2B PSICOLOGIA SOCIAL

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1 Juan E. Fernández Romar y Ana Luz Protes
La vida cotidiana:
un campo de problemáticas
por Ana Luz Protesoni

"La Psicología social es una de las

formas que toma la crítica a la vida
cotidiana" •
E. Pichón Riviére

SOBRE LA CRÍTICA EN TORNO A LA VIDA COTIDIANA

El pensar sobre la vida cotidiana, el producir sistemas de pensamien-

to y de prácticas en torno a la vida cotidiana, aparece bastante reciente-
mente en lo que podríamos llamar la "historia del conocimiento"; por lo
menos dentro de nuestra cultura.
Pichón Riviére en la década de los 50, en el Río de la Plata fue quizás
pionero en interrogarse sobre la vida cotidiana, e interrogar así las prácti-
cas y los saberes instituidos, a través de las permanentes acciones de
desdisciplinamiento de las disciplinas reinas.
Pichón Riviére, un "desviante institucional" al decir de J. C. De Brasi,
construía dispositivos de intervención que hacían posible la circulación de
la palabra; creaba las condiciones que permitieran instituir algún sentido
– nunca un pleno sentido -. Las experiencias de E. Pichón Riviére en el
Asilo de Torres – hospital psiquiátrico – donde una de sus primeras tareas
fue organizar un equipo de fútbol; o las realizadas en el hospicio de las
Mercedes (Hospital Borda) con el "curso de enfermería" dirigido a algunos
pacientes, dada la situación de emergencia por la que se vio privado de
enfermeros, muestran situaciones críticas de las instituciones, sus fisuras,
los desbordes en la reproducción mecánica y /o naturalizada de ciertas
prácticas. Y es sobre éstas zonas de ruptura donde E. Pichón Riviére
propone nuevas herramientas que interrogan los dispositivos vigentes,
generando nuevos sentidos. Es entonces, sobre éstos pliegues
institucionates que se hacen posibles prácticas alternativas que permiti-
rán ver jugadores allí mismo donde la psiquiatría clásica veía oligofrénicos,

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 y permitirá ver enfermeros donde se veían enfermos. Pichón construye
una mirada que produce sujetos distintos, actores distintos y relaciones
sociales diferentes en tanto interroga los lugares asignados, el orden esta-
blecido, aquello que se toma como lo "natural", lo que ya está dado, lo
incuestionado. Interrogará así "las condiciones concretas de existencia"
donde se encuentran los sujetos.
Desde hace unas décadas hay una profusión de publicaciones y dis-
cursos en los medios de difusión sobre los quehaceres de la vida cotidia-
na: la crianza de los hijos, las relaciones de pareja, las etapas del desarro-
llo vital, los hábitos alimenticios, de higiene y aquellos del cuidado del cuer-
po, etc. etc.. Por un lado podríamos pensar que ésta demanda social en
otros momentos no se planteaba en tanto los quehaceres cotidianos apa-
recían respondidos antes de ser formulados, ya sea por la tradición, la
sabiduría popular, etc., y hoy han sido capturados por las disciplinas y los
dispositivos institucionales. Por otra parte y así mismo podríamos pensar
que la vida cotidiana se nos aparecía con tal inmediatez, que no se veía y
se desestimaba el trabajar "científicamente" sobre ella por valorarla como
"trivial", no habiendo sido colocada por mucho tiempo como fenómeno de
interés para las ciencias sociales. Hoy se tematiza la vida cotidiana, hay
dispositivos de saber que capturan las demandas, los requerimientos.
Generar un pensamiento crítico sobre la vida cotidiana supone inte-
rrogar lo obvio, producir una particular distancia sobre la experiencia inme-
diata que permita desplegar las múltiples facetas, la diversidad de senti-
dos que se juegan en las prácticas de la vida cotidiana. Crítica que permita
abrir visibilidad sobre las condiciones concretas de existencia, que por
estar tan próximas se nos vuelven invisibles, "naturales". Pichón Riviére
plantea la naturalización como un mecanismo dado por la ideología domi-
nante, que hace que uno perciba los fenómenos de la vida cotidiana como
ahistóricos y pertenecientes al orden de la naturaleza. Desnaturalizar, in-
terrogarnos sobre las condiciones de producción de las prácticas cotidia-
nas supone poder generar fisuras en un discurso hegemónico, unificador;
supone interpelar la cotidianidad de la vida institucional; y con lleva un tra-
bajo deconstrucfivo y genealógico que posibilite problematizar el campo.
