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TÉCNICAS DE TOMA DE DECISIONES

Los 2 sistemas de toma de decisiones de nuestro cerebro, según


Kahneman, estos 2 sistemas son:
El Sistema 1, automático e impulsivo

Se trata, básicamente, de lo que solemos denominar como


intuición. Es el sistema inconsciente y automático que sentimos
«en las tripas». Nos pone alerta cuando notamos que algo no va
bien, aunque no podemos decir conscientemente qué, o nos
hace cruzar de acera si detectamos algo que no nos cuadra en la
nuestra.

Ese sistema automático también hace que sea difícil de


controlar y nos haga tomar malas decisiones en ciertas
situaciones: por ejemplo, seguir comiendo patatas fritas hasta
acabar la bolsa, cuando en realidad estábamos llenos desde
hacía rato.
El sistema 1, sin embargo, es muy importante.
Es el que nos ha mantenido vivos, es el que
hace que nos apartemos del coche que viene
sin que nuestro cerebro consciente tenga que
procesar la información y sopesar qué pasa.

En otras ocasiones, es la intuición que nos


hace tomar las mejores decisiones a pesar de
que no tenemos todos los datos o estos dicen
lo contrario que nuestro instinto.
El Sistema 2, consciente y considerado

El segundo sistema, usando los términos de Kahneman, es el


que nos permite ejercer autocontrol y concentrar nuestra
atención deliberadamente.

Es un sistema más «moderno» y adaptado a la vida de hoy,


donde las decisiones no tienen que basarse en correr si es un
depredador o perseguir si es una presa.

Nos permite planificar el futuro y tomar decisiones más


complejas que la de apartarnos si cae una maceta.

Kahneman nos enseña que estos 2 sistemas no trabajan en


armonía, tomando el control cada uno según sea la situación.
Siempre están peleando y a veces «gana» el que no debe.
¿Por qué? Porque estamos influenciados por sesgos cognitivos
a la hora de tomar decisiones, que nos hacen tomar las
erróneas.

Los economistas creían que las personas tomaban decisiones


económicas racionales basándose en una maximización del
beneficio, tras sopesar pros y contras.

Nada más lejos de la realidad, el sistema 1 tiene mucho poder


también sobre los negocios y lo económico. Un ejemplo es el
sesgo de aversión a la pérdida, muy presente en todas las
decisiones. Este sesgo viene a decir que estamos más
inclinados a movernos para no perder que a movernos para
ganar.

Para evitar ese y otros sesgos implantados en el inconsciente,


podemos tomar mejores decisiones siguiendo estas técnicas o
consejos.
1. Dejar las emociones en casa cuando se trata de dinero o
negocios
Muchos inversores de bolsa pierden mucho dinero porque no
pueden evitar esto. Y la bolsa lo sabe, por eso es un casino
desde que se creó.

¿Quiénes ganan? Los que sacan a las emociones de la toma de


decisiones e implantan sistemas. Estos permiten tomar las
decisiones racionales de manera automática.

Así, cuando nuestras acciones llegan a un tope elevado, se


venden. Cuando llegan a un mínimo, se compran. Cuando llegan
a otro nivel, se venden para evitar perder demasiado, etc.

La famosa frase de: «Los negocios son los negocios» debe


guiarnos en todo momento y dejar de lado lo personal y
emocional.
2. Ampliar el campo de visión

La clave para una respuesta adecuada suele estar, paradójicamente, en


hacernos mejores preguntas.

Muchas veces nos dejamos llevar por lo que vemos y nos quedamos
atrapados por esa percepción: «¿Quieres helado de fresa o de naranja?»
nos preguntan.

Para tomar la decisión correcta en ese caso, lo principal es tener bien


claro si no hay más opciones, más sabores de helados, si solo podemos
elegir helados o hay otra clase de postres…

Hemos de ver siempre si hay más de lo que parece. O dicho de otra


manera, hemos de aprender a realizar mejores preguntas. En este caso,
por ejemplo: «¿Hay algo más postre?».

Lo principal a aprender con esta técnica es que, en muchas situaciones,


tenemos más opciones de las que parece y hemos de buscarlas.
3. La técnica premortem para tomar mejores decisiones

Curiosamente, una de las técnicas favoritas de Kahneman no es


suya, sino del psicólogo Gary Klein, quien reconoce que, para
desarrollar la técnica, se basó a su vez en los trabajos de
Kahneman.

La técnica del premortem se basa en imaginar que la idea o


decisión que estás considerando ha fracasado estrepitosamente y
debemos encontrar el motivo.

El ejemplo típico es el del doctor que va a operar, decide hacerlo


de cierta manera e imagina que su paciente ha muerto. Partiendo
de esa situación, va hacia atrás pensando cada posible paso que
pudo hacer que muriera. Conociendo qué puede salir mal, puede
evitarlo mejor.
Eso es un premortem, porque el paciente está todavía vivo, pero el
médico está considerando con cuidado cada posible cosa que puede
salir mal.

