Está en la página 1de 50

Table of Contents

Descleimer
Sinopsis
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
PL
Autora
Creditos
Foro
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro, por lo cual, no tiene
costo alguno.
Es una traducción hecha por fans y para fans.
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus
redes sociales, recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros
e incluso haciendo una reseña en tu blog o foro.
SINOPSIS
Dicen que la mejor manera de superar un corazón roto es enrollarse con
alguien al alzar. Por eso mi nueva mejor amiga me está arrastrando a un bar. Todo
lo que tengo que hacer es usar un vestido cachondo, elegir un chico y pasar a la
acción, ¿verdad? La cosa es que, no soy así. Soy la chica buena, aquella que tiene
relaciones sexuales por amor. Pero, puesto que el amor de mi vida está
acostándose con otra persona, supongo que es hora de seguir adelante.
Una noche, una sola vez. Eso es todo. Empezaré de nuevo.
Un chico con un bloc de dibujo, sentado solo, me llama la atención.
Abalanzándome de inmediato por el chico de aire artístico con cabello oscuro y
ojos azules brillantes. Pronto, estamos en su habitación de hotel haciendo cosas
que nunca he hecho. Su cuerpo humeante perfectamente tonificado de piel
caliente y toque firme, tiene abrumada mi mente con las cosas por venir. Los dos
estamos desnudos, resplandeciendo de sudor y sin aliento.
Y entonces se va, justo antes de cerrar el trato, abandonándome en su
habitación. Tampoco vuelve.
Una semana más tarde lo veo de nuevo, y me doy cuenta que no era sólo un
chico cualquiera. Mi corazón se rompe ante el gran error, y todavía no comprendo
el alcance de todo. Debería haber corrido y nunca mirar hacia atrás.
Secrets & Lies #1
Capítulo 1
¿Habla en serio? ¡Pero qué idiota! Me tambaleo a través del patio,
accidentalmente chocando con los hombros de alguien.
—Cuidado, perra. —Miro hacia arriba para ver a una chica de nariz
puntiaguda, rodeada por un grupo de amigas desagradables, todas burlándose de
mí. No tengo amigos aquí, todavía no.
La verdad es que mi vida es una mierda. Es jodida y espectacularmente una
basura, y me niego a llorar en mi primer día en la universidad, pero estoy teniendo
problemas para tragar el plato de mierda que mi maravilloso novio me sirvió a la
fuerza. Disculpen, me escribió a la fuerza. El muy hijo de puta me envió un
mensaje. Ni siquiera llamó. Cuanto más lo pienso, más se aprieta mi garganta.
Respirar está sobrevalorado.
—Lo siento —murmuro, y salgo disparada de allí, antes de que me pateen el
culo y me arrojen por un tramo de escaleras. No es que alguna vez haya visto a
alguien haciendo eso, pero esto es Texas, ¿cierto? Estoy fuera de mi elemento, por
mucho.
A medida que corro alejándome, escucho la voz de mi compañera de cuarto
gritar:
—¡Así es, Bacon! ¡Será mejor que corras! —Todas las chicas se ríen como si
Chelsey acabara de decir la cosa más divertida que han oído nunca. Estupendo.
Es la líder de la manada perra. ¿Por qué nunca puedo atraer a una psicópata
asesina como respaldo? Mi suerte es un asco. ¿Ya lo he dicho? Pues bueno, la
mala suerte es mi característica clave y la pesadilla de mi existencia.
Mientras arrastro mi patético culo por el patio, mi teléfono emite un sonido.
No veas la pantalla. ¡No la veas! Me digo sin parar, pero no puedo. Tengo que ver lo
que ha dicho ahora. Podría ser una disculpa. Podría haber estado terminando con
su otra novia y me escribió por accidente. Uh, esperen. Eso sería peor. Creo.
Lo que pasa es que hemos estado juntos desde que éramos niños. Nuestros
padres solían bromear que estaríamos casados algún día, como si estuviéramos
destinado a estar juntos toda la vida. Incluso se sentía como si el destino nos
hubiera unido. El día que nos conocimos, yo estaba jugando afuera cuando un
conejo aterrado persiguió a Matt las dos cuadras desde su casa a mi jardín.
Corriendo a ciegas, Matt me derribó, dejándome a la intemperie para que el conejo
me ataque en lugar de él.
De acuerdo, este conejito era del tamaño de un perro pequeño y sólo quería
devorar algunas caléndulas. En un esfuerzo por salvar sus jardines y evitar que se
conviertan en comida de conejo, las dulces ancianitas en el vecindario estaban
activamente tratando de envenenarlo. Salvé al conejo de la ira de las abuelas y mi
premio fue Matt. Me llamó por nombres interesantes como Asesina de Conejos. De
acuerdo, eso sonaba bien en la escuela primaria, y mucho mejor que los apodos
normales que los niños se dan el uno al otro. ¿Cara de Moco o Asesino de
Conejos? Por favor. Como si incluso hubiera que pensarlo.
Matt y yo hemos estado juntos tanto tiempo, que he olvidado lo que se siente
el estar separados. Ahora lo impensable ha ocurrido y estoy a dos mil kilómetros
de casa, completamente sola. Matt lo es todo para mí.
Saco el teléfono del bolsillo y reviso la pantalla.
Hay algo más…
Mierda. Parece que podría empeorar. Ya rompió conmigo. ¿Qué es peor que
eso?
Escribo en respuesta: Lo dudo.
No, tienes que saber. Hay alguien más. Estoy enamorado de ella, Kerry.
La sensación de picazón golpea la parte posterior de mis ojos con fuerza y
rapidez. A medida que paso a través de la puerta, giro a la derecha y busco un
baño. No puedo seguir fingiendo. No me puedo sentar aquí y fingir que él no acaba
de arrancar mi corazón. ¿Cómo puede haber alguien más? Yo era suya y él era
mío. Éramos una pareja. Tengo su maldito anillo en mi dedo. Íbamos a dar una
oportunidad a toda esta cosa de una relación a larga distancia.
Pero Matt no le dio oportunidad.
Un sollozo escapa de mi garganta y mi visión se torna borrosa. Corro por el
pasillo, sintiendo las miradas de extraños siguiendo mi estela. No puedo llorar
ahora. Estoy tratando tan fuerte no hacerlo, pero mi corazón no escucha. Está
enrollado en un ovillo, temblando dentro de mi pecho. El dolor se apodera de mí,
pero aún no estoy llorando. Trato de encontrar un baño, frenando la cascada de
dolor que está formándose detrás de mis ojos.
Pasando a través de la puerta del baño, me dirijo directamente a los espejos.
Siempre hay lavabos con espejos. Dejo de golpe mis libros sobre la encimera y me
aferro al borde del lavabo. Grandes sollozos jadeantes escapan con fuerza de mi
cuerpo mientras me agacho sobre el lavabo y me quedo mirando la cuenca blanca.
Justo cuando mis lágrimas empiezan a caer, veo que algo se mueve en el espejo.
Siento unos ojos sobre mí y los vellos de mi nuca se ponen de punta. No me había
dado cuenta que había alguien, no que pudiera ver con mis ojos llenos de
lágrimas.
Levantando la vista, miro al otro lado de la habitación y no entiendo lo que
estoy viendo. Un chico está de pie junto a la pared. Es alto y fuerte, con el cabello
oscuro y de la contextura estándar. Al menos, así es como parece a través de las
lágrimas. ¿Por qué está en el baño de chicas? Mi cerebro se rompe. Me quedo ahí
mirando boquiabierta, sin darme cuenta que él está sosteniendo su cosita en la
mano y está de pie delante de un urinario.
Una sonrisa torcida se extiende por sus labios cuando me ve mirando.
—Yo, eh, creo que diste mal la vuelta.
No proceso lo que dice. Mi cuerpo está a punto de explotar, hay un chico en el
baño de mujeres, orinando en la pared. ¿Qué clase de universidad es esta? Sigo
parpadeando, pero no puedo hacerme a la idea de lo que estoy viendo. Me las
arreglo para chillar:
—¿Qué?
El tipo se sube la cremallera y me da una mirada de lástima… ya sabes cuál.
Aquella que dice gracias a Dios que no soy tú, en la mejor manera posible.
—Estás en el baño de hombres. El de las mujeres está al otro lado del pasillo.
Esto no puede estar pasando. Horrorizada, me lanzo a mis libros, pero él da
un paso a la encimera para recogerlos al mismo tiempo. Chocamos y su firme
cuerpo colisiona con el mío. Tartamudeo algo incoherente, finalmente
consiguiendo un buen vistazo de su rostro. ¡Santo Hombre! Nunca ando viendo a
otros chicos, pero cuando alguien es así de perfecto, como un supermodelo, atrapa
mi atención. Cuando personas como esa se cruzan en tu camino, es imposible
apartar la mirada. Su belleza es cegadora, e incluso a través de las lágrimas noto
su sensual sonrisa, sus ojos azules ligeramente divertidos, y su piel perfectamente
lisa.
Añadan a eso su duro cuerpo y maldición. Choqué con el hombre más caliente
que he visto en mi vida, vi su paquete, e hice el gran ridículo. Todavía estoy triste,
pero tan mortificada al mismo tiempo, que ya no pienso y la adrenalina se hace
cargo. Con el corazón latiendo a toda prisa, lo empujo en su pecho firme y me
enderezo. Mi boca cuelga abierta a medida que intento formar palabras, pero mi
equilibrio apesta y mi cadera choca con los libros. Los vuelco de la encimera y
caen con estrépito al suelo, mientras que el resto de mis cosas se deslizan al
lavabo por un baño. No puedo ser esta catástrofe. No puedo enfrentar a este chico
ardiente con ojos de mapache, incapaz de hacer nada más que gruñirle como un
babuino.
No hay muchas maneras de seguir adelante con un desastre de estas
proporciones. Decido hacer lo único respetable y salgo corriendo como una loca.
Antes de que él pueda decir nada más, llego a la puerta y alcanzo el final del
pasillo. Y estamos hablando de correr a toda marcha, no esas típicas corridas de
mariquita. Me refiero a correr por completo, como si un asesino en serie estuviera
a punto de matarte.
Escucho su voz detrás de mí, pidiéndome que vuelva. Gracias a Dios que no
puse mi nombre en mis libros. Tengo suficientes problemas sin que mierdas como
esta ocurran. Horrorizada, pienso en cuán jodidamente raro debo verme allí de pie,
con el rímel corrido, simplemente mirando boquiabierta a su cosita. Porque me
quedé mirando. ¿Qué demonios es lo que me pasa? ¿Quién hace cosas como esa?
Me empujo a través de la puerta al final del pasillo y vuelo por la escalera.
Llego al exterior y avanzo por el estacionamiento antes de reducir la velocidad.
Jadeando por aire, rodeo el edificio y me inclino sobre mis rodillas, luchando por
respirar. Me detengo ahí durante un segundo antes de deslizar la espalda por la
pared y llevarme las rodillas contra el pecho. Entierro mi cara y dejo caer las
lágrimas.
Capítulo 2
—¿Hola? —La voz viene de mi izquierda. Veo una delicada zapatilla por el
rabillo del ojo y una larga falda azul—. ¿Estás bien?
No levanto la vista.
—Sí. Estoy bien. —He estado sentada a un lado del edificio por un tiempo.
Definitivamente me salté mi clase de arte. Gran primer día. Incluso si pudiera
llegar a mi dormitorio, no puedo llorar allí porque mi infernal compañera de cuarto
podría entrar.
La Chica Zapatilla se sienta a mi lado y suelta una risa.
—Colega, eres una mentirosa terrible.
—Lo sé. —Las dos nos ofrecemos una risa nerviosa. Me arriesgo y le doy un
vistazo. Sé que me veo terrible. Mi cara está hinchada y manchada con el
maquillaje corrido. Estoy bastante segura que mis jeans están cubiertos de moco.
Es uno de esos momentos en los que uno desearía tener el poder de la
invisibilidad, pero no sucede. Y ella me ve. No he hecho ni un solo amigo desde
que estoy aquí, así que en realidad me siento extraña al hablar con alguien. Le doy
una débil media sonrisa.
Ella se lleva las rodillas contra el pecho, y envuelve sus brazos alrededor de
sus tobillos. Las pequeñas zapatillas negras sobresalen de debajo de su falda.
—Entonces, estoy pensando que necesitamos helado de emergencia y tal vez…
una sartén.
¿Qué? Me incorporo un poco y la observo. La Chica Zapatilla tiene una cara
muy bonita y el cabello castaño claro que cae como una cortina de seda desde su
cabeza hasta la cintura. Es muy largo.
—¿Para qué es la sartén?
—Para golpear al chico que te hizo llorar de esa forma en tu primer día.
Me sorbo las lágrimas y limpio mis ojos con el dorso de la mano.
—Ah, pensé que íbamos a hacer salteados.
Ella me sonríe.
—¿Sabes cocinar? —Mete la mano en su pequeño bolso tejido y me entrega un
pañuelo de papel.
—En realidad no. Soy bastante buena quemando cosas y preparando comida
que es tan fácil de cocinarse, pero que termina sabiendo realmente asqueroso.
¿Qué hay de ti?
