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Biónica y diseño:

testimonios de la
evolución de esta
aproximación
YVES COINEAU BIRUTA KRESLING

Las investigaciones de historia natural, hasta las que no parecen ser más que pura y vana curiosidad,
pueden tener utilidades muy reales...
René-Antoine Ferehault de Réaumur Historia de las Avispas (1719)

La biónica es una ciencia relativamente reciente, definida tan sólo en 1960 por Jack E. Steele de
la fuerza aérea de los Estados Unidos, después del congreso de Dayton, Ohio:

La biónica es la ciencia de los sistemas que tienen un


funcionamiento copiado del de los sistemas naturales, o que presentan las
características específicas de los sistemas naturales o hasta que son análogos a
ellos (citado en Gérardin, 1968).

En otras palabras, la biónica es la ciencia que busca entre los seres vivos, animales y vegetales,
modelos de sistemas en vista a realizaciones técnicas. Esta preocupación está muy cercana a la
del diseñador.
La biónica, sin embargo, fue practicada mucho antes de su definición oficial. Se podrían sacar de
la historia del arte y de las técnicas una serie de ejemplos que atestigüen el interés del hombre
por los modelos naturales desde la más remota antigüedad. Algunos, como Dédalo e Ícaro, a
quien se atribuye la invención de dispositivos de vuelo inspirados en los pájaros y la
construcción de robots, nos han llegado tan sólo a través de los mitos.
Diseño del Renacimiento y renacimiento del diseño

No se puede dudar de que el testimonio más concreto —y el más perturbador— es Leonardo da


Vinci, quien contempla al mismo tiempo el marco estricto de la biónica y del diseño.
El ejemplo de este genio del Renacimiento puede parecer demasiado antiguo. Peto realmente es
de una gran actualidad, ya que Leonardo llevó la elaboración de su obra desde la fuente de
inspiración —la naturaleza— hasta su realización material definitiva. Se le puede ver, sucesiva y
conjuntamente, como dibujante, pintor, ingeniero, arquitecto, escultor, anatomista y naturalista
en el sentido amplio. Era «diseñador», eso es, «dibujante» en el sentido literal de la palabra,
haciendo tanto los diseños de análisis como los dibujos de síntesis de sus proyectos.
La biónica parece haber sido para Leonardo da Vinci una práctica creativa evidente. Con ojo de
técnico, analizaba, observaba y diseccionaba las estructuras naturales, hizo de ellas
innumerables diseños anatómicos, y se abocó a una transposición de principios a través de
realizaciones a otra escala y en otros materiales. Sus obras atestiguan este paso natural entre
comprensión y creación, entre análisis y síntesis, entre hipótesis y experimentación.
Podemos constatar que, durante el último decenio, el trabajo del diseñador, considerablemente
ampliado, se ha hecho una actividad de generalista, globalizante, pareciéndose en esto al papel
que tenía el artista-técnico durante el Renacimiento.
Parece evidente que la biónica debería aportar igualmente al diseñador actual este método de
creatividad, de verificación de la validez de nuevas construcciones, una diversificación de las
formas destinadas a funciones precisas.

Desarrollo de los conceptos de la biónica

Cuando uno considera las diferentes aproximaciones a la copia de la naturaleza desde el fin del
siglo pasado, estaría tentado a reconocer una sucesión de muchos períodos que llevan de la
inspiración artística al análisis técnico para desembocar en desarrollos teóricos.
«Kunstformen der Natur»
(formas artísticas en la naturaleza)

Esta antología, publicada por el biólogo alemán Ernst Haeckel en 1893, tuvo una gran influencia
en los artistas e ingenieros de su época. Junto a sus actividades como biólogo, trató de llamar la
atención sobre la admirable diversidad de formas que ofrece la naturaleza.
En la época de las primeras expediciones oceanógraficas, abrió, entre otras cosas, el catálogo de
las formas microscópicas del plancton, ejecutando él mismo dibujos de una gran precisión y de
una rara elegancia.

«On Growth and Form»


(sobre el crecimiento y la forma)

La obra de Sir D'Arcy Thompson, On Growth and Form (1917), fue en su época un
verdadero best-seller, ya que reunía y hacía accesibles los documentos relativos a este tema.
Mostraba que la forma en sus proporciones y en su comportamiento mecánico no podría ser
entendida sino conociendo su génesis.

