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© 1995, RIcARDO Marino, sega ‘Av, Leandro N. Alem 720 (CIO0LAAP) Ciudad de Buenos Aires, Argentina ISBN: 978.987-04.0065-3 Hecho el depésito que marca la Ley 11.723 Impreso en Argentina, Printed in Argentina Primera edicién: diciembre de 1995 Décima reimpresién: febrero de 2005 ‘Segunda edicién: enero de 2006 Octava reimpresisn: febrero de 2011 Eiicign: MARIA FERNANDA MAQUIEIRA Disefio de la coleccién: MANvet. EstRaDA Una editorial del Grupo Santillana que edita en:Espafa + Argentina Bolivia « Brasil » Colombia + Costa Rica + Chile + Ecuador El Salvador * EE.UU. Guatemala + Honduras + México # Paraguay + Peri Porty Uruguay « Venezuela Panams ial + Puerto Rico « Repiblica Dominicana Mari, Ricardo Jesds Ex hero y ts cuetos.- 2a ed, 8a reimp, - Buenos Aires : Aguilar, Alea, ‘Taurus, Alfguare, 2011 80p.;20e12 em, - (Naranje) ISBN 978-987.04.0065.3 1.Nartiva Infanti Argentina. 1 Tuto DD Ass3 9282 ‘Taios los derechos reservados, Esta publicacién no puede ser reproducda, i en dinnies Panes repstrada en, o trnsmitida po, un sistema de tecuperanoe Seinformacién, en ninguna forma ni por ningin medio, sea mecdoiee ‘letrénico, magnético, elecosptico, por ftocopia,o cualquier ote a Permiso previo por escrito de a editorial, fotoquimico, El héroe y otros cuentos Ricardo Marifio llustraciones de Fortin AL] GUARA BIBLIOTECA POPU J.B. ALBERDI Lartoque~ Enire Ric ; GANEM olnesin Bb zsnwirsviey wobsaib: De todos los bi- chos de la Planta de Limon el mosquito Efrain era el més sufrido. No habia cuca- A & racha, arafia, bicho boli- ta o moscardén que no se riera de él asustadizo, torpe, timido. Hasta sus hermanos solfan murmurar “jcabeza quito!”, cuando él cometfa un hacer algo”, pensaba Efra trataba de no ofr las burlas Un dfa tomé Planta de Limén don De madrugada, mi Bp ; ho 2 marote del Capitan. Cuand Efrain recordé a sus padres Pero luego penso: fuerte, 0 el bareo zampe, ¥ rompi6 a lorar, “tengo que aprender a ser para eso emprendif esta aventura... Re- correré el mundo. Volveré con el ojo furioso”, Sus problemas empezaron ni bien tuvo ue Procurarse comida. Efrain se tird en picada Sobre el enorme brazo del Capitan, hundiendo Su aguijén en la piel. —iMaldicién! —srit6 el hombre, alzan- do su mano gigantesca. Una milésima antes de que la mano se estrellara contra el brazo, Efrain logr6 apartarse. Furioso, el Capitin agarré un matamosquitos y lo persiguié por todo el cama- Tote. Tras una terrible persecucién Efrain esca- P6 por debajo de la puerta. El resto del viaje es- tuvo Ileno de peligros: un temporal lo sorpren- dié descansando en la vela mayor; otro dia fue atacado con armas quimicas Por el enloquecido Cocinero chino que lo bafi con sus aerosoles € - insecticidas. Efrain tosié tres horas seguidas. Otro terrorifico momento fue cuando sus patas tios més increfbles, Un dia pele6 cont jenes britinicos y los venci6. Otro dia « enredado en las telas de una arafia escocesa demostrando una fuerza que ni él mismo ima 6 desprenderse. an Say tanto los vecinos de la Plantade Limén y, en especial los padres y hermanos de Efrafn, no pasaban un dia sin recordar al mosqui- to, arrepentidos de haberlo maltratado, “;Dénde estaré? Qué injustos fuimos. Era un mosquito muy joven y nos burlamos de é” —deefan: Hasta que una noche sucedi6 algo in- cre‘ble: todos los