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ENSAYO SOPRE | EL GOomeRNOoc™! aes Locke Ed. A gui lac Madera, 1470 cD Moa DUNE GY 4, AI RT = f Yl ye | | CAPITULO II DEL ESTADO NATURAL § 4. Para comprender bien en qué consiste el poder politico y para remontarnos a su_ver- dadera fuente, sera forzoso que consideremos /eual_es el estado en que se encuentran natu- ralmente los hombres, a saber: un estadomde alnents OS | /Es también un @stadomdenigualdad, dentro del i cual todo poder y toda jurisdiccién son reci- i procos, en el que ie tiene » puesto que no hay cosa més evidente que el con ( Lovaiica 8 JOHN LOCKE que seres de la misma especie y de idéntico rango, sean también , Sin subordinacién ni some- , a menos que el Sefior y Duefio de todos ellos haya colocado, por medio de una clara manifestacién de su voluntad, a uno de ellos por encima de los demas, y que le haya conferido, mediante un nombramiento evidente y claro, el derecho indiscutible al poder y a la soberania./ § 5. El juicioso Hooker considera tan evidente por si misma y tan fuera de toda discusién esta igualdad natural de los hombres, que la toma como base de la bli y sobre ella levanta el edificio de los Géberesimutuospque tienen, y de ella deduce las grandes mdximas de la jus- ticia y de la caridad. He aqui cémo se expresa: «Esa misma inclinacién natural ha Ilevado a Ios hombres a reconocer que tan obligados como a si mismos estén a amar a los demds, porque si en todas esas cosas son iguales, deben re-, ma medida; si yo necesaria- irse por una mis! en desear recibir de los demés “mente tengo que i Loval uv cOn ( ~ ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 9 todo el bien que un hombre puede desear en su propia alma, gcémo voy a poder aspirar a ver satisfecho mi deseo si yo mismo no me cuido de satisfacer ese mismo deseo que sien- ten indiscutiblemente Jos demds hombres, que, por ser de idéntica naturaleza, tienen que sen- tirse tan dolidos como yo de que se les ofrezca algo que repugne a este deseo? De modo que, i imientos. De modo, pues, que mi deseo’ de ser amado, por mis iguales naturales en todo Jo que es posible, me im- or memonametnnrsameiee vimaame samen SPO ames 1 natural de consagrarles a ellos pone el debe! 1 mismo afecto. Yanadiemignora plenamente é! : (Eccl. Pol., lib. 1). § 6. Pero, aunque ese estado natural sea un ' estado de libertad, no Io es de licencia; aunque “ el hombre tenga en semejante estado una liber- 2 Se refiere a la obra de RICHARD HooKer Laws of Ecclesiastical Polity, en ocho libros, publicada en Lon- dres, J. Windet, 1597. [N. del T.] ‘on ( 10 JOHN LOCKE (OED Vo fu ves tad sin limites para disponer de su propia per- ‘ sona y de sus propiedades, esallibertadinowle v ETERS ENA Stren SE STHOR TI siquiera a alguna de las criaturas que posee, sino cuando se trata de consagrarla con ello a un uso mis noble que el requerido por su sim- ple conservacion. i i S@ludpalibertadsomposesiones; porque, siendo los i hombres todos la obra de un Hacedor omnipo- ins tente e infinitamente sabio, siendo todos ellos servidores de un tnico Sefior soberano, Ilega- dos a este mundo por orden suya y para servi- cio suyo, son propiedad de ese Hacedor y Sefior que los hizo para que existan mientras le plaz- ca a Fl y no a otro. Yecomovestanedotadosede facultad i ss comunidad de Naturaleza, no puede suponerse 1 i . i ion inieni De la misma manera que cada uno de nosotros esté obligado a su propia Lovaicauy vl ( ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL I conservacién y a no abandonar voluntariamente el puesto que ocupa, Io esta asimismo, cuando no esté en juego’ su Propia conservacién, a Slee linn de ba by va Pevt § 7. Y~para impedir que los hombres atro- pellen los derechos de los demés, que se dafien reciprocamente, y eria vana la ley na- tural, como todas las leyes que se relacionan con los hombres en este mundo, si en el estado natural no hubiese nadie con poder para hacerla ejecutar, defendiendo de ese modo a los ino- centes y poniendo un obstdculo a los culpables, y si un hombre puede,-en el estado de Natura- leza, JOHN LOCKE por ser aquél un estado de igualdad perfecta, en el que ninguno tiene su- perioridad o jurisdicci6n sobre otro, y todos deben tener derecho a hacer lo que uno cual- quiera puede hacer para imponer el cumpli- miento de dicha ley. =v) / _ un A bm » Pleo Le by Wafe, § 8. ado es como, en el estado de llega a tener poder so- Naturaleza, un, hombre bre otro, pero , cuando Io tiene apasionada fogosidad ada_de su propia vo- razones—por las que un hombre puede infligir a otro un dafio, y a eso es a Jo que Ilamamos , El culpable, por el hecho de transgredir fa ley natural, viene a manifestar que con’ él no rige la i amin, que es la medida que Dios establecié para los actos de los hombres, mirando por su se- guridad mutua; alshacerloysesconvierterensun i lespreciar | Y quebrantar ese hombre el vinculo que ha de Lovalicauyv vur x & ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 13 Q. 5 guardar a los hombres del dajfio y de la i Ahora bien: por el a . @a; asi es como puede infligir al culpable de haber transgredido la ley el castigo que puede hacerle arrepentirse, impidiéndole de ese modo, e impidiendo con su ejemplo a los demas, que § 9. No me cabe duda de que semejante doc- trine resultard muy extrafia para ciertos hom- bres: pero, antes que la condenen, yo desearia 5 que me razonasen en virtud de qué derecho , Puecle un principe o un Estado aplicar la pena _ ¢apital o castigar a un extranjero por un crimen “ que ha cometido dentro del pais que ellos rigen. Sus leyes, eso es cosa segura, no alcanzan a ,. los extranjeros, cualquiera que sea la sancién ~ que puedan recibir aquéllas por el hecho de & ser promulgadas por la legislatura. No se diri- Lovaricauy on ( 14 JOHN LOCKE gen al extranjero y, si lo hiciesen, éste.no ten- dria obligacién alguna de prestarles atencion, ya que la autoridad legislativa que las pone en vigor para que rijan sobre los stibditos de aquel + Estado no tiene ningtin poder sobre él. Quienes en Inglaterra, Francia u Holanda ejercen el su- premo poder de dictar leyes son, para un indio, ; hombres iguales a todos los demas: hombres | sin autoridad. Si, pues, cada uno de Ios hom- bres no tiene, por la ley natural, poder para castigar las ofensas cometidas contra esa ley, tal como se estime serenamente en cada caso, yo no veo razén para que los magistrados de un Estado cualquiera puedan castigar al extranjero de otro pais, ya que, frente a él,-no pueden tener otro poder que el que todo hombre puede tener naturalmente sobre todos los deméas. § 10. Ademés de cometerse el crimen de vio- lar Jas leyes y de apartarse de la regla justa de la raz6n, cosas que califican a un hombre de __degenerado y hacen que se declare apartado de los principios de la naturaleza humana y que se convierta en un ser dafino, suele, por regla general, causarse ‘un dafio; una u otra persona, un hombre u otro, recibe un dafio por aquella transgresién; en tal caso, Lovancauu von ( ENSAYO SOBRE EL GOMERNO CIVIL _ Ee nn @osharcausado. Y cualquier otra persona a quien eso parezca justo puede, asimismo, juntarse con el perjudicado y ayudarle a exigir al culpable todo cuanto sea necesario para éndemnizarie del daiio mes | ater ora bien: el magistrado, que tiene en sus manos, por el he- cho de serlo, el derecho comtin de castigar, + puede muchas veces, cuando el bien publico no reclama la ejecucién de la ley, perdonar por su propia autoridad el castigo de las infraccio- nes del delincuente, pero no puede, en cambio, condonar la reparacién que se le debe al par- ticular por los dafios que ha recibido. Dalper ‘sona que ha sufrido el dafio tiene derecho a eeilagpuedercondonarla. E| perjudicado tiene e facultad de apropiarse los bienes 0 los servicios del culpable en virtud del derecho a la propia conservacién, tal y como cualquiera tiene la facultad de castigar el crimen para evitar que F Lovaicauy von ( 16 JOHN LOCKE vuelva a cometerse, en razén del derecho que tiene a proteger al género humano, y a poner por obra todos los medios razonables que le sean posibles para lograr esa finalidad. Por eso, Tencnaae (para cuyo dafio no existe compensacién), poniéndo- 1 : les ante los ojos el castigo que cualquiera puede } A infligirles, y, al mismo tiempo, para proteger i g a los