Está en la página 1de 26
Coret. Benga’ (2000) E alee, Hal chondmeko Griayo ohre fel teglonismd, ad doroismo 9 fe, yori clion an mada, Sigloxa, 4 pee a7 } INTRODUCCION: «LA SENSACION DE LA LIMA» La cuestiéi del trabajo se divide en dos partes: la or jén particular d y a organizacién det general de los productos. ; to de los Delegados de las Corporaciones, junio I Diez afios después de haberlo abandonado —la obra, la tierra y sus ritmos le han retenido mucho tiempo—, un hombre reem- prende el camino del taller, se dispone a afrontar de nuevo la oficina de colocaciones. Se interroga, inquieto. Tras diez afios de intervalo, qué le queda del «oficio», de ese paciente trepar por dia en que, por suerte, fue admitido como nos me daban confianza... dedos... me harian una pruebi fin, un poco por astucia, a pesar i dos, helo ahi, penetrando en el taller de Citroén Saint-Ouen en a década de’ 1920: de los hombres. El «oficio» pacientemente adquiri ° Benjamin Coriat alia dé la mand, et movimlento de toe dedos, esa «tena. m ima», por los que todavia a principios ‘de siglo un "obtero reconoce a tno de los suyos, son ya una seen de farcalsmo. Ya no es el tiempo de las secuencias adquiridas, de Ja obra que se hace. Hay que ganarlo continuamente, «Era como fen Ias peliculas locas, donde las imagenes se suceden a una velocidad sorprendente. El tiempo que se ganaba se per perando la muela, la taladradora o la gria de puente!.» El sé gundo, o una fraccién de él, regula en adelante el orden de las sucesiones. El crondmetro ha entrado en el taller: indudable- mente esté en marcha la mayor revolucién de mana, De esa historia tratard en primer lugar este libro. Atravesada por una misma generacién de hombres y mujeres que forjaron con sus manos la época moderna. toria hu- 0 La novedad, la diferencia no es sélo Ia introducida en el gesto jgajas. Con la entrada del cronémetro ‘que se emprende tiene una dimensién conlleva sus propios ritmos. De entrada, secuéncia completamente nueva en la relacién de fuerza entre las clases ‘declmos. serond. de medicion de ‘gestos» de produccién, én un cédigo formalizado del ejercicio - del trabajo industrial, con 1a Organizacién Cientifica del Tra-_ bajo, Como instrumento esencial de ese proceso de reduccién del saber obrero de fabricacién a la serie de sus gestos elemen- tales, el cronémetro es, por la misma razén, mucho mas que ¢s0. Restituido a su dimensién social —el estado de la relacion de fuerza entre clases tanto en el taller como en Ia sociedad— el cronémetro (y los métodos de medicién de tiempos y movi- mientos que instaura) aparece como de un ataque dirigido, no contra el «trabajo» en genet contra la forma organizada y combativa de la clase obrera: el obrero profesional de eoficio» y su sindi ‘que el cronémetro pretende rom- per, atacando la co iad_de_los_gremios, es la _excelsa _Y-avanzada figura. ‘mera indust Fen gran escala, Porque el obrero profe- ional, apoyado en la effeacia desu sindicato, llega a «regatear> clevadas tarifas ¢ impone, con su manera de.actuar, su propio smpo, el estado de con- junto de la relacién de clases. Con esto también se inicia una secuencia econdmica enteramente nueva, un modo y un régimen nuevos de acumulacion det ital: surge la’ produccién en masa roceso de trabajo sobre una base nueva, «cientifi- ‘iones de imponer sus propios 1as a la produccién de mercancfas, rompiendo asf las trabas puestas a su expansién por el antiguo orden del taller. ¥ cuando, con Ford, la cadena de montaje viene a relevar mientos y a someter el gesto del obrero a una cadencia Ee hace posible un nuevo modo de consumo productivo de la fuerza de trabajo, Sif Felacién, ni siquiera Tejana, con To que ‘permitian los antiguos métodos de org . Las Condiciones generales de la extraccién del plustraba: Ia de la produccién de mercancias cambian por com| adelante, con el apoyo de la cinta transportadora y de de montaj ién de mercancias en grandes seri¢ mercancias| resistencia obrera, condicion de la_pri ;ro también principal obstactlo para. el obrero-masa recién | ‘organizado, el capital » 4 Benjamin Coriat La produccién en masa: ésta ha sido Ia realidad en que se ha centrado sobre todo Ia atencién, tratando de explorar sus dife- rentes dimensiones para darle un contenido econémico preciso. Pues si bien historiadores y socidlogos del trabajo han empren- dido estudios concernientes a la racionalizacién del trabajo obrero, en ninguna parte se ha constituido en objeto de estudio la relacién entre proceso de trabajo y acumulacién del capital. En cuanto a la economia politica, desde muy pronto consagrada ‘a.una teorfa del valor en la que el orden de la rareza domina el para s{ misma tal es la categoria do- minante en las sociedades occidentales, a él se concede toda series descriptivas del obrero en su puesto o el and- técnicas de organizacién del trabajo, por un lado, ¥ las teorfas y los han permanecido exclusién recipi trabajo, reside en es conduce de las mutaciones introducidas en el proceso_de_tra- bajo por el iaylorismo y el fordismo a las que van a afectar a la Introduccion 5 Lo esencial gira aqui en torno a las nuevas politicas de encua- dramiento de la fuerza de trabajo creadas para permitir el des- arrollo de la produccién en masa. Ante todo, habia que fijar en torno ciones industriales y urbanas a esas fo lables masas de hom- de permanente insubordinacién. Después, habia que convertir- los en obreros fabriles, obreros en cadena, conseguir su sumisién @ la nueva disciplina de la fébrica, a la ley del cronémetro. Por liltimo, desde el momento en que la revolucién econémica en el campo los separaba de las bases rurales y domésticas de donde sacaban ‘ain en gran medida sus medios de subsistencia, era preciso asegurar su reproduccién por medios monetarios y ‘mercantiles, por el consumo de mercancias producidas en el seno de la gran industria capitalista, Contar, asistir, controlar: he aqui la triple exigencia que va a manifestarse —y de qué manera— en el gran desorden de la década de 1930. Un complejo dispositivo, el New Deal, y tin pen- samiento nuevo, el keynesianismo, se esforzarén por darle una respuesta, De abi resultard un Estado de nuevo tipo —el Estado-Plan, diré Negri en una palabra‘, que progresivamente se consti- tuiré en maestro de obras y operador general de la reproduccién del trabajo asalariado, estableciendo su fuerza y su legitimidad sobre las quiebras y las ruinas del capital privado. La gran industria taylorizada y fordizada encuentra entonces el relevo ‘que precisaba a fin de redoblar los dispositivos necesarios para Ja movilizacién y la reproduccién de las fuerzas de trabajo en- tradas masivamente en el salariado. En primer lugar, unas ins- tituciones nuevas, los «seguros sociales» —consolidados después de la guerra en forma de sistemas nacionales de Seguridad Social— van a ocupar un lugar excepcional Imperativos «econémicos» e «imperativos» politicos van a fundirse as{ en unos dispositivos materiales y legislativos, donde SA. Nege, La classe ouvridre contre "Etat, Galilée, 1978. Fy 4 6 Benjamin Coriat el Estado —mitad «providencias, mitad policis— se abre su propio camino. Entre capital y sociedad civil. Cogido ast entre el taller y