bichos del veeindario se tras _ Jadaron hasta el bar “Don Chicho" a ver el par tido Argentina-Inglaterra. Cada uno se ack 6 como pudo, volando alrededor de la lam Pero casi se mueren de la cue pués del gol argentino, vieron Efrain daba vueltas y vuelt 15 parecié estallar de rabia. Una parte de los hu- manos y casi todos los insectos insultaban al referf aleman. Los demds se agarraban la cabe- za, miraban la pantalla como hipnotizados y repetfan: —Y ahora... Los insectos se agruparon més cerca del televisor, sobre la cabeza de un sefior pelado. El inglés iba a tirar el penal y el arquero argentino esperaba nervioso. Los segundos pasaban, in- terminables. La pantalla mostr6 un primer pla- no del delantero inglés —jEfrain! —grit6 de pronto una mos- ca—. jEs Efrain! ? Efrain el Mosquito estaba a sobre la mejilla del delantero inglés \ esperando que el referi diera la orden para patear el penal —Esté por... por —aleanz6 a murmurar ell hermano mayor de Efrain. a No alcanz6 a decir “pi- carlo”. El referf hizo so- nar el silbato. El jugador corrié hacia la pelota y 16 cuando estaba por patear Efrain hundié su aguic jon en su acalorada mejilla. El delantero se sor- Prendi6, hizo una extrafla mueca y tiré la pelo- ta a la tribuna. El “Don Chicho” estall6 en gri- tos de algarabfa. Pero en medio de los festejos una cucaracha que estaba sobre la propia mesa del televisor grité: —jEsperen! No fue necesario que explicara nada Porque todo se vio con claridad: el jugador aca- baba de pegarse en la cara, aplastando a Efrain, Los bichos salieron volando del “Don Chicho” sin interesarse por cémo seguia el par- tido. Desconsolados regresaron enmudecidos a Ja Planta de Lim6n. Fue una noche interminable en la que nadie podfa parar de lorar y de decir Cosas como “fue un héroe” 0 “yo jamas me hu- ra animado a arriesgarme como lo hizo é1”. Bueno, no todas las historias pueden te- ner final feliz y sobre Efrain el Mosquito sdlo falta agregar que a la mayorfa de los bichitos que nacieron esa temporada los padres les pu- sieron su nombre y que cada tanto en el barrio de la Planta de Limén aparece escrita, con indu- dable letra de insecto, la leyenda “Efrain vive”, L&stima que no sea cierto. El rapto BIBLIOTECA POPULAR J.B, ALBERDI Larroque Entre Rios Soy un canario que huy6 de su jaula. Antes, cuando vivia enjaulado era d6- cil, cantaba afinado, salta- “1 ba graciosamente de un palito al otro, comfa al- piste y lechuga tierna. Mi nombre era Capulli- to, {Si me vieran ahora mis antiguos duefios! A propésito uso las plumas tiznadas, vuelo libre como el viento, ensayo horribles gorjeos, me junto con las urracas y los benteveos, canto guarangadas, almuerzo aj{ picante y me hago llamar Malhumor. ‘Ahora soy libre, libre. Y si alguien im- tenta atraparme para meterme en una jaula jpo- brecitos sus dedos!, he afilado mi pico endere- zando alambres de piia, de puro malo, para pre- 20 ® ees Fi = eS a Pa’ lo que venga. En los ratos lic bres leo el Martin Fierro 0 compongo for $08 ri. mados. El mes que viene voy a cas arme na on UI canaria del barrio de Palermo, Pero antes teng 0 que raptarla, torcer los alambres de su jaulita d le oro y huir c at on ella a la pampa a vivir en el le los ombties. Nada detien rio co e a un cana que eligié ser gaucho. Y libre un canario - 2 "s BIBLIOTECA POPULAR J.B, ALBERD! Larroque - Entre Hios