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SINOPSIS
OLIVER

Rivales desde antes de nacer, nunca ha habido un momento en que mi familia no haya
odiado a los Lockwood y a su hija Harlow.

Hace dos años ella nos tendió una trampa, corrompió nuestra imagen familiar, arruinó la
vida de mi hermano. Ella lo hizo personal. Ya no era solo una rivalidad entre nuestros
padres.

Ahora está aquí, en la Universidad de Bayshore, sin la protección de su familia. No hay


nada que nos impida vengarnos de ella, nadie que nos diga que ya es suficiente.

Entonces mis hermanos y yo hemos ideado un plan. La romperemos, la haremos caer de


rodillas por nosotros en poco tiempo, y luego la enviaremos de regreso a su familia con
una advertencia...

Enfréntate con los Bishop de nuevo y pagarás.

HARLOW

Desde que era pequeña, he despreciado a los engreídos y estúpidamente hermosos


hermanos Bishop. La rivalidad de nuestras familias fue una que comenzó años antes que
nosotros y una que yo quería terminar.

Estaba cansada de ser el títere de mis padres, cansada de los juegos, del odio. Todo lo que
quería era disfrutar de la universidad y seguir adelante con mi vida.

Pero tu pasado nunca puede permanecer oculto, ¿verdad?

Cuando los hermanos Bishop llegan a mi escuela, no tengo adónde ir. Sé que entonces se
asegurarán de que pague por cada comentario insultante que mis padres o yo hicimos
sobre ellos.

En Bayshore, estoy a su merced y no se detendrán hasta que mi corazón sea un lio


sangrante.

NOTA DEL AUTOR: Este es un romance de acoso universitario, de harén inverso, que
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contiene temas no aptos para todos los lectores.


PRÓLOGO

2 Años Atrás

—Toma la bolsa y ponla en el bolsillo de Sullivan —ordena mi padre, sin siquiera


levantar la vista de los papeles esparcidos sobre la mesa.

¿En su bolsillo? De ninguna manera quiero acercarme tanto a este idiota. Intentaré
que Shelby me ayude con esto. No estaré a menos de tres metros de él o de sus hermanos.

Los hermanos Bishop, Sullivan, Oliver y Banks son los hijos de Chloe y George
Bishop, y son nuestros rivales. Son repugnantemente guapos, asquerosamente ricos y
mentirosos manipuladores. Cada incidente que he tenido con ellos fue uno que terminó
conmigo queriendo apuñalarlos en el ojo con el objeto más cercano.

No sé exactamente cuándo ni cómo empezó. Todo lo que sé es que el odio entre


nuestras familias ha ido en aumento durante las últimas dos décadas. Desde que tengo
memoria, se me ha informado sobre los Bishop y cómo intentaron arruinar nuestro
negocio, el sustento de mi familia.

Recientemente tuvimos que despedir a todo un equipo justo antes de Navidad.


Una decena de familias desempleadas antes de las vacaciones y todo por culpa de ellos.

¿Quién hace algo tan cruel? Esto no es lo peor que hicieron, pero es la guinda del
pastel. Últimamente, sus payasadas han afectado a algo más que a mi familia. Su ira va
por debajo de la línea y golpea a nuestros trabajadores. No me preocupo por preguntar
qué hicieron los Bishop esta vez. No importa. Nos vengaremos. Siempre lo hacemos.

Sullivan, el más joven de los hermanos Bishop, tiene mi edad y aunque no vamos
a la misma escuela, nos encontramos ocasionalmente en eventos y fiestas.

Normalmente trato de evitarlo como si fuera una plaga. Pero hoy voy al mismo
lugar que él, y a propósito. Todos los estudiantes de todas las escuelas secundarias del
país estarán allí, sin importar su apellido.

Al apretar la bolsa, pregunto: —¿Qué hay en la bolsa?

—No hagas preguntas para las que no quieres respuestas, Harlow. Pon la bolsa en
su bolsillo y me aseguraré de que el resto esté hecho —mi padre responde con un tono
que me dice que me calle y haga lo que dice.

Me muerdo el labio inferior, preguntándome si debo presionar el tema. En


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realidad, no me gustan los Bishop, de hecho, los odio por lo que han hecho y cómo han
tratado a mi familia durante los últimos dos años, pero estoy cansada de hacer lo que mis
padres ordenan. Cansada del odio constante. Decido no hacer una escena, ese no es el
punto. Voy a terminar haciéndolo de todos modos.

—¿Debo volver a casa justo después?

Mirando el documento frente a él, me atraviesa con una mirada de sus ojos azules
que coincide con los míos en profundidad y color.

Una sonrisa siniestra llega a sus labios. —No. Quiero que te quedes. Asegúrate de
que sepan quién organizó esto.

—Entendido. Asiento con la cabeza y agarro la bolsita del borde de la mesa. El


contenido de la bolsa debe ser ligero, porque parece que no hay nada dentro de ella.

—No olvides todo lo que nos han hecho, cariño. —La voz de mi padre se suaviza—
. No te pediría que hicieras estas cosas si no sintiera que está justificado. Tengo que
protegerte a ti, a mi negocio, a mis hombres y todo lo que estos sucios Bishop hacen es
un ataque directo contra nosotros.

—Lo sé, papá. —Mis labios se curvan en una sonrisa tranquilizadora. Incluso si
odio lo que tengo que hacer, siendo parte de esta rivalidad, sé que no hay nada que pueda
hacer para cambiar eso. Mi apellido es Lockwood, y siempre será la familia por encima
del honor.

Es mi trabajo proteger el legado de mi familia.

—Haré el trabajo —murmuro, me doy la vuelta y salgo de la oficina.

Una vez en el pasillo, me detengo y me apoyo contra la pared.

Puedo hacer esto. Lo haré.

Recuerdo cómo Chloe y George Bishop me miran como si fuera chicle pegado a la
suela de sus zapatos cada vez que nos cruzamos. Sus tres hijos no son mucho mejores.
Molestamente guapos y llenos de sí mismos. Sullivan es el peor. Actúa como si fuera el
rey del mundo y todo el mundo estuviera por debajo de él, como si fuera nuestro deber
inclinarnos ante él.

Esta noche, pondremos fin a su reinado.

Esta noche, descubrirá lo que pasa cuando te metes con un Lockwood.


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Presente

LA UNIVERSIDAD DE BAYSHORE NO ES la prestigiosa universidad a la que


pensé que asistiría. Toda mi vida pensé que terminaría yendo a una de las mejores
escuelas de la Ivy League del país, como Yale o Harvard, como cualquier otro chico rico
de mi escuela secundaria. En cambio, elegí asistir a este lugar. Una universidad agradable
pero discreta situada en la costa oeste, a cientos de millas de mi ciudad natal de North
Woods. La mayoría de los chicos no elegirían estar a kilómetros de distancia de sus
padres, pero yo no era la mayoría. Elegí esta universidad porque está lo más lejos posible
de mi familia.

Tan pronto como cumplí dieciocho años y puse mis manos en mi fondo fiduciario,
me fui de la casa de mis padres. No había forma de que me quedara ni un minuto más.
Quería desaparecer, olvidar mi apellido y lo que significaba.

Después de enterarme de las cosas que mi padre había estado haciendo, no quería
tener nada que ver con el negocio familiar.

—Esto es la universidad, y actúas como si alguien te hubiera condenado a diez


años de trabajos forzados. —Shelby se ríe. Mi nariz se arruga cuando miro la fortaleza
que tengo delante. Por supuesto, el lugar se parecía más a un castillo medieval situado
en las Tierras Altas escocesas que a una universidad. Cuerdas de gruesa hiedra verde
trepan los muros como si trataran de escapar.

—Tal vez no diez años, pero al menos cuatro, ¿verdad? —Sonrío.

—La universidad no es una polla, Harlow. Deja de hacerlo tan difícil.

—Buena analogía. ¿De dónde sacaste esa?

—Mi culo. —Ella sonríe y golpea sus caderas contra las mías. Pongo los ojos en
blanco como si estuviera molesta con ella cuando en realidad estoy agradecida de que
esté aquí. Realmente tuvo que convencer a sus padres para que la dejaran asistir a la
universidad aquí. Creo que la única razón por la que su padre estuvo de acuerdo es
porque ha tenido un mal año en su bufete de abogados y la matrícula es más barata que
en Stanford, donde se suponía que debía ir Shelby originalmente. Sin embargo, a ella no
parece importarle.
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Los estudiantes pasan rápidamente junto a nosotras para entrar en sus


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dormitorios, mientras Shelby y yo nos tomamos nuestro tiempo. Hemos enviado la


mayoría de nuestras cosas a la universidad, todas excepto nuestras pertenencias
personales, así que no hay prisa para nosotras. Pasamos la mayor parte del tiempo
recorriendo los alrededores. La Universidad en sí es hermosa, con enormes robles y
extensas áreas de exuberante césped verde, en las que puedo imaginarme sentada con
una manta y un buen libro.

Llegamos al abarrotado dormitorio y subimos las escaleras a nuestra habitación


sin incidentes. Una vez dentro, exhalo todo el aire de mis pulmones y me dejo caer en mi
pequeña cama individual. Los dormitorios son pequeños y dejan muy poco espacio para
la privacidad, pero está bien. El lugar está cerca del océano y tiene una vista con la que la
mayoría soñaría.

—Bien, me invitaron a una fiesta un par de chicos que conocí en Starbucks —dice
Shelby, arrojando su cabello rubio sobre su hombro.

—¿Llevamos aquí menos de veinticuatro horas y ya quieres ir a una fiesta? —Sabía


que las fiestas iban a ocurrir, pero esperaba evitarlas.

—Es un pasatiempo establecido por nuestros antepasados, cuando llegas a la


universidad debes ir de fiesta.

—Suena como si lo hubiera establecido Shelby. —Pongo los ojos en blanco.

Shelby saca su labio inferior en un puchero firme, —Oh, vamos, Harlow, solo fuiste
a un puñado de fiestas cuando estábamos en la secundaria y ahora no quieres disfrutar
de la universidad. Tus padres están fuera del cuadro, básicamente puedes hacer lo que
quieras.

No tiene idea de lo equivocada que está. Sí, me las he arreglado para escapar de
las garras de mi padre por ahora, pero no voy a poder esconderme de él y de mi madre
para siempre.

—Si voy, ¿esperarás al menos un mes entero antes de invitarme a otra?

La diversión brilla en los ojos color avellana de Shelby, —Mmm, dos semanas
como mucho.

—En serio. —Me estremezco.

—Es la universidad, Harlow, y soy tu ayudante de diversión certificada.

Sacudiendo la cabeza, digo: —No eres una ayudante de diversión, eres una
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ayudante que se mete en problemas.


Se golpea la barbilla con el dedo, —Problema. Diversión. Todo me suena igual.
Ahora, ¿qué llevas puesto? Mejor que sea algo sexy. Tenemos que captar la atención de
los chicos de inmediato. Ya conoces a chicos universitarios, todos son como ardillas con
TDAH1.

—No estoy captando nada, y especialmente no la atención de ningún chico.

Ya había captado suficiente atención de los hermanos Bishop en casa. Después de


lo que le hice a Sullivan, me sorprendió que pudiera pasar a mi lado sin querer
asesinarme. Digamos que hizo que las reuniones sociales se volvieran un poco tensas.

—Tus padres no están aquí. No tienes nada de qué preocuparte. Eres libre.
—Shelby se levanta de su cama y extiende sus brazos como un pájaro, agitándolos hasta
llegar a mi cama, lanzándose contra ella, haciéndome rebotar y que una burbuja de risa
se escape de mi garganta.

—No estoy preocupada por ellos —miento. Estoy tan preocupada por ellos como
por los Bishop.

De hecho, no estoy preocupada. Estoy aterrorizada. Durante años he ayudado a


mi padre a difundir rumores sobre los Bishop. He ayudado a arruinar sus vidas y ¿para
qué? Nada, todo fue para nada. No sabía lo horrible que era realmente mi padre. No solo
quería sus negocios, sino que quería que se fueran.

En algún punto, mi odio por los Bishop comenzó a disminuir, y en su lugar floreció
el resentimiento hacia mi padre. No quería tener nada que ver con mi antigua vida, el
drama, el odio, la venganza. Quería olvidar que parte de mi vida existió.

—Bien, porque no importaría si lo estuvieras. Ahora, arriba. Déjame ver con qué
tengo que trabajar y luego qué ropa has traído contigo.

—¿Realmente tenemos que ir? —Batí mis largas pestañas sabiendo muy bien que
no funcionaría. No puedo hacerme ver tan inocente y dulce como lo hace Shelby.
Además, le debo a ella al menos salir una vez. Después de todo, se mudó a cientos de
kilómetros de su familia para ser una amiga solidaria.

—Si. —Ella sonríe y debería haber sabido que esa sonrisa iba a ser mi muerte.
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Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad
TIRO de la parte inferior de la minifalda en la que Shelby me metió. No soy
exactamente delgada, es más bien curvilínea, y aunque no tengo ningún problema real
de autoconfianza, esto es tan corto que todos los chicos aquí van a tener un destello de
mi entrepierna al final de la noche.

Si, y esto es bastante importante, si salgo con Shelby de nuevo, ella no me vestirá.

Pongo algunos mechones de mi sedoso cabello rubio detrás de mí oreja y


contemplo la habitación llena de gente. La casa de la fraternidad está llena al máximo de
mujeres y hombres de todas las edades. Hay juegos de baile, canto y bebida. La gente se
relaja en el sofá de la sala de estar, fumando lo que estoy bastante segura que no son
cigarrillos, basada en el dulce aroma que impregna el aire.

—Lo logramos. —Shelby resopla, una amplia sonrisa en sus labios pintados de rojo
sangre. Actúa como si acabara de superar un examen que ha estado estudiando durante
todo el semestre. Nos paramos juntas, una al lado de la otra, en medio de la sala,
observando cómo la gente se mueve alrededor, charlando y divirtiéndose. Cuanto más
tiempo permanecemos allí, más atención atraemos hacia nosotras mismas.

Puedo sentir los ojos sobre mí, deslizándose sobre mis piernas desnudas y mi blusa
que cuelga de un hombro. Sí, no me gusta esto. Ser el centro de atención. Sintiéndome
fuera de lugar y un poco tímida, me escondo detrás de la cortina de mi cabello mientras
me vuelvo hacia Shelby.

—Vinimos, vimos, nos divertimos, ¿podemos irnos ahora? —Me quejo, tirando de
su brazo. No he ido a una fiesta desde esa noche. Esa desastrosa noche. Un escalofrío recorre
mi espina dorsal ante el recuerdo, ante la ira y la furia latente que transmitieron hacia mí
los tres hermanos Bishop.

—Te haremos pagar por esto, Harlow. Un día no tendrás la protección de tus padres, ¿y
entonces qué harás?

Encogiéndome de hombros, digo: —No les tengo miedo. Son débiles. Patéticos. Como sus
padres.

Oliver entró en mi burbuja de espacio, obligándome a dar un paso atrás o estar pecho con
pecho contra él, —Un día, nos vengaremos de ti. Te romperemos. Desearás no haber nacido nunca.

—Estarás esperando mucho tiempo... —Me burlo, sintiendo el miedo deslizarse por mi
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columna y alrededor de mi garganta como una serpiente.


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Moviendo mis hombros, me sacudo de las emociones desagradables que vienen
con el recuerdo.

—Nop. —Shelby hace estallar la p, y me agarra de la mano, tirando de nosotros


más profundamente en la casa. El lugar es enorme, similar a la mansión en la que viví en
casa. Hay pinturas de valor incalculable en las paredes, molduras de corona y
candelabros que cuestan más que la mayoría de los autos. Me recuerda tanto a mi antigua
vida que tengo que sacudirme la espeluznante sensación que se desliza por mi espalda.
Hice mi investigación al seleccionar una universidad y me aseguré de que ésta no tuviera
ningún estudiante multimillonario.

Hasta donde yo sé, Shelby y yo somos las únicas dos personas que asistimos a esta
universidad con padres que ganan más de un millón al año. Lo que me hace preguntarme
de quién es la casa. ¿Es propiedad de otro estudiante? ¿Sus padres? ¿Por qué te importa,
Harlow?

Paranoica. Estoy siendo paranoica. Desde que dejé North Woods me he


preguntado cuándo volvería mi pasado para atormentarme. Todas las cosas que dije e
hice. La culpa me carcome todos los días. Dejé que mi padre me guiara ciegamente hacia
la oscuridad. Dejé que me alimentara mentira tras mentira. Pensé que estaba haciendo lo
correcto, pero no era así.

Cuando entramos a la cocina noto las encimeras de mármol negro y los


electrodomésticos de acero inoxidable. Fuera de la cocina hay un par de puertas de
terraza que se abren a un patio trasero que da a la playa. Es realmente hermoso, menos
todas las alumnas universitarias que están borrachas.

Hay un bar improvisado en la enorme isla de la cocina y Shelby se pone a trabajar


preparándonos algo para beber. Todo está bien. Me digo a mí misma, exhalando aire por
la boca, antes de inhalar por la nariz.

—Aquí —dice Shelby, sus uñas pintadas de rosa aparecen a la vista mientras
empuja un vaso rojo en mi mano, el contenido salpica contra los lados del vaso. Miro
dentro de él antes de llevarlo a mi nariz para olerlo.

—¿Qué es esto? Huele a alcohol puro.

Shelby se encoge de hombros, sus ojos color avellana se entrecierran —Solo bébelo.
Vive un poco, ¿quieres? Si prometes pasar un buen rato, te prometo que no te presionaré
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tanto para que salgas conmigo. ¿Trato?


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Ugh, por mucho que odie admitirlo, tiene razón. Tengo dieciocho años, soy una
estudiante universitaria. Necesito vivir un poco y disfrutar de los años que me esperan
antes de que se vayan y me vea obligada a ser una adulta de verdad, con un trabajo y
responsabilidades.

—Bien. Lo intentaré. —Le doy una débil sonrisa y tomo un trago del líquido de
aspecto rosado. La quemadura que esperaba no llega y me sorprende gratamente el sabor
a cereza que queda en mis labios.

—Bueno, ¿eh? —Pregunta Shelby, mirándome como un halcón.

—Decente. No sabe como si estuviera bebiendo líquido para encendedores.

—Cállate. —Se ríe, tomando un trago de su vaso. Los vellos de la nuca se me ponen
de punta y no entiendo por qué. Giro mi mirada alrededor de la habitación, buscando
algo fuera de lugar. ¿Qué está mal conmigo? Creo que estoy perdiendo la cabeza.

Una canción de rap llega a todo volumen a través de los altavoces, vibrando a
través de las masas de cuerpos y dentro de mi cráneo, causando que se forme un dolor
sordo allí. Un libro no me daría este tipo de dolor de cabeza. Sintiendo que lo necesitaré,
bebo el resto del líquido en mi vaso y se lo devuelvo a Shelby con una sonrisa traviesa.

—Hazme otro. Voy a buscar un baño. Si no vuelvo en diez minutos, envía un


grupo de búsqueda.

—No seas tan dramática. —Ella toma el vaso y me manda fuera—. Ve al baño.
Estaré aquí cuando vuelvas.

Al salir de la cocina veo que un grupo de mujeres con faldas más cortas que la mía
entran en la casa. Mi corazón se hunde en mi estómago ante la vista. Barbies. Tres chicas
vestidas como muñecas de plástico. Falsas. Populares. Hermosas. Cada universidad y
escuela secundaria las tiene.

Sobresalen como una mala hierba en un lecho de flores. Se ríen y se echan el pelo
sobre los hombros, batiendo las pestañas a cada hombre que mira en su dirección, y hay
muchos hombres mirando en su dirección. Dándome la vuelta, me dirijo hacia la enorme
escalera antes de que se acerquen más conozco su tipo —o quieren hacerse amigas e
iniciarme en su clan, o me convierten en el enemigo público número uno— no quiero
entrar en su radar, quiero tener una experiencia universitaria tranquila y sin incidentes.
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Subo corriendo las escaleras y casi choco de cabeza con una pareja que se está besando
contra la barandilla.
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Murmuro una disculpa a medias y continúo en busca de un baño. Abro una puerta
y encuentro un dormitorio vacío con una cama grande y acogedora en el centro. ¿Qué tan
malo es que prefiera acurrucarme en esa cama y leer un libro que volver al piso de abajo
y divertirme con los otros estudiantes?

Cuando cierro la puerta detrás de mí, un olor familiar que viene del interior de la
habitación me hace cosquillas en la nariz. No puedo ubicar el olor único, algo así como
un bosque después de un día lluvioso.

Sigo caminando por el pasillo y la siguiente puerta que abro es en realidad un


baño. Desaparezco dentro, cerrando la puerta detrás de mí. Es casi tan grande como mi
dormitorio. Niego con la cabeza ante el tamaño y el lujo de todo esto.

Solía pensar que esto era todo lo que importaba, dinero, cosas bonitas y gente que
te admiraba. Eso es lo que mi familia me enseñó a pensar y hubo un tiempo en que no
cuestionaba nada de lo que me decían mis padres. Ese tiempo se acabó. Ahora lo sé mejor.

Sigo pensando en el aroma familiar de ese dormitorio mientras me lavo las manos.
Hay algo en eso que me molesta, pero no puedo señalarlo. Mirándome al espejo, me doy
un vistazo antes de salir del baño. Realmente debería actuar más como las otras personas
que hay aquí. Diviértete y disfruta de la vida universitaria. Esto es lo que quería. Me alejé
de mi familia para ser normal. Todo lo que tengo que hacer ahora es salir de mi propia
cabeza y disfrutar de esto.

Camino de regreso por el pasillo, obligándome a no pensar en el dormitorio con


su aroma tentador. Lucho contra el impulso de echar otro vistazo al interior. Justo cuando
paso, escucho el suave clic de una puerta al abrirse, pero antes de que tenga tiempo de
comprender realmente que alguien está detrás de mí, me agarran del brazo y me empujan
a la habitación.

Gritando como si alguien estuviera a punto de matarme, tropiezo en la habitación


y pierdo el equilibrio a medida que avanzo. Agitando los brazos, me preparo para
aterrizar con fuerza en el suelo, pero me sorprende cuando un par de fuertes brazos
rodean mi cintura desde atrás, tirando de mí hasta un pecho firme y cálido.

Estoy momentáneamente aturdida, como una cierva atrapada por los faros de un
coche. Mis gritos se interrumpen, el aire se estanca en mis pulmones. No puedo hacer
nada. Estoy congelada en el lugar. ¿Qué está pasando?
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Todo lo que puedo oír es el zumbido de sangre en mis oídos, mi pecho subiendo
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y bajando con pánico. Abro la boca para gritar de nuevo, pero no sale nada. De repente
me mareo, el olor a lluvia me llena la nariz una vez más y me doy cuenta inmediatamente
de a quién pertenece ese aroma.

—¿Me extrañaste? ¿Es por eso que estás aquí, en mi habitación? ¿Estás ansiosa por
ver lo que tenemos reservado para ti? —La oscura voz de Sullivan llena la habitación y
un escalofrío me recorre. Noto entonces que está parado a unos metros de mí, pero su
voz me afecta como si estuviera a mi lado susurrándome al oído. No importa que no
pueda verlo completamente. No es necesario. Sé que me está mirando con repugnancia.

¿Su habitación? Parpadeando lentamente, trato de digerir lo que acaba de decir.


Confundida, estoy a punto de preguntarle de qué demonios está hablando cuando me
doy cuenta de que alguien todavía se aferra a mi cintura. Sus cálidas manos queman mi
piel.

Dando la vuelta, empujo el firme pecho frente a mí, dándome cuenta rápidamente
de que es Banks, el hermano Bishop de en medio. Una sonrisa siniestra se extiende por
su rostro mientras se lame los labios. —Creo que nos extrañó, ¿por qué más vendría aquí,
a nuestra casa?

—¿Su casa? —Finalmente encuentro mi voz de nuevo. Es inestable, pero al menos


logré pronunciar las palabras.

—Sí, nuestra casa. —Una tercera voz arrastra las palabras, y mi mirada recorre la
habitación y choca con los ojos marrón chocolate de Oliver—. La compramos
recientemente, pensamos que sería más agradable que vivir en los dormitorios.

¿Dormitorios? ¿Por qué vivirían en los dormitorios?

Nada tiene sentido ahora mismo. Esto tiene que ser un sueño, borra eso, esto es
una maldita pesadilla. Niego con la cabeza como si pudiera despertarme de esto. Luego
trato de dar un paso hacia la puerta, pero Sullivan coloca una mano sobre la manija
deteniendo mi movimiento.

—No tan rápido —gruñe, su musculosa figura se eleva sobre mí. Es más grande
de lo que era la última vez que lo vi. Más alto, más aterrador, incluso más
repugnantemente guapo de lo que recuerdo—. Hablemos. Queremos decirte cómo va a
ir este año.

¿Qué quiere decir? ¿Cómo va a ir este año? ¿Realmente no puede estar diciendo lo
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que creo que está diciendo? Los hermanos Bishop no están... no pueden estar... Mi pecho
comienza a levantarse, aunque no hay aire llenando mis pulmones. Señor, por favor dime
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que no asisten a la universidad aquí.


—No creo que lo entienda —se burla Banks, diabólicamente.

—No es difícil de entender. Quiero decir, lo estamos exponiendo con bastante


claridad. Realmente es una pena. Todo ese dinero y su padre ni siquiera pudo conseguirle
una educación adecuada. —Oliver se burla.

—No soy estúpida. —Intento hacer que las palabras suenen fuertes, pero salen
como una suave brisa susurrando entre los árboles.

—Cierto, solo eres una mentirosa —responde Oliver, sus palabras como una
bofetada en la cara.

Apretando los dientes, dejé que el insulto se hundiera. No está equivocado, soy una
mentirosa. Gracias a mi padre he hecho muchas cosas de las que no estoy orgullosa. Lo
seguí como un cordero al matadero, creyéndole con fe ciega. Sabía que algún día el karma
me alcanzaría. Que eventualmente pagaría por mis malas acciones, solo que nunca esperé
que fuera tan pronto.

—Déjame ponerlo en palabras que incluso alguien como tú pueda entender


—Sullivan se inclina tan cerca que puedo sentir el calor de su cuerpo. Puedo sentirlos a
los tres, sus cuerpos atraídos hacia el mío como un imán.

—¿Recuerdas cuando te dije que te haría pagar por lo que hiciste esa noche?

La saliva se atasca en el interior de mi garganta, como miel, haciendo difícil tragar.


Cada pesadilla que he tenido durante el último año nunca habría llegado a esto. Sus tres
rostros me han perseguido mientras dormía desde esa noche. Me arrepentí de haberlo
hecho tan pronto como lo hice, pero no hubo vuelta atrás, no hubo cambio en el rumbo
al que nos dirigíamos. Fue como un grave accidente, del que no podías apartar la mirada.

Como si pudiera ver la preocupación llenando mis rasgos, su sonrisa se ensancha,


dientes blancos perfectamente rectos brillan a la luz de la luna que se filtra a través de las
persianas de la ventana.

—Ese pequeño truco arruinó su último año. Hizo que lo suspendieran del equipo.
Manchaste nuestro apellido, pero ese era el punto, ¿verdad? —Oliver sisea, entrecierra
los ojos y su mandíbula angular —lo suficientemente afilada como para cortar vidrio—
se aprieta.

Los Bishop tenían dinero, pero nada podía impedir que los periódicos locales
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publicaran un artículo sobre su hijo consumiendo drogas y siendo expulsado del equipo.
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Mi padre había dado en el blanco y los había hecho sangrar, y peor aún, me había
utilizado para hacerlo.

—Bueno, ahora que nuestro negocio familiar está arruinado, no hay nada que
podamos hacer, así que supongo que todos tenemos que ir a la universidad después de
todo —explica Banks, y finalmente lo entiendo. Los tres asistirán a Bayshore. Esto no puede
estar sucediendo.

—Por favor… mira…. —Una disculpa está situada en el borde de mi lengua, pero
una mano sale de la nada detrás de mí y presiona contra mi boca —otra en mi cadera—
cortando efectivamente las palabras antes de que tenga la oportunidad de decirlas.

Sé quién es el que me tiene agarrada y trato de soltarme del control de Banks, pero
él solo me acerca más, hasta que mi espalda está presionada firmemente contra su
musculoso pecho. El pánico y algo más, algo cálido y eufórico se arremolinan en mi
vientre.

No. No me sentiré atraída por ellos, ni por sus estúpidos músculos, abdominales
duros y sonrisas diabólicas. Son el enemigo, mis rivales.

—Shh, Princesa. No dijimos que pudieras hablar. Mantén la boca cerrada, de lo


contrario, encontraremos un mejor uso para ella. —La suave voz de Banks me hace
cosquillas en la oreja mientras retira la mano de mi boca. Su cuerpo permanece cerca del
mío, demasiado cerca, pero por alguna razón, no me muevo de inmediato. Una de sus
manos permanece en mi cadera y me quedo ahí por un momento, dejando que el calor
de su cuerpo se filtre dentro de mí, tratando de calentar la sangre helada que corre por
mis venas.

—Te dije... te prometí que pagarías, y ahora es el momento. Es hora de pagar tus
deudas. —Las lágrimas me pican los ojos. No llores. No llores. No lloraré delante de ellos.
No lo haré.

Encontrando un poco de fuerza, golpeo con el codo las costillas de Banks. Me


suelta, aunque sé que no lo golpeé lo suficientemente fuerte como para lastimarlo.

—¿Eso es todo lo que tienes? —él se ríe.

Doy un paso hacia la puerta que Sullivan ahora está bloqueando con su cuerpo.

—Déjame ir —deje salir, a través de mis dientes apretados.


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Nadie se mueve, ni dice una sola palabra, es casi como si estuvieran esperando a
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que Sullivan tome una decisión y eso me aterroriza. Después de un largo segundo,
finalmente se aparta del camino, con una sonrisa de suficiencia pintada en su rostro.
Agitando su mano sobre la puerta y haciéndome señas para que me vaya, dice: —Puedes
irte esta noche, pero nunca podrás alejarte de nosotros. Te encontraremos donde quiera
que vayas y te haremos pagar por lo que hiciste.

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Bajando las escaleras tan rápido como puedo, casi tropiezo, perdiendo el último
escalón. No puedo formar un solo pensamiento además del que me dice que necesito salir
de aquí. Escaneando la habitación llena de gente busco a Shelby. Ella no está por ningún
lado y me preocupo cada vez más con cada segundo que pasa.

No puedo respirar. Necesito irme, alejarme de este lugar lo más que pueda. Mis
pies comienzan a moverse por sí mismos y me doy cuenta de que me estoy moviendo
entre la multitud de personas, empujando a algunos fuera del camino a medida que
avanzo. Antes de darme cuenta, he llegado a la puerta principal. Aspiro una codiciosa
bocanada de aire fresco, mi corazón se acelera tanto dentro de mi pecho que se siente
como si estuviera teniendo un ataque al corazón.

¿Qué demonios acaba de pasar?

Metiendo la mano en mi bolsillo trasero, saco mi teléfono para poder enviarle un


mensaje de texto a Shelby diciéndole que estoy afuera y lista para irme. Ella aparece en
el patio delantero un minuto después meneando la cabeza.

—¿Qué demonios, Harlow? Acabamos de llegar —cuando ve mi rostro, su


expresión se vuelve sobria—. ¿Qué está mal? ¿Pasó algo? Parece que has visto un
fantasma.

—¿Sabes quién es el dueño de esta casa? ¿Quién te invitó a esta fiesta? —Tan
pronto como hago la pregunta, sus labios se curvan en una profunda mueca.

—Bueno, al principio no lo sabía, pero como que lo descubrí. No pensé que fuera
a ser un gran problema. Solo quieren ser amigos. ¿Es eso realmente tan malo? No tiene la
menor idea de lo que está hablando.

—¿Les dijiste que iba a venir aquí a la escuela? ¿Cuando? ¿Cómo? ¿Y por qué? —
Grito, pasando mis dedos por mi largo cabello rubio. La parte racional de mí sabe que no
es culpa suya. Ella no sabe todas las cosas que han sucedido entre los Bishop y mi familia,
nadie lo sabe además de las personas involucradas.

Mi padre se aseguró de ello. Mantuvo nuestro nombre fuera de todo el incidente


porque no quería ser perjudicado y los Bishop no se atrevieron a acusarme de plantar la
bolsa a pesar de que sabían que fui yo. Aun así, en este momento, no puedo evitar liberar
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mi ira sobre ella.


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Sus ojos color avellana —más verde que marrón con esta luz— se abren como
platos y se lleva una mano al pecho.

—Se supone que eres mi amiga. ¿Cómo pudiste hacerme esto? —El shock y la
confusión están escritos en todo el rostro de mi mejor amiga mientras le grito las palabras.
No tiene ni idea de lo que ha hecho mal y, sinceramente, no puedo culparla.

Ahora mismo, solo necesito irme. Alejarme.

Dando la vuelta, empiezo a alejarme de ella, de la casa y, lo más importante, de los


Bishop. Todo está arruinado ahora. Han venido para vengarse y no hay una maldita cosa
que pueda hacer para detenerlos. No tengo a nadie que me proteja ahora. Después de
todo lo que hice por mi padre, no tengo a nadie a quien culpar excepto a mí misma. Soy
yo quien tiene que sufrir las consecuencias. Las lágrimas comienzan a caer y las limpio
con el dorso de la mano. Sabía que venir a esta fiesta era un error.

—Harlow —me llama Shelby una vez, pero sigo caminando sin prestarle ni una
pizca de atención. Tendré que disculparme más tarde, pero ahora mismo, no puedo lidiar
con eso. Caminando por la larga calzada pateo la tierra. Estúpida. Fui tan estúpida al
pensar que podía alejarme y que mis problemas nunca me encontrarían. Una ligera brisa
sopla desde el océano y azota mi cabello en un millón de direcciones diferentes,
helándome hasta los huesos. Envolviendo mis brazos a mí alrededor, trato de olvidarme
de todo lo que me ha traído hasta aquí.

Todos los errores que cometí, las cosas que hice. No sé cuánto tiempo camino, pero
finalmente llego al final del largo camino de entrada, justo cuando un automóvil entra en
él. No levanto la vista del suelo y espero que el automóvil continúe avanzando, pero me
sorprende cuando se detiene a pocos metros de mí.

Para empeorar las cosas, la ventanilla del lado del conductor baja un momento
después.

—Oye, ¿estás bien? ¿Necesitas que te lleven? —Miro hacia arriba y encuentro a
una chica de mi misma edad mirando por la ventana, con una sonrisa en los labios.
Cuando ve mi cara, su sonrisa se convierte en una mueca.

¿Tan mal me veo?

—No lo sé —me digo más a mí misma que a ella. De verdad, no lo sé. Pensé que
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venir aquí me salvaría, pero parece que solo me ha atrapado más.


Página
—Vamos, déjame llevarte a donde sea que estés caminando. —Debería decir que
no, debería seguir caminando. No conozco a esta chica. Ella podría ser una asesina en
serie por lo que sé. Pero su oferta es tentadora y no quiero pensarlo demasiado. Me
arriesgo a ser secuestrada o asesinada si me quedo aquí.

—Claro. Solo necesito que me lleven a los dormitorios —le digo, caminando hacia
el lado del pasajero. Conduce un jeep viejo, algo que, en mi antigua ciudad, nadie sería
sorprendido conduciendo.

Abriendo la puerta entro, la pequeña luz del techo se enciende, proyectando un


resplandor amarillo sobre las dos. Cierro la puerta detrás de mí y agarro el cinturón de
seguridad haciéndolo a un lado.

—Soy Caroline. —Ofrece, cuando entro en el auto y me cierro el cinturón de


seguridad. Me da otra inofensiva sonrisa que solo puedo distinguir por la luna gigante
que cuelga en el cielo.

Girando en mi asiento la miro. Es joven, como yo, con el cabello corto y castaño,
casi me recuerda a una Tinker Bell2 morena.

—Harlow —le digo, tratando de ocultar la tristeza de mi voz.

—Bueno, Harlow, parece que realmente te vendría bien un trago. ¿Todo bien?

—Si estoy bien. Solo me encontré con algunas personas de la secundaria. Las cosas
no terminaron bien entre esa gente y yo, así que... —Me detengo, mirando por la ventana.

—Ah, lo entiendo. ¿Una vieja llama de la secundaria? ¿Lo viste con otra chica? —
Casi me río de sus palabras. Desearía que fuera así de simple.

—No, nada de eso. Es complicado —suspiro.

—Si quieres hablar de ello, soy un gran oyente. Oye, ¿en qué dormitorio estás,
nunca lo dijiste?

—Ala sur, dormitorios de primer año —murmuro distraídamente.

—Yo también soy estudiante de primer año. Vivo en los dormitorios al otro lado
de la calle, frente al tuyo. En realidad no conozco a nadie aquí todavía, así que en serio,
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si alguna vez quieres salir, soy tu chica. Sin embargo, no hay presión.
Página

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Tinker Bell, conocida como Campanita en Hispanoamérica y Campanilla en España, es un personaje ficticio en la
obra de teatro y posterior novela Peter Pan y Wendy, de J.M. Barrie.
—Gracias, lo tendré en cuenta —digo cuando llegamos al estacionamiento de los
dormitorios—. De verdad, gracias, lo aprecio, y por el viaje también.

—No hay problema. Te veré por ahí, Harlow. —Le doy un saludo a medias y
camino hacia la entrada del dormitorio. Mi mente está tan consumida por mi encuentro
con los hermanos Bishop que no me doy cuenta de lo extraño que fue mi encuentro con
Caroline. Ni siquiera le pregunté por qué llegaba tan tarde a la fiesta, o por qué se
apresuró a traerme a casa cuando ni siquiera había puesto un pie en la fiesta ella misma.
¿Siempre recoge gente al azar?

Empujo mis pensamientos sobre ella al fondo de mi mente y decido digerirlos otro
día. Ahora mismo, tengo que averiguar cómo voy a seguir yendo a la escuela aquí con
esos imbéciles. Cuando entro a mi habitación, me pongo un pantalón de dormir y una
camiseta de gran tamaño. Me quito el maquillaje de la cara y me dejo caer en la pequeña
cama individual.

Las lágrimas pican mis ojos una vez más y esta vez las dejo caer. Caen suavemente
en cascada por mis mejillas. Soy una amiga tan horrible. En mi ataque de pánico y rabia,
arremetí contra la única amiga que tengo aquí. La dejé en esa fiesta sin siquiera pensarlo.
Cerrando mis manos en pequeños puños, las golpeo contra el edredón azul. Dejé que esos
estúpidos imbéciles ganaran cuando salí huyendo. Quiero gritar. Nunca he sido del tipo
que huye, que se esconde, pero no quiero luchar contra ellos. Terminé de pelear, terminé
con las mentiras, con todo el drama.

Mis ojos se cierran y ruego que el sueño llegue. En cambio, las imágenes de los
hermanos se filtran en mi mente. Altos, bronceados, guapos como el infierno. Sería
mucho más fácil odiarlos si no fueran hermosos y si las cosas que mi padre me había
dicho fueran ciertas.

El recuerdo de esa noche me persigue, se cierne sobre mí como un fantasma. Es


una de las peores y también una de las mejores noches de mi vida, todo envuelto en una.

La peor porque arruiné a los Bishop.

La mejor porque recibí mi primer beso, a pesar de que fue con Sullivan Bishop.

No sé cómo voy a acercarme a él. La casa de Bethany Kingston está llena, lo que dificulta
abrirme paso entre la multitud, y no ayuda que no tenga idea de dónde está. Las fiestas no son mi
escenario y estoy segura de que estoy llamando la atención sobre mí misma ya que sigo
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deteniéndome y revisando la estancia, especialmente porque no tengo una bebida en la mano. Un


Página
nudo de preocupación llena mi estómago. Quiero estar en casa, no fuera haciendo el trabajo sucio
de mi padre.

El paquete se siente pesado en mi bolsillo a pesar de que es tan ligero como una pluma. Todo
lo que tienes que hacer es ponérselo en el bolsillo, me digo a mi misma, inspeccionando la estancia
una vez más en busca de su cabello castaño rojizo. Los hermanos Bishop destacan entre los demás
chicos, no solo por su aspecto, sino por el aire que los rodea. Caminan con un distintivo en los
hombros, uno que dice “Soy mejor que tú”.

—¿Vienes a jugar, princesa? —Una voz profunda dice desde atrás, vibrando a través de
mí y enviando pequeños riachuelos de calor a mi núcleo. No debería sentirme atraída por ellos,
pero al igual que el resto de la población femenina, lo estoy y me odiaba por ello.

—No contigo —me burlo, girándome, me encuentro cara a cara con Sullivan. Ojos tan
azules como el cielo me miran. Están enmarcados por gruesas pestañas por las que la mayoría de
las mujeres en mi escuela morirían. Aprieto los dientes mientras dejo que mi mirada recorra su
rostro. Pómulos altos, hoyuelos y labios rosados suaves y llenos.

Él, Oliver y Banks se ven casi idénticos, aunque Oliver tiene ojos marrones que me
recuerdan al chocolate derretido en lugar de azules como Banks y Sullivan. Tienen una edad
cercana, Oliver es dos años mayor que nosotros, Banks solo un año.

Los labios rosados de Sullivan se convierten en un mohín —Eso es una pena. Me pregunto
¿qué es lo que haces para divertirte? Nunca te veo en fiestas como esta.

—No me gusta la gente que viene a fiestas como esta —miento. Me gusta la mayoría de la
gente de aquí. Simplemente no me gusta cómo actúa la gente en las fiestas. No me gusta la bebida
ni el baile.

—Si no te gusta la multitud, ¿por qué no salimos a dar un paseo? ¿Has visto ya el patio
trasero de Kingston? —He oído hablar del patio trasero. Se supone que es hermoso.
Aparentemente, el Sr. Kingston gasta miles de dólares cada pocas semanas para tener el jardín más
prístino con algunas de las flores más raras. Pero salir con Sullivan… ¿solo nosotros dos?

—Vamos, no voy a morder. —Me guiña un ojo, dándome una sonrisa digna de desmayo.

—Está bien —le digo, sólo en parte para tener la oportunidad de plantar la bolsita. Extiende
su codo y engancho mi brazo con el suyo mientras salimos juntos. Estúpidamente, la bolsa está en
el bolsillo al que no puedo acceder con mi brazo entrelazado así con el suyo.
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Página
Es muy difícil verlo como el malo cuando se comporta tan bien conmigo. Tengo que
recordarme lo que su familia le ha hecho a la mía y dejar de pensar en lo agradable que se siente
caminar tan cerca de él.

Como prometió, me lleva a pasear, mostrándome el hermoso jardín. Hablamos sobre la


escuela y las próximas vacaciones de verano mientras admiramos la belleza de las flores únicas y
la cálida luz que proviene del cielo nocturno. Odio admitirlo, pero en realidad lo estoy pasando
bien. ¿Por qué está siendo tan amable conmigo?

La duda se arrastra por mi columna y se instala en mi nuca, dándome un sutil dolor de


cabeza. No creo que pueda hacer esto. Quizás simplemente vuelva a casa y le diga a mi papá que
no pude llegar a él.

—¿Estás bien? —Sullivan se detiene de repente.

—Sí, lo siento, solo me perdí en mis pensamientos.

—¿Si? Yo también.

—¿Qué estás pensando? —Pregunto con curiosidad. No debería importarme lo que esté
pensando. No estoy aquí para hacer preguntas o acercarme a él.

— Mayormente sobre besarte.

Mi corazón se congela dentro de mi pecho. ¿Acaba de decir besarme? ¿Besarme? Me quedo


mirando su rostro estúpidamente hermoso esperando a que me diga que está bromeando, que es
una broma, pero nunca lo hace. En cambio, continúa hablando.

—¿Eso estaría bien? ¿Si te beso, quiero decir? Sé que nuestros padres se odian y que
tampoco deberíamos interesarnos por el otro, pero es solo un beso. —Su pregunta flota en el aire
por un momento, y me trago mi nerviosa ansiedad, sabiendo que voy a decir que sí. No creo que
quiera besarlo, definitivamente no, pero esta es mi oportunidad de acercarme lo suficiente para
plantar la bolsa.

—Está bien... Un beso... Un beso estaría bien, quiero decir —susurro justo antes de que me
quite un mechón de cabello de la cara. Su pulgar roza mi mejilla dejando mi piel hormigueando
bajo su toque. Se inclina con los ojos bien abiertos, como si no quisiera perder la oportunidad de
ver mi rostro mientras nuestros labios se tocan.

Entonces nuestros labios se unen, presionándose juntos y mis ojos se cierran por sí solos.
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Hormigueos de calor se agitan a través de mí. Todo lo que nos rodea se desvanece como si fuéramos
las dos únicas personas en el mundo. Todo lo que siento son sus labios suaves y llenos contra los
Página
míos. El beso es suave, conmovedor, y me inclino hacia él mientras nuestros labios se funden entre
sí.

Me doy este segundo para olvidar todo, la razón por la que estoy aquí y la razón por la que
debería odiarlo. Las mariposas revolotean dentro de mi estómago provocando un profundo temblor
en mi interior. Un calor se filtra en mis huesos, derritiéndome como un cono de helado al sol de la
tarde. Quiero perderme en ese sentimiento, no sentir nada más a su lado, pero la voz de mi padre
resuena en mis oídos en ese momento. Necesito recordar lo que su familia ha hecho, el dolor que
han causado.

Con el corazón apesadumbrado y una mano temblorosa, tomo la pequeña bolsa de plástico
de mi bolsillo y la meto en el suyo antes de apartarme rompiendo el beso.

Mi primer beso.

El tintineo de las llaves fuera de la puerta me arrastra de vuelta a la realidad. La


cerradura hace clic y la puerta se abre un momento después. La luz se enciende,
cegándome en el proceso.

—¿Qué demonios, Harlow?

Dejo que mis ojos se ajusten por un momento antes de levantarme de la cama y
caminar hacia mi amiga. —Lo siento, Shelby —le digo mientras la rodeo con los brazos y
entierro mi cara en su espeso cabello rubio—. Lamento mucho haberte gritado. No lo
sabias. No debería haberme desquitado contigo.

—¿Qué no sabía? —Pregunta, mientras me rodea con sus propios brazos—. Dime
qué está pasando, por favor.

—Bueno. —Soltándola, tomo su mano y la llevo a mi cama. Nos sentamos juntas


y me envuelvo con la manta antes de comenzar a explicar todo. Le juré a mis padres que
nunca se lo diría a nadie, pero ellos ya no me controlan. Entonces, le cuento a Shelby
sobre el pasado, sobre lo que sucedió y sobre lo que hice.

Le hablo de mi mayor vergüenza con la esperanza de que aún pueda mirarme de


la misma manera después. Esperando no perder a mi mejor amiga como he perdido todo
lo demás en mi vida.
24
Página
3
Cuando abro los ojos el primer día de clases, me siento mejor de lo que pensaba.
Han pasado dos días desde mi encuentro con los Bishop y desde que le conté todo a
Shelby. Estaba sorprendida por todo el asunto, pero además de eso se lo tomó bastante
bien. Ella no me odió como pensé que lo haría y estoy más agradecida que nunca de
tenerla como mi amiga. Prometió no decir nunca una palabra sobre nada de eso.

Shelby ya se ha ido cuando estoy vestida y lista para partir. Tiene una clase
temprano, mientras que la mía no empieza hasta las diez. Pensé brevemente en cambiar
de escuela, pero decidí que no voy a huir de mis problemas otra vez, Shelby está aquí y
no hay forma de que su padre le permita cambiar de escuela nuevamente y no quiero ir
sola a ningún otro lado. Ya estoy sola, no hay necesidad de aislarme más.

Creo que la mejor manera de tratar con los Bishop es ignorarlos lo mejor que
pueda. No jugaré en sus juegos ni dejaré que me derriben. Vine aquí para ser una
estudiante universitaria normal y eso es lo que voy a ser.

Guardo todos mis libros y cuadernos en mi mochila, la coloco sobre mi hombro y


salgo por la puerta, cerrándola al salir. Me doy la vuelta y camino por el pasillo con un
mapa del campus y mi horario de clases en la mano.

Con los ojos fijos en el papel, ni siquiera veo a la persona que está delante de mí
hasta que es demasiado tarde y mi cuerpo se estrella contra otro. Aferrándome al papel
en mis manos, miro hacia arriba sorprendida.

Estoy a punto de murmurar una disculpa cuando me doy cuenta de que es Banks
quien se alza frente a mí y, a juzgar por la expresión de su rostro, que él esté aquí no es
solo una coincidencia.

—Buenos días, princesa —sonríe, sus ojos azules brillan con diversión unilateral.

—¿Qué quieres, Banks? — Intento pasar a su lado, pero bloquea mi salida y se


interpone en mi camino, con él construido como un muro de ladrillos, no hay mucho que
pueda hacer para evitarlo.

—Estaba pensando en lo agradable que sería para mí recogerte para poder caminar
juntos a nuestra clase.

—¿Nuestra clase? —Repito sus palabras con incredulidad.


25

—Sí, nos aseguramos de que al menos uno de nosotros esté siempre en una de tus
Página

clases, para poder vigilarte —explica—. No queremos que la pases bien ni nada. —Se
inclina hacia adelante y me quita un mechón de cabello suelto de la cara. Su dulce y
embriagador aroma a canela me envuelve, haciéndome difícil respirar. Así de cerca casi
olvido que él es el enemigo. Casi—. Recuerda, estamos aquí para hacerte la vida lo más
difícil posible.

—Tengo esa parte, gracias. —Alejo su mano y me doy la vuelta caminando en la


otra dirección. No voy a hacer esto. No puedo manejarlo ahora mismo.

El sonido de sus pesados pasos siguiéndome por las escaleras reverbera alrededor
cubo de la escalera, pero incluso sin el sonido, sabría que está allí. Puedo sentir su
presencia. Puedo sentir su cuerpo cerca del mío, al igual que puedo sentir a cada uno de
los hermanos Bishop cuando están en la misma habitación que yo.

No puedo explicarlo, pero siempre ha sido así. Solía pensar que era porque eran
malos y tengo un sexto sentido sobre las personas malas, pero hace un tiempo descubrí
que la piel de gallina que cubre mi piel no está ahí porque me dan escalofríos, no, es algo
mucho más preocupante que eso.

Banks me alcanza y se pone a caminar a mi lado. Mi respiración se detiene ante su


cercanía. Maldita sea, ¿por qué mi cuerpo tiene que reaccionar así cuando uno de ellos
está cerca? ¿Por qué mi cuerpo no puede recibir el memorándum sobre nuestro odio
mutuo?

—Estás mucho menos molesta de que esté aquí de lo que pensé que estrías. Tal
vez incluso te guste tenerme cerca —dice, y puedo sentir mis mejillas calentarse,
delatando mi vergüenza—. ¿Estás emocionada de verme? ¿Es por eso que no te alejaste
cuando estuve de pie detrás de ti la otra noche?

—Detente —espeto y acelero el paso. Desafortunadamente, él es mucho más alto


que yo, sus piernas más largas y aunque ahora estoy caminando rápido, él solo camina
casualmente a mi lado, no tiene ningún problema en mantener el ritmo.

Señor, por favor, tírame por el costado de un acantilado ahora mismo.

Todo lo que consigo son dos pasos más antes de que Banks me agarre del brazo y
me acerque a él. Nos hace girar y empuja mi cuerpo contra la pared más cercana. Con
mi espalda pegada al frío ladrillo, se inclina, tan cerca que su cuerpo se amolda al mío.
Agacha la cabeza para que su boca esté justo al lado del pabellón de mi oreja y tengo
esta extraña necesidad, incluso deseo, de girar y sentir sus labios contra los míos.
26

¿Me devolvería el beso? Esta atracción está mal, pero se siente tan bien.
Página
—¿Te gustó lo cerca que estuve? ¿Lo cerca que estoy ahora? —Su aliento es
caliente en mi piel y mientras habla, un escalofrío recorre mi cuerpo, desde la parte
superior de mi cabeza hasta los dedos de los pies. Esto está mal, muy mal. Está llenando
mi espacio, mi mente. Haciéndome pensar y sentir cosas que no debería.

Si. —No —gruño. Mi mentira no debe ser muy convincente, porque Banks deja
escapar una suave risa ante mis palabras. Y así, el momento termina y Banks se aleja,
dejándome fría.

—Sigues siendo una mentirosa, pero está bien. Te quitaremos ese pequeño y
desagradable hábito.

—¿Puedes irte? —Intento reprimir la ira, la vergüenza me recorre.

—No —gruñe—. No nos iremos. No hasta que hayamos terminado contigo. —Da
un paso atrás, dejando unos centímetros de espacio entre nosotros—. Ahora vámonos.
Puede que no importen por tus calificaciones o clases, pero a mí sí, y no quiero llegar
tarde el primer día, así que muévete o te arrojaré sobre mi hombro y te llevaré.

Él no lo haría. ¿Lo haría? Mis pensamientos deben ser visibles en mi rostro.

—No me tientes, Harlow. Puedo, y lo haré —susurra para que solo yo pueda
escucharlo mientras un grupo de personas pasa. El tono de su voz contiene una
advertencia que no debería querer desafiar, pero que me siento tentada a hacer.

—Lo que sea —suspiro, poniendo los ojos en blanco. Si no me dejan en paz y
sienten la necesidad de acompañarme a todas las clases, entonces tendré que encontrar
una manera de hacer que se vayan. Voy a tener que idear un plan.

Venceré a los hermanos Bishop en su propio juego.

BANKS NO ESTABA BROMEANDO cuando dijo que se aseguraron de que


hubiera al menos uno de ellos en cada una de mis clases. Al principio, no pensé que
fueran tan osados, pero los subestimé. Su necesidad de venganza es muy real. También
hace que me sea muy difícil concentrarme.

Mi primera clase con Banks no fue tan mala, pero la siguiente con Oliver fue
horrible. Las chicas halaban con él todo el tiempo y él respondía mientras trataba de
27

incluirme en la conversación, pero no de una buena manera. Por supuesto, cuando intenté
hacer que se callaran, el profesor me gritó por interrumpir la clase. Para cuando llega la
Página
hora del almuerzo, estoy molesta, hambrienta y lista para apuñalar a los tres directamente
en los ojos.

—¿Qué vamos a almorzar, princesa? —Oliver pregunta al salir de la clase de


economía.

—¿Vamos? —Pregunto, deteniéndome en medio de la acera, tomando a Oliver por


sorpresa—. No vamos a comer nada para el almuerzo.

Oliver gira sus ojos marrón chocolate —Puedes luchar contra esto todo lo que
quieras, pero yo no iré a ninguna parte, y tampoco mis hermanos.

Pasa una mano por la espesa mata de cabello castaño que tiene en la cabeza. Me
lamo los labios, preguntándome si es tan suave como parece. ¿Por qué me atraen tanto
estos chicos? Así que, le di a Sullivan mi primer beso, para lo que importa, pero eso no
significa que deba desear a Banks o a Oliver.

—Dios, estoy jodidamente hambriento. —Otra voz atraviesa mis pensamientos, y


me doy la vuelta para encontrar a Sullivan caminando hacia nosotros, sus labios como un
faro llamándome.

Jesús. Necesito dejar de pensar en besar a estos imbéciles.

—Bueno, vas a tener hambre un poco más porque la princesa dice que no vamos a
almorzar juntos.

Poniendo los ojos en blanco, digo: —Ninguno de los dos almorzará conmigo. Ya
es bastante malo que ni siquiera pueda asistir a clase yo sola. Las chicas siguen
mirándome, mirándome fijamente, y puedo verlas afilando sus garras. Estar cerca de
ustedes añade una atención no deseada. Todo lo que quiero hacer es ir a clase y volver a
mi dormitorio. ¿Es eso mucho pedir?

Sullivan cruza la distancia entre nosotros en un segundo, la cercanía de su cuerpo


es casi demasiado para mí, su dulce aroma flotando en mi nariz. Tener a los tres hermanos
a mí alrededor es como una sobrecarga sensorial y estoy a segundos de perderme.

—Ese es el punto. ¿Cómo crees que se sintió tener todos los ojos puestos en mí?
¿Que la gente difunda mentiras sobre mis padres? ¿Estar bajo el escrutinio de toda una
ciudad? —Sus palabras son entrecortadas y su tono es oscuro.
28

Inmediatamente recuerdo la gravedad de esta situación. Puede que esté soñando


despierta con besarlos mientras estoy molesta por su presencia, pero no puedo olvidar
Página

por qué está sucediendo esto, qué tan serio es todo. Cuánto me odian, y cómo esa es la
fuerza impulsora detrás de todo lo que hacen, verme sufrir. No puedo distraerme con mi
irracional reacción hormonal hacia ellos.

Entonces mi estómago comienza a gruñir, recordándome lo hambrienta que estoy.


Podría volver a mi habitación y encerrarme dentro hasta mi próxima clase, tal vez ellos
ya se hayan ido para entonces. Dudoso. Pero no tengo nada para comer en el dormitorio.

—Bien —digo derrotada—. Vamos a almorzar entonces.

Oliver y Sullivan sonríen triunfalmente antes de acompañarme como dos escoltas


a la cafetería del campus. Hacen un espectáculo de ello, abriéndome puertas como
auténticos caballeros. Puedo sentir cada par de ojos sobre mí mientras caminamos.
Incluso la señora de mediana edad que reparte comida me está mirando mal. Quiero
decirle lo mucho que me disgusta que me sigan, pero no lo hago. Algo me dice que a ella
no le importaría de todos modos.

Cuando finalmente nos sentamos, la gente en la mesa de al lado comienza a


susurrar, inclinándose unos hacia otros. No sé lo que están diciendo, pero no es difícil de
adivinar. Uno de los chicos de la mesa me mira de forma escalofriante, y juro que lo veo
lamiendo sus labios mientras su mirada recorre mi pecho.

¿Qué mierda?

La chica a su lado —quien supongo que es su novia— se levanta para irse y lo


arrastra del brazo fuera de la cafetería. Si las miradas pudieran matar, su mirada me
habría matado diez veces.

—Alguien podría haber difundido el rumor de que te gustan algunas cosas


pervertidas y estás buscando más compañeros de juego porque tres tipos no son
suficientes para ti —se ríe Sullivan antes de tomar un bocado de su sándwich. Mis mejillas
se calientan instantáneamente, y uso mi cabello dorado como cortina para esconder mi
rostro del grupo de personas que todavía están sentadas en la mesa de al lado.

—Tienes que estar bromeando —susurro bajo mi aliento. El hambre que sentí hace
un momento se desvanece y es reemplazada por enfermizas náuseas. Nunca he tenido
sexo antes, ¿y ahora supuestamente estoy metida en alguna mierda pervertida de
múltiples parejas?

Empujando la bandeja de comida me levanto para irme.


29

—Oh, vamos, Harlow, es solo un rumor —bromea Oliver cuando lo empujo para
Página

pasar por un lado de él. Aferrándome a la correa de mi mochila como si de alguna manera
pudiera salvarme, salgo corriendo de la cafetería, esperando que me den un poco de
espacio. Necesito algo de tiempo para mí, unos segundos para respirar y ordenar mis
pensamientos.

Dando la vuelta alrededor del edificio, me apoyo contra la pared de ladrillo y


presiono mis manos sobre mi cara caliente. Se suponía que venir aquí me ayudaría a
olvidar mi pasado, North Woods, todas las cosas que hice por mi padre, pero debería
haberlo sabido mejor que tener tanta esperanza. No podía simplemente huir de lo que
hice, de mis problemas. Sin embargo, no significa que no quisiera intentarlo.

Después de unos minutos de ejercicios de respiración, finalmente consigo


calmarme lo suficiente como para pensar correctamente. Pasando una mano por mi cara
y por mi cabello, espero parecer una persona normal y no alguien que está al borde de
un colapso mental.

Enderezándome vuelvo a caminar alrededor del edificio. Mirando mi teléfono en


estado de shock, me doy cuenta de que me he estado escondiendo detrás del edificio
mucho más tiempo del que pensaba.

Mierda. Voy a llegar tarde a mi próxima clase. Sin dejar de mirar mi teléfono, ya
que hay un mensaje de texto de Shelby que necesito devolver, empiezo a caminar en
dirección al edificio de ciencias cuando escucho a alguien llamándome por mí nombre.

Estoy agradecida de que no sea uno de los hermanos. Esta voz es femenina.

—Hey, Harlow —la voz me resulta familiar y cuando levanto la vista de mi


teléfono veo a la chica de la otra noche. ¿Caroline? Creo que ese es su nombre, la que se
parece a Tinker Bell.

—Hola, Caroline —la saludo—, Lo siento, pero se me hace tarde. Tengo que llegar
al edificio de ciencias.

—¿Ciencias ambientales 101?

Mis cejas se fruncen con confusión, —Ah, sí. ¿Cómo supiste?

—Me dirijo a la misma clase —se ríe, su cabeza morena se agita—. Entonces
supongo que llegaremos tarde juntas.

Por primera vez hoy, sonrío, porque los hermanos no están a la vista y me estoy
30

aventurando a hacer amigos. La caminata a clase es corta, pero Caroline llena nuestra
caminata de preguntas. ¿De dónde soy, si realmente estoy saliendo con los tres hermanos
Página
Bishop? Al parecer, los rumores se difunden más rápido de lo que pensaba en la
universidad.

Llegamos a clase cinco minutos después de que comience. El profesor me mira


ácidamente pero no dice nada. Mi mirada recorre la clase para encontrar un asiento, más
ojos y susurros.

Genial. Sólo hay dos sillas libres y, por supuesto, Banks está sentado al lado de una
de esas sillas libres. Me da una sonrisa extrañamente cálida, haciéndome señas. Jesús,
¿por qué no pueden simplemente desaparecer? Niego con la cabeza hacia él, pero luego
veo a Caroline tomar la otra silla libre, dejándome sin otra opción.

—Por favor, siéntese, señorita —me regaña el profesor, molestia unida a sus
palabras.

Con la cabeza inclinada por la derrota, me desplomo junto a Banks y abro mi libro
de texto.

—¿Puedo unirme a tu harem, Harlow? —Banks pregunta, y sé que solo está siendo
un idiota, restregándome el rumor en la cara. Usando mi codo lo golpeé en el costado y
sonrío cuando deja escapar un gruñido bajo, haciéndome saber que no lo vio venir.
Caroline me dirige una expresión de desconcierto, y me pregunto si ella me creerá a mi o
a los rumores que se están difundiendo.

La mandíbula de Banks se aprieta y sus ojos se entrecierran mientras se inclina


para susurrarme al oído.

—Dame un codazo otra vez y haré una burla de ti delante de todos. —Su
advertencia me hace temblar y no puedo evitar girarme ligeramente hacia él, mi mirada
chocando con la suya. La necesidad de preguntarle qué haría es casi excesiva. Mi mente
imagina todo tipo de cosas, todas las cuales están mal en todos los sentidos.

Hay un huracán de emociones arremolinándose en esas profundidades azules y


quiero descifrarlo, revelar todos sus secretos. Sullivan pudo haber tenido mi primer beso,
pero algo me dice que Banks tendrá mi segundo.

Una ráfaga de susurros llena la habitación y me doy cuenta de que la gente nos
mira, sonríe, se ríe y solo así, he cometido un error. He alimentado directamente los
rumores que se están difundiendo. La sonrisa que se extiende por el engreído rostro de
31

Banks me dice que ese fue su propósito desde el principio y, de repente, vuelvo a odiarlo
a él y a sus hermanos de nuevo.
Página
4
La primera semana de clases transcurre sin más incidentes. Aparte de las miradas
sucias y susurros por todas partes, no ha sucedido nada más y, gracias a Dios por eso. Ya
tengo bastante con lo que lidiar.

Odio admitirlo, pero las clases son más difíciles de lo que pensaba. Siempre había
tenido buenas calificaciones en la escuela secundaria sin siquiera esforzarme demasiado
y ahora me doy cuenta de que podría haber tenido algo que ver con que mi padre fuera
un gran donante de fondos para la escuela.

—¿Cómo lo llevas? —Pregunta Shelby, mientras me preparo para una ducha. Me


encojo de hombros. Realmente no estoy segura de qué demonios debería decirle. ¿Le digo
que los hermanos me están siguiendo? ¿Sobre los rumores? Estoy segura de que ya los ha
escuchado.

—Todo está bien, supongo, solo creí que la universidad sería diferente —admito—
. Pensé que seríamos nosotras dos divirtiéndonos, pasando nuestros días haciendo lo que
quisiéramos —Shelby está estudiando arte, mientras que yo me especializo en psicología
social. Sabía que no tendríamos muchas clases juntas, pero no esperaba verla tan poco.

—Sé que los chicos te están poniendo de los nervios.

—Ese es el eufemismo del año —me burlo—. Simplemente no se detendrán. No sé


de dónde sacan la energía para ser tan molestos.

—Oh hombre, eso suena mal. —Ella niega con la cabeza—. No puedo creer que
solía estar enamorada de Sullivan.

—¿Lo estabas? —No puedo creer que no lo supiera.

—Sí, sexto grado, la clase de la señorita Holli.

Me encojo de hombros. —Bueno, no te sientas mal, todo el mundo estaba


enamorado de él en la escuela secundaria.

—Sí, supongo. Hey, escucha, lamento que no pasemos mucho tiempo juntas, y
lamento aún más lo que voy a decirte.

—Oh Dios, ¿qué es? ¿Pasa algo malo? ¿Tu papá te está obligando a regresar? —No
creo que pueda soportar nada más en este momento. Puede que no nos veamos mucho,
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pero saber que ella está aquí, conmigo, me hace sentir mejor, no tan sola.
Página
—No, no, no es eso. Es solo... —Ella parece estarlo eludiendo, y un nudo de
ansiedad comienza a construirse en mis entrañas—. Es solo que... obtuve una pasantía
remunerada en la galería de arte local. —Finalmente murmura, con la cabeza gacha, como
si estuviera avergonzada.

—¡Oh, Dios mío, Shelby! ¡Eso es genial! Estoy tan orgullosa de ti —grito,
lanzándome hacia ella y rodeando mis brazos alrededor de su cuello—. Espera. ¿Por qué
suenas tan triste por eso? —Debería estar emocionada, saltando arriba y abajo, pero en
cambio parece uno de esos perros en el refugio de animales.

—Porque significa que me ausentaré aún más. Apenas nos veremos y sé que me
necesitas ahora mismo. Estoy siendo una mala amiga. Debería rechazar la oferta. Solo soy
un estudiante de primer año y tampoco necesito el dinero.

Empiezo a negar con la cabeza, mechones rubios de cabello se aferran a mi cara.

—Oh diablos, no. ¡Absolutamente no lo harás! Irás y sacudirás su mundo y les


mostrarás lo increíble que eres.

De ninguna manera le permitiré renunciar a algo como esto, ella también merece
tener libertad. Sobreviviré, de una forma u otra. No va a sacrificar su felicidad para ser
un escudo humano para mí.

—¿Estás segura? Vine aquí por ti y no quiero ser esa amiga que se esfuma.

—Sí, estoy segura. Si no vas, te obligaré. —Le doy mi mejor mirada malvada que
solo la hace sonreír. Examina mi rostro como si no me creyera, y yo estrecho la mirada,
la seriedad se apodera de mis rasgos.

—¡Esta bien! Iré —murmura en mi cabello mientras se inclina hacia adelante. Me


aferro a ella un poco más antes de alejarme, extrañando el abrazo tan pronto como
termina—. Me están pidiendo que vaya hoy para que puedan mostrarme el lugar,
después de las clases iré allí y regresaré más tarde esta noche.

—Sí, eso estaría genial. Y para que lo sepas, estoy muy orgullosa de ti. Te mereces
esto. Ahora ve y diviértete. De todos modos tengo que darme una ducha. En caso de que
no lo hayas notado, apesto —exclamo, fingiendo oler mi axila mientras agarro mi bolsa
de ducha.

Shelby se echa hacia atrás por completo, pellizcando su nariz. —Eso es lo que
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apesta.
Página

—¡Hey, vamos! —Me quejo, riendo.


—Sal de aquí y deshazte de ese olor. —Bromea. Salgo de la habitación sintiéndome
ligera y feliz, me dirijo por el pasillo hacia las duchas. Esa es una de las muchas cosas de
mierda de vivir en dormitorios, los baños son compartidos, al igual que las duchas.

Entro al baño y encuentro a otras dos chicas dentro que me miran como si no
estuvieran contentas de verme. Ni siquiera estoy en la ducha todavía y puedo escuchar a
dos chicas susurrando en la esquina. No sé si simplemente no les importa o si lo hacen
obvio a propósito, pero es muy molesto. Todos los rumores y susurros me consumen el
alma. Pensé que se calmaría después de un par de días, pero parece que cuanto más lo
ignoro, más fuertes se vuelven los susurros. El hecho de que alguno de los hermanos esté
conmigo todo el tiempo solo aumenta los rumores.

Haciendo todo lo posible por ignorarlas, me quito la ropa y la dejo en el banco


frente a las duchas.

El sonido de una puerta abriéndose y cerrándose llega a mis oídos justo antes de
que me quite la ropa interior y me meta en la ducha, cerrando la cortina detrás de mí.
Con suerte, se fueron, ya que lo último que quiero hacer es lidiar con las perras maliciosas
después de la ducha. Jugando con el agua espero hasta que se caliente y dejo que el agua
humeante calme los rígidos músculos de mi cuello. Mientras me lavo el cabello, el silencio
dentro de la gran habitación se vuelve demasiado y empiezo a tararear para mí misma.

Perdida en la ducha y en la canción dentro de mi cabeza, no escucho a nadie entrar


en la habitación.

—¿Qué canción es esa, princesa? —Una voz masculina resuena a mí alrededor.


Estoy tan sorprendida que dejo caer mi jabón y casi resbalo y aterrizo sobre mi trasero en
el proceso. Afortunadamente, puedo agarrarme a la cortina de la ducha y estabilizarme
antes de hacerlo. Con el corazón saliendo de mi pecho, y mis ojos muy abiertos, me quedo
ahí, sorprendida y confundida.

Empuñando el endeble plástico en mi mano, corro la cortina hacia un lado lo


suficiente para asomar la cabeza y encontrar a Banks de pie frente a mi ducha con una
arrogante sonrisa y un brillo travieso en sus ojos. Aunque estoy molesta, no puedo evitar
la cálida descarga que se abre camino a través de mí al verlo. Lleva una camiseta ajustada
y un par de jeans rotos que abrazan sus tonificadas piernas. Parece que pertenece a la
portada de una revista.
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—¿Qué demonios estás haciendo? —Ladro.


Página
—Sólo estoy comprobando cómo estás. Asegúrate de limpiar todos los lugares
importantes. —Sus ojos vagan por mi cuerpo cubierto por la cortina y aunque sé que no
puede ver a través del plástico azul, siento que sí puede. Estar en presencia de los
hermanos Bishop es como estar bajo un microscopio y ahora mismo me siento desnuda
y expuesta y lo peor es que no me avergüenza ni me horroriza, en absoluto.

De hecho, tengo curiosidad, estoy emocionada y un poco excitada.

Mal, Harlow. Mal. Me regaño internamente.

—¿Quieres que me una? —pregunta, arqueando una espesa ceja marrón. Su


pregunta me hizo tragar. Si. Sí. Quiero. Espera... no... no, no lo hago. Cuando no le
respondo de inmediato, da un paso hacia mí.

—N-No... Por favor vete, se supone que no debes estar aquí. Este es un baño
exclusivo para chicas. —Digo lo obvio, tratando de no imaginarme a Banks quitándose la
ropa y entrando en la ducha conmigo. Brevemente me pregunto cuál de los hermanos se
ve mejor sin camisa, quién tiene la más grande...

—Lo que sea. —Se encoge de hombros, el fuego ardiente en sus ojos se convierte
en hielo en un instante—. Tu pérdida.

—Fuera, Banks, o te reportaré a la AR3.

—Oooo, estoy tan asustado —se burla.

Ambos sabemos que no importaría si lo denunciara. Ya es obvio que los Bishop


son la realeza en Bayshore. Me pregunto qué tipo de donación dieron sus padres a la
escuela, Dios sabe que los nuevos estudiantes, los de primer año, no se impondrían como
lo hacen ellos.

Cerrando la cortina por completo, asegurándome de que no haya ni un centímetro


de espacio a los lados para que él mire, termino de lavar mi cuerpo, manteniendo mis
ojos en la cortina de la ducha en todo momento. Finalmente, escucho sus fuertes pisadas
alejándose de mí, mi corazón late un poco más, pero es solo cuando escucho que la puerta
se abre y se cierra, que lo hace a un ritmo normal.

Termino de ducharme, afeitarme las piernas y lavarme el cabello antes de salir de


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la ducha. Me congelo cuando miro hacia el banco donde deposité todas mis cosas. Se han
Página

ido. Mi ropa ha desaparecido. Mi toalla desapareció. Ese imbécil se lo llevó todo.

3
Asistente Residente: Mantienen el orden, sirven como recurso para los residentes de los dormitorios, organizan
eventos y, en general, trabajan para mantener una comunidad de vida y aprendizaje positivos.
Estoy de pie completamente desnuda y sola en el centro de la habitación, mirando
el banco esperando que mis cosas vuelvan a aparecer. Pasan los minutos, las gotas de
agua siguen cayendo por mi cuerpo. Cuando estoy completamente segura de que esta es
la realidad y no estoy simplemente atrapada en una pesadilla, empiezo a revisar los
casilleros, esperando y rezando para que haya algo con qué cubrirme. Al menos para
poder llegar a mi habitación.

Cuando llego al casillero número veinte, finalmente encuentro una toalla. Es


pequeña, vieja y huele horrible, pero es mejor que nada. No me seco el cabello.
Simplemente envuelvo la desagradable toalla alrededor de mi cuerpo y regreso a mi
habitación. La áspera cosa es tan pequeña que apenas cubre todas mis partes femeninas.

Por algún tipo de maldito milagro no hay nadie en el pasillo y llego a mi habitación
sin incidentes. Llego a mi puerta y me detengo por una fracción de segundo. Tampoco
tengo mi llave, estaba en la bolsa que Banks se llevó, y no recuerdo si cerré la puerta con
llave o no. Giro el pomo, rezo una silenciosa oración y le doy las gracias al universo
cuando la puerta se abre.

Rápidamente me apresuro a entrar, cerrando los ojos, me apoyo en la puerta y


suspiro ruidosamente.

Gracias al cielo.

—¿Perdiste algo? —Dice una voz profunda y grave. ¡Oh, no, no lo hizo! No pudo
hacerlo, ¿verdad?

Con los ojos muy abiertos, me doy la vuelta agarrando la toalla apenas allí contra
mi pecho. Estoy bastante segura de que se me ven las mejillas del trasero, pero es mejor
que mis tetas o vagina. No puedo creer que Banks tenga el descaro de estar aquí después
de lo que acaba de hacer. Imbécil.

—Tú. —Mi labio inferior se curva de ira cuando lo veo recostado en mi cama, una
sonrisa come-mierda se extiende por su cara.

—¿Yo? —Él suelta una carcajada—. ¿Qué pasa conmigo? He estado sentado aquí
todo el tiempo esperándote. Parece que te olvidaste de llevar tus cosas contigo... ¿Cómo
es eso mi culpa? La sonrisa, el hecho de que esté sentado ahí luciendo guapo y arreglado
mientras yo apenas estoy escasamente cubierta por un hilo, me enfurece.
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—Escucha, puedo lidiar con que me sigan como cachorros perdidos e incluso con
los rumores de que sé que tú y tus hermanos están difundiendo sobre mí, ¡pero esta
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mierda, este pequeño truco va demasiado lejos! Tienes que quedarte fuera de mi
habitación y fuera de las duchas. —Estoy tan enojada que me tiemblan las manos. ¿Cómo
se atreve? Debería haber sabido que intensificarían su juego. Que harían algo más que
difundir rumores y seguirme. Este es el último lugar que me queda, mi oasis. El único
lugar al que puedo ir para escapar de ellos. Puedo manejar muchas cosas, pero esta... esta
invasión de la privacidad. Es la última gota.

—¡Has cruzado la línea, Banks! —Grito, sintiendo mi piel calentarse por el


arrebato.

—Yo... ¿yo crucé la línea? —Banks se pone de pie de repente y cruza la habitación
antes de que pueda parpadear, deteniéndose a solo unos centímetros de mí. El aire entre
nosotros se vuelve más denso, lo que dificulta mi respiración. Con su grueso dedo
apuntando directamente a mi pecho, continúa— Tú sabes todo acerca de cruzar la línea,
¿no es así? ¿Sobre inventar mentiras y arruinar el futuro de alguien, su vida? —No había
arruinado la vida de Sullivan, ¿verdad?

—Parece que todos están viviendo una gran vida, así que no pudo haber sido tan
malo...

—¿No pudo ser tan malo, eh? —Murmura para sí mismo con incredulidad—
¿Tienes alguna idea de lo que le has hecho a nuestra familia? ¿Cuán devastado estaba
Sullivan cuando fue expulsado del equipo? La gente... —No termina lo que dice y no
estoy segura de querer que lo haga. No necesito escuchar nada más. Sé que lo que hice
estuvo mal, demonios, sabía que estaba mal antes de hacerlo.

Cuando me mira, sus facciones son amenazadoras, y sé que probablemente


debería estar asustada en este momento, pero no lo estoy. Él estando tan cerca de mí y yo
estando tan expuesta tiene mi cuerpo vibrando con una extraña excitación. Su aroma
embriagador invade mis fosas nasales y sólo puedo pensar en él. Olvido su ira, olvido mi
culpa y mi vergüenza. Todo se desvanece, dejándonos solo a nosotros.

Soltando mi agarre de la toalla, dejo que mis brazos caigan a los lados de mi
cuerpo. El aire frío baña mi piel desnuda y mis pezones se endurecen hasta convertirse
en picos apretados.

No sé quién está más sorprendido por lo que acabo de hacer, ¿él o yo? Veo sus ojos
suavizarse y oscurecerse al mismo tiempo. Sus pupilas se dilatan mientras su mirada cae
entre nosotros, vagando sobre mi figura desnuda. Observo su pecho subir y bajar a un
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ritmo más rápido de lo normal, igualando mi propia errática respiración.


Página

Mierda, no debería haber hecho esto.


Cuando su mirada se dispara hacia arriba y nuestros ojos se encuentran, hay una
chispa allí, y esa chispa enciende todo un fuego dentro de mí. Sin pensarlo doy un paso
adelante al mismo tiempo que él. Nuestros labios se encuentran en un beso furioso, casi
de castigo. Hay una urgencia en este beso, y es completamente distinto al que
experimenté con Sullivan. Es ira y enojo, y siento que si no continúo besándolo ahora
mismo, podría arder.

Poniendo mis brazos alrededor de su cuello, lo acerco más. Mis pezones rozan la
suave tela de su camisa y casi gimo ante la sensación. Sus manos encuentran fácilmente
mis caderas y me acerca más, tan cerca que no queda ni un milímetro de espacio entre
nosotros. Puedo sentir mi núcleo palpitando, mi cuerpo fundiéndose con el suyo. Sé que
me desea, el bulto endurecido en sus jeans me lo dice. Seguimos besándonos, sus labios
presionando contra los míos, sus manos sosteniéndome con una posesividad que me
excita y aterroriza.

Muerde mi labio inferior y gimo sintiendo el mordisco profundo en mi centro. Lo


deseo, lo necesito. La sangre corre por mis oídos y luego todo se acaba. Como si me
hubieran volcado un cubo de agua fría. Banks se aleja empujándome hacia atrás. Me
tambaleo inestablemente sobre mis piernas. Sus labios están húmedos e hinchados y todo
lo que quiero hacer es pasar mis dedos sobre ellos.

—¡No! No vas a lanzar esa mierda sobre mí —gruñe, sacudiendo la cabeza con
molestia—. Esto puede haber funcionado con Sullivan, pero no puedes usar el mismo
truco dos veces y esperar que nadie se dé cuenta.

—¿Él te dijo? —Respondo con voz ronca, la lujuria todavía obstruyendo mi


garganta. Mis labios están hinchados y mi piel arde donde me tocó.

Sonriendo, dice: —Por supuesto que nos lo dijo, somos sus hermanos. Ahora
mantén tus labios y tu cuerpo para ti, porque la próxima vez no me detendré. La próxima
vez, tomaré y tomaré hasta que no quede nada.

Sin otra mirada, me empuja fuera del camino y sale de la habitación. Llevando una
mano a mis labios, todavía puedo sentir su beso allí, el calor de su cuerpo quemando el
mío y sé que estaré pensando en él durante un largo tiempo.
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Página
5
Pasan cuatro días sin que Banks se presente. Mi pequeño truco con la toalla debe
haber tenido algún tipo de impacto en él porque ya no me sigue. Sin embargo, eso no
significa que se me permita vagar por mi cuenta. Sullivan y Oliver todavía me acompañan
a cada lugar al que voy. A estas alturas, ya me estoy acostumbrando. También me estoy
acostumbrando a la forma en que la gente me mira embobada y a los comentarios
insolentes que le siguen. Resulta que la universidad es como la secundaria, solo que con
más gente y menos consecuencias.

—¿A dónde vas? —pregunta Oliver, caminando a mi lado. Es el mayor de los


Bishop y me gusta decirme a mí misma que es el más inteligente. Cuando se trate de
romperlos, Oliver será el hueso más duro—. Este no es el camino a tu dormitorio.

—Grandes habilidades de observación, Sherlock. Voy a la biblioteca —le espeto,


esperando que lo disuada lo suficiente como para dejarme en paz. No puedo
concentrarme cuando uno de ellos está cerca y realmente necesito escribir este artículo.
No sería un problema hacerlo en mi dormitorio, pero el profesor insiste en usar solo las
fuentes de la biblioteca, por lo que es la biblioteca o una calificación reprobatoria.

—Te ayudaré a estudiar —se ríe, y ya sé que va a hacer lo contrario.

—Mira, si no me dejas hacer esto... —Me detengo, porque no quiero parecer débil,
ni darles más munición, pero tampoco tengo nada con qué amenazarlo ni quiero
hacerlo—. Reprobaré esta clase si no voy a la biblioteca y luego tendré que dejar la
escuela. ¿Cómo harás de mi vida una pesadilla si ya no vengo a la escuela aquí? ¿Eh?
—Me burlo, la idea de abandonar la escuela no sería tan mala si no tuviera que
enfrentarme a mi padre.

—Simplemente te seguiremos a donde quiera que vayas —dice con indiferencia,


como si ya hubiera pensado en el escenario.

—¿Incluso de regreso con mis padres?

La mirada de Oliver se oscurece y me corta a mitad del paso, mi cuerpo choca con
el suyo, lo que me hace rebotar en él. Puedo sentirme caer hacia atrás cuando su brazo
rodea mi cintura y me empuja hacia su pecho. —Oh, no te dejaremos escapar tan
fácilmente. Terminamos aquí cuando decimos que terminamos y ni un momento antes.
¿Lo entiendes?
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Página
Así de cerca puedo ver lo hermoso que es en verdad, pómulos altos, una
mandíbula fuerte y afilada y labios carnosos que te atraen. Su cabello es una masa
brillante y despeinada de color marrón rojizo por la que quiero pasar mis dedos.

Enemigo. Acosador. Rival. Repito dentro de mi cabeza, para matar de hambre los
pensamientos indecentes que estoy teniendo en este momento.

—Harlow —grita Oliver, y me sacudo del aturdimiento en el que estoy. La sonrisa


con hoyuelos en su rostro me dice que me han pillado con las manos en la masa.

—Sabes, pensé que Banks estaba bromeando cuando dijo que te arrojaste sobre él,
pero lo veo ahora. Eso es lo tuyo, ¿no? ¿Usas tu cuerpo para conseguir lo que quieres?
¿Con cuántos chicos te has acostado para salirte con la tuya? "

No puedo evitar reírme de su pregunta mientras lo alejo. Me siento un poco


insultada y por una fracción de segundo pienso en decirle que todavía soy virgen, pero
ese hecho parece demasiado personal para compartirlo, especialmente con él.

—¡Oh no! Me atrapaste. —Levanto las manos en el aire como una idiota—. Harlow,
la ramera. Solo voy besando a los chicos y llevándolos rápidamente a mi cama para que
hagan lo que quiero. ¿No has oído? —Me inclino hacia su estoico rostro—, mi vagina está
hecha de oro.

Su expresión facial combinada con las palabras que estoy escupiendo me provocan
un ataque de risa que hace que me duela el estómago. Agachándome, me llevo una mano
al vientre y resoplo con fuerza.

—Jodido Cristo —murmura entre dientes, agarrándome del brazo y prácticamente


arrastrándome escaleras arriba hacia la biblioteca.

—¿Supongo que no te pareció gracioso?

Pasamos un grupo de personas e incluso con el movimiento rápido todavía puedo


sentir sus ojos en mí. Una vez sobre la escalera, me libero de su agarre y pongo algo de
espacio entre nosotros.

—No te estás tomando esto en serio, ¿verdad? —pregunta, su voz llena de


frustración. Poco sabe él que su frustración solo me hace sentir mejor. Encogiéndome de
hombros, coloco un par de mechones sueltos de cabello detrás de la oreja. Mi pecho
todavía arde por la risa y la carrera por los escalones—. Todo esto es un juego para ti. Eso
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es todo lo que ha sido siempre.


Página
—Supongo que realmente no importa cuál sea mi respuesta. Ustedes chicos, harán
lo peor que puedan, sin importar lo que yo diga. —No espero a escuchar su respuesta.
En lugar de eso, me doy la vuelta y camino dentro de la biblioteca. Mi santuario.

Oliver me sigue como si hubiera una cuerda invisible atada entre nosotros. No me
toma mucho tiempo encontrar un asiento y saco la silla asegurándome de no rasparla
contra el piso de madera.

—Te doy una hora, eso es todo. Luego te pondré sobre mi hombro y te llevaré de
regreso al dormitorio. No voy a cuidar tu trasero toda la noche. —Gruñe, tirándose en
una de las sillas de madera. Casi parece demasiado joven para eso.

—Aww, ¿por qué no? ¿Tienes a otra chica a la que traumatizar? —Susurro sacando
mis notas, lápices y libro.

—No, solo tú —dice, y de alguna manera sus palabras se abren camino en mi


cerebro y me hacen sentir de una manera que estoy segura que él no pretendía. Sólo tú.

Empiezo a hacer el estúpido trabajo, tratando de concentrarme en mis libros y no


en Oliver sentado a mi lado. Unas cuantas veces tengo que levantarme y buscar diferentes
libros como referencias, y cada vez que lo hago, Oliver está ahí mirándome como un
halcón, como si yo fuera un criminal que está a punto de huir o algo así.

Después de casi una hora, no estoy ni siquiera cerca de terminar.

Suspirando, dejo mi lápiz. —Sabes que no tienes que cuidarme, ¿verdad? No estoy
ni cerca de terminar aquí y es dolorosamente obvio que no quieres estar aquí. No
entiendo por qué tienes que vigilarme cada segundo del día. No soy una niña.

Ante mis palabras, levanta la vista de su teléfono, con el que ha estado jugando
durante la mayor parte de la última hora.

—No, tengo una mejor idea. Recoge tus cosas y nos dirigiremos a tu dormitorio.
Te di una hora de mi tiempo, si quieres más tendrás que ganártelo. —Su expresión es
muy seria, nada más que honestidad reflejada en sus ojos y eso me asusta.

—¿Ganármelo? ¿Qué se supone que significa eso? Si crees que me voy a acostar
contigo, estás mentalmente enfermo.

—Pfft, serías afortunada si alguna vez te agraciara con una experiencia tan
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asombrosa.
Página

Lo miro fijamente, mi expresión en blanco, —No estoy ganándome nada. Soy una
persona adulta y si quiero quedarme aquí, lo haré. Soy un humano, no un objeto.
—Apenas puedo decir las palabras antes de que se ponga de pie y se acerque a la mesa.
Recoge mis papeles y lápices y los mete en mi mochila al azar.

—Detente —exijo—. ¡No he terminado! —Soy vagamente consciente de que


alguien dice shhhh, pero estoy más preocupada por Oliver que por ellos en este momento.

—No me importa. Nos vamos. —Grita, y me preocupa haberlo empujado


demasiado lejos esta vez. Por el rabillo del ojo veo a la bibliotecaria levantándose de su
escritorio. ¡Oh, mierda! Ella comienza a caminar hacia nosotros, lanzándonos una mirada
que dice cállate o lárgate.

—Hablo en serio, no me voy. Necesito terminar este trabajo —susurro un grito


mientras alcanzo mi mochila.

La expresión de Oliver se vuelve mortal. —Y yo también hablo en serio. Sal o te


sacaré. —Tengo tantas ganas de abofetearlo, pero en ese momento se acerca la
bibliotecaria.

—¡Ustedes dos tienen irse, ahora mismo! —La bibliotecaria que parece tener más
edad que el edificio nos regaña, señalando con el dedo entre nosotros.

—Él tiene que irse. —Señalo con mi pulgar en dirección a Oliver—. Yo me quedaré.
Estoy segura de que puede ver que he estado trabajando durante la última hora. Él no lo
ha hecho.

Antes de que nadie pueda responder, Oliver cierra la cremallera de mi mochila, la


lanza sobre su hombro y luego se agacha, mientras se agarra de mis caderas me lanza por
encima del hombro como si no fuera más que un saco de patatas. Empiezo a chillar como
un cerdo tan pronto como estoy en el aire.

—¡Bájame, ahora mismo! —Ordeno.

—¡Fuera! —Exige la bibliotecaria—. Y no vuelvan.

—¿Qué? No hice nada —grito a través de la biblioteca que de otro modo estaría en
silencio, mientras Oliver me saca como un hombre de las cavernas. Estoy nerviosa,
irritada y confundida. Cerrando mis manos en puños, empiezo a golpear su espalda, pero
ni siquiera parece afectarlo. Simplemente continúa caminando como si estuviera dando
un largo y tranquilo paseo por el parque.
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—¡Bájame! O que Dios me ayude, Oliver —gruño.


Página

—Silencio o te azotaré.
—¿Disculpa? —Chillo, insegura de cómo me siento al respecto.

—Me escuchaste.

—No te atreverías. Ahora ponme... —Mis palabras son cortadas por la mano de
Oliver cuando baja con fuerza sobre mi nalga.

Santa mierda, me dio una palmada. Le golpeo la espalda con más fuerza, con la
esperanza de dejarlo con moretones, o al menos algo para recordarme.

—¡Te odio! —Gruño.

—Claro que sí —se ríe entre dientes en el aire de la noche.

Estamos a la mitad del campus cuando finalmente me doy por vencida, agotada
por golpear su espalda y no llegar a ninguna parte, simplemente me dejo caer sobre su
hombro. Entonces me doy cuenta de que la gente debe haber visto la escena en la
biblioteca seguida por Oliver llevándome a través del campus en su hombro. Esto,
literalmente, no podía ser peor.

Me lleva a mi dormitorio, deteniéndose en el pasillo para dejarme en el suelo.


Todavía estoy inestable de pie, tratando de recuperar la orientación después de estar
colgada boca abajo en el camino hacia aquí, cuando de repente me empujan contra la
pared.

—¿Realmente me odias, Harlow? —Oliver pregunta, sus dedos moviéndose


debajo de mi barbilla para inclinarla hacia atrás, obligándome a mirar hacia arriba y a sus
ojos. Con todas las duras superficies de su cuerpo presionando contra el mío, es difícil
pensar o respirar.

Mi lengua se siente como si tuviera un peso adherido a ella. No puedo formar


palabras, hay algo mal en mí, algo muy mal.

Oliver sonríe y luego se inclina presionando sus labios contra los míos. Nuestros
labios chocan como la marea contra un acantilado. Mis manos aterrizan en su pecho y
por un breve segundo considero alejarlo. Debería, mi corazón ya es un desastre, mi mente
un completo desorden. Poco a poco me están rompiendo y yo se los permito.

Contra mi mejor juicio, cedo ante la necesidad de mi cuerpo, y en lugar de alejarlo,


aprieto los dedos sobre la tela de su camisa para acercarlo más. De nuevo, el beso es
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diferente en comparación con sus hermanos. Oliver besa con pasión, con un anhelo que
sientes en el fondo de tu alma.
Página
Toda la ira que sentía hacia él se desvanece y queda en algún lugar en un charco
en el suelo. Sus manos encuentran mis caderas, atrayéndome hacia él. Su polla
endurecida presiona contra mi muslo haciéndome la boca agua. Todo mi cuerpo está en
llamas. Su lengua se desliza por mi labio inferior, rogando por entrar y sin dudarlo separo
mis labios, un pequeño gemido se escapa en el proceso.

En el segundo en que nuestras lenguas se tocan, estoy acabada. Sabe a menta dulce
y fruta prohibida y me recuerda lo mal que está todo esto, pero no puedo evitar desearlo.
Es como si estuviera poseída o algo así. Como una maldita perra en celo, deseo a los tres
hermanos.

La sangre en mis oídos ruge y muerdo el labio de Oliver, el gruñido que emite su
garganta se dispara directamente a mi núcleo, y me aferro a él con más fuerza. Esto es
malo, pero es mucho mejor que toda la lucha y el odio. Me gusta esto, este lugar donde
solo existimos en el momento, sin que nadie ni nada viva en el mismo mundo.

Por supuesto, tan pronto como empiezo a pensar eso, el momento entre nosotros
termina.

Oliver se aleja, dejándome sin aliento, con mis labios hinchados ardiendo por él.

—Joder, mis hermanos tenían razón, tienes un sabor pecaminoso, pero también
extrañamente dulce. —Sus ojos reflejan hambre y cuando se toca el labio inferior con el
pulgar, casi me deshago.

Da un paso atrás para irse, y de alguna manera encuentro mi voz, —Espera, no te


vayas.

—Quédate en tu dormitorio. Si descubro que te fuiste, le daré una paliza a ese sexy
trasero hasta que se ponga rojo. —Mi mirada se amplía en parte porque él es tan directo
sobre el castigo y en parte porque quiero romper las reglas solo para ver si lo hace.

—Pero…

Sacude la cabeza y arquea una ceja en señal de advertencia: —Sé una buena chica
ahora. —Las palabras salen en un susurro y antes de que pueda reunir una respuesta se
ha ido, caminando por el pasillo. Miro su espalda hasta que se pierde de vista y luego
suspiro contra la puerta.

¿Qué demonios acaba de pasar?


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—Oh, Dios mío, estás totalmente acostándote con los tres. Wow, realmente eres
Página

una puta. Será mejor que no te pille tratando de seducir a mi novio con uno de tus
festivales de sexo pervertido. —Una chica que no noté de pie en el pasillo gruñe. El
horror, la conmoción y el disgusto se reflejan en sus rasgos.

Jesús, ¿cuánto tiempo ha estado parada allí? Pasando una mano por mi rostro, la
ignoro, y solo entonces me doy cuenta de que los chicos han ido empeorando lentamente
los rumores, apareciendo aquí, besándome, saliendo de mi dormitorio en momentos
aleatorios. Pensé que era malo que me siguieran, pero ahora me besan, me tocan y mi
cuerpo hace un cortocircuito.

—Santo infierno —murmuro para mí misma.

Mi respiración todavía es irregular y mis labios se sienten como si estuvieran en


llamas. Tal vez debería prestar atención a la advertencia de Oliver, pero realmente
necesito terminar ese trabajo, necesito ir a la biblioteca y disculparme con la bibliotecaria,
rogándole que me deje entrar. Busco mi mochila —mi presión sanguínea se dispara— mi
mochila, esa pequeña mierda se llevó mi mochila con él. Ni siquiera pienso mientras corro
por el pasillo y doblo la esquina hacia la puerta.

Ese imbécil con su estúpidamente buena habilidad para besar me distrajo. Empujo
la puerta para abrirla y salgo a la noche, el aire fresco besando mis calientes mejillas. Miro
alrededor del césped bien cuidado buscando a alguien que pueda parecerse a Oliver pero
no encuentro a nadie.

Hay un silencio inquietante. ¡Hijo de puta! Bajando los escalones, comienzo a


dirigirme en dirección a la biblioteca. No tengo forma de entrar a su mansión, así que
espero que no haya dejado el campus todavía. En el camino me regaño en silencio. Soy
estúpida, tan estúpida. Dejé que mis hormonas me gobiernen de nuevo. Tengo que dejar
de pensar con mi vagina. Se supone que no me gustan los hermanos Bishop, no quiero
montarlos como Channing Tatum en la película Magic Mike.

Atrapada en mis propios pensamientos, doblo la esquina y choco con otro cuerpo,
un cuerpo que es mucho más grande, mucho más fuerte que el mío. El impacto me hace
rebotar como una pelota y aterrizar duramente en la acera de concreto.

—Ugh. —Me quejo, un dolor irradia de mi columna vertebral. Mi noche va de mal


en peor cuando encuentro a Sullivan mirándome. Su rostro se ilumina con el suave
resplandor de la lámpara sobre nosotros.

—¿No te dijeron que te quedaras en tu dormitorio? —acusa, como si yo fuera un


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niño que se escapa y él fuera mi padre.


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—Lo que debería hacer un caballero sería disculparse y luego ayudarme a
levantarme —escupo con frialdad, mis ojos se detienen en él un poco más de lo debido.
Deja de mirar. Deja de mirar, Harlow. Tiene las manos metidas en un par de jeans gastados
y lleva un Henley oscuro que muestra su pecho tonificado y sus bíceps a la perfección.

Boo, ¿por qué no pueden dejar de verse hermosos, y mientras lo hacen, dejan de
seguirme también? Estos jueguitos se están haciendo viejos.

—No soy un caballero, ¿pero pensé que ya lo sabías? —La sonrisa infantil que me
da hace que mi corazón se acelere. Si estos tres no dejan de joderme, voy a sufrir un paro
cardíaco. Siento que cada vez que escapo de la sartén uno de ellos me encuentra y me
arroja de nuevo al fuego. Es más que agotador.

—¿No es esa la verdad? —Murmuro en voz baja, todavía tengo el dolor punzante
en la columna, pero me impulso y me levanto de la acera. Me limpio las sudorosas manos
en la parte delantera de mis ajustados jeans.

—No necesito una niñera, así que puedes ir y hacer lo que sea que hagan tus
hermanos cuando no están haciendo de mi vida un infierno.

—Te gusta que hagamos de tu vida un infierno.

Estrechando mi mirada, digo: —No me gusta. Todo lo que quiero es que me dejen
en paz. Vine aquí para olvidarme de mi pasado, y luego apareces aquí y arruinas todo.

Sullivan encoge sus esculpidos hombros —Diría que lo siento, pero no es así. Me
jodiste esa noche, Harlow. —Da un paso hacia adelante, su enorme mano se extiende
hacia mí, ahuecando suavemente mi mejilla. Debería alejarme, correr de regreso a mi
dormitorio, pero no puedo. Anhelo su atención tanto como la odio. Necesito más, mucho
más.

—Pensé que eras diferente, dulce e inocente. Esa noche, estaba seguro de que vi
un atisbo de una chica a la que le importaba, y luego, como una serpiente deslizándose
por la hierba, mostraste tu verdadero ser, hundiendo tus dientes en mi piel,
inyectándome con un desagradable veneno —gruñe, e incluso enojado se ve hermoso,
como una ola alta y yo soy la costa que se interpone en su camino.

—Yo… —Mi lengua se desliza sobre mi labio inferior y su mirada se concentra en


el movimiento. Los músculos de su garganta se tensan mientras traga.
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—Eres una tentadora, y yo soy débil, tan jodidamente débil por ti —susurra,
Página

inclinándose hacia adelante, su caliente aliento abanicando mis labios.


Bésame. Pienso para mí misma, pero luego decido tomar el mando empujándome
de puntillas y rozando mis labios contra los suyos. Un gemido resuena desde lo más
profundo de su interior, y su mano libre se mueve hacia mi cadera. Mi camisa se sube
con el movimiento y jadeo al sentir su mano sobre mi piel desnuda. Ahh, se siente
celestial.

—Me deseas, ¿no? —Hay una ronquera en su voz y asiento con la cabeza, incapaz
de formar una sola palabra. Hay algo en el fondo de mi mente que me dice que es una
mala idea, pero alejo ese pensamiento. Todo lo que quiero es sentirme querida, amada,
cuidada y, de alguna manera retorcida, los hermanos Bishop me hacen sentir todas esas
cosas, incluso si no se dan cuenta.

Con un suave movimiento me empuja contra el costado del edificio y fuera de la


luz de la lámpara. Es más difícil verlo así, pero no imposible. Todavía puedo oír su pesada
respiración y sentir la dureza de su cuerpo rozando toda mi suavidad. Todo es diferente
entre nosotros esta vez, la primera vez que me besó fue gentil, amable, inseguro. Pero
esta vez hay una oscuridad que se aferra a él, y quiero que esa oscuridad me atrape, me
reclame.

Desliza su mano desde mi cadera hasta mi cuerpo, hasta que ahueca mi pecho a
través de la sedosa tela de mi sostén. Mis rodillas tiemblan cuando la lava fundida se
acumula en mi vientre mientras pasa el pulgar sobre la endurecida protuberancia.

—A veces, por la noche, cuando no puedo dormir, pienso en cómo te verás cuando
te corres. Y me pregunto, ¿piensas solo en mí o en mí y en mis hermanos?

—Oh Dios —suspiro, mi núcleo se aprieta alrededor de nada más que aire. Quiero
sus dedos ahí, su lengua, su… entonces me doy cuenta, ¿realmente quiero que sea mi
primero?

Todos los pensamientos dentro de mi cabeza se vuelven borrosos cuando él mueve


su dedo sobre mi pezón de nuevo y se inclina hacia adelante, salpicando mi garganta con
besos calientes. Besos que se convierten en algo más, y pronto está chupando la tierna
carne debajo de mi oreja. Provocando silenciosos maullidos de placer en mí. Como un
pequeño gatito, me aferro a él, acercándolo.

Perdida en mi propia pequeña burbuja de alegría, no noto que alguien se acerca


hasta que se aclara la garganta a nuestro lado.
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¡Oh Dios mío! Sin pensarlo, estoy empujando el pecho de Sullivan. Da un paso
Página

atrás, con el pecho agitado, los ojos parpadeando con fuego mientras me mira con
confusión. Sin su cuerpo protegiendo el mío, dos chicas aparecen a la vista. Ambos tienen
la misma mirada de asco y me doy cuenta de que también hay un chico con ellos.

—¿Ya terminaste con su hermano?

Parpadeo y, por alguna razón, la traición se hunde profundamente en el tierno


tejido de mi corazón al escuchar la voz de Oliver. Está con dos chicas. Tenía prisa por
alejarse de mí para estar con ellas.

—Sí, ¿terminaste con eso, Sullivan? —Una de ellas se ríe. Las lágrimas brillan en
mis ojos. No podría evitar que se formaran incluso si quisiera. Hay una sensación
enfermiza que cubre mis entrañas al ser atrapada aquí, dejando que me sienta como una
puta barata.

Algo que se parece mucho a la vergüenza parpadea en las profundidades azules


de Sullivan, pero antes de que pueda leerlo por completo, una máscara cae en su lugar,
cubriendo sus verdaderas emociones. Da un paso atrás, la lámpara de arriba emite un
suave resplandor sobre sus rasgos.

—Por supuesto, he terminado. Gracias por la diversión, Harlow. —La crueldad en


sus ojos me deja fría, y apenas me mantengo firme mientras me da una última mirada
antes de irse con su hermano y sus groupies. Cerrando los ojos con fuerza, me digo a mí
misma que no voy a llorar, que no me importa lo que esas chicas piensen de mí o cómo
los hermanos estén usando mi atracción hacia ellos para empeorar las cosas.

Después de esto, no me importa nada, ni el trabajo que necesito terminar, ni los


rumores o la traición que estoy sintiendo. Los chicos no me pertenecen, y yo no soy su
dueña, pero siento que algo ha cambiado y no sé cómo lidiar con todos los sentimientos
que estoy teniendo.

Son acosadores y yo soy víctima de su tormento, así que, ¿por qué tengo ganas de
caer de rodillas por ellos? ¿Por qué al verlos con otra persona siento como si me
arrancaran el corazón del pecho?
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Banks regresa al servicio de Harlow después de la vergüenza de la otra noche. No
menciona nuestro beso, y odio admitirlo, pero después de lo que pasó con Sullivan y
Oliver, lo extrañé un poco.

—¿Porque la cara triste? —pregunta.

Me encojo de hombros —¿No se supone que debes hacer de mi vida un infierno?


¿Sin preguntarme por qué estoy triste? Eso como que anula todo el propósito, ¿no es así?

—Tal vez quiero ser yo quien te ponga triste.

—No te preocupes, tú y tus hermanos son la principal causa de mi miseria, así que
ten la seguridad de que estás haciendo tu trabajo. Tres estrellas doradas para los imbéciles
que me siguen como si no tuvieran nada mejor que hacer con su tiempo. —Hoy es más
difícil ocultar el desdén que siento por ellos. Especialmente porque tengo un chupetón
gigante a un lado de mi cuello.

Intenté todo lo que pude para taparlo, pero nada parece ocultar la mancha púrpura
y roja en mi pálida piel.

—Estás irritable. Tal vez solo necesitas relajarte un poco, pero por el chupetón en
tu cuello ¿tal vez estás haciendo demasiado para relajarte? —Mi cara es inexpresiva, estoy
tan cerca de perder el control y golpearlo, que da miedo.

—Deja de seguirme —digo bruscamente y acelero el paso, mis zapatos chocan


contra el cemento. El mundo no estaría girando si él no pudiera seguir mi molesto ritmo,
y por un segundo pienso en salir a toda velocidad. Por otra parte, con las piernas largas
y el nivel de condición física de Banks, no me sorprendería que corriera en círculos a mí
alrededor.

Él ignora descaradamente mi actitud y continúa hablando como si yo no hubiera


dicho nada en absoluto.

—Oh, sé la cosa perfecta. ¿Qué tal una fiesta? Podrías aprender a vivir un poco.
Todo lo que haces es ir a tus clases, y volver a tu dormitorio.

Parpadeando lentamente, tengo medio pensado decir, me pregunto por qué, pero no
lo hago porque no quiero involucrarme en un combate verbal más de lo necesario.
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Página
—Ese es un duro pase. Gracias por preguntar —murmuro sarcásticamente. No hay
forma en el infierno de que vaya a una fiesta con él o sus hermanos. Eso es prácticamente
suplicar que suceda algo malo.

—Haz lo que quieras. Pero no te quejes y llores después diciendo que nunca
puedes hacer nada. —En serio, suena como una mezcla entre mi papá y el director de una
prisión.

—No te daría el placer de verme llorar —me burlo, tratando de no mirarlo, ni a su


tonificado cuerpo. Mi primer error fue besarlos, el segundo fue disfrutarlo, porque ahora
que los besé y los toqué, mi cuerpo pide más, un calor bajo hierve profundamente en mi
vientre cada vez que están cerca.

Es molesto, pero también me causa curiosidad.

—Que tengas una noche totalmente aburrida, Harlow —resopla Banks, cuando
llegamos a mi dormitorio y mete las manos en los bolsillos delanteros de sus jeans. No lo
mires. No dejes que su buen aspecto confunda tu cabeza. Es un acosador, el enemigo, un
imbécil con una cara bonita, eso es todo.

Poniendo los ojos en blanco, tomo mis llaves y abro la puerta.

—Vete y no vuelvas. —Gruño. Tan pronto como entro en la habitación, Shelby se


levanta de la cama y corre hacia mí. Cierro la puerta de golpe en la cara de Banks y siento
una pequeña brizna de poder ondular a través de mí.

—¡Sorpresa! —Ella chilla.

—Oye, pensé que estarías fuera toda la noche —La saludo y le doy un rápido
abrazo.

—Lo sé, pero la exposición de arte se postergó hasta la próxima semana y quise
venir y sorprender a mi mejor amiga porque la extraño, y no soy la única sorpresa —su
sonrisa se ensancha—. ¡Hice que nos invitaran a una fiesta en barco!—Sus ojos se
iluminan y está radiante como si fuera la cosa más emocionante que jamás haya
escuchado—. ¡Una fiesta en barco, Harlow! No voy a aceptar un no por respuesta, así que
ni siquiera pierdas el tiempo diciéndolo, y si estás preocupada por los chicos de Bishop,
te ayudaré a deshacerte de ellos.

No puedo detener el suspiro que pasa por mis labios. No quiero ir a una fiesta,
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pero tampoco quiero decepcionar a Shelby. Los chicos estarán allí, no hay duda al
Página
respecto, y si aparezco, lo más probable es que me sigan. Por otro lado, no puedo seguir
escondiéndome en mi dormitorio sin hacer nada todos los fines de semana debido a ellos.

Si me quedo en casa, ganan. Además, las fiestas son parte de la vida universitaria,
¿verdad? Debería disfrutar este momento de mi vida al máximo.

Shelby cruza los brazos sobre su pecho y me da la mirada. ¿Qué mirada


preguntarás? La que muestra su molestia y precede a una conferencia de una hora sobre
cómo no siempre seré joven y capaz de tomar decisiones tontas. Su boca se abre como si
estuviera a punto de empezar a hablar, pero la interrumpo.

—Está bien, iré —digo y veo su rostro pasar de severa a sorprendida, y luego a
excitada.

—Santa mierda, Estaba preparada para hacer una gran charla dulce, y un montón
de persuasión para que fueras, pero esto de que estés de acuerdo tan fácilmente es mucho
mejor. Si tan sólo pudieras ser así de fácil todo el tiempo.

—Si me convencieran tan fácilmente, no sería divertido.

—Cierto, ya que no me has quitado todo el tiempo hablando, ahora tenemos más
tiempo para elegir vestidos —se ríe y corre hacia el armario. Mientras empieza a sacar un
vestido tras otro del armario y forma una fila en su cama, tomo asiento en el borde de la
mía.

