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CONCEPTO DE FEMINICIDIO

A diario escuchamos hablar de homicidio, parricidio pero no es habitual el


término, FEMINICIDIO en circunstancias que es un crimen que cruza todas las
clases sociales y etnias. Este tipo de delito expresa un sentimiento de posesión
y control de las mujeres por parte de los hombres, acción que se apoya con la
expresión y la maté, porque era mía.
Según las Naciones Unidas: femicidio es “ el asesinato de mujeres como
resultado extremo de la violencia de género, que ocurre tanto en el ámbito
privado como público y, comprende aquellas muertes de mujeres a manos de
sus parejas, ex parejas o familiares, asesinadas por acosadores, agresores
sexuales y/o violadores, así como aquéllas que trataron de evitar la muerte de
otra mujer y quedaron atrapadas en la acción femicida.”
El HOMICIDIO es un delito que consiste en matar a otra persona.
Etimológicamente se descompone en homo (hombre) y cidium, derivado de
caedere, matar.
Feminicidio o femicidio es un neologismo creado con la palabra femenino y la
terminación -cidio (muerte, asesinato) y se refiere al asesinato de mujeres.
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2.5. APARICION DEL TERMINO FEMINICIDIO


La primera vez que se escucho la palabra feminicidio fue en 1974 cuando una
feminista estadounidense Carol Orlock estaba escribiendo un libro sobre el
tema. El término feminicidio pareció muy poderoso, un término muy apropiado
para describir el asesinato misógino de las mujeres por los hombres y que
debería usarse en vez de los conceptos netamente tradicionales de homicidio.
Aunque en ese entonces Carol Orlock era la primera persona en usar el
término, no sabía cómo lo había definido ni tampoco dónde hallarla (su libro,
titulado “Feminicidio” nunca fue publicado). Es por eso que feminicidio empezó
a definirse como un término que politiza las acciones misóginas de asesinato de
mujeres así como el término genocidio politiza actos de asesinato cuya
intención es erradicar a un pueblo.
En 1976 se utilizo la palabra, por primera vez en público, en una declaración
acerca de este delito ante una audiencia de casi 2 mil mujeres que participaban
en el primer Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres, efectuado
en Bruselas, Bélgica. “Debemos entender que muchos homicidios son, en
efecto, feminicidios. Debemos reconocer la política sexual del asesinato. Desde
la quema de brujas en el pasado, pasando por la más reciente y generalizada
costumbre de infanticidio del sexo femenino en muchas sociedades, hasta las
matanzas por “honor”, nos percatamos que el feminicidio ha ocurrido durante
mucho tiempo. Sin embargo, debido a que involucra a meras mujeres, no
existía una palabra que lo describiera hasta que se inventó el término
“feminicidio”.
Pero el verdadero origen del término, fue inventado casi dos siglos atrás. La
primera vez que se usó el término fue en 1801, cuando La revista satírica de
Londres (Inglaterra) lo utilizó para describir “el asesinato de una mujer”. En
1827, la tercera edición de Confesiones de un femicida aún no ejecutado fue
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publicada. Este corto manuscrito, escrito por el femicida William MacNish,
describe el asesinato de una joven mujer perpetrado por él. Además, según la
edición de 1989 del Oxford English Dictionary, el feminicidio apareció en El
léxico de derecho, en 1848, lo que sugiere que se había transformado en un
delito capaz de ser procesado.
Hace unos años, la profesora de antropología mexicana y legisladora Marcela
Lagarde leyó el libro titulado Feminicidio: La política del asesinato de mujeres,
que se edito en conjunto con Jill Radford. Y cambió su concepción de los
asesinatos de mujeres. En el contexto de los feminicidios en masa que estaban
ocurriendo en Juárez, un pueblo fronterizo muy cercano a Estados Unidos,
Lagarde organizó un seminario en esa ciudad, en 2004, destinado a debatir
estos femicidios en masa. Durante los próximos dos años, Lagarde, en conjunto
con otras legisladoras, logró crear una Comisión sobre femicidios en el
Congreso mexicano. Además, un estudio conducido en 10 estados sobre la
incidencia de feminicidios fue publicado. Dos seminarios internacionales más
fueron organizados ese año con el doble objetivo de educar a los participantes
acerca del feminicidio y promover el activismo en torno a este horroroso y
generalizado crimen.
Si este es el verdadero nombre que se debe dar a los homicidios que perpetran
algunos hombres de forma íntima o publica a la mujer en el ámbito de una
relación ya sea de pareja, matrimonio, convivencia y por cuadros de celos
psicopatológicos. En consecuencia “El femicidio sería una forma extrema de
violencia contra la mujer, y se entiende como el homicidio cometido por
hombres en contra de mujeres por razones de género”.
Hoy el concepto de femicidio se está difundiendo a otros países
latinoamericanos, lo que transforma a la región como la más avanzada en
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materia de reconocer el rol que desempeña la actitud machista en los millones
de femicidios que ocurren en todo el mundo.

2.3. CONCEPTOS FUNDAMENTALES


El concepto de femicidio es reciente, fue usado por primera vez por Diana
Russell y Jull Radford, autoras del libro "Femicide: the politics of woman killing".
Las siguientes definiciones están basadas en los conceptos de las autoras.
2.3.1. Femicidio:
Se entenderá por femicidio el asesinato de mujeres por razones asociadas a su
género. Puede tomar dos formas: femicidio intimo, femicidio no íntimo.
Femicidio intimo:
Aquellos asesinatos cometidos por hombres con quien la víctima tenía o tuvo
una relación intima, familiar, de convivencia, o afines a estas.
Femicidio no intimo:
Asesinato cometido por hombres con quienes la víctima no tenia relaciones
intimas, familiares, de convivencia o afines a estas. Frecuentemente, este
femicidio involucra un ataque sexual previo.
Femicido por conexión:
Hace referencia a las mujeres que fueron asesinadas " en la línea de fuego" de
un hombre tratando de matar a una mujer. Son los casos de mujeres, niñas,
parientas que intervinieron para evitar el hecho o que, simplemente, fueron
atrapadas en la acción del femicida.
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El concepto de femicidio, tal como lo indican las investigadoras Carcedo y
Montserrat Sagot, es útil porque nos indica el carácter social y generalizado de
la violencia basada en la inequidad del genero y nos aleja de planteamientos
que tienden a culpar a las víctimas y a representar a los agresores como
"locos", "fuera de control" o a concebir estas muertes como crímenes
pasionales. Asimismo, estas concepciones ocultan y niegan la verdadera
dimensión del problema. Es decir, el concepto de femicidio ayuda a desarticular
los argumentos de que la violencia basada en la iniquidad de género es un
asunto privado y muestra su carácter social, producto de las relaciones de
poder entre los hombres y las mujeres.
Liz Kelly en su libro "Surviving Sexual Violence" denominó el "continum de
violencia" para referirse a todas las formas de violencia física y emocional que
padecen las mujeres: violación, incesto, acoso sexual, maternidad forzada, etc.
Expresiones distintas que demuestran que no son fenómenos inconexos, en el
momento en que cualquiera de estas, origina la muerte de la mujer, opinión
citada por Rosa Entel.
Marcela Lagarde de los Rios traduce femicide como feminicidio y así se ha
difundido. En castellano femicidio es una voz homóloga a homicidio y sólo
significa asesinato de mujeres. Por eso para diferenciarlo distinguió la voz
feminicidio y denominar así al conjunto de hechos de lesa humanidad que
contienen los crímenes y las desapariciones de mujeres.
Abarcaría la muerte de mujeres ejecutada por particulares, sean convivientes,
esposos, novios o desconocidos, sin una acción u omisión del Estado que les
favorezca. El vocablo es considerado por juristas y feministas como un logro
para resaltar la intención de violencia que registran estas muertes, basadas en
la inequidad de género. Al comparar ambos términos, se muestra que el
feminicidio se refiere a un crimen de carácter político derivado de relaciones
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desiguales de poder entre los géneros, y que involucra directamente al Estado,
ya sea por acción u omisión; mientras que el término femicidio es más
etimológico.
A lo largo del siglo XX millones de mujeres abrimos espacios, creamos
oportunidades y participamos en los más diversos ámbitos de la sociedad, la
cultura y la política. Mujeres de distintos países damos vida a la cultura
feminista al denunciar la opresión de género y crear una conciencia crítica
sobre la condición de las mujeres, así como normas y prácticas sociales
modernas y democráticas. Nombramos y definimos la discriminación, la
marginación, la explotación y la enajenación genéricas, enfrentamos la falsa
creencia sobre la inevitabilidad de la violencia, la sacamos del encierro y el
silencio, del tabú y la complicidad.
La violencia de género ya es percibida como un atentado a los derechos
humanos de las mujeres y uno de los más graves problemas sociales y de
urgente atención. Sabemos que no es natural: la violencia se incuba en la
sociedad y en el Estado debido a la inequidad genérica patriarcal. La violencia
de género es un mecanismo político cuyo fin es mantener a las mujeres en
desventaja y desigualdad en el mundo y en las relaciones con los hombres,
permite excluir a las mujeres del acceso a bienes, recursos y oportunidades;
contribuye a desvalorizar, denigrar y amedrentar a las mujeres y reproduce el
dominio patriarcal.
La violencia de género contra las mujeres y entre los hombres recrea la
supremacía de género de los hombres sobre las mujeres y les da poderes
extraordinarios en la sociedad.
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Desde una perspectiva feminista colocamos la violencia de género como un
problema político en el mundo. A través de investigaciones científicas,
diferenciamos las formas de violencia, erradicamos conceptos misóginos no
científicos como el de crimen pasional y definimos jurídicamente la violencia
sexual -la violación, el estupro, el incesto, el acoso-, la violencia conyugal y
familiar, la callejera, y otras formas de violencia de género: laboral, patrimonial,
psicológica, intelectual, simbólica, lingüística, económica, jurídica y política.
Sin embargo el termino feminicidio comprende todo lo mencionado, ya que a la
violencia de genero es parte del feminicidio, producto social y cultural que
atenta contra los derechos humanos.