el Estado, no ya el sélo trabajo obrero sino el conjunto del trabajo asalariado va a alimentar fen Jo sucesivo esa formidable acumulacién de mercancias que caructeriza a los tiempos modernos. m1 que es su expresién social manifiesta, permiten seguir por una especie de recurrencia los grandes momentos del desarrollo del Capital, considerado en su relacién con las formas, tradicionales © nuevas, de la resistencia obrera. Para explicar el movimiento Gel capital se ha visto Ia necesidad de restituir los Tas coyunturas, No ateniéndose a la cronologia de dores, sino siguiendo un método que podriamos ico», el cual conduce de un momento a otro en frentan las figuras esenciales de la dominacién y I ‘Hasta el actual estado de cosas. Reconocido ibién como resultado de una his jaciones supuestamente segui abordar una serie de cuestiones, planteadas desde hace por lo fnenos un decenio, que preocupan hoy al conjunto de la socie- aa OO ee Oe SS eNO Ol SO Se Introduccién 1 vacién de la resistencia obrera, a su nueva eficacia, y en qué medida se puede ver en las actuales circunstancias un punto de vista obrero sobre lo que pueda ser Ia fébrica del mafiana? Por ultimo, zcudles son los objetivos perseguidos en las tentati- vas de recomposicién de la cadena de montaje o en la declarada srevalorizacién del trabajo manual»...? Concebido como un conjunto de herramientas, este libro, balance a su manera, pretende ser ante todo un instrumento que permita abordar el estudio de estas cuestiones. 1, LA MANUFACTURA Y EL OFICIO ‘Todos parecian alegres y alertas, complaciéndose en poner en juego los musculos, sin fatiga, gozando plena- mente de la vivacidad natural de su ed: ‘gusto cade Se Fe ee ae Se ee cath ce pocos segundos de actividad de termninar Ja retirada y el enrollado, elfos ligeros parecia un juego en el que su largo entre: namiento les permitia una encantadora destreza.. ‘A. Ure, Philosophie of manufactures (1845). Con Taylor, a principios de siglo, todo cambia: la «holganzar obrera se convierte en blanco de ataques hi Timitarla. Pero, para medir la amplitud de la revolucién intro- ducida, hay que volver primero a lo que desaparece. Recorrer el campo de las relaciones de clases a lo largo de todo el si- glo x1X, en el que resuena incesantemente el grito de los fabri- antes en busca de obreros chabiles» y «disciplinados». Entonces aparece la verdad desnuda: el obrero de of asecretos» del gremio, sigue siendo la cor figura necesaria de la manufactura. Més adn, la industria, en su conjunto y como tal, depende de él. A este respecto con! Ure! que durante setenta afios «las manufacturas fueron débiles e inestables», al estar obi desplazarse a donde hubiera Obreros habiles. Imagen fascinante hoy dia —en la época de los traficos internacionales de mano de obra— Ia de los patronos de las manufacturas sometidos al vagabundeo obrero, reducidos f seguir su movimiento, instalando el taller donde el obrero es- tablece su morada. The philosophy of manufactures, Franck Class and Company 1 edicién 1845, reed. 1967 fi NN Oe a ae a ed 9 La manufactura y et oficio Por lo menos Ia Inglaterra de Ure disponia dé'una importante _ reserva de obreros habiles. En tierras americanas, las cosas es- ‘tén mucho peor. ¥ la quéja es més franca: Nuestro capital —escribe Wakefield— ya estaba pronto para efec- raciones que requieren un lapso considerable para 1, ¢podfamos emprender tales operaciones con obre- ‘sabfamos, pronto nos volverian las espaldas?2. para instalarse, miserables granjeros, pero amos en su casa, en Jas tierras libres del Oeste. Disponer, y en mimero suficiente, de obreros hébiles: tal es el tema que se repite continuamente. Y no sélo el de los pe- riodos fastos, cuando la manufactura esté atestada de balas de algodén y hace funcionar sus lanzaderas a pleno rendimiento. Si, por suerte, una localidad acoge a una fuerte comunidad brera, se procura retener alli a los trabajadores aun cuando las manufacturas no puedan ya darles trabajo. En lo més vio- lento de la crisis, entre la revuelta y el hambre, lo esencial para oficio. La crisis algodonera de Lancashire —ya bien entrado el glo xix— presenta para nuestro objetivo el interés de colocado en el centro de los debates los obreros «hdbiles: al desnudo este cinismo necesario, carne y hueso del capital en su nacimiento. I. EL OFICIO COMO CONDICION DE LA INDUSTRIA Estos, «obreros ic , reclaman por fin el derecho a emigrar. En la Camara de los Comune: peticién, todo se resume en una exclamaciés 10 _ Benjamin Coriat © Fomentad o permitid la emigracién de la fuerza de trabajo: qué seré entonces del capitalista? El sefior Potter, antiguo presidente de In Cémara de Comercio de Manchester, al publicar en el Times lo que por mucho tiempo serd el Manifiesto de los fabricantes, llama a interpretar bien lo esencial: [Los obreros] son la fuerza espiritual y adiestrada que no se puede reemplazar en una generacién', Precisa lo que tiene poca importancia: La otra maquinaria con la que trabajan, por el contrario, podria sustituirse ventajosamente y perfeccionarse en doce meses’. legato conciso y notable, basado todo él en el mismo argu: mento: que este de debilitar Ia nacién exportando fabriles y desvalorizando una parte de su capital y iquera més pro Como era de esperar, se gané el pleito, la probibicién de emi- grar no fue derogada y los obreros de maquina de Lancashire se quedaron donde estaban, como exigia su «valor», La burguesia inglesa inauguraba una nueva forma de encierro: el workhouse «moral». ‘Ast pues, en el nacimiento de la. industria y como condicién de éste, Ia mano del obrero y su roficio» son una reserva de la que el capital debe alimentarse ante todo, de la que saca su sustento. El ejemplo de la industria algodonera acaba'de demostrarlo y la metalurgia lo repite. Cuando los primeros procedimientos mediante carbén suplantan al antiguo horno de lefia «a la cata- ‘conjunto esté relatado por K. Marx en Et capital (Et 1% vol. 2, p. 708). | La manufactura y et oficio lana», se hace’ venir de Inglaterra al maestro laminador, dole a precio de oro y consintiéndole muchos privilegios, ent ellos el de residir periddicamente en Paris, Dicen que el propio Schneider se coloca como simple obrero en una siderurgia inglesa buscando los «secretos» de los que depende el desarrollo de su industria, En este rodeo, esta oportunidad, se encientrai muchas de las ‘complicaciones de «la industrializacién» precoz de la Europa aprendizaje y el gremio, «fébrica» de obreros itarios y vehfculos del oficio. Esta «endotecnia», prosigue el autor, funciona como una barre- ra erigida contra el maestro de forja, como una forma obrera de resistencia a su poder: de forja de HauteMarne al empera- liciones de hacerlo se negarian muy bien que son rea de treinta afios (1 jut-Marne) pertenecen a ganizacién ‘obrera! Eh Estados Unidos, tletra nueva y casi sin herencia, penuria de mano de obra’ cualificada y eficacta del sindicalismo de oficio combinan sus efectos de tal manera que el «oficios ‘se ve allf en st Ifmite extremo: no como condicién de la industria, sino como obstdculo a la acumulacién det capital. Il. BL «oFICIO» COMO OBSTACULO A LA ACUMULACION DEL CAPITAL ‘Mas que cualquier otro pafs, los