Cruzando las piernas, espero a que me dé mi elección para esta noche. Mi teléfono
comienza a vibrar en mi bolsillo. Me da miedo incluso mirarlo, de alguna manera los
chicos obtuvieron mi número de teléfono y cuando no están ocupados caminando
conmigo por el campus, me envían mensajes de texto o me llaman. Son los peores.

—Puedo escuchar el teléfono vibrar desde aquí —dice Shelby por encima del
hombro—, ¿quién es? ¿Uno de tus Romeos?

—¿Romeos? No tú también. Sabes que en realidad no estoy con ninguno de ellos,


¿verdad? Me están acechando para ponerme de los nervios y meterse debajo de mi piel.

—Claro que lo hacen.

Mis cejas se fruncen en un ceño. —¿Que se supone que significa eso?

Ella se da vuelta, una minifalda en sus manos. —¿Por qué dejas que te acechen?
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¿Intentaste hablar con la seguridad del campus o con la oficina del decano, o incluso con
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la policía? Quiero decir, te están legítimamente acosando, pero no haces nada al respecto,
así que tal vez no quieras estar con ellos, pero tampoco es como si los estuvieras
deteniendo.

Porque me lo merezco. Pienso para mí misma, pero las palabras en realidad no salen
de mi boca, estoy demasiado avergonzada para admitir cómo me siento. En cambio, le
digo la otra razón por la que no he dicho nada todavía. —Ya sabes cómo es, Shelby.
Tienen toneladas de dinero, ¿de verdad crees que no han pensado en esto? ¿No han hecho
una considerable donación a la escuela para asegurarse de que no pueden hacer nada
malo? Además, en el momento en que diga algo, tomarán represalias haciendo algo aún
peor.

—¿Qué podría ser peor que lo que ya han hecho? No es como si te hicieran daño
físicamente. Son un montón de perros que muerden los tobillos.

— Dice la que no es seguida por ellos a donde quiera que va.

—¿Quieres que les diga algo?

Frotando una mano por el frente de mi cara, murmuro —Dios, no. Déjalos hacer
lo suyo. Solo ganan si los dejo. Una vez que vean que no reaccionaré, simplemente se
rendirán y seguirán adelante. Quiero decir, ¿qué tan divertido puede ser seguir a una
chica todo el día? Seguramente se aburrirán muy pronto de esto.

Ella se ríe —Ni idea. Ahora ponte esto, necesito asegurarme de que tenemos
suficiente tiempo para maquillarte. Si los hermanos Bishop te van a seguir toda la noche,
lo menos que puedo hacer es lograr que te deseen más de lo que ya lo hacen.

—Ellos no me desean. Quieren arruinar mi vida. Hay una diferencia.

Me lanza un vestido de verano, —¿No recuerdas cuando en la escuela decían que


los chicos solo molestan con las chicas que les gustan?

—Esta no es la escuela primaria.

—No, tienes razón, somos adultos, así que las apuestas son más altas. Te desean,
Harlow, y creo que estás jugando con eso.

Antes de que pueda pensar demasiado en lo que está diciendo, mi teléfono suena
de nuevo en mi bolsillo, demasiado molesto para dejar que continúe, finalmente lo saco
para ver quién llama. Lo juro por Dios, si no dejan de atormentarme, me veré obligada a
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hacer algo drástico.


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Cuando veo que el número de mi padre se ilumina en la pantalla, casi jadeo en voz
alta. ¿Para qué demonios me está llamando? Ni una sola vez ha intentado hablar conmigo
desde que me fui. ¿Ni una vez y ahora está haciendo estallar mi teléfono?

—¿Cuál de los tres mosqueteros es esta vez? —Pregunta Shelby, mientras aplica
su base con una gran brocha de maquillaje.

—Ninguno, es mi papá —digo.

Ella levanta una ceja con curiosidad, —Wow, ¿qué podría querer?

—No lo sé, no me importa. —Si hay una persona con la que me gustaría hablar
menos que con los Bishop, es con mi padre. Presionando el botón de rechazar, miro
fijamente la pantalla antes de apagarla. Sea lo que sea que tenga que decir, no quiero oírlo.

A PESAR DE MI MEJOR JUICIO, dejé que Shelby me convenciera de usar un


vestido corto, al menos no es una minifalda. Sé que no debería jugar con fuego, pero
después de nuestra conversación anterior, las ruedas en mi cabeza empezaron a girar.
¿Quizás si los hiciera sentirse tan incómodos como ellos me hacen sentir a mí,
retrocederían un poco? Por otra parte, no lo sé. Desdibujar aún más las líneas no parece
una buena idea.

Tiro de la parte inferior del apretado material mientras me siento en el auto de


Shelby, asegurándome de estar cubierta en todos los puntos importantes.

No estoy segura si los chicos saben que me he ido o que me dirijo a una fiesta.
Parece que me vigilan bastante bien. A veces incluso me pregunto si me colocaron un
rastreador. Son muy buenos para saber dónde estoy y cuándo.

—Estoy tan emocionada. ¿No estás emocionada? —Pregunta Shelby, y juro que
debe haber tomado dos bebidas energéticas y comido un kilo de azúcar antes de que nos
fuéramos porque no hay ninguna razón lógica para que ella esté saltando en su asiento
con la sonrisa que lleva.

—Un poco, supongo. —Me encojo de hombros. Estoy más nerviosa que cualquier
otra cosa. Sobre todo porque no he estado en otra fiesta desde la noche en que los
hermanos me confrontaron. Sé que esta noche será aun peor después de todos los
rumores que se han difundido sobre mí.
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—Nos divertiremos. Sólo no dejes que te afecten. Como dijiste antes, no dejes que
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te molesten. De hecho, tal vez deberías encontrar a otro chico, explorar tus opciones.
—Sé que tiene razón, pero no puedo evitarlo. Mi historial con las fiestas es horrendo.
Cada vez que voy a algún lugar, termina siendo un desastre. Llaman a la policía o soy
metida en cuartos oscuros por amenazadores hermanos.

La lista continúa.

Llegamos al puerto unos minutos más tarde para encontrar que el estacionamiento
que conduce al muelle ya se está llenando. Rápidamente encontramos un lugar y salimos
del auto. Lo primero que noto es que la mayoría de los autos en el estacionamiento tienen
una calcomanía de estacionamiento permanente de la Universidad de Bayshore en el
parabrisas trasero. Realmente esperaba que hubiera más gente de fuera de la ciudad en
lugar de toda la universidad.

El nudo en mi estómago crece, la presión aumenta cuando veo a la chica de mi


edificio que me gritó la otra noche.

Este es un mal comienzo para la noche.

Aparentemente sin darse cuenta de mi estado de ánimo cada vez más oscuro,
Shelby toma mi mano y me lleva hasta el muelle donde está atracado el yate. La música
suena a todo volumen desde el interior y las luces están encendidas en el exterior,
iluminando la oscuridad. El yate ya está lleno de gente, su charla llega a mis oídos.

—Oh, Dios mío, esto es tan bonito —jadea Shelby, su emoción es contagiosa.
Sonrío mientras cruzamos el pequeño puente de metal hacia el barco. El entusiasmo de
mi mejor amiga finalmente me alcanza y parte de la tensión comienza a disiparse.

Al pisar la cubierta brillante, mis zapatos de cuña apenas hacen ruido. Shelby me
arrastra por la cubierta siguiendo una cadena de luces que conducen a la fiesta.

—¿Qué quieres hacer primero? —pregunta.

—¿Beber? —Probablemente sea mejor tener un poco de valor líquido en mí antes


de que los hermanos descubran que estoy aquí. Shelby lanza su cabello rubio sobre su
hombro y comienza a tirar de mí en dirección a lo que parece un bar, todo lleno de botellas
y vasos.

—¿Pensé que no ibas a venir? —Mi cuerpo se tensa ante la ronca voz detrás de mí.
Con mi mano todavía conectada a la de Shelby, me doy la vuelta para enfrentar a Banks.
Estoy a punto de escupir un comentario sarcástico, pero lo que sea que iba a decir se me
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queda atascado en la garganta cuando lo veo parado allí. Parece que acaba de salir de un
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set de películas.
Mi boca se hace agua y los músculos de mi vientre se tensan. Me observa con la
misma mirada acalorada con la que yo lo estoy mirando, y juro que es algo bueno que
estemos en el agua porque todo esto podría arder con estas calurosas miradas.

Lo bebo con los ojos. Lleva una camisa negra con el botón superior desabrochado
y pantalones grises a medida. Con una mano en el bolsillo, parece un modelo haciendo
una pose y, lo que es peor, no requiere ningún esfuerzo. Tiene un aspecto impecable, sin
una sola imperfección, y aunque yo tampoco me veo mal, no me parezco a las otras chicas
de aquí.

—No, no —Shelby levanta el dedo hacia Banks—, ella está aquí conmigo, no tú,
así que sigue adelante y busca a alguien más a quien acosar.

—Veremos a quién tengo ganas de acosar más tarde, por ahora, eres libre de irte
—dice con desdén, como si tuviera un control real sobre mí. Se necesita todo dentro de
mí para no arremeter y montar una escena. Nunca ha habido un momento en mi vida en
el que haya tenido el control. Pensé que la universidad sería mi oportunidad, pero parece
que no tuve suerte, una vez más.

—Piérdete, amante —ella entrecierra los ojos y retrocede, tirando de mí hacia la


fiesta. Ni siquiera lo miro mientras nos alejamos, en cambio, dejo que Shelby me arrastre
entre la multitud y me lleve directamente al bar. Sirve dos copas de champán y me
entrega una.

—Sólo olvídate de él —dice, mientras chocamos nuestros vasos.

—Salud —es todo lo que digo antes de tragar el vaso entero. No soy muy bebedora,
pero en este momento ponerme un poco achispada no suena tan mal. Tal vez me ayude
a dejar de pensar en hombres en los que no tengo que pensar.

—Ahora estamos llegando a alguna parte —ella sonríe, llenando mi vaso una vez
más. No me trago este, pero aunque lo beba a sorbos, no va a durar ni cinco minutos.

SHELBY SECUESTRA una botella de la barra y encontramos un lugar en la


esquina de la habitación. He estado en un yate una o dos veces con mis padres, pero
nunca fue así. Con tanta gente y copiosas cantidades de alcohol.

Mirando a la multitud, siento que cada una de estas personas se está divirtiendo
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como nunca, todos menos yo. Me detengo en una de esas caras sonrientes y la reconozco.
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Ella me ve un momento después de que la veo. La sonrisa de Caroline se ensancha aún


más cuando me saluda con la mano. Le devuelvo un saludo a medias, antes de volver a
prestarle atención a mi bebida.

Como una buena amiga, Shelby sigue llenando mi vaso cada vez que se vacía.

—¿Me pregunto qué tan lejos estamos? Hemos estado en el agua por un tiempo
—pregunta Shelby. Solo me encojo de hombros. No me importa lo lejos que estemos o lo
que esté sucediendo a mi alrededor. Lo único que quiero es disfrutar de la noche y seguir
bebiendo mi champán en paz. El líquido burbujeante hace que el dolor en mi pecho
desaparezca y lo reemplaza con una difusa sensación.

—Hablando de agua, tengo que ir a hacer pis. ¿Quieres venir?

—No, estoy bien. Prefiero seguir bebiendo.

—Está bien, no te muevas, ya vuelvo. —Asiento y la veo alejarse, desapareciendo


en lo profundo del yate.

—Oye —una voz masculina grita, seguida de un ligero toque en mi hombro


desnudo. Me doy la vuelta un poco demasiado rápido, perdiendo el equilibrio en el
proceso, y termino aterrizando en los brazos del tipo, bueno, más bien con la cara
plantada en su pecho, pero supongo que es lo mismo.

—Oh, lo siento mucho —me disculpo agarrándome de sus antebrazos para


estabilizarme—. Soy tan torpe. —Parpadeo al ver al galán de cabello rubio y ojos azules
sosteniéndome.

—Está bien —se ríe, y noto el brillo de diversión en sus ojos—. Iba a preguntarte
si querías bailar, pero esto también está bien.

El chico misterioso huele a colonia cara, y aunque no es uno de los hermanos


Bishop, es guapo, aun así.

Se me escapa una risita nerviosa y por un momento olvido por qué no quería venir
aquí. Esto es divertido, beber, relacionarse y la tranquilidad del océano que nos rodea.

—Bailar también estaría bien —trato de decir con voz coqueta, una sonrisa real
tirando de mis labios. Las palabras salen mal pronunciadas y decido que tal vez es hora
de dejar el champán por un tiempo.

—Gracias hombre, yo me encargo de ella —interrumpe una voz familiar,


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acompañada de un brazo que me rodea los hombros. Miro de reojo y veo a Sullivan, que
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me acerca a su lado, lejos del agradable tipo con el que estoy hablando. Su toque parece
protector, pero incluso yo sé que es mejor no asumir que ese es su motivo.
Está tramando algo y no es bueno.

Aun así, no puedo evitar notar lo delicioso que se ve, como un trozo de tarta de
queso esperando a ser devorado. Viste algo parecido a Banks, su camisa de un rojo
llamativo, lo que parece apropiado ya que quiero hacerlo sangrar en este momento.

El chico misterioso se echa hacia atrás, con los ojos muy abiertos, mientras levanta
las manos. —Lo siento, no sabía que ella estaba aquí con alguien.

—Eso es porque no lo estoy —grito, empujando el costado de Sullivan, lo que hace


que afloje su brazo. Sus labios se tornan en una sonrisa cruel, y a cualquier otra persona
le parecería que está a punto de reír, pero no a mí. No, puedo ver al malvado monstruo
acechando debajo, esperando salir a jugar.

Quiere hacerme daño, y aunque me lo merezco, me duele no poder tener una


noche para mí sola.

—No es tu culpa, hombre, a ella le gusta ponerme celoso durmiendo por ahí. Sin
resentimientos. La vigilaré por el resto de la noche, me aseguraré de que no se la chupe a
un chico cualquiera en el baño, de nuevo. —Sullivan dice dramáticamente. Mi boca se
abre, la conmoción me supera.

¿Qué. Mierda?

Los ojos del otro chico se agrandan, si es posible, sus mejillas se vuelven de un rojo
carmesí, antes de murmurar un perdón y se aleje. Una vez que el pobre tipo se pierde de
vista, me vuelvo hacia Sullivan con los puños cerrados, la ira ardiendo en mis venas.

—¿Quién demonios te crees que eres? —Grito, empujando su pecho con ambas
manos.

Espero que diga algo, que haga algo, cualquier cosa, pero en lugar de eso, echa la
cabeza hacia atrás y empieza a reír, y no es una risa normal tampoco. Esto es un temblor
de vientre, morirse en tu cara de la risa. Si quería avergonzarme, hacerme sentir como
una basura, entonces lo ha conseguido, de nuevo.

—Eres un pedazo de mierda, Sullivan, y desearía nunca haberte besado esa noche.
Lamento lo que pasó, ¿de acuerdo? Lo siento, ¿pero esto? Esto es demasiado. No importa
que te haya hecho daño, nada justifica esto. Nada. —Gruño y lo empujo de nuevo. Mi
pequeño arrebato está llamando la atención y ya puedo oír los susurros arremolinándose.
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Girando sobre mis cuñas, comienzo a alejarme, pero doy menos de un paso antes de que
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la dura garra de Sullivan aterrice en mi hombro y me detenga.


—Terminamos, cuando diga... —Todo pensamiento lógico sale por la ventana,
todo lo que siento es rabia, rabia al rojo vivo y antes de darme cuenta de lo que estoy
haciendo, mi mano se mueve por el aire. Incluso sobre la música puedo escuchar el fuerte
golpe de piel contra piel cuando mi palma hace contacto con su mejilla. El dolor atraviesa
mi mano, pero no me importa si lo lastimo.

Sus palabras me lastimaron más de lo que él podría imaginar. El golpe hace que
dé un paso atrás, y por el rabillo del ojo veo que su mirada se ensancha, sus cejas se elevan
hasta la línea del cabello por la conmoción. Como un pez que jadea por aire, su boca se
abre de golpe. Llevando una mano a su mejilla, toca la marca roja que dejé como si no
pudiera creer que realmente lo abofeteé.

Hay una opresión en mi pecho y se siente como si mi corazón se estuviera


rompiendo. Esos ojos azules suyos —que he visto llenos de compasión, y tal vez incluso
bondad en el pasado— se llenan de ira.

—Déjame en paz. Terminé de jugar tus juegos —digo sintiéndome derrotada, y


esta vez cuando me doy la vuelta para alejarme, me deja. Mis ojos están ardiendo con
lágrimas no derramadas mientras me abro camino a través de la pista de baile llena de
gente empujando a cualquiera que no se mueva lo suficientemente rápido fuera del
camino. No estoy segura de que mi noche pueda empeorar, y entonces lo hace.

Justo antes de salir, veo a Oliver y Banks sentados en un sofá de cuero cerca de la
puerta. Cada uno tiene una chica acurrucada a su lado. Sé que no debería molestarme
tanto verlos con otras chicas, demonios, no debería molestarme en absoluto, no después
de lo que acaba de pasar. Pero no puedo evitar el aguijón de los celos que me atraviesa.
Es como si alguien vertiera ácido en mi pecho y me quemara dolorosamente de adentro
hacia afuera.

Ambos miran hacia arriba cuando me acerco. Mi pecho palpita y siento que no
puedo conseguir suficiente aire en mis pulmones. Oliver me mira a los ojos primero, su
sonrisa de suficiencia se convierte en un ceño fruncido, pero no sé por qué. Antes de que
pueda estudiar más su expresión, la rubia de piernas largas se desliza sobre su regazo y
cubre sus labios con los suyos.

Labios que besé hace solo unos días. Labios que todavía puedo sentir en los míos.

Cierro mis manos en puños apretados y miro a Banks, sus cejas están juntas casi
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como si estuviera preocupado. No tiene sentido, a ninguno de ellos realmente le importa.


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He cavado mi propio agujero y empujarlos, dejar que me besaran, tocaran, me
enterró más profundamente. Incapaz de quedarme allí y mirarlos un segundo más,
empiezo a caminar hacia la puerta.

—Eso es. Corre, pequeña —la tonta del brazo de Banks me grita. No le doy una
segunda mirada. Ella no lo vale. No vale la pena la ira. El dolor. Ella se merece a Banks.
Empujo la puerta y salgo a la fría noche de septiembre. La embriaguez que sentí hace
unos momentos se desvaneció por completo. La realidad de todo lo que me golpea es
más seria que un cubo lleno de agua helada cayendo sobre mí.

Envolviendo mis brazos alrededor de mi misma, trato de mantenerme entera en


más de un sentido. No quiero estar aquí ahora mismo, en este estúpido barco. Sintiendo
que el pánico dentro de mí aumenta, comienzo a caminar por la cubierta, mirando hacia
la vasta oscuridad del océano. Estamos tan lejos que ni siquiera puedo ver una sola luz
más allá del agua.

El viento es frío y tener apenas algo puesto no ayuda a mantenerme ni un poco


caliente, pero prefiero morirme de frío aquí afuera que volver a entrar. Con suerte, Shelby
se dará cuenta de que he desaparecido y saldrá a buscarme pronto.

Caminando al otro extremo del yate donde me encuentro escondida por la


oscuridad, dejo salir el dolor que está marcando mis entrañas. Las lágrimas comienzan a
caer por mis mejillas, a pesar de que les dije a las bastardas que se quedaran adentro.
Colocando mis manos sobre la fría barandilla de metal, dejé caer la cabeza hacia adelante.

¿Cómo se volvió tan triste mi vida?

La pregunta ha estado corriendo por mi mente desde hace un tiempo. ¿Cómo llegó
a esto? ¿Fue todo culpa mía? ¿De mi padre? ¿O tal vez no fue culpa de nadie y todos
necesitamos vivir con las cartas que nos repartieron? De alguna manera, no creo eso.

Una lágrima tras otra cae en cascada por mi rostro y en el océano azul oscuro
debajo de mí. Todo lo que quiero es que alguien me abrace. Que me tome en sus brazos
y me diga que voy a estar bien, que todo va a estar bien.

Un viento fuerte sopla a través de mi cabello y me muerdo el labio para sofocar el


sollozo que amenaza con rasgar mi garganta. Soy arrancada de mi abrazo de ensueño por
un fuerte empujón desde atrás.
59

Todo se desarrolla tan rápido que no tengo ni un segundo para reaccionar. En un


momento estoy de pie junto a la barandilla, al siguiente me empujan por el borde,
Página

volando por el aire frío.


Un grito desgarrador sale de mi pecho y pasa rápidamente por mis labios un
momento antes de que mi cuerpo golpee el implacable mar.

El dolor me atraviesa con el impacto, petrificando mis huesos mientras una


aterradora oscuridad me traga por completo. El pánico se apodera de cada célula de mi
cuerpo, robando a mi cerebro cualquier pensamiento menos uno. Supervivencia.

Se necesita todo dentro de mí para hacer a un lado la sensación de mil agujas


pinchando en mi piel que el agua helada me deja. Mis pulmones arden, rogando,
suplicando por aire. Cerrando los ojos con fuerza, supero la rigidez de mis miembros y
empiezo a patear mis piernas con todo lo que me queda por dar.

Empujo y empujo, dando todo de mí, pero si he aprendido algo, es que a veces dar
a alguien o a algo tu todo, no es suficiente.

60
Página
7
Mi pecho contrae los músculos tan fuerte que apenas puedo respirar. Intento
tragar, pero me duelen tanto la garganta y los pulmones que siento como si un elefante
estuviera sentado en mi pecho.

De alguna manera, consigo que entre aire en mis pulmones, aunque se siente como
si estuviera respirando a través de una pajita. La oscuridad todavía me tiene sujeta, sus
garras se hunden profundamente en mi subconsciente negándose a soltarme, y dejarme
abrir los ojos.

Aunque no puedo abrir los ojos, mis oídos siguen funcionando. Hay voces a mi
alrededor, la mayoría de las cuales no conozco. Hay un jadeo y una ráfaga de susurros
que flotan a mí alrededor como nubes en el aire.

Dos voces sobresalen, llegando profundamente dentro de mí, haciendo que mi


latido superficial se convierta en un fuerte galope.

—Ella está respirando —exclama Oliver. Puedo escucharlo jadear, tratando de


recuperar el aliento y me pregunto qué ha pasado. Hay una mano acunando mi cara y de
alguna manera, sé que es la suya. Quiero acercarme a su toque, hundirme en su calidez,
pero no puedo. No puedo moverme en absoluto. Siento como si estuviera flotando apenas
aferrándome a este mundo.

—Harlow, ¿puedes oírme? —La voz de Sullivan acaricia mi oído. Hay una súplica
en su voz, que me dice que está preocupado, y hago todo lo posible por responderle, o al
menos, abrir los ojos, pero no puedo hacer ninguna de las dos cosas. Mis labios se
separan, mi boca se abre, pero las palabras nunca salen. Todo lo que consigo son mis
dientes castañeteando.

Solo ahora, con el toque de la mano de Oliver, me doy cuenta de lo fría que estoy.
Más que fría, helada.

—Tenemos que secarla y calentarla —dice Banks, justo a mi lado, dos manos
fuertes frotando mi brazo arriba y abajo.

Un segundo par de fuertes brazos se deslizan debajo de mí y me levantan en el


aire. Mi cuerpo se enrosca sobre sí mismo como por instinto y mi cabeza cae contra un
hombro firme.
61

—Todo va a estar bien. Te tengo —susurra Sullivan en mi oído mientras me acuna


Página

contra su pecho.
Extrañamente, eso es todo lo que necesito escuchar para saber que todo estará bien.
Dijo que me tiene y, por primera vez, le creo porque sé, en el fondo, que no dejará que
nada me pase. En sus brazos estoy resguardada, segura y protegida, al menos por ahora.
Dejo que el sueño me arrastre una vez más. Incluso en la oscuridad me siento segura
sabiendo que me está sosteniendo.

La conciencia regresa lentamente a mí y la frialdad que amenazaba con devorar


mis extremidades se ha desvanecido. Todavía me duele todo el cuerpo, pero el agua
helada ha sido reemplazada por algo tibio, algo que huele delicioso y algo que me derrite
en un charco de papilla. Intento estirarme, pero mis músculos están rígidos y me
hormiguean como si me hubiera acostado mal sobre ellos. Un gemido de dolor se escapa
de mis labios mientras intento moverme.

—Mierda —escucho la voz de Sullivan junto a mi oído. Esta tensa y llena de


contención—. Ella está moliendo su culo sobre mi polla.

—No creo que lo esté haciendo a propósito —se ríe Banks.

—Dile eso a mí polla, imbécil.

—Solo piensa en otra cosa —interviene Oliver—. O podemos cambiar de lugar, si


esto es demasiado duro para ti.

—Que gracioso. Estoy bien aquí. Me ocuparé de las bolas azules más tarde. Ya
hiciste tu parte saltando para salvarla. ¿Cuándo vamos a volver a tierra firme y adónde
demonios se fue Shelby? —gruñe Sullivan.

¿Salvarme? ¿Oliver me salvó?

—Cálmate. La envié a buscarle a Harlow algo caliente para beber e intentara


encontrarle algo de ropa seca.

Mis ojos todavía se sienten imposiblemente pesados como si hubiera rocas


manteniéndolos cerrados, y ahora que el frio se ha disipado, siento cada uno de los
dolores pero intensificados por veinte.

¿Qué me pasó?

—¿Por qué se haría eso a sí misma? ¿Realmente hemos sido tan horribles con ella?
62

¿Es la muerte más fácil que nosotros?


Página
Por un momento estoy confundida. ¿De qué están hablando? No me he hecho
daño. Nunca haría eso. Como las olas que se estrellan contra una playa, empujando y
tirando de la arena, mis recuerdos comienzan a resurgir en mi mente.

Abofeteando a Sullivan.

Saliendo.

Llorando.

Alguien empujándome fuera del barco y al agua.

Oh Dios mío. Casi muero.

—No lo sé, Sullivan, tal vez hemos estado calculando mal todo esto. Tenía muy
mal aspecto cuando salió corriendo de allí —le dice Banks.

—Si me preguntas, hemos sido más amables con ella de lo que su familia ha sido
con nosotros. —Sullivan dice, esta vez—. Pero no lo sé, tal vez tengas razón. Tal vez
hemos llevado las cosas demasiado lejos.

—Deténganse. No sabemos nada todavía, no hasta que se despierte. —Dice Oliver,


en voz baja, una voz que dice que su palabra es definitiva.

Cavando profundamente, encuentro la fuerza para abrir mis ojos. Lleva lo que
parecen horas, pero no puede ser más de un minuto. Parpadeo un par de veces y mis
alrededores aparecen a la vista. Todavía estamos en el barco, lo que puedo decir por el
ligero movimiento de balanceo, pero estamos en lo que parece una de las cabinas debajo
de la cubierta.

La habitación es pequeña y con los tres hermanos dentro, parece aún más pequeña.
Banks está sentado en una silla a mi izquierda y Oliver está sentado en el borde de la
cama. Me aclaro la garganta y levanto la cabeza un poco, y me doy cuenta de que estoy
acostada en una cama con Sullivan acurrucándome, con ambos brazos envueltos con
fuerza alrededor de mí. Moviéndome un poquito siento una suave tela contra mi piel
desnuda.

¿Desnuda? Estoy desnuda.

Como si pudiera leer el horror en mi cara, Banks dice: —Tuvimos que desnudarte.
No te tocamos y te miramos solo cuando tuvimos que hacerlo, lo prometo. — El guiño
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que me hace es uno que estoy segura que es para aliviar la tensión, pero no lo hace.
Página
—Sí, estabas helada, tus labios azules y tu piel cenicienta. —Dice Oliver, y mi
mirada se dirige hacia él. Puedo ver el dolor en sus profundos ojos marrones, pero no lo
entiendo. No sé por qué les importa si vivo o muero. Ciertamente no les importaba antes
con esas chicas en sus brazos. Mis ojos se cierran por un momento mientras trato de
ordenar mis pensamientos. No puedo pensar en nada de eso ahora mismo. Casi muero,
alguien me empujó fuera del barco.

—Yo... yo no salté. —Grazno, mi garganta se siente en carne viva, mi voz suena


como la de otra persona y no como la mía.

—Nos alegra que estés bien. —Banks susurra, su voz es espesa como la miel.
Débilmente, giro la cabeza y lo miro, el azul de sus ojos brilla con ira y tristeza, las dos
emociones se arremolinan juntas, sangrando entre sí.

—Alguien me empujó... no sé... —Mi voz se quiebra de nuevo y el dolor llena mi


pecho. ¿Quién me empujaría? ¿Quién me odia lo suficiente como para quererme muerta?

Antes de todo esto, habría pensado que ellos lo hacían. Pero entonces, ¿por qué me
salvarían? No tiene ningún sentido.

—Shhh, podemos hablar de esto más tarde. —Sullivan apacigua. Quiero decirle
que hablaré de esto ahora, pero estoy demasiado exhausta para que me importe o para
defenderme. Dejo que el calor de su cuerpo me rodee. Me envuelve como una manta que
mantiene juntas todas mis piezas rotas. Lentamente lo respiro, huele a lluvia y cítricos,
alivia el dolor que se forma en mi pecho.

Cerrando los ojos de nuevo, el sueño no tarda mucho en arrastrarme. Esta vez es
un sueño más ligero y sin preocupaciones. Como si solo estuviera tomando una pequeña
siesta por la tarde en lugar de recuperarme de casi ahogarme.

La siguiente vez que me despierto, me están sacando del barco. Ni siquiera puedo
mover los brazos porque todo mi cuerpo está envuelto en una manta. Parpadeando y
abriendo los ojos, veo que Banks es el que me lleva esta vez. Lo miro por un largo
momento, asimilando sus rasgos. Sé que es estúpido y que tengo otras cosas mucho más
importantes de las que preocuparme, pero quiero besarlo. Solo para ver si todo esto es
real, si realmente casi muero, si realmente me salvaron.

—¿A dónde crees que la llevas? —Shelby chilla. Suena sin aliento, como si hubiera
estado corriendo o algo así.
64

—Tenemos que llevarla al hospital —gruñe Banks, su tono es afilado.


Página
Su respuesta me saca de mi estado de ensueño y comienzo a entrar en pánico.

—No —grazno—. Sin hospital. —Su paso se desacelera cuando escucha mi voz, la
preocupación está grabada en sus hermosos rasgos.

—Por favor, sólo quiero ir a casa y dormir —suplico. Lo último que necesito es ir
al hospital porque entonces llamarán a mi padre y preferiría morir antes que tratar con él
ahora mismo.

Eventualmente, Banks deja de caminar del todo, su mirada moviéndose. Cuando


sigo su mirada, encuentro a Sullivan, Oliver y Shelby de pie alrededor nuestro.

—Te dije que ella no querría ir. Odia los hospitales —dice Shelby, de hecho, con
los brazos cruzados sobre el pecho.

—¿Estás segura? —Sullivan pregunta, mirándome, sus cejas juntas mientras


examina mi rostro, como si estuviera ocultándole todos mis secretos.

—Lo prometo. Estoy bien. Ya me siento mejor. Nada que un poco de sopa y sueño
no pueda arreglar.

Los chicos intercambian una mirada, ¿qué es esta mirada? no lo sé. Ni siquiera
puedo explicarlo realmente. Es como si estuvieran de acuerdo en algo sin siquiera hablar.

Los tres asienten con la cabeza y luego Sullivan dice: —Bien, pero vienes con
nosotros.

—¿Qué? —Shelby prácticamente grita.

—Ella vendrá con nosotros, al menos hasta que se sienta mejor —anuncia Sullivan,
lo que parece molestar aún más a Shelby.

—Espera, ¿me estás diciendo que vas a llevarla a tu casa? ¿Con ustedes? ¿Las
mismas personas que la odian?

—No la odiamos. —Banks interviene.

—Pfft, podrían haberme engañado, probablemente fue uno de ustedes quien la


empujó fuera del barco.

La declaración es audaz, y cualquier respuesta que Shelby estaba tratando de sacar


de ellos la obtiene porque Oliver da un paso amenazador hacia ella, su dedo señalándola.
65
Página
—Oh sí, porque voy a empujarla fuera del jodido barco y arriesgar mi vida
saltando a las mismas aguas para salvarla, ¿para qué? ¿Diversión? —El rostro de Oliver
se retuerce, transformándose en algo que nunca había visto antes.

Shelby gruñe —No lo sé, ¿quizás? Parece que todo esto es un juego para ustedes.
¿Quién puede decir que no la quieres muerta? ¿O tal vez solo quieres jugar al héroe?

Una cruel burbuja de risa pasa por los labios de Oliver —Si la quisiéramos muerta,
ya estaría muerta.

Bien, sentí eso justo en el corazón.

—Basta ya ustedes dos. —Sullivan ladra—: Ya está decidido. Ella viene con
nosotros. —Se vuelve hacia Shelby, que pone los ojos en blanco.

—No eres su dueño. No se ha decidido nada en absoluto. Yo me ocuparé de ella.


Ella discute, y juro que la veo pisotear con ira.

—Shelby, está bien. Me iré con ellos.

—Bien —finalmente resopla—. Pero es mejor que no te hagan daño —les da a


todos una severa mirada, una que dice “no me jodan ni a mí ni a mi amiga”.

—¿Estás bien? —Banks se inclina y me susurra al oído.

¿Estoy bien? Alguien intentó matarme. No lo sé. No tengo la fuerza para pelear con
nadie en este momento. Todo lo que sé es que no quiero ir al hospital y si eso significa
que tengo que ir con ellos, lo haré.

—¿Podemos irnos? Su agarre sobre mí se aprieta y puedo sentir la tensión en sus


músculos. Me da una sonrisa torcida que normalmente me dejaría sintiéndome confusa
por dentro.

—Por supuesto, princesa. —Dice y comienza a caminar de nuevo.

—Amigo, ¿a dónde vas? —La voz de Oliver se filtra en mis oídos.

—A la casa. Si quieren quedarse y discutir, pueden hacerlo, pero me llevaré a


nuestra chica a casa. Necesita un baño caliente, descanso y algo de comer.

—¡Si algo le pasa, iré por ustedes tres! —Shelby grita, desde algún lugar lejano,
pero sólo puedo concentrarme en las palabras de Banks.
66

—Me llevaré a nuestra chica a casa.


Página

Nuestra chica.
CUANDO LLEGAMOS a la mansión, estoy lo suficientemente alerta como para
caminar por mí misma, pero Banks, siendo autoritario, insiste en llevarme.

—Ni siquiera estás usando zapatos —señala y yo miro mis pies, mis dedos se
mueven libremente. Supongo que tiene razón, aun así no quiero ser una damisela en
apuros. Puede que casi haya muerto, pero mis piernas todavía funcionan.

Oliver se adelanta y abre la puerta para nosotros. Al entrar, Sullivan enciende las
luces a medida que avanzamos. Es extraño estar a solas con los tres, casi íntimo, como si
estuviéramos en nuestro propio pequeño mundo secreto donde no tenemos que
odiarnos.

—Bien, voy a ir a quitarme esta ropa mojada y meterme en la ducha. Saldré en un


rato —dice Oliver, antes de desaparecer por las escaleras. Tan pronto como se pierde de
vista, lo siento, este extraño tirón en mi corazón. Como si estar lejos de él fuera perder
una parte de mi alma.

Entonces, algo hace clic en mi cerebro. Él me salvó la vida. Saltó al océano en medio
de la noche y de alguna manera me encontró, sacándome de ahí.

Pensar en ello una vez no termina de profundizar, así que lo dejo correr por mi
cabeza otra vez.

Él salvó mi vida.

Oliver me salvó la vida. Mi mente todavía se tambalea por esta revelación mientras
Banks y Sullivan me llevan arriba y al baño adjunto a uno de los dormitorios de invitados.

Veo a Sullivan abrir el grifo y verter un poco de jabón de baño, mientras Banks se
sienta en el borde de la bañera, todavía me acuna contra su pecho, envuelta en una manta
como un bebé recién nacido. Veo caer el agua en la enorme bañera de la esquina, las
burbujas forman pequeñas nubes como montañas a medida que se llena. Cuando está
medio llena, Banks comienza a quitar la manta.

—¿Qué estás haciendo? —Jadeo, agarrando la manta como si fuera mi barrera


protectora. Supongo que lo es, ya que es lo único que me protege de sus ojos.

—¿Vas a tomar un baño con la manta a tu alrededor? —pregunta Banks, su gruesa


67

ceja arqueada con curiosidad.


Página
Sacudiendo mi cabeza, siento que mis mejillas comienzan a calentarse. —No.
Aunque puedo bañarme por mi cuenta.

Banks intercambia una mirada de incredulidad con Sullivan antes de negar con la
cabeza. —No creo que debas estar sola en este momento.

Apretando mi mandíbula, digo: —Ya te lo dije. No intenté suicidarme. Alguien me


empujó. No me lo estoy inventando. Lo juro. Alguien me empujó sobre el borde. Un
minuto estaba parada allí y al siguiente estaba en el agua.

—¿Viste quién era? —Sullivan pregunta, su mirada chocando con la de Banks. Es


casi como si se estuvieran comunicando de una extraña manera de hermanos, y lo que
sea que estén pensando o diciendo no quieren que yo lo sepa.

Aún más extraña es la reacción de Sullivan, es como si me creyera.

—No. Estaba agarrada a la barandilla mirando hacia el agua y alguien me empujó


por detrás. No escuché ni vi a nadie venir.

Recordarlo me hace estremecer. ¿Quién querría hacerme daño? Nadie más que los
Bishop, pero los hermanos no lo hicieron, me salvaron.

—De cualquier manera, casi mueres esta noche, no deberías estar sola ahora.
Déjame ayudarte a entrar en la bañera y luego nos sentaremos en el suelo para hacerte
compañía.

Mordiéndome el labio inferior, lo considero. Supongo que ya me han visto


desnuda, Sullivan me sostuvo debajo de la manta y dejé que me tocara la otra noche, así
que realmente no hay razón para ser tímida ahora.

—Está bien, pero no mires... quiero decir, a mí... de nuevo —digo de repente
sintiéndome cohibida. No soy nada espectacular a la vista, nada que ver con las chicas
con las que estuvieron esta noche. Mis caderas son anchas y mis muslos son un poco
gruesos, mis tetas son bastante espectaculares o al menos eso me han dicho. Soy bajita,
con el cabello del color del sol, pero no soy nada especial y, sin embargo, Banks y Sullivan
me miran como si lo fuera.

Banks me ayuda a ponerme de pie y me libera de la manta. Mis mejillas se sienten


como si estuvieran en llamas tan pronto como se retira la tela. Como pedí, ninguno de los
dos me mira directamente mientras entro en la bañera con las piernas temblorosas. Nunca
68

en mi vida pensé que estaría en esta situación. Se supone que los hermanos Bishop son
Página

mis enemigos y, sin embargo, aquí están cuidando de mí.


Banks coloca sus manos en mis brazos para estabilizarme hasta que me sumerjo
en la bañera. El agua caliente alivia mis músculos doloridos inmediatamente y me hundo
en el agua burbujeante con un suave gemido.

—Tu espalda está un poco magullada. ¿Puedo ponerle un poco de crema de árnica
cuando salgas si quieres? —Sullivan pregunta, mientras él y Banks se sientan en el suelo
junto a la bañera. No estoy segura de qué es la crema de árnica, pero cualquier cosa que
quiera frotarme en este momento suena bien. Todo mi cuerpo es un gran desastre
doloroso.

El agua se llena hasta casi el borde antes de que Sullivan se levante y la cierre.
Durante unos minutos me sumerjo en el agua y dejo que la tensión se escape de mi
cuerpo.

—¿Quieres llamar a la policía? Si alguien intenta matarte… —Sullivan rompe


repentinamente el silencio.

—No —lo interrumpo—. No quiero llamar a la policía. Uno, no tengo nada que
decirles. No vi nada, además estaba bebiendo... menor de edad bebiendo. Ya soy el centro
de atención en la escuela, no hay necesidad de empeorar las cosas para mí. Quizás quien
me empujó no quiso matarme. ¿Quizás fue solo una broma que fue demasiado lejos? No
lo sé, pero no quiero hacer nada que pueda añadirse a mis problemas.

—¿Realmente crees eso? —No, pero quiero creer que eso es todo, porque la
alternativa es demasiado aterradora para considerarla.

—No sé qué creer, pero sí sé que quiero que esto termine. Quiero ser una
estudiante universitaria normal y olvidar que todo esto sucedió. Probablemente ahora
soy el hazmerreír del campus. —Frunzo el ceño mirando el agua burbujeante—. Bueno,
más de lo que ya era.

—Mira... —Le echo un vistazo a Sullivan. Esos orbes azules suyos sangran en los
míos, haciendo que mi corazón se salte un latido o cinco. Casi puedo ver la disculpa
formándose en la punta de su lengua. Niego ligeramente con la cabeza, esperando que él
entienda. No quiero una disculpa. Debería ser yo quien se disculpe. Todo esto es culpa
mía.

—Deberías quedarte aquí unos días —interrumpe Banks—. Si alguien realmente


te empujó, tal vez ya no sea seguro para ti estar en los dormitorios. —Lógicamente
69

hablando, no está equivocado, si no fue solo una broma enfermiza, entonces eso significa
Página

que alguien me persigue, pero ¿quién?


—Realmente no me quieres aquí, todos lo sabemos. —Aparto la mirada para que
no puedan ver la tristeza parpadeando en mis ojos. Me avergüenzo de lo débil que soy
por estos hombres, lo mucho que los deseo, cuando sé que no debería.

—Si no te quisiéramos aquí te diríamos que te fueras, debes saberlo. Quiero que te
quedes, y aunque no puedo hablar por mis hermanos, estoy seguro de que ellos sienten
lo mismo.

—¿Sentir lo mismo sobre qué? — dice Oliver, entrando al baño, gotas de agua se
aferran a su cabello. Se ve limpio y feliz.

—Harlow se queda aquí por ahora —explica Sullivan—. Banks cree que no debería
volver a los dormitorios si alguien intenta matarla y yo estoy de acuerdo. Eso haría que
vigilarla fuera más fácil.

—Sí, yo también estoy de acuerdo —dice Oliver, sin pensarlo—. Está arreglado,
ella se queda. —Decide chocando sus manos.

—Mhm, ella está aquí, y debería poder opinar sobre dónde se queda, ¿verdad?
—Digo en la habitación, sabiendo muy bien que todos van a estar en desacuerdo
conmigo.

—No. —Los tres dicen casi al mismo tiempo. Cada uno de sus rostros tiene la
misma expresión, una mezcla entre pelear conmigo y molestia.

—Lo que sea. —Pongo los ojos en blanco y me hundo un poco más hasta que tengo
la barbilla en el agua. Si quieren jugar al hotel durante los próximos días, que así sea. No
es como si no tuvieran espacio aquí para una persona más y no voy a mentir, esto es
mucho mejor que las duchas de los dormitorios. Me permito remojarme un poco más
mientras los tres se ponen de pie y se ciernen sobre mí amenazantemente, como si alguien
pudiera llegar a mí en su baño de invitados. Es un poco lindo lo protectores que están
siendo. Casi lo suficiente para hacerme olvidar sus formas de acoso.

Cuando llega el momento de salir de la bañera, es tan incómodo como entrar. Los
chicos desvían la mirada pero insisten en ayudarme. Sullivan me envuelve en una toalla
grande y esponjosa y, antes de que pueda dar un solo paso, se inclina para levantarme.
Ni siquiera digo nada sabiendo que no me va a bajar. ¿Qué sentido tiene desperdiciar mi
energía?
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Si quieren tratarme como fina porcelana china, entonces los dejaré.


Página
Volvemos de regreso a la habitación de invitados, pero en lugar de acostarme en
la cama como esperaba, él sigue caminando hasta que estamos en otra habitación, una
habitación que tiene que ser suya porque huele igual que él. La habitación me resulta
vagamente familiar y me doy cuenta de que es la misma habitación en la que me
arrinconaron la noche de la fiesta. Excepto que ahora las luces están encendidas y puedo
ver el contenido de la habitación. Sábanas oscuras, paredes grises, una cama de hierro
forjado, cerca del suelo. La habitación grita masculinidad.

Al llegar a la cama, Sullivan me sienta en el borde y me hundo en el colchón de


espuma con memoria. Se siente como el cielo. Considero darme la vuelta con todo y toalla
y dejar que el colchón me trague por completo cuando él se acerca a su vestidor y saca
una camisa y unos pantalones cortos. Mis ojos se sienten pesados y me duelen los
músculos. Empiezo a sentirme más como si me hubiera caído por un tramo de escaleras
y menos como si me hubieran arrojado por el costado de un barco.

—Te quedarás aquí esta noche —dice, volviendo a la cama y colocando la ropa a
mi lado.

—Lo sé, ya hablamos de esto —digo a mitad de un bostezo. Nuestras miradas se


encuentran y hay una calidez en su mirada que nunca antes había visto allí.

—No, me refiero a aquí. Te quedarás aquí, en mi cama esta noche. Mañana te


quedarás con Banks y luego con Oliver. Nos turnaremos.

—Espera, ¿qué? —Aprieto mi agarre en la toalla, necesitando algo que me sujete a


esta realidad porque lo que acaba de decir no tiene ningún sentido para mí.

—Tus sueños se están haciendo realidad, princesa, podrás dormir con cada uno de
los hermanos Bishop —bromea Banks desde la puerta y le doy una mirada de
descontento.

Pfft, este no es mi sueño. No es mi sueño en absoluto. No sé de qué está hablando.

—No. Tiene que haber como tres habitaciones extra en esta casa. Solo tomaré una
de esas. No necesito una niñera mientras duermo.

Sullivan niega con la cabeza, sus rasgos se endurecen mientras se inclina hacia mi
rostro. Debería retroceder, levantarme, correr hacia la puerta, salir de esta casa, pero no
puedo, no solo eso, sino que realmente no quiero.
71
Página
Su gran mano se extiende y ahueca mi mejilla y me muerdo el labio necesitando
algo en lo que concentrarme para no restregar mi rostro con su mano como un perro no
deseado que necesita dueño.

—No luches contra nosotros, por favor, porque no ganarás. Hay tres de nosotros
y uno de ti. De una forma u otra conseguiremos lo que queremos. Así que déjanos hacer
esto por ti. Déjanos cuidar de ti. Es lo mínimo que podemos hacer.

La compasión en su voz tira de las fibras de mi corazón. Debo estar teniendo un


colapso mental porque estoy al borde de las lágrimas.

—No me mientas, somos enemigos, rivales, no me quieres aquí —gimoteo, mis


emociones aflorando a la superficie.

Sullivan sonríe, sonríe de verdad y cuando habla, juro que todo mi cuerpo se
estremece: —Rivales o no, siempre te he querido aquí. —Él se retira, su mano cae de mi
mejilla, el momento termina demasiado pronto—. Ahora, vayamos a la cama. Podemos
resolver las cosas mañana.

Asintiendo, trato de entender los sentimientos que me atraviesan. Deberían


odiarme, y lo hacen, pero hay algo más ahí. La sensación es como la mordedura de una
serpiente, la herida supura, el veneno se extiende por mis venas. Levanto la vista del
suelo y los encuentro a los tres mirándome. Nunca me había sentido tan confundida y
completa a la vez.

Esto no tiene ningún sentido, pero estoy demasiado agotada para intentar
resolverlo ahora mismo. Quizás estoy tan cansada que me estoy inventando todo esto en
mi cabeza. Debería irme a dormir y reevaluar todo este día mañana.

Y eso es exactamente lo que hago. Rápidamente me pongo la ropa que Sullivan me


dejó con los chicos dándose la vuelta como los caballeros que son. Me acurruco en la cama
tamaño grande, Sullivan se desnuda hasta quedar en sus bóxers y se mete en la cama a
mi lado.

Trago la nerviosa ansiedad de tenerlo tan cerca de mí mientras esta malditamente


casi desnudo. Banks y Oliver se despiden y abandonan la habitación. El agotamiento
comienza a tirar de mí y solo soy vagamente consciente de que la puerta se cierra y de
que Sullivan se inclina para susurrarme al oído.
72

—Duerme tranquila, Harlow —su voz me lleva a un oscuro sopor.


Página
8
Cuando me despierto todavía no hay luz afuera, el cielo a través de las sombras
proyecta una sombra oscura dentro de la habitación. Lentamente me doy la vuelta,
levantando la cabeza para encontrar a Sullivan todavía dormido. Se ve tan en paz. Una
estatua griega, con bordes duros y músculos bien definidos que me hacen la boca agua.

En su mayor parte, estoy casi encima de él con mi pierna sobre la suya, mi brazo
envuelto alrededor de su cintura, esos abdominales perfectamente formados
presionando contra mi piel, con mi cabeza apoyada sobre su firme pecho. No recuerdo
haberme quedado dormida así, pero no me quejo de despertarme en esta posición.

Mi mejilla está caliente donde mi piel está presionada contra la suya y cuando trato
de moverme, me doy cuenta de que sus brazos me enjaulan, sujetándome con fuerza a su
costado. Sé que no debería, pero me siento segura y protegida en sus brazos. Estoy
contenta, tan contenta que casi olvido que casi muero anoche. El pensamiento
desagradable envía un escalofrío por mi espalda y me acurruco aún más profundamente,
como si tratara de incrustarme en su piel.

—¿Tienes frío? —La voz soñolienta de Sullivan vibra a través de mí. Es ronca y
acaricia algo profundo en mi vientre. Mis sentimientos por él —al infierno, por los tres—
están fuera de control.

—Estoy bien —susurro, mi propia voz ronca y mi garganta adolorida por haberme
tragado ayer toda el agua del océano.

—¿Cómo está tu espalda? ¿Te duele en alguna parte? —Él pregunta, su voz firme.

—Solo dolorida, pero estaré bien. Soy más fuerte de lo que parezco —le digo
mientras comienza a frotar suavemente sus manos arriba y abajo por mi espalda. Me
muerdo los labios para evitar soltar un fuerte maullido.

—Déjame verla. Olvidé ponerle un poco de crema anoche. Puedo hacer eso ahora
—ofrece, empujándome lejos de él. Me alejo y me acuesto boca abajo a su lado. Esto es
malo, pero muy bueno. Él quita la manta y suavemente tira de la camisa que estoy
usando.

El frío aire de la habitación besa mi piel desnuda y siseo entre dientes ante la
sensación.
73

—No te muevas, voy a buscar la crema. —Ordena y se levanta de la cama. Dios, es


Página

tan mandón, es casi exasperante. No lo miro, en lugar de eso, entierro mis mejillas
calientes en el colchón. Su aroma gira a mí alrededor, está dentro de mí, en mis poros,
girando alrededor de mi cabeza. Se supone que debo odiarlo, pero el odio es lo último
que siento en este momento.

Reaparece un momento después con un tubo en la mano. Sentándose a mi lado,


aprieta un poco en sus dedos y comienza a masajear ligeramente mi espalda. Su toque es
suave y sensual al mismo tiempo. Envía pequeñas sacudidas de placer por mi columna
vertebral que luego bajan, hasta mi núcleo.

—Oh Dios, eso se siente bien. —Gimo contra el colchón sin pensarlo.

—Te dije que podía hacerte sentir mejor —susurra, su aliento caliente acaricia mi
oído. Casi puedo ver la expresión engreída en su rostro, el brillo de maldad en sus ojos.
No me toma mucho tiempo convertirme en un montón de papilla bajo sus fuertes manos.
Sus dedos recorren mi piel, la crema que usó penetró profundamente en mis músculos.
Él se aleja y no estoy segura de qué me domina, pero siento la necesidad de disculparme,
de decirle que lamento haberle arruinado todo el año pasado. Nunca debí haber
escuchado a mi padre, creído sus mentiras, no cuando él era mucho peor que los Bishop.

Me levanto del colchón y me pongo de rodillas, la camisa vuelve a caer en su lugar.


Cuando mi mirada encuentra la de Sullivan, veo el calor en sus ojos. Instintivamente, mis
ojos se posan en sus bóxers, una tienda de campaña considerable se ha formado allí.

Mierda, es enorme y duro como una piedra. Levanto la mirada a su rostro antes
de decir algo que me avergüence.

—Yo... solo quiero pedir perdón, por esa noche, por arruinar...

—Shhh —Sullivan extiende la mano, tirando de mí en sus brazos. Mis labios se


presionan en una línea firme ante su toque. El órgano en mi pecho comienza a latir y mi
pecho sube y baja con un ritmo inestable. Con sus manos en mis caderas, nos mueve hacia
la cabecera. Jadeo cuando su rígida polla presiona contra mi centro. Debe ser capaz de
sentir el efecto que tiene sobre mí.

—No quiero hablar sobre el pasado, de hecho, no quiero hablar en absoluto.


—Hay dedos fantasmales sobre mis caderas y me muevo contra él, disfrutando de su
dureza contra mí. Su agarre se aprieta y gime, y juro por Dios que tiene que ser el sonido
más sexy que he escuchado en toda mi vida.
74

Levantando mis manos las coloco sobre sus hombros y me inclino, mis labios
encuentran los suyos firmes y llenos. El beso está saturado de lujuria, con una necesidad
Página

primitiva de algo más y como dos almas que intentan encontrar su lugar en la otra,
chocamos con un calor que podría rivalizar con el sol. La lengua de Sullivan se desliza
por su labio inferior y se presiona contra mí suplicando entrar en mi boca. Sin dudarlo
separo los labios y nuestras lenguas se encuentran, acariciándose tiernamente.

Mis manos se mueven por sí solas, deslizándose sobre sus fuertes hombros y
bajando por su firme pecho, sobre paquete abdominal de ocho y hasta su estrecha cintura,
antes de volver a subir, hasta que mis dedos encuentran agarre en los mechones más
largos de su cabello. Bajo esta luz, es casi un oxidado color que le sienta bien.

Sin aliento, se aleja, el azul de sus ojos del color de una tormenta antes de que
llueva, sus pupilas dilatadas —Joder, Harlow, quiero besarte en todas partes, saborear
cada centímetro de ti.

Su confesión debería asustarme por lo inexperta que soy, pero eso no pasa, me
excita, porque nada me gustaría más que tener sus labios sobre mi piel, su lengua
acariciándome de formas que nunca podría imaginar.

—¿Quieres eso? —Pregunta, inclinándose para presionar un beso sobre mi


palpitante pulso. Presionando su polla giro mis caderas, el placer que me atraviesa es
indescriptible.

—Si. —Respondo con voz ronca, sintiéndome solo un poco tímida cuando él se
aparta y agarra el dobladillo de la camiseta que estoy usando, tirándolo hacia arriba y
por encima de mi cabeza. La camiseta cae al colchón a nuestro lado, y de repente estoy
sentada en su regazo, mis pechos expuestos y mis mejillas sintiendo cincuenta tonos de
rojo. Instintivamente, levanto mis manos para cubrir mis pechos pero Sullivan no lo
permite, él niega con la cabeza y agarra mis muñecas, llevando mis manos de regreso a
sus hombros.

—Eres hermosa y no deberías ocultar esa belleza.

Me acaba de llamar hermosa. Me empapo en las palabras y hundo los dientes en mi


labio inferior cuando se inclina hacia adelante y succiona uno de mis rígidos pezones con
la boca. Sus ojos se cierran y gime alrededor de la punta, el sonido pulsa a través de mí.

Mi coño se aprieta alrededor de nada más que aire, y deseo tanto que él alivie el
dolor que se está formando allí. Alejándose, libera mi pezón con un fuerte pop y se mueve
para prestar la misma atención al otro.
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—Hueles a vainilla dulce. Eres intoxicante y sabes a fresas recién cortadas. Joder,
podría besarte todo el día y chupar estos bonitos pezones rosados durante horas. —Dios
Página

mío, sus palabras no ayudan.


Puedo sentir algo construyéndose profundamente dentro de mí, se eleva cada vez
más y más alto mientras chupa mi pezón, haciendo girar su lengua a través del pico
endurecido mientras amasa mi otro pecho, su pulgar e índice hacen rodar suavemente la
dura protuberancia.

—Yo... eso se siente bien, incluso mejor que el masaje.

Apartando las palmas de las manos de ambos pechos, sus ojos brillan con una
necesidad apenas contenida y en este momento, quiero que se rompa. Quiero que me
tome, que me dé el placer que sé que puede. El placer que me dará, si se lo pido.

—Te necesito…

—Aprieta tu coño contra mi polla. Quiero ver cómo te ves cuando te corres.
—Gruñe, y como un niño al que le dicen que pueden comer el postre antes de la cena,
presiono mi coño contra su polla —nuestra fina capa de ropa no hace nada para ocultar
nuestra excitación— tomando lo que sea que me dé.

Al primer contacto, jadeo, mi coño palpita y el calor se extiende por mi núcleo.


Manteniendo la presión, giro las caderas y sonrío cuando un profundo gemido sale de
sus labios.

—Tan hermosa, tan jodidamente hermosa —murmura, mirándome a los ojos, sus
dedos tirando de mis pezones con un ritmo constante. Dejo que la reacción de mi cuerpo
ante él me supere y empiezo a frotarme contra él, encontrando el ángulo perfecto que me
proporciona la presión justa para hacerme estallar.

Mis movimientos se vuelven salvajes, mis caderas se mueven cada vez más rápido,
a medida que el placer aumenta, y santo infierno, desearía que hubiera menos tela entre
nosotros en este momento.

—Córrete para mí, Harlow, muéstrame cuánto quieres mi polla y tal vez la
próxima vez te la dé. —La profundidad de su voz y las palabras eróticas me encienden,
el calor se acumula dentro de mí y luego, como fuegos artificiales, exploto. Todo mi ser
se estremece, mi pulso golpea en mis oídos mientras mi coño se aprieta una y otra vez
alrededor de la nada.

—Joder... —Sullivan gruñe roncamente, sus dedos se clavan en mi piel.

Inclinándome flojamente hacia adelante, caigo sobre Sullivan, mi oído presiona


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contra su pecho, el sonido de su propio latido irregular me llena de calidez.


Página
—Ha pasado mucho tiempo desde que me vine en mis malditos bóxers, pero tú,
Harlow, tienes un poder sobre mí que es a la vez aterrador y excitante. Pero créeme, la
próxima vez que me corra, estaré dentro de ti.

Mis ojos se abren y trago saliva, preguntándome cuándo será la próxima vez. Mi
estómago está hecho un nudo, pero el resto de mi cuerpo está relajado, un charco de
papilla. Me aparto, mi boca se abre con una pregunta en mi lengua, cuando la puerta del
dormitorio se abre y entra Banks. No puedo imaginar lo que está pensando mientras nos
mira, su rostro es una máscara sin emoción y antes de que alguno de nosotros puede decir
cualquier cosa, sale de la habitación y cierra la puerta detrás de él.

Me giro para enfrentar a Sullivan tímidamente y él me quita algunos mechones de


cabello de la cara. Soy un maldito desastre. Acabo de follar a uno de los chicos que me
habían enseñado que tenía que odiar durante los primeros dieciocho años de mi vida. Los
mismos chicos que han pasado incontables horas acosándome y haciéndome la vida
imposible. Entonces, ¿por qué se siente tan bien, pero a la vez tan mal? El que Banks nos
haya sorprendido, me está dejando con un torbellino de emociones que no sé cómo
manejar.

—No podemos evitarlo, los tres te deseamos. La pregunta es, ¿nos deseas a todos?

Y si esa no es la pregunta del millón de dólares, no sé cuál es.

EL DESAYUNO NO ES TAN INCÓMODO como esperaba y Banks no menciona


lo que vio en la habitación de Sullivan. Aun así, esto se siente todo menos normal. Una
parte de mí todavía se pregunta si esto es real. ¿Cómo pasar de odiarnos a disfrutar del
desayuno después de abrazarnos toda la noche? Entonces algo se me ocurre. ¿Alguna vez
nos odiamos realmente? ¿O simplemente estábamos condicionados? ¿Odiamos las
versiones del otro que nuestros padres nos hicieron ver?

Mirando hacia atrás no puedo decir que alguna vez sentí que yo misma los odiaba,
ya que nunca hicieron nada para herirme directamente. Todo lo que escuché sobre los
Bishop vino de mi padre y ahora que sé que mi padre me mintió, no puedo evitar
preguntarme si él también mintió sobre otras cosas. Mi madre nunca habló de ellos, pero
cuando lo hizo fue con el mismo desdén que mi padre.

Pensar en mis padres siempre me deja un sabor amargo en la boca. Tomo un sorbo
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de café y trato de borrar los recuerdos no deseados. En lugar de pensar en el pasado, miro
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a los tres hombres que están sentados a la mesa conmigo. Nunca los había visto tan
relajados y despreocupados.

—Estaré fuera la mayor parte del día, pero estoy seguro de que Banks y Oliver
pueden mantenerte ocupada —dice Sullivan, entre bocados de su bagel.

—¿A dónde vas? —Pregunto por curiosidad, solo después de que las palabras
salen de mi boca me doy cuenta de lo entrometida que estoy siendo. Internamente
maldigo por lo ridículo que suena todo esto, Jesús, Harlow, te dio un orgasmo, no un
anillo de bodas.

—Solo tengo que atender algunas cosas —me mira brevemente, obviamente no
está dispuesto a compartir. Acepto la indirecta y no le pido que dé más detalles.
Realmente no es de mi incumbencia.

Se va justo después de terminar el desayuno y yo trato de ayudar a Oliver y Banks


a limpiar la cocina, pero Banks me dice que me quede sentada, lo que me deja
sintiéndome rara y fuera de lugar.

—Probablemente debería volver a los dormitorios —anuncio, sintiendo que podría


estar entrometiéndome o algo así—. Realmente no tienen que hacer esto. No tienen que
cuidarme, vigilarme. No necesito...

—Ya hablamos de esto. Te quedarás aquí hasta que averigüemos quién te empujo
del barco. —La voz de Oliver tiene un carácter definitivo, como lo que él dice, y sé que
una vez más que me han derribado. Frunzo el ceño y miro al suelo, cruzando los brazos
sobre el pecho. Todavía estoy usando la camisa de Sullivan. Sin sostén, por supuesto, y
sus pantalones cortos, sin, lo adivinaste, sin bragas.

Incluso con la ropa que tengo puesta, me siento desnuda y fuera de lugar.

—¿Por qué no vemos una película o algo así? —Sugiere Banks, claramente
intentando aligerar el ambiente—. Podemos pasar el resto del día en el sofá, tal vez pedir
algo para llevar, descansar y ser perezosos.

—En realidad, eso suena muy bien —sonrío—. Pero, necesito al menos llamar a
Shelby y hacerle saber que estoy bien. La conozco, y a estas alturas probablemente esté
preocupada hasta el límite. Estará esperando todo el día para que la llame o vuelva a casa.

Banks junta las manos, el sonido resuena en la habitación —Está decidido


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entonces, día de descanso en el sofá. Toma, llama a Shelby —dice, deslizando su teléfono
Página

sobre la mesa hacia mí.


— Estoy saltando a la ducha.

—Y yo voy a elegir una película. Ve a la sala de estar en diez minutos —demanda


Oliver, su mirada ardiendo a través de mí. No puedo ubicar la emoción que veo allí, pero
no puedo apartar la mirada. Es como si él estuviera en trance. Sale de la cocina un
momento después y siento que finalmente puedo respirar.

¿Qué demonios fue eso? Fuera lo que fuera, era intenso. Con el teléfono en la mano,
marco uno de los pocos números que me sé de memoria.

Shelby responde al segundo timbre con un dramático jadeo —¿Hola?

—Hola soy yo. Solo llamo para decir que estoy viva.

—Dios, Harlow, he estado muy preocupada por ti. No creo que quedarte allí sea
seguro. Me siento como una amiga de mierda por haber dejado que esto sucediera.
Debería haber llamado a la policía en su lugar. Dios, por favor dime que no te han hecho
daño. Juro que los mataré. Sé cómo esconder un cuerpo.

—¿Qué? ¡No! Detente, Shelby. Estoy bien. —Le aseguro, pero puedo decir por la
respiración agitada que está sonando a través del teléfono que está al borde de un colapso.

—Casi mueres, Harlow. ¿Tienes idea de lo que se siente al ver que te sacan del
agua de esa manera? Sabes que no respirabas cuando te sacaron, ¿verdad? —Por un
momento no digo nada. Eso explica el dolor en mi pecho, supongo. Alguien debió
haberme hecho RCP. Me lamo los labios, preparándome para decir algo, para asegurarle
que estoy bien, pero las palabras no salen. No lo sabía y, sinceramente, no estoy segura
de querer saberlo. No quiero que me recuerden lo cerca que estuve de no despertarme
nunca, de no volver a ver a Shelby ni a los chicos nunca más. Tragando el miedo y la
tristeza que brota dentro de mí, me obligo a hablar.

—Fue un extraño accidente. Probablemente solo una broma que salió mal. Lo
prometo, estoy bien —digo débilmente, deseando ser lo suficientemente fuerte para creer
las palabras que estoy diciendo. Suspira profundamente en el teléfono y sé que no me
cree. Ella me conoce lo suficiente como para saber que no estoy bien, pero también sabe
que no estoy lista para hablar de eso.

—Bien, pero llámame si me necesitas y oh, casi lo olvido. Esta chica vino a nuestra
habitación esta mañana, preguntando si estabas bien. Creo que Carole era su nombre.
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—¿Caroline?
Página
—Sí, eso es, ella dijo que estaba preocupada por ti anoche y que quería ver como
estabas.

—Eso es dulce —digo, preguntándome cómo sabe en qué habitación vivo.

—Voy a ir a la galería por unas horas, pero tendré mi teléfono conmigo, y lo digo
en serio. Cualquier cosa, Harlow, incluso si solo quieres hablar.

—Lo juro, llamaré si pasa algo —le aseguro—. Gracias por ser una increíble amiga,
te amo.

—Sí, sí. Yo también te amo, mejor amiga. Hablamos luego. —Presiono la tecla roja
del teléfono y me quedo allí un momento, recuperando la compostura. ¿No estaba
respirando? Literalmente podría haber muerto, estuve muy cerca de la muerte, pero
Oliver me salvó.

Él me salvó.

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Página
9
Si alguien me hubiera preguntado hace dos días cómo iba a pasar mi sábado, este
habría sido, por mucho, el escenario más alejado de mi mente. Banks, Oliver y yo estamos
tumbados en el sofá de gran tamaño, cada uno comiendo de una caja de comida china
para llevar, mientras vemos todas las películas de Die Hard4.

Ya estamos al final de la segunda y Sullivan aún no ha regresado. Me pregunto


dónde demonios está, pero no quiero parecer entrometido, así que mantengo la boca
cerrada y disfruto de este día sin preocuparme.

—¿Cómo está tu espalda? —pregunta Banks cuando termina la película.

—Está mejor, esa cosa que Sullivan puso allí realmente ayudó.

—¿Es eso lo que estaban haciendo ustedes dos esta mañana? —Se burla—. Tal vez
también yo pueda poner un poco de crema sobre ti.

Oh Dios. No sé si es el recordatorio de lo que hice con Sullivan, o el tono sugerente


en la voz de Banks, o tal vez la forma en que los ojos ardientes de Oliver me están
quemando en este momento, pero algo hace que mi núcleo se apriete y la humedad se
acumule entre mis piernas.

—Eres linda cuando te sonrojas —dice Oliver mientras se sienta y se inclina hacia
mí—. Veamos tu espalda. —Tira de mi camiseta instándome a levantarla.

Me deslizo hasta el borde del sofá y me levanto la camiseta en la espalda. No


planeo mostrar más piel que eso, pero cuando Oliver comienza a pasar sus dedos
lentamente por mi columna, tengo esta abrumadora necesidad de quitarme la camiseta
por completo. Giro la cabeza y miro hacia atrás por encima de mi hombro justo cuando
Banks se acerca a también mí. Las puntas de sus dedos rozando mis costillas.

Con ambos tocándome al mismo tiempo, mis sentidos se aceleran. Antes de saber
lo que estoy haciendo, me quito la camiseta por completo y la dejo caer al suelo junto a
mis pies.

—Joder, sí —exclama Oliver. Agarrándome por las caderas, me hace girar y me


pone en su regazo. Me siento a horcajadas sobre él en nada más que un par de delgados
pantalones cortos, la tela ya está empapada en mi entrepierna.
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Página

No puedo contener un gemido cuando siento su muy dura polla presionando


contra mi clítoris. Con sus manos extendidas sobre mis muslos, me muele a lo largo de

4
Die Hard (titulada Duro de matar en Hispanoamérica y La jungla de cristal en España)
su longitud, pero realmente lo pierdo cuando toma uno de mis pezones en su boca y hace
girar su lengua alrededor del apretado capullo.

Mi cabeza cae hacia atrás mientras lujuria pura me invade. De repente, no me


importa cuán equivocado sea esto, todo en lo que puedo pensar es en sus manos sobre
mí, sus bocas, sus lenguas, sus... oh Dios mío. No puedo creer que esto esté sucediendo.
¿Voy a perder mi virginidad durante un trío?

Oliver chupa mi fruncido pezón y pierdo el hilo de mis pensamientos de nuevo.

—No seas tan codicioso, hermano —gruñe Banks a nuestro lado y Oliver suelta mi
pezón con un pop.

Banks sonríe y toma uno de mis pechos antes de inclinarse para llevar el otro a su
boca mientras todavía estoy a horcajadas sobre Oliver. Lo incorrecto de todo esto es tan
estimulante. Tuve a Sullivan esta mañana y ahora estoy con sus hermanos.

Ocupo de mis manos enhebrando mis dedos a través de mechones de suave


cabello castaño mientras Banks hace girar su lengua alrededor de mi endurecido pezón.
Las sensaciones que ambos despiertan dentro de mí son enloquecedoras.

De repente se detiene y se aleja suavemente. Gimo por la pérdida de contacto, mi


cabeza está demasiado mareada por la lujuria mientras trato de averiguar si he hecho
algo mal.

—Acuéstate sobre nuestras piernas —ordena, tirando de mi hombro. Con


vergonzoso entusiasmo obedezco, reajustando mis piernas para poder recostarme sobre
ambos regazos. La parte superior de mi cuerpo está sobre Banks, mientras que mi culo
está acurrucado contra la endurecida polla de Oliver.

—¿Quieres que te hagamos sentir bien? —pregunta Oliver, con su intoxicante voz,
mientras pasa su mano hacia arriba y hacia abajo por la parte interna de mis muslos. Mi
corazón comienza a latir rápidamente, el deseo se acumula en lo profundo de mis
entrañas.

—Sí —digo sin aliento, mi lengua se lanza sobre mi labio inferior para mojarlo.

—Quiero tocarte —ronronea Oliver.

—Me estás tocando —bromeo, aunque sé exactamente lo que quiere decir.


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Sonriendo, usa su mano para separar mis piernas.


Página
—Quiero tocarte aquí —murmura y deja que su pulgar se deslice sobre los
pantalones cortos que cubren mi coño. Entendiendo la indirecta, separo más mis piernas
para él. Toma la invitación y pasa los dedos por la tela antes de meter el pulgar en la
cintura de mis pantalones cortos y empezar a bajarlos.

Levanto las caderas para darle un mejor acceso y luego miro mientras baja la tela
por mis piernas lentamente, muy lentamente, dejándome completamente desnuda. Mis
ojos se mueven entre los dos mientras me miran como si yo fuera un buffet de todo lo
que puedas comer y ellos son dos hombres hambrientos que no han comido en semanas.

Banks toma mi mejilla e impulsa mi rostro hacia él. Inclinándose, presiona sus
labios contra los míos, este beso me consume, arrancando el aire de mis pulmones. Estoy
tan abrumada por ese beso que es difícil para mí seguir la pista de dónde están las manos
de Oliver.

El placer aumenta cuando la mano libre de Banks encuentra mi pecho y comienza


a amasar la carne. Al mismo tiempo, la mano de Oliver se mueve entre mis muslos para
acariciar mi montículo, su pulgar encuentra mi clítoris con facilidad.

—¿Quieres que te hagamos venir? —Banks pregunta, su voz es extrañamente


profunda mientras se aleja lo suficiente para hablar.

Con su pulgar firmemente en mi clítoris, Oliver mueve un dedo hacia mi entrada


ya empapada. Esto es una locura, deberíamos parar, pero no quiero, no sé si podría
detenerme ahora mismo. El mundo podría arder hasta los cimientos a mí alrededor y no
me importaría. Todo lo que importa es el fuego abrasador que parpadea en mi vientre.

—Sí, por favor —las palabras salen en un jadeo porque justo cuando las estoy
diciendo, Oliver desliza con destreza uno de sus gruesos dedos dentro de mí.

—Joder, Banks, ella está apretada como el infierno. —La voz de Oliver es tensa, los
músculos de su cuello están rígidos. Parece que está listo para explotar.

—Mmm, tan apretada y lista para nosotros —murmura Banks contra mis labios,
antes de profundizar el beso. Segundos después, mi pezón está siendo rodado entre dos
dedos, mi pecho palpita. Mi cuerpo se estremece de placer ante las exploradoras manos
de estos dos hombres.

Gimoteo, la humedad entre mis piernas crece, ahora goteando. Estoy tan mojada,
tan lista, es casi vergonzoso. Como si pudiera sentir mi incomodidad y necesidad de más,
83

Oliver comienza a moverse, su dedo bombeando dentro y fuera de mí con empujes poco
Página

profundos.
—Joder, eres tan hermosa, Harlow, tu coño está tomando el dedo de mi hermano
con tanta facilidad. Puedo imaginarte con mi polla metida dentro.

Querido señor, mis mejillas se arden con la admisión. ¿Podría soportar ser tomada
por dos de los Bishop? Más aún, ¿querría serlo? Ya conozco la respuesta a esa pregunta
y, por muy equivocada que sea, sí. Me gustaría que me tomaran juntos.

Banks es sucio, sus palabras me incitan, me empujan cada vez más cerca. Mis
piernas se separan por completo, mis caderas se elevan ligeramente con cada empuje
superficial, mientras Banks continúa tirando de mis pezones, alternando entre los dos
mientras susurra pensamientos sucios en mis oídos.

—Eres tan codiciosa, tan dispuesta y lista para nosotros —gruñe Oliver, agregando
un segundo dedo. Hace una breve pausa, antes de volver a moverse, dándome tiempo
para adaptarme a él. Es casi como si supiera que nunca he hecho esto antes.

Me siento llena, tan llena, y la presión en mi vientre aumenta cuando Oliver hace
esta cosa extraña en la que cruza los dedos dentro de mí, frotando el tierno tejido en la
parte superior de mi canal.

—Mierda —jadeo, en la boca de Banks y arqueo mi espalda, empujando mis


pechos más hacia sus manos. Estoy totalmente jadeante ahora, mi cuerpo se mueve por
sí solo, mis manos se extienden, tratando de encontrar algo que hacer.

Una termina en el cabello de Banks, mis dedos se clavan en sus mechones castaños.
Mi otra mano agarra un puño lleno de la camisa de Oliver, tirando de él hacia mí,
mientras me tambaleo al borde de la locura entre los dos.

—Así es. Córrete para nosotros. Córrete sobre sus dedos, derrama ese bonito coño
por toda su mano —susurra Banks contra mi caliente piel, alentando el orgasmo. Mis
muslos tiemblan y mis músculos se tensan, el placer me ciega mientras recorre mi ser de
la cabeza a los pies. Siento que mi canal tiene espasmos alrededor de los dedos de Oliver,
me aferro a él y me niego a soltarlo. Mis dientes se hunden en mi labio inferior para evitar
que gritos de placer se escapen, pero algunos se derraman de todos modos, arrancados
de mi garganta y desde algún lugar profundo dentro de mí.

—Ahhhh... —El ruido vibra en las paredes. Cierro los ojos con fuerza y disfruto de
la última oleada del orgasmo mientras me recorre con pequeñas réplicas. Lentamente,
vuelvo a flotar hacia la tierra como una hoja que cae de un árbol.
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Los segundos pasan y aprieto los párpados con más fuerza deseando que el
momento dure para siempre, pero mientras los pulsos eufóricos de placer me abandonan,
me quedo preguntándome ¿qué pasa después?

No solo los he besado a los tres. También he hecho cosas sexuales con todos ellos.

¿Dónde me deja esto? ¿Intercalada justo en el medio? Con el parpadeo de mis ojos,
la primera persona que veo es Oliver. Retira su mano de entre mis muslos y lleva los dos
dedos, ahora chorreando mi excitación a sus labios.

Se los mete en la boca y cierra los ojos mientras chupa. Se toma su tiempo, como si
estuviera chupando una piruleta. Me está probando, saboreando mi excitación, mi
corrida y que me condenen si no es tan caliente como en el infierno verlo

—Tu sabor es divino. No puedo esperar a tener esos muslos tuyos envueltos
alrededor de mi cara, con mi lengua en tu coño.

Usando mi brazo para proteger mi rostro —que probablemente es rojo cereza—


me escondo de él.

—No te avergüences, fue increíble. —Me asegura Oliver, sus ojos oscurecidos por
la excitación.

—Joder, sí, lo fue. Eso va a mi banco de azotes para la próxima vez —Banks se ríe,
mientras suavemente pasa su pulgar por mi frente. Mi respiración vuelve a un ritmo
semi-normal. Mi corazón, por otro lado, todavía está galopando como si quisiera salir de
mi pecho y no creo que vuelva a un ritmo más lento en el corto plazo. No con Banks y
Oliver mirándome como si estuvieran a punto de devorarme de nuevo.

Puedo sentir sus dos pollas presionando contra mi piel desnuda, y por un segundo
tengo miedo de lo que vendrá después. Quiero satisfacerlos a ambos como acaban de
hacer por mí, pero ¿puedo?

¿Puedo tomar a los dos al mismo tiempo?

Banks debe ver la preocupación destellando en mis ojos porque comienza a negar
con la cabeza.

—No tienes que hacer nada —me asegura, mientras pasa sus dedos por mi cabello.
Se siente como… no hay manera de describirlo. Es como un masaje pero para tu cuero
cabelludo.
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—Quiero hacerlo, es solo que... —El sonido de una puerta abriéndose y cerrándose
Página

hace eco en la casa, seguido de fuertes pisadas que se dirigen hacia nosotros. Sullivan.
Sé que no he hecho nada malo, Sullivan y yo no somos pareja, pero todavía me
escapo de sus regazos con mi camisa en la mano, agarrando mis pantalones cortos del
piso. Me pongo la camiseta por la cabeza y me cubre las tetas cuando Sullivan entra
caminando a la sala de estar. Al detenerse en la puerta, observa la escena con las cejas
levantadas, como si estuviera tratando de resolver un rompecabezas.

—¿Qué diablos está pasando aquí?

—Oh, ¿con nosotros? —Banks sonríe, recostándose contra el sofá con las manos
detrás de la cabeza. Mis ojos se mueven entre Sullivan, Oliver y Banks. Sullivan tiene una
mirada oscura en sus ojos, mientras que Banks sonríe como un tonto.

—¿Y bien? Será mejor que alguien me diga qué diablos están haciendo. —Sullivan
hace una pausa, su mirada me recorre una vez, y luego una segunda vez, excepto que
esta vez su mirada se detiene en mis piernas desnudas. Siento como si me estuviera
inspeccionando.

Intento mirar a cualquier parte menos a Sullivan o a los otros dos, pero mi mirada
sigue atrapada en dos pollas endurecidas que se tensan contra la tela de sus pantalones
cortos. Joder, parece que eso duele.

—¿Por qué no tiene los pantalones cortos? —Sullivan pregunta, y Banks se echa a
reír. El tono de la voz de Sullivan es profundo, protector, como un alfa y me pregunto
por qué. ¿Está tratando de reclamarme? Suena así.

—Oh, le estábamos poniendo un poco de crema en la espalda, como hiciste esta


mañana, ¿recuerdas? —Oliver bromea, levanta una ceja y, aunque su respuesta está
dirigida a Sullivan, sus ojos se clavan en los míos. Juro que si mis mejillas no estuvieran
ya en llamas, lo estarían ahora.

Las cejas de Sullivan se juntan, y luego sus labios se contraen antes de formar una
sonrisa —Veo que has hecho tu elección entonces —dice, recordándome la pregunta que
me hizo esa mañana.

¿Quería a los tres hermanos? Infiernos, sí.

¿Podría manejarlos? No lo sé.

¿Es esta una terrible idea que me explotará en la cara? Sí. Esto está mal y no solo
porque se supone que son mis enemigos, porque nuestras familias se han odiado durante
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años. No, está mal porque me estoy enamorando de tres hombres que me acosaron, que
pensé que seguramente me odiaban, pero que claramente no me odiaban lo suficiente.
Página
Y si las cosas terminan mal, lo cual estoy segura que sucederá, soy yo la que
conseguirá que le rompan el corazón, no ellos.

Girando sobre las puntas de mis pies salgo de la sala. Necesito algo de espacio,
estar en algún lugar donde no esté rodeada por ellos y su intoxicante aroma. Algún lugar
donde pueda respirar sin tener un Bishop pegado a mi trasero. Ya no sé lo que está
pasando, todo lo que sé es que ya no somos enemigos.

—Oye, espera, ¿a dónde vas? —pregunta Sullivan, el sonido de sus pies golpeando
contra el suelo detrás de mí me dice que me está siguiendo. Genial.

—¿Puedes darme algo para ponerme? ¿Cómo unos pantalones de ejercicio o algo
así? —Pregunto, deteniéndome en medio del pasillo.

Sullivan se acerca a mí, su mano es pesada sobre mi hombro mientras me da la


vuelta para mirarlo, y lo dejo porque soy débil. Débil por él, débil por los tres.

—Sí, claro, lo que necesites. —Responde. Manteniendo mis ojos firmemente en su


pecho digo —Gracias —y voy a darme la vuelta, pero la mano en mi hombro se aprieta y
mi estómago comienza a revolotear por alguna estúpida razón.

Se inclina hacia mí y levanto la cabeza, incapaz de resistir la cercanía de su cuerpo.


Mis fosas nasales se ensanchan cuando lo inhalo. Todo lo que puedo oler es la lluvia, el
olor de una tormenta —¿Estás bien? —Esa voz suya es suave y me envuelve como un
suéter de cachemira.

De repente mi garganta, mis labios, todo se siente seco. —Si. —Digo, el tono de mi
voz es más suave de lo que esperaba que fuera — Todo es un poco demasiado y está
sucediendo tan rápido. Quiero decir, un día me odias y al siguiente me quieres para…

—Whoa, más lento. Siempre te he querido —admite, por segunda vez. Al mirarlo
a los ojos, no veo nada más que honestidad reflejada en mí.

—Bueno, yo no sabía eso —digo, mordiéndome el labio inferior.

—Bien, ahora ya lo sabes. Vamos, vamos a vestirte —dice Sullivan, tomando mi


mano y llevándome a su habitación. Me siento en el borde de la cama y lo veo hurgar en
los cajones de su vestidor. Me entrega un par de pantalones de ejercicio y calcetines que
me pongo de inmediato.

Una vez que estoy vestida, me siento un poco mejor, menos expuesta y más
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preparada, pero no segura. Estos hombres tienen el poder de desnudarme con una sola
Página

mirada.
—Esta noche dormirás con Banks —me recuerda, y juro que puedo sentir un
cambio en su comportamiento. Se pasa la mano por el cabello como si fuera un gesto
nervioso.

—Está bien, si eso es lo que quieres. —Murmuro, llegando a ponerme de pie


completamente. Aunque no me considero a mí misma baja, los hermanos todavía se
elevan sobre mí como gigantes.

—Todavía no estás lista para lo que quiero, pero lo estarás pronto, muy pronto.
—La seducción que gotea de sus palabras casi me hace arrancarme la ropa de nuevo.
Estúpidas hormonas, estúpidos sentimientos. Tengo que dejar de pensar con mi vagina.

Hay un sonido de timbre bajo que resuena por toda la casa. Las cejas de Sullivan
se fruncen en confusión. ¿Alguien acaba de tocar el timbre? ¿A las diez de la noche?

—¿Quién dem...? —Se queja, pero no termina su pregunta, simplemente se da la


vuelta y se dirige hacia lo que supongo que es la puerta principal.

Da unos dos pasos hacia el pasillo antes de que se desate el infierno.

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Dicen que siempre hay calma antes de la tormenta, pero no había nada de calma
en lo que estaba a punto de ocurrir. Tres voces distintas atravesaron el aire a la vez. Las
tres las conocía, pero había una que no había escuchado en meses. No desde el día en que
me fui de casa.

No. No puede ser.

Cada una de las voces está cubierta de veneno mientras recorren la casa haciendo
vibrar las paredes furiosamente. Sullivan comienza a correr, pero yo no estoy muy lejos
de él, ya que ambos bajamos el pasillo y las escaleras hacia Oliver y Banks. El pánico sube
por mi garganta, y cuanto más nos acercamos al vestíbulo, más claras se vuelven las
voces.

Oliver, Banks y mi papá. Están discutiendo, las palabras son lanzadas como
puñetazos por el aire. —Tienes jodidas pelotas viniendo aquí, después de lo que tú y tu
hija le hicieron a mi hermano, a mi familia. —Mi corazón corre fuera de mi pecho, los
peores pensamientos posibles tienen lugar en el primer plano de la mente.

—¿Dónde está ella? —Su voz es como ácido lloviendo sobre mí.

No, No. No.

¿Qué demonios está él haciendo aquí?

Mis pies ni siquiera tocan el último escalón y mi madre está sobre mí, envolviendo
sus delgados brazos a mí alrededor, abrazándome con todas sus fuerzas, y parece como
si le importara, como si estuviera preocupada.

—Estamos aquí ahora, estás a salvo —dice en mi cabello con un suspiro de alivio,
sus brazos se aprietan alrededor de mí, exprimiéndome la vida.

Estoy tan desconcertado por toda la situación que casi olvido apartar a mi madre,
casi. La aparto con un suave empujón y ella me mira con una expresión de asombro, como
si debiera recibirla con los brazos abiertos. Sin embargo, no podría importarme menos
sus sentimientos. Miro más allá de ella para encontrarme con la mirada de Oliver. Hay
una furia que se agita en sus profundidades marrones, ojos que hace poco tiempo tenían
pasión, lujuria y necesidad por mí en ellos. Pero eso ya se ha ido, puedo decirlo incluso
antes de abrir la boca para preguntar qué está pasando.
89
Página
—¡Lárgate de mi casa y llévate a tu mentirosa hija contigo! —Oliver exige, su
cuerpo entero vibra mientras da un paso hacia adelante para pararse cara a cara con mi
padre.

¿Mentirosa hija? ¿Qué demonios está pasando?

Confundida, miro entre mi padre, mi madre, Oliver y Banks. Mi cabeza se siente


como si estuviera girando.

—¿Qué...? —es todo lo que digo antes de que Banks comience a gritarme.

—No puedo creer que hayamos caído en tus mentiras otra vez. Eres una actriz
increíble, te lo reconozco —sus palabras destilan odio. La forma en que sus ojos me
recorren con puro disgusto me hace sentir como un pedazo de basura flotando en el
viento.

El cuchillo de la traición me atraviesa la piel, cortándome tan profundamente que


estoy segura de que nunca sobreviviré a la herida. No he mentido sobre nada, no he hecho
nada malo.

Sacudiendo la cabeza, giro la mirada hacia Sullivan, tal vez él me hable, trate de
resolver esto, pero debería saberlo mejor. Su confusión se convierte en odio ante mis ojos.
No me deja explicarlo. Está inventando su propia historia en su mente, y en esa historia,
yo soy la mala.

Miro su cara y noto sus rasgos contorsionados. Sé que se acabó. Su expresión me


perseguirá durante mucho tiempo, tal vez incluso para siempre.

Decepción, desesperación y odio… tanto odio nublan su visión. Ya no es el hombre


que me dio mi primer beso, mi primer orgasmo. En cambio, es la vil pesadilla que mis
padres siempre dijeron que su familia era.

—Yo... —Comienzo, pero me cortan.

—¡Cállate! ¡Cállate y lárgate! Ustedes, los Lockwood, no son más que basura,
mentirosos y ladrones. —Las palabras duelen y me pican las mejillas como si me hubiera
abofeteado. Estoy tan aturdida que no puedo moverme. Todo lo que puedo hacer es
mirarlo y preguntarme si alguna vez volveré a ver al Sullivan que amo.

—Yo no... —Oliver da un paso amenazante hacia mí y yo doy uno hacia atrás por
instinto, mi cuerpo me dice que corra. La mirada que me está lanzando en este momento
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me asusta hasta la médula. Pero no solo por el disgusto, sino por el odio y la rabia
Página
implacable. Quiere hacerme daño, hacerme sentir la traición que está sintiendo en este
momento.

—Toquen a mi hija de nuevo y tendré a la policía en sus traseros más rápido de lo


que pueden llamar a sus patéticos padres —se burla mi padre.

Alguien me agarra de la mano y empieza a tirar de mí hacia la puerta. Mis piernas


se mueven, pero solo porque es caminar o ser arrastrada y por mucho que no quiera irme,
tampoco quiero que me arrastren fuera de la casa como una tonta. Es obvio que ya he
hecho bastante mal, no tiene sentido quedarme aquí, suplicando perdón. Las lágrimas
me pican los ojos, el corazón me late con fuerza en el pecho y el estómago se me encoge
de ansiedad por lo desconocido.

¿Qué está pasando?

Casi me tropiezo al salir por la puerta, pero me enderezo en el último minuto.


Parpadeo rápidamente como si eso pudiera despertarme de esta pesadilla. No puedo
evitar estremecerme cuando la puerta detrás de nosotros se cierra de golpe, el ruido vibra
a través de mí. Estoy estupefacta, completamente perdida en cuanto a lo que está
pasando. ¿Por qué están aquí mis padres? ¿Qué les dijo mi padre a Oliver y Banks que
hizo que su opinión sobre mí cambiara tan drásticamente?

Mi mamá me arrastra a través del camino de entrada hacia su auto, las rocas se
clavan en la parte inferior de mis pies cubiertos con calcetines, cavan lo suficientemente
profundo como para cortar, pero no siento el dolor, si es que hay alguno. Nada podría
compararse con el dolor que reside dentro de mi pecho. Mi padre abre la puerta trasera
del pasajero y mi madre me lleva al asiento. Estoy rota, confundida, una cascara de mí
misma.

Se suben a los asientos delanteros y nos vamos a toda velocidad por el camino de
entrada, la grava se levanta bajo los neumáticos.

—¿Los Bishop, Harlow? ¿Que estabas pensando? ¿Te acostaste con uno de ellos?
Oh Dios, por favor no me digas que dejaste que alguno de ellos te tocara. —Mi madre
gime, puro disgusto en su tono. Me lanza unas diez preguntas más antes de que consiga
encontrar mi voz, mis pensamientos se arremolinan y el pánico aumenta.

—¿Qué demonios acaba de pasar?

—Te salvamos del mayor error de tu vida —ladra mi padre—. Eso fue lo que paso.
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—Sus ojos azules chocan con los míos en el espejo retrovisor.


Página
—¿Qué les has dicho? —Ahora estoy temblando, el fuego me llena las venas.
Debería haberlo sabido. No escuché toda la conversación, pero en ese minuto Sullivan y
yo estábamos arriba, mis padres habían encontrado la manera de hacer que los hermanos
me odiaran de nuevo.

—Que sabemos que tuvieron algo que ver contigo casi muriendo anoche y que
tenemos muchas personas que estaban en ese barco dispuestas a testificar.

Oh, mí jodido Dios. —Les dejaste pensar que yo los engañé… otra vez. ¿No es así?

En lugar de responder a mi pregunta, mi papá hace la suya. —¿Y si tuvieran algo


que ver con eso?

No, no lo hicieron, no pudieron. No fueron los hermanos.

—¡No hay manera de que lo hayan hecho! Ninguno de los Bishop me empujó.
Oliver fue quien me salvó. ¿Cómo sabes siquiera sobre el barco?

—No importa cómo lo supimos. ¿De verdad pensaste que dejaríamos que nuestra
única hija se fuera sola sin cuidarla? —Pregunta mi madre, y supongo que no debería
sorprenderme. Debería haberlo sabido mejor, saber que alguien me estaría vigilando,
informándoles de cada pequeño detalle.

—¡Sí, deberían haberlo hecho! Pensé que había dejado claro la noche que me fui,
que no quiero volver a verlos. Si hubiera querido tener algo que ver con ustedes, habría
respondido cuando me llamaron. Los hubiera visitado durante el verano. —Puedo contar
con una mano la cantidad de veces que le he gritado a cualquiera de mis padres, pero
esta noche se siente como un déjà vu. Grité la noche que me fui y estoy gritando ahora,
con razón. ¿Cómo carajo se atreven a aparecer aquí, escupiendo mentiras e interfiriendo
en mi vida?

—No seas tan dramática, ya no tienes que defenderlos. Me he pasado toda la vida
luchando contra esa familia y me niego a permitir que mi hija sea corrompida por esos
malvados bastardos. —Mis ojos casi se salen de mi cabeza ante las palabras de mi padre.

—¿Malvados? Ustedes son los malvados —digo a través de mis dientes


apretados—. ¡Déjenme en el dormitorio y déjenme jodidamente en paz!

—Harlow, lenguaje —advierte mi padre como si todavía tuviera algún tipo de


control sobre mí. Esta podría haber sido la primera vez que maldije a mis padres, pero no
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podría importarme menos. Estoy tan enojada con ellos. No pensé que pudiera odiarlos
más de lo que ya lo hago, pero una vez más me han demostrado que estoy equivocada.
Página

Han arruinado todo al aparecer aquí, todo.


—Los odio —murmuro, cruzando los brazos sobre mi pecho. Se siente como si mi
corazón se estuviera rompiendo. Puedo sonar como una adolescente hormonal que está
teniendo un mal día, pero en realidad lo digo en serio. Odio a mis padres. Los odio por
cómo me criaron. Los odio por engañarme, por no dejarme ser quien quiero ser y por
destruir todo lo que amo.

Se llevaron la imagen que yo tenía de la gente y la distorsionaron. Me torcieron,


me moldearon para convertirme en la persona que querían que fuera. Mi mundo entero
se está desmoronando y no puedo conseguir recoger los pedazos lo suficientemente
rápido. Siento que estoy bajando una colina a toda velocidad en un coche sin frenos. ¿Qué
voy a hacer además de estrellarme?

—JÚRAME, Shelby, júrame que no fuiste tú —le suplico, mirándola


profundamente a los ojos.

—Lo juro, Harlow. ¡No fui yo! No he visto ni hablado con tus padres desde antes
de la graduación. Lo prometo, no les dije nada. —Observo su rostro de cerca y no
encuentro nada más que sinceridad. Mis hombros se hunden con la derrota. No fue Shelby.
La conozco lo suficiente como para reconocer si dice una mentira y no miente, pero si no
fue ella, ¿quién fue?

Sosteniendo mi cabeza entre mis manos, digo: —Lo siento. No debería haberte
acusado. Es solo que mis padres pueden ser muy manipuladores. Podrían tenerte
haciendo el trabajo sucio sin que te des cuenta.

—Lo sé, y no te sientas mal, has pasado por mucho últimamente. —Coloca su
mano en mi hombro y levanto la cabeza. Ella me da una débil sonrisa—. Entonces dame
los detalles, ¿enviaste a tus padres a empacar?

—Les dije que me dejaran en paz o iría a la policía. —No quería que llegara a esto.
Incluso después de todo, odio haber amenazado a mis padres, pero no veía ninguna otra
forma de protegerme.

Ya me había mudado a cientos de millas de distancia, les dije que no quería volver
a verlos y aun así me siguieron, intentaban controlarme, manipularme. ¿Qué más se
suponía que debía hacer para alejarme de ellos?

—¿Policía? —Shelby pregunta, desconcertada.


93
Página

—¿Recuerdas cuando te dije que escuché a mis padres hablar sobre los Bishop?
—Sí, por supuesto.

—Bueno, no te conté toda la historia...

Ya era tarde y era una noche de escuela, por eso estaba bajando a escondidas a la cocina
para tomar un bocadillo. Me sorprendí cuando escuché voces provenientes de la sala de estar porque
mis padres generalmente se iban a la cama temprano, pero no pensé mucho en eso hasta que escuché
una tercera voz que no reconocí.

—Como siempre, ha sido un placer hacer negocios contigo —dijo un hombre, su voz era
profunda y había una oscuridad cautivadora en su tono que me hizo detenerme a medio paso.

—Igualmente, señor Rossi —respondió mi padre.

—Creo que hemos sido socios el tiempo suficiente para que empiecen a llamarme Xander
—dijo el hombre.

—Muy bien, Xander —ronroneó mi mamá. Seguido de una risita de niña—. Gracias de
nuevo por ayudarnos con la situación de los Bishop. —Mi mamá dijo su nombre como si le dejara
un mal sabor de boca.

—No hay ningún problema, incriminar a las personas es mi segundo trabajo favorito.

—Oh, ¿cuál es tu favorito?

Ya podía decir que la respuesta no era una que quisiera oír.

—Matar gente —confesó el hombre, sin una pizca de sarcasmo en su voz.

Risa nerviosa burbujeó de las gargantas de mis padres mientras la bilis subía por la mía.
Me tapé la boca con la mano y corrí escaleras arriba. Apenas llegué al baño antes de vomitar el
contenido de mi estómago.

Una vez que pude levantarme del piso del baño, volví a mi habitación y abrí la computadora
portátil. Xander Rossi era su nombre, lo escribí en la barra de búsqueda y oprimí "enter".
Inmediatamente surgió un artículo tras otro. La mayoría de ellos eran del canal de noticias local y
de periódicos.

Xander Rossi era el jefe de la mafia local.

Mis padres habían estado haciendo negocios con la maldita mafia.

Shelby me mira en silencio, y luego sus labios se abren —¿La mafia? —pregunta
94

finalmente, su tono lleno de incredulidad.


Página
—Sí, la mafia —confirmo—. Fue entonces cuando todo empezó a ir cuesta abajo.
Los confronté al día siguiente, comencé a investigar, a hacer preguntas. Una vez que abrí
los ojos, no pude apartar la mirada. Todas las mentiras, todas las cosas que me dijeron y
les creí. Destruí la vida de alguien por ellos, por sus mentiras.

No busco compasión. He asumido la responsabilidad de mis acciones, mis padres,


por otro lado, no lo han hecho.

—Wow, eso es... wow —dice con los ojos muy abiertos.

—Sí, así que he terminado con ellos. No sé qué estaban tratando de hacer
apareciendo aquí y actuando como si nada hubiera pasado, pero los detuve.

—Bueno. No necesitas ese tipo de negatividad en tu vida —dice, y tiene razón, no


los necesito en mi vida, ni tampoco necesito a los Bishop. Fueron tan rápidos en volverse
contra mí y ni siquiera me dejaron explicar. Lo cual dolió como el infierno. Estaban
demasiado ocupados odiándome como para escuchar mi versión de los hechos. Pensé
que habíamos superado nuestras diferencias, dejando el pasado atrás, pero en vez de eso
parece que solo estaban esperando una razón para volverse contra mí.

¿Quieren ser mis enemigos de nuevo? Bien. No los necesito ni los quiero. Eran una
molestia, de todos modos, o al menos eso es lo que me digo a mí misma mientras me
preparo para las clases.

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Página
11
Me paso los siguientes dos días dividida entre querer acercarme a los chicos y
hacer mi mejor esfuerzo para evitarlos. Aparentemente, están haciendo lo último, porque
ni Sullivan ni Banks se presentaron a las clases que compartimos.

Como la adolescente deprimida que soy, camino a la cafetería local por la tarde,
por un chocolate caliente y el más grande brownie de chocolate que tienen.

—¿Para aquí o para llevar? —Pregunta la chica con el cabello de color rosa brillante
y morado que está detrás del mostrador.

—Para llevar, por favor.

—Hola, Harlow —dice una voz familiar. Me vuelvo y encuentro a Caroline parada
a unos metros de distancia—. Parece que tuviste la misma idea que yo —sonríe—. Tomaré
el segundo brownie más grande —le dice a la barista.

—Hola, Caroline —contemplo su cálida sonrisa. Shelby ha estado ocupada en la


galería y, de repente, sentarme con una amiga parece más atractivo que sentarme fuera
en un banco en el patio yo sola.

—¿Quieres sentarte y rellenar nuestras caras con dulce bondad? —Pregunto.

—Suena increíble.

Pagamos, recibimos nuestros pedidos y nos sentamos en la esquina de la cafetería,


cerca de un estante lleno de libros.

—¿Cómo has estado? —pregunta Caroline, mientras me meto un trozo de brownie


en la boca. Sabe cómo si el cielo y el chocolate hubieran tenido un bebé.

Me encojo de hombros —Bien.

—Realmente nos asustaste a todos en el barco, la otra noche. Cuando Oliver te sacó
del agua, tus labios estaban azules. Me preocupaba que no lo lograras.

—En realidad no fue un gran problema —miento. Si fue un gran problema, alguien
había querido lastimarme, quien, no lo sabía, pero tampoco quería preocupar a Caroline
con esa admisión. Espero que no me pregunte si salté.

Tampoco quiero que la gente piense que soy suicida, aunque estoy segura de que
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si pongo mi oreja lo suficientemente cerca del suelo dentro de los círculos de chismes
Página

estoy segura de que oiré un rumor que se extiende sobre mí.


Ella saltó, nadie la empujó. Está loca.

—Mhm, entonces ¿por qué parece que estás teniendo la peor semana de su vida?

—Bueno, es que tengo algunas cosas personales pasando, y sabes, no es raro, ni


nada, pero cada vez que siento que necesito un amigo o alguien que me anime apareces
como un hada madrina

Una suave risa se escapa de sus rosados labios. —Esa soy yo, el hada madrina de
la amistad. —Una charla suave nos rodea mientras mordisqueamos nuestros brownies.
Me sumerjo aún más en mi bondad azucarada, con la esperanza de que el subidón de
azúcar me dé la fuerza suficiente para pasar el resto del día. Por mucho que no quiera
admitirlo, los hermanos me han arruinado.

Me he vuelto dependiente de ellos. Donde tenerlos alrededor, y siguiéndome, me


molestó al principio, me acostumbré y ahora que no están, me siento sola, descartada
como basura. Sin embargo, estoy segura de que ese es el punto, hacerme sentir como una
mierda.

—¿Estás segura de que estás bien? —Caroline pregunta de nuevo, colocando una
mano gentil en mi hombro, la preocupación parpadean sus ojos.

Levanto la vista de mi brownie —¿Sería extraño si dijera que estoy enamorada de


tres chicos?

Caroline parpadea, con una mirada neutral en su rostro en forma de corazón


—Estamos en 2019, ¿a quién le importa si amas a tres chicos? El amor es amor, ¿verdad?

—Bueno, pero... —trago, sintiendo la garganta seca de repente—. ¿Qué pasa si son
tres tipos con los que no deberías querer estar? ¿Que fueran malos para ti, pero no puedes
evitarlo?

—Ooo, ¿cómo estos brownies? —Dice, moviendo las cejas y metiéndose otro
pedazo de bondad pegajosa en su boca.

—Sí, un poco como estos brownies.

—Te das el gusto, supongo. No lo sé, ¿haces lo que crees que es correcto?

Quiero decirle que no tengo ni idea de lo que está bien o mal, pero no la tengo. No
la aburriré con los detalles de mi dramático fin de semana. No quiero enviarla corriendo
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por las colinas.


Página
Terminamos nuestros brownies y charlamos un poco de esto y aquello. Para
cuando terminamos, mi barriga está llena y vuelvo a sonreír.

—Si todavía tiene problemas con inglés, puedo ayudarte. Podríamos encontrarnos
en la biblioteca o algo así una de estas noches. ¿Repasar los apuntes?

—¿Harías eso por mí? —Pregunto, mientras salimos de la cafetería y nos dirigimos
al patio donde probablemente terminaré viendo al menos a uno hermanos e los Bishop.
Es extraño, porque ahora que no me siguen como cachorros perdidos, me encuentro
buscándolos. Quiero verlos. Demonios, los anhelo, mi vientre se aprieta, el calor florece
profundamente dentro de mí cuando pienso en ellos.

—Por supuesto, tienes muchas cosas que hacer y ¿qué tipo de amiga sería yo si no
me ofreciera a ayudarte?

—Honestamente, una típica. En caso de que no te hayas dado cuenta, no tengo


muchos amigos aquí. —Murmuro, envolviendo mi mano alrededor de la correa de mi
mochila. En el bolsillo trasero de mis jeans, mi teléfono comienza a vibrar. La risa llega a
mis oídos, pero estoy demasiado ocupado desbloqueando mi teléfono y mirando en el
para mirar hacia arriba y ver qué hace reír a la gente.

—Harlow... —Puedo escuchar la preocupación en la voz de Caroline sin siquiera


mirarla a la cara para confirmarlo.

Mi teléfono sigue vibrando y vibrando y vibrando y empiezo a ponerme nerviosa


con todos los mensajes de texto entrantes. Levantando la cabeza, mi mirada se fija en el
edificio este del campus donde noto una pancarta ondeando en el viento. Letras de color
rosa brillante pintadas en el lienzo blanco. ¿Qué demonios es eso?

Harlow Necesita Más Polla - ¡Envía fotos si estás DAF!5

A continuación se muestra mi número de celular, que explica todos los mensajes


de texto entrantes. Las letras son tan brillantes que no te las perderías aun si lo intentaras.

Alegría. Otro truco de los Bishop. Debería haber sabido que las cosas irían de mal
en peor.

—Como, oh Dios mío, es Harlow la puta en carne y hueso —se burla una chica a
unos metros de distancia. Miro hacia arriba y veo que es una de las groupies de la otra
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noche. La que estaba arrastrándose sobre Oliver, o tal vez era Banks, no lo recuerdo, y
Página

realmente no me importa. Su nombre es Tiffany, eso es todo lo que sé.

5
Dispuesto(a) A Follar
Me digo a mí misma que mire hacia otro lado, que reprima mis sentimientos, me
trague mi orgullo y ponga la otra mejilla, pero no puedo evitarlo. Como bilis subiendo
por mi garganta, la ira y la rabia al rojo vivo me atraviesan, y me encuentro cruzando la
distancia que nos separa sin pensarlo.

—¿Tú hiciste esto? —Gruño, señalando la pancarta detrás de ella.

Se encoge de hombros, frunce los labios y saca la cadera mirándome como si yo


fuera una campesina y ella fuera la reina. Pensar que solía ser tratada como una reina. Si
ella supiera de dónde vengo, el poder que solía tener, el poder que ya no me importa
tener.

—Tal vez. ¿Tal vez no? ¿Por qué importa? Lo último que escuché es que si puedes
manejar a tres, puedes manejarlos a todos. —La risa sale a borbotones de ella y de la chica
que está a su lado. Ella también me resulta familiar, pero mi cabeza no está con ella, está
con su amiga.

Ella piensa que es perfecta con su cabello rubio platino y su rostro maquillado,
pero es como el resto, una arrogante zorra. Mis manos se cierran en puños, mis uñas se
clavan en mis palmas.

—¿Qué vas a hacer si lo hice? —Estrecha la mirada y se burla de mí con una sonrisa
come-mierda en los labios. Ya he soportado suficientes tonterías. Vine aquí para escapar,
para alejarme del dolor, el drama, pero parece que simplemente me ha seguido y ya
terminé, terminé.

Reacciono sin pensar y me abalanzo sobre ella como un gato. Retrocedo mi puño
y le doy un golpe en la cara. El dolor irradia por mi brazo mientras un grito que suena
como si la estuviera asesinando sale de sus labios. Nos peleamos por la hierba, sus dedos
se excavan en mi cabello, tirando de las hebras, provocando un dolor ardiente en mi cuero
cabelludo.

Perra. Yo hago lo mismo, y cuando ella comienza a chillar como un cerdo, sus
brazos se agitan y sus manos aterrizan en cualquier lugar que pueden, sonrío,
sintiéndome completamente satisfecho conmigo misma.

—¡Harlow! —Caroline me agarra de los hombros y tira de mí hacia atrás, pero no


antes de que dé otro puñetazo en la nariz de la perra. Con el pecho agitado y el corazón
acelerado, doy un paso hacia atrás y miro a la chica que yace en el césped, con gotas de
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sangre goteando por una de sus fosas nasales.


Página
—Eres basura. Nada más que una puta basura —gruñe Tiffany, levantándose del
césped. Paso una mano por mi cabello y por la parte delantera de mis jeans. A estas
alturas, una multitud se ha reunido a nuestro alrededor, y espero que me llamen a la
oficina del decano por este pequeño número. Sea cual sea el castigo, valdrá la pena.

—Sé que lo que hizo estuvo mal, pero no puedes ir por ahí golpeando a la gente
—regaña Caroline mientras niega con la cabeza, lanzando mechones de su cabello oscuro
por su cara de pánico. Mierda, sé que tiene razón, pero Dios, eso se sintió bien. Caroline
comienza a alejarme de la multitud y la sigo con gusto, lista para alejarme del embobado
público.

—Bueno, mira quién es —sisea una voz familiar y me hace detenerme a medio
paso—. No puedo tener suficiente atención, ¿verdad?

Me doy la vuelta y encuentro a Sullivan, Oliver y Banks mirándome. Sullivan no


parece impresionado con mi pequeño acto. Banks tiene una sonrisa estúpida en su rostro
que me gustaría borrar con el puño. Y Oliver no me lanza más que una fría mirada. Sé
que debería alejarme, ya he agrandado el objetivo en mi espalda al luchar contra Tiffany
de esta manera.

Desafortunadamente, mi ira saca lo mejor de mí y antes de que pueda controlarlo,


las palabras salen de mi boca.

—Espero que estén felices —les escupo—. ¿Supongo que tuvieron algo que ver con
esto? —Señalo la pancarta.

—No es nuestra culpa que seas tan puta —dice Banks, y veo rojo. Como un toro,
ataco contra él, empujando su pecho con tanta fuerza que retrocede unos pasos hacia
atrás.

—Simplemente estás empeorando esto —se burla Oliver.

—¡Todo lo que tenían que hacer era dejar que me explicara!

