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UNA SERIE ORIGINAL DE NETFLIX

Respire, señora.

- ¡Empuje! - ¡Respire!

¡Eso es!

Señora, necesito que empuje.

Bien. Muy bien.

Así.

Respire, señor.

¡Que alguien me diga algo!

- Apártese. - ¿Qué hace aquí, lady Danbury?

- Voy a entrar. - No es lugar para una dama.

Alguien debe acompañarla, y si usted no...

- ¡Empuje! - Debo saber si por fin tengo un hijo.

Fórceps.

- Ya veo la cabeza. ¡Empuje! - ¡Empuje!

- ¡Dígamelo! - ¡Dígaselo!

- ¡Respire! - Sí.

- ¡Empuje! - ¡Empuje, señora!

¿Qué es?
Es un niño, señor.

¡Tengo un hijo!

¡Sarah!

Por fin le he dado...

un hijo.

Sarah.

¡Doctor!

Ha perdido mucha sangre.

Sarah...

Un hijo perfecto.

Simon Arthur Henry Fitzranulph Basset, ¡el próximo duque de Hastings!

Señor.

¿Le preparo la habitación de la duquesa?

No. No será necesario.

Siempre hay dos palabras que le vienen a la mente a esta autora

la mañana siguiente a una buena fiesta: "asombro" y "agrado".

Pues bien, querido lector, los acontecimientos de anoche en Vauxhall

fueron más que asombrosos y agradables.

¡Ha llegado, majestad!


¡Por fin!

Resurgiendo de las cenizas de la irrelevancia, como el ave fénix,

tenemos a la señorita Daphne Bridgerton.

La ilustre debutante fue vista bailando no solo en una, sino en dos ocasiones

con el deseado e inalcanzable soltero de oro de la temporada,

el duque de Hastings.

¿Adónde vas tan temprano?

A dar un paseo.

Está sonriendo. El duque casi nunca sonríe.

- Daphne tiene un gran sentido del humor. - Lo necesitará.

Como duquesa, deberá atender muchos compromisos:

dar bailes, saludar a dignatarios extranjeros...

Daphne no solo formará parte de la sociedad, la liderará.

La he preparado bien, milady.

- Ocho bailes. - No.

Ocho bailes.

Quiere que nuestro plan funcione, ¿no?

El objetivo es mantener a las madres a raya,

no arrojarme a los leones.


El objetivo es asegurar que me case en mi primera temporada.

Asistiré a cuatro.

- Seis. - Cinco.

Seis. Y tiene que enviarme flores.

Hoy.

Y de las caras.

Si me cortejara de verdad, dejaría vacías las floristerías.

Si la estuviera cortejando, no necesitaría flores,

solo cinco minutos a solas con usted.

No pretendía...

- Seis bailes, señor. - Muy bien.

- Pero me pensaré lo de las flores. - Y no olvide

que nadie debe conocer nuestro acuerdo.

Ni lo que ocurrió anoche con Berbrooke.

Es verdad. ¿Qué tal la mano?

Usted no hizo nada malo.

Si corre el rumor de que estuve a solas con un hombre,

y que además le pegué, estaré acabada.

- No pretendo provocar ningún escándalo. - Imagino que le sale de forma natural.


No lo sé. ¿Cómo voy a saberlo?

No puedo preguntárselo, no sé cómo pasó.

- ¡Es perturbador! - ¿De qué habláis, chicas?

Penelope pregunta por Marina.

- Prudence... - ¿Qué pasa?

- Penelope tiene dudas. - Si no os calláis...

Respecto a su estado.

- ¿Disculpa? - Ya lo saben.

¿Cómo ha ocurrido, mamá? ¿Va a tener un bebé?

Ya es suficiente.

Querido, ¿lo estás oyendo? ¿Qué vamos a hacer?

No seas tan dramática.

¿Por qué hay que apartarla?

Porque su estado es contagioso.

Parece que Daphne está enamorada. ¿Y le parece un logro? ¿Qué mérito tiene?

Ni que hubiera inventado al duque ella misma. Apareció sin más.

Y la está cortejando.

Seguramente le guste su cara. O su pelo.

Ser guapa y tener el pelo bonito no es un logro. ¿Sabes qué es un logro?


Ir a la universidad.

