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Economía social de mercado

La economía social de mercado es un sistema que defiende la libertad de la iniciativa privada.


Sin embargo, al mismo tiempo, admite que el Estado tenga cierta intervención para asegurar el
bienestar de la población.
En otras palabras, la economía social de mercado combina la libertad económica con ideales como el
progreso igualitario de la sociedad, de manera que todos los ciudadanos puedan acceder a un mínimo
de calidad de vida. La economía social de mercado, pretende corregir lo que se conocen como fallos
de mercado.
Pilares de la economía social de mercado.
Los pilares de la economía social de mercado son principalmente:
Propiedad privada: El Estado debe respetar y proteger los bienes de los privados.
Libertad de competencia: Los agentes de mercado deben ser libres de tomar sus propias decisiones
de producción y/o consumo. Esto, al menos que se traten de bienes o servicios considerados de
necesidad pública, donde se tendría que establecer una adecuada regulación.
Responsabilidad individual: Las personas y empresas pueden perseguir un beneficio económico,
pero sin afectar el bien común. Es decir, una empresa no debería, por ejemplo, operar afectando el
medioambiente sin hacerse cargo por las consecuencias.
Subsidiariedad: El Estado debe incentivar la producción o proveer aquellos bienes o servicios que se
consideren esenciales para la comunidad y que no los estén ofreciendo los privados. Esto último puede
ser el caso de los monopolios naturales, como el agua y la electricidad, donde los altos costes de
inversión inicial desincentivan la entrada de competidores en localidades poco habitadas.
Estado no planificador: A diferencia de lo que propone la planificación central, el gobierno no
debería determinar la asignación de los recursos, sino que debería hacerlo la oferta y demanda del
mercado. Así, el gobierno solo debe actuar de forma subsidiaria, como explicamos líneas arriba.
Origen de la economía social de mercado
Alfred Müllen– Armack fue quien inicialmente definió los principios de la economía social de
mercado en la década de 1940. Así, se comenzó a implementar este sistema en la Alemania de la
posguerra, para luego expandirse a otras naciones.
Desde finales del siglo XX, se pueden ver, en parte, reflejadas estas ideas en los países donde existe
un Estado del Bienestar, es decir, principalmente Europa.
En la práctica, la economía social de mercado se ha aplicado dando, en principio, una plena libertad a
la iniciativa empresarial. Sin embargo, para ciertas actividades económicas se establecen regulaciones
especiales, subsidios, o incluso se puede restringir la oferta a manos del Estado (monopolio estatal)
con el fin de asegurar el abastecimiento del bien o servicio en cuestión a toda la población.
Fallo de mercado
Un fallo o falla de mercado es una situación que se produce cuando el mercado no es capaz de
asignar los recursos de forma eficiente.
En economía, el sistema de precios de un mercado competitivo es capaz de abastecer todos los bienes
y servicios de una economía. Sin embargo, existen algunas situaciones donde esto no es posible, estos
se conocen como fallos de mercado.
Lo contrario al fallo de mercado, es el fallo del Estado.
Intervención del Gobierno para corregir los fallos de mercado
En una economía mixta, como en la que vivimos, parte de las decisiones se toman por los ciudadanos
y parte por el gobierno. Dado que existen ciertos fallos de mercado inevitables, la intervención del
gobierno en el mercado se justifica ante:
La ausencia de regulación: El sector público regulará los mercados con normas tanto nacionales
como internacionales y así favorecer el desarrollo de la economía.
Desigualdad en la distribución de la renta: El sector público contará con una política fiscal, como la
implantación de impuestos progresivos.
Inexistencia de determinados bienes en el mercado: Algunos bienes pueden no ser rentables para las
empresas privadas y por ello el sector público intervendrá produciendo bienes públicos. A estos bienes
no se les aplica el principio de exclusión. La oferta de ese bien es conjunta, es decir, cuando se facilita
a un sujeto ese bien o servicio queda a disposición de los demás. Por ejemplo, si ponen una farola en la
puerta de su casa, la luz de ésta será disponible para cualquiera que pase por allí.
Pueden ser:
Fallo de mercado puro: Por utilizar un producto no excluyes a los demás de su uso y no existe
rivalidad, por ejemplo el alumbrado público.
Fallo de mercado no puro: En los que se puede excluir a una persona de su uso mediante el pago de
un precio, por ejemplo la educación.
Externalidades negativas: Cuando se generen costes sociales, al ejercer la actividad que producirá
unos bienes o servicios, causando efectos negativos sobre la economía, y sean superiores al coste
privado, el sector público sancionará a quienes produzcan estos bienes o servicios. Por ejemplo, una
planta química que vierte sus residuos al río, contamina el agua perjudicando así a los agricultores.
También cabe destacar la existencia de externalidades positivas, que producen beneficios sobre
terceros y en las que el sector público intervendrá concediendo subvenciones y ayudas.
Monopolio: El mercado tiende a ser solo una empresa, por ello el sector público lo regulará
favoreciendo la libre competencia, estimulando la existencia de muchos vendedores competitivos.
Ejemplo de fallo de mercado
Por ejemplo, la luz de las calles y el alcantarillado de una ciudad podrían ser fallos de mercado. No es
rentable para una empresa dedicarse a poner alumbrado en la calle, porque invertiría mucho dinero
pero no ingresaría nada y al final quebraría. Por ello, el gobierno se encarga de realizar estas tareas,
cubriendo los fallos de mercado

Capitalismo
El capitalismo es un sistema económico y social basado en que los medios de producción deben
ser de propiedad privada, el mercado sirve como mecanismo para asignar los recursos escasos de
manera eficiente y el capital sirve como fuente para generar riqueza. A efectos conceptuales, es
la posición económico-social contraria al socialismo.
Un sistema capitalista se basa principalmente en que la titularidad de los recursos productivos son de
carácter privado. Es decir, deben pertenecer a las personas y no una organización como el Estado.
Dado que el objetivo de la economía es estudiar la mejor forma de satisfacer las necesidades humanas
con los recursos limitados que disponemos, el capitalismo considera que el mercado es el mejor
mecanismo para llevarlo a cabo. Por ello, cree necesario promover la propiedad privada y la
competencia.
Los factores fundamentales de producción son el trabajo y el capital. El capitalismo propone que el
trabajo se proporcione a cambio de salarios monetarios y debe ser aceptado libremente por parte de los
empleados.
La actividad económica se organiza de manera que las personas que organizan los medios de
producción puedan obtener un beneficio económico y aumentar su capital. Los bienes y servicios se
distribuyen mediante mecanismos de mercado, promoviendo la competencia entre empresas. El
aumento de capital, por medio de la inversión ayuda a la generación de riqueza. Si los individuos
persiguen el beneficio económico y la competencia en el mercado, aumentará la riqueza. Y con el
aumento de riqueza, aumentarán los recursos disponibles.
Capitalismo y socialismo
Las economías capitalistas se caracterizan principalmente porque empresas e individuos producen e
intercambian bienes y servicios en el mercado por medio de transacciones económicas a través de
determinados precios. De este modo, puede señalarse que es el individuo el que por medio de
organizaciones empresariales o financieras lleva la iniciativa económica y toma decisiones.
El sistema opuesto en términos de propiedad privada al capitalismo es el socialismo, que básicamente
defiende el concepto de propiedad social de los elementos de producción o de los bienes. De este
modo, a raíz de la defensa de la propiedad privada surgen el resto de características capitalistas:
defensa de intereses propios e individuales, los sistemas de precios y la existencia de competencia en
el mercado.
Con el paso de los años, las posturas socialistas han ido evolucionando desde sus premisas más
clásicas hasta una postura más abierta y aceptante del libre comercio. Bajo ciertas premisas básicas
como el control de los gobiernos en el ámbito económico y financiero y la protección del ciudadano
para evitar situaciones de desigualdad o abuso social. Se trata de sistemas económicos mixtos
conocidos como socialismo de mercado o socialdemocracia.

