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A. JALONES PARA UNA HISTORIA DEL CONCEPTO DE IMAGINACION La imaginacién literaria no es sino el desarrollo pa icular de una facultad mucho més general Reema je la actividad misma de la conciencia. El problema ¢ rresponde por derecho a filésofos y psicdlogos: la teoria literaria, como en otros muchos casos, recurre a una no- cion nacida del dominio propio de la literatura, y cuyo valor desborda el campo de la creacién literaria. Si el término carece de especificidad y exige ser mas precisado, tiene al menos la ventaja de describir aquello que rela- ciona el acto de escribir con los datos fundamentales de la condicién humana: contribuye a establecer un vincul ecesario entre la teoria mas general de la conciencia y | eoria de la literatura. La imaginacién, insinuada en la misma percepcién', ezclada con las operaciones de la memoria’, m acompanando el proyecto, la esperanza, el miedo, Tas conjeturas, —la imaginacién es mucho més que una facultad de evocar imagenes que dupliquen el mundo de nuestras percepcio- nes directas: es un poder de diveregncia gracias al cual nos representamos las cosas distantes y nos distanciamos de T Kant. La imaginacién es un notwendiger Ingrediens de la percep cién misma, «En la percepoin mds rigurosa esta presente siempre ta imaginacién, se muestra a cada instante y a cada instante es eliminads por una investigacion inmediatan (ALarN, Eléments de philosophic, 19+ ed., 1941, p. 54). > ? «Die Tmformung der Bilder und dildlichen Zusammenhinge, le sie in dem Brinnern statifindet, ist indes mur der einfach ote wit darum am meisten unterrichtende Fall der Bildungsprozesse, techs > Phantasie charakterisierenn (W. DILTHEY, tung, 5 ed., 1961, p. 183. Das Erlebnis und die Dich. 137 las realidades presentes. De ahi esa ambigiiedad que en. contramos siempre: esboza ante nosotros Ta configu. racion de lo realizable, antes de que sea realizado. En este primer sentido la imaginacién coopera con la «funcién de realidad», ya que nuestra adaptacion al mundo exige que salgamos del instante presente, que sobrepasemos los da- tos del mundo inmediato, para alcanzar mentalmente un futuro antes indistinto. Pero, | + al volver la espalda al universo evidente que el presente acu- mula en torno nuestro, puede también tomar sus distan- cias y proyectar sus fabulaciones en una direccién en la que no tiene por qué tener en cuenta la posibilidad de una coincidencia con el acontecimiento: en este segundo sen- tido, rror mas 0 menos volun- ario, fascinacién pura. Lejos de contribuir a la «funcié; ie realidad», alivia nuestra existencia arrastrandola a |. gion de los «fantasmas». Asi, contribuye sucesivament ampliar nuestra dominacién practica sobre lo real, 0 4 romper los vinculos que a él nos ligan. Y, lo que viene a complicar atin mas las cosas, nada garantiza el éxito de la imaginacién anticipadora: corre siempre el riesgo de no recibir la confirmacién que espera, y de no haber pro- vocado sino una vana imagen de nuestra esperanza. En contraposicién, hay que reconocer que la imaginacion més delicada conserva siempre una realidad propia, a la que pueden recurrir todas las actividades psiquicas. Es un dato entre otros datos, Si en toda vida practica, exis- te necesariamente una imaginacién de lo real, vemos ebmue también subsiste, en el desorden de image- Vemos claramente ee es posible aducir toda la lite’ ee siempla, le actividad imaginaria‘. En una a a amplia, la idea de imaginacién sdlo tendra or general, definiendo Ja apelacin al signo verbal (at pnt, 8s Observaciones do Kan, Jaseuns sobre 1a Phantasie, en Philo Jae tie yi e, 3856, pp. 282284: ePhantasie ist dle positive Bedingu"? indlichen 7wi7kttchung der Bzistenz. Durch dle Gefaht det Wve? sie Kann’ tetate Otto antasio als absolutes Bewusstsein zuideuti? pegiauy til consulta lund zunichtmachende ‘Tatischung sei", Bedeutiing der Phariigi® Q°°% de Hans Kunz, Die anthropologishe tum 3), Basilea, 1946,” ? YOIS. (=Studia Phitosophica, suppleme JoP. Sasrne, 11 do y ‘aprehendide dinaire, p. 242: aE] objeto estético se ve const irreals, idido por una coneiencia imaginante