LO COTIDIANO - LA VIDA COTIDIANA
Cotidiano etimológicamente proviene de "quo- tidien", lo que significa
"el cada día", e implica, una reiteración sistemática de una acción. Habi-
tualmente tomamos lo cotidiano como "lo de todos los días", la rutina dia-
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ria, lo ordinario, lo que sigue un determinado orden y por lo tanto es previ-
sible; por lo cual implica una temporalidad particular: el tiempo que se repi-
te. Tendern- os a vincular lo cotidiano con lo natural, con aquello que está
ajeno a la voluntad y las acciones de los hombres, ubicándolo como parte
de la naturaleza. Lo cotidiano se vincula también con "lo normal", lo que es
norma, lo que podríamos decir está instituido. Se escamotea en el proce-
so de nominación – que siempre supone una captura de sentido- la pers-
pectiva histórica e incluso "lo cotidiano" queda cargado de una valoración
peyorativa: rutina. Siendo que el valor que se le otorga a un fenómeno es
parte de un proceso de producción social e histórica. Lo cotidiano enton-
ces, como noción, surge vinculada a una forma de percibir el tiempo arrai-
gada a un modo particular de producción económica : la sociedad indus-
trial, y un particular modo de producción de subjetividad. En la sociedad
industrial la máquina, el reloj (entre ellas), empiezan a generar un ordena-
miento de la vida, sistematizando hábitos, y lo que es más: permitiendo
predecir, anticipar y prever aquello que va a venir.
La vida cotidiana no podríamos decir que se remite exclusivamente a
"lo de todos los días", lo obvio, lo rutinario; sino precisamente en la vida
cotidiana es donde se juega lo diverso, el movimiento, el azar, la incerti-
dumbre, la multiplicidad, con – juntamente con las costumbres, los hábi-
tos, los ritos y tradiciones.
La vida cotidiana es el escenario del "hacer", de las innumerables y
heterogéneas prácticas, a través de las que transcurre la vida de los suje-
tos .... al tiempo que es el escenario y el tiempo en el que se producen
sujetos, donde se produce subjetividad (modos de pensar, hacer, sentir
que se construyen en determinado momento socio – histórico). El hecho
cotidiano es lo que se hace, lo que se dice; una parte está anclada en la
memoria, la tradición y las costumbres, otra es particular, acontecimiento
que se va haciendo. Es en las acciones cotidianas donde se recrea el aquí
– ahora de la existencia humana, donde se concreta el ser humano. El
hecho cotidiano siempre es singular, pero al volverse parte de la vida coti-
diana se generaliza, se universaliza. Si bien está amarrado a la tradición,
en su acto incluye la innovación. Lo cotidiano, lo de todos los días, lo que
se repite sistemáticamente incluye en la misma repetición lo diverso, la
creación de sentido, toda repetición implica otro tiempo. Y eso que se repi-
te nos contiene en una trama socio histórica.
La vida cotidiana está plagada de verbos: acciones, movimiento. De
ahí que tendamos a pensar la vida cotidiana más que como un objeto
(discreto formal abstracto) como un "campo" complejo donde coexisten
—17---
múltiples órdenes, múltiples dimensiones; por lo tanto la conflictividad le
es inherente. Así como podríamos marcar lo ordinario, vale decir, aquello
que está en orden en la vida cotidiana, coexiste el desorden, otros órde-
nes, el caos, la incertidumbre, el azar. De ahí que podamos decir que en
la vida cotidiana se juega lo público y lo privado, lo universal y lo particular,
lo colectivo y lo singular, lo uno y lo diferente.
Sería entonces la vida cotidiana el conjunto innumerable y heterogé-
neo de prácticas en las que transcurre la vida de los sujetos; el escenario
de producción de sujetos y por sobre todas las cosas, de producción de
subjetividad.
