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Aquí se reúnen: los gestos, los detalles, las noches y los sueños, los trabajos y los días, el silencio y la

nostalgia, el recuerdo y el olvido…: un camino. Ahora que, ha pasado el shock de “la primera impresión” y el
“encuentro previo”, y es un recuerdo desvaneciendo, puedo escribir LO QUE HAY, LO QUE ES.

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Si supieras escribir la belleza de tus ojos, y cantar en nuevos metros todas tus
gracias, el futuro diría: este poeta miente... Nunca una cara en la tierra tuvo tratos
tan celestiales...
- Williams Shakespeare

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Escribir cerca del abismo del salto al Infinito


(Fragmento de una entrevista a Ian McEwan realizada por Tim Adams)
¿Sigue sentándose a su escritorio con la misma emoción que cuando empezaba?
Creo sinceramente que sigo en la brecha. Intento ponerme a escribir antes de las 10, no
demasiado temprano, y todavía disfruto de esos días mágicos de escritura cuando olvidas
que existes y sales a la superficie una hora más tarde con 400 palabras que no esperabas
escribir. Nunca he aprendido a convocar esos momentos de inspiración, pero sentarse a
escribir es, sin duda, la primera condición.
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¿Hay una declaración más hermosa que la de Zenobia Camprubí a Juan Ramón Jiménez?:
"Quiero que te refugies en mí contra toda desilusión y contra lo mediocre y mezquino de la
vida".
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"El destino, al igual que todo lo humano, no se manifiesta en abstracto, sino que se encarna en alguna
circunstancia, en un pequeño lugar, en una cara amada, o en un nacimiento pobrísimo en los confines de
un imperio.
Ni el amor, ni los encuentros verdaderos, ni siquiera los profundos desencuentros, son obra de las
casualidades, sino que nos están misteriosamente reservados. ¡Cuántas veces en la vida me ha
sorprendido cómo entre las multitudes de personas que existen en el mundo, nos cruzamos con aquellas
que de alguna manera, poseían las tablas de nuestro destino, como si hubiéramos pertenecido a una
misma organización secreta, o a los capítulos de un mismo libro! Nunca supe si se los reconoce porque
ya se los buscaba, o se los busca porque ya bordeaban los aledaños de nuestro destino".
Ernesto Sábato
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«Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa,
un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga
algún sitio a donde ir cuando tú mueras...»

Ray Bradbury.
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[Tomado de la cuenta de Juan Castillo]
Muere la flor al transformarse en fruto.
Muere el fruto al transformarse en hueso.
Muere el hueso al transformarse en semilla.
Muere la semilla al transformarse en árbol...
La muerte no es el final del trayecto.
Es la vida misma cambiando de estación...
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«La vida, la maravillosa vida, su injusticia, su gloria, su pasión, sus luchas, la vida vuelve a empezar otra
vez. Fuerzas aún para amarlo todo y para crearlo todo».
Albert Camus | Carnets
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“Una de las mejores cosas que un padre puede hacer por sus hijos es amar a su madre”.
~Howard W. Hunter
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"Tus ojos son la patria del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento, mar sin olas,
pájaros presos, doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo, puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea,
páramo".
Octavio Paz | Tus ojos
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VEN
Ven y sube conmigo donde sólo existe la Soledad completa, y toma mi mano de amor y silencio hasta
sentirte tú.
Ven y anda conmigo, a mi lado, y busquemos lo que encierran las formas, y veamos lo que hay detrás
del vibrar de la voz y detrás del mirar de los ojos y detrás del palpitar de la sangre. Veamos aquello que
no ven los ojos porque es demasiado real.
Ven y sueña conmigo y que no te lo impidan las ideas ni las culturas hechas por los hombres ni te lo
impidan los condicionamientos que crea el miedo y la incertidumbre.
Ven y sueña conmigo más allá de los montes enlazados por los siglos y más allá de los ríos encauzados
por los rencores, y más allá de nosotros mismos, subiendo donde no sube el aire.
Ven y vuela conmigo, junto a mí, en el aire que envuelve a las estrellas y las enlaza unas con otras
haciéndolas una sola cosa. Allí sólo vuela el espíritu porque sólo él tiene alas que hacen flotar en este
hálito de la vida...
-Juan Castillo
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Para entonces
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía,
y el alma, un ave que remonta el vuelo.
No escuchar los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz, triste, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona.
Manuel Gutiérrez Nájera.
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Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante no son nada comparado con lo que llevamos dentro...
- R. W. Emerson
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"Pero cuando Aragorn llegaba al pabellón que compartiría esa noche con Lególas y Gimli, donde
sus compañeros ya habían entrado, la Dama lo siguió y lo llamó. Aragorn se volvió y la vio, una luz
en la noche, pues iba vestida de blanco; pero tenía fuego en la mirada.
— ¡Aragorn! —le dijo— ¿por qué queréis tomar ese camino funesto?
—Porque he de hacerlo —fue la respuesta—. Sólo así veo alguna esperanza de cumplir mi cometido
en la guerra contra Sauron. No elijo los caminos del peligro, Eowyn. Si escuchara la llamada de mi
corazón, estaría a esta hora en el lejano Norte, paseando por el hermoso valle de Rivendel.
Ella permaneció en silencio un momento, como si pesara el significado de aquellas palabras. Luego,
de improviso, puso una mano en el brazo de Aragorn.
—Sois un señor austero e inflexible —dijo—; así es como los hombres conquistan la gloria —Hizo
una pausa—. Señor —prosiguió—, si tenéis que partir, dejad que os siga. Estoy cansada de
esconderme en las colinas, y deseo afrontar el peligro y la batalla.
—Vuestro deber está aquí entre los vuestros —respondió Aragorn.
—Demasiado he oído hablar de deber —exclamó ella—. Pero ¿no soy por ventura de la Casa de
Eorl, una virgen guerrera y no una nodriza seca? Ya bastante he esperado con las rodillas flojas. Si
ahora no me tiemblan, parece, ¿no puedo vivir mi vida como yo lo deseo?
—Pocos pueden hacerlo con honra —respondió Aragorn—. Pero en cuanto a vos, señora: ¿no
habéis aceptado la tarea de gobernar al pueblo hasta el regreso del Señor? Si no os hubieran elegido,
habrían nombrado a algún mariscal o capitán, y no podría abandonar el cargo, estuviese o no
cansado de él.
—¿Siempre seré yo la elegida? —replicó ell amargamente—. ¿Siempre tendré yo que quedarme en
casa cuando los caballeros parten, dedicada a pequeños menesteres mientras ellos conquistan la
gloria, para que al regresar encuentren lecho y alimento?
—Quizá no esté lejano el día en que nadie regrese —dijo Aragorn—. Entonces ese valor sin gloria
será muy necesario, pues ya nadie recordará las hazañas de los últimos defensores. Las hazañas no
son menos valerosas porque nadie las alabe.
Y ella respondió:
—Todas vuestras palabras significan una sola cosa: Eres una mujer, y tu misión está en el hogar. Sin
embargo, cuando los hombres hayan muerto con honor en la batalla, se te permitirá quemar la casa e
inmolarte con ella, puesto que ya no la necesitarán. Pero soy de la Casa de Eorl, no una mujer de
servicio. Sé montar a caballo y esgrimir una espada y no temo el sufrimiento ni la muerte.
—¿A qué teméis, señora? —le preguntó Aragorn.
—A una jaula. A vivir encerrada detrás de los barrotes, hasta que la costumbre y la vejez acepten el
cautiverio, y la posibilidad y aun el deseo de llevar a cabo grandes hazañas se hayan perdido para
siempre.
—Y a mí me aconsejabais no aventurarme por el camino que he elegido, porque es peligroso.
—Es el consejo que una persona puede darle a otra —dijo ella—. No pido, sin embargo, que huyas
del peligro, sino que vayas a combatir donde vuestra espada puede conquistar la fama y la victoria.
No me gustaría saber que algo tan noble y tan excelso ha sido derrochado en vano.
—Ni tampoco a mí —replicó Aragorn—. Por eso, señora, te digo: ¡Quedaos! Pues nada tenéis que
hacer en el Sur.
—Tampoco los que te acompañan tienen nada que hacer allí. Te siguen porque no quieren
separarse de ti... porque te aman.
Y dando media vuelta Eowyn se alejó desvaneciéndose en la noche."
~•~ ~•~ ~•~
El Retorno del Rey - J. R. R. Tolkien.