Si fuera un hombre, podría hacerlo.

En cambio, debo ver lo orgullosa que está mamá

de que a un hombre le guste la cara de mi hermana

y quiera hacerle hijos.

Penelope, no me estás escuchando.

Sé de alguien... que va a tener un bebé.

¿Tu madre? ¿No es un poco mayor ya? Supongo que tu padre querrá un niño...

No es mi madre. Es una criada.

- ¿Hay alguna casada? - No está casada.

- ¿Cómo lo va a tener si no está casada? - No lo sé, pero lo averiguaré.

Sin falta. Si no, ¿cómo evitamos que nos pase a nosotras?

Tenemos logros que conseguir.

¿Dos bailes? ¿Con un duque?

Quedó prendido de tu hermana.

Todo el mundo en la fiesta estaba pendiente de Daphne.

- Cómete una tostada. - No tengo hambre.

¿Seguro que no era porque tenía el vestido roto?

O porque se tropezó bailando.


¿Asistirá el duque al baile de Crawford?

- Es muy probable. - ¿Y al baile de Ramsbury el viernes?

- ¿Y al gran pícnic? - Ya lo veremos, mamá.

Qué pena que Fran se vaya a practicar con el piano con la tía Winnie

y se pierda el compromiso. ¿Ya habrá partido para Bath?

¿Cómo se tiene un hijo?

- ¡Pero bueno! - Creía que había que casarse.

- ¿Cómo? - Al parecer, no es necesario.

Eloise, ya es suficiente.

Daphne, por favor, sigue tocando.

- ¿Vosotros lo sabéis? - A mí no me mires.

¿Has estado en alguna granja?

Espero que no estéis hablando de nada inapropiado.

- En absoluto, madre. - Es más, íbamos a desenvainar los sables.

- ¡Colin Bridgerton! - Para la esgrima.

Señorita, ahí viene Humboldt.

¿Humboldt?

- ¿Humboldt? - ¿Para qué?

¿Ha llegado alguien?


Pretendientes de la señorita Daphne.

Pero... el duque... Ya tienes uno, querida.

Bueno, pues ahora tengo más.

¿Qué es todo esto?

¡Abran paso!

Cuando dijo que me traería...

¡Apártese!

...esperaba ser el único presente.

¡Me he puesto los bombachos de satén!

¡Abran paso!

¡Dios mío!

- Hablaré con mi futura... - Tiene que marcharse.

Dijo que quería dejarlo zanjado. Dio su palabra.

Y la mantengo. Es el único candidato que tengo en cuenta.

No es más que una terrible confusión.

Pero ahora deben marcharse todos.

- ¿Qué está pasando aquí? - Eso mismo digo yo.

¿Por qué decides interrumpir una mañana tan espléndida?

- Porque ya está prometida. - ¿El duque ya te ha pedido la mano?


No estoy prometida, mamá. Nadie me lo ha propuesto formalmente.

¿Se lo he propuesto yo a alguien? Creo que no.

- No seas irrespetuosa. - ¿Irrespetuosa?

No me imagino una mayor falta de respeto

que prometerme a Nigel Berbrooke.

Anthony, dime que no.

- Es un buen partido. - ¿La has prometido a ese hombre?

- No lo suficiente, diría yo. - ¿Qué?

Da igual.

Ahora tengo muchas opciones. No necesito...

Tienes pretendientes, pero ninguna proposición.

Excepto la de lord Berbrooke.

¿Qué le ha pasado en el ojo? Es grotesco.

Daphne ha cautivado a un duque, Anthony. Eso lo cambia todo.

- No me digas que es por Hastings. - La está cortejando.

Han bailado dos veces en un baile. Colin hizo lo mismo con Penelope.

Eso no significa...

Hoy han paseado juntos y nos ha enviado flores a las dos.

Y de las caras.
El duque no es un pretendiente serio. Nunca se casará.

Lo conozco desde hace mucho.

No son fanfarronerías, negación ni falta de madurez.

Es lo que parece.

No me casaré con Nigel Berbrooke.

He actuado por tu propio bien, hermana.

Algún día lo entenderás y me lo agradecerás.

Redactaremos el contrato con Berbrooke y te casarás con él.

- Mamá... - No te preocupes, querida.