2.4. DESARROLLO DEL FEMINICIDIO


Hablar de la violencia prevenible y evitable desde la perspectiva de la vida y la
libertad de las mujeres, como el paradigma que nos alienta.
El derecho a la vida de las mujeres es expropiado cuando no sólo no se
resuelve cada crimen contra las mujeres asesinadas, sino que, además de otros
países que sufren estos hechos el nuestro mantiene la venda en los ojos, el
feminicidio se presenta también.
2.4.1. APROPIACIÓN DEL TÉRMINO
El feminicidio es el genocidio contra mujeres y sucede cuando las condiciones
históricas generan prácticas sociales que permiten atentados contra la
integridad, la salud, las libertades y la vida de las mujeres. En el feminicidio
concurren en tiempo y espacio, daños contra mujeres realizados por conocidos
y desconocidos, por violentos, violadores y asesinos individuales y grupales,
ocasionales o profesionales, que conducen a la muerte cruel de algunas de las
víctimas. No todos los crímenes son concertados o realizados por asesinos
seriales: los hay seriales e individuales, algunos son cometidos por conocidos:
parejas, parientes, novios, esposos, acompañantes, familiares, visitas, colegas
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y compañeros de trabajo; también son perpetrados por desconocidos y
anónimos, y por grupos mafiosos de delincuentes ligados a modos de vida
violentos y criminales. Sin embargo, todos tienen en común que las mujeres son
usables, prescindibles, maltratables y deshechables. Y, desde luego, todos
coinciden en su infinita crueldad y son, de hecho, crímenes de odio contra las
mujeres.
De manera contradictoria, el feminicidio ha marcado el incipiente proceso
democratizador de las condiciones de género, los avances de las mujeres y la
transformación equitativa de las relaciones entre mujeres y hombres, que
durante décadas hemos construido los movimientos de mujeres y feministas, y
que han impulsado millones de mujeres anónimas en sus espacios de vida.
También ha sido dañada la democracia como modo de convivencia social y la
reforma democrática del Estado.
A partir de la mitad del siglo XX las democracias se caracterizaron por impulsar
profundas reformas para mejorar la educación, la salud, el trabajo, el empleo y
el ingreso de las mujeres con miras a transformar la calidad de la vida. Es
evidente que las sociedades profundizan la democracia, al reconocer los
derechos y el avance en la participación social, cultural y política de las
mujeres. Asimismo, las sociedades que han alcanzado mayores niveles de
sustentabilidad y avances en el desarrollo lo han logrado con la participación de
las mujeres en las actividades y acciones fundamentales, por haber promovido
que el desarrollo favorezca la modernización democrática de las mujeres y los
hombres, y por haber impulsado el desarrollo de las mujeres mismas. Con ello,
además, se ha disminuido la brecha de género entre mujeres y hombres.
El feminicidio se da por implicación de quienes deben procurar seguridad y
justicia y no lo hacen, por eso ha afectado tanto la credibilidad como la eficacia
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del Estado que se mostró incapaz durante una década de hacerse cargo de la
seguridad de las mujeres y de promover nuestros derechos humanos.
2.4.2. ALCANCE DEL FEMINICIDIO
El feminicidio comprende toda una progresión de actos violentos que van desde
el maltrato emocional, psicológico, físico, así como la tortura, la violación, la
prostitución, el acoso sexual, el abuso infantil, el infanticidio de niñas, las
mutilaciones genitales, la violencia doméstica y toda política que derive en la
muerte de las mujeres, tolerada por el Estado.
Así es, una agresión contra una mujer nunca es un hecho aislado. La violencia
de género se ejerce en un marco estratégico en donde el agresor utiliza el
maltrato, psicológico o en combinación con golpes y palizas, para anular y
dominar a otro ser humano. El fin último es la posesión por sometimiento.
Cuando se dan noticias de agresiones o asesinatos de mujeres, existe siempre
una historia de violencia que los precede y en los que se enmarcan. Ante
algunas voces que pretenden que también existe la violencia a la inversa, se
puede mantener que eso es una falacia. No existe la violencia hacia el hombre
como problema social. Lo que se dan son casos individuales de mujeres que
agreden a hombres punibles, por supuesto pero, desde luego, nada que refleje
un grave problema social de dimensiones cuantificables tan altas que retrata
culturalmente nuestro déficit en algo que está en la raíz de toda la imposición
totalitaria que involucra a la violencia, esto es, la igualdad.
Existen, al menos, dos tipos de feminicidas. Los hay que asesinan a las
mujeres en vida, descuartizan su identidad, descomponen golpe a golpe su
fisonomía y dejan marca indeleble en su memoria. Después las dejan vivir, pero
ya han matado algo de ellas. El otro tipo es el que las asesina hasta la muerte.
Como el otro, mantiene a la mujer matándola lentamente bajo tortura. La aíslan,
la humillan, la someten; después las matan. El 85% de los asesinatos de
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mujeres por esposos, parejas o ex parejas tiene lugar en procesos de
separación o divorcio. Las asesinan en un espacio de indefensión, en la cárcel
de tortura que habían construido para ellas, probablemente, desde la relación
de noviazgo. Esta es una de las razones de la falta de denuncias. Estas
mujeres tienen tan baja la autoestima que no se sienten capaces de ir contra su
agresor y, cuando lo hacen, demasiadas veces no encuentran la seguridad que
la sociedad, a través de medidas políticas y jurídicas eficaces, les debe.
Está demostrado de acuerdo a las encuestas que la violencia de género está
presente en todos los estratos socioeconómicos, en todos los tramos de edad y
es independiente del nivel de estudios, de renta o del trabajo del agresor o de
su víctima. También está demostrado, con independencia del diagnóstico que
pueda establecerse para una persona en concreto, que los agresores no son
enfermos psicópatas o drogadictos. Estudios con agresores incursos en
procesos judiciales demuestran que el 95% de éstos no sufren psicopatología
que condicione su responsabilidad criminal. El alcohol o la cocaína tampoco son
causa de esta violencia, aunque a veces se utiliza por los agresores para
facilitar el ejercicio de la misma.
Para que se de el feminicidio concurren de manera criminal, el silencio, la
omisión, la negligencia y la colusión de autoridades encargadas de prevenir y
erradicar estos crímenes. Hay feminicidio cuando el Estado no da garantías a
las mujeres y no crea condiciones de seguridad para sus vidas en la
comunidad, en la casa, ni en los espacios de trabajo de tránsito o de
esparcimiento. Más aún, cuando las autoridades no realizan con eficiencia sus
funciones. Por eso el feminicidio es un crimen de Estado.
El feminicidio se conforma por el ambiente ideológico y social de machismo y
misoginia, de violencia normalizada contra las mujeres, y por ausencias legales
y de políticas de gobierno lo que genera condiciones de convivencia insegura
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para las mujeres, pone en riesgo la vida y favorece el conjunto de crímenes que
las mujeres exigimos esclarecer y eliminar.
Contribuyen al feminicidio el silencio social, la desatención, la idea de que hay
problemas más urgentes, y la vergüenza y el enojo que no conminan a
transformar las cosas sino a disminuir el hecho y demostrar que no son tantas
“las muertas”.