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En el silencio siento pasar hora tras hora


como un cortejo lento, acompasado y frío
¡Ah, cuando tú estás lejos de mi alma todo llora,
y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío!
Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
en mi horizonte grave como un sueño sombrío;
revivirá en mis bosques tu gran risa sonora
que los cruzaba alegre como el cristal de un río.
Un día, al encontrarnos tristes en el camino
yo puse entre tus manos mi pálido destino.
¡Y nada más hermoso jamás han de ofrecerte!
Mi alma es, frente a tu alma, como el mar frente al cielo:
pasarán entre ellas, cual la sombra de un vuelo,
la Tormenta y el Tiempo y la Vida y la Muerte!
- Desde lejos, por Delmira Agustini
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El hombre que aprendió a ladrar, cuento de Mario Benedetti
Lo cierto es que fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en los
que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y Raimundo aprendió a ladrar. No a
imitar ladridos, como suelen hacer algunos chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar.
¿Qué lo había impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: “La verdad
es que ladro por no llorar”. Sin embargo, la razón más valedera era su amor casi franciscano hacia sus
hermanos perros. Amor es comunicación.
¿Cómo amar entonces sin comunicarse?
Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su
hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día
Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas
generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo
tuviera una tan sagaz visión del mundo.
Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: “Dime, Leo, con toda franqueza:
¿qué opinás de mi forma de ladrar?”. La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: “Yo diría que
lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano.”
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EL CARÁCTER ADQUIRIDO
"Dado que todo el ser humano sólo es la manifestación de su voluntad, no puede haber nada más erróneo
que, partiendo de la reflexión, pretender ser alguien diferente del que se es, porque esto significa una
contradicción directa de la voluntad consigo misma."
- Arthur Schopenhauer.
- EL ARTE DE SER FELIZ / Regla número 1 y 3:
1. Todos hemos nacido en Arcadia, es decir, entramos en el mundo llenos de aspiraciones a la felicidad y
al goce y conservamos la insensata esperanza de realizarlas, hasta que el destino nos atrapa rudamente y
nos muestra que nada es nuestro, sino que todo es suyo, puesto que no sólo tiene un derecho indiscutible
sobre todas nuestras posesiones, sino además sobre los brazos y las piernas, los ojos y las orejas, hasta
sobre la nariz en medio de la cara.
Luego viene la experiencia y nos enseña que la felicidad y el goce son puras quimeras que nos muestran
una ilusión en las lejanías, mientras que el sufrimiento y el dolor son reales, que se manifiestan a sí
mismos inmediatamente sin necesitar la ilusión y la esperanza. Si esta enseñanza trae frutos, entonces
cesamos de buscar felicidad y goce y sólo procuramos escapar en lo posible al dolor y al sufrimiento.
"Oὑ τὸ ἡδύ, ἀλλὰ τὸ ἄλυπον διώκει ὁ φρόνιμος" [«El prudente no aspira al placer, sino a la ausencia de
dolor», Aristóteles, Ética a Nicómaco].
Reconocemos que lo mejor que se puede encontrar en el mundo es un presente indoloro, tranquilo y
soportable: si lo alcanzamos, sabemos apreciarlo y nos guardamos mucho de estropearlo con un anhelo
incesante de alegrías imaginarias o con angustiadas preocupaciones cara a un futuro siempre incierto
que, por mucho que luchemos, no deja de estar en manos del destino.>
Acerca de ello: ¿por qué habría de ser necio procurar en todo momento que se disfrute en lo posible del
presente como lo único seguro, puesto que toda la vida no es más que un trozo algo más largo del
presente y como tal totalmente pasajera?...
3. (...) <el carácter adquirido, al que sólo se consigue en la vida a través del ejercicio en el mundo, y del
que se habla cuando se elogia a alguien como hombre con carácter o cuando se critica a alguien por su
falta de carácter. Se podría pensar que el carácter empírico, en tanto manifestación del inteligible, por ser
invariable y, como todo fenómeno natural, consecuente en sí mismo, también en el ser humano debería
mostrarse siempre igual a sí mismo y consecuente, y que no sería necesario que se adquiera
artificialmente un carácter por medio de la experiencia y la reflexión. Pero no es así, y aunque siempre
somos la misma persona, no siempre nos comprendemos a nosotros mismos en todo momento, sino que
nos equivocamos con respecto a nosotros mismos hasta que hemos alcanzado en cierto grado el
verdadero conocimiento de nosotros mismos.
Siendo un mero impulso natural, el carácter empírico es en sí mismo irracional; es más, sus
manifestaciones encima las perturba la razón, y lo hace tanto más cuanto mayor sea la sensatez y fuerza
de pensamiento que posea una persona. Porque éstas siempre le muestran lo que le corresponde al ser
humano en general en tanto carácter de toda la especie y lo que son las posibilidades de éste a partir de
su volición y sus esfuerzos.
Debido a este hecho le resulta más difícil comprender lo que él mismo, conforme a su individualidad,
quiere y puede dentro de todo el conjunto de posibilidades. Dentro de sí mismo encuentra las
predisposiciones para los más diversos esfuerzos y aspiraciones; pero sin experiencia no llega a ver con
claridad el grado en que los mismos se encuentran en su individualidad; y aunque se decidiera sólo por
las tendencias que son adecuadas a su carácter, no deja de sentir, especialmente en determinados
momentos y estados de ánimos, el estímulo para otras totalmente opuestas e irreconciliables con
aquéllas, a las que habrá que reprimir del todo si quiere dedicarse a las primeras sin sentirse perturbado.
Porque así como nuestro camino físico sobre la Tierra siempre es tan sólo una línea y no una superficie,
si queremos asir y poseer una cosa, debemos dejar a diestra y siniestra incontables otras cosas y
renunciar a ellas. Cuando no podemos decidirnos a hacerlo, sino que nos sentimos tentados de asir con
las manos todo lo que nos apetece al pasar por delante, como los niños en las ferias; entonces se trata de
la tendencia errónea de querer extender la línea de nuestra vida a una superficie, pues caminamos en
zigzag, deambulamos sin rumbo como fuegos fatuos y no alcanzamos propósito alguno. O, para usar otra