LA VIDA COTIDIANA COMO CAMPO DE PROBLEMÁTICAS
La vida cotidiana es espacio y tiempo en permanente construcción:
nunca está acabada, lo que hace que a la hora de indagar sobre ella nos
enfrentemos más que con objetos estáticos y acabados, con procesos en
permanente movimiento. Coexisten en ella las costumbres, las tradicio-
nes, la memoria colectiva, los hábitos, aquello en lo que se juega la dimen-
sión histórica; pero también incluye el aquí — ahora, los acontecimientos:
aquello que está teniendo lugar y que es único e irrepetible.
Indagar sobre la vida cotidiana como campo de problemáticas, re-
quiere poner a jugar un pensamiento complejo. Complejo en su sentido
literal proviene de "complexus" que significa "lo que está tejido en conjun-
to". Vale decir un pensamiento que tienda a vincular y distinguir sin desunir.
Los pensamientos fraccionales cuartean, desunen, generan
reduccionismos y exclusiones.
La vida cotidiana pensada como "campo de conocimiento", como "lu-
gar concreto de producción de conocimientos a cerca de complejos pro-
cesos que jamás cristalizan en objeto alguno"(J.C. De Brasi — A. M.
Fernandez). Un campo en el que se potencie la transversalización de
saberes.
Quizás uno de los obstáculos más importantes a la hora de pensar la
vida cotidiana tenga que ver con la velocidad de los procesos la cual opaca
su visualización y posibilidad de comprehensión en tanto la velocidad oculta
las condiciones de producción socio — históricas de las mismas. Aunque,
como decía S. Castro "se muestra más que nunca en otro tiempo histórico,
lo hacen a la velocidad que no podemos definitivamente observarlos con
nuestros instrumentos.. .sigue vigente el principio de encubrimiento".
Por otro lado la inmediatez con que se nos aparece la vida cotidiana,
en el sentido que estamos inmersos en ella (todos tenemos una vivencia y
una experiencia inmediata de lo que es la vida cotidiana), hace que para la
indagación de la misma se requiera trabajar fuertemente un instrumento:
la implicación. Trabajar los niveles de atravesamientos institucionales que
van a producir nuestra mirada. Trabajar la implicancia posibilita generar
una distancia óptima para la construcción del campo de conocimiento.
Distancia que nada tiene que ver con lo geográfico sino con las posibilida-
des de visualizar los coeficientes de transversalidad (F. Guattari).
Si bien la vida cotidiana se nos presenta como experiencia inmediata,
para generar pensamiento sobre ella se requiere mediatizar, poner a jugar
la función simbólica. La vida cotidiana no está dada, no es transparente,
no se accede a ella directamente, no es superficial, hay que descifrar los
múltiples hilos que la componen.
En ese campo se irán diseñando "miradores" (meta — puntos de vis-
ta) desde los diferentes lugares en los que nos ubiquemos. De esa forma
no accederemos a "la realidad", sino a las diversas lógicas y dimensiones
que se juegan en el campo diseñado, que no será nunca la totalidad sino
un corte de un proceso.
La vida cotidiana pensada como campo de problemáticas permite
indagar en la multiplicidad y el entramado de dimensiones y lógicas que la
componen. De ahí que podemos decir que la vida cotidiana es compleja y
densa. Confluyen la dimensión singular y la colectiva; la tradición, la me-
moria, la historia, el anonimato, el aquí ahora, el acontecimiento, la repeti-
ción Ida creación innovadora. Confluyen diversidad de lógicas, incluye la
paradoja. Todo lo cual hace que sea un campo sumamente conflictivo dada
la coexistencia de prácticas múltiples y contradictorias. En éste sentido
podemos decir por ejemplo que en el 2001 es posible "reunirse a distan-
cia", lo que en sí es una paradoja, lo cual no se puede resolver como una
contradicción.
ALGUNAS CUALIDADES DE NUESTRA VIDA COTIDIANA
Quizás algunos de los aspectos más relevantes de nuestra vida coti-
diana tengan que ver con la percepción del tiempo; la cultura mediática
(mass media); la perdida de fronteras entre lo público y lo privado, la cons-
trucción de la intimidad; el mercado, el consumismo y el marketing; los
sistemas de control a distancia, los nuevos mecanismos de exclusión; los
 procesos de globalización y también de localización; el desfondamiento
de sentido de las instituciones de la modernidad, la confluencia de saberes
científico – tecnológico – místico; la construcción de la sociedad de la in-
formación (según A. Touraine).
