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Funciones Del Profesor Andragógico
Funciones Del Profesor Andragógico
Según Knowles (1980) la función del educador de adultos ha ido desplazándose desde la función
correctiva o paliativa de los adultos desfavorecidos hacia la del desarrollo, para ayudar a sus clientes
a alcanzar su pleno potencial. Como agentes de cambio, sus responsabilidades se extienden ahora
más allá de la rutina de programar actividades para dar respuesta a intereses superficiales. Esta
responsabilidad entraña para Knowles implicar a sus clientes en tres actos: (1) un análisis profundo
de sus más altas aspiraciones y de los cambios requeridos para lograrlos, (2) el diagnóstico de los
obstáculos que deben ser superados para lograr esos cambios y (3) la planificación de una estrategia
efectiva para conseguir los resultados deseados. Su parte en este proceso es la de colaborador, guía,
animador, consultor, y recurso, no la de transmisor, disciplinador, juez y autoridad.
Según Knowles (1980) el educador de adultos tiene tres funciones relacionadas con la satisfacción
de tres tipos de necesidades: 1) satisfacer las necesidades y objetivos de los individuos; 2) satisfacer
las necesidades y los objetivos de las instituciones; 3) satisfacer las necesidades y objetivos de la
sociedad.
En cuanto a las necesidades y metas de los individuos, Knowles (1980) distingue entre intereses y
necesidades. Estas últimas se refieren a algo más profundo que los
intereses inmediatos como “ser capaz de hablar en público” o “relacionarse mejor con los demás” o
“ganar más dinero”, sino a algo menos inconsciente como las necesidades y los objetivos últimos de
la realización humana.
se encuentre. Si tienen hambre, debemos ayudarle a que aprenda cómo puede conseguir comida.
Si son personas bien alimentadas, poseen seguridad, son amadas y apreciadas, el educador de
adultos debe ayudarlas a explorar capacidades sin desarrollar y que lleguen a ser plenamente ellos
mismos. En la Figura 4 se representan de forma jerárquica las necesidades humanas según la teoría
de la motivación de Maslow.
La última de las necesidades a satisfacer por parte del profesor andragógico con respecto al
individuo, sería ayudarle a madurar. Según Knowles (1980, pp. 28-33), si el educador de adultos
tuviese ya identificadas las dimensiones del proceso de maduración de la persona, tendría algunos
puntos de referencia con los que evaluar el cumplimiento de esta misión. El conocimiento por parte
del educador de las teorías del desarrollo a lo largo de la vida que vimos en el capítulo anterior,
puede ayudar al educador a identificar el estadio en el que se encuentra el estudiante adulto con el
propósito de orientarle en la tarea de superar la crisis vital en la que se halle.
Con el fin de proporcionar al educador una guía para ayudar a la persona adulta a madurar, Knowles
(1980) describe cada una de las dimensiones de la maduración aclarando que no se tratan de estados
absolutos para ser logrados sino direcciones de crecimiento:
• Desde la dependencia a la autonomía: todos los seres humanos entran en este mundo en
una condición de completa dependencia. Toda necesidad debe ser satisfecha por algún otro. Cada
experiencia que tenemos en la vida tiende a afectar nuestro movimiento desde la dependencia hacia
la autonomía. Esto es extensivo a la educación, entendiendo que si la experiencia educativa nos
mantiene dependientes o nos hace más dependientes no puede considerarse educativa sino
antieducativa. Los efectos de esta dimensión de la maduración deben contemplarse también para
los conceptos tradicionales de profesor, líder, jefe, padre, etc.
• Desde la pasividad hacia la actividad: a lo largo de toda la infancia los individuos maduran
hacia una cada vez más activa exploración del mundo que les rodea y tienden a participar en un
número creciente de actividades. En la edad adulta lo más probable es que se ponga el énfasis en la
actividad cualitativa en lugar de la cuantitativa pero sea de manera cuantitativa o cualitativa, los
individuos maduros tienden a ser individuos participativos. Y la forma en que se les enseña a
participar en la escuela y en otras experiencias educativas, es decir, si se les coloca en el rol de
receptores pasivos de conocimiento o en el de indagadores activos en busca del conocimiento,
afectará en gran medida la dirección y la velocidad de su movimiento en esta dimensión de la
maduración.
