Ferrer, Christian-El Pais Del Ave Fenix

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n ENSAYo Este artículo es copia fiel del publicado en la revista Nueva Sociedad

No 233, mayo-junio de 2011, ISSN: 0251-3552, <www.nuso.org>.

El país del ave Fénix


Un comentario sobre el devenir histórico de los argentinos
para lectores no argentinos

Christian Ferrer

Argentina no tiene una larga historia. Pero ha sido una historia


agitada, contradictoria y quizás inconducente. Pensado para parecer
europeo, y esforzándose mucho en lograrlo, el salto del país
hacia afuera de Latinoamérica quedó trunco, inconcluso, vacilando
entre dos mundos. Los últimos 100 años de historia han sido
convulsos y decepcionantes: el país se dañó a sí mismo y ahora
descubre que su destino no está garantizado y que, además, debe
reinventarse como nación. Argentina parece un enfermo que vacila
entre agonizar y curarse. No obstante, siendo un país construido por
los sobrevivientes de las guerras intestinas del siglo xix y por millones
de inmigrantes europeos, está habituado a capear tempestades.

I. Argentina es un país autodestruc-


tivo. Quizás es lo más cierto que
pueda decirse de nosotros con pocas
y superando desventajas mayores, y
por eso mismo suelen anteponer va-
llas de contención al capricho de za-
palabras claras. No nos faltan fuerzas patear sobre el abismo. En cambio,
ni riquezas, el suelo es feraz, hay am- los argentinos estamos poseídos por
plio territorio, nuestra historia es jo- el genio del estropicio. Esa es nuestra
ven, recursos hay. Otros pueblos han «diferencia», es decir nuestro ámbito
tenido que remar hacia adelante des- de destino. Todo lo que construimos
embarazándose de pesados lastres con esfuerzo y amor termina arrojado

Christian Ferrer: ensayista, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de


Buenos Aires. Es miembro del grupo editor de las revistas El Ojo Mocho y Artefacto. Pensamientos
sobre la Técnica. Es autor de Mal de ojo. Crítica de la violencia técnica (Octaedro, Barcelona, 2000);
Cabezas de tormenta. Ensayos sobre lo ingobernable (Terramar, La Plata, 2004); La curva pornográfica.
El sufrimiento sin sentido y la tecnología (Pepitas de Calabaza, Logroño, 2006); Barón Biza. El inmo-
ralista (Sudamericana, Buenos Aires, 2007), y La mala suerte de los animales (Centro Editorial de la
Cooperación, Buenos Aires, 2009).
Palabras claves: historia, crisis, cultura, Europa, América Latina, Argentina.
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a holocaustos de ocasión, que nunca como lo hacen los niños pequeños