seres humanos de las acometidas de un f criminal que, habiendo renunciado a la razon, regla comin y ha declarado la guerra a ese género humano con aquella violencia injusta y aquella muerte violenta de que ha hecho ob- jeto a otro; puede en ese caso el matador ser destruido lo mismo que se mata un leén o un tigre, o cualquiera de las fieras con las que el F hombre no puede vivir en sociedad ni sentirse i seguro. En eso se funda aquella gran ley de la Naturaleza de que Cain sintid convencimiento tan ier persona tenia derecho criminal, que, después del exclama en voz alta: i tre me mataré.» De. ' 4 pleno de que cualqu a matarle como a un asesinato de su hermano, «Cualquiera que me encuen! Lovarcauy von ( ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 17 ISAYO SOBRE EL GOBIERNO} forma tan clara estaba escrita esa ley en los corazones de todos los hombres. § 12. Quizé alguien preguntard si, por esa misma razén, puede un hombre en el estado de Naturaleza castigar con la muerte otras in- fracciones menos importantes de esa ley. He aqui mi respuesta: ‘oda falta que pue- de cometerse en el estado de Naturaleza puede también ser igualmente castigada en ese mismo estado con una sancién de alcance igual al que se aplica en una comunidad politica. Aunque me saldria de mi finalidad actual si entrase aqui en detalles de la ley natural o de sus me- didas de castigo, lo cierto es que esa ley existe, y que es tan inteligible y tan evidente para un . ser racional y para un estudioso de esa ley como Jo son las leyes positivas de los Estados. § 13. No me cabe la menor duda de que a Lovarncauy Ui on ¢ /U esta extrana teoria de que en el estado de turaleza posee cada cual el poder ejecutivo de Ja ley natural, sewobjetarduquemnonestaePuesiQn i Por otro lado, la malquerencia, la pasion y la venganza los arrastrarén demasiado lejos en el castigo que infligen a los demas, no pudiendo resultar de todo ello sino confusién y desorden, por lo que, sin duda alguna, Dios debié fijar un po- der que evitase la parcialidad y la violencia : de los hombres. | | | esos Inconvenientes tienen seguramente que ser grandes alli donde los hombrés pueden ser jueces en su propia causa: siendo facil ima- ginarse que quien hizo la injusticia de perjudicar a su hermano dificilmente se condenaré a si mismo por esa culpa suya. Ahora bien: yo ‘desearia que quienes hacen esta objecién tengan presente que los monarcas absolutos son tnica- i mente hombres. Si el poder civil ha de ser el ! remedio de los males que necesariamente se : derivan de que los hombres sean jueces en sus propias causas, no debiendo por esa razon to- fecal taiteOAe SE eS mtn en ae, + ener ali = Sonica pene Lovaicauy ©On ( ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL. 19 lerarse el estado de Naturaleza, yo quisiera que “sobre una multitud, goza de la libertad de ser _ juez en su propia causa y en qué aventaja ese @pOdeRNeVilNalMestadoNaeUNAtUFAIEZR pudiendo | como puede ese hombre hacer a sus stibditos | lo que mds acomode a su capricho sin la menor | oposiciédn o control de aquellos que ejecutan ese capricho suyo. {Habrd que someterse a ese | hombre en todo lo que él hace, lo mismo si se guia por la razén que si se equivoca o se deja llevar de la pasién? Los hombres no estén obligados a portarse unos con ottos de esa ma- nera en el estado de Naturaleza, porque si, quien juzga, juzga mal en su propio caso o en el de otro, es responsable de su mal juicio ante el resto del género humano. § 14. Suele plantearse con frecuencia como poderosa objecién la siguiente pregunta: ¢Exis- { ten o existieron alguna vez hombres en ese estado de Naturaleza? De momento bastard como respuesta a esa pregunta el que estando, como estan, todos los principes y rectores de los poderes civiles independientes de todo el mundo en un estado de Naturaleza, es evidente | que nunca faltaron ni faltaran en el mundo Lovaicauy cOn ( p> we [ab Sécjgl = pene? 20 COT LE 2. N LOCKE > hombres que vivan en ese estado. Y me refiero a todos los soberanos de Estados independientes, | estén 0 no estén coligados con otros; i ‘Los hombres pueden hacer entre si otros convenios y pactos y seguir, @ pesar de ello, en el estado de Naturaleza. Las promesas y las estipulaciones para el trueque, etcétera, entre los dos hombres. de la isla de- sierta de que nos habla Garcilaso de la Vega en su historia del Pert 3° g entre un suizo y un indio en los bosques de América, tienen para ellos fuerza de obligaci6n, a pesar de lo cual siguen estando el uno con respecto al otro en un estado de Naturaleza, porque la honradez y el cumplimiento de Ja palabra dada son con- diciones que corresponden a los hombres como hombres y no como miembros de la sociedad. § 15. A quienes afirman que jamés hubo hombres en estado de Naturaleza opondré en 3 Alusion al episodio del naufragio de Pedro Serrano en una isla desierta, relatado por Garcilaso de la Vega en su libro Comentarios reales que tratan del origen de los incas (1609). [N. del T.] — Useareaue'con ( Ss a ENSAYO SOBRE EL GOBJERNO CIVIL 21 primer Jugar la autoridad del juicioso Hooker (Eccl. Pol., i, 10), donde dice: «las leyes de que hasta ahora hemos hablado...», es decir, las leyes de la Naturaleza, «obligan a los hom- bres en forma absoluta; en su propia calidad de hombres, aunque jam4s hayan establecido una camaraderia permanente ni hayan Ilegado nunca entre ellos a un convenio solemne sobre lo que deben hacer o no deben hacer; pero te- . memos, ademés, nuestra incapacidad para pro- = porcionarnos, por nosotros solos, las cosas ne- \ cesarias para vivir conforme a nuestra dignidad humana y de acuerdo con nuestra apetencia na- ” tural. Por consiguiente«nosisentimosrinducides / Gini Esta | fue la causa de que los hombres se reunieran, formando Jas primeras sociedades politicas», | d Lovaicauy CON ( Go bterao et wesw fads a sea en Se) Pe ife Ta CAPITULO VIII DEL COMIENZO DE LAS SOCIEDADES POL{TICAS ) § 95. Siendo, segin se ha dicho ya, los hom- bres libres, iguales e independientes por natu- yarlo a cabo cualquier cantidad de hombres, porque no perjudica a la libertad de los demas, que siguen estando, como Jo estaban hasta en- tonces, en la libertad del estado de Naturaleza. )_FNSAVO SopRe EL GomleRNo CIVIL 121 aTKN GB cred dad = § 96. sentimiento’ de cada individuo, ha constituido cierto nimero de hombres una comunidad, HaHa En efecto, una vez que, gracias al con- )(deeisiomdzdlaymayoria De otre forme es impo- sible actuar y formar verdaderamente un solo cuerpo, una sola comunidad, que es a lo que cada individuo ha dado su consentimiento al ingresar en la misma. El cuerpo se mueve hacia + donde Jo impulsa la fuerza mayor, y esa fuerza es el consentimiento de la mayorfa; -por esa ra- zon for eso vemos que © : en las asambleas.investidas por leyes positivas para poder actuar, pero sin que esas leyes po- sitivas hayan establecido un numero fijo para que puedan hacerlo, i Y, por la ley natural y Ja de la a | Escaneado con ( razOn, se da por supuesto que obliga, por ile- var dentro de si el poder de la totalidad, § 97. ae De esa manera, de otro modo, nada significaria el pacto ini. cial por el que cada uno de los miembros se integra con los demas dentro de la sociedad, y éHabria siquiera sombra de contrato o de nuevo compromiso si cada miembro no se sin- tiese obligado mas que a lo que le pareciese bien a él, 0 a lo que aceptase por propia vo- luntad de los decretos de la sociedad a que pertenece? De hacerlo asi gozaria de una li: bertad tan grande como la que tenfa antes de aceptar el pacto, y como la de cualquier otro: hombre en estado de Naturaleza que aceptase: someterse y conseguir en los actos de la misma\ que a él le agradasen. # § 98. Si no existe razén para que el consen- timiento de la mayorfa sea considerado como ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 123 decisién de la totalidad y obligatorio para to- dos, no habré nada que pueda convertir a una resolucién en acto de conjunto fuera del con- sentimiento undnime. Ahora bien: ¢ Gime,_porque las enfermedades y los negocios profesionales alejan forzosamente de las asam- bleas ptiblicas a cierto numero de personas, aun tratandose de sociedades muy inferiores en nt- mero a las que integran un Estado. Ademés, resulta poco menos que imposible conseguir la unanimidad, como consecuencia de