Cuando lord Berbrooke vea las intenciones del duque,

tendrá que retirarse.

Quizá no respete la decisión de una mujer, pero sí la de un hombre.

Y si el duque no...

me pide la mano...

- habrá otros pretendientes. - Daphne, vi cómo os mirabais anoche

y esta mañana.

No habrá otros.

El duque será el único.

¿Bailaste con la chica Bridgerton? ¿Dos veces?


De todas las personas de la ciudad, voy y me reencuentro primero contigo.

Admítelo, amigo. Me has echado de menos.

¿Podemos hablar?

Todo lo que quieras, Bridgerton.

¿Vas a bajar o tengo que subir?

Ya le he dado bastantes puñetazos por hoy, señor duque.

- ¿Y bien? ¿Qué es eso tan urgente? - ¿En qué pensabas anoche y esta mañana?

- He oído... - Tendrás que concretar más.

Pienso en muchas cosas.

- ¿Cortejas a mi hermana? - ¿No debería?

No. Y se me ocurren mil razones. Para empezar, es mi hermana,

y por último, ya está comprometida.

Y por si no te ha quedado claro, es mi hermana.

No sabía nada. ¿Ya han publicado las amonestaciones?

Los preparativos ya están en marcha.

Lo he organizado con Berbrooke y le he dado mi palabra.

Qué directo. El problema es que Berbrooke no es un pretendiente digno.

Es más que decente.

Al menos nunca se le ve en burdeles.


Y sé dónde ha estado estos últimos años, aquí.

Y no en salas de juego, barrios de mala muerte

o donde diablos fuera haciendo Dios sabe qué.

Nigel Berbrooke no es ningún santo.

Siempre has sido un buen amigo, el mejor. Pero es mi hermana.

Piensa en todo lo que hemos compartido.

No pretendo ofenderte, ni mucho menos,

pero, como comprenderás, mi familia está por encima de todo.

¿Por qué no dice nada?

Tiene cuatro años, debería hablar.

Está mucho más avanzado en escritura que cualquier otro niño de su edad.

Como si es el maldito Shakespeare. No sabe hablar.

Habla para que te oigamos, chico. Di algo, gruñe.

- ¡Habla, maldita sea! - Lo está asustando.

- A ver si así habla de una vez. - No.

¿Qué has dicho?

No...

¿Qué hace?

- Es tonto. - Señor...
¡Es idiota!

Dios mío.

¿Sabes lo grave que es esto, niño?

Tenemos un título.

Nos lo concedió la propia monarquía.

Pero solo lo conservaremos mientras sigamos siendo extraordinarios.

El ducado de Hastings no puede acabar en manos ¡de un memo!

Apártelo de mi vista.

Este niño está muerto para mí.

Te traigo dulces.

Por si te apetecen. Como todos vamos al baile...

Puedes pasar.

Seguro que hay para las dos.

Dicen que no van a enviarte a casa con tu padre.

Es un alivio.

- Solo imaginar cómo reaccionará ante... - ¿Tu estado?

Marina...

¿puedo preguntarte...

cómo ha ocurrido?
Por los dulces.

¿Dulces?

En Somerset, nuestro pastor daba sermones que duraban horas.

A veces duraban hasta cinco horas.

Casi me desmayaba de hambre y cansancio.

Hasta un domingo.

Estaba a punto de desfallecer, cuando el mayor de los Crane, George...

sir George Crane me dio un paquete de galletas.

Suerte que el pastor no lo vio.

Con el tiempo, empezó a dejarme notas en las galletas.

Nos pasamos meses intercambiando notitas.

Estaba deseando que llegara el domingo.

- ¿Y dónde está sir George ahora? - En España.

Se fue a luchar con Wellington...

pero siguió escribiéndome.

¿Ves?

Entonces...

te ha ocurrido esto por...

Amor.
Por amor, Penelope.

Majestad, el médico real tiene noticias sobre el rey.

¿Cómo es posible que no haya ni un compromiso interesante

esta temporada? Es tremendamente aburrido.

Tengo un cotilleo sobre una antigua criada.

¿Y qué interés tiene una criada? Quiero algo que me divierta y me cautive.

¿El médico va a decirme que mi marido está muerto?

No lo creo, majestad.