Origen del capitalismo


Otros nombres con los que se denomina al capitalismo desde su origen son «economía de libre
mercado» o «economía libre».
Aunque tanto los mercaderes y el comercio existen desde que surgieron las primeras civilizaciones, el
sistema capitalista no apareció hasta el siglo XIII en Europa. El capitalismo fue el sistema económico
que sustituyó al feudalismo en gran parte del mundo. Antes del capitalismo, el trabajo era una
obligación que derivaba de vínculos de servidumbre señorial, de la esclavitud o como obligación
socio-moral de uno mismo hacia su comunidad. El capitalismo surgió para proponer el trabajo a
cambio de capital (sueldos), en vez de por servidumbre o esclavitud, de ahí su nombre.
Características del capitalismo
Los principios básicos del capitalismo son:
Defensa de los derechos individuales: Propiedad privada de capital y de medios productivos.
Libertad de empresa: Mediante la cual es posible llevar a cabo proyectos empresariales o ponerles
fin.
Mercado competitivo: Lo cual supone que el precio de intercambio se da por la interacción
de oferta y demanda con la menor injerencia posible del Estado.
En este mercado con múltiples opciones y alternativas de productos entre los cuales los individuos
tienen la posibilidad de escoger. En él se conforman las decisiones de demanda y oferta que dan lugar
a los equilibrios y los precios.
De acuerdo a estas bases los miembros del espectro económico operan de acuerdo a la búsqueda de su
propio interés y la maximización de sus beneficios acumulando y empleando capital para ello.
Alternativamente, los trabajadores que participan en el sistema aportando mano de obra reciben en
contraprestación un salario u otros tipos de retribución que satisfaga su utilidad y les permita hacerse
con los bienes o servicios que requieran.

El papel del Estado en el capitalismo


La principal tarea del gobierno según el capitalismo es controlar los fallos de mercado. Además, debe
evitar que el sistema derive en situaciones de abuso y debe fomentar la competencia. Bajo este
concepto existen diferentes tipos de sistema derivados, como el capitalismo monopolístico, el
capitalismo financiero o el neocapitalismo.
En ese sentido, la escasa presencia e influencia del poder político en el mercado destaca especialmente,
pues permite a propietarios o empresarios operar con un alto grado de libertad e independencia para la
consecución de beneficios. Con estos, los empleadores logran la reinversión en las empresas y el pago
a los trabajadores. Al mismo tiempo, supone la reducción de poder que el estado tiene en el día a día
financiero y empresarial. Dando, de este modo, mayor peso a los agentes privados y ocupándose de la
supervisión de los mercados.
Los defensores de la privatización de los medios de producción a menudo argumentan que la empresa
privada es por lo general mejor gestora del control y dirección que el estado. Al cual, la burocracia o
sus muchas responsabilidades impiden desarrollar esta tarea de manera eficiente. Además de que
cuando una empresa es pública son los ciudadanos los que cargan con las posibles pérdidas resultado
de una mejorable gestión. En cambio, cuando es privada, es la propia empresa la que asume todo el
riesgo.
Los liberales defienden que en un mercado en el que hay competencia, las empresas son capaces de
mejorar los productos y servicios, cambiando la estructura de costes para poder ofrecer más calidad a
precios más reducidos. Reducir el papel del estado y su injerencia en los mercados es una de las bases
del capitalismo y de la economía occidental más reciente.

Socialismo
El socialismo es un sistema económico y social que centra sus bases ideológicas en la defensa de
la propiedad colectiva frente al concepto de propiedad privada de los medios productivos y de
distribución.
Según expresa el socialismo, el principal fin es la consecución de una sociedad justa y solidaria, libre
de clases sociales y que cuente con un reparto de riqueza igualitario. Para ello, los medios productivos
no tienen que ser de propiedad privada, porque considera que de esta manera acaban perteneciendo a
una minoría capitalista que domina los mercados, aprovechando de su posición para controlar al
trabajador y al consumidor.
El socialismo generalmente propone que la economía debe ser planificada y por tanto, los medios de
producción deben ser del Estado, quién se encarga además de mediar en los mercados y proteger a la
ciudadanía tratando de garantizar una situación de justicia social. Aunque existen excepciones como
el socialismo de mercado o socialismo libertario. A efectos conceptuales, es la posición económico-
social contraria al capitalismo. Y, según algunos pensadores, es la etapa anterior al comunismo.

El socialismo nació como movimiento en el seno de la sociedad industrial, aunque su filosofía


posee antecedentes muy anteriores. Se pueden rastrear ideas socialistas o comunistas en textos tan
antiguos como los escritos sobre la República de Platón (c. 427-347 a. C.), en las prácticas
comunitarias de los primeros cristianos, o en la forma de organización socioeconómica del Imperio
Incaico (1438-1533).
El uso del término “socialista” con el sentido contemporáneo data de alrededor de 1830. Se usó para
describir al ala más radical de los diversos movimientos y filosofías políticas nacidos durante los
estallidos revolucionarios del siglo XVIII, que asociaban al capitalismo naciente los malestares
sociales de la época, en especial los seguidores de Robert Owen y Henri de Saint-Simon.
Algunos más pragmáticos y otros más idealistas, estos movimientos compartían visiones mayormente
agrarias del socialismo, y fueron bautizados con ese nombre por Pierre Leroux en su artículo Del
individualismo y el socialismo en Revue encyclopédique de 1833.
Con la Ilustración, que abogaba por el uso de la razón humana en la comprensión y el mejoramiento
de la sociedad, nació el primer socialismo moderno, industrial, que hoy en día conocemos como
socialismo clásico. Sus dos cunas fueron Francia e Inglaterra. Aunque carecieron de un cuerpo de ideas
en conjunto, contaron con importantes pensadores y militantes que allanaron el camino para la llegada
en el siglo XIX del marxismo.

El socialismo marxista revolucionó para siempre el modo de comprender la sociedad y


la historia. A su vez, le dio al socialismo una teoría unificadora y de espíritu racional, “científico” en
palabras del revolucionario alemán Federico Engels (1820-1895). Desde entonces, el socialismo
o comunismo cobró vigencia dentro de numerosos partidos y organizaciones obreras de Europa.
Alcanzó su apogeo político a inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa de 1917 que, bajo la
conducción de Vladimir Ilych Lenin (1870-1924), puso fin para siempre a la monarquía zarista. Así se
fundó el primer país socialista (marxista-leninista) de la historia, la Rusia soviética, que después se
convirtió en la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS).
Los acontecimientos de Rusia avivaron los sentimientos reaccionarios europeos. Así, fueron utilizados
para justificar ideológicamente el nacimiento del fascismo, un movimiento político dictatorial y
fundamentalmente anticomunista, que desencadenó la Segunda Guerra Mundial.
Al término de la guerra a mediados del siglo XX el mundo asumió formalmente la división en dos
bloques, a lo largo de lo que se llamó la Guerra Fría: el bloque capitalista liderado por Estados
Unidos e Inglaterra, y el bloque comunista o socialista liderado por la URSS y China, que tras
la Revolución Comunista China (1949) había instaurado su propia visión del socialismo, el maoísmo.
Eventos semejantes ocurrieron en otras naciones del mundo, como Vietnam (la Revolución de Agosto
de 1945), Corea (tras la Guerra de Corea de 1950-1953), Cuba (la Revolución cubana de 1959),
Camboya (tras la Guerra Civil Camboyana de 1967-1975), entre otros.
Nacidos en la violencia, muchos de estos regímenes dictatoriales estuvieron involucrados en guerras, o
cometieron genocidios y atrocidades en nombre del “hombre nuevo” o de la sociedad utópica futura.
Sin embargo, hacia el término del siglo XX, y sobre todo tras la disolución de la Unión Soviética en
1991, la mayoría de los países socialistas se habían sumergido en la crisis y se habían visto obligados a
reinventarse y asumir más o menos formalmente una economía de mercado. La última década del siglo
XX anunció la muerte del socialismo y el supuesto “Fin de la historia”, en palabras del pensador
japonés Francis Fukuyama.
Aun así, un nuevo experimento político tomó el título de “Socialismo del siglo XXI”, un término
del economista alemán Heinz Dietrich Steffan. Comenzó a ganar renombre mundial gracias a su
evocación en el V Foro Social Mundial por parte del entonces presidente venezolano, Hugo Chávez
Frías (1954-2013), en el marco de su autodenominada Revolución Bolivariana.

