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Conocemos la era del auge del capitalismo

Competencia: construye interpretaciones históricas.


Propósito: explica las consecuencias de la guerra a nivel político,
social, y reconoce que estos cambios no necesariamente llevan al
progreso.
Criterio de evaluación: explica los comportamientos y
motivaciones de los protagonistas del mundo después de la guerra
Evidencia de aprendizaje: cuestionario.

Edad de oro del capitalismo o años dorados —también conocido en francés como Trente Glorieuses o Treinta Años Gloriosos, en
alemán como Nachkriegsboom o
boom de la posguerra y en inglés
Post–World War II economic
expansion o expansión económica
de la postguerra— hace referencia al
período histórico transcurrido desde
el final de la Segunda Guerra
Mundial en 1945 hasta la Recesión
de 1973–1975 producida por la
Crisis del petróleo de 1973,
prácticamente tres décadas de
crecimiento económico y pleno
empleo en numerosos países del
mundo.

La expansión económica de la
postguerra (después de la Segunda Guerra Mundial) se produjo en los Estados Unidos, la Unión Soviética y los países de Europa
Occidental y Asia Oriental, ya que experimentaron un crecimiento inusualmente alto y sostenido, junto con el pleno empleo. En
contra de las primeras predicciones, este elevado crecimiento incluyó también a muchos países que habían sido devastados por la
guerra, como Japón y su milagro económico, Alemania Occidental, Austria, Corea del Sur (Milagro del río Han), Bélgica (milagro
económico belga), Francia, Italia y Grecia. Incluso países relativamente poco afectados por la guerra, como Suecia, o que salían de
su propia guerra civil, como España (milagro económico español), experimentaron un considerable crecimiento económico durante
la totalidad o, al menos, gran parte de este período.

Contexto político y económico: La Gran Depresión (Crisis financiera de 1929) produjo una larga crisis que fue superada en los
Estados Unidos por el New Deal (1932) que asentó la intervención del Estado y del Gobierno de los Estados Unidos en la economía
en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, que obligaría todavía más a la intervención estatal en todos los aspectos y que
afectó a todos los países implicados en la guerra. Durante la postguerra se dieron varios procesos dirigidos por los Estados: un
extraordinario crecimiento económico nunca antes alcanzado con el pleno empleo y atención a las cuestiones sociales (mayor
distribución de la renta y extensión del estado de bienestar). También se consolidó el enfrentamiento entre las dos grandes potencias
triunfadoras, los Estados Unidos y la Unión Soviética, enfrentamiento conocido como Guerra Fría.

En el aspecto económico los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 fueron el marco financiero, económico y político que permitió y
favoreció el crecimiento de las tres décadas doradas hasta la Crisis del petróleo de 1973.

El Estado, en los países occidentales, asumió tareas activas en relación con las posibilidades de incidir directamente sobre la
actividad económica, en cuestiones como el nivel de empleo, de demanda y de inversión, para asegurar las condiciones de
reproducción del sistema capitalista.

Uno de los nuevos y más destacados rasgos de la economía fue la producción a bajo costo de una enorme y diversificada cantidad de
bienes, a raíz del desarrollo de nuevas tecnologías y la introducción de métodos de producción más eficientes. La consecuencia fue la
necesidad de dar salida a estos excedentes de producción, para cual el desarrollo de la publicidad condujo a la consolidación de la
llamada sociedad de consumo.

En este período, Estados Unidos se consolidó como la principal potencia mundial y a su vez, países como los de Europa Occidental y
Japón registraron altísimas tasas de crecimiento. Por otro lado, la concentración de los beneficios del desarrollo industrial de estos
países, condujo a un incremento de las desigualdades con los subdesarrollados del hemisferio sur. A pesar de que iniciaron el proceso
de industrialización no pudieron desprenderse de la dependencia de las exportaciones de materias primas y alimentos.