«Evolutionsstrategie»
(estrategias de la evolución)

Más allá de la imitación de los principios físicos de los sistemas naturales, debemos a Ingo
Rechenberg una apertura a un reino original de reflexión. Este autor se propone aplicar el
«método de la innovación» de la naturaleza. La fusión de las mutaciones genera un
verdadero brainstorming, por el cual la criba de la selección natural representa un análisis de
valor. Posiblemente deberíamos recordar que el brainstorming procede del enunciado de todas
las ideas, sin censura previa y sin jerarquización. Rechenberg modifica de forma aleatoria los
parámetros de los sistemas que experimenta, y no retiene más que aquellos que aportan una
mejora al sistema. Estos principios se consiguen en su obra de 1973, cuyo título es bastante
explícito: Estrategia de la evolución. Optimización de los sistemas técnicos según los principios
de la evolución biológica. Rechenberg fundó uno de los pocos institutos de biónica: Biónica y
Técnica de la Evolución, que constituye un departamento de la Universidad Técnica de Berlín.
Forma y función

La relación forma-función es sin duda el aspecto de la biónica que toca más especialmente al
diseñador. Queremos decir con esto que otros aspectos como por ejemplo los principios físico-
químicos del funcionamiento de ciertos órganos sensoriales no son de su incumbencia.
Al contrario, innumerables trabajos de biología tratan el doble aspecto de la relación forma-
función. Es el reino de la morfología funcional.
Por sus soluciones muchas veces inesperadas, la naturaleza esconde una riqueza en la cual los
diseñadores estarían bien inspirados si las indagaran.
Los modelos pueden ofrecer soluciones semejantes de cara a un problema preciso, ya que los
organismos vivos tienen un parentesco estrecho. Los biólogos hablan de paralelismo.
Es así que los peces presentan dos tipos principales de aletas: las de los nadadores lentos y las de
los nadadores rápidos. Para la natación lenta, la aleta es larga y flexible (carpa china). Por el
contrario, la forma de hoz caracteriza a los nadadores rápidos como el atún y la caballa.
Sucede también que dos seres vivos sin parentesco adoptan una misma solución de cara a un
gran problema. Los biólogos hablan en tal caso de la convergencia.
La adopción de un sistema de aletas caudales para la propulsión dentro del agua tanto en los
mamíferos (delfines, ballenas) como en los peces revela la convergencia.
La aleta caudal: propulsión por bayona
Figura 1:
La naturaleza no conoce el movimiento de rotación alrededor de un eje. La propulsión por
oscilación de una aleta, como la practican los peces y las ballenas, tiene el inconveniente de la
parada de movimiento en cada batido. Pero la técnica retiene soluciones en el reino de la forma
general de la aleta y de su flexibilidad, así como en el principio de propulsión por oscilaciones y
el efecto de «bombeo».

a) Radiografía de una aleta de trucha y, sobrepuesta sobre su modelo, una quilla flexible para la
propulsión de un barco (IngoRechenberc y Werner Voss, 1982).
b) Aleta de rorcual azul (vista escorzada) y el prototipo de un monopalma (FFNS, Francia,
1985).
c) Bomba con superficie oscilatoria rígida (Klaus Affeld y Heinrich Hertel, 1973).
Sea lo que sea trátese de un fenómeno de paralelismo o de convergencia, la selección de una
misma forma para un mismo sistema subraya el interés del sistema retenido por la naturaleza.

La forma de huso se impone en todos los nadadores rápidos. Pero es necesario llamar la
atención sobre el hecho de que la naturaleza ha ido más allá de los beneficios de la forma
sencilla. Ha retenido muchos sistemas que mejoran el deslizamiento dentro del agua, tres de los
cuales han dado lugar a aplicaciones biónicas (figs. 2 y 3):

- La piel amortiguadora visco-elástica del delfín: revestimiento Laminflo (para cascos de barcos
y submarinos).
- La mucosidad de peces rápidos como la barracuda: el polyox (óxido de polietileno) para
submarinos, y «lubricación» adicional para extintores de fuego.
- Las microestructuras de la superficie de las escamas de tiburones rápidos: revestimiento de
microsurcos de 3M/Minnesota (para barcos y aviones).
Los límites de la relación forma-función