que lo afirma com? 138 ditivo o visual) y a la representacié diteferencia inmediata a la resent mental fas a la consecucion de placer estéticy empir : : stético, mbargo, ya se sstético, Sin embargo, ya se han realizado algunas subdivi pes restrictivas: ‘ha quedado excluida la, imasinacion pasiva», la imaginacion ereproductivay; el He ee oy ja ro ya ni 5 imaginacion «esl Sods simon eats, que esté de Ile (Ribot). Todavia no es suficiente, P: ; no alcance un valor operativo en la critics itennis eo iso que intervengan nuevas distinciones, delgnnxiy acepciones mas restringidas, orientaciones ese nano ia actividad imaginante, En la actuslided ve ee eeges trabajos consagrados a la deseripen ie We hose set suneeree.imaginarios Ode Ia siemens oe sunlretie JnRg J ginacién material» de estos trabajos, segtin declarat res, pretenden iluminar un aspecto limitado de lee obvan una zona particular de la creacién liseeoria? gon er oe ee et mentos constitutivos de la obra. Para estos criticos la imaginacién se expande en un dominio determifation Ta imagen, el simbolo, el mito, el sueiio o la cisunacion las combinaciones inestables del deseo y la sensacién. Explo- ran lo imaginario como geélogos prospectando un one I precioso desigualmente extendido por el subsuelo —es. s0 aqui, abundante acull4, Para ellos lo imaginaria n coextensivo al movimiento de la obra: es sélo un co nente, Esta deteccién de lo imaginario sélo es posibl ando se considera la imaginacién en una acepcién es- tricta, diferente del sentido amplio, donde no es otra co- sa que la facultad de representacién cuyo ejercicio es condicién necesaria (pero no suficiente) de toda produc- cién y de todo placer estético. La idea de imaginacién, en su abre un campo tan amplio que e deja de mirar sin vértigo: pues n las clasificaciones habituales que 4 compatibles, La imaginacin en sent sinacién en sentido estricto no se oponen: mse, mation eréatrice, Paris, 1900 a : ion Paris, Rie Ba, 2 cat ier, d-P. Richard, G, Poulet, F- Germain, etc, (entre Ios aut utilizados ‘a, Con vis. riqueza y extensibilidad, J ojo mas entrenado no 10 es posible proceder a istinguen sentidos in- tido amplio y la ima- forman una "deax-Pavt. Sanne, L'Imaginaire, Paris, 1040. 139 continu as investigaciones que abordan el problema continued: Icjon limitandose a tino U oro de ss asp tos extremes, presuponen siempre prolongaciones imp. citas. Cuando Sartre’ estudia lo sna, se dedica a describir el poder muy general que tiene Ia conciencia de irrealizarse en la actividad imaginante; pero la teoria de Sartre no deja de tener consecuencias para la com. prensién de la literatura y del simbolo. Cuando Gaston Bachelard'' se interesa por la imaginacién, se vuelve ha. cia los momentos privilegiados de la invencién poética: de esta manera, elabora una teorfa de Ia relacién con el mundo, donde el reino de la poesia se extiende mucho mas alla de las fronteras de la «literatura». ¢Cémo han Ilegado hasta nosotros tales problemas? Es el momento de esbozar a grandes rasgos la historia de la idea de imaginacién, en sus relaciones con la litera- tura. La palabra gayasia (y su equivalente latino imagina- tio), que alude en Platon a una combinacion de sensa- cion y opinién, en Aristteles el movimiento interior con. secutivo a la sensacién, en los est sensacion mi m una La imaginacién, facultad intermedia entre sentir y el pensar, no posee (segiin la teorfa clasica co- min) ni la evidencia de la sensacién directa, ni la cohe- rencia légica del razonamiento abstracto. Su dominio es el parecer y no el ser. Su situacién intermedia hace que no sea ni un punto de Ilegada efectivo, ni un punto de des- tino legitimo: secundaria y derivada en relacién a la sen- sacién, es preliminar en relacién a la actividad de la i ligencia, que debe volverla a someter a control. Lo im: ado no tiene la consistencia ontoldgica del objeto pe Hbido ni la de la esencia ideal: para el hombre que quicts Jercer la plena latitud de los poderes humanos la hnagi » una operacién transitoria. Si el , es imitacién de una apariencia Por tanto, productor de una se na imagen de la imagen. Sin em 1042, are ICs, La