Características del socialismo


Desde el origen del socialismo sus principios o características básicas son:
Su base es la propiedad colectiva en los medios de producción y distribución, buscando el bien social.
La riqueza no debe recaer sobre los empleadores capitalistas sino que debe estar repartida de forma
igualitaria, eliminando la diferencia entre clases sociales.
Injerencia del estado en el espectro económico y social, no dejando al mercado toda la capacidad de
decisión y control. En otras palabras, mayor centralización que en sistemas capitalistas.
En su esencia, un estado de carácter socialista cuenta con un gobierno o una estructura estatal fuerte y
con amplio poder en la toma de decisiones en materia económica y de distribución de rentas y bienes.
Con el paso de los años, las posturas socialistas han ido evolucionando desde sus premisas más
clásicas hasta una postura más abierta y aceptante del libre comercio. Bajo ciertas premisas básicas
como el control de los gobiernos en el ámbito económico y financiero y la protección del ciudadano
para evitar situaciones de desigualdad o abuso social. Se trata de sistemas económicos
mixtos conocidos como socialismo de mercado o socialdemocracia. Teóricamente, el socialismo es la
etapa anterior al comunismo, sistema en el que los obreros controlan los medios de producción en su
totalidad y se organizan en una sociedad sin clases.

Socialismo y comunismo
Hoy en día no existe una diferencia clara y universal entre los términos “socialismo” o “socialista” y
“comunismo” o “comunista”. Sin embargo, se asocia el término comunismo a las vertientes más
radicales o extremistas, mientras que el comunismo se reserva para formas más laxas o más
combinadas con la democracia.
Sin embargo, el término “comunismo” es previo al de “socialismo”, y fue de uso corriente por los
neobabuvistas (seguidores del legado de François Babeuf). Entre ellos se encuentran franceses como
Jean-Jacques Pillot y Étienne Cabet.
Ambos organizaron un enorme banquete con presencia de más de mil comensales casi todos obreros,
en las afueras de París el 1 de julio de 1840. Allí se discutió la necesidad de cambios profundos para
alcanzar la “igualdad real”, que no pasaba únicamente por lo político.
En esos tiempos, los “comunistas” y “socialistas” se distinguían entre sí, justamente, en su grado de
radicalismo y el compromiso que mostraran con las ideas de lucha de clases. Es justamente por eso que
Marx y Engels eligen el término “comunismo” y no “socialismo” para desarrollar sus tesis filosóficas
y para nombrar la asociación que fundaron en 1847, la liga de los Comunistas.
Sin embargo, tanto Engels como Marx consideraban que socialistas y comunistas tenían un objetivo
común: alcanzar la sociedad sin clases sociales. En ese sentido, el socialismo era un primer estadio,
más laxo, que le abriría las puertas al comunismo, venciendo al Estado y superando la democracia
burguesa.

Socialismo y capitalismo
Desde mediados del siglo XX, el socialismo y el capitalismo se consideran doctrinas
enfrentadas en su tesis filosófica central.
Socialismo: Aboga por la propiedad pública o social, por una economía dirigida desde el Estado y
tiende a la concentración del poder en las figuras políticas.
Capitalismo: Defiende la propiedad privada, tiende hacia el libre mercado y hacia la descentralización
del poder político, empoderando la iniciativa privada, como las empresas.
Sin embargo, desde finales del siglo XX no existe realmente una potencia socialista que se oponga
al capitalismo y la globalización, sino algunas naciones con modelos más o menos separados del resto
del mundo. Entre ellas se encuentra China (cuyo socialismo sui generis contempla, desde finales de la
década de 1970, una economía de mercado), Corea del Norte, Cuba o Eritrea.

OFERTA Y DEMANDA

LA DEMANDA: puede ser definida como la cantidad de bienes y servicios que son adquiridos por
consumidores a diferentes precios, a de una unidad de tiempo específica (un día, un mes, un año, etc)
ya que sin un parámetro temporal no podemos decir si de una cantidad de demanda crece o decrece.
Cuando una persona elige comprar algún bien, para cumplir sus necesidades, lo hace conscientemente,
con base en sus criterios tanto objetivos como subjetivos; estas condiciones se modifican acorde al
nivel educativo y socioeconómico, sexo, edad, entre otros factores.
Demanda Independiente es aquella que se genera a partir de decisiones ajenas a la empresa, por
ejemplo: la demanda de productos terminados acostumbra a ser externa a la empresa, en el sentido en
que las decisiones de los clientes no son controlables por la empresa (aunque sí pueden ser influidas).
También se clasificaría como demanda independiente la correspondiente a piezas de recambio.
Demanda dependiente. Es la que se genera a partir de decisiones tomadas por la propia empresa,
("Master Production Schedule"), por ejemplo: aún si se pronostica una demanda de 100 coches para el
mes próximo (demanda independiente) la Dirección puede determinar fabricar 120 este mes, para lo
que se precisaran 120 carburadores, 120 volantes, 480 ruedas,etc. La demanda de carburadores,
volantes, ruedas es una demanda dependiente de la decisión tomada por la propia empresa de fabricar
120 coches.
Variaciones que afectan la demanda
Cantidad de dinero. Mayor dinero, mayor circulación, mayor demanda.
Renta Ingresos.
Población . Según el aumento o disminución varía.
Precios. Mayor precio, menor demanda.
El término "demandante", aplicado a la economía, hace referencia al consumidor, a la persona que
demanda bienes o servicios en un mercado.
El término "oferente", hace referencia al productor, al que ofrece bienes o servicios en el mercado.
Oferente es un adjetivo que caracteriza a las personas que ofrecen. La palabra oferente es de origen
latín “offerens”.
En el ámbito económico, el mercado está compuesto por la oferta y la demanda, por lo tanto, el
término oferente es el individuo que ofrece un producto, servicio en un mercado con el fin de
conseguir altas ganancias, en contrapartida a los oferentes, existen los demandantes son aquellas
personas que contratan dicho servicio u obtienen el producto. Los demandantes son caracterizados por
llegar a un acuerdo con el oferente con el fin de que este último realice un mejor precio a lo ofrecido y,
así poder gozar del mismo.
En el área jurídica, existe la figura de la oferta, la misma es una propuesta para contratar. Debido a lo
anterior, los requisitos para que exista una oferta son los siguientes: el oferente, conocido también
como el ofertante, es la persona que propone el negocio y, el aceptante es el individuo a quien va
dirigida la propuesta y debe de manifestar su consentimiento con el fin de que se perfeccione el
contrato.
LA OFERTA: en economía, es la cantidad de bienes y servicios que los oferentes están dispuestos
a poner a la venta en el mercado a unos precios concretos.
Más concretamente, la oferta es la cantidad de bienes y servicios que diversas organizaciones,
instituciones, personas o empresas están dispuestas a poner a la venta, es decir, en el mercado, en un
lugar determinado (un pueblo, una región, un continente…) y a un precio dado, bien por el interés del
oferente o por la determinación pura de la economía. Los precios no tienen por qué ser iguales para
cada tipo de productos e incluso en un mismo producto, dos oferentes diferentes pueden decidir poner
un precio diferente.
Con la diversificación y tecnificación de la economía, el concepto de oferta ha ido en evolución
constante a lo largo de tiempo. Desde una única unidad de venta (por ejemplo, la oferta de pan en la
Edad Media era única y a un precio fijo), hasta contar con verdaderas discriminaciones de precios, en
función de calidad, la cantidad, el lugar donde se ofrezca e incluso al mercado objetivo al que vaya
destinado.
En cualquier sistema económico, ya sea de economía planificada o libre mercado, la oferta juega un
papel fundamental en la determinación del precio, ya que es la interacción de esta con la demanda en
ese momento la que podrá trasladar al precio la cuantificación y valoración de los productos y
servicios a las necesidades de los demandantes.
Por otra parte, en ocasiones la oferta no viene dada por acciones del mercado, sino que viene impuesta
por alguna institución (Estado, Administración, Organización…) para poder suplir unas necesidades.
Esto se produce aunque no haya demanda, e incluso en ocasiones los productores pactan ofrecer unos
mismos bienes a un precio similar, rompiéndose la cadena de libre mercado y quebrando la
competencia.
Oferta y Demanda.- La ley de la demanda establece que, manteniéndose todo lo demás constante, la
cantidad demandada de un bien disminuye cuando el precio de ese bien aumenta. Por el otro lado, la
ley de la oferta indica que, manteniéndose todo lo demás constante, la cantidad ofrecida de un bien
aumenta cuando lo hace su precio. Así, la curva de la oferta y la curva de la demanda muestran como
varía la cantidad ofrecida o demandada, respectivamente, según varía el precio de ese bien.
Para entender cómo se puede llegar al punto de equilibrio hay que hablar de dos situaciones: escasez y
exceso:
1..- Cuando existe exceso de oferta, el precio al que se están ofreciendo los productos es mayor que el
precio de equilibrio. Por tanto, la cantidad ofrecida es mayor que la cantidad demandada. Con lo
consiguiente, los oferentes bajarán los precios para aumentar las ventas.
2.- Por el lado contrario, cuando existe escasez de productos, significa que el precio del bien ofrecido
es menor que el precio de equilibrio. La cantidad demandada es mayor que la cantidad ofrecida. De
modo que los oferentes aumentarán el precio, dado que hay muchos compradores para pocas unidades
del bien para que el número de demandantes disminuya, y se establezca el punto de equilibrio.
LA OFERTA DE TRABAJO.
La cantidad de trabajo que se ofrece en una economía depende de:
1.- El volumen de población activa. Cuanto mayor sea ésta, mayor será la oferta de trabajo.
2.- El número de horas que cada persona esté dispuesto a trabajar, lo que dependerá entre otros
factores, del salario percibido. Los trabajadores ofrecen su trabajo a las empresas a cambio de un
salario y, mientras trabajan, renuncian a realizar otras actividades (ocio, limpiar la casa, cuidado de
familiares). Si aumentan los salarios, las personas estarán más motivadas a trabajar más; sucede al
revés cuando los salarios disminuyen. Por tanto, la curva de oferta de trabajo en función del salario es
creciente. No obstante, cuando los salarios son lo suficientemente altos, muchas personas prefieren
trabajar menos y ganar menos y, a cambio, disponer de más tiempo libre.