Los biólogos advierten del peligro de una interpretación demasiado reductora que consiste en
atribuir una forma a una sola función, ya que todo el mundo sabe que un organismo ha de
satisfacer múltiples funciones cuyas exigencias son a veces contradictorias.
Tomemos un ejemplo de los peces: un nadador rápido como la trucha no puede ofrecer una
forma hidrodinámica ideal que dé lugar a un flujo casi laminar, que le permita deslizarse dentro
del agua sin provocar turbulencias. Tiene que poseer, para asegurar esta propulsión, en primer
lugar unas aletas, pero también tener la posibilidad de alimentarse, de respirar, de ver. Las
aletas, la boca, las agallas, los ojos, aportan al mismo tiempo relieves que perturban el
deslizamiento... ¡Pero he aquí que la trucha se mantiene, por ahora, aparentemente inmóvil de
cara a la corriente y sin esbozar un movimiento!
El físico de origen rumano Henri Coanda, al preguntarse sobre este curioso fenómeno, formuló
la hipótesis del famoso «efecto Coanda»: el agua que entra por la boca y que sale por las rendijas
de las agallas genera alrededor del cuerpo del pez un deslizamiento perfectamente laminar,
provocando un efecto de aspiración que asegura su natación estacionaria. No tenemos, de
hecho, conocimiento de una verificación de esta hipótesis por parte de los biólogos,
pero Coanda pudo desarrollar aplicaciones basadas en el «efecto Coanda» en su primer avión
turbo-hélice (1910) así como en el control «fluídico» (fig. 4).
Los tubos de escape de los autobuses londinenses tienen un diseño con «efecto Coanda», que
asegura una combustión casi total que evita un aporte de polución a la ciudad (cf. P.
J. Grillo, 1960).
La observación de la naturaleza con un espíritu despierto puede interpelar y conducir a una
innovación técnica.
Si hemos elegido ilustrar este capítulo sobre las relaciones forma-función con ejemplos tomados
de los problemas de la propulsión dentro del agua, es porque nos parecen altamente simbólicos
de la competición. Queremos decir que la competición lleva a la selección de los sistemas más
competitivos, los que dan la mejor relación «calidad-precio».
El pez rápido: fuselaje hidrodinámico
Figura 2:
a) Los peces rápidos, como esta caballa Loo, presentan perfiles biconvexos característicos de
una buena penetración dentro del agua.
b) La misma forma puede ser aplicada igualmente a otro «fluido» como el aire. El
avión Aérotorpille de los ingenieros V, Tatin y L. Paulhan, de 1911, posee un fuselaje que
recuerda la forma de un pez y que tiene propulsión de hélice montada en la cola.
c) Pez piloto mecánico para guiar barcos, patentado en 1905 por el noruego Cornelius Lie.

El delfín: un fuselaje hidrodinámico


Figura 3:
a) Avión clásico con fuselaje cilíndrico, un DC8.
b) Maqueta de silicona de un delfín para estudios hidrodinámicos.
c) Proyecto de un avión con perfil llamado laminar, inspirado en el del delfín (H. Hertel, P.
Thiède, K. Affeld, G. Clauss, del Instituto de Aeronáutica de Berlín, ILTUB, 1966-1969).
d) Una depresión debajo de la cabina de pilotos de un avión puede corregir la perturbación del
deslizamiento causada por el elemento saliente. Proyecto de Heinrich Hertel siguiendo sus
observaciones sobre la forma de un melón y de la aereación del delfín (1969).

La trucha inmóvil en la corriente: ¿un -efecto Coanda»?

Figura 4:
El primer avión turbo-hélice de la historia de la aviación construido por Henri Coanda, expuesto
en el Salón de la Aeronáutica en París, 1910. Según el amigo del ingeniero, el diseñador Jacques-
Paul Grillo, éste sería un invento biónico. Coanda habría formulado la teoría del efecto que lleva
su nombre observando peces rápidos en alta mar y truchas en los ríos y reflexionando sobre el
papel hidrodinámico de las rendijas de las agallas.

Conjuntamente con nuestros propósitos, tenemos que citar los testimonios de autores que son
célebres en el diseño y la biónica.
De la utilidad de la investigación en la historia natural

[...] Las investigaciones de historia natural, hasta las que no


parecen ser más que pura y vana curiosidad, pueden tener utilidades muy reales
que serían suficientes para justificarlas ante los mismos que querrían que no se
buscasen más que cosas útiles, si antes de condenarlas se tuviera la paciencia de
esperar que el tiempo enseñe el uso que se les puede dar [...] (René-Antoine
Ferchault de Réaumur, Historia de las avispas [1719]).

Debemos a De Réaumur el reinventar el papel de fibra de madera —técnica practicada hace mil
quinientos años por los chinos, pero desconocida en Europa. La observación de las avispas que
fabrican una pasta de madera para construir sus nidos inspiró a De Réaumur la idea de
reemplazar la reía por materiales vegetales menos caros. Pero no fue hasta 135 años después de
la publicación de su propuesta que vio la luz del día la primera desfibradora de madera (Gottlieb
Keller, en Alemania).