—Hemos terminado de escuchar tus mentiras, Harlow. Hiciste tu cama, ahora es


el momento de acostarte en ella —gruñe Sullivan, su voz siniestra.

Por un momento me quedo ahí mirándolos, tratando de encontrar a los hombres


que me besaron hace unos días, los que me abrazaron y me hicieron sentir segura. Busco
esa compasión en lo profundo de sus ojos, pero todo lo que veo ahora son tipos que me
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odian y quieren lastimarme.


Página
—Harlow, probablemente deberíamos... —Caroline coloca una mano en mi
hombro.

—Sí, deberíamos —susurro. Nos alejamos de la multitud conmigo tratando de


ignorar las miradas desagradables y los murmullos condescendientes que me siguen.

—Todo saldrá bien, Harlow —dice Caroline— resolveremos esto.

—Ojalá fuera cierto. —Oh Dios, espero que tenga razón. ¿Va a estar todo bien?
¿Puedo resolver esto? ¿O esta será mi vida a partir de ahora?

Caroline me acompaña a mi dormitorio. Me pregunta repetidamente si estoy bien


y le doy la misma respuesta, "sí, estoy bien". Quería subir a ver una película,
probablemente pensando que podría distraerme de pensar en todo esto, pero sé que no
hay esperanza, así que la mando a casa.

Mi habitación está vacía cuando entro por la puerta. Shelby se ha ido de nuevo y
cuando me doy cuenta de que estoy sola, me rompo. Caigo al suelo como una muñeca de
trapo, cubriéndome la cara con las manos mientras dejo salir todo.

Todo lo que quería era escapar, pero parece que cambié una prisión por otra, la
única diferencia es que esta vez mi corazón está pagando el precio.

EL DÍA SIGUIENTE va igual de mal, tal vez incluso peor. No puedo ir a ningún
lado sin que la gente me mire como si fuera un pedazo de mierda. Las burlas, las risas y
los comentarios de mierda me siguen a donde quiera que voy. Ignorar mi entorno es cada
vez más difícil de hacer.

Intento mantener la cabeza gacha y en uno de mis libros, pero mi mente sigue
vagando hacia los Bishop. No puedo olvidar la forma en que me miraron. Estoy tan
enojada con ellos, por negarse a dejarme hablar, por avergonzarme aún más frente a
todos, pero me duele al mismo tiempo. Mi corazón es un sangriento desastre porque por
alguna razón pensé que tal vez les importaba, que tal vez me amaban.

Estúpida, tan estúpida.

Todo esto podría haberse evitado si me hubieran dejado explicar.

Mientras camino hacia mi próxima clase por lado oeste del campus, noto a dos
101

chicos caminando en mi dirección. A pesar de que mi mirada está en el suelo, todavía


Página

puedo ver dos sonrisas con hoyuelos formándose en sus labios y solo sé que van a hacer
un comentario sobre mí cuando pasen. Todos los demás lo han hecho, así que no espero
que sean diferentes.

Agarrando la correa de mi mochila, me preparo mentalmente para el asalto verbal


que está por venir, pero cuando pasan ninguno dice ni una palabra. Y es entonces cuando
me doy cuenta de que hay cosas mucho peores que se pueden hacer que decir tonterías.

En lugar de eso, uno de ellos hace algo peor, me agarra el trasero. El idiota agarra
mi trasero, sus gruesos dedos se hunden firmemente en la tela de mis jeans. Luego aprieta
con fuerza.

Gritando, me doy la vuelta con los puños cerrados y las fosas nasales dilatadas
—¿Qué demonios te pasa? —digo con los dientes apretados.

—¿Qué? ¿No es lo suficientemente pervertido para ti? ¿Necesitas algo mejor?


Agarra su basura y la agita un poco antes de soltar una risita en el aire.

Se aleja, siguiendo a su amigo que está un par de pasos por delante, también
sonriendo y riendo. Pendejos. Ambos tienen suerte de haberse marchado. Les habría
pateado el culo si tuviera que hacerlo.

No es hasta que llego al aula que me doy cuenta de que estoy temblando. No estoy
segura si es solo por la ira o si estoy un poco conmocionada porque ese tipo me agarró.
Mis emociones están tan fuera de control que es difícil determinar su origen.

Hundiéndome en la silla, comienzo a desempacar mis libros y mi cuaderno. Esta


es la clase que normalmente tengo con Banks, pero no espero que aparezca. Por eso me
sorprende cuando miro hacia arriba y lo veo entrar en el salón.

Como imanes atraídos entre sí, sus ojos encuentran los míos inmediatamente. Por
el momento más breve, creo que está feliz de verme, con una sonrisa en sus labios, luego,
como si recordara dónde estamos, su rostro se vuelve de piedra. Con una máscara
cuidadosamente colocada sobre sus rasgos, entra y toma asiento dos filas frente a mí. Mi
corazón comienza a latir salvajemente, mi garganta se aprieta y mi pecho duele.

Verlo es una tortura, especialmente ahora cuando todo lo que quiero hacer es
correr hacia él, enterrar mi cara en su pecho e inhalar su dulce aroma. Me siento débil por
necesitarlo y se siente tan mal que todavía lo desee como lo hago.

Tomando una respiración profunda, trato de sacudir el pensamiento no deseado.


102

Justo cuando recupero el control de mi frecuencia cardíaca y mi pecho deja de latir,


alguien más entra. Tiffany. Mierda, olvidé que ella también estaba en esta clase. Supongo
Página

que debería pensar con quién comparto clases antes de decidir lanzarme sobre ellos.
Ella levanta la nariz y se pavonea por el salón como si fuera su propia pasarela
personal, y espero que alguien ponga un pie para poder verla caer al suelo. Naturalmente,
se sienta junto a Banks, quien, por supuesto, pasa el brazo por el respaldo de la silla.
Exhalando, aprieto los dientes.

Me digo a mí mismo que no importa, que ella no, que él no, pero sería mucho más
fácil si realmente pudiera creer lo que me digo a mi misma. Mirándome por encima del
hombro, me da una sonrisa de petulante, como si hubiera ganado algo, y no puedo evitar
apreciar la forma en que su sonrisa es un poco desigual. Es posible que haya podido
cubrir la piel azul y negra con maquillaje, pero no puede ocultar que su mejilla todavía
está hinchada por el golpe. Esperaba meterme en algún tipo de problema, pero nunca
sucedió.

No sé si es por los Bishop o si a Tiffany le preocupa que le vuelva a patear el culo


si dice algo.

—Deja de mirar —se burla.

—Deja de verte tan horrible —respondo, cruzando los brazos sobre mi pecho. Ella
ya piensa que soy una perra y prefiero que me vean como eso a que me empujen. Me
tumbé, tomé el odio, dejé que los Bishop me intimidaran, pero terminé.

Ya no quiero su odio. Quiero algo más.

—Impresionante, ¿Harlow está celosa? —Banks interviene, girando en su asiento.


Todo mi cuerpo se ilumina, ondas de electricidad bailan a través de mi piel con el
profundo barítono de su voz. La frialdad de sus ojos azules me recuerda al océano la
noche en que me caí del barco, fría e implacable. Sin vida e increíblemente profundo.

—No estoy celosa —miento, porque seamos honestos, estoy celosa—. Mayormente
enojada, pero también, siento lastima por ti, que hayas tenido que caer tan bajo y
engancharte con alguien así —levanto mi barbilla hacia Tiffany—. Es triste que estés
tratando de reemplazarme, como si ella pudiera hacerlo alguna vez, pero como sea, ella
puede tener mis sobras.

Esas frías profundidades parpadean con fuego, y su mandíbula cincelada se


convierte en piedra, parece que quiere partirme en dos y saber eso me hace sentarme un
poco más recta en mi silla. Me hace un poco más feliz saber que todavía tengo algún tipo
103

de control sobre él, aunque no sea el que realmente busco.

—Cuidado, Harlow, mis hermanos y yo podemos brindarte un gran placer, pero


Página

también podemos brindarte un gran dolor.


No me da la oportunidad de responder, el profesor entra un segundo después y
Banks se gira en su silla para mirar al frente de la clase. Pero no me pierdo la advertencia
en su voz. Quiere asustarme, pero lo único que me asusta es perder mi oportunidad con
ellos.

104
Página
12
La alarma de mi teléfono suena, el molesto timbre me hace saber que mi ropa está
seca. Dejo mi kindle, agarro mi cuchara, la tiro al fregadero y vuelvo a poner el tarro de
helado en el congelador. La mayoría de las personas de mi edad salen de fiesta los viernes
por la noche, pero yo prefiero leer y relajarme en el dormitorio. Sería bueno si Shelby
estuviera aquí, pero tienen un artista muy importante viniendo a la ciudad, por lo que se
quedará trabajando en la galería de arte todo el fin de semana. Sin embargo, sea lo que
sea, mientras ella esté feliz, yo estaré feliz por ella.

Salgo de mi dormitorio y me dirijo hacia abajo, mis pies cubiertos con zapatos tenis
apenas hacen ruido contra los escalones mientras salgo al edificio lateral. Allí se
encuentra la lavandería de los estudiantes. Si mi mamá se enterara de que estoy lavando
mi propia ropa, se horrorizaría. No lavé mi primera carga hasta hace unas semanas, y al
principio fue una especie de pesadilla, tanto para Shelby como para mí. Me enorgullece
decir que he mantenido los trabajos de teñido accidental y las manchas de lejía al mínimo.

Son las diez pasadas y la mayoría de los estudiantes están de fiesta, lo que deja el
área de dormitorios tranquila y vacía. Doy la vuelta al edificio en la oscuridad de la noche.
Solo dos lámparas iluminan la acera mientras me apresuro alrededor del edificio.
Probablemente me lo esté imaginando, pero tengo la extraña sensación de que alguien
me está mirando. Como un sexto sentido, los vellos de la parte posterior de mi cuello se
erizan cuando un escalofrío me recorre.

La sensación no disminuye, incluso cuando finalmente entro en la lavandería


común que tiene unas diez lavadoras y diez secadoras. El espacio está completamente
vacío, silencioso. Casi parece desierto.

Corriendo por la habitación, agarro mi cesta de la parte superior de la secadora y


la dejo en el suelo.

Abro la secadora y empiezo a sacar mi ropa, metiéndola en la cesta sin doblarla,


porque quién diablos tiene tiempo de doblar. No es hasta que tomo el segundo puñado
que noto algo negro en una de mis camisetas blancas.

Sacando la camiseta de la cesta, levanto la tela y miro la parte delantera de la


camiseta con horror. Escrito allí en letras mayúsculas negras grandes está la palabra
ZORRA. Qué carajo Sacudiendo la cabeza con incredulidad, de que alguien pudiera ser
105

tan inmaduro, saco otro puñado de ropa. Rezo para que ese sea el final de la crueldad,
pero debería saberlo mejor. Uno de mis suéteres favoritos ha sido destruido. Me
Página

estremezco cuando veo la palabra PUTA escrita en la tela rosa, rayas de tinta negra se
filtran en el suéter y sé que tendré que tirarlo. Sé que es solo un suéter, pero es mío, me
pertenecía.

Una a una, reviso cada pieza de ropa. Cada una tiene algo escrito en ella, algo
horrible y ofensivo, y algo que no me representa como persona en absoluto. Pero la
persona que escribió estas odiosas palabras no lo sabría, porque cree solo lo que quiere.

Enojada con el mundo, meto toda la ropa en la cesta y cierro la puerta de la


secadora. El sonido es tan fuerte que hace eco a través del espacio vacío. Me tiemblan las
manos cuando agarro la cesta y la coloco contra mi cadera para cargarla. No quiero llorar,
pero las lágrimas brotan de mis ojos de todos modos. No se suponía que la universidad
fuera tan mala, la secundaria totalmente, ¿pero la universidad? Se suponía que las
personas debían actuar como adultas, ser maduras, tomar buenas decisiones y defender
a los demás. Supongo que nunca esperé que los hermanos me siguieran. Eso le dio un
giro a mi perfecto futuro.

Querían venganza, bueno, la habían conseguido y la próxima vez que los viera les
iba a decir eso. Voy a dejarles ver lo rota que estoy. Merecía el dolor, el odio, la ira la
primera vez, pero ¿esto? No. Ya es suficiente. La aparición de mis padres no fue culpa
mía, alguien me tendió una trampa, al igual que con el barco, y si me hubieran escuchado,
tal vez las cosas serían diferentes.

Con mi cesta llena con ropa destruida en la mano, camino rápidamente de regreso
a mi dormitorio. Mi visión está borrosa con lágrimas no derramadas que trato de apartar.
Hay un hormigueo en la parte posterior de mi cuello, es la misma sensación que tuve
antes.

Alguien me está mirando. ¿Y si es la misma persona que me empujó fuera del barco?
El pánico se apodera de mí y tomo la esquina un poco demasiado rápido, golpeando el
borde del cesto contra la pared. El impacto envía el cesto al suelo tirándolo fuera de mis
manos. La ropa se derrama sobre la acera y forma una gran pila de prendas.

A la mierda mi vida.

Estoy tentada a dejarlos y correr de regreso a mi habitación, pero decido no darle


a nadie la satisfacción de verlas tiradas sobre el cemento. Lo último que necesito son mis
bragas colgadas como luces en el campus. Enojada, me agacho para agarrar la última
camiseta del cemento, mis dedos rozan la tela cuando tengo esta extraña sensación en mi
106

estómago, como si algo malo estuviera a punto de suceder. Tengo esta repentina
necesidad de gritar, y así lo hago.
Página
Un grito espeluznante sale de mi garganta justo cuando una figura grande aparece
a mi lado. Me apresuro hacia atrás, aterrizando sobre mi trasero, el dolor recorre ambas
mejillas mientras la figura se agacha a mi lado. Su gran mano se extiende hacia mí y si no
hubiera reconocido el rostro unido a esa mano, probablemente habría sufrido un ataque
al corazón.

—Cálmate —la voz profunda de Oliver llega a mis oídos, sus ojos escudriñan mi
rostro. ¿Puede ver las lágrimas, la tristeza en mis ojos?— ¿Qué sucede contigo? Te ves
como si alguien hubiera pateado a tu perro y orinado en tus Cheerios6.

—¿Que pasa conmigo? ¿Qué pasa contigo? En realidad, ¿qué les pasa a todos
ustedes? ¿Me has estado vigilando de nuevo? Puedo sentir ojos sobre mí.

—Detente, nadie te ha estado vigilando. —Lo dice como si estuviera loca por
pensarlo, y demonios, tal vez lo esté, tal vez todo esté en mi cabeza.

Recogiendo la cesta y su contenido, me vuelvo a poner de pie. Oliver busca algo


en el suelo y, para mi vergüenza, resulta ser un par de mis bragas. La tristeza prevalece
sobre mi ira y mi humillación. Estoy triste porque tener a Oliver tan cerca después de
todo esto es difícil. Muy difícil. Odio no poder caer en su abrazo y sentirme protegida. En
cambio, está parado allí sosteniendo mis bragas que tienen la palabra COÑO escrita en
ellas.

Hago todo lo posible por no llorar, pero mi mejor esfuerzo no es lo suficientemente


bueno hoy, mi única esperanza es que la luz del edificio no sea lo bastante eficiente como
para mostrar mis lágrimas. Le quito el trozo de algodón de las manos y empiezo a
alejarme de él, pero para mí total sorpresa, me agarra de la muñeca y me jala de vuelta
hacia él.

—¿Qué pasa? —pregunta de nuevo, su voz más suave y no puedo evitar estallar
en carcajadas. No es una risa de "ja, ja, eso es gracioso", es una risa triste y sin humor con
un sollozo de por medio.

—¿En serio acabas de preguntarme eso? —Me sorprende la pregunta, pero me


sorprende aún más cuando acerca sus manos y ahueca mis mejillas, pasa su pulgar sobre
la delicada piel debajo de mis ojos y limpia las últimas lágrimas que se escapan.
107

Y como un río con orillas desbordantes, las palabras fluyen libremente por mis
labios.
Página

6
Cereal con forma de aritos.
—¿Quieres saber qué pasa? Te quiero, los quiero a los tres, incluso después de
todo, te quiero y confía en mí, sé que no debería, sé que está mal y nunca, nunca
funcionará, y sé que has vuelto a odiarme. Pero, al menos admito cómo me siento. —Un
momento de silencio se instala entre nosotros mientras deja que las palabras se hundan
mientras continúa acariciando mis mejillas con tal suavidad que se necesita todo en mí
para no sumergirme en su toque.

Puedo ver la confusión en su mirada chocolate —Tienes razón, no funcionará y


está todo mal... —Aguardo por el "pero" tácito, pero nunca llega. Sin embargo, no me
pierdo el dolor y el deseo en sus ojos. Estoy demasiado familiarizada con ambos para no
darme cuenta—. Todos queremos algo que nunca podremos tener, y tú, Harlow, eres lo
único que mis hermanos y yo nunca podremos tener.

Juro que mi corazón se rompe un poco más dentro de mi pecho cuando se inclina
hacia adelante y presiona un suave beso en mi sien. Sus labios arden en mi piel y todo mi
cuerpo comienza a temblar.

Cuando comienza a alejarse, digo: — Yo no los llamé, a mis padres. No sé quién lo


hizo, pero yo no fui, y no les dije que fuiste tú o tus hermanos los que me empujaron de
ese barco. Alguien me tendió una trampa.

Oliver asiente, dando un paso atrás, mientras exhala un suspiro. Se ve tan en


conflicto cuando dice —No cambia nada. Nacimos como rivales y seguiremos siéndolo.
Tu familia ha dañado a la mía y no puedo traicionar a mis padres amando al enemigo.

¿Amor? Veo su nuez de Adán moverse hacia arriba y hacia abajo mientras traga.
Se vuelve para alejarse y yo anclo los pies al suelo para evitar ir tras él.

—¿Me amas? —Gruño, incapaz de evitar que la pregunta emerja.

Oliver parpadea, sus largas pestañas se abanican contra su mejilla —No


desperdicies tu amor en alguien que no lo valora —dice antes de volverme su tonificada
espalda y alejarse. Está hablando con acertijos, ¿quiere decir que no valoro su amor? ¿O
que no valoran el mío?

Mi cabeza es un cúmulo de mierda, mis emociones se desparraman por el concreto


como mi ropa hace poco. Alguien quiere lastimarme, destruirme y no puedo decir si son
los tres hombres de los que me estoy enamorando o alguien más.
108

Me giro y doy un paso antes de detenerme repentinamente una vez más. De pie a
unos metros de mí, con los brazos cruzados sobre el pecho está Shelby.
Página
—¿Qué demonios estás haciendo, Harlow? ¿No han hecho lo suficiente? —Me
regaña.

—Es complicado, yo... —Comienzo, pero no puedo dar más explicaciones—. No


lo entiendes.

—Tienes toda la razón, no lo entiendo. No entiendo cómo puedes ser tan ingenua
y dejar que jueguen así contigo. ¿No han demostrado una y otra vez que están tras de ti?
No te aman, ni siquiera les gustas. Dejaste que te hicieran esto, dejaste que te rompieran y
luego soy yo a quien acudes para recoger los pedazos.

Sus palabras me rebanan como un cuchillo sin filo. Duelen increíblemente mucho,
especialmente porque en cierto nivel sé que ella tiene razón. Los dejé acercarse, dejé que
me tocaran y me besaran, porque quería que lo hicieran, sin importar las consecuencias.
Querían herirme, y los dejé, pero la forma en que Oliver me miró, las palabras que dijo.
Dijo amor, dijo que me amaba y en el fondo de mi corazón siento que no estaba
mintiendo. Él me ama y yo lo amo.

—Lamento que te sientas así, Shelby. Pero no puedo evitar cómo me siento, y creo
que en el fondo ellos sienten lo mismo por mí.

—Entonces eres estúpida. No les importas y he terminado de ver este choque de


trenes. No puedo soportar verte así, con ellos —escupe, y no me pierdo el tono de odio en
su voz.

Gira sobre sus talones y antes de que pueda decir una palabra más, veo a mi mejor
amiga alejarse. La única persona que se ha quedado conmigo a lo largo de los años se está
alejando de mí, y no hay nada que pueda hacer para impedirlo.

Con la cabeza colgando de la vergüenza y el corazón hecho un desastre, camino


de regreso a mi dormitorio, por supuesto que hay un grupo de chicas riéndose en el
pasillo. Las tres me miran mal al pasar, pero no me importa. No sé si fueron ellas las que
masacraron mi ropa, ¿o quizás Tiffany? Tal vez incluso hayan sido los hermanos, no lo
sé.

Todo lo que sé es que pueden cortarme con sus ojos y matarme con su odio, pero
aun así me levantaré al día siguiente, como el sol elevándose en lo alto en el cielo. No
dejaré que me impidan brillar.
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Página
13
A la mañana siguiente, me despierto con los ojos hinchados y una costra pegada a
mis pestañas por haber llorado toda la noche. Frotándome la mugre de los ojos, me siento
en la cama, por un momento creo que mi visión está alterada, pero luego veo que la cama
individual al otro lado de la habitación está vacía.

Estoy sola, la cama de Shelby todavía está hecha, haciéndome saber que anoche no
volvió a casa. ¿Perdí a mi mejor amiga? Tomo mi teléfono de la mesa de noche y
compruebo si ella si me llamó, o incluso envió un mensaje de texto. Cuando veo que no
hizo ninguna de las dos cosas, mi corazón se hunde un poco más en mi estómago.

¿Qué me está pasando, y a mi vida? Se suponía que mudarme aquí mejoraría las
cosas, pero parece que solo me aisló, me hizo más débil, más triste, lo cual es difícil de
creer ya que estaba segura de que nada podría destruirme como lo habían hecho las
mentiras de mi padre.

Envolviendo mis brazos alrededor de mí misma, me acurruco más profundamente


en la sudadera de Sullivan, que todavía uso desvergonzadamente casi todas las noches.
Hace tiempo que perdió el olor de su detergente para la ropa, pero de una manera extraña
me hace sentir más cerca de él. Probablemente debería quemar la maldita cosa después
de todo lo que me hizo pasar, pero no puedo.

Es como un vendaje para mi corazón, una manta de seguridad, porque aunque sé


que él no está aquí y probablemente nunca volverá a estar, tener una prenda de su ropa
hace que parezca que sí.

Con el corazón apesadumbrado, me quito la sudadera del cuerpo y me pongo el


último par de jeans limpios que tengo. Lo emparejo con un suéter viejo del cajón inferior
de mi cómoda, mientras hago una nota mental para ir de compras más tarde y reemplazar
todo lo que fue destruido ayer.

Siguiendo los patrones de mi rutina matutina, me lavo la cara, me cepillo los


dientes y me peino. No me molesto en ponerme maquillaje, ya que no intento impresionar
a nadie. Mis ojos se posan en la imagen de la persona en el espejo. No la reconozco, hay
ojeras debajo de sus ojos y oscura tristeza en su mirada. Mi vida no era perfecta antes de
venir aquí, pero no era tan disparatada, ni tan triste. Recogiendo mi mata de cabello rubio
en un moño desordenado, me miro por última vez en el espejo.
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Puedo hacer esto.


Página
¿A quién le importa que alguien me persiga, o que la mitad de la escuela me mire
como si fuera un sasquatch7 y la otra mitad como si quisieran hacerme daño? O que los
tres chicos de los que tuve que enamorarme sean los mayores agresores de todos.

Guardo mis libros y cuadernos en mi mochila y tomo una barra de granola para
comer de camino a Psicología Social. Es la única clase que comparto con Sullivan y he
estado temiendo ir toda la semana. De los tres hermanos, Sullivan es el que más me ha
evitado.

Arrastrando mis pies hacia la clase, llego justo a tiempo. Sullivan ya está sentado
en su asiento, con los ojos fijos en el profesor, como si no pudiera esperar a que comience
la clase. Sus brazos están cruzados sobre su pecho, la tela de su camisa se tensa, haciendo
que sus brazos parezcan aún más musculosos. Internamente me maldigo a mí misma por
haberme dado cuenta, por pensar en lo fuertes que se sentían sus brazos cuando me
envolvían, haciéndome sentir segura, protegida.

Hay algo seriamente mal en mí.

No debería codiciar a uno de los hombres que han hecho de mi vida un infierno,
al enemigo, al acosador. Pero como un mal hábito, simplemente no puedo dejar mi
adicción a los Bishop. Todo el camino hacia mi mesa lo miro por el rabillo del ojo. Los
ojos de Sullivan nunca se apartan de la pizarra. Ni siquiera me mira cuando paso junto a
él, pero sé que sabe que estoy allí. No necesito que me mire para saber que mi presencia
lo afecta.

Sé que él puede sentir cuando estoy cerca, como yo puedo hacer con él y sus
hermanos. Puedo decirlo por la forma en que su mandíbula se flexiona y su espalda se
endereza ligeramente, como si estuviera nervioso. Si fuera un perro, sus orejas estarían
levantadas en este momento, escuchando y vigilando el peligro.

Cuando llego a mi asiento, me desplomo en él, haciendo todo lo posible por fingir
que no me afecta que él esté aquí. Dejando mis libros y mi cuaderno sobre el escritorio,
me mantengo ocupada, haciendo que parezca que estoy haciendo algo. El profesor
comienza su conferencia, pero no importa cuánto trato de prestar atención, no puedo.

Como una señal nerviosa, paso toda la clase masticando la punta de mi lápiz. He
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escrito algunas notas, pero para ser honesta no escuché ni la mitad de lo que se dijo, mi
mente estaba ocupada con el idiota de cabello castaño y ojos azules sentado a cinco
Página

asientos de mí, el imbécil que ni siquiera me ha mirado una vez. Esperaba que se enojara

7
Pie Grande o Sasquatch --según el nombre que le dan los pueblos indígenas originarios de Norteamérica, es una
criatura legendaria con el aspecto de un primate de gran tamaño.
por la aparición de mis padres, por las cosas que le dijeron a sus hermanos, pero nunca
esperé que me diera la espalda. Supongo que, en todo caso, estoy decepcionada de él, del
hecho de que de los tres hermanos él ni siquiera me escuchó.

Perdida en mis pensamientos, ni siquiera me di cuenta de que el profesor había


terminado la clase hasta que la gente empezó a levantarse para irse. Sullivan se levanta
de su asiento y sale por la puerta antes de que yo parpadee, la única prueba de que
realmente estaba aquí es su olor a agua de lluvia flotando en el aire. De pie, niego con la
cabeza con incredulidad, qué maduro. Juntando mi libro y mi cuaderno, los meto en mi
mochila y cierro la cremallera antes de colgármela. Incluso con toda la tensión y la
incomodidad entre nosotros, siento una punzada de pérdida por su ausencia. Ojalá no
sintiera esta atracción hacia él, como si mi corazón se rompiera cuando no reconoce que
existo.

Todo sobre nosotros está mal. Querer estar con ellos, está prohibido, como una
fruta envenenada que cuelga frente a mí. Pero siempre se me escapan de entre los dedos.
Escapo de los confines del salón y salgo por las puertas dobles hacia la acera.

Con mi mochila colgada del hombro y mi libro de Literatura inglesa debajo del
brazo, comienzo a caminar hacia mi próxima clase. Me apresuro, no quiero llegar tarde a
otra clase. Poniendo un pie delante del otro, concentrándome en mis pasos, no noto a la
persona que se me acerca hasta que es demasiado tarde.

Mis pulmones se desinflan y un grito me sube por la garganta cuando mi mochila


es arrancada de mi hombro, tirándome hacia atrás con ella. Mi libro se desliza de debajo
de mi brazo y cae al cemento.

—¿Qué demonios? —Grito, dándome la vuelta para enfrentar a mi asaltante.


Cuando lo hago, me doy cuenta de que hay dos personas en lugar de una, y no solo
personas, sino hombres. El miedo corre por mi espina dorsal. No reconozco a ninguno de
los dos chicos, pero una cosa aparece en mi mente en un neón brillante, no quiero
conocerlos.

—¿Por qué no has respondido ninguno de nuestros mensajes de texto? —Uno de


los chicos se burla de mí, sus ojos amenazadores bajo el sol de la tarde. Me toma un
momento comprender lo que dijo. Primero, creo que podría estar confundiéndome con
otra persona, pero luego continúa y está claro que está hablando de la pancarta con mi
112

número de móvil pintado en ella—. ¿Qué carajo? Te envié algunas bonitas fotos de penes,
pollas y bolas, y esperaba que me enviaras algo a cambio.
Página
—¿No sabes que es de mala educación no devolver el favor? Supongo que
podemos dejarlo pasar, pero solo si nos dejas ver lo que tienes debajo de ese suéter
—interviene el segundo tipo, lamiendo sus labios como si fuera un filete medio crudo
esperando a ser devorado.

—Piérdanse, idiotas —escupo mientras me inclino para recuperar mi libro.


Pendejos. Esta es solo otra razón, otra cosa que prueba por qué debería olvidarme de los
hermanos. Si no fuera por ellos, no estaría lidiando con esto ahora mismo.

Con el libro en mis manos me enderezo. Mentalmente ya he hecho un plan para


escapar, para alejarme antes de que esto se agrave aún más, pero cuando me doy la vuelta
para alejarme de ellos, uno de los malditos me sujeta, su asquerosa garra aterriza en mi
piel como un hierro candente.

—Whoa, ¿a dónde demonios crees que vas? No hemos terminado aquí, cariño. Te
mostré la mía y ahora me vas a mostrar la tuya —dice con lascivia, su mirada vagando
sobre mi pecho y aunque no estoy mostrando escote, nada de piel en realidad, me siento
expuesta.

—No lo creo —espeto, tratando de liberar mi brazo de su agarre, pero eso solo lo
anima más, y clava sus dedos más profundamente en mi carne. Para empeorar las cosas,
el segundo hombre me agarra del otro brazo y, antes de que pueda detenerlos, me
arrastran hacia la parte trasera del edificio.

—¡Suéltenme! —El pánico recubre mis palabras. Bien podría no haberlas dicho en
absoluto porque me ignoran como si no hubiera dicho nada.

El terror se instala en lo más profundo de mi estómago y estoy a segundos de


comenzar a gritar a todo pulmón cuando una tercera figura aparece a nuestro lado. Oh
Dios, y pensé que esto no podría ser peor, ahora hay tres.

Nunca escaparé, nunca podré luchar contra ellos. Temor oscuro como la tinta
nubla mi mente, y siento lágrimas formándose en mis ojos.

—Generalmente, cuando una mujer dice que no, quiere decir que no. —Sullivan
gruñe, el sonido de su voz calma el pánico que amenaza con apoderarse de mi cuerpo.
Estoy tan aliviada que podría arrodillarme en el suelo para darle las gracias.

—Vamos, hombre, no seas imbécil, no puedes guardártela para ti solo, obviamente


113

a ella le gusta que más de un chico la folle, de ahí que tú y tus hermanos la usen —replica.
Sus risas suenan extrañas.
Página
Sullivan no responde, al menos no con palabras. Con una velocidad sobrehumana,
catapulta su puño a la cara de uno de los idiotas que se ríen entre dientes, silenciándolo
en un instante. El tipo se tambalea hacia atrás por el golpe, soltando mi brazo mientras lo
hace.

Su amigo hace lo mismo y suelta mi brazo como si estuviera en llamas.

—Jodido imbécil —gime el chico, llevándose la mano a la mandíbula. La sangre le


gotea por la barbilla por un corte en el labio.

Por un momento estoy aturdida, como un ciervo en medio de la carretera, con los
faros encendidos. El otro tipo cierra sus manos en puños y parece que los tres podrían
comenzar a pelear, pero luego Sullivan da un paso amenazante hacia adelante, su pecho
inflado, su rostro en un gesto furioso, esas enormes manos cerradas en puños apretados.
Parece un vikingo en pie de guerra, listo para destruir y matar todo y cualquier cosa que
se interponga en su camino.

A pesar de que son dos contra uno, se acobardan ante él, dando unos pasos hacia
atrás antes de darse la vuelta para alejarse, bueno, más bien para correr.

Me froto los brazos donde la piel se siente magullada por ser agarrada con tanta
fuerza. Sullivan mira en dirección a los dos imbéciles, antes de volver su atención hacia
mí. Con la mandíbula apretada y el asesinato en sus ojos azules, parece que quiere
perseguirlos para darles una lección. Solo entonces dejo que lo que casi sucedió, lo que
hubiera sucedido si él no hubiera estado allí, se asimile. El miedo inunda mis venas,
convirtiendo la sangre caliente en aguanieve helada. Todo mi cuerpo comienza a temblar,
mi corazón amenaza con salirse de mi pecho. Un brillo de sudor se forma en mi frente.

—¿Ha ocurrido esto antes? —Exige, su mano agarrando los músculos tensos de su
cuello. La tensión se escapa de él y golpea contra mí. Estoy aterrorizada, pero debajo de
ese miedo hay algo más, ira, tristeza, dolor, y sale a la superficie como un submarino
rompiendo el agua del océano.

—¿Te refieres a chicos que me hacen proposiciones? ¿Qué me agarran y piden


verme desnuda? Bueno, sí, en realidad, mira que ese tipo de cosas suceden cuando todo
el mundo piensa que estoy en ello. ¿No fue ese tu plan desde el principio?

Suspira y aparta la mirada, como si ya no pudiera verme a los ojos. Como si se


sintiera avergonzado. Cruzo los brazos sobre mi pecho, dándome un mentalmente
114

abrazo. El silencio se extiende entre nosotros, estar tan cerca de él me jode la cabeza.
Página

Quiero besarlo y golpearlo. Decirle que no hice nada malo y hacer que me ruegue por
perdón, pero antes de que pueda hacer cualquiera de esas cosas, su sensual voz rompe el
silencio.

—Oliver no vendrá a la clase de inglés, así que vamos, te llevaré allí.

Sin siquiera mirarme, comienza a caminar hacia el edificio principal. Sé que espera
que lo siga, pero no puedo hacer que mis pies se muevan. Parada allí como si tuviera
raíces, lo veo alejarse. Se detiene después de unos metros cuando se da cuenta de que no
lo estoy siguiendo. Quiero que siga caminando, pero también quiero rogarle que se dé la
vuelta, que me tome en sus brazos. Estoy en conflicto, confundida, rota.

—No seas estúpida, vamos, no te voy a hacer nada. Solo me aseguro de que llegues
a la clase —dice por encima del hombro.

Sacudiendo la cabeza, digo —Creo que ya tuve suficiente por hoy. No puedo hacer
esto ahora. Voy a volver a los dormitorios —le digo, pero aun así mis piernas no avanzan,
se siente como si estuviera atascada en el barro. No atascada, ahogada. Todo lo que quiero
hacer es volver a mi habitación, encerrarme dentro, meterme en la cama, cubrirme la
cabeza con la manta y olvidar. Olvidar a los hermanos, lo que acaba de pasar, la rivalidad
y todo el drama familiar que conlleva. Quiero enterrarlo todo, cavar un hoyo y tirarlo
adentro.

—Bien, te llevaré allí en su lugar. —Se da la vuelta y comienza a caminar hacia mí,
pero aun así no me muevo, a menos que cuentes que mis rodillas golpeándose juntas.
Cuando se da cuenta de que no planeo moverme, suspira, como si yo fuera una molestia
para él.

No quiero necesitarlo a él, a ellos, pero no puedo evitarlo. Soy débil, débil por la
única cosa que no debería querer, el enemigo.

Sorprendiéndome aún más con sus acciones, se acerca y me rodea con un brazo.
Sujetándome cerca de su lado, suavemente comienza a guiarme de regreso a los
dormitorios. Mis pasos aún son inseguros, pero con él a mi lado, estabilizándome, mis
piernas parecen estar bien. El camino a los dormitorios no es largo, pero hoy parece que
lleva una eternidad. Lo cual no me importa, no cuando me da más tiempo con Sullivan.

Sullivan no dice nada, y yo tampoco. En su lugar, inhalo su embriagador aroma


que me envuelve alrededor de mí como una manta, protegiéndome del frío. Tenerlo tan
cerca después de todo lo que sucedió, sus manos sobre mí, su cuerpo lo suficientemente
115

cerca como para sentir el calor desprendiéndose de él, se siente como el cielo, como un
Página

bálsamo curativo contra una herida. Mi visión se nubla, grandes y gordas lágrimas
comienzan a caer de mis ojos deslizándose por mis mejillas. Llorar es debilidad, pero
estoy exhausta, cansada de apenas mantenerme unida.

Llegamos a los dormitorios y Sullivan comienza a alejarse, pero no puedo dejarlo,


por alguna extraña razón no puedo. Me doy la vuelta, rodeo su cintura con ambos brazos
y presiono mi rostro contra su pecho. Se siente como él, y por muy estúpido que sea,
pienso que él es lo único que tiene sentido en este momento.

—Harlow —susurra, presionando suavemente contra mis hombros. Debería haber


sabido que todavía reaccionaría con ira, con rabia venenosa. Me despega de su pecho,
sosteniéndome a la distancia de un brazo. No te quiere idiota, deja de lanzarte sobre él. Déjalo
ir.

—Lo... lo siento... —tartamudeo, manteniendo mis ojos en su pecho, mi cabeza


agachada de vergüenza para que él no pueda ver cuán destrozada estoy, cuán perdida
estoy sin él y sus hermanos.

Su mano aparece a la vista, y luego la coloca debajo de mi barbilla y me obliga a


mirarlo. Con el corazón apesadumbrado dejo que nuestras miradas choquen. Dios, es
guapo, como si un dios griego, y un modelo de la revista GQ hubieran tenido un bebé
juntos. Su mandíbula está apretada, y me muero de ganas de trazar los contornos afilados
de su rostro. La tensión en su rostro parece desaparecer, y su mirada se suaviza al ver mis
mejillas surcadas de lágrimas.

—¿Quieres quedarte aquí o quieres venir conmigo?

—¿Ir contigo? —Pregunto, confundida.

—Sí, conmigo, ¿a la casa? —Su pulgar roza mi labio inferior. El gesto acaricia algo
profundo dentro de mí, algo primitivo, algo que está esperando florecer y liberarse. No
puedo explicarlo, pero lo siento.

—¿Todavía me quieres? —No sé cómo se las arreglan las palabras para salir de mis
labios.

Los ojos azules de Sullivan brillan con calor —Querer no es exactamente la palabra
que usaría. Te necesitamos, como tú nos necesitas. La forma en que actúas, es la misma
forma en que Oliver, Banks y yo hemos estado actuando desde que aparecieron tus
padres.
116

—Pero ellos me odian —grazno, me duele la garganta.


Página

Sullivan niega con la cabeza —Ven conmigo, al menos por esta noche.
Debería decir que no, entrar en mi dormitorio y acostarme en mi cama, sola, para
siempre sola, pero no puedo. Físicamente, emocionalmente, no puedo y no quiero. Los
necesito, igual que ellos me necesitan a mí.

—¿Les dirás que no fui yo, que no llamé a mis padres? ¿Me ayudarás a hacerles
entender? —Pregunto.

Algo se arremolina en sus ojos y no puedo identificar la emoción.

—Me crees, ¿verdad? —El aire se evapora de mis pulmones mientras espero su
respuesta. Observo su nuez de Adán mientras traga.

—Sí, Harlow. Te creo, ahora vamos. Hablaré con mis hermanos, los haré volver al
equipo Harlow. —Alejando su brazo, me envuelvo alrededor de su cintura de nuevo,
sosteniéndolo con fuerza, solo para asegurarme de que esto es real y no un sueño
enfermizo.

—Estás bien ahora, todo está bien. —Sullivan susurra, una mano acariciando mi
espalda. Cierro los ojos con fuerza y disfruto de sus palabras.

No está bien, todavía no, pero lo estará pronto.

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Página
14
Me quedo dormida de camino a la residencia Bishop, acurrucada de costado contra
la puerta del jeep de Sullivan. Mis ojos parpadean y se abren cuando el coche se detiene.
Me toma un momento darme cuenta de que hemos llegado a la casa. Estoy más que
exhausta, mi vida se está oficialmente desmoronando y todo lo que quiero hacer es
arrastrarme debajo de una roca y esconderme del mundo entero. Miro fijamente a la
monstruosa casa frente a mí a través del parabrisas. Estoy preocupada. Tengo miedo de
cómo van a reaccionar Oliver y Banks cuando me vean entrar por la puerta principal.

—¿Miedo? —pregunta Sullivan, como si pudiera leer mi mente. Me giro en mi


asiento para enfrentarlo. No está sonriendo, de hecho, parece tan frío como una estatua.
Impasible y aislado del mundo. Pienso en su pregunta. ¿Tengo miedo? Demonios, sí.
Miedo de perder los últimos jirones de mi corazón, miedo de lo desconocido, miedo de a
dónde iremos desde aquí. ¿Hay alguna esperanza para nosotros?

—Un poco —confieso, sintiendo que todas mis emociones están en exhibición.

—Todo estará bien —murmura con dulzura antes de salir del coche. Abro mi
propia puerta y salgo. El corto paseo hasta la puerta de entrada pasa en un instante.
Sullivan gira la perilla y entra conmigo siguiéndolo de cerca.

Lo sigo paso a paso mientras entra a la sala de estar, casi como si fuera mi escudo
humano, protegiéndome de la ira de sus hermanos.

—Oye, ¿qué...? —Oliver se detiene a mitad de la frase cuando me ve


escondiéndome detrás de Sullivan—. ¿Qué diablos está haciendo ella aquí?

Banks está sentado a su lado, mirándome, pero sin decir nada y tengo la necesidad
de darme la vuelta y salir corriendo por la puerta principal.

—Solo escuchen un minuto —comienza Sullivan, mientras Oliver y Banks ya están


sacudiendo la cabeza, la ira brotando de ellos—. Ella se quedará aquí esta noche
—anuncia a pesar del evidente disgusto de sus hermanos.

—A la mierda con eso. No hay forma de que la dejemos quedarse aquí —habla
Banks por primera vez, su voz tan dura como sus rasgos faciales—. He terminado. He
terminado con todo esto. —Declara.
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Mi corazón se hunde aún más. Me van a echar. Sabía que lo harían, pero todavía
me duele aceptarlo. Dejo que mi cabeza cuelgue hacia abajo, pegando mi barbilla a mi
Página

pecho, y me doy la vuelta para irme, pero Sullivan me detiene, su cálida mano agarrando
mi codo.
—Sube a mi habitación, enseguida voy —me dice, levantando la barbilla hacia la
escalera.

—¿Estás seguro? —Pregunto, mirándolo, sin atreverme a mirar a sus hermanos.


Sus gélidas miradas están destrozando mi corazón que aún late.

—Positivo —me asegura—. Ve, ahora mismo voy. —Me da una sonrisa
tranquilizadora y llámalo debilidad o necesidad de atención, pero en contra de mi mejor
juicio, hago lo que dice. Dejo que mis pies me lleven por la gran escalera.

—Esto tiene que parar, Sullivan, acordamos que esto no iba a suceder, que tú no
ibas a... —La voz de Oliver baja peligrosamente y la bloqueo, iniciando mi caminata por
las escaleras. Arrastro mis pies por el alfombrado pasillo, hasta que llego a la habitación
de Sullivan.

Girando el pomo de la puerta, la abro y entro. Cierro la puerta detrás de mí,


asimilando el espacio y el olor. Esta extraña sensación me invade, no puedo explicar qué
es, pero se siente como paz, como seguridad, como si nada pudiera llegar a mí cuando
estoy en esta habitación. Me quito los zapatos y dejo que mi cuerpo me lleve hacia la
cama. Hundiéndome en el colchón, casi gimo, la tensión se filtra fuera de mí. Presiono mi
cara contra las almohadas de Sullivan e inhalo, su embriagador aroma se arremolina en
mis venas. Calor envuelve mi cuerpo y, por primera vez en mucho tiempo, no me siento
sola. No tengo miedo.

Mis ojos se cierran, mientras inhalo y exhalo lentamente, el aire pasa por mis labios
con facilidad. Permanezco así durante mucho tiempo, hasta que finalmente el cansancio,
el miedo y el dolor de fingir que todo está bien se apoderan de mí y me quedo dormida,
con el aroma calmante de Sullivan rodeándome.

ABRIENDO MIS OJOS, bostezo, mi mirada recorre la habitación, paredes grises,


sábanas negras, me toma un momento darme cuenta de dónde estoy. El sonido de agua
corriendo que sale del baño adjunto me llega a los oídos. Me froto los ojos con el dorso
de las manos y miro hacia la puerta. Está entreabierta, sale vapor de la habitación.

Sentándome en la cama, paso una mano por mi pecho alisando mi ahora arrugado
suéter. El agua se cierra y escucho que la puerta de la ducha se abre y se cierra. Solo
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entonces me doy cuenta de que Sullivan debe estar detrás de esa puerta y, obviamente,
muy desnudo. Mis mejillas se calientan estúpidamente y mi vientre se estremece al
Página

pensarlo.
La puerta se abre y Sullivan entra en la habitación vestido nada más que con una
toalla blanca envuelta alrededor de su cintura. Se me seca la boca y creo que mi corazón
da un vuelco. No sé dónde mirar primero, sus cincelados abdominales, o sus hombros, o
su rostro, o la deliciosa V de músculo que conduce a una tierra en la que no debería estar
pensando. Ningún hombre debería verse tan bien como él, simplemente no es justo.

—Hey, estás despierta. Perdón si te desperté —dice despreocupado,


completamente indiferente al hecho de que no está usando ropa. Gotas de agua se
adhieren a su cabello, y lo sacude un poco enviando agua en todas direcciones.

Mi pecho comienza a subir y bajar, mis pezones se endurecen contra mi sostén.

—Yo… quiero decir, n-no... tú no... ya estaba... —tartamudeo, mi lengua se siente


pesada. Estoy nerviosa a pesar de que soy yo la que está vestida y claramente no tengo
nada de qué avergonzarme.

Sullivan comienza a dirigirse hacia la cama, con cada uno de sus pasos mi pulso
se acelera, zumbando fuertemente en mis oídos. Muerdo mi labio inferior, haciendo todo
lo posible por ignorar su presencia, pero es mucho más difícil de lo que uno pensaría. No
debería pensar en él así, desnudo, mojado, nuestros cuerpos deslizándose juntos. Para
cuando él está de pie frente a la cama, y a solo unos centímetros de mí, mi pulso está todo
acelerado.

—Me estás mirando como si tuvieras miedo de que te coma. —La sonrisa que me
da podría prender fuego a las bragas.

—Y-yo acabo de despertar —digo, sobre todo porque no puedo pensar en nada
más que decir.

—Lo noté —esa característica sonrisa se ensancha, como si supiera el poder que
tiene sobre mí—. ¿Quieres darte una ducha también?

—¿Contigo? —Pregunto cómo una idiota. Él huele a jabón y agua, y a malas


elecciones, muy, muy malas elecciones.

—Bueno, me acabo de dar una ducha, pero podría ayudarte a quitarte la ropa... Y
con otras cosas, por supuesto. —Sus espesas cejas se mueven juguetonamente.

Oh Dios mío. Quiere ayudarme a quitarme la ropa. Está básicamente desnudo,


además de la toalla y quiere desnudarme. Eso significaría que ambos estaríamos
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desnudos. Juntos. Puede que no tenga experiencia, pero no soy estúpida. Sé lo que pasa
cuando la gente se desnuda y no habla mucho.
Página
Trago, pero no queda saliva en mi garganta, mi boca se siente seca como si hubiera
tragado una taza de arena. —Bien —respondo dócilmente, mis mejillas arden.

Sullivan parpadea, su mirada se ensancha, la sonrisa juguetona se desliza de sus


labios, —¿Hablas en serio? ¿Quieres esto?

Me lamo los labios. Quiero esto ¿A él y sus hermanos? Obviamente, los quiero,
pero ¿quiero tener sexo? ¿Quiero que mi primera vez sea con el mismo chico que me dio
mi primer beso, mi primer orgasmo? No debería querer que fuera él, no después de todo
lo ocurrido, pero se siente como si estuviera completa cuando estamos juntos y quiero
estar completa, tanto.

—Sí... quiero esto... a ti, quiero decir... te quiero. —Tartamudeo y me agarro al


dobladillo de mi blusa, tratando de reunir el valor para quitarme la cosa y tirarla al suelo.

Con una sonrisa, se acerca, sus movimientos son elegantes, suaves, como un gato
caminando por la noche. Mi cuerpo está ardiendo, siento como si tuviera fiebre. Empiezo
a levantar mi blusa y hago una pausa.

—¿Qué hay de Oliver y Banks? —Pregunto, necesitando aclarar el aire antes de


dar otro paso. Los quiero tanto como quiero a Sullivan, pero ellos no me quieren a mí en
este momento, y necesito esto, que la conexión vuelva a estar en su lugar. Los necesito a
todos.

—También los quieres, ¿no? Nos quieres a los tres. —No hay juicio en sus ojos, no
hay ira. Simplemente está diciendo la verdad.

Liberando mi labio de entre mis dientes, digo —Sí, los quiero.

—Y puedes tenernos, a todos nosotros, pero no esta noche. Esta noche eres toda
mía. —Su voz es baja, seductora. Estirándose hacia mí, me quita algunos mechones de
cabello de la cara, el simple toque envía mis terminaciones nerviosas ya estimuladas a
toda marcha.

Considero decirle que soy virgen, pero decido no hacerlo. ¿Y si cambia de opinión
por eso? No quiero arruinar el momento. Tengo poco tiempo para detenerme en ese
pensamiento antes de que Sullivan se abalance sobre mí. La toalla alrededor de su cintura
se desliza hasta el suelo y jadeo, justo cuando él toma mis mejillas entre sus manos. Me
besa, suavemente, pero con un hambre subyacente que me tiene ansiosa por más. Me
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besa hasta que me quedo sin aliento, hasta que mi pecho palpita y mis manos tiemblan,
hasta que mis labios se hinchan. Hasta que no queda nada más que nosotros dos.
Página
Solo deja de besarme el tiempo suficiente para ayudarme a quitarme la ropa.
Sumergiendo sus dedos en la cintura de mis jeans, los arrastra por mis piernas junto con
mis bragas, dejándome desnuda ante él. Lanzándolos por encima de su hombro, aterrizan
en el suelo en algún lugar detrás de él. Mi sostén es el siguiente en irse. Extiende la mano
a mí alrededor y con hábiles dedos de alguna manera es capaz de deshacer el cierre. Mis
pechos caen hacia adelante sin el soporte de mi sostén.

Con una sonrisa diabólica que siento hasta los dedos de mis pies, arroja el artilugio
sobre su hombro al igual que hizo con el resto de mi ropa. Luego hay silencio mientras
se toma un momento y solo me mira y yo hago lo mismo en respuesta.

Sus pupilas están dilatadas, sus ojos parecen negros en lugar de su azul tormentoso
normal. Su pecho sube y baja rápidamente, y su mandíbula está apretada en una dura
línea. Se ve muy guapo. Mis ojos vagan más abajo, pasando por su estómago bien
definido y por el rastro de vello castaño rojizo que me lleva directamente a su muy erecto
pene. Trago saliva, he visto pollas antes, pero nada podría prepararme para que una de
ese tamaño entrara en mí.

—¿Asustada? —pregunta Sullivan con presunción, acariciando la cosa sin prisa,


como si tuviera todo el tiempo del mundo.

—No. —Sacudo la cabeza, mintiendo mientras trato de ocultar el nerviosismo de


mi voz. —Es sólo que nunca...

—¿Nunca has estado con un chico tan grande como yo?

Arrogante imbécil.

—Sí, podrías decir eso.

—Voy a ser amable contigo, princesa. —Su guiño me hace sonreír tímidamente,
no puedo evitarlo. No tengo idea de qué demonios estoy haciendo aquí—. Pero primero...
—Se inclina sobre mí, su cuerpo se cierne sobre el mío mientras baja su cabeza hacia mi
pecho. Su lengua caliente y húmeda se arrastra sobre mi hinchado pezón antes de cerrar
la boca alrededor del apretado pico y comenzar a chupar.

Dulce bebé Jesús.

Gimo, mis manos vagan sobre la tonificada espalda y los hombros de Sullivan,
acercándolo aún más. Incapaz de quedarme quieta, mi cuerpo se mueve como una
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serpiente bajo su toque, agitándose inquieto, mi espalda se arquea fuera de la cama. Mi


cuerpo pide más, necesita más.
Página
Toma mi otro pecho con su cálida mano, masajeándolo, luego comienza a rodar
mi pezón entre su pulgar e índice, tal como lo había hecho Banks. Las sensaciones que
me atraviesan en espiral son explosivas.

—Recuéstate —ordena bruscamente, y sigo su orden sin pensarlo ni dudarlo,


descansando contra sus suaves sábanas—. Tan jodidamente bonita —murmura,
empujando mis piernas separándolas. Puedo sentir sus ojos en mi carne—. Voy a
probarte, así que sé una buena chica y mantente agradable y quieta. Te necesito
empapada de necesidad antes de que mi polla se acerque a tu bonito coño.

Trago el nudo de miedo que se forma en mi garganta y asiento con la cabeza, mis
manos se aferran a las sábanas mientras él se sitúa sobre su vientre, abriendo más mis
piernas para acomodar su enorme cuerpo entre mis muslos.

Baja la cabeza, llevando su boca a mi centro. Puedo sentir su aliento caliente en mis
ya resbaladizos pliegues, y me estremezco ante la avalancha de sensaciones que me
recorren. Apenas me aferro a la realidad, estoy colgando de un hilo y luego siento su
lengua arrastrándose por mis partes más sensibles. Es un breve toque, una caricia, una
sensación tan extraña, tan intensa, que apenas puedo manejarla. Nadie me ha hecho esto
nunca, nadie me ha tocado de esta manera y todo lo que puedo pensar es que quiero más,
necesito más. Como una adicta, estoy desesperada, dispuesta a vender mi alma por mi
próxima dosis.

Mis manos abandonan las sábanas y encuentran su camino hacia su espeso, sedoso
y suave cabello. Pasando mis dedos a través de los mechones, paso mis uñas por su cuero
cabelludo. Él suelta un gemido gutural, el sonido vibra a través de mi núcleo, haciendo
salir un gemido de mis propios labios.

—Ahhhh...

—Sabes exactamente como sabía que lo harías. Como fresas con crema —su hábil
lengua se desliza sobre el sensible haz de nervios y mis caderas se elevan, una sacudida
de placer recorre mi columna.

—Sullivan —lloriqueo, deseando más de él, sintiendo esta profunda y primitiva


necesidad tratando de escapar de mí.

—Paciencia. —Chasquea, con una ligera risa antes de volver a ocuparse en


probarme. Usando sus dedos para extender mis pliegues y chupar mi hinchado clítoris.
123

La necesidad crece, comenzando desde detrás de mis ojos y a través de cada centímetro
Página

de mi cuerpo, por reflejo aprieto mis muslos, pero a Sullivan no le importa, él continúa
lamiendo y chupando mientras yo me pongo más y más resbaladiza, mi excitación casi
se derrama fuera de mí.

Cuando estoy segura de que las cosas no pueden mejorar, desliza un dedo en mi
canal, sin dejar de presionar mi clítoris. Bombea dentro y fuera de mí unas cuantas veces,
antes de agregar un segundo dedo y estirarme deliciosamente. Cayendo contra las
almohadas, muerdo mi puño para evitar gritar en voz alta mientras me toca, mientras
chupa mi clítoris con una necesidad implacable.

Una luz cegadora destella ante mis ojos, y mis caderas suben y bajan mientras un
placer indescriptible se apodera de mi alma. Las embestidas de Sullivan disminuyen,
mientras me deslizo por la montaña del placer.

—Oh, Dios mío —gimoteo cuando las últimas ondas de placer han atravesado mi
cuerpo. Sullivan se ríe contra la piel sensible de mi muslo, su aliento me hace cosquillas.

Ni siquiera quiero saber qué tan bien se sentirá el sexo si esto se siente así de
increíble y todo lo que hizo fue usar sus dedos y lengua.

Antes de que pueda recuperar el aliento, comienza a besar ese mismo trozo de piel
y continúa moviéndose hacia arriba, salpicando besos con la boca abierta sobre mis
muslos, vientre, costillas y todo el camino hasta mis pechos.

Cuando llega a mi clavícula, puedo sentir su enorme erección presionando contra


mi pierna, su suave piel acariciando la mía mientras mueve su cuerpo entre mis muslos.
Ahora estoy jadeando, salivando.

Se acerca a la mesita de noche y abre el cajón, hurgando en su interior. La ruptura


de la pasión me da un momento de claridad. ¿Qué demonios está haciendo? Un segundo
más tarde saca la mano del cajón, con un pequeño paquete de papel de aluminio en la
mano.

Condón. Oh mierda, casi lo olvido. Mirándome con cruda necesidad, abre el plateado
cuadrado con los dientes. Sacando el condón, estira una mano entre nosotros. Una parte
de mí quiere echar un vistazo y ver cómo se lo pone, pero no creo que pueda apartar mis
ojos de los suyos. Es como si estuviéramos conectados el uno al otro, una sujeción
invisible nos ata.

Con su mano todavía entre nosotros, lo siento guiándose a sí mismo hacia mi


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centro, y abro mis piernas aún más para él. La suave cabeza choca contra mí todavía
sensible clítoris y mis muslos se aprietan automáticamente con la sensación.
Página
—Relájate —susurra en mi oído mientras comienza a frotar la cabeza de su polla
hacia arriba y hacia abajo, a través de mis pliegues, esparciendo mis jugos sobre su polla
antes de regresar a mi entrada.

Sosteniendo con un brazo la parte inferior de su cuerpo contra el mío, sus caderas
se presionan contra las mías como la pieza faltante de un rompecabezas, la cabeza de su
polla presionando contra mi entrada. Con una dulzura que no sabía que podía poseer,
entra en mí lentamente, estirando mis paredes, haciéndome tomar todo su grosor.

Baja la cabeza, acurrucando su rostro en el hueco de mi cuello, y me alegro de que


lo haga, porque no sé si podría ocultar la pequeña oleada de pánico y malestar que estoy
experimentando en este momento. Necesitando tocarlo, me agarro a sus bíceps, mis uñas
se hunden en su carne dejando pequeñas hendiduras en forma de media luna detrás.

Me siento llena, tan llena, y sé que solo ha entrado unos centímetros. Jadeo cuando
un pequeño pinchazo y una leve quemadura recorren mi centro mientras su polla rompe
la resistencia, tomando mi virginidad. Le he dado todas mis primeras veces y mi corazón.
Sullivan ni siquiera debe darse cuenta, porque sigue empujando dentro de mí hasta que
no hay ningún otro lugar a donde ir, la cabeza de su polla chocando contra el fondo de
mi canal.

La parte inferior de su cuerpo está ahora completamente presionada contra la mía,


sin dejar espacio entre nosotros. Con un mínimo esfuerzo, levanta mi pierna y gira las
caderas, presionando más profundamente dentro de mí. Mi pecho sube y baja, mi
corazón late con tanta fuerza que estoy segura de que incluso él puede oírlo.

—Joder, este es un ajuste apretado. —Sullivan deja escapar un caliente suspiro, el


sudor le perla la frente y me pregunto si alguna vez lo ha hecho así.

Asentado profundamente dentro de mí, levanta la cabeza, sus ojos se mueven


desde donde estamos conectados para mirarme. Puedo decir por la tensión en sus
músculos que se está conteniendo. Sus labios se separan y su mirada se oscurece.

—¿Quieres que te folle duro y rápido o lento y suave? —El filo de su voz y la
crudeza de sus palabras me asustan un poco, pero me recuerdo a mí misma que éste es
Sullivan.

Mi Sullivan.
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—Lento, por favor —respondo con voz firme. Con la mandíbula apretada, sale
de mí del todo, el aire se escapa de mis pulmones con la sensación, y antes de que
Página

pueda llenarlos de nuevo, entra en mí, lentamente, muy lentamente.


—¿Desearías que los tres hiciéramos esto contigo ahora mismo? ¿Qué nos
turnáramos contigo? Haciéndote correr una y otra vez.

—Sí —respondo sin aliento—. Me gustaría eso —admito descaradamente. Sullivan


sonríe, sus ojos se iluminan, mientras continúa con sus lentas y pausadas caricias. Se retira
y vuelve a entrar. Dentro y fuera. Dentro y fuera. Finalmente, el dolor sordo da paso a un
placer al rojo vivo que se extiende por mi abdomen como la lava que baja por la ladera
de un volcán.

—Siempre supe que sería así de bueno. —Sullivan gruñe, y se ve tan hermoso en
este momento, con los ojos cerrados, su cuerpo tensándose sobre el mío. Quiero recordar
este momento por el resto de mi vida, el único y singular momento de la historia cuando
Lockwood y Bishop se convirtieron en uno. Porque eso es lo que es la historia y la vamos
a reescribir.

—Tengo que acelerarlo, princesa —jadea Sullivan, su aliento a menta caliente


abanicando mi palpitante pulso—. Este ritmo lento me está matando.

—Bien —le doy un pequeño asentimiento y giro la cabeza, presionando un beso


en su boca. Arrastro mi lengua por su labio inferior, pidiendo silenciosamente entrar.

Se abre para mí todo el camino y nuestras lenguas se encuentran para un baile


sensual mientras él comienza a empujar dentro de mí, con sus caderas elevándose, yendo
más profundo, más fuerte y más rápido. Su polla se frota contra algo profundo dentro de
mí, y siento la presión acumularse en mi útero. Rompe nuestro beso y me mira fijamente,
una riqueza de conocimientos y secretos en su mirada.

—Quiero que me digas cuando estés cerca —ordena Sullivan, y asiento sin poder
formar una palabra coherente.

Luego cambia de posición, alejándose y poniéndose sobre sus rodillas. Me agarra


por las caderas y me jala hacia él y en esta posición se siente aún más profundo, como si
fuera parte de mí.

Mis labios se abren formando una O. Y cada vez que él toca fondo dentro de mí,
una onda de placer me recorre. Con una sonrisa salvaje, Sullivan coloca su pulgar contra
mi sumamente sensible manojo de nervios y con todas esas sensaciones que me invaden,
no me toma mucho tiempo alcanzar mi punto máximo.
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—Y-yo... me corro —jadeo, apenas dejando salir las palabras antes de que mis
muslos comiencen a temblar y los dedos de mis pies se curven. Mi espalda se arquea
Página
sobre la cama, y Sullivan comienza a maldecir mientras me sostiene en mi lugar, mi coño
apretando su polla con una malvada venganza.

—Jódeme —su ritmo se acelera, su agarre se aprieta en mis caderas con más fuerza,
su cabeza se inclina hacia atrás mientras el eufórico placer se apodera de su cuerpo. Y
luego siento su polla palpitar dentro de mí mientras deja escapar un profundo gruñido
animal antes de estrellarse contra mí por última vez.

Se derrumba sobre mí con un resoplido, su cuerpo cubierto de sudor, cubriendo el


mío con calidez y seguridad. Disfruto en este momento, tenerlo tan cerca, donde ningún
odio, ni padres, ni drama puede alcanzarnos. Sé que el momento no puede durar para
siempre, pero puedo aferrarme a él, mantenerlo cerca de mi corazón. Se aparta de mí un
segundo después, cayendo sobre colchón a mi lado.

Se agacha y se quita el condón con un gesto de dolor, antes de tirarlo a la basura


junto a la cama. Miro mis muslos, esperando no sangrar en las sábanas.

Sin querer que deje de tocarme, me doy la vuelta hacia él, planto mi cabeza en su
pecho y coloco mi brazo sobre su torso. Cierro los ojos y aspiro profundamente. Con mi
oído justo encima de su corazón, puedo escuchar el ritmo constante con claridad, como
mi propia canción de cuna personal.

Como si el sonido se hubiera hecho para mí, tranquilizándome y relajándome, me


adormece profundamente y, por primera vez en mucho tiempo, me quedo dormida
sabiendo que todo va a estar bien ahora.

Todo estará bien, mientras tenga a Sullivan.

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15
—Esto se siente bien —susurro contra la piel de Sullivan a la mañana siguiente.
Tomando una respiración profunda, saboreando su aroma, paso mis dedos por su
estómago, trazando cada músculo a medida que avanzo. He estado despierta durante
diez minutos, y dediqué cada segundo a abrazar y tocar a Sullivan.

Solo se despertó hace unos cinco minutos y no estoy segura si es por todos mis
toques y caricias o si solo tiene un leño matutino, pero su polla está dura como el acero.
Una considerable tienda de campaña se forma entre sus piernas. A mi cabeza le gustaría
repetir lo que hicimos ayer, pero el dolor sordo entre mis piernas dice lo contrario.
Entonces, en lugar de instigar el sexo, simplemente sigo pasando mis dedos por su piel.

—Sí, se siente bien. Desearía que fuera real —dice casi distraídamente.

Sonrío ante sus palabras. —Por supuesto que esto es real, ¿por qué pensarías otra
cosa? —Pregunto sin levantar la vista.

—Sé que esto no es real para ti. Sé que en realidad no me quieres. —Mi mano en
su estómago se detiene. Confundida, levanto la cabeza para poder ver su rostro. Miro su
sombría expresión y me pregunto por qué de repente está de este humor.

Sin dejar de sonreír, le pregunto: —Si esto no es real para mí y no me gustas, ¿por
qué te habría dado todas mis primeras veces?

—¿Todas tus primeras veces?

—Sí —admito—. Te di mi primer beso, tú me diste mi primer orgasmo, y anoche


te di mi virginidad.

—Detente, Harlow —gruñe, empujándome de repente fuera de él. Mi boca se abre


y estoy completamente aturdida por su repentino cambio de humor—. Sé... sé que todo
esto es un juego para ti. ¿De verdad crees que te creería? ¿Creer que fui tu primer beso?
¿Que eras virgen? Él inclina la cabeza y la espalda y se ríe— Puede que sea estúpido, pero
reconozco a un mentiroso cuando lo veo, y tú, Harlow Lockwood, lo has sido y siempre
lo serás.

Estoy tan aturdida por toda esta situación, que me quedo literalmente sin palabras.
Sacude la cabeza y se levanta de la cama. Pisando fuerte hacia su vestidor, saca un cajón
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con tal fuerza que casi se sale del todo. Agarra un par de pantalones cortos de adentro y
se los pone, malditamente cerca de romperlos en el proceso.
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—Sullivan, no estoy mintiendo, la pasada noche... —digo, una vez que encuentro
mi voz de nuevo. ¿Por qué se siente como si nos estuviéramos desmoronando?

—Te mereces un Oscar, ¿sabes? —Me interrumpe, dándome una fría mirada—.
Tus habilidades de actuación están a punto. Tal vez comiences tu carrera como actriz con
el video que tomé de nosotros follando anoche.

El aire se detiene en mis pulmones, el único sonido que escucho es el latido de mi


corazón. Se siente como si lo estuvieran partiendo en dos y en cualquier segundo espero
que deje de funcionar. Su confesión me destruye y destroza mi mundo.

—¿Tú... tú... nos filmaste teniendo sexo? —Tartamudeo, me tiemblan las manos,
las lágrimas se forman instantáneamente en mis ojos.

Una sonrisa se extiende por su rostro y aunque parece forzada, me hiere


profundamente. La repugnancia y el dolor se extienden por mi cuerpo y no puedo
detenerlo. Me escabullo de la cama y recojo mi ropa del suelo, poniéndome cada pieza
sobre la marcha. Ya no puedo hacer esto. No puedo seguir siendo su saco de boxeo,
reviviendo un pasado del que estoy tratando de liberarme sin poder hacer nada.

Con todo menos mis jeans, miro a Sullivan, quien se queda ahí mirándome con
una expresión ilegible.

—Tienes razón, soy una gran actriz. Tan comprometida estoy con mi papel, que
volví a hacer crecer mi himen para ti, para hacer esto más creíble —escupo, metiendo mis
piernas en mis pantalones, señalo mis muslos que todavía tienen vetas de sangre. Sullivan
sigue mi mirada, su boca se abre cuando ve las pequeñas manchas de sangre—. No me
creas, imbécil, revisa el condón, o tal vez piensa en la forma en que me follaste, en lo
nerviosa que estaba —me subo los pantalones el resto del camino y los abotono.

Parece que Sullivan está a punto de decir algo, pero he terminado. No voy a
esperar para escuchar lo que tiene que decir. Alguna disculpa tonta que no significa nada.
Porque no significo nada para él. Para ellos. He terminado definitivamente. Terminé con
las mentiras. Terminé con los juegos. Terminé con él y sus hermanos, su familia, todo.
¡Acabado!

—Que tengas una buena vida —murmuro al salir por la puerta de su dormitorio.
Las lágrimas escapan de mis ojos mientras corro por la casa.
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—Espera —escucho a Sullivan llamar desde arriba justo antes de que cierre la
puerta de entrada detrás de mí.
Página
¿Cómo he podido ser tan estúpida? Me entregué a él. Lo amaba, los amaba a los
tres y todo lo que hacían era jugar. No soy más que un peón para él y sus hermanos.

Corro por la acera, mis zapatos golpean el pavimento y las lágrimas corren por mi
rostro sin control. Impulsando mis piernas lo más rápido que puedo, solo reduzco la
velocidad cuando me mareo. Necesito recuperar el aliento después de correr por el
vecindario, durante no sé cuánto tiempo. Me duele el pecho, me arden los pulmones y
un dolor de cabeza mortal se ha formado justo detrás de mis ojos.

Me detengo y miro mí entorno, observando lo que me rodea, y me doy cuenta de


que no tengo ni idea de dónde estoy. Metiendo la mano en mi bolsillo trasero, saco mi
teléfono y encuentro la información de contacto de la única persona en la que puedo
pensar en este momento.

Caroline responde después del tercer timbre. —Harlow, ¿qué pasa? —Su voz es
alegre, como siempre. Completamente ajena a mi desesperación.

—Caroline —suspiro con alivio—, ¿puedes venir a recogerme?

—Por supuesto, ¿estás bien? —Ella pierde su tono alegre, la preocupación lo


reemplaza.

—Sí, no, Dios, no lo sé. Estoy en... —Miro a mi alrededor, tratando de encontrar
un letrero en la calle—. McKinley Road —digo cuando finalmente encuentro uno.

—Estaré allí en diez minutos.

Terminando la llamada, me siento en la acera y dejo que mi cabeza caiga en mis


manos. Me prometo a mí misma que nunca volveré a ser tan tonta como para volver a
caer en sus trucos o tonterías. Para cuando el auto de Caroline se detiene, debe haber un
charco de lágrimas frente a mí, porque no he dejado de llorar desde que hablé con ella
por teléfono. Salta del coche y corre hacia donde estoy sentada.

—Oh Dios mío, ¿qué pasó? —Ella se arrodilla a mi lado, sus brazos me rodean—.
Por favor, dime. ¿Qué está mal?

—Todo fue una mentira... Sullivan y sus hermanos jugaron conmigo —digo entre
sollozos—. Los amaba y...

—Oh, Harlow, lo siento mucho. Vamos, chica, vamos a llevarte a casa.


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—No, no quiero ir a casa. Necesito hablar con Shelby. ¿Puedes llevarme a la galería
del centro?
Página
Necesito disculparme con mi amiga, ella me advirtió sobre los Bishop y no la
escuché. Ella ha sido la única constante en mi vida, la única que siempre estuvo a mi lado.
Ella es la única en quien puedo confiar y la he estado descuidando. La necesito, ahora
más que nunca.

—Por supuesto, vamos —me lleva al asiento del pasajero, e incluso me abrocha el
cinturón cuando no me muevo para hacerlo.

—¿Me vas a contar lo que pasó? —Caroline pregunta a mitad de camino hacia la
ciudad.

—Yo... yo ni siquiera lo sé. Todo estaba bien un minuto y luego no lo estaba. Lo


cual es la verdad. Un minuto era pura felicidad y al siguiente, horror absoluto.

No me hace más preguntas y estoy más que agradecida por el silencio. De todos
modos, no creo que pueda responder a más de sus preguntas.

—Gracias, Caroline —la miro cuando nos detenemos frente a la galería de arte—.
Lo digo en serio, gracias. Has sido una gran amiga.

—Cuando quieras, Harlow. Llámame si necesitas algo. —Nos abrazamos antes de


que salga del auto. Mi cara sigue roja, y mis ojos siguen hinchados por el llanto, pero ya
no soy consciente de mi misma.

Respiro profundamente, abro las puertas de la galería, suena una campana sobre
mi cabeza y entro en el espacio abierto. Esculturas de aspecto moderno están colocadas
en altos pedestales en el centro del lugar y cuadros de todos los tamaños decoran cada
pared de la galería.

Una mujer menuda entra en la sala de exposición y me saluda con una amplia
sonrisa. Lleva una falda lápiz ceñida, un top corto a juego y tacones de diez centímetros
que parece que podrían romper algunos tobillos.

—¿Hola, puedo ayudarla?

—Sí, estoy buscando a Shelby. Lamento aparecer aquí, sé que está trabajando, pero
esto es una especie de emergencia.

—¿Quien? —La mujer se ve genuinamente confundida, sus cejas se juntan.

—Shelby —digo más alto, ella no debe haberme escuchado con claridad.
131

—No me suena. ¿Es una de nuestras artistas?


Página
—Oh... ah, tal vez... tal vez, estoy en la galería equivocada, lo siento —digo
avergonzada, antes de girar sobre mis talones.

—Esta es la única galería de la ciudad, señorita.

Me congelo con mi mano flotando a centímetros del pomo de la puerta. Mi mente


se queda en blanco y luego esta sensación de pavor absoluto se arrastra por mi columna
vertebral y se instala en la base de mi cráneo.

Nada tiene sentido, todo lo que pensé que sabía está mal. Mi vida está construida
con bloques de mentiras y engaños y, como una torre Jenga, alguien tiró de la única pieza
que hace que todo se derrumbe.

Siento que estoy atrapada en este momento, mi mente congelada en el tiempo. Mis
pensamientos flotan en algún lugar entre la incredulidad y la increíble desesperación.

—¿Está bien, señorita?

No... no, no estoy bien y no sé si alguna vez lo estaré.

Vuelvo a salir y camino por la acera. Sé que hay gente que camina por la acera
como yo, coches que circulan por la carretera, sé que están ahí, pero no los veo con
claridad. Todo a mí alrededor es borroso. Mi mente abrumada por todo lo que ha pasado
hoy.

Mi cuerpo está entumecido, mis emociones en desorden. Siento que ni siquiera


estoy aquí, como si fuera solo una sombra de mí misma, un fantasma que no es en
absoluto parte del mundo.

Poniendo un pie delante del otro, al menos creo que eso es lo que estoy haciendo.
Miro hacia arriba, el paisaje cambia a mí alrededor, el suelo debajo de mí de repente
parece diferente. Sonidos atraviesan la niebla que rodea mi cerebro. Alguien está
gritando, pero no puedo entender lo que dice. Entonces algo me llama la atención. Miro
hacia adelante para ver dos luces brillantes que se dirigen directamente hacia mí. Pero no
soy lo suficientemente rápida, no hay tiempo...

OSCURIDAD.

Nada más que oscuridad.


132

No estoy segura de dónde estoy. Pero dondequiera que esté, todo lo que reconozco
Página

es la oscuridad. Este lugar no tiene fin, ni principio, ni arriba, ni abajo, ni bien ni mal.
No hay amor ni odio, no hay dolor, pero tampoco felicidad.

Intento recordar cómo llegué aquí, o de dónde vengo, pero mi mente no es más
que un páramo.

Todo lo que soy y todo lo que conozco es la oscuridad.

Hasta un día, cuando hubo algo más.

BIP.

BIP.

BIP.

UN RITMO CONSTANTE me llama desde algún lugar desconocido. El sonido


parece cercano y a un millón de kilómetros de distancia a la vez. Durante mucho tiempo,
eso es todo lo que hay.

—Han pasado diez días — la voz de una mujer se abre paso de repente.

—Señora. Lockwood, estas cosas llevan tiempo. Harlow sufrió una importante
lesión cerebral. Le llevará tiempo recuperarse. Les puedo asegurar que ella está en las
mejores manos aquí en la clínica.

—Más vale que lo esté, considerando lo que le estamos pagando —la voces de otro
hombre llega a mis oídos. Es profunda, incluso aterradora y tomo nota mental de no
meterme con ese hombre.

Después de eso, escucho la apertura y el cierre de una puerta, seguida de sillas


moviéndose.

—Escuchaste al hombre, amor, vamos a casa, no hay nada que podamos hacer por
ella ahora mismo.
133

De repente, tengo la abrumadora necesidad de abrir los ojos, quiero que vean que
estoy aquí, que estoy despierta. No quiero volver a quedarme sola en la oscuridad. Desear
Página
que mis ojos se abran, requiere cada gramo de fuerza que tengo. Siento que mis párpados
se han convertido en plomo y mi fuerza ha disminuido al uno por ciento.

Aun así, por algún milagro mis ojos se abren lentamente. La luz amarilla brillante
que viene del techo me ciega momentáneamente, pero sigo entrecerrando los ojos y
parpadeando hasta que puedo distinguir la habitación y su contenido.

—¡Oh Dios mío! ¡Está despertando! —La voz aguda de la mujer hace que me
duelan un poco los oídos, pero sus manos que cubren las mías son suaves y cálidas y
compensan el dolor—. Oh, Harlow, estás bien. Todo va a estar bien ahora, lo prometo.

Parpadeo, confundida, entonces miro su mano y saco la mía de su alcance.

Miro hacia sus grandes ojos azules llenos de lágrimas, el horror y la conmoción se
reflejan en mí y hago la única pregunta que puedo —¿Quién eres tú?

134
Página
Página
135
SINOPSIS
HARLOW

La oscuridad me rodea. ¿Quién soy? No recuerdo nada. Cada recuerdo de mi vida se ha


ido. Me despierto en un hospital sin saber mi propio nombre. No conozco a estas personas
que dicen ser mis padres, pero me cuidan, me muestran fotos... ¿y me presentan a mi
prometido?

Supongo que vivía una vida perfecta antes de mi accidente. Lo tenía todo, así que trato
de recordar. Trato de seguir viviendo mi vida, pero no puedo evitar la sensación de que
algo está mal. Me doy cuenta de que las cosas no tienen sentido. Atrapo a la gente a mí
alrededor mintiendo y sé que algo está terriblemente mal.

Parece que mi memoria no es lo único que falta...

SULLIVAN

¿Cómo he podido ser tan estúpido? ¿Cómo pude dejar que me engañaran así? Todo esto
es mi culpa. La lastimé, dejé que esto sucediera, y ahora está nuevamente en las garras de
sus padres. Peor aún, ella no recuerda nada... no nos recuerda.

Odio a mis padres por jugar su parte en esto y mis hermanos me odian por jugar el mío.
Necesito arreglar esto. Necesito hacer que mis hermanos me perdonen para poder
salvarla, tenemos que hacerle recordar qué tipo de personas son realmente sus padres...
antes de que sea demasiado tarde.

La única pregunta es, si ella recuerda... ¿alguna vez me perdonará?


136
Página
PRÓLOGO

Sullivan
Me paso toda la noche dejando que los acontecimientos de ayer corran por mi
mente. Joder, ¿cómo pude haber sido tan estúpido? En el momento en que vi las manchas
rojas en la parte interior de sus muslos, mi corazón cayó en mi estómago y supe que ella
no estaba mintiendo. Todavía no entiendo cómo no lo vi antes. ¿Cómo pude haber estado
tan ciego? Lo que teníamos era real y la usé. Yo la rompí.

Lo pude ver en sus hermosos ojos azules, el momento en que su corazón se agrietó
y se partió en un millón de pedazos. La luz dentro de ellos se atenuó y todo por mí culpa.
Joder, me duelen las tripas sólo de pensarlo. Desearía poder olvidar, pero no lo haré.

Podríamos haber sido felices, pero ahora ya no importa, es demasiado tarde. Nada
de lo que diga deshará lo que ya se ha hecho. Lo único que queda por hacer ahora es
averiguar por qué nuestros padres nos dijeron esas mentiras sobre Harlow.

Después de esconderme en mi habitación la mayor parte del día, bajo las escaleras
para comer algo, esperando que Oliver y Banks se hayan ido. No sé si puedo soportar
más de su odio en este momento. Acordamos no seguir con nuestro plan y lo hice de
todas formas. Ellos le creyeron y yo no. Ellos tenían razón y yo estaba equivocado,
terriblemente equivocado. Los defraudé a todos, porque creí en las mentiras, tantas
jodidas mentiras.

Cuando entro a la cocina, casi me doy la vuelta. Ambos están allí, sentados a la
mesa de la cocina, hablando de comprar un auto nuevo.

Dejan de hablar cuando entro. Inmediatamente me encuentro con sus duras


miradas. Abro la nevera para tomar un poco de carne para sándwiches y un paquete de
queso. Dando la vuelta, encuentro a Oliver y Banks mirando sus teléfonos,
aparentemente, ahora me están ignorando. Tengo la intención de decirles de nuevo que
lo siento, pero no lo hago, no me servirá de nada de todos modos.

En cambio, continúo preparando mi sándwich lo más rápido que puedo para


escapar de la sofocante tensión en la cocina. Necesito volver a mi habitación para poder
revolcarme en mi propia miseria. Con mi sándwich hecho, empiezo a guardar todo en la
nevera, el zumbido de mi celular en el bolsillo me interrumpe.
137

Lo pesco, esperando todo el tiempo que tal vez, solo tal vez, sea Harlow. Mis
Página

pegajosas manos casi me hacen dejarlo caer mientras deslizo la pantalla para
desbloquearla, la decepción me atraviesa el corazón como una flecha.
La tensión se enrosca en mi estómago. Solo es Marc, uno de los chicos de la escuela.

Estoy a punto de guardar el dispositivo en mi bolsillo sin mirar el mensaje cuando


Oliver se vuelve hacia mí, su rostro es una máscara de horror —Oh, Dios mío, ¿recibiste
el mensaje de Marc? —El tono de voz de Oliver me dice instantáneamente que lo que sea
que Marc le envió es serio, así que hago lo único que puedo. Abro el mensaje.

Dentro del mensaje hay un enlace, sobre el que presiono, y que me lleva a un
artículo del periódico de Bayshore. Primero, estoy confundido, pero luego empiezo a leer
el titular y mi corazón se hunde en mi estómago.

Estudiante de Bayshore es dejada en estado crítico después de un atropello y


fuga.

No sé por qué, ni cómo, pero sé sin duda alguna que la estudiante de la que están
hablando es Harlow. Llámalo instinto o como quieras, pero lo sé. Aun así sigo leyendo,
mis ojos no pueden moverse lo suficientemente rápido.

Una joven mujer, que al parecer asiste a la Universidad de Bayshore, fue atropellada por
un automóvil en el centro de la ciudad, cerca de la galería de arte, según testigos. El coche huyó de
la escena y la mujer fue trasladada de urgencia al hospital. El incidente aún está bajo
investigación...

Incapaz de leer una palabra más, apago mi teléfono y lo coloco sobre la encimera
de mármol, antes de desplomarme contra ella.

Hice esto... todo esto es mi culpa.

—Es ella, sé que es ella —digo, más para mí que para mis hermanos. Cuando miro
hacia arriba, Oliver me está mirando, hay una mirada salvaje en sus ojos, una que nunca
antes había visto dirigida hacia mí y estaría mintiendo si dijera que no me odiaba a mí
mismo en ese momento.

—Si ella muere, entonces también tú podrías estar muerto. —La ira y el dolor en
su voz me enfrían hasta los huesos.

—Sabes que no tenía intención de que nada de esto sucediera.

Oliver niega con la cabeza, antes de levantarse, el sonido de su silla raspando a


través del piso. Banks ni siquiera me mira, obviamente asqueado más allá de lo increíble.
138

Oliver camina y se detiene al otro lado de la isla. Sus manos están apretadas en puños a
los costados y no me sorprendería si intentara golpearme ahora mismo.
Página

No es que no me lo merezca.
—No importa si no tenías la intención de que sucediera, lo hizo, y las
consecuencias ahora recaen sobre tus hombros. Solo quiero que sepas que si ella muere,
será en parte culpa tuya. Si le hubieras creído, estaría con nosotros ahora mismo… a salvo.
No se merecía lo que le hiciste. —Su voz tiembla, su mirada se endurece y yo asiento
reconociendo sus palabras, porque como siempre, tiene razón.

Tuvo razón cuando dijo que no deberíamos hacerlo. Tuvo razón cuando dijo que
Harlow era más importante que cualquier rivalidad familiar.

Debí haberlo escuchado. Debí haber seguido mi corazón, pero no lo hice, y ahora
la única persona que no debería haber pagado el precio, lo ha hecho. Pero soy un Bishop
y, sobre todo, un hombre, así que haré lo que tenga que hacer para arreglar las cosas.

Harlow Lockwood volverá a ser nuestra y esta rivalidad familiar termina ahora.

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Página
16
HARLOW
UN MES DESPUES

Mirando el edredón azul pálido, trato de armar el rompecabezas llamado mi vida


de nuevo, pero cada vez que empiezo a pensar en ello, en cualquier cosa, nada aparece.
Han pasado tres días desde que me dieron de alta del hospital. He estado viviendo en
esta enorme casa que se supone que es mi hogar... pero que no se siente así.

No hay recuerdos; felices o tristes, no hay nada —un oscuro e interminable mar de
espacios en blanco. Es tan extraño pensar que un día estás completa, tu vida plena y
vibrante, y al siguiente eres simplemente una envoltura de lo que solías ser. Suena un
golpe suave contra la puerta de mi dormitorio y miro hacia arriba, sabiendo que es la
mujer que se llama a si misma mi madre.

—Sé que esto es mucho para que lo asimiles y todo, pero tu padre quiere que te
haga saber que Matt, tu prometido, vendrá mañana. Tu aparición mientras él esté aquí
será muy apreciada.

Quiero que mi boca trabaje, para que las palabras salgan, pero simplemente no lo
harán. Todos los días desde que llegué a casa, mi madre o mi padre han estado conmigo,
tratando de hacerme recordar una vida que dicen que disfruté. Aunque en el fondo de
mis entrañas, nada de eso se siente bien; esta casa enorme, los vestidos caros y las criadas
para hacer lo que yo quiera. No parece algo que me hubiera gustado, y mucho menos
disfrutado.

De hecho, este lugar se siente como una prisión, pero no entiendo por qué. Estoy
segura de que cualquier chica de mi edad disfrutaría teniendo el mundo al alcance de la
mano, lo cual claramente, yo tenía y todavía lo hago, así que por qué se siente como si
ninguna de esas cosas me importara.

—¡Harlow! —mi madre ladra, y parpadeo desde el espacio en blanco en mi mente.

—Si. Estaré allí. —Le digo en voz baja, insegura de cómo debería responder, cómo
habría respondido antes. ¿Estoy siendo yo misma? No lo sé. Entonces se me ocurre,
¿dónde más estaría? No tengo adónde ir, no tengo amigos, además de Shelby, quien vino
a visitarme algunas veces, pero no fue de ayuda. Un prometido que no recuerdo y que
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no he conocido porque no ha estado en el país hasta ahora.


Página

La helada mirada de mi madre se suaviza —Has estado en tu habitación casi todo


el día, ¿tal vez podrías bajar y cenar con nosotros? Hice que Margaret hiciera tu favorito;
spaghetti al horno. —¿Spaghetti al horno? Hmm, no estaría de más ver si comer esta
supuesta comida favorita mía traía algún recuerdo.

—Claro, me gustaría eso —le digo mientras me bajo de la cama de cuatro postes y
plataforma en el suelo. Me sonríe, pero la sonrisa no llega a sus ojos, se ve forzada, incluso
incómoda, como si fuera algo que no hace a menudo.

Caminamos silenciosamente por el pasillo y luego bajamos la gran escalera antes


de entrar al comedor. Hay un candelabro que cuelga sobre la mesa, lo que le da a la
habitación un toque elegante. Mi padre ya está sentado a la mesa y nos da una sonrisa
tensa cuando entramos.

—Es muy amable de tu parte unirte a nosotros para la cena, Harlow. ¿Ha regresado
alguno de sus recuerdos? —pregunta, casi de forma robótica. Saco la silla a su lado y me
dejo caer en el asiento, aunque preferiría haberme sentado en el otro extremo de la mesa.

Margaret, así como otra criada, traen la cena, colocan platos frente a nosotros como
si fuera un restaurante, y no fuéramos capaces de servir nuestros propios platos.

—Entonces, ¿qué hacía para divertirme? ¿Iba a alguna parte? ¿Pasaba el rato con
alguien? —Solté, haciendo que mis padres me miraran como si les acabara de pedir que
resolvieran un problema de matemáticas—. El médico dijo que se supone que debo hacer
cosas que hacía antes para estimular mi memoria, pero no sé exactamente qué era eso, y
me he aburrido un poco. ¿Entonces qué hacía?

Papá vuelve a colocar sus cubiertos sobre la mesa, mirando a mi madre antes de
volverse hacia mí —Ah, bueno… te gustaba ir de compras y pasar el rato con Shelby.
Matt y tú solían salir en citas, pero una vez que él se fue a Francia para dirigir la sucursal
francesa de la empresa de su padre, hablaban mucho por teléfono.

Lo miro, estupefacta —Eso... eso suena genial. ¿Algo más? ¿Montar en bicicleta?
¿Senderismo? ¿Me gustaba hacer la tarea o la odiaba? ¿Shelby era mi única amiga o había
otras? —Su rostro parece tensarse con cada pregunta, una vena sobresale en su frente
bajo la presión.

¿Por qué es tan difícil para ellos hablar de esto?

—Eso es realmente todo, pasaste la mayor parte de tu tiempo con Shelby o Matt
después de graduarte de la secundaria. Como ya te dijimos, querías tomarte un año libre
141

antes de pensar en la universidad —finalmente responde, pareciendo enojado, pero cómo


iba a saberlo, tal vez este sea su comportamiento normal.
Página
—Está bien, ¿quizás pueda ir de compras mañana por la mañana antes de que
venga Matt? —Pregunto porque, honestamente, no estoy segura de sí tengo que hacerlo
o no. Soy una adulta, sí, pero me siento más como una niña en este momento. Una niña
perdida.

—Claro, ¿por qué no? Puedo ir contigo...

—No tienes que hacerlo —interrumpo a mi madre antes de que pueda terminar—
. Puedo ir sola. No quiero agobiarlos más de lo que ya lo he hecho.

—No sé si es una buena idea. —La voz de papá corta el aire y lo miro, sorprendida.

¿Qué significa eso?

¿Que no puedo salir sola? —Como si pudiera escuchar mis pensamientos, se aclara
la garganta y dice— Lo que quise decir es que aún no conoces esta zona, debes
familiarizarte con todo nuevamente antes de salir a la ciudad por tu cuenta. No es seguro.

Cierto, eso tiene sentido.

—Estaré feliz de ir contigo, querida —interviene mamá—. Tenemos pendiente


desde hace mucho tiempo un viaje de compras madre-hija.

—Perfecto, vayamos juntas entonces —digo, forzando una sonrisa porque todavía
no estoy segura de cómo sonreír de verdad.

LA MAÑANA SIGUIENTE la pasamos yendo de una boutique de alta gama a la


siguiente. Mi madre ya ha comprado una fortuna en ropa, mientras que yo solo sostengo
una mísera bolsa con algunos pijamas. Los elegí en el último lugar para mantenerla feliz.
Este es claramente su elemento, ya que parece que se está divirtiendo mucho; sonriendo,
riendo y probándose ropa como si fuera una muñeca. Yo, por otro lado, estoy muy
aburrida y he estado molesta desde la tienda número dos. No puedo imaginarme
disfrutando de esto. Lanzando dinero como si no fuera nada.

Me divertiría más viendo cómo se seca la pintura.

—Está bien, la última parada es Macy's, y luego iremos a almorzar en el pequeño


local italiano al otro lado de la calle —dice mamá, completamente ajena a mi falta de
142

entusiasmo. Me estremezco ante la idea de soportar otras tres horas de compras esta
tarde.
Página
Subimos al auto que se estaciona frente a la boutique y el conductor nos lleva a la
gran tienda departamental, que está a un par de manzanas de distancia, y nos deja en la
entrada principal, como si fuéramos demasiado buenas para cruzar el estacionamiento, o
algo así. Todo lo que puedo pensar es que esta no soy yo, de ninguna manera. No se
siente bien. No parece que sea yo. Puede que no sepa quién soy, o que tenga algún
recuerdo de quién fui alguna vez, pero en mi interior, sé que esta persona no soy yo.

Una vez dentro, mamá se dirige directamente a los zapatos, arrastrándome detrás
de ella. Con las manos colgando a los lados, la veo probarse unos veinte pares diferentes
antes de dirigirnos a la sección de vestidos de la tienda.

Como si finalmente notara que estoy con ella, su mirada recorre mis manos vacías,
—No has comprado nada todavía, necesitas comprar algo aquí. Algo bonito para llevar
esta tarde cuando llegue Matt. ¿Qué tal esto? —sugiere, entregándome un vestido de
verano sin tirantes con cerezas en el.

—Tal vez —le digo mientras inspecciono el vestido. No es terrible, tal vez un poco
más corto de lo que me gusta, pero aun así se puede usar.

—Bueno, ve, ve a los vestidores y mira si te queda bien —ordena, sus ojos ni
siquiera se encuentran con los míos, sino que vagan por los estantes—. Oh, mira este de
aquí... —camina y se aleja, actuando como una niña distraída por un brillante juguete
nuevo.

De pie allí, la miro fijamente por un largo momento, con el vestido en mis manos,
antes de decidir probármelo. Consiguiendo un vestidor sin ningún problema, dejo el
vestido en la percha y comienzo a quitarme la blusa. La tela apenas pasa por encima de
mi cabeza cuando la puerta se abre de repente. Un grito se aloja en mi garganta, y antes
de que pueda pasar por mis labios, el hombre que ha invadido el pequeño espacio usa su
mano para cubrir mi boca. Al mirar hacia sus ojos azules, siento que esta extraña ola de
déjà vu me alcanza.

—Shh, Harlow, no grites, por favor. He estado tratando de llegar a ti durante


semanas. Tienes que escucharme —suplica el extraño pero muy atractivo hombre.
Sacudiendo la cabeza, siento cualquier cosa menos miedo por la persona frente a mí, lo
cual no tiene ningún sentido, es casi como si... lo conociera.

—Por favor, Harlow, solo un minuto y luego me iré, te prometo que no estoy aquí
143

para hacerte daño. —Mi frente se frunce en confusión. Suena sincero y honestamente un
poco desesperado, y no sé qué hacer. Si debiera gritar y alejarlo o dejar que se explique.
Página
—Voy a apartar mi mano, por favor no grites. —Esos ojos, esos grandes y
penetrantes ojos azules sostienen los míos, y algo me obliga a asentir con la cabeza.
Haciendo saber al extraño que no gritaré, aunque sé que debería hacerlo.

Lentamente, él retira su mano y aspiro una precaria bocanada de oxígeno fresco,


dejando que se filtre en mis pulmones. Con ella llega su embriagador aroma; gotas de
lluvia y sándalo, como el bosque después de una tormenta. Un caleidoscopio de
mariposas parece tomar vuelo en mi estómago en ese momento. Quienquiera que sea este
hombre, lo conocía, y también mi cuerpo.

—Harlow, no perteneces aquí, sé que probablemente no tenga sentido, pero tienes


que creerme, tus padres te están mintiendo. No eras feliz aquí. Todo es mentira. ¿Me
entiendes?

Lo miro fijamente, escuchando cada palabra que pasa por sus labios, tratando de
encontrarle sentido a cada una. ¿Quién es este tipo y por qué me dice todas estas cosas?
¿Cómo conoce a mis padres? ¿Cómo sabe que yo no era feliz aquí? Tengo tantas
preguntas, pero no hay respuestas, al menos no a la vista.

—Mis hermanos y yo creemos que estás en peligro aquí. Quiero ayudarte, ¿me
dejarás por favor ayudarte?

—Yo... no sé quién eres... —tartamudeo.

El hombre sonríe tímidamente —Sullivan Bishop, y tenemos un pasado. Uno que


desearía que pudieras recordar y otro que espero que nunca lo hagas.

Desconcertada, pregunto —¿Qué significa eso?

Suspirando, dice —Nada, ahora mismo. No vine aquí por mis propios deseos. Vine
aquí porque estoy preocupado por ti. Casi mueres, Harlow. —Su voz se quiebra al final,
mostrando la cruda emoción que está sintiendo.

—No estoy en peligro —respondo sin dudarlo—. Tuve un accidente


automovilístico.

—No lo entiendes —gruñe Sullivan, presionando un puño cerrado contra sus


labios—. ¿Qué recuerdas? ¿Nada?

Niego con la cabeza, cada vez más confundida. El aire se calienta entre nosotros y
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todo lo que puedo sentir y oler en el espacio confinado es a él. Es molesto y reconfortante
a la vez.
Página
—Harlow, cariño, ¿cómo te queda el vestido? Déjame verlo. —La voz de mi madre
se filtra a través de la puerta cerrada. Antes de que pueda abrir la boca, Sullivan me pone
un dedo en los labios.

El pánico llena cada grieta en el rostro de Sullivan, y me agarra suavemente por


los hombros, inclinándose hacia mí, su aliento caliente acariciando mi oído —Ella no
puede saber que estoy aquí —susurra para que solo yo pueda escucharlo. Asiento,
haciéndole saber que lo entiendo. Me suelta y da un pequeño paso hacia atrás. Él confía
en mí y en el fondo sé que no puedo defraudarlo.

—No entraba. Estoy a punto de salir —digo a través de la puerta cerrada. Solo
entonces me doy cuenta de que me he quitado la blusa y que he estado parada aquí todo
el tiempo sin nada más que mi sostén y jeans. El calor sube por mi pecho y se desliza en
mis mejillas mientras Sullivan se agacha recogiendo la blusa que dejé caer cuando
irrumpió aquí. Me la entrega, y la tomo de él articulando un “gracias”, antes de
deslizarme de nuevo en ella.

Ni siquiera miró mi pecho, solo mis ojos y mi cara.

—Oh, realmente quería verte en él. No importa, tienes muchos vestidos en casa.
Tenemos que irnos si vamos a estar en casa cuando Matt y su padre lleguen.

—Ya voy, sólo un segundo... —respondo. La mirada de Sullivan se vuelve asesina,


pero no dice nada más. Quiero preguntarle qué es lo que dijo ella que lo enfurece tanto,
pero no lo hago. Observo cómo se aprieta contra la pared para que yo pueda abrir la
puerta sin que lo vean. Agarro el vestido, que nunca salió de la percha y salgo del vestidor
como si nada hubiera pasado.

—¿Estás bien? —Mamá pregunta, levantando la vista de su teléfono celular, sus


ojos vagando por mi rostro —Te ves un poco nerviosa.

—Uhh —me aclaro la garganta—, estoy bien, solo lista para irme a casa, eso es
todo.

Ella me mira como si estuviera tratando de determinar si estoy diciendo la verdad


o no, y empiezo a sudar, mis tripas se tensan, se retuercen y se giran.

—Bien, almorcemos, luego podemos ir a casa y refrescarnos.


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—Genial. —Esbozo una sonrisa en mi rostro y salimos de la tienda, pero con cada
paso que doy, no puedo evitar preguntarme quién es Sullivan Bishop y por qué cree que
Página

estoy en peligro, ¿especialmente en la presencia de mi propia familia?


Intento olvidarme de él y de toda la conversación en el vestuario, pero no puedo.
Cuando llegamos a casa, mi cabeza está a punto de estallar por tratar de averiguar de qué
estaba hablando.

—Voy a colgar estos vestidos nuevos —dice mi madre, subiendo las escaleras.

—¿Mamá? —La llamo, haciendo que se detenga para mirarme, sonriendo—.


¿Quién es Sullivan Bishop?

Como si le hubiera evocado un terrible recuerdo, su rostro se cae y sus cejas se


juntan—. ¿Dónde escuchaste ese nombre?

Oh, mierda, no pensé en eso.

—Y-yo... lo recordé —miento.

—¿Solo el nombre? —Mamá pregunta nerviosamente.

—Sí, ¿conozco a esa persona? ¿Quién es él?

—Oh, Dios, Harlow. Sullivan es una persona terrible, te aterrorizó durante toda la
secundaria. Te acosó y puso a todos tus amigos en tu contra. Shelby, bendita sea, fue la
única que se mantuvo a tu lado. —Bueno, eso explica por qué no tengo otros amigos,
supongo.

—Sus padres no son mejores. Llevan años intentando arruinar nuestro negocio.
Ese no es el tipo de recuerdos que quería que recordaras, cariño. Sullivan Bishop es
alguien de quien deseas mantenerte lo más lejos posible. Es un maestro de la
manipulación, y por alguna enfermiza razón, siempre te ha odiado y ha hecho todo lo
posible para lastimarte.

¿Me odia? No sé por qué me hieren tanto esas palabras, pero siento un dolor
distintivo en mi pecho. ¿Por qué me odiaría? ¿Por qué alguien me odiaría?

—Harlow, si alguna vez se acerca a ti, quiero que nos lo digas, ¿de acuerdo?
—dice, pero suena casi como una advertencia.

—¿Me escuchas, Harlow?

Parpadeando desde el trance, digo —Sí, por supuesto. —Aunque es una mentira.
Sullivan Bishop ya se me acercó y, por alguna extraña razón, tengo la sensación de que
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hay algo más que odio entre nosotros.


Página
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Después de buscar en mi armario lo que pareció ser la mayor parte de la tarde, me
las arreglé para encontrar un vestido de verano amarillo, y lo combiné con unas sandalias
con cuña, que parece que nunca se han usado. Una vez vestida, me miro en el espejo.
Siento como si estuviera usando una máscara, escondiéndome detrás de esta ropa y
maquillaje.

Esta no eres tú, Harlow, quienquiera que seas.

El sonido del timbre, aunque débil, llega a mis oídos. Matt y su padre deben estar
aquí. Aplico una pequeña cantidad de bálsamo labial antes de darme la vuelta y salir de
mi habitación. Me pregunto cómo será Matt. ¿Nos conocemos desde que éramos niños?
Mi padre nunca me explicó realmente cómo había surgido nuestra relación, y parece que
cada vez que hago preguntas, no obtengo nada a cambio, ninguna respuesta, solo más
confusión.

Si no supiera que no es así, pensaría que mis padres están ocultando algo, pero esa
es la cuestión, todo parece un secreto, escondido bajo un velo, eso es lo que se siente
cuando ni siquiera puedes recordar cuál es tu es su color favorito, o tu comida favorita.

Exhalando mientras bajo las escaleras, cada paso que doy hacia el comedor, me
pone más y más nerviosa por esta cena. Conozco a este Matt, con quien se supone que
debo casarme, incluso menos de lo que conozco a mis propios padres, y apenas los
conozco.

Esto no podría ser más incómodo. Desde que desperté en el hospital, me siento
como si estuviera en un estado constante de incomodidad. Sin saber las cosas que debería,
sintiéndome siempre relegada y excluida de cada conversación.

Todo lo que tengo que hacer son las cosas que me dicen mis padres, y está claro
que solo me dicen lo que quieren que sepa. Lo que me lleva a preguntarme... ¿y si ese
tipo, Sullivan, de antes, tenía razón? ¿Qué pasa si no pertenezco aquí, y si nunca fui feliz
aquí? Y si no era feliz aquí, ¿dónde era feliz? ¿Era feliz en absoluto? Necesito más
respuestas.

Las preguntas que se arremolinan en mi cabeza comienzan a causar una pulsación


detrás de mis ojos que me marea cuando llego al pie de las escaleras.
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—Harlow —me llama mi madre cuando entra en el vestíbulo, con una mirada de
asombro en sus ojos, como si estuviera sorprendida de ver que en realidad bajé por mi
Página

cuenta, o que me vestí bien. Podría ser cualquiera de las dos cosas, supongo.
—Tú... te ves hermosa, ha pasado un tiempo desde que te vi con un vestido. —Sus
ojos rebosan de alegría, una sonrisa contagiosa asoma a sus labios.

—Gracias. —Le devuelvo la sonrisa, se desliza un poco cuando me toma de la


mano y me lleva hacia el comedor.

—El padre de Matt, Richard, es un amigo cercano de la familia. Tú y Matt


básicamente crecieron juntos. Es solo dos años mayor que tú. Solíamos pasar los veranos
juntos en los Hamptons. —Puedo escuchar la tristeza invadiendo su voz mientras habla.

—De todos modos, Matt será el perfecto caballero, él sabe que todavía estás
trabajando en tus recuerdos, así que prometió darte espacio y mucha paciencia.

Casi resoplo, ¿prometía darme espacio y paciencia? Ella habla como si él fuera mi
dueño, como si lo que él dijera se hiciera. No estamos casados y, en mi opinión, ni siquiera
estamos comprometidos hasta que recuerde el compromiso. No puedo estar con un
hombre que ni siquiera conozco o no recuerdo. Necesita esperar hasta que lo haga, o tiene
que hacer que me enamore de él de nuevo.

Tres voces profundas se filtran a través de las paredes, están charlando sobre un
partido de fútbol o algún tipo de deporte, realmente no me importa. Cesa tan pronto
como entramos en la habitación. Como un perro adiestrado, Matt se levanta y camina
hacia mí, y por primera vez, miro hacia un par de profundos ojos marrones que
pertenecen al hombre del que se supone que estoy locamente enamorado. Entonces, ¿por
qué no siento nada? Sentí una conexión con Sullivan, y se supone que nos odiamos.

—Hola, Harlow. Lamento no haber estado aquí para verte en el hospital, y cuando
regresaste a casa —sonríe, y aunque tiene una dulce sonrisa con dientes blancos
perfectamente rectos asomando por sus labios entreabiertos rosados, nada en él parece
amigable o amable. Sí, es guapo con una mandíbula angular y mejillas perfectamente
esculpidas, y es alto con un cabello por el que podrías pasar los dedos, pero nada de él
me atrae.

Siento como si estuviera viendo la versión sin marca de lo que realmente me


gustaría.

—Hola Matt. Lo siento, no te recuerdo a ti, ni a nuestro compromiso —le dedico


una sonrisa a medias porque, honestamente, lo siento. Probablemente quiero recordar
148

tanto como todos en esta sala quieren que lo haga.

—Está bien, siempre podemos crear nuevos recuerdos. Nuestra relación fue
Página

principalmente a larga distancia. Habíamos acordado casarnos cuando volviera a casa,


pero supongo que eso no va a pasar ahora. —Se inclina y me da un beso en la mejilla,
sorprendiéndome.

Por un momento, olvidé que no estábamos solos en la habitación, hasta que él se


aleja, sacando mi asiento para mí. Tomo el lugar directamente al lado de mi madre, y dejo
que Matt deslice mi silla a la mesa.

La cena transcurre a paso de caracol y, si bien la comida es deliciosa, mi apetito es


inexistente. Cuando Richard y mi padre se vayan a su oficina para hablar de negocios,
planeo separarme y subir las escaleras para sumergirme en un libro. Quienquiera que
fuera antes de esto, al menos tenía un gusto excelente para los libros.

Empujándome de la mesa, me muevo para levantarme cuando mi madre coloca


una mano sobre mi brazo, sus ojos penetrando en los míos.

—¿Por qué no tú y Matt dan un pequeño paseo por la mansión?

—Uhh... —me tropiezo, mis ojos se lanzan a Matt, quien parece animarse ante la
sugerencia—. Claro, aunque no tengo ni idea de dónde está nada... probablemente nos
perderemos.

—He estado aquí suficientes veces por los dos —dice Matt, moviéndose hacia mí.
Mi madre sonríe obviamente complacida consigo misma. Demasiado para escapar de este
vestido y zapatos por mi pijama, cama y un buen libro. Parece que estoy dando un paseo
por la casa que no recuerdo con un hombre que no conozco. Suena como el comienzo de
una película de asesinos en serie.

Matt toma mi húmeda mano en la suya y nos guía fuera del comedor, tirando de
mí hacia un par de puertas francesas en la cocina, que conducen al exterior.
Mordisqueando mi labio inferior, me pregunto con aprensión si debería permitirle tomar
mi mano o si debería alejarme. Ciertamente no tengo ganas de tomar su mano.

Antes de darme cuenta, llegamos al jardín, hay una enorme fuente de agua en el
centro y, por un momento, estoy hipnotizada, atrapada en un trance por la profunda
belleza que tengo ante mí.

Matt suelta mi mano, la pérdida de contacto me sorprende.

— Esperaba que al presentarme aquí esta noche tendría sexo.


149

Santa mierda, ¿este tipo no acaba de decir eso? Debo haberlo escuchado mal,
¿verdad? Mi boca se abre y cruzo los brazos sobre mi pecho, llamas de furioso fuego
Página
ardiendo en mi vientre. Quiero abofetearlo, patearlo en las bolas y gritarle, pero no lo
hago.

—Bien, supongo que eso es un no —dice, riendo y, por primera vez, lo veo sonreír,
sonreír de verdad. Suspira y se hunde en uno de los bancos de mármol que miran al
jardín. Observo mientras golpea el banco junto a él, obviamente indicándome que me
siente, pero lo último que quiero hacer es sentarme a su lado ahora.

De hecho, puedo pensar en un par de cientos de otras cosas que preferiría hacer.

Frustrado por mi falta de movimiento, gruñe —Jesús, Harlow, fue una broma. Sé
que tus recuerdos se han ido, pero no pensé que tu sentido del humor también lo hubiera
hecho.

—No sonó como una broma —digo con desprecio.

Él pone los ojos en blanco y saca un paquete de cigarrillos de su bolsillo —Lo que
sea, tu sentido del humor obviamente apesta, por cierto.

—Tal vez simplemente no eres bueno contando chistes —inclino la cabeza hacia
un lado, observando cómo enciende la punta de su cigarrillo, una brillante braza aparece
al final. Tomando una bocanada de nicotina, retiene el aire dentro de sus pulmones por
un momento antes de soltarlo, una columna de humo serpentea fuera de su nariz hacia
el aire frío de la noche.

—¿Me extrañaste? —pregunta, sus ojos perforando los míos antes de que rompa
la conexión y mire hacia otro lado.

