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\ INFRODUCCION Bourdieu, P., Chamboredon, J-C., y Passeron, J-C, EI offcio dé. soci6logo, Siglo XXi, 1975 (ed. or: ; 1973); “Introduccion” y “Primera Parte: La ruptura’. | “Segunda. Parte: la consiruccion del EPISTEMOLOGIA ¥ METODOLOGIA ‘ademés de algunos otros similares, s¢ co Thenos netamente el método, que. a quien estudia, de modo poco profundo, una sola ciencia positiva, aun sin intenci6n filoséfica. Por habk ocido este dato ese moro si, més tarde, seré posible seguir a priori un verdadero curso de método del todo independiente del estudio filoséfico de las ciencias; pero estoy convencido de que ello es imposible hoy, puesto que los grandes procedimientos légicos no pueden atin ser , | explicados, con suficiente precisiéa, por separado de sus aplica- a |. clones. Me atrevo a agregar ademés que, aun cuando una émpresa {e este tipo pueda ser realizada —lo que, en efecto es concebible—, | gblo por el estudio de las aplicaciones régulares de los procedimien- * tos.cientificos podré lograrse un buen sistema de habitos intelec- 7 jtuales, hecho que es, sin exabargo, abjetivo esencial del método,” * oy 1 A. Gomte, Cours de philosnphie positive, t. x Bachelier, Pavis, 1090 (ci- todo segiin la odiciba. Grier, 1925, pp. 71-72), Pode, seialarse, con 43i_ Caney que ao Hel sper La tect del vrai que “aot 42 EL optcio bE sociéLoco lo un discurso acerca del lo que, én de peso, amenaza imponer a los Pro- sino existiera ya ante la ausencia de una oposi a investigadores una imagen desdoblada del trabajo cie fetas que i—de quienes no ses iades de la rutina ientifica como atentatorias a la dignidad del objeto que ellos piensan les corresponde o del sujeto cientifico que pretenden encar- nar— 0 sumos sacerdotes del método que todos los investigadores observarian yoluntariamente, mientras vivan, sobre los estrados el catecismo metodolégico, quienes disertan sobre el arte de ser sociélogo o el modo cientifico de hacer ciencia sociolégicaa menudo tienen encomiin la disociacién del método o la teoria respecto.de las operaciones de investigacién, cuando no disocian la teoria del método o la tecria de Ja teor‘a. Surgido de la experiencia de inves- tigacién y de sus dificultades cotidianas, nuestro propésito éxpli- cita, on funcién de las necesidades de esta causa, un “sistema de costumbres intelectuales”: se dirige a quienes, “embarcados” en la préctica de la sociologia.empirica, sin nocesidad alguna de que se les recuerde la necesidad de la medicién y de su aparato teérico y ‘Benico, estin de acuerdo totalmente con nosotros sobre aquello . ono quieren hacer la’ experiencia de investigacién podrin ver, en esta obra que apunta a problematizar Ia practica socioldgica, un cuestionamiento de la sociologia empfrica? ‘conduce sin cesar a conccbir el método como susceptible de ser separado de Jag investigaciones en que ex puesto en prictca: (A. Comte] “enseia en la primera leeiGn del Curso de filesfia postive que ¢e) mitodo no es susceptible 4e eer estudiado Por eaparado de las investigaciones en que es empleado>; ello ‘abrentiende que el empleo de un método supone ante todo su posesién™ (G. Ganguilliens, Théorie ef technique de experimentation chez Claude Bernard, Galloque du! centensire de Ia publication. de L'lntroduction 4 Vérude de la miédecine experimentale, Masson, Paris, 1967, p. 2) i 2 La divisién del campo epistemolégico segin In Logica de los pares (ett. 3° parte) y las tracionesintelectules que, al identifier toda reflexién con fepeculacién pure, no permiten perefbi la funcién téenica de una reflexiéa {sabre Ia relacién con las teenieas, otorgan fuerte probabilidad al malentendido ‘Que aqui tratamos de enfrantar: tn efecto, en esa organizacién dualista de Ls 14) nvisremGLoota Y merop6tocia 13 Si bien es cierto que la ensefianza dela investigacién requieré, de parte de quienes la conciben como de los que la recibea, una referencia directa y constante a la experiencia en primera persona de la prdctica, “la metodologia de moda que multiplica los pro- gramas de investigaciones refinadas pero hipotéticas, las conside- raciones criticas.de investigaciones realizadas por otros [...] 0 los veredictos metodolégicos”,* no. podria remplazar una reflexién sobre la relacién justa com las técnicas y un esfuerzo, atin azaros0, ‘por trasmitir principios que rio pueden presentarse como simples vverdades de principio porque son el principio de la investigacién, de verdades, Si bien es cierto, ademas, que los métodos co distin guen de las técnicas, por lo menos en que éstos son ‘lo suficiente- mente generales como para tener valor en todas las ciencias 0 ent un sector importante de ellas” esta reflexién sobre el método debe también asumir el riesgo de rever los andlisis més cldsicos de la epistemologia de las ciencias de la naturaleza; pero quizé sea necesario que los sociélogos se pongan de acuerdo sobre principios celementales que aparecen como evidentes para los especialistas en iencias de la naturaleza o en filosofia de las ciencias, para salir de la anarquia conceptual a la que estin condenados por sa indi- ferencia ante la reflexién epistemolégica. En realidad, el esfuerzo por examinar una ciencia en particular a través de los principios’ {generales proporcionados por el saber epistemoldgico se justifica y se impone especialmente en el-caso de la sociologia: en ella todo conduce, en efecto, a ignorar este saber, desde el estereotipo huma- nista de la irreductibilidad de las ciencias humanas hasta las carac- teristicas del reclutamiento y la formacién de investigadores, sin olvidar la existencia de un conjunto de metodélogos especializados posiciones episemaligicas todo intento de volver a inertar Ins operacioaes {écnices en Ie jerarquia de los ects epistemligics eed casi inevtablomeats {nterpetada como un alaque diigo contra la teniea'y los téchicosy pes 4 aie reconocemos la contribucién capital que los matodlogos yen particoar Paul F. Lararfeld, han opartado a In acianelzaion dela pedi selégicy, dabemos que coreinos el eee de aia se noe whique ms caren de Fads ond Foibles of Amorican Sociology qe de The Language of Socal Research © R. Necdham, Stucture and Sentiment. A Testcate in Socal Anthro- ology, University of Chicago Pres, Chicago, 1062, pi 4 A. Kaplan, The Conduct of Inquiry, Methodology of Behavioral Scion, uni, Sm Franco, 164, 2 mn ators nent do aoe a ino "tecnologia" haya adguiido ya un sentido especalnadoy sarva qe pods aplcarse con elovaca efactitud& un gran niesero de estaicscalificadoe fom “etodolgics” (bid, p19). ; 4 EL OFIGIO DE soci6L060 