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Tres hermanas

De Antón Chéjov

Versión de Luciano Suardi


Traducción de Gerardo Fernández

Teatro Regio. Complejo Teatral de la Ciudad de Buenos Aires. 2008


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Tres hermanas
de Antón Chéjov

Acto 1
Sala en casa de los Prózorov. Primavera. Mediodía.

(Escena 1)
Olga- Hoy hace un año que murió papá, en este día, el de tu cumpleaños, Irina… Hacía
mucho frío, nevaba… Me pareció que no lo podría sobrevivir; te habías desmayado,
como muerta. Pero pasó un año y lo podemos recordar con serenidad. Ya vestís de
blanco y estás radiante…Era general, y sin embargo hubo poca gente en el entierro.
Claro, llovía. Una lluvia fuerte, y nieve.

Irina- ¡Para qué recordar!

Olga- Hoy está templado, podemos tener las ventanas abiertas de par en par, pero lo
abedules no brotaron todavía. Pasaron once años y yo recuerdo todo como si nos
hubiéramos venido ayer. Esta mañana, cuando vi toda esta luz y esta primavera, sentí un
deseo apasionado de volver a mi ciudad.

Tusenbach- Que pavada!

Masha silba bajito una canción.

Olga- No silbes, Masha… Siempre termino con dolor de cabeza después de estar todo
el santo día en el liceo, me vienen ideas de vieja. Durante estos cuatro años en el liceo
siento que cada día se me van, gota a gota, la fuerza y la juventud. Lo único que crece y
se arraiga en mí es un sueño…

Irina- Ir a Moscú. Vender la casa, liquidar todo acá, y a Moscú…

Olga- Sí, a Moscú. Cuanto antes.

Irina- Nuestro hermano se va a graduar de profesor universitario y no va a quedarse a


vivir acá. El único obstáculo es la pobre Masha.

Olga- Masha va a venir a pasar todos los veranos a Moscú.

Masha silba.

Irina- Ojalá que todo salga bien… Hoy hace buen tiempo. No sé por qué está todo tan
luminoso en mi alma. Esta mañana me acordé de que era mi cumpleaños y sentí alegría,
y recordé cuando éramos chicas, y mamá vivía… tuve pensamientos maravillosos…
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Olga- ¡Hoy estás radiante, pareces más bella! Masha también está bella. Andrei no
estaría mal, sólo que engordó mucho, no le queda bien. En cambio yo envejecí, debe ser
de tanto lidiar con las chicas del liceo… Hoy estoy libre en casa y no me duele la cabeza
y me siento más joven… Todo está bien, pero me parece que si me casara y me quedara
todo el día en casa sería mejor… Amaría a mi marido.

Tusenbach- Me olvidaba: hoy va a venir a visitarlas nuestro nuevo comandante de la


batería.

Irina- ¿Es viejo?

Tusenbach- No, más o menos. Parece muy sociable, nada tonto. Pero habla mucho.

Irina- ¿Es un hombre interesante?

Tusenbach- Sí, bastante. Pero tiene mujer, suegra y dos hijas. Va de visita y en todas
partes cuenta que tiene mujer y dos hijas. Acá también lo va a contar. Su mujer está
medio trastornada y cada tanto se suicida. Por lo visto sólo para fastidiar al marido y él
se contenta con lamentarse.

Solioni- (Adelantándose.) Con una mano levanto sólo unos veinticinco kilos, y con las
dos, ochenta y hasta cien. De esto infiero que dos hombres no son dos veces más fuerte
que uno, sino tres veces y aún más…

Irina- ¿por qué me siento tan feliz hoy? Como si si estuviera navegando y arriba un
ancho cielo azul y grandes pájaros blancos volando. ¿Por qué?

Tusenbach- Usted es un pájaro blanco…

Irina- Cuando me desperté hoy, me pareció que todo era claro para mí en este mundo y
que sabía cómo hay que vivir. El hombre, sea quien sea, debe trabajar. En eso está el
sentido y el fin de su vida. ¡Dios mío! Más vale ser un caballo de tiro que ser una mujer
joven que se levanta a mediodía, toma el desayuno en la cama y después pasa dos horas
vistiéndose… ¡Es horrible!

Olga- Papá nos acostumbró a levantarnos a las siete de la mañana. Irina se sigue
despertando a las siete, pero hasta las nueve, se queda en la cama pensando en no sé
qué. Pero con una cara muy seria.

Irina- Siempre me estás viendo como una nena. Por eso te sorprende mi cara seria.

Tusenbach- Yo también comprendo muy bien esa necesidad de trabajar. Yo no trabajé


ni una sola vez en mi vida. Nací en una familia que no supo nunca lo que es trabajar ni
pasar necesidades. Pero la hora está llegando, avanza sobre nosotros una tormenta sana,
fuerte, que barrerá la pereza, la indiferencia y el aburrimiento que pudren a nuestra
sociedad. Yo voy a trabajar, y dentro de veinticinco o treinta años, todos van a trabajar.

Solioni- Dentro de veinticinco años usted ya no estará en este mundo, gracias a Dios.
Antes de dos o tres años, reventará de una pataleta, o si no yo, en un arranque de cólera
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le incrusto una bala en la cabeza, ángel mío. (Saca un frasco de perfume y se rocía el
pecho y las manos.)

Masha- “Un roble verde a la orilla del mar. A una cadena de oro preso…”1

Olga- No estás alegre hoy, Masha… (Masha, canturreando, se pone el sombrero.)


¿Adónde vas?

Masha- A casa.

Irina- Qué raro…

Tusenbach- ¡Irse del cumpleaños!

Masha- No importa. Vuelvo por la noche. Hasta luego, querida… Una vez más te deseo
salud y felicidad. Cuando vivía papá, para estas fiestas siempre venían treinta, cuarenta
oficiales. Hoy nada más que un hombre y medio y una quietud de desierto… Es mejor
que me vaya… Estoy un poco triste, no tengo alegría; no me hagas caso. Después
hablamos. Me voy por ahí.

Irina- ¡Cómo sos!...

Olga- Yo te comprendo, Masha.

Solioni- Cuando un hombre filosofa, hace “filosofística”; pero cuando lo hace una
mujer, o dos, lo que tenemos es un gallinero alborotado.

Masha- ¿Qué quiere decir con eso, monstruo?