Terminología: Durante los años cincuenta, la población de los países desarrollados comenzó a darse cuenta de que los tiempos
habían mejorado de forma notable con respecto a las décadas anteriores. El primer personaje público en hacer referencia a este
proceso fue el primer ministro británico Harold Macmillan, durante las elecciones de 1959 que ganaría, con la frase Jamás os ha ido
tan bien. Sin embargo, no fue hasta que se hubo acabado este período, durante los turbulentos años setenta, cuando los analistas
señalaron que el mundo capitalista desarrollado había atravesado una etapa histórica realmente excepcional, acaso única. Al buscarle
un nombre a este período los especialistas franceses lo llamaron los treinta años gloriosos siendo el 1945 la fecha de inicio y 1975 la
del final. Pero fue edad de oro del capitalismo el término más usado ya que éste se fue dado por los analistas angloparlantes.

La recuperación de posguerra: La Segunda Guerra Mundial dejó un saldo de aproximadamente 60 millones de muertes de las cuales
45 millones se produjeron en territorio europeo. Las muertes civiles sobrepasaron ampliamente a las militares. Las pérdidas
materiales fueron mucho más graves que en la primera guerra mundial y no solo Europa se vio afectada, sino también el norte de
África y Asia oriental. Se destruyó gran cantidad de viviendas y los sistemas de transporte quedaron casi paralizados. En la industria,
el impacto afectó en mayor medida a los sectores básicos como el carbón, el acero y la energía; pero fue compensado por el aumento
en la capacidad productiva. La situación en la agricultura fue mucho más difícil: la producción cayó en todas partes, especialmente
en Europa Oriental debido a la falta de mano de obra, pérdida de ganado y la carencia de fertilizantes.

A diferencia de lo ocurrido en 1918, los vencedores no firmaron pactos inviables, sino que buscaron llegar a acuerdos razonables y
duraderos. Se concretó una división en esferas de influencia occidental y soviética, punto de partida para la división de Europa en dos
bloques. Mientras Estados Unidos, al no verse afectado por la devastación de su territorio, defendía la posición de no exigir a los
vencidos pagos que afectasen su recuperación, Stalin exigía que las enormes pérdidas sufridas por la Unión Soviética fueran
reparadas.

En Europa Occidental, la situación era muy difícil: había escasez de alimentos, materias primas y bienes de consumo, y no había
recursos necesarios para financiar las importaciones imprescindibles para relanzar la actividad económica. Además, el proceso de
reconstrucción se vio afectado por la inflación producida por la aparición de una cantidad enorme de dinero y una limitada oferta de
bienes de consumo. Otro problema que ponía en peligro la recuperación era la escasez de dólares, la cual no podía ser compensada
con exportaciones debido a la inferioridad tecnológica de Europa con respecto a Estados Unidos. Ante la necesidad de reponer lo
destruido y de reemplazar los equipos obsoletos, este último quedó como el único país capaz de suministrar bienes de capital.

Estados Unidos decidió salir de la habitual política aislacionista, y en 1947 el ministro de asuntos exteriores, George Marshall,
anunció el plan que luego tomó su nombre. Este estaba influenciado por la doctrina Truman que implicaba apoyar a los pueblos
libres a través de ayudas financieras frente a la amenaza del comunismo. Esto les permitió a los países beneficiarios, los de Europa
Occidental y Japón, disponer de materias primas, alimentos, combustibles y algunos productos manufacturados. Europa pudo reducir
su déficit en la balanza comercial, recuperar su nivel de reservas y relanzar su actividad industrial. Asimismo, el Plan Marshall
favoreció la implantación de las empresas americanas en Europa. Desde otra perspectiva, contribuyó al aislamiento entre las partes
occidental y oriental del continente europeo. Su creación fue respondida por el bloque soviético con la constitución del COMECON
en 1949.

Industrialización de Japón: Japón y su historia económica se estudian con gran detalle desde el siglo XIX a partir de la restauración
Meiji (cambio en la estructura política y social). Este país logró convertirse en la primera potencia mundial contemporánea no
europea o norteamericana (en el caso de los Estados Unidos). Este cambio se dio gracias a la integración relativamente tardía de las
medidas industrializadoras que nacieron un siglo atrás.