en la reinterpretacién selectiva del saber de las otras ciencias. Por ss ripen wlan dle sy jgica @ la polémica de la razén epistemoligica, para definir, y si es posible inculcar, una actitud de vigilancia que encuentre en el completo conocimiento del error y de los mecanismos que lo engen- dst uno de lo medio para superara, La itencién de dotar al investigador de los medios para que él mismo supervise su tra- Bajo tontfice, se opoue alos amados al orden de los censores cuyo negativismo perentorio sélo suscita el horror al error y-el recurso resiguado a una tecnologia investida con la: funcién de exorcismo. ‘Como la obra de Gaston Bachelard lo demuestra, Ia episte- nriologia se diferencia de una metodologia abstracta en su esfuerz0 ‘por captar la Iégica del error para construir la légica del descu- bbrimiento de Ja verdad. como polémica contra el exror y conto esfuerzo para someter las verdades préximas a la ciencia y los métodos que utiliza a una rectificacién metédica y permanente [G. Canguilhem, texto n’ 1), Pero 1a accién polémica de la razém cientifica no tendria toda su fuerza si el “psicoandlisis del espiritu ientifico” no se continuara en un anélisis de las condiciones sociales en las cuales se producen las obras sociolégicas: el socié- Jogo puede encontrar un instrumento privilegiado de vigilancia epistemolégica en la sociologia del conocimiento, como medio para enriquecer y precisar el conocimiento del error y de las condi- ciones que lo hacen posible y, a veces, inevitable [G. Bachelard, texto n? 2]. Por consiguienta, las apariencias que aqui pudieran subsistir de una discusién ad hominer se refieren sélo a los limites de la comprensién sociolégica de las condiciones del error: una epistemologia que se remite a una sociologia del conocimiento, menos que ninguna otra puede imputar los errores a sujetos que no son, munca ni totalmente, sus autores. Si, parafraseando un texto de Marx, “‘no pintamos de rosado” al empizista, al intuicio- niista 0 al métodélogo, tampoco nos referimos a “personas sino en. tanto que personificacién’” de posiciones epistemoldgicas que s6lo se'comprenden totalmente en el campo social donde se apoyan. PEDAGOGIA DE LA INVESTIGACION La funcién de esta obra'define su forma y su contenido, Una ense- fianza de la investigacién cuyo proyecto sea exponer los principios ————_—— EPISTEMOLOGIA ¥ METODOLOGiA 15 de una préctica profesional y simulténeamente imprimir cferta relacidn a esta practica, es decir proporcionar a la vez los instru- mentos indispensables para el tratamiento sociolégico del objeto y suna disposicién activa a utilizarlos apropiadamente, debe romper con a rutina del discurso pedagégico para restituir sw fuerza hheuristica a los conceptos y- operaciones més. completamente “neutralizados" pr el ritual dela exposicién canSoica, Por ello festa obra que aptinta a sefialar los actos més prdcticos dela préc- tica sociolégica comienza por una reflexin que trata de recordar, SSsematisindolo lee immplicaciones do. toda, prticn, buona 6 mala, ¥ de concretar en preceptos précticos el principio de vigi- lancia"epistemoldgica (Libro primero), So inteatard, luego la definicién de la furicién y las condiciones de aplicacién de los esqueinas tebricos a los que debe recurrir la sociologia para cons- ‘ruir su objeto, sin pretender presentar estos jprimeros principios ae Ja interrogacién- propiamente sociolégica como una teoria acabada del conocimiento del objeto sociolégico y, menos todavia, como una teorfa general y universal del sistema social (Libro segundo).” La investigacién empirica no necesita comprometer tal teoria para escapar al empirisino, siempre que panga en practica efectiva, en cada una de sus operaciones, los principios que lo constituyen como ciencia, proporcionéndole un objeto caracteri- zado por un minimo de coherencia tedrica, Si esta condiciin se cumple, los conceptos o los métodos podrén ser utilizados como instrumentos que, arrancados de su contexto original, se abren a tiuevos 150s (Libro tercero).‘*, Al asociar la presentacién de cada instrumento intelectual a ejemplos de su utilizacién, so trataré de evitar que el saber sociolégico pueda aparecer como ima suma de técnicas, o como un capital de conceptos separados o sepatables de su implementacién en la investigacién. ‘Si nos hemos permitido extraer del orden de razones en las que se encontraban insertos los principios tebricos y los procedi- Inientortdenioos heredados do la historia de la‘iencla socologice, no.es sélo para quebrar los.encadenamientos del orden didéctico que no renuncia a la complacencia erudita frente a'la historia ‘de Jas doctrinas'0 los conceptas sino para rendir tributo al reconoci- miento diplomitico de los valores consagrados por la tradicién 0 sacralizados por lx moda, ni tampoco para liberar. virtualidades. Ct, supra el prefcio« la segunda edicbn, pp. 9:10, + Vise nota o Vea nota 5 45° 16 EL OFICIO DE soctsLoco heuristicas, muchas veces més numerosas que lo que permiitirian. creer los usos académicos;,es, sobre todo, en nombre de una con- cepcidn:de la teorfa del.conocimiento socioldgico qué hace de esta teoria sistema de principios que definen las condiciones de posibi- lidad de todos los actos y todas los discursos propiamente sociol6- gicos, y sélo de éstos, cualesquiera que sean las teorias del sistema social de quienes producen o produjeron obras sociolégicas en nombre de estos prindipios. El problema de Ja filiacién de una investigacién sociolégica a’ una teoria’ particular acerca de lo social, la de Marx, la de'Weber o 1a de Durkheim por ejemplo, es siempre secundario respecto del problema de la pertenencia de esta investigacién a la ciencia sociolégica: el tinico criterio de esta pertenencia reside, en realidad, en la aplicacién de los principios fundamentales de la teoria del conocimiento saciolégico que, tanto tal, de ningin modo separa a autores-a los que todo aleja en él plano de la teoria del sistema social. Aunque la mayoria de Jos autores han legado a confundir su teoria particular del sistema social con la teorfa del conocimiento de lo social que abrazaban, por lo menos implicitamente én su préctica sociolégica, el proyecto epistemolégico puede permitirse esta distincién preliminar para Yineular autores cuyas oposiciories doctrinarias ocultan el acuerdo epistemolégico. “i ‘Temer que estaempresa conduzca a una amalgania de prin- cipios tomados de tradiciones tedricas diferentes o a la constitucién de un corpus de férmulas disociadas de los principios que las fundamentan, implica olvidar que la reconciliacién cuyos princi- Pios creemos explicitar