Me llamo Angurria de Bienes y mi his- toria es triste y sencilla: tenfa yo una bellisima canaria de dorado plumaje que por las mafianas alegraba nuestra casa. Su trino era una finfsima hebra de un hilo melodioso que recorria 1a pro- fundidad de los corredores y atravesaba diafa- namente las altas habitaciones. Un famoso cr dor de canarios nos la habfa obsequiado asegu- randonos que su estirpe era no menos principal que la de nuestra familia, Nunca Te faltaba so racién de alpiste ni 1as hojas de la verdura més fresca que un criado puede hallar en el merce: do: tampoco, el agua cristalina servida’ en vasi- to de cristal, la zanahoria rallada y. Jos trocitos de albaricoque. ‘ Mas un dfa mi felicidad y la de Abslico Bienes, mi marido, llegé a su fins alguien que- rfa arrebatarnos a nuestra avecita. ? Era un pajarraco torpe y sucio. Lo des- cubrimos una mafiana Tevoloteando la de nuestra canaria. AJ Principio no le dimos importancia aunque de todos modos tratamos de espantarlo a scobazos por temor a que con- ‘agiara a nuestra canaria enfermedades como el Plojillo (ort6ptero, pardsito de las aves), tan co- min en los pajaros vagabundos. Con 2 escoba logramos alejarlo un rato pero a aprovechando nuestro descuido, volvié a acer- carse a la jaulita de la can: ante la jau- ia. Me aproximé armada con un diario en- Tollado y me lancé con justa furia sobre el odio- So pajaro pero él se atrevié a enfrentarme: abrié su pico y encrespé su sucio plumaje. No me animé a pegarle. ;Parecia dispuesto a arrancar- me los ojos! Esperé a que Abiilico regresara de sus Oficinas. Al rato mi marido y yo salimos decidi- dos al patio. BI Hevaba un matafuegos, un bas- t6n y un trabuco usado por un antepasado nues. fo para ahuyentar a los indios: yo, agua soda y un abanico, —La historia se repite —dijo mi marido, 4 Y por cierto se enfrental la misma decision con que cien afios antes nues- tos abuelos rechazaron el malén para defender Sus mujeres y sus estancias. ba al vil avechucho con Sin embargo Iegamos tarde, en todo ca- SO sélo a tiempo para ver cémo el pajarraco ha- cfa salir a nuestra Canarita a que habia hecho torciendo un que atinéramos a hacer na el rapto. Los vimos alej 10 del patio, través del espacio alambre. Antes de ida, estaba consumado “jarse por sobre el limone- # , I He hecho trabajos sucios en mi Ke ¥ creo que a esta altura ya nada me onal ae un cuervo, no una gatita mimosa. Asi qt oa do aquel matrimonio vino a verme para Er es Contrara a su canaria, presuntamente rap! a un pequefio pajaro al que deseribian oH ‘ cio” y “criminal”, no me proce ae por los detalles, eso si, le pedi una maker 6 de dinero. El hombre titubes pero la mujer le dio —Y también tiene que elimin —agregé la vieja. —Entonces cobro el No fue dificil dar con la parejita, Varios gorriones los habfan visto pasar, una lechuza les habfa dado de comer una noche que los encon- trd medio muertos de frio y hambre, y un ancia- no benteveo les habia indicado cémo yolar pa- ra la pampa. Yo me hacfa pasar por un pariente de Buenos Aires que los andaba buscando por un problema familiar. Una mafiana, por fin, los encontré. Me habia pasado toda la noche oculto entre los tra- vesafios de un poste telefénico, espiando el mo- vimiento de los moradores de un gigantesco ombt que habia a unos cuarenta metros. Espe- cialmente sospechaba de un nido que