individuo pueda abarcarlo, por lo que es necesario dilucidar aquello que vale la pena conocer. Una
posible solución a este dilema de nuestro tiempo es considerar a cada persona al mismo tiempo
como un especialista y como un generalista. Como especialistas, las personas necesitan dominar
profundamente los conocimientos y habilidades de su ocupación profesional. Pero como
generalistas necesitan dominar y mantener al día una base de conocimientos de todos aquellas
especialidades que tienen que ver con los problemas prácticos de la vida, lo que sugiere una especie
de "currículo básico" para la educación de adultos, que consistiría en una destilación de los
elementos esenciales de todas las disciplinas que todos los ciudadanos deben conocer.
• Desde pequeñas habilidades hacia las grandes habilidades: hay una tendencia en la
naturaleza humana que consiste en que una vez que hemos aprendido a hacer algo bien, nos
orgullecemos de esa habilidad y nos dormimos en los laureles de lo que hemos conseguido. Dado
que cada capacidad recién desarrollada tiende a ser aprendida en su forma más simple, esta
habilidad puede congelarse en el nivel más bajo de su rendimiento potencial. Un facilitador experto
de aprendizaje ayuda a cada individuo a vislumbrar posibles niveles más altos de rendimiento y a
desarrollar habilidades continuamente mayores.
• Desde intereses reducidos a intereses amplios: todo lo que hace que el campo de interés de
una persona quede fijo dentro de un círculo dado o haga retroceder a círculos más pequeños, está
interfiriendo en una dimensión importante de la maduración. Esta dimensión tiene una relevancia
especial para trabajar con las personas mayores, en los que es ampliamente sostenido el mito de
que es natural que los intereses disminuyan con la edad. Los gerontólogos han llegado a la
conclusión contraria: que las personas son capaces de desarrollar nuevos intereses y son más
saludables si lo hacen.
• Desde el autorechazo a la autoaceptación: mientras que la primera impresión que tienen los
niños de sí mismos es probablemente la de que son reyes o reinas, pronto aprenden que mucho de
su natural comportamiento (hacer ruido, no comer correctamente, etc.) es “malo”. Y así, su actitud
cambia rápidamente desde la auto-adulación al auto-rechazo. Pero las personas maduras son
aquellas que se aceptan así mismas como personas valiosas (lo que dicho sea de paso, es un
prerrequisito para ser capaz de aceptar a otros como valiosos) y de las experiencias que el individuo
tenga en la vida dependerá que esto suceda.
• Desde las inquietudes superficiales a las inquietudes profundas: El mundo del niño es
existencial, lo único que importa es el disfrute del placer y la evitación del dolor en el momento. Una
dimensión de maduración consiste en ganar perspectiva sobre lo que importaba más
profundamente en nuestro pasado y lo que es probable que importe más profundamente en nuestro
futuro y, después de haber logrado esta hazaña, ganar perspectiva sobre lo que importa en el
pasado y el futuro de los demás. Con demasiada frecuencia este proceso se retrasa debido a que la
sociedad trata de imponer sus profundas preocupaciones sobre nosotros antes de que hayamos
descubierto la nuestra.
Knowles (1980, p.32) reconoce que quizás algunas dimensiones del proceso de maduración no estén
incluidas en esta relación o que algunas deban ser sustituidas por otras. Sin embargo, “la noción
general de que una de las misiones del educador de adultos es asistir a los individuos a continuar un
proceso de maduración a través de la vida, proporciona una guía útil para el desarrollo de un
programa de aprendizaje a lo largo de la vida secuencial, integrado y continuo” (Knowles, 1980;
p.32).
En la actualidad, la investigación sobre la maduración a la que Knowles otorga un papel transversal
en la educación de adultos, como hemos podido ver, parece ir ligada a la investigación sobre las
teorías del ciclo vital. Cómo contribuir a que los
En síntesis, y relación a las necesidades del alumno adulto en cuanto a (1) prevención de la
obsolescencia a través del aprendizaje autodirigido, (2) una auto- identidad completa a través del
desarrollo de todas sus potencialidades y (3) la maduración en las dimensiones descritas, prescriben
las funciones del educador de adultos.