2.5. TEORIA DE GÉNERO


La Teoría de Género surge de los diferentes movimientos feministas. Cuando
hablamos de Teoría de Género, hablamos también de feminismo.
El concepto de Género surge desde la academia en los años 80 y muy
vinculado a la antropología, para dar respuesta a problemas de parentesco y a
las diferencias y relaciones entre hombres y mujeres.
El Género tiene que ver con las relaciones entre género: hombres y mujeres; no
es una cuestión sólo sobre las mujeres. Es una construcción social de lo que
significa ser mujer y ser hombre y son los roles que se adjudican socialmente a
cada una y uno.
El trabajo de equidad de género incluye la inclusión y la participación activa de
los hombres, trabajando aisladamente por los derechos de las mujeres tiene
una implicación muy pequeña ya que se necesitan cambios estructurales para
alcanzar la verdadera equidad de género.
Es necesario reconstruir tanto las feminidades y lo que esto implica como las
masculinidades; cómo varían y qué impacto tienen en las mujeres y en los
hombres. Es importante reconocer que el poder no es estático y que afecta a
los hombres de manera distinta.
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La frase del feminismo: lo personal es político (no público). Esta frase surge
porque al momento que se empieza a hablar de género, se empieza a ver la
forma de colocarlo en lo político, de cambiar las leyes. Esta frase tiene que ver
con que desde la Teoría de Género no hay una visión dicotómica: por un lado
está lo personal, en otro lo político, en otro lo social.
Al institucionalizarse se ha perdido su contenido político. Desde ahí se entiende
que el género es una representación social que se construye y deconstruye y
no es fácil de asimilar. Porque atraviesa toda la subjetividad de las personas y
entra en el espacio simbólico de lo cultural.
Los derechos de las mujeres no pueden ser excluidos en la perspectiva de la
integralidad de los derechos humanos. Esta perspectiva es valorada y asumida
desde la lucha de las mujeres y otros organismos.
La historiadora inglesa Joan Scott (1996) hizo una importante contribución al
desarrollo teórico del género, alertando sobre los límites del uso puramente
descriptivo y empírico de esta categoría y el peligro de no avanzar en una
crítica más radical del carácter histórico de la estructuración social basada en la
división binaria de los sexos. Para ella, la conceptualización teórica del género y
su desarrollo como categoría analítica y crítica de las sociedades humanas
implica dos formulaciones centrales: el género como un elemento constitutivo
de las relaciones sociales, basado en la diferenciación significativa entre los
sexos y el género como forma primaria de significar el poder. El género opera
concomitante y dialécticamente en varias dimensiones de la vida social
humana: en el orden simbólico y relacional, en el orden normativo que expresa
las interpretaciones de los significados de los símbolos, en el orden institucional
y en el orden de la identidad y subjetividad. Para esta teórica, el género provee
un modo de decodificar los significados que las culturas otorgan a la diferencia
entre los sexos y comprender cómo esos significados impregnan las complejas
conexiones que existen entra varias formas de interacción humana.
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En sus usos más descriptivos, el género ha sido utilizado para estudiar asuntos
donde las relaciones de sexo son más directamente evidentes. En nuestro
medio podemos destacar los temas de la violencia doméstica, de la salud de la
mujer, de la sexualidad, de la reproducción, de la participación económica y
política de las mujeres. Entre tanto, conforme nos señala Scott, el género
estructura lógicas y prácticas que atraviesan diferentes estructuras de
interacciones como el comercio, la diplomacia, los servicios de salud y
educación, la previsión social y seguridad pública, las prácticas confesionales,
las guerras, los deportes, las artes, las ciencias, etc. Una comprensión más
sistémica de cómo el género opera como elemento estructurante del conjunto
de las relaciones sociales y como forma primaria del significado del poder
puede propiciar una comprensión más amplia de las dinámicas sociales de la
fase actual de la modernidad, así como un análisis teóricamente más sólido de
las experiencias concretas, diferenciadas e históricas de las mujeres 8
Pese a las enormes variaciones históricas en casi todas las sociedades
conocidas, la construcción social y simbólica de la diferencia sexual - o sea el
género - está fundada en la representación binaria de lo femenino y masculino.
Aunque en dominios culturales distintos las diferencias humanas percibidas y
construidas culturalmente son re significadas, los estudios históricos muestran
la asociación frecuente de la dicotomía femenino/masculino con los atributos
bipolares activo/pasivo, puro/impuro, creativo/destructivo. De acuerdo con
Laqueur (1994), la diferencia sexual y la representación de lo femenino y
masculino no siempre han tenido como fundamento epistemológico la biología
ni se fundaron en el sexo biológico: ésta es una representación de la diferencia
sexual típicamente moderna. Para este investigador, en las sociedades greco
occidentales premodernas, el género era una categoría fundada en el orden
8 ver también Bourdieu (1998) y Butler (2001)
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metafísico del mundo y en la jerarquía que organizaba todas las cosas del
universo, desde el plano del espíritu hasta el reino mineral pasando por las
sociedades y los seres humanos. Tener un sexo, ser hombre y mujer no era un
mero hecho biológico, sino un hecho sociológico y estaba determinado por la
posición de cada uno en la sociedad, organizada según una jerarquía
metafísica. El cuerpo femenino era considerado una versión inferior del cuerpo
masculino, diferenciándose de él por su grado de perfección metafísica, pero
compartiendo con él la misma naturaleza. La mujer era un hombre imperfecto,
con menos calor vital, menos energía creadora. De acuerdo a Laqueur: “ser
hombre o ser mujer se definía por los papeles y los lugares en la sociedad y en
el orden del universo y no por la diferencia corporal. Al contrario la diferencia
sexual era determinada por un orden social y universal”. La representación dual
del género en el orden premoderno engendraba lo que Laqueur denominó un
modelo de sexo único.
Con las revoluciones epistemológica y política que dan paso a la emergencia de
la modernidad - representadas por el triunfo de las ciencias biológicas y físicas
y por el iluminismo - hay una inversión de las representaciones del género y del
sexo. La diferencia sexual, el sexo biológico pasa a ser considerada una
cuestión “real” “concreta” e “irreducible” y el género un fenómeno determinado
por la realidad biológica de los cuerpos. A este nuevo orden representacional,
Laqueur llamó el modelo de los dos sexos. En él, los sexos masculinos y
femeninos son representados como inconmensurables, fijos, estables,
contrastantes y opuestos. La diferencia sexual que en el modelo de sexo único
era de grado, en el modelo de dos sexos pasa a ser de especie - lo que algunos
autores han llamado la idea moderna de la diferencia radical entre los sexos
(Bonan 2002; Ávila 1993,1999, Martins 2004). Los atributos polares
activo/pasivo, creador /destructivo, incluidos en las representaciones
tradicionales de lo masculino y femenino, no desaparecen simplemente. Ellos
son resignificados reflexivamente a la luz de los nuevos marcos
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epistemológicos y políticos de modo profundamente interrelacionado con las
representaciones dicotómicas modernas de cultura/naturaleza, razón/cuerpo,
sujeto/objeto, político/doméstico y público y privado.
Estas dicotomías están profundamente arraigadas en los procesos de
construcción de las identidades individuales, de las subjetividades colectivas y
de las instituciones modernas (Estado, sistema de representación política,
economía, ciencia, familia e intimidad).
La representación moderna del género está profundamente interrelacionada
con el imaginario institucional de lo público y lo privado y con la idea dual del
poder (Zincone, 1992, Bonan 2002). La modernidad ha instituido una visión dual