s6lo podia ser obra de un mequetrefe de la Capital. Los pa- Jitos estaban torpemente dispuestos y parecian a punto de caerse. Ademés, lo habfa hecho sobre a un gajo sin hojas, asi que, de Hlover, se inunda. rian. Tenfan que ser ellos, Para descartar cualquier duda co: una vecina, una paloma buchona gorda como tna ealesita. Efectivamente eran ellos: la gorda me dijo que habian legado hacia una que eran de Buenos Aires, que milia bien y que é1 tenfa la ri nsulté g semana, “ella” era de fa- la costumbre de embarrarse las alas para parecer un gorrién, Pero que en verdad era un canario amarillo, Ha- bian escapado juntos para casarse, dijo la bu- chona. No paraba de hablar. Le dije gracias cin- CO veces pero ella seguia: que tienen cuatro huevitos a punto de romperse, que son buentsi- mos y cantan todo el dia y qué sé yo cudntas estupideces. “Yami qué me importa”, me dije. “Soy un profesional y me pagan por Ilevarmela a ella y eliminarlo a él.” Me acerqué volando suave- mente, Justo en ese momento se hizo un grite- rfo en el nido de los canarios: acababa de rom- Perse un huevito. La canaria gritaba enloqueci- i. ‘e@ntenta y el canario lagrimeaba como ‘una cotora vieja, —jSoy papa! jSoy pap4! —gri cesar el payaso, agitando sus plumas er Al verme pasar me Hamé: —Yenga a brindar conmigo, don C A. ie ey fa canario era picudo, tenfa dos plumas locas medio mojadas, y temblaba de frfo. Horrible. La canaria me lo dio ie tuviera en brazos. Me di tiempo para ver re } eliminaba a su padre, cémo me deshacfa j bé y me Ilevaba a Ja canaria. 30 EI pich6n abrié los ojos y me sonri¢, —Pon Cuervo est emocionado, se |e caen las lagrimas’ —comenté la canaria por Ip bajo—. El sera padrino de nuestro hijo. Los felicité y me fui, furioso conmigo mismo. En ese momento supe que nunca més seria el cuervo frio y violento de otra €poca, Habfa legado la hora de retirarme de la profe- sin. Volvi a Buenos Aires. A la vieja, cuando vino a verme, la saqué carpiendo. Cada tanto me hago una escapada hasta la pampa a ver a mi ahi ido. Le Hevo alpiste que robo de pasada en alguna jaula porque a pesar de vivir entre los arboles el pichn nunca se acos- tumbré a la comida ordinaria que le quiere dar el Padre. Ya le ensefié a volar planeando, a cazar lombrices y a tres o cuatro cosas més de esas que sirven para andar por la vida, BIBLIOTECA POPULAR J.B. ALBERDI Lartoque - Ente Rios Los cuatro increibles En épocas muy remotas y en un lug: r Iejano su- cedié que un Rey cay6 enfermo. Pa- ra curarse, los médicos le recomendaron que antes de una semana bebiera agua de la Gran Cascada, Jo tinico que lo podia sanar. De no ha- cerlo en ese tiempo, aseguraron, irremediable- mente moriria. Pero la Gran Cascada estaba a muchas jornadas de camino a través de las montafias, por senderos inaccesibles para los caballos y las mulas. Sélo un corredor superdotado podria le- gar hasta alli en el tiempo requerido. EI Rey dio a conocer un bando, con el que mandaba a llamar a los hombres mas r4pidos 4 del reino. A quien realizara la hazaf nor tiempo le prometia una gran recompensa, Uno de los que ley6 el anuncio fue Go. dofredo el Veloz, y ni bien terminé hacia el castillo del Rey, en el me. de leer salig En el camino encontré a estaba de rodillas en el suelo, ala tierra. un hombre que aplicando su ofdo Hombre, qué estas h Plegunt6 Godofredo, Estoy