Pues dile que estoy ocupada y tráeme papel y sobres.

- ¿Los rubíes o las perlas? - Las perlas, claro.

Mamá, con los rubíes atraeré a más pretendientes.

Si no quiero jugármelo todo a una carta,

necesitaré...

más...

cartas.

Estás en la luna con todo esto del duque.

A Berbrooke sí que lo mandaría yo a la luna.

- ¿Qué ocurre, señora Wilson? - La reina, señora.

- ¿Ha enfermado? - ¿Le ha hecho algo el rey?


- Es el sello real. - Le ha escrito una carta, milady.

¿Qué dice, mamá?

Me han invitado a tomar el té en privado con la reina dentro de dos días.

Olvida las perlas.

Llevarás los diamantes de la familia.

¿Es que le da alergia la ropa de color, señor?

La temporada londinense ya es bastante monótona de por sí.

¿Quiere usted ir a juego?

- Me han dicho que es la última moda. - No para mí.

Deje que me agarre, que llegaremos tarde.

¡Vaya! Al final, resulta que no está muerto.

Milady, no la esperábamos.

No le he visto en Londres, no sé nada de su educación

y su padre ni le menciona. Pero aquí está, vivito y coleando.

Levántese para que pueda verle.

Su madre no querría que su mejor amiga fuese una desconocida para su hijo.

Ha salido a ella. Y menos mal.

Lady Danbury, mi señor.

Veo que no le han enseñado modales.


¿Ha aprendido a leer? ¿A escribir? ¿A montar a caballo? ¿A hacer esgrima?

¿Por qué no va al colegio?

No puedo hablar.

Cuando era niña, hace ya varios siglos,

me asustaba hasta de mi sombra.

Entraba en un salón e intentaba pasar desapercibida.

Pero, con nuestra posición, no podemos estar en un segundo plano.

Sabía que algún día tendría que salir a la luz

y dejar de ser tan miedosa. Así que decidí ser yo la que diera miedo.

Agudicé el ingenio y la vista, cambié mi vestuario y me convertí

en la criatura más aterradora de todos los salones que pisaba.

Acérquese.

Puede hablar.

Le he entendido perfectamente.

Y le ayudaré a superar ese tartamudeo.

Pero, a cambio,

debe prometerme

que, cuando salga a la luz...

será digno de la atención que despierte.


¿Un baile, Srta. Bridgerton?

Necesito que alguien me traiga una copa de ratafía.

Lord Bridgerton, ¿sería tan amable?

Por supuesto, lady Danbury.

Ya no podrán ser seis bailes, sino ocho.

- Y el pícnic. - ¿Un pícnic?

Me temo que debemos avivar las llamas de nuestra farsa.

Por lord Berbrooke, entiendo. Me he enterado.

Debe creer que está a un paso de pedir mi mano para que me deje en paz.

Pues espero no perder el equilibrio.

Espero que no, porque estará pegado a mí toda la noche.

Y finja que disfruta, por difícil que sea.

Sí, bastante.

- Ve a bailar con Daphne. - ¿Por qué?

Porque lo digo yo.

- Quizá no he sido lo bastante claro. - ¿Quieres que la insulte?

- Al contrario. - Quieres casarla con ese cerdo.

Lord Bridgerton,

disculpe la intrusión, pero de ser necesario,


reafirmaré mis intenciones para con su hermana.

Es el premio que siempre he deseado por su belleza, elegancia...

¿Por su buen gancho?

Me gustaría saber si cuento con usted para aclarar este malentendido, señor.

Preferiría evitar cualquier bochorno.

Un poco tarde.

¿Es muy amigo del duque o es que le intimida...?

Tranquilo, Berbrooke. Solucionaré el problema.

Problema que no es de la incumbencia del duque.

Tú no decides lo que me incumbe, incluyendo este asunto de Berbrooke.

Lo daré todo por ella, Bridgerton.

Y quizá llegue a corresponderme con el tiempo.

Déjelo ya, Berbrooke.

¿No le ha contado lo del ojo morado?

- Sufrí una caída. - Se le cayó la dignidad.

Anoche se comportó de forma muy indecorosa

y tu hermana le dio un puñetazo. Se lo tenía merecido.

Señor, debe saber...

Daphne me lo habría contado.