El desarrollo económico, que transformó a Japón en un país industrial, es considerado un fenómeno que se asienta firmemente hasta
después de la Guerra del Pacífico, pero sus inicios van desde décadas antes. La industrialización nace en 1868, un año de gran
cambio político, cuando la llamada restauración Meiji tiene lugar en la historia y surge un nuevo gobierno decidido a tomar
decisiones progresistas y capitalistas modernas orientadas hacia el bienestar y superación nacional. Posteriormente hubo momentos
recesionistas y violentos que forzaron a Japón a adoptar nuevos sistemas, hacer relaciones con otros grupos de gran poder, integrarse
en dos Guerras Mundiales y, finalmente, recuperarse de la devastación vista en la Segunda Guerra Mundial y llegar a su auge en el
periodo denominado Milagro Japonés. Además, este párrafo siguiente es muy importante para saber de este país: Japón es la tercera
potencia industrial, a pesar de tener pocos recursos naturales. La peculiar mentalidad hacia el trabajo, una agresiva política que se
encuentra entre los primeros productores de automóviles, equipos electrónicos, barcos y acero. La principal región industrial es el eje
Tokyo—Yokohama.

Era Meiji: La revolución industrial apareció por primera vez en la industria textil, incluido la del algodón y la seda en especial, que
se basó en los talleres de casas en zonas rurales. Por la década de 1890, los textiles japoneses dominaron los mercados nacionales y
compitieron con éxito contra los productos británicos en China e India, así, comerciantes japoneses estaban compitiendo con los
europeos para llevar estos productos a través de Asia e incluso a Europa. Al igual que en Occidente, las fábricas textiles emplearon
principalmente a las mujeres, la mitad de ellos menores de veinte años. Japón superó en gran medida la fuerza del agua y se trasladó
directamente a molinos accionados por vapor, que eran más productivos, y que creó una demanda de carbón.

Para promover la industrialización, el gobierno decidió que el sector privado estaba mejor equipado para estimular el crecimiento
económico. El mayor papel del gobierno era ayudar a proporcionar las condiciones económicas en las que las empresas podrían
prosperar. En resumen, el gobierno iba a ser la guía, y los negocios, el productor. En la era Meiji, el gobierno construyó fábricas y
astilleros que fueron vendidos a los empresarios a una fracción de su valor. Muchos de estos negocios crecieron rápidamente en los
conglomerados más grandes. El gobierno surgió como principal promotor de las empresas privadas, la promulgación de una serie de
políticas pro-empresariales. El desarrollo de la banca y la dependencia de la financiación bancaria han estado en el centro del
desarrollo económico japonés, al menos desde la era Meiji.

Uno de los mayores impactos que la era Meiji trajo fue el fin del sistema feudal. Con una estructura social relativamente flexible, los
japoneses fueron capaces de avanzar a través de los rangos de la sociedad con mayor facilidad que antes. Fueron capaces de hacer
esto mediante la invención y la venta de sus propios productos. Lo más importante fue el hecho de que el pueblo japonés ahora tenía
la capacidad de llegar a ser más educado. Con una población más educada, el sector industrial de Japón creció significativamente. La
implementación del ideal occidental del capitalismo en el desarrollo de la tecnología y su aplicación a sus militares ayudaron a hacer
de Japón en tanto una potencia militarista y económica a principios del siglo XX.

En la era Meiji, los líderes inauguraron un nuevo sistema de educación basado en el occidental para todos los jóvenes, enviaron a
miles de estudiantes a los Estados Unidos y Europa y contrataron a más de 3.000 occidentales para enseñar la ciencia moderna, las
matemáticas, la tecnología y las lenguas extranjeras en Japón. El gobierno también construyó ferrocarriles, caminos mejorados, e
inauguró un programa de reforma agraria para preparar al país para un mayor desarrollo.

Ganar dos de las principales guerras coloniales en Asia hizo que Japón fuera tan poderoso como el resto de los países occidentales.
Ayudó a Japón a asegurar su mercado asiático y a eliminar las desigualdades en los tratados con el mundo desarrollado.

La enorme indemnización obtenida al ganar la primera guerra sino-japonesa (1894) ayudó a Japón a desarrollar rápidamente sus
industrias como la industria de guerra, las finanzas y el comercio. Además, promovió que Japón adoptara el estándar de oro
internacional para que pudiera ponerse de pie sobre la misma base al negociar con los países occidentales. Como permitió a Japón
asegurar el mercado coreano y mejorar las formas de llegar al mercado chino, la economía japonesa floreció. Bancos, empresas y
fábricas se establecieron en todas partes. Especialmente la industria de la hilandería lideró la economía.