nos han faltado, o bien abandonado con sus juguetes, sin malicia, pero
a su ruina. Luego, es preciso reco- con metódica determinación, y no
menzar. No es que seamos seres por ello logramos ser exceptuados
dañinos por naturaleza o que pro- de padecer las consecuencias: cada
cedamos en forma imprudente, más tantos años, en forma cíclica, este
bien hemos vivido hechizados por país se desmadra y termina pagan-
los elementos contradictorios de los do su libra de carne a la Historia,
que estamos hechos y entonces nos que es una usurera.
cuesta mucho la unidad de propósi-
tos. Además, todavía estamos signa- No tenemos por hábito, una vez pa-
dos por acontecimientos recientes sada la conmoción, entrar en razo-
e impiadosos, que no sabemos cómo nes, de modo que ante cada reite-
confrontar y que permanecen activos ración reaccionamos de la misma
bajo la superficie de los días. Fueron manera, como recién caídos del ca-
hechos muy graves, aunque no los tre, todavía empapados de resaca,
únicos ni los primeros. inventariando los destrozos dejados
por la fiesta que se nos fue de cau-
Tantos han sido los sobresaltos y ce, sintiéndonos apenas responsa-
las encalladuras sucedidas duran- bles de la enormidad de lo sucedido,
te nuestra corta historia –de las que y sin dejar de quejarnos como lunáti-
salíamos aparentemente ilesos– que cos, del país, no de nosotros mismos.
acabamos por acostumbrarnos a su Ya a comienzos de este milenio –en
reincidencia, sin figurársenos una el año 2001– saltamos por los aires
amenaza, mucho menos una adver- una vez más, de paso echando por
tencia que no por incumplida aún la borda al presidente en ejercicio, al
dejaba de ser funesta. Así que, por plan económico y al sistema moneta-
lo general, hicimos de cuenta que la rio entero, y parecía, esta vez, que el
tierra no temblaba bajo los pies has- golpe nos iba a repercutir en toda la
ta que ya era demasiado tarde. Esos línea, puesto que la caída arrastraba
eran los momentos en que nuestra consigo las andaderas económicas,
natural preferencia por la improvi- políticas y psicológicas acostumbra-
sación se nos aparecía, por una vez, das. Fue esa una época en la que los
como deficiencia, aunque no nos argentinos dábamos vueltas y vuel-
desentendíamos de ella, pues los ar- tas por calles y plazas, desconcerta-
gentinos siempre hemos confiado en dos como derviches fuera de órbita.
el arte del repentismo como en la me- Pero cuando todo parecía perdido,
jor tabla de salvación. Por momen- cuando escorábamos hacia una últi-
tos parece como si nos complaciera ma convulsión que nos dejaría vara-
destripar nuestras posibilidades tal dos entre piedras y reducidos a las
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Argentina: el país del ave Fénix

pocas fuerzas que nos quedaran, su- Así sucedió con Argentina, que 100
cedió que el sol se puso a sonreír, que años atrás acogió un colosal movi-
el cereal maduraba, como siempre, y miento de gentes –se contaban por
que había viento a favor. Argentina millones–, europeos la mayoría, por-
se restablecía rearticulándose con el tadores de poca o ninguna fortuna,
mercado mundial de alimentos y la y las más de la veces casi analfabe-
única moraleja que se sacó en limpio tos. Venían detrás de una esperanza,
de aquel desbarajuste fue la de que o de un espejismo, en fuga del ham-
no es fácil hundirnos. Ni siquiera le bre, el estancamiento o la persecu-
agradecimos lo suficiente al dios de ción, pero dispuestos a luchar. Y a
la buena suerte, que también la tene- fin de cuentas se puede decir que lo
mos, y a veces en demasía. Nos po- lograron, que pudieron cantar vic-
dría haber ido mucho peor. toria. Sus descendientes prospera-
ron y estudiaron y hasta rebasaron
II. El país ha celebrado 200 años de las líneas de contención con que las
vida independiente, iniciada con el castas acomodadas de la Argentina
adiós jacobino espetado en 1810 a la criolla habían pretendido mante-
Casa de Borbón, reinante en España, nerlos a raya. Y además, casi todos
pero lo cierto es que en la memoria confraternizaron, con dificultades,
colectiva los primeros 100 –el siglo pero lo hicieron, y eso que habían
xix– suelen traspapelarse entre fi- llegado de todas partes, puesto que
guritas escolares de indios, gauchos, los argentinos somos el resultado de
próceres e inmigrantes, siendo estos una orgía de naciones, sin olvidar el
últimos los únicos que adquieren al- componente indígena y la ya algo
gún sentido para los argentinos de la diluida pigmentación africana, que
actualidad. Las otras tres figuras –los también están en el genoma de la po-
indígenas, «habitantes del desierto» blación actual.
ya eliminados; los gauchos, domes-
ticados por el alambre de púa; y los Fueron tantos los que se «mudaron
héroes, que expulsaron al último vi- de casa» –tal es el significado de ori-
rrey a la vez que daban pie a luchas gen de la palabra migrar– que, en al-
fratricidas duraderas– retroceden en gunas provincias, casi empataban el
el tiempo como fantasmas de épocas número de nativos. En muchos luga-
de las que hemos podido prescindir. res incluso predominaban y se los
Hoy nos parecen más literarios que llamaba «gringos». Desde entonces,
verdaderos y hay que buscarlos tras Argentina fue otra. Fue más «euro-
bambalinas. pea», o así parecía serlo. Eso, Argen-
tina, se la creyó, en detrimento de la
Los países se fundan, despliegan su verdad y de la evidente superviven-
acontecer, y también se reinventan. cia de los componentes latinoame-
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ricanos en su matriz cultural, pero almas y sangre. Esas luchas fueron


