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Actividad 2 Martinez Estereotiposdegnero
Actividad 2 Martinez Estereotiposdegnero
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A
los mecanismos para que su comunidad comulgue con es-
LT
tos valores e inhiban su reproducción a nivel de la sociedad género y
equidad
SU
todos los ámbitos posibles.
Género y educación
Una de las acciones para alcanzar las metas anteriores
lo constituye la presente obra literaria intitulada Género y
N
educación, la cual desarrolla temas de género con una pers-
O
pectiva multidisciplinaria con la participación de docentes,
C
analistas e investigadores en el campo de la economía, la
filosofía, la sociología, el derecho, la educación y la pedago-
A
gía. Los textos presentan estudios de caso para algunos es-
R
tados de la República Mexicana como Jalisco, Oaxaca, Baja
California, Puebla y Michoacán que enriquecen los enfoques
PA
teórico-metodológicos de los trabajos presentados.
Género y
AR
educación
PL
EM
VII
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Diana Andrade Zavala
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Coordinadora del volumen
VII
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MÉXICO 2018
Esta investigación, arbitrada por pares académicos,
se privilegia con el aval de la institución coeditora.
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Primera edición, marzo del año 2018
N
© 2018
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
O
Programa de Fortalecimiento de la Calidad Educativa
Características tipográficas
y de diseño editorial
© 2018
Miguel Ángel Porrúa, librero-editor
Amargura 4, San Ángel
C
A
Delegación Álvaro Obregón
01000, Ciudad de México
R
Imagen de portada Jóvenes mujeres estudiantes de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo,
primera mitad del siglo xx
M
Apoyo técnico Omar Ponce | Antonia Peralta | Teresa Santana | Rosario Arias
Queda prohibida la reproducción parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra,
sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito de gemaporrúa, en términos de lo así
previsto por la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, por los tratados internacionales aplicables.
A
LT
SU
Introducción
Diana Andrade Zavala _____________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 5
N
Estereotipos de género en la docencia
O
en la Universidad de Guadalajara
Dolores Marisa Martínez Moscoso 13
A
María Guadalupe Zavala Silva 163
LT
___________________________________________________________________________________________________________________________________________
SU
Isis Arlene Díaz Carrión, Ma. Cruz Lozano Ramírez
Julio César Montiel Flores _______________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 191
N
Política pública, género y turismo.
O
Un estudio de caso de la hotelería en Tijuana
Ma. Teresa Kido Cruz, Isis Arlene Díaz Carrión
Antonio Kido Cruz
C
__________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________________ 215
A
La percepción de género en la Universidad
R
A
LT
SU
Resumen
A partir de un estudio realizado en 14 centros universitarios de la Universidad de
N
Guadalajara se recuperaron para su análisis los estereotipos de género incorpo
O
rados al discurso docente de 28 profesionales con un promedio de 15 años de
antigüedad que dictan cursos en licenciaturas diversas.
C
A
Introducción
R
discurso docente acerca del estudiantado por parte de mujeres y hombres que
imparten clases en educación superior, con formación también de licenciatura o
posgrado, de diversos campos de conocimiento en la Universidad de Guadalajara,
AR
México.
Este artículo segmenta lo relativo a estereotipos en docentes de una investiga
ción diagnóstica sobre el género en la docencia y la currícula que contempló tam
PL
bién trabajo con estudiantado y que fue llevada a cabo en 2010 en los 14 centros
universitarios o campus en los que estuvo organizada la institución de 1991 a
M
2013 (a la fecha existe un centro universitario más para sumar 15): seis de ellos te
máticos (cuaad: de Arte, Arquitectura y Diseño; cucba: de Ciencias Biológicas y
E
] 13 [
Exactas e Ingenierías; cucs: de Ciencias de la Salud, y cucsh: de Ciencias Sociales
y Humanidades) y ocho regionales.