El «diseño» del mundo vivo

Desde tiempos inmemoriales ha sido a través de la «causa


final», por el concepto teleológico del fin, propósito o «diseño», en alguna de
sus múltiples formas (porque sus maneras son varias), que el hombre ha
acostumbrado explicar los fenómenos del mundo vivo.
[...] el camino del físico es buscar no tan sólo los fines, sino
más bien los antecedentes; encuentra las «causas» en lo que ha aprendido a
reconocer como propiedades fundamentales o concomitantes inseparables o
leyes invariables de la materia y la energía (D'Arcy Thompson. 1917, vol. I, pp. 5-
6).
La bardana: un sistema para enganchar
Figura 5:
La bardana Arctium lappa, fotografiada en otoño (a). El suizo Georges de Mestral patentó en
1951 la cinta Velero (velours «terciopelo» + crochets «ganchillos»), inspirado en el sistema de
enganchado de los frutos de esta planta. Una parte de la cinta lleva rizos seccionados que hacen
de ganchillos, similares a los ganchillos flexibles de la planta; la otra parte lleva rizos finos
parecidos a los rizos del pelaje de un animal, en los que los ganchillos se pueden enganchar.
Adoptada inicialmente por la NASA, este invento biónico ha conquistado poco a poco todos los
sectores de nuestra vida diaria: el sistema no necesita instalación especial (b).

Rémiges anguladas: un «reactor» en la punta del ala

Figura 6:
Molino de viento «Berwian» de Ingo Rechenberg que explota el efecto del remolino compuesto.
Las puntas de las alas activas están giradas hacia el centro, donde se pone la turbina. El molino
de viento fue optimizado por el método de la «estrategia de la evolución» a muchos niveles
(número y posición de las aspas, perfiles, etc.).
Figura 7:
Ingo Rechenberg, del Instituto de Biónica de Berlín, demostró que las rémiges, las grandes
plumas de las puntas de las alas de grandes aves como los rapaces, reducen las pérdidas de
energía.
Su disposición en cascada lleva a la formación de remolinos marginales que se autoorganizan en
una trenza helicoide en el interior de la cual la columna de
aire se acelera. Surge un efecto de reactor en la punta del ala.

a) Cóndor de los Andes.


b) «La Cigüeña», planeador experimental de Otto Lilienthal (1894).
c) Remolino marginal simple en la punta de un ala truncada, responsable de una gran pérdida
de energía.
d) Remolino compuesto, mostrando el efecto de las «aletas» múltiples, análogas a las rémiges
de las aves.

Principios físicos del vuelo

El hombre ha intentado, miles de veces, imitar a las aves. El


género humano ha fabricado y probado un número infinito de alas sólo para
descartarlas enseguida. Todo ha sido en vano y de nula utilidad para llegar a
este fin tan esperado.
El verdadero vuelo libre sigue siendo hasta hoy un problema
para la humanidad, como lo ha sido desde hace miles de años.
No queda más que renunciar completamente a los medios de
sustentación por gases ligeros y debemos entonces renunciar al uso de globos
inflados y explotar estos efectos grandiosos de vuelo del mundo animal; nos
queda tan sólo aprovecharnos de un método de vuelo en que no se usa más que
cuerpos de alas no muy gruesos, que ofrecen muy poca resistencia al penetrar el
aire en dirección horizontal.
Los animales que vuelan son capaces, mientras mantienen
este principio, de levantarse y efectuar una rápida propulsión a través del aire.
Si deseamos, entonces, aprovechar igualmente las ventajas de este principio,
convendría encontrar la explicación de este efecto de vuelo. La reducción de tal
efecto a su causa se hace a través del justo conocimiento de los procesos
mecánicos; y es la mecánica, la ciencia de los efectos de las fuerzas, la que nos
da los medios para explicar estos mecanismos.
El arte del vuelo es, entonces, un problema cuyo tratamiento
científico depende esencialmente de los conocimientos de mecánica. Las
reflexiones necesarias son, sin embargo, de naturaleza relativamente sencilla, y
vale la pena echar una mirada sobre las relaciones del arte de volar y de la
mecánica (Lilienthal, 1889 ; 6-7).