la variedad de opiniones y de la pugna de intereses que se manifiesta fatalmente en cuanto se retinen unos “wuantos hombres. De modo, pues, que si el ingreso en una sociedad se hiciese en tales con- diciones, seria como las visitas de Catén al teatro, que entraba sélo para salir. Una cons: titucién de esa clase reduciria al poderoso Le- viatén.a una duracién més corta que la de la mas débil de las criaturas, y ni siquiera le per- mitiria durar el espacio del dia en que nacid, cosa imposible de suponer, ya que Giisoivertay Ant donde “Ie mayoria “no “puede obligar a Tos demds miembros, es imposible, que la sociedad actie como un solo cuerpo y; Escaneado con ( ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CiviL 125 JOHN LOCKE por consiguiente, volverd inmediatamente a di- solyerse. / / f ws Solo him da bfizuxolad L Sb4n | ~s'50-Por consiguiente, debe darse por su- puesto que: quienes, saliendo del estado de Naturaleza, se constituyen en comunidad@lea> ‘ano ser que, de una manera expresa, acuerden que deba estar en un nume- ro de personas superior al que forma ia simple mayoria. Y se da por supuesto que esto lo realizan por el simple hecho de unirse dentro de una sociedad politica, no requiriéndose otro pacto que ése entre los individuos que se unen (0 que integran una comunidad. Tenemos, pues, § 100, Dos objeciones suelen hacerse a esto: 12 No existen ejemplos en la historia de que un grupo de hombres, independientes e iguales entre si, se hayan juntado e iniciado y estable- cido de esa manera un gobierno. 2.* Es impo- sible en Derecho que haya hombres que hagan eso porque, habiendo nacido todos los hombres bajo un gobierno, tienen por fuerza que estar sometidos al mismo, y, por tanto, no gozan de libertad para instituir otro nuevo. § 101. He aqui la contestacin a la primera de estas objeciones: No tiene nada de sorpren- dente que la historia nos cuente muy pocas cosas de los hombres cuando éstos vivian en el estado de Naturaleza. En cuanto los inconve- nientes de esa clase de vida, y el-amor y la ecesidad de una sociedad juntaron a cierto Rimero de personas, las Hevaron inmediata- ‘mente a unirse e integrarse, si deseaban conti- nuar juntas. Y si no se nos autoriza a suponer que los hombres hayan estado nunca en el esta- do de Naturaleza, porque no sabemos gran cosa de los tiémpos en que lo estuvieron, tampoco podremos.suponer que los hombres de los ejér- citos de Jerjes fueron nunca nifios, porque poco o nada sabemos de ellos hasta que fueron hom- bres y se incorporaron en ejércitos. Los gobier- nos son en todas partes anteriores a los docu- mentos, y fara vez se cultvan las letras en un Escaneado con ( 126 JOHN LOCKE tar y la abundancia, gracias al desarrollo de (CUPASPRHESASTRECESAHAS? Entonces empiezan a investigar la historia de quienes la fundaron, y rebuscan en sus épocas primitivas cuando han sobrepasado ya ei recuerdo de las mismas. A las comunidades suele ocurrirles lo que a las personas particulares, que desconocen por regia general su propio nacimiento e infancia prime- ra; y si algo saben, se lo deben a relatos casua- les que otros dejaron. Los que poseemos acerca del comienzo de las sociedades, politicas, con excepcion de la de los judios, en la que Dios intervino directamente, y que no habla ni mu- cho menos en favor del poder paternal, cons- tituyen ejemplos bien claros de la clase de ini- ciacién que he mencionado, o son, por lo me- nos, huellas evidentes de la misma. § 102. Tendrd que dar muestras de una ex- trafia inclinacién a negar la evidencia de los he- chos quien, al no concordar con sus hipétesis, no se avenga a reconocer que Roma y Venecia empezaron al conjuntarse cierto numero de hombres, libres e independientes unos de otros, y entre los que no existia superioridad natural © sometimiento, Y si José de Acosta ® merece 'S Historia natural y moral de las Indias, compuesta ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL. 127 crédito, él nos asegura que en muchas partes de América no existia ninguna clase de gobier- no, «Existen notables y claras conjeturas de que aquellos hombres (se refiere a los habitantes del Perd) no tuvieron por espacio de mucho tiem- po reyes ni Estados, sino que vivian en grupos, tal como hoy mismo hacen en Florida los che- riquanas, los del Brasil y otras muchas naciones que con toda seguridad no tienen reyes y que, cuando se les ofrece la oportunidad, en tiempo de guerra o de paz, eligen a su gusto sus ca- pitanes» (lib. I, cap. 25). SilSelafinmalquelen (GEETAICOHVERIERTED sea como quiera, tales hom- bres eran @VidentEMEMeNIbTES|Dcualquier su- perioridad que hoy les atribuirian algunos po- liticos, ellos mismos no la’ reclamaban para si pero eran todos iguales por mutuo consent: miento, hasta que por ese mismo consentimien- to nombraron gobernantes suyos. De modo, _ por el padre Josef de Acosta, religioso de la Compa- fifa de Jess, Sevilla, 1590. [N. del T.] Escaneado con ( 128 JOHN LOCKE -garon de una.unién voluntaria, y del mutuo. acuerdo entre hombres, que actuaban libre- sus formas de gobierno, § 103. Espero también que no se me negaré que al grupo de hombres que, segtin nos cuenta Justino, abandonaron Esparta con Palante eran libres e independientes unos de otros, y que establecieron sobre si mismos un gobierno por su propio consentimiento. He dado, pues, va- tios ejemplos sacados de la historia de pueblos libres y en estado de.Naturaleza que, habién- dose reunido, se integraron e iniciaron una comunidad. Y si se considera que la ausencia de tales ejemplos constituye argumento demos- trativo de que no empezé ni pudo empezar de ese modo el gobierno, supongo que quienes de- fienden la existencia del poder paternal abso- luto deberfan dejar éste de lado mas bien que aducirlo contra la libertad natural. Yo creo que si son capaces de aducir tales ejemplos sacados de la historia de gobiernos que se iniciaron sobre la base del derecho paternal (aunque, en el mejor de los casos, no tiene gran valor acu- dit a lo que ha sido para probar lo que debe- ria ser) se podria, sin gran peligro, otorgarles la raz6n. Pero, si se me permite darles un con- | | | 1k 129 ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CI’ sejo en esta materia, harfan bien en no lan- zarse a excesivas investigaciones acerca del ori- gen de los gobiernos y de la manera como na- cieron de facto. Resultaria muy poco favorable a la causa que ellos defienden y al poder por el cual combaten que se supiese de qué manera fueron fundados muchos de esos gobiernos. § 104. Para terminar. Estdé claramente de nuestro-lado Ja razén al afirmar que los hom- bres eran naturalmente libres; los ejemplos de la historia demuestran que los gobiernos, cuan- do se iniciaron en tiempo de paz, estuvieron fundados sobre esa base, y se constituyeron por el consenso del pueblo. No queda, por tanto, lugar para la duda sobre dénde se encuentra el Derecho, o sobre cual ha sido la opinién y la practica del género humano cuando institu- y6 por vez primera gobiernos. § 105. No niego que si volvemos la vista atrés, hasta donde la historia nos lo consiente, en bus- ca de la iniciacién de las comunidades primeras, encontramos, por regla general, que éstas se encuentran 4 También me siento inclinado a creer que alli donde una familia era lo bastante numerosa para subsistir por sf sola Escaneado con ( y no se dividfa, continuando junta sin_mezelar- Se .con otras, como odlirre” aon frecuencia en las regiones donde abunda la tierra y son esca- sos los habitantes, lo corriente fue que el go- bierno se iniciase con el padre. Teniendo éste por ley de Naturaleza el mismo poder que todo hombre para castigar segtin su buen entender las culpas cometidas contra la ley, podia por eso mismo castigar las transgresiones cometidas por sus hijos, incluso cuando éstos eran ya hombres y habian salido de su tutela. Parece muy probable que ellos se sometiesen a esos castigos del padre, y se uniesen a él contra el culpable los que no lo eran, aportandole asi el poder necesario para ejecutar su sentencia contra cualquier transgresién. De ese modo, lo convertian realmente en legislador y gobernan- te de todos los que permanecian unidos a su familia. Era el hombre que més confianza me- recia; el carifio paternal les aseguraba sus pro- piedades y sus intereses bajo el cuidado suyo, y la costumbre de