parábola, según la doctrina del derecho de Hobbes, en un origen todos tienen derecho a todas las cosas
pero a ninguna en exclusividad, pero cada uno puede, sin embargo, obtener un derecho exclusivo a cosas
singulares cuando renuncia a su derecho a todas las demás cosas, al tiempo que los otros hacen lo mismo
con respecto a lo que cada uno ha elegido como suyo; justamente así ocurre en la vida, donde sólo
podemos alcanzar con seriedad y fortuna un único propósito, trátese del placer, del honor, la riqueza, la
ciencia, el arte o la virtud, si abandonamos todas las exigencias que le son ajenas, si renunciamos a todo
lo demás. Por eso el mero querer, y también poder, por sí mismos aún no bastan, sino que un hombre
también debe saber lo que quiere, y debe saber lo que puede hacer.
Sólo así dará pruebas de su carácter, y sólo entonces puede realizar algo con logro. Antes de haber
llegado a ese extremo, con indiferencia de las consecuencias naturales de su carácter empírico, de hecho
no tiene carácter y aunque en conjunto debe ser fiel a sí mismo y recorrer su camino, es arrastrado por su
demonio. Así, no seguirá una trayectoria perfectamente recta, sino una línea temblorosa y desigual,
vacilará, se desviará, volverá atrás, se causará a sí mismo arrepentimientos y dolor.
Todo esto le pasa porque en las cosas grandes y pequeñas tiene ante los ojos todo cuanto es posible y
alcanzable al ser humano, pero sin saber cuál de todas esas opciones es para él la única apropiada y
realizable e incluso la única que puede disfrutar.
Por eso envidiará a más de uno por su situación y circunstancias, cuando éstas sólo son apropiadas para
el carácter de esos otros y no para el suyo, y en las que se sentiría infeliz y ni siquiera las soportaría.
Pues tal como el pez sólo se siente bien en el agua, el pájaro en el aire y el topo debajo de la tierra, así
todo ser humano sólo se siente bien en el ambiente que le es apropiado...
Por carecer de la comprensión suficiente de todo ello, algunos fracasarán en diversos intentos, en ciertos
aspectos forzarán su carácter propio sin poder dejar de serle fiel en conjunto; y lo que alcanzan así con
muchos esfuerzos contra su naturaleza no les dará placer alguno; lo que aprenden de este modo
permanecerá inerte, e incluso desde el punto de vista ético, una acción demasiado noble para su carácter,
surgida no de un impulso puro e inmediato, sino a partir de un concepto o dogma, perderá todo su mérito
también a sus propios ojos por el arrepentimiento egoísta que sentirá después.
"Velle non discitur"
[«El querer no se puede aprender», Séneca.]
Sólo la experiencia nos enseña cuán inquebrantable es el carácter ajeno, y antes de aprenderlo creemos
puerilmente que nuestros argumentos razonables, nuestros ruegos y súplicas, nuestro ejemplo y nuestra
generosidad pueden llevar a alguien a abandonar su manera de ser, cambiar su forma de actuar,
distanciarse de su modo de pensar o incluso ampliar sus capacidades; y lo mismo nos ocurre con
nosotros mismos.
Debemos aprender a partir de la experiencia qué es lo que queremos y de qué somos capaces.
Anteriormente no lo sabemos, carecemos de carácter y a menudo debemos sufrir duros golpes que, desde
fuera, nos fuerzan a volver a nuestro propio camino. Pero cuando finalmente lo hemos aprendido,
entonces hemos conseguido lo que la gente llama carácter, es decir, el carácter adquirido.
Según lo dicho no es otra cosa que un conocimiento lo más completo posible de la propia individualidad:
es el conocimiento abstracto y por tanto preciso de las propiedades inamovibles del propio carácter
empírico y de la medida y la tendencia de las propias capacidades mentales y físicas, o sea, del conjunto
de capacidades y deficiencias de la propia individualidad. Esto nos pone en condiciones de desarrollar
entonces de manera serena y metódica el papel que desempeña la propia persona. Ésta, en sí misma, era
invariable y antes la hemos dejado crecer de manera natural sin regla, pero, siguiendo conceptos firmes,
podemos llenar las lagunas que el capricho o las flaquezas han causado en ella.
Nuestra manera de actuar, de por sí ineludible a causa de nuestra naturaleza individual, ahora la hemos
orientado según principios claramente conscientes a los que tenemos siempre presentes, de modo que la
desenvolvemos tan pensadamente como si la hubiésemos aprendido, sin dejarnos confundir por la
influencia pasajera de un estado de ánimo o la impresión del momento, sin sentirnos inhibidos por la
amargura o la dulzura de un hecho singular que encontramos en nuestro camino, sin titubeos,
vacilaciones ni gestos inconsecuentes. Ya no actuaremos como principiantes que ponderan, intentan,
tantean, para ver lo que realmente quieren o pueden hacer; sino que lo sabemos de una vez por todas, de
modo que, en cualquier elección, sólo hemos de aplicar proposiciones generales a casos particulares y
llegamos pronto a la decisión.
Conocemos nuestra voluntad en general y no nos dejamos seducir por estados de ánimo o sugerencias
externas a decidir en lo particular lo que en conjunto es contrario a aquélla. También conocemos la
índole y la dimensión de nuestras capacidades y deficiencias, lo cual nos ahorrará muchos pesares.
En efecto, no hay realmente otra manera de disfrutar que no sea el uso y la sensación de las propias
fuerzas, y el mayor dolor nos causa la percepción de la carencia de fuerzas donde las necesitaríamos.
Una vez que hemos averiguado dónde están nuestras capacidades e insuficiencias, cultivaremos nuestras
disposiciones naturales sobresalientes para usarlas y aprovecharlas de todas las maneras posibles, y nos
encaminaremos siempre en aquella dirección donde son útiles y válidas, mientras que evitaremos por
completo, venciendo nuestros impulsos, a los propósitos para los que por naturaleza tenemos poco
talento.
Nos cuidaremos de intentar hacer lo que de todos modos no logramos. Sólo quien ha conseguido esto
será siempre con plena conciencia y del todo él mismo, y nunca se sentirá abandonado por sus fuerzas,
puesto que siempre sabe lo que puede exigirse a sí mismo. Así, tendrá a menudo la alegría de
experimentar sus capacidades y raras veces el dolor de tener que recordar sus deficiencias, lo cual
significa una humillación que causa tal vez el mayor dolor al espíritu.
Por eso es mucho más fácil encarar claramente el propio infortunio que la propia torpeza. Cuando
estamos totalmente familiarizados con nuestras capacidades y deficiencias, ya no intentaremos mostrar