Principios de morfología

Desde que uno oye por primera vez a un biólogo decir, en


lenguaje claro, que bajo la forma de un animal siempre hay que ver la función, o
hasta cuando insiste, de forma precisa, sobre las relaciones que unen la forma
del cuerpo y su actividad funcional, uno se siente un poco desorientado por la
multiplicidad de imágenes que así se evocan.
Si no, veamos: esqueletos, movimientos de rotación, ondas
líquidas, gravedad, viento, tensión de superficie, torsión, dilatación o retracción
paralelas, crecimientos variados, torbellinos, presiones, etc.; a cada una de las
formas que hemos visto está asociada, en efecto, una cosa que funciona,
un funcionamiento [...].
Con las cadenetas, tenemos la gravedad, eso es, un régimen
de fuerzas constantes y paralelas; y con la vela inflada, que también tiene un
perfil de cadenetas, tenemos igualmente un régimen de fuerzas constantes y
paralelas, el del viento regular [...].
Con las espirales logarítmicas y las superficies
espirales, tenemos un fenómeno que se renueva, siempre igual a sí mismo.
De donde tenemos este segundo punto: ya que dos o más
formas son de la misma especie, puede haber alguna cosa en común en los
correspondientes funcionamientos respectivos [...].
En realidad, todo pronóstico es imposible, y es indispensable,
en presencia de dos funcionamientos que tienen algo en común, precisar este
algo, si es que existe, y determinar los límites con rigor.
Después de lo que ya hemos dicho, se puede dudar de cuan
peligroso aún puede ser el simple «parecido» (Monod-Herzen, 1956 : 144-145.
Véase fig, 8, que ilustra algunos ejemplos citados).
Analogías entre fenómenos físicos o realizaciones técnicas y
organismos

Figura 8:
(a-b) Hidromedusa, Polycanna germánica (Haeckel) y la evolución de un torbellino en un
líquido (K. Mack). (c-d) Sistema de geodésicas cruzadas en la pared de una vorticela, animal
acuático unicelular microscópico (Schaefer), y sobre un cesto japonés.
Figuras tomadas de la obra de É. Monod-Herzen (1956).

De la riqueza de las formas naturales

La observación de las formas naturales ofrece un apoyo


maravilloso: podemos divisar allí una fuente inagotable de combinaciones al
servicio de la vida. En la admirable obra Growth and Form, de D'Arcy
Thompson, se descubre una riqueza extraordinaria de formas naturales y el
estudio de su crecimiento. ¿Cómo no mencionar también los trabajos de
Monod-Herzen que fue el primero en señalarnos los problemas planteados por
esos delicados y extraños organismos llamados radiolarios?
Ningún arquitecto debiera ignorar el trabajo del zoólogo
Ernst Haecket, un repertorio prodigioso de formas y de temas de construcción,
desde las arborescencias múltiples hasta las redes más complicadas. Estoy
convencido de que el futuro de las estructuras está encerrado en estos
misteriosos arreglos.
La naturaleza nos ofrece un abanico de secretos que no se
revelan más que con mucha paciencia y amor [...] (Le Ricolais, 1935-1969).

La hoja del nenúfar gigante: arquitectura de nervadura

Figura 9:
Vista interior del Crystal Palace (Palacio de Cristal) de Londres, construido por Paxton en 1851
para albergar la Exposición Universal. Notemos los apoyos múltiples que corresponden
igualmente al principio estático de la hoja flotante de la Victoria amazónica, en cuya
construcción se inspira: la hoja no es una estructura que vuela sobre su tallo, sino toda la
superficie de nervadura la que se apoya sobre el agua.
Figura 10:
a) La hoja flotante del nenúfar gigante Victoria amazónica puede alcanzar diámetros de 2
metros. Debe su rigidez a las nervaduras radiales y a las nervaduras concéntricas de la cara
inferior, así como al reborde curvado hacia arriba.
b) Nenúfar fotografiado en un invernadero del famoso Jardín Botánico de Kew, cerca de
Londres.
c) Invernadero de techo plisado, todo de vidrio, construido por el jardinero y arquitecto
amateur Sir Joseph Paxton en Chatsworth, en 1849, Este invernadero, cuyos principios de
construcción se inspiran en la hoja de Victoria amazónica, abrió el camino a la industrialización
en materia de construcciones ligeras. Constituyó la prefiguración del Crystal Palace de Londres.
Estructura ósea: arreglo óptimo de la materia
Figura 11:
a) Representación esquemática de la distribución en la materia ósea en el interior de un fémur
humano.
b) Sección de un fémur que hace aparecer las finas láminas llamadas trabéculas, del
hueso esponjoso.
c) Capaz de reaccionar a las contracciones mecánicas reales (el peso del cuerpo que incide
oblicuamente, la tracción de los músculos, etc.), esta materia se redistribuye constantemente,
orientando los elementos de su estructura a lo largo de las líneas medias de fuerza (por depósito,
por la reducción de materia).
d) Trazado de las nervaduras llamadas isoestáticas de un plafón de cemento armado, dentro del
Auditorio de Biología de la Universidad de Freiburg im Breisgau, Alemania. El principio estático
retoma una técnica, aplicando este principio de la distribución «natural» de la materia, que fue
patentado por el arquitecto italiano Pier Luigi Nervi en 1950.
e) La Torre Eiffel (1889) en Paris debe su sabio «diseño» a un alumno de Culmann, el
ingeniero de Alsacia Maurice Koechlin. Una distribución ideal de la materia garantiza la eficacia
mecánica de la torre de 300 metros: ¡las 7.000 toneladas de acero cabrían dentro de un cubo de
tan sólo 10 x 10 x 10 metros!