Estados Unidos se resintieron de Ia falta de obreros de oficio en nimero suficiente, ¢ incluso hasta In década de 1860, de Ia falta de obreros a reros, repetidas sin cesar hasta la segunda mitad del siglo xix. « e «indisciplinar de las fuerzas de trabajo son, segin Wakefield y desde 1820, los obstaculos fundamentales: Si hubiéramos estado seguros de poder retener el trabajo de esos y a un precio elevado. E incluso los habriamos cont Seguridad de su pérdida, si hubiéramos estado seguros nuevos refuerzos a medida que los necesitdramos ". En Ia década de 1840, Merivale insiste en el mismo tema con mayor fuerza todavia: Debido al alto nivel de Jos salarios, en las colonias exist apasionado de trabajo mds barato y servicial, de una cl el capitalista pueda dictarle las condiciones, en vex de aceptar las que ella le dicta... De ah esta observacién, en la que apuntan ya las violencias ve- nideras: En pafses civilizados desde antiguo, el obrero, aunque libre, depende del capitalista por una ley de Ia naturaleza #; en las colonias, debe dependencia por medios artificiales. (Citado por Marx op. cit., bro 1, vol. 3, p. 9621 ra parte, donde las cosas tom: ‘obrera por excelencia es aqi ‘Ari (American Federation of Labor) conjunto més rructurado y homogéneo de «uniones» profesionales. 1¢ un cardcter estrictamente de ofici lad (que tiene su reverso; volveremos sobre ia de la Asociacién en el orden que le es propio, De hecho, subcontratista, asegurando una ciert ero por cuenta de los fal ito en fuerza de trabajo, admi por horas») ;cién de lo que hoy se 4 Benjamin Coriat La historia de la clase obrera americana est4 jalonada de formidables campafias de boicot, que a menudo conducen a espectaculares quiebras comerciales. Pero, como ya se ha dicho, estas précticas también tienen su reverso. Como prictica eminentemente de la aristocracia obrera, se persigue la defensa del oficio con el espfritu de secta y el egoismo de categoria més implacables. La persecucién contra los «amarillos» se confunde con una guerra abierta a los «unskilled», obreros no especiali- \dicato ® y obligados a vender su fuerza «fuera de tarifa». Racismo y xenofobia son partes consti- tutivas de Ia ideologia de Ia AFL. Un ejemplo entre mil son estos extractos de una circular que las Uniones de Cigarreros distribu- yeron profusamente: ePor qué exponerse? Los cigarros sin sello azul son positivamente Calidad y su flabilidad son menores. 1 Ange las practicas selectivas de reclutamiento de Ia AR. y més gene- Findiealismo, se han hecho te ee ere! ee ee eee ee ee ee ee ee ee ed ee ee ce La manufactura y el oficio 1s Nueva York al hacer sus rondas nada més peligroso para la salud pi- isco y ha visto a los chinos morder la punta del 'y mojarlo con saliva para adherir las hojas de De hecho, y durante algtin tiempo, el éxito de las politicas basa- ddas en el sello fue real. En numerosos casos se confirmé como un instrumento muy adecuado de colaboracién de clases. Ade- més de las ya indicadas funciones de subcontratista de mano de obra asumidas por el si el fi abil podia 7 eT ee ol OE, eee eee, ee Cee, ee ee ee ee ee ee Ce 16 Benjamin Coriat ‘Sin embargo, considerando las cosas con suficiente amplitud, aun cuando pudiera servir de base a tréficos multiples —pasto de aventureros—, el sello y més generalmente la dependencia ‘eri que se encontraba el capital en lo concerniente al aprovisio- namiento de fuerza de trabajo aparecen en primer lugar como ite insoportable. Y muy pronto el pensamiento patronal se vuelve contra el oficio, dedicado por entero a quebrantarlo © Soslayarlo para crear las condiciones de una acumulacién del capital a gran escala, TIT, LA MAQUIWA, EL NIRO, EL DESTAJISTA: PRACTICAS PRETAYLORIS- TAS DE LUCHA CONTRA EL OFICIO {1 busca primero una salida en la mAquina. Desde su aparicién, ésta es concebida como un medio de soslayar las Iineas de resistencia levantadas por el oficio. Escuchemos de nuevo a Ure sobre este pi samiento moderno casi enteramente consti 1. El cay reducir, a través ‘unién del capital y la ciencia, el trabajo de los obreros al le ejercicio de la vigilancia y la destreza, facultades —sigue isando Ure— que alcanzan una especie de perfeccién en los nifios (p. 23) puede constituir una segunda linea de ataque. Complementaria de la primera, pues la m4quina permite ampliamente esta bico- ca: el consumo productivo de los nifios, rompiendo una linea débil de la resistencia obrera. riesgo de desagradar, hay que extenderse aqui, entrar s, ya qui la figura de la maquina, se perfila, du- Ia del nifio, y est en juego su entrada . Mas atin: las leyes sobre el trabajo de los nifios constituyen sin duda, en Occidente, una de las primeras politicas burguesas sistemdticas de administracién de la fuerza de trabajo obrera™. Una de las primeras brechas que el Estado y el legislador abren en un bosque de intereses particulares para expresar una racionalidad nueva. En el discurso de los fabricantes, se invoca ante todo el con- sumo productivo del nifio como una «necesidad técnica: Ia finura de sus dedos, Ia pequefiez de su estatura y de sus miembros ha- cen de ellos los wnicos aptos para efectuar ciertos trabajos. {Quien podria deslizarse bajo el telar con la misma agilidad para anudar un hilo roto o ajustar una lanzadera que La simple razén lo exige: «... Los delicados y flexibles dedos de los nifios son mas convenientes que los de los hombres para efectuar el anudado de los hilos, tarea que se les encomienda especialmente» *. De modo més’ general, dan muestra «... de tuna flexibilidad del cuerpo para colocarse en cualquier parte del telar que seria incapaz un adulto>, ‘Aquf se afirma una cierta economia», No sélo pecuniaria —a los nifios se les paga tres o cuatro veces menos que a su: parientes adultos— sino también economia de energla product va, de cuerpos trabajando, El sefior Sanderson, fabricante de acero, laminados y forja, lo precisa: aprendizaje 0 las leyes esd ausente el deseo dk ‘un papel esenc wy’ la «seguridad» en las leyes ‘sobre los pobres. Baye, 124105, referido por S. Douiller y P. Vermeren, art, cit. p. 16 Pie 5 La manufactura y el oficio 19 E| trabajo de los muchachos-¢s de un tipo parael cual la fuerza de éstos es en. general enteramente suficiente:y en consecuencia no derivaria de la mayor fuerza de los hombres ninguna, ganancia que compensara la pérdida,.., Conviené sefialar desde ahora esta» economfa’ singular —del cuerpo en el trabajo— aqu{ todavia en estado de balbuceo en el discurso de los fabricantes. La historia le dara tina continua: cién. ‘Sin embargo, las verdaderas razones de esta preferencia de Jos manufactureros por los nifios sdlo salen a la luz més que en as solicitudes formuladas a las autoridades locales —desde fine siglo xvimr— para que les entreguen «huérfanos» y eabandonados» de los hospicios ®, Estas razones se resumen en tuna consigna: contra el peligro que supone para la mant a cholganza> de los obreros adultos, de su aprovisionamiento en fue! haga algunas «travesuras» en esta «preparado» por Ia discipl proporcionaré esa fuerza viva de t gil y décil qi manufactura necesita. Sobre todo, a diferencia de sus parientes adultos, puede ser retenido en el recinto de la manufactura de modo permanente, sin temor a que los rit mos de las temporadas, del trabajo en el campo o el llamamiento a filas vengan a dejar vacfo de brazos. dustrial entre , es elemento rantfa de continuidad. Lo que de regulari- srmanencia ¥ dad y «disciplinay no puede obtenerse del obrero adulto, puede obtenerse del nifio. Ure lo notaba ya: en el telar, anudando los hilos, se agita un «vivero de obreros habiles». Porque, décil en el trabajo, el nifio lo seré més todavia en el aprendizaje, Resu- miendo, se espera obtener de los nifios los obreros necesarios. Crecidos con la manufactura, lanzaderas, el niflo se convierte, como dicen Douailler y Vermeren, en «educador del obrero». Guéroult para que le manden cincuent ‘esa pequefia colonias, Referido por 8. 