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Guia 8 y 9 Especial de La Semana de Pascua
Guia 8 y 9 Especial de La Semana de Pascua
Pones la historia que escribiste ahí junto a los huevos pintados y el chocolate que compraste o si haces un huevo
con chocolate mucho mejor.
Envuelve todo como en una canastica de papel, puedes hacer una cajita de papel y pones todo adentro y tomas la
foto con una tarjeta con tu nombre para la evidencia de tu trabajo.
¡Y listo el regalo para ser llevado a alguien especial para ti!:
Un amigo, un primo, un niño de tu cuadra, tu mamá o papá, herman@s o tio…
Lo importante es difundir la hermosa historia del conejo y el árbol de cacao.
Inserta un palito de madera delgadito para que puedas pintarlo más fácil.
HISTORIA ESCRITA PARA LOS QUE NO PUEDEN VER LA HISTORIA CONTADA EN EL VIDEO:
(Recuerda que la debes escribir tú de diferente manera con tus propias palabras)
En los tiempo en que Jesús, el hijo de Dios, andaba todavía por la tierra, se encontraba en medio de un basto campo en
pleno domingo de pascua, estaba sintiendo hambre, y vio que no había nada por ahí para comer
En eso apareció un conejito que corría por ahí, movía las orejas y olfateaba buscando zanahorias.
¿Conejo amigo, acaso tienes uno o dos huevos con los que yo pueda saciar mi hambre? He caminado mucho y mis pies
están cansados. Diciendo esto se sentó en una piedra que ahí estaba.
EL conejo admirado con el resplandor de la figura del divino maestro, le respondió
Oh señor! Yo no pongo huevos, pero voy rápido hasta el bosque y pronto te traeré algunos
-¿Venado amigo, tienes algunos huevos con los que el señor Jesús pueda saciar su hambre?
-Ai conejito yo no pongo huevos, pero ve al bosque seguro ahí puedes encontrarás.
El conejo se resbalaba, pasó por los espinos que lo chuzaron, ser resbaló hasta por un lodo, pero no se desanimó y
siguió. Llegando al bosque preguntó por huevos a un ratón de campo, a una ardilla que por ahí pasaba, y atravesó todo
el bosque, hasta a las lombrices les preguntó.
Llegando al final del bosque preguntó a una vaca, pero la respuesta fue la misma. Nadie tenia huevos para ofrecer.
Con los pájaros no habló porque tan alto ellos volaban. Con los peces tampoco porque en el fondo del rio que cruza el
bosque ellos estaban.
El conejo ya estaba poniéndose triste, cuando de repente ¡vio un árbol lleno de huevos!!
Los huevos eran entre marrón y colorados y tenían la cáscara dura, pero aún así el conejo tomó coraje y le preguntó:
-Árbol amigo puedes darme algunos de tus huevos para que el señor Jesús pueda saciar su hambre?
Al árbol le pareció tan gracioso el conejo, que movió sus ramas y crujió de la risa:
- Conejito, yo no pongo huevos, estos son mis frutos, ¡¡yo soy un árbol de cacao!!
- Ah, que voy a hacer, nadie tiene huevos que ofrecer, a todos pregunté, con las aves no hablé pues tan alto
vuelan, con los peces tampoco porque tan al fondo del agua están.
-no te entristezcas conejo, vamos a encontrar algún modo, ya que haz pedido mis frutos, yo te los voy a dar.
Y diciendo así, se sacudió tan fuertemente que sus frutos comenzaron a caer al suelo, y así le dijo:
-ve a buscar algunos animales que puedan ayudarte y les voy a enseñar a preparar una deliciosa mezcla con mis
frutos.
En algunos instantes llegaron varios animales y estaban atentos a las enseñanzas del árbol que les indicó cómo rallar,
cocinar y mezclar las pepas de cacao.
Le pusieron vainilla y lo endulzaron con miel y con muchas otras cosas deliciosas y saludables que tiene el bosque para
ofrecer.
El árbol extendió sus ramas más altas y leves y agarró rayos coloridos de luz del sol y con ellos los animales decoraron y
pintaron sus huevos de chocolate, cerraron de nuevo el fruto con la mezcla adentro. Los peces saliendo a la superficie y
mirando lo que sucedía, movieron sus escamas y dieron brillos plateados y dorados a los huevos.
Los pájaros observando la escena, buscaron pajitas y ramitas y con ellas tejieron un cesto. Ahí fueron colocado los
huevos coloridos con flores y ramas de todas las plantas del bosque y los animales ayudaron a colocarlo sobre la espalda
del conejo.
El maestro Jesús sonrió complacido y acarició las orejas puntiagudas del conejo
El conejo estaba tan contento que daba saltos de aquí para allá alrededor del divino maestro.
Tanta fue la algarabía que hizo, que llamó la atención de unos niños que por ahí pasaban, hijos de los campesinos que
trabajaban en ese campo, con ellos el maestro Jesús compartió los huevos.
-Que difícil que fue conseguir esos huevos, pensaba el conejo, pero todo valió la pena, y cuando pensé que todo estaba
perdido, ¡¡todo fue concedido!!
Fin