Peyehanatyse du feu, 1988; L'Eau et les Réves. ee Songes, lois fa Terre et os Réveries Waigaghtrre & les Reveries du repos, 148 10ST; La Podtique dete Heo Mame: 148; La Postique de Tespee®, 140 (vinmars trenauacee) es, gunda apariencia, de’ rgo, hay imagenes de imégene: Sonviccion del que las contgengs, Ue Se apoderan de Ja rosimiles. Gracias a la guvtaain, lan me orpideradas ve- —bajo el control del juicio que d aoe mimética mil— puede crear la imagen semejaniy (ore, Mets bate yen : br 2 oe diciones de éxito de la pinot, sobre se nto see sobre su sentido entre las actividades humanas, Las ay, ciones de gavtusia, de gaveasjia 0 dusiona permanccen sub: yacentes, ya que no hay mimesis sino por y para la ima. ginacién “. Y en raz6n de esta alianza forzosa el arte ie curre en una condena que le reduce a no ser mas que una educcion perniciosa o, en el mejor de los casos, un jue: jo sin consecuencias. La debilidad ontolégica de lo ima jnario compromete al arte y lo apresa en la region de jo-ser y de la mentira. ¢Debemos concluir que la tradicidn filoséfica nos in- vita sin reservas a desconfiar de la gavtusiz? El problema es mas complejo, y las observaciones siguientes nos ayu- darén a comprenderlo. a. La apelacién a lo imaginario —es decir, a la ima- gen 0 a una apariencia de accion real o verosimil—es la Condicién necesaria de la (GH#MGMBIS. Pues lo imaginario conserva, por una parte, el poder que tiene la realidad de provocar nuestras pasiones, de resonar en las profundi- dades de nuestros cuerpos; por otra parte, no siendo real el acontecimiento representado, la emocién que suscita se podra gastar puramente: (en «pura» pérdida): de ahi el efecto de purgacién, de catharsis". La nocién de imagi- °’S. H. Buren, Aristotle's Theory of Poetry and Fine Art, 4" ed., 107. Para una aproximacién més detallada de estos problemas no po- demos dejar de remitir al muy completo estudio de M. W. Bunpy, The Theory of Imagination in classical and mediaeval Thought, Univ. of Illinois, Studies in Language and Literature, vol. ‘XII, mayo-agosto de 15 . 23, the objective reality of things, but only their sensible appearances. Indeed, by the very principle of Aristotle's philosophy, it can prostat no more than a semblance: for it impress the artistic form poy a ee emer to thay form, Thus te ever sel {0m nlc 18 not proPeprresponding wants. Hareln les the sere: 8 magical effect is wrought. The press 4, und the aesthetic emotion is releast 141 fed as an independent reality» ve pues a la de «liberacién» —por inter. nario nos conduce pum & citado por la ilusion. A lo g medio del gasto pasional sust lo due ge cl jue un le. vghade a hecho de que un ARE ir, ‘desarrollado en la sustancia de Ta Pp: y 0 ima. nar butaria de la vida de| inacion, i i bea iaeone (seein los antiguos) de sus imagenes cuerpo, no cisps d. La imagen, especialmente en el sue. en completa libertad. Se eeaentanciiet fio, se nos impone con una especie de esp idad, de mn i Jumbrada por una luz que le es propia, autonomia, como al . dice Aristé ¥ que no somos duefios de rechazar. Si, como dice Arists eles, la imaginacién es un movimiento engendrado por la ar ‘Anima, III, 3), este movimiento se sensacién en acto (De Anima, III, 3), ¢ a impone desde el exterior de nuestro intelecto, tiene una especie de objetividad degradada. Y Aristételes, por me Gio de la etimologia, nos explica que la imaginacion est también habitada por la luz que ilumina los objetos ex- teriores. «. Tamb ara. conforme a una tradicién ya bien arraigada, es proveedora de imagenes sin Tas que no puede pasar el in- telecto para elaborar su miel de ideas abstractas. Pero no se limita a asegurar pasivamente la transmisién de las imagenes, sino que posee también (como lo admite Tomas de Aquino) ns penis aia por tanto, puede ser sucesivamente fuente de ilusién y facultad inventiva. Ade- més, su situacién intermedia le procura un doble contac- to con el mundo inferior de los sentidos y con el mundo superior de la luz espiritual. La poesia inspirada resul- ta entonces obra de una imaginacién, que apartandose de su origen «mundano», tiene que ser iluminada desde lo alto. La vision