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Universidad Nacional Autónoma de México.

Colegio de Ciencias y Humanidades. Plantel Naucalpan.

Taller de lectura, Redacción e iniciación a la investigación documental

ANTOLOGÍA
Bartolo Mazada Xólot

Barrera Martinez Sebastian

GRUPO: 239
1.-Amor constante más allá de la muerte.

(Francisco de Quevedo)

Cerrar podrá mis ojos la postrera


Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera


Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,


Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
2.- Soneto 17
(Pablo Neruda)

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio

o flecha de claveles que propagan el fuego:

te amo como se aman ciertas cosas oscuras,

secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva

dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,

y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo

el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,

te amo directamente sin problemas ni orgullo:

así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,

tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,

tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.


3.- EL Divino amor

(Alfonsina Storni)

Te ando buscando, amor que nunca llegas;


te ando buscando, amor que te mezquinas.
Me aguzo por saber si me adivinas;
me doblo por saber si te me entregas.

Las tempestades mías, andariegas,


se han aquietado sobre un haz de espinas;
sangran mis carnes gotas purpurinas
porque a salvarte, oh niño, te me niegas.

Mira que estoy de pie sobre los leños,


que a veces bastan unos pocos sueños
para encender la llama que me pierde

Sálvame, amor, y con tus manos puras


trueca este fuego en límpidas dulzuras
y haz de mis leños una rama verde.
4.- Poema XX
(Pablo Neruda)
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
5.- Romance Sonámbulo

Federico García Lorca)

Verde que te quiero verde.


Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.

Verde que te quiero verde.


Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

Compadre, quiero cambiar


mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

Ya suben los dos compadres


hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

Verde que te quiero verde,


verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

Sobre el rostro del aljibe


se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña..
6.- Alba
(Federico García Lorca)

Mi corazón oprimido
Siente junto a la alborada
El dolor de sus amores
Y el sueño de las distancias.
La luz de la aurora lleva
Semilleros de nostalgias
Y la tristeza sin ojos
De la médula del alma.
La gran tumba de la noche
Su negro velo levanta
Para ocultar con el día
La inmensa cumbre estrellada.
¡Qué haré yo sobre estos campos
Cogiendo nidos y ramas
Rodeado de la aurora
Y llena de noche el alma!
¡Qué haré si tienes tus ojos
Muertos a las luces claras
Y no ha de sentir mi carne
El calor de tus miradas!
¿Por qué te perdí por siempre
En aquella tarde clara?
Hoy mi pecho está reseco
Como una estrella apagada.
7.- Tus ojos
(Octavio Paz)
Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
Silencio que habla,
Tempestades sin viento, mar sin olas,
Pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
Topacios impíos como la verdad,
Otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro
De un árbol y son pájaros todas las hojas,
Playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
Cesta de frutos de fuego,
Mentira que alimenta,
Espejos de este mundo, puertas del más allá,
Pulsación tranquila del mar a mediodía,
Absoluto que parpadea,
Páramo.
8.- El enamorado
(Jorge Luis Borges)

• Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,

lámparas y la línea de Durero,


las nueve cifras y el cambiante cero,

debo fingir que existen esas cosas.

Debo fingir que en el pasado fueron

Persépolis y Roma y que una arena


sutil midió la suerte de la almena

que los siglos de hierro deshicieron.

Debo fingir las armas y la pira


de la epopeya y los pesados mares

que roen de la tierra los pilares.

Debo fingir que hay otros. Es mentira.


Sólo tú eres. Tú, mi desventura

y mi ventura, inagotable y pura.


9.- Soneto LXVI

(Pablo Neruda)

No te quiero sino porque te quiero


Y de quererte a no quererte llego
Y de esperarte cuando no te espero
Pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,


Te odio sin fin, y odiándote te ruego,
Y la medida de mi amor viajero
Es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,


Su rayo cruel, mi corazón entero,
Robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero


Y moriré de amor porque te quiero,
Porque te quiero, amor, a sangre y fuego.
10.- Cien sonetos de amor

(Pablo Neruda)

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio


o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva


dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,


te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,


tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.
11.-Te quiero

(Mario Benedetti)

Tus manos son mi caricia, mis acordes cotidianos, te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia.

Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la calle, codo a codo,


somos mucho más que dos.

Tus ojos son mi conjuro contra la mala jornada, te quiero por tu mirada que mira y
siembra futuro.

Tu boca que es tuya y mía, tu boca no se equivoca, te quiero porque tu boca sabe
gritar rebeldía.

Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la calle, codo a codo


somos mucho más que dos.

Y por tu rostro sincero y tu paso vagabundo y tu llanto por el mundo, porque sos
pueblo te quiero.

Y porque amor no es aureola, ni cándida moraleja y porque somos pareja que


sabe que no está sola.

Te quiero en mi paraíso, es decir que en mi país la gente viva feliz aunque no


tenga permiso.

Si te quiero es porque sos mi amor, mi cómplice y todo y en la calle, codo a codo,


somos mucho más que dos.
12.-Soneto XCIII

(Pablo Neruda)

Si alguna vez tu pecho se detiene,

Si algo deja de andar ardiendo por tus venas,

Si tu voz en tu boca se va sin ser palabra,

Si tus manos se olvidan de volar y se duermen,

Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos

Porque ese último beso debe durar conmigo,

Debe quedar inmóvil para siempre en tu boca

Para que así también me acompañe en mi muerte.

Me moriré besando tu loca boca fría,

Abrazando el racimo perdido de tu cuerpo,

Y buscando la luz de tus ojos cerrados.

Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo


Iremos confundidos en una sola muerte

A vivir para siempre la eternidad de un beso.


13.- Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:


si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco


el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.
14.-Poema I

(Pablo Neruda)

Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,

Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.

Mi cuerpo de labriego salvaje te socava

Y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros

Y en mí la noche entraba su invasión poderosa.

Para sobrevivirme te forjé como un arma,

Como una flecha en mi arco, como una piedra en mi


honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.

Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.

Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!

Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!


Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.

Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!

Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,

Y la fatiga sigue, y el dolor infinito.


15.- Poema XV
(Pablo Neruda)

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,


Y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
Y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma


Emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
Y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.


Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio


Claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.


Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

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