LA DEMANDA DE TRABAJO.
Las empresas necesitan trabajadores para poder desarrollar su actividad. Normalmente, los empresarios
estarán dispuestos a contratar nuevos empleados siempre que los ingresos conseguidos gracias a su
labor sean mayores que el salario que les tiene que pagar. Es decir, que la demanda va a depender
fundamentalmente del salario y de la productividad de los trabajadores. Si los salarios aumentan, las
empresas reducirán la demanda de trabajo, ya que resulta más caro contratar. Por ello, la curva de
demanda de trabajo en función del salario es decreciente.
Como se observa en el gráfico, la curva de demanda de trabajo refleja el número de trabajadores que
las empresas están dispuestas a contratar para cada salario. La curva de oferta nos señala cuántas
personas están dispuestas a trabajar para cada salario. El punto de equilibrio es aquel en el que ambas
curvas se cortan; a ese nivel de salarios la cantidad de trabajadores dispuestos a trabajar coincide con la
cantidad que los empresarios desean contratar.

MERCADO DE TRABAJO
Se denomina mercado de trabajo o mercado laboral al mercado en donde confluyen la oferta y la
demanda de trabajo. La oferta de trabajo está formada por el conjunto de trabajadores que están
dispuestos a trabajar y la demanda de trabajo por el conjunto de empresas o empleadores que contratan
a los trabajadores.
representa la cantidad de trabajadores que las empresas o empleadores están dispuestas a contratar. Las
empresas necesitan trabajadores para poder desempeñar su actividad y obtener el máximo beneficio a
través de la venta de los bienes y servicios que producen.
Desde el punto de vista económico, el mercado puede medirse de diversas maneras:
Población económicamente activa: personas actualmente trabajando o buscan trabajo.
Desempleados: aquellos que forman parte de la población económicamente activa pero que no
encuentran trabajo
Subempleo: son aquella parte de la población económicamente activa que trabaja por un número
mínimo de horas a la semana o de modo esporádico, sin permitírsele aumentar su tiempo de ocupación
(subempleo por insuficiencia de horas). También existe el subempleo por ingresos, que es aquel
trabajo en el que se considera que el trabajador recibe menos salario del que debería por la labor que
desempeña. Si el trabajador está sobre cualificado para el trabajo que realiza, se trata de subempleo de
calificación.
Índice de salario real: mide la evolución del poder de compra del salario.
Índice de precios al consumo: mide la relación general de precios de bienes y servicios que los hogares
consumen. El derecho laboral se encarga de mantener la igualdad entre el empleado y el empleador
para así poder asegurar buenas condiciones de trabajo, junto con los convenios colectivos de los
trabajadores llevados a cabo por los sindicatos.
Resúmen
El mercado de trabajo es el mercado donde se intercambia el factor productivo trabajo. En este
mercado, el papel de las empresas y de las economías domésticas es al contrario del que tienen en los
mercados de bienes y servicios. En el mercado de bienes, como el de los televisores, los bienes los
ofertan las empresas y los demandan las familias; sin embargo, en el mercado de trabajo, son las
empresas las que demandan trabajadores y las familias las que ofrecen su trabajo.
Supondremos, en principio, que se trata de un mercado de competencia perfecta , es decir, un mercado
en el que ni trabajadores ni empresarios tienen suficiente poder para influir en el salario, los empleos o
puestos de trabajo son muy similares y no existen barreras para cambiar de trabajo.