del poder articulando reflexivamente las nuevas ideas iluministas y liberales con
ideas tradicionales sobre el poder: de un lado, el poder político se define como
aquél ejercido entre los “iguales” y presupone negociación de conflictos e
intereses y reconocimiento recíproco de las capacidades políticas de los
participantes de las relaciones contractuales; el poder familiar o jerárquico,
ejercido sobre los “no iguales”, fundado en la idea de un orden natural y
jerárquico del poder decisorio, en el principio de la autoridad y en la idea de la
desigualdad natural de las capacidades políticas y vocaciones sociales.
El poder del tipo familiar o jerárquico no sólo estructura las relaciones sociales
al interior de la familia ni opera exclusivamente en las relaciones sociales entre
los sexos, sino que atraviesa otras estructuras de relación como las que se dan
en el mundo del trabajo, entre clases, razas y generaciones, en los servicios
públicos, en el sistema judiciario y penal, en las estructuras de decisión del
Estado, las relaciones entre el Estado y la sociedad (incluso entre el Estado y
las mujeres). También está en el trasfondo de la negación de autonomía moral,
participación política, y ciudadanía a muchos individuos y grupos sociales
subordinados. La lógica dual del poder se ha enraizado profundamente en
América Latina. Ella sostiene, a la vez, la construcción simbólica e institucional
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de lo público y lo privado, las formas de regulación de la sexualidad y la
reproducción, las relaciones de género, raza, clase y generación, los modelos
de Estado y las estructuras de derechos que se han establecido en las
sociedades de la región.
En suma, la teoría de la naturaleza dual del poder moderno ofrece una rica
contribución para un análisis de las dinámicas sociales e institucionales de la
modernidad que busque comprender cómo en ellas han operado históricamente
los grandes ejes estructurantes de las desigualdades sociales. Su presupuesto
es que las desigualdades no se forjan solo por la fuerza de determinantes
económicos o legales, sino también por el imaginario institucional y simbólico
del poder que, sea en el mundo público o privado, estructura un conjunto amplio
de prácticas y formas de interacciones cotidianas. La teoría del poder permite
comprender el trasfondo epistemológico y político común sobre el cual se
construyen los diferenciales de género, clase social y raza/etnia y las formas en
que estos se articulan en innumerables situaciones concretas. Los estudios
feministas con razón han reivindicado que los análisis sensibles al género no
menosprecien la inmensa diversidad de la experiencia social de las mujeres,
evitando el peligro de otra vez esencializar – aunque sin intención explícita de
hacerlo – la dicha “condición femenina”.
El debate teórico sobre el género ha abordado la cuestión de cómo se
construyen, se fijan o se transforman las identidades de género en procesos
atravesados por el poder y conflictos, a través de los cuales los individuos
encarnan, se reapropian o actualizan o rechazan papeles y estereotipos
legitimados como femeninos y masculinos. Gran parte de las vertientes teóricas
tienen en común la crítica a la visión de una esencia o una especificidad de una
condición femenina por fuera de la historia y de los procesos de de dominación
y resistencia. El imaginario hegemónico del género es un potente motor en la
construcción de las identidades individuales de hombres y mujeres así como en
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la formación de las subjetividades colectivas con gran impacto causal en la vida
social. Tomemos por ejemplo la maternidad que es un factor de identidad con
gran fuerza cultural en las sociedades occidentales modernas. El hecho que
millares de mujeres se auto perciban y definan como madre tiene un enorme
impacto social. Ellas forman una subjetividad colectiva extensa, tejidas por
relaciones impregnadas en valores, normas, papeles y creencias, disposiciones
etc. Una subjetividad colectiva fuertemente operante en la vida social, aunque
en muchos casos sea una colectividad muy poco centrada u organizada. La
identidad expresa la autopercepción y conciencia de esa subjetividad colectiva,
sí como una percepción de su delimitación en relación a otras colectividades.
Podríamos citar aún muchos otros ejemplos de subjetividades colectivas
generadas a partir de la distribución de roles entre hombres y mujeres, de
acuerdo a un determinado orden de género: los proveedores, los jefes de
familia, los representantes políticos, los cuidadores.
Las subjetividades colectivas e identidades de género son constituidas a través
de procesos de estructuración, provistos y sustentados en la memoria social
que “ incluye reminiscencias, actitudes y sentimientos, reglas sociales, normas,
patrones cognitivos, el conocimiento científico y tecnológico. Asume formas
ideales y materiales que se encuentran imbricadas y que sólo pueden ser
separadas analíticamente (Domingues, 1999). Los análisis que aspiran a incluir
una perspectiva crítica de género deben proveerse de instrumentos teóricos y
analíticos que permitan develar el carácter reificado de esas subjetividades
colectivas que actualizan elementos dominantes de la memoria social, basada
en una visión radical de la diferencia, en una acentuada división sexual del
trabajo y en una arquitectura asimétrica del poder entre los sexos.
Las identidades individuales de hombres y mujeres y las identidades colectivas
formadas a partir de los papeles y estereotipos masculinos y femeninos son sin
duda dimensiones analíticas centrales en el debate sobre género e identidad,
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pero no las únicas. Otra dimensión de análisis sobre género e identidad se
refiere a aquellas identidades construidas que tienen otros sistemas de
clasificación como referentes principales y que sin embargo, están impregnadas
fuertemente, aunque ideológicamente oculta, por simbologías de género. La
formación de las identidades nacionales es un ejemplo histórico. La propia
construcción de la idea moderna de nación involucró procesos de reapropiación
reflexiva de elementos de la comunidad patriarcal pre- moderna: el imaginario
de la virilidad, el principio de la autoridad masculina, las relaciones entre
protectores y protegidos, la idea de un Estado proveedor, las analogías entre
patria y familia, etc.
Finalmente, los estudios sobre identidades colectivas desde una perspectiva de
género deben considerar también cómo las subjetividades colectivas sustentan,
producen, reproducen o transforman el imaginario institucional del poder
moderno en sus dos caras: la negociación política y la autoridad jerárquica. El
interrogante sobre la identidad de una comunidad nacional en esta etapa de
modernidad reflexiva y globalización plantea desafíos nuevos. No debe
orientarse a buscar los elementos para componer una imagen única,
homogénea y unívoca del “nosotros”, nítidamente percibida como diferente a los
otros, sin preguntarse por las subjetividades colectivas que se forman en el
seno de esas poblaciones y por los elementos comunes de la memoria social
que ellas comparten en términos de valores, aspiraciones, prácticas, actitudes,
principios etc. Desde el punto de vista de la transformación social y del orden de
género, es importante el análisis de subjetividades colectivas emancipatorias
que se generan dentro y fuera de los espacios nacionales y que se caracterizan
por la identificación con nuevos valores democráticos como el respeto a la
autonomía de las personas, la valorización de las diferencias culturales, de la
pluralidad de estilo de vida, el respeto de los derechos sexuales y reproductivos
y el principio de no discriminación ( por raza, etnia, orientación sexual, condición
física, edad etc.). En ese mismo sentido, es importante investigar la producción
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y reproducción de subjetividades conservadoras y otras neoconservadoras que
resisten a las transformaciones que puedan alterar profundamente la lógica, la
dinámica y las estructuras de poder moderno y que se identifican a partir de
otros valores, prácticas, visiones de mundo, actitudes y aspiraciones.