20 Benjamin Coriat De ahf que pueda pensarse como proyecto —si no como rea- jurante mucho tiempo seguiré siendo letra wr el ntimero de horas producti- vas exigibles al nifio, toria —y condicién de entrada en Ja manufactura— la asistencia a la escuela. Intenta afirmarse una politica que prepare —oponiéndose si es preciso a los manufactureros més 4vidos— una generacién nueva: cuerpos protegidos de un desgaste demasiado precoz, cabezas pacientemente sometidas a las cifras y las letras en el recinto de los muros de la clase... 3. Sin embargo, ni la méquina ni el trabajo de las mujeres y os nifios podrdn suplirlo todo. Y el eoficior sigue siendo un paso obligado para muchas obras. El sistema de «destajo» 0 ‘ajuste a tanto alzado fue, antes de Taylor, una de las fuerzas més eficaces utilizadas por los fabricantes para tratar de cir- cunscribir el oficio. 2De qué se trata? Una definicién de la Ofi- ~ cina del Trabajo precisa las cosas: Un destajista es un subcontratista de mano de obra que, con las materias primas y Ia maquinaria proporcionadas por los patrones, hace ejecutar unos trabajos a él confiados, ya sea en el taller o en la obra del patron, ya sea en su propio domicilio, con Ia ayuda de obreros contratados y pagados por él por dia y por pieza sin inter- vencién del patrén®, Dicho de otro modo, nuestro «destajista», definido como «sub- contratista» de mano de obra, se parece mucho al obrero de ofi- cio, Con la diferencia de que aqui las cosas se hacen a lo grande. No sdlo le asisten los «ayudantes> y los eaprendices», como es las cosas mucho mas lejos. Erigido ratista de mano de obra, ad- ‘que lo emplea todas las cues- «La empresa» no existe entonces més que en forma 1s de fabricacién, perfectamente autonomizadas y separadas, son confiadas a la actividad del destajista. en delegar marcha de la fabricacién (contratacién, Es preciso interrogarse sobre esta «forma» singular, p meditar sobre ella, se ve claramente que las «funciones» cedidas al destajista son precisamente las que, afios después, defenderd con mayor celo el capitalista como prerrogativas exclusivas. He aqui la solucién de la paradoja: el destajista condiciones de cumplir con mas dos funciones esenciales de las imiento y la de la organizacién |ta de poder quebrantarlo o eliminarlo, se trata io contra st mismo empleando a un hombre de ry controlar el trabajo de los demas. De ahi ‘menudo muy enérgica, de los obreros al sistema Ia oposi de destajos, pues resulta evidente para ellos que con «el desta- jista uno no puede relajarse en el trabajo» como podria hacerlo ‘con un patrén situado demasiado alto o dem: lejos (id., pa 1 cual no puede, como hace el destajista, organizar el jo ‘sein los métodos mAs racionales y controlar su eje- tedrico apologético del destajo, pone el dedo en ga cuando apunta que lo que buscan los obreros que piden ppresidn del sistema de destajos —los destajistas son pronto excluidos de la cor— es: .Jlevar al contratista principal al mercado del trabajo y, abusando de su ignorancia de los hombres, obligarle a tomar y contratar hombres de todas clases, es hacer imposible la seleccién #. El destajista evita todos estos «riesgos» al contratista por su sconocimiento de los hombres» y del oficio y porque, al traba- jar con un «presupuestor —enota» en que el destajista con: hna sus gastos— debe «contener» los costos, ya que es personal- mente responsable de todo rebasamiento del presupuesto pre- visto. Tedricamente prohibido por una ley de 1848, el destajo se conservard y desarrollara en la préctica: a nivel de la division del trabajo y la organizacién de la produccién, constituye un método demasiado eficaz de control y sujecién de las fuerzas de , Systtme de salaire et idéologies patronates, cxns, 196, “® Citado por Mottez, op. cit, p. 43. i ee 2 Benjamin Coriat No se agotaré hasta mucho mis tarde, cuando el desarrollo de las escalas y los mercados permitan a la gran industria y a la produccién en serie sentar su hegemonia sobre una base esta- ble. Entonces se ver que su forma deteriorada de «sweeting- system» —sistema del sudor— es una base demasiado reducida y frégil para la acumulacién del capital. A comienzos del siglo, en los albores de las grandes racionali- zaciones del proceso de trabajo, no hay atin nada decidido en gran lucha entablada entre capital y trabajo. Por doquier estrategias de sujecién avanzan, retroceden sobre s{ mismas, re- curren al hospicio, a la cércel y al ejército®. Pero la forma specifica bajo la que la disciplina va a afirmarse jevar », determina sus formas de resisten- ;6n —no especializado, expropiado del ver a encontrar de nuevo en él, con cia, y el obrero del campo pero dispues! Ja siega 0 Ia recoleccién, sus gestos tradicionales— no opone finalmente menos resistencia a la intensificacién del trabajo que el obrero gremial, refugiado en su oficio y defensor vigilante y ‘orgulloso de sus organi das, Allf donde el campesino no puede resistir 0 adaptarse a nuevas condiciones de explotacién de la tierra, no queda més qu ‘el exilio —ctransitando» por unas ciudades europeas supernu- merarias ya por colonias enteras. La inestabilidad polftica tras los reajustes que Ia revolucién industrial lleva a cabo en los aparatos de Estado cuenta también mucho aqui, forzando a huir de las persecuciones que afectan a las minorias. Es lo que ocu- luteranos de Prusia y jas en Europa las leyes. rriré con numerosos catélicos irlandes cudqueros noruegos. Una a una son al que prohibfan la emigracién (incluso a los artesanos y obreros especializados *): 1825 y 1827 en Inglaterra, 1848 en Alemania, pronto seguida por Escandinavia, a medida que las insurreccio- nes obreras convencen a las clases dirigentes de que es preferible dejar emigrar a los insurrectos, a afrontar el riesgo de que reconstruyan sus focos rebeldes. La revolucién industrial suprime asf hasta el mar, «liberan- las cohortes de brazos que asegurardn 0. Durante este perfodo, més importante y la més caracteristica del movimiento de con- junto. En veinte afios, Irlanda pierde 5/16 de su poblacién’. Este despoblamiento se produce primero. en direccién a In terra. A partir de aht se establece una ruta triangular-Irlanda/ iterra/América; la trata «moderna» de mano de obra asala- riada acaba de nacer. Trata elibre» por Jo demés. En la década de 1840, Irlanda ya no es ms que un distrito agricola de Ingla- terra, pues ésta se ha cuidado de bloquear el desarrollo manu- inmigraci¢h Aunque