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El Asombroso Ayate de Juan Diego
El Asombroso Ayate de Juan Diego
Introducción
Así que, la finalidad de esta conferencia será mostrar, con la
ayuda de Dios, ¡qué ha visto el hombre en esta imagen que le ha
cautivado!, aun cuando hablemos acerca de diferentes círculos
culturales, pues la veremos a través de la apreciación que
obtienen los sencillos e ignorantes, desconocedores de todo arte
o ciencia (como lo fueron los primeros indios del Nuevo Mundo);
la veremos, también, a través de la apreciación que tienen los
artistas, con ese ojo clínico que ve codificada a la belleza en
un conjunto de reglas y proporciones; y por último a través de la
apreciación, tan distinta, que logran tener los científicos, los
cuales tan sólo se doblegan ante los resultados salidos del
laboratorio.
Pero, ¿cuál es la relevancia de mostrar lo que esta imagen ha
logrado captar en la atención de estos tres tipos de hombres: el
sencillo, el artista y el científico?...
Es el hecho de poner de manifiesto el origen divino de esta
Sagrada Imagen, pues sólo la belleza que elabora el Artífice
Divino es capaz de llenar por completo la atención de estos tres
tipos de hombres, quedando así de manifiesto su sello divino.
¡Sí!, ya que si hablamos, por ejemplo, de una obra de arte, ya
sea una pintura, una obra musical, etcétera, encontramos que sólo
puede ser apreciada por un círculo muy selecto de conocedores,
dejándonos tal vez a la mayoría de nosotros fuera de la gloriosa
contemplación; ahora, ¿qué decir del campo científico tan
apasionante para los físicos y matemáticos con sus
especulaciones, fórmulas e invenciones? Es una pasión que no es
por mucho del agrado de una mayoría.
Sin embargo si nuestra atención la fijamos en algo que haya sido
creado por Dios y no por industria humana, sin duda, podemos ver
que todos encontramos algo que contemplar. Porque si hablamos de
la luna, vemos claramente que su naturaleza atrae a los
ignorantes, por su belleza manifiesta (los cuales no toman en
cuenta ninguna regla del arte); y qué decir del artista, el cual
se eleva en contemplación, al notar esta belleza, la cual le hace
crear obras de arte; o qué decir del científico que encuentra en
este mismo astro algo que despierta su curiosidad y que le hace
analizarlo a través de sus numerosos inventos científicos,
llegando a descubrir en su naturaleza, cosas que le asombran y
subyugan.
Pues de un modo análogo, esta Sagrada Imagen de Guadalupe,
plasmada en el grosero ayate del pobre indio Juan Diego, ha
podido captar su atención de un modo semejante como lo vamos a
ver...
Escritura ideográfica
Rayos: Nuestra Seora aparece rodeada por los rayos del sol, sin
embargo Ella lo eclipsa con su cuerpo. Esto significó para los
indios, que adoraban al sol, que Ella era más poderosa que su
dios sol, y a la vez que, el ser humano representado por Ella
demostraba ser más grande que el sol, por lo tanto el sol no era
un dios.
No era diosa: Sin embargo, no es una diosa, puesto que sus manos
están dobladas en actitud de súplica y su postura indica que está
intercediendo por ellos ante el trono del verdadero Dios
invisible, pues sus manos juntas denotan la actitud de quien ora
y su cabeza inclinada manifiesta reverencia hacia alguien
Superior.
Dorado: Otra cosa que ha asombrado a los peritos del arte, por
ser tan fuera de serie, es el oro y dorado que se encuentra en la
Santa Imagen, que según testimonio de Cabrera al verlo la primera
vez se persuadió que el oro estaba sobrepuesto como si fuera en
polvo y que el más ligero toque o soplo lo haría volar, sin
embargo se desengaó al comprobar lo incorporado que está con la
trama, de tal manera que parece que fue, nos dice, una misma cosa
el tejerla y dorarla, pues se logran apreciar distintamente todos
sus hilos como si fueran de oro, como un oro impreso de molde, no
encontrándose en todo el lienzo material alguno de aquellos que
se practican para el efecto de dorar, circunstancias que sólo
pueden ser de una pintura sobrenatural.
Otro tenaz examinador de la pintura, de nuestros días, resumía
así lo extraordinario de este dorado: El dorado es transparente,
y debajo se ven los hilos del ayate. Por lo cual concluía que
como no hay ningún metal que sea transparente, ese dorado dotado
de transparencia no puede ser obra humana.
Acto de Contrición
PETICIÓN
Aquí cada uno puede exponer a la Santísima Virgen sus necesidades
tanto espirituales como temporales para que se digne remediarlas.
Se reza después una Salve y se concluye con lo siguiente:
ORACIÓN
Soberana Emperatriz del cielo y de la tierra, amantísima Madre y
Seora mía de Guadalupe, yo me recreo y enajeno al ver tus admirables
virtudes; y cuando observo tus ojos hermosísimos y llenos de misericordia,
inclinados hacia la tierra, con la mayor gratitud, advierto que los estás
dirigiendo a todos los que estamos en este valle de lágrimas: cuando veo tus
preciosas manos juntas y en ademán humilde de pedir, conozco que siempre
están intercediendo por los pecadores, porque tú eres la Madre más amante
de tus hijos. Esa corona que, como a Reina soberana, adorna tus hermosas
sienes, nos manifiesta que tienes poder y que por tu conducto debemos
alcanzar la gracia de ser perdonados. Ese astro resplandeciente, que forma
una ráfaga y con sus resplandores te circunda, nos está diciendo que tú eres
la aurora hermosa del verdadero Sol de justicia. Ese manto que, como la
bóveda celeste, está manifestando que tú eres su más hermoso firmamento.
Esa luna que a tus sagradas plantas sirve de tapete y a quien con tu belleza
opacas sus luces apacibles, nos declara, que tú eres la Luna hermosa y sin
menguante. Ese Querubín alado que te sirve de repisa, en su actitud
demuestra, que se complace al estar a las plantas de su Augusta Soberana.
Todo, todo cuanto en ti se observa, pública y engrandece las glorias del
Eterno, porque, tú eres la más hermosa y la más perfecta obra de la creación
y, por lo mismo, la escogida para Madre del Divino Verbo. Tu eres la
Escala miseriosa de Jacob, la gloria de Jerusalén y la alegría de Israel. Toda
eres pura y mancha no hay en ti. Yo te pido, Soberana Reina, que por todas
las preeminencias y privilegios que te concedió el Omnipotente Dios, nos
concedas una muerte feliz para gozar eternamente de la gloria.
Amén.
Se pide por amor a la Virgen, una sola Ave María por el autor y por
los que tomaron parte en su reimpresión.
LAUS DEO