Solioni- Nada… “Ni tiempo de decir ¡Oh! y el oso ya se le abalanzó.”2

Masha- Basta de llorar, Olga.

Entra Vershinin.

Tusenbach- El teniente coronel Vershinin.

Vershinin- Tengo el honor de presentarme: Vershinin. Estoy muy, muy contento de


estar por fin en casa de ustedes. ¡Ay, que cambiadas están!

Irina- Siéntese, por favor. Encantadas.

Vershinin- ¡Qué contento estoy, qué contento! Pero ustedes eran tres hermanas. No
recuerdo los rostros, pero que el coronel Prózorov tenía tres hijas, eso lo recuerdo
perfectamente… ¡Cómo pasa el tiempo!

Tusenbach- El coronel viene de Moscú.

1 Del poema de Pushkin “Ruslán y Luzmila”.


2 De una fábula de Krylov “El campesino y el oso”.
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Irina- ¿De Moscú? ¿Usted viene de Moscú?

Vershinin- Sí. Su difunto padre era allí el comandante de la batería y yo era oficial en
la misma brigada. (A Masha.) Me parece recordar un poco su cara.

Masha- Yo a usted no.

Irina- ¡Olga! ¡Olga! (Vuelve Olga.) ¡Resulta que el coronel viene de Moscú!

Vershinin- Entonces usted es Olga, la mayor… y usted es Masha… Y usted Irina, la


menor…

Olga- ¿Así que viene de Moscú?

Vershinin- Sí, estudié en Moscú y también hice mi carrera allí. Hasta que me
trasladaron acá. A ustedes no las recordaba mucho, pero a su padre lo tengo tan
presente. Yo los visitaba en Moscú…

Olga- Nosotras ahora vamos a mudarnos para allá.

Irina- Sí, esperamos estar allá en otoño. Es nuestra ciudad, allí nacimos.

Masha- Ahora recuerdo, Olga: ¿en casa no lo llamábamos “el mayor enamorado”?
Usted era teniente, estaba enamorado de alguien. ¿Por qué le decían mayor?

Vershinin- “El mayor enamorado”… así era.

Masha- ¡Cómo envejeció!

Vershinin- Sí, cuando me llamaban “el mayor enamorado” todavía era joven, estaba
enamorado. Ahora todo es distinto.

Olga- Envejeció pero todavía no es viejo.

Vershinin- ¿Hace mucho que vinieron de Moscú?

Irina- Once años.

Vershinin-Iba a pie de mi casa al cuartel. En el camino había un puente muy sombrío y


debajo del puente murmuraba el agua. Y para el solitario todo se vuelve melancólico.
En cambio aquí, qué río tan ancho, tan caudaloso. Es un río maravilloso.

Olga- Sí, pero hace frío y hay mosquitos.

Vershinin- No diga eso. El clima de aquí es tan bueno, tan sano. Los bosques, el río…
y abedules también… graciosos y humildes abedules, los quiero más que a todos los
arboles. Es muy agradable vivir aquí. Lo único extraño es que la estación de ferrocarril
queda a veinte kilómetros de la ciudad. Y nadie sabe por qué.
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Solioni- Yo sé. Si la estación estuviera cerca, no estaría lejos; y si está lejos, quiere
decir que no está cerca.

Tusenbach- Muy gracioso, Solioni.

Olga- Ahora yo también me acuerdo de usted.

Vershinin- También conocí a su madre.

Irina- Mamá está enterrada en Moscú.

Masha- Ya empiezo a olvidarme de su cara. Así también nos van a olvidar a nosotros.

Vershinin- Sí. Ese es nuestro destino. También llegará un día en que todo lo que hoy
nos parece serio, trascendente, será olvidado o resultará insignificante. Seguramente,
con el tiempo, esta vida nuestra, a la que nos resignamos tan bien, parecerá extraña,
poco inteligente. Quizás hasta vergonzosa.

Tusenbach- Quien sabe. También puede ser que sientan compasión por nuestra vida y
que seamos recordados con indulgencia. Ahora no hay torturas ni guerra ni pena de
muerte. Pero claro, ¡todavía existen tantos sufrimientos!

Solioni- Pío, pío, pío… Al barón no hay necesidad de darle su sopita; basta con dejarlo
filosofar.

Tusenbach- Solioni, le ruego que me deje en paz. Esto ya empieza a ser fastidioso.

Solioni- Pío, pío, pío…

Se oye un violín.

Masha- El que toca es Andrei, nuestro hermano. ¡Andrei!

Olga- Es un hombre de ciencia. Va a llegar a catedrático… Pero hoy estuvimos


burlándonos de él. Parece que está un poco enamorado.

Irina- De una señorita de aquí. Es muy posible que hoy venga a vernos.

Masha- ¡Cómo se viste! Si fuera de una manera fea o pasada de moda… pero es que es
sencillamente deplorable. Lleva una ropa de lo más vulgar. No, Andrei no está
enamorado de ella, él tiene buen gusto. Es para hacernos enojar a nosotras, se divierte.
Ayer oí decir que ella se va a casar con Protopópov, el presidente del Consejo
Provincial. Y está bien… ¡Andrei, un minuto, por favor, querido!

Entra Andrei.

Olga- Mi hermano Andrei.

Vershinin- Vershinin.
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Andrei- Prózorov. (Se seca el sudor de la cara.) Usted es el nuevo comandante de la


batería.

Olga- Andrei, el coronel viene de Moscú.

Andrei- Moscú… Entonces lo felicito: mis hermanas no lo van a dejar en paz.

Vershinin- Al contrario, soy yo el que las debe estar aburriendo.

Irina- Mire que marquito me regaló hoy Andrei. Lo hizo él mismo. (Muestra el marco.)

Vershinin- Sí… es una cosa…

Olga- Es el sabio de la casa. Toca el violín. Talla objetos en madera. En fin, es un


maestro para todo. (Andrei se aparta.) ¡Andrei, no te vayas! Es una manía: siempre se
está yendo. Quedate, Andrei.

Masha e Irina lo toman por los brazos y lo traen.

Andrei- Déjenme, por favor.

Masha- A él lo llamaban “el mayor enamorado”, y no se enojaba. Yo quiero llamarte


“el violinista enamorado”.

Irina- O “el catedrático enamorado”.

Olga- ¡Está enamorado! ¡Andrei está enamorado!