Me detendré solo en algunos de éstos puntos, en el entendido de que
cada uno daría para un minucioso trabajo sobre dimensiones que se
entrecruzan de nuestra vida cotidiana.
La percepción del tiempo diagrama nuestra vida cotidiana, aunque
todavía no seamos lo suficientemente concientes del poder que tiene para
organizar la sociedad. El tiempo lo vivimos estrechamente vinculado con
la velocidad, la gran revolución, la industrial inventó el medio para fabricar
velocidad, máquinas que aceleran los procesos. Esta transformación de
la temporalidad, vale decir de la forma de percibir, sentir y actuar en rela-
ción al tiempo; mucho tiene que ver con las nuevas tecnologías de despla-
zamiento rápido en los medios de transportes, las transmisiones y las
comunicaciones.
Nuestra vida en determinado momento socio histórico: la moderni-
dad, comienza a ser cronometrada, de forma tal que nuestras prácticas
empiezan a ser ordenadas por el reloj. El tiempo se fragmenta de manera
tal que el "tiempo eterno" deja de ser interesante, cobrando valor primero
el tiempo vinculado a la producción ("el tiempo es oro"); y luego se pasa a
sacrilizar: el instante. Si teníamos un tríptico: salida – viaje – llegada, y
luego pasamos a un díptico: salida – llegada, convivimos hoy en un esce-
nario donde todo acontece sin tener que salir ni viajar, hemos pasado corno
dice P. Virilio a la "llegada generalizada".Tal es así que hay quienes nominan
nuestra cultura como instantánea o la cultura del zapping (B. Sano) o el
"ya fue". La velocidad anula el espacio y tiempo, vale decir la extensión y la
duración del mundo. Aspectos que sin duda inciden en nuestra constitu-
ción como sujetos.
Decíamos que otra de las líneas que diagraman nuestra vida cotidia-
na es la cultura mediática o telemática, los medios de difusión masivos,
que reunen en diferentes espacios una comunidad virtual. Uno de los efectos
de los mass media tiene que ver con que el conocimiento pasa a segundo
orden y el saber tiene más que ver con el "estar informado", lo que a su
vez se vincula con lo novedoso, el impacto. Se genera la ilusión de que si
se está informado se "sabe"; pero la velocidad con que las informaciones
se trasmiten anula, violenta el tiempo reflexivo, el tiempo de comprensión;
transformándonos en espectadores pasivos en el escenario del mundo,
- 20 —
un mundo que está "afuera", que nos es ajeno. Dice un informativista cada
noche: "Así está el mundo, amigos", creando la ilusión que si mañana nos
sentamos a la misma hora y ante el mismo canal televisivo sabremos
como está el mundo. Las noticias se construyen, los hechos se transfor-
man en noticias a consumir por su fotogenía. Se construye un sujeto es-
pectador y pasivo, un hombre controlado por la "caja negra" que produce
realidad y deseos, al decir de J. Rodríguez se produce el panoptismo in-
vertido. El telespectador queda atrapado en el dispositivo central: la venta-
na al mundo; y no se mueve porque por allí pasa lo que deseamos. La
televisión promueve una forma de pensamiento que equipara la informa-
ción a la imagen su estilo es la narración (N. Postman); aporta conoci-
miento por lo que se ve y siente, es visceral y va directamente al incons-
ciente, a diferencia de otros modos de pensamiento que privilegian lo ra-
cional y la jerarquización (como aquellos que se imparten en la escuela).
El mundo pasa por la televisión, sino no existe. La imagen se instala
como lo real, se homogeinizan los colectivos, la T.V. proporciona maneras
de pensar, sentir, relacionarse, genera deseos, necesidades, infunde mo-
dos de comportarse, en fin modeliza indirecta y sutilmente. Y cada vez
más se genera la ilusión de que todos podemos ser actores, protagonis-
tas, ("Debate Abierto"); así como también se van produciendo programas
que muestran la intimidad de "la gente común" ("Gente busca gente"). Se
introduce en la vida "privada", potencia la cultura del consumo.