2.6. DISCRIMINACIÓN CONTRA LA MUJER


Discriminar es hacer una distinción. Esta palabra se utiliza de muchas formas,
por ejemplo, la discriminación estadística. Este capítulo desarrolla el significado
más común de la palabra: discriminación social, racial, religiosa o sexual, la cual
definiremos tomando una parte del artículo 1º de la Convención Internacional
sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación Racial y
parafraseándola de manera inductiva como:
«La distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos varios
(sexo, raza, religión, condición social...) cuyo propósito o resultado sea anular o
disminuir el reconocimiento, preferencia o ejercicio, en iguales condiciones, de
los derechos humanos y libertades fundamentales en la política, la economía, la
sociedad, la cultura o cualquier otra esfera de la vida pública.»
La igualdad es la piedra angular de toda sociedad democrática que aspire a la
justicia social y a la realización de los derechos humanos. En prácticamente
todas las sociedades y esferas de actividad la mujer es objeto de desigualdades
en las leyes y en la práctica. Origina, y a la vez exacerba, esta situación la
existencia de una discriminación en la familia, la comunidad y el lugar de
trabajo. Aunque las causas y las consecuencias puedan variar de un país a
otro, la discriminación contra la mujer es una realidad muy difundida que se
perpetúa por la supervivencia de estereotipos y de prácticas y creencias
culturales y religiosas tradicionales que perjudican a la mujer.
Los recientes esfuerzos para reunir datos sobre la situación real de la mujer en
el mundo han producido algunas estadísticas alarmantes sobre las diferencias
económicas y sociales entre la mujer y el hombre. Las mujeres constituyen la
60
mayoría de los pobres del mundo, y desde 1975 el número de mujeres que
viven en la pobreza en medios rurales ha aumentado en un 50%. La mayoría de
los analfabetos del mundo son mujeres; esa cifra pasó de 543 millones a 597
millones entre 1970 y 1985. En Asia y Africa las mujeres trabajan por semana
13 horas más que los hombres y en la mayoría de los casos no son
remuneradas. En todo el mundo las mujeres ganan entre un 30 y un 40%
menos que los hombres por el mismo trabajo. En todo el mundo las mujeres
ocupan entre el 10 y el 20% de los puestos directivos administrativos y menos
del 20% de los puestos de trabajo en la industria. Entre los jefes de Estado del
mundo las mujeres representan menos del 5%. Los quehaceres domésticos y
los trabajos en la familia no remunerados de la mujer, si se contabilizaran en
cada país como rendimiento productivo nacional, aumentarían la producción
mundial de un 25 a un 30% 1/.
La noción de igualdad significa mucho más que tratar a todas las personas de la
misma manera. Brindando un trato igual a personas que estén en situaciones
desiguales se perpetuará, y no se erradicará, la injusticia. La verdadera
igualdad sólo puede surgir de esfuerzos encaminados a abordar y corregir esas
situaciones desequilibradas. Esta visión más amplia de la igualdad ha llegado a
ser el principio subyacente y el objetivo último de la lucha por el reconocimiento
y la aceptación de los derechos humanos de la mujer.
2.6.1. DISCRIMINACIÓN POR GÉNERO
La discriminación de género o sexismo es un fenómeno social, puesto que son
necesarias representaciones de ambos sexos para que pueda darse esta
situación: no existe una igualdad de género a partir de la cual denunciar la
discriminación o desigualdad; al contrario: la base de este fenómeno es la
supremacía de uno de los géneros.
Mientras que el término "sexo" hace referencia a las diferencias biológicas entre
hombres y mujeres, "género" describe las funciones, derechos y
61
responsabilidades establecidas por la sociedad y que las comunidades y
sociedades consideran apropiados para hombres y mujeres. Esta serie de
supuestos construidos a partir de las diferencias biológicas entre hombres y
mujeres crean las identidades de género y a su vez, la discriminación de
género.
Al tratarse de una elaboración social, el género es un concepto muy difuso. No
sólo cambia con el tiempo, sino también de una cultura a otra y entre los
diversos grupos dentro de una misma cultura. En consecuencia, las diferencias
son una construcción social y no una característica esencial de individuos o
grupos por lo tanto las desigualdades y los desequilibrios de poder no son un
resultado "natural" de las diferencias biológicas.
En términos estatales el liberalismo ha apoyado la intervención del Estado a
favor de las mujeres como personas abstractas con derechos abstractos sin
examinar estas nociones en términos de género. Adicionalmente, como el
hombre hegemónico es quien determina el Derecho, este ve y trata a las
mujeres de la manera como los hombres las ven y las tratan. Por lo tanto, el
estado liberal coercitiva y autoritariamente constituye el orden social según los
intereses de los hombres como género, a través de la legitimación de sus
normas, la relación con la sociedad y políticas sustantivas. Consecuentemente,
el género, se mantiene como una división de poder.
La discriminación de género adopta diversas formas de división de poder,
algunos de cuyos aspectos incluyen:
Derechos humanos: Aunque las leyes internacionales garantizan derechos
iguales a los hombres y a las mujeres esta no es la realidad porque por motivos
de género se les está negando el derecho a la tierra y a la propiedad, a los
recursos financieros, al empleo y a la educación, entre otros.
62
Trabajo: En todo el mundo, tanto las mujeres como los hombres trabajan. Sin
embargo, las funciones que desempeñan las mujeres son invisibles, ya que
tienden a ser de una naturaleza más informal. Adicionalmente, los hombres
ocupan la mayoría de las posiciones de poder y de toma de decisiones en la
esfera pública, dando lugar a que las decisiones y políticas tiendan a reflejar las
necesidades y preferencias de los hombres, no de las mujeres.
Ventajas: Los recursos mundiales están distribuidos de forma muy irregular, no
sólo entre los distintos países, sino también entre los hombres y las mujeres de
un mismo país. Aunque se calcula que realizan dos terceras partes del trabajo
en el mundo, las mujeres sólo obtienen una tercera parte de los ingresos, y
poseen menos del 1% ciento de la propiedad mundial.
Cabe aclarar que el hombre también es bastante discriminado en relación con
la mujer, por ejemplo:
· En muchos países, en caso de litigio de hombre vs. mujer, la simple
declaración de ella pesa más por razón de su género.
· En casos de divorcio, la custodia de los hijos suele quedarse con la
madre.
· En delitos sexuales, la sociedad suele ser más benévola para con las
mujeres. Por ejemplo, el exhibicionismo femenino suele considerarse un
derecho, y el masculino, un crimen. Lo mismo vale para los tocamientos:
no se valoran igual una nalgada de hombre a mujer que de mujer a
hombre.
· La violencia física leve también se censura más si es de hombre a mujer
y suele quedar impune en el caso contrario. Casos ejemplares son los
golpes televisados, como los de la diputada Iris Varela a un periodista.
· Añadamos a esto que la mujer a menudo es favorecida por una
discriminación con base en la estancia en que se viva: infinidad de
legislaciones la facultan para matar a sus hijos, si éstos se hallan en la
63
estancia intrauterina, facultad que suele negársele al hombre (casos Laci
Peterson y Erica Basoria, por ejemplo).
En 1989 la socialista española Carmen Cerdeira presentó ante el Pleno del
Senado la proposición de ley para la reforma del Código Civil en aplicación del
principio de no discriminación por razón de sexo.
2.6.2. DISCRIMINACIÓN POR SEXO
Este tipo de discriminación se diferencia de la discriminación por Género en
que, además de que contiene a dicha discriminación (esto es, una constitución
del orden social según los intereses de los hombres como género frente a las
mujeres, a través de la legitimación de sus normas, la relación con la sociedad y
políticas sustantivas), también habla de la orientación sexual y las identidades
de género.
2.6.3. DISCRIMINACIÓN INSTITUCIONAL
Muchos gobiernos han intentado controlar la discriminación mediante
legislación en materia de derechos civiles, igualdad de oportunidades y políticas
institucionales de discriminación positiva.
Algunos gobiernos han formalizado y apoyado la discriminación. Entre ellos se
encuentra el apartheid de Sudáfrica, la segregación racial en los Estados
Unidos entre la Guerra Civil y los años 1960, el "problema judío" en la Alemania
nazi y los campamentos de reeducación en algunos países comunistas.
Incluso en democracias seculares el gobierno puede ejercer prácticas
discriminatorias. La más obvia es que ofrece un mejor tratamiento a sus
ciudadanos que a los no ciudadanos, por ejemplo, un ciudadano desempleado
que recibe un subsidio de desempleo (fundado por los contribuyentes) que se le
niega a uno que no tenga la ciudadanía. Además, el gobierno puede expulsar a
64
los no ciudadanos, pero no tiene ese poder sobre sus ciudadanos. Ningún
gobierno del mundo considera ilegal la discriminación por razón de ciudadanía.
2.6.4. DISCRIMINACION SOCIAL
Una de las causas más extendidas de la discriminación social es la que se basa
en el género de la persona. La discriminación es un fenómeno de relaciones
entre diversos grupos sociales, y tiene sus raíces en la opinión que un grupo
tiene sobre otro. Es un problema de convivencia. Una de las causas de la
discriminación es el sentimiento de superioridad que siente un grupo respecto a
otro, como por ejemplo el que siente el hombre sobre la mujer.
Esto se ha traducido, a lo largo de la historia, en una serie de leyes
discriminatorias que han apartado a la mujer de los escenarios de decisión y de
muchos trabajos que no fueran el doméstico.
A pesar de la igualdad de derecho, la igualdad de hecho sigue siendo en
muchos casos una declaración de intenciones: es necesario un cambio de
mentalidad en mujeres y hombres. Este cambio debe empezar en el seno de las
familias y en los centros escolares como agentes de socialización que
transmitan que niños y niñas son personas con los mismos derechos,
oportunidades, expectativas y necesidades. Este cambio debe estar apoyado
por todas las instancias sociales (medios de comunicación, Administración, etc.)