—Eh. —Inclina su mano de un lado a otro—. Más o menos, pero hago unas
galletas increíbles. Son orgásmicas. En serio. Soy la reina de las galletas. —Ella se
ríe y parece tímida, lo que me hace sonreír—. Entonces, ya que cocinar suena
menos sabroso, hay un gran lugar de comida china cerca de aquí. ¿Tienes
hambre? —La chica mete un mechón de cabello detrás de su oreja y hace un gesto
a un estacionamiento cercano—. Mi auto está justo allí. Podemos comer y estar de
vuelta antes de que comience la próxima clase. ¿Qué dices?
—Me veo como una lunática.
—Sí, no sabes esto de mí, pero no me conformo con un no por respuesta. Todo
el mundo me dice que sí. A todo. Soy obstinada. —Sonríe y destella todos sus
dientes antes de ponerse en pie. Extendiendo una mano, dice—: Vamos. No
muerdo y tengo un maletín de emergencia “Cuando los Chicos Apestan” en mi
auto. Tiene galletas, Midol, corrector, una gorra de béisbol, y un paquete de
condones. Podemos hacer animales de globos. Soy buena haciendo jirafas… a
medias.
—Me atrapaste con la parte de las galletas orgásmicas —respondo,
limpiándome los ojos con el dorso de mi mano.
Ella se ríe y me ayuda a levantarme.
—Así son. Mejor te preparas, de lo contrario te vas a ruborizar, voy a tener
que fingir que no es incómodo y no vamos a ser capaces de mirarnos a los ojos.
Eso es bastante patético, ¿verdad?
—Sí, de todos modos, ya tengo un montón de personas con quien evitar el
contacto visual en este momento. —Una pequeña sonrisa se propaga a través de
mi cara, y mis mejillas arden repentinamente.
—Presiento una historia aquí. ¿Qué pasó? Tienes que decirme.
—Nada —digo evasivamente, pero una sonrisa tira de mis labios y un nuevo
rubor arde bajo mis mejillas.
—¡Definitivamente tienes que contarme! No voy a decir una palabra. —La sigo
hasta un nuevo Volvo blanco estacionado en la parte posterior del
estacionamiento. Ella lanza su bolso en el asiento trasero mientras me acomodo en
el lado del pasajero—. Oh, colega, mi nombre es Beth. Beth significa guardián de
los secretos —dice, lanzándome una sonrisa ganadora y enciende el motor.
—Soy Kerry.
—Vamos, escupe. ¿En qué te especializaste y todo eso? —dice retirándose de
la zona de estacionamiento.
—Soy Kerry Hill, de Nueva York, me especialicé en arte. Mi novio acaba de
dejarme esta mañana a través de mensajes de texto, y estaba tan perturbada que
por error entré en el baño de hombres justo antes de clase. Una vez allí, me
encontré con un chico muy caliente, vi su, eh… paquete… y sólo me quedé ahí
mirando. Después de eso, me hice amiga de la pared de ladrillo hasta que
apareciste. Es un primer día en la universidad bastante patético.
Su mandíbula cae abierta y me mira fijamente por demasiado tiempo. Ya que
estamos moviéndonos en el tráfico, es alarmante. La chica es el peor conductor
que he visto en toda mi vida. Tengo problemas para no gritar. La luz se pone
amarilla y está a punto de cambiar a rojo y ella no está ralentizando.
—Me ganaste. Beth Gallub, de Seattle, la menor de cuatro hermanos, con tres
hermanos sobreprotectores que me siguen a todas partes. Diez dólares a que uno
de ellos aparece antes de tu última clase. No es broma.
—Aww, eres el bebé.
—Ufff. Sí. Amiga, es un asco. ¿Qué hay de ti? ¿Tienes hermanos?
—Sí, un hermano mayor y una hermana menor.
—Por lo tanto, eres el hijo del medio patológicamente necesitado.
—¿Con especialización en psicología?
Ella ríe.
—¿Cómo lo sabes?
—Una corazonada. Pareces ser el tipo de persona que no puede pasar por alto
a una chica llorando en la acera. —Me rio un poco y el resto de mis nervios se
evaporan. Me relajo tanto como puedo pretender con Beth conduciendo.
En serio. La gente en Seattle no debe pensar que las líneas son importantes.
La chica está sobre ellas todo el camino.
Finalmente, se detiene en el estacionamiento del restaurante chino. Salimos,
dirigidas al buffet y tomamos una mesa.
Después de que comemos y hablamos de nuestro primer horrible día, el mío
llevándose el premio, Beth se recuesta en la cabina y me observa.
—Entonces, es noche de rebote, ¿cierto?
Me muevo en mi asiento nerviosa y hago una mueca.
—No, a menos que estemos hablando de torta.
Beth niega con la cabeza.
—La manera más rápida de superar un corazón roto no es una vida en la silla
de un psiquiatra, está en follarse a otro chico. Eso corta la conexión, así, la
próxima vez que estés con un chico con el que realmente sientes algo no lo vas a
comparar con tu ex. Si todavía sientes una conexión emocional con tu ex,
compararás el sexo con el nuevo chico al sexo con tu ex; lo que te hará un caso
perdido emocional. —Se detiene por un segundo, luego se inclina hacia delante
con una curiosa expresión en su cara—. ¿Qué es lo que sueles hacer para superar
a un chico?
Esto se siente personal y la necesidad de inventar algo se apodera de mí, pero
no lo hago. En su lugar, le digo la patética verdad.
—No he roto de esta forma con nadie. Estuvimos juntos durante mucho
tiempo. —Mis ojos se clavan en la mesa y mi garganta se aprieta, pero no hay más
lágrimas. No voy a llorar por él otra vez, pero eso no alivia el dolor fluyendo desde
el centro de mi pecho.
—Oh, eso es duro. —Beth mira por encima de mi hombro y saluda a alguien.
No me vuelvo, porque es sólo un gesto de pasada. Ella no hace señas a la persona
indicando que se acerque, pero antes de que lo sepa, hay un chico de pie junto a la
mesa. Beth pone los ojos en blanco—. ¿Qué te dije? Este es mi hermano, Josh.
Uno de ellos. Esta es Kerry. Fíjate en las tetas. Es una chica. Ahora, déjame en
paz.
Mi cara se pone de un rojo brillante cuando ella le indica que mire mi pecho,
pero él parece estar acostumbrado a sus artimañas. Al menos eso espero, porque
no lo hace. Josh es un chico bastante apuesto y se asemeja ligeramente a Beth. Es
un poco bajo, fornido con anchos hombros y cabello entre castaño y dorado que
lleva recogido en una cola.
—Cuando no apareciste, Justin me pidió que viera cómo estás.
Beth gime y hace la mímica de dispararse a la cabeza, antes de caer de lado
en la cabina, y luego desaparecer debajo de la mesa.
—Tengo mi propia vida —lloriquea desde el banquillo.
—Obviamente. Eres muy madura. —Josh me lanza una sonrisa y se desliza en
la cabina junto a mí.
Me deslizo a un lado y Beth vuelve a sentarse, con una sonrisa plástica en su
cara.
—Lo soy —dice ella, alisándose la falda y levantando ambas cejas
excesivamente—. Kerry y yo estábamos hablando del sexo de rebote. ¿Te gustaría
iluminarnos con tu sabiduría sobre el mejor curso de acción después de una
ruptura? —Ella pliega sus manos sobre la mesa y sonríe como una secretaria
trastornada.
Josh se ríe una vez y me mira.
—¿Tu relación era seria?
—Mucho —responde Beth por mí—. ¿Cuál es la mejor manera de seguir
adelante?
Me mira un momento más de lo que esperaba de su parte.
—No te conozco, Kerry, pero la única manera de superar a alguien es seguir
adelante. El rebote es una manera, pero…
Beth lo interrumpe.
—Pero no es para los débiles de corazón. Oh, Dios mío. Eres un idiota. De
ninguna jodida manera voy a dejar que se enrede contigo, pendejo, así que ni te
molestes. —Por un segundo pienso que Beth está siendo demasiado dura. Él no
iba a intentar nada conmigo, pero entonces Josh se ríe y se relaja.
Choca su hombro suavemente contra el mío.
—Está bien, pero tenía que intentarlo. Es caliente. —Echándome un vistazo,
dice—: Acuéstate con un desconocido para cortar las cuerdas y luego, borrón y
cuenta nueva. Es la forma más rápida de salir del infierno en el que estás en este
momento. Y te sugiero encarecidamente que escojas al tipo o algún cabrón jugará
contigo.
—¿Como tú? —pregunta Beth, sacándole la lengua. Josh sonríe.
—Exactamente como yo, y ya que conozco a Beth, tendrías que volver a
verme, cosa que sería un completo asco. Mi consejo: escoge a un chico de un bar
al otro lado de la ciudad, haciendo que las probabilidades de toparse con él de
nuevo sean poco probables. —Acerca el vaso de Beth y bebe lo que queda de su
refresco.
—Entonces, ¿las personas realmente hacen esto? ¿Nadie va a pensar que soy
una puta? Me parece un poco loco acercarme a un chico al azar y decir, ¿qué?
Necesito echar un polvo. ¿Quieres tener sexo conmigo? —Esta conversación me
está poniendo muy incómoda.
Josh se vuelve a reír.
—Bueno, no lo digas así. Suenas como una loca. Tienes que hacerle creer que
has hecho esto antes o activarás su alerta de psico-perras.
—Los chicos no tienen eso, Josh. ¿Y en realidad importa lo que diga? Nadie
escucha después de oír “¿quieres sexo?” —Beth inclina la cabeza hacia un lado y
hace una mueca, como si pensara que los chicos son zombis inconscientes.
—Deberías decirle que no estás buscando una relación y preguntarle si quiere
hacer algo. Él hará el resto. —Josh se vuelve hacia mí y estudia mi perfil—. ¿Sólo
has estado con un chico?
Asiento.
—Sí.
—¿Era bueno? ¡Ay! Beth, ¿qué diablos? —Se sacude a mi lado y aferra su
pierna debajo de la mesa.
—¡No puedes preguntarle eso! ¿La conocí hace como una hora y ya le estás
preguntando si su ex la satisfacía sexualmente? ¡Dios, Josh! Ve a la tienda y
compra algunos modales.
Josh se encoge.
—No lo dije de esa manera.
Los dos son como un acto de comedia. Puedo decir que se quieren, pero
ambos tienen personalidades muy diferentes y coloridas.
—Está bien —ofrezco, y dejan de pelearse para mirarme—. No tengo un punto
de referencia a parte de mi ex… fue mi primero y único.
Beth parece horrorizada.
—Pensaste que iban a estar juntos para siempre, ¿verdad? Oh, Dios mío.
Josh, no seas un cretino, abrázala.
Me rio con nerviosismo y me deslizo hacia la pared.
—Sí, está bien. En realidad no… bueno, está bien. —Antes de que pueda
escapar, Josh lanza sus brazos alrededor de mí y aprieta con fuerza, aplastando
mi cuerpo contra el suyo en un gran abrazo—. Estoy bien. De verdad —digo,
ahogadamente.
—¡Pobre criatura! —dice y me suelta, entonces se desplaza por el banquillo—.
Beth, puedo acompañarte después de las siete. Si quieres ir antes, llama a Jace.
La mandíbula de Beth se tensa y ni siquiera lo mira.
—Tú no vas.
Josh sonríe y entonces ríe.
—Eres graciosa. —La besa en la coronilla y Beth aplasta sus labios como si
estuviera a punto de estallar—. Nos vemos esta noche, señoritas. Ah, y Kerry…
vístete como si quisieras pasarla muy bien. —Él me guiña el ojo y sale corriendo.
Capítulo 3
Me visto en la habitación de Beth temiendo horriblemente que mi compañera
de cuarto se dé cuenta de lo que está pasando y lo arruine para mí. Sólo he estado
aquí un par de días, pero ella ya ha dado vuelta a la mitad de la residencia de
estudiantes contra mí. Bueno, tal vez eso es una exageración, pero se siente
verdad.
Beth saca un vestido rojo de su armario. El escote consiste en una V profunda
y la tela es furtiva.
—Pruébate este. Es mi vestido de la suerte. Los chicos van a babear sobre ti.
Lo tomo y busco un lugar para cambiarme, pero la habitación es una caja. No
hay privacidad. Beth se da cuenta de mi vacilación y camina hacia el armario. Tira
de una puerta, dejándola abierta a medias.
—Cámbiate detrás de esto. ¿Cómo es que tienes esta edad y todavía eres
tímida?
—No lo sé. Nada resultó de la manera que pensaba que sería. Eso es todo. —
Me quito mi camiseta y deslizo el vestido por mi cabeza antes de quitarme mis
jeans.
—Te das cuenta que tener relaciones sexuales con un chico al azar esta noche
significa que va a verte desnuda, ¿verdad? No puedes actuar como una virgen o lo
vas a espantar. —Los colchones rechinan y sé que está sentada en su cama.
—¿Qué quieres decir?
—Uh, no puedes ocultarte detrás de las puertas y debajo de las sábanas.
Tienes que pavonearte como si poseyeras ese pecaminosamente cuerpo curvilíneo
tuyo. Desearía tener esas caderas. Ni tengo trasero. Me pone triste. —Beth levanta
la vista cuando salgo de la puerta. El vestido es absolutamente ajustado. Tiro de la
tela y trato de empujar el dobladillo hacia abajo. Si me agacho, mi trasero quedará
al aire.