—No, no estaba mintiendo cuando dije que no te recordaba.

—Puedo ayudarte a recordarme... —su voz se apaga—, quiero decir, si quieres que
lo haga. —Sé que ya debería estar metiendo mi pie en el trasero de este tipo, pero mi
curiosidad supera mi necesidad de hacerle daño.

—¿Alguna vez... ya sabes? —Mis mejillas comienzan a arder cuando la pregunta


sale de mi lengua.

—¿Follamos? —Matt sisea en el aire— No, nunca me dejaste entrar en esas bragas
de algodón tuyas. —Da otra calada a su cigarrillo, exhala el humo, antes de frotar la punta
contra la suela de su zapato. Su insulto no pasa desapercibido. Para mí está claro que era
150

una buena chica antes de que todo esto sucediera, o al menos algo así si me aferraba a mi
tarjeta V.
Página

—¿Por qué demonios estamos comprometidos entonces?


Matt sonríe de nuevo, y juro que el marrón de sus ojos se vuelve más oscuro,
—Porque tiene sentido. Será bueno para nuestras familias y bueno para los negocios.
Entonces, acabemos con esto. Estuviste de acuerdo en casarte conmigo en un momento,
esa es la verdad, y creo que aún deberíamos, no tenemos que estar enamorados para que
esto funcione. No tenemos por qué odiarnos tampoco. Esto podría ser un beneficio
mutuo, así que seamos adultos aquí y hagamos lo mejor para todos.

Me quedo sin palabras por su admisión. Eso es mucho para asimilar, y necesito un
minuto para comprender todo lo que acaba de decir. A pesar de que su confesión dolió,
en cierto modo, también fue honesta, y después de sentir que mis padres me han estado
escondiendo cosas, aprecio esa honestidad. Aun así, escuchar que acepté casarme por
razones distintas al amor me hace doler el pecho.

¿Era realmente esa clase de persona?

—¿Cómo nos beneficiaría casarnos? —Pregunto después de ordenar mis


pensamientos.

Matt se encoge de hombros —Sobre todo porque nuestros padres hacen muchos
negocios juntos y planean fusionar sus empresas después de nuestro matrimonio. Les
demostraría a los miembros de la junta que esto seguiría siendo un negocio familiar, lo que
tu padre siempre ha afirmado que es. Además, mi padre quiere que me haga cargo de la
empresa en unos años y es posible que tenga un lado un poco salvaje. Prostitutas y fiesta
toda la noche. Es un poco desagradable para algunos inversores, casarme y establecerme
los tranquilizaría.

—Entonces, ¿lo que estás diciendo es que nos vamos a casar para el público, para
mejorar las imágenes de nuestras familias?

—No tiene por qué ser así. Quiero decir, me gustas... eres muy bonita —dice, sus
ojos examinando brevemente mi cuerpo.

—Ah gracias. —Supongo que dijo eso como un cumplido, pero se siente más como
un insulto. ¿Mi apariencia es todo lo que le gusta de mí? ¿Es eso en lo que basa mi
personalidad?

—Podríamos tener una buena vida juntos y yo cuidaría de ti. Quiero decir, soy un
imbécil, pero protejo lo que es mío.
151

—No lo sé. No te recuerdo ni a ti ni a nadie. No sé qué es real y qué no.


Página
Matt asiente como si entendiera —Veo que esto es algo en lo que debes pensar. Si
pudieras hacerme un pequeño favor y no decirles a tus padres que te dije la verdad sobre
nosotros, te lo agradecería. Me pidieron que te dijera que estábamos enamorados y toda
esa mierda. Solo es una precaución en caso de que nos casemos. No quiero enfadar a los
suegros desde el principio.

—No les diré, y gracias por ser honesto conmigo. Realmente lo aprecio.

—No hay problema, aquí está mi número. Llámame si quieres hablar más. —Me
entrega una tarjeta de visita. La tomo y la aprieto con fuerza como si fuera un salvavidas.
Siento que podría necesitar su honestidad en el futuro.

Dándome la vuelta para irme, algo se me ocurre, tengo una pregunta más ardiendo
en el fondo de mi mente y solo quiero una respuesta honesta.

—¿Puedo preguntarte algo más y que seas honesto conmigo?

Matt me mira fijamente, su rostro en blanco —Pregunta lo que quieras, cariño.

—¿Conoces a Sullivan Bishop?

Ante la mención del nombre, la cara de Matt se arruga como si acabara de oler algo
desagradable. Se inclina hacia adelante en el banco, mirándome fijamente, —Conozco
bien a los Bishop, y tú también, bueno, lo hiciste. Tu familia y la de los Bishop han sido
enemigos desde siempre, desde que tengo memoria. Es gracioso que preguntes eso
porque tú y Sullivan tienen historia.

Mis ojos se amplían y me pregunto por un momento si es por eso que me siento
tan conectada con él. Como si Matt pudiera ver las ruedas dentro de mi cabeza girando,
continúa —No ese tipo de historia. Creo que preferirían matarse el uno al otro antes que
follar. Ustedes dos se odian desde que eran niños, y en el último año plantaste drogas en
su bolsillo en una fiesta. Hiciste que lo arrestaran y lo echaran de la escuela. Hicieron un
artículo en el periódico al respecto, pusieron el apellido Bishop en todas partes. Sullivan
perdió su beca para jugar a la pelota, pero su familia perdió mucho más que eso. Desde
entonces han desaparecido de la ciudad.

—Yo... ¿destruí la vida de alguien? —Parpadeo, ni siquiera estoy segura de creer


lo que está diciendo. ¿Por qué haría algo así? ¿Qué me hizo odiar tanto a esta familia?
152

—¿Te sorprende tanto? —Matt frunce el ceño con confusión—, sé que no recuerdas
cosas, pero estoy seguro de que aún puedes decir quién eres por dentro, ¿verdad?
Página
Además, no es como si no se lo merecieran. Tu padre tiene razones para hacer las cosas
que hace.

Hay un mordisco en mi estómago, algo que me dice que si miro profundamente


dentro de mí misma, no me gustará la persona que encuentre, la persona que era antes
del accidente. No quiero ser ella... No quiero hacer lo que mi padre me hizo hacer.

—No me importa cuáles sean sus razones, esa no soy yo. Eso no puede ser. No
quiero herir a la gente, lo merezca o no. —Matt se pasa una mano por la cara y deja
escapar un suspiro de frustración.

—El daño ya está hecho, Princesa. Sullivan Bishop ha estado buscando venganza
durante mucho tiempo, Así que no te sorprendas si viene por ti.

—¿Qué significa eso? —Pregunto porque no entiendo. No entiendo nada, y la


frustración por ello crece dentro de mí, las raíces se hunden cada vez más profundamente.
Es como si todo el mundo hablara en otro idioma, un idioma que solía conocer pero que
ya no entiendo.

Matt se levanta del banco y camina hacia mí, se detiene a unos treinta centímetros
de distancia, dejando el espacio suficiente entre nuestros cuerpos, para que no me sienta
sofocada por su presencia. Aun así, su cuerpo se eleva sobre el mío y no me gusta. No me
gusta la fragilidad que siento. Hay una dulzura en su aroma y me hace cosquillas en la
nariz. Sus dedos levantan mi barbilla, obligándome a mirarlo a los ojos mientras habla.

—Significa que si él o sus hermanos joden contigo, habrá consecuencias. Tu padre


acaba de recuperarte y dudo que vaya a dejar que te vuelva a pasar algo.

Cuando me libera, me siento obligado a preguntarle qué quiere decir con que mi
padre me recuperó. ¿Se refiere al accidente? ¿O se está refiriendo a otra cosa? Matt no me
da la oportunidad de digerir mis pensamientos completamente antes de tomar mi mano,
llevándome de regreso por donde vinimos.

—Es hora de que la Princesa se vaya a la cama.

—Soy una adulta, ya sabes, no una niña de seis años, y no soy una princesa, deja
de llamarme así —gruño en voz baja mientras me lleva de regreso a la casa.

Se detiene una vez que llegamos a la gran escalera, con una sonrisa apretada en
153

sus labios —Puede que seas una adulta, pero eres frágil, como la pieza más hermosa de
vidrio marino, y ahora mismo necesitas descansar. Todavía te estás recuperando y si no
Página

te cuidas, nunca te recuperarás por completo y recordarás la vida que viviste.


Supongo que no puedo discutir con él en eso. Estoy agotada, mis dolores de cabeza
han sido más frecuentes de lo normal. Es como si mis recuerdos estuvieran tratando de
regresar, empujando contra la barrera que mi cerebro ha levantado. Quiero recordar, no,
necesito recordar. Necesito todas las piezas que faltan del rompecabezas para poder
averiguar qué diablos está pasando.

—Quiero besarte, Harlow —murmura, y antes de que pueda objetar, se inclina, me


toma suavemente por la nuca y me pasa los dedos por el cabello. Sus labios descienden
rozando los míos de la forma más leve, pero aún es suficiente para enviar una descarga
eléctrica a través de mi cuerpo que enciende algo dentro de mi cerebro.

Un recuerdo, un pensamiento… la barrera que separa los dos espacios, mi pasado


y mi presente se agrieta un poco y yo empujo a través de la grieta aferrando el recuerdo
con las dos manos, dejándome arrastrar hacia la oscuridad.

—Está bien... Un beso... Un beso estaría bien, quiero decir —susurro justo antes de que me
quite un mechón de cabello de la cara. Su pulgar roza mi mejilla dejando mi piel hormigueando
bajo su toque. Se inclina con los ojos bien abiertos, como si no quisiera perder la oportunidad de
ver mi rostro mientras nuestros labios se tocan.

Entonces nuestros labios se unen, presionándose juntos y mis ojos se cierran por sí solos.
Hormigueos de calor se agitan a través de mí. Todo lo que nos rodea se desvanece como si fuéramos
las dos únicas personas en el mundo. Todo lo que siento son sus labios suaves y llenos contra los
míos. El beso es suave, conmovedor, y me inclino hacia él mientras nuestros labios se funden entre
sí.

Me doy este segundo para olvidar todo, la razón por la que estoy aquí y la razón por la que
debería odiarlo. Las mariposas revolotean dentro de mi estómago provocando un profundo temblor
en mi interior. Un calor se filtra en mis huesos, derritiéndome como un cono de helado al sol de la
tarde. Quiero perderme en ese sentimiento, no sentir nada más a su lado, pero la voz de mi padre
resuena en mis oídos en ese momento. Necesito recordar lo que su familia ha hecho, el dolor que
han causado.

Con el corazón apesadumbrado y una mano temblorosa, tomo la pequeña bolsa de plástico
de mi bolsillo y la meto en el suyo antes de apartarme rompiendo el beso.

Por mucho que intento aferrarme a ese recuerdo, se desliza entre mis dedos como
pequeños granos de arena, el beso con Matt también termina y me quedo preguntándome
154

qué diablos acaba de pasar.


Página
—Te veré más tarde, y como dije... llámame si necesitas algo. —Matt desliza su
pulgar sobre mi mejilla, y yo me giro sobre mis zapatos de cuña, malditamente cerca de
caer sobre mi cara, mientras lo hago.

Afortunadamente, me agarro a la barandilla y empiezo a subir las escaleras, casi


corriendo hacia mi habitación. Cuando llego a mi dormitorio, estoy jadeando, mi pecho
sube y baja de tal manera que me pregunto si voy a tener un ataque de ansiedad.

Deslizándome dentro de la habitación, cierro la puerta detrás de mí y giro la


cerradura. Luego me deslizo contra la puerta, mi trasero golpea el suelo con un ruido
sordo. Ese fue definitivamente un recuerdo de mi pasado, y obviamente fue con Sullivan,
y demostró mi mayor temor. Lo había odiado, pero no lo suficiente como para no ceder
a la tentación de besarlo, y si esa no es la parte más aterradora de todo esto, no sé lo que
es.

Si se suponía que Sullivan era un enemigo, si estábamos destinados a odiarnos, si


herí a su familia y a él, ¿por qué demonios nos estábamos besando? ¿Y por qué me
encontró y dijo que quería ayudarme? Nada de esto tiene sentido, y por mucho que desee
respuestas, sé que no obtendré ninguna a menos que profundice más, a menos que las
averigüe por mí misma. Me levanto del suelo, me preparo para ir a la cama, me pongo el
pijama y me lavo la cara.

Para cuando mi cabeza golpea la almohada, estoy parcialmente dormida. Mi


mente se dirige a alguien con quien no debería tener nada que ver.

155
Página
18
Como todas las mañanas, durante las últimas semanas, me despierto confundida.
Me toma un tiempo orientarme y encontrarle sentido a cualquier cosa a primera hora de
la mañana. Siempre estoy buscando en la habitación algo familiar... algo que me haga
recordar este lugar, pero nunca sucede.

Cada día que me despierto aquí, me siento como una visita, un huésped alojado
en un hotel de cinco estrellas. Todavía en pijama, deambulo por mi habitación, sintiendo
la repentina necesidad de encontrar algo, cualquier cosa que se vea o al menos se sienta
familiar.

Caminando hacia mi estantería, dejo que mis dedos recorran el lomo de los libros,
hay innumerables libros, algunos de los cuales he leído y amado, pero nada parece
reconocible. Saco el libro más cercano, busco entre cada página, buscando algo, cualquier
cosa, pero no aparece nada. Lo hago con cada uno de los libros, pero el resultado es el
mismo.

Frustrada, me muevo a mi escritorio y empiezo a revisar todos los cajones,


cuadernos viejos y estuches de lápices, pero de nuevo, nada digno de investigación.
Recorro meticulosamente el resto de la habitación, antes de pasar a mi armario, tocando
cada prenda de vestir, cada par de zapatos y accesorios dentro del gran espacio. Nada.
Siempre nada.

Las lágrimas pinchan mis ojos, la frustración dentro de mí se desborda. Todo lo


que quiero es un pensamiento, un recuerdo, bueno o malo, no importa. Solo necesito algo
para seguir adelante. Dios, por favor dame algo para mostrarme que no me estoy
volviendo loca.

Con la cabeza gacha, salgo del vestidor, pero al cruzar el umbral, veo algo por el
rabillo del ojo. Una mochila. Está tirada descuidadamente en un rincón junto a la puerta.
Está escondida a plena vista, y me pregunto por qué nunca la había notado antes.

Agachándome, recojo la vieja y gastada mochila. No se parece en nada a la ropa y


los bolsos que adornan las perchas de mi armario. Se parece a... mi. Urgentemente, me
muevo a mi cama y abro la cremallera, vertiendo el contenido sobre mi edredón.

Libros, papeles, carpetas y bolígrafos sueltos caen al azar sobre mi cama. Esta debe
156

ser mi mochila de la secundaria. A primera vista, no veo nada fuera de lo común, y


empiezo a sentirme deprimida de nuevo, pero cuando empiezo a poner todo el contenido
Página

dentro, algo se desliza de uno de los libros y cae al suelo a mis pies.
Mi mirada se dirige a una tarjeta de identificación laminada y rectangular de
estudiante. Sé que es mía porque tiene una foto mía en ella y mi nombre está impreso en
la esquina superior derecha, debajo de las palabras: Bayshore University.

La recojo y la examino más a fondo. Junto a mi foto está escrito mi nombre, mi


cumpleaños y mi número de identificación de estudiante. Entonces me doy cuenta de que
esta no es mi mochila de la escuela secundaria. Es la de la universidad, pero si no estaba
en la universidad, ¿por qué tengo una identificación de estudiante para una? Dándome
la vuelta, me siento en el borde del colchón.

Al voltear la tarjeta hay una dirección, un número de teléfono y un enlace a un


sitio web.

Mis ojos se dirigen al elegante dispositivo celular que está en mi mesita de noche.
Desde que llegué a casa, lo he examinado varias veces. No hay nada en él. Lo he revisado,
contiene algunos números, pero eso es todo. Es prácticamente nuevo y dudo que se haya
utilizado alguna vez.

Agarrándolo, decido hacer una llamada telefónica a la Universidad solo para


asegurarme de que estaba asistiendo a la universidad allí. Mis dedos tiemblan mientras
marco el número, mi corazón late salvajemente en mi pecho. Si realmente iba a la escuela
allí, entonces ¿por qué estoy en casa ahora mismo? ¿Por qué no me lo dijeron mis padres?

Alejando esos pensamientos por un instante, presiono la tecla verde de llamada, y


el sonido del teléfono llamando llena mis oídos.

—Admisión de la Universidad de Bayshore, ¿en qué puedo ayudarlo? —Una


mujer saluda alegremente.

—Hola, sí, me preguntaba si ¿tenía una estudiante llamada Harlow Lockwood


asistiendo allí?

—Hola, ¿y con quién estoy hablando?

—Harlow Lockwood.

—Umm —hace una pausa, obviamente confundida.

—Es una larga historia, pero puedo confirmar mi fecha de nacimiento y el posible
número de identificación de estudiante si eso ayuda en algo. —El sonido de dedos en un
157

teclado llena el altavoz de mi teléfono.


Página

—Eso sería genial. Cuando estés lista.


Le recito la información de la tarjeta y, en unos segundos, confirma lo que había
sospechado.

—Está bien, Harlow, puedo confirmar que eras una estudiante aquí. Parece que
todavía estás inscrita, pero con un permiso de ausencia. ¿Hay algo más que quisieras
saber?

¿Permiso de ausencia?

—No gracias. —Cuelgo el teléfono y escucho el comienzo de ella deseándome un


buen día, sabiendo muy bien que eso no sucederá.

Mi corazonada fue acertada, mis padres me han estado mintiendo y


definitivamente han estado escondiendo cosas. La pregunta es, ¿por qué? Cualquiera que
sea su razón, es mejor que sea buena porque ya no me quedaré al margen y ni quedaré
como una idiota.

Con mi tarjeta de identificación en la mano, salgo corriendo de la habitación y


camino por el pasillo hacia el estudio de mi padre. Necesito algunas respuestas, y las
necesito ahora. A medida que me acerco a la puerta, noto que está entreabierta, la voz de
papá se filtra desde adentro. O está hablando por teléfono o hablando directamente con
alguien. Como estoy descalza, puedo acercarme sigilosamente sin hacer ruido, en la
puerta, miro a través de la rendija de la habitación.

Por lo que puedo ver, está solo, nadie más está en la oficina con él.
Afortunadamente, se ha girado hacia la ventana, de espaldas a mí.

—Te dije que me encontraría contigo esta noche en el hotel...

La persona del otro lado de la línea debe decir algo porque un momento después
responde —Sí, espera ahí, desnuda en la cama, como siempre, y por favor la próxima vez
no llames a mi oficina. Cualquiera podría responder. Tengo que volver al trabajo, te veo
más tarde, cariño.

Parpadeando, trato de absorber lo que acabo de escuchar. Mi padre está... ¿está


teniendo una aventura? Seguro que suena así. Sé que debería estar enojada, tal vez
incluso triste, pero es casi como si no tuviera ninguna emoción al respecto. Es como... si
no me importara. Lo cual es extraño, porque definitivamente debería importarme.
158

Con impaciencia, espero un tiempo antes de entrar en la habitación. No quiero que


sepa que escuché la conversación. Empujándola al fondo de mi mente, me concentro en
Página
la ira que hierve en mis venas porque él me mintió sobre la universidad. Si mintió sobre
esto, ¿sobre qué más ha mentido?

Segura de que ha pasado tiempo suficiente, entro en la habitación sin llamar. La


cabeza de mi padre se levanta de los papeles en los que está trabajando ante mi aparición.

—¿Harlow? —La conmoción llena sus rasgos. ¿Por qué está tan sorprendido de
verme? No me detengo en el pensamiento por mucho tiempo, ya que hay otros asuntos
urgentes.

—¿Por qué me mentiste sobre la universidad? —Grito, yendo directo al grano.


Caminando hacia su escritorio, le tiro la tarjeta de identificación. Se desliza por la madera
pulida y se detiene justo frente a él. Como si tuviera todo esto planeado, sus labios se
abren y me mira, la vergüenza parpadeando en sus ojos.

—Harlow, no lo entiendes. Estoy tratando de protegerte.

—¿Protegerme? ¿De qué? ¿De recibir una educación?

—De ser lastimada. No estabas a salvo allí. ¡Alguien intentó matarte dos veces!
—gruñe—. Eres una Lockwood y, como tu padre, es mi trabajo protegerte.

—¿Protegerme de la verdad? Si realmente había alguien tratando de matarme,


¿por qué no me lo dijiste? ¿Por qué me ocultarías esa información?

—¿Qué quieres que diga, Harlow? —Lanza sus manos al aire, la frustración se
filtra en el espacio entre nosotros—. No había forma de que te hubieras curado si te
hubiéramos sometido a más estrés. Te traje a casa y te oculté cosas porque quería
ayudarte a sanar más rápido, y no iba a tenerte a kilómetros de distancia de tu familia,
sólo para que alguien tuviera éxito en matarte.

Mi corazón se hunde en mi estómago —Me siento atrapada aquí. Si estaba en la


universidad, ahí es donde debería estar ahora. Es por eso que no recuerdo nada... —Mi
voz se desvanece—. No recuerdo nada porque no estaba aquí. Este lugar ya no es mi
hogar. El médico dijo que debería estar donde estaba antes del accidente, pero no lo esto.

Algo que se parece a la ira se enciende en su mirada —Eso es una mentira, y lo


sabes. Este es tu hogar y siempre será tu hogar. Has vivido aquí toda tu vida, ¿por qué
dirías tal cosa?
159

A decir verdad, no lo sé, todo lo que sé es que si este lugar fuera mi hogar, si fuera
el lugar al que pertenezco, seguramente recordaría las cosas más simples. Tal como están
Página

las cosas, ni siquiera puedo caminar por la casa sin perderme.


—Quiero volver a la universidad, e incluso si no quieres que lo haga, aun así iré.

—¿Y quién crees que va a pagar por eso, jovencita? —escupe, y tengo la repentina
necesidad de pisar fuerte. Que me trate como a una niña, me hace querer actuar como tal.

—Lo harás —le respondo bruscamente—. Porque si no lo haces, le contaré a mamá


sobre tu aventura. —Papá me mira como si le hubiera dado una bofetada. Un breve
silencio se instala entre nosotros, y puedo ver la incertidumbre en sus ojos, está tratando
de averiguar qué decir a continuación.

—¿Cómo te enteraste de eso? —dice finalmente, su voz extrañamente tranquila.

—Te escuché al teléfono antes de entrar. —No veo el sentido de mentirle, ahora
tengo influencia y la voy a usar.

—No es lo que piensas... —Comienza, pero intervengo.

—No me importa con quién estás o qué estás haciendo. Todo lo que quiero es
volver a Bayshore. No pertenezco aquí.

—Lo haces, pero no estaba mintiendo acerca de estar preocupado por ti. Alguien
está tratando de lastimarte y no puedo protegerte desde aquí. Entonces, si debe ir,
entonces enviaré a dos de mis hombres contigo.

—¿Dos hombres? —Estoy desconcertada y estoy segura de que mi rostro lo


muestra—. ¿Qué? ¿Cómo guardaespaldas?

—Sí, exactamente así. Debes pensar que soy un estúpido si piensas que te enviaré
allí sin protección.

Molesta y completamente terminando con la conversación, pongo los ojos en


blanco —Bien, envía a quien quieras, siempre y cuando se mantenga fuera de mi camino.
—Me doy la vuelta y me dirijo a la puerta cuando me llama, haciéndome parar a medio
camino.

—Harlow, como cualquier familia, hemos tenido algunos desacuerdos en el


pasado. No somos perfectos, pero debes creerme cuando digo que, realmente me
preocupo por ti y no quiero que te pase nada. —La sinceridad en su voz es inconfundible,
pero aun así, no puedo perdonarlo completamente por mentirme. Si mintió una vez, lo
más probable es que haya mentido antes.
160

Lo miro fijamente, sintiendo un océano de distancia entre nosotros. —No le


Página

mientes a la gente que te importa —le digo, y salgo de su oficina sin mirar atrás. Cuando
cierro la puerta detrás de mí, sonrío, porque por primera vez desde que llegué aquí, siento
que podría tener el control de mi vida.

161
Página
19
Con mi gastada mochila colgada al hombro, cruzo el campus por primera vez.
Bueno, la primera vez que puedo recordar. No estoy segura de sí soy yo o los dos tipos
corpulentos que me siguen los que tienen a todos mirando hacia mí con curiosidad. De
cualquier manera, me siento un poco como un espectáculo ambulante con el mundo
mirándome así.

Trato de ignorar todas las miradas puestas en mí mientras entro al salón de clases.
Afortunadamente, mis dos gorilas, Ernie y Bert8, como me gusta llamarlos, esperan fuera
de la puerta. Tomo asiento en la parte de atrás y saco mi libro de texto. Estamos a mitad
del semestre y no tengo ninguna posibilidad de aprobar esta o cualquier otra clase, pero
no es por eso que estoy aquí.

Hojeando mi libro de texto, estoy esperando a que el profesor comience la clase


cuando alguien se aclara la garganta frente a mí para llamar mi atención. Levanto la vista
de mi libro y, por un segundo, creo que estoy mirando a los ojos a Sullivan Bishop... pero
parpadeo y me doy cuenta de que no es él.

Es alguien que se parece mucho a él, el mismo cabello castaño rojizo, el mismo
tono azul de ojos e incluso algo en su suave sonrisa me resulta familiar.

Las similitudes entre los dos son sorprendentes.

—Harlow —mi nombre cae de sus labios como si lo hubiera dicho un millón de
veces antes—. Estábamos realmente preocupados por ti —continúa, tomando asiento a
mi lado.

—¿Te conozco?

Él asiente, su sonrisa se ensancha —Soy Banks —se presenta, extendiendo su mano


hacia mí.

—Soy Harlow, pero supongo que ya lo sabes. —Levanto mi brazo y extiendo la


mano para estrechar la suya. En el momento en que nos tocamos, se siente como si un
rayo atravesara mi cuerpo y llegara directo a mi cerebro...
162

—Shh, princesa. No dijimos que pudieras hablar. Mantén la boca cerrada, de lo contrario,
encontraremos un mejor uso para ella. —Clara como el día, la voz de Banks resuena en mis
Página

oídos. Otro fragmento de un recuerdo comienza a invadir mi mente. Mi espalda se presiona

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Hace referencia a los personajes de marionetas Epi y Blas en España, Beto y Enrique en Hispanoamérica de
Sesame Street, Barrio Sésamo de España y Plaza Sésamo de Hispanoamérica.
contra su pecho mientras susurra la amenaza en mi oído. El pánico surge dentro de mí como
un volcán, y alejo el recuerdo. No quiero recordar esto.

Aparto mi mano, como si su toque quemara mi piel. Con el mismo movimiento,


me levanto. La silla cayendo detrás de mí, el sonido hizo que todas las cabezas de la clase
se volvieran en mi dirección.

—¿Qué pasa? —pregunta Banks, con el rostro marcado por la preocupación,


mientras yo recojo todas mis cosas y las meto en mi mochila.

—Yo... tengo que irme, clase equivocada... —murmuro. Agarrando mi mochila,


salgo corriendo de la clase, mi corazón golpea como un martillo neumático contra mi
pecho.

Al escapar de la habitación, paso corriendo junto a los dos tipos que hacen guardia
en la puerta sin mirar atrás.

—¡Hey! ¿A dónde vas? ¿Paso algo? —Uno de los guardias me llama.

—Solo quiero volver al dormitorio. —No me molesto en explicarme más. De todos


modos, no es de su incumbencia. Sé que me seguirán, pero en realidad no me importa.
Ahogo todo lo que me rodea y camino a toda velocidad por el campus y regreso a mi
dormitorio.

Cuando irrumpo en la habitación, me decepciona encontrar a Shelby de pie junto


a su cama, con un montón de ropa sucia delante de ella. Tenía la esperanza de estar sola.

Ella está en medio del pliegue, sus ojos se agrandan cuando me ve.

—Hola, ¿has vuelto pronto? —saluda, y cuando no respondo de inmediato, y en


su lugar, camino hacia mi cama, me pregunta— ¿Estás bien?

—Sí, no pude aguantar otro segundo de clase —murmuro lanzando mi mochila al


suelo antes de tirarme sobre el colchón de tamaño individual.

—¿Y por qué fue eso? —pregunta.

Estoy a punto de empezar a contarle sobre Banks y sobre el fragmento de memoria


que recordé, pero me da un vuelco en el estómago que me dice que no lo haga. Algo en
el fondo de mi mente me dice que me guarde esto hasta que sepa toda la historia, así que
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decido mentir.
Página
Gruñendo, digo —Simplemente no entendí nada de lo que el profesor estaba
diciendo. Es inútil, no recuerdo nada. —La mentira se desliza fácilmente de mi lengua,
uno pensaría que miento todo el tiempo, y tal vez lo hice antes.

—No sé por qué vas de todos modos. Quiero decir, sé por qué, pero puedes hacer
otras cosas por aquí para estimular tu memoria. La universidad no se trata solo de tomar
clases.

—¿Entonces, de qué se trata? ¿Qué más puedo hacer que ayude?

—Ya te lo he dicho —pone los ojos en blanco—, fuimos a fiestas antes. Deberíamos
ir a fiestas ahora, puede que te ayude a recordar algo, y si no es así, tal vez te ayude a
conocer gente, para salir y andar por ahí.

Recuerdo que me dijo esas cosas, pero, sinceramente, no quiero ir a fiestas y es


difícil creer que disfruté yendo a ellas antes. Pero Shelby no tiene ninguna razón para
mentirme, así que tiene que ser algo cierto. Al mirarla a la cara, puedo ver la emoción
creciendo en sus ojos como si supiera que estoy a punto de ceder y aceptar ir con ella.

Un segundo después, digo las palabras —Está bien, iré contigo.

Y estalla en una risita, golpeando el colchón a mi lado.

—¡Si! Esto va a ser muy divertido. Lo juro, Harlow, te encantaba vestirte y salir.
Gah, no puedo esperar para ayudarte a elegir tu ropa. —Envuelve sus brazos alrededor
de mí y me abraza con fuerza contra su pecho—. Te extrañé, Harlow, realmente lo hice,
y estoy tan contenta de que estés bien.

Se necesita un poco de fineza para salir del dormitorio sin que mis guardaespaldas se
enteren. Afortunadamente, la universidad les dijo que no pueden quedarse dentro de los
dormitorios, así que después de un rato se van a su alquiler, y es entonces cuando Shelby
y yo hacemos nuestra escapada.

Cuando llegamos a la casa de la fraternidad, el lugar está abarrotado, incluso el


patio delantero está lleno de gente. El interior es aún peor, y cuando llegamos a la cocina,
estoy lista para dar la vuelta y volver a salir. Shelby mantiene un agarre fuerte en mi
mano como si supiera que me escaparé en cualquier segundo. Mientras miro alrededor
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de la habitación, tratando de ver si algo de este lugar o de la gente de aquí despierta una
emoción o incluso un recuerdo, siento miradas sobre mí.
Página
Al otro lado de la habitación, alguien me está mirando. Lo sé. Puedo sentir el calor
de su mirada arrastrándose por mi espalda. Giro mi cabeza en su dirección, y mi mirada
choca con orbes de color marrón chocolate.

En el mar interminable de personas, no debería ser tan sorprendente hacer


contacto visual con alguien, pero este no es solo alguien, los ojos de esta persona son
como chocolate derretido y rebosan de preocupación. Me cautivan, se aferran a mí y se
niegan a soltarme. Rompiendo el contacto visual, dejo que mi mirada vague por el cuerpo
del extraño, dándome cuenta de que se parece a Sullivan y Banks.

Inclinándome hacia Shelby, le pregunto —¿Quién es ese?

—¿Qué? —Sus ojos siguen mi línea de visión.

—Ese tipo parado en el rincón más alejado de la habitación con los brazos cruzados
sobre el pecho, ¿quién es? —Pregunto de nuevo.

El rostro de Shelby se pone amargo —Oliver Bishop. No nos asociamos con ellos,
Harlow. Son basura. —Ellos. Eso me hace pensar en lo que dijo Matt: Sullivan y sus
hermanos, supongo que eso explica por qué todos se parecen. Sullivan, Banks y Oliver
deben ser los hermanos. Hermanos de los que se supone que debo mantenerme alejada.

—Todos siguen advirtiéndome que me aleje de ellos —me muerdo el labio inferior,
el recuerdo de antes entra en mi mente una vez más. Banks dijo nosotros en ese recuerdo...
¿estaban sus hermanos con él esa noche? ¿Todos me amenazaron? Aunque intenté
olvidarlo antes, ahora desearía haberlo retenido, tal vez lo recordaría todo entonces.

Aun mordiéndome el labio, me siento obligada a mirar hacia atrás al escurridizo


Oliver, pero al hacerlo, me doy cuenta de que ya no está allí. Mi corazón salta como una
piedra que rebota sobre el agua.

¿A dónde se fue? Es la primera pregunta que me viene a la cabeza, y la segunda es,


¿por qué me importa? Una canción pop se filtra a través de los altavoces y Shelby chilla
de emoción, sus ojos resplandecen en las luces brillantes.

—Oh Dios mío, me encanta esta canción —grita, ya sea ignorando mi pregunta o
sin haberla escuchado en absoluto. Mientras mueve su cabeza al ritmo de la canción,
cantando la letra, me arrastra hasta llegar a la isla que está llena de vasos y botellas de
licor. Hay un barril de cerveza centrado en lo que sería el rincón del desayuno con unos
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cinco chicos de fraternidad alrededor. Todos se ríen de algo que dijo uno de los chicos,
distrayéndome momentáneamente.
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Eso es hasta que siento un calor subiendo por mi espalda, siento como si el sol
estuviera cayendo sobre mí, suelto la mano de Shelby y me doy la vuelta, para encontrar
a Oliver a solo unos metros de distancia, una esquiva sonrisa en sus labios.

De cerca, se ve aún más guapo, como una versión más vieja de Banks y Sullivan.
Cada uno de los hermanos me recuerda a esos soldados romanos del siglo XV, todos
musculosos y hermosos, solo les faltan sus togas, una espada y el escudo.

Sus rostros de aspecto angelical, con mandíbulas afiladas y pómulos altos. Sus
dientes perfectamente rectos y blancos, y su cabello peinado a la perfección como si
acabaran de salir de la portada de una novela romántica. Nadie debería poder verse tan
bien como ellos tres, y sin embargo, lo hacen.

—No, no lo creo —interviene Shelby, pero Oliver pone los ojos en blanco,
ignorándola y cerrando la distancia entre nosotros en un solo paso.

—Ella puede hablar con quien quiera, tú no eres su guardián. —Las palabras de
Oliver están dirigidas a Shelby, pero no aparta la mirada de mí cuando las dice.

—Eres un problema, Oliver, y Harlow no necesita problemas —gruñe Shelby—


vete.

—Te… Te conozco... —Parpadeo lentamente, hablando más para mí que para él.
Inhalando lentamente, el aroma de los cítricos y la lluvia llena mis fosas nasales
calmándome casi al instante.

—Sí, me conoces —sonríe. Su sonrisa me da ganas de sonreír, y realmente no


entiendo por qué—. ¿Por qué estás aquí? Odias las fiestas.

—No seas ridículo, Oliver, y no le digas a Harlow lo que le gusta y lo que no le


gusta —le espeta Shelby como una mamá osa protegiendo a sus crías—. Vamos, Harlow,
salgamos —me toma del brazo y empieza a tirar de mí hacia la puerta trasera antes de
que pueda siquiera protestar. Una mirada oscura cruza el rostro de Oliver, pero no hace
ningún esfuerzo por detenerla. Ni siquiera un segundo después, estoy caminando hacia
el aire fresco de la noche, un escalofrío recorre mi espalda.

—Ugh, esos chicos Bishop son tan molestos. —Shelby pone los ojos en blanco—.
Quédate aquí, entraré y te prepararé una bebida, y en serio, mantente alejada de ellos, no
son más que problemas, además se supone que los odias.
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—¿Se supone que los odio? —Le pregunto, pero Shelby no me responde y, en
cambio, regresa por donde acabamos de llegar. Me quedo ahí por un minuto o dos, y
cuando ella regresa con dos vasos rojos en sus manos, sonrío.

—Toma, bebe esto, déjate llevar y disfrutemos la noche. —Le quito el vaso de la
mano y tomo un gran sorbo, dejando que el líquido afrutado calme mis nervios.

—Mhh, eso es realmente bueno —admito.

—Por supuesto que lo es, es tu favorito —Shelby me guiña un ojo, y tomo otro
trago, engullendo la mitad del líquido sin pensarlo.

Hablamos un poco, reímos y bailamos, y antes de darme cuenta, mi vaso está vacío
y me siento mucho mejor. Como si el alcohol le diera a mi mente un descanso de intentar
recordar algo y darle sentido a todo, me siento un poco más tranquila, más a gusto y, de
repente, quiero otra copa.

—¿Qué es esto? Quiero un poco más —le digo a Shelby.

—Te traeré un poco, quédate aquí, amiga —se ríe, claramente ella misma un poco
achispada. La veo caminar de regreso a la casa antes de mirar alrededor del patio trasero.
Hay un montón de gente afuera, la mayoría jugando a beber. Algunas parejas bailan en
el césped, el ambiente aquí parece más relajado que adentro.

Observando a la multitud, espero volver a ver a Oliver, pero no importa cuánto


mire, no lo veo por ningún lado, es casi como si hubiera desaparecido.

—¿Harlow? —Una voz desconocida me llama sobresaltándome, y me giro más


rápido de lo necesario, encontrándome cara a cara con un tipo que no conozco. Tiene un
vaso rojo en la mano, que me ofrece— Shelby me pidió que te diera esto. Ella dijo que
volvería enseguida.

—Oh, está bien... —Tomo el vaso de su mano y lo veo girar y caminar hacia el otro
lado. Extraño. Sin pensar en eso, tomo un sorbo de mi nueva bebida y busco a Shelby.

¿Dónde demonios esta ella?

Doy unos pasos hacia la puerta que conduce de regreso a la casa cuando alguien
se para delante de mí, interrumpiéndome y haciendo que me detenga o choque de frente
con él.
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—Oye, Sexy, me alegro de verte de nuevo en pie —dice el tipo que me interrumpió.
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Parece vagamente familiar, pero no sé por qué. Creo que estaba sentado en la mesa de
adentro antes. Tal vez incluso lo conocí de antes, de cualquier manera, no me agrada. No
solo por cómo me llamó Sexy. No, hay algo más en él que no me gusta. Algo que me hace
sentir enferma.

—Gracias —es todo lo que digo mientras lo empujo, tratando de entrar.

Su mano serpentea en el último minuto, y envuelve sus dedos alrededor de una


de mis muñecas tirando de mí hacia él. —No tan rápido, no había terminado de hablar
todavía —insulta.

Ahora que está cerca, puedo oler el alcohol en él, sale de su boca, haciendo que mi
nariz se arrugue de disgusto. Huele como una maldita destilería. —Mis amigos y yo
queremos que vayas a nuestro lugar. Somos tres, tres pollas gordas, como a ti te gusta
—se ríe, mirando por encima del hombro, a los que supongo que son sus amigos.

Su declaración me hace sentir enferma, con el estómago revuelto y la bilis subiendo


por mi garganta.

Habla como si eso fuera algo que me gusta o algo que hice antes.

De ninguna manera habría tenido un trío, ¿verdad?

—Déjame ir —gruño en su cara, arrancando mi brazo de su agarre. Doy unos


inseguros pasos hacia atrás—. No me vuelvas a tocar, imbécil.

Sostiene sus manos en el aire como si se estuviera rindiendo, pero algo me dice
que si no estuviéramos en una fiesta con un montón de gente mirándonos, esta situación
habría terminado de manera muy diferente. Dándome la vuelta, me alejo de él y me meto
entre la multitud, sintiéndome de repente más segura allí. Tomo otro trago de mi bebida,
esperando que el fresco líquido enfríe mi sangre caliente. Ese tipo es un idiota, un
estúpido.

Por un momento, cierro los ojos y me olvido del mundo que me rodea. Casi me rio
a carcajadas. Estoy tratando de olvidar cuando todo lo que he estado haciendo durante
las últimas semanas es tratar de recordar. Aspiro una profunda bocanada de aire en mis
pulmones, mis ojos se abren de nuevo. Me siento diferente. Hay una sensación extraña
en mi estómago que parece extenderse por mis extremidades a un ritmo rápido. Dando
unos pasos, noto como mis piernas están temblorosas e inestables, como un cervatillo
recién nacido.
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¿He bebido tanto alcohol?


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La gente choca conmigo cuando regreso al interior o ¿choco con ellos? Mi
percepción está mal. Puedo sentir que mi mente se nubla más a cada segundo. Con cada
paso que doy, me siento más confundida, más insegura, menos coherente.

¿Qué demonios?

Miro hacia arriba para ver si todavía estoy yendo en la dirección correcta, pero ya
no puedo distinguir la puerta, todo lo que veo es gente bailando, hablando y bebiendo.
El mundo continúa a mí alrededor mientras me estoy desvaneciendo lentamente, y no
hay nada que pueda hacer al respecto.

—¿Cambiaste de opinión, Sexy? —La voz del asqueroso de antes se filtra en mis
oídos mientras dedos húmedos rodean mi muñeca, alejándome de la pista de baile.
Quiero gritar, pero no sale nada. Quiero pelear con él, pero mis miembros no se mueven.
El pánico me inunda las venas, y todo en lo que puedo pensar es en lo estúpida que fui
al venir aquí.

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En algún lugar de mi estado de pánico y mi mente confusa, los dedos carnosos son
reemplazados por manos suaves. El olor a sudor y alcohol es reemplazado por el limpio
aroma de los cítricos y la lluvia. El terror que siento en mi interior, reemplazado por una
eterna calma.

Sin saber cómo ni por qué, sé que estoy a salvo.

—No vuelvas a tocarla nunca más... —Una familiar voz gruñe, el sonido vibra a
través de mí mientras mi oído presiona contra un pecho cálido y firme.

—Solo nos estábamos divirtiendo, Oliver. No te pongas tan encabronado.

—Tienes suerte de que haya gente aquí, si solo fuéramos tú y yo, tu mandíbula
estaría rota en este momento —amenaza Oliver al asqueroso—. Quizás algunos dedos
también...

No dice nada más, simplemente envuelve su brazo alrededor de mí y comienza a


llevarme a alguna parte. Mis piernas apenas funcionan y sé que me lleva medio cargada.
En un momento dado, simplemente me levanta cuando mis movimientos se vuelven más
lentos.

La música y el ruido de la fiesta se desvanecen hasta que está casi completamente


en silencio a nuestro alrededor. Lo único que queda es el ritmo constante del corazón
palpitante de Oliver.

No estoy segura de cómo llegué allí, pero la próxima vez que abro los ojos, estoy
en el asiento trasero de un auto. Mi cuerpo se siente pesado e inútil, mis extremidades
débiles como si tuvieran rocas atadas a sus extremos. Cuando intento sentarme para
mirar a mí alrededor, me doy cuenta de que no estoy sola. Oliver está conmigo, y yo estoy
acostada en su regazo, su brazo acunando mi cabeza.

—Hola —susurra, sus dedos rozan mi cara, haciendo que mi piel se estremezca y
algo profundo en mi mente se encienda con vida.

—¿Quieres que te hagamos sentir bien? Puedo escuchar la voz de Oliver en mi oído,
pero no estoy segura si esto es real o un recuerdo.

Pasa su mano hacia arriba y hacia abajo por la parte interna de mis muslos. Mi corazón
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comienza a latir rápidamente, el deseo se acumula en lo profundo de mis entrañas.


Página

—Sí —digo sin aliento, mi lengua se lanza sobre mi labio inferior para mojarlo.
—Quiero tocarte —ronronea Oliver.

—Me estás tocando —bromeo, aunque sé exactamente lo que quiere decir.

Sonriendo, usa su mano para separar mis piernas.

—Quiero tocarte aquí —murmura y deja que su pulgar se deslice sobre los pantalones
cortos que cubren mi coño. Entendiendo la indirecta, separo más mis piernas para él. Toma la
invitación y pasa los dedos por la tela antes de meter el pulgar en la cintura de mis pantalones
cortos y empezar a bajarlos…

—¿Estás bien, Harlow? —Oliver pregunta, arrastrándome de vuelta a la


realidad—. Estás respirando raro... por favor, dime que estás bien.

—Estoy bien —digo, mi voz sale extraña y rota, pero al menos logro pronunciar
las palabras. Tratando de mantener los ojos abiertos, quiero mirar su rostro, pero mi
visión es borrosa y no puedo distinguir todos sus rasgos. Así que cierro los ojos y trato
de recordarlo, pero cuando lo hago, no veo a Oliver... es Banks.

—¿Quieres que te hagamos venir? —Banks pregunta, su voz es extrañamente profunda


mientras se aleja lo suficiente para hablar.

Estoy tan confundida... ¿está Banks aquí? No... Creo que estoy soñando o
recordando algo. Incapaz de aferrarme a la realidad, dejo que mi mente me hunda,
arrastrándome más y más profundamente.

—Sí, por favor —las palabras salen en un jadeo porque justo cuando las estoy diciendo,
Oliver desliza con destreza uno de sus gruesos dedos dentro de mí.

—Joder, Banks, ella está apretada como el infierno. —La voz de Oliver es tensa, los
músculos de su cuello están rígidos. Parece que está listo para explotar.

Lentamente, las piezas del rompecabezas caen en su lugar, pintando un cuadro


más grande en mi cabeza. Estaba con los dos, Oliver y Banks. Estaba tendida sobre sus
regazos, mientras me tocaban… y me gustó. Lo quería, incluso lo pedí.

Intento abrir mis ojos una vez más, quiero preguntarle a Oliver qué pasó entre
nosotros, pero mis párpados están demasiado pesados, mi cabeza demasiado confusa.
Siento su mano tomar mi mejilla, su pulgar recorriendo suavemente mi piel, y eso me
reconforta. Su toque es tierno, amable, y antes de que me dé cuenta, me estoy quedando
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dormida.
Página

La siguiente vez que abro los ojos, la niebla que rodea mi cabeza se ha disipado un
poco. Mi mente está más clara, mis pensamientos más nítidos. Todavía estoy en el asiento
trasero de un auto y Oliver sigue sosteniéndome en su regazo, aunque sus ojos están
cerrados ahora, su cabeza inclinada hacia atrás descansando en el respaldo.

Durante un largo rato, me quedo allí tumbada mirando su rostro dormido. Está
completamente oscuro afuera, pero hay una lámpara no muy lejos de nosotros que brilla
lo suficiente en el auto para dejarme ver lo tranquilo que se ve. Tan angelical, que no
quiero despertarlo, pero también quiero hablar con él. Necesito hablar con él.

—Oliver —le susurro llamándolo. Moviéndose ligeramente, sus ojos parpadean y


se abren como dos imanes que se unen, nuestras miradas chocan.

—Oye, tú. ¿Te sientes mejor? —Su somnolienta voz es ronca, pero la mano que
sostiene mi cabeza es cálida y gentil.

—Sí... no sé qué pasó, creo que bebí demasiado —admito. Solo entonces recuerdo
al asqueroso que se puso a manosearme—. Gracias por ayudarme con ese chico, hace un
rato.

—No hay necesidad de agradecerme. —La voz de Oliver cae, e involuntariamente


me estremezco ante su profundidad—. Somos amigos, y eso es lo que hacen los amigos,
se protegen entre sí.

No entiendo por qué si todo el mundo me dice que me mantenga alejada de ellos,
él me protegería o incluso diría que somos amigos. ¿Todavía estoy soñando?

—¿Somos amigos? —Pregunto, sentándome y girándome lentamente hacia él—.


Todos me dicen que me aleje de ti y de tus hermanos porque intentan hacerme daño.

—Somos amigos. —Responde, su voz cortada—. Y hacerte daño es la última cosa


que cualquiera de nosotros quiere hacer. —La sinceridad de su voz provoca que un lento
calor se desate a través de mi vientre.

—¿Fuimos... fuimos alguna vez más que amigos? —Tartamudeo sobre las palabras,
haciendo la pregunta. ¿Realmente quiero saber la respuesta? Todos estos recuerdos y
pensamientos, las cosas que ese chico me dijo antes sobre querer tres... pollas. Era casi
como si estuviera insinuando que me estaba acostando con los tres.

—Es complicado... solo debes saber que nos preocupamos por ti y estamos
tratando de cuidarte. Nadie te va a hacer daño, nunca más.
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—¿Y con nosotros te refieres a ti, Banks y Sullivan?


Página

—Sí, todos nos preocupamos por ti. —Sus ojos se apartan y mira por la ventana
hacia la oscuridad de la noche. Hay una larga pausa antes de que vuelva a hablar, y es
casi como si estuviera ordenando sus propios pensamientos—. Debería llevarte de
regreso a tu dormitorio, ahora que te sientes mejor.

Estoy a punto de objetar, pero él ya ha salido por la puerta, dejándome sola en el


asiento trasero. Se sube al frente y enciende el coche, el motor cobra vida y llena el espacio
silencioso.

Durante todo el viaje de regreso a los dormitorios él está callado, y yo también,


insegura de qué decir o hacer. Debería hacer más preguntas, investigarlo más a él y a sus
hermanos, pero tan pronto como abro la boca para comenzar a hablar, nos detenemos
frente a los dormitorios. Los dos gorilas que mi padre envió conmigo caminan hacia el
auto tan pronto como Oliver lo estaciona, casi como si esperaran que estuviéramos aquí.

Uno de ellos me abre la puerta con una expresión sombría en el rostro. —Señorita
Harlow, debería haberse quedado en su dormitorio. Eso fue muy peligroso, y debido a
su comportamiento imprudente, tenemos que informar esto a su padre.

—Oh no, cualquier cosa menos eso… —digo, sarcásticamente, dejando escapar un
jadeo exagerado y rodando los ojos—. Te das cuenta de que soy una adulta, ¿verdad?
¿Qué estoy en la universidad y que en realidad no estoy obligada a escucharte ni a ti ni a
él?

—Su padre solo quiere que esté a salvo. —Así que sigue diciendo, casi como si
estuviera tratando de convencer a todos los que me rodean de que sus intenciones son
puras, pero no todos saben las cosas que yo sé o los presentimientos que estoy
experimentando.

—Buenas noches, Harlow —me dice Oliver desde el asiento delantero antes de que
yo salga del coche, obviamente habiendo escuchado todo el intercambio.

—Buenas noches —respondo y cierro la puerta detrás de mí. Tan pronto como lo
hago, acelera. Supongo que no podía esperar a salir de aquí. Encogiéndome de hombros,
camino de regreso al dormitorio, ignorando los dos idiotas que me siguen hasta que llego
a la puerta. Escapando hacia el interior, subo las escaleras, deteniéndome una vez que
llego a la puerta de mi dormitorio.

Entonces me doy cuenta de que nunca encontré a Shelby, y la idea de que ella esté
sola en esa fiesta es inquietante. ¿Tal vez pueda volver a buscarla? No, estoy demasiado
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agotada para eso. Estoy a segundos de sufrir una crisis nerviosa cuando se abre la puerta
de mi habitación y Shelby aparece ante mí, sus delgados brazos me rodean y me atraen
Página
hacia su pecho. Me percato brevemente de que ella me jala dentro de la habitación y cierra
la puerta detrás de nosotros.

—¡Oh Dios mío! Estaba muy preocupada, Harlow. Fui a buscarte y alguien dijo
que te vio salir con Oliver. ¿Qué pasó? ¿Te lastimó? —El pánico en su rostro hace que mis
rodillas se doblen. Todo este tiempo estuve preocupado por ella, mientras ella estaba aquí
buscándome.

—No me hizo daño —murmuro mientras ella me ayuda a ir a la cama. Hay un


latido directamente detrás de mis ojos que me hace sentir como si me hubieran golpeado
en la cabeza media docena de veces con un ladrillo—. Él me salvó —agrego.

—¿Te salvó? —dice Shelby, completamente desconcertada.

—Sí, un tipo se estaba metiendo conmigo y él le dijo que se fuera. Me ayudó a


llegar a su coche y luego me quedé dormida un rato. Cuando me desperté, me sentí mejor.

Shelby parece, bueno, como si estuviera a punto de enfermarse —Oliver no te


protegió, Harlow, te tendió una trampa. Todo el tiempo que estuve adentro fue porque
se negó a dejarme salir contigo. Entré para prepararte una bebida y él bloqueó la salida
cuando intenté volver afuera. Luego puso algo en la bebida que te preparé y se la dio a
un tipo, le dijo que te lo llevara diciendo que era de mí parte, pero yo nunca te haría eso.
—La vergüenza llena sus ojos—. ¡Te drogó, Harlow! No estaba tratando de salvarte,
estaba tratando de usarte, lastimarte, y esta no es la primera vez que sucede este tipo de
cosas. Creo que es hora de que te diga toda la verdad.

—¿Qué verdad? ¿De qué demonios estás hablando?

Shelby se sienta a mi lado en el colchón —Quería decírtelo, pero tus padres


pensaron que sería demasiado estresante, así que traté de no decir nada, pero debes saber
sobre los Bishop por tu propio bien, y aparentemente, por tu seguridad ahora también.

Me da un vuelco el estómago y la miro, esperando que empiece a hablar.

—Antes del accidente, los Bishop te siguieron hasta aquí, a Bayshore. Querían
venganza, y estoy bastante segura, sin embargo, no tengo pruebas, pero estoy segura, de
que fue uno de ellos el que te golpeó con el coche. No me sorprendería en absoluto.
Intentaron matarte una vez antes, empujándote de un barco en el que estábamos de fiesta.
¡Casi te ahogas!
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—¿Por qué? ¿Por qué harían eso? ¿Por qué la policía no sabe estas cosas?
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Shelby se burla, —No son estúpidos, cubrieron sus huellas, pero si estás buscando
pruebas de que han tratado de lastimarte, puedo darte mucho de eso y algo más.

—¿Pruebas? ¿Qué pruebas? —Me duele el pecho simplemente de pensar en Oliver


tratando de hacerme daño. Antes fue tan agradable... tan amable y tierno, y me sentí
segura con él. ¿De verdad que soy tan mal juez de carácter?

Shelby toma mi mano, un gesto frunce sus labios —No solo intentaron lastimarte
físicamente. Te acosaron todo el tiempo que estuviste aquí. Puedes preguntarle a casi
cualquier estudiante de la universidad. La mayoría lo sabe o lo ha visto de primera mano.
Difundieron rumores sobre ti, diciendo que te acostaste con un montón de chicos, y peor
aún, le dijeron a la gente que te gustaban los tríos, el sexo pervertido y que estabas
patéticamente enamorada de ellos porque te rechazaron.

Shelby niega con la cabeza y saca su teléfono, buscando algo en Facebook. —Como
si eso no fuera suficiente, incluso hicieron una pancarta y la colgaron en el campus con
tu número. —Me pasa el teléfono. Hay algunas fotos tomadas del perfil de una chica
llamada Tiffany. La primera es de ella sentada en el regazo de Oliver mordisqueando su
cuello. Los celos inundan mi sistema y no sé qué hacer con eso. No tengo ningún derecho
sobre él, y aparentemente, nunca lo tuve, así que ¿por qué diablos me siento así?

Al desplazarme hacia abajo en las imágenes, solo empeora. Más de ella y Oliver,
otras de ella con Banks. Luego Banks con otra chica. Sullivan también está en algunas.
Todas me hacen sentir lo mismo. Celosa y traicionada, ninguno de esos sentimientos es
justificado ni explicable.

Luego encuentro una imagen que me impresiona. Tiffany, otras dos chicas y los
hermanos Bishop están parados frente a una pancarta, posando con ella y riendo. Se lee
Harlow Necesita Más Polla - ¡Envía fotos si estás DAF! Un número, que supongo que
solía ser mío, está escrito en ella.

—Fue terrible. Tu teléfono no dejaba de sonar, tuviste que conseguir un nuevo


número. Los chicos te acosaban cuando caminabas por el campus. No sé por qué fueron
tan crueles contigo.

No entiendo. Puedo sentir mi corazón luchando por latir. Siento como si me


hubieran destripado y estoy luchando por mantenerme firme.
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—Lo siento, Harlow. Traté de detenerlo, pero era prácticamente toda la escuela
contra nosotras dos. Entonces ocurrió el accidente y estuve tan preocupada por ti. —Sus
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ojos brillan con lágrimas no derramadas.


—Gracias por ser una gran amiga, Shelby, siempre has estado a mi lado... en todo,
incluso cuando no recordaba quién eras —me obligo a sonreír porque honestamente,
tengo ganas de llorar ahora mismo. No estoy segura de por qué, pero lo sé. Es como si el
solo pensamiento de ellos haciendo esas cosas manchara las imágenes perfectas que tengo
de ellos en mi mente.

—Bueno, ¿para qué son los amigos si no es para proteger a aquellos que les
importan? Tú habrías hecho lo mismo por mí. Ahora intentemos dormir un poco antes
de que salga el sol.

Asiento en acuerdo, mientras Shelby se levanta y comienza a ponerse su pijama.


Ni siquiera me molesto. Todo lo que hago es quitarme los zapatos y los ajustados jeans
antes de acurrucarme en mi cama. Cuando las luces están apagadas y la habitación está
cubierta de silencio, espero a que el sueño llegue, pero nunca lo hace, y en cambio, me
encuentro mirando al techo preguntándome por qué si los hermanos Bishop fueron tan
malos conmigo, si me intimidaron, ¿por qué me siento tan conectada con ellos? ¿Por qué
es físicamente doloroso pensar que están con alguien más?

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Han pasado dos días desde la fiesta, pero el dolor en mi pecho por lo que Shelby
compartió conmigo no ha dejado de palpitar. Se siente como un moretón que
continuamente es golpeado, sin tener la oportunidad de sanar. Afortunadamente, no he
visto a ninguno de los hermanos Bishop, y estoy más que de acuerdo con eso. No estoy
muy segura de cómo acercarme a ellos ahora que sé la verdad. Demonios, ni siquiera
entiendo realmente todo esto.

Mis emociones son un paseo en montaña rusa, subiendo y bajando con cada curva,
luego un bucle como golpe final. Quiero odiarlos a los tres, pero en el fondo de la boca
del estómago, hay un atisbo de duda de si podría llegar a odiarlos. Si pudiera recuperar
mi estúpida memoria, tal vez finalmente podría encontrarle sentido a todo.

Al entrar en clase, recuerdo las palabras de Shelby “Te siguieron hasta aquí para
vengarse”. —Esas solas palabras, junto con las que Matt me dijo “Creo que preferirían
matarse el uno al otro antes que follar.

Luego están las fotos en el teléfono... las cosas que hicieron.

Todo apunta a lo que todos me han dicho... que no hemos sido nada más que
enemigos, rivales.

Alejando esos pensamientos, encuentro un asiento en una de las mesas vacías al


fondo de la clase de química. Ya hay pequeñas estaciones de laboratorio instaladas en el
centro de cada mesa, y su aspecto me pone nerviosa. No tengo idea de lo que se supone
que debo hacer aquí, con suerte, quien decida sentarse a mi lado sepa qué hacer.

Una chica de apariencia menuda con cabello castaño corto aparece de la nada,
deslizándose en el asiento a mi lado. Ella sonríe felizmente, y mientras la miro, tal vez
demasiado tiempo, no puedo evitar pensar que se ve como una versión adulta de Tinker
Bell.

—Hola, Harlow. Soy Caroline.

Ella debe conocerme.

—Hola —trato de obligarme a sonreír de vuelta, pero no tiene sentido. Están


pasando demasiadas cosas dentro de mi cabeza y, honestamente, no estoy lo
177

suficientemente feliz en este momento como para reunir la más pequeña de las sonrisas,
y fingir ya no es suficiente.
Página
—Supongo que nos conocemos, ¿y así es como sabes mi nombre? —Trato de no
sonar molesta, porque en verdad no lo estoy, pero esta cosa de la pérdida de memoria
empieza a abrumarme, entre otras cosas.

—Sí, somos amigas, o al menos espero que todavía lo seamos —levanta una ceja
como si esperara una respuesta.

—Tal vez… supongo que tenemos que empezar de nuevo. Mi cerebro se parece un
poco a los huevos revueltos ahora mismo.

—Estoy dispuesta a eso —sonríe y me extiende la mano—. Hola, soy Caroline, es


un placer conocerte.

Tomando su mano, le doy un suave apretón. —Es un placer conocerte, Caroline.

—Estoy tan contenta de que estés bien, menos los problemas de memoria y todo.
—Vuelve a sonreír y me pregunto cómo lo hace, parece estar feliz todo el tiempo.

—Hola, Harlow —dice otra chica, mientras se acerca a nuestra mesa. Mirándola,
me doy cuenta de que es esa chica Tiffany, la de las fotos que Shelby me mostró la otra
noche. Entonces mi estado de ánimo se vuelve aún más amargo.

No necesito este recordatorio de cómo me trataron y cómo los Bishop jugaron


conmigo. Sin saludarla, saco mi libro de texto y lo abro, fingiendo encontrar alguna
página imaginaria que estoy buscando. Cualquier cosa es más interesante en este punto
que revivir el infierno de algo que no puedo recordar.

—¿Qué pasa? ¿Demasiado bueno para decir hola ahora? —Tiffany resopla,
apoyándose contra la mesa, los brazaletes de su muñeca tintinean ruidosamente contra
la madera—. Parece que me recuerdas muy bien. Así que supongo que todo el asunto de
perder la memoria es solo una farsa para llamar la atención. ¿Crees que así conseguirás
que los Bishop se fijen en ti?

—No hables con ella —chasquea Caroline.

—Bueno, mírate, te está creciendo una columna vertebral, y mierda. —Los


músculos de mi mandíbula se tensan, mis dientes rechinan con tanta fuerza que puedo
escuchar el sonido de ellos chocando entre sí en mis oídos.

—Ella no quiere hablar contigo —Caroline arruga la nariz—, y honestamente, ni


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siquiera mereces estar en su presencia. No eres más que una gran acosadora.
Página

Tiffany entrecierra los ojos y se inclina aún más sobre la mesa, y tengo la intención
de empujar sus brazos hacia atrás y verla caer de cara contra la superficie de madera.
—¿Eso es gracioso, como si los hermanos Bishop no tuvieran nada que ver con
eso? ¿Quién crees que me dijo que lo hiciera? ¿Crees que la pancarta fue idea mía?
Piénsalo de nuevo.

—Estoy segura de que tuviste que ser convencida —Caroline la fulmina con la
mirada, sus ojos arden como lava fundida—. Que no disfrutaste ni un segundo de ello.

Burlándose Tiffany, dispara de vuelta —Como si ella no hubiera disfrutando de


toda la atención, lástima que no fuera suficiente para mantener el interés de los Bishop.
Al final del día, vienen a mi cama.

—Tiffany, por favor busca un asiento. —El profesor grita desde el frente del aula,
su voz resuena por el espacio, atrayendo excesiva atención sobre nosotras tres.

—Tienen suerte, las dos —Tiffany prácticamente escupe las palabras, antes de
girar sobre sus talones para encontrar un asiento vacío. Tan pronto como ella se ha ido,
casi me derrito en mi silla.

Bueno, eso fue agradable, no.

El profesor nos dice que abramos nuestros libros en la página setenta y cinco y
comienza a hablar sobre algo de la clase de la semana pasada. Intento concentrarme en la
pizarra y en las notas, pero cada vez que miro hacia la pizarra, veo la estúpida cabeza
rubia de Tiffany.

Caroline se inclina y susurra —Lamento que hayas tenido que ver eso y que
hayamos hablado como si no estuvieras aquí. Ella me hace tanto enojar. Siempre jugando
a ser la víctima. —El fuego todavía parpadea en sus ojos y sé que sus intenciones son
puras. Ella solo está tratando de ser una amiga.

El resto de la clase pasa en un instante, es decir, una vez que me olvido de la zorra
rubia sentada a unos metros de distancia. Con el recuerdo de ella desapareciendo, en
realidad empiezo a disfrutar. Eso es justo hasta que llega el momento de que se realiza el
experimento práctico.

Nerviosamente, miro a Caroline, —¿Sabes algo sobre este tema de química?

—Estás mirando en directo a una estudiante con sobresaliente —me guiña un ojo,
y la veo encender el mechero antes de reorganizar todos los recipientes y tubos de
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ensayo—. Siéntate ahí y luce bonita, y déjame hacer todas las cosas difíciles —se ríe y
hace crujir sus nudillos.
Página
Ella comienza a mezclar algunos de los líquidos y los pone sobre la llama, mientras
yo observo medio curiosa, medio cautelosa por lo que pueda suceder a continuación.
Cuando el líquido comienza a hervir, cierra la perilla del mechero, pero la llama aumenta
en lugar de disminuir. Las señales de peligro comienzan a sonar en mi cerebro como
señales de tráfico de color rojo brillante.

—Mhh, eso es extraño —su frente se arruga y sus palabras deben ser lo
suficientemente fuertes como para que el profesor las escuche porque lo veo acercarse
por el rabillo del ojo—, creo que este mechero podría estar estropeado.

El profesor Keller se acerca a nuestra mesa y mira más de cerca, cuando toca la
perilla, la llama se dispara como si la hubiera abierto por completo. La llama es tan grande
que puedo sentir su calor en mi cara. Por instinto, Caroline y yo nos apartamos de la
mesa, mientras el profesor Keller intenta apagar el mechero. Tan pronto como toca la
perilla, todo estalla en su cara. Un grito se atora en mi garganta mientras toda la clase
estalla en un caos.

Todo sucede tan rápido que mi cerebro apenas puede seguir el ritmo. El rostro del
profesor Keller está muy quemado y, aunque quiero ayudarlo, no sé cómo. Estoy
demasiado conmocionada para saber algo en este momento. Caroline me agarra del brazo
y me aleja más, mientras un tipo ayuda al profesor a sentarse en una silla cercana. Otros
a nuestro alrededor salen corriendo de la clase, y dos personas están hablando por
teléfono con los servicios de emergencia.

Un par de profesores irrumpen en la sala y nos piden que salgamos. Caroline


nunca se aparta de mi lado mientras salimos del edificio, donde un grupo de personas se
ha reunido. Muchas de las chicas están llorando, y hasta los chicos parecen estar a punto
de romperse.

Cuando miro a Caroline, me doy cuenta de que tiene su teléfono afuera y le está
enviando un mensaje de texto a alguien. Me pregunto brevemente si debería enviarle un
mensaje de texto a alguien, ¿necesito hacerle saber a Shelby que estoy bien? Mi
pensamiento se interrumpe cuando las sirenas de la ambulancia y la policía se acercan a
gran velocidad.

—Salgamos del camino —me dice Caroline y comienza a tirar de mí. La sigo sin
pensar hasta el costado del edificio.
180

—¿No crees que querrán hablar con nosotras? Quizás deberíamos volver —señalo
cuando ya estamos en la esquina. Caroline se detiene y me mira con una expresión
Página

ilegible en su rostro.
—Harlow, escucha, tienes que creerme cuando digo que soy tu amiga. Puede que
no haya comenzado de esa manera, y lo siento, pero ahora soy tu amiga y estoy haciendo
esto para ayudarte.

—¿Haciendo qué para ayudarme? —Apenas puedo decir las palabras antes de que
alguien me agarre por detrás. Una mano cubre mi boca, amortiguando mi grito. Un par
de musculosos brazos rodean mi cintura y me jalan hacia un pecho firme mientras me
arrastran hacia atrás.

Mis ojos buscan a Caroline y veo su rostro antes de que me dé la espalda. Estaba
en blanco como si estuviera tratando de ignorar mi lucha, como si no quisiera reconocer
mi miedo. En medio de mi rabia, mi instinto de lucha se activa y empiezo a patear con
mis piernas y a agitar los brazos a mí alrededor, pero no sirve de nada, básicamente estoy
inmovilizada. Las lágrimas crecen en mis ojos y caen por mis mejillas.

Cuando me doy cuenta de que mi agresor me está llevando hacia un viejo camión,
clavo los talones en el suelo, pero él simplemente me levanta y me lleva hasta allí. Se abre
la puerta del conductor y sale un segundo tipo. Tan pronto como aparece a la vista, mi
corazón se detiene. Banks.

Banks abre la puerta trasera para que quien esté detrás de mí pueda empujarme
hacia adentro. Supongo que es Sullivan u Oliver quien me tiene en un agarre de acero.
Mi pecho se aprieta y más lágrimas escapan de mis ojos, haciendo que mi visión sea
borrosa.

—No llores, no te haremos daño —la suave voz de Oliver me hace cosquillas en el
oído, lo que confirma mi suposición. Esperaba que me empujara hacia la parte de atrás,
pero en cambio, me sujeta mientras se desliza él mismo al asiento trasero. Banks cierra la
puerta detrás de nosotros y se sube al asiento delantero. Tan pronto como lo hace, nos
vamos.

El mundo parece girar a mí alrededor. Estoy sentada en el regazo de Oliver, su


mano todavía cubre mi boca y su otro brazo es como una barra de hierro sobre mi pecho.

Solo entonces me doy cuenta del peligro que corro. Me están secuestrando. Me
llevarán a Dios sabe dónde, con la intención de hacer quién sabe qué.

Cada mal escenario pasa por mi cabeza. El miedo y el terror se extienden a través
181

de mí, haciendo que todo mi cuerpo se estremezca de miedo.

—Shh, está bien —Oliver trata de calmarme, su voz baja y reconfortante. No puedo
Página

evitar preguntarme si este es un enfermizo juego para él. En realidad, no puede esperar
que le crea. Por supuesto, él no sabe que yo lo sé ahora—. Voy a quitar mi mano. Preferiría
que no gritaras.

¿Preferiría? ¡Qué imbécil!

Lentamente, quita su mano de mi boca y aspiro con avidez. No grito, sobre todo
porque realmente no tiene sentido. Estamos en un camión que va por la carretera.

¿Quién va a escucharme?

Cavando profundo, encuentro la fuerza para hablar, para luchar. —¿A dónde me
llevas? ¿Qué vas a hacer?

—Ya te lo dije, somos amigos y estamos tratando de ayudarte.

—No somos amigos —gruño, tratando de luchar contra sus musculosos brazos—.
Y me has hecho daño. Sé que lo has hecho. Shelby me lo contó todo. No tiene sentido que
trates de ocultarlo.

—¿Y qué sería eso? —pregunta, ligeramente divertido.

—Sé que me drogaste el otro día en esa fiesta.

—No sé por qué te diría eso, pero puedo asegurarles que no hice tal cosa. ¿Cuál
sería mi motivo para hacer eso?

—No lo sé, ¿por qué no me lo dices? Ella me dijo que no la dejaste volver afuera y
que le pediste a un tipo que me llevara una bebida con drogas.

—En primer lugar, ¿por qué te drogaría, y luego me sentaría en un coche contigo
durante tres horas hasta que estuvieras sobria, sólo para llevarte a casa? Segundo, si
realmente hubiera hecho eso, ¿por qué Shelby no llamó a la policía?

Sus palabras hacen que la lucha en mí se detenga de golpe.

¿Por iba él a hacerlo y por qué ella no llamó a la policía?

No tiene sentido para mí. Se supone que Shelby es mi amiga. Se supone que ella
debe ayudarme, no lastimarme. ¿Por qué haría tal cosa? Banks da un giro brusco que nos
hace deslizarnos por el asiento de cuero. El movimiento interrumpe mis pensamientos.

El aire sale de mis pulmones cuando casi impacto con la ventana. Me habría
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golpeado la cabeza contra ella si no fuera por los fuertes brazos de Oliver que me rodean.
Página
Es entonces cuando me doy cuenta de que todavía estoy sentada en su regazo.
Alejándome de él, me escabullo de su regazo, me siento junto a él e intento ordenar mis
pensamientos.

Estoy confundida, más allá de confundida.

—No lo sé... pero sé lo que vi. Me mostró fotos de ti y Tiffany. Sé que me


aterrorizaste en la escuela, que colgaste una pancarta con mi número y difundiste
rumores sobre mí.

La cara de Oliver cae ante la mención de esas cosas, y sé que son ciertas.

—No voy a mentirte, Harlow. Todas esas cosas son ciertas, pero eso fue antes...
—Su voz se apaga y parece como si estuviera avergonzado.

Sus palabras duelen más de lo que esperaba. Ya sabía la verdad, pero parte de mí
esperaba que no fuera cierto, que tal vez él lo negara o tuviera una explicación de sus
acciones, pero no es así. La decepción y los celos se asientan profundamente en mi
estómago.

—¿Por qué iba a creer algo de lo que dices ahora? Acabas de admitir haberme
intimidado. Hiciste de mi vida un infierno y ahora, de repente, ¿quieres ayudarme? —Me
burlo, en realidad no pueden esperar que me trague esta historia de mierda.

Oliver parece despechado, pero no derrotado. —Tú tampoco eres inocente. Sí, he
hecho cosas y mis hermanos también, pero tú hiciste algo igual de malo. Queríamos
arruinar tu vida porque arruinaste nuestras vidas cuando le plantaste drogas a Sullivan.

Banks aprovecha ese momento para decir algo por primera vez —Lo que hiciste
hace dos años afectó a toda nuestra familia. El negocio de nuestro padre quebró, tuvimos
que mudarnos, empezar por completo de nuevo. Así que sí, queríamos venganza. Pero
nunca te lastimaríamos físicamente... nunca. —Por alguna estúpida razón, miro hacia el
asiento delantero y mis ojos se encuentran con los de Banks en el espejo retrovisor.

—Todo lo que acabas de decir solo demuestra que debes odiarme y que no debo
confiar en ti.

Oliver suspira en voz alta y se frota la cara con las manos, frustrado —Tendrás que
confiar en nosotros, supongo.
183

—Ya casi estamos ahí —dice Banks, y me pregunto dónde demonios es ahí.
Mirando por la ventana, está claro que hemos dejado la ciudad, dados todos los árboles.
Página
Banks sale de la autopista y se dirige a una carretera más pequeña. Después de algunos
kilómetros más, gira por un camino de tierra y mi pánico comienza a aumentar.

—¿A dónde vamos? —Pregunto, haciendo todo lo posible por mantener la voz
firme.

—Compramos una cabaña aquí para alejarnos de la escuela cuando lo deseemos.


Nos quedaremos allí unos días hasta que sepamos quién está tratando de hacerte daño.

—Nadie está tratando de hacerme daño, y si lo están, estoy más segura en los
dormitorios con tonto y más tonto de lo que nunca estaré aquí con ninguno de ustedes.
—Al final del día, los Bishop y yo siempre seremos rivales, y nada de lo que me digan
cambiará eso.

—Claro, puedes pensar eso todo lo que quieras, pero no saldrás de nuestra vista
hasta que decidamos que es seguro hacerlo —sisea Banks.

Cruzando mis brazos sobre el pecho, miro por la ventana, observando mientras
nos adentramos más y más en la naturaleza.

—Puedes decirme lo que quieras, nunca creeré nada de lo que digas. —Las
palabras salen con más fuerza de lo que esperaba, aunque me siento como si fuera un
pedazo de roca que se desmorona al borde de un acantilado.

Oliver habla esta vez —Está bien. Tal vez no nos creas, pero no puedes negar la
verdad cuando está justo frente a ti, ¿verdad?

—La creeré cuando la vea, y secuestrarme no se ve muy bien para ti. —No me
atrevo a mirarlo, porque en el fondo sé que tiene razón. En el fondo, no hay forma de que
pueda apartar la vista de la verdad. Ahora la verdadera pregunta es... ¿cuál es toda la
verdad?

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Página
22
Llegamos a una cabaña en medio de la nada. Probablemente estemos a kilómetros
de distancia de cualquier otra casa, y aunque no sé hacia donde correr, no dejaré que me
lleven dentro de esa cabaña.

Banks apaga el motor y yo abro la puerta al mismo tiempo. Antes de que se den
cuenta de lo que estoy haciendo, salgo corriendo del coche, dejando la cabaña y a ellos
detrás de mí.

—¡Harlow, detente! —Oliver me llama, pero no le prestó atención ni me doy la


vuelta. Empujando mis piernas para ir tan rápido como puedo, corro como el viento.
Árboles pasan silbando a mi lado mientras mis pies golpean el suave suelo del bosque.
No escucho a nadie siguiéndome, y estoy confundida de que no lo hagan.

Entonces, de la nada, un cuerpo me golpea, los brazos rodean mi cintura mientras


me empujan al suelo cubierto de tierra. Estoy a punto de caer de cara al suelo, pero en
pleno vuelo mi asaltante nos hace girar, así que aterriza con fuerza en el suelo, conmigo
encima de él.

Aun así, el impacto es lo suficientemente fuerte como para sacar el aire de mi


pecho. Cerrando los ojos, jadeo por aire, mientras mi corazón late anormalmente rápido
en mi pecho.

Alguien gruñe pesadamente detrás de mí, pero su agarre sobre mí sigue siendo el
mismo. —Mierda… eso dolió. ¿Estás bien? —Sullivan gime en mi oído.

—Déjame ir y estaré mejor —le respondo. En lugar de dejarme ir, se da la vuelta


para que podamos levantarnos juntos. Manteniendo una mano firmemente envuelta
alrededor de mi brazo, me acompaña de regreso a la cabaña de la que acabo de huir.

Oliver y Banks están de pie en la puerta, ambos con los brazos cruzados sobre el
pecho, dándome una mirada de desaprobación. Oliver en realidad niega con la cabeza
cuando paso junto a él, y siento la necesidad de patearle la pierna.

—No me mires como si fueras mi papá, y acabara de perder mi toque de queda.


Me secuestraste, ¿de verdad pensaste que te dejaría y no trataría de escapar?

—Eres un dolor en el trasero —murmura Banks en voz baja en algún lugar detrás
185

de mí.

Ignoro su comentario.
Página
Cruzando el umbral, entro en la pequeña cabaña, que es básicamente una
habitación grande. Mis ojos se mueven rápidamente, hay una pequeña cocina, una sala
de estar con una pantalla plana, un sillón reclinable, un sofá seccional y en la esquina hay
una cama tamaño king. Solo hay otra puerta además de la puerta principal, y supongo
que conduce a un baño.

No. Infiernos, no.

—No me voy a quedar aquí —grito—. Llévenme de regreso al campus, ahora


mismo —exijo, pero cuando me doy la vuelta, me encuentro cara a cara con los tres chicos.

Me doy cuenta de que cada uno de ellos me da un nivel de severidad diferente.

—No —Oliver da un paso adelante, obligándome a dar un paso atrás—. Deja de


pelear contra nosotros.

—Nunca —frunzo mi labio. Dando otro paso hacia atrás, casi tropiezo con mis
propios pies. Sullivan viene a mi rescate, una vez más, su mano agarrando suavemente
mi bíceps.

El calor de su toque quema mi piel, y en lugar de querer alejarme, quiero


inclinarme hacia su toque, dejar que me rodee con ambos brazos.

—Bueno, esto va bien —suspira Banks, cerrando la puerta y girando la cerradura.


El ruido de eso llama mi atención. Mierda, estoy atrapada dentro de esta cabaña con los
tres, sin salida. El miedo se desliza por mis venas, pero hay algo más allí, algo que reside
justo debajo de la superficie. Es cálido y hace que mi estómago de saltos. No lo entiendo
ni quiero hacerlo. Estos hombres son mis enemigos, nada más.

Con su mano todavía envuelta alrededor de mi brazo, Sullivan se vuelve hacia sus
hermanos. —¿Le explicaste por qué está aquí?

Oliver lanza sus manos al aire, su hermoso rostro plagado de frustración. —Le
dijimos que estaba en peligro, de lo que no hemos explicado. No importa en este
momento, porque ella no va a creer una maldita cosa que le digamos. Shelby le tiene tan
lavado el cerebro que ni siquiera es gracioso. Nada de lo que le digamos hará que nos
crea.

—Está bien, sentémonos y tomemos un respiro —sugiere Sullivan, llevándome al


186

seccional. Nos sentamos y Banks y Oliver hacen lo mismo. Oliver se sienta a mi lado,
dejándome encajada entre él y Sullivan, mientras Banks se sienta en el sillón reclinable.
Página
Un largo y tenso momento de silencio llena la habitación, y todo lo que puedo
pensar es en lo que van a hacer a continuación. ¿Cuánto tiempo pueden tenerme aquí?
¿Cuánto tiempo pasará antes de que alguien se dé cuenta de que no estoy? En realidad,
no me han lastimado, y ya han tenido muchas oportunidades para hacerlo, así que tal vez
estén diciendo la verdad, al menos sobre eso.

—Hipotéticamente hablando… digamos que te creo… que quieres ayudarme y


mantenerme a salvo de alguna amenaza desconocida. ¿Por qué? Ya admitiste odiarme en
un momento. ¿Por qué ya no? ¿Qué cambió eso?

—Bueno —Banks se ríe y juro que se ve aún más guapo cuando sonríe—. Tú. Tú
como que cambiaste todo eso por tu cuenta. No mentimos cuando dijimos que queríamos
venganza. Supongo que nunca tuvimos en cuenta que el odio podía convertirse en algo
más, algo que comenzó a parecerse mucho menos al odio. Cada uno de nosotros pasó
mucho tiempo contigo, y supongo que creciste en nosotros, en más de una forma. —Una
sonrisa traviesa aparece en sus labios y me dice que está hablando de algo más que de la
amistad.

—Oliver dijo que solo éramos amigos.

—No creo que los amigos hagan lo que nosotros hicimos —se ríe Banks.

Mis ojos se mueven entre los tres. Realmente no pueden estar diciendo lo que creo
que están diciendo, ¿verdad?

—Yo… —Mis mejillas se calientan y una roca del tamaño de Texas comienza a
formarse en mi garganta. Ese chico de la fiesta, dijo que me gustaban los tríos.
Suponiendo que lo que están diciendo sea cierto, ¿entonces tenía razón?

—¿Me... me acosté con ustedes tres? —Me estremezco cuando hago la pregunta,
aunque hay una pequeña chispa, una pequeña llama de curiosidad que parpadea dentro
de mí. Avergonzada, entierro mi rostro entre mis manos. Esto está mal, muy mal.

—No te acostaste con los tres. Solo con Sullivan. —Oliver habla entre dientes, su
tono, lleno de veneno, indica su disgusto por el tema. Dejando caer las manos de mi cara,
me vuelvo para enfrentar a Sullivan.

La vergüenza y la culpa se mezclan dentro de sus ojos azul océano y sé de


inmediato que hay más en esta historia de lo que me están contando.
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—Dime. ¿Qué pasó?


Página
—No creo que este sea el momento adecuado para hablar de esto —interviene
Sullivan antes de que alguien pueda decir algo.

—¿Por qué? —Oliver sisea como una serpiente, y la mirada de Sullivan se vuelve
de acero, su mandíbula se aprieta tan fuerte que podría cortar vidrio con el borde.

—Sabes por qué —dice entre dientes.

—Sí, porque te pintaría bajo una luz de mierda, y Dios no permita que eso suceda
—gruñe Oliver, y noto que está vibrando de rabia, todo su cuerpo tenso—. Voy a salir
antes de hacer algo estúpido.

Oliver intenta levantarse, pero lo agarro del brazo tirando de él hacia atrás. —No
te vayas. —No estoy segura de qué me impulsa a decirlo y el sentimiento hay detrás de
eso, pero tan pronto como las palabras salen, Oliver se relaja a mi lado—. Por favor,
cuéntame qué pasó… todo. Lo bueno y lo malo. Quiero recordarlo, pero no puedo, así
que necesito que me lo digas.

—Te seguimos a Bayshore, queríamos meternos contigo, intentar sabotear tu año


escolar, tal vez incluso conseguir que te expulsaran —comienza a explicar Oliver—. Te
seguimos, difundimos rumores... —Su voz se apaga, la vergüenza llena sus ojos ante el
recuerdo.

—Entonces nos volvimos cercanos, realmente cercanos —continúa Banks—. De


hecho llegamos a conocerte y estábamos trabajando en perdonarte, pero luego nos
traicionaste de nuevo... o eso pensamos.

—Negaste habernos tendido una trampa de nuevo —dice Sullivan como si


estuviera perdido en sus pensamientos—, al final, Banks y Oliver te creyeron, pero yo
no… estaba tan atrapado en mi propia ira, tan atrapado en sentir que te habíamos dado
el cuchillo para apuñalarnos de nuevo, que secretamente nos filmé teniendo sexo.

Mis ojos se agrandan ante su confesión, mi corazón casi se tambalea en mi pecho.

¿Nos filmó teniendo sexo?

Mi boca se abre de golpe y no sé si estoy enojada, sorprendida o avergonzada.

—¿Por qué? ¿Por qué harías eso?


188

Sullivan parpadea, sus ojos encuentran los míos. —Estaba enojado, pensé que me
habías hecho enamorarme de ti como parte de un complot contra nosotros. No tenía idea
Página

de que fueras tan inocente. Iba a publicar el video para que todos lo vieran, mostrarte
como la sucia puta que creía que eras, pero no lo hice. Te juro que no, nadie lo vio nunca.
Supe en el segundo que vi la sangre en tus muslos, era yo quien te había hecho daño.
Nuestros padres querían asegurarse de que siguiéramos siendo enemigos, y yo me había
tragado esa mierda. Me tenían comiendo de sus manos. —Sacudiendo la cabeza, mira
hacia otro lado, como si no pudiera seguir mirándome por más tiempo.

—¿Todavía la tienes? La grabación...

Sullivan se vuelve y sus ojos se clavan en los míos. —¿Por qué?

—¿La tienes o no? —Pregunto de nuevo. El aire se espesa cuando todos los ojos se
mueven hacia Sullivan.

Su rostro palidece un poco, y luego dice —Juro que nadie la ha visto excepto yo.

—¿Pero todavía la tienes? —empujo.

—Sí —admite finalmente—. Sí, todavía lo tengo.

—Jesús amigo, ¿no la borraste? —Oliver ladra, y juro que solo busca una razón
para golpear a su hermano. Por otra parte, estoy un poco interesada en verla.

—No puedo creerlo, realmente eres un imbécil —interviene Banks, tan


decepcionado con su hermano como Oliver—. Debería darte una patada en las nueces
ahora mismo.

—Quiero verla. Quiero ver la grabación —Ni siquiera pienso en las repercusiones
o en cómo me va a hacer sentir después. Todo lo que quiero es verla, porque quizás, solo
quizás, revivir mi pasado me haga recordarlo por completo. Sullivan saca su teléfono y
lo revisa, haciendo una pausa tan pronto como encuentra el video.

Lentamente, me lo entrega, la vergüenza y la culpa, entre un montón de otras


emociones cubren sus rasgos. Ignorando cómo me hace sentir eso, tomo el teléfono y, sin
dudarlo, presiono reproducir.

El video comienza, Sullivan y yo estamos en un dormitorio, ya acostados en la


cama, desnudos. Su cuerpo cubre la mayor parte del mío, pero aún me siento rara con
Oliver a mi lado, que puede ver claramente la pantalla.

—¿Quieres que te folle duro y rápido o lento y suave? —La voz de Sullivan sale por el
altavoz y mi respiración se entrecorta. Suena diferente, su tono está lleno de lujuria, su
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voz es más profunda, y llega a las pequeñas grietas de mi alma.

—Lento, por favor —mi voz sale fuerte, y observo con atención cómo comienza a
Página

moverse, sus caderas empujando hacia adelante con determinación. Los músculos de su
espalda se ondulan y parece un hombre con una misión, una misión de placer. Mientras
miro, el calor se arrastra por mi cuello y mejillas, mientras que un hormigueo de calor se
extiende por todo mi centro.

—¿Desearías que los tres hiciéramos esto contigo ahora mismo? ¿Qué nos turnáramos
contigo? Haciéndote correr una y otra vez. —Santa mierda. Casi dejo caer el teléfono. ¿Por
qué me preguntaría eso? Tragando fuerte, miro a Oliver y Banks, que me están mirando
y creando agujeros a través de mí.

—Sí —respondo, sonando sin aliento—. Me gustaría eso…

Al escuchar mi respuesta, dejo caer el teléfono. Se escapa de mis temblorosas


manos y cae al suelo de madera con un fuerte golpe. Los gemidos llenan la habitación
antes de que Sullivan pueda agarrar el teléfono del suelo y detener la grabación.

Mis mejillas están ardiendo y mi cabeza se siente como si estuviera a punto de


estallar en llamas. Básicamente, me miré a mí misma en un video porno mientras tres
chicos me miraban.

Aunque vergonzoso, era necesario, porque me mostró que no estaban mintiendo.


Tuve sexo con Sullivan, no con los tres, pero quería acostarme con todos, eso era obvio,
lo que me dice que todos significan algo para mí.

—Entonces... —Banks se aclara la garganta—. ¿Eso ayudó a refrescar tu memoria?

Alguien, por favor máteme ahora. O al menos me deje desaparecer por un rato.

—No tienes que sentirte avergonzada, Harlow —dice Oliver—. Los tres sabíamos
en lo que nos estábamos metiendo. Habíamos hablado mucho de ello cuando las cosas
empezaron a cambiar entre nosotros. Te deseamos tanto como tú nos deseas a nosotros.

—¿Quieres decir, deseaba? —lo corrijo, sin embargo, todos sabemos que estoy
mintiendo. Incluso si no los recuerdo completamente, de alguna manera mi cuerpo lo
hace, se siente atraído por cada uno de ellos a su manera, cada uno de ellos toma algo
diferente de mí, entregándome de regreso un pedacito de ellos mismos.

—Deja de negarlo. Sabemos que nos quieres y sabes que te queremos a ti. Ya se ha
hecho suficiente daño, se ha perdido suficiente tiempo y no quiero jugar más. —Banks
afirma, de hecho.
190

—No es tan fácil para mí. Mi cuerpo te recuerda, pero mi cerebro no. Tengo miedo,
¿de acuerdo? ¿Cómo puedo confiar en alguien o en algo, cuando ni siquiera puedo confiar
Página

en mi propio cerebro?
—Puedes confiar en nosotros —asegura Sullivan, su mano alcanzando la mía.

—Las lesiones cerebrales tardan un tiempo en sanar y, a veces, los recuerdos nunca
regresan, pero eso no significa que nos vayamos a ir o que dejemos que te pase algo.
—Los dedos de Sullivan se entrelazan con los míos y, por primera vez hoy, me siento
segura.

—¿Por qué no comemos algo y hablamos de lo que pasó hoy? —Oliver sugiere, y
todos asienten en acuerdo.

Deben haberlo planeado porque tanto el refrigerador como la despensa están


llenos de comida. Sullivan calienta algunas comidas ya preparadas y todos nos sentamos
en la pequeña mesa del comedor. Los chicos se meten la comida en la boca a un ritmo
alarmante, mientras yo tomo pequeños bocados, tratando de decidir si tengo hambre o
no.

Mirando entre los tres, empiezo a hablar. —Solo estábamos Caroline y yo en la


mesa. Entonces, si alguien manipuló el mechero, sucedió antes de que entráramos a la
clase. La única otra persona que se acercó a nuestra mesa fue... Tiffany. — Traté de decir
su nombre con una voz normal, pero la aversión por ella se refleja claramente en mi
tono—. Ella me dijo que ustedes tenían algo...

Banks se ríe —Por supuesto que lo hizo. Sin embargo, no tienes ninguna razón
para estar celosa de ella. La usamos para ponerte celosa, nada más que eso.

—¿Te acostaste con ella? —No sé qué me impulsa a preguntar, pero tengo que
saberlo.

—No, ninguno de nosotros se acostó con ella ni con ninguna de sus amigas
—interrumpe Sullivan. A pesar de todo esto, sé que debería ser más precavida, debería
preocuparme por lo que está sucediendo, pero no lo hago. Los hermanos son las únicas
personas que han sido honestas conmigo. Son las únicas personas que se han esforzado
por contarme mi pasado, nuestro pasado.

—Bueno, supongo que eso me hace sentir un poco mejor —digo las palabras en
voz alta, aunque no era mi intención.

—Te extrañamos mucho, y pateamos el trasero de Sullivan por ti. Después de lo


que hizo, tiene suerte de que no lo repudiáramos —afirma Oliver, antes de reírse y el
191

sonido me atraviesa. Es tan profundo y cálido, y solo quiero decirle que siga hablando y
riendo, pero eso sería extraño, ¿verdad? Dejando caer mi mirada hacia mi comida,
Página

empujo los trozos con mi tenedor.


Entonces me golpea de repente por qué estoy aquí, todas las piezas apiladas dentro
de mi cabeza, trayéndome a este mismo momento. Mi padre había dicho que yo estaba
en peligro, y ahora los hermanos decían que estaba en peligro. ¿Pero de quién venía el
peligro?

—¿Quién querría hacerme daño?

—Honestamente, no lo sabemos. Primero, fue el... —Las palabras de Banks se


cortan cuando un suave golpe suena contra la puerta. Los tres hermanos intercambian
una mirada como si estuvieran hablando con nada más que sus ojos. Oliver se aparta de
la mesa y se dirige a la puerta, dejando entrar a quien esté al otro lado. Inmediatamente,
empiezo a sentirme nerviosa y dejo caer el tenedor en mi plato.

—¿Cómo va todo? ¿Se encuentra ella bien?

¿Caroline? Me levanto de la silla, casi tirando la cosa al suelo. Ella está parada en
la entrada, su rostro contraído, la culpa parpadeando en sus ojos.

—Harlow, lo siento —dice, tan pronto como cruza el umbral. En el fondo, sé que
debería estar enojada con ella por haberme traído aquí, pero no lo estoy. No puedo
estarlo. Parece que los hermanos Bishop y Caroline son las únicas personas que me dicen
la verdad, o realmente cualquier cosa en este momento.

—No lo sientas. Está bien. —Le aseguro con una suave sonrisa. Ella asiente como
si aceptara mi palabra, y Oliver cierra la puerta, sellándonos a todos adentro.

—¿Qué pasó en verdad, prima? —Banks implora.

¿Prima? Me quedo mirando, pensando que tal vez lo escuché mal. Sullivan capta
mi desconcertada expresión facial e interrumpe antes de que Caroline pueda empezar a
hablar.

—Caroline es nuestra prima —anuncia, y lo miro sin expresión. En realidad, tengo


la intención de decir que de ninguna manera, ¿en serio? pero siento que el sarcasmo no es
necesario en este momento.

—¿Todavía no se lo has dicho? —Caroline susurra, dándole un codazo a Oliver en


el costado.

—¿Cuándo te hubiera gustado que le dijera? Tratar de mantenerla en esta cabaña


192

ha sido suficiente trabajo. —Oliver bromea antes de darme una brillante sonrisa, los
efectos de dicha sonrisa envían una oleada de calor hasta los dedos de mis pies.
Página
Caroline se encoge de hombros —Supongo que no importa. Es bueno que la hayas
sacado de ahí. No sé qué demonios está pasando. No hubo evidencia de nada, ningún
juego sucio, dicen que fue el mechero el que funcionó mal, pero todos sabemos que sería
demasiada coincidencia.

La forma en que lo dice, con tanta convicción, me asusta un poco.

—Lo resolveremos. No te preocupes, Harlow —dice Sullivan.

—¿Quieres comer algo, prima? —Banks ofrece y Caroline asiente furiosamente.

—Me muero de hambre... déjame tomar un poco de esto —señala Caroline al pastel
de carne. Me doy cuenta de que solo hay cuatro sillas, y todas están ocupadas, así que me
levanto para sentarme en el sofá.

—Ya terminé de comer, puedes quedarte con mi silla —le digo—, pero cuando
trato de pasar junto a Banks, me agarra por la cadera y me pone en su regazo.

—No seas ridícula. Puedes sentarte conmigo —sonríe, mientras mi trasero hace
contacto con su pierna. Debería alejarme, pero sentarse en su regazo se siente normal, y
se siente aún mejor tener su pesado brazo envuelto alrededor de mi cintura, sujetándome
fuertemente a él.

Jesús. Tiene que haber algo mal en mí.

Caroline come y habla un poco más antes de despedirse. Cuando se va, me siento
ansiosa e insegura.

Una cabaña. Tres hermanos y yo.

193
Página
23
Los chicos hablan entre ellos por un rato, y luego todos nos trasladamos a la sala
de estar y vemos un poco de televisión. La habitación parece tan pequeña con los cuatro
dentro, y juro que la temperatura también sube. Intercalada entre Banks y Sullivan en el
sofá, mis ojos comienzan a ponerse pesados por el cansancio.

—¿Lista para ir a la cama? —Oliver pregunta, obviamente viendo mis cansados


ojos. Miro hacia la única cama de la habitación—. Para dormir, nada más —aclara al ver
mi aprensión.

—¿Vamos a dormir todos en una cama?

—Nah, haremos que Sullivan duerma en el sofá. Es una cama tamaño king,
cabemos tres de nosotros, así que tú, yo y Oliver podemos dormir juntos. ¿A menos que
no estés de acuerdo con eso?

—No, está bien. —Mis ojos vuelven a la cama. Es enorme, y no sería justo hacer
que dos de ellos duerman en el suelo mientras yo tengo esa enorme cama para mí sola—
. Tienes razón, es lo suficientemente grande para nosotros tres.

Banks sonríe y siento este estúpido impulso de trazar sus labios con los míos. Me
pregunto a qué sabrá. ¿Si será tan embriagador para mis papilas gustativas como lo es
para mis otros sentidos?

Sullivan me da una camisa de gran tamaño y pantalones cortos para usar en la


cama y me cambio en el baño. Tengo la sensación más extraño en mi estómago mientras
lo hago. Es una mezcla de excitación e incorrección. Estoy a punto de dormir en una cama
con dos chicos, con un tercero en la misma habitación. Todos los chicos con los que admití
querer acostarme. No estoy segura de qué dice eso sobre mí, en todo caso.

Sacudiendo la sensación, salgo del baño y descubro que ya se han puesto cómodos.
Sullivan está tirado en el sofá con las manos detrás de la cabeza, le falta la camisa y su
cuerpo perfectamente esculpido está en exhibición. Mojándome los labios con la lengua,
trato de desviar la mirada, pero es muy difícil. Las cimas y valles de su pecho me siguen
llamando.

Encontrando algo de fuerza interna, aparto la mirada y murmuro un buenas


noches en voz baja. Oliver y Banks están en la cama, acostados a ambos lados sin camisa
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como su hermano, y me han dejado mucho espacio en el centro.


Página
Dulce bebé Jesús. Mis ovarios se están volviendo locos, y el calor que sentí antes
pulsa bajo en mi abdomen. Desde el pie de la cama, me arrastro hasta mi lugar designado
y me deslizo entre las sábanas. Oliver rueda entonces, uno de sus gruesos brazos
musculosos me envuelve, atrayéndome hacia su pecho.

—Si esto te molesta, dímelo, pero te quiero cerca. Sólo para abrazarte, nada más
—Susurra Oliver en mi oído, y me estremezco al sentir el cálido aliento que se desliza
sobre mi fría piel. Puedo sentir la dureza de su cuerpo moldeándose contra el mío como
dos piezas de arcilla uniéndose.

Acurrucada contra su costado, inhalo el aroma limpio del jabón y el agua de lluvia.
Me calma y me hace sentir cálida y cómoda. Banks se mueve sobre el colchón antes de
darse la vuelta para mirarme. Al igual que sus hermanos, parece un dios griego, tallado
en piedra, su cuerpo perfectamente esculpido, su mandíbula firme y su cabello revuelto.
Nuestros ojos chocan entonces, y en el fondo de su mirada, veo un huracán de emociones
arremolinándose.

Con una mano gentil, se extiende y aparta algunos mechones de cabello sueltos de
mi cara.

—Pensé que nunca te volveríamos a ver. —La admisión de Banks me sorprende


muchísimo. Parece el bromista del grupo, pero en este momento no parece bromear. De
hecho, parece serio, tan serio que casi da miedo.

—Bueno, estoy aquí ahora. —Las palabras apenas salen de mis labios. Siento como
si estuviera atrapada entre el fuego y el hielo, mi cuerpo es empujado en dos direcciones
diferentes.

—Sí. Sí, lo estás. —Él sonríe, su pulgar vagando sobre mi labio inferior. Sus ojos
siguen el movimiento, su color se oscurece, lujuria y necesidad dando vueltas y vueltas.

Bésame. Grito internamente, aunque no estoy segura de por qué. La atracción que
siento hacia estos chicos es magnética, e incluso si mi cerebro no puede recordar por qué
son importantes, mi cuerpo y mi corazón sí lo hacen.

—Buenas noches, Harlow —susurra un segundo después, alejando su mano,


derramando un cubo de agua helada sobre mí deseo al perder el contacto. Sus ojos se
cierran y apoya la mano contra el colchón en el pequeño espacio entre nosotros.
195

—Dulces sueños, Harlow. —Oliver acaricia mi cabello y siento sus palabras en mis
huesos. La habitación se vuelve silenciosa y parece que me lleva una eternidad cerrar mis
Página

propios ojos. Después de un tiempo, el calor en mis venas se apaga y el agotamiento gana,
arrastrándome profundamente a la oscuridad. Con los tres hermanos en la habitación,
nada puede tocarme, herirme, y dejo que eso se hunda en mi mente mientras me
adormezco.

Estoy de pie en la cubierta de un barco. Mis manos están en la barandilla mientras un


viento fuerte sopla a través de mi cabello. Hace frío, tanto frío, y me muerdo el labio para reprimir
el sollozo que amenaza con rasgarme la garganta. Mis emociones están fuera de control, en
cortocircuito. De la nada, un fuerte empujón detrás de mí me hace perder el agarre, el frío metal
desaparece de debajo de mis dedos. En segundos estoy volando a través del aire frío de la noche, mi
cuerpo esperando que llegue el dolor.

Un grito desgarrador sale de mi pecho y pasa rápidamente por mis labios un momento antes
de que mi cuerpo golpee el implacable mar. El dolor me recorre con el impacto, petrificando mis
huesos mientras una aterradora oscuridad me traga por completo. Hundiéndose como una roca
hasta el fondo del mar. El pánico se apodera de cada célula de mi cuerpo, robando a mi cerebro
cualquier pensamiento menos uno. Supervivencia.

Se necesita todo dentro de mí para hacer a un lado la sensación de mil agujas pinchando en
mi piel que el agua helada me deja. Me arden los pulmones, rogando, suplicando por aire, pero no
tengo nada que darles. Cerrando los ojos con fuerza, supero la rigidez de mis miembros y empiezo
a patear mis piernas con todo lo que me queda. No moriré sin luchar.

Nado a través de la oscuridad y hacia la superficie, dándolo todo, pero no es suficiente. La


corriente es demasiado fuerte, el agua demasiado oscura. Soy demasiado débil.

El mar me está tragando entera... y todo lo que queda es la muerte.

Finalmente ha llegado para mí... finalmente es el momento.

El aire llena mis pulmones y mis ojos se abren mientras me siento y miro a mí
alrededor para orientarme. ¿Dónde estoy? ¿Qué está pasando? Por un momento estoy
suspendida en el tiempo, insegura de todo lo que me rodea. El sudor gotea por un lado
de mi cara, y el sonido de los latidos de mi corazón zumba en mis oídos. Algo se mueve
a mi lado y miro, volviendo lentamente a mis sentidos.

—Fue solo una pesadilla, todo está bien, tú estás bien —me tranquiliza Oliver. Mi
garganta se aprieta, las palabras se niegan a salir en ese momento. No estaba bien, sin
embargo. Me estaba muriendo, ahogándome, sola en la oscuridad. El mar me tragaba
196

entera.

Temblores de miedo me recorren mientras recuerdo el sueño como si realmente


Página

me hubiera pasado a mí, y luego me doy cuenta de que... así fue. Casi me ahogo. Alguien
me empujó fuera de un barco. Alguien me quiere muerta y no sé por qué. El miedo dentro
de mí se dispara y me encuentro rodando y enterrando mi rostro en el pecho desnudo de
Oliver. Inhalando su aroma masculino, trato de alejar las preocupaciones.

—Shh, nunca dejaré que nada te vuelva a pasar —murmura Oliver, sus labios
suaves contra mi frente. Todo mi cuerpo está temblando ahora, pero le creo. Su mano
extendida sobre mí, acaricia suavemente mi espalda de arriba a abajo, el solo movimiento
me aparta del brumoso miedo que me rodea. Con cada roce de su mano, siento menos
miedo y más excitación. Un fuego se enciende en lo profundo de mis entrañas.

Echando la cabeza hacia atrás, miro a Oliver, su rostro está surcada por el sueño,
pero sus ojos son magníficos, profundos y oscuros, como chocolate derretido.

—¿Estás bien? —La apagada voz de Banks suena detrás de mí. Las sábanas crujen
y luego lo siento más cerca, su duro cuerpo rozando el mío. Oliver mueve su mano y
Banks se acerca aún más hasta que me pone entre él y Oliver.

—Casi muero. En mi sueño, me estaba muriendo, y nadie me salvaba, y el agua


entraba deprisa —gimo, incapaz de contenerme un segundo más. Oliver acaricia mi
rostro con su mano, su pulgar rozando mi labio, mientras sus ojos se clavan en los míos.

—Salté al agua esa noche para salvarte. De ninguna manera iba a dejar que te
ahogaras. No estabas sola, Harlow, y nunca volverás a estarlo.

¿Él me salvó? ¿Saltó al agua y me salvó? Antes de que pueda captar completamente
el significado de la declaración, sus labios están sobre los míos. Soy vagamente consciente
de los dedos de Banks hundiéndose posesivamente en mi cadera, jalando mi culo hacia
su dureza. Con los labios de Oliver sobre los míos, Banks me quita el cabello de la nuca y
me salpica la piel de besos. Instantáneamente mi cuerpo se derrite, mi interior se
convierte en lava fundida.

Oliver acuna mi cara entre sus manos y continúa su asalto a mis labios, besándome
como un hombre hambriento de comida. Bebe de mis labios como si fuera un dulce
néctar, su lengua se desliza en mi boca y acaricia la mía. El más mínimo de los gemidos
se desliza por mi boca mientras el agarre que Banks tiene sobre mí se hace más fuerte, sus
dedos se clavan en la tierna carne. Oliver se traga mi gemido, pero no antes de que Banks
pueda oírlo. De nuevo, aprieta la carne, amasándola en su mano, sus dedos jugando con
la cintura de mis pantalones cortos.
197

Oh, demonios, quiero sus dedos en mí, no, los necesito en mí. Necesito que el dolor
Página

que se forma entre mis muslos se incremente antes de quemarme.


Rompiendo el beso, aspiro un precioso soplo de oxígeno antes de susurrar
—Quiero hacer con ustedes lo que hice con Sullivan. —Hablo con ambos y, aunque no
puedo ver la cara de Banks en ese momento, el profundo gruñido que emite de su boca y
contra mi piel me dice que lo aprueba.

—No tienes que hacerlo. No se trata de eso. Sí, te deseamos, pero es más profundo
que eso. Es mucho más que sexo, Harlow.

No puedo comprender sus palabras en este momento, no con los labios de Banks
en mi piel, y Oliver a mi lado, sus labios hinchados y sus ojos salvajes por la necesidad.
Él está diciendo una cosa, pero su cuerpo está actuando de otra manera, el gran bulto
presionando contra mi muslo lo delata. Quiere esto tanto, como yo, y necesito
demostrárselo.

—Sé que no se trata de sexo, pero los quiero a los dos. Siento como si me estuviera
quemando por dentro. No entiendo la necesidad, o por qué, todo lo que sé es que tengo
esta conexión con cada uno de ustedes y quiero fortalecerla. Me duele estar tan cerca y
no tener las mismas cosas con ustedes dos que con Sullivan. Quiero que esa conexión
crezca.

—Sexo o no sexo, estamos conectados. Eso nunca cambiará —susurra Banks contra
mi piel, su voz profunda y ahumada.

—Por favor —suplico una última vez, y como si la sola palabra tuviera poder, la
resolución de Oliver se rompe. Alejándose, se quita los pantalones cortos. Banks hace lo
mismo y luego juntos me ayudan a quitarme la ropa. Haciéndome rodar sobre mi
espalda, Oliver lentamente me quita la camisa mientras su hermano hace lo mismo con
mis pantalones cortos. No les toma mucho tiempo, y antes de que me dé cuenta, estoy
completamente desnuda, no solo en un sentido físico sino también en uno emocional.
Siento como si le estuviera dando a cada uno de ellos un pedazo de mi quebrado corazón.

Banks se inclina hacia adelante, presionando sus labios contra los míos, su beso es
más caliente, más profundo, más salvaje que el de Oliver y me marca con sus labios,
dejándome ardiendo. Puedo sentir a Oliver moviéndose contra las sábanas, y luego siento
sus dedos, rozando suavemente mi vientre, moviéndose más y más abajo. Mis piernas se
abren solas y tiemblo de anticipación.

—Tu cuerpo es un templo, Harlow, y merece ser adorado —susurra Oliver, su tono
198

grave y vibrante va directo al epicentro de mi núcleo. Quiero responder, pero no puedo.


Mis labios están moldeados a los de Banks y la posesividad de su beso me dice que no
Página

me dejará ir, pase lo que pase.


—Voy a probarte, lamer y chupar, mordisquear y devorar cada centímetro de tu
rosado coño.

Oh Dios, sí, por favor, sí. Mis dedos aprietan las sábanas y mi corazón galopa en mi
pecho cuando siento la primera lamida de la lengua de Oliver.

Banks rompe el beso y un bajo gemido se escapa de mis labios. —Tan jodidamente
bonita y perfecta. Fuiste hecha para nosotros, tu cuerpo, tu corazón y tu alma —sisea, sus
manos encuentran mis dos pechos. Amasa la carne, haciendo rodar mis fruncidos
pezones entre dos dedos. Con los ojos muy abiertos, miro fijamente sus orbes de cristal
azul, quedándome fascinada por ellos. Me arqueo ante su toque mientras al mismo
tiempo levanto mis caderas, necesitando más, mucho más.

—Codiciosa. Qué chica tan codiciosa —Oliver se ríe contra mis pliegues, y como
si tuviera una línea directa en mi mente, comienza a devorarme, acariciando su nariz
contra mi clítoris, lamiendo mi entrada. Dentro y fuera, dentro y fuera, su lengua girando
en círculos.