puntos fuertes que no tenemos, no jugaremos con moneda falsa, porque estos engaños finalmente
fallarán su meta.
Dado que todo el ser humano sólo es la manifestación de su voluntad, no puede haber nada más erróneo
que, partiendo de la reflexión, pretender ser alguien diferente del que se es, porque esto significa una
contradicción directa de la voluntad consigo misma. La imitación de características y peculiaridades
ajenas es mucho más vergonzoso que vestir la ropa de otro, porque significa juzgarse a sí mismo como
carente de valor.
A este respecto, el conocimiento de la propia mentalidad y de todas las clases de capacidades personales
y de sus límites variables es el camino más seguro para llegar a estar lo más satisfecho que se pueda de
uno mismo.
Porque tanto para las circunstancias interiores como para las exteriores es cierto que no hay otro
consuelo eficaz que la plena certeza acerca de la necesidad ineludible. Un mal que nos ha afectado no
nos atormenta tanto como pensar en las circunstancias que lo podrían haber evitado.
Por eso, para tranquilizarnos no hay otro remedio mejor que el de considerar lo sucedido desde el punto
de vista de la necesidad, desde el cual todos los accidentes se muestran como obra de un destino
imperante, de modo que reconocemos el mal acaecido como inevitablemente producido por el conflicto
entre circunstancias interiores y exteriores, o sea como fatalidad. Y, de hecho, sólo seguimos
lamentándonos mientras esperamos poder impresionar así a los demás, y seguimos enfurecidos mientras
hacemos inusitados esfuerzos para mantenernos excitados. Pero tanto niños como adultos saben
conformarse tan pronto que comprenden claramente que las cosas no tienen remedio:
"Θυμὸν ἐνὶ στήϑεσσι φίλον δαμάσαντες ἀνάγκῃ"
(Animo in pectoribus nostro domito necessitate). [«Dominando con fuerza el rencor guardado en el
pecho». Homero, Ilíada, XVIII, v. 113]
Nos parecemos a los elefantes capturados que durante muchos días siguen enfurecidos y agresivos, hasta
que ven que es infructuoso y súbitamente ofrecen serenos su nuca al yugo, quedando domados para
siempre.
Somos como el rey David quien, mientras vivía su hijo, imploraba a Jehová sin cesar y se mostraba
desesperado, pero tan pronto como el hijo murió, dejó de pensar en él.
A esto se debe que muchas personas soportan con total indiferencia incontables males persistentes, como
la deformidad, la pobreza, el nivel social bajo, la fealdad, un lugar de residencia desagradable, a tal
punto que ya ni siquiera los sienten, cual heridas cicatrizadas, simplemente porque saben que nada se
escapa a la necesidad interior o exterior que se pueda modificar; los más felices, en cambio, no
comprenden cómo algo así puede soportarse.
Nada nos reconcilia más firmemente con la necesidad exterior e interior como su conocimiento preciso.
Cuando hemos reconocido de una vez por todas nuestros fallos y deficiencias lo mismo que nuestras
características buenas y capacidades, y hemos puesto nuestras metas de acuerdo con ellas,
conformándonos con el hecho de que ciertas cosas son inalcanzables, entonces evitamos de la manera
más segura y en la medida en que nuestra individualidad lo permite el sufrimiento más amargo, que es el
descontento con nosotros mismos como consecuencia inevitable del desconocimiento de la propia
individualidad, de la falsa presunción y la arrogancia que resulta de ella.
Los capítulos amargos de la recomendación del conocimiento de sí mismo se pueden ilustrar
excelentemente con este verso de Ovidio:
"Optimus ille animi vindex, laedentia pectus Vincula qui rupit, dedoluitque semel." [«El mejor libertador
de aquel espíritu fue quien rompió las ligaduras que le ataban el pecho y dejó de sufrir de una vez por
todas». Ovidio, Remedia amoris, vv. 293-294] >.
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Un buen ejemplo es el relato de los sueños. El que cuenta un sueño afronta los problemas que tienen los
narradores que creen que las historias que les interesan a ellos les van a interesar a todos, porque claro,
cuando uno cuenta un sueño, cuando uno dice “soñé con la casa de mi infancia”, eso tiene para el
narrador una significación extraordinaria, porque uno recuerda muy bien lo que era esa casa de la
infancia, pero hay que saber transmitir ese sentimiento. Entonces, un buen narrador no es solamente el
que tiene la experiencia, el sentimiento de la experiencia, sino también aquel que es capaz de transmitir
al otro esa emoción.
- Ricardo Piglia
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No siempre es tan fácil practicar yoga
A veces la dificultad más importante es encontrar el momento para empezar la sesión de tu práctica.
Pero te puedes engañar para sobrepasar este obstáculo con un truco sencillo. Si has delimitado un tiempo
para practicar (pero en realidad no tienes ganas), el truco es convencerte simplemente de pararte en
samasthitḥ y hacer tres vueltas de respiración consciente; después de eso, te darás permiso para ir a hacer
otra cosa, ya que cumpliste con este ritual sencillo. Después de quedarte en samasthitiḥ, muchas veces te
surgen las ganas de inhalar profundamente para llevar tus brazos arriba de la cabeza y hacer medio
saludo al sol. A esa altura, parece bastante razonable hacer un saludo al sol completo. Y de repente, te
encuentras haciendo uno y luego dos saludos al sol. Sin proponértelo, te has enganchado y la práctica
continúa...
A veces la práctica puede parecer muy difícil porque la mente es un jefe muy exigente, y muchas veces
crea imágenes acerca de cómo debe ser la práctica. Los parámetros que tu mente establece para la
práctica pueden degradar la base de la práctica en sí. ¿Si no puedes hacer una buena práctica, porqué
practicar? Puedes pensar que si vas a sentarte para meditar, debes quedarte quieto durante cuarenta y
cinco minutos. Si vas a practicar prāṇāyāma, debes hacerlo durante una hora, o si vas a realizar āsanas,
debes dedicarles un mínimo de dos horas...
Pero, en realidad, si hicieras cualquiera de estas prácticas con una concentración verdadera hasta por dos
segundos descubrirías el centro profundo del cuerpo, un gran discernimiento y una sensación de libertad,
que es la característica fundamental de tu arianidad. Esta liberación te suelta de la jaula que has
construido en tu mente para definir la esencia de la práctica... Más allá de horarios y compartimentos,
procura realizar yoga en plena naturaleza, como hacía Fidus, cuya pintura pagana de oración a la luz, o
saludo al sol, aquí expongo...
- Juan Castillo