Beth salta de inmediato y se acerca a toda prisa.
—Mierda. Te ves caliente. ¿Ves esto? —Con una enorme sonrisa en su cara,
me empuja frente al espejo.
—No lo sé. ¿No crees que me hace ver gorda?
Beth me da una cara que dice que mataría por mi cuerpo, pero es difícil de
creer. Ella es linda y me siento voluminosa de pie junto a ella.
—Lo tienes todo: tetas, culo y una pequeña cintura. Además, la atracción
sexual es un estado mental. Si crees que eres atractiva, lo serás. Es la confianza.
Adopta un personaje falso esta noche y olvídate de tus problemas de auto-imagen.
Podemos culpar a tu madre por arruinar tu vida en otra oportunidad.
Beth me hace un peinado y aplica el maquillaje. Para cuando termina, no me
reconozco. Mi cabello cae en ondas sedosas y mis labios son de color rojo oscuro.
Me veo como una modelo. Me veo como alguien más. Se siente muy raro mirar en
el espejo y no reconocer a la persona devolviendo la mirada. Quiero retractarme,
pero ahora no puedo. Beth está lista para salir. Ella se coloca un lindo vestido con
una falda de volantes que le llega a la rodilla.
—¿Por qué tú sí puedes vestirte así? —Estoy prácticamente lloriqueando.
Beth se mete en sus pequeñas zapatillas negras y explica.
—Es para fines de comparación. Si uso un pequeño vestido de iglesia, tú te
verás como la zorra. Todos los chicos te mirarán primero y me ignorarán, que es lo
que queremos.
Una vez que las dos estamos listas, nos dirigimos a su auto y conducimos
hacia el otro lado de la ciudad. Por un segundo, me preocupa lo que sucederá
cuando realmente lleguemos allí, pero la conducción de Beth me distrae. De
repente, estoy tomando demasiadas respiraciones profundas y tratando de no
gritar. Cuando se abalanza por una rampa increíblemente rápido, mis reflejos
dominan mi deseo de ser educada y me agarro al cinturón con todas mis fuerzas.
Beth se disculpa.
—No suelo llevarme nada por delante. Lo prometo. —De alguna manera eso no
me hace sentir mejor. Sólo asiento—. Además, este es un Volvo. Puedes darles las
gracias a mis hermanos. Les dijeron a mis padres que era el auto más seguro que
hay. Mientras ellos obtuvieron pequeños descapotables lindos para la graduación,
yo recibí un auto de anciana. Bastardos. Entonces, ¿qué auto tienes?
—Nada por el momento. Pensé que las cosas estarían a poca distancia.
—Sí, en realidad no… a menos que treinta kilómetros de ida y vuelta al centro
comercial no te perturbe. Vamos a tener que ir a comprarte un auto en estos días.
Claro, si vivo tanto tiempo. Para cuando llegamos al bar, soy un manojo de
nervios. Mi estómago se agita y me siento enferma. Estoy de pie al lado del Volvo
en el estacionamiento, esperando a Beth.
—No puedo hacer esto. —Estoy lista para saltar de nuevo en el auto, pero ella
bloquea las puertas antes de que pueda tirar de la manija.
—Sí puedes. Quieres superar a tu ex, ¿verdad? —Asiento—. Entonces sabes lo
que tienes que hacer. Escucha, no quiero presionarte ni nada así. Si decides no
pedir nada a nadie, entonces no lo hagas. Pero condujimos hasta aquí. Por lo
menos vamos a pasarla bien antes de regresar. ¿De acuerdo?
Puedo hacer eso. Puedo pasar un buen rato y reír a pesar de que me gustaría
estar en casa, en el sofá de mi madre, llorando como un bebé. No, está bien.
Definitivamente puedo hacer esto, Beth tiene razón. El hecho de que vaya adentro,
no significa que tenga que pasar por lo demás. Puedo acobardarme.
Beth y yo entramos y al instante siento los ojos en mí. Viajan a través de mi
cuerpo, midiéndome abiertamente. No voy a ser tímida. No esta noche. Cuando
Beth y yo nos dirigimos hacia una mesa, noto a un chico echándome un vistazo y
de repente no me importa tanto. Ser deseada se siente bien. Nos sentamos en una
mesa y pedimos algunas bebidas. Sorbemos y hablamos de nada por un tiempo.
No veo a la persona correcta y no quiero tener relaciones sexuales con alguien que
no me dé una buena vibra. No quiero un tipo agresivo. En realidad, prefiero a los
chicos tímidos y me doy cuenta que todo este asunto de “¿quieres echar un polvo?”
podría no funcionar con un hombre tímido.
Josh intenta unirse a nosotras, pero Beth lo ahuyenta, así que se establece en
otra mesa que se llena rápidamente de mujeres. ¿Cómo hizo eso? Él sonríe mucho
y tiene este lenguaje corporal relajado que parece actuar como un imán con las
chicas. Se vuelven locas por él.
Después de dos horas, estoy lista para irme.
—No hay nadie aquí que esté ni siquiera cerca de mi tipo.
Beth sorbe hasta el fondo su daiquiri.
—No tiene que ser de tu tipo.
—¿En serio me estás pidiendo que lo haga con un asqueroso?
Beth resopla y casi se ahoga.
—¡No! Eso no es lo que quise decir.
—Bien, de lo contrario tendría que preocuparme que estés tratando de
emparejarme con uno de los trabajadores de limpieza en el dormitorio.
Ella sonríe con malicia.
—Ese era mi plan para mañana por la noche.
—Tonta —bromeo y sacudo la cabeza.
—No soy la única que no puede echar un polvo —dice y se ríe. Es extraño lo
rápido que se siente como una amiga.
La pateo por debajo de la mesa.
—¡Oye!
—¡Puedo echar un polvo! Sólo quiero que sea… —Mis ojos se dirigen al otro
lado del salón y lo veo… al Hombre Perfecto. Un hombre está sentado solo en una
mesa de la esquina posterior, con una gorra roja. Su cara está entre las sombras y
tiene un bloc de dibujo delante de él. Mi voz muere en mi garganta cuando lo veo.
Él es perfecto.
Beth se da la vuelta en su asiento.
—¿En serio?
Aparto mis ojos de él justo cuando levanta la vista.
—¿Por qué? ¿Qué hay de malo en él?
—Nada, si te gusta ese aire de asesino en serie.
—Es un artista.
—Diez dólares a que no hay nada dibujado en ese bloc de dibujo.
No me gusta que acabe con mi hombre misterioso.
—No, no está usando eso como una estratagema. Es real.
Beth está tratando de no reírse.
—Eres tan ingenua.
—No lo soy. —Lo digo de manera soñadora mientras lo veo mover el lápiz
sobre el papel, y luego le da la vuelta, deslizando la goma de borrar por la página.
—Bueno, entonces vamos a hacer una apuesta. Si está fingiendo, yo gano y
tendrás que comprarme un pedazo de torta. Si es un artista de verdad, entonces
tú ganas y tendrás que preguntarle. ¿Trato? —No contesto. En cambio, me
retuerzo en mi asiento e intento no mirarlo—. ¿Qué pasa? Si es del tipo artístico,
habrás encontrado lo que buscas. Si no lo es, me sale torta. Es una buena
apuesta.
—No lo hará. —Josh aparece de repente. Él está de pie junto a Beth y me
sonríe de esa manera presumida que sólo los hombres realmente terribles pueden
lograr—. No está en ella.
—Eres un idiota. —Levanto mi mirada y encuentro la suya, mientras Beth ríe.
—Lo sé. Estoy de acuerdo con eso. Sin embargo, eres una chica agradable, y
seguirás siendo de esa manera. De ninguna forma vas a poder reunir el valor
suficiente para caminar hasta allí y pedirle a ese tipo que duerma contigo.
—Sí, bueno, obsérvame. —¿Quién dijo eso? Mi orgullo está azotándome y
fustigándome en la espalda.
De repente, estoy fuera de mi asiento y dirigiéndome en línea recta hacia el
Hombre Misterioso. Está concentrado en su dibujo y no levanta la vista. Estoy
muy nerviosa, me quiero morir. ¿Y si me rechaza? ¿Y si sólo se ríe? No creo que
pueda soportarlo. ¡Deja de pensar! Sólo dilo. Sólo dilo. No esperes a que mire hacia
arriba. No esperes a que él tenga la oportunidad de decir nada. Sólo escúpelo.
Tan pronto como estoy a su mesa, digo:
—Escucha, no estoy buscando una relación y te ves un poco solitario por aquí
atrás. ¿Tal vez podríamos ir a algún lugar y arreglar eso? —Mi voz es segura y
fluye como miel caliente. Estoy muy orgullosa, de hecho me las arreglo para
desplegar una sonrisa sensual y caer en la cabina frente a él. Cuando levanta la
vista, me ahogo literalmente—. ¡Eres tú! —Antes de que pueda recuperarme,
farfullo un sonido impío y lo miro boquiabierta.
—Entonces, ¿es eso lo que estabas haciendo en el baño de hombres esta
mañana? La escuela realmente debería revisar las solicitudes. —Las comisuras de
sus labios se contraen, como si estuviera tratando de no reírse de mi conmoción.
Esos ojos de zafiro parecen divertidos. Él golpea ligeramente su lápiz sobre la mesa
y me mira—. Aunque, cuando ponen los avisos, dudo que tengan ese tipo de cosas
en mente.
Mi mandíbula golpea la mesa, y todavía estoy congelada en el lugar. Maldita
sea, es demasiado caliente y ese tono bromista no ayuda. Mi mente está
gritándome que corra, pero no puedo moverme. Algo en el momento tiene la
cualidad hipnótica de unos faros, y me quedo sentada como un ciervo esperando
ser golpeada entre los ojos.
¡Recupérate, Kerry! Me sacudo la conmoción y me pongo de pie para irme,
pero él extiende la mano y agarra mi muñeca. Miro hacia abajo en él, esperando
ver lo que va a decir.
—No he dicho que no. Sólo estoy asegurándome que no eres una prostituta
acosándome.
Llevándome mi mano a mi pecho, le digo con dulzura:
—Cuán halagador, pero no, gracias. He cambiado de opinión. —Arrancando
mi muñeca de su mano, me vuelvo para salir corriendo, pero él salta de su cabina
y me sigue.
—Espera un segundo. No seas así. Sólo estaba bromeando. En serio. —Me
detengo y giro hacia él. Error. Esos ojos son tan azules y tan sinceros que no
puedo mandarlo a volar. Un tic nervioso aparece en la comisura de su boca,
haciendo que se contraiga—. ¿Puedo mostrarte algo?
—Ya lo he visto, gracias.
Se ríe una vez, una gran carcajada, y suavemente toma mi mano,
empujándome de nuevo a su mesa.
—Tienes una lengua afilada cuando no está enredada. En serio, ven aquí.
Quiero mostrarte lo que estaba dibujando. —Se detiene frente a la mesa y recoge el
bloc, buscando a través de las páginas.
Echo un vistazo de lado a lado y veo a Beth saludándome desde el otro lado de
la habitación. Es una cosa tan adorable y tonta, pero me hace reír. La ignoro y me
giro otra vez para ver lo que este hombre está haciendo.
—Mi amiga pensaba que toda esta cosa artística era una estratagema de tu
parte para atraer a las chicas. En realidad hicimos una apuesta.
Él me mira intrigado.
—¿De verdad? ¿Cuáles fueron las condiciones?
—Si ella gana, y eres un perdedor con un bloc de dibujo vacío, obtiene un
pedazo de torta.
—¿Apostaste que no estaba fingiendo? —Sonrío, y deslizo mis ojos a un lado,
asintiendo.
—Interesante. Entonces, ¿qué obtienes si ganas?
Mi cara se siente caliente, pero lo digo de todos modos.
—A ti. —Esta noche, no soy yo. Soy segura, sexual y todo lo que
definitivamente no soy en la vida real.
Sonriendo con timidez, él mira hacia abajo y me entrega el bloc antes de
sentarse en la cabina.
—Me temo que tu amiga perdió su pastel.
La sonrisa se desliza en mis labios cuando veo lo que está dibujado. Soy yo.
Mi suave cabello largo y ondulado oscurece mi cara, pero es sin duda, mi pequeña
nariz, y este vestido cachondo. Pero la forma en que me dibujó sentada en la
cabina frente a Beth, no sé, me hacer ver etérea e inaccesible. Me dibujó como si
estuviera justo fuera de su alcance.
Me quedo mirándolo por un segundo antes de echarle un vistazo por encima.
—Apuesto a que dibujaste a todas las mujeres aquí.
—No recuerdo que eso forme parte de la apuesta, pero adelante y pasa la
página. —Él me ofrece una sonrisa torcida.
Le doy la vuelta y veo saleros, lámparas, la parte posterior de un camarero
llevando demasiada comida, y otras cosas que son completamente ordinarias.
Capturó el peso de la bandeja y la forma en que se inclina ligeramente hacia un
lado, como si podría caer. Incluso los objetos que dibujó en la mesa parecen
evocadores. Cuando lo miro, me ofrece una sonrisa débil y busca el bloc.
—No suelo compartir esto. Es como un diario.