2.7. VIOLENCIA CONTRA LA MUJER


"La violencia contra la mujer es quizás la más vergonzosa violación de los
derechos humanos. No conoce límites geográficos, culturales o de riquezas.
Mientras continúe, no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia
la igualdad, el desarrollo y la paz."
65
La violencia contra la mujer adopta formas diversas, incluidos la violencia en el
hogar; las violaciones; la trata de mujeres y niñas; la prostitución forzada; la
violencia en situaciones de conflicto armado, como los asesinatos, las
violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual y el embarazo forzado; los
asesinatos por razones de honor; la violencia por causa de la dote; el
infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo del feto en favor de bebés
masculinos; la mutilación genital femenina y otras prácticas y tradiciones
perjudiciales.
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, adoptada
por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, demuestra el
reconocimiento y la comprensión internacional de que la violencia contra la
mujer es una violación de los derechos humanos y una forma de discriminación
contra la mujer.
En la Plataforma de Acción adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la
Mujer, celebrada en Beijing en 1995, se define la violencia contra la mujer como
una de las 12 esferas de especial preocupación que deben ser objeto de
particular hincapié por parte de los gobiernos, la comunidad internacional y la
sociedad civil.
En su 42o período de sesiones, celebrado en 1998, la Comisión de la Condición
Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas propuso nuevas medidas e
iniciativas que deberían aplicar los Estados Miembros y la comunidad
internacional para poner fin a la violencia contra la mujer, incluida la
incorporación de una perspectiva de género en todas las políticas y programas
pertinentes. Entre las conclusiones convenidas del período de sesiones figuran
medidas destinadas a prestar apoyo a la labor de las organizaciones no
gubernamentales, combatir todas las formas de trata de mujeres y niñas,
promover y proteger los derechos de los trabajadores migrantes, en particular
66
las mujeres y los niños, y promover las actividades coordinadas de
investigación sobre la violencia contra la mujer.
Respuesta de la comunidad internacional
Desde la celebración de la Conferencia de Beijing cinco años atrás, se han
adoptado importantes medidas en el plano internacional para eliminar la
violencia contra la mujer:
· En el Protocolo Facultativo de la Convención sobre la eliminación de
todas las formas de discriminación contra la mujer, aprobado por la
Asamblea General el 6 de octubre de 1999, se establece el derecho de la
mujer de pedir reparación por la violación de sus derechos humanos,
incluida la violencia basada en el género.
· La Asamblea General aprobó en 1997 las Estrategias y Medidas
Prácticas Modelo para la eliminación de la violencia contra la mujer en la
esfera de la prevención del delito y la justicia penal.
· Al igual que los tribunales penales internacionales para la ex Yugoslavia
y Rwanda, el estatuto de la Corte Penal Internacional, aprobado en junio
de 1998, contiene disposiciones específicas relativas a los delitos
basados en el género.
· Un proyecto de protocolo de un nuevo tratado propuesto, una convención
de las Naciones Unidas para la supresión de la delincuencia organizada
transnacional, versa concretamente sobre la trata de seres humanos, en
particular de mujeres y niños.
Violencia en el hogar
La violencia en el hogar, especialmente los golpes a la cónyuge, es tal vez la
forma más generalizada de violencia contra la mujer. En países en que se
realizan estudios fiables en gran escala sobre la violencia basada en el género,
67
se informa de que más del 20% de las mujeres han sido víctimas de maltrato
por los hombres con los que viven.
De acuerdo con el Informe sobre el Desarrollo Mundial 1993 del Banco Mundial,
las violaciones y la violencia en el hogar culminan en la pérdida de más años de
vida saludable, entre las mujeres de 15 a 44 años de edad, que el cáncer
mamario, el cáncer del cuello del útero, el parto obstruido, la guerra o los
accidentes de tránsito.
Trata de mujeres
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) calcula que la trata
de mujeres y niños, que casi siempre se realiza para la explotación sexual con
fines comerciales, genera hasta 8.000 millones de dólares anuales. Las
enormes ganancias que obtienen los perpetradores, que cada vez están más
vinculados a la delincuencia organizada, han convertido ese delito en una
amenaza mundial que se extiende rápidamente.
Las mujeres y niñas pobres figuran entre los principales grupos afectados por
los tratantes debido a su marginación y limitados recursos económicos. Algunas
participan voluntariamente animadas por promesas de mayores ingresos y la
esperanza de dejar atrás la pobreza. Otras lo hacen obligadas, y muchas
terminan en la prostitución contra su voluntad. Para cambiar esa situación:
· Filipinas ha lanzado una iniciativa, en cooperación con la sociedad civil y
otros gobiernos, que incluye actividades de capacitación de organismos
de primera línea sobre cómo combatir la trata de mujeres y niñas y
elaborar procedimientos para ello.
· Como parte de su investigación de la delincuencia organizada, la policía
creó una División para Combatir la Trata de Mujeres dentro del
Departamento de la Policía.
· China ha introducido enmiendas en su código penal respecto del
secuestro de mujeres y niñas y la prostitución forzada.
68
· En las zonas fronterizas, Myanmar ha creado ocho centros profesionales
para mujeres y niñas, a fin de evitar la trata de mujeres.
· Los Países Bajos han designado un relator nacional encargado de
describir el panorama general de los datos sobre la trata de mujeres y los
métodos para prevenirla.
· Albania y la Federación de Rusia han iniciado campañas educativas
dirigidas a las posibles víctimas.
Mutilación genital femenina
De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), se
calcula que, entre 85 y 114 millones de mujeres y niñas, la mayoría de las
cuales vive en África, el Oriente Medio y Asia, han sido sometidas a la
mutilación de sus genitales.
La mutilación genital femenina, también conocida como la "circuncisión
femenina", consiste en extirpar total o parcialmente el clítoris y otros órganos
genitales. Su forma extrema, la infibulación, consiste en extirpar el clítoris y
ambos labios y la sutura de la vulva, dejando solamente un pequeño orificio
para permitir el paso de la orina y el flujo menstrual.
Esa mutilación de las niñas tiene importantes consecuencias a corto y largo
plazos. Es extremadamente dolorosa y puede provocar infecciones y la muerte,
así como dificultades en el parto y una mayor vulnerabilidad al VIH/SIDA. Esa
práctica refleja el consenso social imperante de que es preciso preservar la
virginidad de la niña y la mujer hasta el matrimonio y controlar su sexualidad.
Los hombres en esas culturas suelen no casarse con niñas o mujeres que no
hayan sido sometidas a la circuncisión, ya que las consideran "sucias" y
"sexualmente indulgentes".
Desde que se celebró la Conferencia de Beijing, se han adoptado, entre otras,
las siguientes medidas contra la mutilación genital femenina:
69
· Como parte de una campaña de promoción internacional, en septiembre
de 1997 el FNUAP nombró a Waris Dirie, activista y modelo, Embajadora
Especial para la Elimianción de la Mutilación Genital Femenina.
· La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha preparado materiales de
capacitación e impartido cursos prácticos para crear mayor conciencia
entre las enfermeras y parteras en la región de África y el Mediterráneo
oriental, en un intento por procurar su participación activa en la lucha
contra la mutilación genital femenina.
· La República Unida de Tanzanía, uno de los diez países en que se
practica ampliamente la mutilación genital femenina, ha promulgado
leyes que consideran delito esa práctica. Las sanciones incluyen multas
y la encarcelación. Los otros nueve países son Burkina Faso, Côte
d'Ivoire, Djibouti, Egipto, Ghana, Guinea, la República Centroafricana, el
Senegal y el Togo.
· Varios países, como Australia, el Canadá, los Estados Unidos, Nueva
Zelandia y el Reino Unido, que tienen poblaciones de inmigrantes que
practican ese ritual, han aprobado disposiciones similares para tratar de
eliminar esa práctica.
Nigeria ha creado el teatro Fístula Vesicovaginal y centros de rehabilitación
para prestar servicios de salud a las menores de edad casadas que han sido
afectadas por la mutilación genital femenina.
2.8. VISION INTERNACIONAL DE FEMINICIDIO
Hay algunos casos paradigmáticos: desde 1993 hasta enero de 2006, más de
430 mujeres han sido asesinadas y más de 600 están desaparecidas
(presumiblemente asesinadas también) en Ciudad Juárez, México, en un
escenario donde se concentran la industrialización fronteriza de las maquilas, la
marginación, inmigración, machismo exacerbado, narcotráfico, prostitución,
impunidad y corrupción política y policial. En Guatemala, al igual que en Ciudad
70
Juárez, cerca de dos mil mujeres fueron asesinadas entre 2001 y 2005. Las
mayores víctimas tienen entre 12 y 25 años y viven en las regiones más pobres
del país. Los métodos varían desde la utilización de armas de fuego, e incluyen
torturas, violación y posterior asesinato. Junto al incremento de estos crímenes
existe también un aumento de amenazas y hostigamiento hacia las distintas
organizaciones que asumen la denuncia pública de las masacres.
A estos alarmantes hechos recientes hay que sumar los feminicidios en las
guerras, en muchas ocasiones asociados a violaciones masivas, como los
ocurridos en la ex Yugoslavia, Rwanda, República Democrática del Congo, por
citar sólo algunas situaciones de las últimas décadas. Actualmente estos
crímenes aparecen sancionados severamente en el Estatuto de la Corte Penal
Internacional.
La violencia contra la mujer, tal como se manifiesta en estos casos, no sólo
constituye una forma de discriminación sino que comporta violaciones al
derecho a la vida, a la integridad física, libertad, seguridad y protección judicial
consagrados en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la
Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer, entre otras. Estas normas internacionales reafirman la obligación del
Estado de esclarecer la verdad, hacer justicia y proporcionar reparación a las
víctimas, aun cuando sus derechos han sido violados por particulares.
”El tema de la violencia contra las mujeres sigue marcado por dos aspectos
importantes: el tema de la impunidad y el de la implementación de los
mecanismos, que en última instancia deberían ser parte de una nueva visión
que incorpore, junto al marco de los derechos humanos, las conexiones con los
temas y las organizaciones que trabajan por la paz, la justicia económica y la
seguridad”.
“El estatus de las mujeres de todas las regiones y las diversas violaciones a sus
71
derechos humanos que antes estaban ocultas y silenciadas han salido a la luz,
ligando los movimientos locales a un movimiento de mujeres global que sigue
creciendo. Es momento de cerrar el ciclo de la victimización para abrir el del
empoderamiento y permitir que las mujeres se sientan sujetas de derechos
capaces de enfrentar un sistema de justicia altamente sexista, racista, clasista y
homófobo. ("Humanidades, derechos y violencia de género", Ana Elena
Obando)
Si bien bajo la palabra feminicidios se pueden reunir las diferentes formas y
situaciones donde las mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres, en
este informe realizamos cierta categorización con el objetivo de facilitar la
organización del mismo.
2.8.1. RADIOGRAFÍA DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER A NIVEL
INTERNACIONAL
Pero ¿cuál es el estado real de la violencia en América Latina?, veamos
algunos datos:
Argentina: más de 20 mil casos de violencia doméstica denunciados al
año en las áreas urbanas; más de 7 mil violaciones denunciadas al año
Bolivia: el 93% de los casos denunciados corresponde a violencia
familiar; 61% de los casos de asesinatos de mujeres son entre los 21 y
25 años de edad; 80% de los intentos o violaciones se dan a mujeres
entre los 11 y los 20 años de edad
Brasil: más de 135 mil mujeres sostuvieron denuncian violencia de
diversos tipos, más de la mitad de ellas han sido violaciones sexuales
Colombia: más del 75% de los desplazados por la guerra son mujeres;
más de 70 mil casos de denuncia de violencia intrafamiliar al año; 86%
de las víctimas de delitos sexuales son mujeres y de estas, el 55% tenía
menos de 14 años
72
Chile: más del 14% de las mujeres casada sufre violencia sexual; 50% ha
sufrido violencia en la pareja
Costa Rica: más de 50 mil casos denunciados de violencia intrafamiliar;
incremento en 70% de casos de feminicidio, de estos el 61% son
cometidos por parejas o exparejas de las víctimas
Ecuador: 60% de las mujeres han sufrido violencia a manos de su pareja;
El Salvador: más de 15 mil casos reportados al año por violencia
intrafamiliar; más de 5 mil delitos al año contra mujeres; 98% de los
feminicidios son cometidos por la pareja; 316 asesinadas en 2006
Guatemala: más de 5 mil casos reportados de violencia intrafamiliar; del
90% de casos denunciados de violación el 50% son mujeres y el 40%
niñas; 60% de los feminicidos son producto de la violencia doméstica
Haití: el 70% de las mujeres reporta haber sufrido violencia doméstica, de
ellas el 365 el agresor fue la pareja
Honduras: más del 60% de las mujeres reporta haber sufrido algún tipo
de violencia
México: uno de cada tres hogares reporta violencia doméstica, hay un
incremento de 72% en los casos de denuncia de violencia intrafamiliar,
de estos el 91% de los agresores son hombres; hay un incremento
dramático de casos de feminicidio; se ha dado un incremento de los
casos de violación por parte de los miembros del ejército y policías
contra mujeres
Nicaragua: 70% de las mujeres ha sufrido violencia física, de estos más
del 65% de los casos son violencia intrafamiliar, el resto son por violencia
sexual
Panamá: entre 1999 y 2006 213 mujeres han sido asesinadas; más de
900 casos mensuales reportados de violencia doméstica en todo el país
Perú: seis de cada diez mujeres han sido golpeadas, de ellas el 74% es
violencia intrafamiliar; más del 55% de los afectados por la guerra fueron
mujeres;
73
Puerto Rico: más de 180 mil mujeres han padecido violencia doméstica
en los 10 años recientes; 83% de los casos de violación son mujeres o niñas.
República Dominicana: más del 50% de las sexo servidoras que trabajan
en Holanda –Países Bajos- con Dominicanas;
Uruguay: más del 46% de las mujeres reporta sufrir violencia doméstica,
Venezuela: más de 70 mil casos al año de violencia sexual contra
Mujeres.
Esto solo es una muestra del tamaño del fenómeno de la violencia contra la
mujer en nuestros países. Ese es el tamaño del reto, en el que además se da
un notable incremento de violencia contra las mujeres por parte de las fuerzas
del orden público y como parte de los conflictos sociales y políticos, que se
convierten a las mujeres parte de un perverso e inaceptable botín de guerra.

