Hace mucho tiempo, en un oscuro pantano, vivía un sapo viejo y solitario.
Cada noche, observaba con admiración a la luna, deseando ser humano para experimentar el mundo de una manera diferente. Un día, reuniendo coraje, el sapo decidió pedirle a la luna su deseo más profundo: convertirse en humano. Justo en ese momento, una pequeña niña llamada Laura, que jugaba cerca del pantano, escuchó el susurro del sapo y se acercó curiosa. Sin pensarlo y como un juego, le dio un beso en la cabeza y, de repente, el sapo se transformó en un niño. Los ojos de ambos se encontraron y supieron que estaban destinados a estar juntos. A medida que crecían, el niño y la niña se enamoraron y se convirtieron en novios. Juntos, exploraron el mundo y construyeron una hermosa familia. Se casaron y tuvieron hijos, viviendo una vida plena y feliz. Sin embargo, con el paso de los años, el hombre envejeció y su cuerpo comenzó a debilitarse. En la última etapa de su vida, el hombre decidió revelarle a su amada esposa la verdad sobre su origen. Con lágrimas en los ojos, le confesó que una vez fue un sapo viejo que deseaba convertirse en humano. Antes de que su esposa pudiera decir algo, el hombre se transformó nuevamente en sapo y se desvaneció en el pantano. La mujer, con el corazón triste pero agradecida por conocer la verdad, siguió amando al sapo viejo, anhelando, algún día ella también, convertirse en una linda rana para irse a vivir al pantano junto a su gran amor y así ser felices eternamente... DANIEL SOSA