ha con-
sistido, en buena parte, en las llamadas medidas de promocién
los esfuerzos algunas’veces ridiculos de los hombres de ne-
gocios locales y de las cAmaras de comercio por convencer a
empresarios y trabajadores sin preferencias definidas de empla-
zamiento, de las virtudes de su estado 0 de su ciudad, en la
creencia de que si lograban acumular tna cierta masa critica, el
crecimiento de la economia desu zona estaria garantizado. Algu-
nas de estas medidas de promocién incluian incentivos concretos,
‘una cierta proto-politica industrial; en el siguiente capitulo vere-
‘mos un ejemplo en el caso de Akron y la industria del caucho.
ero a menudo se trataba simplemente de un intento de crear un
clima de optimismo en’relacion al lugar: Ei andlisis que hemos
esbozado indica que, al menos en principio, estas medidas de
‘promocién pueden ser perfectamente razonables.
‘También existe la posibilidad de que se den medidas de pro-
mocién negativas: si por algtin motivo los hombres de negocios
ylos trabajadores se tornan pesimistas en relacién a las perspecti-238 / Grocsaria v comsacio
vvas de la region, este pesimismo se puede llegar a autoconfirmar.
‘Me es dificil dejar de especular sobre la posibilidad de que se
‘esté dando algiin proceso de este tipo en mi estado natal. Como
‘ustedes tal vez sepan, hace dos afios el gobernadior de Massachu-
setts, Dukakis, se present6 como candidato a la presidencia de
Estados Unidos, en parte gracias a los impresionantes resultados
econémicos que habfa conseguido en este estado. Fue vencido
de forma humillante por George Bush —y la propia economia de
Massachusetts cayé en picado. Es Iicito preguntarse si esto fue
‘una mera coincidencia o si el impacto psicol6gico de la campaiia,
y de las guerras intestinas en las que seguidamente se embarca-
ron los politicos del estado, no iniciaron una espiral descendente
que se ha ido autoconfirmando. No tengo una respuesta clara a
esta pregunta, pero ideas como ésta, aparentemente fantasiosas,
no me parecen tan descabelladas como le deben de parecer a un
‘economista més convencional.
15 Recapitulacién
En este capitulo, he tratado de dar argumentos en favor de la
aceptacién dela geografia econémica como una especialidad im-
portante de la economia, de igual a igual con et comercio interna-