obedecerle en su nitiez les hacia més fécil someterse al padre mejor que a otra persona. Si, pues, era preciso que tuvie- sen una persona que los gobernase, puesto que dificilmente se puede soslayar un gobierno en- tre gentes que viven juntas, équién tenia mayo- res probabilidades de ser ese gobernante sino ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 131 el que era su padre comin, a menos que la ne- gligencia, la crueldad, 0 cualquier otro defecto de alma o de cuerpo, lo incapacitasen para ello? Pero si el padre fallecia, y dejaba un heredero mediato menos capacitado para gobérnar —ya fuese por minoria de edad, por falta de pruden- cia, valor u otra cualidad cualquiera— o si se reunian varias familias y consentfan en seguir viviendo juntas, no puede dudarse de que, en semejante caso, emplearian su libertad natural para elevar al gobierno a la persona que ellos juzgaban més habil y con mayores probabili- dades de gobernarlos bien. Asi es como nos en- contramos a los pueblos de América que —vi- viendo fuera del alcance de las espadas con- quistadoras y del poder creciente de los dos grandes imperios del Perti y de Méjico— dis- frutaban de su propia libertad natural, aunque, caeteris paribus, preferian de ordinario al here- dero de su difunto rey; pero cuando lo encon- traban débil e incapaz en cualquier sentido, hacian caso omiso del heredero ¢ institufan por gobernante suyo al hombre mas fornido y més | valeroso. § 106. Pues bien: si volvemos la vista atrds hasta el comienzo de los documentos histori. cos relativos a la propagacién del hombre por Escaneado con ( 132 a de las naciones, nos en- el mundo, y a la contramos por lo general que el gobierno esté en una sola mano; pero eso no destruye mi afir- macién de que el comienzo de la sociedad po- litica depende del consenso de los individuos para reunirse e integrar una sociedad. Gfalve @ Ahora bien: como eso ha dado ocasié a ciertos hombres para equivocarse y para pen- sar que el gobierno fue por naturaleza monér- quico, y pertenecia al padre, quizé no estard de mas que entremos aqui a considerar la razon de que en sus comienzos los pueblos se incli- naron generalmente hacia esa. forma de gobier- no. Aunque es posible que la preeminencia de que gozaba el padre, al instituirse por primera vez algunas de las comunidades, diese ocasién a que en los tiempos primitivos se colocase el poder en una sola persona, es evidente que la tazén de que continuase la forma de gobierno de una sola persona no se produjo por ningu- na consideracién o respeto a la autoridad pater- nal. La verdad es que todas las monarquias EL GOBIERNO CIVIL 133 § 107. Tenemos, pues, que en los tiempos primitivos, el gobierno que ejercia el padre sobre los hijos menores acostumbré a todos sus retofios al gobierno de un solo hombre, y les ensefié que cuando éste se ejercia con cuidado y habilidad, con carifio y amor hacia los que a él estaban sometidos, bastaba para cuidar y salvaguardar a los hombres (puesto que eso era unicamente la felicidad politica que busca- ban en la sociedad). @NONES) puRSMaelextranar ancia, y que habian encontrado por experien- cia que era Ilevadera y segura. Agreguemos a ello que la monarquia es una forma de gobierno ‘sencilla y que se ofrece esponténeamente 2 los (hombres, cuando la experiencia no los ha ins- truido en las formas de gobierno, ni la ambi- cidn ni la insolencia del mando les han ense- fiado a precaverse contra las intromisiones de prerrogativas y los inconvenientes del poder ab- soluto, que la monarquia hereditaria tendria tendencia a reclamar y a imponerles. No es, pues, en modo alguno de extrafiarse que esos hombres primitivos no se molestasen en idear métodos para reprimir cualquiera de esas exa- geraciones de los hombres a quienes habian Escaneado con ( 134 JOHN LOCKE entregado la autoridad sobre ellos, ni de equi- librar el poder de los gobiernos dividiéndolo en varias ramas y colocdndolas en distintas ma- nos. Aquellos hombres no sintieron la opresién del poder tirdnico; tampoco las costumbres de la época, los bienes que poseian o°la manera de vivir, al dejar escaso margen para las ape- tencias y la ambicién, daban motivo alguno para recelar y tomar medidas en contra de ese poder. No es, pues, de extrafiar que adoptasen una forma de gobierno que, segiin he dicho, les resultaba tan esponténea y sencilla, siendo ademds la més apropiada para su estado y si- tuacién en aquel entonces, porque mas qu en una multiplicidad de leyes; los bienes que posefan eran muy escasos, y no se necesita: ban muchos gobernantes y funcionarios para ditigir y cuidar de la ejecucién de las mismas, puesto que los culpables y atropelladores eran escasos. Es de suponer que los hombres que sentian mutuamente una simpatia como para reunirse en una sociedad tendrian ya algun tra- to y amistad entre ellos, y confiarfan los unos en los otros. Ciertamente que recelarian més de Tos extrafios que de ellos mismos entre si, y, por consiguiente, su primera preocupacién y pensa- ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 135 miento debe suponerse que fue idear el modo de salvaguardarse contra la fuerza de los ex- trafios. Era natural que adoptasen la forma de gobierno més indicada para semejante finali- dad, y que eligiesen al més sabio y al més va- leroso para que fuese su jefe en sus guerras y los guiase contra sus enemigos, consistiendo principalmente en eso su tarea de gobernante. § 108. sigue siendo todavia un modelo de lo que fue- ron las épocas primitivas en Asia y en Europa, ° cuando los habitantes eran muy escasos para la extension de esos paises, y@lalescasezidetha> digo, que los reyes de los indios son muy poco mas que generales de sus ejércitos; y, a pesar de que tienen un poder absoluto en la guerra, ejercen muy escaso mando en el propio pais en tiempos de paz; su soberania es entonces muy moderada, las decisiones sobre la paz y la guerra recaen de ordinario en el pueblo o en un consejo, aunque la guerra misma, que no admite pluralidades de gobernantes, lleva na-" turalmente a colocar el mando en la tnica autoridad del rey. th Por eso vemos que en América, que | 4 Escaneado con ( 136 JOHN LOCKE § 109, En Israel mismo, el negocio principal de sus jueces y de sus primeros reyes parece haber consistido en ser capitanes y jefes de sus ejércitos en. tiempo de guerra. Eso se ve con toda claridad en la historia de Jefté (ademés de lo que se.nos da a entender con la frase «salir y entrar delante del pueblo», que no era otra cosa que salir para la guerra y regresar de nuevo a casa a la cabeza de sus fuerzas mi- litares). Cuando los amonitas hacian la guerra a Israel, las gentes de Galaad, asustadas, envia- ron una diputacién a Jefté, un bastardo al que habjan arrojado de su familia, y convinieron con él en que, si les ayudaba contra los amo- nitas, lo reconocerian por jefe suyo. Y eso lo hicieron con estas palabras: «Y el pueblo lo “establecié como jefe y general suyo» (jueces, XI, 11). Eso equivalia, segin parece, a las fun- ciones de juez. «Y él juzgé a Israel» (Jue- ces, XII, 7), es decir, fue su capitén general... durante seis afos. Por esa misma razon, cuan- do Jotham echa en cara a los habitantes de Sichem las obligaciones, que tenian con Ge- dedn, que habia sido su juez y su jefe, les dice: «Luché. y puso su vida en peligro por vosotros, y os sacé de las manos de los madie- nitas» (Jueces, IX, 7). Nada Jes recuerda fuera de.lo que hizo como general suyo; y eso es todo ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 137 Jo que leemos en su historia y en la de los de- mds jueces. A Abimelec concretamente sé le llama rey, aunque a lo sumo fue general suyo. Y cuando, cansados ya de la mala conducta de los hijos de Samuel, quisieron los hijos de Is- rael tener un rey «igual que todas las nacio- nes, para que los juzgase, marchase al frente de ellos a la guerra y pelease cuando ellos pe- leasen» (I Samuel, VIII, 20), Dios, accedien- do a sus deseos, dice a Samuel: «Yo les envia- ré un hombre, y tt lo ungirdés por capitan de mi pueblo de Israel, para que liberte a mi pue- blo de las manos de los filisteos» (IX, 16). Como si la tinica tarea de un rey consistiese en guiar a sus ejércitos ‘y en pelear en defensa de su-pueblo; en su consecuencia, cuando su consagracién, al verter sobre Sati] una ampolla de aceite, le dice que «el