A través de una investigación de corte cualitativo se llevaron a cabo entrevis
tas con docentes de carreras diversas de los distintos campos de conocimiento
en torno a su práctica y sus representaciones de género acerca del alumnado, sus
grupos y campos de conocimiento. Con ello se buscó identificar qué estereotipos
en general construyen, manifiestan y han operado en su práctica profesional
A
docente.
LT
Los estereotipos de género en la docencia se han estudiado en diversos niveles
como el básico (Gash, Morgan y Sugrue, 1993; Subirats, 1998; Tiedemann, 2002);
SU
el medio (Parga, 2008), básico y medio a la vez (Tatar y Emmanuel, 2001) y en
relación con otros aspectos específicos de la educación; por ejemplo, la enseñanza
de las matemáticas (Tiedemann, 2002); de la ciencia (Vázquez y Manassero, 2003);
N
la educación física (Hutchinson, 1995; Wright, 1999; Solmon et al., 2003); como
O
característica de la práctica docente (Tiedemann, 2002) o como contenido de
esa práctica (Gash, Morgan y Sugrue, 1993). Por otro lado, una aproximación a
C
su estudio supone acercarse a las prácticas para inferir a partir de ellas la exis
tencia de estereotipos que guían la acción (Flores, 2003). Asimismo, el tema ha
A
sido abordado desde diversas disciplinas como la psicología, la antropología, la
R
comunicación y otras.
En este caso el objetivo es identificar si en este nivel educativo, entre docentes
PA
Aspectos teóricos
Mediante el género se construye la dimensión que posibilita ordenar las relacio
M
ción de representaciones sociales normativas, entre ellas las que podemos deno
minar estereotipos, que orientan la acción y las prácticas organizativas.
14 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
Las representaciones sociales se pueden entender como un sistema constituido
de ideas, valores y prácticas que permite a las y los individuos establecer códigos de
comunicación clasificatorios de los distintos dominios de su entorno individual y
grupal, así como establecer un orden orientador para la acción en el mundo so
cial (Moscovici, 2001). Es así como las creencias, los prejuicios, los valores, las
actitudes y los estereotipos, cualquier teoría explicativa que los sujetos crean y
utilizan de forma implícita o explícita para comprender cualquier dominio de la
A
realidad, constituye una representación social y tiene un carácter cognitivo y
LT
clasificatorio.
Los estereotipos, como representaciones sociales normativas se incorporan a
SU
los procesos de significación y a los repertorios de acción. De hecho, adoptan un
carácter descriptivo al detallar los rasgos de los grupos y otro altamente prescrip
tivo; esto es, aquello que se establece por esa vía, empata, al menos de forma
N
parcial, con la prescripción social. Si el estereotipo estipula para las mujeres que
O
han de ser amables; entonces para la sociedad la amabilidad en ellas se vuelve
un requisito, una prescripción o un modelo frente al cual contrastar la acción
C
(Castillo y Montes, 2014 y Prentice y Carranza, 2002).
Otra función que tienen estas formas de representación, además de la cogni
A
tiva, es la defensiva. Significa esto que:
R
Sirven para mantener y defender nuestra posición en la sociedad, suponen una ga
PA
para que ciertos grupos mantengan su posición dominante sobre otros (Gómez, 2003:
124-125).
A
Es decir, guía los repertorios de la acción sin que medie una reflexión en torno a
LT
qué acción llevar a cabo.
De acuerdo con Campbell (1967, citado en Gómez, 2003) una de las múlti
ples causas de lo erróneo en el estereotipo es “el absolutismo fenomenológico del
SU
sujeto, el hecho de que no se perciban diferencias entre los subgrupos, la percep
ción causal errónea y la falsa concepción de causalidad” (p. 128).
Un colectivo (sin importar el rasgo que los nuclea) o un individuo constru
N
yen estereotipos sobre sí mismo o su propio grupo o sobre otro. Los que refieren
O
a la autopercepción (individual o colectiva) son los llamados autoestereotipos y
los que presentan la percepción de las y los demás son los heteroestereotipos.
