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El concepto de enfermedad en la medicina popular


como organizador de las experiencias.
Patricia Aguirre . Antropóloga

Resumen

Este trabajo , realizado en 1981, trata sobre la actuación de una curandera “la Tana” del
partido de La Matanza en el Gran Buenos Aires quien aborda una enfermedad familiar
planteada en la relación entre una madre y sus bebes gracias a su vinculación socio-
axiológica con ella.

Descripción del caso

La Tana es una curandera reconocida por los pobladores de la Matanza, vivía


frente a uno de los Centros de Salud “completando” los tratamientos que allí se
impartían con sus técnicas de medicina popular. Durante un año la acompañé en sus
sesiones terapéuticas que consistían fundamentalmente en maniobras y oraciones.
En el caso que nos ocupa los pacientes son dos mellizos sietemesinos, de dos
meses de edad, son traídos por su madre y su abuela quienes viajaron 15 km para ver a
la Tana. El motivo de la consulta es relatado por la madre : los niños “lloran demasiado”
Han consultado previamente al pediatra del Centro de Salud quién les ha dicho que “los
niños están clínicamente sanos” de manera que su llanto se debe a “malestares
momentáneos, no tiene por qué preocuparse”.
Resumimos las escenas claves de la consulta: La madre y la abuela explican el
motivo de la consulta: los niños lloran demasiado, lloran y no paran de llorar. La Tana
empieza a revisar al mas chiquito sobre una mesa, lo masajea, junta sus manitas para
diagnosticar “estómago caído”, luego une por la espalda la mano izquierda con el pie
derecho y verifica la “caída de la paletilla”, además descubre que tienen “pata de cabra”
y -mientras va conversando con la madre sobre las características del llanto de los
niños- busca y revienta las cuevas de los “microbios”1. Finalmente tira del cuerito para
acabar con un posible “empacho”.
Mientras hace esto pregunta a la madre Cómo es el llanto de los bebes? Ante el
desconocimiento de la madre, que solo desea que el llanto termine, la curandera le
indica que el tono, la duración, el horario y la ocasión del llanto permiten diagnosticar la
evolución de las enfermedades por lo tanto, en vez de intentar no escucharlo, la madre
deberá prestar atención al llanto de los bebés y describirlo con precisión en la próxima
visita.
Madre y abuela debieron visitar a la curandera nueve veces a razón de dos veces por
semana y cada vez los niños fueron sometidos a la “tirada del cuerito”, “dar vuelta la
pisada” y masajes en busca de la “destrucción de las cuevas de los microbios”.
Mientras realizaba estas operaciones la Tana pedía descripciones minuciosas
del tipo, ocasión y duración del llanto de los niños.

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Según esta curandera existen tres tipos de enfermedades: las que son causada por agentes (místicos o
no), las enfermedades funcionales y aquellas causadas por microbios. Los primeros producen las
“enfermedades del espíritu” y su remedio son las “curas de palabra”oraciones y fórmulas mágicas. Las
segundas corresponden a clasificaciones anatómico-fisiológicas particulares, como la caída de la paletilla,
hueso no identificado que cae dentro del abdomen obturando orificios tampoco coincidentes con la
anatomía académica y su tratamiento se realiza con masajes y manipulaciones en busca de volver tal
hueso a su lugar. Los “microbios” para la Tana “son bichos grandes como gusanos, transparentes, de dos
colas y un dedo de grueso” que “forman cuevas en el cuerpo, principalmente a lo largo de la columna
vertebral, las que deben ser localizadas y destruidas por presión.
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Según la madre sus hijos lloraban porque eran “braceros”, “mañeros”,


“malcriados” o “malos”, porque “se acostumbran a estar encima y no quieren estar en la
canasta”.
La Tana, en tanto, atribuyó permanentemente el llanto al dolor que causan las
enfermedades que había diagnosticado. “Están enfermos, les duele muchísimo” “el
estómago caído hace retorcerse a los grandes, imaginate cuánto sufre un bebe” “no
conocen otra cosa que tu corazón por eso quieren estar cerca del tuyo cuando les duele”.
Al promediar las nueve sesiones la madre fue advirtiendo que lloraban menos, a
lo que la Tana explicó que había cortado el “empacho” y terminado con las cuevas de
microbios. Al finalizar las sesiones tanto la paletilla como el estómago habían vuelto a
su lugar, los niños ya no lloraban y ambas los declararon curados.