CONSTITUCION POLITICA DEL PERU DE 1993


TITULO III.- DEL REGIMEN ECONOMICO. - CAPITULO I: PRINCIPIOS GENERALES.-
Economía Social de Mercado
Artículo 58.- La iniciativa privada es libre. Se ejerce en una economía social de mercado. Bajo este
régimen, el Estado orienta el desarrollo del país, y actúa principalmente en las áreas de promoción de
empleo, salud, educación, seguridad, servicios públicos e infraestructura.
Rol Económico del Estado
Artículo 59.- El Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad
de empresa, comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la
salud, ni a la seguridad públicas. El Estado brinda oportunidades de superación a los sectores que
sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas empresas en todas sus
modalidades.
Pluralismo Económico
Artículo 60.- El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta en la
coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa. Sólo autorizado por ley expresa, el Estado
puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés
público o de manifiesta conveniencia nacional. La actividad empresarial, pública o no pública, recibe
el mismo tratamiento legal.
Libre competencia
Artículo 61.- El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y
el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni
establecer monopolios. La prensa, la radio, la televisión y los demás medios de expresión y
comunicación social; y, en general, las empresas, los bienes y servicios relacionados con la libertad de
expresión y de comunicación, no pueden ser objeto de exclusividad, monopolio ni acaparamiento,
directa ni indirectamente, por parte del Estado ni de particulares.
Libertad de contratar
Artículo 62.- La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar válidamente según las
normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden ser modificados por
leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la relación contractual sólo
se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de protección previstos en el
contrato o contemplados en la ley. Mediante contratos-ley, el Estado puede establecer garantías y
otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente, sin perjuicio de la protección a que
se refiere el párrafo precedente.
Inversión nacional y extranjera
Artículo 63.- La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones. La
producción de bienes y servicios y el comercio exterior son libres. Si otro país o países adoptan
medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el interés nacional, el Estado puede, en
defensa de éste, adoptar medidas análogas. En todo contrato del Estado y de las personas de derecho
público con extranjeros domiciliados consta el sometimiento de éstos a las leyes y órganos
jurisdiccionales de la República y su renuncia a toda reclamación diplomática. Pueden ser
exceptuados de la jurisdicción nacional los contratos de carácter financiero. El Estado y las demás
personas de derecho público pueden someter las controversias derivadas de relación contractual a
tribunales constituidos en virtud de tratados en vigor. Pueden también someterlas a arbitraje nacional
o internacional, en la forma en que lo disponga la ley.
Tenencia y disposición de moneda extranjera
Artículo 64.- El Estado garantiza la libre tenencia y disposición de moneda extranjera.
Protección al consumidor
Artículo 65.- El Estado defiende el interés de los consumidores y usuarios. Para tal efecto garantiza el
derecho a la información sobre los bienes y servicios que se encuentran a su disposición en el mercado.
Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad de la población.

PRINCIPIOS GENERALES DEL RÉGIMEN ECONÓMICO DE LA CONSTITUCIÓN


POLÍTICA DEL PERÚ.- El régimen económico de una Constitución Política es el conjunto de
reglas de juego claras con rango constitucional en la que se determina el marco institucional
económico de un país para un determinado tiempo de su devenir histórico, la organización jurídica de
las estructuras, las relaciones económicas, así como el funcionamiento de las actividades económicas,
las cuales se orientan a garantizar la gobernabilidad de un país y contribuir positivamente en el
desempeño económico. La esencia del régimen económico de la Constitución es que no puede ser
modificado por el procedimiento legislativo ordinario, lo que permite la institucionalización de las
reglas de juego con una visión de largo plazo. Desde tal perspectiva,nuestro régimen económico es una
economía social de mercado, que viene a ser un modelo económico distante de los extremos como el
de la planificación centralizada y el libre mercado. Siendo así, los principios generales del régimen
económico de la Constitución Política del Perú constituyen criterios informadores y orientadores en
materia económica. De ahí que en una sociedad, donde prima la libertad individual, promueve el
emprendimiento y la creatividad. En tal sentido, los principios contemplados a nivel constitucional son
los siguientes: iniciativa privada libre, libertad de trabajo, libertad de empresa, comercio e industria,
pluralismo económico, subsidiariedad del Estado, libre competencia, libertad de contratar, igualdad
jurídica de la inversión, libre tenencia y disposición de moneda extranjera y defensa de los
consumidores y usuarios.

INICIATIVA PRIVADA LIBRE: La iniciativa privada es el derecho fundamental de toda persona