esto último fue ocultado, porque era orientadas, sucesivamente, por anar-
una realidad vergonzante que nadie quistas, radicales y peronistas.
quería ver y que se creía solo existen-
te tras las fronteras con los países ve- En primer lugar, los anarquistas, fun-
cinos, a los que se juzgaba atrasados dadores de gremios por oficio y difu-
e incultos, cuando no bárbaros. Lo sores de ideas «maximalistas». Eran
cierto es que a lo largo del siglo xx fuertes sobre todo en Buenos Aires y
vivieron en el país millones de perso- en Rosario aun cuando nunca llega-
nas que no eran argentinos pero que ron a ser demasiados. En todo caso,
fueron haciéndose argentinos. Como fueron los suficientes: es claro que se
se suele decir, «se integraron», y de a hicieron notar y que por un tiempo
poco fueron discerniendo y sopesan- gozaron de credibilidad entre traba-
do las reglas y las jerarquías de los jadores, autodidactas y librepensa-
dueños locales de la tierra. dores. De la nada levantaron sindica-
tos, ateneos, bibliotecas «de ideas» y
Si bien la «aristocracia de las vacas», periódicos que incitaban a la eman-
que se ocupaba de los asuntos del Es- cipación proletaria y dejaron tras de
tado como si fuera una prerrogativa, sí un estilo de ánimo autárquico que
proyectó y construyó un país con ins- los sobrevivió y que de vez en cuan-
tituciones, valores y cultura «a la eu- do reaparece en el ámbito de las dis-
ropea», el resultado no fue mimético, conformidades públicas, no menos
sino, más bien, desenfocado, quizás que, de manera algo transmutada,
porque la deriva política subsiguien- en la personalidad del argentino,
te se hizo imprevisible y opuesta a siempre tendiente a destacarse indi-
lo esperado. Al revés que en la ma- vidualmente y no como uno más de
yor parte de Latinoamérica, aquí los la colmena. Por cierto, las conquistas
estancieros y las personas de doble sociales que tuvieron a los anarquis-
apellido, es decir los amos de las co- tas en situaciones de protagonismo
sas, tuvieron que ir cediendo terre- requirieron de pugnas intensas, pues
no. Desde la época del Centenario, era gente que no negociaba con el Es-
y en apenas 50 años, tres movimien- tado argentino, al que no reconocían
tos de ideas, algo distintos entre sí, y al que llamaban «gobierno proviso-
lograron congregar a pobres, asala- rio de la nación».
riados y excluidos en organizaciones
de autoprotección y socorro mutuo a Una segunda serie de equidades ciu-
las que templaron en la lucha social dadanas afianzadoras de los fueros
en nombre de una serie de derechos plebeyos, aunque insuficientes, se
rehusados que al fin fueron conse- asentaron en la década de 1920 con la
guidos, no sin encono, agitación de llegada al poder de los gobiernos de
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Argentina: el país del ave Fénix