se opera realniente en el ejercicio auténtico del oficio de sociélogo 0, més. exactamente, en el “oficio” del sociélogo, habitus que, en tanto que sistema de esquemas mas 0 menos dominados y miiés'o menos transponibles, no es sino la inte- tiorizacién de los principios de la teoria del conocimiento sociolé- gico. A la tentacién que siempre surge de transformar los preceptos del método en recetas de cocina cientifica o en objetos de labora- tdrio, sélo puede oponérsele un ejercicio constante de.la vigilancia epistemolégica que, subordinando el uso de téenicas y conceptos a un examen sobre las condiciones y los limites de su validez, pros- criba la comodidad de tina aplicacién automatica de procedimientos probadas y sefiale que toda operacién, no importa cudm rutinaria ¥ repetida sea, debe repensarse a s{ misma y en funcién del caso particular, Sélo una reinterpretacién mégica de las exigencias de Ja medicién puede a la vez sobrestimar la importancia de las ope- ‘6 KS ee ae ee ee EPISTEMOLOGiA ¥ METODOLOGIA 17 aciones que no son, por otra parte, sino recursos del oficio y, transformando la cautela metodoldgica en respeto sagrado, utilizar no sin temor o no utilizar jamas,"bajo‘el temor de no cumplir total- mente ‘las condiciones rituales, instrumentos que deberian: ser juzgados s6lo‘en el uso. Los que Ievan-la cautela. metodologica: hhasta la obsesidn hacen pensar en ese enfermo del que habla ‘Freud; que dedicaba su tiempo a limpiar sus anteojos sin ponérselos munea, Considerar seriamente el proyecto de transmitir tin ars inve- niendi significa reconocer que supone algo mAs y. diferente que el ars probandi propuesto por quienes confunden la mecénica légica; ‘enseguida desarmada, de las comprobaciones y las pruebas con el funcionamiento real del espiritu creador; reconocer también, con Ja misma evidencia; que’ existen senderos 0, mejor dicho, -atajos .que hoy pueden trazar una reflexién sobre la investigacién en el camino sin arrepentimientos iii rodeos que proporidria un discurso verdadero del método sociolégico, A diferencia de la ‘tradicién’ que se. atiene a ta logica de la prueba, sin permitirse, por. principio, penetrar en los arcanos de Ja invencién, condendndose de esta forma.a vacilar entre una retdrica de.la-exposicién formal y. una’ psicologia literaria del descubrimiento, quisiéramos proporcionar aqui, los medios para adquirir una disposicién mental que sea coiidicién de la invencién y de la prueba, Si esta reconciliacién no se produce, ello implicaria Tenunciar a proporcionar una ayuda, cualquiera que sea, al tra- bajo de investigacién, limiténdonos junto a tantos otros metods: Jogos, a invocar o Hamar, como se Hama a los espiritus, los mnilagros de una iluminacién creadora, que transmite la hagiografia del descubrimiento cientifico, 0 los misterios de la psicologia de las profundidades.® 4 La literatura metodaligica ha procurado siemre, cuando ‘define’ el Sh deel de ss via elites cantando waxes of discovery en favor de lor ways of validation (cfr. por jemi Hempel, Aspects of Siete Biplnaton and Other Bae i he Play of Science, Free Press, Nueva York, 1965, pp. 82-83). I R. Popper insite « yaenudo sobre esta diotomia que, en parece: encubric la eposcion entre Ja vida pablicay Ta privada: “La pregunta e{Cémo descubrié usted su tearia por primera, vez?» interesa; para decirlo de agin modo, a wma cuestién muy personal, contrariamente a lo.que supone la progunta tccimo verified usted su teoria?s” (K. R. Popper, Misére de Phistorictome (tad, de HL. Rousseau), Plon, Paris, 1956, p. 132 (hay ed. esp.]). O también: “No existe neda que se°porezca-a un métado légico para tener ideas 0 tna reconstitucin logica 48 Eu oricio BE socir0G0 Si va.de suyo que los automatismos aidquiridos posibilitan le ‘economia de una invencién permanente, hay que cuidarse de la Greencia de que el sujeto de la creacién.cientifica es un automaton {pirituale que-obedece a los organizados mecanismos dp una pio- teamaciOn metodol6gica constituida-de una vez para siempre, ¥ for tanto encereas al investigador en los limites de tuna ciega'sumi- Ren a un programa que excluye la reflexién sobre,el programa, reflexion que es condicién de invencidn de nuevos programas! La tmetodologia, afirmaba Weber, “[...] es condicién de un trabajo Fecundo en la misma medidd en que el conocimiento de la anato- jeia es condicién de la marcha correcta".* Pero, aunque es iniitil Zonfiar en descubrir una ciencia sobre el modo de hacer cienciay y suponer que la légica sea algo mas que un modo de control Je 1a ciencia que se’ conétraye 0 que ya se ha construido, sin embargo, como lo observé Cultivada”, es decir que una explicitacién de la légica del descubri- jniento, tan parcial, como,parezca, puede contribuir a la racionali- zacion del aprendizaje de las aptitudes para la creacién. EPISTEMOLOGIA DE LAS CIENCIAS DEL HOMBRE ¥ EPISTEMOLOGEA DE LAS CIENCIAS DE LA NATURALEZA La mayoria de los errores a los que se exponen la préctica socio- dgica ¥ Ja reflexién sobre la i ‘misma radican en una representacion faisa dé la epistemologia de las ciencias de la naturaleza y de la relacién que mantiene con la epistemologia de las ciencias del hombre, Asi, epistemologias tan opuestas en sus afirmaciones de eae proceso, En mi opinién, todo dpeubrimionto contin wn elemento ficiently o una sGntuicidn creadora>, en el, sentido bergsoniano” (KR Pooper, The Logie of Seientfie Discovery, Hlutchinson’ and Co., Londres, 1959, 72)" Bn cabin, cuanay excopcionalmente; so considera expiants Pee cujto el "coutexto del descubrimiento” (por oposicién al “contexto 40 jeetveta, es inevitable romper gran cantidad de esquemas rutinarios de la eién epistemolpica y metodolégica y, en especial, la représentacién dal Hae de le Investigacion como suession de elapas distintas y predeterini- see. D. bE, Hamend, comp, Sociologists at Work, Essays om the Croft of Social Research, Basie Books, Nueva York, 1964). Savsece, por ejemplo, en la faclided con que {a investigacién puede reproduciese tin producir nada, sogtn 1a légica de la pump handle research. WM Webee, Biscis sur-la théorie de ta science (tad. de J. Preund), Plon, Paris, 1963, p. 290 (hay ed. esp]. ‘Stuart Mill, “la invencién puede ser xpisrEmoLocia ¥ METoDOLoGiA, 19 evidentes como cl dualismo.de Dilthey —que no puede pensar Ja Cupecificidad del método de las ciencias del hombre sino oponién- dole una imagen de las ciencias de la naturaleza originada en la Snera preocupacién por diferenciar— x, el positivismo ~preocy pado por imitar una imagen de la ciencia natural fabricada sean Fae pesidades de esta imitacién—y