3.- La designación de enfermedad

La base sobre la que se asienta el tratamiento está constituida, en primer lugar


por la identidad del sustrato cultural al que pertenecen paciente y curandera, de ese
grupo de migrantes internos de segunda generación asentados en La Matanza provienen
sus valores y -entre otros- los conceptos de salud y enfermedad con que se manejan. Es
la cultura compartida la que avala la realidad de la enfermedad y la eficacia de los
métodos utilizados para curarla.
Poco importa que los niños estén –como dice el pediatra: “clínicamente sanos” si
su madre-nexo entre ellos y su ambiente- los siente enfermos. La enfermedad es real
para ella porque cree en ella y está avalada por un grupo que la admite. Ella designa
como enfermos a sus hijos y al no encontrar respuesta en el pediatra recurre a la
curandera que a través de categorías compartidas de salud-enfermedad diagnostica las
dolencias y le ofrece una solución. Sin embargo la curandera hará, además, otra cosa y
es ubicar al “verdadero paciente” que no son los niños sino la joven madre que primero
busca ayuda en el pediatra y cuando éste no satisface su reclamo, ya sea porque no
comparte su sistema de valores o porque se dirige solamente a los niños y no a la
relación madre-hijo, entonces recurre a la curandera.2
La Tana en ningún momento negará o restará importancia al hecho por el que se
la consulta. Si la madre cree que sus hijos están enfermos porque entiende que lloran
demasiado, entonces este es un hecho cierto y habrá que buscar sus causas.
Existe, en una persona que concurre a un centro de salud, un presupuesto básico
y es que las causas de sus preocupaciones están relacionadas con la enfermedad, la
población no problematiza la salud (por eso es tan difícil trabajar en prevención) si
concurre es porque existe alguna enfermedad. Aquí, paradójicamente, afirmar la salud
es contraproducente: el criterio de enfermedad permite organizar la experiencia del
llanto anormal, dándole un nombre y acercando una solución. Adoptar el criterio de
enfermedad le permite a la madre limitar sus dudas enfrentándolas con solo dos
soluciones posibles: la cura o la muerte.3

3.- Ubicación del paciente

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Nuestra experiencia indica que lo común en la población de La Matanza son tratamientos mixtos
combinando las dos medicinas. Se concurre al centro de salud pero también al curandero que aporta los
elementos de la medicina tradicional a los cuales se atribuirá finalmente la cura
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La cronicidad de una enfermedad es difícil de concebir entre la población que abordamos, y
especialmente negada en los niños, ésta clasificación se reserva para los ancianos. Dentro del esquema de
esta línea de la medicina popular, siempre debe haber un desenlace, o la enfermedad termina o termina
con el paciente.
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La madre, 19 años, recién casada, primípara, ama de casa viviendo en un contexto de