la Unión Cívica Radical, por lo gene- recombinante–, esta presencia conti-


ral laicos y moderados, aunque cabe núa vigente hasta el día de hoy: con-
recordar que en esa época las ideas sidérese que, de los últimos 22 años
programáticas de Hipólito Yrigo- de gobiernos, 20 le han pertenecido.
yen, su caudillo, eran consideradas Si el peronismo parece inextinguible
«populistas». No por nada a la gente es porque no ha sido solo un estilo
adepta a Yrigoyen se la llamaba «la de llevar las riendas del Estado o un
chusma»: así lo hacía la gente «de na- modo de compaginar clientela elec-
riz parada». Estos fueron los años en toral y política asistencial, sino, pri-
que una espesura hostil de ideas y mordialmente, un oráculo, un emisor
de facciones se asentó en un espacio de mensajes de redención, felicidad y
público soliviantado por liberales y amor. Eso fue su fuerte: divulgar un
nacionalistas, tradicionalistas y mo- sueño estereofónico y en technicolor
dernistas, obreristas jacobinos y par- para los desarrapados y los desespe-
tidarios de gobiernos de orden. Son ranzados que hasta entonces miraban
querellas que alcanzaron cotas de el banquete de la vida desde fuera
enardecimiento y muerte, y que no del enrejado. Lo expresó de manera
están apaciguadas del todo: se renue- inmejorable en la ciudad de Córdoba
van adecuándose a nuevos contex- un dirigente de la Confederación Ge-
tos. Lo cierto es que el Partido Radi- neral del Trabajo, la central sindical
cal, expresión anímica y doctrinaria argentina, en un discurso dado en
de las clases medias emergentes, que 1951: «Hoy, con Perón, el obrero come
parecía haber salido victorioso de su bien y bebe mejor, y todavía le sobran
combate contra las elites tradiciona- pesos para una cana al aire». Es un
les, creía estar destinado a orientar a programa político muy convincente.
la nación en los muchos años por ve- Se comprenderá que sus seguidores
nir, pero no sucedió así. Un golpe de hayan sido legión.
Estado, en 1930, lo dejó desbaratado
y dividido, y estropeó su vínculo con Es difícil explicar qué cosa es el pero-
los votantes. nismo y cuál es la razón de su largo
influjo sobre la imaginación política
A mitad del siglo xx irrumpe en es- argentina. En su tiempo –la década
cena el general Juan Domingo Perón de 1950– se le endilgaron diversos
junto con las multitudes innumera- sambenitos que a su vez suponen ma-
bles, y lo hace a la manera de los mi- trices de comprensión del fenómeno:
tos que se afincan de súbito y fuer- brote sudamericano del totalitaris-
temente en los sentimientos de la mo europeo, gobierno encaramado
población para trastocar la historia sobre energías atávicas de masas en-
política de un pueblo. Metamorfosis gañadas, reaparición imprevista de
mediante –el peronismo es plástico y caudillismos premodernos en teoría
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superados, régimen liberticida que y años se han ido aglutinando discor-


sedujo el alma del arrabal por me- dias, odios y necedades, repartidas
dio del pan y el circo, festichola en la en partes alícuotas entre todos los
cual nadie paga entrada y todos re- protagonistas del drama. Esos males
ciben una porción de maná del cie- se acrecentaban cuando al «partido
lo. Al conjunto de estos desprecios se militar», que a lo largo de medio si-
los suele compendiar en la palabra glo se constituyó en un actor político
«populismo». Pero, a la distancia, el en sí mismo, se le ocurría ocupar el
peronismo comparece ante la histo- estrado por medio de la fuerza. Con
ria menos como fascismo de entreca- respecto a esto –la chirinada, el cuar-
sa que como jacobinismo caprichoso telazo, el golpe de Estado, la cacería,
conducido con gestos bonapartistas, la tortura y la masacre– no fuimos
y muy capaz de revolver en una mis- una excepción, sino la regla latinoa-
ma coctelera a izquierda, derecha y mericana.
centro. Otros partidos políticos to-
man la forma organizativa del trián- Después de medio siglo la estatura
gulo escalonado, o la del círculo auto- histórica del peronismo parece haber
gestionado, o la del vértice de un faro superado en relevancia a la de sus
para las masas, pero el peronismo es enemigos, sea que se considere al lí-
distinto: se parece a un mandala, al der de ese partido un estadista o bien
cual se entra o se sale por cualquiera un castigo de dios. La cultura pero-
de los lados. nista, fructífera y poderosa, introdu-
jo un elemento de desorden fértil en
Aunque se recuerda a Perón por fa- la vida política del país, un disturbio
cilitar la mayor transferencia de in- para el que nadie encontró nunca al-
gresos hacia las clases populares, guna paz, quizás porque Perón fue
su legado histórico es otro: haber algo más que un líder aunque algo
presidido, más allá de su voluntad, menos que un dios: fue un chamán
una revolución cultural plebeya. De de la más alta escuela. Sin embargo,
allí en más la formación del gusto y las energías desatadas a su alrede-
los valores dominantes dejó de ser dor se le volvieron, a fin de cuentas,
un privilegio de las clases altas. Un incontrolables, tal cual le sucedió al
nuevo respeto cundió entre obreros, doctor Frankenstein con su criatura y
lúmpenes y peones de campo, el del al mismísimo Creador, con las suyas.
jubileo concedido a los «bárbaros» Y la misma desventura les sucedió a
hasta entonces repudiados. Tamaña quienes, golpe de Estado mediante,
movilización de energías populares creyeron que el general Perón, popu-
no quedó sin respuesta por parte de larmente apodado «el macho», había
sus contrincantes, instaurándose así sido eyaculado de la historia argen-
un campo de lidia en el que por años tina para siempre. Lo que siguió a
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1955 ha sido más de medio siglo de funcional y desangelado; que la con-