ambos en comin ignoran. la ‘Blpvolia exacta de las ciencias ex ctas. Esta grosera equivocacién Condiujo a fabricar distinciones forzadas entre los dos métodos para responder a la nostalgi deseos piadosos del huma- ‘Pero. puede advertirse que. el positivimo efectia’ sélo ang caricatura tel método de las ciencias exactas, sin acceder ipso facto sain epistemologla exacta de las ciencias del hombre. De hecho, Sl carécter subjetivo de los hechos sociales y su irreductibilidad a os métodos rigurosos de la ciencia conforma una constante en la [eieria de las dens que la critica del positivismo mecanicista ¢élo meafirma, De esta forma, al percibir que “los métodos que los veentifiens 0 los investigadores ‘fascinados por las ciencias de la Saturaleza tan a menudo intentaron aplicar a la fuerza a les cien- Gas del hombre no siempre fueron necesariamente aquellos que {oe cientificos aplicaban de hecho en su propia disciplina, sino més bien los que creian utilizar”,? Hayek concluye de-inmediato que Jos hechos sociales se diferencian ‘de los hechos de las ciencias fisicas en tanto son creencias u.opiniones individuales” y; por conaguiente, “no deben ser definides segtin To que podriamos Gescubrir sobre ellos por los métodos objetivas de Ta ciencia sino Segin lo que piensa Ia persone que actia”.*° La impugnaciin de {pS nitacion eutomética de las ciencias de la naturaleza so vineula tanmecdnicamiente a la critica subjetivista de la objetividad de,los. hrechos sociales que todo esfuerzo por encarar los problemas espe> Uificos que plantea la transposicidn’a Jas cisncias del hombre del Saber epistemolégico de las ciencias de le naturaledi, corre siempre tl riesgo de parecer una reafirmacién de los derechos imprescrip- tibles de la subjetividad. 2A. Von Hayek, Selentisme’et sciences sociales, Rss sur le mawais usage de la raison (Weed. de.M, Barre), Plon, Paris, 1953, p- 3 10 Ibid., pp. ty 2A NY aa eeibargo tolo el proyecto de Durkheim puede demostrar'que es att 20 EL OPICIO DE sociéLoGo LA niproDoLocia’y EL DESPLAZAMIENTO DE LA VIGILANCIA Para superar las discusiones académicas y las forinas aéadémicas de superarlas, es necesario someter la prictica cientifica a una reflexién que, a diferencia de la filosofia clasica del conocimiento, se aplique no a la ciencia hecha, cioncia verdadera cuyas condi- ciones de posibilidad y de coherencia, cuyos titulos de,legitimidad seria necesario establecer, sino a la ciencia que se esté haciendo, Tal tarea, propiamente epistemolégica, a . Esta filosofia del trabajo cienti 10 “accién polémica incesante de la Razin", tras- puesta a la instancia de las ciencias del hombre, puede proporcio- nar los principios de una reflexién capaz de inspirar y controlar Jos actos concretos de una practica verdaderamente cientifica, defi- niendo en Jo que tengan de especifico los principios del “raciona- Jismo. regional” propios de la ciencia sociolégica. El racionalismo fijista que informaba las preguntas de la filosoffa clasica del cono- cimiento hoy se expresa mejor en los intentos de algunas metodé- Jogos que se inclinan a reducir la reflexién sobre el método a una Higica formal de las cinta, Sin exabarge, camo lo sails P. Maye rabend, “todo fijismo seméntico tropieza con dificultades cuando se trata de dar razén total del progreso del conocimiento y de los descubrimientos que a él aportan”."" Mis precisamente, intere- sarse en las relaciones intemporales entre los enunciados abstractos posible evadirse de Ia altefnativa de In imitaciin éiega y del rechazo, igual- ‘mente clego, « imitar: “la socilogia nacié a la sombra de las ciencias de 1a naturaleza’ y en contacto intimo eon ellas (...]. Es natural que algunos de los primeros socidloges se equivocaran al exegerar este. accrcamionto hasta ‘al panto de desconocer el origen de les ciencias sociales y la autonomta que daten disfrutar respecto de Tas otras ciencias que las han procedido. Pero esta exageracién no debe hecer olvidar toda la fecundidad de los origenes més {importantes del pensamiento cientifico". Ritsia Italiane di Sociologia, tomo 1900, pp. 127-159, citada en A, Cuvillier, Olt va la sociologie franase Marcel Rivigre et Gie, Paris, 1953, pp. 177-208 [hay ed. es 1 P. Foyerabond, in H Feigh y G. Maxwell (comp), “Scicititie Fxpla- nation, Space and Time", on Minnesota Studies in the Philosophy of Science, ‘wl, 1, Minnedpolis, 1962, p. 31. 3 18 SAAT oe eg ee EPISTEMOLOGIA Y METODOLOGIA o2 ‘en detrimento de los procesos por los cuales cada proposicién o cada concepto fue, establecide y engendré otras proposiciones u otros conceptos, supone negarse a colaborar efectivamente con quienes estén inmersos en las peripecias inseguras’ del .trabajo , ientifico, desplazando asi el desarrollo de la intriga entre basti- dores para llevar a escona sélo los desenlaces. Totalmente ocupados en la busqueda de una légica ideal del déscubrimiento, los meto- délogos no pueden dirigirse en realidad. sino aun investigador definido abstractamente por si aptitud para concretar estas normas dg perfeccién, es decir a un investigador impecable, lo que equic yale.a decir imposible o estéril, La obediencia incondicional a un ‘organon de reglas légicas tiende a producir un efecto de “clausura prematura”, al hacer desaparecer, como lo diria Freud; “la elasti- cidad en las definiciones”, 0 como lo afirma Carl-Hempel, “la disponibilidad semantica do los. conceptos” que constituye una de las condiciones del descubrimiento, por lo menos en ciertas etapas de la historia de una ciencia.o del desarrollo de una investigacién. ‘No se-trata aqui de negar que la formalizacién légica enca- yada como medio para poner a prueba la légica en acto de la investigacién y la coherencia de sus resultados constituye uno de és instrumentos més eficaces del control ‘epistemolégica; pero. esta implerientacién legitima de los instrumentos Iégicos opera demasiado a menudo como garantia de la enfermiza predileccién por ejercicios metodolégicos cuyo mico-fin discernible es posibi. litar la exhibief6n de'un arsenal de medios disponibles, Frente a algunas investigaciones concebidas eh funcién de las necesidades ae Ja causa Iégica 0 mett Jolégica, no puede sino evotarsé, con’ Abraham Kaplan, la’conducta de un borracho que, habiendo perdi- do la lave de su casa, la busca sin embargo con’ obstinacién,, bajo la luz de un farol, ya que alegs que alli se ve: mejor (4. Kaplan, texto n? 3), El rigorismo tecnolégico que descansa sobre la fe en un rigor definido de una vez para siempre y para todas las situaciones, es decir una representacién fijista de la verdad o del error como tras- gresién a normas incondicionales, se opone diametralmente a la huisqueda de rigores especificos, desde una teoria de-la verdad como teoria del error rectificado. ‘El conocer —agrega Gaston Bachelard— debe evoliscionar junto con lo conocido.” Lo que equivale a afirmar que es inttil buscar una légica anterior y exte- rior a la historia de la ciencia que se est haciendo, Para captar Jos prdcedimientos de la investigacién es necesario analizar cémo 29, EL OFIGIO DE soctsLoGo opera en lugar de encerrarla en la obsorvancia de un decilogo de procedimientos que quiz4 no deban parecer adelantados respecto de la practica real sino por el hecho de que son definidos por ade- Iantado.