—Puedo ver lo mojada que estás, cuánto nos deseas. Córrete por toda la lengua de
mi hermano para que podamos reclamarte... —Banks ordena con voz ronca, y juro que
solo su voz tiene algún tipo de hechizo sobre mí. El calor en mi vientre se extiende hacia
afuera, y mientras Oliver me lame más rápido, alternando entre lamidas y chupadas, me
encuentro acercándome más y más al borde del precipicio.

Dos dedos me entran sin previo aviso, extendiéndome. Espero que haya algo de
dolor, pero no lo hay, de hecho, no hay nada más que placer. Provocan chispas,
encendiendo mi orgasmo como un cohete que se dirige hacia la luna. Un tirón más de mi
pezón, y dos inmersiones más dentro de mi estrechez y estoy volando por el aire, todo
mi cuerpo ardiendo, como una estrella fugaz, ardo a través del cielo nocturno.

Un grito ahogado se atora en mi garganta mientras caigo a través de la nada, mis


ojos se cierran y mis uñas se hunden en la carne que ni siquiera sabía que estaba
aferrando. Oliver gruñe profundamente entre mis muslos mientras lame mi orgasmo.
Parpadeo, abro los ojos y encuentro a Banks observándome, la mirada en sus ojos es
posesiva y me dice que esta noche lo significa todo para él. Oliver se aleja, y yo me quedo
aturdida, mil emociones diferentes agitan la superficie.

—Ponte de lado —dice, empujándome suavemente para que me dé la vuelta. Hago


199

lo que me pide, retomando la misma posición en la que estábamos antes. Oliver está
frente a mí y Banks está detrás de mí. La única diferencia ahora… es que estamos todos
Página

desnudos.
Puedo sentir la dura longitud de Banks presionando contra las mejillas de mi culo
mientras besa mi hombro desnudo, antes de rozar mi oreja con sus dientes —Esta noche,
vamos a hacerte el amor lentamente. Mostrarte lo mucho que nos importas, y cómo
realmente somos uno. Nos perteneces y nunca más tendrás que estar sola.

Al tragar, alejo todos y cada uno de los pensamientos. Pase lo que pase mañana,
me ocuparé de ello, de mis emociones, de mis pensamientos. Todo puede esperar.
Cayendo en la sensación de nada, excepto ellos dos, gimo cuando Banks una vez más
comienza a besarme, sus labios chupan la tierna carne debajo de mi oreja.

Oliver levanta mi pierna y la coloca sobre la suya, abriendo mi centro hacia él. Me
jala hacia su cuerpo, su polla rozando mi sensible clítoris mientras se alinea con mi
entrada. Un suave jadeo llena el aire mientras se desliza dentro, estirándome lentamente,
tan lentamente, que creo que podría morir.

Banks gime en mi oído como si fuera él quien se deslizara dentro de mí. Sus manos
recorren cada centímetro de carne, mi pecho, cuello y caderas, mientras su hermano se
hunde dentro de mí, más y más profundamente hasta que no siento nada más que a él.
El aire sale de mis pulmones y mi cuerpo una vez más se siente como si estuviera
ardiendo.

Una vez asentado completamente, me da un momento para ajustarme a su tamaño.


Me siento tan llena, pero también contenta, como si esto fuera exactamente lo que
necesitaba. Por primera vez, no me preocupa que vuelvan mis recuerdos. No me siento
rota ni perdida. Toda la confusión de mi mente se ha ido y fue reemplazada por las
sensaciones que Oliver y Banks me están dando. No hay necesidad de preocuparse
porque, en esta habitación, tengo todo lo que quiero o necesito.

Oliver sale de mí casi por completo, solo para volver a entrar. Su movimiento hace
que mi espalda presione con más firmeza contra Banks. Cada terminación nerviosa de mi
cuerpo comienza a hormiguear, necesitando más, y como si Banks entendiera esa
necesidad, comienza a tocarme de nuevo, pasando sus dedos por mi espalda, hombros,
brazos y viene a descansar contra mi culo. Me pregunto si él quiere reclamar esa parte de
mí también.

—Sé que estás pensando en ello. En dejarme tomar tu culo virgen, y lo haré, pero
no esta noche... —Oh, Dios. El gruñido que emite podría despertar a los muertos, y cuando
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sus dientes se hunden en mi hombro, un espasmo de placer irradia fuera de mi núcleo,


haciendo que me apriete alrededor de la longitud de Oliver. Oliver se aferra a mí con
Página

fuerza, sus dedos se clavan en mi piel mientras me mira con tanta necesidad y certeza
que podría llorar. Su cuerpo está tenso, sus músculos tiemblan con cada empuje,
diciéndome cuánto quiere esto, cuánto lo necesita.

—He soñado con esta noche, con tenerte por primera vez, con correrme dentro de
ti. —Sus ojos son salvajes y llenos de vida. Es arriesgado, lo sé, pero estoy tomando la
píldora y sé que nunca me pondrían en peligro de esa manera.

—Sí —jadeo, sintiendo la inconfundible acumulación de placer llenando mis


venas. La idea de que él se corra dentro de mí solo me excita más. Banks tira de mis
duros pezones y aprieta su polla contra mi culo, haciendo que Oliver golpee algo más
profundo dentro de mí. No puedo evitarlo, no hay forma de contener el placer que me
recorre.

—Voy a correrme dentro de ti... —Oliver gime y yo asiento, mientras el placer se


apodera de mí.

Todo mi cuerpo tiembla y mi pecho sube y baja como si estuviera corriendo un


triatlón. Como una banda elástica demasiado estirada, me rompo, el eufórico placer
inunda cada célula de mi cuerpo, y mi canal se aferra al eje de Oliver con venganza,
negándose a soltarlo.

Continúa empujando a través de mi orgasmo, sus dientes apretados y su agarre


fuerte, hasta que encuentra su propia liberación solo un momento después, su polla se
hincha antes de que su caliente semilla espesa me llene.

Oliver permanece dentro de mí por otro momento, su polla se ablanda. Ambos


estamos jadeando, incapaces de recuperar el aliento, pero a él no le importa eso, y a mí
tampoco. Sus labios encuentran los míos de nuevo. Me besa con nada más que cruda
pasión y yo gimo en su boca.

No puedo tener suficiente de él... ellos.

Nuestros labios todavía se tocan cuando él se retira de mí. Tan pronto como lo
hace, Banks aprieta mi cadera y me empuja hacia su ingle. Su polla se desliza entre mis
pliegues desde atrás con facilidad, por la liberación de su hermano y la mía.

—Joder, Harlow... no sé si puedo hacerlo despacio —admite Banks, su aliento


caliente abanicando contra mi hombro—. Te deseo tanto, y te he deseado durante tanto
tiempo que no he tenido sexo desde la primera noche que nos besamos. Estuve acabado
201

después de esa noche, completamente hipnotizado por ti.


Página

—Tómame como quieras —las palabras salen con una exhalación.


Lento, rápido, no me importa. Todo lo que quiero es a él dentro de mí.

—Señor, ayúdame, haces que sea muy difícil ser un caballero cuando dices cosas
así. —Sin previo aviso, se desliza dentro de mí, tocando fondo con facilidad, la cabeza de
su polla se encuentra con el extremo de mi cérvix. Una vez más, estoy llena, tan llena,
pero como mi cuerpo debería, se ajusta a la longitud de Banks de la misma manera que
lo hizo con la de Oliver.

El placer me sobrepasa mientras Banks me folla, literalmente me folla, sus


embestidas son tan duras como sus besos y tan fuertes como su amor.

Oliver baja la cabeza, tomando mi pezón en su boca y entre sus dientes.


Suavemente muerde, y un relámpago de placer me atraviesa, haciendo que los dedos de
mis pies se doblen. Un fuerte gemido llena la habitación, mi gemido.

Por una fracción de segundo, creo que debería estar callada, pero no se me ocurre
una buena razón. Estamos en medio de la nada, ¿quién me va a escuchar? ¿Sullivan? Ya
he tenido sexo con él y él sabe que deseo a sus hermanos tanto como a él. Si se despierta,
estoy segura de que no le importará, es decir, si no está ya despierto.

—Mierda, estás tan apretada y perfecta. Me has arruinado para cualquiera, lo has
hecho, Harlow. —Banks gruñe cada palabra, y suena como si apenas estuviera
aguantando. Su agarre se aprieta, su fuerza aumenta, y quiero caer profundamente en su
toque. Quiero dejar que me trague entera.

—Puedo escuchar lo mojada que estás, el sonido de todos nuestros jugos


uniéndose. Es caliente como la mierda, es la cosa más caliente que he visto o escuchado.
—Declara Oliver, sus labios presionando calientes besos sobre mi pecho. Oh Dios. Está
ocurriendo otra vez. No sé cómo, pero es... el placer se está incrementando, y esta vez casi
duele. Se siente como si estuvieran extrayendo fuera de mí.

—Córrete conmigo... necesito correrme... —Banks está desquiciado, salvaje, una


bestia que está reclamando su derecho en mi corazón.

—Sí... sí... —gimoteo, jadeo tan fuerte que podría desmayarme. El placer florece
dentro de mí como una flor que se abre por primera vez. Oliver chupa mi pecho con tanta
fuerza que hay un borde de dolor en el placer. Con la otra mano, amasa la sensible carne,
recorriendo la línea entre el placer y el dolor.
202

Los dedos de Banks se clavan en la piel alrededor de mis caderas mientras se aferra
a mí con todas sus fuerzas, como si tuviera miedo de que desapareciera. Empuja dentro
Página

de mí una y otra vez, y siento que va más profundo cada vez. Se siente como si se
estuviera marcando a sí mismo dentro de mí, asegurándose de que nunca olvide lo que
es tenerlo allí.

—Me corro —apenas consigo decir antes de explotar, estallando como una bomba.
El orgasmo es tan poderoso, que veo estrellas ante mis ojos, cada músculo de mi cuerpo
convulsiona en su agarre. Cada célula de mi ser está en llamas, y por un momento, no sé
dónde estoy, todo lo que conozco es un placer inquebrantable.

Banks gruñe y se detiene dentro de mí después de una última y poderosa estocada.


Mis hinchados labios se abren, y un grito ahogado se libera del interior de mi pecho
cuando siento el calor de su liberación inundar mi canal. Con su rostro enterrado en mi
cabello, ambos bajamos como plumas flotantes, desde nuestra altura.

La cabeza de Oliver está acurrucada contra mi pecho mientras la habitación se


vuelve silenciosa. Los gemidos y los jadeos se convierten lentamente en respiraciones
uniformes. Banks todavía está dentro de mí y no hace ningún movimiento para salir.
Todos simplemente nos quedamos ahí, nuestros cuerpos entrelazados.

—¿Estás bien? —pregunta Oliver, salpicando suaves besos contra mi piel.

—Más que bien. Me siento completa... como si estuviéramos unidos.

—Eso es lo que te he estado diciendo, ¿no es así?

—Sí, y lamento que me haya tomado hasta ahora darme cuenta.

—Está bien, te perdono. —Casi puedo ver la sonrisa en el rostro de Banks a mi


espalda, lo que me hace sonreír. Mis ojos se sienten pesados y me siento tan contenta que
podría dormir así, y tal vez lo haga. Banks se desliza fuera de mí y ambos me envuelven
en sus brazos, creando un capullo. Mi respiración comienza a estabilizarse cuando
escucho a alguien moverse, solo entonces recuerdo por qué debería haber estado callada.

Sullivan.

—Ustedes chicos en serio, jodidamente apestan —murmura en voz baja. Banks y


Oliver se ríen a mi lado, toda la cama vibra con su risa, pero me siento mal. Un segundo
después, escucho a Sullivan levantarse del sofá y el sonido de la puerta del baño
cerrándose. Considero brevemente levantarme para ir a buscarlo, para darle algo
también, pero decido no hacerlo. Sullivan me tuvo primero, y me tendrá de nuevo,
203

pronto.
Página
Entonces descubro, mientras estoy a medio camino entre el sueño y la vigilia, que
no importa si mi cerebro no puede recordarlos, porque mi corazón y mi cuerpo nunca los
olvidará.

204
Página
24
A la mañana siguiente, espero que las cosas sean un poco incómodas, pero me
sorprende gratamente cuando no es así. De hecho, es todo lo contrario. Todo se siente
bien, como debe ser. Estoy deliciosamente adolorida y termino pasando unos buenos
treinta minutos en la ducha dejando que el agua caliente golpee mi espalda antes de salir
y vestirme.

Cuando regreso a la sala de estar, Oliver está parado frente a la estufa preparando
el desayuno, mientras Banks desaparece en el baño. Sullivan está sentado en el sofá,
navegando por los canales, así que decido unirme a él. Me siento a su lado, dejando unos
centímetros entre nosotros, pero él niega con la cabeza y agarra mi brazo, tirando de mí
hacia su costado.

—Creo que merezco un abrazo, al menos —sonríe Sullivan, y puedo sentir mis
mejillas calentarse al pensar en lo de anoche.

Encogiéndome, murmuro —Siento que te hayan dejado fuera...

—No lo hagas, —interrumpe—. Uno, me lo merecía. Dos, no compartí con ellos la


primera vez que te tuve. Tres, todo esto se trata de ti... y sonabas como si lo hubieras
pasado bien, muy bien, y para mí, eso es todo lo que importa.

—¿Ustedes niños quieren panqueques? —Oliver pregunta desde la estufa.

—Sí, me muero de hambre —responde Sullivan. En ese momento, mi estómago


gruñe tan fuerte que sé que él puede escucharlo, y con una sonrisa, agrega— Harlow
también.

Unos minutos después, Banks sale del baño, recién duchado y vestido para el día,
y todos nos sentamos a la mesa a comer juntos.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora? —Pregunto mientras ensarto un trozo de


panqueque con mi tenedor—. ¿Nos vamos a esconder aquí o podemos volver a clases
hoy?

—Necesitamos averiguar quién está tratando de hacerte daño primero —murmura


Oliver mientras empuja un trozo de panqueque entre sus labios.

—Sin embargo, no vamos a descubrir eso aquí, ¿verdad? Además, ¿y si lo del


205

mechero fue un accidente real? Los accidentes ocurren todo el tiempo —respondo,
agarrando mi vaso de leche.
Página
—¿Y tú siendo empujada fuera del barco? ¿Y atropellada por un coche? ¿Y drogada
en una fiesta? ¿Todo eso es coincidencia? ¿Cada uno de ellos fue un extraño accidente?
—señala Sullivan, y no puedo discutir con eso. Uno podría considerarlo un accidente,
pero todos ellos, sí, no. Lo que significa que debo aceptar el hecho de que alguien está
tratando de matarme.

—Ya atrapamos a Shelby en una mentira, ¿tal vez ella tuvo algo que ver con eso?
—sugiere Banks.

—No lo sé... —Pienso en todo el tiempo que he pasado con ella en las últimas
semanas. Nunca ha habido nada extraño en ella. Parece una gran amiga, mis padres
parecen quererla, y había fotos de nosotros en mi habitación, fotos en las que me veía
muy feliz.

—¿Por qué mi mejor amiga me querría muerta?

—No estoy seguro —responde Banks—. Realmente no sé por qué alguien querría
que murieras.

—Me odiaste en un momento dado, entonces, ¿quién puede decir que otras
personas no lo hagan? —Ante la mención de nuestro pasado, el rostro de Banks se tensa,
un músculo de su mandíbula salta.

—No creo que nuestro odio fuera totalmente merecido, no para ti, de todos modos.
Creo que tu padre tiene la mayor parte de la culpa... en realidad, todos nuestros padres.
Antes de tu accidente, siempre creímos lo que nuestros padres nos dijeron sobre tu
familia, pero después de contratar a nuestro propio investigador privado, descubrimos
que, aunque tu padre parecía ser el principal instigador, nuestro padre tampoco estaba
tan limpio como se hizo a si mismo parecer.

—¿Saben por qué nuestros padres han tenido esta disputa durante tanto tiempo?
—Por lo que he podido averiguar hasta ahora, la rivalidad de nuestras familias comenzó
hace años por algunos negocios. Se culparon mutuamente por intentar destruir el negocio
del otro, sabotear los acuerdos inmobiliarios y arrebatar clientes de alto perfil. Sonaba
horrible para todos los involucrados.

—Esta es la cuestión... —Oliver coloca otro panqueque en el plato de Banks—.


Siempre pensamos que se trataba de negocios, eso es lo que nos dijo nuestro papá.
206

Cuando hicimos que el investigador privado investigara a tu padre, desenterró algunas


cosas sobre su pasado... sobre el pasado de nuestros dos padres. —Agarra un plato para
Página
sí mismo y toma asiento, y yo estoy sentada allí esperando con la respiración contenida
a que termine su declaración.

—¿Qué encontró? —Pregunto, tratando de no sonar demasiado ansiosa.

Sullivan responde a mi pregunta cuando Oliver comienza a devorar sus


panqueques. —Aparentemente, nuestros papás se conocen desde hace mucho más
tiempo del que les gusta hablar. De hecho, crecieron juntos y lo creas o no, incluso solían
ser amigos.

—¿Amigos? —La forma en que escuché a mi mamá hablar sobre los Bishop hace
que sea difícil creer que haya algo más que odio entre esos dos, pero tiene sentido. Para
odiar a alguien, tienen que haberte hecho daño de una manera que corte más profundo
que la superficie.

Metiendo mis manos debajo de mi barbilla, pregunto —¿Qué pasó? ¿Qué los hizo
convertirse en enemigos?

—Eso, no lo sabemos. —Oliver responde esta vez—. Pero vamos a averiguarlo.


Hemos terminado de ser las marionetas de nuestros padres y hemos terminado de dejar
que tus padres te controlen.

¿Me controlen? ¿Mi padre me pidió que le pusiera esas drogas a Sullivan? ¿Me
estaba usando, o tomé la decisión de hacerlo por mi cuenta? Mirando el panorama
general, actualmente, sí, pero antes, no lo sé. Sé que mi padre está teniendo una aventura
con alguien, pero ¿eso significa que me mintió sobre todo lo demás... o que me quiere
muerta? No puedo pensar que mi propio padre me quiera muerta, pero ya no sé qué es
verdad y qué es mentira. Incluso los pocos recuerdos que me han vuelto están
difuminados... como si hubieran pasado por una licuadora.

—Lamento todo lo que pasó entre nuestras familias. No sé si me disculpé antes,


pero... —Mi voz se desvanece mientras me pierdo dentro de mi propia cabeza.

—No te disculpes. Todos hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos, cosas
que se hicieron para otra persona. Ya no somos esas personas. —Sullivan se calma, y
quiero inclinarme hacia él, dejar que me sostenga en sus brazos, pero en vez de eso,
extiendo mi mano hacia él. La toma, frotando su pulgar sobre la parte superior, calmando
lentamente el dolor en mi pecho.
207

—Me gustaría poder recordar todo. Si pudiera entonces tal vez sería capaz de
ayudar más.
Página
Banks niega con la cabeza: —Sería bueno que recordaras, pero no creo que el hecho
de recordar cambie nada. No viste quién te empujó fuera del barco, y dudo que puedas
recordar quién te golpeó con el auto.

—Sí, supongo que tienes razón. Me siento tan inútil —murmuro.

—Está bien, los recuerdos volverán eventualmente, o tal vez no lo hagan. De


cualquier manera, haremos nuevos recuerdos para reemplazar los que perdiste —dice
Oliver, sus esculpidos labios se tornan en una sonrisa deslumbrante.

—¿Y ahora qué? —Pregunto.

—El mismo investigador privado que contratamos en ese entonces está


investigando el incidente en la escuela. Esperemos aquí durante dos días, y si no
encuentra nada, partiremos de ahí. Pase lo que pase, nuestra mayor prioridad es
asegurarnos de que estés protegida.

CUANDO ME DESPIERTO al día siguiente, todos los demás ya están levantados,


así que me tomo mi tiempo para salir de la cama. El olor a café recién hecho y tocino
impregna el aire, y mi estómago, por supuesto, tiene que gruñir para hacerme saber que
lo aprueba.

—Mira quién finalmente despertó. —Oliver se burla, mientras él mismo está


ocupado en la cocina. Mis ojos se fijan en Banks, que está sentado en la mesa del comedor,
con los ojos pegados a su teléfono celular. Sullivan no está a la vista, así que supongo que
está en el baño o tal vez incluso fuera.

Como si supiera que estaba pensando en él, la puerta del baño se abre y aparece
Sullivan. Intento apartar la mirada, pero ¿cuál es el punto? En cambio, me permito
beberlo, mis ojos vagan sobre su recién duchado y esculpido cuerpo. Maldición. Casi me
trago la lengua, la misma lengua que me gustaría usar para lamer las gotas de agua
restantes de su piel. Jesús, necesito dejar de pensar con mi vagina. Pero es tan
malditamente difícil cuando, además de la fina toalla que cuelga de sus caderas, está
completamente desnudo.

Debo dejar de mirar. Cuando mis mejillas comienzan a arder, desvío la mirada hacia
su rostro.
208
Página
Su cabello está mojado, lo que hace que el color marrón rojizo parezca casi negro,
lo que resalta el azul marino de sus ojos, haciéndolos parecer más brillantes. Sabiendo
muy bien que lo estoy mirando, me da una sonrisa descarada.

—¿Ves algo que te guste? —Mueve sus espesas cejas, y juro que mi rostro se vuelve
cincuenta tonos de rojo. No debería ser tímida sobre esto, sobre ellos, pero por alguna
razón, todavía lo soy. Quiero decir, me he acostado con cada uno de ellos, así que no
tengo ninguna razón para que mi cara se ponga cara roja simplemente mirándolos, pero
no puedo detenerme.

Banks levanta la vista de su teléfono —Sullivan, deja de intentar seducir a Harlow


y ponte algo de ropa. Nadie quiere ver tu polla, incluida ella.

—¿Estás seguro? Parece que Harlow quiere ver mi polla, tal vez incluso tocarla.

Señor, por favor sálvame.

—¿Qué piensa, señorita Lockwood? ¿Le gustaría tocarla? —Sullivan se ríe.

Sacudiendo avergonzada la cabeza, me muevo para levantarme e ir al baño cuando


me viene un recuerdo a la cabeza.

—Harlow, esto no está sujeto a negociación. Eres una Lockwood y debes proteger a esta
familia, su nombre y su negocio. Si eso significa hacer algunas cosas a la gente que se lo merece,
que así sea.

Esa es la cosa. Ya no me importa si son culpables o inocentes. Estoy cansada de ser una
Lockwood, cansada de cumplir las órdenes de mi padre.

—He terminado. Ya no voy a ser tu marioneta. Encuentra a alguien más —hablo entre
dientes, empujándome de la silla para salir de su oficina. Quiero ser mi propia persona, y no puedo
hacer eso mientras esté atrapada bajo el pulgar de mi padre.

—No es que los Bishop sean inocentes, Harlow. Se lo han buscado ellos mismos.

La ira hierve a fuego lento en mis venas, casi llegando al punto de ebullición. —
Sullivan no se lo buscó. ¡Me hiciste plantar esas drogas! Me hiciste arruinar su vida. Nunca debí
haberte escuchado. Si esto es lo que significa ser una Lockwood, ¡entonces no quiero ser parte de
esta familia nunca más!
209

Una mirada de sorpresa se apodera de sus rasgos —No quieres decir eso.

Curvando los labios, dejo que cada gramo de rabia que siento cubra mis palabras: —Si
Página

quiero. He terminado. Quiero salir. Si no me dejas ir, entonces encontraré otra forma. De una
forma u otra, esta farsa se acabó. —No me molesto en mirarlo mientras salgo de su oficina. Hice
mi elección porque, a mis ojos, aunque los Bishop no son inocentes, tampoco mi padre lo es.

Parpadeo para alejar el recuerdo. Mi padre me obligó a hacerlo. No fue mi propia


elección, y ese pensamiento me tranquiliza más de lo que pensaba. No me di cuenta de
lo mucho que me pesaba el no saber. Pensé que era una persona terrible. Tal vez no era
tan mala después de todo.

—Oye, ¿estás bien? —La voz de Sullivan está cubierta de preocupación, su tono
burlón desapareció—. Solo estaba bromeando... Me pondré algo de ropa.

—No, no es eso.

—¿Qué pasa? —Oliver deja lo que está haciendo en la cocina y se acerca a la cama.
Toma mi mejilla y examina mi rostro como si fuera a encontrar alguna dolencia
subyacente—. Te ves pálida.

—Acabo de recordar algo… una pelea con mi padre. Debe haber sido antes de que
yo viniera aquí. Le dije que había terminado. Ya no quería ser más una Lockwood. —La
habitación se queda en silencio a mí alrededor, los tres hermanos me miran. Una
sensación de malestar instalándose en mi interior—. ¿No piensan que es... es mi padre,
quien me querría muerta? —Pregunto, mirando a los ojos preocupados de Oliver.

—No lo sé. Nada ni nadie está fuera de la mesa en este momento. —Asiento con la
cabeza. Supongo que tiene razón, aunque mi instinto me dice lo contrario... no pudo
haber sido mi propio padre. Estamos caminando por una pendiente resbaladiza, y si su
odio hacia los Bishop es tan profundo como creo que es, entonces muy bien podría haber
sido él.

—También recordé algo más, que mi padre fue quien me hizo plantarte las drogas,
Sullivan.

—Ya nos lo imaginábamos —dice Sullivan, como si hacer lo que hice no hubiera
arruinado todos los aspectos de su vida. Por la forma en que Matt lo hizo sonar, él lo tenía
todo, y luego aparecí arrancándolo todo de debajo de sus pies.

—Bueno, es posible que lo hayas hecho. Pensé que antes de mi accidente yo era
una perra, e incluso pensé que podría haber sido mi idea destruir tu vida. Así que es
bueno saber que al menos no fue idea mía. No era yo quien quería hacerte esto. Yo era
210

simplemente un peón, alimentado con mentiras y me dijeron que hiciera cosas en honor
al nombre de Lockwood.
Página
—Lo que sea que hicimos en el pasado, está en el pasado ahora. No te culpes por
nada. Te perdoné hace mucho tiempo, y me alegro de que me hayas perdonado a cambio
—dice, tomando mi mano, y así como así, me siento mucho mejor. Sí, ambos cometimos
errores, pero todos los cometemos, algunos simplemente más grandes que otros.

AL TERCER DÍA de nuestra escapada a la cabaña, empiezo a inquietarme. Todos


decidimos que esperaríamos hasta el final del día para ver si el investigador privado
podía encontrar algo Si no encontraba nada, entonces volveríamos a Bayshore esta noche.
Las horas se alargan y Banks continúa revisando su teléfono para ver si aparece algo.

—Voy a correr —anuncia Oliver, levantándose y caminando hacia su bolsa de


lona. La revisa y saca un par de gastados Nikes. Se los pone y se dirige a la puerta,
deteniéndose brevemente con la mano en el pomo—. No debería estar fuera por mucho
tiempo, así que si no regreso en una hora, llamen a un grupo de búsqueda. —Sonríe y
sale por la puerta, cerrándola suavemente detrás de él, dejandonos a Banks, Sullivan y a
mí solos.

Miro entre ellos, y ambos me miran con un calor en sus ojos que conozco bastante
bien ahora. Han pasado tres días desde que tuve sexo con Oliver y Banks, y desde ese
día, ha sido cada vez más difícil alejar mi deseo y necesidad por los tres. Los deseo a todos
juntos, pero no estoy segura de poder manejar eso todavía.

—Voy a darme una ducha. —Una fría.

—Está bien, ¿quieres que me una? —Sullivan mueve las cejas hacia arriba y hacia
abajo, la sonrisa que me está dando va directo a mi núcleo. Muerdo mi labio inferior para
sofocar mi gemido. Si dijera que sí, eso dejaría a Banks aquí solo, y no podría hacerle eso.

Poniéndome de pie, pongo mi labio inferior entre los dientes y lo miro, batiendo
mis pestañas seductoramente —¿Y si lo hiciera? ¿Vendrías?

—Oh… me gustaría más que venirme. Yo me vendría y tú también lo harías. —Me


guiña un ojo, pero no me pierdo la forma en que su mirada se oscurece ante mis palabras.

—Si lo llevas a la ducha, entonces yo también voy —nos informa Banks, dándome
también una sonrisa derrite-bragas, lo cual está bien ya que no llevo ninguna. Solo tenía
un par, y después de lavarlas una vez, decidí solo usar mis pantalones cortos.
211

Sullivan y Banks intercambian una mirada, sus sonrisas se ensanchan como si


Página

hubieran ideado un plan secreto del que yo no sé nada. Poniéndose de pie, acechan hacia
mí mientras camino hacia atrás. No les tengo miedo, en todo caso, es todo lo contrario.
Estoy excitada, mi sangre zumba, mi cuerpo entero está electrificado esperando que uno
de ellos haga un movimiento, que ponga sus manos sobre mí.

—Desde la otra noche, me he preguntado cómo te verías con mi polla en tu boca


—Banks se lame los labios y no puedo apartar los ojos del movimiento de su rosada
lengua mientras recorre su labio inferior. Todo en lo que puedo pensar es en esa lengua,
contra mi piel, golpeando mi clítoris hasta que explote.

—Y todo en lo que yo podía pensar era en lo celoso que estaba de que mis
hermanos tuvieran una probada de ti, pero yo no, —sonríe Sullivan, su mano se mueve
hacia la parte delantera de sus holgados pantalones cortos de gimnasia—. Mi polla ha
estado dura durante días repitiendo esa noche en mi cabeza una y otra vez. La forma en
que te desintegraste cuando te llevaron al orgasmo una y otra vez. Tus gemidos y jadeos.
Los dulces sonidos que hiciste quedarán grabados para siempre en mi mente.

Casi jadeo cuando la parte de atrás de mis rodillas hace contacto con la cama,
afortunadamente, debido a que se tambalean tanto, estoy segura de que me caeré en
cualquier segundo. Observo como Sullivan merodea hacia mí desde el frente, mientras
Banks viene hacia mí desde un lado. Tan depredador.

Ambos llegan a la cama al mismo tiempo, Sullivan me saca la camisa, liberándome


de la tela sin decir una palabra.

En segundos, estoy desnuda y ni siquiera estoy segura de cómo sucedió tan rápido.
Todo lo que sé es que el aire fresco se siente bien contra mi piel caliente. Caigo sobre el
suave edredón, mientras los dos chicos me contemplan con miradas salvajes; como si yo
fuera una solitaria cierva vagando por el bosque y ellos fueran dos lobos que no han
comido en semanas.

—Es su turno —digo descaradamente, mirando sobre sus cuerpos todavía


vestidos. Banks se mueve primero, se quita la camisa con facilidad y la tira al suelo junto
a él. Luego se baja los pantalones cortos y su enorme erección se libera.

Santa mierda, ¿eso ha estado dentro de mí?

No tuve la oportunidad de mirarlo antes, estaba oscuro y todo eso, así que ahora
lo estoy mirando como si fuera un lingote de oro que alguien ha puesto frente a mí. Es
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grueso y venoso, la cabeza en forma de hongo se ve suave, y me pregunto cómo se sentiría


contra mis labios.
Página
Mi núcleo se aprieta ante el mero pensamiento. Lo deseo desesperadamente. Estoy
tan enamorada de él que apenas noto que Sullivan se quita la ropa. Banks enrosca sus
dedos alrededor del grueso eje, dándole un fuerte apretón. Mis pezones forman guijarros,
endureciéndose instantáneamente, y puedo sentir un chorro de humedad entre mis
pliegues. Esto es tan erótico. Yo, ellos, desnudos. Yo mirándolo con su mano envuelta
alrededor de su polla. Es la guinda de un pastel de chocolate triple de tres pisos, y soy yo
quien sostiene el tenedor.

—¿Quieres esto? —pregunta Banks, su voz baja y gruesa. Toca algo profundo
dentro de mí. Asintiendo con entusiasmo, muerdo mi labio inferior cuando me hace la
siguiente pregunta— ¿Dónde lo quieres?

Respondiendo sin dudarlo, le digo —En mi boca.

Banks sonríe, y mi atención se aleja de él cuando mis ojos se fijan en Sullivan, que
también está de pie frente a mí, desnudo como el día en que nació. Su cuerpo es
magnífico, y mi boca se abre cuando mis ojos se mueven sobre cada músculo
perfectamente esculpido. Hombros que están desarrollados y parecen hechos para
sostener el mundo, abdominales como una tabla de lavar, que me dan ganas de lamer
entre cada división.

Quiero besarlo y tocarlo. Todo mi cuerpo está ansioso por estos dos hombres.
Inclinándose hacia adelante, Sullivan toma mi barbilla con dos dedos y me atrae hacia él.
Sus labios aterrizan contra los míos, el beso es fuego, y dientes y pasión devoradora. Las
sábanas susurran a mi lado y siento a Banks acercarse a mí.

Sus dedos se posan en mi hombro mientras aparta los sedosos mechones rubios.
—Un día, te follaré tan fuerte que me sentirás en cada célula de tu cuerpo por el resto de
tu vida.

Qué declaración tan audaz. Quiero decírselo, pero todo lo que sale es un gemido
gutural que es amortiguado por los labios de Sullivan mientras mordisquea mi labio
inferior, sus dientes rastrillando la tierna carne. Banks me salpica la garganta y el hombro
con besos calientes, chupando la piel con fuerza antes de lamer el dolor con la lengua.

—Ponte a cuatro patas para mí, bebé —murmura Sullivan, su pecho sube y baja
rápidamente. Me toma un momento comenzar a moverme, mi cabeza todavía está en las
nubes, pero una vez que llego a la posición de manos y rodillas, estoy de regreso.
213

Jadeando con fuerza, me doy cuenta de que mi excitación gotea vergonzosamente por
mis muslos.
Página
—Mierda, estás tan mojada. Es tan jodidamente excitante saber que te hacemos
esto. —Sullivan desliza una mano por mi espalda y miro a Banks, que me contempla con
ojos entrecerrados y oscuros. Se parece al lobo feroz, y quiero desesperadamente que me
coman.

Se acerca a mí, usa una mano para llevar su polla a mis labios y la otra para levantar
mi barbilla. La suave y aterciopelada cabeza de su polla roza mis labios, justo cuando
Sullivan entra en mí con dos dedos. Buen señor. Mi boca se abre, un gemido sin aliento
llenando el aire mientras la calidez recorre mis venas. Paso mi lengua, sobre la hendidura
y debajo de la cabeza de la polla de Banks, una picante salinidad explota contra mi lengua.

Los ojos de Banks parecen ensancharse mientras hago esto una y otra vez hasta
que él está gimiendo y yo estoy montando la mano de Sullivan, meciéndome hacia
adelante y hacia atrás contra sus dedos.

—Chúpale la polla, Harlow. Toma su polla a esa boca virgen y déjalo correrse en
ella —me anima Sullivan, y no puedo evitarlo. Hago lo que me ordena, succionando solo
la cabeza en mi boca. Banks suelta su polla y echa la cabeza hacia atrás, un gemido que
suena más como un gruñido es arrancado de su musculoso pecho.

Girando mi lengua alrededor de la cabeza, trato de concentrarme en complacer a


Banks, pero Sullivan lo hace casi imposible. Sus dedos hacen una especie de magia vudú
en mi coño. En segundos, estoy más que jadeando. Estoy follando sus dedos,
persiguiendo una liberación que sé que solo él puede darme.

Estoy tan cerca, tan malditamente cerca, un grito se atora en mi garganta, y mi


pecho se aprieta, mis piernas comienzan a temblar y luego, justo cuando estoy a punto
de detonar, saca los dedos. Gimo alrededor de la polla de Banks.

—Shhh, él te dará tu liberación... —me calma Banks, su pulgar rozando mi mejilla.


Centímetro a centímetro, entra lentamente en mi boca mientras Sullivan lleva su polla a
mi entrada, cubriendo su grosor con mi excitación. Sus manos encuentran mis caderas,
sujetándome posesivamente mientras me acerca a su ingle.

Para el momento en que Sullivan entra en mí, Banks tiene toda su polla en mi boca
y sus caderas empujan suavemente. La punta de su longitud golpea la parte posterior de
mi garganta y me atraganto, pero eso no detiene a Banks ni a Sullivan.
214

De hecho, es como si el sonido los animara porque Banks continúa metiéndose en


mi boca, sonriendo, sus ojos centelleando con su propia oscuridad mientras golpea el
Página
fondo de mi garganta, mientras Sullivan comienza a moverse más rápido, y más rápido,
sus caderas pistoneando, su bolas golpeando contra mi culo.

La habitación se llena con nada más que nuestros gemidos y la bofetada de su piel
contra la mía. Estoy ardiendo, el sudor se forma en mi frente, y gimo alrededor de la
longitud de Banks mientras Sullivan aprieta mis caderas. Con sus dedos clavándose en
mi piel, sé que habrá moretones y quiero que los haya. Quiero recordar esto, sentirlo
durante todo el tiempo que pueda después.

—Joder, estás tan apretado, tan caliente... —Él se estrella contra mí, y es como si
estuviera perfectamente equilibrada entre los dos, con cada embestida, chupo más fuerte
a Banks empujándonos a los tres más y más cerca de la imaginaria línea de meta.

—Estoy cerca... —sisea Banks entre dientes, su rostro se tensa—. Me voy a correr
en tu boca. Si no quieres que lo haga, tienes que parar ahora. —En respuesta, succiono
más fuerte y él entrelaza sus dedos en mi cabello, animándome a ir más rápido. La saliva
gotea por mi barbilla, mientras le dejo usar mi boca como su hermano usa mi coño.

—Eres perfecta, tan jodidamente perfecta, Harlow —canta Sullivan, mientras se


inclina hacia adelante y me da un caliente beso en el hombro. La polla de Banks parece
crecer en tamaño, y con un gruñido, comienza a correrse, sus dedos sosteniendo mi
cabeza en su lugar mientras su espesa corrida llena mi boca. Trago tanto como puedo,
pero un poco se escapa de mi boca cuando Banks libera su polla, la punta se desliza sobre
mi labio inferior.

Con mi barbilla apretada entre sus dos dedos, me obliga a mirarlo —Es tu turno,
bebé. Córrete por toda la polla de mi hermano.

—Sí... —Jadeo, sintiendo nada más que a Sullivan mientras entra en mí, una y otra
vez, follándome como una salvaje bestia.

—Estoy cerca, tan cerca... —gruñe.

—Yo también... —Inhalo un fuerte aliento, cada músculo de mi cuerpo se tensa.


Estoy más caliente que el sol, mi cuerpo entero estalla en una bola de llamas una vez que
finalmente alcanzo mi orgasmo. Sullivan se derrumba junto conmigo, mis paredes lo
aprietan con tanta fuerza que casi duele.

—Santo jodido, Jesús —nunca había escuchado a Sullivan sonar tan sin aliento,
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como en ese momento. Banks me suelta la barbilla y me desplomo hacia delante sintiendo
que la pegajosa corrida de Sullivan cubre el interior de mi útero.
Página
—Eso fue... —Trago contra el edredón.

—Increíble —bromea Banks.

—Intenso —agrega Sullivan.

—Todo lo anterior —digo después de un momento, mi respiración y latidos


regresan lentamente a un ritmo normal.

—Creo que Oliver realmente se va a arrepentir de haber hecho esa carrera —se ríe
Banks, lo que me hace reír también. Sullivan se aleja lentamente de mí y me da un suave
beso en la mejilla. En ese momento, la puerta principal de la cabaña se abre y entra un
sudoroso Oliver.

—¿Qué me perdí? —pregunta, sus ojos asimilando la escena frente a él.

Banks se baja de la cama y se vuelve a poner los pantalones cortos —Solo la jodida
cosa más sexy de la historia, pero me aseguraré de contártelo todo más tarde.

Oliver pone los ojos en blanco, pero no me pierdo la primitiva mirada que me está
dando. Eventualmente, tendré que tener los tres a la vez, y estoy empezando a pensar
que podría ser lo suficientemente fuerte para eso.

216
Página
25
Oliver anduvo deprimido durante unas horas, claramente descontento por
perderse la diversión. Sullivan y Banks también se aseguraron de burlarse de él sin
descanso. Después de tomar una ducha, volví y me encontré con Banks revisando su
teléfono nuevamente. No pasó mucho tiempo antes de que diera malas noticias. Mis
padres habían ido a la policía y habían presentado un informe de persona desaparecida
porque no habían tenido noticias mías, y los guardias que había enviado mi padre, así
como Shelby, no me habían visto en tres días. Ahora hay policías haciendo preguntas por
todo el campus.

Supongo que debería empezar a llevar mi teléfono conmigo. Simplemente no vi el


punto hasta ahora, ya que no tenía a nadie a quien llamar ni esperaba que nadie me
llamara.

—Queremos que vengas y te quedes con nosotros en nuestra casa. No es seguro


para ti estar sola en los dormitorios, y como no vivimos en el campus, si pasa algo, nos
llevará un rato llegar allí.

—Está bien, déjenme primero en el campus. Hablaré con la policía y aclararé esto.
Luego puedo pasar por los dormitorios y recoger algo de ropa y un par de cosas más.

—No creo que sea una buena idea, podemos pasar por la estación de policía de
camino a nuestra casa —dice Oliver.

—Realmente necesito ir al dormitorio y conseguir algo —insisto. Solo me quedan


un par de píldoras anticonceptivas. Necesito tomarlas continuamente, o me meteré en
problemas. Más que problemas, mi vida habrá terminado.

Oliver y Sullivan intercambian una mirada, y no estoy segura de lo que están


discutiendo en su extraña comunicación entre hermanos, pero desearía que me dejaran
participar.

Estoy casi segura de que van a decir que no, así que me preparo para una
discusión, pero me sorprende cuando Sullivan dice —Está bien, puedes hacer lo que
tienes que hacer y nos quedaremos en el campus cercano.

—Gracias —murmuro, y Banks decide poner su mano sobre la mía. No puedo


evitar lo feliz que estoy de tener a estos tres hombres a mi lado.
217

Cuando llegamos a los dormitorios un rato más tarde. Hay dos coches de policía
Página

aparcados justo enfrente, pero no veo a los agentes de policía hasta que salgo del coche.
Antes incluso de tener la oportunidad de explicar, dos policías más vienen corriendo
hacia nosotros, con las armas desenfundadas, gritándonos a todos que nos tiremos al
suelo.

Estoy tan sorprendido, que no sé qué hacer, o decir, o incluso pensar. Estoy a punto
de tirarme al suelo cuando me doy cuenta de que no me están hablando a mí, sino a los
chicos.

—¿Qué... qué pasa? —Le pregunto a uno de los policías, que actualmente está
poniendo un par de esposas a Banks.

—¿Está bien, señorita? ¿Le hicieron daño?

—¿Por qué me harían daño? No hicieron nada. Por favor, deténganse —le suplico.

—Sus padres nos dijeron que la habían secuestrado tres hombres —me dice el
policía. La preocupación y la confusión se convierten en ira y comprensión en un abrir y
cerrar de ojos.

—¡Libérelos ahora! Nadie me secuestró. Fui con ellos por mi propia voluntad, y la
última vez que lo comprobé soy una adulta que puede tomar sus propias decisiones.

Casi inmediatamente son liberados y se acercan para estar a mi lado. Banks se frota
las muñecas y le da una al policía mirada asesina, pero no dice nada.

—¿Estás bien? —pregunta Oliver, tomando mi mano entre las suyas. Fuerzo una
sonrisa tranquilizadora y asiento.

—Nos gustaría tomar una declaración, solo para nuestros registros —me dice uno
de los policías.

—¿Qué hay que decir? No pasó nada. Fui a una cabaña con mis amigos durante
tres días, fin de la declaración —digo bruscamente.

Sé que no es culpa del policía, pero él está aquí ahora mismo, y mis padres no, así
que supongo que tendrá que lidiar con mi ira.

—Bien, te dejaremos con eso entonces. —Los policías se miran unos a otros antes
de volver a subir a sus coches patrulla. Los veo alejarse, incapaz de ocultar la sucia mirada
en mi cara.
218

Una vez que se pierden de vista, vuelvo mi atención a los chicos. Los tres me miran
sin nada más que preocupación y sólo entonces me doy cuenta de que estoy temblando.
Página

Tengo esta abrumadora necesidad de abrazarlos a todos, y como Oliver es el más cercano,
lo abrazo primero. Me sostiene cerca de su pecho por un momento antes de soltarme, así
puedo abrazar a Sullivan y Banks también.

—Sólo quiero que todo esto termine —digo finalmente.

—Será pronto. Lo resolveremos —dice Sullivan, y casi parece una promesa.

—Está bien… chicos, esperen aquí. Subiré realmente rápido y recogeré mis cosas.

—Iré contigo —anuncia Banks, y puedo decir por su tono y la tensión de su cuerpo
que no va a aceptar un no por respuesta. Mientras que Oliver y Sullivan están felices de
que yo tome la delantera, la preocupación de Banks por mí supera su habitual naturaleza
despreocupada. Ofreciéndole mi mano, la toma y entrelaza nuestros dedos.

Entramos juntos tomados de la mano, y entonces se me ocurre ¿está él de acuerdo


con este tipo de DPA?9 No quiero presionar esto, lo que sea que seamos, ninguno de
nosotros le ha puesto una etiqueta todavía, y no quiero ser la primera en hacerlo. Empiezo
a apartar mi mano, queriendo darle algo de espacio, pero no consigo mover mi mano ni
un centímetro antes de que él apriete su agarre. Me mira con una ceja levantada y yo
trago. De acuerdo, no le importa si alguien nos ve tomados de la mano.

Cuando llegamos a la puerta de mi habitación, hay música a todo volumen a través


de la pesada madera que me hace saber que Shelby está aquí.

—Shelby está aquí, ¿te importaría esperar en el pasillo? Quiero hablar con ella a
solas. Necesito saber por qué me mintió sobre Oliver en la fiesta.

Banks no se ve feliz, de hecho, parece que podría patear el trasero de alguien en


cualquier momento, pero está de acuerdo, de todas formas —Estaré justo al otro lado de
esta puerta si me necesitas, y si no sales en unos minutos, patearé la maldita cosa.

No podría evitar poner los ojos en blanco ante sus tendencias alfa aun si lo
intentara. —Mhh, ¿qué tal si la dejo abierta y así puedes entrar de la manera normal?

Encogiéndose de hombros, dice —Supongo, si quieres quitarle la diversión.

Me suelta la mano y tomo una calmante respiración antes de agarrar el pomo de


la puerta y girarlo, abriendo la puerta. Apenas he cruzado el umbral cuando veo a Shelby
219

corriendo por la habitación, viene directamente hacia mí, como un toro furioso. Su cuerpo
choca contra el mío, sus brazos me rodean, envolviéndome en un fuerte abrazo.
Página

9
Demostración Pública de Afecto
—Harlow, oh, Dios mío. ¡Estaba tan preocupada por ti! ¿Dónde estabas y por qué
no tenías tu teléfono contigo? No tuve otra opción. Esos estúpidos guardaespaldas que
envió tu padre no se iban, y no sabía dónde estabas, y traté de encubrirte, pero...

Ella sigue y sigue, y de ninguna manera voy a decir una palabra si no consigo que
tome un respiro y deje de hablar.

—Está bien. Estoy bien, mira, viva y bien

Shelby se aleja, sus ojos se llenan de lágrimas —Estaba tan preocupada por ti. Eres
mi mejor amiga, y ya te han pasado suficientes cosas últimamente. No puedo arriesgarme
a perderte de nuevo.

Sus palabras no tienen sentido para mí, especialmente si ella es quien puso las
drogas en mi bebida, pero no puedo ignorarlas.

Tiran de las fibras de mi corazón, y creo que es porque no quiero creer que una de
mis únicas amigas, mi mejor amiga, pueda ser quien me lastime.

—Shelby… necesito preguntarte algo, y quiero que seas completamente honesta


conmigo. ¿Por qué mentiste acerca de que Oliver me drogó en esa fiesta? —Parece que la
pausa más larga de la historia de la humanidad ocurre entre nosotros.

—¿Qué? Yo... —Por un momento, creo que lo va a negar. Tal vez invente otra
mentira, pero luego, en lugar de decir algo, comienza a llorar. Se cubre la cara con las
manos, todo su cuerpo tiembla, porque está llorando muy fuerte, y todo lo que puedo
hacer es envolver mi brazo alrededor de ella.

—Lo siento, Harlow —se ahoga entre sollozos—. Lo siento.

—Solo dime lo que pasó. ¿Por qué mentiste?

—Solo estoy tratando de protegerte, Harlow. Lo juro. —Eso suena un poco


inverosímil dado lo que hizo.

—¿Drogándome?

—¿Qué? ¡No! No te drogué. No sé quién lo hizo. No estaba mintiendo sobre eso.


Algunos tipos me distrajeron y me impidieron volver a salir... simplemente no era Oliver,
y no vi a nadie poner nada en tu bebida.
220

—¿Entonces por qué dijiste eso?


Página

—Para mantenerte alejada de ellos. Son malas personas, Harlow. No me creerías,


nunca lo haces, ¡pero es verdad! Te lastimaron mucho. Tenían a toda la escuela en tu
contra. La pancarta... eso no fue lo único que hicieron, ¿sabes? Te aterrorizaron, y luego
te sucedieron todas estas otras cosas, y en cada ocasión los Bishop estaban allí. Eso no es
una coincidencia.

—Shelby, sé que estás tratando de ser una buena amiga, pero debes confiar en mí
en esto. No son los hermanos Bishop los que están detrás de mí. Sí, me acosaron antes del
accidente, pero ya no es así, las cosas han cambiado entre nosotros.

—Hay más, Harlow… —Shelby se limpia algunas lágrimas de sus ojos, que ahora
están hinchados y rojos, con la manga—. Sus padres me contactaron hace un tiempo.
Querían que te espiara. No quise hacerlo. Les dije que no, que nunca te traicionaría. Pero
luego me amenazaron. Me dijeron que si no les daba información, lastimarían a mi familia
y con todo lo que pasó con mi papá, no podía arriesgarme a que lo lastimaran a él, ni a
mi mamá. —Por alguna razón, estoy frenética, necesito saber de qué está hablando. ¿Por
qué irían a Shelby?

—¿Qué quieres decir con espiar? ¿Cuando? ¿Qué querían saber y qué les dijiste?
—Me estoy agarrando a un clavo tratando de encajar todas las piezas del rompecabezas.
Hay cosas que sé ahora y cosas que no entiendo del todo, o que todavía no recuerdo, y
todo es tan confuso.

Shelby exhala un suspiro. —Me contactaron justo antes del incidente del barco. Al
principio, solo querían saber cosas como si estabas viendo a alguno de sus hijos. Les dije,
no, por supuesto, ustedes se odiaban. Luego sucedió el accidente automovilístico y
siguieron contactándome, queriendo actualizaciones. Me preguntaron si habías
recuperado la memoria y cosas así. No sé qué querían, Harlow, pero estoy preocupada
por ti. No se puede confiar en los Bishop, quiero decir, me amenazaron para obtener
información sobre ti.

Por primera vez en tres días, mi corazón está en mi estómago. No sé qué pensar ni
qué sentir. ¿Me han estado mintiendo los hermanos? ¿Saben acerca de esto? Cada vez que
siento que estoy recuperando el equilibrio, sucede algo más.

—No sé qué está pasando entre tú y ellos, pero sentí que deberías saberlo. Creo
que es muy probable que sean ellos los que intentan lastimarte. ¿Por qué más querrían
saber sobre ti y sus hijos? Ninguna de estas cosas comenzaron a suceder hasta que se
acercaron a mí. —Dios, espero que no. Un escalofrío recorre mi cuerpo al pensarlo.
221

Los padres de los hermanos no intentarían matarme por alguna estúpida rivalidad
familiar, ¿verdad? Hay tantas piezas que faltan en este rompecabezas, y un dolor de
Página

cabeza comienza a formarse detrás de mis ojos. Ya no puedo pensar en esto.


—Está bien. Te creo y confío en ti. Realmente eres la única amiga que tengo aquí.
Ojalá me lo hubieras dicho antes. Me está costando mucho decir quién es amigo y quién
enemigo.

Shelby asiente y da un paso atrás, dándome la oportunidad de respirar.


Inmediatamente, comienzo a recoger mis cosas; un par de mudas de ropa, mi cepillo de
dientes, pantalones cortos de dormir y...

—¿Has visto mis pastillas anticonceptivas? —Le pregunto a Shelby, después de


mirar dónde estoy bastante segura de que las había dejado por última vez.

—No, no las he visto, ¿y a dónde vas de todos modos? Acabas de regresar. Pensé
que tal vez podríamos tener una noche de cine y ponernos al día, pasar un tiempo juntas.
Parece que ya no nos vemos nunca.

—Vamos, chica, no hemos salido en toda la semana. —La voz de Shelby hace eco en mi
cabeza, un recuerdo comienza a aflorar.

—Bien, ¿qué tal si vemos una película divertida? —Realmente necesito reírme después de
la semana que he tenido.

—¿Rom-com10? —Shelby repica.

—Está bien, siempre y cuando el personaje principal no se parezca a ninguno de mis


acosadores.

—Oh, Harlow... lamento mucho que lo estés pasando mal. ¿Quieres que les patee el culo?
¡Porque lo haré! —Shelby lanza su brazo por encima de mi hombro, acercándome a su lado.

—Los Bishop realmente están empezando a afectarme. Así no es como pensé que sería la
vida universitaria —me inclino hacia ella, dejando que mi mejor amiga me consuele.

—Siempre estaré aquí para ti. No lo olvides nunca.

Mi corazón se calienta hacia Shelby al recordarlo. Ha sido una buena amiga... la


mejor.

—Prometo que saldremos pronto, pero no hoy. Me quedaré con los chicos.
—Shelby suspira profundamente ante la mención de ellos, pero no dice nada para
222

detenerme—. Confío en ellos, y lo que sea que hicieron sus padres, no es cosa suya.
Página

Shelby cruza las manos en su regazo —Está bien, Harlow, pero ten cuidado.

10
Comedia Romántica
—Lo haré —le digo y sigo recogiendo mis cosas. Finalmente encuentro mis
anticonceptivos en uno de mis cajones. Los meto en mi bolsa con el resto de mis
pertenencias—. Tengo mi teléfono conmigo esta vez. Te escribiré un mensaje.

Después de un rápido abrazo, me dirijo a la puerta. Salgo y encuentro a Banks


apoyado contra la pared, sus labios están oprimidos en una línea apretada y sus ojos se
ven un poco más oscuros. Cierro la puerta detrás de mí antes de preguntar:
—¿Escuchaste?

—Lo hice —dice entre dientes. Toma mi mano y comienza a tirar de mí por el
pasillo.

—¿Qué estás pensando? —Supongo que todavía piensa que Shelby está
mintiendo, especialmente ahora que ha acusado a sus padres. Por eso me quedo muy
sorprendida cuando escucho lo que tiene que decir a continuación.

—Habíamos sospechado que nuestros padres tenían un espía, alguien que te


vigilaba a ti, incluso a nosotros, pero no sabíamos quién era, y definitivamente no
sabíamos que llegarían tan lejos y recurrirían a amenazar a alguien.

—¿Crees que... me quieren muerta? —No sé mucho sobre sus padres o la relación
que los hermanos tienen con ellos, pero la necesidad de amenazar a Shelby para obtener
información sobre mí me tiene aterrorizada. Por el rabillo del ojo, veo la cara de Banks
transformarse con dolor. Parece enojado y frustrado pero, sobre todo, decepcionado.

—No puedo imaginar que lo hagan. Simplemente no puedo. Son buenas


personas... —Su voz se desvanece cuando llegamos al final de las escaleras. Se abre la
puerta principal y entran dos chicas. No creo que las conozca, pero deben conocerme a
mí, o al menos a Banks, porque ambas se detienen a mirarnos. Una sonrisa asquerosa se
forma en los labios de una de las chicas, sus ojos se estrechan.

—No puedes usar los dormitorios como un lugar para prostituirte, ¿sabes?
Algunas personas vienen a esta universidad para recibir una educación.

Ella no... sí, lo hizo. Esta perra me acaba de llamar puta.

Parpadeo, literalmente sorprendida por su descaro. —¿Disculpa?

—Me escuchaste —dice ella, sus ojos reflejan disgusto.


223

Sin siquiera darme cuenta, encuentro mis manos formando puños apretados.
Quiero quitarle esa mirada de la cara.
Página

Banks niega con la cabeza y levanta los labios en las comisuras.


—Ignóralos, solo están celosas de que hayas logrado atrapar a tres de los chicos
más calientes en Bayshore. —La forma en que habla de ellos, con una pizca de sarcasmo,
hace que sus palabras duelan un poco menos. Las chicas ponen los ojos en blanco y pasan
junto a nosotros como si nada.

—¿Realmente ibas a golpearlas? —pregunta Banks, dándome una peculiar mirada.

Mis hombros se encogen. —No lo sé. Solo quería que se comieran sus palabras.

Cuando regresamos al coche, Sullivan y Oliver parecen tensos. —¿Qué les tomó
tanto tiempo? Estábamos a punto de irrumpir allí y empezar a golpear cabezas
—reprende Oliver.

—Shelby dice que nuestros padres la contrataron para espiar a Harlow —anuncia
Banks tan pronto como estamos de vuelta en el coche con todas las puertas cerradas.

—Hijo de puta —gruñe Sullivan mientras golpea el tablero con el puño cerrado—
. No es sorprendente, en absoluto, pero me sorprende que hayan ido a Shelby.

Oliver sale a toda velocidad del estacionamiento y les contamos el resto de la


historia, incluido el enfrentamiento con el escuadrón de zorras en el pasillo.

—Voy a tener una charla con mamá y papá, y veré si puedo llegar al fondo de esto.
Y sobre esas chicas, no son nadie.

Todo lo que puedo hacer es encogerme de hombros. Quiero decirles que es fácil
decir algo así cuando no son ellos los que están siendo llamados puta o son mirados con
asco. ¿Cómo se supone que voy a dejar ir las cosas que dijeron e hicieron?

Sé que no debería importarme lo que piensen los demás... lo sé, pero eso no
significa que pueda simplemente apagar mis sentimientos u olvidar lo que dijeron.

—Lo intentaré, pero no es tan fácil.

—Olvídate de ellas —confirma Banks con una mano suave, y algo me dice que va
a ser mucho más difícil que simplemente olvidarme de ellas. 224
Página
26
Caminando hacia el frente de la clase, le entrego mi ensayo al profesor Paulson,
quien me da un breve asentimiento mientras salgo del salón. Oliver camina con paso
firme a mi lado, nuestros dedos entrelazados mientras vamos juntos hacia el pasillo. Los
hermanos encuentran el camino a cada una de mis clases, asegurándose de que esté a
salvo. Ajustándome la mochila, camino por el largo pasillo con Oliver a cuestas. He
avanzado unos tres metros cuando una mano se posa en mi hombro, deteniendo
cualquier paso más.

En serio. Casi espero que sea uno de los estúpidos guardias, así que cuando me doy
la vuelta no hay nada más que rabia apenas contenida reflejada en mi rostro.

—Hola, chicos... —Caroline saluda e inmediatamente mis rasgos se suavizan.

No Bert, o Ernie, gracias a Dios.

—Oye, lo siento, pensé que eras uno de los guardias asignados por mi padre.

Oliver mira a nuestro alrededor, escaneando el área. —Ahora que lo pienso, hace
tiempo que no vemos a ninguno de ellos. —Él se encoge de hombros—. Esperemos que
los hayan despedido. Quiero decir, hicieron un trabajo terrible. Te secuestramos a plena
luz del día, y ni siquiera pudieron averiguar dónde estabas —bromea, con los ojos
brillantes de diversión.

—Definitivamente los despediría si fuera tu padre —interviene Caroline—. Solo


quería ver si querías tomar un café o algo así. —Mi estómago retumba en agradecimiento
por su oferta. Han pasado casi seis horas desde la última vez que comí algo porque
estúpidamente decidí saltarme el almuerzo y terminar mi trabajo.

—Por supuesto. Ya terminé con las clases del día y me vendría bien una galleta y
un café ahora mismo.

Caroline me da una sonrisa de megavatios.

—¿Estás bien con eso? —Dirijo la pregunta a Oliver.

—Lo que quieras —me guiña un ojo y me da un suave beso en la mano que me
hace temblar el estómago. Ante las palabras de Oliver, ella abre el camino y nos lleva a
esta pequeña cafetería a un par de calles de la biblioteca. Nos sentamos en una pequeña
225

mesa cerca de la ventana, y veo como Oliver se acerca al mostrador y nos pide algunos
cafés y pasteles. Nuestras miradas chocan cuando me atrapa mirándolo, y yo miro hacia
Página

otro lado, mis mejillas se calientan al instante.


Caroline se ríe suavemente y luego pregunta —¿Cómo ha ido? La última vez que
hablé con Sullivan, me dijo que te quedabas con ellos por ahora. —Su pregunta tiene
apareciendo en mi cabeza imágenes de mí acurrucada en la cama de Sullivan anoche.

—Ha ido bien —sonrío—. De hecho, ha sido genial. —Ya sé que me estoy
sonrojando hasta la línea del cabello, revelando mis indecentes pensamientos, pero no es
como si tuviera algo que ocultar, y menos aún, a Caroline.

—Eso está bien, ¿y cómo han ido las clases? Sé que la fábrica de rumores ha vuelto
a funcionar, como estoy segura de que has oído.

—¿Alguien dijo algo? —La voz de Oliver corta el aire, mientras pone dos tazas
frente a nosotras.

—Sí —Caroline pone mala cara— Tiffany y su estúpida pandilla de muñecas


Barbie están difundiendo rumores sobre Harlow de nuevo.

La mirada de Oliver se vuelve asesina —Estoy tan jodidamente cansado de que


difundan mentiras sobre ti. —Habla con los dientes apretados mientras se deja caer contra
el asiento a mi lado. Parece un león hambriento, listo para matar a su presa. Poniendo mi
mano contra su muslo, le doy un tranquilizador apretón.

—No me molesta —miento—. Pueden decir lo que quieran. La única persona que
sabe la verdad soy yo.

Los ojos de Oliver se apartan de mí y se dirigen a algo detrás de mí. Un momento


después, un grupo de chicos ingresa a la cafetería, su risa fuerte y su conversación llenan
el silencioso espacio. Tomando un sorbo de café, trato de ignorarlos, pero parece que cada
vez se hace más fuerte.

—Amigo, ese es Oliver Bishop, y Harlow, ya sabes, a la que le gusta ser doblemente
rellena —se ríe uno de ellos, y puedo ver la ira brotando de Oliver como un río.

—Está bien —susurro, aunque no lo está. No está bien que digan cosas tan malas,
o que hablen de mí de una manera tan degradante como si no estuviera aquí.

—No, no lo está —gruñe Oliver, su pierna rebotando incesantemente.

—¿Crees que la compartiría con nosotros? ¿Llevarla a dar una vuelta? —Otro chico
se ríe, su voz baja y un poco más cercana que la de los otros chicos.
226

—Nunca se sabe a menos que se pregunte.


Página

Mis ojos ruedan hasta la parte posterior de mi cabeza. Esto es nauseabundo.


Caroline se encoge. —Lo siento.

Niego con la cabeza. —No lo sientas, nada de esto es...

Mis palabras se cortan cuando un cuerpo pesado golpea el respaldo de mi silla,


haciendo que el café caliente salga de mi taza y caiga en mi mano. Un grito se desliza por
mis labios, y dejo la taza sobre la mesa, antes de darme la vuelta en mí asiento, pero no
tiene sentido regañar a este tipo porque Oliver ya se ha levantado de su silla, de frente
cara a cara con él.

—¿Qué mierda, amigo?

—Lo siento, fue un accidente, no es que importe... —El imbécil se queja, como si
no fuera gran cosa o grosero como la mierda.

—Importa, y vas a disculparte por lo que hiciste.

Los ojos del tipo se salen de su cabeza y luego se ríe, su voz rebota en las paredes
dentro de mi cabeza.

—Este idiota cree que voy a disculparme con su zorra. —Le da un codazo a su
amigo, quien también se une a la risa. Un nudo de preocupación comienza a formarse en
mi estómago cuando veo los puños cerrados de Oliver, apretándose y se aflojándose.
Mierda. Se va a meter en problemas por nada. Todo por culpa de unos estúpidos idiotas.

Estoy tan atrapada en mis pensamientos que no me doy cuenta de que Oliver se
mueve hasta que es demasiado tarde. Su puño se conecta con la cara del perdedor justo
cuando me levanto, la silla de madera golpea el suelo, atrayendo aún más la atención.
Pero no me importa. Tengo que detenerlo antes de que se meta en problemas.
Moviéndome rápido, enrollo mi mano alrededor de su bíceps y lo jalo hacia mí, pero es
como intentar mover una pared de ladrillos. Inútil.

El imbécil tropieza hacia atrás, su pandilla de amigos lo atrapa, mientras se lleva


una mano a la cara, la furia se gesta en sus ojos.

—El jodido idiota me acaba de dar un puñetazo, y todo por un estirado coño.

Ni siquiera dejo que las palabras que está diciendo me afecten. No significan nada,
ni una maldita cosa. Oliver, sin embargo, piensa lo contrario y se lanza hacia adelante,
con la esperanza de conseguir otro puñetazo, pero esta vez soy más rápida y, en cambio,
227

me interpongo entre él y el enemigo.


Página

—El no vale la pena. Es solo un idiota escuchando un rumor que se ha extendido


más que las piernas de Tiffany. —Envolviendo mis brazos alrededor de su cintura, lo
abrazo con fuerza, descansando mi cabeza contra su pecho, el sonido de sus erráticos
latidos llena mis oídos. Su pecho vibra de ira cuando toma la decisión de retirarse.

—Fuera, imbéciles —gruñe.

—Lo que sea, ella no vale la pena. —Uno murmura y otro dice —Quédate con la
puta. —De nuevo, los ignoro y me aferro con más fuerza a Oliver. El tintineo de la puerta
me dice que finalmente se han ido, y solo entonces me despego de su pecho.

—Quiero reorganizar sus caras —gruñe Oliver, luciendo endiabladamente guapo


mientras lo hace. Mi interior se calienta, mi núcleo palpita de necesidad. Maldita vagina
siempre interponiéndose. Un timbre fuerte perfora el aire y me toma un minuto darme
cuenta de que es mi teléfono el que suena. Sacando el dispositivo de mi bolsillo, miro la
pantalla y veo la cara y el nombre de Shelby parpadeando en ella.

—Mantén ese pensamiento —le digo a Oliver, y presiono la tecla verde de


respuesta.

—Hola —digo apenas antes de que la voz de Shelby me interrumpa.

—¡Oh, Dios mío, Harlow! Nuestro dormitorio ha sido... es... —Hay un llanto
ahogado, seguido de un chillido. Al instante, me levanto, lista para hacer mi camino hacia
la puerta, necesitando asegurarme de que Shelby esté bien.

—¿Que paso? ¿Estás bien? —Las palabras salen en pánico.

—Estoy bien, pero nuestra habitación no. Ven aquí pronto, por favor —suplica
Shelby.

—Voy en camino. Estaré ahí pronto. —Cuelgo el teléfono y me doy cuenta que
Oliver y Caroline están de pie ahora. Me miran confundidos y sé que tengo que
explicarles.

—Shelby dijo que algo le pasó a nuestra habitación. —El miedo irradia por mi
columna vertebral como un goteo interminable de agua helada.

—¿A qué te refieres? —Oliver pregunta, mientras agarro mi bolsa y salimos de la


cafetería.

—No lo sé —respondo, mi angustia es evidente en las tres simples palabras—.


228

Acaba de decir que algo le ha pasado a nuestro dormitorio

—Dios, tengo un mal presentimiento sobre esto. —Caroline suena como si


Página

estuviera enferma.
—Yo también.

No nos toma mucho tiempo volver al dormitorio, y cuando llegamos, Banks y


Sullivan están parados afuera del edificio, esperándonos. Oliver los llamó en el camino y
llegaron en un tiempo récord.

—¿Qué está pasando? —Ambos preguntan con igual cantidad de miedo en sus
ojos. Oliver abre la boca, respondiendo por mí.

—No lo sabemos, pero vamos a averiguarlo. —Al entrar en el edificio, el miedo


me llena las entrañas y solo aumenta con cada paso que doy, hasta que casi me asfixia.
Para el momento en que llego a la habitación, creo que voy a vomitar. Estoy a punto de
abrir la puerta cuando Shelby la abre, sus mejillas manchadas de lágrimas y su rostro
sombrío me saludan.

—¡Harlow! —Ella llora y me jala hacia su pecho, envolviendo sus brazos alrededor
de mí. Es entonces cuando me doy cuenta de que todas mis cosas están destruidas, mi
cama está volcada, mis pertenencias tiradas por la habitación. Pero nada podría haberme
preparado para lo que veo a continuación; la palabra PUTA pintada con aerosol en mi
colchón con pintura roja brillante, el mismo color que se usó para hacer la pancarta.
Recuerdo haber visto la misma palabra... con una escritura casi idéntica antes. Alguien lo
escribió en mis camisetas cuando estaba lavando la ropa.

—Creo que fueron Tiffany y sus amigas, tienen que ser —grita Shelby—. Mira la
letra, la pintura, todo es igual.

—¡Mierda! —Escucho a Banks decir.

—Perra —dice Sullivan al mismo tiempo.

—Ella pagará por esto, sin duda alguna. Voy a hacer de su vida un infierno —dice
Oliver a continuación, pero ni siquiera siento el efecto de sus palabras. Sé qué hará
exactamente lo que dice, pero ahora mismo me siento humillada, tan condenadamente
humillada.

—Yo... —Me aparto del abrazo de Shelby, mi pecho vibra, mientras aspiro aire en
mis pulmones. Estoy enojada, pero también estoy triste. Odio a esta gente. Di lo que
quieras sobre mí, pero no toques mis cosas y no te metas con las personas que me
importan.
229
Página
—Lo siento, Harlow. No sé cómo entró —dice Shelby, y puedo decir que todo esto
la está afectando a un nivel más profundo—. Te he defraudado —confiesa un momento
después.

—Shh, todo va a estar bien —le digo porque sé que así será—. No me defraudaste,
nunca.

—¿Deberíamos llamar a la policía? ¿O al menos a la seguridad del campus?


—Pregunta Caroline.

—¿Crees que harían algo? ¿Investigar una broma, incluso si fue llevada demasiado
lejos? —Banks tiene un buen punto. ¿Qué va a hacer la policía?

—Vamos a limpiar esto, tú y Caroline pueden volver a la casa —sugiere Oliver,


pero no quiero irme todavía. Quiero ayudar. Necesito ayudar. Esas perras pueden
haberme lastimado, pero no me rompieron. No voy a ir a casa a esconderme.

—No, ayudaré. Shelby me necesita, siempre ha estado ahí para mí, y no puedo
dejarla ahora, especialmente porque es mi culpa que nuestra habitación haya sido
destruida.

—Está bien —responde Sullivan esta vez, y puedo decir que no está contento con
mi respuesta, pero no me presiona para que me vaya. Sabe que necesito esto ahora
mismo.

Mientras todos limpiamos la habitación, planeo mi venganza sabiendo que algún


día pronto haré que la perra desee no saber mi nombre.

230
Página
27
—¿Por qué no puedo sentarme en esta clase? —Banks básicamente está gritando
en este punto, con las manos apretadas a los costados. El profesor parece más que
molesto, su rostro casi siempre tranquilo comienza a ponerse rojo de ira, mientras que el
mío se pone rojo por una razón completamente diferente.

—Porque ya no está inscrito en esta clase, señor Bishop —ladra el profesor Brown,
con la voz tensa, como si estuviera a punto de perder su último hilo de paciencia—. Tiene
que salir de mi clase ahora, o llamaré a la seguridad del campus y haré que lo retiren.

Sus palabras salen como una amenaza, pero algo me dice que hará exactamente lo
que dice. No queriendo que la situación se agrave más, me dirijo a Banks.

—Oye, está bien. Prometo que estaré bien —susurro, tratando de calmarlo, todo
mientras él continúa frunciendo el ceño al profesor Brown. Pasan unos momentos, y me
preocupa que Banks empuje el asunto, pero luego me mira, sus ojos se suavizan cuando
se conectan con los míos.

—Bien —gruñe Banks, esa única palabra goteaba con asfixiante desdén—. Te
recogeré al final de la clase —me dirige las palabras, antes de levantarse de su asiento.
Luego se inclina hacia adelante y me da un rápido beso en los labios antes de girarse hacia
la puerta.

Una vez que él ha salido de la habitación, me obligo a sonreír, pero ni el profesor


ni nadie más la devolvieron. Bueno, al menos Tiffany no está en esta clase. Es un pequeño
positivo, pero lo tomaré de cualquier manera.

El profesor Brown vuelve al frente de la clase y un pesado silencio cubre la sala. A


mitad de la clase, las cosas finalmente se han calmado lo suficiente para que pueda
aprender algo. Puede que no pueda aprobar esta clase, pero puedo aprender algunas
cosas, al menos, para facilitar el próximo semestre.

Cuando un fuerte golpe interrumpe el discurso del profesor sobre los diferentes
métodos de investigación, casi espero que la puerta se abra y esté allí uno de los hermanos
Bishop. En cambio, el marco de la puerta está lleno con mis dos guardaespaldas, Ernie y
Bert. Al verlos, me agacho en mi silla, cojo uno de mis libros de texto, lo levanto y lo
sostengo frente a mi cara.
231

—¿Puedo ayudarle? —El profesor Brown suspira con frustración.


Página
—Sí, necesitamos que una de sus estudiantes venga con nosotros inmediatamente.
Es una emergencia familiar —dice Bernie.

¿Emergencia familiar?

—Señorita Lockwood… —Escanea la habitación y me encuentra casi de


inmediato—. Por favor, esto es muy importante —insta. Espero que la sensación de temor
y preocupación me golpee. Dijo que una emergencia familiar significa que alguien está
herido.

Debería estar preocupada y asustada, pero ninguno de esos dos sentimientos


viene. En cambio, me siento... molesta. No obstante, recojo mis cosas y lo guardo todo en
mi mochila, antes de arrojarla sobre mi hombro y dirigirme hacia la puerta.

En cuanto llego a la puerta, mis guardias me flanquean, como si me protegieran


de alguna amenaza imaginaria.

—¿Qué tipo de emergencia familiar es? —Cuestiono.

—Déjeme llevar su mochila —sugiere uno de los chicos y toma mi mochila de mi


hombro antes de que pueda responder. Parpadeando lentamente, lo miro.

Puedo llevar mis propias cosas.

Molesta como el infierno, sigo a los dos gorilas, esperando que Banks me esté
esperando fuera de la puerta. La decepción llena mis entrañas cuando él no está, y me
quedo sola con los guardias de seguridad que envió mi padre. No es hasta que estamos
afuera y caminando hacia el estacionamiento que me doy cuenta de que no están tratando
de evitar que alguien llegue a mí, sino que están tratando de evitar que me vaya.

Clavo mis talones en el suelo, deteniéndome instantáneamente. Deben haber


esperado el movimiento porque se detienen una fracción de segundo después, cada uno
agarrándose a uno de mis brazos. Al instante, estoy restringida.

—¿Qué demonios están haciendo? —Grito, exigiendo una respuesta. En lugar de


responderme, simplemente aprietan sus manos. Mi labio se curva de ira.

—Díganmelo ahora o gritaré.

Bert, creo, me aprieta el brazo —Su padre nos pidió que la lleváramos con él, está
232

muy preocupado por usted... y su seguridad.

¿Mi seguridad?
Página
—Me importa una mierda lo que mi padre les pidió que hicieran o lo que le
preocupa. Soy una adulta. No pueden simplemente sacarme de la clase y obligarme a ir
con ustedes. Es un secuestro.

Antes de darme cuenta, estoy siendo arrastrada por el estacionamiento, los dos
tipos me están tirando de los brazos. Por mucho que intente clavar mis pies en el asfalto,
nada detiene sus movimientos, y pronto llegamos a una SUV negra.

Por alguna razón, solo entonces pienso en gritar y pedir ayuda.

—¡Ayuda! ¡Me están secuestrando! —Grito a todo pulmón mientras intento pisar
el suelo con mis pies y hacer el mayor ruido posible. Los dos hombres ni siquiera
parpadean.

Uno de los tipos abre la puerta de la SUV mientras el otro me empuja adentro,
sosteniendo mi cabeza hacia abajo, para que no la golpee contra el marco de la puerta.
Tan pronto como estoy dentro, cierra la puerta detrás de mí. Agarro la manija y tiro de
ella frenéticamente, pero por supuesto, está bloqueada. Cruzo el asiento y me dirijo al
otro lado y pruebo esa puerta.

—No pueden hacer esto —gruño, cuando los hombres suben al auto un momento
después de depositarme dentro.

Haciendo caso omiso de mi comentario, Bert se vuelve hacia mí. —Por favor,
abróchese el cinturón, señorita. —Cruzando los brazos sobre mi pecho, niego con la
cabeza.

—No, no puedes obligarme. —Ambos hombres se encogen de hombros como si


no les importara, y luego aceleran. Con su atención en la carretera, busco en mis bolsillos
con la esperanza de encontrar mi teléfono.

¡Mierda! Está en mi mochila.

Uf, podría patearme a mí misma por ser tan estúpida. Nunca debí haberme
levantado y salido de esa clase. Debería haber mantenido mi trasero pegado a mi silla,
negándome a ir a ningún lado, ¿qué es lo peor que podrían haber hecho? Hundiéndome
más profundamente en el asiento de cuero, todo lo que puedo esperar es que alguien me
haya visto irme y tal vez, solo tal vez le haya dicho a uno de los chicos lo que sucedió.
Enojada, miro por la ventana, y tan pronto como doblan a la derecha en la autopista en
233

dirección norte, sé que me llevarán de regreso a la casa de mis padres ... de regreso a
North Woods.
Página
—¿Qué tipo de emergencia es esta?

—Su padre nos dijo que era importante que no le informáramos del asunto. En
cambio, compartirá los detalles con usted cuando llegue a la casa.

Quiero gritar, golpear el asiento. Hacer cualquier cosa menos sentarme en este
asiento olvidado de Dios como una niña y esperar a que mi padre me informe por qué
hizo que sus guardaespaldas me sacaran de la clase.

—¿Puedo al menos tener mi mochila?

—La puse en el maletero. Se la devolveré una vez que estemos de regreso en la


finca.

Por supuesto que lo hará.

Me paso el resto del viaje abatida, dejando que la ira hierva a fuego lento debajo
de la superficie y pensando en todas las cosas que voy a decir... no, gritarle a mi padre,
una vez que esté en su presencia.

Nos detenemos en el largo y sinuoso camino de entrada de la finca de mi familia,


y mi furia simplemente se intensifica. Aparcamos enfrente de la casa, justo cuando la
puerta se abre y mis padres aparecen en los escalones de la entrada. Mis gorilas salen
rápidamente abriendo la puerta para que yo también pueda salir.

—Lloyd, Milton, gracias por traerla aquí —saluda mi padre a los dos hombres que
me arrastraron hasta aquí. Lloyd y Milton deben ser sus verdaderos nombres, bueno, me
gustan más Ernie y Bert… encaja con estos dos títeres. Alejando ese pensamiento sin
importancia, me preparo para liberar mi ira.

Me acerco a la puerta de entrada como si estuviera en una misión y empiezo a


gritar —¿Qué diablos es esto? ¿Por qué me secuestran de la escuela?

—Harlow, cálmate y no seas ridícula. No te secuestramos. Simplemente te


recogimos de la escuela. —El tono despectivo de mi madre me hace hervir la sangre.

—¿Recogido? ¿Es eso a lo que llamas arrastrarme por un estacionamiento,


meterme en un auto en contra de mi voluntad y negarse a dejarme tener mis cosas?
¡Porque, para mí, eso es secuestro!
234

—No seas tan dramática, esos chicos Bishop fueron los que te secuestraron y te
mantuvieron como rehén durante tres días —espeta mi papá. Puede que tenga razón en
Página

la parte inicial del secuestro pero, por supuesto, no lo admitiré.


—No me retuvieron contra mi voluntad, me quedé con ellos porque quise. —Al
oír mis palabras, mi madre toma una fuerte y dramática respiración y se lleva la mano al
pecho, como si acabara de sufrir un leve ataque cardíaco.

La cara de mi padre enrojece levemente y se le salta una vena en la frente, pero


además de eso, mantiene una expresión serena. —Vamos a entrar y hablar —gruñe. Tomo
la señal y paso pisando fuerte junto a mis padres y dentro de la casa.

Me siguen hasta la sala de estar, donde todos nos sentamos en el sofá.

—No regresarás a Bayshore, y no volverás a ver a esos chicos Bishop —la voz de
mi padre es inquietantemente tranquila—. Te quedarás aquí, serás parte de esta familia
y te casarás con Matt la semana que viene.

Por lo que parecen minutos, todos nos sentamos en silencio, luego empiezo a reír,
a reír de verdad.

Echo la cabeza hacia atrás y me abrazo, me río tan fuerte que me duele la barriga.
Me toma un minuto recomponerme lo suficiente para responder a mis padres, que están
sentados en el sofá estoicamente sin entender la broma.

—¿Y por qué iba a hacer algo de eso? Soy una adulta, no puedes darme órdenes.
O forzarme a casarme con alguien de tu elección.

—Por supuesto, es tu elección, Harlow, pero habrá consecuencias por tus acciones.
Si te niegas a casarte con Matt, algo podría pasarle a Sullivan... o tal vez a Banks esta vez.
—Dejé que la amenaza de mi padre flotara en el aire por un momento antes de responder.

—¡No puedes hacer eso! No puedes incriminarlos, de nuevo, ya destruiste su vida


una vez.

—Hay otras formas más permanentes de ocuparse de alguien...

—Muy bien, Xander —la voz de mi madre de repente llena mi cabeza, y me aferro
a ese recuerdo, sabiendo en un instante que es importante. —Gracias de nuevo por
ayudarnos con la situación de los Bishop.

—No hay ningún problema, incriminar a las personas es mi segundo trabajo favorito, dijo
el hombre llamado Xander.
235

—Oh, ¿cuál es tu favorito?

Ya podía decir que la respuesta no era una que quisiera oír.


Página
—Matar gente... Mi corazón se detiene en mi pecho, dejando un dolor que nunca
antes había sentido. Mi cráneo vibra de dolor por la fuerza del recuerdo, pero no me
importa. Todo lo que puedo pensar es cómo mi padre amenaza con matar a uno de los
hombres que amo.

El recuerdo se desvanece, pero sé que hay más. Busco en mi cerebro, deseando


encontrar ese compartimento oculto donde se almacena la información que necesito.

Xander... ¿quién es Xander?

Xander Rossi... finalmente hace clic en mi cabeza. Xander Rossi, el jefe de la mafia
local.

Mis padres están trabajando con la mafia. Darme cuenta me deja atónita. No es
alguien a quien simplemente pueda sacar de la situación. Esta es la mafia, y con ellos en
el bolsillo de mi padre, es hacer lo que me dicen o enfrentar las consecuencias.

—Harlow, querida, aquí no somos los malos —explica mi mamá—. Estamos


tratando de hacer lo mejor para ti. Tienes que confiar en nosotros en esto. Matt será el
marido perfecto para ti. Él te cuidará y te hará feliz.

—No quieren lo mejor para mí, quieren lo mejor para ustedes, al menos
admitámoslo. —Me levanto, incapaz de sentarme aquí con ellos un segundo más—.
Supongo que no importa lo que quiera, ustedes ganas. Me casaré con Matt.

Ignorando la tristeza y la derrota en mi voz, mi mamá sonríe.

—Perfecto, empezaré a planificar ahora mismo. Has tomado la decisión correcta,


cariño.

—Y llamaré a Matt para darle la buena noticia —dice mi padre con aire de
suficiencia, mientras me alejo de ellos y me dirijo a mi habitación. No les daré la
satisfacción de verme llorar. Contengo mis lágrimas hasta que cierro la puerta detrás de
mí, encerrándome dentro de la habitación con nada más que mis pensamientos. Me voy
a casar con Matt, un hombre al que no amo, para que las personas que amo puedan estar
a salvo.

TODA LA NOCHE me resulta imposible dormir, las lágrimas fluyen libremente


236

por mi rostro. Pasan horas antes de que esté tan exhausta que finalmente me duermo y
ni siquiera me despierto más tarde esa mañana cuando alguien entra en mi habitación y
Página
se sienta en mi cama. Solo cuando me tocan el hombro, sacudiéndome suavemente, abro
los ojos.

—Hola, tú — la cara de Matt me saluda, su voz es baja, dulce como el azúcar, y


creo que podría estar soñando. Parpadeo y luego parpadeo de nuevo. Luego, como una
pila de libros cayendo, todo se derrumba sobre mí. Sentándome erguida lo
suficientemente rápido como para darme un tirón, agarro la pesada manta contra mi
pecho y me acomodo contra la cabecera.

—¿Qué demonios estás haciendo aquí? ¿Quién te dejó entrar? —Mi voz se eleva
con cada pregunta, todavía rebosante de sueño.

Él sonríe, mostrando sus dientes perfectamente blancos —Tus padres me dejaron


entrar, por supuesto, ¿y estoy aquí para ver cómo está a mi futura esposa?

Mi corazón se hunde en mi estómago y siento un poco de ganas de vomitar. Todo


lo que quiero hacer es ponerme la manta sobre la cabeza y volver a dormirme... un sueño
muy largo en el que me despierto y todo esto no es más que un sueño.

—Pareces emocionada de verme —señala Matt, su rostro se desmorona como un


trozo de roca rota—. Supongo que no fue tu idea casarte, después de todo.

—No importa, acepté casarme, así que lo haremos.

—Suena como el comienzo de una épica historia de amor. —Las palabras salen
más como una broma, pero dan en el blanco. Como si no hubiera llorado ya lo suficiente,
una lágrima se desliza de mi ojo, rodando por mi mejilla y salpicando la sábana blanca
que estoy apretando contra mi pecho.

—Harlow, mierda, lo siento. ¿Por qué estás llorando? —Matt me alcanza, pero
niego con la cabeza, deteniendo sus movimientos.

—No es nada —murmuro, preguntándome si puedo confiar en Matt. ¿Quizás


podría decírselo? No. No puedo. Rápidamente decido no hacerlo. Su familia y la mía son
socios comerciales. Tiene que saber con qué tipo de personas trabaja mi padre, las cosas
que ha hecho. Miro la manta, jugueteando nerviosamente con la tela.

—Ya te lo dije una vez, pero te lo voy a decir de nuevo... podemos hacer que esto
funcione. Podemos tener una gran vida y te protegeré, incluso de tu familia, si eso es lo
237

que necesitas.

Su respuesta hace que lo mire.


Página

—¿Qué quieres decir con protegerme de mi familia?


Se encoge de hombros, pero incluso yo sé que es mejor no asumir que eso es un
encogimiento de hombros por ignorancia. —Parece que estás bajo su control. Si te casas
conmigo, tendrás más libertad. No me importa lo que hagas siempre y cuando no sea
nada lo que me haga quedar mal a mí o al negocio.

—¿Quieres estudiar... conseguir un trabajo? Cásate conmigo y puedes hacer lo que


quieras. No te detendré ni intentaré encerrarte como lo hacen tus padres. Conmigo, hay
libertad.

No lo hagas, Harlow... no caigas en la trampa.

Antes de que pueda detenerme, estoy haciendo la única pregunta que ha estado
pesando en mi mente desde que comenzó a hablar.

—¿Qué... qué pasa si estoy enamorada de otra persona? ¿Te importaría eso?

El rostro de Matt no se llena de conmoción o incluso de ira, de hecho, parece,


bueno, que no le importa. —¿Honestamente? Siempre que simules ser mi esposa
públicamente. Realmente me importa una mierda a quién te folles en tu tiempo. —Está
siendo brutalmente honesto, y aunque aprecio su honestidad, todavía me sorprende
hasta la médula.

—No sé si puedo hacer eso. Si nos casamos, entonces estoy totalmente dentro. No
sería justo para ti o para quien amo salirme.

—Haremos que funcione —dice Matt de manera alentadora, su mano se posa


contra mi muslo cubierto con la manta—. Verás, al final todo se resolverá por sí solo. Aún
tienes mi número, ¿verdad?

—Sí, en mi teléfono. —Entonces me doy cuenta. Mi teléfono. Mis ojos recorren la


habitación, escaneando el espacio en busca de mi mochila. Estaba tan angustiada y
conmocionada anoche, que ni siquiera pensé en mi teléfono. Doy un pequeño suspiro de
alivio cuando veo mi vieja mochila en la esquina de la habitación. Los ojos de Matt siguen
los míos, pero no dice nada sobre mi reacción.

—Llámame si necesitas algo. Vendré y te rescataré de tus padres si llegan a ser


demasiado. —Matt se levanta de la cama y se dirige hacia la puerta.

—Yo... yo... lo haré... probablemente más temprano que tarde.


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—Bueno. Adiós, Princesa. Habla pronto —guiña un ojo antes de darse la vuelta y
salir de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de él.
Página
Tan pronto como la cerradura hace clic, tiro la manta y me levanto. Agarrando mi
mochila, dejo su contenido en mi cama y hurgo hasta encontrar mi teléfono. Todavía está
en silencio como lo tenía cuando estaba en clase, y esa es la razón por la que no escuché
las 92 llamadas telefónicas perdidas y los 38 mensajes de texto no leídos. La mayoría de
ellos son de Oliver, Banks y Sullivan, pero algunos también son de Caroline.

Me desplazo por los mensajes de texto.

Oliver: ¿Dónde diablos estás? Estamos preocupados. Por favor, llámame.

Banks: Solo envíame un mensaje de texto o llámame, solo queremos saber que
estás bien. Si no quieres estar con nosotros, está bien, solo estamos preocupados.

Sullivan: ¿Tu padre hizo que te fueras? ¿Estás en la finca de tu familia? No te


preocupes, vamos a ir a por ti. Te encontraremos y arreglaremos esto.

Caroline: Por favor, llámame, chica, todos están muy preocupados.

Estoy muy enojada. Enojada con mis padres, enojada conmigo misma por dejar
que se llegara a esto, y por alguna razón inexplicable, incluso estoy enojada con el
teléfono. Estoy a punto de tirar la maldita cosa al otro lado de la habitación cuando vibra
en mi mano y el nombre de Oliver ilumina la pantalla.

Contesto el teléfono antes de pensar en qué decir. Sosteniéndolo en mi oído, espero


a que la voz de Oliver lo llene.

—Harlow... Harlow, ¿estás bien? —Su voz me golpea como un tren de carga. Es
áspera, dolorosa, suave y tranquilizadora a la vez

—Sí, soy yo. —Mi voz sale temblorosa y tan silenciosa que me pregunto si siquiera
me escuchó.

—Dios, ¿sabes lo preocupados que hemos estado? ¿Dónde estás? ¿Estás a salvo?
¿Qué diablos pasó? —Oliver me bombardea con más preguntas antes de que pueda
obtener una sola respuesta.

—No le grites —dice Banks en el fondo. Luego, sonidos de movimiento y crujidos


llegan a través del receptor.

—¿Harlow? —Sullivan dice, su voz más tranquila que la de su hermano.


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—Sí... —es todo lo que puedo decir en este momento, demasiadas emociones
dando vueltas dentro de mí, justo debajo de la superficie, esperando salir.
Página

—¿Estás bien? —hace la misma pregunta que hizo su hermano.


—Sí —miento—. Estoy bien.

—¿Qué pasa cariño?

—No podemos estar juntos —digo, tratando de mantener mi voz lo más firme
posible—. No nos pertenecemos, y lo que hicimos fue un error. Nunca debería haber
sucedido.

—¿De qué estás hablando? Nos pertenecemos —la dulce voz de Sullivan acaricia
mi oído.

—No, no lo hacemos, y nunca lo hicimos —me obligo a decir. Las palabras dejan
un sabor amargo en la punta de mi lengua.

—¿Tu papá te está haciendo decir esto? ¿Te está haciendo daño? —Oliver
interrumpe, el teléfono ahora en altavoz.

—No, esta es mi decisión. He entrado en razón. Pertenezco aquí con mi familia y


me voy a casar con Matt.

—Estás mintiendo —dice Sullivan, y se necesita todo lo que tengo para no confesar
la verdad, pero luego pienso en lo que dijo mi padre. Él los lastimará… necesito
mantenerlos a salvo. Porque por duro que sea perderlos, sería inimaginablemente más
duro saber que saldrán lastimados o algo peor por mi culpa. No podría vivir conmigo
misma si... ni siquiera puedo terminar ese pensamiento.

—Harlow, ¿es esto realmente lo que quieres? —Banks pregunta, y puedo escuchar
el dolor que siente a través del teléfono.

—Sí, esto es lo que quiero. Necesitan dejarme en paz, olvídense de mí. Sigan
adelante... yo ya lo he hecho. Termino la llamada al final de la oración. No puedo decir
una palabra más sin llorar. Apago mi teléfono antes de que puedan llamarme o enviarme
un mensaje de nuevo.

Mi corazón se siente increíblemente pesado, como si estuviera a punto de


arrastrarme hacia abajo y nunca dejar que me levante de nuevo. Vuelvo a caer en mi
cama, me acurruco en una bola y empiezo a llorar, esperando ser lo suficientemente fuerte
para superar esto. Esperando que tal vez Matt tenga razón en que podamos hacer que
esto funcione, y que tal vez, solo tal vez algún día pueda volver a ser feliz.
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Página
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Los días pasan lentamente, el tiempo pasa a paso de caracol. La última semana se
ha sentido como una eternidad llena de nada. Mi madre ha estado planeando la boda,
actuando como si estuviera en el cielo, mientras yo estoy en el infierno. Me ruega que
elija flores, combinaciones de colores, opciones para la cena y pruebe pasteles. Todo lo
que quiero hacer es gritarle en la cara... ¡No me importa el jodido pastel!

Desde que volví aquí, han resurgido pequeños recuerdos de mi infancia, ninguno
de ellos es particularmente bueno, pero tampoco alarmante. En el papel, parece que tuve
una buena infancia. Recuerdo haber amado a mis padres en algún momento. Recuerdo
el sentimiento de querer complacerlos y la necesidad de su afecto. Todavía no recuerdo
ni de cerca todo, así que no sé exactamente cuándo cambiaron mis sentimientos hacia mi
familia, todo lo que sé es que esos sentimientos de quererlos cerca se han ido hace mucho,
y dudo que alguna vez los recupere.

—Harlow, ¿cuál te gusta más? —Mi madre interrumpe mis pensamientos. Miro
los tres vestidos de novia que la costurera colgó para mostrarme. Me encojo de hombros,
no puedo ni siquiera animarme a sentir una pizca de felicidad. No me importa lo que me
ponga para casarme. Me casaría con un par de jeans y una camiseta sin mangas, por lo
que a mí respecta.

—Solo elige uno —insta mi mamá con impaciencia unida a sus palabras —o elegiré
uno por ti.

—El de en medio —digo rápidamente, sin querer darle a mi mamá la satisfacción


de poder elegir. Si esto es todo lo que me queda para rebelarme, entonces lo tomaré.

—Está bien, pruébatelo —cruza los brazos sobre el pecho.

María, la costurera, me ayuda a ponerme el vestido de diseñador blanco perla


mientras muevo mi cuerpo en piloto automático. Me sube el cierre por la espalda y me
da la vuelta con suavidad para que mire al espejo. Viendo mi reflejo, sé que debería sentir
algo, cualquier cosa... pero no es así. Mi mirada se mueve sobre el espejo. El vestido me
queda como un guante, me abraza la cintura, los muslos y, a la altura de las rodillas, se
despliega. Es hermoso, pero no soy yo.

—Es un corte sirena, y es el vestido para tener esta temporada. Sin embargo, no
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todos el mundo puede llevarlo. Tú, sin embargo… bueno, déjame decirte que te ves
hermosa con él, —dice María efusivamente. Intento sonreír, pero mis labios se niegan a
Página
levantarse. Sé que no es culpa suya, que simplemente está tratando de ser amable, pero
no me importa.

—Es perfecto —digo, mi monótona voz.

—Anímate, Harlow. Te vas a casar, no te enviarán al matadero.

No puedo contener mi mirada en blanco ni un segundo más.

—Tal vez no, pero preferiría que me enviaran al matadero en este momento.

—María, por favor, danos un momento a mi hija ya mí. —Como la buena esclava
que es, María sale de la habitación sin decir una palabra.

Mi madre cruza el espacio que nos separa, sus amenazantes ojos encuentran los
míos en el espejo.

—Tal vez no quieras casarte con Matt, pero a veces tenemos que hacer cosas que
no queremos hacer. La vida está llena de elecciones y, a veces, esas elecciones no siempre
son las que queremos tener que tomar, eso no significa que tengas que estar tan amargada
por ello. ¿Sabes cuántas chicas matarían por estar en tu posición ahora mismo?

Una burbuja de risa se escapa de mis labios —¿Quieres decir que hay otras que
quieren ser forzadas a un matrimonio sin amor? ¿Quizás deberías ir a buscar una de
ellas?

—No actúes como una malcriada mocosa. Tomaste la decisión correcta al regresar
a casa y aceptar casarse con Matt. Ahora haz lo mejor que puedas.

—Es gracioso, actúas como si esta fuera una decisión que tengo que tomar. Esta
nunca fue una elección. Me obligaron a hacerlo. Era hacer esto o enfrentar las
consecuencias de que los hombres que amo resultaran heridos, o peor aún, eso ni siquiera
es una decisión que pueda tomar.

Sus labios pintados de rojo se curvan hacia arriba con desdén, y puedo sentir la
rabia que emana de ella, golpeándome como olas contra la costa. Su ira amenaza con
hundirme en profundas y oscuras aguas.

—Tuviste una opción, podrías haber dejado que tu padre se ocupara de esos chicos
Bishop, mejor aún, tal vez si nos deshacemos de ellos, finalmente olvidarás que existen y
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entrarás en razón.

El mero sonido de su nombre me hace temblar, y el negro temor que causa su


Página

admisión me cubre de oscuridad. —No lo harías...


Mi madre me sonríe, pero no es una sonrisa de felicidad. Un terrible escalofrío
recorre mi espalda ante su frialdad. —Solo digo que tal vez deberías esforzarte más en
lucir feliz. Sonríe un poco. Nadie quiere ver abatida a una novia tan hermosa, y mucho
menos, con el mundo entero a sus pies.

Actúa como si yo fuera una adolescente hormonal que está haciendo una rabieta
porque no puedo salirme con la mía, cuando en realidad ese no es el caso en absoluto.
Ella es la que está delirando y no puedo soportar estar en esta habitación un momento
más con ella. Sin preocuparme por la tela de diez mil dólares, me quito el vestido y me
vuelvo a poner mi propia ropa.

La conmoción colorea los rasgos de mi madre —¿Adónde crees que vas? No hemos
terminado aquí. Todavía tenemos que encontrar zapatos a juego y un velo.

—Voy a llamar a Matt y pedirle que me saque de aquí por unas horas. Ha pasado
un tiempo desde que nos vimos. —No pensé que alguna vez terminaría aceptando su
oferta, pero tengo que salir. Necesito alejarme de aquí y, lo más importante, de ella.

—Oh, espléndido —mi madre suena genuinamente feliz y complacida consigo


misma—. Eso será genial. Elegiré lo que crea que se verá mejor, no te preocupes. El día
de tu boda, serás la novia más bonita de este lado del Mississippi.

Poniendo los ojos en blanco una vez más, escapo de la sofocante habitación y tomo
una bocanada de aire fresco o al menos una que no esté llena de mierda. Sacando mi
teléfono, encuentro el contacto de Matt y presiono mi pulgar sobre la tecla verde de
llamada.

¿Realmente quiero hacer esto? La idea de pasar el rato con él, de acercarme a él,
me hace sentir enferma, me hace sentir como si estuviera traicionando a los hermanos y,
en cierto modo, supongo que así es. Aun así, es esto o algo mucho peor, y preferiría
herirme a mí misma antes que dejar que les pase algo. Mi amor por ellos es infinito.

Presionando la tecla verde de llamada, me trago el dolor y me recuerdo a mí misma


que tengo que hacer esto. Tengo que... por ellos, siempre por ellos.

VEINTE MINUTOS DESPUÉS, Matt se detiene en un elegante auto deportivo


afuera de la tienda de ropa. Abro la puerta del pasajero y entro en el coche antes de que
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él tenga la oportunidad de desabrocharse el cinturón de seguridad. Hundiéndome en el


asiento de cuero con un profundo suspiro, lo miro. Me mira con una mezcla de sorpresa
Página

y curiosidad.
—¿Qué está pasando? ¿Necesitas que te salven? —pregunta.

—Sí, realmente solo necesito alejarme de mi mamá por unas horas, y mis padres
no me perderán de vista a menos que esté contigo así que...

Él asiente en comprensión antes de preguntar —¿Tienes hambre?

—Dios, sí. Mi mamá me tiene con una dieta ridícula, así estaré más delgada para
la boda —explico mientras me abrocho el cinturón. Los ojos de Matt abandonan mi rostro
y vagan brevemente por mi cuerpo, haciéndome sentir inmediatamente expuesta a pesar
de que estoy completamente vestida.

—No sé cuánto más delgada puedes estar sin parecer enferma. — Vuelve a prestar
atención a la carretera y sale del lugar de estacionamiento—. Entonces, ¿lugar de
hamburguesas?

—Demonios, sí.

Después de un corto viaje, paramos en una pequeña cafetería. Matt aparca al frente
y ambos salimos al mismo tiempo. La anfitriona nos saluda con una amigable sonrisa
cuando entramos, y luego nos sienta, entregándonos los menús mientras tomamos
asiento. Lo hojeo de inmediato, se me hace la boca agua ante las imágenes que veo. Quiero
uno de cada cosa.

—Me alegra que hayas llamado. Tenía planeado invitarte a salir esta noche o
mañana de todos modos, así que el momento fue perfecto —me dice Matt.

—Sí, también me alegro de haber llamado —mis ojos permanecen pegados a la


hamburguesa triple con tocino. Casi puedo saborear la salada bondad en mi lengua.
Mierda, con suerte, no estoy babeando.

—Iba a darte esto —la voz de Matt es suave, echo un vistazo sobre menú y miro
hacia abajo. En su mano hay una pequeña caja de terciopelo negro. Eso no es... Señor, por
favor dime que no es lo que creo que es. Al pensarlo, pierdo el apetito.

—Me imaginé que la gente levantaría las cejas al llegar a la boda y se dieran cuenta
de que jamás te di un anillo de compromiso.

Mi garganta se aprieta y mis oídos vibran con el sonido de los latidos de mi


corazón.
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Dejo caer el menú, poniéndolo sobre la mesa mientras Matt desliza la caja del anillo
Página

por la superficie de madera. Haciendo una pausa, miro fijamente la caja como si fuera a
saltar y atacarme.
Una parte de mí todavía se pregunta si todo esto es un sueño. Con vacilación,
extiendo la mano y la tomo. La caja es suave, pero el significado de lo que hay dentro es
lo que más me aterroriza. Hace que todo esto sea real, ya no es solo algo dentro de mi
cabeza. Es real, físicamente real. Abriendo la caja lentamente, jadeo al ver el anillo por
primera vez. Enorme, brillante, con suficientes diamantes como para hundir mi mano.
¿Cómo voy a usar esta cosa?

—Es hermoso —susurro—. Realmente lo es.

—¿Te lo vas a poner? —pregunta después de que lo miro por unos segundos más.
Asiento y saco suavemente de la caja la hermosa pieza de joyería como si se pudiera
romper. Se siente tan pesado como parece. Lentamente, lo deslizo en su lugar en mi dedo
anular.

Por supuesto, encaja perfectamente, casi como magia... casi.

—Mi mamá debe haber medido mi dedo mientras dormía o algo así.

Matt se ríe mientras se lleva la taza a los labios —Honestamente, no lo dudaría. Tu


mamá está un poco loca.

No tienes ni idea.

—Oh, Dios mío, ¿acabas de comprometerte? —Alguien a nuestro lado chilla,


mirando hacia arriba, veo que la camarera está parada junto a nuestra mesa, lápiz y libreta
en mano, lista para tomar nuestro pedido.

—¿Qué? ¡No! Hemos estado comprometidos durante un tiempo —digo


rápidamente, queriendo calmar la situación antes de que empeore. A juzgar por su
emocionada expresión facial, está lista para traer un pastel de celebración y hacer que
todo el personal nos cante una canción. Eso sería vergonzoso y llamaría demasiado la
atención.

—Oh, bueno, felicitaciones. Ese anillo está para morirse. Él realmente debe amarte
mucho —se ríe la camarera, con los ojos muy abiertos y las mejillas rojas como si acabara
de descubrir algún secreto. —Sí, toneladas. Miro a Matt, que me mira, su rostro es una
máscara vacía. Es imposible de leer y no estoy segura de sí debería responder. ¿Me ama?
¿Lo hará alguna vez? A pesar de todo esto, nunca me molesté en preguntarle cuáles eran
sus sentimientos sobre nuestro matrimonio. Él siempre parece estar bien con esto.
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—Tomaré la hamburguesa de mamut, y ella tendrá la hamburguesa con queso y


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tocino, ambas con papas fritas.


—Por supuesto. —La camarera no pierde el ritmo, mientras anota nuestro pedido
y luego toma los menús prácticamente saltando de regreso a la cocina.

Colocando mis manos frente a mí, mis ojos se fijan en el anillo de nuevo. Me llevará
algún tiempo acostumbrarme a usar esta cosa.

—¿Te gusta el anillo? —Pregunta Matt.

—Sí, me gusta. Es... es casi demasiado. No tenías que conseguirme algo


extravagante. Una banda simple habría estado bien.

—No para mi chica. Te mereces lo mejor, y te dije que cuidaría de ti. Este es
simplemente el comienzo. En el momento en que tengas mi apellido, te proporcionaré
todo lo que necesita y más. Nunca carecerás de nada.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho. Pronto tomaré su apellido, sellando para
siempre mi destino de no volver a estar nunca más con los hermanos Bishop. Duele,
mucho, demasiado, pero tengo que recordarme a mí misma que esto es lo que hay que
hacer. Estoy haciendo esto por ellos.

—Oye, ¿estás bien? —La suave voz de Matt interrumpe mis pensamientos, y
parpadeo para alejarlos, mi corazón aún pesa en mi pecho cuando encuentro su mano
apoyada contra la mía. Debería sentir algo, cualquier cosa al tocarlo, pero no es así.

—Uhh, sí. Si, estoy bien. Simplemente pérdida en mis pensamientos. —Me obligo
a sonreír.

Hablamos un poco más hasta que finalmente llega nuestra comida y, después de
eso, estoy tan ocupada llenándome la cara de grasienta bondad que no tengo tiempo para
hablar.

—Vaya, no pensé que realmente ibas a comerte toda esa hamburguesa —las cejas
de Matt se levantan con sorpresa, mientras me meto las últimas papas fritas en la boca.

—Yo tampoco, pero me moría de hambre —señalo—. Aunque ya no, estoy llena.
Iré al baño y me lavaré las manos. Huelen a tocino y no quiero que mi mamá tenga un
ataque al corazón cuando llegue a casa —me disculpo mientras Matt termina su
hamburguesa.

Caminando por el restaurante, sigo la gran señal del baño que está encima de mí.
246

Cuando entro al baño, lo encuentro vacío y me desplomo contra el lavabo, agradecida


por un momento de calma a solas. Me lavo las manos, enjabonándolas con abundante
Página
jabón, todo mientras mis ojos están pegados al anillo de diamantes que ahora adorna mi
dedo.

La puerta se abre de repente detrás de mí, y levanto la vista de mis manos y miro
hacia el espejo, lista para fingir una sonrisa a cualquier mujer que acaba de entrar. Pero
no es una mujer. Mi rostro cae, mi estómago se aprieta, mi corazón late con furia.

—¿Banks? —Jadeo, mientras cierra la puerta detrás de él, girando la cerradura,


atrapándome en el pequeño espacio con él—. ¿Qué estás haciendo? ¿No puedes estar
aquí?

Banks no dice nada, en cambio, acorta la distancia entre nosotros en una sola
zancada. Estoy mareada de necesidad, deseando su toque, aunque sé que no puede salir
nada de ello. Levanta las manos y coloca una a cada lado de mi cara, acunando mis
mejillas. Su aroma único llena mis fosas nasales, huele picante como a canela y limpio, y
una sensación cálida y difusa se extiende por todo mi cuerpo ante el familiar aroma.

—Solo estamos nosotros ahora, dime qué pasó en realidad. Dime qué está pasando
realmente. Su voz está llena de emoción, y la intensidad de ella me sacude hasta la
médula.

—Banks… —Me duele el corazón en el pecho. Tengo tantas ganas de decirle la


verdad. Quiero decirle que lo amo y que todo va a estar bien... pero no puedo. Si le digo
la verdad, me secuestrará de nuevo, en un esfuerzo por mantenerme a salvo. Y no
importa lo mucho que quiera ir con él, no puedo permitir que eso suceda, porque si
enojamos a mi padre nuevamente, no hay forma de saber lo que hará.

—Dime, nena —me persuade, su pulgar frota suavemente sobre mi ardiente


mejilla.

—Esto... —Mi garganta se aprieta, las palabras casi se niegan a salir—. Esta es mi
elección… quiero casarme con Matt. Me casaré con él. —Ante mis palabras, las manos de
Banks se apartan y una mirada de incredulidad se apodera de sus rasgos. Parpadea
lentamente, casi como si quisiera que todo esto fuera un sueño.

—Estás mintiendo, no quieres a ese idiota. Dime la verdad. Dime que esto no es lo
que quieres, Harlow. —La desesperación gotea de cada palabra y puedo escuchar el dolor
en su voz. Siento como si un cuchillo estuviera cortando mi corazón.
247

—Es lo correcto. Él cuidará de mí... —Empiezo.