Con esta técnica vencemos el sesgo de optimismo que siempre hay


en muchas decisiones, especialmente de negocios. Es por eso que, en
el seno de las empresas, la técnica del premortem para tomar
mejores decisiones se emplea en equipos si es posible.
El problema de muchas organizaciones es que los empleados temen
hablar de motivos de fracaso, aunque los tengan en mente. Así que
se callan para «ahorrarse problemas con los de arriba», pero la
empresa acaba con un problema mucho mayor por culpa del ego de
esos de arriba.
Esto se evita porque lo que se encomienda al empleado,
precisamente, es sacar eso a la luz en la tarea del premortem.

Algunos estudios han comprobado que, con esta técnica, se pueden


mejorar hasta un 30% las probabilidades de predecir correctamente
lo que ocurrirá y tomar mejores decisiones.
4. Automatizar las pequeñas decisiones y las poco importantes

Automatizar pequeñas decisiones y convertirlas en rutinas ayuda a no vernos


consumidos por ellas, a que nos entretengan y roben la energía necesaria para
tomar buenas decisiones importantes.

Usar un análisis profundo para decisiones sin importancia es agotador y una


pérdida de tiempo. Por eso, lo mejor es crear un sistema y automatizar, un poco
como en el ejemplo de los buenos inversores de bolsa.

Ejemplos de esta técnica de toma de decisiones poco importantes:


Steve Jobs era famoso por vestirse siempre de la misma manera, de modo
que eliminaba la decisión de qué me pongo cada mañana, superflua para él. No
es el único genio que lo hacía y no tenemos que llegar a ese extremo, pero sí
aprender de él.

Tim Ferriss también es famoso por automatizar ciertas decisiones de su


negocio. Si por ejemplo un gasto o una inversión es menor de 100 dólares, ni se
la piensa. La adquiere o la persona que tiene bajo su cargo tiene vía libre para
adquirirlo. En lo personal, lo he adoptado también, para no caer en el sesgo de
perder tiempo y esfuerzo por encontrar algo más barato o hacerlo yo mismo,
que al final acaba costando más.
5. Consultarlo con la almohada
Esta técnica es muy importante a la hora de
tomar buenas decisiones. Dormir ayuda a
aclarar los pensamientos al día siguiente, a
afrontar la decisión estando más frescos.

Además de eso, permite que las emociones,


siempre volátiles y poderosas, hayan seguido
su ciclo natural y no lo dominen todo.
Cuando es necesario usar el sistema lento y
más objetivo de decisión que hemos visto, nos
conviene consultar con la almohada si no
tenemos del todo clara la decisión.
6. Cómo tomar mejores decisiones más rápido, el método Amazon

Una de las técnicas más interesantes para tomar mejores decisiones,


en un contexto como el actual, viene de Amazon.

En Amazon se prima la velocidad por encima de otras cosas. Su


fundador, Jeff Bezos, es consciente de la importancia de esa velocidad
y la favorece, por eso, suelen usar esta regla:

Muchas decisiones deberían ser tomadas cuando se tiene alrededor


del 70% de la información que te gustaría tener.

Si esperas más, digamos que hasta el 90% o así, seguramente estás


siendo demasiado lento en muchos casos.

Hoy día, arreglar lo roto o enderezar el rumbo suele salir más barato
que ser demasiado lento.
7. Cuándo confiar en la intuición para tomar buenas decisiones

Por lo que hemos visto de los sistemas 1 y 2, parece que


desechamos la intuición completamente cuando se trata de
negocios. Nada más lejos de la realidad.

La intuición es poderosa y puede ser muy útil, especialmente


para cierta clase de decisiones, donde los datos son inciertos o
aplicar un sistema 2 nos lleva a conclusiones poco claras o a un
bloqueo.

Qué es la intuición y cómo ayuda a tomar decisiones

Antes de nada, pongamos sobre la mesa qué es la intuición:


pensar que sabes algo sin conocer realmente por qué lo sabes.
Estás seguro, pero no sabrías decir exactamente por
qué. Sin embargo, no se debe a un sexto sentido ni a
algo mágico. Esto se produce cuando gran parte de
ese proceso ha sido inconsciente, pero sientes que
estás seguro.
¿Cuándo podemos confiar en la intuición para tomar
decisiones?

De acuerdo a Kahneman y otros expertos, como


Herbert Simon, en general podremos hacerlo cuando
se trate de una materia en la que seamos expertos.

Por eso, para mejorar nuestra intuición en algo, lo


ideal es convertirnos en expertos en ese algo.
Concretando un poco más, nuestra intuición será
probablemente correcta en estas situaciones:

• Cuando el entorno no cambia o es lento en esos cambios.


Sistemas complejos y adaptativos son enemigos de la
intuición. Por eso, en los negocios, que son exactamente
esa clase de entornos rápidos y cambiantes, conviene
domarla un poco y apoyarnos en ese sistema 2 que analiza.

• Cuando hemos adquirido un montón de práctica en esa


clase de situaciones. Es decir, la hemos visto y vivido ya
muchas veces. Esta es otra manera de decir que somos
unos expertos con cientos de repeticiones de la situación a
nuestras espaldas.

• Recibimos un feedback inmediato y cierto.

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