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La célula bacteriana, como toda célula, necesita nutrirse para mantenerse viva.

Conforme a
esto, la única manera de conseguir nutrientes y energía es mediante el contacto con el medio
exterior, donde se le proporciona un sinnúmero de compuestos químicos. El componente
estructural que le permite realizar el proceso de obtención de nutrientes es la membrana
citoplasmática o también llamada membrana celular, es una bicapa fosfolipídica
semipermeable con poca protección en lisis osmótica pero con una función importante: la
permeabilidad selectiva (Madigan et al. 2015).

La membrana citoplasmática envuelve al citoplasma y lo separa del entorno, permitiendo así la


interacción de ambos medios (interior-exterior), se compone de fosfolípidos formados por
ácidos grasos (hidrófobos) y glicerol-fosfatos (hidrófilos), además su contenido proteico es
elevado (Madigan et al. 2015). Su función selectiva permite controlar el transporte de
diferentes sustancias disueltas que entran y salen de la célula, existen varios de mecanismos
de transporte: agua, iones, glúcidos, aminoácidos y lípidos.

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