#2 "Desde la fascinacién por el hecho de que en matemética evitar el error es cuestién de técnica, se pretende definir la verdad como tl producto de wna. actividad intelectual que responde a Ciertas normas; se pretende considerar los datos experimentales como se consideran los axiomas de la geotnetria; se confia deter- minar reglas de pensamiento que desempefiarian la funcién que Ja légica desempefia en matemitica. Se quiere, a partir de una experiencia limitada, construir la teoria de una vez por todas, El célculo infinitesimal elabord sus fundamentos paso a paso, la nocién de mimero sélo alcanzé claridad después de 2 500 afios. Los procedimientos que instauran el rigor se originan como respuestas @ preguntas que no pueden formularse a priori, y que sdlo el desarrollo de la ciencia hace surgir. La ingenuidad se pierde lenta- mente, Esto, verdadero en matemitica, lo es a fortiori para’ las ciencias de observacién, adonde cada teoria refutada impone nue vas exigencias de rigor. Es pues imitil pretender plantear @ priori Jas condiciones de un pensamiento auténticamente cientifico.” Mis profundamente, la exhortacién insistente por una per- feccién metodologica corre el riesgo de provocar un desplazamiento de la vigilancie epistemolégica; en lugar de ‘preguntarse, por ejemplo, sobre el objeto de la medicién, sobre el grado de precision deseable y legitimo segtin las condiciones particulares de la misma, ‘o determinar, mas simplemente, si los instrumentos miden lo que se desea medir, es posible, artastrados por el deseo de acufiar en tareas realizables Ja idea pura-del rigor metodolégico, perseguir, en una obsesién por el decimal, el ideal contradictorio de una pre- cision definible intrinsecamente, olvidando que, tal como lo iecuerda A, D, Richtie, “realizar una medicién més precisa que lo, mecesario no es menos absurdo que hacer una medicién insuficien- 38 Los autores de un largo estudio dedicado a las funciones del método cextadistico en eocologla admiten in fine que “sus indicaciones en lo que con- Gierne a las postilidades de aplicar la estdisica tebrica a la investigaci Empirica, caracterizan silo el estado actual de a discusién metodoligics, (quedando la prictica en un segundo plano” (B. X. Scheuch y D. Risch fheyer, “Sosiologie und Statistik, Uber den Binfluss der modernen Wissen- fchaltclebre auf ihr gegensetiges Verhiltnis", on Kelner Zeitschrift fur Soziologie und Sozial Peychologie, vat, 1956, pp. 272-291). WA. Regnier, Les infortunes de la Reizon, Seil, Paris, 1966, pp. 87-38. —_——— EPISTEMOLOGIA Y METODOLOGIA 23 temente precisa”,"* 0 también que, como lo sefidla N, Campbell, cuando se establece que todas las proposiciones comprendidas dentro de ciertos limites son equivalentes y que la proposicién definida aproximativamer..e se sittia dentro de estos limites, el ‘uso de la forma aproximativa es perfectamente legitimo.* Se entiende que la ética del deber metodoldgico pueda, al engendrar una casuistica de la equivocacién técnica, conducir, por lo menos indirectamente, a una.ritual de procedimientos que quizés es la caricatura del rigor metodol6gico, pero que es sin duda y exacta- mente el opuesto de la vigilancia epistemolégica.” Es’ especial- mente significative que la estadistica, ciencia del error y:del cono-. cimiento aproximativo, que en procedimientos tan comunes como el calculo de error o ‘del limite de confiabilidad opera con “una filosofia dela vigilancia critica, pueda ser frecuentemente uti zada como coartada cientffica de la sujecién ciega al instrumento, De la misma forma, cada vez que los tedricos conducen la investigacién empfrica y. los instrumentos conceptuales que emplea aite el tribunal de und-teoria cuyas construcciones en el dominio de una ciencia que ella protende reflejar y dicigir se niegan'a evaluar, gozan del respeto de los practicisias, respeto forzado verbal, slo en nombre del prestigio indistintamente atribuido a toda empresa todrica. : Y si sucede que la coyuntura intelectual posibilita que los tedricos puros impongan a los cientificos su ideal, légico o semén- 48 A. D, Wichtia, Scientific Method: An Inquiry. into the Character and Validity of Natural Laws, Littlefield, Adams, Paterson (N.J'), 1960, p. 113. Al analizar esta bisqueda de “la precisin mal fundada”, que consiste en’ creer “que el mérito de la soluciGn se mide por el mimero de decimales indicadcs”, Bachelard indica “que si uma precisién en un resultado va més allé. de 1a precisién de los datos experimentales, es exactamente la determinacién, de {a nada... Esta prictica recuerda la chanza_de Dulong quien, al referire 4 um experimentadar docia: esté seguro do Ta tercera decimal, es sobre la primera que duds” (Gaston Badhlard, La formacién del expire clentiico, Buesios Aires, Siglo XXI, 1972, pp. 251-282). 35 NR Carapbell, An Account of ithe Principles of Measurement and Calculation, Longmans, Green. abd Co, Londres, Nueva York, 1928, p. 186, Polria recordarso en este caso Ia distinclén que establecia Cournot entre order Lgica'y orden racional, que lo evaba a sefalar que le bisqueda de la perfec- cidm Idgica puede desviar de 1a captacién dal orden racfonal: (Essai sur les ordements de nos connaissances et sur-les caractires de la critique philos sophique, Hachette, Pari, 1851, pp. 242 y's). "7 El angustiado interés por las enfermedades del espritu cientiffon puede. provocer un efecto tan depresivo como las inquietudes:hipocondriacas’ de los adictos al Larousse médical y py EL OFICIO. DE sociéLocO, tico, de la coherencia integra y universal del sistema de conceptos, pen legar o detener Ja investgeciin en la medida en que logran contagiar la obsesién de pensarlo todo, de todas las’ formas y en todas'sus relaciones a li vez, ignorando que en las situaciones coneretas de la préctica cientifica no se puede pretender construir problematicas 0 teorias nuevas sino cuando se reruncia a la ambicién imposible, que no es escolar ni