Después de la Guerra Ruso-japonesa (1904), la industria pesada como la construcción naval dio un salto. Como resultado, la
industria se convirtió en el poder de mantener su economía creciente. Además, después de las guerras, cuando Japón exportó algodón
a China y Corea, e importó arroz de Corea y Taiwán, el papel de las colonias japonesas en la economía siguió aumentando.

Siendo el sector más importante de la economía, la agricultura fue la clave de su crecimiento económico. A pesar de que gran parte
de la población rural se trasladó a las zonas urbanas y se convirtió en consumidores a medida que la economía se desarrolla, el rápido
crecimiento de la producción podría satisfacer la demanda. Especialmente la introducción de las nuevas variedades de arroz ayudó al
aumento. Además, una gran cantidad de importaciones de arroz de Corea y Taiwán, como se mencionó anteriormente, ayudó al
suministro.

Sin embargo, la tasa de crecimiento de la agricultura no fue tan rápida como la de la industria. Además, la mayoría de los beneficios
fueron hechos a los terratenientes, haciendo a los campesinos vivir en una condición más pobre y moverse a las ciudades y formar la
clase social baja.

Guerra del Sinaí

La guerra del Sinaí, llamada también crisis de Suez, o bien guerra de Suez, fue una contienda militar librada sobre territorio egipcio
en 1956, que implicó a la alianza militar formada por el Reino Unido, Francia e Israel en contra de Egipto, el cual contó con el apoyo
en mayor o menor medida de los países que actualmente conforman la Liga Árabe.

Fue una victoria militar para los tres aliados; pero también una derrota política, ya que la gran presión diplomática por parte de los
Estados Unidos y de la Unión Soviética forzó a Francia, Reino Unido e Israel a retirar sus ejércitos. A cambio de retirar sus ejércitos
del Sinaí, Israel obtuvo indirectamente de Egipto el compromiso de detener sus envíos de armamento a las guerrillas que luchaban
contra Israel. Como resultado, las relaciones entre Egipto e Israel se tranquilizaron (en la medida en que esto era posible) por un
tiempo. Además, un cuerpo especial de la ONU, conocido como UNEF por sus siglas en inglés, fue desplegado en la península del
Sinaí, para interponerse entre israelíes y egipcios. Las tensiones continuarían en la zona y acabarían desembocando en la guerra de
los Seis Días de 1967.

La fuerte presión política de los Estados Unidos y la URSS condujo a la retirada de los atacantes. El presidente de los Estados
Unidos, Dwight D. Eisenhower, había advertido enérgicamente a Gran Bretaña que no invadiera; amenazó con dañar gravemente el
sistema financiero británico vendiendo los bonos en libras esterlinas del gobierno estadounidense si no se retiraban. El primer
ministro británico Anthony Eden acabó dimitiendo poco después. Los historiadores concluyen que la crisis "significó el final del
papel de Gran Bretaña como una de las principales potencias del mundo". A esa pérdida de condición de potencia a nivel mundial
(quedando subordinado a otros países) se le denomina "momento Suez".

Causas

Motivos para la intervención franco-británica: El canal de Suez, financiado por Francia y Egipto, comenzó a operar en 1869, y
rápidamente se convirtió en un enlace vital entre el Reino Unido y su colonia más importante, la India Británica. Dada esta
relevancia, el Reino Unido compró su participación al Gobierno egipcio. El canal conservó su importancia incluso tras la
independencia de la India, puesto que se transformó en la principal ruta para transportar petróleo desde el golfo Pérsico a Europa, por
lo que resultaba vital para todas las economías de Europa Occidental.

El militar egipcio Gamal Abdel Nasser encabezó en 1952 un golpe de Estado contra el gobierno del rey Faruq I, tras el cual proclamó
la república y reemplazó las políticas prooccidentales de la monarquía por una nueva política panarabista cercana al socialismo. En
junio de 1956, Nasser fue elegido presidente y, como parte de su nueva política, implantó en el país lo que denominó el nacionalismo
socialista árabe. Posteriormente, el gobierno de Nasser compró tanques a Checoslovaquia y reconoció diplomáticamente a la
República Popular China. Con Nasser a la cabeza de Egipto, desató una campaña antiimperialista, por lo que buscó nacionalizar el
canal de Suez (hasta ese momento en posesión anglo-francesa), cosa que afectaba a los intereses económicos británicos y franceses
en la zona, y firmó a su vez acuerdos de ayuda mutua con Siria y Jordania.