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Wagner, "Tristan e Isolda": muerte de Isolda


(final de la obra)
https://www.youtube.com/watch?v=YQvUq28JRJc

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HE VISTO ELFOS Y SÉ QUE EXISTEN
Qué bello es poder recordarnos que las palabras que explican y describen, que las palabras que dibujan,
evocan e inspiran, no son más que mapas aunque a veces lo olvidemos. Porque somos animales de
mapas. Y necesitamos mapas. Del camino, del cielo, del tiempo… Mapas para sentir y mapas para
vivir… Hay muchas tiendas de mapas, que venden mapas... Pero la aventura del vivir, o la loca y
maravillosa aventura de encontrar la felicidad, la encontramos, lo sabemos, sin mapa...
Fijémonos en algo… Los Elfos nos muestran/enseñan y nos invitan a caminar despacio, mirando. Ellos
son seres bellos, completamente arios, hechos de luz y de misterio, porque se paran y oyen respirar al
árbol, y se acuestan en la tierra mojada y se dejan mirar por el azul del cielo. Su mente reposa en la paz
de una aurora eterna, sus cuerpos se dejan acariciar en el regazo del viento... Y su corazón sonríe a la
vida que los mece. Sin embargo los humanos, ay, creemos que si no nos apegamos al cuerpo, al ego y al
mundo, la vida y el vivir no se producen. Pero la vida se produce sola. Sí, la vida se produce sola, no
necesita de nosotros. Si no la estorbamos, Es. Nos apegamos para autodefinirnos y huir de lo que
realmente somos; dibujamos mapas, redes, símbolos, tejidos de araña y nos metemos en ellos, cuando
resulta que somos el propio universo, un espacio sin límites…
He mencionado esto de los elfos porque hace muchos, muchos, muchos años, coincidiendo con la
entrada de Sirio en el horizonte, tuve tres sueños seguidos en los que se me aparecieron constantemente
Elfos en sus bosques y parajes naturales, y me dieron una información valiosísima no racional ni oral,
sino ontológica y natural de gran calado, que nunca pude plasmar por escrito porque lo que presencié iba
infinitamente más allá de las palabras...
Guardo en la memoria unas imágenes muy definidas de los Elfos, sobre todo su noble actitud y su
sonrisa cálida y acogedora… No puedo olvidar la serenidad de sus ojos que de tal manera te miraban que
inmediatamente te sentías comprendido, querido y aceptado. Esto fue para mí una experiencia
maravillosa. Me impresionaron mucho, muchísimo, el orden y la pulcritud de sus vidas sencillas y
luminosas, dentro de la pobreza y austeridad de medios de sus casas y de sus personas. ¡Era
impresionante con qué cuidado y amor se dedicaban al entorno natural, sin apenas hacer ruido! La
delicadeza con la que cuidaban el bosque, el pequeño jardín y el huerto… cómo distribuían pequeñas
indicaciones en los alrededores de sus casas, dentro de los bosques, y que son los límites del mundo
donde viven… Yo los he visto y sé que existen. Y para ser más exacto, fueron ellos los que me invitaron
a su Reino invisible, que sólo dejan ver cuando así lo desean en asamblea. Tal y como se oye. Estos
seres blancos, muy blancos, cuya luz les surge de adentro, de lo más íntimo de sus seres, forman parte
también de nomos o comunidades, donde reina una perfecta armonía...
Otro día, si ellos me lo permiten, continuaré...
- Juan Castillo
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Para mí, los verdaderos ángeles son la gente que en ciertos momentos, aparece de repente,
dando luz a la vida...

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2022.05.29

TRIBUTO - HOY HACE 40 AÑOS QUE TE FUISTE


Buenas noches, hoy se cumplen 40 años de la trágica muerte de la actriz germanofrancesa Romy Schneider. Se quitó la vida a los 43
años... Siempre admiré a esta mujer bellísima que actuó en 63 películas. Quiero destacar ahora una de las películas que rodó, "Las
cosas de la vida" (1970), de Claude Sautet, que, por cierto, pasó sin pena ni gloria en España. A mí me encanta esta película. He aquí
esta maravillosa canción - perteneciente a este filme - que siempre que la escucho y la veo, derramo lágrimas de emoción... "La
chanson d'Hélène"... Hay varias versiones. Presento la que más me gusta. En verdad, el francés (que tengo casi olvidado) es el idioma
más precioso que existe para la música... Disfrutad de esta maravilla...
Romy Schneider & Michel Piccoli "La chanson d'Hélène"
https://www.youtube.com/watch?v=VsWZcwPL7-Q
La versión en blanco y negro, también es extraordinaria. Sólo dura 2 minutos y 42 segundos... Constituye un verdadero himno a la
nostalgia y los amores perdidos... Tiempos que se perdieron, alegría natural que se extinguió en un mundo mestizo, asqueroso y
absurdo... el nuestro...
La chanson d'Hélène - Romy Schneider & Michel Piccoli
https://www.youtube.com/watch?v=l1nPC1ijluU
Y esta versión pianística también me gusta mucho...
https://youtu.be/W0gW_6EvS6w