C
Las percepciones sociales en el individuo se forman continuamente durante
toda la vida; sin embargo, hay dos espacios de socialización particulares cuyo
A
impacto se da en edades tempranas y produce en particular estereotipos implíci
R
de lado que los medios de comunicación y las interacciones sociales con pares
también produzcan la formación o transformación de estereotipos.
Este proceso se da bajo marcos culturales históricamente situados. Si bien
AR
16 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
hasta decisiones puntuales del ámbito áulico pueden definirse por ellos: se ma
nifiestan en la configuración de la materialidad del espacio educativo, las expec
tativas (de la institución, las y los docentes y el estudiantado) sobre las y los
participantes del proceso de enseñanza-aprendizaje, su organización y operación
y en las interacciones sociales que ahí se desarrollan cotidianamente.
Se incorporan a ese ámbito como “elementos de la estructura social que trans
miten un determinado sentido; aparecen como las rutinas de la vida cotidiana
A
escolar, de la reproducción social de prácticas institucionalmente difundidas”
LT
(Parga, 2008: 54).
Asimismo, al ser la escuela un espacio fundamental de socialización del gé
SU
nero se legitima ahí una distribución específica, desigual y jerárquica de roles y
tareas diferenciados para mujeres y hombres con lo que se difunden ideas de
correspondencia a espacios particulares a unas y otros y conductas binariamente
N
diferenciadas.
O
En la escuela se expresan las diversas actidudes, conductas, normas y arre
glos que sustentan las denominadas masculinidades o feminidades, expresiones
C
sociales del género. Pero vale la pena aclarar que existen formas hegemónicas
o socialmente legitimadas como aceptables —cultural e históricamente situa
A
das por lo que adoptan configuraciones particulares—, que se erigen como ver
R
dominante en el contexto anglosajón que incluía los siguientes rasgos que pare
cen aún vigentes en Occidente, aun cuando han emergido formas diversas y al
ternativas de masculinidad en contextos particulares:
AR
A
elección de la venganza como respuesta a los problemas; lo mismo entre niños
LT
de educación básica en México (Azaola, 2009; Rodríguez Menéndez, 2004) que
en otras culturas (Lomas, 2007; Swain, 2004). La escuela constituye el espacio
SU
del orden y el control, por tanto, de lo femenino (Lomas, 2007: 93-94).
En la interacción docente-estudiante la operación de los estereotipos impac
ta sobre la identidad de las y los educandos y su desarrollo debido a que como se
N
demostró hace décadas, en niveles básico, las niñas responden de formas dife
O
renciadas y correspondientes con el estímulo y la relación con sus maestras o
maestros. Esto es, mientras éstas o éstos más se dirigieron a las estudiantes, éstas
C
más participaron y mientras menos les hablaron, más pasivas se volvían las me
nores en el aula (Subirats, 1998).
A
El diálogo, la comunicación y la igualdad no se encuentran entre los valores
R
los docentes y demás personas del entorno escolar se basen en el poder (alcan
zarlo, mostrarlo, ejercerlo…) y las menos apreciadas en la argumentación, el
convencimiento y el diálogo.
AR
principales recursos disponibles. Aunque éstas pueden variar en cada escuela, la forma
hegemónica gana ascendencia sobre y por encima de otras, se vuelve “culturalmente
enaltecida” (Connell, 1995: 77) y ejemplifica lo que significa ser un chico “de verdad”
M
En el nivel superior los estereotipos de género tienen efectos que vuelven más
EJ
18 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
sentación de mujeres en campos como el de las matemáticas, ciencias, ingenierías;
entre docentes, en el trato dispensado a estudiantes a partir de las expectativas
generadas sobre ellas y ellos; entre ambos colectivos, en la presencia y extensión
de violencia, dado que la Universidad “también es un lugar donde se reproducen
con fuerza estereotipos, mecanismos de dominación, y formas de relaciones de
poder que refuerzan la naturalización de la violencia” (Hernández, Calonge y
Pérez, 2010: 130).
A
Los estereotipos se manifiestan a través de cualquier interacción social; ya
LT
sea entre pares (estudiantes entre sí o docentes) o entre sujetos de jerarquías
institucionales diversas (docentes y estudiantes; directivos y docentes; docentes
SU
y personal administrativo).