Irina- ¡Andrei está enamorado!

Andrei- Basta, basta. No dormí en toda la noche. Estuve leyendo hasta las cuatro,
después me acosté, pero nada. Pensaba en mil cosas y ahora amanece temprano. Tomé
la decisión este verano, quiero traducir un libro del inglés.

Vershinin- ¿Sabe inglés?

Andrei- Sí, papá, que en paz descanse, nos atosigaba de educación. Debo confesar que
después de su muerte empecé a engordar, como si mi cuerpo se hubiera liberado de una
opresión. Gracias a papá los cuatro sabemos francés, inglés y alemán. Irina además,
italiano. Pero lo que nos costó.

Masha- Saber tres idiomas, en esta ciudad, es un lujo superfluo. Más que un lujo, un
apéndice inútil, como un sexto dedo. Sabemos muchas cosas de más.

Vershinin- ¡Saben muchas cosas de más! A mi me parece que no puede existir una
ciudad, por aburrida que sea, donde alguien instruido esté demás. Supongamos que
entre los cien mil habitantes de esta ciudad, atrasados, incultos, no existan más que tres
personas como ustedes. Es evidente que no van a poder imponerse sobre esa masa
ignorante que las rodea, pero no van a pasar sin dejar huella. Y mañana serán seis,
pasado, doce y con el tiempo la mayoria de las personas será como ustedes. Dentro de
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doscientos o trescientos años, la vida en la tierra será increíblemente hermosa. El


hombre necesita una vida así, y aunque todavía no la tenga, debe esperarla, soñar,
prepararse para ella. Y por eso tiene que ver y saber más de lo que veían y sabían su
padre y su abuelo. ¡Y usted se queja de saber demasiadas cosas!

Masha- (Se saca el sombrero.) Me quedo a almorzar.

Irina- Realmente, habría que anotar todo esto…

Andrei ya no está, se fue sin ser advertido.

Tusenbach- Usted dice que dentro de muchos años, la vida en la tierra será hermosa,
sorprendente. Cierto. Pero para participar en ella ahora, aunque sea de lejos, hay que
prepararse y trabajar.

Vershinin- Yo pienso a menudo que pasaría si pudiéramos recomenzar a vivir, y con


plena conciencia, como si la vida que ya vivimos fuera el borrador, y la otra la copia en
limpio. Entonces cada uno trataría ante todo de no repetirse… yo procuraría tener una
casa como ésta, llena de luz… Tengo mujer y dos hijas, mi mujer tiene una salud
delicada, etcétera… Si comenzara a vivir de nuevo, no me casaría… no…

Kuliguin- (Entrando.) Querida cuñada, permitime felicitarte en el día de tu cumpleaños


y desearte sinceramente, de todo corazón, mucha salud y todo lo que se pueda desear a
una muchacha de tu edad. Y, además, ofrecerte como obsequio este libro. Es la historia
de nuestro liceo en los últimos cincuenta años, escrita por mí. Es una bagatela, escrita
para matar el tiempo, pero, sin embargo, leela. Buenos días a todos. (A Vershinin.)
Kuliguin, profesor del liceo local. (A Irina.) En este libro vas a encontrar la lista de
todos los egresados del liceo en los últimos cincuenta años. Feci, quod potui, faciant
meliora potentes.3

Irina- Pero ya me lo regalaste para Pascuas.

Kuliguin- ¡No puede ser! En ese caso, dámelo. O mejor, dáselo al coronel. Tome,
coronel; algún día, de aburrido, lo puede leer.

Vershinin- Gracias. (Se dispone a retirarse.) Me alegro muchísimo de haberlo


conocido…

Olga- ¿Se va? ¡No, no!

Irina- Quédese a almorzar con nosotros, por favor.

Olga- Se lo ruego, quédese.

Vershinin- No sabía que hoy festejaban un cumpleaños. Perdóneme, ni siquiera la


felicité… (Se dirige con Olga a la mesa.)

Kuliguin- Hoy, amigos, es domingo, día de descanso. Descansemos, entonces. Vamos a


divertirnos cada uno de acuerdo con su edad y estado. Los romanos eran sanos porque

3 Hice lo que pude, haga mejor quien pueda.


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sabían trabajar y también sabían descansar, tenían “mens sana in corpore sano”. Sus
vidas se ajustaban a formas definidas. Nuestro director dice: lo principal en cada vida es
la forma… lo que pierde su forma, se termina. Y en nuestra vida cotidiana sucede lo
mismo… Masha me quiere, mi mujer me quiere… ¡Qué bien me siento hoy! Masha,
hoy a las cuatro de la tarde a casa del director. Se organizó una excursión de los
profesores y sus familias.

Masha- Yo no voy.

Kuliguin- Masha, querida, ¿por qué?

Masha- Después hablamos… Está bien, voy. Pero ahora dejame, por favor.

Kuliguin- Y después habrá una fiesta en casa del director. A pesar de su mala salud,
este hombre trata de mantener su actividad social. Es una persona excelente,
esclarecida. Ayer, después de la reunión de profesores, me dijo: “Estoy cansado,
Kuliguin, cansado”. “Sí”, dice, “estoy cansado”.

Se oye el violín.

Olga- (Adelantándose, luego del aviso de un criado.) Por favor, sírvanse pasar a la
mesa. Hay tarta.

Kuliguin- ¡Olga, querida! Ayer trabajé desde la mañana hasta las once de la noche; me
cansé, pero hoy me siento feliz… (En dirección a la mesa.)

Solioni- Pío, pío, pío…

Tusenbach- Basta, Solioni.

Solioni- Pío, pío…

Kuliguin- A su salud, coronel. Aquí soy de la familia, siendo el marido de Masha…

Vershinin- Voy a brindar con este licor oscuro.

Kuliguin- … Masha es buena, muy buena…

Vershinin- Me siento tan a gusto entre ustedes.

Adelante quedaron sólo Irina y Tusenbach.

(EScena 2)
Irina- Hoy Masha está de mal humor. Cuando se casó tenía dieciocho años, le parecía
que su marido era el hombre más inteligente. Ahora es distinto. Es el más bueno, pero
no el más inteligente.

Tusenbach- ¿En qué está pensando?


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Irina- Nada. No me gusta ese Solioni, le tengo miedo.