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Yo te mostraré los fuegos de cristal resplandecientes, brillando desde dentro. Yo te mostraré la
belleza en lo profundo de tu alma... Voy a mostrarte el camino más allá del cielo... Sólo la danza, y
tus ilusiones volarán con el viento... Danza, y haz feliz el amor a tu alrededor... Danza en la
corriente de tu sangre, y tus velos desaparecerán...
-Juan Castillo
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«Mil días para forjar el espíritu, diez mil días para pulir lo que has forjado».
Miyamoto Musashi
«El padre de Nanami solía decirle que un sable podía revelar mucho del samurái que lo empuñaba. ¿Qué
decía aquel acero sobre Ryō Aratani? El filo se desvelaba nítido, apenas había perdido perfil por el
rozamiento contra la vaina, señal de una buena técnica de desenvainado. No era necesario enderezar la
hoja, lo que desvelaba una esgrima fluida, más dada a la esquiva que al entrechocar de metales; y aunque
el acero había perdido lustre, no presentaba puntos de herrumbre, síntoma de que se limpiaba con
frecuencia. Solo encontró una pequeña muesca en el lado derecho, próxima a la guarda. ¿Un golpe a la
cabeza desviado en el último momento? Aquella posibilidad la estremeció.
Tomó del cofre un pequeño martillo de metal y lo usó para extraer los pasadores ocultos bajo el cordaje
de la empuñadura. A continuación, sujetó la katana con la punta hacia arriba y, con la mano libre, dio un
golpe seco contra su muñeca. Desencajó así la espiga y pudo extraer la hoja desnuda.
A partir de ese punto era fácil cortarse; un riesgo con cualquier filo, pero un auténtico peligro cuando se
manejaba un acero samurái. Recordaba vívidamente su primera lección, cuando el pulidor Saburo le hizo
contar las cicatrices que jalonaban sus dedos: «Lo importante es no cortarte aquí, aquí y aquí —dijo,
señalándole los tendones de las manos—. Todo lo demás sanará».
La muchacha ahuecó la mano para recoger un poco de agua del fondo del barreño y la vertió sobre la
piedra y la hoja. Después se sirvió de un pañuelo para sujetar la espiga y apoyó el acero contra la parte
plana de la piedra. Comenzó a trabajar el filo con movimientos cortos y firmes, cuidando la inclinación
con la que incidía sobre la piedra.
Remató su trabajo con el pulido del kissaki. Para ello, envolvió la hoja en arpillera y dejó el extremo al
descubierto. Impregnó el pulgar en un cuenco que contenía mineral de jizuya y, sin rehuir el peligroso
perfil, pulió la punta con los dedos hasta darle un reflejo casi especular. «La punta del sable es la parte
que el samurái muestra al enemigo durante el combate —solía explicarle Saburo-sensei—; por ello, su
pulido debe ser impecable, más incluso que el del resto de la hoja, pues es una muestra de respeto hacia
el adversario».
Fragmento de FORJADA EN LA TORMENTA, novela publicada por Suma de Letras.
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Uno de los más insignes artistas del romanticismo alemán fue sin duda el pintor Caspar David Friedrich
(1774-1840). En este enlace podemos ver algunas de sus maravillosas obras con una música
extraordinaria de fondo…
http://www.youtube.com/watch?v=B5G-Xwaw5Gk
He aquí una deliciosa música de Richard Wagner: ‘La Obertura de Parsifal’.
http://www.youtube.com/watch?v=So8F3QToniI
Hermann Hesse (1877-1962) no puede ser verdaderamente entendido si se le recorta de sus raíces en la
tradición literaria del Romanticismo Alemán, en la cadena de Novalis, Hölderlin, Kleist y del mismo
Nietzsche, tan admirado por él. Hesse vino a ser en cierto modo la última flor tanto del romanticismo
germánico como del pensamiento filosófico que, con Schopenhauer y el mismo Goethe, había iniciado el
gran viaje conceptual a Oriente. – Bajo la influencia de Carl Gustav Jung, con quien se psicoanalizó,
Hesse entró de lleno en el sueño alquímico del Andrógino que es la aspiración de la totalidad y de la
fusión de opuestos, con el Selbst, el hombre interior u homo de coelo, Demian, amado y admirado por
Sinclair; es decir, por Hesse. Su propio yo más íntimo. Narcisus y Golmund. En este contexto alquímico,
es también revelador el hecho de que en el original alemán de ‘El Lobo Estepario’ la protagonista se
llame Hermina, que es el femenino de Hermann. Y es que en el fondo se trata del mismo juego
alquímico-tántrico de ‘La Flauta Mágica’ de Mozart: Pamino y Pamina… Hermann Hesse, como los
otros grandes autores alemanes contemporáneos fieles a la tradición hermética, vivía sumergido en la
música de Mozart y de Bach, sobre los que ya hablé extensamente en este blog…
Para mí, la obra de Hermann Hesse, de este gran escritor que recibió el Nóbel de Literatura, se
circunscribe a ‘Demian’, ‘Viaje al Oriente’, su fantástica ‘Autobiografía’, ‘Siddharta’, ‘El juego de
Abalorios’, ‘El Lobo Estepario’, ‘Narciso y Goldmundo’ y todo su maravilloso poemario. Luego,
también, tenemos un magnífico relato suyo, muy conocido, y no por eso menos enigmático y profundo,
titulado ‘La Metamorfosis de Piktor’, que aquí traslado para disfrute del lector. En verdad, merece la
pena leerlo.
La Metamorfosis de Piktor
“El joven Piktor ha entrado en el Paraíso y se encuentra frente a un árbol que es a la vez hombre y mujer.
Con veneración lo mira y le pregunta: “¿Eres tú acaso el Árbol de la Vida?” Pero cuando, en lugar del
árbol, le responde la Serpiente, Piktor se vuelve para continuar su camino. Contempla todo con atención
y todo le encanta en el Paraíso. Claramente presiente que se halla en el origen, en la fuente de la vida.
Ve otro árbol, que es ahora al mismo tiempo Sol y Luna. Y Piktor le pregunta: “¿Eres acaso tú el Árbol
de la Vida?” El Sol lo confirmó riendo; la Luna, con una sonrisa. Flores maravillosas le contemplaron,
flores de variados colores, flores que tenían ojos y caras. Algunas reían ampliamente, otras casquivanas;
algunas ni se movían ni reían, permanecían mudas, ebrias, hundidas en sí mismas, envueltas en su propio
perfume, como sofocadas. Una flor le cantó la canción de las lilas; otra, una canción de cuna azul oscura.
Una flor tenía los ojos como un zafiro duro; otra le recordó su primer amor; otra, el color del jardín de su
niñez, la voz de su madre y su perfume. Esta se rió, aquélla le sacó la lengua, una lengüita curva, rosada,
que se le aproximó. Piktor extendió la suya para tocarla. Le encontró un sabor agrio y salvaje, a racimo y
a miel y también como al beso de una mujer.
Aquí, entre todas estas flores, Piktor se sintió henchido de nostalgia y temeroso. Su corazón latió fuerte,
como una campana, quemándose, tendiendo hacia algo desconocido… Piktor vio ahora un pájaro
reclinado en el pasto, refulgiendo de tal suerte que parecía poseer todos los colores. Y Piktor le preguntó:
- ¡Oh pájaro! ¿Dónde se encuentra la felicidad?
- ¿La felicidad? Se encuentra en todas partes: en la montaña y en el valle, en la flor y en el cristal.
El pájaro sacudió alegre sus plumas, movió el cuello, agitó la cola, guiñó un ojo y se quedó inmóvil
sobre el pasto. Repentinamente se había transformado en una flor, las plumas eran hojas, las patas raíces.
Piktor lo contempló maravillado. Pero casi enseguida, la flor-pájaro movió sus hojas; se había cansado
de ser flor y ya no tenía más raíces. Proyectándose lánguidamente hacia arriba, se transformaba en