profética, de decirlo todo, sobre todas las cosas y, ademas, ordenadimente, EL ORDEN EPISTEMOLEGICO DE RAZONES Pero estos anilisis sociolégicos 6'psicolégicos de la distorsién meto- dolégica y de la desviacién especulativa no pueden ocupar el lugar |! de la critica propiamente epistemolégica‘a la que introducen. Si |/ es necesario prevenirse, con especial conviccidn, frente a la puesta en guardia de los metodélogos es porque, al llamar la atencién exclusivamente sobre los controles formales de los procedimientos experimentales y los conceptos operacionales, corren el riesgo de desplazar la vigilaricia sobre.peligros mas serios. Los instrumentos y los apoyos, muy poderosos sin duda, que la reflexién metodolé- |) Jgica proporciona a la vigilancia se vuelven contra ésta cada vex que ino se cumpien las condiciones previas a su utilizacién. La + ciencia de las condiciones formales del rigot de las operaciones, |. que presenta el aspecto de una puesta en forma “operatoria” de la |? vigilaricia epistemolégica, puede parecer que se funda en la pre- tensidn de asegurar automaticamente la aplicacién de los princi- pios y preceptos, que definen la\vigilancia epistemalégica, de manera tal que ¢s necesario un acrecentamiento de la vigilancia para evitar que produécaj automaticamente este efecto de despla- zamiento. ; Seria nedesario, como decia Saussure, “mostrar al lingitista 38 Algunis disertaciones teéricas gobre ‘todas Jas cosas. conocidas 0 cono- ‘ibles desempefien, sin dude, una funcién de oncxiin anticipada aniloga a la 4g Jas profecias astrolégicas dispuestas siempre a digerir retrospectivamente el acontecimiento: “Existen personas, dice Claude Bernard, ‘que sobre una tuestién dicen todo To que se puede decir para tener el derecho de reclamar ‘cuando, ms tarde; se Haga elguna experiencia al respecte. Son como aquellos ‘que ubican planetas en todo el espacio para afirmar luego que alli esti el planeta que habian previsto” (Principes de médecine experimentale, ur, Paris, 1947, p. 255). ole TOS _ Oe ree, EPISTESCOLOGiA “Y METODOLOGIA 25 Jo que hace”." Preguntarse qué es hacer ciencid 0, mas pretisa- mente, tratar de saber qué hace el cientifico, sepa éste 6 no.lo que hace, no es sélo iriterrogarse sobre la eficacia y el rigor formal de las teorias y de los métodos, es examinar a las teorias y los métodos en su aplicacién para determinar qué hacen con los objetos'y qué objetos hacen. El orden segiin el cual debe efectnarse este examen se impono tanto por el andlisis propiamente epistemolégico de Jos obstaculos al conocimiiento como por el anélisis sotioldgico de las ‘implicaciones epistemolégicas-de la sociologia actual que definen Ja jerarquia de los peligros epistemolégicos y, por este camino, de -los' puntos de urgencia, Establecer, con Bachelard, que el hecho cientifico se con- quista, construye, comprucba, implica rechazar al mismo tiempo el empirismo que reduce el acto cientifico a una comprobacién ¥ el convencionalismo que sélo le opone los preémbulos de la cons: trucciéri. A causa de recordar el iniperativo de la comprobacién,, enfrentando la tradicién especulativa de la filosofia social de la cual debe liberarse, Ja comunidad sociolégica persiste en olvidar hoy la jerarquia epistemolégica de los actos ‘cientificos que’ sub- ordina la comprobacién a la construccién y lé constriiccién a la rupture: en el caso de una ciencia experimental, la simple remi sidn a la prucba expériinental no es sing tautolégica en tanto xo se acompaiie de una explicacién de los: supuestos tedricos que fundamemtan una verdadera experimentacién, y esta explicitacién no adquiere poder heuristico ert tanto no se le adhiera'la éxplici- tacién de los obstaculos epistemoldgicos que se presentan. bajo una | forma especifica én cada prictica cientifica, 19 E, Benveniste, “Lettres de Ferdinand de Saussure & Antoine Millet’, ven Cahiers Werdinand de Saussure, 91, 4964, pp. 92-135. 2 ‘PRIMERA PARTE LA RUPTURA . 1. EL HECHO se CONQUISTA CONTRA LA'ILUSION, DEL SABER INMEDIATO ‘La vigilancia epistemolégica se inipone particularmente en el caso de las cioncias del hombre, en las que Ja separacién entre la opi- nidn comin y ol discurso cientifico es ras imprecisa que en otros ‘casos, Aceptando con deniasiada facilidad que la preocupacién de ‘ina reforma politica y moral de la sociedad arrastré a los sociéloges dal siglo xax'a abandonar a menudo la neutralidad cientifica, y también que la sociologia del siglo xx pudo renunciar a las ambi ciones de la filosofia social sin precaverse empero de.las contami- naciones ideolégicas de otro: orden,. con. frecuencia ‘se deja de reconocer, a fin de extraer de'ello todas'las consecuencias, que la familiaridad con el universo social constituye el obstéculo episte- molégico por excelencia para el sociSlogo, porque product conti- muamente concepciones o sistematizaciones ficticias, al mismé tiompo que sus condiciones de credibilidad, El socidlogo mo, ha saldado cuentas con la sociclogia esponténea debe imponerse tuna polémica ininterrumpida, con las enceguecedoras evidencias {que presentan, a bajo precio, las ilusiones del saber. inmediato y i riqueza insuperable. Le es igualmente dificil establecer la separacién entre la percepcién y la ciencia “que, en el caso del fisico, se expresa ent una acerituada oposicién, entre el laboratorio y la vida cotidiana— camo encontrar en su, herencia tedrica los jinstrumentos que le, permitan rechazar xadicalinente-el Jenguaje ‘comin y las nociones comiunes, 28 EL OPIGIO DE . Ic16L0cO wl. Prenociones y téonicas de ruptura Como tienén por funcién reconciliar a todo precio 1a conciencia comtin cousigo misma, propaniendo explicaciones, aun contradic- torias, de un mismo hecho, las opiniones primeras sobre los hechos sociales sé presentan como una coleccién falsamente sistematizada de juicios de uso alternativo. Estas prenociones; “representaciones esqueméticas y sumarias” que se “forman por la préctica y para ella”, como lo-observa Durkheim, reciben su evidencia y “auto- riage ls funciona sociales que cumplen (E, Durkheim, texto nt 4). TLa influencia de las nociones comunes es tan fuerte que todas ag téenicas de objetivacién deben. ser aplicadas para realizar efectivamente una ruptura, més a menudo anunciada que.efet- tuada, Asi los resultados de la medicién estadistica: pueden, por Jo. menos, tener la virtud negativa de desconcertar las prirheras impresiones. De la misma forma, alin no se ha considerado sufi- cieniemente la funcién de ruptura que Durkheim atribufa a la definicién previa del objeto como construccién tebrica “provisoria” destinada, ante