Tusenbach- Es un hombre extraño. Me da lástima y fastidio, pero más lástima…


Cuando estamos a solas puede ser inteligente y afectuoso, pero en cuanto hay gente
delante es un bruto, pendenciero. No vaya… déjeme estar un poco a su lado. ¿En qué
está pensando? Hoy cumple años… pero, ¿cuántos años quedan todavía por delante?
Una larga, larga hilera de días llenos de mi amor por usted.

Irina- No me hable de amor.

Tusenbach- Tengo un ansia de vida, de lucha, de trabajo, y este anhelo se fundió en mi


alma con mi amor por usted… Y como usted es hermosa, la vida me parece también
hermosa… ¿En qué está pensando?

Irina- Usted dice: la vida es hermosa. ¿Y si sólo lo pareciera? Para nosotras tres la vida
todavía no fue hermosa, nos ahogó como la hierba mala… Ya estoy llorando. Eso no
está bien… Hay que trabajar, trabajar… Estamos tristes y miramos la vida con ojos
sombríos porque nacimos de personas que despreciaban el trabajo.

Natasha- (Entrando.) Ya están sentados a la mesa. Llego tarde… Creo que no estoy mal
peinada… Querida Irina, la felicito (La abraza.)… Tienen muchos invitados, me da
vergüenza… Buenos días, barón.

Olga- ¡Llegó Natasha! Buenos días, querida.

Natasha- Tienen ustedes tanta gente que me siento acobardada.

Olga- Son todos de confianza. ¿Cómo se puso un cinturón verde? Eso no está bien.

Natasha- ¿Por qué? ¿Trae mala suerte?

Olga- No, simplemente no le queda bien… es algo raro…

Natasha- Pero si no es verde… es más bien mate. (Sigue a Olga a la mesa. Todos están
sentados a almorzar.)

Escana2bis
Solioni- Irina, te deseo un buen novio. Ya es hora de que te cases.

Irina- Natasha, a usted también le deseo un noviecito.

Solioni- Natasha ya tiene un noviecito.

Masha- Voy a tomar una copa de vino. Total, ¿qué más da?

Tusenbach- Es muy rico el licor, ¿de qué es?

Solioni- De cucarachas.

Irina- ¡Qué asco!


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Olga- Para la cena habrá pavo y tarta de manzanas. Gracias a Dios hoy voy a estar todo
el día en casa… Señores, vengan esta noche.

Tusenbach- Permítame venir a mí también esta noche.

Irina- Sí, por favor usted si esta invitado esta noche, y usted tambien (a Solioni)...(mira
a Natasha y no le dice nada).

Natasha- Aquí no se hacen cumplidos.

Andrei- Basta, ¿no se cansaron todavía?

Todos cantan a la mesa.


Risas fuertes. Natasha se levanta y se aleja corriendo. Andrei, tras ella.

Andrei- Por favor, no les haga caso. Espere, se lo ruego, espere.

Natasha- ¡Qué vergüenza! No sé qué pasa y ellos se burlan de mí. Levantarse así de la
mesa es mala educación, pero yo no puedo… no puedo…

Andrei- Querida, le suplico, no se ponga nerviosa. Sólo lo hacen por bromear, sin mala
intención. Querida, todos son buena gente, de buen corazón, y nos quieren a mí y a
usted… Venga. Acá no nos van a ver.

Natasha- No estoy acostumbrada a estar en sociedad.

Andrei- ¡Qué joven que es!.. Mi querida, no se inquiete… Crea en mí, confíe en mí…
Soy tan feliz. Mi alma está llena de amor y de entusiasmo… No nos ven, no nos ven.
¿Por qué la quiero así? ¿Cuándo empecé a quererla? No entiendo nada. ¡Querida, mi
bien, sea mi esposa! La quiero, la quiero como nunca quise a nadie. (Beso.)

Acto 2
Misma sala. Invierno. Noche. Se oye una nana.
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(Escena 1)
Natasha- (Entrando.) Andrei, ¿qué estás haciendo? ¿Leyendo? No, nada, porque sí...
Quería ver si había luz…

Andrei- ¿Qué pasa, Natasha?

Natasha- Estoy viendo si quedó alguna luz encendida. La servidumbre anda trastornada
con el Carnaval; hay que vigilarlos. Andrei, ¿qué hora es?

Andrei- Las ocho y cuarto.

Natasha- Y tus hermanas no volvieron todavía, pobrecitas. Seguro que Olga está en
alguna reunión de profesores. Irina todavía en el Telégrafo, claro. Te digo: esta mañana
se lo dije a tu hermana: “Irina, hay que cuidarse”, le dije. Pero no hace caso. ¿Las ocho
y cuarto, dijiste? Tengo miedo, nuestro Bobik no está bien. ¿Por qué está tan frío? Ayer
tenía fiebre y hoy está todo frío. Estoy muy asustada…

Andrei- No es nada, Natasha. El chico está sano.

Natasha- Sin embargo, es mejor que esté a dieta. Yo tengo miedo. Y dijeron que a eso
de las nueve va a venir el conjunto de máscaras. Sería mejor que no vinieran, querido.

Andrei- No sé… ya las invitaron.

Natasha- Cuando se despertó esta mañana, el nene se puso a mirarme y de pronto se


sonrió. ¡Quiere decir que ya me reconoce! “Bobik -le dije-, buen día, mi amor”. Y él
dele reírse. Los niños entienden todo. Entonces, querido, voy a ordenar que no se reciba
a las máscaras.

Andrei- Eso que lo decidan mis hermanas. Ellas son las dueñas de casa.

Natasha- También se lo voy a decir a ellas. Van a estar de acuerdo. Son buenas. Para la
cena, mandé preparar leche cuajada. El doctor dice que la única manera de que
adelgaces es tomando leche cuajada. Bobik tiene frío. Estoy segura de que pasa frío en
ese cuarto. Habría que mudarlo a otro, por lo menos hasta que llegue la primavera. Al
de Irina, por ejemplo, que es ideal para un bebé; es seco y tiene sol todo el día. Hay que
decírselo a Irina, mientras tanto ella podría estar con Olga en la misma pieza. Total de
día nunca está en casa. Andrei, ¿por qué estás tan callado?

Andrei- Estaba pensando… Además, no hay mucho que decir.

Natasha- Sí… algo quería decirte… Ah, sí: vino Ferapont. Trae algo del Consejo.
Quiere verte.

