Kusikuyta Maskaspa

También podría gustarte

Está en la página 1de 3

Pantaykuna:

Parecía que en cualquier momento comenzaría a llover. Hacia una brisa extraña,
inconstante y blanda; un tenue soplo susurrante se mecía entre el crepúsculo y el
silencio, como pocas veces en Allancay.

Se encontraba allí una mujer cuya hija dejó huérfana, en busca de aquella dulce voz y
recuperar aquella sonrisa que vio hace más de un año de su nacimiento, una vez en el
pueblo, se detuvo frente a una casucha y lanzó un grito breve y gutural, lúgubre, como
el gruñido de un cerdo dentro de un cántaro. La puerta se abrió y dos brazos se
enroscaron al cuello, allí se hallaba Wayra.

-esperare con paciencia para poder volver a estar en tu regazo- dijo Wayra con
incertidumbre y tristeza en su voz. Dirigiéndose a la persona quien lo acogió y consoló
durante mucho tiempo.

A si despidiendo entre lamentos y lágrimas, La mujer y su hija decide partir hacia la


ciudad en busca de un nuevo comienzo. Sin embargo, pronto se dieron cuenta que la
vida en la ciudad no fue tan prometedora como esperaban. Se encontraron con
problemas económicos que los llevaron al límite de su capacidad para sobrevivir.

- "Mamá, ¿por qué la ciudad es tan dura con nosotros?", preguntó Wayra con
inocencia, apretando la mano de su madre.

- "Hijita, la ciudad es un monstruo de piedra y cemento. A veces nos abraza con


cariño, pero otras nos estrujan con su crueldad. Pero no te preocupes, juntos lo
superaremos", respondió la madre, tratando de ocultar la preocupación en sus ojos.

En el momento mas difícil pensaron que lo mejor era pedir ayuda o volver a su hogar,
pero eso no era una absición puesto que mientras se despedía entre lágrimas de su
tierra hizo un juramento.

Una pareja a la que pidieron ayuda les dio la espalda en su momento de necesidad,
dejándolos a su suerte. El colegio al que asistió la niña resultó ser mediocre, sin
oportunidades para un futuro mejor.
"¿Por qué no nos ayudaron, mamá? Pensé que la gente en la ciudad era más
amable", dijo Wayra con tristeza en su voz.

"Mi pequeña, la ciudad puede ser un lugar despiadado y frío, pero también hay bondad
en ella. No todos son iguales, y juntos enfrentaremos cada desafío que se presente",
respondió la madre, buscando palabras de consuelo para su hija.

Para empeorar las cosas, un devastador terremoto sacudió la ciudad, causó el


desborde de su casa y dejándolos en una situación aún más precaria. La madre y su
hija se vieron forzados a buscar comida en el basurero, luchando por sobrevivir cada
día.

"Madre, ¿por qué nos ocurren tantas desgracias? ¿Acaso hemos ofendido a los
dioses?", preguntó el niño, con lágrimas en sus ojos, mientras compartían el poco pan
que encontraron.

"No, hijo mío, no es culpa de los dioses. A veces la vida nos pone desafíos con duras
pruebas, pero la fuerza y el amor que llevamos dentro nos ayudará a superarlas",
respondió la madre, acariciando con ternura el rostro de su hijo.

La tragedia no terminó ahí. Un golpe aún más duro llegó cuando la madre perdió la
memoria en un trágico accidente y olvidó por completo la existencia de su hija. La niña
quedó desamparada, casi huérfana, hasta que su tía tomó su custodia.

Pasaron los días y, milagrosamente, la madre recuperó la memoria. Pero, al recordar a


su hija, emprendió una lucha para recuperar al hijo que le fue arrebatado injustamente
por circunstancias ajenas a ella.

Hizo una valiente denuncia, pero pronto las amenazas comenzaron a llegar. Sin
rendirse ante el miedo, la mujer tuvo que alejarse de la ciudad y buscar refugio en otra
parte para proteger a su hijo y a sí mismo.

En un lugar lejano, la hija de la mujer separada conseguirá una pareja, pero su


felicidad se desvanecía en un ciclo de maltrato y sufrimiento. La madre, ajena a esta
situación, seguía luchando para reunirse con su hijo.
Con el correr del tiempo, la madre y la hija quedaron separadas por la distancia y el
dolor, enfrentando realidades distintas. La vida había sido implacable con ellas, pero
en sus corazones permaneció la esperanza de un día volver a encontrar y sanar las
heridas que dejaron aquel largo y arduo camino.

En un mundo lleno de desafíos y adversidades, estas dos almas siguieron enfrentando


la vida con la valentía y la determinación que solo los corazones fuertes pueden
conocer. Su historia continúa, cada una forjando su propio destino, mientras el tiempo
guarda los secretos de un futuro incierto, pero lleno de posibilidades para encontrar la
paz y la felicidad que tanto anhelan.

También podría gustarte