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Seguridad Ciudadana en Bogotá 2022

Andrés Felipe Ortega Gómez

De acuerdo con la más reciente encuesta de Invamer Gallup la percepción de


inseguridad de los bogotanos se mantiene en una tendencia al alza en los últimos
cortes longitudinales de la medición. Si bien se suele establecer una diferencia
entre los indicadores de delitos “duros” (Estos elementos son las muertes violentas
(que incluyen los homicidios, los suicidios, las muertes por accidentes de tránsito y
las causadas por otras acciones violentas) y los delitos de alto impacto
(relacionados con el hurto calificado a personas, el asalto a residencias, entidades
financieras, establecimientos comerciales y el robo de vehículos y motos) y el
sentimiento de miedo, no se puede negar que los ciudadanos/as de Bogotá se
enfrentan a episodios de incertidumbre, miedo y riesgo ya sea por episodios como
las violencias de género que viven mujeres y otras identidades como por
situaciones propias de la cotidianidad de la ciudad.
Lo que significa que cualquier avance en materia seguridad implica un aumento de
la demanda social de servicios públicos de seguridad. Esto significa que la
ciudadanía se tornará más intolerante al riesgo criminal y delincuencial, lo cual es
una ventaja para la sociedad, pero implica por una parte una mayor sensibilidad de
la percepción de inseguridad y por otra parte, para la Administración y el Estado,
una cada vez mejor y más pronta respuesta a la demanda ciudadana.
En efecto, se atiene a los individuos que la sufren (mujeres, niños, ancianos o
discapacitados), los agentes que la cometen (pandillas, traficantes de drogas,
jóvenes, muchedumbres, grupos armados), la naturaleza de la agresión
(psicológica, física o sexual) y el motivo (político, racial, económico, instrumental,
emocional) o la relación entre la persona que padece la violencia y la que comete
(parientes, amigos, conocidos o extraños). (Frühling, Tulchin y Goldin 2005: 124).
Estos episodios conforman una tipología de violencia urbana que está relacionada
con redes de relaciones y organizaciones propias de dinámicas del crimen
organizado, como las que vimos en abril de 2022, es decir, la práctica de
descuartizamientos.
La seguridad está amenazada, en particular, por el aumento de la criminalidad y el
uso de la violencia como forma de resolución de conflictos, configurando a América
Latina como una de las regiones más violenta del mundo. La criminalidad y la
violencia tienen efecto principalmente, pero no únicamente, en la construcción y
mantenimiento de la gobernabilidad y esto es un fenómeno que hemos visto no
sólo en Bogotá sino en Medellín, Cali y Barranquilla por mencionar algunos
ejemplos. la descentralización de los asuntos de seguridad ha hecho que los
gobiernos locales jueguen un papel cada vez más activo en la formulación de
políticas que garanticen la seguridad de los ciudadanos.
Para combatir estos fenómenos se hace necesario considerar la influencia de tres
variables tales como la desigualdad en los ingresos, la falta de eficacia en el sistema
judicial y la existencia de órdenes sociales producto de la existencia de mercados
ilegales de drogas ilícitas. La Alcaldía de Bogotá debe trabajar sobre tres elementos
fundamentales: confianza en las instituciones de control, desempleo, pobreza e
inequidad. Situaciones que tanto la movilización social ciudadana de los últimos
tres años, así como los efectos socio económicos de la pandemia han instalado en la
agenda pública.
Reconociendo la atribución y competencia que por ley se le otorga al Alcalde para
ser el responsable de los temas de orden público en su ciudad, el caso bogotano se
ha valido de diversas estrategias para enfrentar las problemáticas que alteran al
mismo, sean de orden endógeno (como lo relativo a los diferentes tipos de
violencia, la inseguridad, la criminalidad) o de orden exógeno (como los relativos a
efectos del conflicto armado y el narcotráfico), y buscar que el tema de la seguridad
ciudadana no sólo se refleje en índices cuantitativos sino también en percepciones
de los ciudadanos, para que se sientan seguros allí donde viven. Sin embargo, en el
último período se ha caracterizado por medidas contrarias a la evidencia científica,
como en el caso de la fallida prohibición del parrillero en moto o la tensa relación
con la Dirección Nacional de Policía. Como señala César Restrepo, “La ciudad de
Bogotá está secuestrada por esta fórmula de pocos resultados que ha causado un
desgaste reputacional creciente de las instituciones, ha debilitado la confianza de
los ciudadanos y empieza a erosionar su competitividad”.
Por otro lado, la seguridad ciudadana adquiere un tema fundamental en la agenda
y la institución policial como garante de ella merece un estudio y la
implementación de acciones que reconfiguren su hacer en el nuevo escenario
estratégico que estamos viviendo.
Para cerrar
La seguridad ciudadana está dirigida al individuo y a la posibilidad de que éste
ejerza y goce de las libertades, derechos y deberes consagrados enmarcados en la
colectividad, que busca preservar un ambiente sano y tranquilo. En última
instancia, el bienestar general del colectivo es a lo que se dirige la seguridad
ciudadana.
La variable principal de las reflexiones de políticas de seguridad ciudadana
enmarca la protección y el libre ejercicio de libertades y derechos de los ciudadanos
sin por ello minimizar los factores de criminalidad.

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