Sé lo que quiere decir. No muestro mis bocetos a cualquiera. Reflejan el
estado de mi mente y mi corazón. Es más valiente que yo, al mostrar esas cosas a
un total desconocido. Por un momento, no me reconozco. No soy yo. Estirándome,
extiendo mi mano y lo digo otra vez:
—No estoy buscando una relación.
Él acepta el bloc y se para. Mirándome fijamente a los ojos, susurra:
—Yo tampoco.
Una sonrisa se extiende a través de mi cara a medida que mi corazón late con
más fuerza.
—Entonces salgamos de aquí.
Asintiendo, me conduce hacia la puerta. A la salida, paso por la mesa de Beth
y le sonrío.
—Has perdido.
Ella me da una enorme sonrisa.
—Sí, pero diste con el premio gordo.
Lo hice, ¿no? Es caliente, divertido, tímido y artístico. Es mi chico de ensueño.
Por sólo una noche, no puede ser nada más.
Capítulo 4
Conducimos a un hotel en la calle y antes de saberlo, estamos enredados en
una pequeña habitación oscura, sus labios sobre los míos. Mi corazón me dice que
estoy engañando a Matt a pesar de que mi cerebro me recuerda que terminamos.
Como no soy una tramposa, entiendo por qué Beth me estuvo convenciendo a
hacer esto. Si quisiera algo con este tipo, él tendría que vivir en constante
comparación con Matt en todos los sentidos.
Sin aliento, rompe el beso y se sienta un poco. Estamos acostados en la cama,
uno al lado del otro.
Empujándose sobre un codo, baja la vista hacia mí.
—Nunca tuve la oportunidad de preguntarte tu nombre. Soy…
Presiono mis dedos en sus labios.
—Sin nombres. Di lo que quieras. Podemos hacer cualquier cosa que
queramos sin tener que preocuparnos por nada mañana. No hay un mañana para
nosotros. —Mientras hablo, deslizo los hombros de mi vestido y el corpiño se
arruga alrededor de mi cintura, dejando al descubierto mi sujetador. La tela de
encaje negro es casi transparente, y sé que él puede ver a través de ella. Me tomó
un largo tiempo para estar cómoda estando desnuda frente a Matt, pero no tengo
tiempo para sentirme tímida con este tipo. Los ojos de mi hombre misterioso se
oscurecen cuando salgo del vestido y me acuesto en la cama. La braga a juego
cubre mi frente, pero muestra las curvas de mi trasero.
Sus ojos me devoran por completo, pero vacila. Algo pasa por su cara, pero no
puedo decir lo que es. ¿Arrepentimiento? Me pregunto qué fantasmas lo están
plagando en este momento, y me pregunto si son tan fuertes como los recuerdos
de Matt que siguen vagando por mi mente. Tengo que hacer esto. No puedo dejar
que el Hombre Misterioso se arrepienta, y siento que eso es lo que él está a punto
de hacer, así que llevo las cosas un paso más lejos. Me incorporo y desengancho
mi sujetador. Buscando detrás de mí, tiro de él y lo sostengo entre dos dedos antes
de dejarlo caer al suelo, con los ojos fijos en su rostro mientras lo hago. Las luces
están encendidas, y esto es tan raro para mí, pero lo hago de todos modos. Ni
siquiera puedo imaginar a la persona que sería si no odiara mi cuerpo, si no me
regañara por cada gramo en exceso de grasa. No me puedo imaginar un mundo sin
esos controles para guiar mis decisiones. Sería otra persona, y en este momento lo
soy.
El Hombre Misterioso sigue sentado, así que me arrastro hacia él y balanceo
mi pierna por encima de su regazo, sentándome a horcajadas sobre él. Se queda
sin aire cuando me acomodo en su regazo. Mi pulso late con fuerza en mis oídos y
trato de no considerar lo que debe pensar de mí, lo que debe pensar en lo que
estoy haciendo. Creo que él es hermoso. Gracias a la mirada en sus ojos, sé que
me desea. Sus manos se deslizan por mis costados, sintiendo mis amplias curvas,
y luego de nuevo hacia abajo. Él acuna mi trasero y me empuja hacia él,
aplastando sus labios sobre los míos. El beso se torna más caliente a medida que
nuestras lenguas se enredan en mi boca. Extiendo las manos sobre su pecho,
tirando de su camisa, tratando de quitársela. Nos separamos el tiempo suficiente
para sacar la tela sobre su cabeza y entonces presiona su pecho desnudo contra
mí.
Siento su cálida piel y sus músculos tonificados deslizándose contra mis
pechos.
Matt no tiene músculos de este tipo. Cada uno está tan perfectamente
definido que quiero lamerlo desde la cabeza a los pies. Trazo mis dedos sobre sus
brazos, sintiendo la fuerza en ellos, mientras que el pulso entre mis muslos
aumenta. Se siente duro debajo de mí, así que cuando me pongo a oscilar mis
caderas gime en mi boca a través de nuestro beso. Separándonos un momento, me
levanto y presiono mis pechos en su cara. El Hombre Misterioso me desea, pero se
está refrenando. Puedo decirlo, porque cuando lo hago, él se pone rígido y la
vacilación está allí de nuevo.
—Bésame, cariño. —Jadeo las palabras y arrastro mis pezones a través de su
mandíbula sin afeitar. Antes de llegar muy lejos, él reacciona. Sus labios se abren
y él me lleva a su boca, chupando mi seno y agitando mi pezón con la lengua. ¡Oh,
Dios, se siente tan bien! Matt no lo hacía así. Él más que nada me babeaba o roía
mi pezón.
Pero el Hombre Misterioso no hace eso. Es lento y tentador, alternando entre
lamer y chupar, burlándose, atormentado mi pezón entre sus labios. Sus dientes
se deslizan por mi seno, haciendo que pronuncie palabras que normalmente no
podría decir. Siento su sonrisa cuando él se retira y pasa al otro lado. Sus firmes
manos viajan a través de mi cuerpo, sosteniéndome contra su boca. ¿Y si me
alejo? Eso nunca va a suceder. Estoy perdiéndome en él. Los pensamientos de
Matt ya se están dispersando y no puedo resistir el ardiente deseo que siento entre
mis muslos mucho más tiempo.
Cuando me besa, me agacho, deshaciendo el botón de sus pantalones y bajo
la cremallera. Quiero liberar su dura longitud de la tela. Este hombre me hace
sentir como una diosa. Sus besos son dignos de elogio y su tacto es tan sensual.
La lujuria inunda mi mente a medida que pienso en montarlo y sentirlo dentro de
mí. Él muerde mi pezón antes de alejarse. Me muevo a un lado mientras empujo
sus pantalones hacia abajo como si no pudiera deshacerme de ellos lo
suficientemente rápido.
Entonces arroja los pantalones al suelo y se para al lado de la cama, usando
sólo sus calzoncillos. Él sonríe con una sonrisa maliciosa y me señala con la
mano.
—Las damas primero. —Él tira de su cinturilla y entiendo lo que quiere decir
—. Quiero verte desnuda, extendida sobre la cama, rogándome que te folle.
La boca de mi estómago cae en picada cuando habla de esa manera y me
sorprende que me guste. Nerviosa anticipación inunda mi cuerpo, pero hago lo que
dice. Oscilando fuera de mis bragas, las lanzo a un lado y me tumbo en la cama
dejándole ver.
Esos ojos azules lucen tan oscuros y sensuales ahora. Sus labios se
entreabren lo más mínimo posible a medida que sus ojos derivan a mi cintura,
fijándose en la suave piel entre mis piernas. Él sonríe, como si fuera una especie
de sirena por llevar una depilación brasileña.
—Eres tan sexy. No puedo esperar a tenerte.
—Entonces tómame. —Nunca digo cosas como esas, pero no puedo evitarlo.
Él me hace sentir bien y no puedo esperar a volver a sus brazos. Eso acabará con
Matt, poniendo fin a esa parte de mi vida.
El Chico Ardiente se deshace de sus calzoncillos y vuelve a la cama. Su
cuerpo está más allá de las palabras y, cuando veo lo mucho que me desea, el
tamaño que tiene, tiemblo y me aferro a las sábanas con fuerza. Se arrastra hacia
mí, y me besa, empezando con los dedos de mis pies. Se abre paso lentamente por
mis piernas, besando la V una vez, antes de continuar hacia mi boca. Me extiende
a ambos lados, inmovilizando mis muslos, frotándose contra mí mientras me
colma de besos que me vuelven loca. No puedo aguantar. Lo necesito.
Arañando su espalda, me arqueo hacia él, y entonces sumerge su cabeza en
mi pecho, chupando y tentándome, llevándome más y más alto. Estoy perdiendo el
control. No puedo mantener la cordura y mis pensamientos se alejan. No me doy
cuenta que estoy hablando hasta que escucho mi voz pidiéndole que me tome.
—Por favor, cariño, por favor. —Le digo lo mucho que lo quiero dentro de mí y
tantas otras cosas que no he dicho a nadie.
Sus besos derivan hasta mi cuello, haciendo que mi flujo de palabras
aumenten. Para cuando finalmente me deja abrir mis piernas, estoy lista para él.
Creo que va a empujarse dentro de mí, pero él desciende sobre mi pecho,
respirando con dificultad y empieza a besar mi estómago. Cada beso cae cada vez
más bajo, en dirección al lugar entre mis piernas. Apenas puedo contenerme
mientras anticipo su boca ahí abajo.
Pero entonces, todo se destruye. El teléfono suena y él se congela. El ruido es
discordante, y cualquier otro chico habría arrojado la maldita cosa al suelo, pero
no lo hace.
El Hombre Misterioso se aleja y se sienta. Alcanza el receptor y contesta el
teléfono.
—¿Sí? —Su voz es casual, como si no estuviera haciendo nada importante.
Estoy horrorizada. ¿Qué demonios? Él no se vuelve hacia mí, ni se disculpa.
Me doy vuelta y empujo la sábana a mi alrededor. Tal vez no es nada. Tal vez no
me manda a volar. Chico Ardiente agacha su cabeza y libera una respiración larga
y lenta mientras se pasa los dedos por el cabello.
—Ya veo. Gracias por llamar. —Cuelga y se sienta allí, inmóvil por un
segundo. Observo su espalda expandirse a medida que respira, pero él no se fija
en mí.
Sin ninguna explicación, se para y se pone su ropa.
—Tengo que irme. Por favor, llama a un taxi. —Él saca su cartera y deja caer
un billete de cincuenta sobre la cómoda, luego se vuelve sobre sus talones. Ya está
en la puerta antes de tener la oportunidad de responder.
Capítulo 5
—Entonces, ¿cómo fue? —Beth tiene una pila de tortitas cubiertas en almíbar.
Está concentrada en decorarlas con Fruit Loops, uno a la vez, como si fuera un
árbol de navidad.
No le conté de anoche. Era demasiado embarazoso. Me arrastré a mi cama y
me quedé dormida. Son las siete de la mañana y siento como si hubiera sido
golpeada por un camión, física y emocionalmente, porque ser rechazada por el
chico de rebote era la cosa más espantosa que podría haber sucedido.
—Genial —respondo, sin ofrecer más detalles. Fue genial… justo hasta que
corrió de vuelta a su novia o quien sea que llamó y destruyó todo. Tal vez es un
perdedor y debería estar contenta que no lo hicimos, pero el pensamiento no
ayuda. El hecho de no saber por qué se fue corriendo me hace pensar que hice
algo mal. No tiene sentido, no con la llamada telefónica. De todos modos, ¿quién
contesta el teléfono durante las relaciones sexuales? Quiero golpear la cabeza en la
mesa, pero no lo hago. Le sonrío a Beth y meto una cucharada de huevos revueltos
en mi boca.
—Genial suena como un eufemismo. Ese tipo era el hombre de tus sueños. —
Ella comienza a empujar su desayuno azucarado a la boca. Estamos sentadas en
medio de la cafetería con el resto de las personas que toman el desayuno. No hay
casi nadie aquí.
—Sí, lo era. —Me da una mirada que dice que sabe que algo está pasando.
Mis hombros se desploman a medida que apoyo la cabeza en mi mano y suspiro—.
Está bien, te voy a decir la verdad. Me abandonó.
Beth arroja el bocado de comida por todos lados.
—¿Él hizo qué? —Se ve tan sorprendida como yo. Sus grandes ojos azules
lucen como inmensos platos.
Apuñalo mi comida.
—Estábamos a punto de, ya sabes, y luego sonó el teléfono. Respondió, me
arrojó dinero para un taxi y se fue.
Beth agarra la mesa, como si estuviera pensando en arrojarla contra la pared.
—¡Oh, Dios mío! Pero qué imbécil. ¿Estás bien? Sabes que no fue tu culpa,
¿verdad? ¿Qué clase de idiota contesta el teléfono durante el sexo? —Beth parece
indignada. Libera su agarre de muerte contra la Sra. Mesa y hace señas a alguien
detrás de mí sin alterar su estado de ánimo u ocultar su disgusto. Un segundo
más tarde un clon de Josh está sentado a mi lado—. Oye, Jace, completa esta
frase: Si un chico contesta el teléfono durante el sexo es…
Jace se ríe, y dice:
—Un marica.
Beth le da una patada debajo de la mesa.
—¡Oye! Mantén tus puntiagudos zapatos de bruja para ti —le grita.
