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Linea de Tiempo de Escuelas Filosoficas
Linea de Tiempo de Escuelas Filosoficas
Ética
Docente: Guillermo Roberto Rossano Pérez
Escuela filosófica es un concepto ambiguo muy extendido en la bibliografía, que la mayoría de las veces no apunta a una realidad histórica de "escuela" entendida
como una institución jerarquizada y con continuidad, sino a una simple agrupación de filósofos (escuela de pensamiento, corriente de pensamiento,
corriente filosófica, doctrina filosófica o movimiento filosófico) que por razones didácticas o de clasificación se han agrupado por quien ha decidido identificar con
una etiqueta o denominación conjunta los rasgos comunes en su manera de pensar o de proceder en relación a la filosofía, su común procedencia geográfica o su
cercanía cronológica, dando por hecho que una escuela filosófica surge a partir de las enseñanzas de un maestro y en oposición a una escuela rival, cosa que
solo puede aplicarse con rigor a muy pocas de ellas (por ejemplo, la escuela pitagórica o la academia de platón). Por otra parte, la expresión "movimiento
filosófico" no debe confundirse con el concepto de movimiento para la filosofía, que es similar, pero no idéntico, al concepto de movimiento para la física.
La filosofía no es un coto tan sólo reservado a pensadores extraordinarios y excéntricos, tal y como se suele suponer. Todos filosofamos cuando no estamos
inmersos en nuestras tareas cotidianas y tenemos la oportunidad de hacernos preguntas sobre la vida y sobre el universo. Los seres humanos somos curiosos
por naturaleza y no podemos evitar plantearnos interrogantes acerca del mundo que nos rodea y del lugar que ocupamos en él. También disponemos de una
capacidad intelectual muy potente que permite que, además de plantearnos preguntas, podamos razonar sobre las mismas. Aunque no nos demos cuenta,
siempre que razonamos pensamos filosóficamente.
La filosofía consiste más en el proceso de intentar encontrar respuestas a preguntas fundamentales mediante el razonamiento, sin aceptar las opiniones
convencionales o la autoridad tradicional antes de cuestionarlas, que en el hecho propiamente dicho de encontrar esas respuestas.
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En las etapas filosóficas, el ser humano intenta encontrar un equilibrio para una vida plena, cometiendo errores y aciertos. Deberíamos saber encontrar el
equilibrio entre el bien común y social, sin reprimir nada. Saber utilizar la libertad de manera correspondiente, y poder hacer determinadas cosas sin que las
presiones nos condicionen. Encontrar el punto medio entre el respeto propio y el de la sociedad. Nuestros principios como comunidad nacieron en Grecia, cuando
el interés se centraba en las polis, que con el pasar del tiempo; la moral y la ética de estas fueron cambiando. Todas estas modificaciones de paradigma hoy nos
hacen quienes somos. La filosofía primera de Aristóteles no aspiró a otra cosa que a destacar las condiciones inmediatas y evidentes del Ser en cuanto tal. Frente
a los excesos especulativos de la filosofía moderna la reacción positivista fue en este sentido salutífera. No pecó por carta de más sino por carta de menos. Su
única falta fue no atenerse con rigor a los imperativos de su método. Aunque de signo negativo sus elucubraciones no dejaron de ser "ideologías" y "aventuras" y
no siempre de la mejor especie. Entre la mente y las cosas interpuso toda suerte de prejuicios.
El acto mediante el cual la conciencia filosófica "reduce" la realidad y la pone "entre paréntesis" para dejar de vivirla y hacerla objeto de pura contemplación
desinteresada se sitúa de golpe en el centro de nuestras meditaciones. Para justificar el derecho de esta actitud " antinatural" y asegurar la validez de los actos
reflexivos se limita Husserl a las breves consideraciones que hemos expuesto antes. La posibilidad de realizar aquel retorcimiento de la vida sobre sí misma y
anular el curso de la vida espontánea no constituye propiamente un problema. Es el derecho apolíneo a la duda origen de toda ciencia y de toda especulación.
La Filosofía deja de ser una actitud metódica estrictamente científica y se convierte en una concepción personal sujeta a los cambios que lleva forzosamente
consigo la constitución temporal de la existencia y de la personalidad.