en el caso de los «obreros especializados> se miantendrén mu- isodio en el Afios wait 13211831 1st —_—*TRST_—*TB Poblasién (en millones) 6168778382566 SASS. La norma y el cronémetro 7 facturero local, Los -medios de produccién estén diseminados y ni los mismos centros urbanos’se hallan en condiciones de ‘consolidar una poblacién asal Periédicamente los pro 8 d ‘campo y participar industria y con una agric sistir. Si a conocer ademés un hambre espantosa desencadenada por la enfermedad de la patata. Como consecuencia de ella perecen un millén de irlandeses. Ha llegado la hora del éxodo, masivo er Ia fortuna a Liverpool, «escala» fundament En Améric acogedoras, el pais en manos de los ‘wasp! relega igrantes a unas funciones precisas. Sola- mente un 10 ys recién Iegados podré establecerse en el ‘campo como granjeros 0 aparceros. Su ignorancia de las téc- nicas agricolas americanas 0, en el sur, donde son més arcaicas, ‘competencia de los esclavos negros, les dej 0 sitio. Los itlandeses se amontonan en la costa Este, especialmente en tor- no a Boston y Nueva York. Proporcionarén la primera reserva sno. Su samaestrados» por el capital inglés— «di De 1880 a 1915 nuevas fuentes de inmigracién acaban de alterar ta composicién del mercado de trabajo «En el afio 1882, el 87% de los nuevos inmigrantes eran origi- narios de la Europa te; en 1907, in se ha invertido, De un total de de Ia Europa del Sur y del Este?.» Esto es algo que indica la amplitud del cambio. Pero no es més que uno de los signos. Pues desde 1860 se han modificado jentos, Veamos las cosas punto por punto: 1915 son censados en Estados Unidos no menos iglo 1x, ha jea y econémica que de- 28 Benjamin Coriat mayorfa vienen de Europa del Este (polacos, hiingaros, moravos, checos, rumanos, lituanos, alemanes) y del Sur (italianos, grie- 05, armenios). Es que la industrializacién, que en la primera mitad del siglo xx habia expropiado a millones de habitantes de la Europa del Noroeste, produce los mismos efectos cincuen- ta afios més tarde, des dose hacia el Sur y el Este. Tam- bién aquf causas econémicas y mutaciones politicas conjugan sus efectos. La era de Ia industrializacién y de la creacién de las naciones es también la del éxodo para los pueblos ®. Todos des- embarcan en la costa Este, mientras que Ia costa Oeste —, haciéndose su duefio y poscedor, el capital efectiia una «transfe- ura d wudal» demostrard estar ‘nuevas condiciones de lucha impuestas a la clase obrera La norma y el cronémetro at rencia de poder» en todas las cuestiones, concerhientes al des- arrol ‘marcha dela fabricacién,, De,esta/forma, Taylor ‘entrada masiva de los trabajadores no especiali- juccién. Con ello, el sindicalismo. es derrotado ‘Pues quien progresivamente es expulsado, dela ino también el obrero ed» en el taller no ‘de un trabajador «objetivamenter menos ia entrada de un trabajador no organizado, ‘d para defender el valor de su fuerza de ‘Un mismo movimiento —la instauracién del trabajo parcela- do— apunta a dos blancos a la vez, acabar con la capacidad de “a del obrero de oficio y poner en marcha un proceso de a entrada en el salariado de los trabajado- y no organizados. ‘De ahi que la lucha en el taller —para introducir en él cronémetro y su ley— sea inst de una lucha més am} fibrada en ei terreno social por la «libertad» de reclutar ta fu de trabajo fuera de los sindicatos. La «open shop campaigns: la organizacién concertada de las milicias antisindicales y antiobreras Esta lucha emprendida por el capital americano y que acompafia ‘del cronémetro en el taller tiene una bandera y una : el eopen shop movernent» ‘Como informa Bendix, ya desde antes de Taylor esta unani- midad antisindical y antiobrera da origen a las primeras coali- iones patronales, que actian de manera sistemética y organi zada: En Ja convencién de la NAM, de 1903, se reconocié claramente que ‘0 eolectivo al’ problema del trabajo constituia una iad. Otra asociacién patronal, Ia NTA", Hena de darwinismo «so- cial», pretende que \inea dura y su manifiesto se alza contra Ia Hamada \dical de «closed shop» («taller cerrado» a los no sindicados): ¥ DE TAYLOR Tecnologia particular de control del trabajo asalariado, el taylo- rismo es también y por eso mismo una estrategia econdmica de conjunto para el capital americano, Estamos en la época de los trusts y los monopolios», anun- cla Taylor desde las primeras paginas del Shop management, a fin de indicar de entrada y claramente el cardcter del’ perfodo que se inicia y que exige romper con muchos arcafsmos. Y es que Taylor tiene unas ideas muy claras acerca del crecimiento econémico, y no solamente del taller, como ordinariamente se tas ideas pueden resumirse en unas cuantas sentencias La primera idea de Taylor reviste Ia forma‘de un ma- La fuente de la riquéza no Ia constituye el dinero, sino el trabajo. ® En 1912, como consecuencia de un poderoso movimiento de protesta | | | Benjamin Coriat Mas éxplicito'todavia: La fiqueza proviene de dos fuentes: en primer lugar, del suelo y de 0 que se encuentra en el suelo y, después, del trabajo del hombre. ‘Aquf se encuentra formulada de forma apenas distinta, la vieja idea de los clésicos ingleses segin la cual la tierra es la «ma- dre» de la riqueza, mientras que el trabajo es el «padres. De hecho, esta identidad de puntos de vista entre Taylor y los clasicos se repetiré practicamente en todos los temas impor- tantes. Del axioma bisico de que sélo el trabajo es creador de ri- queza, Taylor saca las iltimas consecuencias, ya que hace de él el fundamento de una teoria del «crecimiento». En efecto, slo un aumento de ta productividad del trabajo puede favorecer el desarrollo de la acumulacién del capital. Estos cambios [de la productividad] son los que interesan al pobre, los que le dan el més alto nivel de vida y transforman los objetos de lujo de una generacién en objetos de primera necesidad para Ia siguiente (DSB, p. 41). Hecho notable: fa idea de una produccién y un consumo en masa est ya en germen en el aumento de la productividad. Desde luego, Taylor no ignora que la esuperproduccién existe de vez. en cuando», pero fiel también en esto a los clési fiere a la ineluctabilidad de una ley de los mercados que, vez asegurado el aumento de la productividad, garantizari j6n de las mercancias. La aplica- ic management disminuirfa los precios de costo en proporciones tales que nuestro mercado interlor y exterior se veria considerablemente ampliado. saparecer ast una de las causas esenciales de tos pertodos idad, paro 9 pobreza... De ese modo ser4 posible pagar @ En cuanto a las obras de Taylor, nos remitimos esencialment (Wesport,. Connecti de los ritmos de Thay en Ia industria correspondiente mis trabajo que realizar, La norma y el crondme salarios mis elevados y sminuir el mimero de horas de fin dejar por eso de mejorar las condiciones de de la casa (DSE, p. 23). a KE De ahi le viene esa formidable seguridad: que opone:de-ant mano a sus detractores: . as, Cualquiera que sea Ia oposicién y de quienquiera que venga, cuales- ‘quiera que sean su forma y su impottancia, todo dispositive, que permita economizar trabajo acabard imponiéndose; ése es un hecho hist6rico (DSE, p. 39). Hay que