La influencia del presidente Nasser en el mundo árabe le granjeó las antipatías del Reino Unido y de Francia. En consecuencia,
británicos y estadounidenses se negaron a financiar la construcción de la presa de Asuán, como se habían comprometido con
anterioridad. En respuesta a aquello, el presidente Nasser nacionalizó el canal el 26 de julio de 1956 con el objetivo de financiar tal
construcción, lo que irritó considerablemente a franceses y británicos, principales accionistas del canal de Suez y máximos
beneficiarios del petróleo que por él circulaba.

El canal de Suez: es un canal artificial navegable situado en Egipto, que une el mar Mediterráneo con el golfo de Suez, en el mar
Rojo, a través del istmo de Suez. El canal convirtió a la región del Sinaí en una nueva península, constituyendo la frontera entre los
continentes de África y Asia. Su longitud es de 193 km entre Puerto Saíd, en la ribera mediterránea, y Suez, en la costa del mar Rojo.

Fue impulsado entre 1859 y 1869 por Fernando de Lesseps bajo la dirección del ingeniero Louis Maurice Adolphe Linant de
Bellefonds. Pertenece a Egipto desde la nacionalización de la compañía franco-británica Suez Canal Company en 1956 y la posterior
guerra del Sinaí en 1957. El canal es de vital importancia para el abastecimiento europeo de petróleo y el comercio mundial en
general, puesto que permite la comunicación entre Europa y el sur de Asia sin rodear el continente africano por el cabo de Buena
Esperanza.

El canal se inauguró oficialmente el 17 de noviembre de 1869. Ofrece a los buques una ruta directa entre el Atlántico Norte y el
Índico Norte a través del mar Mediterráneo y el mar Rojo, evitando el Atlántico Sur y el Índico Sur y reduciendo la distancia del
viaje desde el mar Arábigo a Londres en aproximadamente 8900 kilómetros (5500 mi), o de 10 días a 20 nudos (37 km/h; 23 mph) a
8 días a 24 nudos (44 km/h; 28 mph). El canal se extiende desde el extremo septentrional de Puerto Saíd hasta el extremo meridional
de Port Tewfik, en la ciudad de Suez. Su longitud es de 193,30 kilómetros, incluidos los canales de acceso norte y sur. En 2020, más
de 18 500 barcos atravesaron el canal (una media de 51,5 al día).

El canal original presentaba una vía de agua de un solo carril con lugares de paso en la Circunvalación de Ballah y el Gran Lago
Amargo. Según los planes de Alois Negrelli, no contenía sistemas de esclusas, y el agua del mar fluía libremente por él. En general,
el agua del canal al norte de los Lagos Amargos fluye hacia el norte en invierno y hacia el sur en verano. Al sur de los lagos, la
corriente cambia con la marea en Suez.

Aunque el canal era propiedad del gobierno egipcio, los accionistas europeos, en su mayoría británicos y franceses, eran dueños de la
empresa concesionaria que lo explotaba hasta julio de 1956, cuando el presidente Gamal Abdel Nasser lo nacionalizó, hecho que
provocó la crisis de Suez de octubre-noviembre de 1956. El canal es explotado y mantenido por la Autoridad del Canal de Suez
(SCA) de Egipto, de propiedad estatal. En virtud de la Convención de Constantinopla, puede ser utilizado «en tiempo de guerra como
en tiempo de paz, por todos los buques de comercio o de guerra, sin distinción de pabellón». No obstante, el canal ha desempeñado
un importante papel estratégico militar como atajo naval y punto de estrangulamiento. Las armadas con costas y bases en los mares
Mediterráneo y Rojo (Egipto e Israel) tienen un interés particular en el canal de Suez. Después de que Egipto cerrara el canal de Suez
al comienzo de la guerra de los Seis Días, el 5 de junio de 1967, el canal permaneció cerrado precisamente durante ocho años,
reabriéndose el 5 de junio de 1975.

