Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Juan 14:27
Juan 14:27
1. Etimología
Parece comprobado que la raíz de shalom, en su significado original, indica ante todo
el acto de «completar» o de «dar remate» a una realidad inconclusa o deficiente en
algún aspecto, bien se trate de terminar el templo (1Re 9,25), de resarcir algún daño
(Éx 21,27) o de cumplir un voto (Dt 23,22 y otras veces). De lo recién dicho se
desprende que también tenga el sentido de «restituir» (unas 50 veces) y de «reparar»
(unas 30 veces).
Su sentido bíblico apunta a un bienestar total, a la armonía del grupo humano y de
cada uno de los individuos con Dios, con el mundo material, con los grupos e individuos
y consigo mismo, en la abundancia y en la certeza de la salud, de la riqueza, de la
tranquilidad, del honor humano, de la bendición divina y, en una palabra, de la «vida».
2. Aspectos de la paz según el AT
Son varias las imágenes y los aspectos de la paz en el AT que corresponden a la
mentalidad hebrea. No obstante, hay un el hecho elemental que unifica entre sí todos
los valores diversos, pero convergentes, comprendidos en la noción bíblica de paz es,
sin duda alguna, el que se sienta esa paz en primer lugar como un don esencial de
Dios, exactamente como ocurre con la vida, con la que está indisolublemente
vinculada.
2.1 La paz en la esfera individual
A nivel de experiencia individual y cotidiana, la paz, además de la tranquilidad y de la
concordia, abarca especialmente el doble bien de la salud física y del bienestar familiar;
situación que se considera como fruto de la bendición divina. Por esto la fórmula usual
y familiar de saludo: ¡shalom!, está bastante cerca de la otra fórmula: «El Señor esté
contigo/con ustedes» (Jue 6,12; Rut 2,4; cf Sal 129,7-8). El despedirse con shalom
significa desearle salud y bienestar al otro. Más aún, el morir y el ser sepultado «en
paz» (Gen 15,15; 2Re 22,20) tiene un matiz religioso totalmente análogo: se trata de
vivir acompañado de la bendición y protección divina hasta el último momento de la
existencia terrena. En efecto, mientras que «no hay paz para los impíos» (Is 48,22), el
justo tiene «paz en abundancia» para sí mismo y para su descendencia (Sal 37,11.37).
2.2 La paz política y social
No solamente el individuo y su grupo familiar, sino todo el conjunto de la tribu y de todo
el pueblo pueden gozar de un estado de paz o verse privados de ella.
La paz con el mundo exterior al pueblo implica naturalmente la ausencia de guerra y
del peligro inminente de ella. Ésta es la condición que alcanzó en un determinado
momento Israel gracias al rey guerrero por excelencia, David (2Sam 7,1). Nótese, sin
embargo, que los textos no equiparan la ausencia de guerra simplemente con la paz,
sino que la consideran más bien como su condición indispensable, frecuentemente
garantizada por la estipulación de un pacto (berit: 1Re 5,26).
Pero no basta con la seguridad exterior; la paz en su más auténtico valor global puede
verse sustancialmente comprometida por el desorden interno del pueblo, denunciado
generalmente como falta de justicia. A los reyes les corresponde de manera especial
establecer la justicia y la paz. La tradición de Israel tiene claro que no es la fuerza lo
primero en la obtención de la paz. La paz que David y Salomón consiguen es sentida
como el fruto de la ausencia de maldad y de la presencia de justicia, que fueron
capaces de establecer. La realización histórica de la paz de Israel es puesta
explícitamente en relación con acciones reales ajustadas a la tarea encomendada por
Dios de hacer reinar la justicia (cf. 1Re 3,6). Ahora bien, el problema de la monarquía
israelita, y finalmente su crisis y desaparición, está precisamente en que no consiguió
evitar que el poder que lleva consigo se convirtiera en violencia. Los reyes de Israel son
acusados por la tradición de haber cedido a la tentación de usar el poder en beneficio
de sus pasiones y ambiciones personales (ya David y Salomón) hasta transgredir los
mandamientos de Dios haciendo “lo malo” (2Sam 12,9), “pecando” (2Sam 12,13), “no
guardando la alianza” (1Re 11,11).
La ruptura de la paz salomónica es explicada teológicamente como un castigo divino
provocado por la idolatría y el abandono del mishpat (1Re 11,38) por parte de Salomón.
Más aún, el cisma que dejará al pueblo de Yahveh «desgarrado” como el manto de
Ajías (1Re 11,30s) se va a producir a causa de la exacerbación de la falta de sedaqah
por parte del heredero de Salomón respecto de las 10 tribus del norte.
Qué es Shalom:
Shalom significa paz, bienestar y es una forma de saludo o despedida entre los
Judíos. La palabra shalom tiene origen en el idioma hebreo, שלום, y transmite un deseo
de salud, armonía, paz interior, calma y tranquilidad para aquel o aquellos a quien
está dirigido el saludo.