escuchando el ruido que hace una plantita a punto de nacer, —iTan poderoso es tu ofdo? —1Ya lo creo! Me Ilaman Todo Ofdos —Entonces al castillo. laciendo? —le Por qué no vienes conmigo iE] Rey esta enfermo y nos necesita! Caminaron juntos un rato hasta que se Getuvieron ante una mujer que estaba mirando hacia las montafias. ~@Qué estas mirando? —le preguntaron. —Miro la ctispide de la montana: alli hay un Aguila cuidando su nido... —iTan poderosa es tu vista? ‘No es el Aguila la que me Ilama Ja ‘ino uno de sus pichoncitos: tiene una by ne atenci6n 35 fia mancha blanca en las plumitas que ro- peque! su pico. } i ; = ‘Increfble! Tendrias que unirte Ht = ” ap tros. El Rey enfermo nos necesita..., Me sotros. mo Godofredo el Veloz. —Y yo soy Todo Ofdos. 18 —Acepto. Mi nombre es Telese6pica. Anduvieron los tres hasta encontrar un hombre que estaba tirando una piedra. se No hay ningiin animal por aqui. ¢ qué le estas tirando? —le preguntaron. “e —Tiré una piedra para hacerla pegar Aa ta cua- la chimenea de mi casa, que esta a pehen a * dras de aqui. Es para avisarle a mi mujer qi 2 2 ida. empiece a hacer la comi ‘ wee J Es cierto! —exclamé Telesc6pica- — x . Estoy viendo a la piedra. Se dirige a Ta a 4 ne... jDio en el blanco!, y una mujer Se esté po niendo un delantal. —Me Ilamo Piedrazo. Jamas pee > —Si te unes a nosotros podrds ayudar al Rey —le dijeron. { ‘Al fin llegaron al castillo y 0 sus servicios. ; Ni bien vio. a Godofredo el 7? frecieron eS Ic] 02, i a 7 Rey se dio cuenta de que ése era el hombre in- dicado. Pero también se habfan ofrecido para ir ‘a buscar el agua de la Gran Cascada, Tidor el Gigante y Osvalda la Peor A la madrugada siguiente salieron los tres competidores llevando céntaros para traer agua de la Gran Cascada. Muy pronto Godofredo el Veloz aventa- j6 a los otros dos. Y en lugar de tardar una se= mana fue hasta la Cascada en un rato. Mientras regresaba con un céntaro Ileno de agua, encon= tr6 a sus dos adversarios, que todavia no habfan recorrido mas que un corto trecho. —jEh! ;Un momento! —le grit Osval- da la Peor—. Ya ganaste, tu velocidad es ini- gualable. Por qué no descansas un poco y des pués retomas la carrera. Godofredo el Veloz acept6, pero ni bien se apoy6 sobre una piedra, Teidor el Gigante lo durmié de un golpe. —Bien hecho. Ya tenemos el agua: Po- demos regresar. Mtn hi [>= 38 —Moraleja: mejor ser astuto qe rapido dijo Osvalda la Peor, sonriendo desagradg. blemente. —Eso, eso —le dio la razén Tidor el Gigante. Mientras tanto, en las afueras del casti- Ilo los amigos de Godofredo el Veloz esperaban ansiosos, —Algo pasa —dijo Todo Oidos—. Es- cucho los pasos del Gigante y de Osvalda. Pero caminan hacia aqui. Estén a unas cien cuadras. —Es cierto. Ya veo —dijo Telescépi- cea—. Esos dos vienen con un céntaro Ileno de agua. {Es el céntaro que Ilevaba Godofredo el Veloz! Y un poco més alla cuadras esta Godofred desmayado. Tiene la cabeza piedra, No hay problema —dijo Piedrazo—, Consiganme algo para arrojar. Todo Ofdos se quit6 una bota y se la al- canz6, a ciento veinte parece dormido 0 apoyada sobre una Piedrazo tomé la bota, se arque6 hacia 39 y la lanz0. oe La bota pegé contra la pie- a i a Godofredo. Se esté rascando la eee parece haber comprendido lo ae fs ah{ sale Godofredo... juh! Ya al- sa it Gigante va Osvaa y les aebaté el E: e a acd y... Flees! —taon