En 2014, el gobierno egipcio puso en marcha la construcción de la ampliación y el ensanchamiento de la circunvalación de Ballah en
35 kilómetros para acelerar el tiempo de tránsito del canal. La ampliación pretendía casi duplicar la capacidad del canal de Suez,
pasando de 49 a 97 barcos al día. Con un coste de 59 400 millones de libras egipcias (9000 millones de dólares), este proyecto se
financió con certificados de inversión con intereses emitidos exclusivamente a entidades y particulares egipcios. El «Nuevo Canal de
Suez», como se denominó la ampliación, se inauguró en una ceremonia el 6 de agosto de 2015.

La Autoridad del Canal de Suez inauguró oficialmente el nuevo canal lateral en 2016. Este canal lateral, situado en el lado norte de la
extensión oriental del canal de Suez, sirve a la Terminal Este para el atraque y desembarque de buques de la terminal. Como la
Terminal de Contenedores del Este está situada en el propio Canal, antes de la construcción del nuevo canal lateral no era posible
atracar o desatracar buques en la terminal mientras un convoy estaba en marcha.

La crisis de los misiles de Cuba: fue el conflicto diplomático entre los Estados Unidos, la Unión Soviética y Cuba en octubre de
1962, generado a raíz de la toma de conocimiento por parte de Estados Unidos de la existencia de bases de misiles nucleares de
alcance medio del ejército soviético en Cuba. En Rusia se la denomina Crisis del Caribe, mientras que en Cuba se la llama Crisis de
octubre.

Fue una de las mayores crisis entre ambas potencias durante la Guerra Fría donde, en opinión de numerosos expertos, más cerca se
estuvo de una guerra nuclear, junto al Bloqueo de Berlín, los ejercicios Able Archer 83 y el derribo del Vuelo 007 de Korean Air.
Solo dos veces en la historia se ha alcanzado una condición de defensa (DEFCON) de nivel 2 en Estados Unidos.

La crisis abarca el período comprendido entre el descubrimiento de los misiles balísticos de alcance medio R-12 y R-14 de la Unión
Soviética (15 de octubre de 1962) hasta el anuncio de su desmantelamiento y traslado de vuelta a la Unión Soviética (28 de octubre
de 1962), aunque a otros niveles se extendió hasta noviembre de 1962 e incluso enero de 1963 en sucesivas minicrisis.

Antecedentes

Los orígenes del conflicto residen en la siguiente cadena de hechos: En 1958 y 1959, y bajo el gobierno de Dwight D. Eisenhower y
en plena Guerra Fría, Washington desplegó misiles balísticos con ojivas nucleares en Italia y Turquía, países miembros de la OTAN
que buscaba detener la expansión soviética. Se trataba de los misiles SM-78 Jupiter, con un alcance de 2.400 kilómetros, de acuerdo
con el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). La ojiva nuclear que transportaba cada proyectil tenía un poder
destructivo de 1,44 megatones o el poder equivalente a 100 “Little Boy”, la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima al final de la
Segunda Guerra Mundial. Este despliegue ponía a las principales ciudades soviéticas, incluyendo Moscú y Leningrado, al alcance de
misiles nucleares capaces de destruirlas. Eisenhower ya había reconocido que instalar misiles con el rango suficiente para impactar
Moscú podría llevar a la Unión Soviética a hacer lo mismo en Cuba o México como respuesta.

Desde 1959, la Revolución Cubana impulsó varias medidas de carácter socialista algunas de las cuales, como la Ley de Reforma
Agraria, afectaron a intereses estadounidenses en la isla. Como respuesta, la administración de Eisenhower inició una agenda política
dirigida a derrocar el régimen socialista recién instaurado. Esta comprendía el bloqueo económico, propaganda
contrarrevolucionaria, fomento y apoyo de grupos armados dentro de Cuba contrarios al nuevo gobierno de Fidel Castro, sabotajes a
instalaciones económicas y civiles, filtración de espías; ataques piratas, quemas de campos de caña de azúcar, intentos de asesinato a
sus principales líderes; violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra estadounidenses. Y, finalmente, poner en
marcha un plan para invadir militarmente la isla utilizando exiliados cubanos y mercenarios latinoamericanos. Aunque participarían
pilotos de guerra estadounidenses, no estaba prevista la intervención directa del ejército de Estados Unidos.

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