Beth se ve horrorizada y me dice:
—¡Eso no es lo que significa! Kerry estuvo con un chico anoche y él sabía que
era una cosa de una sola noche, sexo estrictamente de rebote. Pero, mientras lo
hacían, él contestó el teléfono y se fue.
—¡No le digas a tu hermano eso! Por Dios, Beth. —Entierro mi cara en mis
manos para ocultar mi horror.
Jace me echa un vistazo. Siento sus ojos deslizarse de arriba hacia abajo por
mi cuerpo, antes de responder.
—Entonces, ¿una cosa de una sola noche, con ella —apunta su pulgar hacia
mí—, y este chico contesta el teléfono y se va?
—Sí. Idiota, ¿verdad? —pregunta Beth.
Jace habla junto a mi cara, porque no he quitado mis manos de ella.
—¿Quieres la verdad o la versión azucarada?
Le doy un vistazo.
—La verdad, por favor. No puede ser peor a lo que ya estoy pensando.
Él asiente.
—¿Cuándo se fue? Es decir, ¿qué estabas haciendo?
Mis mejillas arden a medida que mis ojos caen a la mesa.
—Bueno, él estaba sobre mí. A punto de… —Santo cielo, esta es la
conversación más extraña que he tenido. Quiero meterme debajo de la mesa y
morir.
—¿Entonces las cosas estaban todas calientes y pesadas, él está a punto de
clavarte, pero contesta el teléfono en su lugar? —Sus cejas oscuras se fruncen
profundamente. Asiento y entonces Jace apoya suavemente su mano en mi
hombro—. Ese tipo no era digno de tu tiempo.
—Te dije que no endulces las cosas, Jace. Sólo dime.
Su mano cae a la mesa antes de inclinarse más cerca y decir en voz baja:
—Estaba usándote para matar el tiempo. Tal vez engaña a su novia, tal vez
no. De cualquier manera, esa llamada telefónica era más importante que tú o no
se habría ido.
—¡Jace! —Beth lanza algunos cereales cubiertos de almíbar a su hermano—.
¡Quería que la hagas sentir mejor, no peor!
Él los aplasta, pero uno se las arregla para pegarse a su camisa. Así que lo
arranca de la tela y lo mete en su boca.
—La verdad duele, hermanita. Es mejor que aprenda ahora. Si ves a ese tipo
otra vez, no pierdas tu tiempo con él. —Jace me da una mirada compasiva y deja
nuestra mesa.
Capítulo 6
El resto del día transcurre sin incidentes embarazosos. Incluso me las arreglo
para estar en el edificio de arte sin toparme con el chico del baño. Estaba
preocupada que también fuera a la escuela de arte, pero no lo veo por aquí.
Tal vez fue un golpe de suerte. Gracias a Dios.
Elijo un taburete hacia la parte posterior de mi clase de dibujo figurativo. Un
tipo descuidadamente vestido, llevando ropa tres veces de su tamaño real toma el
asiento de al lado. Su cabello negro azabache cuelga hacia abajo, ocultando su
rostro. Suspira, como si deseara estar en otro lugar, y entonces me echa un
vistazo.
—Hola, soy Carter.
—Kerry. ¿Estás especializado en arte? —No lo he visto antes, pero bueno, no
tengo muchas clases de nivel superior. Cuando el jefe de departamento revisó mi
portafolio, me dejó saltar a varias clases avanzadas.
Él sonríe.
—Eres de primer año. ¿Cómo entraste aquí? Esta es una clase de nivel junior.
Me encojo de hombros.
—Pensaron que podría manejarlo.
Señala mi cuaderno de dibujo y dice:
—¿Puedo?
Es personal y no suelo mostrárselo a la gente, pero tengo el presentimiento de
que voy a estar pegada junto a este tipo durante todo el semestre y si él no cree
que debería estar aquí, bueno, las cosas no van a ir muy bien. Se lo entrego y miro
hacia el frente. No soy mala. Una escuela de arte en la ciudad de Nueva York, una
de las mejores en el mundo, me ofreció una pasantía completa, toda la matrícula
paga, si me inscribía allí. Así que estar sentada en Dibujo III no es realmente nada
importante.
Carter lo ojea lentamente, sus ojos oscuros escaneando mi trabajo. Las
comisuras de sus labios se contraen como si estuviera tratando de no sonreír.
Luego me devuelve en cuaderno.
—No está mal, Novata.
—¿Y bien? —le digo, y extiendo la mano.
—¿Bien qué?
—Buen intento, Carter, pero ya sabes cómo funciona esto. Sólo te muestro el
mío si me muestras el tuyo. Deslúmbrame. Impresióname con tu… —Mientras
estoy hablando, él pone los ojos en blanco y me tiende el cuaderno de dibujo.
Cuando lo abro, no puedo hablar. Mi mandíbula cae abierta cuando veo lo que
está dibujado. Olvido que me está mirando por el rabillo del ojo por un segundo y
simplemente observo. Mis dedos se sienten atraídos como imanes a la página. Es
un dibujo de él… del Hombre Misterioso.
Quiero deslizar mis dedos por su cara y sentir el rastrojo de barba tan realista
bajo mis dedos. El dibujo refleja su estado de ánimo sombrío perfectamente. Hay
una sensación de pérdida en sus ojos que es imposible ocultar. Lo vi el otro día
cuando chocamos en el baño y luego de nuevo en la habitación del hotel. Mi
corazón se agita y no puedo ocultar las emociones que están corriendo a través de
mi cuerpo. Sin embargo, aún persiste la vergüenza, muy fresca en mi mente.
¿Quién se va en medio del sexo?
Le doy vuelta a la página y estudio los planos detallados de viejos bancos con
vigas de madera astillada, cercas rotas y una página tras otra de destrucción y
deterioro bellamente capturado. Carter da vida a sus dibujos. No sólo se parecen a
las cosas. Parecen que viven y respiran. Parecen que podrían saltar de la página.
Aunque los objetos inanimados parecen como si vivieran y respiraran, el único
dibujo de una verdadera persona viviente en todo el bloc de dibujo es el primero.
Por un segundo me preocupa que sea amigo de Chico del Baño, o peor,
compañeros de cuarto.
Fuerzo una sonrisa que espero se vea normal. Para mí, se siente como si un
robot estuviera tirando de mis mejillas, obligándome a curvar mis labios.
—Impresionante —digo mientras le entrego el cuaderno de vuelta.
Carter levanta una ceja hacia mí.
—Algunas personas dicen eso sobre él. Pareces un poco encaprichada, Kerry.
—No es cierto. —Oh, mierda. No debería haber dicho eso. Echo un vistazo a
Carter, pero él sólo se ríe.
—Está bien. Una gran cantidad de personas actúan de esa manera, todas
conmocionadas y esa mierda. Es histérico.
Una profunda y gutural risa proviene de algún lugar dentro de mi pecho.
—No soy ninguna idiota enamoradiza. Me pareció que tus dibujos eran
increíbles, eso es todo. Tienes unas habilidades sorprendentes. Aprende a aceptar
un cumplido, Carter. —Lo miro con el rabillo del ojo y meto mi cabello detrás de mi
oreja.
Carter me sonríe, cruzándose de brazos y dejándose caer en su asiento.
—Sí, eso lo explica todo.
Antes de tener la oportunidad de responder, el profesor entra. Ya que me perdí
el primer día, no tengo idea de lo que estamos haciendo. Una sensación de
hundimiento horrible se arrastra por mi garganta. Siento que voy a vomitar hasta
que Carter me entrega su programa de estudios. Murmuro un “gracias”, y lo
reviso.
El profesor es un tipo viejo que se parece un montón al profesor de escultura.
Tal vez son hermanos o algo así. Tiene el cabello cubierto de canas y una barba
blanca delicadamente recortada cubriendo su rostro.
Cuando habla, sus brillantes ojos verdes resplandecen como si todavía fuera
un hombre joven.
—El proceso de crítica que han hecho con otros profesores es discutible. En
esta clase, van a estudiar el dibujo, decir una cosa que les guste y decir una cosa
que lo haría mejor. Eso es todo. Vamos a empezar en este extremo del salón y
seguir en torno a los demás, eh… —Echa un vistazo al gráfico del salón, y luego de
vuelta hacia mí—, a Carter y, lo siento, pero ¿quién es usted? No está en la lista.
Cada par de ojos se vuelve hacia mí. Odio cuando eso ocurre. Tragando fuerte,
digo:
—Soy Kerry Hill. Me perdí la primera clase. Probablemente todavía no estoy en
la gráfica del salón.
El anciano de repente me odia. Ladea la cabeza hacia un lado y mira
alrededor de la habitación. Después de un momento, abre los brazos mientras
camina hacia mí, diciendo:
—Hay una sola cosa que no voy a tolerar en mi clase y es que los estudiantes
no sean serios con estar aquí. Señorita Hill, por favor, recoja sus cosas y salga.
¿Qué demonios? El hombre se parece a Santa Claus, pero es Satanás. Echo
un vistazo a Carter, pero el tarado se da la vuelta con una sonrisa en su rostro.
—Soy seria con esta clase, señor.
—Entonces demuéstrelo, señorita Hill.
Los otros estudiantes no me miran ahora. Soy una maldita paria. ¿Por qué me
está haciendo esto? Soy una artista seria, pero esto me ha sucedido antes. Las
otras personas ven mi rostro joven y tratan de echarme. A la mierda. No me voy a
ir. Cruzando los brazos sobre el pecho, me apoyo en mi asiento.
—Pertenezco aquí tanto como cualquier otra persona en esta clase. Sólo
porque me perdí un día…
—Exactamente. Se ha perdido un día. Sin notificarme, no se molestó en
prepararse para la lección de hoy, y tuvo que hurtar un programa de estudios del
caballero sentado a su lado. Todas estas cosas combinadas me dicen que no es
seria y no tengo tiempo para jugar a la clase de arte, señorita Hill. Somos personas
serias y hemos demostrado que usted no, ¿a menos…?
Carter desliza sus ojos en mi dirección y me da una sacudida casi
imperceptible de la cabeza, pero ya estoy hablando.
—¿A menos qué?
—A menos que quiera demostrar a la clase, y a mí, que es, de hecho, una
artista seria y no desperdiciará más de nuestro valioso tiempo. —Santa del Mal me
mira fijamente, pero no aparto la mirada.
Mi mandíbula se tensa, la aprieto para evitar maldecirlo en voz alta. Pero qué
imbécil.
—Bien. Hecho.
El profesor sonríe.
—¿No va a preguntar lo que quiero decir con eso?
—No. Cuente conmigo, siempre y cuando se trate de arte y no acaba de
arrastrarme a lavar su auto durante todo el semestre. —Lo miro fijamente,
esperando haber ganado un poco de respeto. El hombre parecía tan agradable
cuando entró en un principio al salón. Es raro que diera un giro de ciento ochenta
grados con tanta rapidez.
—Muy bien. Se puede quedar. —Santa del Mal continúa con la lección y se
olvida de mí.
Carter no habla, pero sus ojos siguen vagando en mi dirección. Al final de la
clase, recoge sus libros y me sigue hasta fuera. Corriendo para alcanzarme,
retoma mi ritmo.
—Él te la jugó, lo sabes, ¿verdad? Has caído directo en su trampa. —Se ríe en
voz baja, pero no tengo ni idea de lo que está hablando.
Me encojo de hombros.
—¿Qué va a hacer que haga? ¿Limpiar los escritorios y amasar todas las
gomas de borrar hasta que mis manos se acalambren?
Las comisuras de los labios de Carter se contraen mientras trata de ocultar su
diversión.
—Nop. Acabas de firmar para ser la modelo de la clase de dibujo figurativo el
martes por la noche.
—¿Qué? —Dejo de caminar y cada pensamiento se estrella en mi cabeza—.
¡No es cierto!
Ahora se está riendo.
—Definitivamente lo hiciste. Él te pilló. El Dr. Jax siempre sale con mierdas
como esa.
Golpeo el brazo de Carter para hacer que deje de reírse, pero sólo carcajea
más fuerte.
—¡No puedo ser modelo!
—Nadie quiere ser el modelo. Como, nunca. Pero es difícil de aprender a
dibujar cuando no hay voluntarios.
Estoy de pie en medio del patio con mi mandíbula en la hierba.
—¿Me ofrecí para ser modelo?
—Sí.
—¿En una clase de dibujo figurativo?
—Sí. Ahora, conecta los puntos, Novata. —Los ojos de Carter brillan, la
sonrisa en sus labios es cada vez más amplia.
Horrorizada, lo miro a la cara.
—Es una clase de dibujo figurativo, así que el modelo está… Oh, Dios.
Carter se ríe.
—Sí, Dios no puede ayudarte. Firmaste para ser la modelo de desnudos. Va a
ser mucho mejor que dibujar al mismo tipo viejo y arrugado que por lo general
aparece.
Mis ojos se desplazan lentamente hacia un lado, y le doy un vistazo.
—¿Estás en esa clase?
—Kerry, todos los estudiantes de clases superiores en el departamento están
en esa clase. No te preocupes. Apuesto a que no serás el único modelo que metió
en esto.
—¿En serio? —pregunto esperanzada.
—No. La verdad lo dudo. Sólo estaba tratando de hacer que te sientas mejor.