¿Estás seguro?

- No volverás a hablar con mi hermana. - Pero vamos a casarnos.

Atrévete a mirarla y acabarás bajo tierra.

Tienes suerte de que no te dé yo otro puñetazo.

¿Qué ha pasado? Hermano.

No te preocupes por Berbrooke. Se acabó.

- ¿Se lo ha contado? - Qué remedio.

- Todo irá bien, se lo aseguro. - ¿Qué?

Aunque usted y mi hermano no lo crean, soy capaz de defenderme. No tenía derecho.

- Intentaba ayudar. - Pues ahórreselo.

Lo único que ha hecho es humillar a Nigel.

Por no hablar de que todos están mirando. Usted no puede asegurarme nada.

Ha sido una velada maravillosa.

¿No le parece?

Esa joven es un tesoro excepcional.

No lo eche a perder.

Gracias.

- Voy a salir a tomar el aire. - Señor.

Soy yo, señor.


¿Me ha seguido, Berbrooke? Creía que ya estaba aclarado.

Lo estaba hasta que usted lo ha estropeado todo.

Hable con el vizconde.

Lo de anoche fue un error. Por un momento, perdí el juicio.

Lo entiende, ¿verdad?

Entre usted y yo jamás habrá ningún tipo de entendimiento.

Váyase a casa.

Pero usted no la necesita. Es un duque.

Ya tiene el dinero, los contactos y la posición.

Yo sí la necesito. ¿Por qué no me la deja a mí?

Eso depende de la señorita Bridgerton.

Cuando compro un caballo, no negocio con él.

Deje de seguirme o...

Entonces, si tan enamorados están, ¿por qué no le ha pedido la mano?

¿Por qué no se ha declarado ya? A menos que ya la haya mancillado.

Si es así, debe decírmelo.

Porque de haber sabido que no era pura e inmaculada,

- jamás habría... - Cállese.

No vuelva a cuestionar su impecable integridad.


Sí.

Muy bien. Eso era lo que esperaba oír.

No merece ni respirar el mismo aire que ella. Ahora váyase.

¿Y usted sí? Sé lo que cuentan de su padre, Hastings.

Sé cuánto deseaba un hijo, un heredero. Y sé cuánto se esforzó por conseguirlo

porque su pobre madre no era capaz de dar a luz.

Aquí, el menos indicado para juzgar los desaciertos de otro hombre es usted.

De tal palo tal astilla, ¿no?

Señor, lady Danbury y lord Basset están aquí.

Vaya, qué intromisión tan desagradable.

Pensé que le aliviaría saber que su hijo se encuentra sano y salvo.

Sus empleados parecen sorprendidos.

¿A qué se debe la visita?

Mis calificaciones son altas en todas las materias.

Monto, hago esgrima y sé disparar...

notablemente bien, según me han dicho.

Incluso...

Yo...

Eres mi mayor fracaso.


¿Cómo dice?

Ya me ha oído.

No lo toleraré.

Le recuerdo que es el futuro duque de Hastings

y que necesita el poco calor paternal que le quede

en ese corazón de hielo que tiene.

Recuérdeme lo que quiera, siempre y cuando no olvide su lugar:

fuera de mi vista y con esa boca de furcia cerrada.

Le escribí muchas veces para hacerle saber que... no estoy...

muerto.

¿Recibió mis cartas?

Tener que vivir sabiendo que algún día heredarás Hastings ya es doloroso,

pero presenciar tu torpeza es un insulto demasiado grande.

Eres igual de inútil que tu madre,

así que emplearé el mismo recurso que usé con ella:

olvidar que alguna vez pisaste esta casa.

DUQUE DE HASTINGS

Para esta autora, el corazón es un instrumento de lo más curioso

que no entiende de razón ni rango.


¿Qué explicación podría tener que la señorita Bridgerton

considere la oferta de un simple barón habiendo conquistado a un duque?

Puede que la mente de la debutante tampoco entienda de razón.

La receta es mía, señorita.

Seguro que al duque le gustará.

Da igual lo que piense el duque, Rose.

Es un caballero de gustos refinados...

¡Basta!

¿Es por el colorete?

No.

Es perfecto.

Ponme un poco más.

Sepa, querido lector,

que si este extraño comportamiento presagia otro escándalo más,

lo desvelaré. Puede estar seguro.