Mínimo, máximo, óptimo

La idea de la «estructura» invade el campo de nuestros


conocimientos. De hecho, más que de la estructura en sí misma, importa la
Estructura de las Estructuras, si se me permite el pleonasmo. Uno ve dibujada la
evolución intelectual en curso, en que la calidad se impone sobre
la cantidad, con el surgimiento de la idea matemática de la variación.
Ha sido justamente subrayado que la naturaleza misma de
los objetos que consideramos importa menos que sus arreglos. Y más allá de
toda analogía poética, las formas, las substancias, la vida misma no son más que
los resultados de estos arreglos...
La constante de nuestro universo es el cambio. Nuestra única
esperanza de comprehenderla es estudiar lo que permanece invariable en el
curso de este cambio. A través de los siglos, el deseo del constructor siempre es
el mismo; franquear espacios inmensos con materiales imponderables, es
decir, de poco peso. (Le Ricolais, 1935-1969. En otro lugar —«El deseo del
constructor»— se expresó de forma todavía más punzante: espacios infinitos,
peso nulo.)
[...] los autores Stefan Hildebrandt y Anthony Tromba nos
dan una reflexión meditada de la simetría y la regularidad de las formas y los
patrones de la naturaleza. Aunque muchas veces es fácil verlas, estas formas y
patrones no siempre son tan fáciles de explicar. ¿Hay leyes universales sencillas
que nos permiten entenderlas? [...]
Es la historia del desarrollo de la rama de matemáticas
llamada el cálculo de variaciones, que concierne cuestiones de optimización —
hallar formas o patrones que maximizan o minimizan una cantidad particular.
¿Es el iglú la forma óptima de casa que permite la pérdida mínima de calor al
exterior? ¿Es verdad que las abejas usan la mínima cantidad posible para
construir sus celdas hexagonales? Es más, ¿hay un principio subyacente que
describe la variedad infinita de formas de nuestro mundo?
Estas preguntas no tienen una respuesta final, pero los
científicos continúan explorando la idea de que la naturaleza se rige por el
principio de la economía de medios —-que la naturaleza procede de la manera
más sencilla, más eficaz [...] (Hii.debrandt & Tromba, 1985. Texto introductorio
de la portada).
Hueso helicoidal del pitón y la juntura tronco-rama de un árbol:
perfiles elásticos muy resistentes
Figura 12:
a-c) Los diseñadores daneses Rud Thygesen y Johnny Sorensen supieron dar a este asiento de
madera ligereza, solidez y sobriedad económica, cuidando particularmente el detalle de la
inserción del pie del respaldo en el anillo horizontal del asiento. Imitaron el detalle de la juntura
de una rama en el tronco de un árbol, donde «la naturaleza resuelve este problema por el arreglo
astuto de las fibras y las proporciones justas» (1981,en J. Beknsen, 1983).
d) El hueso de pterigoideo detrás de la mandíbula superior del pitón constituye, con el hueso
cuadrado, una doble articulación muy especial que permite a la serpiente ingerir presas de
considerable volumen, en un solo trozo.
e) Plan geométrico de este perfil helicoidal de tres ramas.
f) Proyecto de sillas en fibra de vidrio y poliéster, de Fabrice Vanden Broeck (1984). Ciertos
detalles, notablemente al nivel de las junturas pie-asiento y pie-asiento-respaldo, se inspiran en
el hueso pterigoideo donde se ejercitan presiones semejantes.

Nidos de abejas: mínimo de material, óptimo de resistencia mecánica

Figura 13:
Prototipo de un fajo alveolar para el sistema de refrigeración de una central térmica (1989). El
diseñador Norbert Linke, de General Electric Plastics, Holanda, acababa de seguir una
conferencia en que uno de nosotros (B. Kresling) había hecho la demostración de la evolución en
el arte de construir de las abejas, desde las celdas sobrepuestas de las abejas solitarias hasta las
celdas en grupo de las abejas sociales.