Andrei- Que pase.

Natasha sale. Andrei lee. Entra Ferapont.

Andrei- Buenas noches, mi viejo, ¿qué pasa?


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Ferapont- El presidente le mandó un libro y no sé qué papel… aquí están.

Andrei- Gracias. ¿Pero por qué viniste tan tarde? Son más de las ocho.

Ferapont- ¿Qué?

Andrei- Digo que viniste tarde. Son más de las ocho.

Ferapont- Vine cuando todavía era de día, pero no me dejaron entrar. “El señor está
ocupado”, me dijeron. Y bueno, si está ocupado está ocupado. ¿Yo qué apuro tengo?...
¿Qué?

Andrei- Nada. Mañana viernes no hay sesión, pero igual voy a ir. Me aburro en casa.
¡Cómo cambia la vida, cómo engaña! Hoy, de puro aburrido, tomé este libro, apuntes de
la universidad, de cuando yo estudiaba, y me dio ganas de reír… ¡Yo empleado del
Consejo Provincial que preside Protopópov!... Todo lo que puedo pretender es llegar a
ser vocal de ese Consejo. Yo, que todas las noches sueño que soy un famoso profesor de
la Universidad de Moscú, el orgullo de toda Rusia.

Ferapont- No puedo opinar… oigo mal.

Andrei- Si oyeras bien, seguramente no te estaría diciendo nada de esto. Necesito


hablar con alguien; pero mi mujer no me comprende, a mis hermanas les tengo miedo,
no sé por qué, temo que se rían de mí y me hagan avergonzar… Yo no bebo ni me gusta
ir a los cafés, pero con que gusto me sentaría ahora en uno de Moscú…

Ferapont- Ayer un contratista contó que en Moscú unos comerciantes se pusieron a


comer tortillas, y uno que se comió cuarenta parece que murió. Cuarenta o cincuenta, no
recuerdo.

Andrei- En Moscú, uno se sienta en el enorme salón de un café, no conoce a nadie,


nadie lo conoce a uno, y sin embargo uno no se siente extraño… Acá conocés a todos
pero te sentís ajeno… ajeno y solitario.

Ferapont- ¿Qué?... El mismo contratista contaba que tendieron una cuerda a través de
toda Moscú.

Andrei- Tonterías. ¿Estuviste alguna vez en Moscú?

Ferapont- … No estuve nunca. Dios no lo quiso… ¿Tengo que irme?

Andrei- Sí. Que te vaya bien. (Ferapont sale.) Mañana venís y retirás los papeles…
Andá… Se fue… Sí, así son las cosas. (Sale.)

Se oye cantar a la niñera acunando al niño. Entran Masha y Vershinin. Mientras ellos
charlan, un criado acomoda algo de la escena.

(Escena 2)
Masha- No sé. Creo que en mí habla el sentido de la justicia. Tal vez en otros lugares
no sea así, pero acá los más correctos y bien educados son los militares.
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Vershinin- Tengo sed. Tomaría un poco de té.

Masha- Ya lo van a servir. Me casaron cuando tenía dieciocho años y mi marido me


intimidaba. Era profesor y yo apenas terminaba el liceo. Entonces me parecía sabio,
inteligente. Ahora ya no, por desgracia.

Vershinin- Claro… sí.

Masha- No hablo de mi marido, ya estoy acostumbrada a él. Pero hay tantos hombres
mediocres, mal educados. Me exaspera, me ofende la grosería, sufro cuando veo que
una persona no es suficientemente delicada, cortés. Cuando tengo que estar entre los
colegas de mi marido, sencillamente sufro.

Vershinin- Sí, sí. Pero me parece que todos, civiles o militares, son iguales; carecen de
interés, por lo menos en esta ciudad. Cuando se escucha a un hombre de aquí, siempre
está cansado de luchar con la mujer, con la propiedad, con los caballos… El hombre es
capaz de pensamientos elevados, pero dígame, ¿por qué vuela tan bajo en la vida? ¿Por
qué?

Masha- ¿Por qué?

Vershinin- ¿Por qué? ¿Por qué está harto de la mujer y los hijos y por qué la
mujer y los hijos están hartos de él?

Masha- Usted está hoy un poco malhumorado.

Vershinin- Puede ser. Hoy no almorcé. No comí nada desde la mañana. Tengo una hija
un poco enferma, y cuando mis chicas se enferman, me siento intranquilo, me remuerde
la conciencia por haberles dado semejante madre. Si usted la hubiera visto hoy, qué
poca cosa. Comenzamos a pelear a las siete de la mañana y a las nueve di un portazo y
me fui… Nunca hablo de esto y, qué raro, sólo con usted me quejo. (Le besa la mano.)
No se enoje conmigo. Fuera de usted no tengo a nadie, a nadie…

Masha- ¡Qué zumbido en la chimenea! Poco antes de morir papá, se puso a zumbar así.

Vershinin- ¿Es supersticiosa?

Masha- Sí.

Vershinin- ¡Qué raro! Divina. Usted es una mujer maravillosa, espléndida. Está oscuro
pero veo el brillo de sus ojos.

Masha- Aquí hay más luz.

Vershinin- Yo amo, amo… amo sus ojos, sus gestos, los veo en sueños… Mujer
maravillosa, espléndida.
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Masha- Cuando me habla así, no sé por qué, me río. Y también me da miedo. No lo


repita por favor… Pero sí, siga hablando, no me importa… Me da lo mismo, me da lo
mismo. Viene alguien. Hable de otra cosa.

Entran Irina y Tusenbach.

Tusenbach- La fastidio con obstinación. La acompaño todas las noches.

Irina- ¡Qué cansada estoy!

Tusenbach- Y voy a acompañarla diez, veinte años, hasta que me eche… (A Masha y
Vershinin.) Son ustedes, buenas noches.

Irina- Por fin estoy en casa. Recién vino una mujer a la oficina para mandar un
telegrama a su hermano en Sarátov, avisándole que acababa de morírsele un hijo. Pero
no recordaba la dirección. Tuvo que mandar el telegrama sin domicilio. Lloraba. Y yo
fui grosera con ella sin motivo. “No tengo tiempo”, le dije. Fue tan estúpido. ¿Vienen
las máscaras esta noche?

Masha- Sí.

Irina- Quiero descansar. Estoy deshecha.