Porque no hay nada como una salida al campo

para levantar el ánimo y soltar la lengua.

- Dicen que no ha descartado a Berbrooke. - Yo creo que harían buena pareja.

- ¿Puedo ir a jugar con Eloise? - Las damas no juegan.


Perdóname. ¿Puedo dar un paseo con Eloise?

Sí, está bien.

¿Qué te ha contado la criada, la embarazada?

- ¿Cómo ocurrió? - Me ha dicho que fue por amor.

¿Amor?

- No tiene sentido. - Desde luego que no.

Fíjate en mi madre. Tres hijas. ¿Cómo va a tener algo que ver con el amor?

¿Qué más te ha dicho? ¿No está asustada?

Más... triste que asustada.

Pero podría tener un final feliz.

Quiere escaparse y casarse con su enamorado.

Más motivo aún para estar asustada.

En cuanto se case, su vida terminará. Eso no es escaparse.

¡Pobrecita!

No sabía lo del incidente con Berbrooke.

Podría haberte ayudado. Debiste decírmelo.

¿Me hubieras creído?

¿O cambiaste de opinión porque otro hombre te dijo la verdad?

¿Eso piensas de mí?


Sabías cuáles eran mis deseos y decidiste ignorarlos, así que...

sí, hermano, eso pienso.

- Llega tarde. - Mis disculpas.

- ¿Vamos a reunirnos con su familia? - No.

Vamos a pasear por delante de esos hombres que están ahí jugando.

- ¿Qué le ha pasado en la mano? - Boxeo.

Qué entretenimiento masculino tan absurdo.

- Abrócheme los botones de la manga. - ¿Cómo dice?

No tiene de qué preocuparse. Berbrooke se...

¿Sabe qué ha dicho Whistledown de mí?

No. Aunque crea que lo de Berbrooke está solucionado,

nuestra farsa continúa. Aún no tengo marido.

Me siento halagado, pero rechazo su propuesta.

Sí, lo sé. No tiene intención de casarse.

¿Y no será que nadie quiere casarse con usted?

De verme obligado, usted sería la opción menos desagradable.

- ¿Es un cumplido? - Sí.

Pero no importa, porque quiere casarse por amor, ¿no?

Claro que sí.


¿Siguen mirando?

¡Bridgerton!

¿Qué ha hecho?

Buenas noticias, familia Bridgerton.

He tomado cartas en el asunto y ya tengo los papeles para la boda.

- No habrá boda. - Cancelamos el acuerdo.

Lord Berbrooke, no tiene buen aspecto. ¿Hablamos en privado?

No hay nada más que hablar.

Aunque ya veo quién es el cabeza de familia.

Porque si fuera usted, ya le habría advertido a su hermana

que no le conviene actuar como cuando estuvimos a solas en Vauxhall.

Por supuesto, el mero rumor de un escándalo podría causar estragos

hasta en las familias más influyentes.

¿Qué haría alguien como lady Whistledown con una información tan indecorosa?

- ¿Es una amenaza? - En absoluto.

Porque pienso casarme dentro de tres días.

La joya de la temporada será mía, lo mejor de la alta sociedad,

una Bridgerton.

Y la salvaré a ella y a toda la familia


de la desgracia de la que usted no pudo protegerlos.

Espero con ansia la unión de nuestras grandes familias.

Bridgerton. Hastings.

- Pienso desafiar a Berbrooke. - Anthony.

Estoy preparado y conozco las reglas.

No te batirás en duelo con él. ¿Entendido?

Me da igual lo preparado que estés. Es ilegal y terriblemente espantoso.

No me queda otra opción, madre.

Deshonrar a una joven, y más aún a una hermana,

- tiene consecuencias mortales. - No es la solución.

¿Y si lord Berbrooke cumple su amenaza antes de que lo mates?

¿Qué ocurrirá?

Podría irse de la lengua en cualquier momento y sería mi ruina...

y la vuestra.

Debo casarme con Nigel Berbrooke.

Es la única opción.

Rose, ¿nos dejas un momento?

Siempre te he inculcado

que el matrimonio es lo mejor que te puede ofrecer la vida,


y es cierto.

Pero el matrimonio no solo te da una pareja.