Página
—¿Crees que no te cuidaremos? —Banks interrumpe, su voz adquiere un tono
enojado—. Te protegeremos, todo lo que tienes que hacer es dejarnos entrar. Cuéntame
lo que pasó, y puedo arreglar esto. Tendré a Sullivan y Oliver aquí en un abrir y cerrar
de ojos.

No. No puedo dejar que sean lastimados. Sacudiendo la cabeza, doy un paso atrás,
poniendo algo de distancia entre nosotros. Tenerlo tan cerca me hace querer estar de
acuerdo con todo lo que dice.

—No quiero que me cuides ni trates de protegerme. Quiero que me dejes en paz.
—Las lágrimas se forman en mis ojos cuando las palabras que estoy a punto de decir
salen de mi lengua—. Ya no te quiero. Tú y tus hermanos no son nada para mí.

Banks niega con la cabeza, su pecho sube y baja rápidamente. Puedo ver la
conmoción y la tristeza echando raíces. —¿Por qué? ¿Por qué dices estas cosas? Sé que no
te lo dijimos antes, pero te amamos y sabemos que nos amas. No hagas esto.

Siento como si mi corazón estuviera siendo arrancado físicamente de mi pecho,


cada latido intensifica el dolor. —Recordé algunas cosas que sucedieron entre nosotros.
Cosas que no puedo olvidar, que no puedo superar. —Necesito hacerle entender que
hablo en serio. Sé que es un golpe bajo, pero necesito hacerle entender mi punto. Necesito
hacer la mentira más creíble.

—¿Cómo qué?

—Recuerdo que me amenazaste y recuerdo cómo me intimidaste en la escuela.


—Banks agacha la cabeza avergonzado, sus ojos se quedan en blanco y brillan como si
estuviera recordando ese momento terrible. Me odio a mí misma y a mi padre por
obligarme a hacer esto. Lo odio tanto.

—Lo siento, Harlow, desearía poder cambiar el pasado, pero no puedo, y el pasado
no cambia lo que siento por ti ahora.

—Hiciste de mi vida un infierno y no puedo perdonarte a ti ni a tus hermanos por


eso. —Es solo parcialmente mentira. Recuerdo algunas cosas sobre ellos, pero los perdoné
hace mucho tiempo. Todos cometimos errores terribles y elegí perdonarlos por los suyos.
No tenía sentido guardar rencor o mantenerlo sobre sus cabezas si alguna vez iba a haber
una oportunidad de que todos estuviéramos juntos. Pero ese barco ya ha zarpado. No
248

hay futuro para los cuatro, al menos no conmigo en él.


Página
Banks mira hacia arriba, su mirada choca con la mía, y por un momento, me siento
abrumada por la tristeza. Abre la boca para decir algo, pero antes de pronunciar una sola
palabra, un fuerte golpeteo llena la habitación.

—Harlow, ¿estás bien ahí? —La voz apagada de Matt llega a través de la puerta.

Respiro temblorosamente antes de gritar —Sí, ahora mismo salgo... —Antes de que
pueda terminar la frase, Banks se da la vuelta y se dirige hacia la puerta, la destraba y la
abre de golpe. No puedo moverme, estoy de pie allí como una estatua, mis rodillas
tiemblan.

—Tienes que estar jodidamente bromeando —se enfurece Matt cuando ve a Banks
dentro del pequeño baño conmigo.

—¿Qué le hiciste? ¿La estás obligando a casarse contigo? —Banks acusa a Matt, su
voz goteando odio, mientras sus bíceps se tensan y sus manos se aprietan en puños.

Los siempre juguetones ojos de Matt se vuelven fríos, haciéndome temblar. —No
seas jodidamente ridículo. Ella accedió a casarse conmigo. Supéralo y capta la indirecta.
Ella no te quiere, imbécil —Matt escupe de regreso.

La mirada de Banks se estrecha y da un paso adelante. —¡Ella tampoco te quiere!


—La habitación está tan cargada de tensión que dificulta la respiración. Antes de que esto
pueda escalar más, me meto entre ellos dos. De espaldas a Matt, levanto mis manos,
mostrándole a Banks mis palmas, haciendo un mal intento por calmarlo. No me di cuenta
—hasta que vi la ira y el dolor en su rostro— que con esta postura, claramente estaba
tomando un lado. El lado de Matt. Mierda. Solo estoy cavando un agujero más profundo.
Tengo que detener esto, terminarlo antes de que sea demasiado tarde.

—Banks, ya te lo dije... quiero estar con Matt. Ahora, por favor, déjame ir y deja de
seguirme. Esto es el fin; tiene que serlo. —Doy un paso hacia atrás hasta que mi espalda
está pegada al pecho de Matt. Puedo sentir el calor de su cuerpo irradiando al mío, y
como si estuviera tratando de llevar el punto a casa, Matt levanta la mano y la apoya en
mi cadera. El dolor y la decepción en los ojos de Banks son casi demasiado para soportar.
Todo mi cuerpo me suplica que vaya hacia él, mi corazón no es más que un desastre
sangrante. Poniendo el último clavo en el ataúd, me alejo de él y miro a Matt, que sigue
mirando a Banks.
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—Por favor llévame a casa.


Página
—Claro, Princesa, vámonos —dice, moviendo su mano hacia mi espalda baja
mientras me lleva fuera del baño y a través del restaurante hasta que estamos afuera. No
me atrevo a mirar hacia atrás a Banks. No podría, sin saber cuánto acabo de herirlo.

Matt me abre la puerta y me ayuda a subir al coche. Tan pronto como cierra la
puerta detrás de mí, dejo escapar las lágrimas que estaba conteniendo. Se deslizan de mis
ojos y bajan por mis mejillas con facilidad. Estoy tan avergonzada, tan desconsolada.
Ojalá las cosas fueran diferentes.

—Oye, está bien —Matt trata de calmarme cuando entra al auto, pero eso solo me
hace llorar más. No va a estar bien. Nada está bien Todo está irremediablemente roto y
no hay nada que pueda hacer para volver a arreglar las cosas. Los Bishop ya no son míos,
y esa comprensión me duele más de lo que nunca pensé.

—¿Supongo que Banks es al que amas?

Todo lo que puedo hacer ahora es asentir. Amo a Banks… y a Oliver y a Sullivan.
Dios, esto es malo, muy malo. Mi corazón se está rompiendo, haciéndose añicos en un
millón de pedazos, y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. —Los amo a los tres.

—¿Qué quieres decir con los tres? Como... ¿estabas con los tres Bishop? No me
pierdo el tono condescendiente de su voz ante mi confesión, pero sigo manteniendo mi
declaración. Puede que nunca vuelva a ser de ellos, o ellos míos, pero admitiré libremente
mis sentimientos por ellos.

—Sí... yo estaba... bueno, todavía lo estoy, enamorada de ellos.

Matt agarra el volante con más fuerza —Bueno, con suerte, podrás seguir adelante,
porque ninguna esposa mía será vista con un Bishop. No lo permitiré, Harlow. —Hay
una finalidad en sus palabras, y sé que no puedo arruinar esto. Si voy a protegerlos,
tendré que hacer todo lo que pueda para asegurarme de que las cosas con Matt funcionen.

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Página
29
Es el día de la cena de ensayo y la casa está llena de emoción. Emoción que no
comparto. Parece que soy la única persona infeliz con esta boda. No importa lo que haga,
parece que no puedo aceptar lo que han hecho mis padres. Me sacaron de la escuela,
amenazaron a las únicas personas que he amado y luego me obligaron a entrar en una
situación en la que no hay escapatoria. Es como si me estuviera hundiendo en arenas
movedizas, y cuanto más lucho, más rápido me hundo. No hay un plan B, no hay solución
para esta situación.

Me lleva una eternidad vestirme, e incluso más tiempo peinarme y maquillarme.


Mi madre asoma la cabeza en la habitación justo cuando me cierro la cremallera del
minivestido con cuello en V color lavanda que eligió para mí. Es más corto de lo que me
gustaría, pero es muy bonito.

—Maravilloso. El lavanda realmente resalta el color de tus ojos.

—Gracias —de alguna manera me las arreglo para decir. Dirigiendo mi atención
al espejo frente a mí, miro fijamente mi reflejo durante unos largos segundos. No
reconozco a la chica que me está mirando. Es débil y le falta una columna vertebral, pero
no estoy segura de cómo ayudarla, cómo hacerla más fuerte, sin poner en peligro a a los
que me importan.

—¿Estás lista, cariño? Todos te estamos esperando.

—Estoy lista —digo, mi voz sombría.

Junto con mi madre, salgo del dormitorio, recorro el pasillo y me dirijo a la gran
escalera. Mientras bajamos las escaleras, mi madre se inclina hacia mí. Ella le sonríe a
Matt, a su padre y a mi padre, que esperan al pie de la escalera.

—No hagas nada para estropear esto; de lo contrario, sabes lo que pasará. —La
advertencia es clara y deseo tanto no tener que seguir sus reglas. Mi mandíbula se aprieta,
mis dientes rechinan juntos por el esfuerzo que me cuesta mantener la boca cerrada.
Quiero gritarle, pero ¿cuál es el punto? No cambiará lo que sucederá.

Cuando llegamos al final de los escalones, me duele la mandíbula y se me hace un


nudo en el estómago. Matt se acerca a mí y yo coloco mi mano en la suya, el calor de su
toque irradia a través de mí. Ojalá pudiera odiar a Matt, pero no lo hago. Por muy malo
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que sea todo esto, ha sido la única persona que me ha mostrado incluso un poquito de
compasión.
Página
—Nos encontraremos con ustedes en la iglesia. —La voz autoritaria de mi padre
cae sobre mí como ácido. Lo ignoro por completo, sin importarme lo que tenga que decir
en este momento.

—¿Estás bien? —Matt susurra en mi oído mientras salimos por la puerta principal
y nos dirigimos al coche que espera por nosotros.

—Sí —miento. No estoy bien, ni siquiera cerca, pero quejarme no cambiará nada.

—Bien, te ves hermosa esta noche, y aún más hermosa con ese anillo de
compromiso en tu dedo. No puedo esperar para mostrarte al mundo como mi esposa
—bromea Matt, con un toque de coqueteo en sus palabras, pero no tengo fuerzas para
siquiera hacer un esfuerzo por coquetear de vuelta.

—Lo siento, esto es solo... es difícil para mí —le digo mientras me ayuda a subir al
auto.

Se sube detrás de mí y coloca su mano contra mi muslo desnudo. Dejo caer mi


mirada hacia donde me está tocando. Me parece mal, como si se estuviera burlando de
mí con su toque o algo. No puedo querer a Matt, no cuando mi corazón pertenece a otro.

—Nos vamos a casar mañana, y aunque nuestro amor no es real, tenemos que
fingir ante toda una sala de personas hoy y mañana que lo es.

Tiene razón, pero no me importa. No quiero fingir más. Solo quiero casarme y
escapar de la torre en la que mis padres me han encerrado.

Como si pudiera sentir mi actitud indiferente, sus labios se presionaron en una


línea dura, haciéndolo parecer casi enojado. Genial, acabo de cabrear a mi futuro esposo,
la única persona que parece preocuparse por mis deseos. Tal vez debería ser un poco más
amable con él... más agradecida de que no sea un idiota total conmigo, porque
sinceramente si lo fuera, no habría nada que pudiera hacer. Todavía me casaría con él
para proteger a los Bishop. Haría cualquier cosa para asegurar su bienestar.

—Lo siento —digo en voz baja—. Realmente lo siento. Desearía que las cosas
fueran diferentes.

—Sí, yo también... —Dice con un movimiento de cabeza mientras se gira y dirige


su atención hacia la ventana, como si los árboles que pasan fueran una mejor compañía
252

que yo o algo así.


Página
El resto del viaje transcurre sin incidentes, al igual que el ensayo. Shelby también
está allí, como mi dama de honor, y aunque su presencia me consuela, no es suficiente
para hacerme sentir otra cosa que no sea horror.

Repasamos los eventos que tendrán lugar mañana y se necesita todo dentro de mí
para seguir con cada paso y cada palabra. Matt no se salta un in paso, e incluso me sonríe
un par de veces, pero en sus ojos, debajo de la fachada falsa, puedo ver la ira que se está
gestando.

Y poco a poco, la realidad comienza a hundirse...

¿Realmente me voy a casar con él mañana?

Antes siempre fue, sí, voy a hacer esto, pero ahora realmente está sucediendo. En
solo veinticuatro horas me voy a casar con un hombre al que no amo.

Como siempre, Matt es atento y cariñoso, aunque sus ojos dicen lo contrario, y
para cuando llegamos a la cena que mis padres han organizado para nosotros, me siento
un poco menos que nauseabunda. Mi madre está radiante, está sobre la luna cuando
entramos en el área de recepción que está llena de miembros de ambos lados de nuestras
familias.

Muchos rostros me son desconocidos, así que mantengo la mirada baja y dejo que
Matt me guíe por la habitación. Me presenta a casi todos los que conoce, mientras yo finjo
una sonrisa y hago como si me importara lo que tienen que decirme.

Fingir es agotador y me encuentro alcanzando una copa de vino sin siquiera


pensar. El frío líquido burbujeante se desliza por mis labios secos y entra en mi boca llena
de algodón, calmando la sequedad que hay allí. Me bebo todo el contenido y tomo otro,
sorbiendo el segundo vaso, en lugar de tragarlo también.

Odio este lugar. Odio a mi padre. Odio que me obliguen a hacer algo que no quiero
hacer. Solo quiero huir y olvidarme de todo.

—¿Te dolería sonreír un poco? —mi madre gruñe al pasar a mi lado.

¿Te dolería preocuparte un poco? Quiero decir, pero no lo hago.

Comemos una cena ligera y Matt conversa con su padre y algunos de los otros
empresarios. Hago todo lo posible por bloquear la mayor parte de la conversación y me
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quedo allí como una estatua, dejándolo tomar mi mano y presumirme, como si fuera una
rara joya.
Página
—Toma, bebe otra —Shelby se acerca a mí, susurrándome al oído mientras me
entrega una copa—. Parece que te vendría bien.

—Gracias —digo, y por primera vez esta noche, el fantasma de una sonrisa que no
es forzada, juega en mis labios. Estoy muy contenta de que Shelby esté aquí, la única
amiga que siempre me ha apoyado—. No sé cómo podré pagarte por ser mi amiga. Has
estado ahí para mí a través de todo.

—Ni lo menciones —Shelby me hace una seña de despido y me da un beso en la


mejilla—. Para eso están los amigos.

Hablamos un poco más antes de que Shelby se disculpe y se vaya. Ojalá me


hubiera ido con ella, pero como es mi fiesta y todo eso, supongo que la gente espera que
me quede.

El tiempo pasa lentamente y veo como Matt ordena bebida tras bebida. Parece que
no soy la única que intenta ahogar sus penas. La diferencia es que yo me detuve después
de la tercera copa de champán, aunque quiero beber más. No me gustó cómo el alcohol
nubló mi mente, así que me obligué a parar.

A medida que avanza la noche, Matt se embriaga cada vez más, pero su mano
permanece envuelta alrededor de la mía, manteniéndome cerca de él. No es lo ideal, pero
es mejor que andar por ahí sola. Al menos de esta manera, tengo a Matt para que actúe
como un amortiguador entre mis padres y yo, y cualquier otra persona con la que no
quiera hablar.

Después de un rato, mi vejiga comienza a protestar, el champán me atraviesa más


rápido de lo que esperaba. Sacando mi mano de la de Matt, me excuso para ir al baño.
Puedo sentir sus ojos sobre mí mientras me alejo, quemando a través de la tela de mi
vestido e incrustándose en mi piel.

Cuando llego al baño y entro al cubículo, casi me desplomo contra la pared. Las
lágrimas me pican los ojos. Tengo tantas ganas de llorar, dejar salir todas las cosas que
siento, pero no puedo. Tengo que mantenerme firme. Tengo que ser fuerte. En el instante
en que demuestre debilidad, mi madre y mi padre se abalanzarán.

Tragándome las lágrimas y el dolor, uso el baño, tiro de la cadena y me lavo las
manos. Al salir del baño, mantengo la vista fija en el suelo. Al no darme cuenta de la
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persona que camina hacia mí, me tropiezo con ella.


Página
—Lo siento mucho... —Me disculpo y levanto la mirada con la esperanza de que
no sea uno de los amigos de mis padres. Mis ojos se fijan en el costoso traje negro y luego
en el hermoso rostro adherido a el, es un extremadamente borracho Matt.

—¿Lo sientes lo suficiente como para darme un beso? —dice, sus ojos están
inyectados en sangre y vidriosos, no me di cuenta de que estaba tan ebrio antes de irme.
Lamiendo mis labios, estoy lista para decirle que no cuando se acerca y me empuja
suavemente contra la pared.

La preocupación roe mis entrañas, pero una pequeña parte de mí sabe que Matt
no es un mal tipo. Realmente no me haría daño.

—No quiero besarte —le digo mientras se inclina hacia adelante, soplando aliento
caliente contra mis labios. Huele como una destilería y mi nariz se arruga por el olor.

—Por supuesto que no. ¿Por qué querrías besar a tu futuro esposo? ¿Por qué
querrías mostrar siquiera una pizca de afecto? —Una risa amarga se desliza más allá de
sus labios y en el espacio entre nosotros. Trato de quitarme su agarre de encima, pero sus
dedos se clavan más profundamente en mi piel, manteniéndome en mi sitio. El dolor
irradia por mis brazos desde donde me sostiene, y no puedo detener el gemido que pasa
por mis labios.

—Me estás lastimando —susurro, esperando que las palabras se abran paso a
través de su nublada mente, pero no es así, de hecho, hacen lo contrario. Sin previo aviso,
sus labios descienden sobre los míos, chocando contra mis labios con una fiereza que me
aterroriza.

No hay forma de escapar de él, sus labios, sus manos, me mantienen en mi sitio.
Mis pulmones arden cuando me olvido de respirar y, en cambio, comienzo a luchar
contra su agarre, presionando mis palmas contra su pecho en un esfuerzo por poner
espacio entre nosotros.

Mis esfuerzos son inútiles, y en lugar de alejarse, se acerca más, su pecho


presionando contra el mío. Profundizando el beso, su lengua entra en mi boca sin
permiso. Un fuego furioso florece dentro de mí y, de alguna manera, encuentro la fuerza
para luchar. Muerdo su lengua con fuerza, e instantáneamente, él se aleja, dando un
tambaleante paso hacia atrás.
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La conmoción invade sus rasgos antes de que la rabia se apodere de ellos, y me


quedo encogida y temblando, como un cachorro abandonado en medio del invierno.
Página
¿Quizás no debería haberlo mordido? Fue solo un beso, y él es mi futuro esposo,
después de todo. Pero las palabras se sienten mal, todo esto se siente mal. Dije que no
quería. Las lágrimas comienzan a caer sin previo aviso, manchando mis mejillas
perfectamente maquilladas.

—No seas un bebé llorón, fue solo un beso.

—Dije que no quería besarte.

—¿Esperas que nos casemos y nunca nos besemos? No puedes ser tan ingenua.

—Si cambio de opinión sobre lo de querer besar, serás el primero en saberlo.

—Lo que sea. Mañana nos casaremos y tú serás mi esposa. Tendrás que dormir
conmigo eventualmente. Puede que no sea un Bishop, pero llegarás a amar mi polla tanto
como amaste la de ellos... —Su rostro se retuerce en una sonrisa cruel. El amable hombre
que conocí hace no mucho tiempo, se ha convertido en alguien que no conozco, y sin
siquiera pensarlo, cruzo el espacio que hay entre nosotros, tiro mi mano hacia atrás y le
doy una fuerte bofetada en la mejilla.

Mi piel arde al contacto con la suya, pero no me importa. No me importa lo que


pase después. Todo lo que sé es que no me hablará de esa manera. No permitiré que
menosprecie lo que tuve.

—No los conoces a ellos y no me conoces a mí —me burlo, encontrando la fuerza


para hablar por mí misma. Estoy cansada de ser un felpudo—. Puede que me case contigo
sobre el papel, pero eso no significa que me acostaré contigo. Especialmente no cuando
actúas como un idiota, como lo haces ahora.

Matt aprieta la mandíbula y sus ojos, una vez suaves, se oscurecen. Da un paso
amenazante hacia mí, con la mano levantada, y me pregunto brevemente si me va a
pegar. Antes de que tenga la oportunidad de hacer lo que sea que planea hacer, aparece
uno de los guardias de mi padre.

—Su padre ha pedido su presencia... a solas —dice Bert en voz baja, sus ojos
asimilando la situación frente a él.

Soltando un ansioso suspiro, digo —Por supuesto, ¿dónde quiere que me


encuentre con él?
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—Afuera, en el jardín —dice, y hago un movimiento para seguir al guardia.


Página

—Buenas noches. Te veré mañana, esposa. —Me estremezco ante el tono de las
palabras de Matt, pero asiento. ¿Cómo voy a hacer esto? ¿Cómo voy a casarme con un
hombre que se impone a sí mismo en mí? Antes de esta noche, pensé que podía hacer
esto, pero ahora, no tanto. Matt es tan despiadado y aterrador como mi padre. Sus
verdaderos colores finalmente salen a la luz.

Matt desaparece por el pasillo, la ira brotando por cada poro de su cuerpo. Me
desplomo contra la pared de ladrillo una vez que esta fuera de mi vista, el alivio
inundando mis venas. ¿Cómo terminé aquí? No hay suficientes lágrimas en el mundo.
Estoy exhausta, cansada de llorar, de pretender, de fingir.

—Venga conmigo, por favor —Bert interrumpe mis pensamientos, y un momento


después comienza a caminar por el pasillo sin siquiera mirar para ver si lo sigo. Me toma
un segundo, pero consigo que mis piernas funcionen y lo sigo con cautela, sin saber a
dónde me lleva.

Después de todo, ya me secuestró una vez antes.

—Gracias... —Casi digo Bert, pero sé que ese no es su nombre.

—Milton —se presenta, haciéndome sentir estúpida. Realmente debería haber


hecho un esfuerzo por recordar su verdadero nombre.

—Gracias, Milton.

Caminamos por un pasillo, y luego por otro hasta llegar a un par de puertas
francesas. Bert las abre y me lleva afuera. El aire de la noche es frío contra mi piel desnuda
y la piel de gallina se me eriza en los brazos.

—¿Dónde está mi padre? —Pregunto, cruzando los brazos sobre mi pecho. Bert no
responde y, en cambio, se gira para volver al interior. El miedo se desliza por mi columna
vertebral, la preocupación me consume, y entonces lo veo.

Sullivan. No puede ser. Esto tiene que ser un sueño. Todos mis sentimientos
anteriores se desvanecen, y corro hacia él, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura
y enterrando mi nariz en su camisa, inhalando su aroma familiar en mis fosas nasales.
Una risa suave se escapa de sus labios y lo miro a través de mi cabello.

—Banks estaba tan seguro de que habías seguido adelante, pero no me abrazarías
así si eso fuera cierto. —Sus brazos me rodean también, apretándome casi como si
estuviera tratando de incrustarme en su pecho. Puedo escucharlo inhalar mi aroma, mi
257

cuerpo se derrite en un montón de papilla a sus pies.

Y luego me doy cuenta... Mierda. Me acabo de delatar a mí misma.


Página

—Yo... —¿Tiene algún sentido tratar de ocultarlo más?


—Está bien, lo sé. Supimos todo el tiempo que era un acto. De lo que sea que estés
tratando de protegernos, esa mierda termina ahora.

Alejándome para poder mirarlo, le pregunto —¿Cómo llegaste aquí? ¿Cómo


supiste que estaba aquí?

Sullivan sonríe, y juro que mi núcleo se aprieta cien veces. Extraño esa sonrisa, su
toque, su olor. Lo extraño a él y a sus hermanos, y la forma en que me hacen sentir, tan
querida, tan amada. Los extraño, muchísimo. Tengo muchas más preguntas que quiero
hacerle, pero todas esas cosas desaparecen ahora que estoy en sus brazos. Sin romper
nuestro abrazo, me lleva por las escaleras hasta el jardín. Hay un pequeño laberinto y nos
escondemos detrás de una de las paredes cubiertas de hiedra. De esta manera,
permanecemos ocultos de cualquier mirada errante.

Tan pronto como estamos escondidos, Sullivan se aleja, su agarre sobre mí se afloja
y sus dedos recorren mi piel, deteniéndose una vez que llegan a mis mejillas acunándolas.
—Tengo conexiones, gente que me ayuda. Ahora necesito que me digas qué está pasando.
No sé cuánto tiempo tenemos y necesito saberlo todo. No me mientas ni me ahorres los
detalles. Vamos a sacarte de esto.

—No, no puedes. —Jadeo, miedo paralizante se apodera de mí—. Mi padre te hará


daño; te destruirá a ti y a tus hermanos. No se detendrá solo en incriminarte esta vez. No
puedo permitir que eso suceda. No lo haré. —Lloro, dándome cuenta un momento
demasiado tarde de que le he dado toda la información que necesita.

Las lágrimas comienzan a caer de mis ojos de nuevo, y Sullivan enjuga cada una
de ellas con el pulgar, sus ojos azul marino se clavan en los míos, mientras lo hace. Se ve
en conflicto, como si quisiera besarme pero también estrangularme al mismo tiempo.

—Joder, Harlow, no llores —me suplica, y el dolor en su voz solo me hace llorar
más fuerte.

—No puedo evitarlo. No quiero hacer esto. Quiero estar con ustedes, pero no hay
nada que pueda hacer y no dejaré que él les haga más daño del que ya les ha hecho. —A
estas alturas estoy sollozando, mi maquillaje está completamente arruinado y me veo
como un desastre, estoy segura, pero no me importa, no cuando estoy en los brazos de
Sullivan.
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—Shhh, no hay necesidad de salvarnos. Podemos pelear nuestras propias batallas


contra tu padre. Ahora mismo, necesito que hagas algo por mí. Vamos a detener esta
Página

boda...
Mis dedos se clavan en el costoso traje que lleva. —No. No puedes. Él encontrará
una forma de hacerte daño. No puedo permitirlo. —Estoy frenética. Solo trato de
protegerlos. Conozco a mi padre y sé que hará todo lo posible para salirse con la suya.

—Detente, Harlow —susurra Sullivan y luego me calla con un beso que es duro,
feroz y necesitado. En ese beso, siento cada gramo de dolor, cada gota de necesidad.
Siento el amor que me tiene y nunca quiero dejarlo ir. Agarrándome de él, profundizo el
beso, volviéndome loca de necesidad. Mis manos recorren cada centímetro de él, mientras
él hace lo mismo, abrazándome como si fuera un frágil trozo de cristal.

—Te necesito —jadeo contra sus labios mientras rompo el beso un momento
después. Mirándolo, puedo ver el hambre parpadeando en su ardiente mirada. Él me
desea tanto como yo lo deseo a él, y si esta va a ser la última vez que estamos juntos, para
siempre, como tiene que ser, entonces la aceptaré. Voy a llenarme de él hasta que no haya
nada más que tomar.

Sin una pizca de vacilación, Sullivan se desabrocha el cinturón y se baja los


pantalones de vestir, liberando su polla. Mi boca se hace agua ante la vista, y tiemblo
cuando sus manos se mueven hacia el dobladillo de mi vestido, antes de desaparecer
debajo de él. Un momento después, el sonido de la tela rasgándose llena el aire de la
noche, y la tanga que llevaba puesta se deshecha en el suelo.

Con sus manos en mis caderas, me levanta y yo rodeo con mis brazos alrededor
de su cuello, un pequeño maullido de placer escapa de mis labios, mientras su polla roza
mis empapados pliegues.

—Joder. Sabía que no lo querías. Lo sabía —gruñe contra mi garganta mientras


nos alinea, y me hundo lentamente sobre su longitud. En ese momento, el mundo podría
explotar a nuestro alrededor y no me importaría. No hay nada que se compare con el
placer que llena mis venas cuando entra en mí.

—Dime que no lo amas... dime que me amas a mí y a mis hermanos —suplica


Sullivan, sus hermosos rasgos atormentados.

—Te amo a ti y a tus hermanos. Solo a ustedes… —Las palabras salen en un jadeo
mientras Sullivan me hace rebotar en su polla, sus musculosos muslos y bíceps me
sostienen como si no pesara nada.
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El sudor perla mi frente y ya sé que necesito más, mucho más. Me está follando,
pero no es lo que necesito. Como si supiera esto, Sullivan me mueve, hasta que mi espalda
Página

está contra la pared de ladrillos. Luego comienza a empujar hacia arriba, entrando en mí
a tal ritmo que incluso mis ojos no pueden seguirlo. La sangre fluye en mis oídos y mis
pulmones se llenan de aire. Por primera vez desde que mi padre me secuestró, siento que
puedo respirar de nuevo.

Se siente como si con cada golpe él estuviera reconstruyendo lentamente mi


corazón roto. Su agarre en mis caderas se convierte en magulladuras, me empujo hacia
atrás queriendo, no, necesitando, ver su rostro mientras nos desmoronamos juntos. Todo
mi cuerpo comienza a tensarse como una espiral, mi corazón se acelera con fuerza en mi
pecho. Cada vello de mi cuerpo se eriza, mientras el sonido de nuestros jadeos llena el
aire, mientras nos unimos. Necesito más, mucho más. No quiero que este momento
termine nunca. Tirando de su camisa como una loca, la rasgo hasta que los botones salen
volando y mis manos encuentran su piel desnuda y caliente. A mi toque, Sullivan sisea.

—Eres mi hogar. El principio, el final y todo lo que hay en medio —susurra,


mientras desacelera su ritmo y entra en mí lentamente, tan lento que casi duele.

Las lágrimas comienzan a caer de mis ojos de nuevo cuando él me lleva al orgasmo,
todo mi cuerpo tiembla mientras el placer me recorre como olas en la costa. No pasa
mucho tiempo antes de que él mismo comience a correrse, llenándome con su pegajosa
semilla caliente. Suspiro profundamente ante la sensación, tratando con todas mis fuerzas
de memorizar exactamente cómo se siente este momento.

Siempre será mi recuerdo más preciado de él. Me sostiene en sus brazos por un
rato más, antes de volver a ponerme de pie.

Todo lo que puedo hacer es mirar al suelo, el frío se filtra de nuevo en mi piel por
la pérdida del calor de su cuerpo.

—Este no es el final, Harlow. Ni siquiera jodidamente cerca. No te vas a casar con


ese cabrón mañana.

—Tengo que hacerlo.

Con dos dedos, inclina mi barbilla hacia arriba, obligándome a mirarlo. —No, no
tienes que hacerlo. Oliver, Banks y yo no dejaremos que suceda. Tendrán que matarnos
primero.

Eso es lo que me preocupa. Pienso para mí misma, pero no lo digo en voz alta.
Sullivan me mira fijamente durante un largo momento, antes de comenzar a meterse en
260

los pantalones y arreglarse la camisa lo mejor que puede. A medida que nuestro tiempo
llega a su fin, contengo las lágrimas, negándome a dejar que manchen el último recuerdo
Página

que tendré con él.


—Te amo, Harlow, todos lo hacemos y lucharemos por ti. Lamento haber dejado
que esto sucediera, pero lo juro, cariño, lo arreglaremos.

Sacudiendo mi cabeza, mi cabello cae sobre mi cara. No puedo escucharlo decir


estas cosas. Nada de esto es culpa suya y no hay suficientes palabras ni tiempo para
explicarlo.

—Yo también te amo. A los tres. Por favor, dile eso a tus hermanos. No quise
lastimar a Banks el otro día, no quise lastimar a ninguno de ustedes, solo...

El ceño de Sullivan se arruga. —Deja de actuar como si esto fuera el final, no lo es.

Mordiéndome el labio inferior, respiro temblorosamente. —Es el final, Sullivan.


Tiene que serlo. Tengo que protegerte. Te amo, pero a veces el amor no es suficiente.

Sullivan abre la boca para decir algo, pero los pasos que se acercan le impiden
hablar. Mirando a través de los arbustos, veo a Bert parado en lo alto de los escalones.

—Tengo que irme —digo, sin siquiera mirar a Sullivan mientras digo las palabras.

—Este no es el final, Harlow, es simplemente el comienzo.

Oh, cómo desearía que fuera verdad.

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Este no es el final, Harlow, es simplemente el comienzo.

Las palabras de Sullivan me persiguen más tarde esa noche mientras estoy
despierta en la cama, sin poder dormir. Doy vueltas y vueltas, todo lo que puedo hacer
es pensar, mi cerebro se niega a apagarse.

Debería estar durmiendo, descansando un poco porque mañana va a ser un largo


día, pero no puedo dejar de pensar en lo que dijo. Quizás tenga razón. Quizás este no sea
el final. Tal vez sea solo el comienzo... la pregunta es, ¿el comienzo de qué? ¿Una vida sin
amor como prisionera?

No, no puedo dejar que esto me suceda, tengo que intentar salvarme a mí misma,
sin poner en peligro a los chicos. Tiene que haber una forma de luchar, de salir de esta
situación. No puedo casarme con Matt, pero tampoco puedo permitir que mi padre
lastime a los hombres que amo. Tengo que hacer algo... cualquier cosa. Llena de energía
nerviosa, ni siquiera lo pienso mientras salgo de la cama de puntillas.

La casa está tranquila y bañada en completa oscuridad. Mis padres ya deberían


estar dormidos. Lo que me da la oportunidad perfecta para ir a husmear. Si pudiera
encontrar algo, una pequeña indicación de que mi padre está haciendo negocios turbios,
tendría la ventaja que necesito contra él. Podría obligarlo a dejarme ir, obligarlo a dejarme
estar con los Bishop.

Como un ninja, me muevo por la casa vistiendo nada más que mi pijama. Me dirijo
al lugar más probable en el que encontraría algo... la oficina de mi padre. Cuando está en
casa, generalmente está allí, trabajando o tal vez simplemente escondiéndose de mi
mamá. No sé qué hace allí, pero pasa mucho tiempo encerrado ahí.

Empujo la pesada puerta de madera para abrirla, entro en la habitación, no puedo


oler nada más que su especiada colonia. Permanece en el ambiente, dejándome con una
sensación de inquietud en el estómago. Al encender la luz, la habitación se ilumina con
un suave resplandor, una de las paredes está cubierta de estanterías, hay una barra
húmeda11 debajo de la enorme ventana salediza y un escritorio de caoba de gran tamaño
está centrado en la habitación. Mi mirada se detiene en las estanterías y luego vuelve a su
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escritorio. Decido empezar por ahí primero.

Moviéndome detrás del escritorio, tomo asiento en la silla de cuero suave y


Página

comienzo a revisar los cajones. El primero no tiene más que puros, encendedores y

11
Bar con un lavabo o fregadero con agua corriente.
cortadores de puros en su interior. El segundo tiene una variedad de contenidos, el cajón
parece ser un comodín. Revuelvo en él, con náuseas cuando encuentro dos condones y...
lubricante. ¿Qué mierda? Cerrando el cajón rápidamente, me trago el vómito que amenaza
con subir por mi garganta.

Alcanzo la manija de latón del tercer cajón, tiro de ella, pero encuentro que no se
abre. Me desanima y me da esperanza, todo al mismo tiempo. Puede que no sea capaz de
entrar allí, pero debe contener algo que valga la pena. Algo que está escondiendo.

Quiero decir, ¿por qué si no estaría cerrado con llave?

Todo lo que necesito es alguna cosa, una prueba para usar en su contra.

Agarro su pesado abrecartas de encima del escritorio y lo uso para intentar abrir
el cajón. Después de unos minutos, casi me rindo, pero luego lo escucho, un chasquido
suena dentro del cajón, casi como si algo se estuviera rompiendo.

¡Si! La emoción llena mis venas, le doy un último empujón y la estúpida cerradura
se abre. ¡Gracias a Dios! Podría llorar, estoy tan feliz.

El cajón se abre de golpe y miro su contenido con confusión. No es lo que esperaba


encontrar. En lugar de notas o documentos de negocios, encuentro fotos viejas y algo que
parecen cartas escritas a mano.

Al hurgar en el contenido, mi confusión aumenta, porque no reconozco a la mujer


en estas imágenes. Ella definitivamente no es mi madre, entonces, ¿quién es? Reconozco
a mi padre, una versión más joven y despreocupada de él, de pie junto a la misteriosa
mujer de las fotos, hay algo extrañamente familiar en ella. Mirando la imagen, trato de
colocarla en mi mente. Tal vez la conocí antes de perder la memoria, ¿y por eso me parece
familiar?

Cuando me empieza a doler la cabeza, decido cambiar de dirección y abrir una de


las cartas. Examino las palabras, mi corazón late con fuerza en mi pecho mientras lo hago.

PARA EL AMOR de mi vida.

Han pasado días desde la última vez que vi tu rostro. Todas las noches me duermo soñando
con el día en que serás mía. Sé que George piensa que el bebé es suyo, pero sé que es mío. Estamos
destinados a estar juntos, como una familia. Por favor, vuelve a mí, mi amor.
263

TE AMA SIEMPRE
Página

Lionel
EL AIRE SE NIEGA a entrar en mis pulmones. Hay numerosas cartas, todas muy
parecidas a la que acabo de leer. Carta tras carta escrita a mano. Mis manos comienzan a
temblar, mientras la confusión se intensifica. Volviendo a colocar la carta en su sitio, me
aparto del escritorio. Es entonces cuando una foto de la pila me llama la atención.

La tomo, incapaz de ignorar la sensación visceral que se arremolina en mi


estómago. Estudio intensamente la deslucida foto. Es mi papá, debe tener mi edad en esta
foto. La mujer de la otra foto también aparece en esta, pero hay una tercera persona… un
hombre, uno que me resulta igual de familiar.

No estoy segura de quién es, pero si tuviera que ubicarlo en algún lugar de mi
cabeza, diría que podría ser un hermano Bishop perdido. Tiene los ojos marrón chocolate
de Oliver, la masculina mandíbula de Sullivan y la sonrisa traviesa de Banks. Volteando
la imagen, leo tres nombres escritos con tinta negra en la parte de atrás.

George, Phoebe y Lionel. ¿George? Entonces, como una pieza faltante del
rompecabezas, todo encaja.

George Bishop... el papá de los hermanos. Las preguntas parecen apilarse más y más
con cada cosa nueva que descubro. ¿Por qué mi padre guardaría una foto de él y George?
¿Especialmente una en la que parecen amigos en lugar de enemigos? Si bien esas
preguntas son de peso, la más importante es, ¿quién es Phoebe? Más confundida que
nunca, busco más fotos y más respuestas, pero sigo sin encontrar nada. Es como buscar
oro y esperar encontrar la pepita más grande.

Encuentro algunas fotos más con George y mi padre, algunas con los tres, pero la
mayoría tienen a la chica llamada Phoebe en ellas. Hasta el fondo del cajón, encuentro
una foto grande, es la única que está enmarcada, lo que demuestra su importancia.

Nuevamente, es Phoebe. Ella está sentada en una mecedora, acunando un vientre


en crecimiento, una brillante y alegre sonrisa en sus labios. Examino la imagen con
cuidado y mi corazón se detiene, mis pulmones dejan de funcionar y la sangre se congela
en mis venas.

En su regazo hay una manta de bebé doblada con letras bordadas en color rosa
que dicen Harlow.

No sé cuánto tiempo me quedo sentada mirando la imagen, dejando que toda esta
264

nueva información se asimile, pero se siente como una eternidad. Estoy conmocionada,
desesperada por más respuestas, respuestas que sé que no obtendré a menos que acuda
Página
con mi padre. La ira hierve a fuego lento justo debajo de la superficie. Todavía no sé quién
es Phoebe, pero sé que ella es importante para mí.

Un distante ruido llena el aire, una risa suave es lo que suena. ¿Quién está riéndose
a esta hora? Me obligo a apartar la mirada de la imagen. Puedo distinguir el sonido de
pasos que se acercan, hay dos pares, unos suaves y los otros más pesados. Saltando de la
silla, meto todo el contenido del cajón en su interior. Lo cierro, haciendo todo lo posible
para que parezca que no pasó nada. Corriendo a través de la habitación, apago el
interruptor de la luz.

Tan rápido como puedo sin caerme, uso mis manos y palmeo a lo largo de la
estantería en la oscuridad hasta que llego al borde. Justo cuando la puerta se abre, me
deslizo detrás del lateral, aplastándome contra la pared tanto como puedo, esperando y
rezando para que no me vean en esta posición.

Conteniendo la respiración, mis pulmones arden por aire. Espero que se encienda
la luz del techo, pero en su lugar, suena un suave clic y la lámpara del escritorio se
enciende, iluminando solo la mitad de la habitación con un tenue resplandor que deja la
parte donde estoy oculta, bañada en la oscuridad.

Mis ojos solo tardan un segundo en adaptarse, y cuando veo a Shelby y a mi padre
juntos, tengo que morderme el interior de la mejilla para sofocar el jadeo que está tratando
de liberarse.

—Tenemos que estar callados, si Harlow se entera, entonces ambos estamos


jodidos.

Shelby sonríe, diabólicamente —Estás jodido de cualquier manera.

Oh Dios mío. Mi padre tiene una aventura con mi mejor amiga. La persona con la
que se iba a reunir en el hotel era Shelby. Miro horrorizada como se besan, mi padre la
levanta y coloca su trasero contra el escritorio antes de subirle el vestido. Ella ni siquiera
se ha cambiado; sigue llevando el mismo vestido que usó en la cena de ensayo.

—Cállate y déjame follarte. —Mi padre gruñe y Shelby chilla de emoción.

Mi madre, mi pobre madre. Me pregunto si ella lo sabrá. Puedo sentir la bilis


quemándome en la garganta mientras cierro apretadamente los ojos mientras comienzan
a follarse uno con el otro. Los sonidos que hacen me hacen sangrar los oídos, y hago todo
265

lo posible por permanecer en silencio durante todo esto.


Página
La traición es como un cuchillo sin filo cortando mi pecho, y sé que no hay vuelta
atrás.

No puedo creerles. Que Shelby me haya traicionado, que mi padre tenga una
aventura con mi mejor amiga. No puedo creerlo. Todo lo que descubrí esta noche pesa
mucho sobre mis hombros. Mi padre y Shelby. Las misteriosas cartas y fotos. Siento como
si me estuviera asfixiando, ahogándome en todas las mentiras que parecen rodearme.

Tengo que encontrar una manera de salir de este lío, de la vida de mi padre.

Tengo que escapar. Liberarme. Ya lo hice una vez antes y lo haré de nuevo.

Espero a que Shelby y mi padre terminen.

—Ella no puede saber nunca sobre esto. Mantén la boca y las piernas cerradas o
habrá consecuencias, ¿me entiendes?

—Sí, señor —responde Shelby en voz baja. En sus ojos, veo el amor por mi padre,
y eso me pone enferma, tan jodidamente enferma. Salen de la habitación unos momentos
después y yo me quedo de pie, apenas manteniéndome a mí misma unida.

El tiempo pasa lentamente y, finalmente, me recompongo y escapo de la


habitación, escuchando atentamente por pasos o cualquier otro ruido mientras camino
por el pasillo y de regreso a mi habitación. Estoy apenas a dos metros de la puerta cuando
una mano cubierta de tela sale de la nada y me presiona la boca y la nariz. Un grito se
atora en mi garganta, y lucho inútilmente mientras un grueso brazo se envuelve
alrededor de mi cintura, tirando de mi hacia atrás contra una pared de músculos.

Oh, Dios, no, esto no puede estar pasando de nuevo.

—Shhh, todo va a estar bien —susurra una voz en mi oído, pero estoy demasiado
ida, a la deriva en la oscuridad, para saber si es una voz familiar o no.

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Página
Página
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SINOPSIS
HARLOW

Pensé que sabía la verdad, pero no lo hacía.

Los secretos me rodean, cada aspecto de mi vida ha sido una mentira.

Los hermanos Bishop son el único faro de luz en mi oscuro mundo. Son los únicos que
pueden protegerme, los únicos que realmente se preocupan por mí.

Tengo la ventaja que necesito para escapar de las garras de mi padre, para luchar, pero
cuando la verdad sale a la luz y las piezas del rompecabezas de nuestro pasado
comienzan a juntarse... me pregunto si alguna vez tendremos nuestro Felices para Siempre.

BANKS

No podíamos verla casarse con un hombre al que no ama.

Teníamos que hacer algo, aunque fuera drástico y completamente imprudente.

Amar a una Lockwood está prohibido, es tabú, está mal en muchos sentidos, pero no nos
importa lo que nuestro padre o cualquier otra persona piense. Todo lo que nos importa
es Harlow.

Ella nos pertenece y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para mantenerla a salvo...
todo para liberarla del dominio que su familia tiene sobre ella.

Para nosotros, ella no es solo una Lockwood y nosotros no somos Bishop atrapados en el
mismo círculo vicioso de odio y amor.

Conseguiremos nuestro Felices para Siempre sin importar el precio.


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Página
31
Lentamente mis ojos se abren, pero apenas puedo ver nada. Estoy inmersa en la
oscuridad. Me toma un momento darme cuenta de que estoy en el asiento trasero de un
automóvil en movimiento, con la cara pegada al cuero. El auto da un giro brusco y mi
cabeza se inclina hacia un lado. Ugh. Se siente como si mi cráneo hubiera sido rellenado
con bolas de algodón. Mis pensamientos son un desastre borroso como si estuviera
mirando a través de un charco de agua mezclada con barro, no puedo entender cómo
llegué aquí.

Una ola de náuseas se apodera de mí, mi estómago se agita como si estuviera en


una montaña rusa. Nunca me había mareado en un coche antes, pero ahora mismo,
podría explotar. Lentamente mis pensamientos regresan, y mientras me doy la vuelta en
el asiento, recuerdo que alguien me tapó la boca con un paño... que alguien me drogó y
secuestró.

Dando vuelta en el asiento, mi visión se vuelve borrosa por el rápido movimiento


y la bilis sube por mi garganta. Aspirando aire por la nariz, consigo que las náuseas se
desvanezcan, y después de unos segundos más, mi visión se despeja completamente y
puedo distinguir a la persona que está en el asiento del conductor.

¿Qué demonios?

—Ber... ah, quiero decir... ¿Milton? ¿Qué demonios estás haciendo?

Sus ojos encuentran los míos en el espejo retrovisor —Lo siento mucho, Harlow,
pero no estabas a salvo en la casa, y es mi trabajo mantenerte a salvo. —No hay ni una
pizca de remordimiento o arrepentimiento en su voz, y tengo que preguntarme que tan
cuerdo está ahora mismo.

¿Esto es una broma? ¿Alguna enfermiza y retorcida mierda que mi padre está
haciendo?

—Entonces, ¿me drogaste y secuestraste para mantenerme a salvo? ¡Parece lo


contrario si me preguntas! —Intento mantener la voz tranquila, pero la paciencia se me
acabó y sale como un grito.

—Lamento lo del cloroformo, pero necesitaba sacarte de la casa rápido y sabía que
no habrías venido conmigo voluntariamente —sigue explicando.
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Él tiene razón en eso, no habría venido con él porque al irme estoy poniendo en
Página

peligro a las personas que amo, pero Milton no lo sabe, o si lo sabe, no le importa. Mi
mirada gira alrededor del oscurecido SUV y luego por la ventana. Está tan oscuro que no
puedo distinguir hacia dónde nos dirigimos.

—¿Por qué crees que no estaba a salvo en la casa?

—No es que crea que no estás a salvo. Lo sé.

—Explícame, dime, hazme entender, porque ahora mismo te pareces más a la


persona que intenta hacerme daño que a nadie más.

Con una fuerte exhalación, comienza a hablar —¿Recuerdas en la cena de ensayo


cuando me topé con la camarera, haciéndola caer y tu comida se fue por todas partes?

—¿Qué demonios tiene que ver una camarera tropezando y dejando caer mi
comida con que me secuestres?

—Tiene que ver con el hecho de que alguien estaba tratando de envenenarte. Vi a
alguien poner algo en tu comida mientras la servían.

Me pongo pálida, la comprensión de lo que está diciendo se hunde pesadamente


en mi estómago.

Apenas resistiendo, digo —Tal vez te equivocas. ¿Quizás viste mal?

El niega con la cabeza. —No me equivoco, Harlow. Te he estado protegiendo


durante mucho tiempo y he estado haciendo este tipo de trabajo durante aún más tiempo.
Estoy entrenado en este tipo de cosas y vi a alguien poner algo en tu comida. No hay
equivocación cuando lo presencias con tus propios ojos.

Oh, Dios, tal vez él no esté equivocado. Tal vez yo sí. Quizás alguien está tratando de
matarme. Tiene sentido, los hermanos me dijeron que alguien estaba tratando de hacerme
daño, pero nunca quise creerlo. ¿Por qué alguien me querría muerta?

—¿Por qué no dijiste nada? ¿Por qué no se lo dijiste a mi padre? —Grito mientras
me acerco hacia la puerta.

Estoy asustada y enojada. No entiendo por qué alguien querría hacerme daño.
Después de todo lo que descubrí esta noche sobre mi padre y los Bishop, queda muy poco
espacio dentro de mí para lidiar con cualquier cosa. Estoy agotada, tanto física como
mentalmente.
270

—Porque no sé si tu padre estuvo involucrado o no. Necesito más información.


Página
Todo esto es una locura, una completa locura. Por mucho que me desagrade mi
padre en este momento, necesito ir con él, para decirle lo que pasó, no hay manera de que
pueda estar involucrado, ¿verdad?

—Tienes que llevarme de regreso ahora mismo —ordeno, pero Milton continúa
conduciendo como si no hubiera dicho nada en absoluto—. ¡Lo digo en serio, llévame de
vuelta! —Estoy a segundos de patear el respaldo de su asiento para llamar su atención.

—No puedo, y no lo haré. Te dije que no es seguro.

Presionando una mano sobre mi estómago, siento la abrumadora necesidad de


vomitar.

—¿A dónde me llevas?

—A un lugar donde estarás a salvo. —Genial, eso no me dice nada. Cruzando los
brazos sobre mi pecho, me quedo sentada haciendo pucheros como una adolescente,
porque en realidad, no hay nada más que pueda hacer. No con el coche yendo por la
autopista a noventa kilómetros por hora.

Necesito que se detenga para poder huir. El déjà vu se instala en mi mente, ese era
mi plan la última vez que me secuestraron. No funcionó tan bien entonces, pero ¿qué más
puedo hacer? No tengo oportunidad luchando con un hombre que tiene el doble de mi
tamaño y trabaja como guardaespaldas, pero no voy a permitir que esto suceda sin, al
menos, contraatacar, hay mucho en juego.

Conducimos por la autopista de dos carriles durante un rato más hasta que Milton
de repente enciende la señal de vuelta y cambia de carril para tomar la salida. Me animo,
mis ojos se fijan en la señal de parada de descanso que iluminó el haz de los faros.

Manteniendo mis labios firmemente juntos, aunque tengo mucho que decir, espero
a que el auto se detenga. Con suficiente adrenalina corriendo por mis venas, alcanzo la
manija justo cuando el auto se detiene. Pero todos mis planes cambian en un instante
porque incluso antes de que toque la manija, la puerta se abre para mí.

El fresco aire de la noche se precipita en el coche. Por instinto, me aparto de la gran


figura oscura que mágicamente apareció frente a mí, bloqueando la salida.

Un pequeño chillido se desliza por mis labios cuando se inclina y comienza a


271

subirse al asiento trasero. Oh diablos, no.

Levantando mi pie, estoy a punto de patear a este bastardo en la cara cuando mis
Página

ojos se fijan en un par de familiares ojos marrón chocolate. Oliver.


—Oliver... —jadeo mientras me recuesto en el asiento. Estoy atrapada entre querer
abrazarlo y darle un puñetazo en la garganta, todo a la vez. Cuando veo su característica
sonrisa que generalmente me hace sentir un cosquilleo en el interior, la ira gana. Todo lo
que siento ahora es rabia a fuego lento.

—¿Estabas involucrado en esto?

Será mejor que no lo esté, aunque, estoy segura de que sí.

—¿En esto? Cariño, fue idea mía —se ríe.

Sí, definitivamente quiero golpearlo ahora.

—En realidad no pensaste que íbamos a dejar que te casaras con ese imbécil de
Matt, ¿verdad?

—No es tu elección, y no sabes el peligro en el que nos estás poniendo a todos al


hacer esto... otra vez. Mi corazón comienza a romperse de nuevo. Cada vez que creo que
estoy avanzando, aprendiendo a dejar atrás los sentimientos que tengo por los hermanos
Bishop, uno de ellos decide reaparecer en mi vida.

—Conduce —ordena Oliver cuando está en el coche.

Milton pone el coche en marcha y se incorpora al tráfico. Oliver me alcanza, sus


dedos se entrelazan con los míos, y no puedo desconectarme de él. Necesito su toque,
necesito el calor de su piel. Es como si me diera fortaleza.

—Tenemos pruebas contra tu padre. Influencias. No tienes que casarte con ese
idiota para proteger a nadie. Ya no estás bajo el control de tu padre.

Mi rostro cae, mis ojos se mueven hacia donde nuestros dedos se unen. No
entiendo cómo. No pude encontrar ninguna evidencia, nada que impida que mi padre
lastime a los Bishop. Si no vuelvo ahora...

—Deja de pensar, puedo ver todos los pensamientos corriendo por tu cabeza. Estás
a salvo, nosotros estamos a salvo, no va a pasar nada.

Mirando sus ojos marrones, le pregunto —¿Cómo puedes estar seguro?

Incluso en la oscuridad, puedo sentir sus ojos quemando un camino sobre mi piel.
272

—Pensé que estarías feliz de alejarte de él —susurra derrotado.


Página
Acercándome a él, levanto una mano y lo obligo a mirarme. —Lo estoy, pero tengo
miedo. No quiero que mi padre arremeta contra ti o tus hermanos por esto. No puedo
permitir que nada les pase a ninguno de ustedes.

—Y nosotros tampoco podemos dejar que te pase nada a ti. Además de todo el
asunto del matrimonio fraudulento, no estabas a salvo allí. Alguien está tratando de
hacerte daño. —El dolor en su voz me atraviesa como cuchillas de afeitar, y todo en lo
que puedo pensar es en hacer que se sienta mejor. Arrastrándome a su regazo, envuelvo
mis brazos alrededor de su cuello y entierro mi cara en su cuello. Inmediatamente
envuelve sus brazos alrededor de mí, apretándome contra su pecho. Todo lo que puedo
escuchar es el fuerte latido de su corazón en mi oído mientras late contra su pecho, su
embriagador aroma llena mis fosas nasales.

Paso el resto del viaje acunada en los brazos de Oliver, olvidándome


completamente de que Milton está en el auto. Estoy tan contenta que el cansancio me
gana, y ni siquiera me doy cuenta de que me quedo dormida hasta que Oliver me
despierta con un suave beso en la frente, hemos parado frente a un hotel.

—Estamos aquí —murmura en mi cabello mientras estiro los brazos.

—¿Dónde es aquí?

—Nos quedaremos en este hotel, por ahora, hay seguridad en todas partes y nadie
esperaría que estuviéramos aquí. Es seguro —promete Oliver. Me toma de la mano y me
ayuda a salir del coche. Cerramos la puerta del coche y Milton se dirige a quién sabe
dónde. En este momento, estoy demasiado cansada para que me importe. Oliver me lleva
adentro, y solo entonces me doy cuenta de que estoy en pijama. Afortunadamente, no
hay nadie en el vestíbulo cuando pasamos. No estoy segura de qué hora es, pero todavía
está oscuro afuera, por lo que debe ser muy temprano en la mañana.

Subimos en el ascensor hasta el noveno piso, el sonido de la puerta al abrirse me


despierta un poquito más, pero cuando estamos caminando por el pasillo hacia nuestra
habitación, estoy medio dormida de nuevo. Oliver tiene un brazo envuelto alrededor de
mi cintura, y yo me inclino hacia su costado, mis piernas se vuelven más pesadas con
cada paso.

Se detiene y pasa una tarjeta por la cerradura de la puerta, haciendo que se abra
con un clic. Juntos entramos en la habitación, que parece más un apartamento. Hay una
273

gran cocina que se conecta a un salón con una zona para sentarse, hay un enorme televisor
e incluso una chimenea.
Página
—Wow, esto es lindo...

Mis palabras se desvanecen cuando lo que supongo que es la puerta del dormitorio
se abre y dos familiares rostros entran en la habitación. Oliver me libera para que Banks
pueda tomarme en sus brazos. Me abraza fuerte durante unos segundos, enterrando su
rostro en mi cabello, inhalando mi aroma mientras yo hago lo mismo con él. Una calma
se apodera de mí, toda la ansiedad, el miedo y la tristeza se desvanecen.

Me suelta y deja que Sullivan tenga su turno. Sullivan rodea mi cintura con sus
brazos y me lleva contra su pecho, dándome un abrazo de oso.

—Te extrañé tanto —susurra contra mi cabello, su aliento me hace cosquillas en


los finos pelillos de mi cuello.

—Me viste ayer —me río.

—Eso es demasiado tiempo, necesitamos verte todos los días —responde Sullivan
con voz ronca.

—¡Oye! No la vi ayer, así que muévete... —Banks se queja, agarrándome del brazo
y alejándome de Sullivan—. Te ves cansada. ¿Quieres ir a la cama?

Lo correcto sería quedarme despierta y hablar con ellos, ya que necesito saber qué
tipo de evidencia tienen contra mi padre, por no hablar de contarles las cosas que
encontré en el escritorio de mi padre y lo que pasó con Shelby en la oficina.

Hay tantas preguntas que deben responderse, tantas cosas que deben decirse, pero
todo lo que puedo pensar en hacer ahora es cerrar los ojos y quedarme dormida.

El agotamiento está ganando, y después de todo, necesito algo de tiempo para


descansar mi cerebro.

Asintiendo, admito —Podría dormir un par de horas.

—Sí, te ves bastante cansada —dice Sullivan, admirando mi rostro.

—Gracias —digo, riendo suavemente—, tengo tanto de lo que quiero hablar, pero
estoy muerta de cansancio. Como muerta para el mundo.

—Duerme, podemos hablar luego. —Banks me lleva a uno de los dormitorios, y


caigo sobre la cama, el suave colchón de espuma con memoria me traga mientras me
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hundo profundamente en el material parecido a una nube. Una pesada manta me sube
hasta la barbilla, el peso de la misma contra mi cuerpo, hace que se me dificulte mantener
Página

los ojos abiertos.


Soy vagamente consciente de que Banks se desliza en la cama a mi lado, y suspiro
pesadamente cuando su brazo serpentea alrededor de mi cintura y tira de mi hacia atrás
contra su pecho.

Su calor me envuelve, y con su constante respiración contra mi cuello, me siento ir


a la deriva en la nada del sueño, preguntándome si cuando despierte, todo esto habrá
sido un sueño.

AL DESPERTAR A LA MAÑANA SIGUIENTE, me toma unos segundos


comprender dónde estoy. Estoy en la cama no con uno, sino con dos de los hermanos.

Banks todavía tiene su brazo envuelto alrededor de mí, su rostro enterrado en mi


cuello. Oliver está tumbado de lado cerca de mí, sus ojos marrones se encuentran con los
míos y sostienen mi mirada.

—¿Me estabas viendo dormir?

—Sí —admite descaradamente—. Se siente como si hubiera pasado una eternidad


desde la última vez que te vi, y lo único que se me ocurre para que el dolor sea menos
intenso es estar cerca de ti.

No puedo evitarlo. Me acerco a él y veo con ansiosas mariposas cómo se acerca


hasta que nuestros rostros están a sólo unos centímetros de distancia. Puedo sentir su
cálido aliento contra mis labios. Quiero tanto besarlo que me duele, pero el hambre que
parpadea profundamente en sus ojos me dice que no se detendrá solo en un beso y que
tenemos que hablar antes de hacer cualquier otra cosa.

—¿Qué clase de evidencias tienes contra mi padre?

—Milton grabó una reunión entre tu padre y Xander Rossi, ¿sabes quién es?

—Sí —admito, un pequeño escalofrío me atraviesa al recordarlo—. Recientemente


recordé haber escuchado una conversación entre él y mi papá hace años.

—Milton corrió un gran riesgo, pero afortunadamente tu padre nunca tuvo una
razón para no confiar en él.

—¿Por qué Milton está haciendo esto? ¿Cómo empezó a trabajar contigo?
275

—De hecho, él se acercó a nosotros —dice Banks adormilado detrás de mí.


Página

—Siento haberte despertado —le digo, girando mi cabeza para encontrarme con
sus ojos.
—Está bien, no me importa despertar mientras estés en mis brazos. —Banks me
acerca más a él, y puedo sentir su dura longitud presionando contra mi trasero.

—Entonces, ¿Milton se acercó a ti? —Digo un poco nerviosa pero tratando de


mantenerme en el tema.

—Sí, cuando volviste a Bayshore después de tu accidente. Nos dijo que había
estado en tu destacamento personal durante mucho tiempo y que no podía soportar cómo
tus padres te trataban y te mentían.

—Él estaba aún más en desacuerdo con que te casaras con Matt —interviene
Oliver—. No le gustaba cómo tu familia te empujaba a ese matrimonio, y sabía que Matt
era un imbécil con solo su propio beneficio en mente. Entonces, nos ayudó a mantenerte
a salvo.

De repente me siento horrible por no haberlo llamado por su nombre durante


semanas. Fui un poco perra con él cuando todo lo que estaba tratando de hacer era
mantenerme a salvo, y no porque mi papá le pagara para hacerlo, sino porque realmente
le importaba. Hago una nota mental para disculparme por mi comportamiento la
próxima vez que lo vea.

—Entonces, ¿qué vamos a hacer ahora? —Pregunto con curiosidad.

—Depende de ti —dice Oliver—. Tenemos dos opciones. Podemos ir a la policía


con lo que tenemos, o podemos usarlo como ventaja para quitarte de encima a tu papá.

No respondo de inmediato, dejo que ambos escenarios pasen por mi cabeza,


ambos tienen grandes riesgos, ninguno es genial. No estoy segura de qué es lo correcto
por hacer aquí, pero sé una cosa. Antes de tomar una decisión final, necesito hablar con
mi padre, necesito saber sobre Phoebe y la conexión entre mi padre y George Bishop.

—Antes de que pueda siquiera pensar en eso, necesito decirte lo que vi anoche en
la oficina de mi papá. Necesito decírselo a los tres.
276
Página
32
—¿Tu papá y Shelby? —pregunta Sullivan, con la misma cantidad de sorpresa y
asco entrelazados en su voz.

—No sé qué es lo que más me sorprende. Que Shelby tenga una aventura con tu
padre o que nuestros padres hayan sido amigos —agrega Banks—. Incluso si fue hace
mucho tiempo, simplemente no puedo entenderlo.

Todos estamos sentados en la sala de estar de la enorme suite del hotel y acabo de
terminar de contarles todo lo que vi anoche. Sobre mi papá teniendo una aventura con
mi mejor amiga, así como sobre las fotos y la carta de amor en el escritorio.

—¿Quién crees que es Phoebe? ¿Crees que realmente podría ser tu madre?
—pregunta Oliver con cuidado.

—No lo sé —me encojo de hombros—. Necesito hablar con mi padre.

—Tenemos un teléfono desechable, puedes llamarlo desde allí, pero no puedes


decirle dónde estás o que estamos contigo. No hasta que estemos seguros de que te dejará
en paz —advierte Banks como si yo fuera a hacer cualquiera de las dos cosas.

—Entendido. —Extiendo mi mano y Oliver coloca un teléfono en ella. Cuando


miro la pantalla, me doy cuenta de que ya tiene un número—. ¿Es de mi papá?

Cuando Banks asiente, aprieto el botón de llamar y pongo el altavoz para que los
chicos también puedan oír. Responde después de solo dos timbres.

—Hola —su voz llega a través del teléfono, y ya puedo decir por la profundidad
de su tono, que está alterado.

—Papá, soy yo.

—Harlow, ¿Dónde demonios estás? Hemos estado muy preocupados. ¿Estás con
esos Bishop otra vez?

—Los vi a ti y a Shelby anoche —corté la perorata de mi padre, dejándolo sin


palabras por unos segundos.

—No es lo que piensas. —Mi padre trata de convencerse a sí mismo de eso.


277

—Escucharte follar a mi mejor amiga en tu escritorio es más bien una


confirmación, ¿no lo crees?
Página
—Jesús, Harlow —dice, suspirando en el teléfono—. Está bien, es lo que piensas,
pero te juro que nunca pretendimos hacerte daño, solo sucedió.

¿Solo sucedió? No entiendo cómo puede solo suceder, pero no pienso mucho en el
asunto. No me importa a quién se esté follando mi padre.

—¿Quién es Phoebe? —Mi pregunta parece dejarlo sin palabras una vez más.
Demostrándome lo importante que es esta Phoebe.

—¿Cómo sabes ese nombre? —pregunta después de un momento, su voz cambia


a un tono extraño, casi nostálgico.

—Encontré las fotos y la carta en tu escritorio —explico.

—No puedo hacer esto por teléfono, Harlow. Ven a casa y hablaremos. Te lo
explicaré todo. —Ante las palabras de mi padre, los tres chicos niegan con la cabeza.

—No voy a volver a casa. Hoy no y tal vez nunca más. No después de que
intentaras forzarme a casarme con alguien para tu propio beneficio

—Quiero que te cases con Matt por tu propio bien, no por el mío. Todo lo que he
hecho ha sido por ti. ¿Por qué es tan difícil para ti entender o ver eso?

Ruedo tanto los ojos que, lo juro, veo mi propio cerebro.

—Es difícil creerte cuando sé que estás trabajando con la mafia. Eres un criminal,
y peor aún, me convertiste en uno también, cuando me hiciste plantar drogas en Sullivan.
¿Fue eso también por mi propio bien? ¿Fue solo entrenamiento para un trabajo futuro?
¿Para la Universidad?

—No podemos hablar de nada de esto por teléfono, Harlow. Tienes que reunirte
conmigo para que pueda explicarlo todo. No conoces toda la historia y no voy a dejar que
creas algunas de las mentiras que te están diciendo esos Bishop.

—Tengo pruebas, ¿sabes? Evidencias de que estás trabajando con Xander Rossi.

—Harlow, escúchame. No te involucres en esto. Xander no es alguien con quien


quieras meterte. Si tienes algo en relación con él, algo en su contra, debes destruir esa
evidencia ahora mismo.

—Estoy segura de que te gustaría eso.


278

—Harlow, esto no se trata de mí —la voz de mi padre suena más frustrada—.


Página

Hablo en serio, no quieres meterte con Xander.


—No voy a destruir la evidencia en tu contra. Me la quedaré para que no puedas
chantajear ni a los Bishop ni a mí nunca más. Quiero saber más sobre Phoebe, pero no me
reuniré contigo.

—Entonces supongo que nunca obtendrás ninguna respuesta… —La línea se corta,
y por un momento, miro el teléfono en estado de shock.

¿Me acaba de colgar?

Atónita, miro a los chicos. —Necesito ir a hablar con…

—De ninguna manera —dice Oliver antes de que pueda terminar mi frase, su
rostro severo y sus brazos cruzados sobre su pecho.

—Estoy de acuerdo —corta Banks entrecerrando los ojos—. No es seguro.

Mi mirada se dirige a Sullivan, y ya sé que su respuesta también será no. Aquí son
tres contra uno, pero eso no significa que me vaya a rendir. Necesito respuestas, todas
ellas.

—¿Y si vienen ustedes conmigo? ¿O Milton? ¿O todos?

—Tu papá tiene todo un ejército de seguridad, además de la mafia detrás de él. El
lugar más seguro para ti es estar con nosotros. No vamos a ceder en esto —anuncia
Sullivan, y puedo escuchar la promesa en su declaración. No va a cambiar de opinión.

—Bien... —resoplo con derrota—. ¿Qué hay de Shelby? ¿Quizás podría hablar con
ella y obtener algunas respuestas de esa manera?

—Supongo que podríamos ver si regresó a Bayshore. Hasta donde yo sé, todavía
tiene ese trabajo en la galería. Tal vez podamos encontrarla allí o en clase —sugiere
Oliver—. Pero si ella no está allí, no volveremos a North Woods.

—De acuerdo... volvamos a Bayshore. —Me levanto, lista para ponerme en marcha
cuando me doy cuenta de que todo lo que llevo puesto es mi pijama.

—No tengo nada que ponerme.

—Te conseguiremos ropa nueva, pero primero... —Banks se levanta, toma mi


mano y, con una sonrisa traviesa, dice— Tenemos que recuperar el tiempo perdido.
279

Sullivan y Oliver siguen su ejemplo y se ponen de pie.


Página
—Necesitamos mostrarte cuánto te extrañamos —sonríe Sullivan, su voz más
profunda de lo normal, y el sonido vibra a través de mí, despertando algo profundo
dentro de mí.

—Y te extrañamos mucho —dice Oliver, y de repente siento que estoy ardiendo.


El aire que nos rodea cambia como si de repente fuera más denso. Él extiende su mano
hacia mí y yo la tomo sin dudarlo.

—No tenemos que hacer esto. Los tres, quiero decir... Si es demasiado, solo tienes
que decírnoslo. Lo entenderemos. —Aprecio que Banks intente darme una salida, pero
no tiene por qué hacerlo. Los quiero a los tres, y sé que no me harán daño ni pondrán a
prueba mis límites. No se trata solo de sexo. Es más profundo que eso. Se trata de forjar
una conexión que no se pueda romper.

—No. Esto es lo que quiero. Estar con ustedes tres, a la vez. —Admito sin reservas.

—Nosotros también queremos eso, pero si cambias de opinión, puedes decírnoslo


—me recuerda Sullivan.

—Se los diré si lo hago —prometo, y todos nos dirigimos al dormitorio. Una vez
que llegamos a la cama, Oliver y Banks comienzan a quitarme la ropa. Sus manos se
mueven a una velocidad vertiginosa. Una vez desnuda y al descubierto, veo a cada uno
de ellos quitarse rápidamente su propia ropa, mi boca se hace agua por la anticipación.

He estado con cada uno de ellos, y con dos de ellos a la vez, pero nunca con los
tres, y aunque estoy un poco nerviosa por lo que vendrá, hay todo un caleidoscopio de
mariposas revoloteando en mi estómago. El calor hormiguea en mi vientre al ver a los
tres sin camisa —cincelados músculos que parece que hubieran sido tallados en piedra.
Mientras se suben a la cama, nadie dice una palabra. Principalmente porque no hay
palabras que decir.

Sullivan es el primero en hacer un movimiento, sus manos suavemente acunan


mis mejillas mientras se acerca para un beso. Tan pronto como sus labios se encuentran
con los míos, un fuego enciende mi vientre. Lo necesito. Los necesito a los tres. Por el
rabillo del ojo, veo como Banks se mueve detrás de mí, presionando besos calientes contra
mi carne.

Prácticamente me estoy derritiendo y aún no han llegado a los puntos más


280

importantes.

—Necesito probarte... —Oliver casi gruñe, poniéndose de rodillas.


Página
Rompiendo el beso con Sullivan durante medio segundo, suelto un jadeante —Sí.

En un segundo, estoy acostada sobre mi espalda, los tres se ciernen sobre mí con
sus ojos mirando mi cuerpo como si fuera una especie de cordero de sacrificio. Sullivan
desliza sus manos por mi cuerpo, mientras Oliver extiende mis muslos. Una corriente
eléctrica me recorre. Siento como si hubiera sido alcanzada por un rayo.

Banks se inclina hacia adelante con su caliente aliento abanicando contra mi


endurecido pezón. La mirada en sus ojos grita hambre. Quiere devorarme de adentro
hacia afuera. Y yo lo dejaré. Permitiré que él y sus hermanos hagan conmigo lo que
quieran.

—Oh, Dios... —Las palabras simplemente salen de mi boca cuando los labios de
Banks rodean mi pezón, y Oliver me lame desde el culo hasta el coño.

—Joder —exhala Sullivan, lamiendo sus labios una última vez antes de que se
estrellen contra los míos. Oliver me adora con su lengua, dándose un festín conmigo
como si fuera su última cena. Banks alterna entre cada pecho lamiendo y chupando
furiosamente cada apretada protuberancia antes de reducir la velocidad, burlándose de
mí con su insidioso ritmo.

Mientras que Sullivan puede parecer como si no estuviera haciendo nada, me está
besando como se debe besar a una mujer, con amor y adoración. Gimo entre nuestros
besos, sintiendo mi pulso palpitar en mis oídos, y mi cuerpo se estremece cuando un calor
al rojo vivo se extiende por mis miembros.

—¿Tienes idea de lo bonita que eres cuando te corres? —Sullivan susurra contra el
contorno de mi oído mientras espolvorea besos a lo largo de mi garganta—. Tus pálidas
mejillas están teñidas del color de las rosas, y tu pecho sube y baja muy rápidamente.
Nunca he visto tus ojos tan grandes y brillantes. Déjate ir, cariño, y te prometo que te
atraparemos.

Nunca antes había pensado que el cliché de correrte cuando te lo ordenan


funcionara, pero es como si mi cuerpo estuviera conectado a sus palabras, esperando con
la respiración contenida su siguiente orden. Aparecen coloridos puntos de luz ante mis
ojos mientras se cierran, mi cuerpo entero se sacude, toda una serie de fuegos artificiales
estalla dentro de mi vientre.
281

—Joder —exhala Banks—, santa mierda...


Página
Oliver continúa dándose un festín conmigo, incluso mientras me dejo llevar por el
orgasmo como una pluma flotando en el viento. Desde ese momento, me derrito,
convirtiéndome en un desgarrador desastre de felicidad post-orgásmica.

Puedo sentir las sábanas humedecerse debajo de mi trasero. Estoy empapada,


tendida en un charco de mi propia excitación. Debería avergonzarme de lo mojada que
estoy, pero eso es lo último que tengo en mente. Mis manos se mueven hacia su cabello y
lo sostengo en su sitio entre mis muslos, necesitándolo a él y al placer que me da como si
fuera mi próximo aliento.

Oliver me extiende con sus dedos y lame mi clítoris con un hambre desenfrenada.
Siento el hormigueo acumularse profundamente dentro de mi núcleo nuevamente, mi
espalda se arquea ligeramente fuera de la cama, cuando los dedos de Oliver se mueven
hacia mi otro orificio. Antes de que pueda pensar en lo mal que está esto, su dedo me
masajea allí, y todo lo que queda en mi mente es lo bien que se siente.

—¿Eso te gusta? —pregunta Banks, su voz baja y ronca.

—Sí —admito entre fuertes jadeos. Mis gemidos se vuelven aún más fuertes
cuando Oliver empuja la punta de su dedo hacia adentro, sondeando el apretado anillo
de músculo mientras simultáneamente trabaja mi clítoris con su lengua. Banks y Sullivan
también tienen sus manos sobre mí, he perdido la pista de quién me está tocando y dónde.
Todo lo que sé es que siento que estoy siendo adorada por estos hombres.

Cuando Oliver sumerge su dedo aún más en mi culo, mientras chupa mi clítoris
con todo dentro de él, estoy al borde del precipicio una vez más. Despego como un cohete,
surcando el aire, estallando en un millón de pedacitos en el cielo nocturno. Los temblores
sacuden mi cuerpo después del orgasmo, y gimoteo como un animal herido mientras
Oliver libera el agarre que tiene sobre mis muslos.

Se sube a la cama tamaño king y se acuesta a mi lado, gira mi cabeza hacia él para
que pueda verlo. Todavía estoy bajando del segundo orgasmo, mis extremidades se
sienten pesadas y ligeras al mismo tiempo.

—Quiero que me montes, bebé, y mientras haces eso, Banks va a reclamar tu culo
—me ordena Oliver, haciéndome una seña con su dedo para que vaya hacia él.

Ninguno de los hermanos habla mientras me arrastro sobre Oliver, quien


282

obviamente dirige el espectáculo esta noche.


Página
—¿Qué pasa con Sullivan? —Gimo mientras me llena con su grosor. Es tan difícil
pensar en otra cosa que no sea el fuego ardiente que serpentea por mi columna mientras
toca fondo dentro de mí.

Una traviesa sonrisa aparece en los carnosos labios de Oliver. —No te preocupes
por eso, cariño. Él va a bajar por tu bonita garganta mientras te corres una y otra vez.

Mi pecho se expande y se llena de oxígeno, pero no siento como si estuviera


respirando. De hecho, nada de esto se siente real en absoluto. Ellos, yo, nosotros estando
juntos así.

Oliver se acerca y acuna mi mejilla suavemente, su toque me saca de mis


desenfrenados pensamientos. —¿Está bien? ¿Es esto lo que quieres?

Asintiendo, observo cómo los hermanos se acomodan en la cama. Banks se acerca


por detrás de mí, su polla presionandose contra mi culo y Sullivan se mueve justo por
encima de la cabeza de Oliver. La saliva se acumula en mi boca cuando mis ojos se fijan
en la gruesa polla de Sullivan balanceándose en el aire. La quiero. La necesito.

El aire sale de mis pulmones cuando Oliver me penetra profundamente, en un


nuevo ángulo, la cabeza de su polla roza contra el fondo de mi canal. Me inclino hacia
adelante y envuelvo mi mano alrededor de la polla de Sullivan, mis entrañas hormiguean
de placer cuando suelta un silbido a través de sus dientes.

—Joder, si tu boca se siente como tu mano, estoy acabado. —Sonriendo, acaricio


su polla hacia arriba y hacia abajo mientras el placer en mi propio núcleo arde cada vez
más.

Oliver levanta una de sus manos, manteniendo la otra firmemente en su lugar en


mi cadera, y tira de mis pezones excesivamente estimulados, y luego lo siento... algo
caliente y pegajoso deslizándose por la grieta de mi culo. Los dedos de Banks se mueven
a través del desconocido líquido y me estremezco cuando tocan mi fruncido culo, su
pulgar presionando contra los tensos músculos de mi agujero.

—Relájate, bebé, no tomaré este agujero virgen hasta que estés lista. Hasta que te
estés consumiendo, hasta que no seas nada más que un desastre abrasador. —Su pulgar
presiona contra mi estrechez y, sin pensarlo, me empujo hacia atrás, deseándolo allí.

Mi culo palpita y, aunque hay presión y un rastro de dolor, éste disminuye cuando
283

Oliver me acaricia profundamente con su polla. Banks mueve su dedo hacia adentro y
hacia afuera gradualmente, tan lentamente que casi olvido que está allí.
Página
El agarre que tengo sobre la polla de Sullivan se aprieta y me inclino hacia
adelante, llevando mis labios a la suave cabeza. Gime mientras envuelvo mis labios a su
alrededor y arrastro mi lengua por su parte inferior. Una gota de líquido salado y tibio
golpea mi lengua, y hay algo tan erótico en eso, que no puedo evitar gemir alrededor de
su longitud.

Con Sullivan en mi boca, Oliver en mi coño y Banks jugando con mi culo, todo mi
cuerpo está en llamas. Mis sentidos están abrumados y mi cerebro está inundado de
endorfinas, por lo que es imposible pensar en nada más que en lo que estoy sintiendo en
este momento. Y lo que siento es que cada terminación nerviosa en mí está cargada y lista
para estallar, enviándome al olvido.

Banks añade un segundo dedo, estirando mi estrecho agujero justo cuando Oliver
aumenta la velocidad. Sullivan también está cada vez más ansioso. Sus grandes manos
ahuecan mi cabeza, sosteniéndome en mi sitio mientras empuja en mi boca, su dura
longitud se desliza dentro y fuera sobre mi lengua hasta que golpea la parte posterior de
mi garganta y me ahoga un poco.

No creí que pudiera volver a correrme porque ya lo había hecho dos veces, pero
de alguna manera, ya me estoy tambaleando en el borde de nuevo. Estoy siendo
consumida por la necesidad que tengo de ellos. Mi cuerpo grita por su toque. Mi mente
está al borde de la locura. Me siento como creo que un drogadicto debe sentirse cuando
obtiene su siguiente dosis. Oliver, Banks y Sullivan son mi droga, una dosis que anhelo
más que cualquier otra cosa.

Abrumada por la necesidad, chupo a Sullivan tan fuerte como puedo, deseando
que se corra, deseando darle tanto placer como él me da a mí. Gruñe como una especie
de animal mientras su polla se hincha en mi boca, sus dedos se retuercen en mi cabello,
tirando de algunos mechones. No sé qué pasa con ese pequeño dolor en el cuero
cabelludo, pero me lleva al límite. El dolor y el placer se mezclan, creando una hermosa
sinfonía de placer. Me corro con fuerza, gimiendo alrededor de Sullivan, y como una
reacción en cadena, él también se desmorona. Cálida y salada semilla llena mi garganta
mientras el éxtasis me atraviesa.

Los dedos de Oliver se clavan en mis caderas mientras se entierra tan


profundamente dentro de mí que puedo sentirlo en mi vientre. Banks empuja dos de sus
dedos dentro de mi culo más profundamente que antes, la sensación extraña solo
284

prolonga mi orgasmo.
Página
Mi mente se queda en blanco y mi cuerpo se debilita cuando bajo de mi tercer
clímax. Sullivan sale lentamente de mi boca, dejando un salado hilo de semen en mi
lengua. Todavía acuna mi cabeza cuando me besa suavemente antes de bajar de la cama.
Tan pronto como desaparece, colapso sobre Oliver.

—Creo que estás lo suficientemente relajada ahora —anuncia Banks, riendo detrás
de mí—. ¿Estás lista para mí, bebé? —Pasa su mano por mi trasero y por mi espalda baja,
su simple toque se siente tan intenso.

—Sí... —medio gimo.

Banks saca sus dedos de mí y los reemplaza con la suave cabeza de su polla.
Empuja contra el apretado anillo, y todo lo que puedo sentir es presión. Su polla es mucho
más grande que sus dedos y, por un momento, no creo que vaya a encajar.

—Relájate —susurra Oliver en mi cabello y empuja dentro de mí, frotándose


contra mi clítoris mientras lo hace. La sensación me relaja más que sus palabras, y me
aflojo lo suficiente como para que Banks se deslice dentro de mi culo.

—Ahí tienes —gruñe Banks, su voz tensa como si estuviera tratando de contenerse.
Lentamente, se abre camino dentro de mí mientras Oliver se queda quieto
momentáneamente—. ¿Cómo se siente?

—Me siento... llena, tan llena... —Mi voz sale sin aliento, al igual que todo mi
cuerpo se siente ahora mismo—. Pero se siente bien... tan bien.

Al oír mis palabras, Banks comienza a moverse un poco más y un pequeño gemido
se escapa de mis labios.

—¿Estás segura? —Oliver pregunta, pasando sus manos por mis brazos y
hombros.

—Sí, quiero que se muevan. Ambos —les pido, y no necesitan otra invitación.
Oliver comienza a moverse, empujando de nuevo, y Banks comienza a igualar el ritmo
de Oliver. La sensación es nueva y casi excesiva, pero no quiero que se detenga.

—Joder, Harlow —Banks gime detrás de mí a medida que caen en un ritmo—. No


sabes lo bien que se siente esto...

—No voy a durar mucho tiempo así —dice Oliver, su voz tensa como si apenas se
285

estuviera conteniendo.
Página

—Yo tampoco, estoy a punto de correrme —gruñe Banks, y poco después, puedo
sentirlo crecer aún más dentro de mí, sus movimientos cada vez más frenéticos, y su
mano aterriza entre mis omóplatos, empujándome hacia abajo contra pecho de Oliver.
Entierro mi cara en el hueco de su cuello mientras Oliver intenta igualar los golpes de su
hermano. Ambos empujan furiosamente dentro de mí ahora, y todo lo que puedo hacer
es quedarme allí y tomar la enorme cantidad de placer que me brindan.

Se corren casi simultáneamente. Oliver me sostiene cerca de él, y Banks se inclina


sobre mi espalda, besando mis hombros hasta que se queda quieto dentro de mí.

Nunca me había sentido tan agotada en mi vida. Estoy físicamente vacía pero
emocionalmente llena. Esto es mucho más que sexo; somos nosotros convirtiéndonos en
uno. Cuatro personas unidas y probando lo mucho que se pertenecen al formar solo una.

—Te amo —murmuro en la piel de Oliver.

—Yo también te amo —responde Oliver.

—No tienes idea de cuánto te amo —dice Banks entre besos a mi acalorada piel.

—Yo también te amo, Harlow, todos lo hacemos. —Sullivan aparece junto a la


cama. Giro mi cabeza para mirarlo—. Te preparé un baño. Está listo cuando tú lo estés
—sonríe, y todo lo que puedo pensar es ¿cómo tuve tanta suerte?

286
Página
33
Es raro estar de vuelta en Bayshore, tal vez porque pensé que nunca volvería aquí.
Todo se ve igual, como la ciudad universitaria que recordaba que era. Con bares,
cafeterías, librerías y pequeñas tiendas de 24 horas en cada esquina; para satisfacer las
necesidades de cada estudiante.

—Te dejaremos en la galería, pero no te dejaremos sola allí. Estaremos afuera en el


auto —explica Oliver como si estuviéramos planeando algún tipo de misión súper
secreta.

—Estaré bien. Es una galería de arte, y nadie esperaría que estuviera aquí. Sólo
voy a entrar y ver si Shelby está aquí para poder hablar con ella. Si no está, volveré a salir
y pensaremos en otro plan, ¿de acuerdo? —Miro entre los chicos y espero a que los tres
me den un pequeño asentimiento antes de abrir la puerta y salir del auto.

Puedo sentir sus ojos en mí mientras camino por la acera hacia el escaparate de la
galería. Un golpeteo se forma detrás de mis ojos y la sensación de déjà vu me invade.
Continúo caminando hasta que estoy frente a la puerta de vidrio, mi mano en la manija
lista para abrir la puerta cuando el recuerdo se precipita como agua inundando un sótano,
filtrándose a través de todas las grietas abiertas.

—Estoy buscando a Shelby. Lamento aparecer aquí, sé que está trabajando, pero esto es una
especie de emergencia.

—¿Quien? —La mujer se ve genuinamente confundida, sus cejas se juntan.

—Shelby —digo más alto, ella no debe haberme escuchado con claridad.

—No me suena. ¿Es una de nuestras artistas?

—Oh... ah, tal vez... tal vez, estoy en la galería equivocada, lo siento —digo avergonzada,
antes de girar sobre mis talones.

—Esta es la única galería de la ciudad, señorita.

Me congelo con mi mano flotando a centímetros del pomo de la puerta. Mi mente se queda
en blanco y luego esta sensación de pavor absoluto se arrastra por mi columna vertebral y se instala
en la base de mi cráneo.
287

Nada tiene sentido, todo lo que pensé que sabía está mal. Mi vida está construida con
bloques de mentiras y engaños y, como una torre Jenga, alguien tiró de la única pieza que hace que
Página

todo se derrumbe.
Siento que estoy atrapada en este momento, mi mente congelada en el tiempo. Mis
pensamientos flotan en algún lugar entre la incredulidad y la increíble desesperación.

—¿Está bien, señorita?

Cuando me sacudo el recuerdo, no estoy segura de cuánto tiempo he estado


parada ahí, pero se siente como una eternidad. No sé por qué me sorprende tanto esta
mentira. Ya sabía que me estaba mintiendo sobre numerosas cosas, entonces, ¿por qué
esto se siente aún peor?

—¿Harlow? ¿Qué pasa? —Banks sale de la nada, su mano se posa en mi espalda


baja.

—Ella nunca trabajó aquí —respondo—. Lo acabo de recordar. Ella también me


mintió sobre esto.

—Lo siento... vamos, te llevaremos a casa —persuade Banks, su voz llena de


preocupación. Dejo que me guíe por la acera, mi mente aún se tambalea por el recuerdo
recuperado.

Por alguna razón, no puedo evitar la sensación de que hay más... más en esta
historia... más que necesito recordar. No es hasta que estamos a punto de cruzar la calle
que me golpea. El recuerdo más importante de todos. La última pieza del rompecabezas...

Miro hacia arriba, el paisaje cambia a mí alrededor, el suelo debajo de mí de repente parece
diferente. Sonidos atraviesan la niebla que rodea mi cerebro. Alguien está gritando, pero no puedo
entender lo que dice. Entonces algo me llama la atención. Miro hacia adelante para ver dos luces
brillantes que se dirigen directamente hacia mí. Pero no soy lo suficientemente rápida, no hay
tiempo.

Miro conmocionada mientras el motor acelera, el auto viene hacia mí, y todo lo que puedo
hacer es quedarme allí como un ciervo deslumbrado por los faros... literalmente.

Hay un momento, justo antes del impacto, en el que los faros están tan cerca que no me
ciegan, puedo mirar por encima de ellos, ver a través del parabrisas y distinguir a la persona que
está tratando de matarme.

Es solo por una fracción de segundo que veo sus ojos; fríos y distantes, llenos de odio, y no
entiendo ¿por qué? ¿Por qué me odia tanto? ¿Por qué Shelby intentaría matarme?
288

—¿Harlow? —Banks está de repente justo frente a mí, sus manos sobre mis
hombros, sacudiéndome suavemente como si estuviera tratando de despertarme de una
Página

pesadilla. Pero no estoy dormida, esto no es un sueño, es la realidad. Shelby, la persona


a la que consideré mi mejor amiga toda mi vida, me odia, me odia tanto que me quiere
muerta. Mi pecho pesa y siento como si un pedazo de mi corazón se estuviera rompiendo.

¿Por qué? ¿Por qué me querría muerta? ¿Hice algo que no recuerdo?

—¿Harlow? ¡Harlow! Me estás asustando. Por favor, dime qué pasa —pregunta
Banks frenéticamente. Puedo verlo, pero no realmente. Es como si estuviera perdida en
mis pensamientos, tratando de volver a unirlos.

—Fue Shelby… yo… lo recuerdo. Shelby fue la que intentó matarme. Ella me
golpeó con el auto a propósito. La vi, era ella… —continúo divagando, mientras Banks
me guía al auto, medio cargándome en un momento dado.

Me ayuda a subir al asiento trasero y me abrocha el cinturón. Oliver y Sullivan se


giran en el asiento delantero y sus caras transmiten una preocupación similar a la de
Banks.

—¿Qué pasó? —pregunta Oliver, pero no puedo decir las palabras en voz alta otra
vez, duelen demasiado.

—Solo encuentra un hotel. Allí te lo explicaré todo. Tenemos que ocuparnos de


Harlow primero. Está recordando cosas —explica Banks, y Oliver toma eso como su señal
para irnos, entra en el tráfico de la ciudad con facilidad, dejando la galería y los recuerdos
detrás de nosotros, pero no olvidados. ¿Por qué? ¿Por qué haría eso?

Banks se desliza por el asiento y se acerca a mí hasta que su cuerpo está


prácticamente contra el mío, el calor de su cuerpo se filtra en cada poro de mi cuerpo,
calmándome en un instante como una manta envolviéndome en una fría noche de
invierno.

Incapaz de resistirme, me vuelvo hacia él, buscando el consuelo que me da,


entierro mi rostro en su pecho. Sin darme cuenta, empiezo a sollozar, dejando salir toda
la ira, la frustración, la confusión y el dolor. Las lágrimas caen de mis ojos rápidamente y
ni siquiera intento secarlas.

Para cuando llegamos al hotel, mi visión es borrosa y hay una presión palpitante
dentro de mi cráneo que parece aumentar con cada segundo. Oliver entra a registrarnos
para que cuando salgamos del auto, podamos ir directamente a la habitación.
289

Cuando entramos a la habitación, Banks me lleva al sofá y los chicos me rodean.


Todo lo que puedo hacer es mirar fijamente mis manos, los mismos pensamientos
Página

circulan por mi mente.


—¿Por qué? ¿Por qué me querría muerta? ¿Por qué haría algo así? Se suponía que
éramos amigas. Ella era mi mejor amiga y… —Continúo murmurando en voz baja como
una persona demente.

Puedo sentir los ojos de los hermanos sobre mí, y cuando miro hacia arriba, no veo
nada más que angustia y preocupación parpadeando en sus miradas.

—Shhh, cariño, está bien. —Oliver me calma esta vez. ¿Qué haría si no los tuviera
ahora mismo? ¿Si estuviera atrapada en la mansión de mi padre? Shelby fácilmente
podría llegar a mí allí. Entonces me golpea de lleno.

—Podría haber muerto. Ella podría haberme matado y salirse con la suya, y nadie
lo habría sabido. —El peso de ese conocimiento se siente como un elefante sentado en mi
pecho.

—Si fue Shelby quien te golpeó con el auto en la galería de arte, entonces apuesto
lo que sea a que fue ella quien te empujó del bote la noche en que casi te ahogas. —dice
Banks.

—No puedo creerlo. Shelby no me gustaba particularmente, pero honestamente


no creí que fuera capaz de algo como esto. No golpeo a las mujeres, pero realmente quiero
lastimarla por lo que te hizo —sisea Sullivan como si estuviera sufriendo.

—Solo quiero saber por qué. ¿Qué ganaba ella con matarme? —Las lágrimas
empiezan a caer de nuevo y no entiendo por qué estoy llorando por ella. No se merece
mis lágrimas.

—Nadie lo sabe, pero puedes apostar que lo averiguaremos. De ahora en adelante,


somos nosotros contra todos los demás. No confiaremos en nadie fuera de esta
habitación. Nadie va a apartarte de nosotros ni te volverá a hacer daño.

Al abrir la boca para decir algo, las palabras desaparecen, se me pegan al paladar
como mantequilla de maní, y luego me doy cuenta de que no eran palabras las que
necesitaba expulsar. Siento que mi estómago se revuelve como si acabara de estar en la
montaña rusa más larga de todos los tiempos. En un segundo, salgo volando del sofá y
me dirijo a la puerta más cercana.

Oh Dios. No voy a lograrlo.


290

Ni siquiera llego a la mitad del camino al baño antes de que el vómito salga de mi
garganta salpicando el prístino suelo. Vacío todo el contenido de mi estómago mientras
Página

alguien sostiene mi cabello y alguien más frota relajantes círculos sobre mi espalda baja.
No miro hacia atrás para ver quién es, principalmente porque me da vergüenza ver a
alguien en este momento.

Cuando mi cuerpo deja de convulsionar, mi garganta arde, mis ojos se llenan de


lágrimas y mi cabeza palpita de dolor. Me siento asqueada y avergonzada cuando me
enderezo para ver a todos los chicos parados a mí alrededor mientras hay un charco de
vómito frente a mí.

—Lo siento…

—No seas ridícula y te disculpes por estar enferma —me dice Sullivan—. Vamos,
te limpiaremos. —Suavemente toma mi brazo y me empuja hacia el baño.

—Debería limpiar esto —me quejo, tratando de apartar mi brazo.

—Llamaré al servicio de habitaciones. No te preocupes por nada, solo ve a darte


un baño —Oliver me despide con la mano y Banks se pone al paso con Sullivan y
conmigo. Flanqueándome por ambos lados, me llevan al gran baño principal. Banks abre
el agua y llena la gran bañera mientras Sullivan comienza a quitarme la ropa que acaba
de comprarme esta mañana.

—No sé qué pasó. Estaba bien un minuto, y luego no lo estuve.

—Está bien, eso fue mucho para asimilar. No sé si yo podría haber soportado todo
esto tampoco. En serio, no te sientas mal porque no hay nada por lo que sentirse mal
—me apacigua Sullivan, tratando de calmarme.

Cuando estoy completamente desnuda, Sullivan toma mi mano y me ayuda a


entrar en la bañera ahora medio llena. El agua tiene la temperatura perfecta y me sumerjo
en la burbujeante bondad con un suspiro. Siento como si me estuviera hundiendo en un
baño de cielo. Banks consigue dos toallitas y le entrega una a Sullivan. Cada uno de ellos
pone un poco de jabón en su paño y comienza a lavarme con él. Sullivan comienza con
mis pies mientras Banks comienza con mis hombros.

Cerrando los ojos, les dejo masajear y limpiar cada centímetro de mi carne. Sus
manos se mueven sobre mi piel, y como si hubiera algún tipo de magia involucrada, toda
la tensión y preocupación se evapora en el aire.

En este espacio, ningún mal sentimiento o preocupación pueden afectarme. Nada


291

puede tocarme ahora mismo. Al final de mi baño, mi cuerpo está tan relajado, que me
siento sin huesos, mis músculos se han convertido en gelatina en algún momento de los
Página

últimos treinta minutos, y ahora apenas puedo mantener los ojos abiertos.
—¿Estás lista para salir?

—Sí —apenas asiento.

Banks me ofrece su mano y me ayuda a salir del baño mientras Sullivan agarra un
albornoz y lo mantiene abierto para mí. Mis brazos se deslizan en la esponjosa tela uno a
la vez, y Sullivan cierra el cinturón alrededor de mi cintura, atándome como un regalo
perfectamente envuelto.

—Me gusta esto —me rio—. Ustedes chicos, me están cuidando. Me hacen sentir
como una princesa. Como si fuera importante.

—Será mejor que te acostumbres —me dice Banks, justo antes de que me
sorprenda cargándome al estilo nupcial. Dejando escapar un chillido de sorpresa, le
rodeo el cuello con los brazos—. Porque no estamos planeando detenernos pronto.

Me saca del baño y el fuerte olor cítrico de la solución de limpieza me hace


cosquillas en la nariz. El servicio de habitaciones ya debe haber venido y limpiado el
desastre que hice antes.

Banks me coloca en la cama y, como si fuera una señal, Oliver entra con una
bandeja de comida en la mano y la pone sobre la mesita de noche. La miro con cansancio.
Frente a mí hay galletas saladas, una variedad de frutas preparadas, té caliente y agua
helada. Nada parece muy apetitoso, pero, de nuevo, vomité por todo el suelo.

—Les pedí que trajeran cosas que sé que aliviarán un malestar estomacal —explica
Oliver como si pudiera leer mi mente. No sé qué decir, así que me enderezo un poco en
la cama y envuelvo mis brazos alrededor de su cintura. Oliver se inclina y me devuelve
el abrazo.

—Gracias, nadie me ha cuidado nunca como todos ustedes.

—Deja de dar las gracias. Lo hacemos porque queremos, no porque estemos


obligados a hacerlo.

—Te amamos, Harlow, y nada ha cambiado, ni cambiará jamás eso. No nuestros


padres. Ni los tuyos. Nada. Las circunstancias de nuestra relación pueden no ser
perfectas, o incluso comunes, pero eso no hace que lo que tenemos entre nosotros sea
menos especial. —Banks interviene y mi corazón se expande, creciendo con cada latido.
292

Lágrimas asoman en mis ojos. Estoy consumida por ellos. Mi corazón late a su
manera por cada uno de ellos. No hay yo sin ellos.
Página
—Se supone que debemos odiarnos, pero parece que todo lo que hemos hecho es
amarnos.

—Porque no estábamos destinados a hacerlo. Antes, permitíamos que nuestros


padres dictaran nuestras vidas, pero eso no volverá a suceder.

—Bien, porque no sé qué va a pasar después —admito mientras mordisqueo una


de las galletas. No solo me siento como una mierda, sino que realmente no tengo idea de
a dónde ir desde aquí. ¿Me quedo escondida con los Bishop por la eternidad? No es que
no me gustaría eso, pero en realidad no es una opción tan factible.

Por el rabillo del ojo, veo a Banks frotándose la barbilla. Parece estar perdido en
sus pensamientos y me pregunto en qué estará reflexionando. Cada hermano es guapo
más allá de toda medida, ¿cómo demonios terminé con los tres?

Sullivan se aclara la garganta, atrayendo toda la atención de la habitación hacia él.

—Dijiste que nuestro padre estaba en las fotos que encontraste en el escritorio de
tu padre. Y la de la mujer misteriosa... ¿Phoebe?

Moviendo mi mirada hacia él, lo observo confundida. —Si. Tu padre estaba en


algunas de las fotos. Había planeado preguntarle a mi papá más sobre eso, pero como
sabes, me colgó antes de que tuviera la oportunidad. No volverá a hablar conmigo hasta
que vuelva a North Woods, y ninguno de ustedes lo permitirá.

—Porque tu padre está loco —interviene Banks.

—Porque Shelby todavía sigue libre —Oliver agrega otro ladrillo de preocupación
a su creciente cantidad—. Tenemos que decírselo a la policía, Harlow. ¿Estás preparada
para eso?

Todas sus preocupaciones pesan mucho sobre mí, me oprimen el corazón. No las
tomo a la ligera porque veo lo mucho que significo para ellos ahora y también sé lo
peligrosas que son realmente las cosas, pero no escapé de una torre de marfil solo para
quedar atrapada en otra.

—Sí —suspiro—. Llamaré, pero todavía quiero hablar con mi padre. —Mirando el
edredón, digo— Entiendo por qué no quieres que lo vea ahora, y estoy de acuerdo con
eso, pero no soy un frágil trozo de cristal. No solo quiero respuestas... las necesito, lo que
293

significa que eventualmente no tendré otra opción más que volver a ver a mi padre. —El
silencio cubre la habitación y miro a través de mis pestañas para ver si han desaparecido
Página

en el aire.
No, todavía están dentro de la habitación y actualmente están perforando agujeros
a través de mi carne.

—Tengo una idea. —Oliver es el primero en romper el silencio.

—Bueno, ¿cuál es? —Banks pregunta con impaciencia.

—Podríamos llevarte con nuestro padre... —Su voz se desvanece, y me pregunto


si está hablando en serio o no.

—¿Tu padre te dejaría llevarme a tu casa? —Pregunto, tratando de ocultar la


sorpresa de mi voz.

Sullivan se encoge de hombros —¿Qué es lo peor que podría hacer? ¿Decirnos que
nos vayamos? No podemos dejar que te acerques a tu padre en este momento, así que lo
mejor sería nuestro padre.

—¿Quizás él pueda colocar las piezas faltantes de tu rompecabezas? —agrega


Oliver.

—O podría ser un gran imbécil y hacer las cosas diez veces peor —murmura Banks
en voz baja. Oliver y Sullivan lo miran, sus rasgos se endurecen.

—No estás ayudando.

Banks levanta las manos como diciendo que es inocente. —Mira, no estoy tratando
de ser una nelly negativa 12 aquí. Quiero que Harlow obtenga todas las respuestas que
necesita tanto como ustedes, pero a papá no le va a gustar que llevemos a una Lockwood
a casa. —Nuestras miradas se encuentran cuando él dice las siguientes palabras— Los
apellidos no significan una mierda para nosotros, pero papá todavía la ve como el
enemigo, y no quiero que quede atrapada en su mira.

Para muchos, puedo ser débil, pero soy fuerte, y si quiero respuestas, es posible
que tenga que cruzar puentes que no deberían cruzarse. Puede que tenga que hacer cosas
que no debería hacer, pero haré lo que tenga que hacer. Ya nadie va a dictar lo que pasa
en mi vida.

—Vamos a hacerlo.
294

—¿En serio? —Banks se pasa una mano por el cabello como si estuviera agitado.
¿No esperaba que yo estuviera de acuerdo con esto?
Página

12
Alguien que es negativo , que no ve el lado bueno de las cosas.
—Sí, quiero respuestas. Tu papá tiene algunas. Vamos a hacerlo. ¿Qué es lo peor
que puede pasar?

—Bien, haré los arreglos y mañana haremos una visita a nuestros padres —anuncia
Oliver a sus hermanos, como si fuera definitivo.

Banks sale de la habitación un momento después, y Sullivan se acerca a la cama y


se arrastra hasta el lugar vacío que queda a mi lado.

—¿Va a estar bien? —Pregunto. Quiero seguirlo, pero sé que necesita el espacio.

—Él estará bien. Solo está preocupado por lo que nuestro padre dirá o intentará
hacerte.

Asiento, entendiendo completamente.

—Nuestro padre no te tocará. No si quiere vivir. —Las palabras de Oliver tienen


un borde afilado y me estremezco al preguntarme si realmente lo dice en serio. ¿Irían él
y sus hermanos contra sus padres por mí? ¿Lo arriesgarían todo por mí?

Supongo que lo averiguaremos.

Oliver saca su teléfono y me lo entrega. —Ahora viene la parte difícil. Debes llamar
al detective que investiga tu caso de atropello y fuga y decirle lo que sabes.

Mirando su teléfono, me doy cuenta de que el número del detective ya está


marcado. —¿Cómo es que tienes su número?

—Teníamos que asegurarnos de que supieran toda la historia y estuvieran


haciendo su trabajo. Hablamos regularmente con el detective y comprobamos para saber
si había alguna actualización.

—Oh. —Probablemente no debería sorprenderme por eso, pero de alguna manera,


lo estoy. No puedo creer lo comprometidos que están conmigo. Incluso cuando ni
siquiera sabía quiénes eran, me vigilaron, cuidaron de mí.

Presionando el botón verde de llamada, acerco el teléfono a mi oído y espero a que


alguien conteste mientras trato de no pensar en lo que estoy a punto de hacer. La persona
que creía que era mi mejor amiga realmente no lo es, y estoy a punto de enviarla a la
cárcel... tal vez durante mucho tiempo.
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Página
34
El viaje a la propiedad Bishop no es tan largo, pero parece una eternidad cuando
tienes tantas náuseas como yo.

—¿Estás segura de que estás bien? —pregunta Sullivan, su frente arrugada por la
preocupación.

—Si estoy bien. Como dijiste, es un poco difícil de soportar todo esto. Todas estas
emociones, todas estas preguntas que rodean mi vida, me están afectando. Con suerte, tu
padre puede aclarar al menos parte de la confusión.

Banks gruñe a mi lado, su mirada fija en algo fuera de la ventana. Apenas ha


hablado desde que decidimos venir aquí. Sé que no está contento con eso, pero no se me
ocurre otra forma de averiguar qué está pasando, al menos no una que no implique volver
con mi padre. Necesito algunas respuestas, y ahora mismo, George Bishop es mi mejor
opción.

Estirándome a través del asiento trasero para llegar a Banks, me aferro a una de
sus muñecas y lo acerco a mí. Casi espero que se aleje y me diga que no, pero me deja
entrelazar mis dedos con los suyos sin quejarse. Cuando finalmente gira la cabeza, sus
ojos azul marino encuentran los míos, y la preocupación nadando en sus profundidades
se estrella contra mí como un maremoto.

—Vamos a estar bien —le aseguro. Suena como una promesa, y aunque no tengo
forma de cumplirla, no me importa decirlo de esta manera. Tal vez porque haré todo lo
que pueda, lo que sea necesario, para que suceda. Hemos soportado demasiada angustia
como para no tener nuestro felices para siempre.

Me da una sonrisa a medias y un leve asentimiento Desearía poder hacer más,


alejar su preocupación. Eliminar todas nuestras preocupaciones, pero no puedo.

—Ya casi llegamos —dice Oliver desde el asiento del conductor, y Banks se pone
tenso a mi lado. Aprieto su mano, con la esperanza de calmarlo, pero cuanto más nos
acercamos a la casa, más nervioso parece. Su cuerpo se pone rígido, tensándose como una
banda elástica que se aprieta cada vez más fuerte.

—¿Estás seguro que es una buena idea aparecer sin llamar primero?
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—Somos sus hijos, no tenemos que anunciar nuestra visita —me dice Sullivan.

—Sí, pero normalmente no me traes contigo.


Página
Unos minutos más tarde, llegamos a una gran casa de ladrillos en los suburbios
que se parece un poco a un pequeño castillo. Es hermosa y no puedo evitar mirarla. Es
preciosa con altos muros y setos perfectamente esculpidos. Si se ve así por fuera, no
puedo imaginar cómo luce por dentro.

—Vaya, ¿esa es su casa? —Pregunto sin dejar de mirar boquiabierta el edificio.

—A mi mamá le gusta fingir que es una reina —dice Sullivan, guiándome un ojo.

Salimos del coche y comenzamos a caminar hacia la puerta principal. De repente,


la realidad de estar aquí me golpea y empiezo a ponerme realmente nerviosa. Mirando
por encima de mi hombro, veo a Banks observándome. Su mirada se suaviza y extiende
una mano hacia mí. Con gusto la tomo, dejando que su toque calme la tormenta dentro
de mí.

—No te preocupes, no dejaremos que te pase nada, y si mi papá se atreve a hablarte


con desprecio, saldremos por la puerta —me tranquiliza Banks. Nuestros papeles se
invirtieron ahora.

Oliver y Sullivan caminan delante de nosotros. Abriendo la puerta principal con


una llave, todos entramos a la casa, que se abre a un gran vestíbulo que coincide con el
exterior de la casa. Un gigantesco y elegante candelabro cuelga en el centro de la entrada,
una escalera redondeada conduce al nivel superior, digna de que una reina baje por ella.

—Mamá… papá… —Oliver grita tan fuerte que todos en la casa deberían estar
aquí, incluso considerando el tamaño de la misma. Un momento después, el sonido de
zapatos de tacón alto contra el suelo de baldosas resuena en el vestíbulo.

—¿Oliver? —Una voz chillona llena el espacio un momento antes de que una
pequeña mujer rubia aparezca en la puerta—. Chicos... —Su tono es alegre, emocionada
de ver a sus hijos, sonríe ampliamente. Eso es hasta que me ve de pie detrás de Oliver y
Sullivan.

Su sonrisa cae y rápidamente es reemplazada por un ceño fruncido. Ese ceño se


profundiza aún más cuando mira entre Banks y yo y ve que estamos tomados de la mano.

—Hola, mamá —saluda Sullivan, caminando hacia ella y dándole un beso en la


mejilla. Ella lo toma en sus brazos, sujetándolo contra ella y le susurra algo al oído. No
puedo escuchar desde donde estoy, pero puedo imaginar que ella le está preguntando
297

qué demonios estoy haciendo aquí.


Página
Sullivan se endereza, negándose a susurrar, dice en voz alta. —Esperábamos
hablar con papá y hacerle algunas preguntas sobre la época en que él y el papá de Harlow
eran amigos de Phoebe.

Prácticamente puedo ver la sangre salir del rostro de Chloe Bishop, sus ojos se
agrandan y da un paso atrás como si estuviera tratando de alejarse de la situación.