—Hace una pausa y sonríe—. Vamos, no es que importe. Has dibujado desnudos
antes. —Carter me empuja por el codo y empezamos a caminar hacia el edificio
principal.
Mis pies se mueven lentamente, pero mi mente se tambalea, girando como
una peonza, luchando para encontrar la manera de salir de esta situación.
—Sí, he dibujado desnudos, pero son otras personas. ¡No soy modelo! Carter,
tienes que ayudarme.
—Lo intenté. —Le doy un vistazo y él enmienda su declaración—. Está bien,
no me esforcé mucho. Soy egoísta y tú eres hermosa. Apuesto a que te permite
llevar un paño o algo así. No te preocupes.
—Voy a vomitar.
Carter empuja de las puertas de cristal y entra junto a mí. Recogemos el
almuerzo y me lleva a una mesa llena de frikis del arte. Mi gente. Me siento junto a
un hombre con el cabello azul y una cara perforada, como en, todo está perforado:
la nariz, las cejas, las mejillas, los labios y la lengua.
El chico de cabello azul me apunta con un tenedor.
—¿Quién es la chica nueva?
—Kerry Hill. Cayó en la trampa de Jax —responde Carter.
Azul me mira y se encoge de hombros.
—Anotación.
Quiero enterrar mi cara en mis patatas y morir.
—¿Por qué la escuela no contrata modelos? Como en, ¿modelos reales que no
se preocupan por quitarse la ropa en público?
Sentada frente a mí, una chica llevando un traje negro sólido se ríe.
—Como si eso fuera a pasar alguna vez. Son tacaños y no quieren pagar por
eso. Así terminamos dibujando al mismo vejestorio una y otra vez. Francamente,
va a ser genial no tener que dibujar arrugas para variar. —Ella me mira y apunta
su tenedor en mi pecho—. No te atrevas a renunciar.
Carter responde, antes de que pueda explicar.
—No puede. Kerry declaró públicamente que estaba dispuesta a cualquier
cosa que pudiera servir para quedarse.
Los ojos de Chica Gótica se ensanchan ligeramente.
—Pobre criatura. ¿Él realmente la engañó? —Carter asiente—. Qué tarado.
¿Te pidió que te fueras? —Asiento—. Sí, me hizo lo mismo hace un par de años.
—¿Modelaste?
Ella se ríe, como si fuera adorable.
—Diablos, no. Necesitaba a un perdedor para reconstruir la presentación de la
clase en dos noches porque algún idiota lo manipuló ebrio y lo incendió por
completo. —Ella se mete un pedazo de perro caliente en su boca y añade—: Fue
un asco.
Carter me mira.
—No va a ser tan malo.
—Sí, para ti —digo firmemente. Mi mundo está girando tan rápido que mi
cuerpo se siente como si estuviera en el Gravitron en la feria del condado.
La cara de Carter se vuelve roja de vergüenza y mira hacia otro lado. Oh, Dios
mío. Esto no está ocurriendo. Para empeorar las cosas, Josh elige este momento
para unirse a la conversación.
—¡Hola, Kerry! ¿Cómo te fue con tu conquista? ¿Te lo follaste? —Josh pone su
mano en mi hombro antes de sentarse a mi lado.
Chica Gótica resopla, viendo la vergüenza visiblemente extendida por mi cara,
como el fuego en un árbol de navidad seco.
—Muérdeme —le digo, arrojando mis cubiertos.
—Seguro es lo que él dijo —bromea Josh, antes de poner su mano sobre la
mía—. Vamos, de ninguna manera puede haber sido tan malo.
Los ojos de Carter están en mi perfil, reevaluando lo que piensa de mí con
base a esta nueva información. No es de extrañar que Beth quiera matar a sus
hermanos. Le doy un codazo a Josh en las costillas y trato de ponerme de pie.
—Un chico rebote —explico a la mesa de extraños. ¡Oh, Dios mío! Quiero
arrastrar a Josh hasta afuera y dejar que la extraña colección inmensa de gatos en
el campus se coman su cara—. Éste idiota me dijo que es la manera más rápida
para reparar un corazón roto —digo y apunto mi pulgar hacia él.
—Nadie piensa que eres una puta, Kerry —ofrece Josh—. Eso sería
superficial. Ellos ni siquiera te conocen.
¿Qué demonios está haciendo?
—No, no lo hacen, al menos no lo hacían. Así que, gracias por compartir mi
desastrosa vida amorosa con un grupo de desconocidos. En serio lo aprecio. —Mi
tono es cada vez más agudo, porque las heridas son aún demasiado recientes.
Podría ser divertido en un mes, o un año, pero no en este momento.
Chica Gótica patea a Josh por debajo de la mesa.
—Deja de ser un cretino, Josh.
Josh hace una mueca.
—No soy un cretino, Emily. Ella no los conocía, bueno, excepto a él, y seamos
sinceros, es Carter… no hay mucho que saber. —Carter presiona sus labios como
si quisiera matar a Josh, pero no dice nada—. Ahora a ustedes les agrada y es
todo gracias a mí. —Sonríe su llamativa sonrisa de niño bonito, y se levanta de un
salto—. Nos vemos luego, pequeña hermana sustituta.
Cuando se va, golpeo mi cabeza contra la mesa.
—Oh, mierda, ya me adoptó.
—Te quiere —dice Carter tensamente.
Emily golpea ligeramente la mesa delante de Carter.
—No, no es cierto. Le está haciendo la misma mierda que le hace a su
hermana menor, Beth. —Emily le hace una mueca y luego engulle su envase de
leche.
Carter le frunce el ceño y me doy cuenta que hay más historia aquí que no
conozco. Levantando mi cara sólo un poco, pregunto:
—¿Ustedes lo conocen?
Nadie contesta. Finalmente, Emily pone los ojos en blanco y resopla.
—Sí, lo conocemos. Carter y Josh solían ser mejores amigos.
—¿Qué pasó? —pregunto. Normalmente, no lo habría hecho, pero todos ellos
ya saben un montón de mierdas sobre mí y aún sé muy poco sobre ellos.
—Ya no somos amigos. —Carter se levanta sin mirarme, recoge su comida y se
va.
La mesa se queda demasiado tranquila y acabo de perder mi única conexión
con este grupo de personas. Una sensación incómoda en mi estómago me lleva a
decir:
—Lo siento. No quise que…
Emily me ofrece una media sonrisa.
—No eres tú. Josh robó la novia de Carter. Lo engañaron por un tiempo sin
decirle nada. No fue agradable cuando Carter lo descubrió. Nadie habla de eso, así
que, cada vez que Josh está alrededor, es el elefante en la sala que nadie va a
reconocer. Entonces, Chica Nueva, ¿cuál es tu siguiente clase?
—Eh, Historia del Arte III. —La mesa me mira raro, así que me encojo de
hombros—. Soy una especie de friki del arte.
Capítulo 7
Caminar a la tienda de comestibles se está haciendo viejo. Así que preferí
tomar el autobús al centro comercial. Fue una aventura que no tengo ningún
deseo de repetir a corto plazo. El conductor parecía haber salido directamente de
una película de zombis. Tuvimos suerte que nadie murió en el camino hasta aquí.
Ahora, estoy varada en el centro comercial, acampando en un pequeño café con mi
ordenador portátil, revisando Craigslist en busca de un auto barato.
—¡Hola, Kerry! —Levanto la mirada para ver a Beth al otro lado del pasillo,
saludándome. Le sonrío y saludo en respuesta. Ella corre y toma el asiento frente
a mí. Beth tiene mucho más dinero que yo y las bolsas de compras lo prueban—.
¿Qué estás haciendo?
—Comprando un auto.
—No necesitas un auto. —La miro y le doy una expresión que dice que está
loca—. Quiero decir que no necesitas tu propio auto. Puedes tomar prestado mi
auto de ancianita cada vez que quieras.
Estoy conmovida; en serio lo estoy, sobre todo porque tiene un bonito auto
nuevo. Pero no puedo ser una sanguijuela de esa forma.
—Gracias, Beth, pero creo que necesito mi propio juego de ruedas. Necesito
un trabajo. —Al menos necesitaba un trabajo temporal, y antes del próximo
martes por la noche, de modo que no tenga que ser la modelo de la condenada
clase de dibujo figurativo. ¿Cuán estúpida soy? No creía que los profesores
hicieran cosas por el estilo a los estudiantes, pero ¿qué sé yo?
—Ah… —Ella me rodea y observa a la pantalla conmigo—. ¿Qué hay de ese?
—Es demasiado caro. Tiene que estar por debajo de mil.
Beth me da una sonrisa.
—Está por debajo de cien mil.
—Ja, ja, muy divertido. —Le observo y puedo decir por la mirada en el rostro
de Beth que no está bromeando—. Quiero decir bajo mil. Sólo tengo un par de
miles de dólares en el banco y tiene que durarme hasta el final del semestre.
Los ojos de Beth casi se salen de sus cuencas.
—¿En serio? —Asiento—. ¿Tus padres no te van a enviar más dinero?
Una risa amarga emerge antes de que pueda detenerla.
—Eh, no. No son así. Está bien, Beth. Puedo con esto siempre y cuando pueda
encontrar algo que arranque. Éste se ve bien. Acaba de aparecer. —El anuncio
dice que se trata de un viejo Bus VW. Sonrío a la pantalla. Siempre he pensado
que esos eran geniales en cierto modo al estilo hippie. Podría pintar algunas flores
grandes en los lados y conseguir una cubierta de volante felpuda.
Beth asiente lentamente.
—También tiene un buen rendimiento de gasolina. Claro, bueno para una
camioneta. —Le doy una mirada extraña, sin esperar que una niña rica sepa algo
de autos—. Sé cosas —dice ella, ofendida.
Sonriéndole, asiento.
—Ya veo. ¿Sabes cómo cambiar un piso?
Ella me ofrece una sonrisa afilada y asiente.
—¿Sabes cómo cambiar el aceite?
—Touché —digo riendo—. Ya no voy a hacer suposiciones de niña rica.
—No soy rica. —Beth se apoya cerca de la pantalla del ordenador cuando lo
dice, tratando de leer el anuncio.
—¿Dónde están tus gafas? —Es sólo una corazonada, pero me he dado cuenta
que siempre sostiene todo muy de cerca a la nariz para leer, así que es bastante
obvio a estas alturas.
Ella retrocede y sonríe tímidamente.
—En mi cuarto.
—¿Por qué no están en tu cara?
—Oh, Dios, suenas como mi madre. Son estúpidas, por eso. No puedo usar
lentes de contacto y las gafas son como botellas de Coca-Cola. Me veo como una
lunática con ellas.
—Te ves un poco loca tratando de leer en mi ordenador. Las gafas no pueden
ser tan terribles. —Ella resopla—. Oh vamos.
—Está bien, si en realidad puedes verlas y decirme eso con una expresión
seria, voy a usarlas.
Ha hecho esta apuesta antes. Puedo decirlo por su expresión de suficiencia y
una pequeña sonrisa.
—Trato, y las vas a llevar cuando estés conduciendo.
—No las necesito para conducir.
—¿Cómo lees las señales?
Ella ríe.
—Sí, no leo las señales. —No es broma. Esto explica sus demenciales
habilidades de conducción. Apuesto a que apenas puede ver las líneas en la
carretera.
—Me di cuenta. —Le echo un vistazo, y envío un mensaje al tipo que es dueño
de la camioneta. Beth y yo charlamos un rato más. Mientras charlamos, el
propietario de la camioneta responde con una lista de las reparaciones recientes,
incluyendo neumáticos nuevos y un nuevo motor de arranque. Hay una foto de
ella en un grasiento estacionamiento, flanqueado por varios otros vehículos. No se
ve oxidado. Anotación—. Voy a llamarlo. ¿Me llevas hasta allá, si lo compro?
—Uff, como si tienes que preguntar. —Se apoya más cerca de la pantalla,
mientras me alejo con el teléfono junto a la oreja.
Suena una eternidad y alguien finalmente contesta.
—¿Hola? —dice un hombre con un ligero acento.
—Hola. Acabo de enviarle un mensaje sobre el Bus VW. Escuche, sé que
estaba pidiendo $1500, pero ¿hay alguna posibilidad de que ajuste el precio? —Mi
corazón se acelera. Quiero esta camioneta. Ya puedo imaginarme en ella. Voy a
conseguir algunas pequeñas cortinas rosa para las ventanas traseras. ¡Va a ser
tan fantástico!
—¿Quiere regatear? —pregunta como si no entendiera.
—Sí, ¿aceptaría $1000? Eso es todo lo que tengo.
—¿No tener $1500?
—No, no puedo. Sólo tengo mil.
—Acepto PayPal por ese precio. ¿Lo busca hoy?
Trato de no chillar.
—Sí. Suena genial.
—Bien. Envío factura. Usted paga y recoge a las 5. El Bus es suyo. No vendo a
nadie más.
Cuelgo y salto de nuevo a la mesa, completa y totalmente emocionada. Esto es
lo mejor que me ha pasado desde que llegué aquí.
Capítulo 8
Esto es lo peor que me ha pasado desde que llegué aquí. ¿Qué carajo? No
puede estar hablando en serio. Rodeo el vehículo que compré con Beth mirando
boquiabierta detrás de mí. Mis brazos están cruzados sobre el pecho y estoy lista
para tener un aneurisma. Señalo a la cosa delante de mí, y repito:
—No compré esto. Compré eso. —Señalo el Bus VW estacionado en la hierba
al lado de él.