enfrentamientos, prohibiciones, «em- fianza excesiva en la tierra ubérrima
pates catastróficos», asesinatos políti- que nos tocó en suerte resultaba ser,
cos, imposiciones por la fuerza y una a la larga, engañosa y desacertada; y
inacabable noche de San Bartolomé. que independientemente de que la
De modo que Perón también es el máquina pueda ser un principio de
nombre de un trauma. orden, a su alrededor seguirían bro-
tando las semillas de la incivilidad,
que desde siempre engordan la tripa
III. Los hombres que hacia la mitad de la historia nacional.
del siglo xix comenzaron a dar for-
ma de nación a los antiguos territo- Justo aquello que, en la mente de los
rios del Virreinato del Río de la Plata forjadores del país, robustecía la con-
se encontraron con una maraña de vicción de disociar la civilización de
problemas, anudados en torno de la la barbarie, es decir la partición en sí
tradición absolutista en cuestiones misma, no dejaba de ser una guilloti-
de administración gubernamental, na conceptual que abreviaba de ma-
de cepa hispánica, y a la enorme ca- nera taxativa la complejidad de los
rencia de conocimientos modernos, opuestos, los cuales, y al igual que
resultado del varietal católico. De sucede con el yin y el yang o con la
modo que se buscaron soluciones di- razón y los sentimientos, tendían a
námicas: la puesta en marcha de un encastrarse más asiduamente de lo
ensamblaje que fusionaba la escuela que se repelieron. También el pro-
con el respeto por la autoridad con la greso puede ser una condena si la
vía férrea con el fraude electoral con máquina no es desembalada en el
el tratado de libre comercio con ai- contexto de un jardín sino en junglas
res señoriales de superioridad con el donde ha de lucharse por la existen-
puerto de gran calado y con fábricas, cia, y cuando sus costos se revelan,
silos y frigoríficos, amén de una cor- al final del proceso, cuantiosos, en
nucopia de obras públicas, y todo ello especial si el ensañamiento recae so-
inaugurado con remisiones al orden bre la naturaleza, que en Argentina
y al progreso, que eran lemas euro- siempre rebalsó por los cuatro costa-
peos de incumbencia mundial. Ha- dos. Nada de esto se tuvo en cuenta
bía que civilizarse –era la divisa de en su momento: porque el modelo in-
la época–, y aceleradamente. Pero dustrial parecía el único camino de
nadie avanza tanto sin terminar ti- desarrollo viable y deseable, porque
roneando de la propia sombra. Tam- cualquier otra alternativa sonaba im-
poco los países. No se pensó por posible, «de avanzada», o tenía sabor
entonces que la alfabetización mecá- a épocas que ya nadie añoraba, y por-
nica podía culminar en aprendizaje que, en definitiva, los errores de los
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antepasados siempre los pagan los beras. Sarmiento soñaba en grande, y