precisar que estas consideraciones no tienen para Taylor —hombre de industria por excelencia— un cardcter es- peculativo, En el momento en que interviene, los Estados Uni- Gos sufren una mutacién industrial acelerada. Acabada la gue- ra civil, el Nordes! i del territorio americano, sometiendo la explotacién de sus re- cursos a sus propios ritmos y modos. La guerra y el armamento Te han dado este impulso, a partir Ta acumulacién. Los Estados Ui ya en la primera potencia ‘como ya se ha expuesto ampl que suponfan hasta entonces la exi del trabajo han sido derribadas por cobstdculo importante que se alza t Ia acumulacién del capital sigue sistematica», con la que Taylor rrecisadas las cosas, el ar movimientos, protocolo central del rece como la respuesta durante t pital para limitar y reducir la resistencia opuesta por el obrero de oficio y asegurar su expansin a gran escala, los tiempos y de los fic management» apa- buscada por el ca- IV. NUEVAS NORMAS DE TRABAJO ir el orden del saber ibera» un espacio nuevo Una nueva mecénica se abre paso. Al i Yy del poder en el taller, el cronémetro wuye el niimero de obreros empleados jo para un mayor mimero de hombres tema apenas estudiado (el papel de la. gucr a acumulacién del capital, véase en particular Phi Benjamin Coriat nuevas normas de trabajo. Es un proceso que esta expresién 4 Pretende designar y un proceso de doble dimensién, pues se cuestionan al mismo tiempo modificaciones q trabajo conereto (el valor de uso de las fuerzas queridas) y del trabajo abstracto (las condicione: cién de los valores de cambio) — Desde el punto de vista del trabajo con: ja «nove- dad» introducida por el scientific management re ante todo al hecho de que el control obrero de los modos operato- ios es sustituido por lo que se podria llamar un «conjunto de Restos» de produccién concebidos y preparados por la direccién de la empresa y cuyo respeto es vigilado por ella. Este conjunto de gestos, al principio locales y empiricos —por depender de las «medidas» de los crono-analizadores— llegar progresivamen- te, con la puesta a punto de las tablas de tiempos y movimientos elementales, a la categoria de un «cddigo» general y formal del ejercicio del trabajo industrial®, Lo importante es que con la Puesta a punto de este cédigo se asegura la integracién progresi- va de los trabajadores no especializados en los puestos de los sprofesionales» de oficio, lo que provoca, con la transformacidn realizada en las condiciones del ejercicio del trabajo, un cambio en la composicion de la clase requer — Pero la expresién «nuevas normas de trabajo» también pretende designar aspectos cuantitativos, de rendimiento del trabajo. Poniéndose ahora en el punto de vista del trabajo abstracto, se designa el hecho de que estA asegurado un formi- dable incremento de la productividad y, sobre todo, de la inten sidad del trabajo. 3 Sobre este punto, véase J. P. de Gaud % Dado mento del ritmo de trabajo o, lo que viene a set lo mismo, de la reduc. clén de los «poros» y de los tiempos muertos en el curso de In pro. duceién),. — También diremos que, por el contrario, se manifiesta un aumento de ta. productividad del trabajo cuando, deniro de un mismo ritmo, de trabajo, la misma cantidad de trabajadores produce una mayor cantidad de productosmercancias. Los progresos comprobados deben atribulrse La norma y el cronémetro Atacado en su control de los modos operatorios, el obrero. también lo es en su control de los tiempos. Aunque de una manera encubierta (por reduccién de los. «tiempos muertos»), que inauguran un nuevo modo de consumo productive de la fuerza de trabajo obrera, las nuevas normas de trabajo deben atribuirse a un aumento formidable de la tasa de explotacion. acumulacién del capital. La produccién en masa ha en uno de sus pilares en el seno mismo del proceso de trabajo. 6 Fw eTClULnrmrmlUmN,MGrTCUSCUO 3, «LA CADENA» Resulta, pues, sumamente ventajoso hacer que los me- canismos funcionen infatigablemente, reduciendo al mi nimo los intervalos de rey hhacia el trabajo de dia y de noche, para acercarse cada vez més al movimiento perpetuo. Barén Duron, Informe a a Cémara de Paris, 1847. A) EL NACIMIENTO DE LA CADENA En el origen de Ia cadena, violencia calculada, sistematicamente aplicada contra el trabajo de los hombres, ese suefio original del capital en busca del «movimiento perpetuo» de la fabrica. La produccién de flujo continuo, epiedra angular» de todos los sistemas de organizacién del trabajo, como diré cincuenta afios después el sociélogo Emery, nace en América, como era de es- perar. TL. LAS VIRTUDES DE LA GUERRA Pero cambiemos Ja perspectiva. He aqu{ la «cadena» vista des- de Francia, tal como la presenta en sus comienzos sv wv 7 Jo JV «La cadena» cantes, la guerra —tanto en Francia como en América— habia tenido la virtud de asegurar un mercado continuo para unos productos fabricados en serie (obuses, todas cuando dirige, el 30 de agosto de 1918, una circular a sus ingenieros donde afirma: No hay duda... de que existen ya todos los elementos necesarios ® Benjamin Coriat para indicar la velocidad adecuada a que debe emplearse la mé- quina en cada trabajo, as{ como las herramientas que deban pre- conizarse...3, Por lo demds, esta fecundidad recfproca de Ja guerra y la in- dustria no es nueva; sélo la inscripcién de una y otra en el re- gistro del capital provoca el de escala. Pero he aqu{, paso a p: joracién de TL, TRANSPORTADORES DE CADENA, TRANSPORTADORES DE CINTA Y LINEA DE MONTAZE sccién americana esté je la nueva fabrica: ef presenta en dos de sus posibilidades de utilizacién, La primera consiste en asegurar la circul to de piezas ante los obreros quietos en sus puestos de trabajo: En América, el montaje de las cerraduras se hace de la manera siguiente: se colocan en una caja todas las piezas que componen In cerradura, Ia caja pasa ante una serie de obreras que montan una pieza cada una y, al final de la serie, el montaje esté terminado Una doble ventaja resulta de aqui: economfa de mano dé obra de manutencién y regulacién autoritari cla del trabajo, del ritmo de la caja que «pasa». Pero este ritmo tiene que ser limitado, pues cada obrera debe buscar la pieza cuyo montaje le est4 encomendado. Esta dificultad se soslaya en el montaje de los «relojes 0 despertadoress, je de los relojes 6 despertadores, se procede de otra obrera tiene delante una caja que contiene las piezas que debe montar. La primera obrera, pieza principal, pasa el conjunto a su vecina, ieza, y as{ sucesivamente hasta llegar a queda terminado’, ima, donde el reloj cireular (op. cit, pp, 316318), bajo el titulo du travail pendant ta guerre. Sélo hemos ficativos. ‘La cadena» «Progreso», pues, ya que las piezas se. “adihabecintdalaneids a, obrera —sefialemos de paso que incluso aqui, en su grado cero, la «cadena» permite en adelante el acceso a la mujer—, pero queda en manos de las obreras cierto poder de regular Ia caden~ ya que cada una epasa el conjunto a su vecina». jica cada una de estas técnicas allf donde la iniciativa obrera —y por lo tanto el control obrero de los tiempos— est reducida al maximo, Como sefiala el Boletin, Ford. ha. sabido aportar a lo que encuentra en la industria de los