Otra de las cualidades de nuestra vida cotidiana tiene que ver con el
carácter poroso y multiforme de las fronteras entre los espacios públicos
y privados. Lo que lleva a pensar los espacios públicos y privados como
regiones que se hibridan y penetran mutuamente generando zonas de flui-
dos intercambios. La esfera privada se desprivatiza, se reduce primero a
la familia, luego al espacio de lo íntimo del "individuo". Se producen movi-
mientos que llevan a la "publificación de lo privado" y a la "privatización de
lo público"; observándose una tendencia al ensamblamiento de la esfera
pública y el ámbito privado. En ese espacio privado implosionan los me-
dios de comunicación masivos sobre la intimidad, transformando la "pre-
tendida subjetividad de puertas adentro". Se moldea un mundo privado
interferido o ensimismado por el espacio público. La casa familiar se co-
necta visualmente y auditivamente con zonas territorialmente lejanas; se
jerarquiza la apariencia física sobre los valores internos, lo doméstico se
transforma por la "telepresencia" de lo público. Por otro lado se observa la
extraversión creciente del espacio privado que es fagocitado por los me-
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 dios y convertido al espacio público. El mundo del espectáculo televisivo
hace pública la vida privada, diluye la esfera de lo íntimo y debilita los vín-
culos con la comunidad. El espacio privado se reduce al "individuo", el
"yo", la intimidad.
Santiago Kovadloff plantea que hemos pasado de ser "ciudadanos" a
"consumidores potenciales", mirada que recorta nuestro ser y diagrama
nuestra vida cotidiana: las relaciones sociales. El "ciudadano" se ha visto
desplazado por el "individuo" habitante de la llamada "sociedad de merca-
do"; construyéndose al mismo tiempo el sujeto endeudado, el consumidor
compulsivo, etc.. Tal es así que la ciudadanía se ejerce en el mercado,
siendo el Estado objeto de una redefinición restrictiva y reductora de su rol
y poderes. En nuestra sociedad, dada la globalización de la economía se
han mercantilizado progresivamente todas las relaciones, hasta el punto
que la ciencia y la tecnología han pasado a estar gobernadas por intereses
privados, obteniéndose como resultado la mercantilización y privatización
del conocimiento. El consumo - nos referimos al consumo de bienes, de
servicios, de mercaderías, un consumo que puede ser real o simbólico -
se tomó (para la economía) más importante que la producción en sí, vale
decir que se ha puesto la mirada en la construcción del mercado o los
mercados.
Los flujos del mercado van componiendo los movimientos de la vida
cotidiana. La libre circulación de capitales resta a los Estados la capaci-
dad de manejar la moneda que se reduce a una mercancía cuyo valor es
fijado por los mercados. La sociedad se funda así sobre transacciones
económicas en las que el "individuo" – ese sujeto libre, autónomo, e inde-
pendiente – compite para lograr mayores ganancias; siendo el capital la
fuente de todo valor, la medida de todos los bienes incluso el humano, el
que ha devenido : "recurso", cuyo valor está dado en función de la rentabi-
lidad del capital. Este desarrollo del mercado mundial, esta tendencia a la
construcción de un solo mundo mercantil produce movimientos de
globalización en los modos de vida, de hacer, de pensar, de sentir, de
desear. Pero a través de éstos movimientos de globalización se desplie-
gan conjuntamente movimientos de relocalización, en tanto el éxito del
consumo – y por lo tanto la producción – se apoya en pilares locales; lo
cual lejos está de significar que se refuerce lo local, sino que se lo utiliza
para su desarrollo.
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PUNTOS SUSPENSIVOS
La vida cotidiana, como campo de problemáticas, desde su episteme
se nos presenta como "inabordable en su totalidad"; por lo múltiple, com-
pleja, cambiante, diversa, procesual, rizomática. Pensar críticamente
sobre la vida cotidiana es un acto y una práctica de la psicología social, de
esa psicología que encara lo social como sustantivo mismo de la psicolo-
gía y no mero adjetivo.
Pensamiento que se va contruyendo en cada práctica, inevitablemente
al ser transitado, y que hace que la psicología social como campo de saber
acepte el desafío del movimiento, del devenir, del azar Sr la incertidumbre.
Montevideo, marzo 2001.
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