mariposa, meciéndose sin peso, toda luz.
Piktor se maravillaba aún más. El alegre pájaro-flor-mariposa voló en círculos en torno de él, brillando
como el sol; se deslizó hacia la tierra y, como un copo de nieve, quedóse allí, junto a los pies de Piktor.
Respiró, tembló un poco con sus alas luminosas y, de inmediato, se transformó en cristal, de cuyos
cantos irradiaba una luz rojiza. Maravillosamente brilló entre la hierba, como campanas que tocan para
una fiesta. Así brilló la joya…
Mas parecía ya que su fin se acercaba, que la tierra la atraía, y la piedra preciosa fue disminuyendo con
rapidez, como si quisiera hundirse bajo la hierba. Entonces Piktor, llevado por un deseo imperioso, tomó
la joya entre sus manos y la retuvo. Con fervor miró su luz mágica; traspasaba su corazón una añoranza
por todas las venturas. Fue en ese instante que de la rama de un árbol muerto se deslizó la Serpiente y le
susurró al oído: “La joya se transforma en lo que tú quieras. Comunícale rápido tu deseo, antes que sea
tarde”. Piktor temió perder la oportunidad de alcanzar su felicidad. Con premura dijo la secreta palabra.
Y se transformó en un árbol. Porque árbol era lo que Piktor siempre había añorado ser. Porque los
árboles están llenos de calma, fuerza y dignidad.
Creció hundiendo sus raíces en la tierra y extendiendo su copa hacia el cielo. Hojas y ramas nuevas
surgieron de su tronco. Era feliz con ello. Sus raíces sedientas absorbieron el agua de la tierra, mientras
las hojas se mecían en el azul del cielo. Insectos vivían en su corteza y a sus pies se cobijaron las liebres
y el puerco espín… En el Paraíso, alrededor suyo, la mayoría de los seres y las cosas se transformaban
en la corriente hechizada de las metamorfosis. Vio fieras que se cambiaron en piedras preciosas o que
partieron volando como pájaros radiantes. Junto a sí, varios árboles desaparecieron de improviso; se
habían vuelto vertientes; uno se hizo cocodrilo, otro se fue nadando, lleno de gozo, transformado en pez.
Nuevas formas, nuevos juegos. Elefantes trasmutaron sus vestidos en rocas, jirafas se convirtieron en
monstruosas flores. Pero él, el Árbol-Piktor, siempre se quedó igual; no podía transformarse más.
Desde que se dio cuenta de ello, desapareció su felicidad y, poco a poco, comenzó a envejecer, tomando
el aspecto cansado, serio y ausente que se puede observar en muchos árboles antiguos. También los
caballos y los pájaros, también los seres humanos y todas aquellas criaturas que han perdido el don de la
renovación, se descomponen con el tiempo, pierden su belleza, se llenan de tristeza y preocupación.
Una vez más, una niña muy joven se perdió en el Paraíso. Su pelo era rubio y su traje, azul. Cantando y
bailando, llegó junto al Árbol-Piktor. Más de un mono inteligente se rió destemplado detrás de ella; más
de un arbusto le rozó el cuerpo con sus ramas; más de un árbol le arrojó una flor o una manzana, sin que
ella lo notase. Y cuando el Árbol-Piktor vio a la niña, fue presa de una desconocida nostalgia, de un
inmenso deseo de felicidad. Sentía como si su propia sangre le gritara: “¡Reflexiona, recuerda hoy toda
tu vida, descubre su sentido! Si no lo haces, será ya tarde y nunca más vendrá la felicidad.” Y Piktor
obedeció. Recordó su pasado, sus años de hombre, su partida hacia el Paraíso y, en especial, aquel
momento que precedió a su transformación en árbol, aquel maravilloso instante cuando aprisionara la
joya mágica entre sus manos. En aquel entonces, como todas las metamorfosis le eran posibles, la vida
latía poderosamente dentro de él. Se acordó del pájaro que había reído y del árbol Sol y Luna. Le pareció
descubrir que entonces olvidó algo, dejó de hacer alguna cosa y que el consejo de la Serpiente le había
sido fatal.
La niña escuchó el ulular de las hojas del Árbol-Piktor, moviéndose en marejadas. Miró a lo alto y sintió
como un dolor en el corazón. Pensamientos, deseos y sueños desconocidos se agitaron en su interior.
Atraída por estas fuerzas, se sentó a la sombra de las ramas. Creyó intuir que el árbol era solitario y
triste, al mismo tiempo que emocionante y noble en su total aislamiento. Embriagadora sonaba la
canción de los murmullos en su copa. La niña se reclinó sobre el tronco áspero, sintió como se conmovía
y un estremecimiento igual la recorrió. Sobre el cielo de su alma cruzaron nubes. Lentamente cayeron de
sus ojos lágrimas pesadas. ¿Qué era esto? ¿Por qué el corazón deseaba hasta casi romper el pecho,
tendiendo hacia un más allá, hacia aquél, el bello solitario?
El Árbol-Piktor tembló hasta sus raíces, con vehemencia acumuló todas las fuerzas de su vida,
dirigiéndolas hacia la niña en un deseo de unirse a ella para siempre. ¡Ay, que se había dejado engañar
por la Serpiente y era ahora sólo un árbol! ¡Qué ciego y necio había sido! ¿Tan extraño para él fue el
secreto de la vida? ¡No, porque algo había presentido oscuramente entonces! Y con enorme tristeza
recordó al árbol que era hombre y mujer… Entonces un pájaro se aproximó volando en círculos, un
pájaro rojo y verde. La niña lo vio llegar. Algo cayó de su pico. Luminoso como un rayo, rojo como la
sangre o como una brasa, precipitándose en la hierba, iluminándola. La niña se inclinó para recogerlo.
Era un carbúnculo, una piedra preciosa.
Apenas tomó la piedra en sus manos, cumplióse el deseo del cual su corazón hallábase colmado.
Extasiada, fundióse e hízose una con el árbol, transformándose en una fuerte rama nueva, que creció con
rapidez hacia los cielos… Ahora todo era perfecto y el mundo estaba en orden. Únicamente en este
instante se había hallado el Paraíso. Piktor ya no era más un árbol viejo y preocupado. Y Piktor cantó
fuerte, en voz alta: “¡Piktoria! ¡Victoria!” Se había transformado, pero alcanzando la verdad en la eterna
metamorfosis; porque de un medio se había cambiado en un entero.
De ahora en adelante podría transformarse tanto como lo deseara. Para siempre deslizóse por su sangre
la corriente hechizada de la Creación, tomando así parte, eternamente, en la creación que a cada instante
se renueva. Fue venado, pez, hombre y serpiente, nube y pájaro; pero en cada forma se hallaba entero, en
cada imagen era una pareja, dentro de sí tenía al Sol y a la Luna, era hombre y era mujer. Como río
gemelo deslizábase por los países; como estrella doble, en el alto cielo...”
¡Un relato maravilloso y profundamente simbólico! Este escrito de Hesse va acompañado de unos
dibujos preciosos que él mismo pintó para ilustrar su relato. En ellos los colores reflejan realmente un
estado de retorno al comienzo de las cosas. De hecho, evocan algo que el mismo Hesse escribió: “A
algunos hombres, a una avanzada edad, les es dada la gracia de volver a experimentar esos estados
paradisíacos de la niñez…” Sólo así puede explicarse, desde luego, la atmósfera de esos dibujos, de ese
relato ingenuo, y al mismo tiempo profundo. Es realmente una visión del paraíso recuperado…
Si se desea leer realmente una buena obra sobre el Romanticismo Alemán, recomiendo sin duda la
lectura de un ensayo magnífico del escritor y filósofo alemán Rüdiger Safranski titulado “Romanticismo:
una odisea del espíritu alemán” (2007).
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Bach Siciliano / Beatrice Berrut, Piano