Figura 14:
a) Principio de agrupamiento de los alvéolos de las abejas sociales. El fondo común está
realzado. Este arreglo garantiza una excelente relación «economía de material - estabilidad del
conjunto».
b) Técnica de estructura «sandwich» con adornos planos.
c) Estructura «sandwich» de un esquí náutico con intercalado tipo nido de
abeja (Reflex, Grupo Zodiac, Francia).
El ala del murciélago: ¿vuelo de aleteo o vuelo de planeador?

Figura 15:
A pesar de los problemas de estabilidad de vuelo que planteaba este invento, «el murciélago»
(avión núm. 3) de Clément Ader (1893-1897), es una obra maestra de ingenio. Construido con
«huesos» vacíos, madera y corcho, el avión pesaba sólo 450 kilos, a pesar de su imponente
envergadura de 15 metros.,.
La perfección de las conchas

Figura 16:
Las conchas más antiguas del universo son las costras de las
estrellas que se enfrían [...]. Se les puede comparar con la cáscara de un huevo:
se forman en la superficie de gotas líquidas en movimiento. En la prehistoria
más remota, hace unos 400 millones de años, la naturaleza viva aprovechó el
hecho de que una estructura curva es de 50 a 100 veces más resistente que una
estructura plana del mismo grosor. Esto significa que el envoltorio protector
alrededor de los microorganismos frágiles puede o reducir el gasto de
material y de peso, u obtener un grado superior de protección. Esto ha llevado a
una verdadera explosión de la difusión de estas estructuras en concha [,...].
Concretadas, constituyen las numerosas cadenas de montañas de nuestra tierra.
Los lechos sedimentarios pueden llegar a 1.000 metros de grosor y extenderse
sobre centenares de kilómetros.
En toda la naturaleza viva, las conchas son omnipresentes: la
cáscara del huevo, los carapachos quitinosos de los coleópteros y otros insectos,
la caja craneal abovedada, los carapachos protectores de las tortugas, los picos
de las aves y la mayor parte de los huesos, son estructuras tubulares, y así
conchas, tanto como las cañas de trigo, de maíz o de bambú. Las semillas se
protegen con cápsulas de paredes delgadas, las nueces se engloban en cáscaras
coriáceas, y, como dice el dicho, -tiene el coco duro como una nuez».
La observación más sorprendente que he podido hacer es que
prácticamente todos los pétalos o cálices de flores son conchas. Sea el pétalo
simple de una flor de cerezo, la campana de una digital, el cáliz de un lirio, de un
tulipán o un junquillo del bosque, la forma compleja de una zapatilla de Venus o
de una de las variedades de las maravillosas orquídeas, todas estas flores son
conchas de paredes delgadas con doble curvatura. Desde el punto de vista de
la estática, son muy refinadas, resistentes a las fuerzas del viento con un
mínimo de gasto de material. Además, tienen tan sólo un punto de apoyo, cosa
que todavía no sabe hacer nuestra técnica de ingeniería. Su diseño muestra una
elevación o un descenso del borde de la concha, el medio más sencillo para
reforzar el borde (y de evitar una pesada viga).
Pienso que las flores —plantas vivaces o leñosas— no
presentan sólo el tipo de concha más frecuente, sino que son también las de
mayor belleza. Ofrecen una perfección suplementaria: sonestructuras
cinéticas. Según la necesidad, pueden variar su forma a fin de abrir o cerrar la
flor, o hasta con el fin de ayudar al proceso de la polinización. Así, vemos que un
insecto que penetre en una flor, como la del perrito, dispara todo un mecanismo
por el sencillo cambio de curvatura y profundidad de la corola. Esta idea todavía
no ha hallado una aplicación en el reino de la construcción. Pero la posibilidad
es bien real y la transformación de la forma podría hacerse sin daño: bastaría
desplazar los puntos de apoyo. Nos esperan innovaciones interesantes [...]
(Isi.er, 1989:135-136).
La concha de Santiago: ondulaciones superpuestas
Figura 17:
a) Dibujo del ingeniero francés Robert Le Ricolais de la concha de Santiago, Pecten jacobeus. A
las ondulaciones de la válvula curva se añaden finas canalizaciones cuyo número aumenta con el
crecimiento de la concha.
b-c) Le Ricolais aplicó el principio estático de esta concha —curvas opuestas y ondulaciones
cruzadas— a formas cilíndricas como los soportes y los paneles compuestos (1935). El
panel Isoflex, un sistema de toldos ondulados cruzados, juntados con soldadura, es siete veces
más resistente a la torsión que un toldo ondulado plano.