natural o jurídica a participar, en forma individual o asociada, en la vida económica del país. Esto
implica que toda persona natural o jurídica tiene el derecho de iniciar y posteriormente desarrollar con
autonomía plena la actividad que prefiera dentro de los límites que establece la ley. En tal sentido,
puede producir bienes, prestar servicios o dedicarse a la distribución de los bienes actividades que se
encuentran en línea con la Economía Social de Mercado. En esa orientación, se puede afirmar que la
iniciativa privada consiste en la actividad realizada por una persona natural o jurídica, nacional o
extranjera sobre adquisición de activos, proyectos productivos, servicios, obras de infraestructura,
entre otras actividades que puedan ser ejecutados con la participación del sector privado. Siendo así, la
iniciativa privada no puede ser obstaculizada dentro de la actividad económica, siempre que actúe
dentro del marco que establece el Derecho y sea ejercida en una economía social de mercado. Hayek
(2012: 321) afirma que “la actividad económica proporciona los medios materiales necesarios para
alcanzar todos nuestros objetivos (…). Si somos libres para elegir nuestros fines, es sólo porque
también lo somos para elegir nuestros medios (…). La libertad económica, por tanto, es una condición
indispensable para todas las demás libertades, y la libertad de empresa es al mismo tiempo una
condición necesaria y una consecuencia de la libertad personal (…).” Por libertad se entiende, en el
contexto de la gran tradición anglosajona, la independencia respecto a la voluntad arbitraria de otro.
Tal es la concepción clásica de la libertad bajo la ley, una situación en la que un hombre sólo puede
sufrir la coacción si ésta está prevista por normas jurídicas, aplicables a todos por igual, y no por la
decisión discrecional de las autoridades administrativas (Hayek 2012: 321). En el contexto de la libre
iniciativa privada, el segundo párrafo del artículo 63 de la Constitución establece que la producción de
bienes y servicios es libre. En general, la iniciativa privada libre tiene como límite no colisionar con
los intereses generales, mientras que el poder estatal tiene como límite a la iniciativa privada libre. Así,
bajo un régimen de economía social de mercado, la regla es la iniciativa privada libre y la excepción,
la intervención del poder estatal.
LIBERTAD DE TRABAJO Y LIBERTAD DE EMPRESA, COMERCIO E INDUSTRIA.- El
Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa,
comercio e industria. El ejercicio de estas libertades no debe ser lesivo a la moral, ni a la salud, ni a la
seguridad pública (artículo 59). La creación de riqueza es una de las fuentes de progreso de los
pueblos. Por eso, el Estado debe estimularla. Las libertades de trabajo de empresa16, de comercio e
industria son consistentes con la iniciativa privada libre tipificadas en el artículo 58 de la Constitución.
Sin embargo, estas no deben ser lesivas la moral, ni a la salud, ni a la seguridad pública. De acuerdo
con lo expresado por Hayek (2012: 328), la libre empresa ha desarrollado el único tipo de sociedad
que, al tiempo que nos proporciona abundantes medios materiales, si esto es lo que principalmente se
quiere, deja también al individuo libre de elegir entre recompensa material y no material. Una sociedad
caracterizada por la libre empresa puede ser al menos una sociedad pluralista, que conoce no una única
jerarquía de fines, sino que tiene muchos principios diferentes en que se basa la estima (Hayek 2012:
328). En efecto, las libertades de todo individuo deben restringirse cuando causan perjuicio a los
demás. La libertad de contaminar de un individuo, priva a otro de su salud. La libertad de una persona
de conducir a toda velocidad priva a otra de su derecho a no resultar herida (…). Por eso el poder
político es tan importante. Si el poder económico de un país acaba repartiéndose de una forma
demasiado desigual, tendrá consecuencias políticas (…). Si determinados grupos controlan el proceso
político, lo utilizarán para diseñar un sistema económico que los favorezca: mediante leyes y
normativas que afectan específicamente una industria, o a través de las normas que rigen las quiebras,
la competencia, la propiedad intelectual o los impuestos, o bien, indirectamente, a través de los costos
de acceso al sistema judicial (Stiglitz 2012: 250).
ESTADO PROMUEVE LAS PEQUEÑAS EMPRESAS El Estado brinda oportunidades de
superación a los sectores que sufren cualquier desigualdad; en tal sentido, promueve las pequeñas
empresas en todas sus modalidades (artículo 59). Por muchas razones, la pequeña empresa sufre una
condición de desigualdad en relación con la mediana y la gran empresa: menor capitalización, menor
capacidad de recurrir al crédito, menores posibilidades de difusión de sus productos, etcétera. Sin
embargo, la pequeña empresa es una fuente de trabajo muy importante en la sociedad. De allí que
corresponda al Estado promoverla para desarrollar sus capacidades y aprovechar los beneficios que
trae en materia de empleo (Rubio 2013: 102-3). Siendo así, el artículo 59 no dispone que la acción
positiva del Estado se limite a las pequeñas empresas. En realidad lo que establece es que el Estado
brinde oportunidades de superación a los sectores que sufran cualquier desigualdad, sin considerar
limitación alguna. Sin embargo, la igualdad no solo consiste en tratar a todos de la misma forma. Sobre
el particular, Hayek (2009: 67) argumenta que sólo porque los hombres son distintos podemos tratarlos
del mismo modo. Si todos los hombres fueran completamente iguales en sus dotes y tendencias,
deberíamos tratarlos de manera distinta para obtener algún tipo de organización social. Por suerte, no
son iguales y sólo gracias a ello la diferenciación de las funcione de las funciones no debe estar
determinada por una decisión arbitraria de una voluntad organizadora, de esa manera, tras haber creado
una igualdad formal, aplicando a todos las reglas del mismo modo, es posible dejar que cada individuo
encuentre su particular realización. Añade que hay una enorme diferencia entre tratar a las personas del
mismo modo y tratar de hacerlas iguales. Mientras lo primero es la condición de una sociedad libre, lo
segundo indica, como dice Tocqueville, una nueva forma de servidumbre (Hayek, 2009: 67).
PLURALISMO ECONÓMICO: El Estado reconoce el pluralismo económico. La economía nacional
se sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa (artículo 60). El
pluralismo económico acepta, reconoce y permite la posibilidad de diversas formas de propiedad y de
empresa. Implica que pueden coexistir varios tipos de empresa simultáneamente: privadas, públicas,
nacionales, extranjeras, mixtas, autogestionarias, cooperativas, etc. Cada una de ellas puede adoptar
formas particulares de organizarse. Esto significa que nuestra Constitución reconoce el principio de
igualdad entre las formas diversas de propiedad y empresa. El pluralismo empresarial es un elemento
que complementa a la economía de libre mercado en la medida que determina la posibilidad de
existencia simultánea de diversas formas de propiedad y de empresa (García 1998: 125). Las formas de
propiedad dan lugar a las formas de explotación económica. Por ello, el pluralismo económico es la
base para las formas de organización económica del Estado, entre las cuales destacan la comunitaria, la
estatal, la privada y la cooperativa. Frente a esto, la Constitución reconoce expresamente el pluralismo
económico y que la empresa tiene las características de promotora del desarrollo y sustento de la
economía nacional (EXP. Nº 01963- 2006-AA/TC).
IGUAL TRATAMIENTO LEGAL A LA ACTIVIDAD EMPRESARIAL PÚBLICA O NO
PÚBLICA: La actividad empresarial, pública o no pública, recibe el mismo tratamiento legal (artículo
60). En muchos países se promueve el desarrollo de las empresas públicas ya sean dirigidas por el
gobierno central (ámbito o alcance nacional) o por entidades de los gobiernos regionales o locales
(empresas eléctricas, agua y gas, transportes urbanos, etc.). Del mismo modo, se promueve la actividad
empresarial no pública donde la mayoría de las acciones u otras formas de participación en el capital
pertenecen a particulares y son controladas por estos, según el principal objetivo que es la obtención de
utilidades al competir en el mercado. Así, de acuerdo con nuestra Constitución, no hay privilegios para
la actividad empresarial privada ni pública. Pueden coexistir varios tipos de empresa simultáneamente:
privadas, públicas, nacionales, extranjeras, mixtas, autogestionarias, cooperativas, etc. Para el Tribunal
Constitucional, la economía social de mercado es representativa de los valores constitucionales de la
libertad y la justicia, y, por ende, es compatible con los fundamentos axiológicos y teleológicos que
inspiran a un Estado social y democrático de derecho. En esta imperan los principio de libertad y
promoción de la igualdad material dentro de un orden democrático garantizado por el Estado (EXP N.º
0646-96-AA/TC F.J. 2). En consecuencia, dichos valores (libertad y justicia) dan origen a dos
principios constitucionales: la libertad propiamente dicha y la promoción de la igualdad. En esa
orientación, para Marcial Rubio (2013: 233), el orden constitucional no es solamente una estructura
formal de contenidos, sino también un impulsor de determinadas políticas que hagan realidad los
derechos declarados, entre ellos el de igualdad. La Constitución no es estática sino dinámica. En la
promoción de la igualdad tiene un lugar preponderante la protección de los sectores económicamente
más débiles (…).
LIBRE TENENCIA Y DISPOSICIÓN DE MONEDA EXTRANJERA: El Estado garantiza la
libre tenencia y disposición de moneda extranjera18 (artículo 64). Las monedas extranjeras,
denominadas también divisas19, son susceptibles de ser cambiadas por otras a un tipo de cambio
determinado por el mercado (sistema de tipo de cambio flexible) o fijado mediante decreto por el
gobierno (sistema de tipo de cambio fijo). La moneda extranjera es necesaria para el comercio, ya que
no existe una moneda única que sea aceptada por todos los países. Esta disposición es consistente con