que están al final de la fila. En esos no solo él, se diría que la alucinación
tiempos, el engarce de Argentina al venturosa fue una característica de
mundo dependió de haber hecho la aquella generación de hombres pú-
mejor síntesis posible entre la actua- blicos, incluso de la siguiente, a los
lización del parque tecnológico ins- que tampoco les tembló la mano al
talado, la especialización en produc- poner la firma en decretos de evic-
tos agropecuarios y la imitación o ción de indios y de gauchos. Pero
parodia de proyectos culturales que más adelante los argentinos comen-
afuera se elaboraban mejor. Igual que zamos a arrostrar tantas dificultades
ahora. que de a poco fuimos dejando de so-
ñar. Nuestros ambiciosos ideales, en-
Sin embargo, más importante que el tre los que no faltó algún que otro
proyecto «civilizatorio» en sí mismo delirio de grandeza, fueron reempla-
es el hecho de que Argentina había zados por ilusiones, de por sí simula-
sido soñada, o «imaginada», según ciones de esperanzas, y luego llegó el
se estila decir hoy en día, como una tiempo en que tuvimos que acostum-
nación grande, no meramente gorda. brarnos a los malos sueños, incluso a
Un hombre primordial de la historia las pesadillas.
nacional –cruza entre hombre de le-
tras y hombre de acción, nada inha- La utopía de un país moderno, po-
bitual en el siglo xix– como Domingo tente, superior, más europeo aún que
Faustino Sarmiento fue menos nece- la propia Europa (a veces las falsifica-
sario como adalid de la civilización, ciones superan al original), no se rea-
es decir de Europa, que como visio- lizó, aunque tampoco fue repudiado
nario. Este presidente nuestro daba sino dejado en estado de propulsión
saltos portentosos al pasado para po- inerte, inconcluso, hasta que fue re-
der volar hacia el futuro: vislumbra- balsado por el estilo de vida del mun-
ba el esplendor de Venecia transferi- do «globalizado» como antes por el
do al delta del Tigre, donde nace el american way of life. El fruto de ese fra-
Río de la Plata, y pronosticaba que el caso ha sido el simulacro paródico,
ancho río Paraná y su red hidrográfi- que no consigue reflejarse ni en el es-
ca subsidiaria serían para nosotros lo pejo del primer mundo ni en el de los
que el Nilo fue para los antiguos egip- vecinos de Sudamérica, de quienes,
cios. Eran antecedentes de rango mito- por otra parte, nunca hemos estado
lógico. Venecia fue la máxima poten- tan cerca como en estos últimos años.
cia comercial y naval de su época, en Ese proyecto «de civilización» no se
tanto el caudaloso río de la tierra de frustró únicamente por causa de las
los faraones fue el cíclico fertilizador recurrentes dictaduras militares que
de los sembradíos próximos a sus ri- hicieron tan reconocible al Cono Sur
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Argentina: el país del ave Fénix