—¿Cómo... cómo sabes... sobre eso? —Ella tropieza con sus palabras, luciendo
incómoda y cautelosa.

—Por padre de Harlow. Bueno, él no nos lo dijo, pero Harlow encontró algunas
fotos y algunas cartas en su escritorio —explica Oliver.

—Ya veo —dice, y como si se acordara que tiene que recomponerse, se anima. Una
sonrisa falsa se extiende por su rostro—. Bueno, vengan chicos... y Harlow. —El agarre
de Banks alrededor de mi mano se aprieta por la forma en que ella dice mi nombre, pero
le doy una mirada que le dice en silencio que está bien. Puedo defenderme sola. No dejaré
que nadie lastime a los hombres que amo o a mí, para el caso.

Nos hace señas para que pasemos y la seguimos por la casa como pequeñas ovejas.

—Su padre está en su oficina trabajando, pero estoy segura de que puede hacer
tiempo para ustedes —dice ella, su voz aguda y de alguna manera tensa. Obviamente
está nerviosa por llevarnos con su esposo. La tensión entre todos nosotros se vuelve más
espesa. Ahora tengo que forzar la entrada de aire a mis pulmones. Cada vez es más difícil
respirar.

Cuando llegamos a un gran conjunto de puertas dobles, se detiene y nos mira una
vez más, como si estuviera esperando que alguien diga algo. Quizás ella espera que le
digamos que es una broma o algo así. Cuando nadie dice nada, levanta la mano y golpea
suavemente la puerta.

—Sí, adelante —una amortiguada voz masculina llega a través de la puerta


cerrada.

La Sra. Bishop abre la puerta y entra vacilante, todos la seguimos de cerca. George
Bishop está sentado detrás de su escritorio, con un teléfono al oído y está escribiendo algo
en un papel. Sus ojos están enfocados en lo que sea que esté frente a él. Ahora veo de
dónde sacan sus hijos su apariencia. A pesar de que es tan mayor como mi padre, todavía
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se las arregla para lucir joven y en forma.


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—Está bien, ¿y cuál es su contraoferta? —le dice a la otra persona en el teléfono. Él
mira hacia arriba, su rostro es una máscara ilegible. El bolígrafo que bailaba sobre el papel
hace un minuto permanece inmóvil en su mano mientras nos mira—. Te llamaré después.

El Sr. Bishop cuelga el teléfono y coloca el dispositivo en la mesa junto a él.

—Chloe... Chicos... ¿de qué se trata todo esto? —pregunta con cuidado.

—¿Quién es Phoebe? —Dejo escapar mi pregunta más urgente.

Los ojos de George encuentran los míos, y me sorprende la forma en que me mira.
Esperaba animosidad, resentimiento, tal vez incluso odio. En cambio, todo lo que
encuentro es tristeza y reminiscencia. Casi como si yo fuera una vieja amiga que no ha
visto en años, y está triste por el hecho de que haya pasado tanto tiempo.

—Chloe, querida, ¿te importaría dejarnos hablar un rato? —Le pregunta a su


esposa, quien aparentemente está más que feliz de tener la oportunidad de salir de aquí.

—Por supuesto, estaré en la cocina preparando la cena si me necesitan. ¿Se


quedarán a cenar? —pregunta, mirando a sus hijos, pero evitando mi mirada.

—Eso depende del resultado de esta conversación —murmura Banks.

—Muy bien —suspira su madre antes de salir de la habitación, cerrando


firmemente la puerta tras ella.

—¿Por qué no toman asiento? —Ofrece George, señalando con la mano la zona de
asientos en la esquina de la enorme oficina—. Esta es una larga historia.

Sin soltar mi mano, Banks tira de mí hacia una de las sillas. Sullivan y Oliver están
a nuestro lado. Todos nos sentamos en las sillas de cuero. George se une a nosotros,
sentándose justo enfrente de mí.

—Primero, tengo que preguntar, no es que importe porque ahora ya lo sabes, pero
¿cómo te enteraste de Phoebe? —George inicia la conversación.

—Encontré cartas y algunas fotos en el escritorio de mi papá. Fotos contigo, mi


papá y Phoebe en ellas.

—Sí, solíamos ser amigos mientras crecíamos… los tres. Mejores amigos, en
realidad.
299

—¿Cómo es eso posible? —Pregunta Sullivan—. ¿Cómo es que eran amigos y es la


Página

primera vez que oímos hablar de eso?


—Algunas cosas es mejor dejarlas en el pasado, hijo. Éramos solo niños cuando
éramos amigos. Todo eso cambió cuando crecimos, y la amistad se convirtió en algo más
entre Phoebe y yo.

—Entonces, ¿tú y Phoebe estaban juntos?

Él sonríe, sus ojos brillan —Sí, estaba enamorado de ella. Fui su primer novio… o
eso creía. Verás, tu padre también estaba enamorado de ella y Phoebe... bueno, ella estaba
enamorada de los dos, y eso nos llevó al mayor error de nuestras vidas... —George se
aleja, mira por la ventana, sus ojos se vuelven vidriosos y desenfocados mientras habla.

—¿Qué pasó? —Pregunto cuándo no puedo soportar más el silencio.

—Le dijimos que tenía que elegir a uno de nosotros. Nos peleamos por ella, ambos
terriblemente celosos del otro. Fuimos tan egoístas en nuestra lucha por ella que ninguno
de los dos se dio cuenta de lo infeliz que era y de lo mucho que le dolía nuestra lucha.

—Una de las cartas que encontré decía que estaba embarazada… —Contengo la
respiración, esperando que la verdad salga a raudales.

—Sí, Phoebe quedó embarazada. Ella estaba con los dos en ese momento, así que
hubo una duda sobre quién era el padre por un tiempo, pero resultó ser Lionel.

—¿Soy yo...? —Mi voz se quiebra al final. No sé si puedo hacer la pregunta en voz
alta. Todavía es demasiado surrealista.

—Sí, Harlow. Eres la hija de Phoebe. Tu papá conoció a su nueva esposa cuando
eras solo un bebé. Siempre me pregunté si te habló de tu madre. Supongo que no lo hizo.

Para mi sorpresa, no estoy tan sorprendida como pensé que estaría. Supongo que
parte de mí ya lo esperaba. O tal vez la revelación de que mi vida había sido una mentira
no me molesta tanto porque de alguna manera mi vida ya era una mentira, estaba
estropeada mucho antes de que perdiera la memoria.

—¿Estás bien? —pregunta Banks, su voz preocupada y gentil como si tuviera esta
necesidad de calmarme.

—Lo estoy, sorprendentemente... no estoy tan sorprendida. No lo sé, no puedo


explicarlo. Supongo que en el fondo ya lo sabía.
300

—Tu padre y yo hemos tenido muchas diferencias a lo largo de los años, como
bien sabes, pero puedo decirte que él amaba a tu madre, a tu verdadera madre... y yo
Página

también. Quedé devastado cuando ella murió.


—¿Cómo murió?

George suspira profundamente y se inclina hacia adelante. Con los codos sobre las
rodillas, deja caer la cara entre sus manos. Claramente, todavía está destrozado por ello.
Incluso después de todo este tiempo, parece que revivir los recuerdos es
extraordinariamente duro para él.

—Al final, fue nuestra rivalidad lo que la mató —admite, y el dolor en su voz es
casi demasiado para mí—. Nos amaba a los dos, y aunque tenía un hijo con Lionel,
todavía iba a verme. Él trató de prohibirlo, por supuesto, pero ella era un poco indomable.
Esa era una de las cosas que amaba de ella... era como un caballo salvaje, galopaba hacia
donde se le daba la gana... —se apaga aparentemente perdido en sus recuerdos.

—Con frecuencia se escapaba en medio de la noche para encontrarse conmigo en


algún lugar —continúa George después de un rato—. Una de esas noches tuvo un
accidente automovilístico de camino a casa, un conductor ebrio se desvió hacia su carril,
la golpeó de frente... murió instantáneamente.

Una lágrima se desliza por mi mejilla mientras lamento la muerte de una mujer
que no conocía y que nunca conoceré. La mujer que me dio la vida. La madre que ni
siquiera sabía que existía. La madre que sólo conocería a través de historias e imágenes.

—Tu padre me culpó, por supuesto. Si me hubiera mantenido alejado de ella, no


habría estado en ese camino. Lo que no entendió es que lo intenté, pero ella no me dejó
ir. Ella me amaba y no iba a renunciar a mí. Si tu padre hubiera aceptado ese hecho,
entonces ella no se habría escabullido en medio de la noche. Trató de controlarla y la alejó
con eso. Ella eventualmente habría venido a mí de todas formas.

—Así que se culparon el uno al otro por su muerte —señala Sullivan.

—Sí… fue la semilla que comenzó todo, la semilla que brotó del odio y el
resentimiento a lo largo de los años y llevó a una rivalidad que ahora ha afectado a la
siguiente generación, o eso pensé. Obviamente, de alguna manera has sobrescrito en el
odio entre nuestras familias. —George mira a Banks y a nuestros dedos entrelazados.

—¿Pero a qué costo? —Oliver espeta—. Hemos estado peleando durante años,
Sullivan casi lo pierde todo, Harlow ha pasado por el infierno y ha vuelto… Cristo, casi
muere, ¿y por qué? ¿Porque ustedes dos no pudieron compartir la culpa? Porque desde
301

mi punto de vista, fue culpa de todos.


Página
—Tal vez tengas razón, pero no puedes cambiar el pasado, y lo acepté hace mucho
tiempo. Solo podemos controlar nuestros propios caminos ahora y dirigirnos hacia el
futuro que queremos. Ahora la pregunta es, ¿qué tipo de futuro quieren?

—Quiero un futuro en el que recuerde mi pasado. Quiero saber de dónde vengo y


quiero saber a dónde pertenezco —admito.

—Nos perteneces a nosotros —dice Oliver, haciendo que su padre se mueva


incómodo en su silla. Me pregunto si sabe qué tipo de relación tengo con sus hijos. Tal
vez esté tratando de averiguarlo, o tal vez ya lo sospecha. De cualquier manera, no dice
ni una palabra al respecto.

—¿Sabes lo que quiero para el futuro? Quiero que Harlow esté a salvo —ladra
Banks—. Quiero a Shelby y a quienquiera que haya estado tratando de lastimar a Harlow
tras las rejas para siempre. Y luego quiero que todos nos dejen en paz y vivamos nuestras
vidas como nos plazca.

—Espera, ¿por qué quieres a Shelby tras las rejas? ¿No es ella tu amiga? —George
pregunta, mirándonos a todos con confusión.

—Recordé algo… sobre Shelby. Ella fue la que me golpeó con el auto.

George parece genuinamente sorprendido. —¿Fuiste a la policía?

—Sí, llamamos al detective a cargo de mi caso. La están buscando ahora mismo.


Pero la última vez que lo comprobamos, aún no la habían encontrado. —Contemplo
contarle sobre ver a Shelby y papá juntos, pero decido no hacerlo. No hay ninguna razón
real para que él sepa esa parte—. Quería hablar con mi papá sobre todo esto, pero los
chicos piensan que es una mala idea.

La mirada de George choca con la de Banks cuando vuelve a hablar. —Quiero que
se mantengan al margen de esto. Todos ustedes —mira a Sullivan y luego a Oliver—. Sé
que quieren ayudar a Harlow, pero realmente necesitan mantenerse al margen y dejar
que la policía se encargue de ello.

Banks suspira a mi lado, sus dedos apretando los míos. No responde, pero ya sé lo
que diría si lo hiciera. Algo así como: no me digas qué hacer porque haré lo que quiera.

Sorprendentemente, Oliver es el que habla. —Haremos todo lo que podamos para


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ayudar a Harlow. No hay forma de que permanezcamos al margen, ya estamos


involucrados. La vida de Harlow está entrelazada con la nuestra, y no nos quedaremos
Página

quietos viendo cómo la atacan o la hieren.


George niega con la cabeza, luciendo completamente disgustado con la
declaración de Oliver. —¿Se quedan a cenar chicos? —George pregunta después de que
el silencio se ha extendido entre nosotros. No me pierdo cómo solo invitó a los chicos a
cenar; ¿espera que me vaya?

—Creo que es hora de que nos vayamos —anuncia Oliver y se levanta de la silla.
Su cuerpo vibra con una emoción desconocida. Los hermanos siguen el ejemplo de
Oliver, y yo también me levanto, lentamente, con mis rodillas chocando suavemente.
Estoy tan cansada.

—Gracias por la charla —dice Sullivan, dirigiéndose a las puertas. Todos lo


seguimos sin que nadie se despida de verdad. George se queda en su oficina y no vemos
a nadie más al salir. Los chicos tampoco buscan a su madre para despedirse. Es algo triste,
jodido y equivocado, y de alguna manera, lo entiendo.

Cuando llegamos al coche, me siento culpable. ¿Soy la razón por la que los chicos
tienen una mala relación con sus padres? Cuando Oliver enciende el auto y se aleja, no
puedo esperar más. Necesito saber si todo esto se debe a mí. —¿Pelean con sus padres
por mi culpa?

—Peleamos con nuestros padres porque son idiotas —gruñe Banks—. No debieron
tratarte como lo hicieron, no deberían tratar a nadie así.

—Pero si no fuera por mí, ¿estarían bien?

—Harlow, no te atrevas a pensar que es tu culpa que apenas hablemos con


nuestros padres. Te puedo asegurar que no lo es —promete Oliver.

—Él tiene razón, no es culpa tuya. Es su propia culpa —interviene Sullivan.

No estoy completamente convencida, pero es suficiente para dejarlo pasar, por


ahora. Relajándome en el asiento de cuero, me doy cuenta de lo cansada que estoy otra
vez. Esta reunión fue emocionalmente agotadora. Me desabrocho el cinturón de
seguridad y me acuesto en el asiento trasero, apoyando la cabeza en el regazo de Banks.
Inmediatamente comienza a pasar sus dedos por mi cabello, dándome un pequeño
masaje en el cuero cabelludo.

—Eso se siente bien —murmuro antes de que no pueda mantener los ojos abiertos
por más tiempo, y rápidamente caigo en un sueño profundo y sin sueños.
303
Página
35
Los días con los hermanos se mezclan, y aunque estoy feliz y contenta de
quedarme con ellos en una casa de alquiler lejos del mundo, sé que esto no durará para
siempre. No podemos escondernos de todos por el resto de nuestras vidas.

Mientras me siento en la cocina mirando fijamente mi café, mi mente divaga hacia


las preguntas que todavía me atormentan. Ha pasado un tiempo desde que hablé con mi
padre. No ha intentado ponerse en contacto conmigo ni buscarme, al menos que yo sepa.
Tal vez los chicos no me han dicho que lo ha hecho, lo cual yo no dejaría pasar. Quieren
protegerme y mi padre es la última persona con la que quieren que hable.

—¿Que estás haciendo hermosa? —La voz ronca de Sullivan me hace cosquillas en
la oreja y se me pone la piel de gallina con el tono.

—Pensando... —respondo—. ¿Crees que mi padre sabía que Shelby fue la que
intentó matarme? —No puedo imaginarlo sabiendo y no haciendo nada, por otra parte,
es el mismo hombre que trató de casarme con alguien, como si yo fuera un contrato de
negocios, y no un humano con sentimientos y elecciones propias.

—No lo sé. —Saca una manzana de la canasta de frutas frente a mí, su tonificado
cuerpo se presiona contra el mío, y una chispa de electricidad me atraviesa hasta mi
núcleo—. No me sorprendería que lo hiciera.

Tragando con fuerza, trato de alejar el aleteo de las mariposas en mi vientre. No


puedo estar pensando en gatear sobre él cuando hay cosas más importantes en las que
tengo que pensar.

—Eventualmente, quiero volver a las clases, pero mientras Shelby esté ahí fuera,
no estoy segura de hacerlo.

—¿Crees que dejaríamos que te pasara algo? —Oliver entra en la habitación, su


computadora portátil en la mano.

—No, pero me sentiría mejor si estuviera encerrada. No sé por qué hizo las cosas
que hizo, pero me aterra que algo vuelva a suceder y no puedo esperar que uno de
ustedes esté siempre conmigo. —No trato de ocultar mi ansiedad a los hermanos. No hay
nada que esconder. Saben lo preocupada que estoy.
304

—¿Qué quieres hacer? —Sullivan pregunta, mordiendo su manzana.

—No lo sé, pero necesito hacer algo para encontrarla.


Página
—No estás haciendo una mierda —gruñe Banks, entrando en la cocina, la
expresión de su rostro dice, pelea conmigo, te reto.

—Sí, voy a tener que estar de acuerdo con el Sr. Alpha. —Oliver apunta con el
pulgar en dirección a Banks—. Por encima de mi cadáver te acercarás a menos de tres
metros de esa perra.

Todo lo que puedo hacer es poner los ojos en blanco ante su protección. ¿Como si
realmente fuera a salir a buscarla? Una parte de mí quiere encontrarla y preguntarle por
qué hizo las cosas que hizo, mientras que la otra parte de mí tiene miedo de saber la
respuesta. ¿Por qué mi mejor amiga por más de 10 años querría matarme? Sí, estaba
teniendo una aventura con mi padre, pero no puede ser por eso.

—No quise decir que fuera a buscarla físicamente.

—Mejor que no o te pondré sobre mis rodillas —dice Oliver, el tono de su voz es
serio, y cuando lo miro, incluso su rostro dice que lo haría—. Y lo digo en serio, Harlow,
si haces algo para arriesgar tu vida por nosotros o te pones en peligro, te haré una ampolla
tan grande en el trasero que no podrás sentarte durante una semana. Significas el mundo
para nosotros, y perderte nos mataría. —Su confesión hace que mi corazón lata un poco
más rápido.

—No voy a hacer nada. No se preocupen, por favor —murmuro suavemente.

—Deja de asustarla con tus tendencias sobreprotectoras —Sullivan niega con la


cabeza y toma mi mejilla. Inclinándose, sus labios rozan suavemente los míos. Huele a
manzanas y sol, y quiero más. Con avidez, extiendo la mano y agarro su camisa,
aferrándome a él. Antes de que tenga la oportunidad de profundizar el beso, él se aleja.
Maldito sea.

Necesito un poco de aire, aire que no esté lleno de la esencia Bishop, porque ahora
mismo mi cuerpo está en llamas, necesidad pulsa a través de mis venas.

—Me voy a sentar afuera —anuncio.

—Me uniré a ti —ofrece Banks, pero niego con la cabeza mientras me levanto de
la silla, con mi taza de café en la mano.

—No, necesito un poco de tiempo para mí —digo, encogiéndome cuando el


305

hermoso rostro de Banks cae—. No eres tú, de verdad que no. Yo solo…

—Lo entendemos, no sientas que tienes que explicarte —responde Oliver antes de
Página

que cualquiera de los otros hermanos pueda hacerlo, y yo asiento, pasando junto a
Sullivan y luego a Banks en la salida. Saliendo por las puertas francesas adjuntas a la
cocina, las cierro detrás de mí y me acomodo en el columpio del porche. El teléfono de
Sullivan se siente pesado en mi bolsillo. Tomando el café de mi taza, sé lo que tengo que
hacer y espero que los hermanos no se enojen conmigo por hacerlo.

No creo que estén intentando mantenerme alejada de nadie o controlarme. Solo


quieren asegurarse de que esté protegida, pero no hay nada que mi padre pueda hacerme
a través del teléfono, y he terminado de sentarme aquí sin hacer nada mientras me
escondo del mundo. Necesito saber.

Dejando mi taza, saco el teléfono y miro la pantalla. Se siente un poco como si


estuviera traicionando a los chicos, andando a escondidas y tomando el teléfono de
Sullivan mientras él no estaba mirando, pero al igual que ellos no están tratando de
lastimarme, no estoy tratando de lastimarlos.

Escribo el nombre de mi padre en la barra de búsqueda y veo cómo Google abre


varias páginas, la primera es la empresa de mi padre. Busco hasta que encuentro el
número de la oficina de mi padre y lo marco. Una aguda voz femenina responde a mi
llamada en el segundo timbre.

—Lockwood Real Estate, ¿a dónde puedo dirigir su llamada?

—Mhm, hola… soy Harlow Lockwood. Me preguntaba si podrías conectarme con


mi papá. —La línea se queda en silencio durante tanto tiempo que aparto el teléfono de
mí oído, preocupada de que la llamada se haya desconectado—. ¿Hola?

—Ah, sí. ¿Podrías esperar, por favor? —pregunta la mujer del otro lado, sonando
un poco cansada.

—Por supuesto. —Inmediatamente me ponen en espera, la música clásica se filtra


a través de la línea. No tengo que esperar mucho antes de que mi padre conteste.

—¿Harlow? —Su profunda voz llena mi oído un segundo después.

—Sí, soy yo.

—Dios mío, Harlow. ¿Dónde estás? Dime, ahora mismo —exige como si fuera a
decirle.

—Estoy bien, gracias por preguntar —respondo con sarcasmo—. No te diré dónde
306

estoy, y definitivamente no necesito que me recojas. Solo te llamo para preguntarte una
cosa...
Página

—Ya te dije que si quieres saber sobre Phoebe, debes reunirte conmigo.
—Ya sé quién era Phoebe... y que soy su hija. —A pesar de que lo sé desde hace
algunas semanas, las palabras todavía suenan extrañas en mi boca.

—¿Quién te lo dijo?

—No importa. Lo único que importa es que me has estado mintiendo toda mi vida.
Pero no es por eso que llamo. Solo quiero saber una cosa, y luego puedes volver a tu
pequeña vida perfecta. ¿Lo sabías? ¿Sabías que fue Shelby quien intentó matarme?
—Aguanto la respiración, los segundos pasan mientras espero su respuesta.

—Ella no lo haría... —dice finalmente—. ¿Quién te dijo que fue ella? ¿Te dijeron
eso los Bishop? Lo juro, acabaré con ellos para siempre esta vez. —El desprecio gotea de
sus palabras.

—Nadie me lo dijo. Lo recordé. Condujo por la intersección justo cuando yo estaba


cruzando la calle. Ella trató de matarme.

—No... debe haber sido un accidente. —Mi padre suena un poco asombrado y, por
un momento, trato de averiguar si está realmente sorprendido o está fingiendo. Luego,
como si reuniera sus pensamientos, dice con una voz más fuerte— No te creo. O viste mal
o simplemente fue un accidente.

Ahora es mi turno de quedar atónita, no puedo creerle. —¿Estás hablando en serio?


—Mi voz se eleva con cada palabra, mi ira hierve a fuego lento, amenazando con
desbordarse—. Supongo que no debería sorprenderme que la defiendas, no cuando ella
está abriendo las piernas para ti.

—¿Qué pruebas tienes? —Me duele la mandíbula mientras rechino los dientes.

—¿Pruebas? ¿Qué pruebas necesito? Lo vi con mis propios ojos. Pasó la señal de
alto... ¡aceleró! Ella me golpeó con su maldito auto. Sé que ella me vio, ¿cómo no iba a
hacerlo?

—¿Estás segura?

—Sí, estoy segura, y si la ves, hazle saber que la policía la está buscando. Ni
siquiera puedo volver a clases porque me preocupa que me haga daño, o algo peor.

El silencio persiste entre nosotros, haciendo que el ambiente sea pesado.


307

—Yo... yo te creo, y lo siento. Tu madre y yo hemos estado muy preocupados por


ti. ¿Podrías volver a casa, por favor?
Página
—No, y esa mujer con la que te casaste no es mi madre. Mi madre era Phoebe, de
quien te niegas a contarme nada. Pero está bien... —Puedo sentir una sonrisa curvándose
en la comisura de mis labios—. Fui con el Sr. Bishop y obtuve toda la información que
necesitaba.

—Harlow —la desesperación en su voz me hace hacer una pausa—. Yo... no puedo
hacer esto por teléfono. Necesitamos encontrarnos en persona y te lo contaré todo. No sé
qué te dijo George, pero estoy seguro de que no todo es verdad.

—No queda nada que decir, y de todos modos no estoy segura de creer lo que
tengas que decir. —La única razón por la que quiere verme en persona es para poder
arrastrarme de regreso a casa y encerrarme en mi habitación. ¿Cree que soy estúpida?

—Sé dónde está Shelby —espeta, sorprendiéndome una vez más—. ¿Me
perdonarías todo si le digo a la policía dónde está?

¿Perdonarlo? Tengo que reprimir una risa. —¿Qué tal si le dices a la policía dónde
está porque es lo correcto?

—Lo haré, pero que sepas que lo hago por ti. Todo lo que he hecho es por ti. Eres
mi hija, lo único que me queda de tu madre y no puedo perderte.

Ojalá pudiera creerle. Desearía poder amar a mi padre como una hija debería amar
a su padre, pero han pasado demasiadas cosas y no creo que podamos reparar nuestra
rota relación.

Hay demasiadas mentiras, demasiados secretos. No puedo confiar en que me


proteja, que me cuide. El pensamiento trae lágrimas a mis ojos. Mis emociones están por
todas partes y hablar con él no ayuda en nada.

—Adiós, papá —le digo antes de colgar el teléfono.

308
Página
36
Han pasado unos días desde la llamada telefónica con mi padre... una llamada
telefónica que los chicos aún no conocen. Me siento mal por haberlo ocultarlo, pero
tampoco quiero decepcionarlos ni herir sus sentimientos. Sé que solo quieren protegerme,
pero tenía que hablar con él.

Con todo eso, me encuentro con la fiebre de la cabaña, las mismas cuatro paredes
de esta casa de alquiler se cierran sobre mí un poco más cada día. Arrastrándome fuera
de la cama, me quito la camisa de Banks y entro en el baño conectado al dormitorio. He
estado saltando de cama en cama desde que llegamos aquí, cada hermano tiene su propio
tiempo conmigo. Anoche, me quedé dormida en el sofá y me desperté en la cama con
Oliver, todo mientras vestía la camisa de su hermano. Extraño, pero normal para
nosotros.

Abriendo la ducha, dejo que el baño empiece a vaporizar antes de ponerme bajo el
chorro de agua caliente, dejándolo masajear mi cuello y hombros. Un gemido se escapa
de mis labios mientras mis músculos se relajan bajo el rocío.

—Me gusta mucho ese sonido, pero preferiría que lo hicieras mientras estoy
contigo —murmura Oliver, riendo mientras lo hace. Antes de que me dé cuenta, se quita
la ropa y se une a mí en la ducha extra grande. No me sorprende ver su polla ya dura,
apuntándome con enojo. Las venas sobresalen, palpitan y suplican por ser tocadas.

—Eso parece... doloroso —digo en voz baja.

—Lo es. Estoy tan duro que duele. Es lo que me haces, Harlow. Siempre. Cada vez
que estoy en tu presencia, mi polla está dura.

—¿Quizás pueda hacer algo al respecto? —Pruebo mi voz más seductora y, a


juzgar por el gruñido que sale del pecho de Oliver, lo estoy haciendo bastante bien.

—Joder, sí —gime mientras envuelvo mis dedos alrededor de su longitud.


Dándole un fuerte apretón, me deleito en la forma en que sus ojos se cierran con fuerza y
sus manos se enroscan en puños.

—Nunca pensé que sería posible para mí quererlos a los tres, pero lo hago. Cada
uno de ustedes me hace algo que no puedo explicar.
309

Los ojos de Oliver se abren entonces, el castaño en ellos casi negro, dejando solo
un pequeño anillo de color marrón detrás —Tú nos completas. —Sisea, su pecho
Página

musculoso sube y baja mientras inhala. No hay nada como el poder que tengo sobre estos
tres hombres. La forma en que caen de rodillas por mí. Acariciándolo más rápido, giro
mi pulgar sobre la cabeza de su polla y por su hendidura. Pre-semen gotea de la punta, y
lo unto sobre su longitud, mis ojos quedan fascinados con el movimiento.

—Necesito follarte, Harlow —la voz de Oliver está llena de emociones y llega hasta
mi interior, hundiendo sus garras profundamente en mi núcleo.

—Te deseo tanto... —murmuro, mientras suelto su polla, y doy un paso atrás. Sus
ojos arden mientras acecha hacia a mí, levantándome con un movimiento fluido. En
segundos, estoy en sus brazos, mi espalda presionada contra la pared de azulejos de la
ducha, mis piernas envueltas alrededor de su cintura. Su polla hinchada choca contra mi
clítoris y aspiro con dificultad a través de mis dientes. Oliver me mira fijamente,
observándome, sabiendo que tiene poder sobre mi cuerpo y mi corazón.

—Cada noche… —Su polla roza mi empapada entrada, y hundo mis uñas en su
hombro, instándolo a seguir—. Pienso en robarte de la cama de mis hermanos para hacer
lo que quiera contigo.

Sintiendo que podría morir si él no empieza a follarme, sonrío y digo —Deberías.

Eso debe provocarlo porque retrocede y golpea contra mí, haciendo que el aire de
mis pulmones se estanque y todo mi cuerpo se estremezca con temblores de placer.

—Joder, no hay nada como hundirse en ti. Tan apretada, tan cálida, tan
jodidamente perfecta —jadea, moviendo sus caderas, hundiéndose más profundamente
dentro de mí. Sus dedos se clavan en mi carne lo suficientemente fuerte como para dejar
moretones, y quiero que lo haga. Quiero que me marque. Todo a mí alrededor se
desvanece cuando Oliver me folla hasta el olvido. Mis uñas se clavan en su pecho y él
sisea por el dolor.

Luego comienza a girar sus caderas entre embestidas, la cabeza de su polla


rozando lo que ahora sé que es mi punto G.

—Ahhh, Oliver... —maúllo. Mechones de cabello mojado se pegan a mi cara, pero


no podría importarme menos cómo me veo en este momento. Todo lo que puedo hacer
es aferrarme a la vida mientras Oliver me toma, follándome hasta el borde de la locura.
El orgasmo que he estado persiguiendo durante los últimos minutos se agita
profundamente en mi núcleo y se desliza por mi columna.
310

—Voy a correrme... —lloriqueo, mirando a Oliver a los ojos. Me mira con una
determinación que nunca había visto, una sonrisa malvada en su hermoso rostro.
Página
—Joder, sí, lo harás, sobre toda mi polla... —Sus sucias palabras solo aumentan el
placer, y en unos segundos me voy, lanzándome al espacio como un cohete. Mi coño se
aprieta alrededor de su longitud, y solo por los gruñidos y jadeos que está haciendo, sé
que está cerca, y extrañamente, quiero que se corra como nunca lo he querido antes. Lo
quiero dentro de mí, marcándome, reclamándome.

—Lléname con tu corrida, Oliver, lléname… —suplico a través del sonido de la


sangre que fluye en mis oídos. Con un agarre de acero y un gruñido, que estoy bastante
segura de que sus hermanos pueden oír, se corre, sus muslos tiemblan, su cabeza se
inclina hacia atrás, exponiendo su garganta. Actuando por impulso, muerdo esa piel
intacta y sonrío cuando siento su polla saltar dentro de mí.

Arrastrado lejos por el dolor de mi mordida, espero a que vuelva flotando hacia
mí. Segundos después, él me mira fijamente y me pone de pie suavemente, y con la
pérdida de su polla de dentro de mí, siento como si hubiera perdido un pedazo de mi
alma.

—Te amo, Harlow, y te amaría incluso si no me follaras como me amas. Lo eres


todo para mí. —Me da besos en la cara y empiezo a reír.

—De nada, y el sentimiento es mutuo, definitivamente sabes cómo hacer que una
chica se sienta bien.

Oliver sonríe. —Todo para ti, bebé, todo para ti. —Me da un beso más, un beso
que me da ganas de treparlo como si fuera un árbol y no ducharme en absoluto. Pero
entonces no haríamos nada, y por mucho que me gusta estar aquí con ellos, realmente
quiero volver a vivir una vida normal. Así que, en lugar de rogarle que me tome de
nuevo, me concentro más en lavarme el cuerpo y el cabello, y menos en el latido entre
mis piernas.

Una vez que terminamos de ducharnos y nos vestimos, salimos a la sala de estar.
Sullivan y Banks ya están descansando en el sofá, ambos con sonrisas de come mierda en
sus rostros.

Nos escucharon, o al menos a Oliver.

—¿Se dieron una buena ducha? —Sullivan pregunta, riendo.

—Sí, ¿limpiaron bien todo? —Banks interviene —Sonó como si lo hubieran hecho.
311

—Sí, no se preocupen. Fui minucioso... me aseguré de tener todos los lugares


Página

limpios. —Ante las palabras de Oliver, mi cara se pone cinco tonos más roja.
—No te avergüences —me dice Sullivan, frotándome la espalda cuando tomo
asiento junto a él.

—No puedo evitarlo —digo, aún más avergonzada. Si bien me he vuelto más
abierta sexualmente, hablar de ello todavía es mucho para mí. Después de todo el acoso
y el odio que he recibido por estar con los tres, es difícil para mí manejar cualquier tipo
de burla sin sentir ganas de hundirme en mi misma.

Oliver abre la boca y parece que está a punto de decir algo cuando su teléfono
comienza a sonar. Lo saca del bolsillo y mira la pantalla con las cejas juntas. —Es el
detective.

Antes de que alguien pueda decir algo, contesta el teléfono y lo coloca en altavoz
para que todos lo escuchemos. —Hola…

—Buenos días, señor Bishop. ¿Cómo está hoy?

—Muy bien —responde Oliver, sonriéndome mientras lo hace.

—Bien, bien... ¿La Srta. Lockwood todavía está con usted?

—Sí, estoy aquí —digo antes de que nadie más pueda responder.

—Excelente. Hola, Harlow. Espero que estés bien. Sé que has pasado por mucho,
así que quería llamarte de inmediato para informarte que hemos arrestado a Shelby hace
unas horas.

—Finalmente —Banks murmura en voz baja.

Sé que debería decir algo. Sé que probablemente debería estar feliz y aliviada de
estar a salvo ahora, pero por alguna razón, no siento ninguna de las dos cosas. Todo lo
que siento es la necesidad de respuestas.

—¿Dijo ella por qué lo hizo? ¿Por qué me quiere muerta? —No saber me ha estado
devorando. Pensé que era mi mejor amiga antes de todo esto, así que ¿por qué me quería
muerta?

—No, lo siento. No nos dio una razón real de por qué, pero confesó que quería
lastimarte.

—La metiste en la cárcel, ¿verdad? —Oliver pregunta con impaciencia—. ¿Y no


312

saldrá pronto?
Página
—En realidad... —El detective hace una pausa, y siento el aire atascarse en mis
pulmones—. Ella no está en la cárcel, tuvimos que llevarla a una institución psiquiátrica
privada después de lo que sucedió.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué pasó? —Quiero decir, sé que tenía algunos problemas
mentales por lo que me hizo, pero aun así. Una institución psiquiátrica parece ser un poco
demasiado.

—Harlow, ¿sabes que fue tu padre quien llamó para dar su ubicación?

Casi sin pensarlo, asiento, antes de darme cuenta de que no puede verme. —Sí
—digo, después de un momento—. Hablé con él sobre Shelby y... —me apago, sin querer
decir las palabras en voz alta. Shelby y mi padre. Todavía estoy tan asqueada por el
pensamiento, y ahora estoy aún más avergonzada... avergonzada por la clase de hombre
que es mi padre.

—Cuando la arrestamos, y se dio cuenta de que fue tu padre quien nos había
llamado, tuvo un completo colapso mental. Ella estaba gritando y chillando, diciendo que
está enamorada de él y que necesita matarte para tenerlo para ella. Luego trató de hacerse
daño, no tuvimos más remedio que enviarla para que evaluaran su estado mental.

—Entonces, ¿estará allí por un tiempo o qué? —Banks interviene.

—Le harán una evaluación completa y luego tomarán una decisión, pero a partir
de ahora, allí es donde se quedará. Si tengo más actualizaciones, me aseguraré de
llamarlos y avisarles.

—Gracias, detective —no puedo explicar la carga que se me ha levantado del


pecho al saber que ella está en algún lugar lejano, en algún lugar del que no podrá
escapar, y que mi fue padre el que ayudó a ponerla allí.

Un pedacito de mi corazón late por el hombre que me dio la vida porque, al final,
él sí me eligió a mí sobre ella, pero tuvieron que pasarme todas estas cosas malas para
que lo hiciera.

—No hay problema, que tengan un buen día. —La línea se corta, dejándome sin
nada más que mis pensamientos y los tres hombres que poseen mi corazón. Cuando miro
hacia arriba, encuentro a los tres mirándome. Cada uno con su propia expresión confusa.
313

—Iba a decirles —comienzo, una punzada de culpa me golpea.

—Si querías llamar a tu padre, todo lo que tenías que hacer era pedirlo. No tenías
Página

que escabullirte a nuestras espaldas. —Oliver grita, y el tono de su voz me hace temblar.
Sé, sin siquiera mirarlo, que está decepcionado de mí. Demonios, yo también estoy
decepcionada de mí.

—Lo que Oliver quiere decir es que queremos protegerte y no podemos protegerte
cuando haces cosas a nuestras espaldas. Se supone que somos un equipo —la voz de
Sullivan es suave y cariñosa, y por alguna estúpida razón, quiero llorar. No entiendo por
qué, pero lo hago. Cuando levanto la vista de mis manos de nuevo, hay lágrimas en mis
ojos, y no importa cuánto intente parpadear para eliminarlas, continúan cayendo.

—Mierda —murmura Oliver entre dientes y viene a pararse frente a mí. Me rodea
con sus brazos, y yo lo inhalo. Mi cuerpo se ilumina con su toque. Esto es lo que me hace,
lo que todos me hacen.

—Yo... lo siento. No lo estaba ocultando. Solo quería saber si él sabía que Shelby
era quien me quería hacer daño. Sé que debería haber acudido a ustedes, pero...

—Shhh, no. Lo siento. No era mi intención gritarte. —Oliver me calma, su mano


subiendo y bajando por mi espalda. Se siente bien, demasiado bien, y dejo que mis ojos
se cerraran por un segundo.

—No quiero decepcionarlos, chicos —sollozo en su camisa.

—Shhh, bebé, no eres una decepción. Estás tan lejos de ser una decepción cómo es
posible. —La fuerte voz de Banks me atraviesa los oídos y lo siento a lo largo de mi
espalda, su cuerpo duro rozando el mío. Él aparta el cabello de mi cuello y presiona besos
calientes en mi hombro y cuello, chupando la tierna carne a lo largo de mi clavícula. Al
instante, me derrito en una pila de papilla, las lágrimas se detienen de repente.

—¿No puedes llorar cuando mis labios están sobre ti? —Él bromea, y puedo sentir
que mi interior se convierte en lava fundida. Esa conexión que tengo con cada uno de
ellos arde cada vez más y más caliente.

—No —susurro con voz ronca. Solo soy vagamente consciente de que Oliver me
libera y me gira para enfrentar a Banks.

—Siento que mis hermanos sean unos idiotas. Te lo compensaré. —La rosada
lengua de Banks se desliza sobre su labio inferior, sus ojos azules resplandecen con una
desenfrenada necesidad bajo el divertido brillo. Quiero rendirme ante él. Quiero que los
tres vuelvan a tener una oportunidad conmigo... pero...
314

De la nada, una ola de mareo me golpea y me invade la náusea. La bilis sube por
Página

mi garganta y sé lo que va a pasar a continuación. Sin siquiera pensarlo, empujo a Banks


y llego al fregadero de la cocina justo a tiempo para vomitar todo mi desayuno. Mi
estómago se retuerce y sigo vomitando hasta que no sale nada más que verde bilis.

—Tenemos que llevarte a un médico —dice uno de ellos, pero no puedo decir
quién es. Todo lo que puedo hacer es concentrarme en la estúpida necesidad de vomitar.
Banks toma mi cabello entre sus manos y lo aleja de mi cara. Mis dedos se agarran a la
encimera mientras todo sale de mí. Cuando termino, mis ojos están llorosos y mi garganta
está ardiendo.

Sé que tienen razón; los vómitos y el cansancio no son normales, y debería hacerme
un chequeo, pero una parte de mí no quiere saber qué es lo que está mal. Una parte de
mí espera que lo que está pasando desaparezca. ¿Quizás es solo estrés? Quiero decir, ¿qué
más podría ser?

—Creo que es solo estrés, todo esto es demasiado... —Gimo, tomando la toalla de
papel que Oliver me ofrece. Limpiándome la boca y los ojos, hago todo lo posible para
asegurarme de que no haya vómito en la barbilla o los labios.

—Incluso si se trata de estrés, últimamente te has estado enfermando mucho y no


sería una mala idea hacerte una revisión.

—¿Y si resulta ser algo más? —Pregunto, el miedo suena en mi voz—. Los médicos
me dijeron que posiblemente podría tener más problemas por el accidente. Quizás de esto
es de lo que estaban hablando.

—Entonces nos ocupamos de ello. —Sullivan responde, su voz es suave y cálida,


y todo lo que quiero hacer es ir hacia él y dejar que me rodee con sus brazos.

Sabiendo que no tiene sentido tratar de luchar contra esto, estoy de acuerdo.
—Está bien, haré una cita.

—Gracias, eso es todo lo que queremos. Tú eres lo más importante para nosotros
y, si está enferma, debemos encontrar una manera de arreglarlo.

—A veces, las cosas no se pueden arreglar. —Dejo caer mi mirada hacia mis manos.
Shelby ha sido atrapada, la vida es buena y, sin embargo, de alguna manera, todo parece
temporal, como si en cualquier momento la alfombra fuera a ser arrancada de debajo de
nuestros pies.
315

Banks me toma por la mejilla y yo me acaricio contra su toque. —Cuando se trata


de ti, todo se puede arreglar. Vamos a darte una ducha, algo pequeño para comer y un
Página

poco de descanso.
—Sullivan y yo arreglaremos todo para que podamos volver a clases —anuncia
Oliver.

Eso me anima. La emoción burbujea a través de mí. Esto es justo lo que necesitaba
escuchar.

—Sí, finalmente nos vamos y volvemos a clases. Ahora que han atrapado a Shelby,
no tenemos nada de qué preocuparnos.

—Por fin podemos estar todos juntos y asistir a clases como se suponía. Todo
volverá a la normalidad ahora. Llegaremos a ser normales, o tan normales como podamos
ser como estudiantes universitarios.

Sonrío porque en el fondo soy feliz, pero no puedo evitar el miedo de que algo
malo suceda. Siempre lo hace. Siempre encuentra la manera de arruinar lo bueno en mi
vida.

316
Página
37
—¿Pensé que estarías emocionada de volver a clases? —Caroline dice desde su
asiento a mi lado. Ella debe ver el permanente ceño que parece haberse fijado en mi rostro
esta semana.

Las cosas han vuelto a la normalidad, incluso Tiffany y sus amigas me tratan igual
que siempre, no importa cuánto trate de ignorar sus burlas, parece que no puedo. El solo
hecho de pensar en su nombre hace que mi cerebro grite.

—Tierra a Harlow, estás mirando a Tiffany como si quisieras arrancarle la


garganta, ¿estás bien? —La voz suave de Caroline llena mis oídos, y aparto la mirada de
Tiffany antes de hacer eso. Es más perra de lo que recuerdo, y me cuesta mucho
morderme la lengua cuando ella o su brigada barbie pasan a mi lado y me llaman zorra
en voz baja. Es mezquino e infantil, y solo quiero que se vayan.

—Estoy bien, solo un poco... alterada —siseo, tratando de no mirar en dirección a


Tiffany.

—Podrías haberme engañado. Pensé que estabas planeando el asesinato de Tiffany


allí por un segundo.

—Eso es porque lo estaba. —Miro a Tiffany de nuevo. Se echa el pelo por encima
del hombro y se ríe a carcajadas de algo que dice una de sus amigas. Perras. Malditas
perras engreídas. Eso es todo lo que son—. No entiendo por qué tienen que ser tan idiotas.
No es que lo que hago con mi vida tuviera algún efecto en ellas. —Simplemente me estoy
desahogando ahora, y aunque debería detenerme y guardarlo para cuando vuelva a casa,
se siente bien dejarlo salir ahora mismo.

Al menos tendré menos probabilidades de extender la mano y golpear la cabeza


de Tiffany contra la pared de este modo.

—Ella siempre sentirá que le robaste a Oliver. —La respuesta de Caroline me hace
apretar los dientes—. Antes de que embolsaras a mis primos, ella tenía la mirada puesta
en él, y por lo que parece, todavía lo hace. Apuesto a que te odia por tener sus corazones
cuando ella ni siquiera puede llamar su atención. Nunca pudo. Incluso cuando fingían
que ella les gustaba, de lo único que hablaban era de ti.

—Bueno, tal vez si no fuera una perra furiosa todo el tiempo, podría gustarle a
317

algún chico por más que su boca o la cosa entre sus piernas.
Página

—Amén a eso —murmura Caroline—. Tal vez deberíamos decirle que...


Sonriendo, niego con la cabeza. Lo último que necesito es más estimulo. Paso el
resto de la clase tratando de ignorar a Tiffany y me concentro en el bosquejo de mi trabajo
de literatura inglesa. Cuando el profesor anuncia que podemos irnos, me siento tan
aliviada que prácticamente me hundo en mi asiento. ¿Quién sabía que ignorar a alguien
podría ser tan agotador? Por otra parte, supongo que la parte de ignorar no es mi
problema. Es más bien contener mi ira, para no terminar siendo expulsado de la escuela.

Reuniendo mis cosas rápidamente, empiezo a emocionarme cuando me doy


cuenta de que veré a los chicos en unos minutos. Como todos los días, nos reunimos para
almorzar, algo que poco a poco se está convirtiendo en mi parte favorita del día.

—¿Tienes prisa por llegar con tu novio? —Una de las amigas de Tiffany gruñe, su
voz es condescendiente.

—Por favor, Claire, no seas ridícula y llámalos sus novios —Tiffany decide agregar
su opinión—. Ella no es más que su pequeño juguete. ¿No recuerdas cómo solían hablar
de ella? ¿Cómo solíamos burlarnos de ella con los chicos? No la quieren, al menos, no
como nos querrían a ti o a mí. —No puedo evitarlo. Miro a la perra directamente a los
ojos y simplemente la observo, deseando poder mostrarle cuánto no la quieren.

—¿Por qué no se pierden, chicas? —Espeta Caroline—. Están celosas porque ella
tiene lo que ustedes quieren.

—Ja, ¿celosa? ¿De ella? —La nariz de Tiffany se arruga y aprieto mi mano libre en
un puño apretado. No la golpees. Mis músculos arden, mientras la ira palpita a través de
mí. Concentrándome en no borrar la sonrisa de suficiencia de su rostro… con mi puño.

Cuando se mueven para irse, Tiffany clava su hombro en mi brazo en un débil


intento de derribarme, pero mi cuerpo está demasiado rígido y lo único que logra es hacer
que mi mochila se resbale de mi hombro.

—Oops —se ríe y se aleja mientras la bolsa se desliza por mi brazo y cae al suelo.

Dios, la odio.

—Felicidades por tener tanto autocontrol como tienes. Pensé con seguridad que
estabas a punto de pelear con ella —me dice Caroline cuando se van, y somos las únicas
dos personas que quedan en el salón de clases.
318

—Sí, también me sorprende a mí misma —digo encogiéndome de hombros—. Tal


vez simplemente no quería llegar tarde para el almuerzo. Me muero de hambre. Mi
Página

estómago ha estado gruñendo durante la última hora.


—Chica, últimamente has estado toda sobre la comida. Eso no tiene nada que ver
con que te reúnas con los chicos para cada comida, ¿verdad? —Caroline se ríe.

—Tal vez —sonrío.

Atravesamos el campus a toda velocidad para llegar a la tienda de sándwiches


donde nos encontraremos con los chicos. Resulta que un paseo es exactamente lo que
necesito. El aire fresco me ayuda a aclarar mi mente y enfría mi ira hacia esa bruja.
Cuando llegamos a la tienda, los tres Bishop están de pie en frente, esperándonos. Banks
nos ve primero y me da una sonrisa derrite-bragas, y mi mente se queda en blanco por
un momento, olvidándome de Tiffany y su grupo de barbies.

—Hola, ustedes dos —nos saluda Oliver cuando estamos a sólo unos metros de
distancia.

Tengo este impulso animal de darle un beso a cada uno de ellos, pero no nos
sentimos tan cómodos con el afecto en público mientras estamos al aire libre así, y no es
porque no queramos que nos vean el uno con el otro o porque escondamos que estamos
juntos.

Es más bien porque no queremos llamar ningún tipo de atención hacia nosotros, y
tener tres novios definitivamente hará eso.

Entrando juntos al restaurante, Oliver encuentra una mesa en la parte de atrás que
se adapta a todos nosotros.

—¿Cómo fue tu clase? —Sullivan pregunta mientras tomo asiento y leo el menú.

Antes de que pueda responder, Caroline abre su boca grande y gorda —Tiffany
estaba siendo una gran perra en la última clase, pero aparte de eso, hoy ha estado bien.
—La miro de reojo.

¿Por qué no puede mantener la boca cerrada? Esto solo va a preocupar aún más a los
chicos.

—¿Qué quieres decir con que estaba siendo una perra? ¿Te está molestando de
nuevo? —Sullivan pregunta, la preocupación grabada en sus hermosos rasgos. Una parte
de mí quiere barrer el asunto bajo la alfombra y decirles que no es nada, pero si no se los
digo y se enteran después, me sentiré mal por no haber sido honesta.
319

—Bueno, parece que tiene la impresión de que le robé a Oliver, así que está
tratando, como siempre, de iniciar una pelea. Eso es todo. No hay razón para
Página
preocuparse. ¿Podemos comer ahora? Voy a comerme mi brazo izquierdo si no me meto
algo en la barriga pronto.

—Lo siento, Harlow... Todo esto es culpa nuestra —resopla Oliver, apartando la
mirada de mí como si estuviera demasiado avergonzado para mirarme. Mis ojos se fijan
en su brillante cabello castaño mientras se pasa una mano por los gruesos mechones.
Cuando me mira, puedo ver el arrepentimiento acumulándose allí—. Yo como que fingí
que ella me gustaba.

—Eso está en el pasado, esto es el presente, y solo vamos a mirar hacia adelante, y
desde donde estoy sentada, el futuro se ve bastante bien —sonrío—. Quiero decir, veo un
delicioso sándwich italiano en un futuro próximo... así que... —La camarera debe
haberme escuchado, porque en ese momento se acerca a la mesa, con una tableta en la
mano, lista para tomar nuestros pedidos.

Durante el resto de nuestro almuerzo juntos, no hablamos de Tiffany o de


cualquier otra persona que no nos guste. Todo parece sentirse mejor cuando estoy con los
chicos. Estar con ellos me recuerda que no hay nadie aquí por quien valga la pena
arriesgar mi felicidad.

Solo después de haber terminado cada bocado de mi sándwich, me doy cuenta de


que Sullivan parece extrañamente retraído, apenas me mira y ni siquiera termina su
sándwich. Estoy a punto de preguntarle qué está pasando, cuando empuja su plato y se
levanta de la mesa, su silla raspa contra el suelo. Mis cejas se juntan en confusión.

¿A dónde va?

—Voy a salir. Quiero llegar a mi próxima clase un poco antes. Los veré más tarde
—realmente no le habla a nadie en particular y comienza a alejarse antes de que ninguno
de nosotros pueda responder. Siento como si alguien hubiera clavado un pequeño
cuchillo en un rincón de mi corazón. Realmente no lastima, pero deja un notable dolor
detrás.

Eso es lo que me acaba de hacer Sullivan. Ha dejado un dolor atrás, y sé sin siquiera
preguntar que algo está pasando con él.

—¿Que está mal con él? —Oliver pregunta en voz alta lo que yo me estaba
preguntando en silencio.
320

Banks se encoge de hombros, claramente no está preocupado por el


comportamiento de su hermano. —Sus notas probablemente están bajando. Su mente ha
Página
estado ocupada últimamente —me sonríe, y puedo decir que está tratando de aligerar el
ambiente—. Sabes lo preocupado que se pone por su perfecto promedio.

—Sí, pero eso no significa que tenga que ser grosero —gruñe Oliver, empujando
una cuchara llena de sopa en sus labios.

—Solo espero que esté bien. Hablaré con él más tarde esta noche —anuncio antes
de tomar un sorbo de mi soda.

—Será mejor que nos vayamos también —Banks se inclina y susurra en mi oído.
Su cálido aliento abanica contra mí y se me pone la piel de gallina. La siguiente clase la
tenemos juntos, y el pensamiento me deja sintiéndome toda cálida por dentro. Podré
sostener su mano durante la próxima hora, y si esa no es una buena manera de pasar por
cálculo, entonces no sé qué lo es.

INCLUSO CON BANKS a mi lado, cálculo es insoportable. Los números no son lo


mío, y aunque afortunadamente tengo a Banks aquí para brindarme un poco de ayuda
adicional, no me va a ayudar a pasar los exámenes que tendré que tomar por mi cuenta.
Necesito concentrarme, digerir las palabras que se están diciendo.

Si Banks puede sentir mi confusión y decepción conmigo misma, no lo deja ver. La


clase parece durar una eternidad, y cuando termino de recoger mis cosas, lo único que
quiero hacer es volver a la casa con los chicos y dormir.

Con todo en mi mochila, salgo al pasillo y me dirijo a la puerta. Caminé un total


de metro y medio cuando el profesor Clarkson me llama por mi nombre.

Apretando los dientes, camino hacia el frente de la habitación donde está su


escritorio. Tan pronto como llego allí, mi estómago comienza a revolverse. El olor de su
colonia es abrumador. Es como si estuviera entrando en una nube de alguna fragancia
masculina barata. El olor es tan agobiante que ni siquiera quiero abrir la boca y hablar.

—Srita. Lockwood —saluda el Sr. Clarkson—. Solo quería asegurarme de que


ahora está haciendo bien el trabajo. Su tarea de la semana pasada no fue concluyente y
parecía que también tenía dificultades en la clase de hoy.

Excelente. Por supuesto, necesita señalar lo horrible que soy en esto.


321

—Sí, estoy bien —le digo, concentrándome en no vomitar sobre su traje marrón.
Página

Me mira como si no me creyera, demonios, ni siquiera me yo creo.


—¿Está segura? Puedo recomendarle algunos grupos de estudio o asignarle un
estudiante tutor. Si comienza a quedarse atrás, ponerse al día será difícil y no ofrezco
créditos extra. Odiaría que usted...

—La ayudaré con su tarea —corta Banks, con sus ojos azules ardiendo—. Ella
estará bien.

Los ojos del Sr. Clarkson se entrecierran y parece que quiere decir algo más, pero
en cambio, aprieta los labios en una línea firme. Me mira fijamente durante un largo
segundo antes de volver a hablar.

—Muy bien entonces. Espero que sus calificaciones mejoren en las próximas
semanas. Nos vemos la semana que viene —dice mientras cierra su computadora portátil.

Tomo eso como mi señal para irme, y salgo apresuradamente de la habitación


conteniendo la respiración en el camino. Solo después de haber dado unos pasos hacia el
pasillo, libero el ardiente aire de mis pulmones y aspiro una bocanada de oxígeno aún
mayor.

—Hey espera. ¿Estás bien? —Banks me llama.

—Estoy bien —jadeo, mis pulmones todavía arden mientras me apoyo contra la
pared más cercana, mi cuerpo se balancea como un edificio durante un terremoto—.
Simplemente no podía soportar el olor de su colonia. Era tan fuerte que olía como si se
hubiera vertido todo el frasco sobre sí mismo.

—¿Estás segura de que es solo eso? —Banks me mira con fatiga —Porque parece
que si la pared no te estuviera sosteniendo estarías en el suelo.

Dejando que mis ojos se cierren, me concentro por un momento solo en mi


respiración. Una vez que mi pecho ha dejado de subir y bajar como si hubiera corrido un
par de kilómetros, y mi estómago ya no se revuelve, abro los ojos de nuevo. Cuando lo
hago, descubro que Banks me ha rodeado con su cuerpo, sus musculosos brazos
enmarcan mi rostro y, de repente, mi pulso comienza a acelerarse por una razón
completamente diferente. Mis mejillas arden ante los pensamientos indecentes que llenan
mi mente.

Él tomándome contra la pared.


322

Yo gritando su nombre mientras me lleva al orgasmo una y otra vez…

—¿Esto es demasiado para ti? —La ronca voz de Banks llena mis oídos e
Página

interrumpe mis pensamientos. Me mira fijamente con un hambre que solo yo puedo
saciar, y lo deseo, incluso ahora, aquí mismo, en medio del pasillo. Entonces me di cuenta,
me hizo una pregunta...

—Dios, no... esto es... ya me siento mejor —susurro, justo antes de que sus labios
desciendan sobre los míos, haciendo que cualquier incomodidad que hubiera sentido
hace unos momentos se desvanezca en el aire. Me besa con tanto amor como si yo fuera
la tierra y él es el sol. Como si fuera su primer sorbo de agua después de meses de sequía.

Cuando se aleja, gimo y me agarro a su camisa, queriendo tenerlo cerca.

—Eso no es lo que quise decir, bebé. Quiero decir, yo, mis hermanos, ¿es todo esto
demasiado para ti? Toda esta mierda con Tiffany, con nuestros padres y los tuyos. Nadie,
incluyéndome a mí, se ha detenido a preguntarte cómo estás manejando todo esto. ¿Si tú
estás bien? —Susurra la última parte, su aliento caliente abanicando mis labios mientras
empuja su frente contra la mía.

Así de cerca, simplemente lo estoy respirando, absorbiéndolo como una esponja.

—Por supuesto, estoy bien. Yo quería esto, los he querido a cada uno de ustedes
durante tanto tiempo, y no quiero renunciar a ustedes. Son todo lo que me queda. Ustedes
son las únicas personas que se preocupan por mí, que no intentan controlarme.

La lengua de Banks sale de su boca y lame su labio inferior, y de nuevo, mis


pensamientos cambian.

—Si esto alguna vez se vuelve demasiado para ti, quiero que me lo digas. Por
favor, Harlow… —La desesperación en su voz llega a mi interior y hunde sus garras en
mi corazón.

—Nunca tendrás que preocuparte por eso porque nunca será demasiado para mí.
Tú y tus hermanos son todo lo que quiero. Todo lo que siempre necesitaré.

Banks me mira fijamente durante un largo momento, su mirada azul océano


perforando mi alma, fracturándola. Parece como si no me creyera, y la idea de eso me
mata. Me hace querer morir una muerte lenta y dolorosa. Tiene que saber que hablo en
serio. Los latidos de mi corazón retumban en mis oídos, ahogando cualquier otro sonido
a mí alrededor.

—Te amo. Me crees, ¿no? ¿Que esto no es demasiado? ¿Qué te quiero a ti y a tus
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hermanos? —El aire se detiene en mis pulmones mientras espero su respuesta.

—Te creo y también te amo. —Su voz es suave, más suave de lo normal, y cuando
Página

presiona un beso en mi frente, parece que todo va a salir bien. Tomando mi mano en la
suya, salimos del edificio y me siento un poco mejor con cada paso que doy. No sé qué
me está pasando últimamente, pero tengo que averiguarlo. Los mareos, la fatiga y los
vómitos. Nada de esto es normal, pero después de todo lo que ya hemos pasado, lo último
que quiero hacer es agregar más a nuestra ya desbordante olla.

Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando el colgante sol se encuentra con mi piel.
El calor irradia a través de mí, dejándome con una sensación de bienestar por todas
partes. No puedo esperar a llegar a casa y relajarme con mis chicos, acurrucada en el sofá,
donde nadie puede juzgarnos o despreciarnos solo por amarnos. Cuando estamos en
casa, somos solo nosotros, y así es como prefiero que sea.

Mientras nos dirigimos al coche, pasamos junto a un grupo de personas que están
fuera de la biblioteca. Inmediatamente, reconozco la risa molesta de Tiffany. Intento
ignorarla, pero todavía no puedo evitar mirar hacia allí. Lo que veo me hace detenerme
en seco.

Sullivan está de pie con Tiffany y sus amigos. Peor aún, parece estar hablando con
ellos, diciendo algo que la hizo reír. ¿Qué demonios?

Me giro hacia Banks y lo encuentro mirando fijamente a su hermano. Envuelve su


brazo alrededor de mí un poco más fuerte de lo necesario, y me inclino hacia su toque,
buscando su tan necesitado consuelo. No sé por qué Sullivan haría eso, hablar con ella,
hacerse amigo de ella, pero sé que no puedo quedarme aquí y ver esto. Necesito alejarme.
Tengo que hacerlo.

Por suerte, Banks tiene la misma idea. Con su brazo alrededor de mí como una
manta de seguridad, me acompaña al estacionamiento, mis piernas se mueven solas y
cuando llegamos al auto, Banks me ayuda a sentarme en el asiento del pasajero.

—¿Qué demonios estaba haciendo? —Le pregunto cuando Banks se sienta en el


asiento del conductor.

—No lo sé, pero puede viajar a casa con Oliver —gruñe enojado—. O puede
quedarse aquí, para lo que me importa.

Conducimos a la casa en silencio, cada vez que miro a Banks, su rostro está
grabado en piedra, y está agarrando el volante con tanta fuerza que sus nudillos están
completamente blancos. Casi desearía que no estuviera tan enojado por ello. Desearía que
324

me dijera que no fue nada, que Sullivan nunca iría a mis espaldas. Ver a Banks tan
molesto por esto solo empeora todo el asunto.
Página
Cuando llegamos al camino de entrada y Banks apaga el motor, no salimos de
inmediato. Banks toma algunas respiraciones profundas como si estuviera tratando de
calmarse antes de abrir la boca para hablar. —Lo siento, no quiero estar enojado. Quiero
decir, estoy enojado, pero no contigo. No quiero dejar que mi rabia se desahogue en ti.
No sé qué demonios estaba pensando Sullivan, pero realmente me molesta verte herida.
Ya te lastimaron lo suficiente, y nuestro trabajo es evitar que te lastimen más. —Todavía
estoy enojada con Sullivan, pero que Banks me diga esto me hace sentir mucho mejor.

—Tal vez no era lo que parecía. Que vuelva a casa y se explique antes de que
saquemos conclusiones apresuradas —sugiero, y Banks asiente.

—Mientras tanto, tenemos la casa para nosotros solos durante las próximas dos
horas. —Una sonrisa traviesa se extiende por su rostro—. ¿Qué podríamos hacer con todo
ese tiempo libre?

El estado de ánimo dentro del coche cambia rápidamente. Todas las


preocupaciones desaparecen y son reemplazadas por una dolorosa necesidad de entrar y
desvestirse.

—Mhm, no estoy segura. Entremos y pensemos en algo. ¿Sabes cómo puedo


pensar mejor? —Pregunto, tocando mi barbilla.

—¿Cómo? —Banks pregunta con una sonrisa.

—Desnuda.

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Página
38
Cuando Oliver y Sullivan entran por la puerta, Banks y yo acabamos de terminar
de preparar la cena. Todo el tiempo que hemos estado esperando, mis emociones han
estado por todas partes. Trato de no interpretar erróneamente la escena que presencié
antes; quiero hablar con Sullivan antes de pensarlo mucho.

—Hola, chicos —los saludo, forzando una sonrisa en mi rostro.

—Hola, hermosa —dice Oliver con una sonrisa, acercándose a mí y besando mi


mejilla.

—Hola —murmura Sullivan, acercándose a mí a continuación. Me da un casto


beso en la otra mejilla. Espero que diga algo más, cualquier cosa, para explicarse, tal vez
incluso para disculparse. Pero no hace ninguna de esas cosas. En cambio, toma una soda
de la nevera y me da la espalda. Literal y figurativamente. Una parte de mí está gritando
por dentro, diciéndome que debería decir algo, cualquier cosa.

—Me voy a la cama —dice Sullivan, de la nada y mis manos se aprietan en puños.
Por supuesto que sí.

—¿No vas a cenar? —pregunta Oliver.

Sullivan niega con la cabeza. Ni siquiera puede levantar la cabeza para mirar a su
hermano mientras habla.

—No, no me siento bien. Los veré a todos por la mañana.

—De ninguna jodida manera —grita Banks, haciendo que todos miren en su
dirección. La ira se derrama de él cuando levanta un puño cerrado y lo golpea contra la
isla de mármol—. Vas a explicarnos, pero lo más importante, a Harlow, ¿qué demonios
estabas haciendo con Tiffany antes?

—¿Qué? —Los ojos de Oliver se abren en shock. Mi garganta se aprieta mientras


espero la respuesta de Sullivan. Él todavía me ama, ¿verdad? ¿Todavía quiere esto? ¿A
nosotros? Todas estas preguntas penden del borde de mi lengua, pero simplemente no
tengo el valor para hacerlas.

—No estaba haciendo nada —responde Sullivan a la defensiva. Sus ojos se mueven
por la habitación antes de detenerse en los míos. En sus profundidades azules, veo la
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desesperación y la ira— Solo estaba hablando. ¿Ya no se me permite hablar con nadie?
Página
—Jesús, ¿qué mierda, amigo? —Oliver grita, su despreocupado y feliz humor
cambiando con cada segundo que pasa.

—Solo cálmate, no estaba haciendo nada malo. ¡Estás arruinando todo esto!
—Gruñe, despidiéndonos antes de salir de la habitación. Escucho sus pasos mientras se
alejan hacia la otra habitación y luego suben las escaleras. Mi mente está confundida, mi
corazón hecho añicos. ¿Qué está pasando y cómo demonios voy a solucionarlo? ¿Sullivan
realmente se está haciendo amigo de la persona que más me odia?

Lágrimas se acumulan en mis ojos, pero parpadeo para alejarlas. Llorar no me va


a hacer ningún bien en este momento. Banks maldice en voz baja y lo sigue, solo para
regresar minutos después.

Banks entra pisando fuerte en la cocina —Cerró la puerta con llave y se niega a
abrirla. —No entiendo. ¿Cómo llegamos aquí? Pensé que todo estaba bien. Pensé que
todos éramos felices. Debo estar mostrando mis emociones en mi rostro porque un
momento después, Banks está a mi lado, con su brazo envolviéndome— Si quieres que
lo haga, puedo volver allí y patear la puerta, pero no creo que sirva de nada.

Niego con la cabeza —No. Si quiere hablar, hablará. No podemos obligarlo a hacer
algo que no quiere hacer, y si lo que dice es cierto, entonces no hay nada más que pueda
decir.

—¿Alguien podría decirme qué demonios pasó? —La grave voz de Oliver me
perfora los oídos y lo miro, casi olvidando que estaba en la habitación.

—No es nada —respondo porque honestamente, lo último que quiero hacer es


destrozar a los hermanos. Son hermanos. Deberían estar ahí el uno para el otro, no estar
uno en el cuello del otro.

—¿No es nada? —objeta Banks—, es un puto gran problema, especialmente


porque involucra a Tiffany.

Oliver mira entre nosotros, desconcertado —¿Qué hizo?

Antes de que pueda callarlo, Banks vuelve a hablar. —Vimos a Sullivan, Tiffany y
sus amigos parados fuera de la biblioteca más temprano. Él estaba parado allí hablando
con ellos, y aunque parece inofensivo, está mal. Después de todo lo que le hizo a Harlow,
después de todas las cosas que dijo y sigue diciendo.
327

Prácticamente puedo sentir el vapor salir de Banks.


Página

Oliver solo nos mira a ambos, absorbiendo cada palabra que su hermano le dice.
—Hablaré con él. Descubriré qué demonios está pasando. —El entusiasmo en su
voz me da esperanza. Si alguien puede meter algo de sentido común a Sullivan, es su
hermano mayor, pero incluso si lo hace, en realidad no cambia nada. Sullivan todavía
tomó la decisión de conversar con Tiffany, y puedo sentir que se aleja de mí. Poniendo
distancia entre nosotros.

Oliver sirve la comida y los chicos comen, pero todo lo que hago es mirar fijamente
mi plato.

Se supone que todos deberíamos estar sentados para comer, pero en lugar de estar
juntos, se siente como si nos estuviéramos separando y no hay manera de que pueda
soportar una comida con la forma en que me siento ahora. No con la cantidad de distancia
y la tensión que hay entre todos nosotros esta noche.

—Creo que me voy a ir a la cama —digo, empujando la comida en mi plato con un


tenedor.

—¿Estás segura? No has comido nada —dice Banks, poniendo su mano en mi


brazo.

—Síp, estoy bien. Solo quiero irme a dormir y dejar que este día termine. —Con
suerte, mañana será mejor.

—¿Por qué no se van a la cama ustedes dos? Limpiaré esto y me reuniré con
ustedes en algunos minutos —sugiere Oliver con una sonrisa, y yo estoy a favor de eso.
Banks asiente y se levanta conmigo. Juntos subimos las escaleras y entramos en su
habitación.

Me coloca en la cama y me ayuda a quitarme la ropa antes de desvestirse él mismo.


Estoy tan molesta que ni siquiera puedo disfrutar plenamente del pequeño striptease que
me está dando. Cuando los dos estamos casi desnudos, se sube a la cama y me jala a su
lado. Extendiendo la manta sobre nosotros, me arropa a su costado y yo entierro la cara
en su pecho. Huele a jabón y a hombre. Lentamente, el calor de su cuerpo se filtra en el
mío y me relajo más profundamente en el colchón.

Estoy casi dormida cuando la puerta cruje al abrirse y la luz del pasillo se derrama
en la habitación. Levanto la vista, esperando que pueda ser Sullivan después de todo, él
nunca se ha ido a la cama sin decirme primero buenas noches. Cuando veo que es Oliver,
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una ligera ola de decepción se apodera de mí, y mi corazón se detiene en mi pecho.

¿Por qué está él haciendo esto?


Página
Trato de empujar lejos, el dolor, la ira. Intento ser feliz con que Oliver esté aquí,
mientras se sube a la cama y se acuesta a mi lado. Mientras me rodea con el brazo y me
abraza. Sé que estoy siendo ridícula y malcriada.

Aquí estoy con dos chicos, dos hombres que me aman, pero aun así, no puedo ser
feliz porque me falta un tercero. Sullivan está destinado a estar aquí, y sin él, parece estar
perdida una gran parte de lo que soy, de lo que somos.

No puedo evitarlo... no importa lo mucho que Oliver y Banks signifiquen para mí,
no me siento completa a menos que tenga a Sullivan también. Tenerlo alejándose de mí...
alejándose de nosotros, duele. Duele más que cualquier otra cosa por la que haya pasado
hasta ahora.

LOS SIGUIENTES DOS días no son mejores, desafortunadamente. Sullivan parece


aislado y desconectado de sus hermanos y de mí. La molestia se convierte lentamente en
celos mientras trato de averiguar por qué ha cambiado tan repentinamente. Un minuto
todo estaba bien, y al siguiente, él me evita a cada paso. Ya ni siquiera me mira, y si
intento hablar con él, finge que no me ha escuchado. Es como si estuviera activamente
tratando de distanciarse de mí.

Todo el día, estuve esperando nuestra clase de la tarde juntos, esperando que tal
vez entonces él me hablará, pero mientras me siento en el salón de clases esperándolo, el
asiento a mi lado permanece vacío. Por supuesto, me abandonó.

Mordiendo la punta de mi lápiz, miro alrededor de la clase distraídamente, porque


afrontémoslo, no podré concentrarme en nada escrito en la pizarra de todos modos.
Cuando nada de lo que está escrito en la pizarra atrae mi interés, dejo que mi mirada se
desvíe hacia las ventanas.

Durante los siguientes minutos, dejo que la madre naturaleza calme un poco mi
mente mientras veo cómo el viento hace bailar las hojas en los árboles. Finalmente estoy
empezando a respirar un poco mejor, el dolor en mi pecho se alivia un poco cuando mi
mirada se fija en algo en la distancia.

Por un momento, me quedo mirando, mi estado de ánimo se deteriora mientras


veo a Tiffany salir del edificio al otro lado de la calle y cruzar el césped. Cuando veo a
329

Sullivan acercarse y saludarla, ese mal humor se convierte en ira al rojo vivo.

Pasea tranquilamente a su lado, como si fueran los mejores amigos. Por supuesto,
Página

no puedo escuchar lo que está diciendo, pero por su lenguaje corporal, puedo decir que
están teniendo una conversación amistosa... demasiado amistosa cuando se trata de ella.
Tal vez no reaccionaría tan fuertemente si fuera alguien más... cualquier otra persona.
¿Pero Tiffany? Se siente como si mil cuchillos diminutos estuvieran apuñalando mi
corazón ahora mismo.

¿Se saltó la clase conmigo para reunirse con ella?

Los celos me atraviesan, precipitándose a la superficie, dejando un sabor amargo


en la punta de mi lengua. Lágrimas no derramadas arden en mis ojos mientras recojo
todas mis cosas y lo meto todo dentro de mi mochila. No puedo hacer esto ahora. En
realidad, nunca. El profesor me mira brevemente, pero no dice nada cuando me levanto
y empiezo a bajar los escalones. Puedo sentir los ojos sobre mí cuando llego a las puertas
y escapo de los confines de la clase.

Cuando llego al pasillo, las lágrimas han comenzado a caer, cada una dejando una
mancha en mi mejilla. Mi visión se vuelve borrosa, ya sea por todas las lágrimas o por
algo más. Antes de que pueda comprender lo que está pasando, mi cabeza da vueltas, o
tal vez sea el mundo que me rodea. Realmente no puedo decirlo. Siento como si estuviera
en una montaña rusa, mi cuerpo subiendo y bajando, arriba y abajo.

En piloto automático, busco en mi bolsillo trasero y saco mi teléfono. Al


desbloquearlo, me desplazo hasta el número de Oliver. Con los ojos cerrados, sostengo
el teléfono en mi oído y espero a que la voz de Oliver llene mi oído. El sonido de su voz
me tranquiliza instantáneamente, me aterriza, me recuerda que todo va a estar bien.

—¿Puedes venir a buscarme? —Pregunto sin aliento—. Edificio once.

—¿Está todo bien? —Puedo escuchar la preocupación vibrando en sus cuerdas


vocales.

—Sí, ¿puedes por favor solo venir a buscarme? —El suelo se inclina bajo mis pies
y no estoy segura de cuánto tiempo más podré aguantar.

—Por supuesto, ahora mismo voy. —Cuelga antes de que pueda decir algo más, y
todo lo que puedo hacer es esperar que me pondré bien, que todo estará bien. Porque si
no es así, no estoy segura de qué haré.
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Página
39
—Tienes que decirnos, jodidamente ahora mismo, ¿qué estabas haciendo con
Tiffany? —Oliver habla entre dientes, recibiendo a Sullivan tan pronto como entra a la
sala de estar. Por supuesto, el cuerpo comienza a dolerme físicamente cuando nuestros
ojos se bloquean. Sus cejas se juntan con preocupación mientras mira entre sus hermanos
y yo. Oliver está a mi lado en el sofá, Banks en el otro lado, ambos se aferran a mí,
manteniéndome unida.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? —Sullivan pregunta con urgencia, mirándome


directamente. Suena casi frenético, y aunque quiero decírselo, para asegurarle que todo
está bien, no es así. Con todo lo que pasa, con todo el estrés añadido. Me está desgastando.
Carcomiendo mi determinación.

—¿Desde cuándo te has ganado el derecho de hacerle una pregunta? Ella ha estado
tratando de hablar contigo toda la semana y todo lo que haces es ignorarla. —Banks
arremete contra Sullivan a continuación. En el fondo, no quiero que peleen, ni siquiera
por mí.

—Harlow —Sullivan da un paso vacilante hacia mí, y no puedo evitar que las
lágrimas se formen en mis ojos. Las aparto con un parpadeo, pero permanecen allí, un
recordatorio de lo descontroladas que se han vuelto mis emociones—. ¿Estás bien? ¿Qué
ha pasado? Dímelo, y lo haré mejor. Haré lo que sea necesario para arreglarlo.

Arreglarlo. Por alguna razón, mis oídos captan esas tres palabras.

—¿La quieres? ¿Ya no quieres…? —Las palabras se atoran en mi garganta.


Después de todo lo que hemos pasado, el simple hecho de pensar que no todos
terminaremos juntos... Me mata, me mata físicamente.

Sullivan se ve como si lo hubiera abofeteado, sus fosas nasales se dilatan y sus ojos
parpadean con ira.

—¿Quien? ¿Tiffany? —Todo lo que puedo hacer es asentir.

Su cuerpo se estremece visiblemente, y en nada más que un segundo, ha cruzado


el espacio que nos separa. —No, de ninguna manera en el infierno. No la quiero. Lo has
entendido todo mal. Ella me importa un carajo. He estado tratando de acercarme a ella,
así puedo averiguar qué está haciendo y con quién ha estado hablando.
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¿Qué? No entiendo.
Página
—¿De qué estás hablando? —pregunta Banks, la misma confusión llenando su
rostro como así como el mío.

—La semana pasada fui a hablar con ella para decirle que te dejara en paz. Me dijo
que ella no es la única por la que debemos preocuparnos, que había otras personas
buscando a Harlow, haciendo preguntas sobre ella...

—¿Y por qué demonios no nos dijiste nada de esto? —Oliver grita, sus mejillas se
calientan.

—Porque no sabía si Tiffany estaba diciendo la verdad o si solo estaba tratando de


llegar a nosotros. No quería preocuparte, Harlow. —La mirada de Sullivan cae al suelo y
juro que siento como si pudiera respirar de nuevo. Al menos ahora, sé que él no la quiere
realmente. Solo lo hacía para protegerme.

—Supongo que te preocupé mucho por no decirte lo que estaba haciendo —dice,
sonando completamente derrotado.

Antes de que sepa lo que está sucediendo, Sullivan empuja la mesa de café fuera
del camino y se arrodilla a mis pies. Sus manos suben por mis piernas y se posan en mis
caderas, donde me da un apretón firme. Enterrando su rostro en mis muslos cubiertos de
jeans, inhala, y yo hago lo mismo, moviendo mi mano hacia su cabeza, para poder pasar
mis dedos a través de esos largos mechones color chocolate.

De repente, todo mi mundo se realinea, y es como si todos los planetas de mi


sistema solar volvieran a estar en orden y ya no estuvieran en curso de colisión.

—Lo siento mucho, cariño, lo siento mucho...

—Está bien, pero podrías habérmelo dicho. Lo habría entendido.

Sullivan levanta la cabeza, una sonrisa con hoyuelos aparece en sus labios —¿Pero
lo habrías hecho? Si te hubiera dicho lo que iba a hacer, te habrías asustado y me habrías
dicho que no lo hiciera, y aunque era muy difícil no mirarte o decirte lo que sabía.
Necesitaba ser fuerte si quería respuestas.

Mordisqueando mi labio inferior, asiento con la cabeza —Tienes razón. No te


habría dejado hacerlo porque somos un equipo, y se supone que debemos hacer esto
todos juntos. ¿Y si te pasara algo? Pensé... —Obligo a entrar aire a mis pulmones, para
332

poder decir lo que necesito—. Estaba segura de que habías terminado conmigo.
Página
Sullivan me mira conmocionado, como si no pudiera creer que yo pensara algo así.
Sus orbes azules son brillantes y rebosan de tristeza, una tristeza que estoy segura que se
refleja en él por igual.

Volviéndome hacia Oliver, le digo —¿Puedo tener un momento a solas con él?

Oliver asiente y luego me vuelvo hacia Banks. Mira a su hermano con una mezcla
de emociones antes de hablar. —Los dejaremos solos un rato. —Banks mira a Sullivan
con los ojos entrecerrados—. Pero si la haces llorar de nuevo, personalmente te arrancaré
una de tus pelotas y jugaré al golf con ella.

Oliver resopla y me suelta para que me levante del sofá. —Ni siquiera juegas al
golf.

Banks se ríe. —Sí, lo sé, pero eso no viene al caso.

Cada uno de ellos, presiona un beso en mi frente antes de desaparecer de la sala,


dejándonos a Sullivan ya mí completamente solos.

—¿Por qué creías que había terminado contigo? —pregunta.

Me encojo de hombros. —Estoy acostumbrada a que la gente que creía que me


amaba me diera la espalda. No quería pensar lo peor, pero es difícil cuando me han
decepcionado tantas veces. Mis propios padres se cansaron de mí, así que es difícil creer
que ustedes no lo harían.

—Lo siento mucho, no lo pensé de esa manera. Nunca me cansaría de ti, y en


cuanto a tus padres... bueno, hay algo muy mal en ellos, así que no puedes usarlos como
ejemplo.

—Honestamente, Harlow, los últimos días fueron horribles para mí. Estaba tan
absorto en averiguar qué está pasando, para poder protegerte, que pensé que era mejor
mantener mi distancia. Pero no pensé que distanciarme fuera a ser un gran problema para
ti.

—¿Por qué pensaste eso? Me sentí miserable los últimos días.

—Bueno, pensé, dado que todavía tenías a Banks y Oliver, que no estarías sola y
no me echarías mucho de menos.
333

—Sullivan, no es así como funciona esto. Te necesito; los necesito a los tres y los
amo. Cuando no estás aquí, no me siento completa, es como una parte de mí estuviera
Página

perdida. Prométeme que no volverás a hacer esto.


—Te lo prometo, no volveré a hacer nada como esto, y nunca me cansaré de ti.

—Bien —le digo, inclinándome y besando la parte superior de su cabeza—. Porque


yo nunca me cansaré de ti tampoco. Ahora, ¿puedes decirme por favor qué dijo Tiffany
que te tiene tan preocupado por mí?

—Lo haré, lo juro, pero primero, necesito que hagas algo por mí —dice, levantando
la cabeza para mirarme.

—Cualquier cosa —digo sin pensar.

Una malvada sonrisa se extiende por su rostro. —Esperaba que dijeras eso. Dios,
te extrañé mucho. —Con sus manos subiendo por mi cuerpo, provocando un fuego de
placer, presiona sus labios contra los míos. El beso me consume y agarro su camisa como
un animal hambriento.

En segundos, me tiene en sus brazos, dándonos la vuelta, así él está sentado en el


sofá y yo estoy en su regazo, a horcajadas sobre él. Lo necesito aquí mismo, ahora mismo.

—Quiero tomarme mi tiempo contigo, pero no puedo. Te necesito ahora. —Gime


en mi cuello, y mi corazón se acelera, mis entrañas se vuelve líquidas.

—Yo igual. Te necesito tanto —murmuro mientras nos quitamos la ropa antes de
finalmente unirnos. Hundiéndome sobre su polla, me deleito en la forma en que me
estira, la circunferencia de su polla me llena mientras mi canal devora cada centímetro de
él.

Estoy hipnotizada de placer, consumida por una ardiente necesidad. Hundiendo


mis uñas en su carne, miro como su cabeza cae hacia atrás contra el sofá, sus dedos
agarran mis caderas con una fuerza bruta, y extrañamente eso es lo que quiero. Quiero
que Sullivan me deje su marca en mí.

El mordisco del dolor me vuelve insaciable de la necesidad, y empiezo a


levantarme, solo para volver a caer de golpe. Mantengo mi ritmo lento, disfrutando la
forma en que la cabeza de su polla roza el tierno tejido en la parte superior de mi coño.
Con cada deslizamiento a lo largo de su longitud, puedo oír nuestros jugos combinados
unirse, cubriéndonos a ambos.

—Tan jodidamente hermosa, tan jodidamente mía. —Las palabras de Sullivan me


334

mantienen como rehén y me estimulan a la vez. Rebotando arriba y abajo sobre su


longitud, giro mis caderas, y ambos suspiramos ante las ondas de placer que nos
Página
atraviesan. Nuestros cuerpos son como cables cargados, la energía entre nosotros se
sacude casi explosiva.

Sullivan debe sentir el calor, el placer en aumento, porque con una necesidad
febril, enrosca sus dedos en mi cabello y tira, forzando mis labios a los suyos. Mordisquea
mi labio inferior, todo mientras golpea hacia arriba como un martillo neumático,
empujando tan fuerte que si no fuera por su agarre en mí, en ese momento estaría fuera
de su regazo.

Mi núcleo se aprieta, palpita y sé que estoy cerca del borde, acercándome


lentamente con cada empujón.

—Estoy cerca —jadeo, corcoveando mis caderas, necesitando más, siempre más.
Estoy segura de que Banks y Oliver pueden oírnos ahora, nuestros sonidos se dispersan
a otras partes de la casa, pero no me importa, y creo que a ellos tampoco.

—Sí, córrete en mi polla, apriétame, déjame sentirte cuando te derrumbes.


—Gruñe contra mis labios y mis ojos se cierran, pero solo por un momento mientras tira
de mi cabello, obligándome a abrir los ojos de nuevo.

—Quiero verte cuando te corras, ver el calor en tus mejillas, el color de tus ojos.
Quiero ver lo que te hago...

—Mierda —estoy perdida, girando mis caderas febrilmente, buscando ese lugar,
ese único... cuando siento su pulgar presionando contra mi hinchado clítoris, es todo lo
que necesito para llegar al límite. Mis ojos se abren y mi boca forma esa perfecta O de la
que siempre escuchas hablar. Sullivan me observa atentamente como un hombre con una
misión.

Como una cometa en el cielo, me elevo por el aire, montando las olas del placer,
flotando sin ninguna preocupación en el mundo. Mi orgasmo provoca una reacción en
cadena, y cuando empiezo a correrme, también lo hace Sullivan, su polla me golpea
ferozmente, hasta que estoy segura de que lo sentiré todavía mañana. Sin embargo, sus
ojos permanecen en los míos, desenfocados, y yo me descubro, apretando su longitud,
asegurándome de que se aloje profundamente dentro de mí.

Un segundo después, un pegajoso calor cubre mi interior, y tiemblo mientras bajo


lentamente desde lo alto de mi orgasmo.
335

—Lo siento —Sullivan se estremece debajo de mí.


Página
—No lo sientas. Te amo, y eso ahora está en el pasado. —Acaricio su pecho con mi
nariz mientras me rodea con sus brazos. Con él y sus hermanos, me siento invencible
como si pudiera hacer cualquier cosa, pero sin ellos, me siento rota. Como si nunca fuera
a llegar a nada. Sé que no debo confiar en ellos como mi única razón para ser feliz, pero
son la única elección que he podido hacer.

—No está completamente en el pasado. Todavía hay cosas de las que tenemos que
hablar, pero nada de eso importa en este momento. Lo único que me importa es llevarte
arriba para que podamos hacer esto de nuevo.

Alejándome lo suficiente para mirarlo, sonrío. —¿Listo de nuevo tan pronto?

Esa sonrisa, es la misma que siempre me ha dado, la que me debilita las rodillas y
hace que el corazón me dé vueltas en el pecho.

—Cuando se trata de ti, Harlow, estoy dispuesto y listo para cualquier cosa... en
cualquier momento.

Y si esas no son las palabras más verdaderas que he escuchado, no sé qué lo son.
No hay nada que los hermanos no hagan por mí, y no hay nada que yo no haga por ellos,
y si queremos superar esto, si queremos nuestro felices para siempre, vamos tener que
seguir por este camino.

Vamos a tener que ser siempre el sistema de apoyo de los demás.

336
Página
40
A la mañana siguiente, todos nos sentamos a la mesa de la cocina. Después de que
Sullivan y yo nos pusiéramos al día con una semana de sexo perdido, estábamos
demasiado cansados para hablar de todo el asunto de Tiffany, pero no podemos posponer
esto más.

—Empieza por el principio —ordena Oliver, mirando a Sullivan.

—Como ya dije, comenzó cuando fui a ver a Tiffany para decirle que dejara en paz
a Harlow. Cuando lo hice, me dijo que no debería preocuparme por ella cuando sucedían
cosas más importantes. Supuestamente, hay unos tipos buscando a Harlow. Le pregunté
de qué demonios estaba hablando y me dijo que había unos tipos de aspecto rudo en el
campus preguntando por Harlow

—¿Qué clase de tipos? —pregunta Banks.

—Bueno, eso es lo que he estado tratando de averiguar. Cada vez que hablo con
Tiffany, ella solo revela un poco. Está claro que estaba disfrutando tenerme cerca, así que
se aseguró de darme solo una pizca de información cada vez que la veía. Me dijo que si
quería más información, tenía que ser amable con ella. —La irritación rodea sus palabras,
y solo puedo imaginar lo difícil que debe haber sido esto para él. Odio a Tiffany, la odio
tanto en este momento.

—Ni siquiera estaba seguro de si estaba diciendo la verdad o simplemente


jugando, pero cuanto más la escuchaba y hablaba con otros, sus amigos y un par de chicos
del campus, más comencé a creerle.

—Joder —dice Oliver en voz baja.

—Según Tiffany, estos hombres mostraron fotos tuyas y preguntaron qué clases
tenías y dónde te alojabas. Estaba tan obsesionado por encontrarlos que incluso hablé con
la seguridad del campus, pero como esperaba, me ignoraron por completo. Estoy
bastante seguro de que piensan que ahora soy un novio loco y sobreprotector. —Sullivan
suspira y, una vez más, quiero meterme en la cama con él y olvidarme de nuestra loca
vida. Pero no puedo ignorar esto, no importa cuánto lo deseé. Alguien está ahí fuera
buscándome, y no sé por qué.

—¿Crees que mi papá los envió?


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Sullivan niega con la cabeza. —No sé por qué lo haría. Quiero decir, él sabe dónde
Página

te estás quedando, ¿verdad?


Asiento. —Sí, tienes razón... pero ¿quién más me estaría buscando y por qué?

—No lo sé, pero creo que deberíamos considerar contratar algún tipo de seguridad
nuevamente. Solo para asegurarnos de que esté a salvo en los momentos en que no
estemos contigo. Es una pena que Milton se esté escondiendo.

Frunciendo el ceño, digo —Tenía la esperanza de haber superado esto, pero parece
que cada vez que las cosas comienzan a mejorar, algo tiene que pasar. Sólo quiero ser
feliz.

—Todavía puedes ser feliz. Estamos todos juntos en esto, Harlow. Dónde tú vayas,
nosotros vamos. Si tenemos que contratar un poco más de protección, eso es lo que
haremos. Como siempre, tu seguridad es lo más importante para nosotros. —Oliver habla
esta vez, dándome una deslumbrante sonrisa que derrite mi corazón.

—Lo sé, pero ¿cuándo se acabará esto? ¿Cuándo llegaremos a ser personas
normales? No soy nada especial y, sin embargo, me he acercado más a la muerte que la
gente promedio.

Banks se ríe. —Bueno, puedo decirte ahora mismo que eres jodidamente especial.
En cuanto a por qué la gente quiere hacerte daño, nadie sabe realmente por qué la gente
hace las cosas que hace. Shelby está loca, y ahora que la han encerrado, el mayor riesgo
ha desaparecido. Ahora, solo tenemos que averiguar quiénes son estos tipos y qué
quieren.

Oliver coloca una mano en mi hombro y me da un suave apretón. —Todo va a


estar bien. No te va a pasar nada. Ni ahora, ni nunca.

Justo cuando estoy empezando a calmarme y a sentirme un poco mejor por la


tormenta de mierda que llamada mi vida, suena un golpe contra la puerta. Los hermanos
intercambian una mirada antes de que Oliver se aleje de la mesa. La pérdida de su toque
me deja fría y, por alguna razón desconocida, este miedo como la tinta comienza a tirar
de mí. No estoy segura de por qué, pero siento que algo malo está a punto de suceder.

Sullivan se acerca a mí y Banks observa a Oliver mientras camina lentamente hacia


la puerta principal. Los golpes se hacen más fuertes, más duros, más insistentes. Quien
esté al otro lado de esa puerta se impacienta cada vez más.

—¿Están esperando a alguien? —Le pregunto a Sullivan, justo cuando Oliver llega
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a la puerta.
Página
—No, por eso no tengo un buen presentimiento sobre esto. —Sus palabras apenas
han salido de su boca cuando miro hacia arriba y veo a Oliver abriendo la puerta.
Entonces se desata el infierno. Inmediatamente la puerta se abre a la fuerza, golpeando a
Oliver contra la pared.

Me levanto tan rápido que la silla en la que estaba sentada cae hacia atrás y se
estrella contra el suelo. Mi cabeza está aturdida, y el miedo tiene un fuerte agarre
alrededor de mi garganta, dificultando mi respiración. Quiero ir con Oliver, pero eso solo
me pondría en peligro.

Dos corpulentos hombres vestidos de negro de la cabeza a los pies entran en la


casa. Uno de ellos cierra la puerta detrás de él, mientras que el otro saca una pistola y la
apunta al pecho de Oliver.

Una pistola. No, no, no.

Uno de los intrusos comienza a gritar algo, pero de alguna manera mi cerebro no
puede descifrar lo que está diciendo. Mis manos comienzan a temblar y mis labios
tiemblan. Tal vez estoy en shock, o tal vez es el miedo que tengo de ver a alguien que
amo siendo herido o algo peor.

Banks me agarra y me empuja detrás de él y de Sullivan, construyendo un muro


frente a mí. Debido a que son mucho más altos que yo, apenas puedo mirar más allá de
ellos y por encima de sus hombros, pero eso no significa que tenga menos pánico. De
hecho, mi pánico ha alcanzado nuevas alturas, porque ahora que no tengo una visión
clara de lo que está sucediendo, no sé si Oliver está bien o si uno de estos hombres vendrá
por Banks o Sullivan.

—Todos, cálmense —ordena una voz ronca—. Hacen lo que les decimos y nadie
tiene que salir herido. Hacen lo contrario, y bueno, estoy seguro de que saben lo que va
a pasar. —Frialdad me recorre, y hago todo lo posible por seguir respirando, se forman
pequeños puntos negros sobre mi visión, el burbujeante pánico que reside dentro de mí
solo empeora.

—¿Qué demonios quieres? —Banks habla, su tono es defensivo.

—Ahora mismo, quiero que todos tomen lentamente una silla y se sienten con la
espalda contra esa pared de allí. —Echando un vistazo alrededor de Banks, puedo ver
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que el hombre está señalando un lugar en el comedor—. Vamos a tener una pequeña
charla.
Página
Trato de caminar alrededor de Banks y Sullivan, pero no me dejan pasar. Son como
una montaña inamovible. En vez de eso, me empujan contra la pared, manteniéndome
protegida del hombre que hace las demandas.

—Relájense y tomen asiento —ordena una segunda voz, y solo entonces Banks
acerca una silla y me hace un gesto para que me siente. Oliver llega al otro lado con dos
sillas más, una mirada amenazadora en sus ojos. Un momento después, los cuatro
estamos alineados contra la pared.

Cada uno de los dos hombres toma su propia silla y se sientan frente a nosotros,
con sus armas en la mano, pero no nos apuntan, al menos no ahora mismo. Mis ojos
permanecen enfocados en las armas. Sé que no se necesitaría mucho para levantar la
mano y disparar a uno de nosotros. A todos nosotros. Con solo pensarlo, mi corazón late
contra mi caja torácica con la fuerza de un mazo.

Ahora que tengo una mejor vista de los hombres, me permito echarles un buen
vistazo cuando están mirando hacia otro lado. Ambos son altos y musculosos como
paredes de ladrillo.

Algo me dice que probablemente no necesiten esas armas para infligir un daño
importante a su enemigo. Uno de ellos tiene una enorme cicatriz en la cara, lo que lo hace
parecer una especie de gladiador antiguo. El otro tiene tatuajes en las manos, el cuello e
incluso algunos en un lado de la cara. De un vistazo, puedo decir que me daría la vuelta
y caminaría hacia el otro lado si estos tipos se me acercaran en cualquier momento.

Mi respiración es irregular, e incluso puedo decir que estoy cerca de desmayarme.

—Necesitas calmarte, o vas a hiperventilar —ladra uno de los hombres—. Puedo


sentir su oscura mirada sobre mí, y eso solo empeora las cosas.

—¿Qué deseas? —Oliver grita, desviando la atención de mí.

—Nos hemos enterado de que ustedes cuatro han estado haciendo amenazas
contra nuestro jefe, y no nos tomamos las amenazas de ningún tipo a la ligera

—Debe haber un error, ni siquiera sabemos quién es su jefe, así que ¿cómo
demonios podríamos estar amenazándolo? —Interviene Sullivan, y quiero decirle que su
tono condescendiente no nos va a ayudar, pero ni siquiera puedo hacer que mis labios se
muevan.
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Página
—¿No? —El tipo con un millón de tatuajes inclina la cabeza hacia un lado—. Tu
noviecita debería saberlo. ¿O niegas tener un video de su padre y Xander Rossi haciendo
negocios?

¿Negocios? La manera en que lo dice. En un instante, todo se me viene encima.


Justo cuando pensaba que no podía asustarme más, se menciona el nombre de Xander
Rossi. Mierda. Es quien envió a estos hombres. Es quien me está buscando.

De alguna manera, encontrando mi voz, digo: —Yo no lo estaba amenazando. Solo


quería que mi padre me dejara en paz.

El de la cara con la cicatriz sonríe, y tal vez sea una sonrisa real, no lo sé. Pero es
tan amenazante como si un león te mostrara los dientes justo antes de despedazarte.

—Realmente no nos importa un carajo cuáles fueron tus motivos. El hecho es que
tienes algo que no deberías tener y estamos aquí para recogerlo.

—¿Eso es todo lo que quieres? ¿El video? Obligo a las palabras sin aliento a salir.

—Sí, eso es todo, mejillas dulces —el tipo del tatuaje me guiña el ojo, y escucho a
Oliver gruñir a mi lado, haciendo reír a los dos hombres.

—Puedes tenerlo —le digo—, está en la computadora portátil de mi habitación.


—Señalo las escaleras—. Y también hay una copia en una memoria USB en mi escritorio.

—También hay una copia en mi cómoda, en el cajón de abajo a la derecha —admite


Oliver.

El rostro con la cicatriz asiente hacia su amigo, que se levanta y sube las escaleras.

—¿Seguros que no está en ningún otro sitio? ¿Algún lugar en línea, tal vez? ¿En
una de sus computadoras? —Su mirada recorre a Sullivan y Banks.

—No, eso es todo lo que tenemos —gruñe Banks, y puedo ver por la forma en que
está sentado con la espalda recta, los músculos tensos y los puños apretados con fuerza
que está apenas lidiando con estos tipos sin perder la cabeza.

—Mira, no lo liberamos —le aseguro, sorprendida de lo fuerte que suena mi voz—


. Realmente no íbamos a usarlo para lastimar a tu jefe. Solo quería algo en contra de mi
padre, eso es todo. Ahora puedo ver que cometimos un error. No queremos ningún
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problema, le dijimos dónde está e incluso lo ayudaremos a destruir todos los archivos.
Página
El tipo frente a nosotros asiente y se acaricia la barbilla como si estuviera pensando
intensamente en algo. Un momento después, el tipo de los tatuajes regresa con tres
computadoras portátiles en sus brazos.

—Eso es todo lo que pude encontrar —le dice a su amigo.

—¿Y la memoria USB? —Rostro con cicatriz me inmoviliza con una mirada.

—Estaba en mi escritorio y no la he tocado desde que la puse allí. —El terror vuelve
a echar raíces. Tiene que estar sobre el escritorio, ese es el último lugar donde la puse. La
idea de que no esté allí, oh, Dios. No puedo pensar en eso...

Se vuelve hacia su compañero, quien le da una sacudida de cabeza.

—Está bien, vamos a dar un paseo, rubia. Puedes encontrar la memoria para mí y
así podremos largarnos como el infierno de aquí.

—No, no puedes llevártela... —Banks se empuja de su silla, pero es


inmediatamente empujado hacia abajo cuando rostro con cicatriz cruza el espacio y
presiona el cañón de su arma contra su pecho. Un jadeo se atora en mi garganta. El tiempo
parece haberse detenido. Todo mi cuerpo comienza a temblar y ya sé que la imagen que
tengo ante mí es una que nunca podré olvidar.

Inclinándose hacia el rostro de Banks, el enloquecido hombre susurra —No te


pregunté qué querías. Dije que la llevaré conmigo arriba para encontrar la memoria.
Mientras la encuentre, nadie saldrá herido. Te la devolveré sin un solo cabello fuera de
lugar. —Le hace un gesto al otro tipo para que se acerque a nosotros—. Sólo siéntate y no
tomes más decisiones estúpidas, y ella estará bien.

Banks no dice nada, afortunadamente. No estoy segura de poder protegerlo, de


salvarlo si hiciera algo estúpido en este momento.

Cuando rostro con cicatriz aleja el arma y apunta hacia el suelo, finalmente
empiezo a respirar de nuevo. Respirando entrecortadamente, me empujo de la silla y
lentamente me pongo de pie. Mis piernas se tambalean, y Oliver envuelve un brazo
alrededor de mi cadera para estabilizarme. No me atrevo a mirarlo. La idea de que algo
les ocurra por mi culpa... nunca me perdonaría a mí misma.

Con piernas temblorosas, salgo de la cocina sin mirar atrás. No tengo que darme
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la vuelta para saber que el hombre camina detrás de mí. En ese momento, todo lo que
puedo escuchar son los atronadores latidos de mi corazón y el sonido de sus pesados
Página

pasos contra el suelo de madera.


Agarrándome a la barandilla para estabilizarme, subo las escaleras, pero el
aplastante miedo hace que mi cabeza dé vueltas y tengo que detenerme una vez que llego
al último escalón. Una ola de mareo me invade, amenazando con empujarme hacia abajo
y hacia la enloquecedora oscuridad.

De repente, me balanceo como la rama de un árbol atrapada en una tormenta.


Puedo sentir la barandilla en mi húmedo agarre. Parpadeando para alejar el mareo, trato
de estabilizarme, pero mis piernas todavía están temblando, mis rodillas chocan juntas.
Cuando el tipo detrás de mí pone una ligera mano en mi hombro para estabilizarme, casi
dejo escapar un grito. Si no pensara que podría caerme por las escaleras en este mismo
instante, lo empujaría.

—Tómatelo con calma y encuéntrame esa memoria. No es necesario que te pongas


nerviosa, cariño. No voy a hacerte daño a menos que sea absolutamente necesario.

—¿Qué hay de los chicos? ¿Están a salvo? ¿Vas a lastimarlos?

—Solo si hacen algo estúpido. Ahora no es momento de ser un héroe. Mientras


sigan las instrucciones, prometo que no pasará nada malo.

Trago mi miedo y le doy un pequeño asentimiento con la cabeza. Dando el último


paso hacia arriba, camino por el pasillo hacia mi habitación. Mis pies pesan mientras me
dirijo directamente a mi escritorio. Con dedos temblorosos, abro el cajón superior
buscando frenéticamente la memoria. Bolígrafos, lápices, notas adhesivas, todo lo que
hay dentro de ese cajón sale volando.

Cada segundo sin encontrarla se siente como una eternidad. El miedo aumenta
rápidamente y, por un momento, me pregunto si tal vez se ha perdido.

¿Qué pasa si no la encuentro? No. No puedo pensar así. La encontraré. No importa


lo que pase. Cuando mis dedos rozan el fondo del cajón, empiezo a pensar en otro lugar
en el que podría haberla puesto… pero cuando me muevo por el fondo, y hacia el otro
lado, mis dedos rozan contra algo metálico y diminuto.

Dulce bebé Jesús.

Envolviendo mis dedos alrededor del pequeño dispositivo, casi caigo al suelo de
alivio. —Aquí está. Esta es —básicamente estoy jadeando mientras se la entrego.
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Él sonríe y me deja con una sensación de frío en lugar de calor. —Ahí tienes. Mira,
eso no fue tan difícil, ¿verdad? Volvamos abajo. Camina delante de mí —ordena y apunta
Página

su arma hacia la puerta. Solo me siento un poco mejor cuando salgo de la habitación,
recorro el pasillo y luego las escaleras. Cuando volvemos a entrar en la cocina, encuentro
a los tres hermanos mirándome fijamente. Una mirada más intensa que la siguiente, y
fuerzo la más mínima sonrisa porque ahora mismo, esa es la única forma en que puedo
hacerles saber que estoy bien.

—La tengo —le dice rostro con cicatriz al tipo de los tatuajes, una sonrisa de
satisfacción aparece en sus labios.

—Excelente. Bueno, gracias por recibirnos a esta hora tan tarde —se ríe el
hombre—. Espero que no haga falta decir que nunca estuvimos aquí, el video nunca
existió y que olviden el nombre Xander Rossi para siempre. No tengo que decirles qué
pasará si no lo hacen, ¿verdad?

—Estaremos felices de olvidar todo esto —digo rápidamente, deseando que este
momento termine.

—Perfecto. ¿Te importaría salir con nosotros, chico amante? —pregunta, mirando
a Oliver. La forma en que lo ve me da escalofríos y me hace sentir que algo malo va a
suceder. Todo dentro de mí me dice que no deje que Oliver se vaya con él, pero cuando
Oliver se levanta de su silla, me encuentro atrapada en el lugar, mis pies se hunden en el
piso de madera como si fueran arenas movedizas.

Con Oliver liderando el camino, miro mientras los tres hombres caminan hacia la
puerta, la terrible sensación de que algo malo está a punto de suceder solo se amplifica
con cada paso que dan.

Justo antes de que Oliver llegue a la puerta, rostro con cicatriz se interpone en su
camino, y sin decir una sola palabra, echa el puño hacia atrás y golpea a Oliver en el
estómago, la fuerza del golpe lo hace tropezar hacia atrás.

—¿Qué mierda? —Él jadea, doblándose, el dolor se marca profundamente en sus


rasgos. Envuelve un brazo alrededor de su estómago justo cuando el segundo tipo le da
otro golpe, este en la parte posterior de la cabeza. Oliver se desploma hacia adelante,
aterrizando en el suelo en un montón.

Mi corazón se hunde en mi estómago. Tengo que hacer algo. Mirando a Banks y


Sullivan en busca de algún tipo de orientación, ambos se estremecen y niegan con la
cabeza. Puedo ver que quieren hacer algo, pero el riesgo de que me hagan daño es mayor
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que lo que le están haciendo pasar a Oliver. Sin embargo, no me importa, no con Oliver
en el suelo.
Página
—¡Deténganse! —Grito y salto de la silla, mi cuerpo se inunda de adrenalina,
permitiéndome moverme a velocidades que no sabía que fueran posibles. Estoy al otro
lado de la habitación en segundos, pero los chicos están justo detrás de mí, agarrándome
por los brazos y arrastrándome hacia atrás antes de que pueda atender a Oliver.

Rostro con cicatriz se gira entonces, apuntándonos con su arma. Sacude la cabeza
como si lo hubiera decepcionado de alguna manera al no quedarme en mi asiento.

—¡Detente, prometiste que no les harías daño! —Grito, mi visión se vuelve borrosa
por la avalancha de lágrimas. Lucho contra Banks y Sullivan, pero no tiene sentido. Sus
manos son como pesados grilletes de hierro alrededor de mis miembros.

—Prometí que no pasaría nada malo. Esto no es tan malo... no, si consideras lo que
podría haberles hecho por amenazar a la familia Rossi.

Más lágrimas se deslizan por mis mejillas, mi pecho sube y baja rápidamente
mientras los veo aterrizar otra patada en el estómago de Oliver.

—Está bien, bueno, ya lo has dejado claro. Por favor, solo... solo vete —apenas
puedo decir las palabras mientras hablo entre sollozos—. Lo juro, nunca volverá a
suceder.

Rostro con cicatriz levanta la mano y su compañero se detiene a mitad de la patada.


—La próxima vez, no será solo una patada en el trasero. La próxima vez pagarán con
sangre.

—Lo entendemos —jadeo. Todo lo que quiero que hagan es que se vayan para
poder cuidar de Oliver. Mirando su cuerpo inconsciente, todo lo que puedo pensar es
que esto es mi culpa, si no hubiera amenazado a mi padre, entonces tal vez nada de esto
habría sucedido. Esto es culpa mía, toda mía.

—Excelente —sonríe rostro con cicatriz y le hace un gesto al otro tipo para que se
acerque a él—. Fue un placer hacer negocios con ustedes. Que tengan un buen descanso.

Juntos, los dos hombres se van como si nunca hubieran estado aquí. Tan pronto
como la puerta se cierra detrás de ellos, Sullivan y Banks me sueltan.

—Cerraré la puerta —le dice Sullivan a Banks—, asegúrate de que él esté bien.

Los chicos se mueven a mí alrededor, pero estoy demasiado consumida por la


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necesidad de llegar a Oliver que ni siquiera presto atención a lo que están haciendo.
Corriendo, me arrodillo cerca de la cabeza de Oliver. Un sollozo gimoteante se escapa de
Página

mis labios cuando veo su rostro. Parece que está durmiendo, sin dolor en sus rasgos, pero
sé que una vez que se despierte, va a estar en un mundo de dolor. Solo espero que esté
bien... tiene que estarlo.

Sosteniendo su cabeza en mi regazo, paso mi mano por su frente antes de pasar


mis dedos por su cabello. Encuentro un bulto de inmediato y hago todo lo posible por no
presionarlo.

— Tiene un buen chichón en la cabeza, le digo a Banks, que está arrodillado en el


suelo a mi lado. Tiene la camisa de Oliver levantada, y hago todo lo posible por no
estremecerme cuando veo que sus costillas ya están hinchadas, adquiriendo un profundo
color rojo, azulado.

—Tiene algunos moretones, pero se pondrá bien. Tendrá mucho dolor, pero vivirá,
—nos dice Sullivan tanto a Banks como a mí, y aunque sé que estará bien, no hace más
fácil de manejar que nada de esto habría sucedido si no hubiera sido por mí.

—Esto es mi culpa, toda mía. Lo siento... lo siento mucho, Oliver. —Empiezo a


sollozar incontrolablemente, mi corazón se rompe en mi pecho.

—Detente, Harlow. No te culpes. Nada de esto es culpa tuya. No todo lo malo que
sucede es culpa tuya. —Banks hace todo lo posible por calmarme, su es voz suave y
amable, pero no quiero escucharlo decirme que no es mi culpa, no cuando sé en el fondo
que lo es.

—Esto podría haber sido mucho peor, así que tenemos suerte de que haya
terminado así, y no contigo herida o con uno de nosotros muerto. A la gente la asaltan
sus casas todo el tiempo. —Como siempre, los chicos fingen que estas cosas malas les
habrían pasado incluso si yo no fuera parte de sus vidas. Esto no fue un robo al azar. Esta
gente estuvo aquí por mi culpa. Soy un veneno, destruyendo e infectando todo a mi paso.

