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Ferrer, Christian-El Pais Del Ave Fenix
Ferrer, Christian-El Pais Del Ave Fenix
Ferrer, Christian-El Pais Del Ave Fenix
Christian Ferrer
pocas fuerzas que nos quedaran, su- Así sucedió con Argentina, que 100
cedió que el sol se puso a sonreír, que años atrás acogió un colosal movi-
el cereal maduraba, como siempre, y miento de gentes –se contaban por
que había viento a favor. Argentina millones–, europeos la mayoría, por-
se restablecía rearticulándose con el tadores de poca o ninguna fortuna,
mercado mundial de alimentos y la y las más de la veces casi analfabe-
única moraleja que se sacó en limpio tos. Venían detrás de una esperanza,
de aquel desbarajuste fue la de que o de un espejismo, en fuga del ham-
no es fácil hundirnos. Ni siquiera le bre, el estancamiento o la persecu-
agradecimos lo suficiente al dios de ción, pero dispuestos a luchar. Y a
la buena suerte, que también la tene- fin de cuentas se puede decir que lo
mos, y a veces en demasía. Nos po- lograron, que pudieron cantar vic-
dría haber ido mucho peor. toria. Sus descendientes prospera-
ron y estudiaron y hasta rebasaron
II. El país ha celebrado 200 años de las líneas de contención con que las
vida independiente, iniciada con el castas acomodadas de la Argentina
adiós jacobino espetado en 1810 a la criolla habían pretendido mante-
Casa de Borbón, reinante en España, nerlos a raya. Y además, casi todos
pero lo cierto es que en la memoria confraternizaron, con dificultades,
colectiva los primeros 100 –el siglo pero lo hicieron, y eso que habían
xix– suelen traspapelarse entre fi- llegado de todas partes, puesto que
guritas escolares de indios, gauchos, los argentinos somos el resultado de
próceres e inmigrantes, siendo estos una orgía de naciones, sin olvidar el
últimos los únicos que adquieren al- componente indígena y la ya algo
gún sentido para los argentinos de la diluida pigmentación africana, que
actualidad. Las otras tres figuras –los también están en el genoma de la po-
indígenas, «habitantes del desierto» blación actual.
ya eliminados; los gauchos, domes-
ticados por el alambre de púa; y los Fueron tantos los que se «mudaron
héroes, que expulsaron al último vi- de casa» –tal es el significado de ori-
rrey a la vez que daban pie a luchas gen de la palabra migrar– que, en al-
fratricidas duraderas– retroceden en gunas provincias, casi empataban el
el tiempo como fantasmas de épocas número de nativos. En muchos luga-
de las que hemos podido prescindir. res incluso predominaban y se los
Hoy nos parecen más literarios que llamaba «gringos». Desde entonces,
verdaderos y hay que buscarlos tras Argentina fue otra. Fue más «euro-
bambalinas. pea», o así parecía serlo. Eso, Argen-
tina, se la creyó, en detrimento de la
Los países se fundan, despliegan su verdad y de la evidente superviven-
acontecer, y también se reinventan. cia de los componentes latinoame-
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Christian Ferrer