En hebro las palabras van más allá de de una palabra pronunciada sino que engloba
en sí la emoción, la intención y el sentimiento. Es por ello que en varios pasajes de la
Biblia se encuentra la palabra shalom, que significa paz, deseo de bienestar entre las
personas, las naciones, o entre Dios y el hombre.
Shalom aleichem, es un saludo usado a menudo por Jesús, y que significa 'la paz sea
con vosotros'. Shalom aleichem es también el nombre de un cántico cantado en la
celebración del Shabbat.
1. Ocuparse o preocuparse
Uno de los cambios más importantes que debes realizar es el de desterrar la
preocupación de tu vida. Preocuparse, aunque a veces resulte inevitable, realmente es
inútil. De nada sirve darle vueltas a un asunto una y otra vez, ejecutando el mismo
recorrido mental que nos lleva a un callejón sin salida y aumenta nuestra ansiedad.
Cambia el foco, en lugar de preocuparte, ocúpate. Cuando se te presente una situación
adversa analízala detenidamente una sola vez, y decide si tiene solución, si puedes hacer
algo al respecto o no. Si la tiene, adelante, actúa. Esa es tu labor, accionar para
modificar aquello que te desagrada.
2. Respiración
Existe una correlación directa entre nuestro estado físico y nuestro estado mental. Por
ello, cuando la ansiedad te desborde, siéntate y respira. Realiza respiraciones lentas,
profundas y diafragmáticas y de inmediato comenzarás a sentir la relajación en tu cuerpo.
Acto seguido comprobarás como la tensión mental disminuye de forma pareja.
Pero no es suficiente con utilizar este recurso como medida de emergencia. Si
realmente deseas conseguir la paz interior, haz de la respiración un hábito. Dedica, al
menos, dos periodos de 10 minutos cada día para respirar de la forma adecuada. Y, en
poco tiempo, notarás que tus niveles generales de ansiedad se reducen
significativamente.
Sin embargo, del mismo modo puedes entrenar a tu cerebro para identificar cada
oportunidad, recurso y aspecto positivo de la vida. Comienza por hacerlo de forma
deliberada, esfuérzate en reconocer y agradecer cada día todo lo bueno que tienes. Y,
con el tiempo, esta función se automatizará y sentirás, de pronto, que eres afortunado.
PU BL IC ID AD
4. Ejercicio y movimiento
Puede resultar contraintuitivo pensar que para alcanzar un estado de calma y relajación
haya que ponerse en movimiento. Pero realmente es así. Realizar ejercicio de forma
regular no solo tiene beneficios para la salud física, también mejora nuestra salud
mental. Nos ayuda a despejar la mente, a desconectar de las preocupaciones y ganar
confianza y autoestima.
5. Sueño de calidad
Por último cuida que tu descanso sea suficiente en cantidad y calidad. Una de las
manifestaciones más comunes de la ansiedad es el insomnio, pero la falta de sueño
solo empeora y agrava la situación. Por ello, ponte el firme propósito de dejar las
preocupaciones a un lado a la hora de dormir.
PU BL IC ID AD
Dedica la última hora antes de acostarte a efectuar alguna actividad relajante y placentera
que aleje tu mente de los asuntos que te preocupan. Hoy no puedes hacer nada, mañana
te ocuparás de ellos, ahora prioriza tu sueño.
6. Vive el presente
Vivir el presente implica atender únicamente lo que está sucediendo en el aquí y el ahora.
En otras palabras, significa estar en consonancia con lo que está aconteciendo en este
preciso momento; y estar consciente de que todo lo que está fuera de él sencillamente
no existe sino en nuestra mente e imaginación.
Si logras entrenarte para vivir el presente, ni los fantasmas del pasado ni los miedos del
futuro atormentarán tu paz interior. Una forma de hacerlo es a través de la meditación o
el mindfulness. Así que ¡no dudes en intentarlo!
PU BL IC ID AD
7. Deja de competir
Competir contra los demás y contra tu propia persona no lleva más que al estrés si se
convierte en un modo de vida. No se debe confundir el crecimiento personal con la
autocompetición, pues esta última lleva a falta de autoestima y la frustración constante.
8. Aprender a perdonar
Ojo, perdonar, en el sentido sano de la palabra, no significa aceptar que el daño que te
hicieron está bien. Significa liberarte de ello, dejar ir a las personas que intoxican tu
vida. Es posible que nunca olvides las cicatrices que te dejaron, pero pueden dejar de
picar a cada momento.
Perdonar es dejar de vivir en el odio, y el odio te hace esclavo de aquellos
que te dañaron.
11. Sé tu mismo
Sabemos que esta frase raya en lo cliché y está un poco desgastada. No
obstante, aprender a ser uno mismo es todo un reto y representa uno de los pilares que
garantizan el bienestar. Muchas personas sienten miedo de manifestar sus opiniones,
deseos, gustos… y desean encajar a costa de una máscara. A la larga, esto perturba la
paz interior y lleva a la inconformidad.
Por tanto, lo ideal es que aprendas a conectar contigo mismo y vivas sin que te importe lo
que dirán los demás. Así lograrás alcanzar esa paz interior que tanto anhelas.