Sefior le ha ungido por capitén de su herencia» (X, 1). Y cuando, después de que Satil fue elegido solemnemen- te y saludado por rey en Mispah por las tri- bus, hubo quienes no quisieron recibirlo como rey suyo, no hacen sino esta objecién: «{Cémo podré salvarnos este hombre?» (X, 27), que es como si dijeran: «Este hombre no retine con- diciones para ser rey nuestro porque carece de mando y habilidad suficientes en la guerra para poder defendernos.» Y cuando Dios decidié Escaneado con ( iethetaatcieratitaaed a trasladar el poder a David, lo hace con estas palabras: «Pero ahora no seguirds reinando: El Sefior se ha elegido un hombre segin su corazon, y el Sefior le ha dado la misién de ser jefe del ejército de su pueblo» (XIII, 14). Como si toda la autoridad real estuviese redu- cida a ser su general. Por eso, cuando las tri- bus que seguian fieles a la casa de Satil se opusieron a que David reinase, al presentarse mas adelante en Hebrén con las condiciones que exigian para someterse a él, le dan, entre otras razones que tenian para someterse a él como a rey suyo, la de que era ya rey de ellos en tiempo de Saul, y que. por ese motivo te- nian que recibirlo ahora por su rey. Y dicen: «Y también fuiste ti en tiempos pasados, cuan- do Saul era nuestro rey, quien conducia a Is- rael a la guerra y quien lo trafa de regreso de ella, y el Sefior te dijo: Ta serés quien ali- mente a mi pueblo, y tt serds el capitan de Israel.» §. 110. De ese modo, allf donde una familia crecié hasta convertirse gradualmente en un Es- tado, y la autoridad paterna pasd a su hijo ma- yor, cada stibdito, a su vez, fue creciendo bajo la misma y la acepté tacitamente; y como lo llevadero y equitativo de esa autoridad no mo- ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 139 lesta a nadie, todos se mostraban conformes, hasta que el transcurso del tiempo parecié con- firmarla y establecié el derecho de sucesién ‘como consecuencia de una prescripcién. Ahora bien: varias familias o los descendientes de va- rias familias a las que la casualidad, la vecin- dad o los negocios unian_ entre si acabaron formando una sociedad politica. Entonces, la necesidad que tenian de un general que les di- rigiese contra sus enemigos en la guerra, unida a la confianza mutua, a la falta de malicia y a la sinceridad de aquella edad pobre pero vir- tuosa (como lo son casi todas aquellas en que surgen los gobiernos duraderos) hicieron que esos efectos era corriente usarlo en la infan- cia de las comunidades. De no haberlo hecho! asi, las sociedades jévenes no habrian podido subsistir. Sin tales padres’ adoptivos, sin ese cuidado de los gobernantes, todos los gobier- nos se habrian hundido por efecto de las de- bilidades y de la fragilidad de su infancia, y Escaneado con ( 140 LOCKE tanto el principe como el pueblo habrian su- cumbido juntos. § 111. Seguramente que los hombres de la “Edad Dorada (antes que la vana ambicién, el amor sceleratus habendi y la malvada concu- piscencia hubiesen corrompido las mentes de los hombres Hevandolas a un concepto equivo- cado del auténtico poder y del honor nantes, asi como stibditos menos viciosos. No existia entonces, por una parte, la invasora prerrogativa de oprimir al pueblo, ni era’ ne- cesario, por otra parte, suscitar disputas acerca de privilegios a fin de disminuir o restringir el i poder del supremo magistrado; por eso fOJEXiSD %© «Pudo muy bien ocurrir en Jos tiempos primitivos, cuando se iniciaba una forma determinada de régi- men politico, que GOlselitomase iningunaljresolucion y que aquello que habia sido dispuesto como remedio venia, en realidad, a agravar el mal en vez de curarlo. Enton- ces se comprendié que el sometimiento 2 la voluntad de un;solo hombre equivalia a la desgracia de todos. ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 141 Ahora bien: yeron necesario @Xammiffa® con més cuidado los origenes y los derechos del gobierno; idearon | medios para restringir las pretensiones exage- i radas y para evitar los abusos de ese poder que ahora se empleaba en dafio de ellos, sien- do as{ que sdlo para su bien lo habian puesto en manos ajenas. § 112. Vemos, pties, de qué manera tan na- \ tural aquellas gentes que eran naturalmente libres se sometieron por su libre consentimien- to al poder soberano del padre, o cémo, al reunirse varias familias para constituir un go- bierno, pusieron por lo general ese gobierno en manos de una sola persona, y prefirieron estar bajo un tinico soberano, sin pensar en limites de una manera expresa a ese poder, ni Esto obligé a hacer leyes en las que cada cual podia enterarse de sus obligaciones, e informarse de los cas- tigos con que: se sancionaban las transgresiones de las mismas» (Hooxer: Eccl. Pol., lib. I; sec. 10). i Escaneado con ( 142 ot Lock! en reglamentario, porque se juzgaron bastante salvaguardados por la prudencia y honradez GGeieeREOMEMPOTEED. de la misma manera que Otra objecién que se hace contra esa clase de comienzos de las sociedades politicas es, se- gtin yo creo, la siguiente: § 113. «Que todos los hombres nacen some- tidos a uno u otro gobierno, siendo, por tanto, imposible que hayan tenido nunca libertad ¢ independencia para reunirse y constituir un gobierno: nuevo, sin que hayan sido tampoco capaces de establecer un gobierno legitimo.» ~Cémo, pues, surgieron tantas ‘monarquias le- gitimas, si este razonamiento es bueno? Si na- die, segén esa hipdtesis, es capaz de exhibirme 2 un solo hombre, en ninguna de las edades Gel mundo, con libertad para dar principio a una monarquia legitima, yo me comprometo a exhibirle a otros diez hombres que tuvieron ‘tea distinta y separada. De modo que, atenién ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 143 libertad, simulténeamente, para’ unirse e iniciar un gobierno nuevo, bien bajo la forma de mo- narquia, bien bajo otra forma cualquiera. Ello constituird una demostracién de que si una persona que nacié bajo la soberania de otra puede tener libertad suficiente para ejercer po- der sobre otros en un imperio nuevo y distinto de aquel en que nacis. @oiaymismajrezsnjeual donos a su propio principio, caso, solo les queda mostrarnos cuales son ese principe -y ese gobierno, y yo no dudo que cuando lo hayan hecho todo el género humano se mostrard sin dificultad de acuerdo para so- meterse a su obediencia. § 114. Aunque bastaria, como respuesta a la objecién de que hablamos, el hacer ver que implica a sus defensores en idénticas dificulta- des que a aquellos otros contra quienes la em- plean, trataré, sin embargo, de poner en evi- Escaneado con ( 144 JOHN LOCKE dencia la debilidad de su argumentacin un poco mas extensamente. Dicen ellos: «Todos los hombres nacieron sometidos a un. gobierno y, por consiguiente, no pueden estar en libertad para iniciar otro nuevo. Todos los hombres han nacido bajo el mando de un pa- dre o de un principe y, por consiguiente, se hallan sometidos a una obediencia y fidelidad perpetuas.» Es evidente ‘(Gian nacido? un sometimiento al uno 0 al otro que los ligaba, sin haber ellos otorgado su con- sentimiento, a seguir sometidos a esos hombres y a sus herederos, § 115. La historia no nos ofrece ejemplos més frecuentes, lo mismo en lo sagrado que en lo religioso, que los de hombres que se aparts- ron y retiraron su obediencia de la jurisdiccién bajo la cual habian nacido, de la familia o de la comunidad dentro de la cual se habian cria- do, y que establecieron nuevos gobiernos en otras regiones. Asi fue como surgié ese gran miimero de pequefias comunidades politicas en las edades primitivas, que se fueron multipli- cando mientras hubo en sus regiones espacio iL. 145 ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO Cl iente, hasta que las comunidades més fuer- tes o més afortunadas engulleron a las mas débiles; y asi es como se ha visto a esas comu- nidades més importantes deshacerse para volver a formar Estados més pequefios. Todos ellos son otros tantos testimonios contra la soberania paternal, y demuestran claramente que no fue el derecho del padre transmitido a sus herede- ros lo que en los comienzos dio origen a los gobiernos; porque en ese terreno era imposible que se hubiesen constituido tantos pequefios reinos, y @Olojjiiabrialjiabidoyunayjmonarquia e | (biernoy fuesen aquéllas y éste los que fue- | sen, a fin de marcharse y constituir