2.9. LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES


FRENTE AL FEMINICIDIO
Los derechos humanos es la aspiración máxima del hombre, donde los seres
humanos liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de acción,
de palabra, de pensamiento y sentimientos profundos de su espiritual dad, en
dignidad y reconocimiento de sus valores.
“Considerando la libertad, la justicia y la paz en el mundo, se proclama como
aspiración más elevada del hombre, para que los seres humanos vivamos
liberados del temor y la miseria, con fe, dignidad y valor, iguales ante la ley
universal y si inalienables, siendo una normativa social que se hace efectivo en
la vida diaria".
La declaración universal, prohíbe todas las formas de discriminación por
razones raza, sexo, idioma, religión, creencias, economía, cultura y origen
74
étnico y garantiza el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de las
personas "los derechos humanos son congénitos y corresponden a todas las
personas sin distinción".
El respeto a los derechos humanos y la dignidad humana, "constituye el
fundamento de libertad y la justicia de paz en el mundo."
Los derechos humanos, son los derechos que tiene la humanidad para su
convivencia pacífica, en armonía a los principios de la vida, la libertad, la
igualdad, la justicia y la equidad.
2.9.1. PRINCIPIOS BÁSICOS DE LOS DERECHOS HUMANOS
Los principios generales de los derechos humanos, " como ideal común por el
que todos los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que todos los
individuos, como las instituciones, inspirándose constantemente en ella,
promuevan mediante la enseñanza y la educación al respeto de estos derechos
y libertades y aseguren por medidas progresivas de carácter nacional e
internacional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos, tanto entre
los pueblos como entre los territorios colocados bajo su jurisdicción".
Entre sus principios básicos, podemos reconocer dos principios rectores y
esenciales que son:
a) La indivisibilidad e interdependencia y b) la universalidad de todos los
derechos. En marco a estos principios rectores, podemos enunciar algunos de
importancia:
_ Igualdad, todo ser humano es igual ante todos y con todas las facultades
de participación y goce de sus derechos.
75
_ Libertad, es el término por el cual se entiende que todos tenemos ese don
de hacer y no hacer nuestras actividades sin atropellar derechos de
terceros.
_ Tolerancia, por este principio se entiende que todos los seres humanos
debemos comportamos respetuosos de los criterios que manifiesten los
demás.
_ Equidad, hay distintas formas de abordar la equidad y esto depende del
alcance y contenido que se atribuye al término, esto puede ser equitativo,
imparcialidad, relevancia, igualdad de resultados; equidad política,
económica, social, derechos y ciudadanía.
Solidaridad, nos expresa que todos los seres humanos debemos comportamos
fraternalmente, los unos con los otros, sin importamos las diferencias.
2.9.2. CARACTERÍSTICAS DE LOS DERECHOS HUMANOS
Derechos indivisibles, significa que los treinta artículos de la declaración
universal no pueden dividirse, ni desmembrarse, estos son un todo único y no
pueden catalogarse por jerarquía.
Son derechos integrales, son complementarios a los anteriores y están
relacionados en forma correlativa. No pueden afirmarse derechos en vigencia
de unos y desconocimiento de otros.
Los derechos son universales, significa que estos derechos proclamados, son
para toda la humanidad, es decir, no es para un solo grupo, nación o Estado;
esta característica implica que la declaración universal no es discriminatoria,
constituyen principios morales, jurídicos y sociales, las reglas que de ellos
emanan se constituyen en obligatorias para los Estados, hacia los habitantes de
sus territorios.
76
Son derechos inalienables, esta característica implica que los derechos
humanos no son objeto de regateo, es decir no se vende ni se compra.
Son imprescriptibles, no pueden ser reemplazados, ni sustituidos, suprimidos, ni
anulados por ningún organismo, Nación, Estado o poder, jamás pueden dejar
de existir, son permanentes en tiempo y espacio.
2.9.3. VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
La definición de una violación de derechos humanos, de un delito y/o de un
hecho criminal no es algo estático; las ciencias jurídicas y sociales, como todas
las ciencias, deben estar en constante evolución para responder a los
cambios, descubrimientos y características que presentan las sociedades a las
cuales pretenden aportar una normatividad que garantice el bienestar y la
dignidad humana, regule las relaciones y los correspondientes mecanismos de
resolución de conflictos entre sus habitantes.
Un Estado que no toma en cuenta las nuevas dinámicas y características de la
conflictividad social y política, es incapaz de cumplir la misión para la cual está
constituido, principalmente en cuanto a garantizar la vida, el bien superior, así
como el disfrute de los derechos de todas y todos sus habitantes, en
condiciones de seguridad, equidad y dignidad.
Si la normativa del Estado no corresponde a la realidad y a las necesidades de
su población, sus instrumentos legales pueden servir para fomentar problemas
de exclusión, discriminación, explotación, abuso de poder y violencia, como
sucede en Bolivia.
El creciente fenómeno de muertes violentas de mujeres en el país demanda
igualmente, una nueva conceptualización criminal en el Código Penal, que
77
tome en cuenta sus particularidades y el contexto en que se produce por
tratarse de delitos con carácter de género.
Es necesario que la categoría de género se incorpore al análisis, explicación y
definición de los fenómenos sociales que de diversa forma afectan a las
mujeres, especialmente aquellos que implican la violación de su derecho a la
vida, a la seguridad e integridad física y mental. Las relaciones asimétricas de
poder entre los géneros, de desventaja para las mujeres, su menor acceso y
disfrute de bienes y oportunidades de desarrollo, así como la misoginia que la
desvaloriza y subordina estratégica y cotidianamente, no pueden ser obviados
en el estudio y tipificación de una problemática que esencialmente las afecta
por su condición de mujeres; mucho menos deben ser ignorados en la
búsqueda e implementación de políticas y acciones para su solución.
Sin embargo, existe un gran abismo entre los que definen los derechos civiles y
políticos de una forma limitada como los derechos humanos “verdaderos” y
aquellos que defienden que los derechos económicos, sociales y culturales son
más importantes.
Los movimientos de Derechos Humanos de las Mujeres juegan un papel crítico
en esta dicotomía porque va contra el principio de la indivisibilidad de todos los
derechos. Las analistas feministas de derechos humanos rechazan la jerarquía
predominante que otorga privilegios a los derechos civiles y políticos frente a los
derechos económicos, sociales y culturales. Las experiencias de las mujeres
demuestran que el ejercicio del derecho político a presentarse a un cargo
electoral, por ejemplo, depende del acceso a los recursos económicos, así
como del apoyo social y del refrendo cultural de mujeres en posición de tomar
decisiones. De manera similar, una mujer víctima de la violencia no puede
ejercitar su derecho a la libertad ante un “un tratamiento cruel, inhumano y
degradantes” si no existen sanciones contra los autores, servicios de apoyo
78
efectivos e independencia económica (es decir, derechos económicos y
sociales).
Resulta también importante subrayar que el derecho a disfrutar de los derechos
civiles y políticos, mencionados en los principios de Naciones Unidas y sus
tratados, sin tener en cuenta “raza, color, sexo, lengua, religión, opinión política
o de otro ámbito, origen nacional o social, propiedad, nacimiento u otro estatus”
es en sí mismo un derecho civil fundamental. El cumplimiento correcto de este
derecho, de no-discriminación en el disfrute de los derechos humanos, exige
que los planes de acción para implementar los derechos humanos de las
mujeres tomen en consideración la diversidad de las vidas de las mujeres, de
sus experiencias e identidades según raza, geografía, estatus socio-económico,
orientación sexual, capacidad/discapacidad, etc.
Una crítica clave formulada por los defensores/as de los derechos humanos de
las mujeres es que las definiciones tradicionales de los derechos civiles y
políticos se han centrado fundamentalmente en las amenazas a los derechos
humanos que suponen una mayor preocupación para los hombres, es decir, las
violaciones de derechos llevadas a cabo por el estado que suponen un conflicto
entre los individuos y el ejercicio del poder del estado. Por lo tanto, una amplia
gama de violaciones llevadas a cabo por agentes no-estatales, que afectan
principalmente a las mujeres, no han sido consideradas como violaciones de los
derechos humanos. La violencia contra las mujeres es un ejemplo de un tema
que afecta a las mujeres globalmente con cifras muy altas, pero que solo
recientemente se ha reconocido por las Naciones Unidas como una violación de
los derechos humanos, ya se lleve a cabo por agentes estatales o no-estatales.
Más aún, los movimientos fundamentalistas o tradicionalistas que crecen en
todas las regiones del mundo, también están relacionados con el aumento de
las violaciones de los derechos humanos por parte de agentes no-estatales que
afectan particularmente a las mujeres. Los fundamentalistas, especialmente
79
aquellos que justifican sus acciones en nombre de la religión (cristiana, hindú o
islámica) a menudo utilizan a las mujeres, y la sexualidad de las mujeres y su
capacidad reproductiva, como instrumentos para definir su visión de la
sociedad. Se supone que las mujeres deben preservar la noción de “honor”,
definida por hombres, en nombre de la comunidad; se las “respeta” solo cuando
se ajustan a dichas normas y se arriesgan a ser víctima de estigmatización
social, violencia y muerte si no se ajustan a dicho patrón.
Al mismo tiempo, debemos reconocer que tanto las mujeres como los hombres
son víctimas de las formas “tradicionales” de violaciones de derechos humanos
promovidas por el estado, aunque en relación específica a cuestiones de
género. Cuando las mujeres son perseguidas y torturadas por su activismo
político, su estatus social, raza u otra cuestión de origen étnico o cultural, el
hecho de que las víctimas sean mujeres es siempre significativo. Afecta al
modo de persecución y de tortura, y limita severamente la probabilidad de que
los abusos perpetrados sean reconocidos y enmendados. El sexismo, abuso y
acoso sexual, juegan en general un importante papel en la represión y la tortura
de mujeres activistas. De forma similar, las mujeres que son víctimas de la
violación y de abusos sexuales, frecuentemente se encuentran con funcionarios
a cargo del cumplimiento de la ley con una visión parcial a favor de los
hombres, y con miembros del sistema judicial que de hecho minan y niegan su
derecho civil a tener protección legal al mismo nivel que los hombres.