Metodología
N
Se tomaron en consideración para esta presentación resultados de 28 entrevistas
O
semiestructuradas realizadas voluntariamente con docentes a quienes se les ex
plicó detalladamente el tema de la investigación y quienes, en su mayoría, parti
ciparon posteriormente en grupos de discusión sobre el tema. C
El corpus fue integrado por las entrevistas con 14 mujeres y 14 hombres, dos
A
por centro universitario, con antigüedad superior a cinco años en la práctica
R
en educación superior y que ofrecían cursos dispares entre todos los casos (véase
cuadro 1 en Anexos).
PA
logró; sí, en el corpus total.1 De esta manera, se procuró recuperar las represen
taciones de profesoras y profesores a fin de identificar la incidencia del sexo en
M
1
Aunque el estudio del que se desprende este trabajo fue mucho mayor e involucró también entre
EJ
vistas con estudiantes, grupos de discusión y observación intra áulica, para esta presentación y por
razones de recorte temático y meramente prácticas se hizo una selección sólo de entrevistas con
docentes.
A
sos) y el arte, la arquitectura y el diseño (cuatro casos).
LT
Durante las entrevistas se les cuestionó acerca de su práctica docente y, en
particular (lo que fue utilizado para este análisis), sus apreciaciones sobre sus es
SU
tudiantes, mujeres y hombres, mediante preguntas abiertas. De las respuestas se
extrajeron los adjetivos o frases completas para el análisis. Las respuestas se di
vidieron en generales, sobre las personas por sexo, y específicas, sobre el aprove
N
chamiento y la actitud frente al conocimiento de las y los estudiantes.
Procuramos en la clasificación de respuestas, clasificar las referidas al propio
O
sexo y al otro para identificar auto y heteroestereotipos; si bien, es importante
C
hacer notar que las respuestas están mediadas por la posición institucional fun
cional y jerárquicamente diferenciada, de ahí que no siempre sea posible lograr
A
este objetivo porque, al estarse refiriendo a estudiantes y no docentes, existe ahí
un orden con el que no necesariamente existe identificación.
R
quienes se entrevistó; esto es, no se manifestó una actitud crítica o reflexiva fren
te al cuestionamiento planteado como una esencialización de individuos. No se
20 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
encontraron fracturas mayores en una percepción global de las y los estudiantes
como sujetos homogéneos, representables a través de conceptos unificadores.
Sólo de manera residual, en siete de 112 respuestas emitidas sobre rasgos
generales de alumnas y alumnos se presentaron dos tipos de diferenciación que
fracturaron esa uniformidad. Se trata en dos de los casos (un mismo docente
emitió dos respuestas con este rasgo) de docentes de ciencias exactas e ingenie
rías y una de arte, arquitectura y diseño que crearon discursivamente subgrupos.
A
Tres de ellas relacionaron sexo y campos de estudio (1. “Las mujeres de qfb
LT
como que están esperando su príncipe azul, son más soñadoras, más románti
cas”; 2. “Los alumnos de ingeniería son más burlescos, más aventureros y espon
SU
táneos y los de licenciatura, más serios. Tienen dificultades para relacionarse con
el sexo femenino” y 3. “Son buenos para organizar, para dirigir, sobre todo en
multimedia”).
N
Las otras dos representaciones se diferenciaron en términos de sexo, edad y
O
experiencia (4. “Las alumnas de los últimos semestres son más seguras de sí mis
mas” y 5. “Al inicio son más tímidas; después se desenvuelven muy bien en el
C
grupo”). La sexta representación diferenció entre estudiantes mujeres a las que
van a estudiar y a las que están en la escuela, y aquí recreó un estereotipo habi
A
tual, mientras se casan. Una última crea un subgrupo entre varones flojitos y con
R
iniciativa.
