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Hablar del escritor y poeta español Pedro Casaldáliga; es hablar de un hombre de

Dios, un hombre que permaneció gran parte de su vida en Brasil, luchando por la
causa y los derechos de los menos favorecidos, aun a costa de las amenazas que
recibió por ello. y traigo su nombre a mi memoria, porque después de leer un
fragmento de uno de sus escritos, he pensado con mas recurrencia en aquella
iglesia que soñamos, aquellos que tenemos el privilegio de predicar la palabra de
Dios, el evangelio de Cristo Jesús. Confieso que, al igual que Pedro Casaldáliga y
otros, sueño con el dia en que, el Señor en su infinita misericordia permita que, la
iglesia local a la cual pertenezco pueda alcanzar a tener esos rasgos o características
sustanciales que distinguen a la verdadera iglesia de Cristo. No una iglesia perfecta
en aspectos superficiales y carentes de valor como muchos buscan en un mundo
caído como este, sino una iglesia que este conformada por aquellos que
verdaderamente han nacido de nuevo en Espíritu y Verdad, como lo dijo el
maestro, una iglesia en la cual aquellos que la conforman atesoren en su corazón,
en su mente y espíritu; la palabra del único y verdadero redentor nuestro y, en
consecuencia, la apliquen a su forma de pensar, de hablar y de vivir. Para que, a
través de la obra del Espíritu Santo, se edifiquen y constituyan en testimonio vivo
ante la sociedad, de la maravillosa transformación que, la gracia y el poder del Dios
de Abraham pueden hacer en la vida de sus verdaderos hijos.
Para ello es necesario un cambio a nivel mental, en cada uno de los miembros de la
iglesia, un cambio dirigido por el Espíritu Santo, que nos permita
despojarnos de una vez por todas de esa mentalidad hedonista que se ha convertido
en el sello distintivo de nuestra actual sociedad, ese pensamiento erróneo y
destructor de los valores cristianos que, nos enseñó que el placer o dicho de otra
manera la ausencia de dolor, es el principio más importante en determinar la
validez moral de cualquiera de nuestras acciones. Volviéndonos con ello,
insensibles al dolor de nuestros hermanos, a vivir una vida sin Cristo; una vida en
la cual la confianza y seguridad están puestas en las cosas terrenales y no en el
Señor. el hedonismo es un pensamiento, una filosofía de vida basada únicamente
en la sabiduría humana que, nos ha hecho creer que somos perfectos, que el poder
está en nosotros y en consecuencia no necesitamos a Cristo en nuestras vidas. Una
filosofía que, nos hizo creer que nada es pecado, que todo es válido en tratándose
de alcanzar la felicidad pasajera de un mundo que esta en el ocaso de sus días. Esa
mentira que algunos creyeron y que un dia logro que, sin darnos cuenta, muchos de
nosotros olvidáramos que, ante los ojos del creador, todos somos pecadores y que
la salvación únicamente está en Cristo Jesús.
Pues el Señor en su infinita gracia nos ha rescatado por medio de Él, bien lo dice
Pablo en los versos 23 al 26 del capítulo 3 de su carta a los Romanos que; “por
cuanto todos hemos pecado y por tanto ya no alcanzamos la gloria de
Dios, hemos sido justificados gratuitamente por su gracia, por medio de la
redención que es únicamente en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente
como sacrificio propiciatorio; por su sangre a través de la fe, como demostración
de su perfecta justicia, y porque en su tolerancia, el Señor pasó por alto los
pecados que previamente habíamos cometidos, para demostrar en este tiempo su
justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica a todo aquel que tiene su fe
puesta en Jesús.”

y que, como predicador de la palabra de Dios, anhelo de la iglesia local a la que


pertenece y de la cual hacemos parte cada uno de aquellos que han nacido de nuevo
por la obra del espíritu Santo y por tanto en verdad guardan sus palabras y las
aplican a su vida.
Si bien es cierto que al analizar esa iglesia de la cual tus haces parte, se debe partir
del hecho insoslayable que ante todo una iglesia debe estar centrada en Cristo
Jesús; como bien lo entendemos de lo dicho en el verso 6 del capítulo 8 la primera
carta de Pablo a La iglesia de Corinto; en el cual les recalca que: “para
nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros
somos para El; y un Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por medio
del cual existimos nosotros.”

Después de haber conocido al señor, revelado a través de su verdad


, tengo la convicción que tantos años de mi vida apartado del camino de Dios, sin
lugar a duda fueron años perdidos. Años en los que no pasaba de ser un grano de
arena en la inmensidad del océano, similar a moviéndome al vaivén de las
corrientes del mundo

Pero, quiso la gracia del señor que, aunque fuera un grano de arena en la
inmensidad del océano,
el único camino del Señor; quiso la gracia y la misericordia del Padre, traerme a los
pies de su hijo. Desde entonces ya nada fue igual. Todo cambio para bien; mis ojos
se abrieron y dejé de ver únicamente lo tangible, y pude experimentar la presencia
del Santo Espíritu de Dios en mi vida. Deje de soñar con las cosas triviales y vanas
con las que sueña el hombre natural. Mi pensamiento se renovó, atrás quedaron
mis ambiciones terrenales, cuando a través de su palabra comprendí que, este
mundo no durará para siempre. "El cielo y la tierra pasarán", dijo Jesús en Mateo
24:35.

Como seguidor de Jesucristo, y predicador de la palabra de Dios. he tenido un


sueño recurrente, un sueño que no tiene costo en dinero.

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