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D. Roas - Marías
D. Roas - Marías
16º 56’ latitud norte y 62º 21’ longitud este. Esas son las coordenadas que
decir que la cartografía no parece ser una ciencia muy exacta porque dicha isla no
siempre aparece en los mapas, como si Redonda “no estuviese del todo”. Quizás
ello se deba a que esas mismas coordenadas sirven para señalar –paradójicamente
cuando cruza a este lado de la línea de sombra, aquí donde el tiempo “transcurre
y fluye”.
como motivo fantástico sino también (una duplicación más) como metáfora de la
presenta dicha figura fantástica como un trasunto del escritor: “alguien a quien ya
no le pasan de verdad las cosas, pero que se sigue preocupando por lo que ocurre
1
J. Marías, “Sólo aire y humo y polvo (Nota previa)”, en M.P. Shiel, La mujer de Hughenin,
trad. de Antonio Iriarte, Barcelona, Reino de Redonda, 2000, pp. 11-12.
2
Literatura y fantasma, Madrid, Alfaguara, 2001 (ed. ampliada; original, 1993), y Vida del
fantasma. Cinco años más tenue, Madrid, Alfaguara, 2001 (ed. ampliada; original, 1995).
allí donde solían pasarle y que –aun no estando del todo- trata de intervenir a
breve. Una relación con lo fantástico que no termina ahí, puesto que se extiende
también a las labores como antologador y editor de Javier Marías (su tercera
Reino de Redonda (lo que también supone una tercera dimensión para la isla), en
Richmal Crompton.
se manifiesta en ocho relatos, en los que el autor juega con dos de los motivos de
3
J. Marías, “Prólogo” a Vida del fantasma, p. 19. Asimismo, como advierte Fernando Valls (“Un
estado de crueldad o el opio del tiempo: los fantasmas de Javier Marías”, en Jaume Pont, ed.,
Brujas, demonios y fantasmas en la literatura fantástica hispánica, Lleida, Universitat de
Lleida, 1999, p. 364), hay otro aspecto importante acerca de esa identificación entre el escritor y
la figura del fantasma: el escritor y sus personajes habitan en dimensiones diferentes del tiempo
y del espacio (como los humanos y los fantasmas), que no deberían confudirse. En buena
medida ese es el tema de Negra espalda del tiempo.
4
A esos ocho relatos podría añadirse uno más: “El viaje de Isaac” (1978), recogido en Mientras
ellas duermen, donde lo sobrenatural también hace acto de presencia (a través de una
maldición), pero su desarrollo y temática lo alejan de los patrones del género fantástico.
Marías lleva a cabo del motivo del doble en sus relatos “Gualta” (1986) y “La
canción de Lord Rendall” (1989),5 no voy a volver a insistir sobre ello, por lo que
centraré este artículo en los cuentos en que Marías juega con el motivo del
fantasma. Esos cuentos son los siguientes: “La vida y la muerte de Marcelino
(1989), “Cuando fui mortal” (1993), “No más amores” (1995) y “Serán
evidente dimensión fantástica del fantasma: se trata de un ser que retorna del más
allá y se instala en el mundo de los vivos, rompiendo, de ese modo, los límites
del fantasma resulta también terrorífica porque tiene que ver con el miedo
5
Véase su artículo “La destrucción de la biografía. El motivo del doble en dos cuentos de Javier
Marías”, recogido en este mismo volumen.
6
A excepción de “Cuando fui mortal” y “No más amores”, recogidos en el volumen Cuando fui
mortal (Madrid, Alfaguara, 1996), el resto de cuentos están incluidos en la edición ampliada de
Mientras ellas duermen (Madrid, Alfaguara, 2000; la edición original apareció en 1990). Las
citas reproducidas provienen de estas ediciones.
7
Acerca del tratamiento literario del fantasma y su historia, véase D. Roas, “Voces del otro lado:
el fantasma en la narrativa fantástica”, en J. Pont (ed.), Brujas, demonios y fantasmas en la
literatura fantástica hispánica, Lleida, Universitat de Lleida, 1999, pp. 93-107.
ghost story: como dice Gillian Beer, “Ghost stories are to do with the
insurrection, not the resurrection of the dead”. En otras palabras, el regreso del
los grandes maestros del género- debe ser siempre “malévolo o aborrecible; las
las leyendas locales, pero no sirven para nada en las historias de fantasmas”. 8 De
ese modo, como advierte Edith Warton, el éxito de una historia de fantasmas
debe juzgarse por su “cualidad termométrica; si hace que nos corra un escalofrío
fantasmal y el mundo de los vivos. Aunque eso no supone, como veremos, que
los cuentos pierdan su dimensión fantástica: por muy cercano que se lo muestre,
terrorífica) es que los fantasmas nunca se muestran amenazantes, sino que o bien
que da sentido a la vida de los protagonistas. A lo que hay que añadir otra
8
Cito de Bernhardt J. Hurwood, Pasaporte para lo sobrenatural. Relatos de vampiros, brujas,
demonios y fantasmas, Madrid, Alianza, 1974, p. 13.