poética es alta fantasia: intuicién sensible de una realidad espiritual iluminada por la caida de un rayo celeste", Cuando el espiritu se acerca a la luz inteli- gible, la imaginacién es suplantada (0 como agotada) y el poema toca a su fin: AlValta fantasia qui manco passa (Parad., XXXII, 142). ® Bnneadas, IV, VI, 13, Tomis ve AQuINO, Sum. Th., I, 78, 4: Ad harum autem formarum retentionem aut conservationem ordinatur phantasia sive imnaginati qua idem sunt; est enim phantasia sive imaginativ quasi thesaurus diam, formarim, yer sensi acceptarum. , 84, 6: Procul dubio oportet in vi imagi oe potentiam passivam, sed etiam actioam, "™@"atina Ponere non exhiiatr *% % Imaginatio est quidam attior potentia quam sensts ” Purg,, XVM, 18-18: O imaginativa tal volta si al uor, vom non, sccenge”® TH? polar ht Umtorno suonin mille tube chi’ move te, se't senso non tt Moveti lume che nel ciel s'injorma, er 86 0 Der vole che gi fee 144 Los limites de la fantasia son idénticos a los de | oesia. tres siglos reina una disciplina a ia que se puede conve, nir en Ilamar «clasica». Segun esta tradicién, la concep- cidn del poema es una actividad del espititu {ingegno, Wit); el artista que compone debe dejarse llevar por el recuerdo de los grandes modelos antiguos; cuenta srenos la novedad que Ia aproximacién a una perfeccién ya co- nocida, que puede repetirse inagotablemente: la invencién es el descubrimiento de ideas convenientes, apropiadas al sujeto; la imaginacién cumple su funcién, pero al lado de los otros «sentidos interiores»: sin ella no habria nin. guno de esos ornamentos (metaforas, otiposis) que hacen vivo un estilo. Ean ooe Bs debe con- tentarse sta. ion. Glee ORIN ;Pobres de sv ober ee ee la imaginacién! «Se toma a menudo por genio, escribe Rapin, lo que solo es puro efecto de la imaginacién... Un cspiritu superficial con un poco de mundanidad es capaz le tales obras". Para Voltaire, para Marmontel, la ima: inacin es un don precioso cuyo grado supremo es e mtusiasmo. Pero debe intervenir oportunamente, no e1 ‘a concepcién de la obra, sino en el momento de la eje- cucin. «Un poeta disefia primero el orden de su cuadro; la raz6n sostiene el lapiz en ese momento. Pero, eéquiere animar a sus personajes y darles los rasgos de las pasio- nes? Entonces la Imaginacién se inflama, actia el entu- siasmo; es un corredor que se exalta en la carrera, pero lu carrera est4 trazada regularmente ”. La imaginacio1 onforme a la tradicién filosdfica, es el intérprete de Merpo y puede animar la obra dotandola de su atract ve < Presencia corporal: sélo ella puede crear la dopies q © calor y de vida, pero, segiin la teoria clasica, calor y —— Amsterdam, 4h Rarm, Réflezions sur la Poétique, en Oeuvres, me ie ore tar Ge ‘les Ut, mim, 111 (el Juicio, La Memoria, La, tmaginactén): “Voltaire, citado por Marsowret, Eléments de Us * “Imaginaciény, 145 10 vida no son cualidades primarias, sino elementos sobre- afiadidos, colores apasionados (a menudo meras ilumina- Giones) que han de respetar prudentemente las figuras trazadas de antemano por un dibujo razonable " Una nueva tradicién nace en el siglo xvi. La imagina- cion, par: jue no es el primero en adop- tar ésta acepcién), no es uno de los sentidos interiores, sino que designa al conjunto de los sentidos interiores, No es tnicamente reproductora y combinatoria: es el principio del juicio aplicado a lo particular, es la fuente viva de las formas originales, principio de la infinita fe- cundidad del pensamiento: sinus inexplebilis formarum et specierum™. La imaginacién tiene como soporte, en el hombre, un alma imaginativa, un spiritus phantasticus, semi-material, semi-espiritual. Segtin una tradicion proce- dente de Sinesio y transmitida por el neoplatonismo flo- rentino, entronca con el alma del mundo y con el espiri- tu material sutil que constituye el fluido planetario. Los efectos césmi: san, en nosotros, a través de la vis imaginations ‘omo podemos ver, no faltan metafo- ras; jes una definicion bien imaginativa de la imagina- cién!). Nuestro cuerpo material es obra de la imagina- cién: Ergo phantasia instar virtutis vivificae format et ipsa