de la escritura, el autor cede su preeminencia al lector por su capacidad nica de
mantener unidas en un mismo campo todas las sefiales de que se compone lo es-
crito. A pesar de ello, Barthes no crefa posible esperar el surgimiento de una cien-
cia o una semidtica de la lectura. El tiempo se encargé de demostrar que estaba
equivocado, En Temps er récit (Ill) Ricoeur destacaba la importancia estratégica
del lector y la posibilidad de una teoria de la lectura construida a partir de la poéti-
ca, la retérica, la fenomenologia, la reeepcién y la semidtica. Por su parte, y par-
tiendo de la fenomenologia y de los fructiferos principios de Ingarden, Wolfgang
Iser ha desarrollado una teoria sobre el acto de leer que se enmarca dentro de una
teoria general de la recepcién. Al igual que Ingarden, Iser entiende que un texto
est4 constituido por elementos no desarrollados que debe actualizar el lector. Ingar-
den habla de indeterminaciones como de unos vacios que deben ser ocupados para
una actualizacién adecuada. La actividad del lector consistirfa en completar lo que
estaba sugerido en el texto. Iser ha profundizado en esta idea. Entre aquellos ele-
mentos que he recordado hay vacios que garantizan al lector un margen de anilisis
suplementario. Los vacfos le permiten convertir la lectura en algo suyo: el texto no
formula por si mismo su sentido. El texto sdlo se constituye como tal en un acto de
lectura y es el lector quien poco a poco va relacionando partes, valorando las pers-
ones del narrador.
nterlocutores de un didlogo
explora significaciones, dialoga él mismo, en suma, con el texto.
blanco, que no existen en la misma medida en nuestra habla cotidiana, estimulan al
lector a construir una trama en todo aquello que lee, a poner en marcha el proceso
entre el texto y él, y a permitir que ensamble los diferentes segmentos.
La interpretacién comienza en el mismo acto en el que empezamos la lectura y
légicamente, se va modificando en su transcurso. Ningtin texto se descifira una frase
detras de otra. Las frases, los parrafos (y nosotros en este proceso) se interpretan en
funcién de lo que precede y de lo que se espera. Hay una especie de anticipacién
permanente que se confirma o se niega en el transcurso de la lectura, Si las secuen-
‘cias posteriores no confirman el sentido que se iba creando, se vuelve a la interpre-