9
Cito de Michael Cox y R. A. Gilbert (eds.), Historias de fantasmas de la literatura inglesa,
Barcelona, Edhasa, 1989, vol. I, p. 12.
variante, mucho más sorprendente: aquellos textos en los que se da voz al
que alguien como Derek no puede aceptar. Como tampoco puede aceptar la
reacción del resto de profesores, así como de los alumnos, quienes, conocedores
poco, puesto que lo único que hace es dar dos portazos, unos pasos y colgar cada
día, en el tablón de anuncios, una enigmática carta de dimisión. Aún así, Derek
necesita comprender los motivos de su presencia y sus acciones. Pero todas sus
Derek cruza –de forma voluntaria- al otro lado y se une al señor de Santiesteban
en su eterno vagar por la negra espalda del tiempo. Podríamos decir –jugando
con el título del relato- que Derek dimite de la realidad y busca refugio (sentido)
Santiesteban –no sé si con esto desvirtúo el sentido del relato-, todo parece más
puede conseguir en el mundo real y por la que, al final del cuento, manifiesta el
modo, estar junto a la mujer amada por toda la eternidad. A la luz de esta idea
“poco lasciva y poco imaginativa [...] Por eso a veces voy de putas” (p. 156).
accidental: tras la muerte de su padre, examinando unas cartas, descubre que éste,
poco después de enviudar, tuvo una relación amorosa con una tal Mercedes. La
padre, puesto que, seis meses después de morir, todavía “no se había reunido con
ella allí donde habían acordado, o quizá sería mejor decir cuando” (p. 158).
broma, puesto que no sólo no puede aceptar que sea una fantasma quien le
escriba, sino que además esas cartas lleven el prosaico matasellos de Gijón.
Después de esa carta llega una segunda, donde vuelve a exigir la incineración de
y condeno enérgicamente la actitud adoptada por usted con respecto a dichos acontecimientos”
(pp. 39-40).
Mercedes le ofrece su cuerpo (algo sorprendente, dado que como fantasma
debería ser incorpórea): “Podrás hacer lo que quieras conmigo [...] cuanto
cadáver de su padre: esa noche su esposa “fue lasciva e imaginativa [...]. Eso
vuelto a repetir” (p. 162). Días después recibe una cuarta carta que todavía no se
más allá (el sobre tiene el olor característico de la colonia que éste usaba en
vida). Lo más fascinante del cuento sucede al final, cuando el protagonista deja
indicado que a su muerte lo incineren, para, de ese modo, reunirse con Mercedes
y ocupar su puesto junto a ella. Aunque para hacerlo no le queda otra solución
que eliminar a su padre, pero, termina advirtiendo, “no sé cómo puede acabarse
sustenta el relato “No más amores”, cuya historia gira en torno al enamoramiento
de una mujer por un fantasma (la situación inversa respecto al cuento anterior),
asunto que tiene un claro precedente –así lo advierte el propio autor en el prólogo
tradicional), los fantasmas suelen tener “por criterio contravenir los deseos de los
pactos” (p. 235). El cuento va a narrarnos uno de esos pactos, ocurrido a una
en la casa donde sucedieron los hechos vivieron durante años Henry James y
Edward Frederic Benson, curiosamente “dos de los escritores que más y mejor se
11
Asimismo, hay que advertir que la historia estaba contenida en un artículo previo de Marías
titulado “Fantasmas leídos” (1992), que aparece recogido en el volumen Literatura y fantasma.
Allí la historia se atribuye a un inexistente Lord Rymer, “de hecho el nombre de un personaje
secundario de mi novela Todas las almas [...], supuesto experto e investigador de fantasmas
reales, si es que estos dos vocablos no se repelen” (prólogo a Cuando fui mortal, pp. 12-13).
Marías escribió, como ya mencioné más arriba, otra versión del cuento, ésta con el título “Serán
nostalgias” (1998), fruto de un encargo para el volumen colectivo Las voces del espejo
(Publicaciones Premura, México, 1998). Ello motivó no sólo el cambio de ambientación
(México), sino también el cambio de identidad del fantasma original, que ahora pasa a ser el
espectro de Emiliano Zapata.