proprium corpus. «A las teorias de la imaginacion responden, escribe Roberto Klein, las teorias de la ima- gen «ropaje» o «primer cuerpo» del pensamiento.» Se pue de verificar esta correspondencia, por una parte, en la teoria del simbolo —con sus variantes metafisicas, pan- simbolismo, magia— y, por otra, en la del concepto (rela- cién entre el pensamiento y la expresién), donde se llega hasta Ja idea de un universal de la imaginacion y del plan como concepto... Por vez primera entendida como esen- (la idea estética», segin Kant, queda dentro del marco de est definielén, Se asocia nan gconcento, Ct. Critica del Juicio, 1, 49: Die em gegebenen tung der Binbildungskrayt.. “Dene” Bearitfe beigeselite Vorst * Cf. R. Kuz, «Liimigination comme vétement ame chee Marsile Ficin et Giordano Bruno», La Forme et Pintaaigitte, Pats Gallimard, 1970, p. 6588. La imaginacién es pues el ormno esencial de nuestra relacién con el todo, el vines macr0- commio:tSobreslattuncioatdaciatie eagearel miceocoemo 9. imaginatioa en el pensamiento d& Renacimiento, ver la importante obra de 45 auxen, Spiritual ond demonic Magic from Ficino to Campanella, Lovdne ea 146 cia del arte; responde al naturalismo, al patetismo y al subjetivismo barroco» ”, Una corriente del pensamiento médico, procedente de Paracelso, se suma a esta corriente filoséfica y gnéstica. mE} Su cuerpo invisible domina el cuerpo visible y acta a distancia, incluso sobre los mismos astros. «<2 Qué es pues la imaginacién sino un sol interior actuando én su propia esfera?» *. Estas ideas se transmitiran de Paracel- so a Van Hedmot, a Fludd y Digby, a Boehme, a Stahl, a Mesmer, hasta los filésofos romanticos (pasando por los médicos de la escuela de Montpellier). Mas atin, la tradi- cién «clasica» y racionalista asociando a la idea de imagi- nacién las de vida, vivacidad, animacion, calor, habria preparado el ambiente para el reconocimiento de la pri- macia de la imaginacién, desde el momento en que la vida ya no resulta ser un hecho secundario, un resultado de combinaciones mecanicas, sino por el contrario un ch una especie de energia ind r Si la vida no es ya Ia resultante de un conjunto de fue: zas mecdnicas, si es esencialmente un poder plastico, un poder de sintesis, en tal caso la imaginacién no puede ser la asociacién pasiva de las huellas del mundo exterior inscritas en nuestras fibras (fancy segtin Coleridge): @SD Desde , im sya uN CO} nente accesorio del genio, una sierva abnegada que con- Wibiive al eabcloccormte ce legal ade: apa ae & ironombte paradesignatselgeniienTussr de ser una adherencia ajena a la concepcion de la obra, es el poder creador primordial, la «reina de las facultades» (Baude- ire), el logos activo (am Anfang war die Tat) del qui do depende, Imaginar es para el alma roméntica a jismo tiempo crear y conocer, es participar amorosa ente a la vida del gran todo, La imaginacién prolong: fa vida de la Naturaleza (o de Dios); es una fuerza supra: Personal que intenta individualizarse a través nuestig (a menos que sea una fuerza personal que alejandose de nos otros a través de la obra, busca una salida hacia lo unt versal)*, La obra de arte, como nos recuerda el titulo : a BRR ao? il mn, 1 mt: % Cf. Auer Béaurn, L'Ame romantique et le réve, Paris, 147 poss . del libro de Abrams ¥, al dejar de ser_un espejo fiel del mundo dado, se_convierte en una (UEBIERMEI cn, una (Gaanparaeratatep expresion ‘sensible de una presencia inefable, la del artista y el misterioso poder que le «po- see». La copia realista def dato sensible es una traicion a la realidad espiritual: ésta reside en las correspondencias metaféricas del universo. Asi se define una surrealidad que no es obra arbitraria de nuestra fantasia *. Nuestra imaginacion coincide en parte con la Imaginacién que configura la trama visible e invisible del mundo, y esta participacién se verifica, en lo esencial, de forma incons- ciente. Al dualismo racionalista que subordinaba la imagi- nacién (facultad presa en el cuerpo) a los empefios de la inteligencia, el Romanticismo opone un monismo_ irra: cionalista, 0 un dualismo tragico —donde y donde Ia ra: x liscursiva re] inal, la