la libre iniciativa privada establecida en el artículo 58 de la propia Constitución, que incluye la libertad
de comprar y vender moneda extranjera dentro del país. Sin embargo, es importante precisar que el
artículo 72 no permite la prohibición de libre tenencia y disposición de moneda extranjera debido a que
no es posible que dicha prohibición pueda afectar la seguridad nacional, cuya interpretación en el
supuesto caso debe ser restrictiva y no extensiva. La incorporación de este artículo en la Constitución
vigente es consecuencia de la negociación de la divisa norteamericana en el Mercado Único de
Cambios (MUC), que tuvo vigencia en el Perú a finales de 1985. Mediante este sistema de negociación
se centralizó la compra y venta oficial del dólar. Es así que, el dólar MUC era negociado a un precio
más accesible, al ser subsidiado por el Estado. Sin embargo, este mecanismo generó mucha corrupción
en el Estado, porque terminaban beneficiando al grupo con cercanía a los políticos de la época.
ACTUACIÓN SUBSIDIARIA DEL ESTADO EN LA ECONOMÍA: Sólo autorizado por ley
expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón
de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional (artículo 60). La subsidiariedad, también
conocido como principio de subsidiariedad, es la tendencia favorable a la participación subsidiaria del
Estado en apoyo de las actividades privadas o comunitarias. Constituye un criterio que pretende
reducir la acción del Estado a lo que la sociedad civil no puede alcanzar por sí misma. La Constitución
chilena de 1980 (artículo 19, numeral 21) es el antecedente directo del principio de subsidiariedad que
consagra nuestra Constitución vigente, a cual dispone lo siguiente: El Estado y sus organismos podrán
desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley de quórum calificado los
autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la legislación común aplicable a los
particulares, sin perjuicio de las excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que
deberá ser, asimismo, de quórum calificado. El principio de subsidiariedad se encuentra dentro del
régimen de Economía Social de Mercado completada por nuestra actual Constitución. En efecto, bajo
este régimen se protegen las libertades económicas fundamentales de los individuos como la libertad
de empresa, libertad de contratación, libertad de comercio, entre otras, lo que reserva el Estado solo
una función residual o subsidiaria. Así lo ha reconocido el Tribunal Constitucional en el fundamento
jurídico Nº 23 del EXP. N.º 008- 2003-AI/TC, al desarrollar el contenido del principio constitucional
de subsidiariedad económica, señalando lo siguiente: Debe enfatizarse que la intervención de las
autoridades públicas en el campo económico, por dilatada y profunda que sea, no sólo no debe coartar
la libre iniciativa de los particulares, sino que, por el contrario, ha de garantizar la expansión de esa
libre iniciativa, y la de los derechos esenciales de la persona humana. Por lo tanto, con la finalidad de
hacer efectivo dicho principio se debe cumplir con los requisitos siguientes: 1) Autorización por ley
expresa, esto es, emitida por el Congreso de la República. 2) Por razón de interés público o de
manifiesta conveniencia nacional. 3) Las acciones del Estado deben estar vinculadas al fomento,
estimulación, coordinación, complementación, integración o sustitución, en vía supletoria,
complementaria o de reemplazo, de la libre iniciativa privada. 4) Ante la ausencia de actividad privada
en el sector del cual se trata. La subsidiariedad se manifiesta como el acto accesorio o de
perfeccionamiento en materia económica, que se justifica por la inacción o defección de la iniciativa
privada. En el EXP. N.º 0008-2003-AI/TC, F.J. 35, el Tribunal Constitucional sostiene que si bien el
principio de subsidiariedad, al que debe atenerse el accionar del Estado, y el respeto al contenido
esencial de las libertades económicas, constituyen, básicamente, límites al poder estatal. La
Constitución reserva al Estado, respecto del mercado, una función supervisora y correctiva o
reguladora (Estado vigilante, garantista y corrector). Este principio es, en primer lugar, un límite al
poder estatal: la autoridad pública no puede participar libremente en la actividad económica. Solo lo
puede hacer sujeta a la subsidiariedad, que debe ser entendida como una función supervisora y
correctiva o reguladora del mercado. La regla general es, entonces, la libre actuación de las personas,
pero al mismo tiempo el Tribunal reconoce que hay ámbitos de la vida social que no pueden regularse
exclusivamente a partir del mercado. Por ello, la función de regulación y corrección debe pertenecer al
Estado (Rubio 2013: 293).
LIBRE COMPETENCIA: “El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica
que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede
autorizar ni establecer monopolios (artículo 61)”. La competencia produce una adaptación a
innumerables circunstancias que en su totalidad no son ni pueden ser conocidas por ninguna persona o
autoridad, de suerte que esa adaptación no puede lograrse a través de la dirección centralizada de toda
la actividad económica (Hayek, 2012: 362). En esa línea, la libre competencia es incompatible con las
posiciones dominantes o monopólicas. Este artículo establece que no hay concertación que,
constitucionalmente hablando, pueda autorizar ni establecer monopolios, ni por decisión de personas
particulares ni por decisión gubernamental. Según lo expresado en el párrafo anterior, nuestra
Constitución prohíbe expresamente los monopolios establecidos por ley. Esto quiere decir que desde la
Carta Magna se restringe la creación de monopolios mediante la dación de una ley. La libre
competencia es un principio sobre el cual se inspira una economía de mercado. Se basa en la libre
concurrencia de la oferta y la demanda, precios libres y ganancias libres; esto es, productores y
consumidores concurren al mercado en igualdad de condiciones, de tal manera que los más eficientes
tienen la posibilidad de hacer mejores negocios. En definitiva, la competencia disciplina a las empresas
y protege a los consumidores. A mayor competencia mayor bienestar. La libre competencia es un
principio económico por el que la oferta, la demanda y la iniciativa privada determinan el equilibrio
del mercado. La competencia está basada en la libertad de decisión de consumidores y productores, en
un contexto en el que las reglas de juego son claras e iguales para todos y se cumplen efectivamente.
Sin embargo, en algunos casos, debe compaginarse con ciertas restricciones que permitan proteger el
interés público. De acuerdo con lo expresado por el Tribunal Constituciona1: El concepto de libre
competencia al que apunta la Constitución Política del Perú se adscribe al cuadro más amplio de la
libertad económica. Como tal supone dos aspectos esenciales: a) La libertad de acceso al mercado por
parte de los diversos agentes económicos. Desde la primera perspectiva, queda claro que quien tiene la
capacidad de producir un bien o prestar un servicio, debe acceder al mercado en condiciones
autodeterminativas, esto es, sin que nadie (ni el Estado ni el resto de agentes económicos) pueda
impedir o restringir dicha participación. b) La libertad de iniciativa o actuación dentro del mercado. Es
evidente que tras haberse accedido al mercado, se debe gozar de la suficiente capacidad de
autodeterminación para competir conforme a las propias condiciones y variables económicas
impuestas por la llamada ley de la oferta y la demanda. Definitivamente, la competencia es el objetivo
prioritario y la regulación el instrumento o medio necesario para defender la competencia. En
consecuencia, el Estado debe combatir toda práctica que limite la libre competencia, así como el abuso
de posiciones dominantes o monopólicas, las cuales también limitan o pueden limitar la libre
competencia. Para que exista y funcione el mercado con corrección, es preciso en muchos casos que el
Estado cree un sistema jurídico-institucional adecuado. No obstante lo señalado, el Estado interviene
en la economía para lograr un mejor funcionamiento de la libre competencia, de tal forma que los
recursos se usen de manera eficiente. Por tal razón, la intervención del Estado debe tener esa finalidad
específica.
LIBERTAD DE CONTRATAR: La libertad de contratar garantiza que las partes pueden pactar
válidamente según las normas vigentes al tiempo del contrato. Los términos contractuales no pueden
ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase. Los conflictos derivados de la
relación contractual sólo se solucionan en la vía arbitral o en la judicial, según los mecanismos de
protección previstos en el contrato o contemplados en la ley (artículo 62). Esto quiere decir que
cualquiera puede contratar con fines lícitos, siempre que no se contravengan leyes de orden público. El
derecho a la libre contratación establecido en el inciso 14) del artículo 2 de la Constitución, se concibe
como el acuerdo o convención o voluntades entre dos o más personas naturales y/o jurídicas para crear,
regular, modificar o extinguir una relación jurídica de carácter patrimonial. Dicho vínculo –fruto de la
concertación de voluntades– debe versar sobre bienes o intereses que poseen apreciación económica,
tener fines lícitos y no contravenir las leyes de orden público (EXP. N.º 0008-2003-AI/TC, F.J. 26).
Para Posner (1998: 93) el derecho contractual tiene otra función, no obstante íntimamente relacionada
con impedir el comportamiento oportunista: completar el acuerdo de las partes mediante una
interpolación de las cláusulas faltantes. Esta función se relaciona también con el carácter secuencial del
cumplimiento contractual. Entre más prolongado sea el cumplimiento contemplados en el contrato más
difícil será para las partes prever las diversas contingencias que podrían afectar el cumplimiento. De
acuerdo con Ayala (2004: 248), la trascendencia económica del contrato reside en la libertad que
otorga a los agentes para utilizar su propiedad como lo crean conveniente. A lo largo de la evolución
del capitalismo, la propiedad comunal fue desapareciendo como la forma dominante, y en su lugar