relojes y de las jos cuales uno cerraduras «perfeccionamientos interesantes: de los més importantes es 1a asociacién de w ‘cadena para que el érgano pase de una operacién a otra. De ah Ia nueva afirmacién —de validez general— referente al mon- taje: El principio es fijar la pieza principal al transportador y hacerlo pasar delante de cada hombre, que fija en él otra pieza, de suerte ‘que el érgano se encuentra completamente montado al transportador‘, iste el «interesante perfeccionamientor: se conserva el principio del montaje por afiadidura de piezas s —especialmente almacenadas delante de cada obre- ero se afiade un pequefio detalle «técnico»: la cadencia del irabajo est4 regulada mecénicamente, de manera te exterior al obrero, por Ia velocidad dada al transportador que pasa delante de cada obrero. Ha nacido la linea de montaje; su principio es enunciado de forma general ya en 1918. Y los «métodos americanos» de fabricacién van a dar la vuelta al mundo, Las verdaderas dificultades, que retrasardn la introduccién de Ia cadena, no se presentan en el montaje, sino en el mecani- zado, Pues para que las «piezas» puedan ser otra al transportador era preciso que fuesen rigurosamente idén- ticas, intercambiables. En pocas palabras, era preciso que la Aqui se ve en qué ara hacer posible el montaje en linea a partir de un trans- portidor central automotor. © Bulletin des usines Renault, nim. 2, p. 4. a, Benjamin Coriat EE principio de trabajo en la fébrica Ford es hacer un taller o una seccién de taller por pieza; las maquinas estén agrupadas por ope- raciones y entre eada maquina hay Instalados transportadores Si el transportador est presente siempre (la cuestién del con- trol de los tiempos se resuelve en todas partes por idéntico procedimiento), aqui se pone el acento en otro principio: el de Ja especializacién («un taller por pieza»; «agrupacién de las mi quinas por tipo de operacién») en el seno del taller. Para dar una visiéa completa, hay que afiadir que la idea de una agrupacién de maquinas por operaciones» encierra otra que seré plenamien- te desarrollada por Ford: la puesta a punto de mdguinas espe- cializadas en una sola operacién , Aqui tendra lugar el paso de la «mdquina universal» (que s6lo puede manejar un obrero que osea una gama variada de modos operatorios) a la «maquina especializada» (que lo més a menudo ‘no requeriré mas que manos de obreros especializados). Del mecanizado al montaje se suceden los «perfeccionamien- tos»: transportadores de cinta y de cadena, griias de puente y méquinas especializadas lanzadas cada una a su propia carrera, toda la infraestructura del suelo va acompafiada de una red faérea que asegura la circulacién mecénica de las piezas de los 6rganos a montar a lo largo de una linea de produccién o de ». Como se recordar4, Navel exponia el resultado de una forma impresionante: eléctricas se esforzaban por circular. Ya no habia En el fondo de Ia nave, unas pren: capés y aletas, con un ruido parecido al de explosiones. Entretanto, ticos de Ia caldereria se im. Por supuesto esto acarrearé muchas modificaciones en la composicién ‘técnica det capital invertido y también, por consiguiente, en su composi- cidn de valor orednica, ‘aue les ha sido asignado. ‘otra, por su propio peso; - «La cadena» Para los trabajadores, la Itnea de montaje significa confusidn, fatiga suplementaria, desorden: 4 EI tiempo que se ganaba’y se perdia esperando Ia muela, dradora o Ja griia de puente: Estos falios en la organizacion de una fabrica que pasaba por funcionar a la americana para nosotros suponfan fatiga, Pero este desorden es sélo superficial. O quizé no es ‘més que Ja apariencia necesaria en que se expresan las muevas leyes de bronce del capital, ya que también: Era como en las pel{culas donde las imdgenes se suceden a una velocidad sorprendente (...). Se egaba a una velocidad de gestos asombrosa"!, tiempos y los movimient y, desde el de vista econémico, contribuye de manera Propia y especifica a acelerar las mutaciones en curso. B) NUEVAS NORMAS DE PRODUCTIVIDAD Y DE PRODUCCION Ford la hizo. Hizo una brecha en la produccién en masa de automéviles» 2, Esta exclamacién, en la que Beynon —poco sos- pechoso sin embargo de benevol pecie de fascinacién, resume el significado mo. Pues es ahf precisamente, considerand. Punto de vista de la economia en su conju vados por chasis Ford lisos, ¥ rapidos como para circular en caso de n Ningin obrero tiene nunca que transportar FweVwewrsaT soclUewermlCUmrmCUCTeuCUTeCUhVTeTCUweOCUh ITO SCeuCU TOO VwrCUcGrCUhCGrCUNG oS “a Benjamin Coriat especificidad del fordismo: en haber asegurado el paso a ta ] produccién en serie y haber ablerto con ello una «brecha» para Ja produccién en masa. Y, entend4monos bien, no solamente del automévil; pues si el automévil, producto complejo por exce- Jencia, puede fabricarse en serie, 1o mismo pasar con cantidad de productos més simples. 4 Para dejar las co: claras y siguiendo un método rigurosa- ido para describir las mutaciones introdu- mo, diremos brevemente que el fordismo y la hegemonia de nuevas normas de pro- _ ductividad y de produccién. TIL. NUEVAS NORMAS DE PRODUCTIVIDAD Por enuevas normas de productividad: «progresos» que asegura la linea de mon! a las técnicas de extorsién del plustraba Ford es aqu{ ciertamente heredero y tributario del «scientific management» —de su protocolo ceniral: el Time and motion study, pero la instauracién de Ia Iinea de montaje Heva las cosas a unos grados cualitativamente nuevos. ‘amos designar los en lo que concierne 1. Ante todo gracias al etransportadors, por dos razones. Por un lado, y abt esté el principio de su xeconom{a» general, el transportador permite suprimir gran parte de la mano de obra de mantenimiento'. Por otra, permite reintegrar al taller parte de ese tiempo suprimido en forma de tiempo de trabajo pro- ductivo, y ello a una evelocidad regulada» de manera autoritaria. En resumen, tal protongacién de ta duracién efectiva de la jornada de trabajo. a hasta sus limites la rero sometido al Time GE sata de es Neen 6 So eave oN ee Sate i te, Rea ome enone Alp ee ia pore a Re ja sacarse de la ‘ea Pn del trabajo, ello se debe a la, par- ticular composicién de ta clase obrera, Y Ford, entusiasta de fensor del «open shop», tiene una conciencia’ tan clara de este hhecho que saca de él una proposicién general referente a la fuerza de trabajo: ‘Todo el mundo trata de suprimir ta necesidad de la destreca en todos los empleos de la mano de obra ™. sta tal punto que, en 1926, los «tiempos de El lo conseguiré i a diversas categorias de obreros de Ford formacién» para son los siguientes *: Tiempo de formacién Total | Total parcial ‘Menos de 1 dia 43% De 1 dia a 1 semana 36% nM De 1 semana a 1 mes 6% 85% De 1 mes al afio ‘ 4% 99% De 1 afio a 6 afios 1% 100% creduccién> del trabajo complejo sélo pudo obtenerse gracias a un desarrollo sin precedentes del maquinis- mo, La tan buscada parcelacién sélo pudo resultar de un gi- gantesco trabajo de andlisis de una especializacién cada vez més 1 Un ejemplo escogide ent fundicién, por ejemplo, dor ve Benjamin Cori avanzada del maquinismo, Lo que, acarrear4. transformaciones en Ia composicién orgénica del capital. invertido ¥, 3. Por ultimo, la organizacién del trabajo.en «lineas» —in- cluso el mecanizado y allf donde el transportador no puede cumplir su plena funcién de «convertidor de tiempo»— da ori- gen & otro tipo de comodidad: sobreafiade al despotismo de Ja méquina un principio « 3» de vigilancia. Asi, el Bole- tin de las fdbricas Renault informa: Antes de ls introduccién de los transportadores, el taller de volantes estaba tan atestado que era inabordable y al capataz le era imposible vigilar el trabajo, Ala estrategia obrera de ocupacién del espacio, el capital opo- ne su propio pensamiento: el desarrollo de la produccién «en Iineas>, En ese mismo taller de «volantes» Jn duracién de las operaciones era de treinta y un minutos y se ha reducido a yeinte minutos, El texto no precisa en esta ganancia de once minutos Io que es imputable al progreso «técnico» surgido de Ia racionalizacién ¥ lo que resulta de la posibilidad abierta de una mejor «vigi- lancia». Pero, desde el punto de vista préctico, ges tan grande la importancia de esta distincién como para que merezca la pena En este ejemplo, como por lo demas en todo lo que concier- ne al taller «técnico», los materiales de produccién y los modos de’ control y de vigilancia de las formas de trabajo se desarro- ‘Ateniéndose a los primeros momentos de la racionalizacién (195- 1914), las cifras dadas por Fridenson son sigificativas: Bvolucién det mimero de méquinasherramientas utiltzadas fen las fébricas Renault ‘Aflos ms i N= Nimero de maquinas 4049108202250 ee ee ee Desde el punto de vista teérico, estas mutaciones en Ja importancia rela- {iva adquirida por el capital constante a expensas del capital variable se ‘expresan en el concepto de composictan organica del capital, sDenomino ‘la composicién de valor del en tanto, se determina por Ja com osicién técnica del mismo y refleja las variaclones de ésta, composicion orgénica del capital» CE! capital, op. cit, libro 1, vol. 3, p. 160}. 4 tacién en su conjunto, en su vez 1a escala de produccién, 7 ‘uraleza de los productos y las condiciones de a formacién de los costos de produccién. Estos fendmenos serdn designados Por el concepto de normas de produccidn. El enunciado més ‘de «Pr fea80 se busquen y se oblengan, como hemos dicho, aumentos de Ia intensificacion del trabajo, Benjamin Coriat préciso de su contenido exige que sean examinadas dos series de hechos: los primeros se desprenden del andlisis del proceso de trabajo o de fabricacién propiamente dicho y, por tanto, del valor de uso de las mercancias; los segundos pretenden dar ‘cuenta de un andlisis en términos de trabajo abstracto y por con siguiente del valor de cambio. a) Estandarizacién y transformacién de las enormas de escalas» ea de montaje es haber asegurado las condicio- le mercanclas estandari- zadas. Por lo demés, del producto” supone un considerable trabajo previo de seleccién y uniformacién de los modos operatorios, las herramientas, los materiales y las figuras elementales que entran en la formacion producto-mercancla. Esta actividad, llamada de \ciéno, es definida asf, al acabar la guerra,.por J. Che- én es In definicién de tipos unificados que deben ‘elementos dispares creados al azar de las fabricaciones. Gon Taylor habia comenzado wn Importante movimiento de. estan. bar fa guerra, jon de los amétodos americanos de produccién. y su 5 i $ i : i d La cadena» ‘De forma més precisa, hoy dia se admite iminacién de las varie- que se lleva tendré como b) Capital fijo, capital circulante y ciclo det capital productivo Desde el punto de vista del trabajo abstracto y det valor de ‘cambio, el cambio no es menor. Es que al mismo tiempo que la emento del rendimiento del ‘Nevins, bidgrafo minucioso de la «Ford Motor Company», describe las cosas en pocas palabras diciendo que Ford lleva a, cabo la «produccién sin depésitos». Ademés, y este es un punto que merece la pena sefialar, Nevins ve en tribucién de Ford, al haber sabido «reducir» éste «la holganza de los materiales» como Taylor habia sabido reducir «la hol , Todo proviene aqui de que la circulacién constante, asegura- da por el transporte de las piezas y materiales necesarios, permi- te un aprovisionamiento «tontinuo y regulado» a los obreros quietos en sus puestos de trabajo, En los escritos de Ford hay una imagen incesantemente evocada cada vez que se trata de presentar sus talleres. Es 1a imagen del rfo y sus afluentes. Afirma que hay que imaginarse el taller de montaje (final) como un rio en el que vienen a converger, de manera ordenada, unos afluentes, procedentes de los diferentes talleres donde han sido fabricadas las piezas, que las conducen al lugar exacto donde ocupan su sitio en el esquema de montaje preestableci- do. Los sistemas de transporte son asi los simples soportes de una «fluidez> ordenada. Las ventajas econémicas que de esto resultan son multiples: — en primer lugar, se reduce al méximo la inmovilizacién improductiva de capital (aqu{ circulante) que se analiza (en términos contables) como un costo suplementario de almacenaje; — ademas se reducen los stiempos mut de la fabrica- cién, antes necesarios entre cada aprovisionamiento; — por tiltimo y sobre todo podria decirse que se han nado todas las detenciones del proceso de transforma elementales; sobre este punto, el Boletin es muy claro: El hecho de; tener todas Ias piezas en curso de fabricacién en los transportadores permite al jefe de taller ver de una simple ojeada qué operacién no sigue a las otras por el amontonamiento de en esa operacién, y eso le permite remediarlo en seguida, mi ‘Se obtiene: Existencias medias (en'"semanas) ‘Margen bruto (en. francos) 1 1s 347 2 25 3 173 \dro pone claramente de relieve cémo Ja reduccién de las exis: ‘curso de fabricacién) hace crecer el margen bruto. a | i | | | | \ eo 0G © Ere «La cadena» ml cue con el inftoo snip ocurre a ele ale aT estén avanzadas en centenares y hasta millares de plezas con tes- ecto a otras sin que se note®, jo de los diferentes elementos que in- tervienen en un montaje dado traen consigo inmor de capital y «retrasos» en el ciclo de la produ porque se produce una situacién de «ruptura interna de exis- tenciass, ya sea porque ciertos componentes se fabrican en cantidades mucho mayores de lo necesario, ser almacenadas hasta que s Técnicas nuevas de extorsién tenidos gracias a una nueva «ge Estos desajustes en el fl s> van a extenderse por todas las ramas, alterando las condiciones de la produccién de mercancfas, Pues el taller va a llenarse de ahora en adelante de sistemas cada vez mds complejos e integrados de méquinas, acarreando progresivamente una modificacion en la composicién orgdnica del capital. En efec de los nuevos rogresos, que se acusaré igual que las nuevas normas de trabajo remitian principalmente a nuevas condiciones da trabajo en el establecimiento de la tasa de explotacion (PL/V), las nuevas normas de produccién conciernen, por su Desde el taller, donde aparecié en un principio, la raciona- izacién extenderé sus efectos a la «econom{a industrial» en su conjunto. Con Ford, la produccién en masa encuentra el tipo de Proceso de trabajo adecuado a ella. ™ Bulletin des usines Renault, nim. 6 p. 2.

También podría gustarte