separa- cién, la desanimacién, el principio de muerte. (Es facil re~ conocer en este resumen sincretista del pensamiento ro- méntico las ideas comunes a Blake, Coleridge, Words- wort, Shelley, Novalis, Schelling, Jean Paul, Maurice de Guérin, Baudelaire”, etc.) Hay que destacar antes de nada, que la teorfa roman- tica de la imaginacién (que aim sobrevive en los epigonos del movimiento surrealista, vagamente ocultistas y em- papados de magia) se desarrolla bajo el aspecto del re- chazo, como un mentis apasionadamente enemigo de la razén mecéanica, en el instante mismo en que ésta organi: za la ciencia, pone la naturaleza en formulas fisico-qui- micas y consigue las técnicas que transformaran el mun- do. La Naturphilosophie de 1800 atin podia sofiar con re- convertir en magia esta ciencia avasalladora y en interpre- tarla como una poética. Al ser imposible la’ conciliacién, la rebelién romantica oscilaré entre dos extremos: © bien, de manera casi delirante, oponer a la imagen del mundo formada por la ciencia un firme propésito de no recepcién, 0 yuxtaponerle una especie de teosofia donde la imaginacién, conservando sus privilegios objetivos, s¢- guirfa siendo un 6rgano de conocimiento, y, mejor atin, de *M. HL. Auuaus, The Mirror and the Lamp, 1968, Sobre las fuentes roménticas de In teorin. survealista, ver MARCEL Racine, De Bavbelsite au Surréalisme, Paris, 1934, > No queda otzo remedio que remitinse a René Weis, a History of Modern Criticism, en particular t. Il: The Romantic 49e, ‘88 eo 148 articipacién; © bien, mas modestamente, reivindicar p: Ia conciencia individual el derecho de’aislarse, de Te jar sobre un horizonte imaginario, donde expandirse | reatividad del yo y donde nada se'oponga a la original dad de la fantasia personal. A falta de poder abrir a la imaginacién cl espacio del universo, a falta de poder apo- yar la ambicién de un gran realismo magico, se verifica un repliegue al espacio interior, se traducen los suefios jntimos, y se cae de Ileno en la secesién idealista. Imagi ar, ya no es participar en el mundo, es persesuir la pro ia imagen bajo las apariencias infinitamente variable. ue puede revestir. Para el simbolismo, lo imaginario s incularé al mito de Narciso. No es fortuito el hecho d ue el principio de este siglo asista al nacimiento de la lefinicion de introversion: die Riickbiegung der Libido auf die Phantasie®. En ell§i165RX) la funcion atribuida a la asignacién li teraria variard segtin que el critico o el tedrico se inspire en las filosoffas de la naturaleza herederas del romanti- cismo. (Bergson), © en las filosoffas del conocimiento sub- yacentes al racionalismo cientifico, La imaginacién se- gin la teorfa surrealista —érgano vital de nuestra relacién con el universo, centrada en lo maravilloso, transfiguran- do Ia vida en poesia y persiguiendo en todas sus opera- ciones una revolucién permanente—, no tiene, ostensible- mente, nada en comin con la imaginacién de que hablan los psicélogos de la inteligencia (o Husserl o Sartre): fa- cultad «banal» y «prosaica» que consiste en proponer no importa qué objeto fuera de su actual presencia percep- tible. Son cometidos tan radicalmente distintos que hay que preguntarse si se refieren a la misma funcién, y cé- mo es posible pasar de esta prosa a aquella poesia. Hay, sin aa un terreno donde los fildsofos de la natura- leza y los filésofos de la conciencia, se cruzan, se encaran y, curiosamente, parecen encontrarse; este terreno es el de la vida afectiva, la psicologia de los sentimientos y las emociones, . El psicoanilisis distingue, entre las representaciones mentales, un cierto ntimero de imAgenes que no son re- miniscencias neutras, sino figuras fuertemente cargadas de afectividad, A este nivel, la imaginacién no es una pee *C. G. Juno, Psychologische Typen, Zurich, 1921 149 3 i6n i sino una aventura del de. acién intelectual, sino v : ividad fantasmatica, la Phantasie freudiana no er cretiejoasl I del mundo percibido, ni un es ni un «reflejo» intelectual pa geto de participacién metafisica, en To: delstant verso: 0 simple ope datos de la experiencia afectiva. En el suefio des Discs, el