Está en la página 1de 1

MONICIÓN DE ENTRADA

Bienvenidos, hermanos y amigos. Que el Señor nos enseñe el sendero de la vida, nos sacie de gozo
en su Presencia y bendiga con su ternura divina a todas las madres en su día.

Estamos en el Tercer Domingo de Pascua. Cristo rompió las ataduras de la muerte y se convirtió en
el compañero paciente de los hombres. Es Él quien sale a nuestro encuentro para darnos la paz. Es
Él quien nos reprocha porque no hemos entendido las Escrituras. Es Él quien nos revela la Verdad,
quien hace arder de alegría nuestro corazón y se hace reconocer en ese gesto tan suyo de
compartir el pan. No hay duda. ¡CRISTO ESTÁ VIVO Y ESTÁ EN MEDIO DE NOSOTROS!

Pongámonos de pie y asumamos con alegría la misión de descubrir al Resucitado en los caminos
de la vida y sobre todo en esta Eucaristía.

MONICIÓN PRIMERA LECTURA (Hechos 2, 14.22-28)

Pedro, revestido de la fuerza de lo alto, se enfrenta ahora no a una empleada sino a todo el pueblo
con este testimonio: “Al que ustedes crucificaron, Dios lo resucitó y somos testigos de ello.”
Escuchemos

MONICIÓN SEGUNDA LECTURA (1 Pedro 1,17-21)

Pedro, en su carta, nos anima a seguir creyendo. Dios no nos ha rescatado con oro ni plata sino
con la sangre de su Hijo. La Resurrección de Cristo es la esperanza de nuestra salvación.
Escuchemos

MONICIÓN EVANGELIO (Juan 20,19-31)

Dos discípulos se iban de Jerusalén, tristes, pero Alguien cambió su tristeza en una inmensa
alegría. Y volvieron precipitadamente a Jerusalén expresando esta certeza: “¡Jesús está vivo! ¡Ha
resucitado!” Pongámonos de pie para escuchar la Buena Noticia que nos traen los discípulos de
Emaus.

También podría gustarte