La relación entre Molly y el fantasma surge cuando ésta es contratada
como dama de compañía por la señora Cromer-Blake 12 para leerle novelas en voz
(p. 235). En una de esas sesiones el fantasma de “un hombre joven y de aspecto
rural, un mozo de cuadra o de establo” (p. 237) hace su aparición. Aunque Molly
lectura. A partir de ese momento, y sin que Molly revele la presencia del
fantasma a su señora, éste asistirá a todas las sesiones de lectura (no se aparece
jamás en otro momento o lugar). Durante esos encuentros, Molly nunca tiene
ocasión de hablar con él, de “preguntarle quién era o había sido o por qué le
decidió leer en voz alta para invocarlo, y no sólo novelas, sino tratados de
12
Como se recordará, Cromer-Blake es el nombre que Javier Marías da a uno de los personajes
de su novela Todas las almas (1989).
Pero un día, cuando Molly es casi una anciana, el fantasma deja de
que estaba leyendo, al fijarse que la señal que había dejado ha cambiado de lugar.
de arrugas, y su voz cascada ya no le resulta grata” (p. 240). Si bien Molly nunca
oye la voz del fantasma, éste se expresa a través de las palabras de un libro.
que nunca me has pedido nada, luego tampoco nada me debes. Pero si conoces el
Pero ven, porque ahora que ya soy vieja soy yo quien necesita tu distracción y
presencia” (p. 241). El fantasma accede a su petición y se reúne con ella cada
con ilusión e impaciencia la llegada del día elegido en que su impalpable amor
que quizá fue eso lo que la mantuvo viva todavía durante bastantes años, es decir,
con pasado y presente y también futuro, o quizá son nostalgias” (p. 241).
dicha película. Claro que el relato de Marías es mucho menos desolador que el
Muir y el fantasma del capitán Gregg saben que su relación no puede llegar a
ambos, lo sabe bien: el tiempo en el que hay cuerpo y hay carne, el tiempo de los
es que cuando el capitán Gregg desaparece de la vida de Lucy para que ésta
pueda llevar una vida normal (y la hace olvidar todo lo que han pasado juntos),
los años que a ésta le quedan por vivir son años de soledad y vacío. Sólo la
muerte la liberará de esa nada y permitirá que vuelva a reunirse con el fantasma
del capitán Gregg en el otro lado, libre ya de cualquier apuro. No es extraño que
“logró la película que en mi opinión ha llegado más lejos –junto con Los muertos
menudo: la abolición del tiempo, la visión del futuro como pasado y del pasado
como futuro, la reconciliación con los muertos y el deseo sereno e íntimo de ser
13
Publicado originalmente en el libro Écrire le cinéma, Éditions Cahiers du Cinéma, 1995, se
recogió ese mismo año en el volumen Vida del fantasma. Cito de la edición ampliada (2001).
El cuento de Marías también centra su historia en el lado terrenal de la
relación entre la mujer y el fantasma, pero en este caso la compañía del fantasma,
como dije, es la que da sentido a una vida vacía de amor humano (de ahí el título
del cuento).
una visión positiva del fantasma. Esa visión, sin embargo, cambia drásticamente
en los otros dos relatos en los que Marías juega con dicho motivo: “La vida y la
cuentos se produce, además, otro cambio radical respecto a los anteriores, puesto
dentro. Un recurso, como dije antes, muy poco habitual en la narrativa fantástica.
que estaba muerto, de que detrás de la muerte no había nada, y que lo único que
me quedaba era quedarme en mi tumba para siempre, sin respirar, pero viviendo;
sin ojos, pero viendo; sin oídos, pero oyendo” (p. 20). En otras palabras, la
sobrecogedora.
Pero es en su relato “Cuando fui mortal” donde Marías lleva el recurso del
todo, hasta lo que no sabíamos: de saberlo todo, cuanto nos atañe o nos tuvo en
medio, o tan sólo cerca” (p. 93). Eso es lo que le sucede al protagonista de esta
conoce detalles que nunca antes pudo saber. Entre ellos destacan tres hechos
doctor Arranz sometió a su padre durante años (y donde el pago era su madre), el
15
En Corazón tan blanco, la mujer del protagonista también se llama Luisa y hay una curiosa
semejanza entre el apellido de su padre, Ranz, y el del doctor Arranz del cuento. Como ha
señalado Fernando Valls (op. cit., p. 364), el protagonista de dicha novela “no quiere saber, pero
al casarse –el matrimonio aparece en la novela como una institución para contarse cosas entre
los cónyuges- empieza a querer saber y Luisa, su esposa, tirará de la lengua a Ranz, su suegro.
Para Juan, el conocer lo ajeno es una salida para no saber lo propio, lo que durante su ausencia
hace su mujer. Así, esa idea de alguien que no ha querido saber pero que ha sabido, que repite el
narrador y protagonista, se convierte en uno de los leit motive de la obra”.