todos ce ced El Rey bebi6 el agua, se curé y dio una recompen- saa Godofredo. a exclamé unos minutos des- El Genio_ del basural chos mas lejos que cual- quiera, le decian Terremoto. | ae 44 a su madre para que la usara, déndole otra ale. grfa en la misma semana en que le habia anun. ciado que este afio no repetiria de grado, Terremoto se senté sobre un pedazo de silla que habia separado unos minutos antes y Se puso a frotar la tetera con la manga del pullo- ver para limpiarla un poco. Pero casi se muere del susto al ver que de la tetera comenzaba a sa- lir humo. Ya se habfa puesto de pie cuando vio que en la pequefia nube que salia de la tetera co- menzaba a formarse una cara horrible y gigan- tesca. En segundos la cara y medio cuerpo de ese ser espantoso tomaron formas mas nitidas pero Terremoto pudo reaccionar disparando a toda velocidad. —jVenf para acd mocoso de porque- rfa!”, aleanz6 a escuchar que gritaba la cabeza de humo, “jMaleducado, malcriado! ;Qué tenés que andar molestando, atorrante! ” Desde entonces no pudo pensar en otra cosa y al dia siguiente en la escuela, durante la clase, le mand6 un papelito a Ramén Renguei- Ta, su amigo, cuyo apellido verdadero era Ven- teira,pero a causa de ciertas irregularidades en 45 aminar-los amigos lo Ilamaban asi. Enel pa- a ‘Terremoto le explicaba su hallazgo y 10 er air juntos por la tarde al basural. Hay que decir que Ram6n era més inte- jigente que un japonés alemén: pese asus nueve afios conocia todas las calles de Buenos Aires y sin utilizar fichas sabfa llamar por telediscado a su papa que trabajaba de policfa en el Chaco. Eso sf, era débil como una lombriz resfriada. ‘Ala tarde, mientras se encaminaban ha- cia el basural, Terremoto propuso ir juntando piedras en el camino. 4 Pero si el Viejo es de humo, qué le van a hacer las piedras! —objeté Ramén Ren- gueira—. Mas vale llevamos un extractor de ate ‘ — {Qué es un extractor de aire? —quiso 0. mo, Lo tienen en la casa donde limpia mi ig _—{Y para qué quieren chupar humo® qué no chupan vino? Son locos? 4Por ; ‘ seguir eS { tenemos que conseguir Lo que sf tent ; una cafia larga para agarrar la tetera —dijo Rengueira. Rodearon el sector donde la tarde ante= 46 rior Terremoto habia encontrado la tetera, Por suerte, la demas gente que se encontraba en al basural estaba bastante lejos del sector donde debfan buscar ell Pero después de recorrer una y otra vez el sitio, no hallaron nada: algiin cami6n habria tirado mas basura en el lugar de- biendo cubrir la tetera. Tuvieron que remover todo, tapandose la nariz porque la basura nueva es la peor. Has- ta que Terremoto grité: —jAcé, aca! El miedo que les produjo la visin de la tetera hizo que tardaran varios minutos en acer- carse, Por fin la engancharon por el asa con un largo palo y Ia mantuvieron en observacién va- rios minutos sin que ocurriera nada raro. Tam- poco pasé nada cuando se cayé del palo. —jSerd la misma? —pregunté Ren- gueira. —Si —contesté temblequeante Terre- moto—. Lo que pasa es que ayer hizo lo del humo cuando la froté en la manga del pullover. —Dale, hacé como hiciste ayer. —Yo se lo hago, a mf qué me importa dijo Terremoto, no muy seguro. Sin embargo, 48 cuando estuvo al lado de la tetera sus dedos ‘a esistfan como sien verdad fuera una brasa en- cendida. —iDale, tarado! —lo animé valiente- mente su amiguito alejéndose