La primera diferenciación es un heteroestereotipo (por sexo y campo de es
PA
tudio) planteado por un varón sobre las mujeres; un ingeniero químico sobre las
químico farmacobiólogas. Al tratarse de preguntas sobre su experiencia, el do
cente eligió referirse a estudiantes de una carrera ajena a la suya y describirlas a
AR
romántico, lo no científico.
M
2
Vale la pena señalar que, entre las prácticas idiosincráticas de esta escuela, la de Química Farma
céutico Biológica (qfb), está la de festejar a través de un desfile o aquelarre el día de las brujas, con lo
E
que destacan su carácter al reivindicar particularmente a estos personajes en femenino. De igual ma
nera, es una carrera particular dentro del núcleo de ciencias exactas e ingenierías, porque es clasificada
EJ
en el imaginario universitario de ese conjunto como propia de mujeres y es, junto con la licenciatura en
Matemáticas y la Licenciatura en Química, la única en la que la matrícula de mujeres es mayor que
la de hombres; en Matemáticas y Química es ligeramente superior, en qfb representa 65 por ciento.
A
partir del vínculo entre sexo y profesión: hombres-campo de comunicación-lideraz
LT
go que refiere a una capacidad de dirección en torno al ámbito de multimedia.
Las dos diferenciaciones siguientes (cuarta y quinta) se refieren a las muje
SU
res y fueron formuladas por maestras. Son positivas en los dos casos y en uno de
ellos la enunciación causal (se construye una explicación al adjetivo tímidas: por
temor a quedar mal) sugiere que se trata de un autoestereotipo.
N
La sexta se refiere a un heteroestereotipo, hay mujeres que estudian mien
O
tras se casan comparada con las que van simplemente a estudiar, sin el matrimo
nio en planes. La última hace referencia a alumnos “flojitos” frente a alumnos
C
con iniciativa pero no enfocada, “son como niños de primaria que no saben diri
gir su energía a lograr un objetivo”.
A
R
La construcción de lo femenino
PA
tura y diseño.
E
EJ
Matrícula predominantemente masculina, 65 por ciento; además que el término ingeniero está
3
22 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
Por su parte, en las representaciones sobre las estudiantes planteadas por los
maestros varones, las mujeres aparecen estereotipadas de formas diversas y en
varios casos contradictorias. Se les atribuyen rasgos de la semántica del orden y
la disciplina también, como “participativas”, “estudiosas”, “tenaces”, “atentas”,
“cuidadosas en la presentación de sus trabajos”, “pacientes”.
Al definir a las estudiantes a partir de los estereotipos participativas/no par
ticipativas, el profesorado adjudica a un rasgo propio el carácter y a partir de ahí
A
la participación se entiende fuera del ámbito de responsabilidad pedagógica para
LT
convertirse en un rasgo natural.
A la vez se destacan algunos rasgos asociados a capacidades corporales a
SU
través de las cuales se resuelven las conductas en contraposición con el proceso
racional analítico que demanda la labor de estudiante; tales como, “perceptivas”,
“auditivas”, “sentimentales”, “abiertas biológicamente”, “multitareas”.
N
En torno a sus capacidades escolares se les describe contradictoriamente
O
como:
C
• “tímidas en sus participaciones” / “participativas”;
• “mejores para asimilar conceptos abstractos”, “hábiles para analizar teoría” /
A
“tienen dificultades para matemáticas y pensamiento abstracto” y carentes
R
A
Estos estereotipos tienen el potencial de impactar sobre las expectativas for
LT
madas acerca de lo que pueden o no desarrollar las estudiantes, así como del
empeño a poner en la formación de quienes se cree no tienen interés en formarse
SU
o no van a ejercer su profesión al casarse.
N
La construcción de lo masculino
O
En la descripción de los alumnos varones se recurrió también a los estereotipos
hegemónicos de la masculinidad tradicional que son: C
A
1. Sobresalen a nivel teórico (Olga, csh). El pensamiento lógico-matemático
está más desarrollado en hombres (Yadira, aad).
R
2. Para los trabajos manuales son mejores porque se animan más (Isaac, cs).
PA
24 d o l o r e s m a r i s a m a rt í n e z m o s c o s o
mente en un caso a sostener que ellos son más aptos para las matemáticas (en
relación de oposición directa con las habilidades de las mujeres).