otros Esta- } dos y gobiernos que a ellos les parecieron con,/ venientes. § 116. Eso fue lo que ocurrié en el mundo, desde el principio hasta nuestros dias. Hoy mis- mo, el haber nacido bajo una sociedad politica ¥ constituida de largo tiempo atrds con leyes establecidas y formas de gobierno determina- das no constituye para los hombres estorbo alguno para su libertad, ni més ni menos que si hubiesen nacido en las selvas entre los pueblos errantes que viven en ellas, Quienes quisieran Escaneado con ( IN LOCKE MSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 147 convencernos de que por el hecho de haber nacido bajo un gobierno nos encontramos na- uraimente convertidos en stibditos del mismo, ¥ ya no tenemos titulo ni derecho alguno a la ibertad del estado de Naturaleza, no tienen pesibilidad de alegar otra razén (una vez re- chazada la del poder paternal, que hemos refu- isdo ya) sino (aldeliquellporthaber!Salidolya Auestros padres 0 progenitores del estado de libertad natural, se comprometieron ellos y_ -comprometieron a sus descendientes' a un so- _ metimiento perpetuo al poder que ellos acepta- GAD Ciertamente que cada cual esté obligado 2 cumplir los compromisos que ha contraido © las promesas que ha hecho, pero @iifiginilpae Cuando un hijo llega a la mayorfa de edad viene a ser tan libre en todo como su padre, de modo que GAlaetoldelipadre|noypuederdiss uede, si, vincular a la herencia de sus tierras determinadas condi- ciones, como stibdito que es de una determi- nada comunidad, obligando con ello a su hijo a seguir en ella si quiere disfrutar de las pro- piedades que fueron de su padre. Eso es asi porque, siendo las tierras de propiedad del pa- | | | dre, éste puede disponer de ellas y someterlas a las normas que bien le parezcan. § 117. Esto ha sido lo que, por regla general, ha inducido ai error que reina en esta materia. Los Estados no permiten que se desmiembre parte alguna de su extensién territorial ni que «sta sea disfrutada sino por los miembros de sujmismayeomunidad;yen esas condiciones eID hijo no puede corrientemente disfrutar de las posesiones de su padre si no es sometiéndose a las mismas condiciones que lo estaba éste, y para ello tiene que formar parte de la socie- dad, colocéndose ast bajo el gobierno que se; osistbditosdelsmismo Como de ese modo , resulta que los hombres libres nacidos bajo un determinado gobierno dan el consentimiento, nico modo de hacerlos miembros del Estado, separadamente y a medida que cada cual llega a la mayoria de edad, y no lo dan conjunta- mente como una multitud, nadie repara en ese consentimiento, nadie piensa en modo alguno que se otorga ni que sea necesario, y Hegan | Escaneado con ( 148 § 118. Ahora biernos mismos no No reclaman poder alguno sobre el hijo por el hecho de que lo tuvieran sobre el padre, ni con: sideran que los hijos son stibditos suyos por haberlo sido sus padres, Si un stbdito en In- slaterra tiene en Francia un hijo de una mujer inglese, gde quién es stibdito ese hijo? No lo es del rey de Inglaterra, porque para que ese hijo sea admitido @ los privilegios de que gozan los demés siibditos necesita una autorizacién real expresa. No lo es del rey de Francia, por- que si lo fuese no tendria su padre libertad pare Ilevarse al hijo fuera de Francia y para educatlo como bien le parezca. ZQuién, en esas condiciones, fue juzgado traidor o desertor por el hecho de sbandonar el pais o de guerrear comtra el mismo, por el simple hecho de haber nacido en ese pais si sus padres eran extran- jeros en él? Resulta, pues, evidente por las mismas pricticas adoptadas por los gobiernos, igual que por la ley de la buena raz6n, @UEIED de la discrecién se encuentra bajo la tutela y le dad del padre; al llegar a ese edad es un libre, y goza de libertad para someter- NZ po p pero que ha nacido en turalmente sobre sus donde nazean, y los lazos de las obligaciones naturales no se encuentran limitados por las fronteras reales de los reinos y de las comu- nidades. § 119. Al'ser, segdin hemos demostrado, OR ré que estudiarse qué se entiende por decla- racién suficiente del consentimiento de un hom- bre para someterse a las leyes de un determina- do gobierno. Existe una distincién corriente que podré aplicarse a‘fluestro caso ac- tual. Nadie pone en duda que el consentimien- entre consentimiento expreso y consentimiento, (Ge, Escaneado con ( cultad estriba en ponerse de acuerdo sobre lo que debe entenderse por consentimiento tacito y hasta qué punto liga éste, es decir, hasta qué punto siderard que una persona ha con- i jometiéndose de ese modo a un gobier- en los casos en que no ifestado expresamente ese consentimiento. gan disfrutando de esos 5 eso en las mismas condiciones que todos los demés stibditos, lo mismo si estas tierras han de pertenecerle a él y a sus herederos para siempre como si sdlo ha de vivir en ellas una semana, 0 si se limita a viajar libremente por Jas carreteras, En efecto, § 120. Para comprender esto mejor sera bue- no que meditemos en que desde el momento SAO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 151 ependaniyaide;owo;gobierno, Constituiria una contradiccién palmaria que alguien entrase en sociedad con otros para la seguridad y la re- glamentacién de la propiedad, y que las tierras que posee, cuya propiedad habré de regularse por las leyes de la sociedad, queden fuera de la jurisdiccién del gobierno de Ia misma al que él y la propiedad de sus tierras se hallan some- tidos. De modo, pues, que por el acto mismo por el que una persona que antes era libre se agrega a cualquier Estado, agrega también a éste sus bienes, que antes eran libres. De modo que quien de “en adelante adquiera por herencia, compra, autorizacién o de otra manera cualquiera el disfrute de unas tierras que dependen del go- bierno de dicho Estado, sélo puede tomar po- sesién de ellas conformandose a la condicién a que se encuentran sometidas, es decir, a obede- cer al gobierno del Estado bajo cuya jurisdic- Escaneado con ( 152 LOCKE cién se encuentran, y eso en las mismas con- diciones que los demés stibditos. ~— § 121, Ahora bien: no teniendo el gobierno jurisdiccién directa-sifd”sobre.Ja_tierra,y_no alcanzando.esa_jurisdiccién -al_poseedor_de_la tisma (antes que se haya incorporado de hecho a la sociedad), sino mientras vive en dicho Es- tado y disfruta de dichas tierras, la obligacin que_tiene por el disfrute de vivir sometido al ene POE SCT gobieitio empieza ¥-acaba’con-ese distrute. Por” eS0, siempre que el propietario dé Tas tierras que no hubiese dado al gobierno sino su con- sentimientotéctto-se-deshaee~de-ellas por dona- cigs venta o de otra manera cualquiera, qu n libertad de_marcharse y de incorporarse”@ cualquier otro Estado, y” puede-también cons- tituir con otros un Estado nuevo in vacuis locis en cualquier parte del mundo que encuentre deshabitada y libre; en cambio, quien una ved intié, median do formal y una de- claracién expresa, en formar parte de un Esta- do, encuéntrase en la obligacién perpetua indispensable de seguir perteneciendo al mismo, de permanecer como stibdito inalterable suyo, y ya no puede volver nunca a la libertad del “estado de Naturaleza, salvo que el gobierno al GOBIERNO CIVIL 153 ENSAYO $0 que se haya sometido desaparezca por alguna calamidad. § 122. Pero el simple hecho de.someterse a Jas leyes de~un_pais, de vivic_tranquilamente y de disftutar de los privilegios y de la protec- cién que ellas otorgan no hace a ningun hom- bre_miembro_de dicha sociedad; todo eso es Gnicamente una proteccién local y una atencién debida y exigida a todos aquellos que, no en- contrandose en estado de guerra, vienen a vivir a los territorios pertenecientes a un gobierno, en cualquier lugar adonde alcanza la fuerza de su ley. Pero ese hecho no convierte a un hom- bre en miembro de aquella sociedad, en stibdito perpetuo de aquel Estado, como no lo con- vertiria en stibdito del jefe de una familia con la que encontrase conveniente residir por algin tiempo; ahora bien: mientras residiese en ese pais estaré obligado 2 cumplir sus leyes y a someterse al gobierno establecido en el mismo. Vemos, de ese modo, que Jos extranjeros que pasan toda su vida bajo otro gobierno, y que gozan de los privilegios y Ia proteccién que él otorga, no se convierten por ello en stibditos o miembros de aque! Estado, aunque