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Ares Osvaldo, UNGS.

El discurso es material, lo material es discursivo

Judith Butler nos advierte que para pensar la dimensión material de la


sexualidad, y en particular la corporalidad, no podemos desconocer el entramado
discursivo en el que, aquello material, se nos presenta como lo material.
La palabra “sexo” no nos remite de manera directa y transparente a un objeto de
la realidad, sino que, antes bien, nos remite a otras palabras, por ejemplo: cuerpo,
genitales, gónadas, cromosomas, hormonas. Pero con cada una de estas palabras ocurre
lo mismo. La palabra cuerpo, por ejemplo, nos remite a la palabra biología, que a su vez
remite a la palabra naturaleza, y ésta, a su vez, a la palabra materia. Y así, podríamos
seguir saltando de una palabra a otra, y a otra, y a otra, sin nunca poder salir de la red de
palabras en la que nos estamos moviendo, y por ende, sin nunca poder alcanzar de
manera plena y concreta ese objeto de la realidad del que tenemos la ilusión de nombrar
de manera directa y transparente cuando decimos “sexo”.
Toda cosa del mundo, todo objeto de la realidad llega a la existencia de una
forma tal que su existencia resulta inseparable del modo en que lo nombramos, al punto
que lo que no se nombra no existe. ¿Había femicidios en la Argentina antes de que se
los nombrara “femicidios”?¿O lo que había eran “crímenes pasionales”?. Hoy en
Argentina hay casos de “gatillo fácil” pero no hay casos de “crímenes racistas”. Aun
cuando en cada caso de gatillo fácil la víctima sea une pibe marrone no se lo nombra
“crimen racista”, por ende no existe como tal, y sí existe como “gatillo fácil”, pues así
lo nombramos. Pero, ¿qué es nombrar?
Nombrar no es un acto voluntario ni individual. Que yo de manera individual y
voluntarista nombre “crimen racista” a un caso de violencia policial en el que un agente
de una fuerza de seguridad mata a une pibe marrone inocente no tiene como efecto traer
a la existencia el objeto-crimen-racista, lo que sigue existiendo en el mundo-Argentina-
actual es el objeto-gatillo-fácil.
Nombrar es un hecho social, un proceso de iteración de nombramientos en el
tiempo que van sedimentando en (produciendo) aquello que nombran, sea esto un
sujeto, un acto, un objeto del mundo, o un entramado de relaciones sociales con una
distribución desigual del poder.
Subrayemos esto último que acabamos de decir. El poder es él también
producido en ese proceso de iteración de nombres y “actos” en el tiempo al que nos
Ares Osvaldo, UNGS.

venimos refiriendo con el término “nombrar”, y que Butler denomina “perfomatividad”


(Butler J., 2002). Esto es, no solo no hay sujetos (individuales o colectivos), productores
voluntarios (responsables últimos) del, en términos butlerianos, proceso performativo,
sino que, tampoco hay un poder, una Estructura, una totalidad social, un discurso que
sea él el productor último de la performatividad.
No hay un poder previo al proceso discursivo mediante el cual llegan a existir
los objetos y las relaciones entre objetos del mundo. No hay un metadiscurso, esto es,
no hay un discurso del discurso1. En otras palabras, si con Butler entendemos al poder
como un discurso, como el discurso hegemónico, lo que estamos diciendo no es otra
cosa que no hay un discurso anterior al discurso. Si tomamos como ejemplo el
patriarcado, podríamos decir que lo que ocurre no es que primero está el patriarcado y
luego es el patriarcado el que opera para que se reproduzcan una y otra vez las actos y
nombres que generan las desigualdades de género, sino que es esa reproducción de
actos y nombres generadores de desigualdad la que, como consecuencia de ese proceso
mismo de reiteración, se hace poder, se hace patriarcado.
Que no hay sujeto se traduce en que no hay un centro de la acción, o mejor
dicho, no hay un centro, a secas. Lo que hay entonces, es una contingencia fundamental
en todo discurso performativo, en el sentido de que en el fundamento, en su base lo que
hay es contingencia, hay un vacío de coherencia y de sentido.
No obstante, lo que se nos aparece como realidad cotidiana no es el caos. El
mundo, día a día, no es un continuum de sin sentidos, sino que se nos presenta con una
cierta inteligibilidad, con una determinada coherencia básica que nos posibilita
desarrollarnos y desplegar nuestras acciones cotidianas en tanto seres humanos.
Que el mundo, su sentido, aun careciendo de un sentido último transcendental,
se nos presente de manera inteligible, coherente, implica que inevitablemente esa
coherencia, esa inteligibilidad, sea una entre otras posibles (Butler J., 2002).
No obstante, esa presentación se nos aparece como la única presentación
posible, como el único sentido verdadero, como lo que resulta obvio: el discurso vela su
falta estructural, su vacío “central” constituyente. En términos del pensamiento de
Butler, la performatividad se oculta a sí misma en tanto proceso performativo (Butler J.,
1990).

1
Con Lacan podríamos decir que no hay Otro del Otro.
Ares Osvaldo, UNGS.

Que el sentido común cotidiano sea uno entre otros quiere decir que hay otros
sentidos que son negados, expulsados, “forcluidos” dice Butler (noción que toma del
psicoanálisis). Esta expulsión, esta abyección, configura la producción de un
discurso/poder2. Esto quiere decir que dicha expulsión es una condición de aparición del
sentido común hegemónico, y que, por lo tanto, el exterior discursivo, que se produce
en el mismo movimiento en que se produce el discurso/poder, es un exterior sin el cual
dicho discurso no podría existir. Es en este sentido que Butler califica a este exterior
discursivo de “exterior constitutivo” (Butler J., 2002).
Y es este exterior constitutivo justamente lo que le va a resultar pertinente,
imprescindible, pensar a Butler. Pensar acerca de las condiciones de producción de ese
exterior constitutivo, que no son sino las mismas condiciones de producción de un
discurso hegemónico (Butler J., 2002) -la matriz heterosexual, el sistema sexo-género,
el patriarcado, por ejemplo; pero también, la meritocracia, el consumismo, el racismo,
etc.-, para poder llegar a construir posibles dispositivos (actos y nombres) de
deconstrucción del poder, formas posibles de habilitar otras maneras nuevas de habitar
la vida en común que sean más y mejor hospitalarias con las distintas formas de ser y de
estar con otres en el mundo.

Bibliografía citada

Butler, J. (1990) “Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre


fenomenología y teoría feminista”. En Performing Feminims: Crtitical Theory and
Theatre, Johns Hopkins University Press.

Butler, J. (2002) Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del
“sexo”. Buenos Aires. Paidós.

2
De una hegemonía, en términos laclauianos.

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