a quince 0 veinte metros, Terremoto cerr6 los ojos. Con la punta de los dedos agarré la tetera, dio vuelta la cara alejéndola de la tetera todo lo que podia y antes de hacerla rozar contra la manga de su brazo iz- uierdo dio un salto hacia el costado y la arrojé lejos. Soportando las burlas de Ramén, Terre- moto se acercé nuevamente a la tetera, la tom6 con decisin y la fregé fuertemente contra la manga. Como habja sucedido en el dfa anterior, comenz6 a salir humo, —jEl Viejo! —grité espantado Terremoto. —(Otra vez vos, delincuente juvenil! iLadronzuelo de porqueria! —dijo la cara, que se vefa nitida en el humo. Los chicos retrocedieron unos treinta me- tros, tropezando con monticulos de basura. Desde alli siguieron escuchando los insultos del Viejo. —Preguntémosle quién es —propuso 49 Rengueira—. Dale, acercate y preguntale — dijo, casi le orden6, a Terremoto. stelle No... para qué me voy aacercar si es un fantasma, debe ser un fantasma, —{No soy un fantasmal —trin6 la Cara de Viejo—, soy un “Genio”, ;Soy el Genio de la limpara. Y estoy aqui porerror, poruna desgra=—— ae ciada coincidencia! , | — {Qué dice? —quiso saber Rengueira. / —Dice que él es un genio. Debe ser un genio que inventé la manera de meterse adentro de una tetera y ahora no puede salir —dijo Te- os mas cerca. ae se atrevieron a despertarme! Si mi tnico consuelo desde que no estoy en Bagdad es dormir, dormir y dormir més, ‘Ah, si yo pudiera volver con mi amo, pero ya que no puedo hacerlo prefign, dormir y sofiar con lo que hacfa hace dos mil afios, cuando do admiraba a mi amo por su Po realidad lo maravilloso era lo q qué hubiera sido de él si yulgar muchachi 50. — {Qué es lo que hace usted? 16 Terremoto. —Hago aparecer cosas —Tespondid ¢ Genio con cierto tono de ofendido, como si to. do el mundo tuviera obligacién de saber cual es la ocupacién de un Genio profesional. —Y qué hace adentro de una tetera? —¢"Tetera”? ¢La lamas tetera, granu- Ja? jEs una Lampara Maravillosa! —Seré una limpara maravillos: ~~ Pregun. ‘a. pero parece una tetera rofiosa —coment6 Rengueira. —jMocosos intrigantes! Quién los man- d6 a molestarme, {el odioso del Gran Visir? —Bueno, calmese, don Genio... ;Cémo €s eso de que usted hace milagros, quiero decir magia? —Bueno, son, en fin, apariciones. Puedo hacer aparecer lo que pida quien frote un poco la ldmpara. Es cierto que mi poder ha disminuido un poco después de tantos afios, pero atin puedo 31 haga aparecer un elefante acd mi ne ala maestra en perro: a run millén . mejor haga aparece o ae abuses, muchacho, jy NO me pon= no gas nervioso, porque de esa forma f tené lefante. nada! Ahi tenés el el . ve ‘Al instante aparecié un elefante ante Tos. : oft chicos que lo miraron con paquidermo movid una de sus patas aplastando un tacho y elevé suavemente su trompa- Los ni- fios permanecieron paralizados de asombro dir : rante un largo minuto. vi —jAhora me creen? u 7 / demasiado el idioma de los gatos pero ae gf Lombrices desdichadas maberle escuchado decir algo asi como “ahora i yo". Como quiera que fuera, estaba cla. e BBLIOTE AE eee To que al no estar el perro me tendria a maltraer Larroque - Entre Rios todo el tiempo. 