todo, a “suistituir las nociones del sentido ‘comin / por una primera nocién cientifica”” + [M. Mauss, téxto n? 5. En efecto, en la medida en que el lenguaje comin y ciertos usos espe~ cializados de. las palabras comunes .constituyen el -principal vehiculo de las representaciones comunes de la sociedad, una critica légica y lexicolégica del lenguaje. comin surge como el paso previo mis indispensable para la elaboracién controlada de ‘las nociones cientificas [J. H. Goldthorpe et D. Lockwood, texto 7 6). ‘Como durante la gbservacién y Ia experimentacién el.socié- logo establece una relacién con su objeto que, en tanto relacién social, nunca es de puro conocimiento, los datos se le presentan ‘como configuraciones vivas, singulares y, en una.palabra, dema- 2.P, Fouconnet y M. Mauss, articulo “Sociologie", en Grando Eneyclo- pédie Francaise, t. xx, Paris, 1901, p, 173, No es casualidad si los que quieren encontrar en Dustheim, y mis pretisamente en su teoria de la definicién’y el indicador (ef. por ej.) R. K. Merton, Eléments de théorie et de méthode sociologique (trad. H. Mendras), 2 edic. aumentada, Plon, Paris, 1965, p. 61), ‘1 origen y garantia del “operacionalisina” desconocen Ia'funcién de ruptara {que Durklieim conferia a le definicin: en efecto, numerosas definicjones lama das “operatorias” no son otra cosa que una puesta en forma, Iégicamente controlada 0 formalizada, de Jas ideas del sontide comin, 22 ses. | —DB™ & oe LA RUPTURA siado humanas, que tienden a imponérséle como estructuras de objeto. Al desmontar las'totalidades concretas y evidentes que'se pregentan a la intuicién, para sustituirlas por el .conjunto de criterios abstractos que las definen sociolégicamente —profesién, ingresos, ‘nivel de educacién, etc.—, al proscribir Jas inducciones ‘espontneas que, por éfecta de halo, predisponen a extender sobre toda una clase: los ‘rasgos sobresalientes de los individuos mas “‘ipicos” on apariencia,.en resumen; al desgarrar la trama de relaciones que se entreteje continuarriente en la, experiencia, ‘el anilisis estadistico contribuye a hacer posible la Gonstriccién de felaciones nuevas, capaces, por su cardcter insélito, de imponer' a basqueda de relaciones de un orden superior que den razén de éste. : ‘Asi, ol descubrimiento no se reduce nunca, a’una ‘simple lectura de lo real, aun el més desconcertante, ‘puesto qué su- ponesiempre la ruptura con lo real y las configuraciones que éste propone a la percepcidn. Si se insiste demasiado sobre el papel del azar en el descubrimiento cientifico, como lo hace Robert K. Mer- ‘ton en su andlisis del serendipity, se corre el riesgo de suscitar las representaciones mas ingenuas del descubrimiento, resumidas en al paradigma de la manzana de Newton: la captacién de un hecho Snesperado supone, al menos, Ia decisién de prestar. una atencién metédica a lo inesperado, y su propiedad héuristica depende dela pertinencia y de la coherencia del sistema de cuestiones ‘que pone en discusién. ? Es sabido que el acto de descubrir que conduce ala solucién de un problema sensorio-motor.o abstracto debe romper las relacionés més aparentes, que son las més familiares,’ para hacer surgir el nuevo sistema de relaciones entre los elementos. ‘En sociologia, como en ottds «campos, “una investigacién seria conduce a reunir lo que vulgarmente se separa o a distinguir lo que vulgarmiente se confunde”. * 29 12 La ilusién de la transparencia y el principio de la no-conciencia ~ Todas las técnicas de ruptura, critica légica-de las nocioies some-. tides a la prueba estadistica de las falsas evidencias, impugnacién 2 RK, Merton, Eléments de théorio et de méthode sociologique, op. cit pb. 47-51, 3 “Por ejomplo, Ia cioncia de las roligiones reuri6,en un mismo gérioro 30 EL OFICIO DE soctéLoGo decisoria y metédi¢a de las apariencias, son sin embargo impo- jentes en’ tanto la gociologia esponténea no es atacada en su propio rincipio, es decir en la filosofia del conocimiento de lo social y fe la acciori humana que la sostiene, La sociologia no puede cons- fituirse como ciencia efectivamente separada del sentido comin sino bajo la condicién de oponer a las pretensiones sistemiéticas de Ja sociologia esponténea la resistencia organizada de una teorla del conocimiento de lo social cuyos principios contradigan, punto por punto, los supuestos de la filosofia primera de lo social. Sin fal teorla, el socidlogo puede rechazar ostensiblemente las preno- ciones, construyendo la apariencia de un. discurso cientifico sobre Jos presupuestos inconscientementé asumidos, a partir de los cua- Jes la sociologia esponténea engendra esas prenociones: Bl artificia- lismo, representacién ilusoria de la génesis de los hechos sociales sog’in la cual el cientifico podria comprender y explicar estos hechos “mediante el solo esfuerzo de su reflexién personal", des- ‘cansa, en iiltima instancia, sobre el presupuesto, de la ciencia infusa que, arraigado en el sentimiento de familiarided, funda también Ja filosofia esponténea del conccimiento del mundo social: la polémica de Durkheim contra el artificialismo, el psicologismo 0 el moralismo no es sino el revés del postulado segim el cual los hhechos sociales “tienen una manera de ser constante, una natu- raleza que no depende de la arbitrariedad individual y de donde derivan las relaciones necesarias” [E. Durkheim, texto n? 7]. Marx no afirmaba otra cosa cuando sostenia que “en la produccién social de:su existencia, los hombres traban relaciones determina- das, nevesarias, independientes de su voluntad”, y también Weber Jo afirmaba cuando proscribla la reduccién del sentido cultural de las acciones a las intenciones subjetivas de los actores. Durk- heim, que exige del sociélogo que penetre en el mundo social como en un mundo desconocide, reconocia a Marx el mérito de haber roto con la ilusién de la transparencia: “Creemos fecunda Ja idea de que la vida social debe-explicarse, no por la concepcién que se hacen los que en ella participan, sino por las causas, profundas, ‘que escapan a la conciencia” * (E, Durkheim, texto n? 8}. ‘alos tabies de impuréza y los de pureze, puesto, que son todos tabiies; por el Contrario, distinguié cuidadosamente los ritos funerarios ¥ el culto de los ante- pesados” (P. Fauconpet y M. Mauss, "Sociologie", loa. cit, p. 173)~ 2x, Durkheim, informe de A. Labriole, “Essais sur la conception ma- ihn de iste, en Revue Philosophique, dic. 1897, vol. x1xv, 22do. p. 648, ——— OO Or LA ROPTURA 3h ‘Tal convergencia se explica fcilmente:* lo que podria deno~ mninarse principio de la no-conciencia, concebido como, condicién Tine