Tusenbach- Cuando viene del trabajo parece tan jovencita, tan pobrecita.

Irina- Estoy cansada. No me gusta el Telégrafo. Tengo que buscar otro empleo. Éste no
es para mí. Lo que tanto soñaba, justamente es lo que no tiene. Un trabajo sin poesía, sin
contenido… Antes de que venga el doctor, ayer fueron al club con Andrei y volvieron a
perder. Dicen que Andrei perdió doscientos rublos.

Masha- ¿Qué se puede hacer ahora…?

Irina- Hace dos semanas perdió. En diciembre perdió. Ojalá lo pierda todo así nos
vamos de una vez por todas de esta ciudad. Sueño todas las noches con Moscú, estoy
como alucinada. Nos mudamos allá en junio, pero faltan todavía febrero, marzo, abril,
mayo. Casi medio año.

Irina- (A Vershinin.) ¿Por qué está tan callado?

Vershinin- No sé. Quiero tomar té. ¡Media vida por una taza de té! Bueno, ya que no
sirven té, vamos a filosofar un poco, por lo menos.

Tusenbach- Vamos, ¿sobre qué?

Vershinin- Soñemos un poco… con la vida que vendrá después de nosotros, dentro de
unos doscientos o trescientos años.

Tusenbach- ¿Y qué? La vida seguirá siendo la misma, una vida difícil, llena de
misterios. El hombre, igual que ahora, seguirá temiendo a la muerte y no querrá morir.
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Vershinin- ¡Cómo decirle! Me parece que todo tiene que cambiar. Algo ya está
cambiando delante de nuestros ojos. Dentro de doscientos, trescientos años, digamos
mil años, va a venir una vida nueva y feliz. Nosotros no vamos a participar de esa vida,
por supuesto, pero estamos viviendo para ella, para eso trabajamos y sufrimos, estamos
creándola. En esto reside el sentido de nuestra existencia.

Masha ríe.

Tusenbach- ¿Qué le pasa?

Masha- No sé. Hoy me estoy riendo desde la mañana.

Vershinin- Yo no pasé por la universidad, leo muchos libros pero no sé elegirlos… Más
vivo, más tengo ganas de saber, pero creo que lo esencial lo sé, lo sé de verdad. Y como
me gustaría demostrarles que la felicidad hoy no existe, que no puede existir y que
nosotros no la tendremos. La felicidad es el destino de nuestros lejanos descendientes.

Tusenbach- Pero, si yo soy feliz.

Vershinin- No.

Masha ríe.

Tusenbach- Está visto que no nos entendemos. ¿Cómo puedo convencerlo? (A Masha.)
¡A ver, ríase! (A Vershinin.) No digo dentro de doscientos o trescientos años, sino
también dentro de un millón de años la vida será la misma. Permanece constante,
siguiendo sus propias leyes. Los pájaros migratorios, por ejemplo, las grullas, vuelan y
vuelan y seguirán volando, seguirán sin saber ni adónde ni por qué…

Masha- Pero, ¿y el sentido?

Tusenbach- ¿Sentido?... Está nevando… ¿Qué sentido tiene?

Masha- Me parece que vivir y no saber para qué vuelan las grullas, para qué nacen los
niños, para qué están las estrellas en el cielo… La vida así resulta vacía. O se sabe para
qué se vive, o nada importa nada.

Vershinin- De todos modos, es una lástima que la juventud haya pasado.

Masha- Gógol dice: “¡Qué aburrido vivir en este mundo, señores!”

Tusenbach- Y yo digo: “¡Qué difícil discutir con ustedes, señores!”

Irina canturrea suavemente.

Chebutikin- (Leyendo.) Balzac se casó en Berdichev. Voy a anotarlo en mi libreta.

Irina- Balzac se casó en Berdichev.

Tusenbach- La suerte está echada. Sabe, Masha, pedí el retiro.


17

Masha- Sí. Y no me parece bien.

Tusenbach- No importa. No soy buen mozo, ¿qué tengo yo de militar? Voy a trabajar.
Voy a trabajar tanto que cuando vuelva por la noche a casa, voy a desplomarme en la
cama y a quedarme dormido en el acto.

Vershinin- ¡Qué viento!

Masha- Sí, estoy harta del invierno. Ya ni recuerdo cómo es el verano.

Irina- Ese viento silba fuerte y canta despacito. Quiere decir que vamos a Moscú.

Natasha- (Entrando A Solioni.) Los bebés entienden todo. “Buen día –le digo-,
Bobik… Buen día, mi cielo.” Y él me mira de una manera especial… Usted cree que
hablo así porque soy su madre. Pero se lo aseguro, es una criatura brillante.

Solioni- Si esa criatura fuera mía, la freiría en una sartén y me la comería.

Natasha- ¡Qué grosero, mal educado!

Masha- Feliz del que no se da cuenta si estamos en invierno o en verano. Si ahora


estuviera en Moscú, el tiempo no me importaría.

Vershinin- No va a notar a Moscú cuando viva en ella: no tenemos felicidad, no existe,


sólo existe el deseo de alcanzarla.

Anfisa- (Entrando.) Mensaje para usted, padre mío.

Vershinin- ¿Para mí? (Toma la carta.) Es de mi hija. Perdóneme, Masha, me voy sin
despedirme. ¡Siempre la misma historia!

Masha- ¿Qué pasa? ¿Es un secreto?

Vershinin- Mi mujer trató de envenenarse otra vez. Quiero salir sin que nadie lo note.
Todo esto es tan desagradable. Mi querida… (Sale.)

Anfisa- ¿Pero adónde se va? Y yo que le estaba por servir el té… ¡Qué hombre!

Masha- ¡Déjame! Siempre encima mío, no la dejás a una en paz… Me tenés harta,
vieja. (Va con su taza hacia la mesa.)

Anfisa- ¿Pero qué te hice yo, querida?

La voz de Andrei- ¡Anfisa!

Anfisa- ¡Anfisa! Siempre metido ahí… (Sale.)


18

Masha- (Revuelve las cartas sobre la mesa.) Ocupan toda la mesa con sus cartas. ¿Por
qué no se toman el té?

Irina- Sos mala, Masha.

Masha- Si soy mala, no me hablen. No me busquen.

Solioni- ¡Usted no sea metido! A su edad se porta como una criatura, siempre diciendo
pavadas.