trabajo fantasmatico (del que aceptamos, Ear simplificar, que la obra literaria no sea mds que uno de los aspectos) responde a una situacién presente, persi- gue un futuro posible, y se refiere a un pasado vivido, es decir, a una historia®: la tarea del analista es entonces la de localizar la historia, el pasado vivido, las pulsiones primarias, por encima de las mitologfas fantaseadas o de las representaciones fabulosas del deseo prohibido. En la éptica ortodoxa del psicoandlisis, el simbolo, co- mo el sintoma, son formaciones de compromiso; son la expresién que la libido adopta, a falta de poder alcanzar su objeto exterior y ser aceptada en el yo consciente. Emi- le Benveniste ha sefialado que los mecanismos invocados por Freud (condensacién, desplazamiento, negacién, etc.), se asemejan extrafiamente a las técnicas estilisticas del discurso. «Son asombrosas las analogias que aqui se in- sindan. El inconsciente utiliza una verdadera «retérica> que tiene, como el estilo, sus «figuras», y el viejo catalogo de tropos puede proporcionar un inventario apropiado pa- ra los dos registros de expresién. En ambos ladee eneon. tramos todas las téci el tabi: el eufemismo, ricién, la litotes. La naturaleza del ¢ pO su sentido y su di- en los diferentes niveles de ® Origen del fantasms fantasma con el deseo: aPurce a! tasmo fn Ia oscenay. (3 represen- ‘Pantasme original, tances fod MN LAPLaNCHe et J-B, PONTALT y abr 1064,‘ Trogieggri#ines, du fantasmen, Les Temps Fieup en «Der Dichter und das Phat * Baaics caer » t. VIT, Londres, 1964, Uinguistique génerale, Paris, 1986, conciencia que ocupa, debera ser analizada simultanea- mente como un discurso y como un comportamiento. Ca- be winicamente subrayar que la tarea esencial que el racio- nalismo freudiano asigna al espiritu no es la expansin de la actividad imaginativa, sino el conocimiento objetivo, la desimbolizacién del simbolo, el desciftamiento y la st misién de su sentido criptico» ®, Las tcorias freudianas del subconsciente, que deben mucho al romanticismo, se prestan a todos los rebrotes del romanticismo. Con Jung y su teoria de los arquetipos, los simbolos vuelven a ser universales, y a nivel de inconsciente colecti: ¥ . . Los simbolos religiosos, que hubiera sido blasfemo, seguin las religio- nes antiguas y la tradicion cristiana, asociar a la subjeti- vidad y al capricho de la imaginacién, recuperan una es- pecie de sustancialidad trascendente en las profundida- des psiquicas a donde la gnosis jungiana los transporta. La imaginacién, en lugar de ser una modulacién indivi- dual de nuestra relacién con el mundo, se ve atribuir de nuevo Ja funcién de una fuerza césmica. No se considera actividad arbitraria; es un secreto del mundo en el que estn iniciados el sofiador y el poeta. Asi, a través de las ambigiiedades, los malentendidos y los alicientes de la no- cién de simbolo, se pasa de una filosofia de la conciencia, a las especulaciones de una filosofia de la naturaleza psi- cologizada —con consecuencias faciles de adivinar en la critica literaria, es decir, en un terreno donde se puede dar libre curso a las més confusas nostalgias. Gaston Bachelard ha sabido precaverse: sus tltimos libros nos ponen en guardia contra la tentacién de conferir a los simbolos un valor sustancial independiente. Su filosofia de lo imaginario permanece firmemente vinculada a un punto de partida subjetivo, es decir, a un cogito de la fascinacion y la fantasia. Aungue Bachelard se preocupa extensamente de la estructura del mundo imaginario, de las dimensiones en que se afirma, del acto constitutivo que le hace sur de la lettre dans Dp. 86.87, oques Lacan, «L'instance Hhwonsclenty, en Bortl, Pars, 100, Pp. 409528 : ogg, Pundamentalmente, ef. Pav Rrcorun, De UInterprétation, Paris, ” Cf, Giupenr Durann, Les Structures 2° ed,, Parts, 1963, 1s anthropologiques de Uimaginaire, 151 gir, trata menos amplia y atentamente una cuestién pre. judicial que sin embargo reviste una importancia capj. tal: gqué justificacién atribuir a la apelacién a lo ima. ginario, qué funcién concederle en el contexto de las de. mas actividades humanas ¥ de las otras elecciones