qua non de la constitucién de la ciencia sociolégica, no es sino 1 Aeemulacién del principio del determinismo metodolégico «gala Jogiea de esta ciencia, del cual ninguna ciencia puede rene” gar sin negarse como tal. * he «Be Te lo que se oculta cuando ‘se.exipresa el principio de.la.no~ » goncienia on el vocabulario de Io inconsciente, transformandose ai un postulado metodol6gico en tesis antropolégica, ya se termite galtm Pesndo la substancia 0 que se permita la polisemia del {érmino para reconciliar la aficién a los misterios de la. Snte- Thoridad don los imperatives del distanciamientot (L. Wittgenstein, Texto n? 9}, De hecho, el principio de la no-conciencia no Hene | eri cancia que apartar Ja ‘lusign de que la antropologia pueda ° otra Homies como clencia xeflexivg ¥ definir, simulténeamente, las condiciones metodolégicas en las cuales puede convertirse én cen 4 ta in dn ction inte yore i mpc a, eminem be dl oe fet iss Denil cg ae St eS een 207 cl dn nr oP tatS Ee src tants ie Fern al erin Aen ape ens nn en elec ini car Pt Se cin préctica sociolégica, 1 Hea la de la ensefianza y ¢ugi, como exribe C. Bernard, un fendémeno se-presentira en una e=De riencia Con one opariencia tan contradictoria, que no se ligare da una maners encia Con ne eyoncs do existonca determinadas, le razdn deborla rechaca7‘e “= Fhe coma un hed no cenfico {;-.],poraue adit un hate 8 oe ge corQererminable en ss condiciones de existenca, no es ni mls ni menos si a ee ered todo 8 Patude de Ue seen ee rimentte, J.B. Bailie » Hilt Pers, 1805, cap. 1 partgrafo 7)» Aunque permaneciéencercedo on la problemética de lacansiecia cols: iva pot lot inerumentos conceptusles propios de les cienciag mmanas de Gee PeD take co esfored on distingair el principio por al ual en 0 ieee een aia, existoncia yogulaidades soconscentes do la afiracts™ lowe oareTeciente” dotado de éaracteres especificos. Refiiéndose & dea ncoreerentaciones individuales y la coletivas escribe: “Todo lo que s3- Taare ee Bfecta, es que hay fendmenos que so suceden en mosoton de 72 bemos, on fee Sten psiguifo no som conocides por el yo que somos, Ey | Sieinto a saber si son percibides por algiin yo°desconocidaro Ta que pudiera a on 32 Eb, oFte10 DE SociéL0co ot eres [E, Durkheim, texto n* 10; F. Stmiand, texto re M1]. __ Si la sociologia espontinea renace instintivamenté y bajo disfracés tn ‘diferentes en Ia sociologia cientifica, es sin duda Porque los socidlogos que buiscan conciliar el proyecto cientifico con la afirmacién de los derechos de la persona —derecho a la libre actividad y a la clara conciencia de la actividad— o que, sencillamente, evitan someter su préctica a los principios funda- mentales de la teorfa del conocimiento sociolégico, tropiezan inevi- tablernente con la filosofia ingenua de la accién y de la relacién del sujeto con la accién, que obligan a defender, en su sociologia esponténea de los sujetos sociales, la verdad vivida de su expe- riencia de la accién social. La resistencia que provoca la sociologia cuando pretende separar la experiencia inmediata de'su privilegio gnoseoldgico se basa en 1a misma filosofia humanista de la accién humana de cierta sociologia que, empleando conceptos como el de “mativacién”, por ejemplo, o limitdndose por predileccién a cues- tiones de decision-marking, realiza, @ su manera, la ingenua pro- mesa de todo sujeto social: creyendo ser duefio y propietario de st mismo y de su propia verdad, no queriendo conocer otro determi. nismo que el de sus propias determinaciones (incluso si las con- sidera inconscientes), el humanismo ingenuo que existe en todo hombre opera como wna reduccién “sociologista” o “materialista” See a ere representativd se extiende més allé de muestra conciencia sent Ge Danke Seen ge oe at aes eee Seine aan orange sophie, F, Alcan, Pe 1924; citady de acuerdo con la 3* edic. pur, Pe 1967, 9 95 [hay ed. esp.]). ‘ 's lo que sugiere C, Lévi-Strauss cuando distingue el empleo que hace peste oa an aati ae, etn srete te eee oe an ae ae re es substratum Je coment» Maun mito daha rca a Inca, spire 3 ara reo Moet ol pr “ab cei (C. Lévi-Strauss, “Introduction”, en M. Mauss, Sociologie et Anthropologie, Pur, Patis 1950,'pp. xxx y xextt [hay ed. esp.]). Es en ese sentido que reco foce ya en Taylor la alisnaciin, ain duda coniuca y equivoca derlo que bace Tergdosiae? den eneoga sober lo saturate Stcomsclnte do lon fee renos colectives”[..]. “incluso cuanda se encientran interpretaconos, état tienen siempre el cardcter de racionalizaciones o de elaborecions socundaris: no hay ninguna dua de que las ravones por las cuales ae praclica una costum- Tre, 0 se comparte tina creenla, son muy distintar de las que se invoca para justilicarla" (Anthropologie sirutural, Plon, Parl, 1958, p.25 [hay ed. exp). 24 = LA nuPTURA 33 de todo intento por establecer que el sentido de las acciones mas personales y mds “transparentes” no pertenecen’ al sujeto que las ejecuta sino al sistema total de relaciones en las cuales, y “por Tas cuales, se realizan. Las falsas profundidades que promete el ‘vocabulario de les “motivaciones” (notablemente, diferenciadas de los simples “motivos”) quiz téngan por funcién salvaguardar a la filosofia de la eleccién, adorndndola de prestigios cientificos que se dediqifen a la investigacién de elecciones inconsciontes:: La indagacién superficial de las fundaciones psicoldgicas, tal como ‘son vividas —“razones” o “‘satisfacciones"— impide a menudo la investigacién de las funciones sociales que las “razones” ocultan y cuyo cumplimiento proporciona, ademiés, las satisfacciones direc tamente experimentadas.? ‘Contra este método ambiguo que permite el intercdmbio inde- finido ‘de relaciones entre cl sentido comin y el sentido comitin cientifico, hay que establecer un segundo principio de la teorla ‘del conocimiénto de lo-social que no es otra cosa que la forma positiva del principio de la no-coriciencia: las relaciones sociales ho podrian reducirse a relaciones entre subjetividades animadas de jntenciones o “motivaciones” porque ellas se establecen entre con- Giciones y posiciones ‘sociales y tienen, al mismo tiempo, mas realidad que los sujetos que ligan, Las eriticas que Marx efectuaba a Stirner alcanzan a los psicosocidlogos y a les socidlogos que re~ ducen las relaciones sociales a la representacién que de ellas se hhacen los sujetos y creen, en nombre de un artificialismo préc~ tico, que-se pueden trasformar las relaciones objetivas trasfor- mando esa representacién de los sujetos: “Sancho no quiere que dos individuios estén en y el

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