comenzó a desarrollarse la propiedad privada, definida por un conjunto de derechos cada vez mejor
especificados, que no sólo incluían el derecho de disfrutar, sino el transferir y aun destruir la
propiedad. En ese orden de ideas, el contenido de la libertad de contratar comprende los siguientes
aspectos: decidir sobre la celebración o no de un contrato, decidir con quién contratar, establecer el
contenido del contrato (derechos y obligaciones de los contratantes). Al respecto, se han aceptado
supuestos en que el derecho a la contratación tiene un matiz especial como puede ser el caso de los
seguros obligatorios –uno de ellos es el SOAT–, pues han sido considerados “como fórmulas
legislativas en materia de responsabilidad extracontractual” que vienen a ser mecanismos preventivos
frente a la producción de daños y perjuicios previstos por las normas correspondiente, y que resultan
eficientes frente al resarcimiento inmediato –total o parcial– de los mismos (EXP. N.º
0001-2005-PI/TC, F.J. 34). Esta obligatoriedad de firmar este tipo de contratos tiene un fin
constitucional totalmente válido que se sustenta en la seguridad de la población ante cualquier atentado
a su vida o a la salud.
CONTRATO-LEY: seguridad contractual Mediante contratos-ley el Estado puede establecer
garantías y otorgar seguridades. No pueden ser modificados legislativamente (artículo 62). La
constitucionalización de los contratos-ley no tiene precedentes en nuestro constitucionalismo ni en el
constitucionalismo comparado. Como tal se forjó en el plano legislativo de algunos países
latinoamericanos, de donde fue tomada e incorporada a nuestro ordenamiento primero en el plano
legislativo y, posteriormente, a nivel constitucional. Los contratos-ley son acuerdos del Estado con
inversionistas privados, nacionales o extranjeros, a los que en el contrato se les otorgan determinadas
seguridades, generalmente de política económica o de naturaleza tributaria. Nuestra Constitución
establece que estos contratos ley tampoco pueden ser modificados legislativamente. En definitiva, los
contratos-ley constituyen una forma de dar estabilidad a los inversionistas ya que son factores
determinantes y preponderantes para atraer la inversión privada, para lo cual resulta necesario que las
reglas de juego de un país sean lo suficientemente claras, con la finalidad de dar seguridad jurídica a
los empresarios privados. Normalmente, los empresarios no invierten o eligen otro país para hacerlo
cuando las reglas de juego no son claras o simplemente no hay estabilidad jurídica. Sin embargo, el
Tribunal Constitucional, a través del EXP N.º 0005-2003-AI/TC estableció lo siguiente: (…) sin
perjuicio de que más adelante se precise mejor los contornos de la institución denominado contrato-
ley, este, constituyendo una figura sui generis de la institución del contrato, no es una categoría
normativa, una fuente formal del derecho constitucional, como cualquiera de las enunciadas en el
inciso 4 del artículo 200 de la Constitución. (F.J. 12). (…) en criterio que este Tribunal comparte, el
contrato-ley es un acuerdo de voluntades entre dos partes, que rige para un caso concreto, solo que está
revestido de una protección especial a fin de que no pueda ser modificado o dejado sin efecto
unilateralmente por el Estado. El blindaje del contrato-ley de manera alguna lo convierte en ley (…),
únicamente obliga a las partes que lo acordaron, en ejercicio de su libertad contractual, y dentro de su
relación jurídico patrimonial.
LIBRE COMERCIO EXTERIOR: La producción de bienes y servicios y el comercio exterior son
libres. Si otro país o países adoptan medidas proteccionistas o discriminatorias que perjudiquen el
interés nacional, el Estado puede, en defensa de éste, adoptar medidas análogas (artículo 63). El
comercio exterior comprende la importación y exportación de mercancías. En esa orientación, el
comercio implica que una parte de la producción de nuestro país se exporta hacia otros países, mientras
que algunos bienes que se consumen o invierten en nuestro país son producidos por otros y, por lo
tanto, se importan. Ningún país puede mantener una economía cerrada o autárquica, esto es, sin tener
relaciones económicas con el resto del mundo. Un país cualquiera se encuentra relacionado con el
resto del mundo a través de dos grandes vías: el comercio (de bienes y servicios) y las finanzas. Una
norma de desarrollo constitucional referido a la libertad de comercio exterior en nuestro país, es el
Decreto Legislativo Nº 668, el cual establece que el Estado garantiza el derecho de toda persona
natural o jurídica a realizar operaciones de comercio exterior sin prohibiciones ni restricciones para-
arancelarias de ningún tipo, quedando, por lo tanto, sin efecto las licencias, dictámenes, visaciones
previas y consulares, registros de importación, registros de cualquier naturaleza y condicionamientos
previos de cualquier naturaleza que afecten la importación o exportación de bienes (artículo 12).
IGUALDAD JURÍDICA DE LA INVERSIÓN: La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las
mismas condiciones (artículo 63). La inversión económica puede ser: nacional o extranjera. La
inversión nacional es el gasto que realizan dentro del territorio nacional los agentes económicos del
propio país. Esta a su vez, puede ser pública (cuando el agente económico es el Estado) o privada
(cuando el agente es una empresa privada). Ahora bien, la inversión en sentido económico, llamada
también inversión productiva o real, es la que supone un incremento del capital productivo del país
(activos que son utilizados en el proceso productivo de las empresas del país), la misma que tiene
como consecuencia la generación de empleo o expansión del mismo38. Esta inversión es un factor
determinante para el crecimiento económico, por ello el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI)
depende fundamentalmente del nivel de inversión productiva (I), esto es: PBI = f (I). Por lo tanto,
mayores tasas de crecimiento de la inversión y mejora en la productividad, tiende a incrementar el
nivel de producción del país. Esto se debe al efecto multiplicador que ocasiona la inversión, ya que
afecta positivamente a otros sectores de la economía como por ejemplo el consumo, entre otros. Por
ello, la inversión es el motor del crecimiento económico de un país. La inversión extranjera es el gasto
efectuado dentro del territorio nacional por agentes residentes en el extranjero y tiene la característica
esencial de movilizar más capital y ser más productiva que la inversión nacional. Esta también puede
ser pública (cuando el agente es un Estado extranjero) y privada (cuando el agente es una empresa
privada del extranjero). Para César Landa (2008: 63) es importante que la inversión extranjera se
someta al principio de igualdad de trato de la inversión nacional, lo que no obsta para que,
excepcionalmente, el Estado pueda otorgar a la inversión extranjera un trato especial, que no suponga
discriminación, sino diferenciación, lo que es constitucional. Así, cualquier diferenciación de trato
preferencial de la inversión extranjera, debe basarse en objetivos económicos razonables y acordes con
los principios y valores constitucionales. Debe ser racional, es decir, conforme con los motivos que
dan lugar a aceptar la inversión extranjera, y ser proporcional, no desmedido.
DEFENSA DE LOS CONSUMIDORES Y USUARIOS: El Estado defiende el interés de los
consumidores y usuarios. Garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que se
encuentran a su disposición en el mercado. Asimismo vela, en particular, por la salud y la seguridad de
la población (artículo 65). Una situación que justificaría la intervención directa en el ámbito de la
protección al consumidor es la denominada información asimétrica Sobre el particular, nuestra
Constitución distingue entre consumidores y usuarios con la finalidad de establecer que el usuario es
un consumidor especial, puesto que hace uso de un servicio público. El Tribunal Constitucional en el
fundamento jurídico 29 del EXP. N.º 0008-2003-AI/TC establece que es indudable que la condición de
consumidor o usuario se produce a través de la relación que éste entabla con un agente proveedor –
independientemente de su carácter público o privado-, sea en calidad de receptor o beneficiario de
algún producto, o en calidad de destinatario de alguna forma de servicio. En ese sentido, según lo
expresado por el Tribunal Constitucional: “De acuerdo con lo establecido por el artículo 65 de la
Constitución,el Estado mantiene con los consumidores o usuarios dos obligaciones genéricas a saber:
a. Garantiza el derecho a la información sobre los bienes y servicios que estén a su disposición en el
mercado. Ello implica la consignación de datos veraces, suficientes, apropiados y fácilmente
accesibles. b. Vela por la salud y la seguridad de las personas su condición de consumidoras o
usuarias”.
CONCLUSIONES: 1. Los principios generales de régimen económico de la Constitución Política del
Perú han contribuido a la estabilidad y crecimiento económico debido a que tales disposiciones no
pueden ser modificadas por el procedimiento legislativo ordinario, lo que permite la
institucionalización de las normas constitucionales principio con una visión de largo plazo. 2. La libre
iniciativa privada constituye un principio esencial que orienta el modelo económico del Perú, el mismo
que se encuentra en línea con el principio de actuación subsidiaria del Estado en la economía. En ese
sentido, se debe legalizar la libertad individual, no para restringirla, por el contrario, para promover el
emprendimiento y la creatividad de los empresarios, con autonomía plena y, de esta manera, contribuir
a elevar el nivel de bienestar a través del intercambio en el mercado. 3. El principio de subsidiariedad
es un límite al ejercicio del poder de los gobiernos de turno. No obstante, para contribuir a fortalecer el
orden constitucional en materia económica es necesario disponer expresamente otros límites a la
coacción arbitraria del poder estatal, de tal forma que prevalezca la libertad individual.

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