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Rúbricas Del Culto Público
Rúbricas Del Culto Público
La bienvenida
Cuando sea conveniente, se hace una procesión de entrada, con música adecuada. Un comentarista
puede mencionar el tiempo litúrgico en el que se está realizando la celebración, destacando, si fuere
el caso, los santos y fiestas de la semana. En ausencia de un comentarista, el presidente de la
celebración lo hará.
Cánticos
Sigue un momento de himnos de alabanza a Dios. Las canciones deben cantarse preferencialmente
con todos de pie (excepto los que no puedan permanecer de pie). Se cantan tres o cuatro canciones,
por un tiempo máximo de 15 a 20 minutos. Pueden ser himnos tradicionales, cánticos modernos o
salmos bíblicos con música. Si la comunidad tiene compositores, recomiéndase utilizar sus
producciones también. Obviamente, los cánticos deben ser apropiados para el tiempo litúrgico
vivido y/o de acuerdo con las lecturas del día, así como con la doctrina y la teología adoptada por
esta Iglesia.
Después de los cánticos, todos se saludan, los unos a los outros, con la paz del Señor (a discreción
del oficial, este saludo de paz se puede hacer después del Credo).
Liturgia de la Palabra
Las lecturas deben ser las designadas por el Leccionario anglicano dominical y serán precedidas por
la oración del propio del día. Por razones pastorales, se puede suprimir o sustituir cualquier lectura
excepto el Evangelio, que nunca debe ser suprimido y solo puede ser reemplazado por razones muy
graves, que se deben informar al obispo anticipadamente, siempre que sea posible.
El Salmo es un cántico entonado por la congregación como respuesta a la lectura del Antiguo
Testamento; pero también puede ser leído, a discreción del oficiante. Las lecturas del Antiguo
Testamento, del Salmo responsorio y del Nuevo Testamento se hacen con el pueblo sentado. La
lectura del Evangelio es privilegio de un diácono, si estuviere presente. Antes de la lectura, todos se
ponen de pie [para el cántico de aclamación al Evangelio, que puede ser comunitario, un coro o un
solo (a discreción del oficiante, este cántico puede ser suprimido)]. Entonces el lector dice:
“Proclamación del Evangelio de Jesucristo, según... [o: como escribió...]” y hace la lectura. Todos
se sientan excepto el predicador, que asume el púlpito. El obispo, a su discreción, puede predicar
sentado en su silla.
Sermón / homilía
A menos que una razón pastoral requiera lo contrario, el sermón debe ser sobre los textos leídos (o
sobre uno de ellos) y estar adecuado al tiempo litúrgico. Es necesario tener sabiduría para no
predicar sermones muy largos o demasiado eruditos; la palabra de Dios se debe anunciar con
brevedad y sencillez, pues ella hablará por sí misma.
Credo
Los credos autorizados por esta Iglesia son los comúnmente llamados "Apostólico" (o "de los
Apóstoles") y “Niceno” (o “Niceno-constantinopolitano”). Cualquier otro credo o confesión de fe
sólo puede usarse con el permiso del obispo. Después del Credo, se canta o toca una canción
apropiada para crear un ambiente propicio para la oración.
Oración
En este momento, se pueden decir oraciones espontáneas o con el uso de alguna fórmula prescrita
en este Breviario, especialmente de los oficios de la Oración Matutina y la Oración Vespertina, o la
Oración de los Fieles. Los que puedieren arrodillarse, deberán hacerlo. El oficiante, a su discreción,
podrá llamar a la frente a los enfermos y a los demás que sufren, y ungirlos con aceite o asperjar
agua, orando por sanidad y milagros. La manifestación de los dones espirituales es bienvenida, pero
la moderación debe ser el nuestro estándar. Corresponde al presidente de la celebración velar por la
buena orden, estableciendo los límites para la expresión de dones.
Luego todos los concelebrantes se lavan las manos, empezando por el presidente de la celebración
(obispo o presbítero) y el cual inicía la Plegaria Eucarística, estando todos de pie.
Autoexamen
Después de la Plegaria Eucarística, todos se sientan y se examinan delante del Señor, en silencio,
durante algunos momentos El examen no tiene la intención de encontrar pecados que impidan uno
de participar, porque todos somos pecadores, y Jesús murió precisamente por esta razón, por la que
somos pecadores. El objetivo aquí es concientizarnos de que somos pecadores, es decir, debemos
reconocer nuestro estado a lamentable ante Dios, y así acercarnos a la mesa eucarística, para nos
alimentarmos del Cuerpo y de la Sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Para terminar el autoexamen, se puede cantar una música apropiada, antes de rezar el Padre
Nuestro.
Rúbrica disciplinaria: Si el oficiante entiende que alguien debe ser prohibido de participar de la Cena del Señor, por
mantener una conducta incompatible con la fe cristiana y no demostrar arrepentimiento o deseo de cambio, debe hablar
en privado con esa persona, haciéndola saber que no puede comulgar hasta que se elimine este impedimento. El obispo
debe ser comunicado lo antes posible, con una explicación de los motivos que llevaron a esa decisión.
Ritos finales
Antes de la bendición final y la despedida, pueden ser dados los avisos y ser hechos los arreglos
para alguna outra actividad de la iglesia. Un diácono, si está presente, hace la despedida del pueblo,
o lo hará el celebrante.
San Ignacio de Antioquía, escribiendo a los Magnesianos, enseñó: “Tal como el Señor no hizo nada
sin el Padre, con quien estaba unido, sea por sí mismo o por medio de los apóstoles, ustedes nada
deberán hacer sin el obispo y los presbíteros. Y no intenten hacer que parezca bueno lo que hagan
aparte de los demás: sino que haya entre ustedes una oración en común, una suplicación, una mente,
una esperanza, en amor” (Mag 7). Y las Escrituras Sagradas habían ya recomendado: “Obedezcan a
sus guías, y sujétense a ellos; porque ellos velan por sus almas, como quienes han de dar cuenta;
para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no les es provechoso” (He 13.17).
(Texto recogido del Breviario del Libro de Oración Común de la Iglesia Anglicana de las Américas em Brasil,
publicado em 2007).