Natasha- Querida Masha, con tu personalidad, serías encantadora en las reuniones, te lo


digo con franqueza, si no usaras esas expresiones. Je vous en prie, pardonnez moi,
Masha, mais vous avec de manieres un peu grossieres.4

Tusenbach- A ver… dénme… debe de haber cognac por ahí…

Natasha- Il parait que mon Bobik deja ne dort pas5, se despertó. Hoy no lo tengo bien,
voy a verlo, perdonen. (Sale.)

Irina- Y Vershinin, ¿adónde fue?

Masha- A su casa. Otra vez pasó algo raro con su mujer.

Tusenbach- (Se dirige hacia Solioni.) Usted siempre solo, pensando nadie sabe bien en
qué. Hagamos las paces. Tomemos una copa.

Solioni- ¿Por qué hacer las paces con usted? No nos peleamos, que yo sepa.

Tusenbach- Usted siempre me provoca la sensación de que algo malo hubiera pasado
entre nosotros. No me va a negar que tiene un carácter raro.

Solioni- Soy raro, pero, ¿quién no lo es? Cuando estoy a solas con alguien soy como
todos, pero en sociedad soy apagado, tímido y digo toda clase de tonterías. Pero soy más
honrado y noble que muchos.

Tusenbach- A veces me enojo con usted, siempre me ataca cuando estamos con gente.
Sin embargo, usted me cae simpático. Pase lo que pase hoy me emborracho. Tomemos.

Solioni- Tomemos. Yo jamás tuve nada contra usted, barón. Pero tengo el carácter de
un poeta maldito… (Saca del bolsillo el frasco de perfume y se rocía las manos.)

Tusenbach- Pido el retiro. Durante cinco años lo pensé y por fin me decido. ¡Voy a
trabajar!

Solioni- (Declamando.) “… Olvida, olvida tus ensueños…”

Mientras hablan, entra silenciosamente Andrei y se sienta.

4 Le ruego que me perdone, pero tiene usted unos modales algo ordinarios.
5 Parece que mi Bobik no duerme ya.
19

Tusenbach- (A todos) ¿Cuándo vienen las máscaras?

Irina- Prometieron venir a las nueve. Deben estar por llegar.

Tusenbach- (Besa a Andrei.) Salud, Andrei. Vamos a tomar. Me voy con vos a Moscú,
a la universidad.

Solioni- ¿A cuál? En Moscú hay dos universidades.

Andrei- En Moscú hay una sola Universidad.

Solioni- Y yo le digo que hay dos.

Andrei- Bueno, que sean tres, tanto mejor.

Solioni- En Moscú hay dos universidades. Hay dos: la nueva y la vieja. Pero si no
tienen ganas de escucharme, si mis palabras los irritan, puedo callarme. Hasta puedo
irme a otra habitación. (Sale.)

Tusenbach- Bravo, señores, a bailar. ¡Qué gracioso este Solioni!

Masha- (Bailando sola.) El barón está borracho, el barón está borracho…

Natasha- (Entrando.) ¡Doctor! (Le dice algo a Anfisa y sale. Anfisa le susurra algo a
Tusenbach.)

Irina- ¿Qué pasa?

Anfisa- Es hora de irse. Que les vaya bien.

Tusenbach- Es hora de irse.

Irina- Pero… ¿y las máscaras?

Andrei- Querida, Natasha dice que Bobik no está del todo bien, y por eso… yo no sé
nada, a mí me da lo mismo.

Irina- Bobik no está bien.

Masha- Nada: si nos echan tenemos que irnos. No es Bobik el que está enfermo, es ella.
¡De acá!... Burguesita.
Andrei sale. Chebutikin lo sigue.

Tusenbach- Qué lástima. Y yo que esperaba pasar una noche divertida. Pero si el nene
está enfermo…

Masha- Salgamos a la calle. Allí vemos lo que vamos a hacer.


(Escena 3)
20

Todos salen.Irina apenas sale a la calle y vuelve a entrar.

Irina- (Entrando. Se escucha una campanilla. Anfisa la mira.)¿Qué pasa?

Anfisa- Las máscaras están afuera.

Otro campanillazo.

Irina- Deciles que no hay nadie en casa, que nos disculpen.

Anfisa sale. Entra Solioni.

Solioni- No hay nadie. ¿Dónde están todos?

Irina- En sus casas.

Solioni- ¡Qué raro! ¿Está sola?

Irina- Sola. Buenas noches.

Solioni- Recién me porté sin tacto. Pero usted no es como todos. Es pura, distingue la
verdad… sólo usted puede comprenderme. La amo, la amo profundamente…

Irina- Váyase.

Solioni- No puedo vivir sin usted. Esos ojos maravillosos, no los vi en ninguna otra
mujer…

Irina- Cállese, Solioni.

Solioni- Es la primera vez que le hablo de mi amor y me parece que no estoy en la


tierra. Pero es igual. Claro, uno no puede hacerse amar a la fuerza, pero no voy a tolerar
rivales afortunados… no… le juro por mi honor que a un rival lo mato.

Irina: ¡que queres decir con eso?

Natasha- (Entrando.) Perdone, no sabía que estaba aquí. No estoy presentable.

Solioni- ¡Qué me importa! Adiós. (Sale.)

Natasha- Estás muy cansada, querida. Deberías acostarte más temprano.

Irina- ¿Bobik duerme?

Natasha- Sí, pero tiene un sueño intranquilo. A propósito, querida, hace días que quiero
decirte… pero vos no estás o yo no tengo tiempo… Me parece que la habitación de
Bobik es fría y húmeda. Y la tuya estaría muy bien para un chico. Querida, mudate por
un tiempo a la de Olga.
21

Irina- ¿Adónde?

Natasha- Por ahora junto con Olga en una habitación y la tuya para Bobik. ¡Es tan
lindo! Hoy le dije: “Bobik es mío, mío” y me mira con sus ojitos… (Suena la
campanilla.) Debe ser Olga, ¡qué tarde! (Un criado se le acerca y susurra al oído.)
¿Protopópov? ¡Qué gracioso! Vino Protopópov y me invita a dar un paseo. ¡Qué
extraños son los hombres!... Después de todo, irse a pasear por un rato… (Al criado.)
Decile que enseguida voy. (Sale.)

El criado sale corriendo. Entran Kuliguin, Olga y, tras ellos, Vershinin.