extrema pobreza, se ve obligada a grandes esfuerzos para la realización de las tareas
domésticas (por ejemplo debe caminar 5 cuadras para acceder a una canilla pública
desde donde acarrea el agua). Pasa la mayor parte del día sola con sus bebes, esperando
a su marido, de 19 años, jornalero en un frigorífico, quien sale muy temprano y regresa
cansado al anochecer. Temerosa de que no encuentre su hogar lo suficientemente grato
y la abandone, registra que justamente en esas horas compartidas: los bebes lloran y
lloran.
Advertimos que el problema no es el llanto sino la solución intentada para
eliminarlo a saber: no levantarlos de la cuna, dejarlos llorar. Es justamente esto lo que
mantiene con vigor el problema. La situación conflictiva es la solución intentada y es
esta la que determinará la naturaleza de la intervención de la Tana.
Desde el sentido común bastaría con decirle a la madre que acune a sus hijos,
pero esta intervención sería estéril ya que la actitud actual responde a la expresión de
sentimientos más profundos, emanados de una determinada manera de concebir el
mundo y su relación con sus hijos. El “oficio” de la Tana es ubicar a la madre como el
verdadero paciente y darle un motivo valedero dentro de su sistema normativo que le
permita modificar su actitud y terminar con el problema.
El pediatra, basándose en el criterio de salud, intentó apelar a su afecto y a su
paciencia. La Tana –en cambio- la obliga anteponer a sus problemas personales, que son
las que la llevan a sentir el llanto de los niños como anormal y agresivo, la idea de
enfermedad. Esto le permite dar un nuevo sentido al llanto, ya no como una forma de
agresión sino como un pedido de ayuda que los niños le dirigen.
Desde la explicación de la madre, el llanto incomprensible merecía una única
respuesta: culpar a sus hijos de “malcriados, braceros o caprichosos”, la Tana al
declararlos enfermos destruye esta concepción. Su intervención terapéutica consiste en
cambiar los términos de la ecuación.

“llanto incomprensible = niños malos ”


por
“llanto por dolor = niños enfermos

Es el grupo social que la reconoce curandera y prestigiosa el que le confiere la


autoridad suficiente para llevar a cabo esa modificación de sentido. Según esta
interpretación el tratamiento consistiría en encuadrar en términos socialmente
aceptables una situación individual conflictiva, la que no será tomada en ningún
momento en sus contenidos individuales. La labor de la Tana se dirigió siempre a
modificar las consecuencias de la relación madre-hijo. Pero no directamente, sin
embargo con sus indicaciones dio la oportunidad para que los elementos personales
fueran reelaborados por la madre en su intimidad, de manera que la joven va admitiendo
que a medida pasan los días está mas tiempo con los niños al pecho, que imita a la
curandera cuando lloran acariciándoles la espalda para tratar de ver si ubica las cuevas
de los microbios, y los acuna más aunque esto le cansa y le retarda sus tareas
domésticas.

4.- El tratamiento
La Tana ubica su misión como curandera en ayudar a la madre a reconstruir su
relación con sus hijos desde una perspectiva diferente. Para lograrlo moviliza con su
prestigio las reservas de la que la provee la cultura. Cuenta con dos elementos: sus
palabras (con las que va reinterpretando los conceptos de la madre para que ella
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modifique, su conducta en la práctica cotidiana) y el contacto físico (en forma de


masajes y manipulaciones sobre el cuerpo de los bebes para hacerle tomar conciencia de
la enfermedad).
La curandera no solo dialoga con su paciente mediante la palabra sino que lo
hace también a través de operaciones físicas que como rituales atraviesan la pantalla de
la conciencia y aportan su mensaje directamente a lo afectivo.
El desenlace positivo de este tratamiento ocurre cuando la madre toma para si el
criterio de enfermedad y cambia su concepción acerca del llanto de los niños: si ellos
también sufren, ella puede darles su afecto, el que les estaba negado cuando lloraban por
capricho o maldad.
La posibilidad de llevar adelante este tratamiento se debe a que la curandera y
su paciente dan el mismo sentido a sus prácticas, producto de los valores y creencias
compartidos. Solo desde la realidad de estos valores compartidos se puede leer este caso
y su resolución.
Resumiendo: la “realidad” de la enfermedad de dos niños clínicamente sanos es
tomada por la curandera para restablecer una relación madre-hijo conflictiva.
El tratamiento se realiza por manipulaciones físicas y psicológicas, ambas tienen
como finalidad obligar a la madre a trabajar individualmente sus conflictos personales
que son los que ensombrecen la relación.
Designar enfermos a sus hijos le permite reelaborar sus afectos y expresarlos en
el lenguaje esperado por su grupo de pertenencia. Los conflictos individuales ligados a
la maternidad son catalizados por la curandera que como representante de la medicina
popular los reintegra a su matriz social.

Buenos Aires 1981

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