El pequeño hombre asiático niega con la cabeza y apunta a los papeles de
PayPal.
—No, usted compra autobús. Este es autobús. Justo aquí. —Él golpea los
lados del vehículo y asiente efusivamente. Sí, es un autobús, es cierto. Al parecer,
me he comprado un autobús. No, no un Bus VW, sino un pequeño autobús escolar
amarillo de verdad que tiene como tres décadas de antigüedad, quemado en el
interior, y con una generosa capa de óxido en el exterior.
—¡No, compré eso! Llamé. Le dije que quería eso, y usted dijo que aceptaría
mil dólares por él. —Estoy medio gimiendo medio gritando al hombre, pero todavía
me sonríe.
—Sí, usted compra autobús. —Da palmaditas en la bestia amarilla una vez
más y me da un pulgar en alto.
—No, no ese. Aquel. —Hago un gesto hacia la camioneta y apunto en exceso,
apuñalando el aire con mi dedo—. Compré aquel.
Sus ojos oscuros se ven amables y sólo se queda ahí sonriendo.
—Usted compra autobús. Bonito autobús. Corre bueno.
Me llevo las palmas a la cara y trato de no gritar. En serio. He estado en esto
por siempre y no estoy llegando a ninguna parte. Me vuelvo hacia Beth y digo:
—Por favor, ayuda.
Da un paso delicadamente a través de la grava y se gira hacia nosotros,
sosteniéndose el borde de su falda hippie.
—Uh, señor, señor Buen Hombre, ella quiere aquel. —Beth se acerca a él y
luego en realidad se acerca a la camioneta y le da un golpecito—. Éste.
Echo un vistazo al hombre, esperando que entienda, y lo hace porque su
sonrisa se ensancha.
—¿Quieres van?
—¡Sí!
Él asiente y dice:
—Mil quinientos dólares.
Mi cara decae.
—Pero usted dijo que podía tenerla por mil.
—No, autobús más barato. Van mil quinientos dólares. —Se inclina hacia
delante, asintiendo una y otra vez. El hombre es más bajo que yo y si tuviera la
menor indicación que me está jodiendo, lo habría atropellado con su maldito
autobús amarillo. La cosa es que no creo que lo esté haciendo. Ha estado
sonriendo y asintiendo a otras personas, y varias de las chicas de mi pasillo
dijeron que es un gran tipo con autos baratos. Nadie mencionó un maldito
autobús.
Gimo y miro hacia Beth, antes de decirle al hombre:
—Creo que voy a cancelar mi pago. No quiero un autobús.
—Sí, usted compra autobús. Es bonito. —Le vuelve a dar unas palmaditas.
—No, no quiero eso. —Señalo la cosa y muevo la cabeza—. Necesito cancelar
la transacción.
—No cancela. Autobús. Quiere autobús, autobús está aquí. ¡Autobús!
—Beth, mátame. Por favor.
Ella lo intenta de nuevo.
—Ella no quiere ese. Quiere el otro.
—Sí, dinero extra.
—¡No! —le grito y mi pequeña voz repentinamente suena muy fuerte a medida
que viaja a través del lugar. Las pocas personas buscando autos usados ven en mi
dirección—. No hay dinero extra.
El hombre niega con la cabeza y mira a Beth y luego a mí.
—¿Qué quiere? —Beth apunta a la camioneta y él se emociona de nuevo—.
Mil quinientos dólares.
—Uh —interviene Beth—, por qué simplemente no pongo la diferencia. Me
puedes pagar después.
—Porque no tengo $500 extras, y nunca te pagaré.
Se encoge de hombros y mira al suelo. Siguiendo su mirada, noto que sus
bonitas zapatillas están cubiertas de barro.
—Lo sé —dice ella—. Estaba siendo amable.
Debe ser genial tener dinero y regalarlo como si no fuera importante, pero no
soy una sanguijuela.
—Gracias, pero no. Tengo que hacer esto por mi cuenta.
—Te das cuenta de lo que estás diciendo, ¿verdad?
Mirando hacia el autobús amarillo, asiento.
—Maldita sea, sí. Voy a ser la chica que conduce por ahí en un viejo autobús
escolar oxidado. Anotación.
Capítulo 9
Conduzco el autobús de regreso al dormitorio y tengo problemas para
encontrar un lugar para estacionar. Me dirijo al estacionamiento donde la escuela
tiene sus bonitos y nuevos autobuses brillantes y estaciono allí. Nadie se dará
cuenta, ¿verdad? Mientras subo por las escaleras, un chico en un uniforme se me
acerca.
—No puedes estacionar eso aquí.
—¿Por qué no? Es un autobús escolar. —Él me da una mirada que dice que
saque de una vez el autobús de su estacionamiento—. Bien.
Marcho de nuevo por las escaleras y avanzo de vuelta por el campus a mi
dormitorio. Apuesto a que me hacen comprar tres permisos de estacionamiento, ya
que esa es la cantidad de plazas que necesito para estacionar. Después de esperar
durante más de dos horas, tres espacios se abren y me las arreglo para acomodar
la cosa en el lugar.
Justo cuando saco la llave de la ignición, escucho un ruido. Suena raro, y no
es un sonido mecánico. Es más como un clavo en el metal. Camino más allá de las
filas de asientos y las asquerosas ventanas sucias. Hay tanta basura en la parte
trasera que es repugnante.
Mi pie conecta con una vieja lata de Coca-Cola y la envía patinando a la parte
trasera del autobús. Choca con las paredes y algo se agita. Los vellos en mis
brazos se erizan justo antes que un salvaje chirrido golpee mis oídos y un
mapache absolutamente cabreado salta de la pila de basura en el suelo. Se agarra
a la parte superior del respaldo de un asiento y me sisea, su cuerpo en una
postura de gato cabreado, con la espalda arqueada.
Huyo gritando como una lunática, dejando las llaves en la ignición, y corro
directamente hasta las escaleras en el dormitorio. Cuando llego a la tercera planta,
salgo de la escalera y jadeo ante la ventana, mirando hacia abajo en mi autobús
todavía ahí abajo.
Estoy a punto de llorar. Gasté todo mi dinero en un podrido autobús con un
mapache rabioso en la parte posterior. Mi labio inferior tiembla cuando Emily se
detiene a mi lado. Se inclina hacia delante antes de darme cuenta que está allí, y
dice:
—¿Qué estamos mirando? —Grito a todo pulmón y ella grita en respuesta a
medida que mi corazón explota, y luego añade—: Bueno, eso fue divertido. ¿Qué
demonios te pasa? —Está riéndose de mí y mirando por la ventana.
—¡No hagas eso! —tartamudeo, aferrando mi pecho.
Emily juega con la correa de cuero alrededor de su cuello y pone los ojos en
blanco. No puedo decir si le agrado o si piensa que estoy loca.
—Te ves un poco asustada.
—¡Lo estoy! —Todo sale a borbotones antes de que pueda detenerme—. ¡Nada
está saliendo como debería! ¡No es sólo el asunto del modelaje, es todo! ¡Mi novio
me dejó, Josh les dijo a todos ustedes que soy una puta, mi compañera de cuarto
es una perra, un tipo muy caliente me abandonó anoche, y encima de todo me
compré un autobús con un maldito mapache en la parte de atrás! —Trato de callar
y aplasto mis labios entre sí, pero tiemblan—. No sabía que estaba allí atrás. Le di
una patada a una lata y debe haberlo golpeado, porque saltó sobre mí con sus
pequeñas patas y… —Estoy levantando las manos como si fueran patas y una
sonrisa aparece en mi cara porque me veo ridícula y suena muy divertido. Bueno,
si estuviera sucediendo a otra persona. Me rio una vez, bajo mis manos, y miro por
la ventana—. ¿Ves ese pedazo de mierda?
Emily se acerca a la ventana.
—Sí. Es un poco difícil no hacerlo.
—Es mío.
—Fantástico. Y me encanta cómo ocupaste los tres primeros puestos del
estacionamiento con tu discreto vehículo infestado de roedores. —Emily me da
una sonrisa torcida y ambas miramos hacia el autobús.
—Nadie se dará cuenta.
—No, por supuesto que no. —Está tratando no reírse con todas sus ganas, lo
que hace que me agrade aún más.
Volviéndose hacia mí, añade:
—He oído algunas historias bastante horribles durante la primera semana en
la universidad, pero la tuya es la peor. Tú ganas. Te impones.
Sonrío con remilgo y le doy una reverencia.
—Gracias. Muchas gracias. Me gustaría dar las gracias a mi madre por
mandarme aquí sin dinero, y a mi padre sólo por pagar mi matrícula. Por último,
me gustaría dar las gracias al hombre desnudo que fue hermoso de ver mientras
duró.
Emily no puede evitarlo, empieza a reír y me carcajeo con ella, porque es eso o
llorar.
—Me haces reír. Como, en serio.
—En todo caso, mi vida es divertida.
—Entonces, ¿qué clase de rendimiento de gasolina tiene esa cosa?
—No sé, pero es bastante mal. Como dos kilómetros por galón. Esa bestia es
personalmente responsable por el agujero en la capa de ozono.
Emily se ríe de nuevo, y luego vuelve a sujetar su largo cabello oscuro en una
coleta. Es de color negro azabache, pero creo que lo tiñó porque sus cejas son tan
claras, casi rubias.
—Vamos a salir en grupo más tarde. ¿Quieres venir?
—¿A dónde van?
—¿Importa?
—No. —Hago una pausa, y después de un segundo añado—: Oye, no estás
preguntándome sólo porque necesitas un conductor de autobús, ¿cierto?
—Me pido el asiento al lado del roedor.
—Puedes quedarte con el roedor.
—Podría tomarte la palabra.
Después de averiguar en dónde se supone que voy a reunirme con Emily más
tarde, me dirijo a mi habitación. Necesito cambiarme y descansar antes de perder
la cordura. Qué suerte la mía. Mi compañera de cuarto está allí.
—Hola —ofrezco antes de dejarme caer en la cama, de cara contra una
almohada.
—Tienes un paquete en la planta baja. —Ella señala con su uña
cuidadosamente pintada hacia el escritorio que compartimos. Hay una ficha de
solicitud de UPS.
Me pregunto por qué no subieron las cajas, pero no lo hacen. Mi compañera
está siendo agradable y no quiero echarlo a perder. Levantándome de la cama,
cruzo la habitación y agarro la ficha. No quiero bajar las escaleras, pero quiero mi
ropa. Eso es lo que hay en las cajas. Las envié porque no tuve tiempo para
empacar mi habitación antes de irme. No tenía intención de venir a esta
universidad y tuve que viajar durante tres días. Para cuando decidí venir, no había
tiempo suficiente, así que mis padres arrojaron mi ropa en cajas y las enviaron de
la forma más barata posible. He estado viviendo con una maleta durante la última
semana.
Después de bajar las escaleras, voy hasta la chica de recepción y pregunto
dónde están mis cajas.
—Déjeme ver su papel. —Le entrego la ficha de solicitud. Ella estalla una
bomba de chicle y señala las puertas—. Esto debería estar en los buzones de
correo por el centro de estudiantes. Ve a la ventana y pregúntales.
Maldición. No quiero caminar por todo el campus y buscarlas. Hay siete cajas
y apuesto que cada una es más pesada que yo. Tomando de nuevo la ficha, le doy
las gracias y comienzo a caminar por el campus. Para el momento en que llego a la
ventana de correo, están a punto de cerrar.
—¡Espera! —grito y corro los últimos pasos. La mujer en la ventana parece
que va a cerrar de todos modos, así que le deslizo la ficha de solicitud y la dejo de
golpe en el mostrador—. Necesito estas.
Ella recoge la ficha y la mira por encima antes de desaparecer en la parte
posterior. Mientras espero, miro alrededor a los otros estudiantes. Todos parecen
tener amigos y que saben lo que está pasando. Nadie parece perdido ni sienten lo
mismo que yo. Es casi la hora de cenar. Veo a Carter empujar las puertas
principales con un montón de otros chicos que no he visto antes. Asiento hacia él,
preguntándome si me va a ignorar o saludar. Para mi sorpresa, él se aleja de la
manada de chicos y se dirige hacia mí.
—Hola, Kerry.
—Hola, tú. Mis cajas finalmente llegaron. —Me froto las palmas entre sí y
sonrío.
—¿Las cajas?
—Sí, mis tacaños padres enviaron por correo todas mis cosas después de
meter mi culo en un avión. Tengo suerte que no me compraran un asiento en
algún vuelo con animales.
Él sonríe.
—Estoy seguro. —Se mete las manos en los bolsillos de sus pantalones que
son dos tallas más grandes.
La mujer regresa con una mirada en blanco en su cara y ninguna caja.
—Cariño, tienes que llamar al número en esta ficha. —Me la devuelve y se
estira sobre su cabeza para cerrar la ventana.
—Espera, ¿por qué? ¿Dónde están mis cosas?
—Parce que todo este lote fue enviado a Guam.
—¿Qué?
Lo dice más fuerte, como si no escuchara.
—Guam. —Y luego baja la pantalla metálica y desaparece de vista. Todavía
estoy mirando fijamente a la ventana cerrada cuando Carter se estira frente a mí y
recoge el papel.