Hay una coincidencia mayor entre profesores en torno a la relación entre
alumnos y capacidades técnicas y de laboratorio, así lo refieren cinco de ellos
de campos diversos, incluso hay intenciones explicativas al señalar que “se les da
porque convivieron más con los papás” (Iván, csh). De ahí que en este caso opere
no como un rasgo esencial, sino desarrollado. Sin embargo, en otro caso aparece
A
como un rasgo inexplicado, nato, “para los trabajos manuales son mejores por
LT
que se animan más”. De esta manera lo técnico se asocia con arrojo y valentía que
son a su vez rasgos de la masculinidad tradicional. Ese mismo argumento, el del
SU
arrojo, es utilizado por una profesora de arte que destaca la ausencia de miedo
de los alumnos para expresarse y a ser “artistas libres” con lo que se actualiza el
estereotipo del valor para un área creativa también.
N
Otra apreciación común tiene que ver con una característica que nunca se
mencionó al respecto de las alumnas y que trajeron a colación tres profesores, los
O
tres de centros regionales: el liderazgo. A este respecto son dos maestros del área
C
de las ciencias sociales y uno de biológico agropecuarias quienes sostienen que
ellos son buenos “para organizar, para dirigir” recurriendo así a la relación mas
A
culinidad-liderazgo-dirigencia.
Se encontraron también profusas asociaciones entre masculinidad y desor
R
den, lo cual, como vimos, en el marco escolar les distancia de lo femenino que
PA
que se contrasta, según una de ellas, en la relación tranquila que hay entre alum
nos y profesores hombres.
M
A
establece de forma preponderante una relación entre masculinidad-desorden-des
LT
cuido; mientras que, en particular, la representación sólo de los profesores se
enfoca en particular en vincular a sus alumnos con la técnica.
SU
Al respecto de las estudiantes, la asociación más socorrida es la que las rela
ciona con el orden escolar y lo que implica en torno a tareas y participación áulica.
Asimismo, en ambos casos se observa que persisten los estereotipos de género
N
tradicionales como se observó en el discurso docente de profesorado de educa
O
ción superior. Entre ellos:
•Femenino: orden, cuidado del otro, intuición comunicativa, matrimonio.
C
•Masculino: liderazgo, valentía, racionalidad, desorden, habilidad técnica.
A
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nero y la enseñanza de las ciencias”, Revista de educación, núm. 330, pp. 251-280.
EJ
cucsh Olga Siempre quieren hacerlo lo Tranquilos con los docentes Se concentran bien. Más dedi Sobresalen a nivel
PL
mejor posible. varones. Inquietos. Menos1 cadas, más interesadas en los teórico.
maduros. Sólo eligen la ca temas.
rrera para tener el título.
AR
Inés Organizadas y tenaces. Tienen dificultad para acep Tienen mayores problemas pa Tienen menos temor
tar que una mujer los man ra comunicarse y más límites a hablar en público.
de. Inquietos. para hablar en público. Aplica Sobresalen a nivel
das. teórico.
PA
cucba Omar “Adoptan posturas agresi Respetuosos. Se les facilitan temas como el Son más objetivos.
vas que no van con su per R de calidad de alimentos. Asimi
sonalidad”. “Hablan con las lan mejor los conceptos abs
mismas majaderías que los
hombres, han perdido su
A tractos.
personalidad femenina”. C
Ana Detallistas, sensibles, aten Descuidados, no detallistas, Responsables con tareas, inqui Irresponsables con ta
cucei Ramiro
tas a la limpieza.
Tranquilas. Calladas. Curio
retadores.
Alumnos de ingeniería: más
O sitivas.
Participativas. Estudiosas y
reas, pasivos.
“No les importa tanto
sas. Las mujeres de qfb co
mo “que están esperando su
burlescos aventureros y es
pontáneos. De licenciatura,
N
atentas. Hábiles en el análisis
de la teoría y tareas escritas,
si aprenden o no,
piensan que pueden
príncipe azul, son más so más serios. Tienen dificulta poca habilidad práctica. aprender después”.