https://www.youtube.com/watch?v=QRxSGl3JAgs&list=RDQRxSGl3JAgs

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VALHALLA CALLING by Miracle Of Sound (Assassin's
Creed) (Viking/Nordic/ Dark Folk Music)
https://www.youtube.com/watch?v=jxptIpCYAJA&list=RDkPWhSUpLIX0&index=19
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"Cuando veas a tu materia volverse negra, regocíjate, porque este es el comienzo del trabajo".
Rosarium Philosophorum.
Nigredo hace alusión al primer estado descrito en la alquimia. Desde el proceso clásico se habla de que en su
búsqueda por la obtención de la piedra filosofal todos los ingredientes del alquimista debían hacerse negros.
Existen actualmente muchos aspectos desde los cuales se puede abordar el asunto de la alquimia, bien sea
desde postulados psicológicos como los de C.G Jung o bien desde miradas más esotéricas como la de Viktor
Voronov autor de "Liber Nigri Solis" quien nos dice dentro del mismo lo siguiente con respecto al Nigredo:
"Por supuesto, al manifestarse en todos los niveles de existencia, Nigredo deja sus huellas sombrías en la
mentalidad personal, la visión del mundo y la postura ideológica del iniciado. En esta etapa de la Gran Obra,
el oficial tiende a estar totalmente impregnado de oscuro gnosticismo dualista, a menudo complementado con
matices anticósmicos posmaniqueos. Predominan las apariencias de oposición, y la única forma percibida de
lidiar con ellas es defender a aquellos que se consideran más cercanos y aceptables personalmente, y
sumergirse en la batalla sin un escrúpulo de arrepentimiento".
"Esta es la lógica de entrar en Nigredo: puede destruirte, pero fallar en entrar definitivamente resultará en una
falla mágica definitiva, independientemente de la cantidad de poder temporal que uno pueda acumular. Lo
mismo es cierto para cada transición de fase en el trabajo mágico del individuo, de Nigredo a Albedo a
Rubedo, y finalmente a la inversión misma de la conciencia que consume toda gloria objetiva, limitada en el
tiempo y la convierte en la inmortalidad solitaria e individual".
El sistema del LNS que podemos llamar de forma correcta Alquimia Siniestra, centra su progreso espiritual
por medio de las etapas clásicas de la alquimia transformado el concepto de la misma forma en que un
Cabalista tomaría el Árbol de las Séfirot/Qlifot como una especie de "etapas" o "niveles" que debe atravesar
para el logra de su Gran Obra.
Mateo J.
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"Aprendí de dónde vino Cthulhu por primera vez, y por qué la mitad de las grandes estrellas temporales
de la historia habían estallado. Adiviné —de indirectas que hicieron que incluso mi informante se
detuviera tímidamente— el secreto detrás de las nubes de Magallanes y las nebulosas globulares, y la
verdad negra velada por la alegoría inmemorial de Tao. La naturaleza de los Doels fue claramente
revelada, y me dijeron que La esencia (aunque no la fuente) de los Sabuesos de Tindalos. La leyenda de
Yig, padre de las serpientes, permaneció figurativa ya no, y empecé con odio cuando me habló del
monstruoso caos nuclear más allá del espacio en ángulo que el Necronomicón había ocultado
misericordiosamente bajo el nombre de Azathoth. "
The Whisperer In Darkness, publicado por primera vez en Weird Tales en agosto de 1931
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