Sosteniendo la cabeza de Oliver en mis temblorosas manos, rezo para que se


despierte pronto y pueda encontrar una manera de hacer que la vida de los Bishop vuelva
a ser segura.

Cada vez que necesito ser salvada, ellos están ahí para mí, rescatándome como
caballeros blancos, pero ya no quiero ser una princesa que necesite ser salvada.

Quiero salvarme a mí misma y a ellos.


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—¿Podrías parar? Eres peor que una madre gallina. —Oliver me da una palmada
en las manos mientras inspecciono sus costillas por quincuagésima vez hoy. La culpa por
lo que pasó hace unos días sigue fresca. Como una herida recién suturada, escuece y arde.

—Lo siento —hago un puchero—. Me siento fatal por lo que pasó, y tú haces un
gesto de dolor cada vez que caminas. Me hace…

—Detente —Oliver ordena, su voz es fuerte, poderosa y demasiado alta para la


biblioteca—. Te has estado castigando durante días por esto, y no es tu culpa.
—Inclinándose hacia mí, hace girar un mechón de mi cabello alrededor de su dedo—. Me
alegro de haber sido yo. Prefiero sentir esto a verte herida y con dolor. Si hubieras sido
tú la herida, conoces malditamente bien a mis hermanos, y lo más probable es que ya
estuvieran muertos, tratando de matar a esos cabrones.

Me estremezco involuntariamente, la brusquedad de su voz, la verdad en sus


palabras. Encienden una llama de placer en mi interior. Todavía quiero ser la que se salve
a sí misma, pero no hay nada de malo en dejar que un hombre atesore mi cuerpo, mi
corazón. O dejar que tres lo hagan, todos a la vez.

—Lo sé, has dicho eso unas cuantas veces, pero todavía me siento mal.

—Bueno... de hecho no... —Presiona un beso en el punto sensible justo debajo de


mi oreja, y ya sé lo que está pensando. Sobre todo porque yo también lo estoy pensando.
Tiernamente chupa la carne y encuentro que mis dedos rodean el lápiz con un poco más
de fuerza.

—No puedo concentrarme contigo haciendo eso... —Mi voz es jadeante, mis
pensamientos se arremolinan, dirigiéndose a un lugar que nos involucra a los dos
desnudos, sudando y sin hacer la tarea.

—Ese es el punto, bebé —susurra en el contorno de mi oreja, antes de raspar con


los dientes la carne que acaba de chupar. La sensación es como fuego y hielo. Dolor y
placer.

Mis pezones se endurecen contra la tela de mi sujetador y dejo caer el lápiz. Oliver
suelta una risita y juntos metemos todo rápidamente en nuestras mochilas. Antes de que
pueda empezar a caminar hacia la salida, toma mi mano entre las suyas y me jala hacia
347

él.
Página
Dándole una confusa mirada, dejo que me guíe a donde sea que quiera llevarme.
Un corto paseo más tarde, estamos en lo que parece ser la parte superior de la biblioteca.
Nos rodean libros antiguos y el polvo se aferra al aire como si fuera una segunda piel.
Oliver me lleva a una puerta que tiene un pequeño letrero que dice NO ENTRAR.

—¿Que estamos haciendo? —Susurro, con miedo de que nos atrapen estando en
un lugar en el que claramente no deberíamos estar.

—Follar —me sonríe Oliver por encima del hombro—, eso es si quieres. —La
forma en que sus dientes se hunden en su labio inferior y la profundidad de su voz
mientras habla, todo actúa como fuegos artificiales para mí ya palpitante núcleo.

Cerrando la puerta detrás de nosotros, no espero a hacerle más preguntas. Lo


deseo y lo deseo ahora. Como un gatito hambriento, salto sobre él, empujándolo
suavemente contra una estantería cercana. Me sonríe, dos hermosos hoyuelos aparecen
en su rostro.

—Eres tan jodidamente hermosa y perfecta, Harlow. Sé que piensas que todo lo
malo que pasa es tu culpa, pero no ves la alegría que traes. No ves lo felices que nos haces;
lo mucho mejor que son nuestras vidas gracias a ti.

Jadeo, porque sus palabras me afectan, no de una manera sexual, sino de una
manera que hace un poco más llevadera la punzante culpa.

—No te merezco —susurro, poniéndome de puntillas. Poniendo mis labios contra


los suyos, lo beso con un hambre que rivaliza con todas las demás. Y él me lo devuelve,
mordiendo mi labio inferior y apretando mis caderas de una manera que me hace gemir
profundamente en su boca.

Nuestras lenguas chocan, y en este momento, él es un trueno y yo soy un


relámpago. Los elementos perfectos para una tormenta. Rozando mi pecho contra el
suyo, me pregunto si puede sentir lo duros que están mis pezones, cuánto duelen por
estar en su boca.

Rompiendo el beso, me empuja hacia atrás hasta que mi trasero golpea el borde de
un escritorio. Sonrío como una tonta, mis manos se deslizan debajo de su camisa y se
mueven sobre los músculos perfectamente esculpidos que hay allí. Está lastimado, y en
lo único que puedo pensar es en besar todos y cada uno de los pequeños moretones, y
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atender todos sus deseos y necesidades.

Sin embargo, antes de que pueda llegar tan lejos, él está sobre mí, sus manos
Página

tirando de mi blusa, su boca lamiendo mi carne. Todo lo que puedo escuchar son nuestros
fuertes jadeos y mi propio pulso en mis oídos. Sin mi blusa, desliza los tirantes de mi
sujetador de los hombros y saca cada pecho de su copa antes de llevarse un duro pezón
a la boca.

Mis dedos cortan a través de su cabello y sostengo su cabeza en su lugar mientras


el placer destella profundamente dentro de mis entrañas.

—No pares, no te detengas —jadeo, preguntándome si va a hacer que me corra


con nada más que su lengua en mi pezón.

—Oh, no te preocupes, no lo haré —sonríe alrededor de mi pezón, soltándolo con


un fuerte pop, para poder prestarle al otro lado la misma atención. Ya puedo sentir lo
mojada que estoy por él y sé que no se necesitará mucho para que me corra.

—Pantalones —ordena, recordándome que todavía los llevo puestos. Mientras me


besa el pecho, desabrocho el botón de mis jeans y los deslizo por mis muslos, pateándolos
una vez que llegan a mis pies.

Oliver se aparta para deshacerse de sus propios pantalones, y en unos segundos


ambos estamos desnudos. Incluso en la tenue iluminación de la habitación, puedo ver
que su polla está hinchada y con aspecto enojado. Hay una gota de pre-semen en la punta
que anhelo lamer.

—Mis ojos están aquí arriba —dice, riendo, y no puedo evitar sonreír.

Sus manos recorren mi cuerpo hasta llegar a mis caderas, una vez allí se detienen,
aprieta mi carne antes de levantarme para colocar mi trasero en el borde de la mesa.

—Tengo que probarte ahora mismo. —La urgencia en su voz confirma su


necesidad, y con un suave empujón, estoy boca arriba y levantando las caderas para que
me quite las bragas. Bajando la sedosa tela por mis piernas, no puedo evitar sonreír
mientras él las arroja al suelo y empuja mis rodillas contra mi pecho. Inclinándose, me da
una larga lamida.

—Oh, Dios... —murmuro ante la avalancha de sensaciones. Mis dedos se agarran


al borde de la mesa mientras lo hace de nuevo, extendiendo mis labios inferiores con sus
dedos. Esa hábil lengua suya golpea mi hinchado clítoris, y fluyo como una cascada, mis
piernas tiemblan mientras chupa el pequeño brote en su boca. El calor sube por mis
mejillas y todo mi cuerpo se calienta mientras rayos de placer recorren mi columna
349

vertebral.
Página
—Córrete para mí, córrete por toda mi lengua. —La ronca voz de Oliver vibra a
través de mi núcleo, y en unos segundos me estoy desmoronando, mis caderas se sacuden
contra su rostro mientras él continúa lamiendo, saboreando hasta la última gota de mi
liberación como si fuera un buen vino.

Como una ola, vuelvo a estrellarme, mi cuerpo es una masa líquida contra la mesa.
Oliver se levanta de entre mis piernas y se pone de pie. Hay una mirada carnal en sus
ojos y, en ese momento, estoy atrapada, atrapada en su red, una víctima voluntaria del
placer que me brindará.

A través de ojos entrecerrados, lo veo acariciarse la polla. Un golpe. Dos golpes. Se


me hace agua la boca. Lo deseo. Lo necesito.

—Por favor —susurro, mis ojos suplicantes.

Él sonríe. —Por favor, ¿qué? Dilo. Pídemelo.

Mis mejillas arden, pero lo digo de todos modos porque ya no soy una tímida e
ingenua virgen. Soy una mujer quien es amada por tres diferentes hombres. —Por favor,
fóllame.

—Con gusto —gruñe, agarrándose a una cadera con una posesividad que me
calienta por dentro. Llevando su polla a mi húmeda entrada, me penetra de un solo
empujón, y por un diminuto segundo, todo está bien en el mundo. Nada más que
nosotros importa. No lo que pueda pasar mañana, ni mi padre, nada. Solo estamos
nosotros y nuestros cuerpos unidos.

—Jódeme, estás tan apretada y cálida, y mierda, no voy a durar si sigues


apretándome así.

Todo lo que puedo hacer es gemir mientras él empuja dentro y fuera de mí,
expulsando hasta la última gota de necesidad carnal que tiene. Alcanzándolo, dejo que
mis dedos recorran sus abdominales y su pecho perfectamente esculpidos. Ambos
estamos ardiendo, al borde de la combustión.

Las reveladoras señales de un orgasmo comienzan a serpentear por mi columna.


Los dedos de mis pies se curvan y mi pecho sube y baja rápidamente, y aunque el aire
llena mis pulmones, se siente como si no pudiera respirar. Como si estuviera en caída
libre desde el cielo. Estoy llegando más rápido de lo habitual, y Oliver debe saberlo
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porque comienza a empujar más fuerte y más rápido, llevándome al borde con solo unos
pocos golpes.
Página
—Me corro —jadeo, mis uñas rastrillando su carne.

—Sí, córrete para mí. Apriétame. Ordeña mi polla. —Su sucia boca solo me
estimula, y en unos segundos me rompo como un vaso que ha sido apretado con
demasiada fuerza. Mis caderas se retuercen y mis ojos se cierran mientras el eufórico
placer me consume, envolviéndome en una cálida manta.

Mientras bajo de mi cumbre, flotando por el cielo como una pluma, Oliver
comienza a derrumbarse, sus movimientos se vuelven bruscos y abro los ojos para
mirarlo, necesitando verlo deshacerse.

El marrón de sus ojos es más oscuro ahora, y se muerde el labio inferior para
reprimir un gemido. Maldita sea, es sexy. Quiero hacerlo sentir de la misma manera que
él me hizo sentir.

—Córrete dentro de mí, por favor... —Me lamo los labios y espero con la
respiración contenida a que me llene con su corrida.

—Jodido Cristo, Harlow —maldice, apretando mis caderas con ambas manos. Sus
caderas se mueven como un pistón, y todo lo que puedo sentir es a él empalándome,
despedazándome para volver a unirme. Y me encanta. Lo amo. Tres empujones más tarde
y con un gemido, que estoy bastante segura que toda la biblioteca escuchó, comienza a
correrse, su polla pulsando profundamente dentro de mí, llenándome con su pegajosa
liberación.

Completamente agotado y satisfecho, se desploma contra mí, su sudorosa frente


presionando contra la mía. Sosteniéndolo cerca, sonrío, sintiéndome como si estuviera en
la cima del mundo. Puedo sentir el calor de su liberación goteando fuera de mí y sobre
mis muslos, su polla todavía dentro de mí, todavía parcialmente dura.

—Eso fue increíble —jadea Oliver—, ¿estás bien? —Siempre tan sincero, tan
cariñoso. Sin embargo, así es Oliver. Siempre se asegura de que esté bien. Que me haya
corrido.

—Si. Estoy más que bien —sonrío.

—Bien, porque ha pasado un tiempo desde que me vine tan rápidamente —la
abrasadora sonrisa que me da me calienta de adentro hacia afuera. Después de unos
minutos de estar acostados juntos, nos levantamos y él me ayuda a vestirme, sin las
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bragas. Esas las guarda en su bolsillo como recuerdo.


Página

Mientras me cuelgo la mochila, saca su teléfono.


—Mierda —murmura en voz baja—. Vamos a llegar tarde.

—Ugh, otra vez no —gimo, todo mientras sonrío. Después de lo que hicimos, diría
que llegar tarde a clase valió la pena.

—No tendré tiempo de acompañarte a tu clase si quiero llegar a mi clase sin que
el profesor me regañe. Entonces, te acompañaré hasta el edificio y luego cruzaré la calle.

—Está bien —tomo su mano, y juntos bajamos las escaleras y entramos en la parte
inferior de la biblioteca. Cuando pasamos por entre la gente, se siente como si todos nos
estuvieran mirando fijamente, casi como si supieran lo que estábamos haciendo. ¿Quizás
nos escucharon? Pero como ninguno de ellos se ríe o sonríe cuando pasamos, no deben
habernos oído. Me digo a mí misma que todo está en mi cabeza.

Al salir de la biblioteca, nos apresuramos a cruzar el campus y llegar a clase.


Cuando llegamos a la acera, nos separamos, Oliver presiona un rápido beso en mis labios
antes de despedirme. Mientras camino por la acera y entro al edificio, le doy un pequeño
saludo y sonrío antes de desaparecer de la vista.

Cuando estoy en el edificio, me doy cuenta de lo tarde que llego y, en lugar de


subir las escaleras, básicamente corro, subiendo dos escalones a la vez.

Para cuando llego a la cima, me cuesta respirar. Mierda, no me había dado cuenta
de lo fuera de forma que estoy. Tal vez necesito comenzar a hacer ejercicio.

Dando unos pocos pasos, más despacio esta vez, trato de regular mi respiración,
pero parece que solo empeora. Esta extraña sensación de que algo anda mal me invade.
No estoy segura de lo que siento. No estoy segura de lo que está sucediendo, así que sigo
adelante, esperando que se me pase. Estoy a la mitad del pasillo cuando una ola de mareo
me golpea. Aparece de la nada y casi me tira sobre mis rodillas. Cerrando los ojos, me
apoyo contra una fría pared de ladrillos.

Tal vez solo necesito respirar profundamente. Forzando al aire a entrar en mis
pulmones, trato de concentrarme en nada más que en mi respiración. Hay gotas de sudor
sobre mi frente, la respiración obviamente no ayuda ya que todo mi cuerpo de repente
comienza a sentirse como si estuviera encendido en llamas.

Nudos de preocupación se aprietan en mis entrañas. Ya no sé qué está pasando


con mi cuerpo. Otra ola de mareos hace que mi mente se mueva en espiral. Ni siquiera
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puedo abrir los ojos sin que el mundo dé vueltas a mí alrededor, y el pánico que siento
parece empeorar las cosas.
Página
De repente, mi visión se oscurece. Mis ojos se vuelven más y más pesados hasta
que los cierro de nuevo. Mi mente se desliza lentamente hacia la inconsciencia. Intento
de nuevo abrir los ojos, pero no puedo. Simplemente no se mueven. Soy ligeramente
consciente de pasos que se acercan y de que alguien me pregunta si estoy bien. Quiero
decirles que no, que no estoy bien, pero mi lengua no funciona. Todas las palabras se
niegan a salir de mi boca.

Otra ola de mareo se apodera de mí, y esta vez cuando golpea, trae consigo el
poder de romperme en dos. Extendiendo la mano, intento encontrar algo a lo largo de la
pared para sostener mi cuerpo. Sé que voy a desmayarme, puedo sentirlo en mis entrañas.

Una mano roza mi brazo justo cuando mis rodillas ceden y mi cuerpo se dobla por
la mitad. Solo soy parcialmente consciente de que mi cuerpo se desploma en el suelo, mis
rodillas chocan contra la baldosa. Ni siquiera siento el impacto, no hay dolor.

No hay nada más que oscuridad.

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Página
42
Maldita sea.

Tengo que dejar de despertarme así. Sé incluso antes de abrir los ojos dónde estoy.
El ritmo constante del monitor cardíaco llena mis oídos, y el olor a antiséptico y lejía me
hace cosquillas en la nariz. El hospital. Me he puesto a mí misma de nuevo en el hospital.
Parpadeando y abriendo los ojos, las luces del techo me ciegan momentáneamente.

Mis pensamientos son confusos mientras trato de recordar lo que pasó.

—Oh, Dios mío, está despierta. —La voz de mi madre es la primera que escucho,
y ya sé que esto va a ser malo. ¿Por qué están ellos aquí? ¿Y dónde están los chicos?

No pasó nada grave... me desmayé.

—Retrocede, cariño, dale algo de espacio. —Mi padre ordena, y lo miro, notando
las oscuras bolsas debajo de sus ojos y la preocupación en sus profundidades. Parece
angustiado, pero eso no puede ser correcto. ¿Por qué se preocuparía por mí? No lo ha
hecho en ningún otro momento, hasta ahora.

—¿Qué están haciendo aquí? —Pregunto, entrecerrando los ojos porque la luz
todavía me ciega.

Mi padre cruza los brazos sobre el pecho, su mirada se endurece con cada segundo.
—Esperaba algo mejor de ti, Harlow. No pensé que fueras tan irresponsable, pero
después de todo, supongo que no estoy realmente sorprendido.

Vaya, todo lo que hice fue desmayarme. Tal vez necesito cuidarme mejor. Estar menos
estresada, comer más... no lo sé. Lo que sí sé es que no es nada tan malo como él lo está
haciendo parecer.

—Por favor, váyanse, el hospital se equivocó al llamarlos. —Murmuro, sacudiendo


la cabeza con decepción. No los quiero aquí. A ninguno de ellos. Llamaré a uno de los
Bishop para que venga y esté conmigo. Mientras me muevo contra las ásperas sábanas,
un latido comienza a palpitar detrás de mis ojos. Una migraña se está formando allí, y
tener a mis padres aquí solo empeora las cosas.

—Disculpa, pero soy tu padre, incluso aunque no quieras que lo sea, y tengo todo
el derecho, como la persona que paga por tu seguro médico, a saber lo qué está pasando.
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No puedo evitarlo. Mis ojos giran hacia atrás de mi cabeza por instinto. —Sólo
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porque pagues mis facturas médicas no significa que seas mi padre. Tienes que actuar
como tal para ser considerado uno, y en mi opinión, no lo has hecho, al menos conmigo.
Además, no te pedí que pagaras por nada. Deja la cuenta y déjame a mí.

Una vena se le abulta en el cuello, sus mejillas se llenan de sangre y comienza a


parecerse cada vez más a un globo rojo.

—Tu madre y yo somos los únicos aquí. No veo a tus preciosos hermanos Bishop
de pie junto a tu cama, cuidándote. Como siempre, han hecho mal y han dejado el
desastre para que alguien más lo limpie.

—¿De qué estás hablando? No hay ningún desastre. Estoy bien. Solo necesito
cuidarme un poco mejor. Esto no tiene nada que ver con ellos, y la única razón por la que
no están aquí ahora es porque no saben que estoy aquí. —Mis defensas están levantadas.
Como siempre, mi padre encuentra la manera de hacerme sentir pequeña e insignificante.

Una sonrisa como nunca antes había visto aparece en sus labios. No es una sonrisa
amable, ni es realmente cruel. Es más bien, sé algo que tú no sabes, y eso hace que mi
estómago se revuelva, se retuerza y se anude.

—Oh, esto tiene todo que ver con ellos. Todo. —La forma en que habla, con tanto
desdén, tanto odio vil hacia los Bishop, me hace querer lastimarlo. ¿Cómo se atreve a
hablar de ellos de una manera tan mala? ¿Cómo se atreve a venir aquí y actuar como si le
preocupara?

—Quiero que te vayas, ahora —gruño, apretando las sábanas con los puños para
evitar levantarme y golpearlo. Puede que sea mi padre en el sentido de que su nombre
figura en mi certificado de nacimiento, pero bien podría estar muerto. No lo quiero ni lo
necesito en mi vida. Todas las mentiras, los secretos, la forma en que trató de
manipularme. Nunca lo olvidaré ni lo perdonaré por eso.

—Y quiero que te hagas un aborto.

La habitación gira a mí alrededor, mi boca se abre y permanece así mientras me


tambaleo como un pez fuera del agua. No puede querer decir... No, no es posible. ¿Cómo?
Estoy tomando anticonceptivos. Está mintiendo. Tiene que estar mintiendo.

—¿Qué? ¿De qué estás hablando? —Pregunto, finalmente encontrando el valor


para hablar. Mi voz oscila entre el pánico apenas contenido y el miedo.
355

—¿Sabes siquiera cuál de ellos es el padre? Espera, no respondas a eso. No importa


quién sea el padre. Tendrás un aborto de todas formas.
Página
—¿Estoy embarazada? —Digo las palabras en voz alta como si no hubiera puesto
ya las piezas juntas. Por supuesto, estoy embarazada. ¿Cómo es que no vi esto antes?

—No por mucho tiempo más —regaña mi padre, mirándome como si fuera una
decepción para el mundo. Bueno, igualmente, querido papá.

—Es bueno que no tengas voz ni voto en esto, ¿no? Ahora vete. ¡Nunca pedí que
estuvieras aquí y no dejaré que dictes nada más en mi vida! —Grito, reuniendo cada
gramo de fuerza que tengo para sentarme un poco más derecha. Tal vez antes podía
presionarme, hacerme su pequeña marioneta, pero ya no.

Estoy a punto de gritar, para decirles de nuevo que se larguen, cuando alguien
llama a la puerta, interrumpiendo mi pequeño arrebato.

—Adelante —responde mi madre antes de que yo pueda hacer un sonido. Observo


la puerta mientras la persona desconocida la abre. Cada fibra de mi cuerpo esperando y
rezando para que sea uno de los chicos el esté del otro lado de esa puerta. Pero cuando la
puerta se abre completamente, todo lo que me queda es más decepción.

Aunque es alguien que conozco, no es uno de los Bishop como esperaba. Mi


estómago cae, y siento que podría vomitar mientras veo a Matt entrar tranquilamente en
la habitación. Su mirada recorre la habitación antes de posarse en mí. Ni siquiera parece
que le importe. Una vez más, recuerdo que no soy más que un peón para mi padre.

—Matt, muchas gracias por venir —lo saluda mi padre, haciéndolo sonar más
como un acuerdo de negocios.

—No hay problema. ¿Cómo te sientes, Harlow? —pregunta, acercándose a la


cama.

—Terrible, y el hecho de que estés aquí no ayuda —le grito. Sin importarme lo
grosera que deba sonar. Lo último que quiero es estar rodeada de esta gente a la que no
le importa si soy feliz o no, gente que solo quiere que yo juegue un papel en su historia
de mierda.

—Ouch —Matt sonríe. Claramente no está ofendido por mis palabras.

—Sé amable —regaña mi madre, y apenas reprimo el gruñido mientras mis labios
se curvan de ira—. Vamos a darles un momento. No lo estropees, Harlow. Esta podría
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ser tu última oportunidad de salvarte de la destrucción total. Toma la decisión correcta,


para que no tengamos que tomarla por ti.
Página

¿Mi última oportunidad? ¿Qué diablos se supone que significa eso?


Mis padres salen de la habitación y Matt agarra una silla y la arrastra hasta la cama.
Araña el suelo con fuerza, pero no parece importarle. Toma asiento, la silla cruje bajo su
peso. Él está a solo unos centímetros de mí ahora, y me estremezco al pensar que está tan
cerca, especialmente después de la forma en que me trató la última vez que lo vi.

Dándome una sonrisa juvenil, dice —Escuché que uno de esos hermanos Bishop
te dejó embarazada.

—No veo cómo esto es asunto tuyo.

Matt se encoge de hombros —Tu padre quiere que te deshagas del bebé, pero
tengo una idea mejor. Una forma que te permitirá quedártelo. Desde el principio, te dije
que estaba aquí para ayudar.

Me reiría si no tuviera ya un dolor de cabeza del tamaño de Texas y no me doliera


moverme. —Ja, dudoso. Nunca quisiste ayudarme. Eres un asqueroso y egoísta imbécil
y quiero que te vayas y no vuelvas nunca más.

Lo que yo tenga que decir no le importa. Lo sé. Lo he sabido todo el tiempo. Tal
vez esperaba que fuera diferente, que se convirtiera en un amigo para mí. Eso resultó ser
nada más que una mentira también.

Cruzando los brazos sobre su pecho, me mira fijamente, su mirada se endurece.


—Estoy siendo muy generoso contigo y tu familia, Harlow. Todavía estoy dispuesto a
casarme contigo. No me importa que tengas un bebé, de hecho, es una cosa menos que
tengo que hacer. —Me guiña un ojo, y me da nauseas el solo pensarlo... me dan ganas de
vomitar por todo el suelo.

—Nadie tiene que saber quién es el verdadero padre. Estoy dispuesto a criarlo
como si fuera mío, a darle, y a ti un hogar, una vida. Te protegeré, me aseguraré de que
ustedes estén felices y saludables.

No puedo creerlo. ¿Se escucha siquiera a sí mismo?

—Eres un demente si crees que voy a estar de acuerdo con esto. Nunca me casaré
contigo. Con o sin este bebé. No va a suceder —gruño. Siento el impulso de arrancarle
los ojos, de hacer todo lo que pueda para sacarlo de esta habitación y alejarlo de mí. No
lo necesito a él ni a mis padres. Puedo hacer todo esto por mi cuenta.
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Matt suelta una risa sin humor. —Tú eres la demente. Si no haces esto, tu padre te
obligará a abortar. No te dejará tener este bebé de ninguna otra manera. —Hace una
Página

pausa y espero que ya se calle y se vaya, pero no lo hace. En vez de eso, abre la boca de
nuevo. —¿Sabes qué tipo de vergüenza sería esto para él? ¿Un bebé con el hijo de su
enemigo jurado? Demonios, ni siquiera sabes quién es el padre.

—No me importa. No me importa lo que ninguno de ustedes piense o diga...


—susurro, todas las emociones dentro de mí se arremolinan.

Él despliega sus brazos y se pasa una mano por el cabello, antes de exhalar un
profundo suspiro. —Mira, no va a dejar que salgas de este hospital con ese bebé dentro
de ti. No a menos que aceptes casarte conmigo. El aborto de hará hoy, no tienes nada que
decir.

—¡No puede hacer eso! Él no lo haría... —discuto, pero incluso cuando las palabras
salen de mi boca, sé que la verdad es que lo haría. Probablemente esté pagando a este
hospital media fortuna para hacer esto sin mi consentimiento, o tal vez simplemente los
esté amenazando con cualquier cosa enferma que se le ocurra. El nudo en mi garganta se
hace más espeso mientras sopeso mis opciones. Siento como si toda esperanza estuviera
perdida.

—Sólo estoy tratando de ayudar —me dice Matt, y la ira reemplaza mi miedo
momentáneamente.

—Como estuviste tratando de ayudar la última vez que te vi. ¿Cuándo me


amenazaste?

Se encoge de hombros como si no fuera gran cosa, pero sus ojos guardan sus
emociones en su interior. Como una casa de cristal, Matt es el tipo de persona que se
resquebrajará, se romperá, se hará añicos si lo golpeas suficientes veces.

—Lo admito, estaba borracho y fuera de lugar. Intentaré que no vuelva a suceder.

—¿Lo intentarás? —Resoplo—. Bueno, al menos eres honesto.

—Intento serlo, pero eso no significa que no cometa errores. Con toda seriedad, no
sabes lo que tu padre está dispuesto a hacer. No sabes hasta dónde llegará para conseguir
lo que quiere. Soy tu mejor opción en este momento. De hecho, soy tu única opción.
—Solo entonces la realidad de todo esto me golpea. Estoy embarazada. Llevo un niño
dentro de mí y mi padre quiere matarlo. El miedo se instala en lo más profundo de mis
huesos, y sé que tengo que hacer todo lo posible para salvar la vida dentro de mí, pero
casarme con Matt no puede ser la respuesta.
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—Puede que seas el menor de dos males, pero eso no significa que simplemente
Página

me casaré contigo —susurro—. Estoy enamorada de otra persona. —Frialdad invade la


habitación, y el miedo se aferra a mis huesos—. Si realmente quisieras ayudarme, me
darías tu teléfono y me dejarías hacer una llamada. Me ayudarías a salir de aquí.

Matt deja escapar un suspiro de frustración. —¿Y en qué me beneficiaría eso? ¿No
escuchaste nada de lo que te dije? Ir en contra de tu padre nunca termina bien, eso no me
excluye. Si voy en su contra, si trato de salvarte, tomará represalias y no puedo
permitirme eso. Él haría…

Un golpe en la puerta interrumpe a Matt a mitad de la frase y ambos nos volvemos


hacia ella.

—Necesitamos unos minutos más —grito antes de que se abra la puerta.

—Está bien, tómate tu tiempo —la voz apagada de mi padre se filtra a través de la
puerta, e incluso desde aquí, puedo escuchar el tono triunfal en su voz. Ya asume que
ganó. Cree que estoy de acuerdo con la propuesta de Matt. Sin embargo, la broma es para
él. Moriré antes de hacer una sola cosa que él quiera que haga.

En cambio, sé que tendré que convencer a Matt de cualquier manera que pueda.

Matt, por favor ayúdame. Ayúdame de verdad. No lo dejes hacer esto. No dejes
que maten a mi bebé, por favor... —No me importa si estoy suplicando o lo desesperada
que pueda parecer. Me pondré de rodillas si eso es lo que hace que me ayude.

Por primera vez, veo una empatía real reflejada hacia mí. Se levanta de la silla y se
acerca mucho, tomando mi mano entre las suyas.

—No dejaré que mate al bebé ¿está bien? —Baja la voz y se inclina hacia mí—. Le
diré que quiero que sigas embarazada, pero tienes que aceptar casarte conmigo ahora,
aunque sea solo para ganarte tiempo. No podré ayudarte a contactar a tus novios, y si no
aparecen por su cuenta, es posible que tengas que casarte conmigo, después de todo. No
puedo ir en contra de tu padre.

—Está bien, gracias... —No puedo creer lo que voy a decir a continuación, pero
como dijo, en este momento, él es mi mejor apuesta—. ¿Te quedarás aquí conmigo? No
quiero estar a solas con mis padres.

Asiente y vuelve a sentarse, justo cuando alguien llama a la puerta una vez más.

— Ya puedes entrar —grito, y la puerta se abre. Mis padres entran, mi padre tiene
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una sonrisa engreída en su rostro, y se necesita todo dentro de mí para morderme la


lengua.
Página
—¿Llegaron ustedes dos a un acuerdo? —pregunta a pesar de que sé a ciencia
cierta que él ya lo sabe.

—Me casaré con Matt —dejo salir roncamente. Esa sonrisa siniestra en el rostro de
mi padre solo crece.

—Y estoy de acuerdo con que ella se quede con el bebé —anuncia Matt—. Nadie
necesita saber que no soy el padre.

—Genial —mi mamá celebra y aplaude—. Estoy muy emocionada. La boda se


reanuda, entonces.

Me obligo a sonreír y asiento ligeramente, esperando con todo mi corazón que los
chicos me encuentren antes de que sea demasiado tarde porque si no lo hacen... no quiero
ni pensar en el desastre que se producirá cuando todas las piezas caigan.

360
Página
43
Mis padres se fueron después de nuestra charla de ayer, y aunque me sentí bien
después de que me inyectaron algunos líquidos, el médico insistió en mantenerme en
observación durante la noche. Matt terminó quedándose conmigo en el hospital toda la
noche, durmiendo en una silla plegable que trajo una enfermera. Una parte de mí está
contenta de que él esté aquí, y no estoy sola con los gorilas de mi padre que están
apostados fuera de mi puerta. . Pero hay otra parte de mí que tiene dificultades para
confiar en Matt, considerando la forma en que me ha tratado en el pasado.

Estoy tratando de aferrarme al hecho de que él nunca me ha mentido... al menos,


no que yo sepa. Suponiendo que me esté diciendo la verdad, no dejará que nada nos pase
al bebé y a mí, y ahora mismo, eso es lo más importante. Por mucho que ame a los
hermanos Bishop, ya amo la vida que crece dentro de mí con la misma fiereza, tal vez
incluso más.

Después del desayuno, una de las enfermeras entra a buscar mi bandeja.


Sonriéndome dulcemente, me pregunta —¿Hay algo más que necesites esta mañana?

—En realidad, me vendría bien un poco de ayuda para ir al baño. La intravenosa


hace que sea difícil moverse —digo, mirando a Matt, quien me frunce el ceño. Estoy
segura de que él sabe lo que estoy haciendo, pero para mí alivio, no dice nada cuando la
enfermera me ayuda a salir de la cama y entrar al baño. Tan pronto como cierra la puerta
detrás de nosotros, me doy la vuelta y la miro.

—Por favor, necesito su ayuda —susurro—. Estoy aquí contra mi voluntad.


Necesito hacer una llamada. ¿Puedo usar su teléfono celular?

Veo la breve conmoción en sus ojos antes de que baje la mirada al suelo. —Lo
siento. No puedo ayudarte. —Su disculpa suena genuina y sé que mi padre debe haber
amenazado al personal de aquí—. Lo siento. De verdad.

—Está bien, sé que lo sientes —digo derrotado.

—¿Necesitas ayuda para usar el baño?

—No, en realidad no... —Tan pronto como digo las palabras, ella se escabulle fuera
de la habitación, susurrando otro lo siento al salir.
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Uso el baño por mi cuenta antes de cepillarme los dientes y lavarme la cara. Cada
movimiento que hago es en piloto automático, mi mente está demasiado ocupada,
Página

preocupada y asustada por lo que vendrá.


Cuando vuelvo a la habitación, Matt todavía está sentado en la silla, sólo que ahora
la ha reclinado y tiene los pies levantados.

—¿Supongo que ella no te ayudó?

—Mi padre debe haberla asustado mucho. No pudo escapar lo suficientemente


rápido después de que le pedí usar su teléfono.

—No te rindes fácilmente, te concedo eso. Creí que después de tres veces, dejarías
de intentarlo —dice Matt, cubriéndose con una manta—. Estoy tomando una siesta;
Anoche apenas pude dormir con tus ronquidos tan fuertes.

—¡No ronco!

—Lo que tengas que decirte a ti misma, princesa —Matt se ríe, cerrando los ojos.

Me arrastro de nuevo a mi cama, con cuidado de no tirar de la aguja que aún está
clavada en mi brazo. Enciendo la televisión, paseo por los canales y aterrizo en un
programa de cocina. Realmente no me importa, pero necesito algo que me distraiga de la
realidad en la que me encuentro.

Después de veinte minutos, Matt comienza a roncar suavemente, haciéndome


saber que está dormido. Sigo mirando hacia la puerta, preguntándome si los guardias de
mi padre todavía están allí o si se fueron. Después de cinco minutos de diálogo interno,
me convenzo de intentar irme.

Con cuidado, quito la cinta alrededor de la vía intravenosa en mi brazo antes de


sacar la aguja lentamente. La sangre comienza a brotar de mi piel, y rápidamente tomo la
sábana y la presiono en el lugar hasta que deja de sangrar.

Tratando de no hacer ningún ruido, me deslizo lentamente fuera de mi cama y me


dirijo de puntillas hacia la puerta con los pies cubiertos con calcetines. Llevo mi propia
ropa, que me trajo mi madre anoche, pero no tengo zapatos. De todos modos, no tengo
que ir muy lejos, solo lo suficiente para encontrar a alguien que no esté en la nómina de
mi padre o haya sido amenazado por él.

Estoy casi en la puerta, mi mano ya está alcanzando el pomo de la puerta cuando


me congelo. Conteniendo la respiración, escucho la voz de un hombre justo afuera de mi
puerta. Una voz que conozco demasiado bien.
362

Mi padre. Mierda.
Página
Su voz se está acercando y me apresuro a regresar a la cama con el corazón latiendo
con fuerza en mi pecho. Apenas consigo volver a subir a la cama y poner la manta sobre
mi brazo, antes de que la puerta se abra y mi padre entre sin llamar.

—Harlow —me saluda mecánicamente, y me siento con la espalda recta en la


cama. Matt se despierta sobresaltado por la entrada de mi padre, pareciendo tan
sorprendido como yo de verlo aquí.

—¿Qué es lo que quieres de mí ahora?

—De hecho, vine a hablar con Matt —me frunce el ceño—. Sin embargo, te
agradecería que dejaras de acosar a tus enfermeras para usar sus teléfonos.

Dios, quiero lanzarle algo. Preferiblemente algo pesado.

—Matt, unas palabras, afuera.

—Claro —responde Matt, levantándose de su silla, me echa una mirada que dice
compórtate al salir.

Compórtate tú. Le grito en mi cabeza. La puerta se cierra, dejándome


completamente sola en la habitación. Tiro la manta hacia un lado, salto y regreso de
puntillas a la puerta, presionando mi oreja contra la madera para poder oír mejor.

—Decirle que te quedarías con el bebé fue una estupidez, Matt —gruñe mi padre—
. No quiero que ella tenga ese hijo. Si ella desea tanto a un bebé, tendrás que hacérselo tú,
no puedo ver crecer a un hijo de ellos delante de mis narices, escupe mi padre—. Vamos
a seguir adelante con el aborto. No me importa lo que ella quiera. Si no quería que esto
sucediera, entonces tal vez debería haber mantenido las piernas cerradas.

El miedo corre por mi columna. ¡No! ¡Él no puede hacer eso! No hay forma de que le
permita hacer esto, y si lo hace, nunca lo perdonaré.

La voz de Matt lo interrumpe. —Estoy preocupado por ella, y no creo que sea una
buena idea hacer esto. Harlow y yo estamos en un buen lugar ahora. Ella acaba de
empezar a sentirse bien conmigo, y hacer esto arruinaría todo por lo que he trabajado.
No tienes que hacer esto. Criaré al bebé como si fuera mío. Nadie tiene que saber quién
es el padre, y nadie se atrevería a cuestionar a mi familia y a mí.

—¡Yo lo sabré, y eso es todo lo que importa! Y no me preocupan los sentimientos.


363

Me preocupa mi reputación y lo que esto me hará, y a ti también debería preocuparte. Ya


está decidido. Vamos a seguir adelante con esto. Fin de la historia. —Mi papá ladra y yo
Página

me tambaleo hacia atrás.


La puerta se abre un momento después, mi padre y Matt aparecen frente a mí con
tres enfermeras justo detrás de ellos. Dos mujeres y un hombre. Sacudiendo mi cabeza
repetidamente, veo el rostro de Matt contraerse en una mezcla de pena y vergüenza.

Él puede detener esto. Sé que puede, entonces, ¿por qué no lo hace?

—¡No, no puedes hacer esto! —Grito y doy unos pasos hacia atrás, solo para chocar
contra la pared. Estoy atrapada. No hay lugar adonde ir. —Por favor —les ruego, pero
nadie escucha. Sus rostros están en blanco como si ni siquiera estuvieran aquí
mentalmente.

El enfermero agarra uno de mis brazos con tanta fuerza que sé que habrá
moretones. Aun así, peleo, haciendo todo lo posible para defenderme contra ellos. No
caeré sin pelear.

—Por favor, no hagas esto —miro a mi padre, quien me mira fijamente con nada
más que decepción en sus ojos. Se supone que es mi padre. Se supone que debe
preocuparse por mí. ¿Cómo puede hacer esto? ¿A mí? ¿A su nieto por nacer, y todo por
su apellido?

—Tú misma te lo has buscado, Harlow —dice mi padre, con la voz entrecortada.

Las lágrimas me arden en los ojos, y hago una mueca cuando la enfermera me
agarra el otro brazo, sus dedos muerden mi carne con la misma dureza.

Es entonces cuando veo la jeringa en la mano de la tercera enfermera. No. No.


Niego con la cabeza, deseando que esto no sea más que una pesadilla.

Sujetada contra la pared, miro impotente mientras la aguja atraviesa mi piel, el


dolor seguido de una fría sensación de hormigueo se extiende por mis venas.
—¡Deténganse! —Grito tan fuerte como puedo, mi garganta punza.

Incluso con la jeringa vacía y el hecho de que he dejado de pelear, las enfermeras
todavía me agarran como si fuera a correr hacia la puerta, por otro lado, si me soltaran,
haría precisamente eso.

—Está bien, eso es suficiente. Déjenla ir. —Matt gruñe, la mirada en sus ojos es
asesina, e inmediatamente las manos sobre mí desaparecen, pero todavía puedo sentirlas.
Todavía, siento el dolor. Todavía, siento la aguja en mi brazo.
364

Mi cuerpo comienza a hundirse hacia el suelo como una sustancia gelatinosa, pero
Matt se acerca y me agarra en el último minuto. Sus brazos rodean mi cintura, soportando
Página

la mayor parte de mi peso, y no puedo evitar buscar su consuelo en ese momento.


Él es lo único que tengo justo ahora, la única persona a la que le importa si vivo o
muero. Y por mucho que quiera odiarlo, en este momento, no puedo hacerlo. Ambos
somos peones en esta guerra. Enterrando mi cara en su pecho, empiezo a llorar.
Sollozando incontrolablemente, puedo sentir la medicación que me dieron. Mis
extremidades se vuelven más pesadas y mi mente más confusa a cada segundo.

—Tú prometiste... —lloriqueo, aferrándome a su camisa. Calor pasa a través de


mí, mis mejillas se calientan y todo mi cuerpo comienza a sentir un hormigueo. Todas las
molestias en mi cuerpo comienzan a desvanecerse.

—Lo sé —susurra Matt de vuelta. Ya he perdido toda esperanza ahora. Voy a


perder este bebé; este pequeño humano me será arrebatado antes de que tenga la
oportunidad de decírselo a los chicos. Inclinándose, él acaricia su rostro contra mi
cabello—. Necesito que confíes en mí, ¿de acuerdo? No dejaré que esto suceda.
Encontraré una manera de solucionar esto.

Sacudiendo la cabeza, trato de hablar, pero mi lengua se siente pesada.

Quiero decirle que desearía poder creerle. Que tengo tantas ganas de creerle a él y
a sus palabras, pero no puedo. No puedo confiar en nadie. Aun así, una parte de mí se
aferra a la esperanza de que tal vez, solo tal vez, no me defraude esta vez. ¿Pero cómo?
¿Cómo me puede ayudar? ¿Cómo puede evitar que esto suceda? Él mismo lo dijo, no irá
en contra de mi padre. Nadie lo hace. Ni el personal del hospital, ni Matt, ni los Bishop.
Estoy condenada. Mi hijo morirá y no hay nada que pueda hacer al respecto. Se forman
manchas sobre mi visión, y no importa cuánto trate de aferrarme a ese último fragmento
de luz, se va debilitando lentamente, volviéndose cada vez más y más tenue.

Mi último pensamiento antes de que todo se vuelva negro es que espero que los
chicos me perdonen por esto. Que me perdonen por haber fallado en proteger a nuestro
hijo.

CUANDO DESPIERTO, la misma pesadez que sentí antes permanece en mis


miembros, y la confusión que envuelve mi mente solo aumenta. Siento que mi cerebro ha
pasado por una licuadora y ha sido vertido de nuevo en mi cráneo, pero incluso con mi
cabeza completamente desordenada, recuerdo lo que sucedió antes de desmayarme.
365

El dolor en mi pecho solo se vuelve más prominente, el vacío se expande dejando


un espacio hueco detrás.
Página
Entreabro mis ojos, solo para cerrarlos de nuevo cuando veo a mi padre de pie al
pie de la cama. Pensé que lo odiaba antes, pero el odio que siento por él se ha convertido
en una cantidad colosal en las últimas horas. No puedo expresar con palabras cuánto
desprecio a mi padre por hacer esto, cuánto lo detesto por quitarme este niño... por matar
la vida dentro de mí.

Nunca antes me había considerado una persona violenta, pero si tuviera la fuerza
para hacerlo ahora, lo mataría. Si nunca volviera a ver a este hombre que se hace llamar
a si mismo mi padre, sería una persona más feliz... eso es si alguna vez puedo encontrar
la felicidad después de lo que me hicieron.

—Dejaré que te ocupes de esto —la voz de mi padre atraviesa la niebla que rodea
mi cabeza como las nubes rodean la cima de una montaña—. Ya que ustedes dos parecen
llevarse tan bien ahora —continúa, y por un momento, no entiendo con quién está
hablando.

—Nos llevábamos muy bien, pero después de lo que le hiciste, ella nunca volverá a
confiar en mí —ladra Matt.

—La confianza está sobrevalorada. Hay otras formas de mantener a la gente a raya.
Formas más efectivas —declara mi padre. Puedo escucharlo girarse, sus caros zapatos de
cuero haciendo un chirrido contra el piso del hospital mientras lo hace. Escucho cada uno
de sus pasos mientras sale de la habitación. La puerta se abre y se cierra, dejándome sola
con el hombre que prometió mantenernos a mi hijo y a mí a salvo.

No me había dado cuenta de lo fría que estaba hasta que una mano grande y cálida
se posa sobre mis helados dedos. A pesar de que el calor se siente bien sobre mi piel
congelada, aparto mi mano de inmediato, sin querer sentir ni una pizca de consuelo y
comodidad. Porque no me merezco ninguno. Merezco tener frío, estar sola y sentir dolor
después de haber fallado... Les fallé a todos los que amaba.

—Harlow —susurra Matt mientras trata de capturar mi mano una vez más. De
nuevo, me aparto, y cuando intenta tocar mi mejilla, también aparto la cara.

—No me toques —grazno, apenas soy capaz de hacer que salgan las palabras.

—Harlow, escúchame... —Matt me suplica, pero todo lo que hago es negar con la
cabeza—. Abre los ojos y mírame.
366

—No —sollozo, dándome cuenta de que ya estoy llorando otra vez. Las lágrimas
ruedan por mis mejillas, dejando huellas frías al caer—. Vete…
Página
—No te dejaré aquí —me dice Matt mientras coloca una mano sobre mi estómago.
Mis ojos se abren en estado de shock, y una ola de ira que lo consume todo me envuelve.
¿Cómo se atreve a tocarme allí... cómo se atreve a tocarme en absoluto?

Con una furia salvaje, comienzo a empujar su brazo, abofetearlo, arañarlo y


golpearlo donde puedo, dejando escapar toda la ardiente ira dentro de mí.

—¡Dije, no me toques! ¡Te odio!

Matt atrapa mis brazos agitados en el aire, envolviendo sus dedos alrededor de
mis ya adoloridas muñecas y sujetándolas junto a mi cuerpo.

—¡Escucha, Harlow! —Matt susurra a gritos—. ¡Sólo escucha! No sucedió, ¿de


acuerdo?

¿No sucedió? ¿Qué se supone que significa eso? ¿Me está diciendo que lo olvide?
¿Olvidar lo que él y mi padre me hicieron?

—¿Sientes algún dolor? —Pregunta a continuación—. ¿Alguna molestia?

Aparte del sofocante dolor en mi pecho, ¿quiere decir? —Sí, me duele todo el
maldito cuerpo.

—Pero tu estómago no duele, ¿verdad?

Parpadeo para quitar algunas lágrimas, tratando de mirar su rostro y darle sentido
a lo que está tratando de decirme. Una sonrisa se dibuja en sus labios, y cuando
finalmente dejo de pelear contra él, suelta mis muñecas. No, ahora que me estoy
concentrando en sentir cada parte de mi cuerpo, me doy cuenta de que tiene razón. La
parte baja de mi abdomen no duele, y no hay dolor entre mis piernas. Si hubiera abortado,
¿no sentiría las dos cosas?

—¿El bebé?

—Todavía dentro de ti —dice Matt—. Le pagué al doctor. Él sólo simuló hacer el


aborto. El bebé está bien. —Observo su rostro con atención, buscando alguna indicación
de que está mintiendo, pero sus ojos son sinceros, su sonrisa es amable y su voz es gentil.

—Estoy... ¿todavía estoy embarazada? —Pregunto de nuevo, necesitando


confirmarlo, aunque en el fondo, ya sé la respuesta.
367

—Sí, todavía estás embarazada, y ahora, con tu padre fuera de tu espalda, deberías
ser capaz de poder permanecer así.
Página
Meto el brazo debajo de la manta para poner mi mano sobre mí todavía plano
estómago, frotando la piel de allí como si el bebé pudiera sentirlo de alguna manera.
—¿Por qué? ¿Por qué me ayudaste?

—Te dije que lo haría. Lo que hizo tu padre fue imperdonable y no pude verlo
seguir adelante. Fue demasiado lejos, incluso para mis estándares, y yo soy un gran
imbécil.

Yo también solía pensar eso. Pensaba que Matt era un gran imbécil, y tal vez lo
siga siendo según otros criterios, pero después de que se arriesgó a ir en contra de mi
padre para ayudarme, no puedo sentir nada más que gratitud hacia él.

—¿Y ahora qué? Él lo va a descubrir eventualmente.

—Honestamente, no he pensado tan lejos. No sé cómo sacarte de aquí sin que tu


padre sepa que te ayudé.

—Gracias, de verdad, gracias, no sé cómo podré pagarte por lo que hiciste. No es


tu culpa que mi padre sea así, y yo no soy tu responsabilidad. No soy responsabilidad de
nadie. Ni siquiera de los Bishop. Saldré de esto por mí misma. Lucharé contra mi padre.
No dejaré que me controle a mí y ni a la gente que me rodea nunca más. No dejaré que
continúe usándote a ti, ni a nadie más. Voy a ser yo quien ponga fin a su reinado.

—Eso es peligroso, Harlow, ir en contra de tu padre. Tiene recursos, dinero, gente.


—Matt suena casi asustado, y eso golpea algo dentro de mí. Incluso las personas más
poderosas tienen una debilidad, y aunque mi padre tiene todas las cosas que necesita
para destruirme, yo tengo la determinación necesaria para luchar.

Ya terminé de tener miedo. Dejaré de preocuparme por lo que podría pasar


después. Si no lo hago, al menos trataré de luchar con él, si no, nunca escaparé. Nunca
seré realmente libre.

—No puedo quedarme aquí, Matt, no puedo quedarme contigo, lo sabes. No solo
por el bebé, sino por mi padre. No estaré atrapada bajo su pulgar. No me casarán ni me
tirarán como basura.

Matt se pasa una mano por la cara con frustración, y un pedacito de mi corazón se
siente mal por ponerlo en esta situación.
368

—No te obligaré a hacer nada, y haré lo que pueda para ayudarte, pero no puedo
hacer ninguna promesa —dice finalmente.
Página
—Eso es todo lo que estoy pidiendo. Eso es todo lo que necesito. Yo haré el resto
por mi cuenta.

Ahora todo lo que tengo que hacer es elaborar un plan.

369
Página
44
Ninguno de mis padres ha vuelto al hospital hoy, y estoy más que feliz de que no
lo hayan hecho. No creo que pueda soportar estar en la misma habitación con ninguno
de ellos en este momento.

—¿Estás segura de que vas a estar bien por tu cuenta? —Matt pregunta por tercera
y, con suerte, última vez.

—Sí, lo prometo. Te necesitan en esa reunión, así que ve a trabajar. Te he retenido


suficiente tiempo. —La verdad es que, aunque ahora valoro la compañía de Matt, quiero
que se vaya. No quiero que mi padre piense que me ayudó a escapar. Lo último que
quiero es que alguien más salga lastimado.

—Solo tardaré unas horas, luego volveré y te recogeré. Tu padre aceptó a


regañadientes que te quedaras conmigo —dice Matt mientras desliza los brazos en su
chaqueta.

—Está bien... —Trato de forzar una sonrisa cuando él mira en mi dirección, pero
no creo que sea muy convincente.

—¿Sabes que tu papá tiene dos guardias apostados afuera de esa puerta todo el
tiempo? —Matt suspira. Por supuesto, lo ha descubierto. Es así de intuitivo. Me alegro de
que no esté intentando detenerme.

—Lo sé. Quiero decir, me lo imaginé. Gracias por el aviso.

—Ten cuidado, Harlow —advierte Matt, pero no es el tipo de advertencia


amenazante, es más como el tipo de advertencia de preocupación. Se detiene en la puerta,
su mano ya descansa sobre el pomo de la puerta cuando se da la vuelta para mirarme
una vez más.

—Buena suerte —dice, lo suficientemente alto para que yo lo escuche.

—Adiós, Matt —murmuro, sin saber cuándo o incluso si lo volveré a ver.

La puerta se cierra y me quedo sola en la gran habitación vacía del hospital. La


soledad y el desánimo se acercan a mí sigilosamente, como sombras en la noche, tratando
de arrastrarme a la oscuridad. Trato de no dejar que me afecten, sabiendo que esto es solo
un estado momentáneo. No estoy realmente sola, no mientras haya gente ahí afuera que
370

me quiere, esperando por mí, probablemente preocupados por mí.


Página
Espero unos veinte minutos antes de empezar a moverme. Probablemente sea
suficiente para que nadie sospeche que Matt me ayudó de alguna manera. Agarrando mi
bandeja de comida vacía, me la meto debajo de la axila y agarro dos cajas de jugo de
naranja, que salvé del desayuno. Abriéndolas con cuidado, camino hacia la puerta,
sosteniéndolas en una mano y agarrando el brillante pomo plateado con la otra.

Mi pulso se acelera y mis rodillas tiemblan, pero mi mente está afilada como una
cuchilla. Puede que haya algunos hombres del tamaño de un camión al otro lado de esta
puerta, pero mi determinación de dejar este lugar es más fuerte que cualquier hombre de
90 kilos.

Respirando profundamente, dejo que el plan pase por mi cabeza por última vez.

Entonces, abro la puerta.

Salgo y encuentro a dos tipos sentados al otro lado del pasillo mirándome
simultáneamente. —Necesito una enfermera en este momento, este jugo es malo —me
quejo como si fuera un cliente enojado en un restaurante, y ellos fueran los gerentes.

—Vuelve ahí dentro —me gruñe uno de ellos, sin ocultar su molestia por mi
petición.

En lugar de seguir sus órdenes, agarro la bandeja de debajo de mi brazo y se la tiro


a la cabeza tan fuerte como puedo. Como esperaba, los tomo a ambos completamente por
sorpresa. Con la bandeja volando por el aire y ambos distraídos, salgo disparada.

Mientras corro por el pasillo, dejo caer las dos cajas de jugo detrás de mí.

—¡Maldita mocosa! —Uno de ellos grita detrás de mí.

Concentrándome en hacer que mis piernas se muevan lo más rápido posible y


nada más, sigo adelante. Cuando escucho lo que suena como un resbalón, seguido de un
fuerte golpe, y una serie de maldiciones, sé que mi plan ha funcionado.

No puedo evitar sonreír ante este pequeño triunfo, aunque sé muy bien que
todavía no estoy a salvo. Mis pies cubiertos con calcetines golpean contra el piso del
hospital mientras dejo que las brillantes señales rojas de SALIDA me guíen hacia la
libertad.

Como no sé a quién le ha pagado mi padre en este lugar, decido no detenerme por


371

nada ni por nadie hasta que esté afuera. Paso por delante de algunas enfermeras y
pacientes sorprendidos y confundidos, pero no me detengo. Sigo corriendo por los
Página

cegadores pasillos blancos del hospital como una loca en una misión, porque lo soy.
Después de lo que parece una eternidad de correr por el laberinto de pasillos,
finalmente llego a un par de puertas corredizas de vidrio. A través de ellos veo un
estacionamiento, autos, gente… libertad.

Estoy tan cerca de escapar, tan cerca de ser libre.

Arrastrándome hacia las puertas, finalmente miro detrás de mí para ver si me


siguen. Cuando no encuentro a nadie, mis hombros casi se hunden de alivio. Las puertas
corredizas se abren y las cruzo rápidamente. El aire fresco acaricia mi piel y la luz del sol
calienta mi rostro mientras doy mis primeros pasos afuera. Quiero quedarme ahí por un
momento; recuperar el aliento y disfrutar de estos sentimientos que corren a través de
mí, pero sé que tengo que seguir moviéndome. Necesito alejarme de aquí lo más que
pueda. No estoy a salvo, no hasta que vuelva con los hermanos.

Haciendo caso omiso del palpitar de mis pies sin zapatos con cada golpe contra el
concreto, corro hacia la carretera principal. Sin querer perder el tiempo, doblo la esquina
bruscamente, demasiado bruscamente al parecer, porque tan pronto como rodeo el borde
de la pared, mi cuerpo se estrella contra otra persona. El impacto saca el aire de mis
pulmones, y si la persona no me estuviera sujetando, probablemente me habría caído de
culo.

Incluso antes de que levante la vista del pecho del chico, sé quién es. El olor
familiar del bosque y la lluvia me hace cosquillas en la nariz, y como una niña pequeña,
envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y entierro mi rostro en su pecho.

—Joder, Harlow —grazna en mi cabello. Sus brazos me rodean, envolviéndome


en un capullo—. Tenemos que salir de aquí.

Me alejo de él, a pesar de que mi cuerpo se opone, queriendo quedarme aquí con
él. Justo así, en una perfecta pequeña burbuja donde nadie pueda hacernos daño.

Tomando mi mano en la suya, Sullivan comienza a alejarme, pero antes de que


demos el primer paso, un auto viene corriendo hacia nosotros. Los neumáticos chirrían
contra el asfalto cuando se detiene repentinamente. Mi mirada se ensancha cuando veo a
Oliver en el asiento delantero. Mis ojos ven a Banks corriendo hacia nosotros desde el
otro lado de la carretera.

Sullivan abre la puerta, ayudándome a subir al asiento trasero, justo cuando Banks
372

se acerca por el otro lado, subiendo al asiento del pasajero en la parte delantera.
Página
Tan pronto como estamos todos en el auto, Oliver presiona su pie en el pedal, y
salimos a toda velocidad. La aceleración me empuja a los asientos de cuero con alivio, y
una felicidad infinita me envuelve. Ahora estoy a salvo.

—¿Estás bien? —Banks pregunta, dándose la vuelta en su asiento.

Sullivan no ha dejado de tocarme. Pasa sus manos por todo mi cuerpo como si
estuviera buscando alguna herida.

—Estoy bien, me alegro mucho de verlos. ¿Cómo... cómo me encontraron?

—Matt nos llamó cuando salió del hospital —explica Oliver—. Nos dijo dónde
estabas y que probablemente ibas a huir.

—¿Lo hizo? —Pregunto, instantáneamente, la preocupación comienza a cubrir mis


entrañas. Si alguien se entera de lo que hizo, mi padre lo crucificará.

—Llegamos aquí tan rápido como pudimos —dice Banks sin aliento—. Hemos
estado tan jodidamente preocupados; te hemos estado buscando por todas partes.

—Lo prometo, estoy bien. No puedo creer que finalmente haya salido de ese
hospital, y no puedo creer que Matt los haya llamado. Pero, por supuesto, me alegro de
que lo hiciera. Solo me preocupa a qué precio. —Alejando el pensamiento, pregunto algo
más que tengo en mente—. ¿Les dijo algo más?

—Eso es todo lo que dijo cuando llamó —confirma Sullivan antes de interrogarme
frenéticamente—. ¿Qué pasa? ¿Estás herida? ¿Alguien te lastimó?

—No, no. Se los dije, estoy bien. No es nada malo. Quiero decir, al menos espero
que no sientan que es algo malo. No creo que sea algo malo. Supongo que nunca
hablamos de eso... —Sigo divagando nerviosamente.

—Harlow —me interrumpe Banks—. Suéltalo ya.

Aclarándome la garganta, digo: —Estoy embarazada.

Un silencio sepulcral invade el coche y, a medida que avanza, empiezo a


preocuparme seriamente. ¿Quizás no están tan felices como yo con un bebé? Al mirar a
Sullivan, lo encuentro observándome, sus ojos increíblemente abiertos, su rostro pálido
y sus labios ligeramente separados.
373

—Di algo —le susurro.


Página
Sullivan parpadea, casi como si mi voz lo hubiera sacado de un trance. —¿Estas
embarazada? —Finalmente pregunta—. ¿Como si estuvieras teniendo, algo así como, un
bebé, embarazada?

—Erm, ¿hay otro tipo de embarazo?

Banks se gira una vez más, para que pueda ver su rostro de nuevo. Para mí alivio,
hay una enorme sonrisa en sus labios. —¿Vamos a tener un bebé? —pregunta, su voz
llena de felicidad y emoción.

—Sí, lo tendremos

Cuando miro de nuevo a Sullivan, parece que él también se ha tranquilizado. La


conmoción ha abandonado su rostro y las comisuras de sus labios se alzan en una
deslumbrante sonrisa.

Dos abajo, falta uno.

—¿Oliver? —Pregunto tentativamente—. ¿Cómo te sientes al respecto?

—Y-yo sólo estoy sorprendido. Quiero decir, ¿pensé que estabas tomando la
píldora? —Oliver comienza, pero se detiene de inmediato—. Mierda, eso salió mal. Lo
siento, no estoy diciendo que sea culpa tuya ni nada. No digo que sea culpa de nadie...
Ugh, eso también salió mal.

—Amigo, deja de hablar —regaña Banks a su hermano—. Por ahora, solo mete un
pie en tu boca, ¿quieres?

Hago todo lo posible para no fruncir el ceño. Por alguna razón, pensé que Oliver
sería el más feliz de tener un bebé, considerando que es el mayor. Aparentemente, estaba
equivocada. No estoy enojada ni nada, y sé que esto no fue planeado y no es lo ideal, pero
esto es lo que sucede cuando las personas tienen sexo.

A veces quedan embarazadas incluso mientras toman la píldora. Todo el mundo


sabe esto, entonces, ¿por qué está actuando así ahora? ¿Por qué está tan triste?

El torbellino de emociones me deja completamente confundida. Estoy feliz de estar


fuera del hospital y lejos de mis padres. Me alivia ver a los chicos, pero me duele el
corazón y me asusta ver la reacción de Oliver. ¿Realmente no quiere a este bebé? No
puedo imaginar que alguna vez me diga que me deshaga de él, pero su respuesta no es
374

como yo pensaba que sería.


Página
—Oye —Sullivan se acerca y acuna mi cara con su mano. Su toque es cálido, e
instantáneamente, me inclino hacia su toque como un gatito que quiere que lo acaricien—
. Todo va a estar bien. No iremos a ninguna parte.

Él no me puede garantizarme que no lo harán. Aun así, me consuela su promesa.

—Ahora, por favor dinos qué demonios pasó. ¿Cómo terminó Matt ayudándote?

Respiro profundamente antes de explicar toda la historia. Justo cuando termino,


llegamos a la casa. Oliver apaga el motor una vez que llegamos al final del camino de
entrada y todos salimos del auto. La mano de Sullivan nunca abandona mi cuerpo
mientras me ayuda en cada paso del camino Como si tuviera miedo de que vuelva a
desaparecer.

Ahora mismo, necesito su toque. Lo necesito como necesito mi próximo aliento.


Quiero que me toque más. Quiero que me rodee con sus brazos y nunca más me deje ir.
Quiero acurrucarme en la cama con los tres, que me rodeen como un muro protector.

En el camino hacia el interior de la casa, Banks se acerca a mi lado, mientras Oliver


abre la puerta.

—¿Tienes hambre, sed, estás cansada? —pregunta mientras toma mi mano en la


suya.

—Estoy bien. Un poco cansada, pero definitivamente sin hambre. Me alimentaron


bastante bien en ese hospital. Como era una instalación privada, en realidad tenían
comida con calidad de restaurante.

—Supongo que eso era lo único bueno del lugar. —No podría estar más de
acuerdo. Odiaba el lugar y odiaba que mi padre hubiera tratado de lastimar a mi bebé no
nacido allí.

Al entrar, Banks cierra la puerta detrás de él, girando todas las cerraduras en su
lugar. Oliver abre el camino hacia la sala de estar, y el resto de nosotros lo seguimos. Una
vez que estamos todos sentados en el sofá, dirijo toda mi atención a Oliver. No puedo
dejar que esto cuelgue en el aire entre nosotros. Necesito saber qué está pensando. Si está
de acuerdo con el bebé.

—¿Que yo esté embarazada es tan malo? ¿No quieres esto... a nosotros? —Mi voz
375

se quiebra al final, las emociones superan mi capacidad para hablar de manera uniforme.

El angelical rostro de Oliver cae. —Lo siento, Harlow. Todavía estoy tratando de
Página

entenderlo. Tú... nosotros, teniendo un hijo juntos. La idea de ello hace que mi corazón
estalle de felicidad. Yo solo… —se calla, pasando sus dedos por su espeso cabello castaño.
Puedo sentir su frustración desde donde está sentado.

—¿Cuál es el problema? Si estás tan feliz, ¿por qué pareces tan frustrado? ¿Por qué
pareces tan infeliz? —La mirada de Oliver choca con la mía y todo lo que nos rodea se
desvanece.

—Apenas podemos protegerte, Harlow. Cada vez que pensamos que estás a salvo,
parece haber otra amenaza acechando en las sombras, lista para alejarte de nosotros.
—La tristeza que irradia de él es sofocante—. ¿Tienes idea de cómo han sido los últimos
días para nosotros? Ahora que estás embarazada, solo va a empeorar. Es como si nunca
pudiéramos tener un descanso.

—Oh, Oliver —suspiro de alivio. Me levanto de donde estoy sentada, me arrastro


sobre su regazo, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello. Me da la bienvenida en
sus brazos, haciendo lo mismo, sus gigantes manos frotan suavemente mi espalda arriba
y abajo mientras salpica besos por toda mi cara. Quiere al bebé; solo tiene miedo de que
nos pase algo.

—Oliver tiene razón —murmura Banks después de un rato—. Hay algo que
debemos decirte. Otra cosa contra la que tenemos que protegerte.

Girando en el regazo de Oliver, miro hacia arriba entre los tres, esperando que uno
de ellos continúe. Cuando no lo hacen, abro la boca para hablar.

—¿Qué es?

Sullivan me lanza una mirada triste. —La policía llamó hoy más temprano... para
advertirnos —explica Sullivan—, Shelby escapó de la sala de psiquiatría anoche.

Es bueno que esté sentada porque si no lo estuviera, estaría en el suelo ahora


mismo.

—¿Qué? ¿Qué quieres decir con que escapó? ¿Cómo pudo escapar? Se suponía que
debía estar encerrada. —Esto es malo, muy malo. Ya puedo sentir la presión de lo que
esto significa asentarse sobre mis hombros. Ella escapó, está fuera, libre, haciendo Dios
sabe qué. Antes de saber lo que estoy haciendo, mis manos descansan sobre mi estómago,
acunando mi bulto imaginario. Hay mucho más en juego ahora, mucho más que solo
protegerme.
376

Todas las preocupaciones y miedos de Oliver, se estrellan contra mí entonces.


Página
Tiene razón, por muy triste que sea, tiene razón. Apenas puedo protegerme a mí
misma. ¿Cómo voy a proteger a este niño?

377
Página
45
El peso del mundo parece descansar sobre mis hombros. Hago lo básico;
ducharme, comer y tratar de dormir. Pasan los días y, una vez más, me encuentro
atrapada en esta casa, escondiéndome del mundo. Oliver y Sullivan se van a clase,
mientras que Banks se queda conmigo. Todos estuvimos de acuerdo en que regresar a
clases de nuevo era casi como apuntar una brillante flecha roja hacia donde estaba. Shelby
fácilmente podría llegar a mí si quisiera.

Y supongo que podría llegar a mí aquí también si realmente lo quisiera.

—Por favor, deja de fruncir el ceño, tu triste cara me entristece. —Banks hace
pucheros.

Eso me hace sonreír. —Es difícil ser feliz cuando parece como si todo se estuviera
derrumbando. Pensé que la habían encerrado para siempre. —Dejo caer mi mirada hacia
mis manos. —Pensé que estábamos a salvo. Ahora parece que todo lo que estábamos
haciendo era estar a la espera.

Las manos de Banks cubren las mías y se sienta en el cojín a mi lado. —Todo lo
que podemos hacer es esperar a que la policía la encuentre y, ahora mismo, nadie sabe
dónde está. ¿Quizás ella huyo lejos? ¿Tal vez decidió que lastimarte no era realmente lo
que quería después de todo?

—¿Realmente crees que ella escaparía sólo para ser libre, y no para rastrearme y
herirme más? —Levanto la mirada y lo miro con incredulidad. Si dice que sí, me veré
obligada a golpearlo con algo de sentido común.

—No, pero solo puedo esperar. Lo último que quiero es que ella intente ir tras de
ti.

—Igual. Todo lo que quiero es que desaparezcan todas las amenazas, todo el estrés.
—Haciendo una pausa, puedo sentir las emociones arremolinándose dentro de mí, como
lo hace una tormenta eléctrica—. Tengo miedo, y no solo por mí, sino también por el bebé.
¿Y si me encuentra? ¿Y si lastima al bebé?

Estoy perdiendo el control, mis pensamientos se dirigen a un lugar oscuro y


peligroso.
378

—Detente, ella no te tocará ni a ti ni al bebé, y no les va a pasar nada a ninguno de


los dos, no si tengo algo que decir al respecto. —El tono suave de Banks está destinado a
Página
tranquilizarme, a calmarme, pero nada evitará que me preocupe, nada más que saber que
ella está tras las rejas, donde realmente pertenece.

El zumbido de mi celular contra la mesa de café me hace tambalearme hacia el


dispositivo. Lo tomo en mis manos y miro el nombre parpadeando en la pantalla. Es mi
madrastra. ¿Qué podría querer?

Mi dedo se cierne sobre la tecla verde de respuesta, pero un movimiento de cabeza


de Banks me ayuda a tomar una decisión. Hablar con ella no me va a ayudar en nada, no
cuando todo lo que va a hacer es herirme más con sus odiosas palabras y decirme lo
horrible que soy por haber huido. Por lastimar a Matt.

—No sé lo que quiere, pero puedo decirte que no es nada bueno. Si tiene algo que
decir, dejará un mensaje de voz —dice Banks. Moviéndose del sofá y dirigiéndose a la
cocina—. ¿Tienes hambre? Tienes que tenerla. Sé que si estuviera embarazado, me estaría
comiendo la casa.

—Te comes la casa normalmente, así que, ¿cuál es la diferencia? —Me río.

Banks inclina la cabeza hacia un lado mientras abre el frigorífico e inspecciona su


contenido. —Supongo que no hay diferencia. ¿Quizás comería el doble entonces? ¿O
cuatro veces más desde que técnicamente ya como por dos?

Mi teléfono emite un pitido, indicándome que mi madrastra ha dejado un mensaje


de voz y, como tengo curiosidad, agarro el dispositivo y abro el mensaje de voz antes de
llevármelo al oído.

—Hola, cariño, soy yo. Solo quería llamar y asegurarme de que estuvieras bien.
Nos enteramos de que Shelby escapó de la sala de psiquiatría y quería advertirle y
asegurarme de que estuviera a salvo. Sé que terminamos mal las cosas en el hospital, pero
tu padre y yo solo queremos lo mejor para ti. Tenemos a la policía buscando a Shelby y
haremos todo lo posible para protegerte. Te amamos. Llámame a mí o a tu padre si
necesitas algo.

El mensaje de voz termina y me quedo con la boca abierta. ¿Cómo puede actuar
con tanta normalidad después de todo lo que pasó en el hospital? ¿Cómo pueden actuar
como si les importara una mierda lo que me pase?

—Te dije que nada bueno saldría de esa mujer —Banks interrumpe mis
379

pensamientos.
Página
—Afirma que quieren advertirme sobre Shelby, y que están trabajando con la
policía para atraparla. Que harán todo lo posible para protegerme.

Banks pone en blanco sus brillantes ojos azules, sacando cosas para hacer unos
sándwiches. —Pfft, ¿protegerte de qué? Ellos son la razón por la que todo esto sucedió.
Tu padre y Shelby son perfectos el uno para el otro, y tu madrastra es una perra caza-
fortunas. Todos deberían estar juntos en ese hospital psiquiátrico.

No se equivoca.

—Todo lo que quiero es que todo termine, que mi padre me deje en paz y me deje
ser feliz, y que Shelby obtenga lo que se merece.

—Sucederá. Nos aseguraremos de ello. Nadie va a hacerte daño nunca más. Tú y


ese bebé son las cosas más importantes para nosotros, y que me condenen si me quedo al
margen y dejo que la gente te haga daño otra vez.

Mi corazón decide hacer ese estúpido golpeteo en mi pecho, y no puedo evitar


sonreír, mis labios se mueven hacia los lados. Se siente extraño como si no debiera
hacerlo, pero quiero sonreír. Quiero ser feliz.

Juntos, Banks y yo almorzamos temprano. Después, nos relajamos en el sofá un


rato, donde él acuna mi barriga y le habla con voz de bebé. Me río tan fuerte que mis ojos
se llenan de lágrimas. Durante unas horas, me olvido de la tristeza que tenemos detrás,
de todos los obstáculos que tendremos que superar en el futuro y de todas las
incertidumbres que tendremos que afrontar.

En ese momento, no sabía que esta era la calma antes de la tormenta. Un momento
de dichosa felicidad antes de que todo se derrumbe sobre mí. Antes de que mi vida diera
un giro para peor.

—Creo que voy a tomar una siesta —bostezo después de haber estado acostados
por un tiempo.

—Adelante, limpiaré los platos de antes y quizás me una a ti en un rato.

—Muy bien, intentaré esperarte despierta —le digo y le planto un rápido beso en
sus muy besables labios. Quiero quedarme allí más tiempo, pero sé que si lo hago, nunca
podré tomar una siesta, y últimamente, eso es todo lo que quiero hacer. Dormir, comer y
380

dormir un poco más.

Al entrar en mi habitación, me doy cuenta de que ni siquiera necesito cambiarme


Página

de ropa, ya que me quedé en pijama todo el día. Me meto en mi cama, en la que raras
veces duermo. Normalmente paso la noche en una de las habitaciones de los chicos, pero
ellos todavía querían que tuviera mi propia habitación.

Mi cabeza golpea la almohada y una ola de agotamiento me invade. ¿Quién iba a


imaginar que alguien estaría cansado de no hacer nada en todo el día?

Con los ojos cerrados y la pesada manta envuelta a mí alrededor, el sueño me


encuentra rápidamente, arrastrándome a un sueño sin sueños. Antes de que mi cerebro
pueda apagarse por completo, el sonido del cristal rompiéndose me devuelve a la
realidad. Mis ojos parpadean y se abren, y por un momento, creo que tal vez lo he soñado.

Empujándome a una posición sentada, tiro la manta a un lado. No sé cómo, pero


instantáneamente sé que algo anda mal. La parte racional de mi cerebro me dice que me
calme, tal vez Banks simplemente dejó caer un vaso. Pero mi instinto me dice otra cosa,
que algo terrible está a punto de suceder. Es solo una sensación, pero es lo
suficientemente fuerte como para tomarlo en serio, muy en serio.

Todo el agotamiento se desvanece cuando la adrenalina se apodera de mí,


bombeando a través de mí con un furioso fuego. Conteniendo la respiración, escucho
cada ruido.

Cuando escucho de nuevo el rompimiento de vidrios, sé que mi intuición era


correcta. Abriendo la puerta, comienzo a caminar por el pasillo, mis pies golpean el piso
de madera en una ráfaga.

—¡Quédate arriba! —Banks grita desde algún lugar del primer piso,
escuchándome claramente—. Ve a tu habitación y cierra la puerta con llave.

Por un momento, me quedo ahí parada, con los pies pegados al suelo. Quiero
escucharlo, quiero estar a salvo, pero ¿cómo puedo dejarlo allí solo? ¿Y si Xander envió a
más tipos? ¿Y si...? No, no puedo pensar así.

Tengo que... ¿qué debo hacer? Oh Dios. Puedo sentir el aire entrando en mis
pulmones, pero no estoy respirando, no realmente. El aire dentro de ellos se calma.
Entonces me golpea. Necesito llamar a la policía. Dándome palmaditas, me doy cuenta
rápidamente de que no traje mi teléfono conmigo.

Mierda, todavía está en la mesa de la cocina.


381

Más cristales se rompen abajo, y me encuentro con que mis pies se mueven sin
pensarlo. No... espera... eso no fue abajo. Me doy la vuelta y miro en la dirección de donde
Página

creo que vino el sonido. Creo que esta vez vino de arriba. Alguien rompió una ventana
aquí arriba. Antes de que pueda empezar a moverme de nuevo, veo aparecer una figura
al final del pasillo.

Shelby.

Se ve tan diferente que casi no la reconozco. Su cabello, normalmente liso y


brillante, está despeinado y desordenado. Un mono gris que no le queda bien cubre su
esbelto cuerpo y, cuando mi mirada se mueve hacia abajo, me doy cuenta de que no lleva
zapatos. Los calcetines en sus pies son asquerosos, están cubiertos de tierra y barro y
tienen agujeros. Pero lo que la hace parecer una persona completamente diferente no es
su forma de vestir.

Son sus ojos.

La mirada en sus ojos es nada menos que escalofriante. Fría, indiferente,


desquiciada… jodidamente loca. ¿Cómo puede ser esta la chica que ha sido mi mejor
amiga toda mi vida?

—Hola, Harlow —saluda, e incluso su voz suena diferente, inquietante. Doy un


pequeño paso hacia atrás, lista para correr hacia las escaleras para alejarme de ella. Pero
cuando alcanza su espalda y saca un objeto negro de su cintura, me congelo. Mi corazón
se detiene. Mis pulmones se desinflan. Mi vida entera se hace añicos.

Un arma... ella tiene un arma.

—Shelby, por favor... —Levanto las manos con las palmas hacia arriba—. Por
favor, no hagas esto —le ruego, pero ella solo sonríe ante mi súplica. Sonríe como si esto
fuera una especie de broma para ella.

Banks debe escucharme, porque lo siguiente que sé es que está subiendo las
escaleras corriendo y llamándome.

—No te acerques jodidamente más —grita Shelby—. Si lo haces, le dispararé. ¡Lo


haré ahora mismo!

No miro atrás hacia Banks, pero puedo oír sus pasos vacilar en algún lugar detrás
de mí.

—Está bien, está bien, no me moveré —responde Banks, su voz anormalmente


temblorosa. Un marcado contraste con su habitual actitud arrogante e imperturbable.
382

Shelby se burla. —Todo esto es culpa tuya, ¿sabes? Tu papá y yo podríamos haber
Página

sido felices. Podría haberlo tenido todo. Él me ama, y la única razón por la que no
podemos estar juntos eres tú. —Me apunta con el arma mientras habla.
—¿Qué tengo que ver con la relación entre tú y mi padre? Si tengo algo que decir
al respecto, nunca lo volveré a ver. Puedes quedártelo.

Sus pálidas mejillas se sonrojan de ira. —¡Tiene todo que ver contigo! Cada vez
que estaba con él, de lo único que quería hablar era de ti. ¿Que estabas haciendo? ¿A
quién estabas viendo? Nunca le interesó lo que yo estaba haciendo. Todo lo que yo quería
era su atención. Quería que me viera a mi, y la única forma en que puedo tenerlo es
deshaciéndome de ti. Entonces todo será perfecto. —Su sonrisa es aterradora y hace que
la sangre de mis venas se convierta en hielo.

—¡Por favor, Shelby! Estoy embarazada —sollozo, acunando mi estómago.

—Lo sé —se ríe—. El plan no salió como esperaba. —Sacude la cabeza y apunta
con el arma al suelo.

—¿Qué quieres decir?

—¿Cómo crees que te quedaste embarazada en primer lugar? Cambié tus pastillas
por placebo. No has estado tomando nada más que caramelos de azúcar —admite,
sorprendiéndome como el infierno. Mi boca se abre y, por una vez, me quedo sin
palabras. ¿Ella...? ¿ella hizo esto?

—¿Por qué... por qué harías eso?

Encogiéndose de hombros, dice: —Pensé que si uno de los Bishop te dejaba


embarazada, tu padre finalmente te repudiaría. Supongo que no funcionó. Así que, voy
a volver al plan original que tenía. Apesta un poco, pero matarte es todo lo que puedo
hacer ahora.

Shelby levanta el arma de nuevo y mi boca se abre, un grito en el borde de mi


lengua. Entonces suena el timbre. Con el arma todavía apuntándome, inclina la cabeza,
mirándome con sorpresa e ira en sus ojos.

—¿Esperando a alguien?

—N-no lo sé... —Realmente no lo sé. ¿Estábamos esperando a alguien? No puedo


pensar con claridad con esa cosa apuntándome y mi vida en riesgo.

Nadie se mueve por un momento, y luego el timbre suena una vez más. Entonces
esa misma impaciente persona comienza a golpear la puerta principal, el repentino y
383

fuerte ruido me hace saltar.


Página
—Harlow, sé que estás ahí. ¡Abre! —La voz apagada de mi madrastra llega a través
de la pesada puerta principal y la casa silenciosa—. ¡No me iré hasta que abras esta puerta
y me hagas saber que estás bien!

¿Por qué demonios está mi madrastra aquí?

—Bueno, supongo que será mejor que la dejes entrar. Puedo seguir adelante y
matar dos pájaros de un tiro... O dos personas con un arma —se ríe Shelby.

—Si la lastimas, te juro por Dios que desearás no haber nacido nunca —amenaza
Banks.

Ella pone los ojos en blanco. —Ve a abrir la puerta, Romeo, o le dispararé ahora
mismo, y no podrás hacer nada para detenerme.

Al escuchar a Banks bajar las escaleras, empiezo a temblar; el miedo y el pánico


brotan.

—No tienes que hacer esto. Siempre hemos sido amigas y todavía podemos serlo.
Solo baja el arma. —Hago todo lo que puedo para mantener mi voz tranquila, pero Shelby
puede ver a través de mí, y en cambio, da un paso más cerca, sus ojos se oscurecen.

—Quizás hace mucho tiempo éramos amigas, pero ya no. Nunca más —se me
llenan los ojos de lágrimas porque, aunque Shelby esté loca y tan perdida como está, sigo
queriendo a la persona que una vez conocí. La persona que era mi amiga.

Puedo escuchar a alguien subir las escaleras, y cuando miro por encima del
hombro, encuentro a mi madrastra en lo alto del rellano. ¿Qué demonios está pasando?
Mi cuerpo está atrapado en la mira de dos mujeres locas.

—Shelby, no seas estúpida, suelta el arma. Harlow, todo va a estar bien. —Puedo
escuchar a mi madrastra hablando, pero no siento la emoción que hay en sus palabras.
Esto no va a estar bien. Nada de esto está bien.

—¿Yo? —Shelby se ríe como un villano malvado, y mi madrastra pasa a mi lado,


acercándose a ella—. No soy la estúpida. No soy yo quien ni siquiera se da cuenta de que
su esposo está enamorado de otra persona. Él me ama a mí, no a ti, vieja bruja. —Puedo
ver un destello del metal asomándose por la manga de mi madrastra, el borde de la
misma esta roja con sangre, gotas cayendo casualmente al suelo.
384

Lentamente, me llevo la mano a la boca para evitar que salga el grito. Banks. Oh,
Dios, no lo haría. Ella no lo haría.
Página
—Ja, entonces ¿por qué está conmigo? ¿Por qué llamó a la policía y te envió a un
manicomio? —Es como si estuviera viendo una pesadilla frente a mis ojos. Quiero apartar
la mirada, pero no puedo. Shelby levanta el arma hacia la cabeza de mi madrastra, pero
eso no parece desconcertarla—. ¿Eh? ¿Eso fue porque te ama?

—¡Cállate! —Shelby grita con la voz quebrada, la agonía brota de ella.

Pero mi madrastra no escucha, simplemente continúa empujándola cada vez más


cerca del proverbial borde. —No eras más que un coño conveniente para él. Necesitaba
que vigilaras a Harlow, y que le abrieras las piernas fue solo una ventaja adicional para
él.

—¡Detente, solo detente! —Shelby grita aún más fuerte esta vez, el sonido resuena
en mis oídos como una sirena. Levanta las manos, las presiona contra sus oídos y, como
un halcón, mis ojos permanecen en la pistola que aún está en sus manos. Con ella
apuntando lejos de nosotros, ahora es nuestra oportunidad. Entonces sucede.

En el momento en que el arma ya no apunta en la dirección de mi madrastra, ella


se lanza hacia Shelby. Todo pasa muy rápido; apenas puedo encontrarle sentido a todo.

Un sollozo se escapa de mis labios mientras miro impotente cómo la mujer que
siempre he conocido como mi madre clava el cuchillo ya ensangrentado en el pecho de
Shelby.

Por un momento, no puedo respirar, no puedo moverme, no puedo pensar. El


tiempo se desacelera y todo lo que puedo hacer es ver morir a Shelby. La chica que ha
sido mi compañera durante la mayor parte de mi vida me devuelve la mirada. Un cuchillo
clavado en su pecho, la sangre se filtra de la herida, empapando su mono gris. Sus
grandes ojos se clavan en los míos, su rostro palidece y sus ojos se quedan en blanco.

Puedo ver el momento exacto en que toda la vida la abandona. Un segundo ella
está de pie, al siguiente se derrumba al suelo, aterrizando en un montón. No sé por qué,
pero no puedo dejar de mirar la forma sin vida en el suelo. No puedo entender ni
comprender nada de lo que está sucediendo. Esto no puede ser real. Esto tiene que ser un
sueño.

Una pesadilla.

Sé que no debería, pero mis ojos se mueven por sí mismos desde su cuerpo
385

desplomado y hacia sus ojos. Me quedo boquiabierta ante la mirada vacía allí, de alguna
manera esperando que regrese algún tipo de chispa. Para que se despierte... pero es
Página
demasiado tarde. Ella se ha ido, toda su vida, todas las esperanzas y sueños, cada
recuerdo que alguna vez tuvo... desapareció. Así como así…

—Oh, vamos. No actúes como si realmente te preocuparas por ella —dice mi


madrastra con indiferencia, sin inmutarse por lo que acaba de hacer.

—T-tú la mataste —tartamudeo. Mi voz sale tan temblorosa como yo.

—¿Y qué? Ella se lo merecía. A decir verdad, debería haberla matado hace mucho
tiempo —admite. Inclinándose hacia donde el cuerpo de Shelby está tendido en el suelo,
saca el arma de su mano sin vida—. Y debería haberte matado cuando tu madre estaba
embarazada de ti. Me disculpo por haberte hecho pasar por todo esto solo para que
termine con el mismo resultado.

Conmoción es todo lo que siento. Temor. Ira. Tristeza. No siento ninguna de esas
emociones en ese momento. No como debería. Es como si estuviera teniendo una
experiencia extra corporal.

Ella mató a mi madre.

—¿Por qué te ves tan sorprendida?

Tragando saliva, empujo todo hacia abajo. Si voy a sobrevivir, tendré que
encontrar una forma de escapar de ella.

—¿Por qué… por qué la mataste? ¿Qué hizo ella para que quisieras matarla?

—Me quitó a tu padre, eso es lo que hizo. Se suponía que él siempre estaría
conmigo. Estábamos juntos y ella lo arruinó todo. Como ahora, cómo tú lo arruinaste
todo. Debería haberte matado junto con ella, pero tu padre y yo descubrimos desde el
principio que yo no podía tener hijos propios, así que pensé que podía criarte. Pensé que
él me amaría aún más por ello. —Oscuridad se apodera de sus rasgos. —De hecho pensé
que podía amarte, pero al igual que tu madre, no eres más que un inconveniente.

¿Un inconveniente?

La palabra me atraviesa como un cuchillo afilado. Tantas emociones me inundan


a la vez que no puedo decidir cuál es más grande... el dolor, la ira o la decepción. Estoy
tan decepcionada de mí misma. Decepcionada de haber dejado que esta mujer fuera parte
de mi vida durante tanto tiempo y no haber visto el tipo de persona que era en realidad.
386

Todo este tiempo, pensé que mi padre era el monstruo más grande, pero resultó que había
un mal peor al acecho.
Página
Quiero llorar, gritar, destruir a la mujer que tengo enfrente. La llamé mamá… a la
mujer que me arrebató a mi verdadera madre. Las paredes alrededor de mi frágil corazón
se derrumban cuando la realidad de todo se estrella contra mí.

Todo lo que pasó, cada cosa mala que me pasó, todo se reduce a la persona frente
a mí. Todo fue culpa suya, la rivalidad, las peleas entre las familias, todo fue culpa suya.

—Lamento que las cosas tengan que terminar de esta manera.

No sé qué me impulsa a hacerlo en ese momento, pero la empujo por los hombros.
Una mirada de horror parpadea en sus ojos y se tambalea hacia atrás, la pistola en su
mano cae al suelo con un ruido sordo. Mi corazón se acelera en mi pecho, el sonido de la
sangre golpea mis oídos, y me lanzo hacia ella sabiendo que si no la consigo, ella lo hará.
Se trata estrictamente de supervivencia ahora, y si alguien va a salir viva de esto, seré yo.

Mis dedos se envuelven alrededor del frío metal y me tambaleo hacia atrás, casi
tropezando con mis pies en el proceso. Temblores de miedo azotan mi cuerpo, y mi
mirada salvaje se dirige a mi madrastra. El peso de la pistola en mi mano es grande, pero
no me impide levantarla apuntando el cañón directamente a ella.

—No puedes hacerlo, Harlow. No eres una asesina. —Ella se burla, y mi dedo
tiembla mientras lo muevo hacia el gatillo.

Ella tiene razón, no soy una asesina, pero cuando se trata de proteger a mi bebé no
nacido, a los hombres que amo y a mí misma, me convertiré en lo que sea necesario.

—Harlow, no hagas algo con lo que no puedas vivir... —Su voz se desvanece, y
antes de que pueda siquiera pensar en ello, aprieto el gatillo. El retroceso del arma vibra
a través de mí, y observo completamente impasible cómo la bala atraviesa su pecho. Sus
ojos se agrandan y su boca se abre, pero las palabras nunca salen.

Un segundo después, cae, al igual que lo hizo Shelby. Todo mi cuerpo se contrae,
y luego empiezo a temblar viendo como muere la única persona que he tenido como
figura materna. Obligándome a moverme, dejo caer el arma y doy la vuelta corriendo
escaleras abajo.

Una vez que llego al último escalón, grito: —¿Banks? ¿Banks?

—Por aquí —responde débilmente, y me apresuro en la dirección de su voz,


387

encontrándolo en el suelo cerca de la puerta. Mis manos comienzan a moverse,


inspeccionándolo tal como lo hacen mis ojos. Su mano está presionada a su costado, la
Página
brillante sangre roja se filtra a través de su camisa, y apenas puedo respirar mientras lo
miro a los ojos.

—Por favor, no te mueras, Banks. —Las lágrimas caen, patinando por mis mejillas,
pero ni siquiera las siento. Todo lo que puedo ver es sangre, está por todas partes, en mis
manos, en el suelo. La muerte me rodea y me niego a dejar que reclame a otra persona.

—Banks —gimo, pero él se está desvaneciendo lentamente, el color está


desapareciendo de su cara. Ha perdido mucha sangre y no hay nada que yo pueda hacer.

—Te amo —dice, pero suena como un resuello. Sus brillantes ojos azules se cierran
y el pánico se apodera de mi corazón.

—No lo hagas. Detente. Este no es el final. ¡Banks! —Grito, presionando más fuerte
contra la herida. Las sirenas suenan en la distancia, pero parece que es demasiado tarde.
Puedo sentirlo dejándome.

—¡Por favor, Banks! Quédate conmigo —sollozo, pero él no me escucha. No abre


los ojos y, cuando llegó la ambulancia, ya no tengo más lágrimas para llorar. Al final, mi
madrastra me quitó más de lo que jamás hubiera imaginado. Más de lo que creo que mi
corazón puede soportar.

388
Página
EPÍLOGO

Un Año Después

Dicen que el tiempo cura todas las heridas, y yo lo creo. Creo que a medida que
pasa el tiempo el dolor y la pérdida, todo se vuelve más fácil de manejar. El dolor se
vuelve menor, la tristeza no es tan sofocante y, poco a poco, la ira hacia todo eso se
desvanece.

—¿Estás segura de que estás lista para hacer esto? —Pregunta Sullivan.

—Honestamente, no estoy segura —digo, mirando a nuestra hija de cuatro meses.


Todavía es tan pequeña, tan frágil. Aunque sé que Caroline cuidará de ella, es difícil
dejarla ir. Incluso si es solo por unas pocas horas.

—Prometo que la pequeña Phoebe estará perfectamente bien conmigo


—dice Caroline—. Nos divertiremos mucho viendo películas clásicas, leyendo cuentos y
cantando esa canción del tiburón bebé antes de que sea hora de dormir.

—Oh, Dios, ya no puedo escuchar más esa canción —frunce el ceño Sullivan.

—¡Pero a ella le encanta! —Interrumpo—. Y lo que es más importante, la hace


dormir.

—Probablemente quiera irse a dormir para alejarse de esa canción —sonríe


Sullivan.

—Ustedes sólo necesitan un descanso, eso es todo. Así que, vayan, salgan de la
casa. Vayan a divertirse. Les enviaré actualizaciones cada diez minutos si eso calma su
mente. Por favor, vayan a hacer algo. —Sé que está bromeando, pero en realidad me gusta
la idea de la actualización cada diez minutos. El último año ha sido una locura y proteger
a nuestra hija es lo más importante para mí. Desde su nacimiento, he estado con ella cada
segundo de cada día.

—No la tientes; ella te obligará a hacerlo —se ríe Oliver, caminando hacia la sala
de estar.

—No lo haré —miento, mis labios dibujan en una sonrisa maliciosa.

—Ella lo hará, y eso está bien. Envíanos actualizaciones periódicas. Mantendremos


389

a Harlow lo suficientemente ocupada como para quitar la preocupación de su mente.

Caroline arruga la nariz. —Ew, eso es asqueroso. No quiero oír hablar de su vida
Página

sexual.
Sacudiendo la cabeza, le doy a Phoebe un último beso antes de asegurarla al
asiento del coche.

Puedes hacerlo. Puedes hacerlo. Son solo unas pocas horas. Me digo a mí misma.

—Muy bien, los veremos más tarde —anuncia Caroline mientras sale por la puerta,
llevándose toda mi vida con ella.

Observo desde la ventana como una niña pequeña mientras la mete en el auto,
asegurando el asiento del auto en la base.

—Ella va a volver, ya sabes —susurra Sullivan en el contorno de mi oído, y un


escalofrío recorre mi espalda. Es una locura lo fáciles que son cuando se trata de mi
cuerpo. Con ellos, estoy en sintonía, cada músculo, cada latido de mi corazón, me poseen,
me consumen. No hay ellos y yo. Sólo hay nosotros ahora.

—Lo sé, pero es tan difícil. Nunca he estado lejos de ella, y todo en lo que puedo
pensar es si va a tener suficientes abrazos. ¿Me va a extrañar? ¿Y si llora y Caroline no
sabe qué hacer? —Estoy divagando ahora, pero estas son todas las cosas que me
preocupan como madre primeriza.

—Permítanos sacar de tu mente las cosas pequeñas durante unas horas. —Banks
se acerca sigilosamente detrás de mí, me rodea con sus brazos y me lleva de vuelta a su
pecho. Su calidez me cubre y me derrito ante su toque, dejándolo que me guíe al
dormitorio. Desde todo lo que pasó, conseguimos una nueva casa en una nueva zona,
lejos de Bayshore. Queríamos una nueva vida, un nuevo comienzo, y eso significaba dejar
atrás el pasado.

Con Shelby y mi madrastra muertas, las cosas finalmente se han vuelto más fáciles,
más seguras y mucho menos complicadas. Pero el pasado siempre será parte de mí, no
importa cuánto intente olvidarlo. Siempre estará allí.

Mi padre ha intentado ponerse en contacto conmigo varias veces, pero nunca me


he atrevido a hablar con él. Las dos personas que sorprendentemente se quedaron en mi
vida son Matt y George Bishop. No hablo con Matt a menudo, pero seguimos siendo
amigos. Todos salimos unas cuantas veces y los chicos también se hicieron sus amigos.
George me ha estado hablando de mi mamá, mi verdadera mamá. La oportunidad de
conocerla me fue arrebatada hace mucho tiempo, pero al menos tengo sus historias para
390

conocerla.
Página
—¿Qué es exactamente lo que vas a hacer para ayudar a olvidarme de las cosas? —
Sonrío, sabiendo muy bien lo que todos han planeado—. ¿No le dijimos a Caroline que
íbamos a cenar y a beber algo?

Sullivan se ríe y puedo sentir ese profundo sonido ronco en mis huesos. —Sí,
todavía podríamos hacer eso, pero realmente pensamos en otra cosa... algo mejor.

—Habría sido extraño decirle a Caroline lo que realmente habíamos planeado


—señala Banks—. Oye, Caroline, ¿podrías cuidar a nuestro bebé para que podamos tener
un festival de sexo ininterrumpido?

Oliver golpea a Banks en el brazo, haciéndome reír.

—Eres tan romántico, pero tienes razón —bromeo—. Entonces... ¿qué es


exactamente lo que tienen planeado?

—Síguenos y te lo mostraremos —dice Oliver, tendiéndome la mano. Lo tomo con


entusiasmo y dejo que me lleve escaleras arriba. Banks y Sullivan lo siguen de cerca.

Me llevan a mi habitación, en la que casi nunca duermo, y Oliver me hace señas


para que abra la puerta. Agarro el pomo de latón, giro y empujo la puerta para abrirla.
Cuando veo el interior de la habitación, no puedo evitar jadear.

Todo el espacio está bellamente decorado. Hay velas colocadas en la cómoda y el


escritorio, iluminando la habitación con una luz tenue y romántica. Hay flores recién
cortadas en mi mesa de noche, lo que le da al espacio un aroma fresco y floral, y pétalos
de rosa están artísticamente colocados en forma de corazón sobre la cama, haciendo que
todo sea perfecto.

—Oh, chicos. Me encanta —digo, teniendo que contener las lágrimas. Lágrimas de
felicidad, por supuesto. Soy tan feliz e increíblemente afortunada. No solo encontré al
hombre de mis sueños, sino que encontré a tres. Tres hombres maravillosos que me aman
y harían cualquier cosa por mí y mi felicidad.

Entramos en la habitación y, como siempre, Banks es el primero en perder la


paciencia. Me río cuando se abalanza sobre mí como un animal salvaje. Sus labios chocan
contra los míos, robando el aire de mis pulmones. Su beso me consume mientras levanto
su camisa mientras él desabrocha mis pantalones. Solo rompemos el beso para sacarle la
camisa por la cabeza. La tela aterriza en algún lugar del otro lado de la habitación.
391

Tan pronto como la parte superior del cuerpo de Banks está libre, paso mis manos
Página

por su pecho, deteniéndome en la pequeña cicatriz levantada donde fue apuñalado.


Es difícil creer que algo que es tan pequeño ahora, apenas perceptible, casi le cuesta
la vida. Me estremezco de solo pensarlo, reviviendo esos momentos de cuando estaba en
el hospital, luchando por su vida mientras Sullivan y Oliver me prometían que todo iba
a estar bien. Recuerdo como me derrumbé, sin saber si alguna vez volveríamos a estar
juntos otra vez.

Alguien se mueve detrás de mí, y empieza a levantarme la blusa, y Banks pasa de


mi boca a mis senos. Bajando las copas de mi sostén y liberando mis pechos, cierra sus
labios alrededor de uno de mis pezones. Mi cabeza cae hacia atrás y gimo, justo cuando
me quitan la blusa por la cabeza.

—Hueles divino —susurra Oliver contra la tierna piel de mi cuello mientras


desabrocha mi sostén, dejándolo caer al suelo. Empieza a salpicar besos con la boca
abierta a lo largo de mi cuello, hombros y mi columna mientras su hermano presta
especial atención a mi pecho.

—Acuéstala en la cama, para que podamos mostrarle la otra sorpresa —insta


Sullivan, y lo siguiente que sé es que Banks me rodea con sus brazos y me levanta. Le
rodeo el cuello con los brazos y empiezo a reír como una colegiala.

Me deposita suavemente en la cama y me quita las bragas en el siguiente momento,


dejándome completamente desnuda. Cuando miro hacia arriba, veo a Sullivan
sosteniendo un pequeño frasco de loción o tal vez aceite, realmente no puedo decirlo.

—Vamos a darte un masaje relajante —sonríe Oliver, dejando que Sullivan le eche
un poco de líquido en la palma de la mano.

—Sí, un masaje muy, muy relajante —agrega Banks con un guiño, mientras
también recibe lo que parece ser aceite de masaje en sus manos.

Sonrío de nuevo, pero la sonrisa se convierte en un suspiro cuando las manos


calientes y aceitosas de Banks aterrizan sobre mí, trabajando lentamente en mis tensos
músculos.

—¿Dónde aprendiste a hacer eso? —Suspiro, derritiéndome en el colchón. Las


manos de Banks se mueven por mi cuerpo, mientras Sullivan se sube a la cama y
comienza a masajearme los hombros y el cuello. Oliver atiende mis pies, y justo entonces,
empieza a sentirse como me imagino que se siente el cielo.
392

Sus grandes manos trabajan mis músculos tensos y mi tierna carne hasta que no
soy más que una masa líquida flotando en el centro de la cama.
Página
—Espero que estés lista para nosotros —susurra Sullivan mientras se inclina y
mordisquea el lóbulo de mi oreja. Banks aprovecha ese momento para chupar uno de mis
pezones en su boca y Oliver, bueno, extiende mis muslos y se instala entre ellos. Puedo
sentir el calor de su aliento contra mi núcleo y me estremezco.

—Oh, Dios. No me va a tomar mucho tiempo con ustedes tres —me quejo, aunque
en realidad no es una queja—. Pero aun así, no puedo tener suficiente de ustedes. No creo
que nunca sea suficiente...

—Eso está bien. Tenemos horas y días, y si eso no es suficiente, también tenemos
años. —Sullivan dice, chupando mi garganta lo suficientemente fuerte como para dejar
un chupetón. Abro la boca para hablar, pero las palabras se pierden cuando siento la
áspera lengua de Oliver contra mi hendidura. Al mismo tiempo, Banks pellizca uno de
mis pezones y no puedo evitarlo.

Mi coño chorrea a borbotones y mis muslos tiemblan con el inminente placer que
está a punto de ser traído sobre mí. Con mi clítoris en su boca, Oliver entra en mí con dos
dedos, bombeando dentro y fuera de mí con una pizca de resistencia.

—Jódeme, mi polla está más dura que el acero en este momento —dice Banks, su
voz amortiguada en mi pecho. Intento concentrarme en cada uno de ellos
individualmente, pero no puedo. El placer aumenta segundo a segundo y no me lleva
mucho tiempo salir disparada.

—Vente, bebé, córrete por toda la lengua de mi hermano —las sucias palabras de
Sullivan solo me animan a seguir adelante, y con un grito ahogado, levanto las caderas y
me deshago, presionando mi núcleo contra la cara de Oliver. Como un animal salvaje,
continúa dándose un festín conmigo, sin dejar ni una gota de mi liberación. Cuando
termina, estoy completamente agotada y los hermanos se alejan de mí para quitarse su
propia ropa.

Mirándolos a través de mis ojos entrecerrados, admiro cada uno de sus cuerpos,
mi boca se hace agua cuando sus pollas duras como una roca aparecen a la vista.

—¿Estás listo para ser follada? —Banks gruñe y muerdo mi labio inferior
seductoramente antes de asentir con la cabeza. Acaricia su polla arriba y abajo un par de
veces con el aceite que usaron antes en mi cuerpo. Entonces me están moviendo.
393

Banks me levanta, y yo me estiro, presionando mis manos sobre su perfecto pecho


mientras me empala en su polla de una sola embestida. Mi mirada se amplia y mi lengua
Página

se desliza sobre mi labio inferior. Dulce bebé Jesús.


Él sigue dentro de mí, y juro que es como si hubiera crecido, se hubiera hecho más
grande. No duele, pero me siento más llena. Oliver aparece frente a mí y Sullivan se
presiona contra mi espalda, doblándome a su voluntad. Los dedos de Banks se clavan en
la carne de mis caderas, manteniéndome en mi lugar mientras flexiona sus caderas, su
polla me parte en dos. Al mismo tiempo, Oliver comienza a acariciar su polla, la punta
de hongo es roja y de aspecto doloroso, y todo lo que se me ocurre es aliviar su dolor.

—¿Quieres mi polla en tu boca? —pregunta, su voz gruesa y embriagadora


disparando rayos de placer a través de mí.

—Sí —jadeo, justo cuando Sullivan comienza a lubricar mi fruncido culo con el
aceite. Sus dedos sondean la entrada antes de deslizarse con facilidad. Lentamente me
folla el culo con los dedos mientras Banks entra y sale de mí de manera constante.

Como una gata en celo, maúllo, el sonido irradia a través de la polla de Oliver, que
estoy chupando como una paleta. Meciéndome de un lado a otro entre Sullivan y Banks,
poco a poco encontramos un ritmo que funciona para todos nosotros.

—Joder, sí, chúpame, bebé. Quiero bajar por tu garganta. Llenar tu vientre con mi
semen. —Mmm sí. Chupándolo más fuerte, lo llevo más profundo en mi boca,
atragantándome cuando pasa sus dedos por mi cabello y me sostiene contra su ingle. Mis
pulmones arden y mis ojos lloran, pero tan pronto como él se retira y veo el placer
acumulándose en sus ojos, lo hago de nuevo. Con cada agujero lleno, no me toma mucho
tiempo derrumbarme, y con mi orgasmo atraigo los orgasmos de los hermanos.

Banks es el primero en correrse, gimiendo mientras mi apretado coño extrae cada


gota de caliente y pegajosa semilla de su polla. Oliver es el siguiente, y acaricio sus bolas
mientras sostiene mi cabeza en su lugar, follando mi garganta hasta que finalmente
alcanza el clímax. Lo chupo hasta que se ablanda y se desliza de mi boca. Presiona un
beso en la comisura de mi boca mientras se levanta de la cama, probablemente yendo al
baño.

Con dos de los tres ya terminados, empujo hacia atrás contra Sullivan, y él
responde a mi empuje, golpeándome con la misma intensa necesidad. Su toque es duro,
y todo lo que puedo sentir es su polla tomando mi culo.

—Por favor, llena mi culo con tu semen —lloriqueo, sabiendo cómo le encanta
cuando hablo sucio. Mirándolo por encima del hombro, nos miramos a los ojos, y sus
394

embestidas se vuelven más duras, casi dolorosas, pero como una erupción volcánica,
siento que mi propio clímax se acerca sigilosamente. Empujón. Empujón. El sonido de
Página
nuestra piel golpeando llena la habitación, y mi boca se abre, dejando escapar un
placentero gemido.

Banks me sonríe, y puedo sentir la mordedura del dolor cuando hace rodar mis
endurecidos pezones entre dos dedos.

—Vamos, bebé, puedes correrte otra vez. Sé que puedes… —Banks me alienta, la
mirada en sus ojos es oscura, ardiente, y como olas golpeando en la playa, mi orgasmo
golpea contra mí. Al mismo tiempo, un rugido que podría despertar a los muertos
atraviesa el aire. Dejándome caer contra el sudoroso cuerpo de Banks, sonrío flotando
desde mi propio orgasmo mientras Sullivan me llena con cada gota de su liberación.

Mis párpados empiezan a ponerse pesados inmediatamente después. Ha pasado


mucho tiempo desde que hicimos un trío, y con un bebé, no hay mucho tiempo para el
sexo, y mucho menos con los tres.

—¿Estás bien? —Pregunta Sullivan, sus dedos acariciando mi espalda.

—Más que bien. Estoy bastante segura de que me he convertido en un montón de


papilla líquida.

—No te preocupes, te dejaremos dormir un rato antes de continuar con la segunda


ronda.

Eso hace que me anime- —¿Segunda ronda? —Ruedo fuera de Banks y me siento
en la cama, mis ojos se mueven entre los tres hombres que amo.

—Sí, ronda dos, y tres, y cuatro, y...

Oliver pone los ojos en blanco. —Creo que lo entiende. Queremos follarla

—Oh, eso no es lo único que queremos. —Banks se ríe y salta de la cama.


Confusión ni siquiera es la palabra que usaría para describir cómo me siento, aun así
tengo el ceño fruncido y trato de comprender lo que está sucediendo.

—¿Qué quieres decir? —Dirijo mi pregunta a los tres.

—Empezamos como enemigos —dice Oliver.

—Nos convertimos en amantes —dice Sullivan a continuación.


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—Nos hemos salvado el uno al otro y hemos tenido un bebé —agrega Banks.

—¿Y? —Digo, mi corazón late queriendo salir de mi pecho.


Página
Los hermanos se miran entre sí antes de que Sullivan saque una caja de terciopelo
negro. Es entonces cuando sé lo que está pasando.

—¿Nos harás el honor de convertirte en la Sra. Bishop?

¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué le digo a eso? ¿Después de todo lo que hemos pasado?
Después de todo lo que ha pasado, no hay forma de que pueda decir que no.

Somos más que rivales predestinados.

Somos amantes, somos una familia y juntos superamos las probabilidades.


Conseguimos nuestro felices para siempre, y mucho más.

—Por-jodidamente-supuesto. Nada me encantaría más que estar atada a los tres


hombres que amo de por vida.

Algo que se asemeja al alivio aparece en cada uno de sus rostros, y en segundos el
pesado anillo con tres piedras de diamante es colocado en mi dedo. Ubicado entre los tres
diamantes hay uno más pequeño, y sé de inmediato el simbolismo de ese anillo. Fue
diseñado con un propósito. Nuestra historia.

Tres hermanos.

Una historia de amor.

Toda una vida de amor.

FIN

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SOBRE LAS AUTORAS
J.L. Beck y C. Hallman son un dúo de autoras internacionales que escriben
romance contemporáneo y oscuro.

397
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Traducción y Corrección realizadas por:
MR
Para:
La Magia

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