2.9.4. DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES


Los derechos humanos de las mujeres han sido reconocidos como parte
inalienable e indivisible de los derechos humanos universales; sin embargo,
estos derechos reconocen las especificidades y diferencias que existen entre
hombres y mujeres. A pesar de que los derechos humanos son atributos de la
persona humana por el mero hecho de serlo, la especificidad de las violaciones
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de derechos humanos que sufren las mujeres, en función de su género, de los
roles y estereotipos que la sociedad históricamente les ha atribuido, marca la
necesidad de conferir un carácter también específico al reconocimiento de sus
derechos.
El disfrute y ejercicio de los derechos humanos se experimenta de manera
diferenciada de acuerdo al género, desde el momento en el que el hombre se
halla en una posición de poder superior al de la mujer dentro de la estructura
patriarcal, estructura que conforma al estado y sus instituciones. Esta posición
diferenciada en cuanto al uso del poder conlleva a la necesidad de crear
sistemas que sean específicos en función de sus titulares y sus diferentes
necesidades de protección, por ello la importancia del análisis desde los
derechos humanos de las mujeres.
Uno de los parámetros de los derechos humanos se encuentra el de la
igualdad, el cual no se define a partir de un criterio de semejanza sino de
justicia. En el marco de los derechos de las mujeres hablar de igualdad significa
tener los mismos derechos y la misma posibilidad de ejercerlos.
Los feminismos en la base de la lucha por los derechos de las mujeres.
El movimiento feminista nace como un movimiento para exigir, establecer
nuevas reglas y nuevas formas de tratar los problemas en los cuales las
mujeres se han visto envueltas a lo largo de la historia. Hay distintas corrientes
en el feminismo. Se manejan distintos conceptos: Hay muchos prejuicios e
ideas preconcebidas, hay que investigarlos, leerlos, escucharlas, reconocerlas.
Las revoluciones del siglo XIX y XX impulsan los derechos humanos pero no
logran superar la desigualdad y exclusión jurídica de las mujeres y ante ello se
crea el movimiento feminista.
81
La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, escrita por
Lafayette, fue el documento fundamental de la Revolución Francesa de 1789.
En esa declaración se consagran las ideas de igualdad, de libertad, de
soberanía popular, de limitación al poder estatal, del derecho a controlar a los
gobernantes. En cuanto a los derechos de las mujeres no se llevaron a cabo
muchos cambios ya que éstas eran consideradas como inferiores, con cuerpos
y mentes hechos exclusivamente para tener hijos y estar en la casa, sólo
capaces de atender los intereses inmediatos de la familia.
Sin embargo, surge una mujer Olympe de Gouges que comenzó a cuestionar
que el término "hombre" no era sinónimo de mujer, así que dos años después
de la declaración de Lafayette, escribió y difundió su Declaración de los
derechos de la mujer y la ciudadana. Artículo por artículo de la declaración del
hombre, fue contestando con su visión de mujer francesa ilustrada. En muchos
casos fue agregando conceptos y en otros sumó las palabras mujer o
ciudadana a hombre o ciudadano, o sustituyó hombre por mujer. Por ejemplo,
en el artículo 1 decía "La mujer nace libre y es igual al hombre en derechos...".
El debate era tan álgido y tan rudo, porque se estaba debatiendo el pacto
social, y las relaciones de género. En ese debate álgido, que insistían en que
querían ser ciudadanas, Olimpia de Gouges fue "juzgada" y guillotinada.
En las revoluciones sociales del siglo XX se abren nuevos espacios pero no se
superan la opresión ni la explotación de las mujeres. El movimiento sufragista
consigue establecer derechos a las ciudadanas en diferentes momentos y
lugares. La Declaración Universal los incluye enunciativamente y diversos
instrumentos en el derecho internacional los reconoce de manera paulatina y,
en ocasiones, fragmentariamente.
“Los derechos humanos no llegan a las mujeres”, dijeron, A través de una
declaración pública, llamaron la atención sobre el incremento de las redes de
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prostitución y tráfico de mujeres “que atentan sistemática e impunemente contra
la vida, contra la integridad física y moral, contra la dignidad de millones de
mujeres y de sus familias.”
Las mujeres, son “traficadas, secuestradas, violadas, violentadas y explotadas
por sus captores, por sus proxenetas o por quienes se dicen empresarios del
sexo. Todas ellas y sus familias se ven privadas de los Derechos Humanos.
Ellas conocen el problema porque lo sufren, ellas han pensado muchas veces
cual es la mejor solución a sus problemas, ellas, por tanto son quienes tienen
que hablar, quienes tienen que trabajar conjuntamente con los responsables
públicos que tienen en su mano articular soluciones y llevarlas a la práctica para
acabar con una práctica que vulnera los derechos más elementales de las
personas y/o para regular un servicio y dignificarlo”.

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