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Las Democracias en crisis, el ascenso de los modelos totalitarios

Durante el período de entreguerras fue posible la implementación de modelos


totalitarios con ideologías contrapuestas, de izquierda (Comunismo) y de derecha
(Fascismos). Son Ejemplos: Unión Soviética y China, Italia, España y Alemania.

Las experiencias fascistas


Como fenómeno histórico, el fascismo es el resultado de una serie de
circunstancias específicas de la Europa de la primera posguerra. Hay algunos
elementos comunes que nos permitirán definir un régimen fascista:
-el control absoluto que ejerce el Estado sobre los individuos;
-la existencia de un partido único;
-el uso de medios de control que actúan al margen de la ley, con total impunidad;
-un anhelo de cambio social, dirigido “desde arriba";
-una centralización total en todos los ámbitos.

Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial no fueron solamente de índole


política o económica; también se desencadenó una profunda crisis moral que
ocasionó un severo cuestionamiento a las instituciones, en razón de la impotencia
manifiesta que los dirigentes habían demostrado para conjurar los
acontecimientos. Se produjo así una verdadera polarización hacia los extremos en
la política europea; tanto la ultraizquierda como la derecha más extrema se
convirtieron en opciones válidas. Todas las naciones de Europa fueron alcanzadas
en mayor o menor grado, pero el fascismo adquirió importancia en Italia y
Alemania, países que habían sido, por razones diferentes, muy perjudicados por la
contienda.

Estudio de caso: Italia. Había entrado en la guerra con la esperanza de obtener


ventajas territoriales y económicas, vio con creciente desagrado el incumplimiento
de las promesas hechas por sus aliados ingleses y franceses. Simultáneamente, el
retorno de la paz acarreó un fuerte fenómeno inflacionario, caracterizado por alzas
de precios y desempleo, que contribuyó a aumentar la inquietud, especialmente,
entre los estratos medios.
Desde la izquierda, el Partido Comunista Italiano hizo suyos los postulados de la
Revolución bolchevique, al constituirse en enero de 1921. Desde la derecha, Benito
Mussolini fundó en Milán, el 23 de marzo de 1919, los Fascios Italianos de Combate
(Fasci Italiani di Combattimento), donde aglutinó diversos sectores que coincidían
en su anticomunismo, el desprecio por las formas parlamentarias y en un
nacionalismo imperialista que pretendía, incluso, “volver al Imperio romano".
El uso de la violencia por parte de estas escuadras paramilitares, vestidas de negro,
que rápidamente se destacaron en su lucha contra los comunistas, fue visto con
indulgencia por los grandes industriales y empresarios, temerosos de los efectos de
la propagación en Italia de los sucesos de la Rusia de 1917.
En un año, los fascistas duplicaron largamente su número, de 300.000 (en 1921) a
más de 700.000. En octubre de 1922, los "camisas negras" marcharon sobre Roma,
exigiendo la dimisión del Gobierno. El rey no permitió que se declarase el estado
de sitio para detenerlos, posiblemente, por el temor de una guerra civil.
Además, sectores económicamente influyentes y una parte importante del Ejército
simpatizaban claramente con los fascistas.
El 29 de octubre, el monarca pidió a Mussolini la formación de un gobierno.
Aprovechándose de la debilidad de Víctor Manuel III, el fascismo había llegado al
poder.
Con el advenimiento de este régimen, el mantenimiento de una paz perpetua no era
posible ni deseable, por lo que Italia no debería unirse al sistema de la Sociedad de
Naciones; los tratados de paz deberían ser revisados en el momento en que no se
adaptaran a las realidades de cada país.
La posición de Italia en el Mediterráneo se volvía así de suma importancia.
El nuevo gobierno fascista se proponía constituirse en un factor de poder en la zona,
aprovechando la fragmentación política del antiguo Imperio austro-húngaro. Pero
las ambiciones de Mussolini no corrían parejas con la realidad italiana.
En lo económico, el país dependía de la importación de materias primas; y la
producción de armamentos se hallaba muy por detrás de sus rivales anglo franceses
en el área. Con todo, Mussolini se proclamó Duce ('conductor') y concentró en sí
mismo los resortes del poder.

Fuente histórica
“Hemos sepultado el viejo Estado democrático, liberal, agnóstico y paralítico, el
viejo Estado que en homenaje a los mortales principios deja que la lucha de clases
se convierta en una catástrofe social. A este viejo Estado que enterramos con
funerales de tercera, lo hemos sustituido por el Estado corporativo y fascista, el
Estado de la sociedad nacional, el Estado que une y disciplina, que armoniza y guía
los intereses de todas las clases, igualmente tuteladas. Y mientras antes, en la época
del régimen demoliberal, la masa laboriosa miraba con desconfianza al Estado, y
estaba fuera de él, en contra de él, considerándolo cada día y cada hora como un
enemigo, hoy no existe un solo trabajador italiano que no busque su sitio en las
Corporaciones, en las Federaciones, que no quiera ser una molécula viva de ese
grande, inmenso organismo que es el Estado nacional corporativo fascista. ¿Y
entonces? Ahora, camaradas, es el caso de volver al motivo a que aludí de pasada
hace unas semanas en Perusa.
Es perfectamente idiota describir al Régimen fascista como el producto de una
oligarquía en cuya cima está un tirano misterioso y cruel; es perfectamente absurdo
acusar al Fascismo de ser un régimen antipopular y hostil a las clases laboriosas.
Benito Mussolini, "Al pueblo de Roma. 28 de octubre de 1921", en El espíritu de la
Revolución Fascista, Mar del Plata, Ed. Informes, 1973.

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