El ordenador en la escuela de la naturaleza

El que quiere en nuestros días desarrollar un nuevo modelo


de automóvil, no empieza por intentar penetrar en todos los secretos del diseño
de las carrozas de correo, para continuar por rehacer en su mente todos los
modelos esenciales de la historia del automóvil, y llegar por fin, con un cierto
retraso, al problema en sí. Más bien examinará los mejores tipos que ofrece el
mercado e intentará encontrar en qué puede mejorarlos; mejora que él
introducirá en su propio ingenio, que le da esperanza. Así, partirá del mejor
diseño conocido y comparará su rendimiento con aquél.
Es todavía más sorprendente que se haya invertido hasta
hace pocos años, y con tanta timidez, el money and man-power (poder
monetario y humano) en el estudio del diseño de la naturaleza, al que no se
puede aportar casi ninguna mejora. Claro, el que quiera obtener; por ejemplo,
un taladro de forma óptima, ultraligero, muy duradero, puede buscar entre
montones de huesos o elementos de árboles antes de encontrar —si es que
puede— cualquier cosa de valor para llevar a casa.
La duda de que las cargas de funcionamiento a que está actualmente adaptado
el elemento biológico correspondan a las condiciones a las que será sometido el
taladro en servicio normal, tal como se prevé, oscureció el ceño del optimista
más notorio y lo volvió angustiado. El problema es, entonces, que un elemento
constructivo singular (biológico] no puede ser copiado y no es un prét-á-
porter; partiendo de aquí, el problema se presenta de otra manera: se trata de
crear un método capaz de dar componentes con calidades de ligereza y
durabilidad comparables a las del diseño biológico. Con este método, no sería
forzoso ir a parar al fémur de un perro, a la garra de un tigre ni al ala de un ave,
pero podrían ayudar a diseñar un taladro, ya que ofrecen todas las calidades
características de un diseño biológico. Este problema fue resuelto en el KfK
(Centro de Investigación Nuclear de Karlsruhe) con el desarrollo del método
CAO (Computer Aided Optimization [Optimización Ayudada por Ordenador]).
Para dar la prueba de que este método realmente establece este óptimo de una
configuración biológica al medio de crecimiento simulado por ordenador, fue
verificado en la aplicación de numerosos ejemplos biológicos. Se demostró que
se puede simular efectivamente con el CAO tanto la cicatriz dejada por una rama
sobre el tronco de un árbol como la configuración de los injertos de rama en un
árbol; también se puede simular perfectamente la garra de un tigre o de un oso,
las formas de las espinas de las plantas y el proceso de curación de fracturas de
hueso, etc. Por eso se ha podido saber que este método CAO es válido para hacer
desarrollarse los componentes de máquinas hacia un óptimo
biológico (Mattheck, 1992: 14).

Los árboles: modelos para la industria


Figura 18:
a) Formación accidental de un encañizado sobre un castaño por una rama que suelda tas dos
ramas principales.
b-d) El físico Claus Mattheck dio la «tarea» al lógico del CAO al optimizar un detalle semejante
donde dos cilindros se unen por un travesero y que reciben los mismos requisitos mecánicos que
el árbol en la naturaleza. Las zonas gruesas de anillos de crecimientos corresponden a un
dispositivo que impide la aparición de contracciones excesivas. El aporte de material en el
transcurso del tiempo no es sensible más que a las partes libres de los troncos y sobre la juntura
misma. El lógico, una vez aprendido de los árboles a optimizar las estructuras, puede prever los
fenómenos en otros casos de figuras: la eficacia del método CAO se verifica y la vista del
diseñador se agudiza...
e-i) Optimización de un anillo de una cadena por el mismo método de CAO (C. Mattheck, 1992.
FEM: Susanne Burkhardt, Juergen Schaefer).
Figura 19:
El «biodiseño» del Art Nouveau introdujo formas «vegetales» en la producción industrial por el
anhelo de elegancia y de la apariencia de ligereza. Desde el punto de vista técnico, las
construcciones como los edículos de las estaciones del metro de París (1900) o los muebles de
Héctor Guimard son de tipo «barra y nudo». Gracias a las junturas cuidadas y a una
triangulación sistemática de los elementos, estas estructuras son mecánicamente mejores que
las trazadas con compás. Pero las formas no traducen realmente las de las plantas, que no
conocen tal triangulación más que accidentalmente (la fotografía muestra la rama de un gran
tilo en la avenida de Foch, París). El detalle de la palangana del emú se aproxima todavía más,
sin duda, a las estructuras metálicas de Guimard. La imitación de estas formas biológicas no se
justifica siempre, sólo en la medida en que se toma en cuenta el entorno mecánico de la
estructura natural (músculos, puntos de apoyo...). La CAO puede intervenir en estas
aproximaciones.

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