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No hay duda de que este cuento, más allá de su dimensión fantástica, sirve también a Marías
para reflexionar sobre uno de sus temas preferidos: la posibilidad de contar una vida, de contar
la verdad de una vida. Basta recordar lo que él mismo dice de dos de sus novelas: “al escribir
ese libro [El monarca del tiempo] comprendí o creí comprender que si mis dos primeras novelas
habían tratado de algo, más allá de las parodias, los homenajes, las peripecias y la ejercitación,
había sido igualmente el tema de la verdad. No se alarmen, por favor: no de la Verdad con
mayúscula, sino de la verdad cotidiana, de la verdad que incluso podríamos llamar política o
Pero ahí no termina el tormento del fantasma, puesto que la revelación de
esa verdad (de ese engaño) va unida a algo todavía peor: el recuerdo incesante de
donde no es posible olvidar nada. Por eso la vida es siempre evocada por el
olvida” (p. 96). Como advierte Fernando Valls, “para el mortal el tiempo actúa
como un lenitivo que mitiga el dolor porque trae el olvido” (op. cit., p. 364).17
narrador de este cuento es lo mismo que plantea Oscar Wilde en su relato “El
mujer sometida al mismo trance: “Ahora Luisa recordará y sabrá cuanto no supo
justificaciones para ese proceso, podría pensarse que eso es lo que nos espera a
Como dije antes, en “Cuando fui mortal” Marías rompe uno de los tópicos
del cuento fantástico al otorgar voz al fantasma. Y esto es así porque el fantasma,
considerado como lo “otro”, lo no humano, no suele estar dotado de voz. Por una
razón muy sencilla: como advierte Rosalba Campra, “el otro, tanto histórica
como ficcionalmente, resulta afásico para los que lo juzgan a partir de la propia
realidad”.19 El fantasma es algo que está más allá de lo real, representa –como
exprese a través de una voz humana: “la del protagonista –víctima de esos
indeseables encuentros con las criaturas del otro lado- o la de un narrador externo
18
Oscar Wilde, El fantasma de Canterville y otros cuentos, Madrid, Alianza, 19846, p. 34.
19
Rosalba Campra, “Los silencios del texto en la literatura fantástica”, en E. Morillas Ventura
(ed.), El relato fantástico en España e Hispanoamérica, Madrid, Sociedad Estatal Quinto
Centenario-Editorial Siruela, 1991, p. 59. Véase asimismo Gerard Stein, “Dracula ou la
circulation du ‘sans’” (Littérature, 8, diciembre de 1972), donde pone de relieve la falta de
discurso del vampiro sobre sí mismo.
y neutro, pero que de todos modos se coloca en un espacio homogéneo al de la
Javier Marías va mucho más lejos en este relato, puesto que no sólo nos
permite oír la voz del fantasma, sino que deja que sea éste quien cuente su propia
interesa la visión tópica del fantasma como ser malévolo o aborrecible. Su idea es
fantasma y escritor: se trata de un ser que no acaba de separarse del mundo real,
que sigue preocupado por lo que allí ocurre. Eso justifica la evocación nostálgica
de su vida anterior, algo que también podemos encontrar en otros (pocos) cuentos
narrados por fantasmas, como, por ejemplo, “El espectro” (1921) y “Más allá”
Imbert, o “The Portobello Road” (1960), de Muriel Spark. En todos ellos, como
definitiva con lo humano. Podrían citarse asimismo dos películas que utilizan ese
mismo recurso, aunque en este caso no sea uno de los elementos fundamentales
20
Campra, op. cit., p. 57.
21
Resulta cuando menos curioso que Javier Marías no llame la atención sobre esa coincidencia
con Quiroga en su artículo “Pasada vida o muerte” (1995, recogido en Literatura y fantasma,
edición ampliada), donde lleva a cabo una interesante reflexión sobre la vida y la obra del
escritor uruguayo.
segundo plano el choque transgresor que siempre supone la presencia de la
del mundo de los vivos. Son todos ellos, aunque cada uno a su modo, fantasmas
aquejados de una dolorosa nostalgia. Y eso los humaniza, reduce, como antes
dije, su otredad.
relato como algo normal (es decir, no fantástico), puesto que es evidente que la
voz que viene del otro lado, de una dimensión más allá de lo real. Y su sola
presencia –el que nosotros podamos oírla- altera los códigos que hemos diseñado
propia emisión del relato, que, al mismo tiempo, convierte también la lectura en
un acto fantástico. Aunque, como advierte Rosalba Campra (op. cit., p. 79), si el
fantasma da por sentado que su destinatario aceptará la historia que éste narra,
Javier Marías, no sólo para jugar con la ghost story -para reinventarla-, sino
también para desarrollar una reflexión sobre algunos de sus temas predilectos: el
DAVID ROAS