—Ven, vamos a cenar. Podemos recuperar tus cajas luego. Incluso puedo
llamar si quieres. No es gran cosa, Kerry.
—Sólo lo dices por decir. —Sonrío un poco y lo miro por encima.
—Sí, pero te hizo sonreír. Ven.
Carter está al teléfono por un largo tiempo así que no digo mucho. Emily
manifiesta que tengo un auto nuevo, pero deja de hablar cuando golpeo mi tacón
con fuerza en la punta de su pie debajo de la mesa. En realidad no lo siente,
gracias a las botas militares que siempre lleva puestas. Esta noche tiene un collar
negro tachonado, un top negro ajustado en capas con una chaqueta de cuero y
una falda azul y negro plisada con medias entretejidas… del tipo que parece que
un gato las arañó antes de ser enviadas a la tienda y puestas en el estante.
—Entonces, ¿a dónde vamos? —pregunto, cambiando de tema antes que
escuchen de mi autobús. Mi plan es negarlo y esperar por Dios que alguien sea lo
suficientemente estúpido como para robarlo. O que el mapache inicie un incendio,
porque se veía un poco loco si me preguntas. Esas diminutas patas podrían llevar
a cabo un incendio provocado.
Tal vez debería arrojar algunas cerillas en la parte de atrás más tarde.
—Hay un club en la ciudad que es realmente genial. Es como un club, una
cafetería, un club de lecturas de poemas y una galería de arte en un solo lugar. —
El chico que habla se llama Noah. Apenas me dirigió dos palabras antes de este
momento. Es muy delgado y alto, con una mata de cabello rubio oscuro y una
nariz que es demasiado grande para su cara—. Es genial. Te gustará.
Carter cuelga y me mira.
—Entonces, yo, eh, tengo algunas noticias —dice con cuidado, como si
esperara que tenga un colapso público—. Tus cajas, las siete, de hecho, están en
Guam.
—¿Por qué? Se suponía que iban a venir aquí. ¿Cómo fueron a parar allí?
—Bueno, eso es lo divertido de todo esto. Nadie parece saber, pero
encontraron tus cosas. —Él vacila, como si no quisiera decirme.
—¿Y? —incito.
—Y tus cosas están en un orfanato. Ellos, eh, pensaron que era una donación
y abrieron las cajas, pero UPS dijo que tus cosas serán empacadas de nuevo y las
reenviarán, espera… Kerry… —Estoy de pie y alejándome de la mesa. Tengo que
moverme o voy a perder la razón. Él me alcanza cuando paso a través de las
puertas y me dirijo al exterior bajo el aire de la noche.
—Gracias por intentarlo, Carter. Lo aprecio.
—Pueden recuperarlas y volverlas a mandar. No se han perdido, Kerry. —Me
agarra por el codo y me detiene, así que me giro hacia él.
Niego con la cabeza.
—No puedo pedirle a esas personas que tienen menos que yo que las
devuelvan, mucho menos personas sin hogar, sin madre, sólo niños. —Mi mente
da vueltas porque sé lo que significa esa decisión. Voy a estar usando los mismos
tres trajes durante las próximas dieciséis semanas.
—Entonces, ¿qué vas a hacer?
—No lo sé. Comprar un montón de ropa de gimnasia y usar eso. —Si quieres
una fórmula para ser la chica más impopular y más rara en el campus, eso es:
ropa de gimnasia. Como si necesitara otra razón para que mi compañera de cuarto
me llame Bacon.
—¿En serio? —No sabe si estoy bromeando o no.
Le doy un vistazo.
—Sí, no tengo tanto dinero como la mayoría de los chicos aquí, pero puedo
salir adelante. —Empiezo a caminar de nuevo, y envuelvo mis brazos alrededor de
mi cintura. Me siento perdida, como si estuviera flotando. Hay demasiados
problemas a mi alrededor y muy pocas formas para solucionarlos. Cuando noto
que Carter no está a mi lado, miro hacia atrás. Él está allí de pie con sus labios
entreabiertos, la mirada fija—. ¿Qué?
—Nada. Sólo me acabas de sorprender. Nunca he conocido a alguien como tú.
—Yo tampoco, y no es nada digno de mención.
Carter se acerca a mí y dice:
—Sí, lo es. Acabas de regalar todas tus posesiones materiales sin pensarlo dos
veces. ¿Quién hace eso?
—Uh, ¿las personas que mandan sus posesiones materiales accidentalmente
a Guam? En serio, no fue voluntario así que no tienes que estar impresionado.
Me da una sonrisa ladeada.
—No te das el crédito suficiente.
—No es como si lo hiciera a propósito, Carter, por lo tanto, no actúes como si
así fuera. Si me hubiera salido con la mía, tendría mis cajas. El Universo decidió
por mí, así que ya no voy a luchar. Eso es todo. Soy perezosa.
—Eso, lo dudo. —Me mira por encima una vez más y pregunta—: ¿Realmente
acabas de romper con alguien?
No quiero mirarlo, pero me las arreglo para responder.
—Eso fue tan políticamente correcto, pero sí, me dejó.
—Su pérdida, Kerry. En serio. El tipo es un idiota. —Le doy un vistazo y veo
una leve sonrisa—. Entonces, ¿aún vas a venir con nosotros?
—No lo sé. En realidad no tengo muchas ganas y no tengo nada que vestir.
—A la mierda esa tontería, Novata. —Emily está allí de nuevo, corriendo
detrás de nosotros—. Somos aproximadamente de la misma talla y tengo un
vestido que puedes utilizar. Va a ser impresionante. Vamos. —Toma mi mano y me
arrastra de nuevo al dormitorio.
Capítulo 10
Dos horas más tarde, me visto como alguien más, otra vez, y vago por un club
en Austin. Estoy usando una falda corta de cuero, un par de botas de combate y
una camiseta delgada que es demasiado corta. Si levanto mis manos, la parte
inferior de mi sujetador sobresale. Apenas cubre mis tetas. A mi alrededor, hay
música en vivo a tope. Emily y las otras personas con las que vine están bailando
como roqueros desquiciados. Me alejo un poco por mi cuenta para mirar las
pinturas que ya he visto un millón de veces.
Los vellos de mis brazos cosquillean cuando siento unos ojos sobre mí. Echo
un vistazo alrededor, pero no veo quién está mirando. Deslizando mis manos por
mi piel, me acerco al otro lado de la pintura, y la observo. Esta me gusta. Tiene
fríos azules, negros y morados mezclándose como sombras sin alma. Casi parecen
vivos.
—Me pareció verte. —Su voz deriva perezosamente por encima de mi hombro y
me pongo rígida. El Hombre Misterioso se acerca a mi lado y trata de atrapar mi
atención. No me dice por qué se fue y no le pregunto. No voy a verlo a la cara,
porque si veo esos ojos sé que voy a derretirme y no voy a dejar que este tipo me
humille por tercera vez.
—Sí, así es. —Agarro mi bebida como si fuera un salvavidas y me reprendo
una y otra vez: sólo mira la pintura, sólo mira la pintura.
—¿Te gusta esta pieza?
—¿Importa? —Mi tono dice: “jódete”.
Se ve un poco aturdido y luego me sorprende.
—Sí, porque es mía.
Me vuelvo y lo miro.
—Eres un mentiroso horrible.
—No, lo digo en serio. —Da un paso hacia delante y apunta la pequeña placa
de oro al lado de la pintura. Nathan Smith—. Ese soy yo.
—Claro, Smitty.
—¿No me crees? —Se ve sorprendido y hay una gran sonrisa hermosa en su
cara que dice mucho.
—No.
Él sonríe un poco más y luego aprieta su mandíbula, antes de meter la mano
en su bolsillo. Me gustaría que se vaya, pero no lo hace. Se queda ahí de pie
conmigo, un paso demasiado cerca.
—Ten. —Me entrega su carné de identidad. NATHAN SMITH. Maldita sea,
incluso en la foto de su licencia de conducir se ve perfecto. La mía parece que
algunos alienígenas aparecieron antes de tomarla.
Se la devuelvo.
—Encantador.
—No vas a darme una segunda oportunidad, ¿verdad?
Dando vuelta, le sonrío.
—Ni que se congele el infierno. —Camino a la siguiente pieza y me cruzo de
brazos a medida que la observo.
Nathan me sigue y está sonriendo con esa sonrisa arrogante que los chicos
usan cuando una mujer los rechaza. Refleja mi postura, cosa que hace que sus
brazos se vean lamibles.
—¿Exactamente qué parte del infierno tiene que congelarse antes de que me
des otra oportunidad? ¿El vestíbulo? ¿El sótano?
No quiero reír, pero la idea del infierno teniendo un sótano es divertida. Formo
una imagen en mi cabeza de un chico enterrando algunos cuerpos en la parte
inferior de la escalera, junto a un horno espeluznante. Me divierte.
—El nivel nueve, ya sabes, el sótano.
Se lleva una mano al corazón.
—Ese es un largo camino hacia abajo.
—Sí, pero la caída fue rápida. Apuesto a que te diste duro en el culo al caer.
Me vuelvo y miro hacia su espalda y luego a su cara. Maldita sea, es
demasiado caliente. Recuerdo la forma en que se veía ese cuerpo desnudo y trato
de apartar los recuerdos lo más lejos que puedo.
—Genial —dice y sonríe, y me doy cuenta que estoy coqueteando con él.
Recuerdo lo que dijo el hermano de Beth y trato de alejarme, pero él me sigue al
siguiente cuadro—. Podría decir algo inadecuado sobre tu culo, pero creo que sólo
me va a hundir aún más.
Me rio y lo miro por encima del hombro.
—Jamás vas a ver este culo otra vez, o cualquier otra parte de mí, así que
vete. Eres bueno en eso.
—Ouch. —Él sonríe con más ganas—. Te das cuenta de lo que acabas de
hacer, ¿verdad?
—Sí, te dije que te fueras al infierno y me dejes en paz.
Nathan se mete en mi espacio personal y me mira directamente a los ojos. A
medida que la música retumba a través de mi cuerpo, su olor inunda mi cabeza.
—Eso no es lo que dicen tus ojos. O tus labios. —Levanta su mano y toca mi
labio inferior ligeramente.
No puedo moverme. Es tan hermoso y mi cuerpo responde a él con tanta
rapidez. Mi corazón golpea violentamente cuando aparto la mirada.
—Sí, bueno, entonces necesitas audífonos, viejo. Probablemente también
deberías revisarte la vista, porque creo que eres un poco ciego. —Me rasco la sien,
usando abiertamente sólo mi dedo medio.
No hace ningún comentario. Nathan sigue deslumbrándome e ignora mi crudo
gesto.
—Sólo por tu radiante belleza.
—¡Oh, Dios mío! No acabas de utilizar esa línea conmigo.
—Creo que lo hice. —Da un paso tan cerca de mí que su pecho roza el mío.
Una descarga eléctrica se dispara a través de mi cuerpo. Bastardo.
No me muevo, pero debo hacerlo. Estamos demasiado cerca.
—¿Qué pasa? ¿No tienes algún dibujo mío para sacar de improvisto esta vez?
Se inclina al alcance de un beso, así de cerca y susurra:
—Podría sacar de improvisto algo más que sé que te gusta.
Me estremezco como si me hubiera azotado y gruño:
—Jódete.
—Cuando quieras. —Me da esa sonrisa infantil una vez más y quiero
arrancarla de su hermoso rostro.
—No me estaba ofreciendo.
—No tienes que hacerlo. Puedo decir que me deseas.
—Sí, te deseo tanto como quiero hemorroides. Vete, niño bonito. No voy a
cambiar de opinión.
—Lo harás. —Me guiña el ojo y se gira sobre sus talones. Lo veo alejarse, a
pesar de que no quiero. Cuando levanto la vista, veo a Carter observándome. Le
sonrío y luego sigo su mirada por la habitación hasta Nathan con una sensación
de vacío en mi estómago.
Oh, Dios. Se conocen.

Fin…
Próximo Libro

El sexo de rebote yendo mal, más una mala suerte épica, me arroja a un lugar
peligroso: la parte delantera de un salón, desnuda, con el totalmente caliente y
totalmente prohibido Sr. Bloc de Dibujo. No soy una modelo, pero aquí estoy,
sintiéndome más atraída hacia él con cada segundo. Añadan esa sonrisa sexy
suya y estoy totalmente jodida.
H.M. Ward
H.M. Ward nació en Nueva York, y vive en Texas. Estudió teología, ciencia que
le fascina. Le encantan las historias que combinan la teología, la cultura y la vida.
Siempre le ha gustado crear. Desde pequeña ama escribir y pintar. Opina que
ambas se complementan entre sí en su mente. Dice: ¨Mis palabras se extendían
como la pintura sobre el papel, y me gusta recrear un encuentro emocional entre
el lector y la experiencia¨.
Es una romántica empedernida. Cree en el amor verdadero, y tuvo la suerte
de encontrarlo y mantenerlo. Le encantan las historias sombrías y melancólicas y
la música. Toca el violonchelo, y competía cuando era más joven.
Créditos
Moderadora.
LizC

Traductora.
LizC

Corrección, recopilación y revisión.


LizC y Samylinda

Diagramadora
ile_itzel

También podría gustarte