Te da comodidad, una casa que atender

y, lo más importante, hijos.

Te dedicarás a cuidar de tu familia y te colmará de felicidad.

Estoy segura.

Papá y tú...

Erais una pareja maravillosa, mamá.

Eso era lo que yo quería.

Era lo que esperaba encontrar.

Y yo también.

Eloise Bridgerton.

Adelante.

Castígame.

¿Me das uno?

Yo quiero algo diferente.

- ¿Como qué? - Algo distinto.

Veo a Daphne prepararse para los bailes, los vestidos y los pretendientes y...

me agota. Yo no quiero esa vida, Benedict.


De veras creo que valgo para algo más que eso.

Aunque no se me permita hacer otra cosa.

Que sepas que...

no eres la única.

¿Aún sigues cortejándola?

¿Cómo es?

Se va a casar.

Entonces, ya eres libre.

Una más.

Majestad.

¿Qué le parece?

¿La música?

Es preciosa.

¿Es de Mozart?

Conocí al señor Mozart cuando no tenía ni diez años.

Me acompañó en una ocasión mientras cantaba un aria y supe que sería

uno de los mejores compositores de Europa.

Y no se equivocaba en absoluto.

Casi nunca me equivoco con esas cosas. ¿Sabe por qué?


Porque cuando le extiendo mi favor a alguien,

espero que cumpla.

- Majestad, ¿es...? - Brimsley.

El rapé.

Es muy chismoso.

Si nos escuchara hablar, toda Inglaterra estaría enterada de nuestros asuntos.

Entiendo.

Supongo que sí.

Esperaba un gran futuro para su hija con su entrada en sociedad,

un futuro junto a un duque, por ejemplo.

Tal unión sería...

Bueno...

sería de lo más fascinante, no cabe duda.

Como decía, el brillo del éxito no solo benefició al joven maestro.

Cambió el destino de su familia ya que, de otro modo,

nunca habrían salido de Salzburgo.

¿No le parece?

Pues sí. Eso creo.

¿Qué haremos, señora?


Invitar a lady Berbrooke a tomar el té inmediatamente.

Nigel es mi único hijo.

Es un joven muy especial.

Como suelo decir, Dios no me bendijo con otro hijo

porque con él ya había alcanzado la perfección.

Caramba.

No todas las mujeres tienen tanta suerte.

Señorita Bridgerton,

permítame que me fije en usted.

Muy lozana.

Aunque un poco ojerosa.

- Fue una noche larga. - Muchas emociones, supongo.

Pero debe esforzarse más, querida. Mi Nigel es muy exigente.

Ya ha rechazado a muchas debutantes muy hermosas.

Me dijo: "Madre, valoro más los logros que la belleza".

¿No es fascinante?

Tu señora está arrasando con las galletas.

Tranquila, Rose. Yo me encargo.

Amas de llaves...
Se lo tienen muy creído,

pero somos las doncellas las que más trabajamos.

- La nuestra es igual. - Pero tenéis suerte.

No será complicado llevar la casa estando solo lady y lord Berbrooke.

Sí... Ni te lo imaginas.

¡Ni siquiera le ha dado un sorbito al té, querida!

Una joven debe estar bien alimentada para tener hijos.

Los arenques con pan de centeno son mano de santo.

Así concebí a mi Nigel.

Contadme.

¿Qué ocurre?

¿Por qué crees que he invitado a esa mujer a tomar el té?

El servicio se entera de todo, como ya sabemos.

Tenemos algo muy jugoso.

Lord Berbrooke tuvo un hijo con una criada y se negó a mantenerlo.

- Ahora ambos viven de la chatarra. - Qué ruin.

Precisamente por eso debemos librarnos de él.

Lo negará todo.

¿Quién creerá a una mujer antes que a un hombre?


Puede que nadie.

Solo si lady Whistledown lo hace. Haremos lo que hacen las mujeres:

hablar.

Y únicamente se casó con ella

porque su padre había derrochado toda su fortuna en América.

Mon Dieu. ¿No le parece el escándalo más morboso de la temporada?

Podría haber otro aún peor.

Todos los barones tienen bastardos.

La echó incluso antes de que diera a luz.

¡No me digas! Hay que contárselo a Jennie y a Mary.