del espiritu? Para Bachelard, la opcién cientifica y la op- cion imaginativa son, al mismo tiempo, polarmente puestas, simétricas y complementarias. El hombre ni esita sofiar como necesita el oxigeno; se vive mal si n se sabe sofiar bien. «La funcién de lo irreal... es psiqui amente tan util como la funcidn de realidad tan fri cuentemente invocada por los psicélogos para caracte- rizar la adaptacién de un espiritu a una realidad marca- da por los valores sociales» *. «La imaginacién es “prin- cipio de excitacién directa del devenir psiquico” *... “Se mutila la realidad del amor separandola de su irreali- dad”*.» Debemos sefialar que Bachelard limita su in- terés a los aspectos euféricos de la imaginacién; que sdlo considera las imagenes gozosas, como si no cxis- tiera un imaginario de la angustia; que, por otra parte, privilegia una imaginacién centrada en las sustancias clementales (fuego, agua, tierra, aire) y dedicada a dis. frutar algunos contactos fundamentales en el seno de un espacio generalmente benévolo. En. contraposicién, climina de su repertorio imaginario las ficciones dra. miaticas, los mitos desarrollados, como si lo imaginario dejara de interesarle en cuanto, saliendo del terreno eve celia relacién con el mundo, se adentra “practico» de la ética y de la relacién con glioto:tibiina de culpabilidad, simbolos de lucha entre En realidad, para wi Preguntas que nosotros a critica completa, todas las g ©s planteamos sobre [a estructu- ra interna de los cuniversos imaginarioss deben ‘acom sobre yada en cada ecrli jor: a Jacién a Ja imaginaci6; ‘© mejor: de la ap : ; in). No , cena riar los objetos, las imd; €8 suficiente con inve! 06, | genes, etc., que constituyen ¢l mundo imaginario de un autor; estos datos carecera? de walor, a menos que nos interregemnet osbe ia ale > due tiene para ese escritor la eleccion de la * la terre ot les Reveries de ta 1: 4a Poctlaue de ta reverie, 40 OME, Dp. 24 152 literatura (es decir, de lo imaginario entro de e: primer imaginario, ‘la eleccién mas 8 enor daligeeds le una segunda © tercera potencia de lo imaginario: lo fantastico, lo magico, lo enovelesco», lo sobrenatural jas combinaciones «desrealistas» del lenguaje”, etc. Lo jue nos interesa conservar de los trabajos de los criticos freudianos y marxistas, o de la critica sartriana (deudo- ‘a de Freud y de Marx simultaneamente), es que no exis. imaginacion pura, no hay imaginacién que no sca u omportamicnto, animado por un vector afectivo o éti 0, y orientado positiva o negativamente en relacién in dato social. Aqui (pongamos en Ariosto) la imagi. nacién se confunde con un juego colectivo; allé, por ejemplo, en Rousseau, traza la decoracién de un refu- gio donde el individuo se exila y dialoga solitariamen- te consigo mismo; aculld, en Zola, se insintia, contra la voluntad del escritor, en un empefio de descripcién rea- lista. En Don Quijote y en Madame Bovary, la imagina- cién novelesca, toma como tema los dafios que provoca una imaginacién novelesca pervertida: entonces nos ve- mos obligados a considerar lo imaginario en dos nive- les diferentes: sTodo induce, pues, a afrontar la necesidad de un estudio di- ferencial de los niveles de realidad e irrealidad, a medir la distancia que separa de una imaginacién crecida (la de las ficciones delirantes) lo minimo imaginario, inse- parable de toda creacién literaria. No olvidemos tampo- co que la tolerancia respecto a la imaginacién varia, se- gin los medios, los momentos, las tradiciones. En una palabra, vemos delimitarse una tarea critica que no se ceffirfa al andlisis del universo imaginado, sino que ob- servaria a la potencia imaginante, en su situacién rela~ tiva al seno del contexto humano de donde procede. Por- que la tarea critica, sin duda siempre interminable, con- siste en escuchar a las obras en su fecunda autonomia, pero percibiendo todas las relaciones que establecen con el mundo, con la historia y con Ia actividad inventiva de toda una época. ” Ver el estudio que BLANCHOT inarion en L'Espace littéraire, Paris, 1955. 153 consagra a las «dos versiones de lo

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