ñadoras, más románticas”. des para relacionarse con el
SU
sexo femenino.
LT
A
EJ
Cuadro 2 (Continuación)
E M Estereotipos docentes sobre el estudiantado acerca de
Oscar Son muy activas. Se enfo Más flojitos, problemáticos. Vienen a aprender, hay muje Pierden la concentra
PL
can rápido. Más concentra Son un desmadre, hay algu res que vienen de: mientas me ción muy rápido, se
das. A pesar de ser un poco nos que sí tienen iniciativa, caso, pero siempre son menos dirigen más al lado
AR
retraídas, participan de for pero no enfocada, sino como que las que sí vienen a estudiar. de la socialización.
ma destacada, son puntua niños de primaria que no sa Presentan mejor su trabajo.
les y saben dirigir su ener ben dirigir su energía a lo
gía a lograr su objetivo. grar un objetivo.
PA
cucosta Daniela Hablan menos. Cumplen Habladores, no se callan Tienen una tendencia a ser más Participan muchísimo
R
mejor, muy responsables y Más prácticos, más escuetos. analíticas, como que se la pien en clase y creo que
muy limpias, como se los Tienen más confianza los san un poco antes de hablar.
A más cuando la maes
pidas te los van a traer, in hombres. tra es mujer.
clusive con más informa C
ción.
O
Francisco No son públicas, se esperan Tienden a sobresalir por lo Contrastantes. O sobresalen y Son buenos para or
a alburear hasta que hay bueno o por lo malo. Se lu participan bien o casi ni se no ganizar, para dirigir,
poca gente.
N
cen en lo público. Son más tan y tratan de pasar desaperci sobre todo en multi
aventados (intrépidos). bidas. Más explicitas con los media.
ejemplos. Buenas para presen
SU
tar tareas.
cusur Gustavo Hay chicas muy provocati Parcos, muy cerrados y no Más auditivas, tienen más ca Buenos en la parte
vas, desde la postura o la son expresivos. pacidad de escucha. Son más del carácter: escucho
LT
mirada, algunas están muy intuitivas también con los pro- mucho que ellos atien-
A
EJ
pechugonas y se me ponen blemas de los pacientes, el pro den a niños que son
E así mostrando el busto en blema es que no acompañan muy rebeldes por fal
el escritorio. Hay otras que
M esa intuición con razón. ta de carácter de los
“me tiran la onda” (coque padres, y cuando un
tean) pero son más suaves, psicólogo hombre en
más cariñosas, utilizan un tra puede manejar
PL
tono de voz muy sugestivo. muy bien la situación
porque empieza a po
ner límites.
AR
Evelia Posiblemente las mujeres Se distraen más fácilmente Ellas son las que tienen los me Ellos preguntan poco.
andamos en nuestros días y que las mujeres”. jores promedios y las que me
lloran (sic) o algo, pero jor entienden las dinámicas del
PA
nunca se portan groseras. trabajo
“A veces es más fácil recibir R
un comentario de ellas so
bre mis zapatos que sobre
la clase”.
A
culagos Gabriel Muy participativas, pero “Son más directos”. Discipli Pacientes con los temas. Las Para los estudiantes
no óptimo. Participaciones nados.
C mujeres guardan más sus par varones es más com
más analíticas. Muy bien
O ticipaciones para que sean plicado hilvanar un
organizadas con argumen buenas y no tan reactivas.
N argumento. “Ellos es
to, desarrollo lógico y con tán mal, los hombres
clusión (refiriéndose a sus no son dedicado”.
trabajos). Más indiscipli
SU
nadas.
LT
A
EJ
E M
Cuadro 2 (Continuación)
PL
Estereotipos docentes sobre el estudiantado acerca de
AR
Centros Aptitudes para Aptitudes para
universitarios Pseudónimo Rasgos generales M Rasgos generales H el aprendizaje M el aprendizaje H