se hallen en conciencia obligados 2 someterse, igual que cualquier otro ciudadano, a sus disposiciones. Escaneado con ( JOHN Loc} Nada puede hacer a un hombre stbdito o miem- bro de un Estado sino su ingreso en el mismo por compromiso positivo, promesa expresa y pacto. Esa es mi manera de pensar en lo refe- rente al comienzo de las sociedades politicas y al consentimiento que convierte a un hombre en miembro de un estado determinado. CAPITULO IX DE LAS FINALIDADES DE LA SOCIEDAD POLITICA absoluto_de su propia persona y de’sus bienes, igual al “hombre mas alto y libre de toda suje- cién, “¢por_qué.razén va.a renunciar a esa li- bertad, a ese poder supremo para someterse| al gobierno y a la autoridad de otro poder? La respuesta evidente es que, a pesar de dis- Escaneado con ( 156 ) son cock jombres no observan estrictamente los manda- | | s de la equidad y de la just I in ia, resulta muy | seguro y mal salvaguardado el disfrute de los | bienes que cada cual posee en ese estado. Esa) es la raz6n de que los hombres estén dispues-, tos a abandonar esa condicién natural ; suya que, por muy libre que sea, esta jenen \ sobresafios_y E razoneS suficientes para procurar salir de la misma y entrar voluntariamente en sociedad > 1 con otros hombres que se encuentran ya uni dos, o que tienen el propésito de unirse para la mutua salvaguardia de sus vidas, libertades y tierras, a todo lo cual incluyo dentro del nombre genérico de bienes o § 124. Tenemos, Pues, que la finalida xima y principal que buscan los hombres al reunirse en Estados o comunidades, sometién- dose a un gobierno, es la de salvaguardar_sus bienes; esa salvaguardia es muy. incompleta en el estado de Naturaleza. y de medida comin para que puedan resolver, se por ella todas las disputas que surjan entr ENSAYO SOURE EL GOMERNO CIviL___157 Jos hombres. Aunque la ley natural es clara € inteligible para todas las criaturas racionales, Jos hombres, Ilevados de su propio interés, © ignorantes por falta de estudio de la misma, se sienten inclinados a no reconocerla como norma que los obliga cuando se trata de apli- carla a Jos casos en que est4 en juego su interés. § 125. estado de Naturaleza imparcial, con autoridad—para resolver todas las diferencias, de acuerdo con la ley. estable- cida. Como en ese estado ‘es cada hombre juez ¥ Sfecutor de la ley natural, y como todos ellos son parciales cuando se trata de si mismos, es muy posible que la pasién y el rencor los leven demasiado lejos; que tomen con excesivo aca- loramiento sus propios problemas y que se muestren negligentes y despreocupados con los problemas de los demés. Que eExPAL § 126. En tercer lugar, se cd cia en el estado de Naturaleza de ficiente que respalde y sostenga a=s cuando éstl es justa, ¥ que la ejecute debida- mente, Quienes se han hecho culpables-de una injusticia rara vez dejaran de mantenerla si disponen de fuerza para ello. Esa resistencia al veces Escaneado con ( Iss JOHN LOCKE convierte muchas veces en peligroso el castigo, resuitando con frecuencia muertos quienes tra- tan de aplicario. \ CFP LWACVAGVARDA DE Los BiEWES 3 § 127. Asi es como el género humano se ve +“ " rapidamente Ievado_hacia-la {ea pesar de TdOs los privilegios de que goza el estado de Naturaleza, porque mientras per- manecen dentro de éste su situacién es ma Por esa razén, es raro encontrar hombres que permanezcan durante algtin tiempo en tal esta- do. Los inconvenientes a que estén expuestos, dado que cualquiera de ellos puede poner por obra sin norma ni limite el_poder de castigar las transgresiones os demas, los impulsa a buscar refugio, a_fin_de_ salva v. yiduo_elegido_entre_ellos para esa tarea, indi 2 ellos para esa ta fateniéndose a Jas reglas quela-comunidad 9 laquellos que han sido autorizados por los miem bros de la misma establezcan_de.comin.acuer: do._Ahi es donde radica el, derecho_y el naci- miefito we-anibos™poderes, el legislative y_el ejecutivo, ¥ también el, de los gobiernos y.el d ej las mismas_sociedades_politicas. ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 159 de lado la libertad~que-tienee disfrutar de placeres sencillos, el hombre pose dos El primero de ellos es el de hacer Toque bien le parécé”para su propia ‘salvaguardia y la de los demés,-dentro ‘dé’ la"léy natural. Por esta ley comin a todos, él y todos los demas hom- bres forman una sola comunidad, constituyen una sola Sociedad, y eso los distingue del resto de las criaturas. Si no fuese por la corrupcién y los vicios de ciertos hombres degenerados, no habria necesidad de ninguna otra ley, ni de que los hombres se apartasen de esa alta y natural comunidad, para asociarse en combina- ciones de menor importancia. El otro poder que el hombre tiene en el estado de Natura- leza es el de castigar los delitos tometidos con- tra la ley. Pero el hombre renuncia a esos dos poderes cuando entra a formar parte de una| sociedad politica particular, si se me permit esta palabra, concreta, y se incorpora a ul Estado independiente del resto de los hombt § 129. El primero de esos poderes, es decir, el de hacer lo que le parece bien para su pro- pia salvaguardia_y_la_de.los-demés.hombres, lo enirega a la reglamentacién de las leyes que dicta-ta-sociedad, en la medida que su propi Escaneado con ( 160 JOHN LOCKE ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO cIviL__161 | Gua7erne 02 CY salvaguardia y la de los demas miembros de Ja libertad-y-al-poder-ejecutivo de que dispo- la sociedad lo requiere, Esas leyes de la socie- fan en el estado de Naturaleza y hacen entrega Gad restringen en muchas cosas la libertad que/ | de los mismos ala sociedad para que el poder Je ha sido otorgada por la ley de la Natu) ' —|egislativo disponga de ellos-segtin, lo requiera raleza. el bien de.-esa- sociedad, .y-habida cuenta .de que el propésito de todos los que le ‘componen § 150. En segundo lugar, renuncia de una es solo salvaguardarse mejor en sus personas, ree total a poder y libertades y propiedades (va que no puede su- romete si fuetza natural, esa fuerza de ponerse que una-eratura-racional cambie del Ja que antes podia servirse por su propia auito- beradamente de estado pare ir a peor), no ridad para ejecutar la ley natural, segin creia abe aceptar que el poder de la sociedad poli- conveniente, a ponerla al servicio del poder tice, 0 de los legisladores instituidos por elia, ejecutivo de la sociedad, cuando sus leyes lo pretenda otra cosa que el bien comin, hallén~ exijan. Eso porque ahora se encuentra en una dose obligados a salvaguardar_las..propiedades nueva situacién y en ella va a disfrutar de a a&contra_los_defecto muchas ventajas derivadas del trabajo, de la ayuda y de la compaiiia de los demas miembros de la comunidad que, ademas, lo protege con todo su poder. Asi, pues, tiene que renunciar, { en Ja busqueda de sus ventajas personales, a Ja parte de su libertad natural que exige el bien, la prosperidad y la seguridad de la socie: dad. Esto no es s6lo indispensable, sino’ que es también justo, puesto que todos los demé miembros renuncian igualmente. pueblo; ‘“faneos. Es preciso que establezca jueces rectos ¢ imparciales encargados de resolver los litigios mediante aquellas leyes. Por ultimo, emplearé a fuerza de la comunidad dentro de 1a'misma tinicamente para hacerlas ejecutar, y en el ex- terior para evitar o para exigir reparacién de § 131. Sin embargo, aunque al entrar en so- Ciedad renuncian los hombres-a.ta igualdad, a Escaneado con ( -ado con ( Lovaiis | 162 JOHN LOCKE —————_____Sirocke los atropellos extranjeros, y también para ase- | gurar a la comunidad contra las incursiones : violentas y la invasién. Y todo esto debe ser encaminado al tinico objeto de conseguir la paz, la seguridad y el bien de la-poblacion. i 1 t CAPITULO XI DEL ALCANCE DEL PODER LEGISLATIVO § 134. Siendo la alta finalidad de los hom- bres al entrar en sociedad el disfrute de sus propiedades en paz y seguridad, y constituyen- do las leyes establecidas en esa sociedad el magno instrumento y medio para conseguirla, la ley primera_y fundamental tc _las munidadespoliticas es la del establecimie oder Tegislativo, al igual —JBisica natural, que debe regir incluso al poder de legislar, es la salvaguardia de la sociedad y de cada uno de sus miembros (hasta donde lo permita el bien publico). No solamente es el poder legislativo el poder