13% Incluso, en ausencia del bulldog, se dio _ el lujo de acostarse a dormir tranquilamente en >) | Medio del patio. Asi estaba cuando vi que en- s afortuna- \ tuna de las mai "taba el sodero a dejar sus sifones, De ae i] lin ices. Cientos de nosotras ; Mientras el hombre hacia su trabajo, le das familias de oe casa diseminadas - dije, imitando la voz de la dueiia de casa: viviamos en am oe Se y ‘inos le —Don sodero... don sodero.., ;No en finos tineles qu dani singghpeliaca | quiere levarse un gatito? i No nos faltaba comida ll i BESPMRED hombre tnirs-atrededor, medio con: ensombrecfa aes ake , fi 0, buscando a la mujer, y yo insist Et toro que abla en inasa de — ise! El que esté en el piso gno es her- ee ‘encerrado en su jaula y desde entone\ we 6 a atacar criminalmente a nuestra especies Era un gigantesco bicharrac 07 Gané un concurso en la Feria de los Ca- . 1¥ es tan bueno...! ;Se lo doy gratis! Jo pens6 un momento y luego 0 levant6 con delicadeza, como tarlo, y se lo Hlev6. 1 cambidéramos ~ mos de lugar en el patio, que n ‘ . 10s 10S a una Maceta o nos pint: i Po para disfraza oe frazarnos de alambre 0 de pal lente el odioso loro nos detect a lanzaba al ataque. airamos el cuer- aba y se E: omeaamand una noche celebramos ere _ bajo los pies de cemento de — om Fue un congreso tumultuo- enares de lombrices, fuera de si, clamaban una pronta solu- cién al problema > RB s a una conclusion: — Finalmente Hegamo: nes del loro tendria- librarnos de las agresio esar al gato. dias las m4s fuertes lom- tal) viajamos por Ja para mos que hacer reer Durante cinco prices del patio (239 en 101 tierra, pasamos por debajo de los cimientos de Ins casas vecinas, eruzamos por debajo del as- y hasta nos dejamos Hevar ua de una alcantarilla y un falto de las calle’ por la corriente de ag - una verdadera hazana. ‘Al fin ubicamos la casa del sodero. Tal os, el gato estaba encerrado desagi como imagindbam« en un galpon. ‘Toda una noche trabajamos las 239 a cavar debajo de la puerta del lombrices par: galpén un ttnel suficientemente ancho como alir al exterior. Deja- para que el gato pudiera si mos el agujero hecho y comenzamos el camino de regreso, seguras de que cuando el gato d pertara escaparfa de alli. a Llegamos a la casa cinco dias ¢ 15 Claro que la fiesta del gato no duré de- masiado. Poco después volvié al hogar el bull- urrido de sus nuevos duefios ¥ dog (se habia ab as peripecias consiguié regre= después de ciert sar). Eso si, el can estaba tan gordo que no te- nfa agilidad para correr al gato. El nuevo estado de tranquilidad del ga to hizo que dejara de perseguir al loro, de modo que éste pudo salir de 1a jaulay andar en las al- turas de los arboles. Por suerte, no Se animaba a descender al suelo y 1as lombrices recobrames nuestra antigua vida tranquila. RICARDO MARINO Es escritor, periodista y también autor de nu- metosos libros para nifios y adolescentes. Cola- bora con distintos medios periodisticos. Entre sus titulos figuran La casa maldita, El insopor- table, Botella al mar, El hijo del superhéroe, Cuentos ridiculos, Lo unico del mundo, Ojos amarillos, Roco y sus hermanas y Perdido en Ja selva. Entre otras distinciones, ha mereci- do el Premio Casa de las Américas, varias re- comendaciones de 1BBY (International Board ___ of Books for Young People) y, en dos oportu- _ nidades (1994 y 2004), el Premio Konex a la _ trayectoria. x INDICE El héroe El rapto Los cuatro increibles .. El Genio del basural .. Los enemigos «..

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