Está en la página 1de 1

CAPITULO XXI

En este capítulo de el Principito al empezar a leerlo me gusto pensar en cómo


podía aplicar o poner como un ejemplo mi vida y la verdad lo que empecé a
pensar es que en cuanto a mi vida el ejemplo que me da a entender en la lectura
es que cuando el zorro le explica a el principito que es domesticar y después de
otras preguntas después le dice que es crear vínculos, pero al dar la explicación
de crear vínculos de nuevo es tener una necesidad de otra persona y que la otra
persona también necesita o sea que me da a entender que todos necesitamos de
todos, pero aquí daban el ejemplo en que aquí el zorro necesitaría de el principito
y viceversa.

Explica para mí el hecho de cómo podemos ser las personas, la manera de cómo
podemos dañar aquí habla de que el zorro decía que las personas que él conocía
era de que tenían armas yo como lo pongo en mi vida es de que podemos creer
que conocemos a las demás personas, pero sin poder conocerla hasta que nos
damos el tiempo de hacerlo.

La mayoría de las veces pensaba que en la vida no se encuentran amigos, pero


me doy cuenta de la lectura que nos dejamos llevar por lo que dicen las demás
personas y no conocemos nos damos la oportunidad de tratarlas y nos dejamos
llevar por la primera impresión hasta que al tratarlas nos damos cuenta que
pueden ser las mejores personas que podemos conocer o no las mejores, pero de
las cuales puedes aprender varias cosas.

También habla el zorro de que quería que el principito fuera a la misma hora ya
que así pues crearía una rutina y les daría un vínculo de amistad o como ahí le
dice un rito.

Al final puedo decir que en cuanto a lo leído para mí es de que al conocer y tratar
a las personas vas creando un vínculo y bueno aquí hablando de amor de pareja,
aunque después nos cueste mucho el hecho de alejarnos donde creamos una
amistad o un vínculo y cuando toca el momento de alejarse pues es algo muy
difícil de empezar a decir adiós a todo lo bueno que se había hecho en tres las dos
o más personas porque siempre es lo que más duele el hecho de decirle adiós.

María del Carmen Guzmán Camacho. 400D.

También podría gustarte