maximo en aquellas manos en que la comunidad lo situé una vez: gin edicto u ordenanza, sea de quien sea, esté redactado en la forma que lo esté y cual- ak, ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 167 quiera que sea el poder que lo respaide, tienen la fuerza y el apremio de una ley, si no ha sido aprobada por el. poder legislativo elegido y nom- brado por _el pueblo. Porque, sin esta aproba- “Gién, la_ley_no_podria tener la condicién abso- lutamente indispensable para que lo sea, a sa- ber, el _consenso, sociedad, puesto que nadie existe por encima de ella con poder para hacer leyes *, sino mediante su consentimiento 18 «El poder legitimo de hacer las leyes que han de regir el conjunto de una sociedad politica pertenece hasta tal punto. a esa sociedad en su totalidad, que ei principe o el potentado, sea quien fuere, que ejerce personalmente ese poder sin haber sido expresamente ra_inmediata y personal encargado de ello_por_Dios,a-sin estar investido por el consenti- miento inicial de aquellos a quienes impone sus leyes, es pura y simplemente un tirano. No son, pues, leyes aquellas que la aprobacin previa del pueblo no ha querido como tales» (Hooxer: Eccl. Pol., lib. 1, sec- cidn 10). «Por tal razén, y a ese respecto, decimos que tales hombres no poseen poder pleno y total de gobernar los cuerpos politicos; por tanto, si nosotros negdsemos nuestro consenso, podriamos vivir sin estar sometidos a ningin mandato humano. Pero consen- timos en ser mandados porque la sociedad de la que - somos miembros ha consentido en ello anteriormen- te, sin haber revocado semejante consentimiento por un acuerdo unénime de la misma universalidad. De modo, pues, que las leyes humanas, de cualquier na- Escaneado con ( 168 JOHN LocKE ) ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 7169 LOM [EAM LA 7 y con la autoridad que esa sociedad le ha otor- permanece, a pesar de que sea el supremo gado. Vemos por ello que toda obediencia, in- poder de cualquierEstado, sometido a las res- cluso Ja que uno puede estar obligado a rendir por efecto de los lazos més solemnes, se apoya , €n Ultimo término en este poder_supremo, y ‘© estd_regida-portasleyes_que él_dicta, Ningén juramento hecho a un poder extranjero cual- quiera, ni a una autoridad interior subalterna, puede liberar a ningiin miembro de la sociedad de la obligacién de obedecer al poder legisla- tivo, cuando éste obra en virtud de la funcién que tiene asignada. Tampoco pueden: imponer- le ninguna obediencia en contra de las leyes de ese modo decretadas, ni obligarle a ir mas lejos que los términos de éstas. Porque es ridiculo pensar que pueda estar obligada en tltimo tér- mino a obedecer dentro de la sociedad a ningin otro poder que no tenga en ella la autoridad suprema. > § 135. Ahora bien: el poder legislativo su- premo, lo mismo cuando es ejercido por una sola persona que cuando lo es por muchas, lo mismo si es ejercitado de una manera ininte- trumpida que si lo es unicamente a intervalos, que sean,.Gnicamente son vélidas por con- jiento» (HOOKER: ibid.). triccionesSiguientes: En primer lugar no ssa puede’ ser un poder absolutamente arbitrario sobre las vidas-y los biénes de las~persones. No siendo sino el poder conjunto de todos Jos miembros de la sociedad, que se ha otorgado a la persona o asamblea que legisla, no puede set superioralque_tenfan esas mismas pe mas cuando vivian en_estado~de—Natdraleza, fad, poder que renun- i ciaron en favor de la comunidad politica. Na- die puede transferir 2 otro un poder superior al-que él mismo posee, y nadie posee poder arbitrario absoluto sobre si mismo, ni sobre i otra persona; nadie tiene su propia vida ni para arrebatar a otra persona la vida o Tas _propiedades. Hemos demostrado que nadie puede someterse al poder arbitrario de otro; y puesto que en el estado de Natura- leza nadie disponia de poder arbitrario sobre la vida, la libertad o los bienes de otro, y si . tan sdlo el que la Naturaleza le daba para la! salvaguardia propia suya y del resto del género | humano, eso es todo lo que él da o puede en- tregar a la comunidad politica y, por interme- dio de ésta, al poder legislativo. No puede, pues, el legislador sobrepasar ese Escaneado con ( . sociédadespoliticas: el primero de ellos es la incl 170 JOHN LOCKE gntregan. El, poder del legislador Ilega_tnica- mente hasta donde Mega el bien publico de la sociedad”. Es un poder que no esta endereza- do-a otra finalidad que a la de la salyaguardia, i poseer el derecho dé matar, esclavizar 0 empobrecer deliberada- le matar, esclavizar o empobrecer_deliberada-_ 8 «Dos son los fundamentos en. que. descansan las nacioa-nafural que hace que los hombres todos “de- ~seen la vida social y la camaraderia; el otro, las dis-. t6de acuerdo-en lo que se refiere a su rétinién en sociedad. Estas ultimas vienen a ser lo que !lamamos las leyes dei Estado, el alma misma del cuerpo po- litico; porque es la ley que la anima sus érganos, la que mantiene su cohesin y los pone en marcha para que cumplan las tareas exigidas por.el bien comin. Las leyes politicas, destinadas al orden externo y al gobierno de los hombres, no serén comprendidas nun- ca en su verdadero sentido si no se da por supues- to que la voluntad del hombre es interiormente obs- tinada y rebelde, y contraria a toda clase de obe~ diencia a las leyes sagradas de su naturaleza. En una palabra, presuponiendo que el hombre, dada la depra- Facién de su espiritu, vale muy poco mds que una bestia salvaje, las leyes buscan, en consecuencia, 1a manera de regir sus actos exteriores de modo que no jean un obstaculo para el bien comin, en busca del ual se instituyeron las sociedades. Si no hacen ¢so, fas leyes no son perfectas» (Hooxer: Eccl. Pol., Ik bro I,.sec. 10). Jor Gu) us prewle umba-_| 7 bes hy ya ENSAYO SOBRE EL GOBIERNO CIVIL 171 mente a sus stibditos. No dejan de'tener fuerza, al entrar en sociedad, las obligaciones que di- manan de las leyes naturales; hay casos en que ~ se hacen mds rigurosas, y en que tienen, por las leyes humanas, sanciones anejas a ellas y xplicitas para imponer su observancia, De ese fmodo, la ley natural subsiste como norma eter- ombres, sin exceptuar a los legisladores. Las reglas que éstos dictan y por jas que han de regirse los actos de los demas tienen, lo mismo que sus propios actos y los de las personas, que conformarse a la ley natural, es decir, a la yoluntad de Dios, de la que esa ley es una manifestacién. Siendo la ley funda- mental de la Naturaleza la conservacién del género humano, no tiene validez frente a ella ningtin decreto humano. § 136. En segundo lugar, la autoridad supre- ma o poder legislative no puede atribuirse la faciiltad de gobernar pot décretos impravisados y arbitrarios; esta, por el contrario, obligada a dispensar la justicia y a sefialar los derechos de los stibditos mediante leves fijas y promul- gadas™, aplicadas por jueces sefialados y cono- % «Las leyes humanas son medidas tomadas en rela cién con los hombres cuyas acciones tienen que di- Escaneado con ( 172 JOHN LOCKE cidos. Como la ley natu ey escrita y sélo puede encontrarse de a mente de los hombres. no es facil convencer de su errt alli donde no hay jueces establecidos, a quienes por apasionamiento o por interés la tergiversan y la equivocan. Por razén, no sirve como de- biera pare sefalar los derechos y defender las propiedades de quienes viven sometidos a ella, sobre todo alli donde cada cual es juez, in- térprete y ejecutor al mismo tiempo, ni para aplicarla en un caso propio. Ademas, quien tiene de su parte el derecho no dispone por lo gene- ral sino de su propia fuerza, y ésta no es sufi- ciente para defenderse a s{ mismo de los atro- pellos y castigar a los delincuentes. Para evitar esos inconvenientes, que redundan en perjuicio Ge las propiedades de ios hombres cuando éstos se encuentran en el estado de Naturaleza, for- no cs 0 de rigir: pero son medidas que, 2 su vez, tienen que ser medidas por ciertas mormas superiores, y esas normas son dos, a saber: Is: ley de Dios y le ley de lz Naturalezs. Por eso las leyes humanas deben acc- modarse 2 las leyes generales de la Naturaleza, y no pueden ir en contra de ninguna ley positive de les Escrituras. No siendo asi, estén mal hechas» (Hoo- xer: Eccl. Pol., lib. II1, sec. 9)- ‘

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