en las décadas de 1960 y 1970 (el viejo personalidad de la nación no ha sali-


mundo también ha tenido lo suyo, y do indemne: ahora expresa una ma-
eso en la escala de lo horrible y de lo yor inclinación a reducir su prover-
espeluznante); menos aún porque las bial grandilocuencia a un calce más
castas de dirigentes políticos se dedi- asequible y también a tomar mayor
caran de lleno a horadar los cimien- conciencia de la cercanía de la fron-
tos de la cosa pública, como hacen los tera latinoamericana, a la que ahorita
autófagos, esos animales que se ali- mismo condescendemos a asemejar-
mentan de sí mismos; ni tan siquie- nos un poco aunque no por eso deja-
ra porque de entrada haya sido una mos de pasar vista a postales del pri-
quimera intentar transplantar «flores mer mundo. Después de todo, este es
mecánicas» a un desierto; sino por- un país en el cual el ascenso social no
que el contexto de implantación –el era solamente una promesa imposi-
ámbito de destino de una nación– ble de verificar sino una certeza de
determina necesariamente el vigor y nacimiento. Pero eso fue antes de que
el rumbo del injerto; y además por- ingresáramos a la edad del desquicio
que el mundo cambia –sus modas, y de la vacilación. Ha llegado el mo-
sus modelos, sus polos de poder– y mento de adecuarnos a nuestras po-
no siempre a los países les es dado sibilidades. Eso exige de un realismo
avizorar cuál será la dirección del que no solemos cultivar y de concor-
viento, en especial si sopla desde el dia por parte de la dirigencia políti-
hemisferio norte. Cien años atrás era ca, muy desinteresada en ello, puesto
Inglaterra nuestro mejor postor, luego que el país le queda grande. Enton-
lo sería Estados Unidos, y hoy es Chi- ces, avanzaremos como siempre lo
na el nuevo postulante. Da igual: todo hicimos, a base de marchas y contra-
avance realizado en una competencia marchas, que es el ritmo de los insa-
donde desde siempre hay jugadores tisfechos y de los indecisos con res-
mejor posicionados y con mayores re- pecto al próximo paso a dar.
cursos presupone el retroceso even-
tual. Y es entonces cuando los sueños Pero nuestros problemas –nuestras
postergados engendran monstruos, o injusticias– siguen ahí, sin deser-
cuanto menos dilemas indecidibles tarnos y sin solución a la vista. Y no
que el tiempo transforma en culpas se trata de nimiedades, comenzan-
tan solo por déficit de resolución. do por la relación constitutiva en-
tre Estado e intereses de grupo, que
Como un derivado de las malas ex- en Argentina formatea lo político
periencias del último siglo, hayan en desmedro de lo social; siguiendo
sido vaivenes políticos, desbarajus- por la disimetría de poder y recur-
tes económicos, desengaños imagi- sos, de larga prosapia, existente en-
narios o picos de violencia y furia, la tre Buenos Aires –y por extensión la
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zona pampeana– y las provincias del no nos sabemos perdonar al llegar


interior –diferencia que no es cancela- el final de año, todos estos terminan
da por la actual extensión de la fron- misteriosamente por ser temas impo-
tera del cultivo de la soja, de por sí pe- sibles de resolver por medio de la sa-
ligrosa para todo país que se respalde gacidad política, la purga espiritual o
en monoproductos–, y culminando una mejor organización comunitaria.
con nuestra mala costumbre de otor- Ocurre que esos problemas están co-
gar premios y castigos a quienes me- lonizados por nuestras patologías y
nos se merecen lo uno y lo otro. Segu- caprichos, sin los cuales este país no
ramente todos los países del mundo sería lo que es, un lugar más fácil de
están familiarizados, de un modo u amar que de admirar.
otro, con este tipo de rompecabezas,
pero Argentina lo está en grado super- Y bien, hechas las sumas y restas, las
lativo. Parece que nos fuera más fácil cuentas dan un resultado impreciso,
desarmarlos que empalmarlos, pues por no decir contrariado. No sabe-
cada vez que hemos intentado actuar mos aún si nuestra odisea nos lleva-
sobre los problemas lo hemos hecho rá a buen puerto; si estamos destina-
con energía inoportuna, zigzaguean- dos al fiasco, doblemente sonoro por
do entre el titubeo excesivo y el golpe causa de las jactancias «europeístas»
de timón, consiguiéndose como re- de las que solíamos abusar; o si toda-
sultado algo muy distinto a lo que se vía se nos concederá la oportunidad
procuraba. Sean los giros en 180 gra- de hacer algo que los de afuera o los
dos en las políticas económicas, sea posteriores puedan juzgar memora-
el hábito de arrasar con lo construido ble. Pero ahora mismo ya no tenemos
por el predecesor a cuenta de la de- más crédito para hacer consultas a la
vastación que ya está preparando el adivina. Dependemos de la intuición,
próximo, sea la alegre predisposición el azar y el talento. No sería la prime-
por la ilegalidad y la picaresca que se ra vez, ya antes hemos podido sobre-
alberga en el corazoncito y en la con- vivirnos a nosotros mismos, que es la
ducta de cada connacional, o sean los prueba más difícil, como desde siem-
desbarajustes emocionales causados pre lo ha sabido el ave Fénix, nuestro
por ambiciosos planes colectivos que emblema de fuego.

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