Ha llegado a oídos de esta autora

un sórdido rumor que tiene conmocionada a la alta sociedad.

Se dice que las apariencias engañan,

pero, en el caso del bobalicón del barón Berbrooke,

su desagradable aspecto representa perfectamente

todo lo que ocurre bajo su techo.

No me sorprendería

que lord Berbrooke se ausentase para atender ciertos asuntos.

Asuntos que podrían estar relacionados con los pagos que le debe
a una antigua criada suya y a su hijo.

Esperamos que la criatura saliera a la madre.

Dicen que Berbrooke ha abandonado la ciudad.

Se ha solucionado el problema y dudo que sea una casualidad.

En el futuro, actuaré de otro modo.

O tal vez no.

Sé que la sociedad ha dictado tu papel en esta familia,

pero, una vez zanjado lo de Daphne, puedo arreglármelas sola.

Esto es para ella. Son tulipanes.

Simbolizan la pasión.

Será perfecto para cuando decida casarse con el duque.

Le haré uno igual a tu futura prometida.

Buenas noches.

No pretenderá tenerme aquí encerrada eternamente, ¿verdad?

Aquí solo hay una responsable de su confinamiento, señorita.

¿Eloise?

¿Necesitas algo?

No.

Sí.
Me alegro de que todo este asunto de Nigel Berbrooke haya terminado.

Gracias.

Se oyen muchas historias de matrimonios horribles

y finales infelices y...

es aterrador.

- Eloise, no te preocupes... - ¿A ti no te aterra?

El matrimonio, los hijos...

Los niños son una bendición.

Aunque sé que tú no me entiendes.

¿Ya has olvidado lo que le pasó a mamá?

Cómo gritaba aquella noche.

Te pusiste a cantar para que no la oyera, pero su voz retumbaba por toda la casa.

A veces, aún tengo pesadillas.

Casi se muere...

meses después que papá.

Claro que no lo he olvidado.

Por supuesto...

que tengo miedo.

Habría que ser tonta para no tenerlo a estas alturas.


Es cierto.

Mamá pasó...

una noche horrible.

Pero trajo al mundo a Hyacinth,

y nos hizo muy felices a todos.

Sí, Eloise. Es posible

que hallemos más oscuridad de la que nos han advertido.

Pero hay luz al final del camino.

Y sé...

que algún día...

ambas la encontraremos.

Debe de ser agotador.

¿El qué?

Fingir tanto con ese empeño que le pones.

No debió perder los estribos con lord Berbrooke.

Debe saber, Srta. Bridgerton, que no tolero a los abusones.

Y usted debe saber, señor, que no dejaré que esto salga mal.

¿Nuestra farsa?

Ya es algo más que eso.


Es más que un acuerdo.

Ya no se trata solo

de impresionar a lady Whistledown, a la reina o a cualquiera.

Se trata de una vida. Mi vida.

Debo tomar el control.

No puedo hacer otra cosa.

Así que no dejaré que esto salga mal. Si no está de acuerdo, hágamelo saber ya.

- Accederé... con una condición. - Usted no lo entiende, señor...

Llámame Simon.

Si quieres que de verdad parezca que somos la pareja de la temporada,

llámame por mi nombre.

Muy bien...

Simon.

¿Qué tiene de gracioso mi nombre?

No, nada.

Es un nombre perfecto.

¿Perfecto? Muy bien... Daphne.

Quiero encontrar un marido...

para formar una familia y tener hijos.


Pues vamos a encontrártelo.

¿Un baile?

Por supuesto.

Usted y la señorita hacen una pareja encantadora, señor.

¿Qué le preocupa?

Nada en absoluto, lady Danbury.

Hijo mío, has vuelto para ocupar el lugar que te corresponde.

Mi corazón está fallando,

pero te aseguro que está lleno de orgullo

de ver el duque en el que te has convertido...

y el linaje de los Hastings perdurará.

Escúchame con atención...

porque solo he vuelto por un motivo...

para hacerte un juramento,

el único que haré en mi vida.

Jamás me casaré.

Jamás engendraré un heredero.

El linaje de los Hastings morirá conmigo.

¿He sido lo bastante claro, padre?


Habla, puto monstruo.

¡Habla!

Subtítulos: Cristina Giner

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