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El sueño de

Aldair
Cierto día aldair un hombrecito de baja estatura flaco de carácter débil y que además
tenía las ropas viejas llegó a trabajar a la casa - Hacienda de su patrón, pero este al
verlo, se burló de su apariencia y lo humilló delante de los demás sirvientes
<< sí papacito, sí mamacita >> solía decir cada vez que le mandaban a hacer los
deberes, sin embargo el hacendado no dejaba de atormentarlo siempre lo obligaba a
imitar a un perro o una vizcacha hasta que una tarde Aldair le habló claramente.

 Padrecito mío, corazón mío, - señaló el hombrecito - soñé anoche que


habíamos muerto los dos juntos, juntos habíamos muerto, cómo hombres
muertos, señor mío aparecimos desnudos ante nuestro gran padre San
Francisco, el examinó con sus ojos nuestros corazones, lo que éramos y lo que
somos, después dijo con su boca, que de todos los Ángeles, el más alto y
hermoso que venga y a este que lo acompañe otro Ángel pequeño que sea
también el más hermoso y que caiga una Copa de oro llena de miel de
chancaca, al instante dueño mío, aparecieron los dos Ángeles y nuestro padre
le ordenó al Ángel mayor que te cubriera con la miel y así en todo su
cuerpecito desde la cabeza hasta las uñas de los pies.

En el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía como si estuvieras hecho de oro.

 Cómo debía ser - exclamó el patrón- ¿y a ti indio?


 Cuando tú brillabas en el cielo nuestro gran padre San Francisco pidió que de
todos Los Ángeles venga el de menor valor y que este traiga en un tarro de
gasolina excremento humano, entonces llegó un Ángel viejo de patas
escamosas y nuestro gran padre le ordenó. << oye viejo, embadurna el cuerpo
del hombrecito con el excremento que hay en la lata que trajiste, ¡rápido! >> y
con sus manos nudosas el Ángel viejo me cubrió el cuerpo y aparecí
avergonzado en la luz del cielo apestando.
 Así tenía que ser -afirmó el patrón- ¡continúa! o ¿todo culmina ahí?
 No señor mío, al estar juntos otra vez nuestro gran padre San Francisco volvió
a mirarnos a ti y a mí, largo rato con sus ojos que colmaban el cielo, nos
alcanzó y dijo, los ángeles ya terminaros sus tareas con ustedes y ahora
lámanse el uno al otro despacio, por mucho tiempo, el viejo Ángel rejuveneció
a esa misma hora sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza y nuestro
padre le encomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.

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