Kuliguin- ¿Qué pasa?, decían que habría fiesta.

Vershinin- Qué raro, cuando me fui, estaban esperando a las máscaras.

Irina- Se fueron todos.

Kuliguin- ¿Masha también? ¿Adónde? ¿Y por qué está Protopópov? ¿A quién espera?

Irina- No me hagan preguntas… Estoy cansada.

Kuliguin- Bueno, está bien, caprichosa.

Olga- Recién termina la reunión de profesores. Estoy rendida. La directora está enferma
y yo la reemplazo ahora. ¡La cabeza, esta cabeza!... Andrei perdió ayer doscientos
rublos a las cartas… Toda la ciudad habla de eso.

Kuliguin- A mí también me cansó la reunión.

Vershinin- Mi mujer intentó asustarme, casi se envenena. Todo se arregló, estoy


contento… Hay que irse… bueno, ¿qué le vamos a hacer? Me despido. Profesor, vamos
juntos a algún lado, no puedo quedarme en casa. No puedo.

Kuliguin- No, estoy cansado. ¿Mi mujer se fue a casa?

Irina- Seguramente.

Kuliguin- Buenas noches. A descansar. Mañana y pasado mañana. (Va saliendo.)


Tengo muchas ganas de tomar té. Pensaba pasar la noche en buena compañía pero, o
fallacem hominun spem!6

Vershinin- Entonces voy a tener que irme solo. (Sale, silbando.)

Olga- Esta cabeza, esta cabeza… Andrei perdió… toda la ciudad habla de eso. Voy a
acostarme. (Saliendo.) Mañana tengo libre, qué suerte, mañana, pasado también. Esta
cabeza…

Irina- Todos se fueron. No hay nadie.

6 ¡Oh, falaz esperanza humana!


22

La niñera canta.

Natasha- (Poniéndose un abrigo atraviesa la sala, la sigue un criado.) Media hora.


Voy a dar una vuelta. Nada más.

Irina- (Sola.) ¡A Moscú! ¡A Moscú! ¡A Moscú!

Acto 3

(Escena 1)
Habitación de Olga e Irina. Las dos de la mañana pasadas. Verano. Sirenas. Masha
recostada.

Anfisa- (Entrando con Olga.) Ahora están sentadas las dos en la escalera. Yo les digo:
“Hagan el bien de entrar, no pueden quedarse así”. Y lloran. “No sabemos dónde está
papito –dicen- ¡qué Dios no quiera que se haya quemado!”. Y en el patio hay otros,
también sin ropa.

Olga- Tomá este gris. Y éste. La blusa también… Y esta pollera, ayita… ¡Qué
desgracia, Dios mío! Parece que ardió un barrio entero… Tomá esto, y esto. (Le va
echando los vestidos en las manos.) Los pobres Vershinin se asustaron. Por poco se les
quema la casa. Que se queden a dormir con nosotros.

Anfisa- Vas a tener que llamar a alguien, Olga. Yo sola no voy a poder con todo.

Olga- (Llama con una campanilla.) Es inútil llamar. ¿Hay alguien ahí? ¡Que venga!..
¡Qué horror! Ya estoy harta. Estoy cansada, apenas me tengo en pie… Las chicas de
Vershinin pueden acostarse en la sala, y el padre, en el cuarto del barón. El doctor,
como a propósito, está terriblemente borracho, no se puede poner a nadie con él. La
mujer de Vershinin también en la sala.

Anfisa- Olga, hijita, no me eches, por favor no me eches.

Olga- ¿Pero qué tonterías estás diciendo? Nadie quiere echarte.Estás cansada, pobre.
Quedate sentada. Descansá. ¡Qué pálida estás!

Natasha- (Entrando.) Se dice que van a organizar cuanto antes una sociedad de ayuda a
los damnificados. Me parece una excelente idea. A la gente pobre hay que ayudarla, es
un deber de los ricos. Bobik y Sophie duermen como si no pasara nada. Nuestra casa
23

está llena de gente, por todas partes se tropieza una con alguien. Y la cosa es que ahora
hay gripe, yo tengo miedo de que los chicos se me contagien.

Olga- En esta habitación no se siente el incendio; aquí está tranquilo…

Natasha- Sí… Debo estar despeinada. Dicen que engordé… y no es verdad, ni un


gramo. Masha se durmió, pobrecita, está cansada… (A Anfisa.) ¡No te quedes sentada
en mi presencia! ¡Levantate! ¡Andate de acá! (Anfisa sale.) No comprendo para qué
tienen a esta vieja.

Olga- Perdoname, yo tampoco comprendo…

Natasha- Acá no sirve para nada. Es una campesina; que viva en el campo, entonces…
¡Cuántas contemplaciones! En la casa me gusta el orden. No debe haber gente de más…
Qué cansada estás. Nuestra directora está cansada. Cuando mi Sophie crezca y vaya al
liceo, te voy a tener un miedo…

Olga- No voy a ser directora.

Natasha- Te van a nombrar, Olga. Eso ya está decidido.

Olga- No voy a aceptar, no puedo. No tengo fuerzas para eso. (Bebe agua.) Acabas de
portarte tan groseramente con Anfisa… Perdoname, no puedo soportarlo. Se me nubló
la vista.

Natasha- Perdón, Olga, perdón. No quise disgustarte.

Masha se levanta, toma la almohada y sale.

Olga- Entendelo, querida… Nosotras estamos educadas quizá de un modo extraño, pero
yo no soporto estas cosas. Un trato semejante me deprime, me enferma.

Natasha- Perdón, perdón.

Olga- Cualquier grosería, hasta la más mínima, una palabra poco delicada, me turba…

Natasha- Es cierto: a veces digo cosas que no hay que decir, pero tendrás que reconocer
que ella debería vivir en el campo.

Olga- Ya hace treinta años que está con nosotros.

Natasha- Sí, pero ya no puede trabajar. O no lo comprendo, o no querés entenderme a


mí. No hace más que dormir o estar sentada.

Olga- ¡Qué esté sentada!

Natasha- ¿Cómo que esté sentada? Si es una sirvienta. No te entiendo, Olga. Tengo
niñera, nodriza, mucama, cocinera. ¿Para qué necesitamos además a esta vieja? ¿Para
que?
24

Olga- Esta noche envejecí diez años.

Natasha- Tenemos que ponernos de acuerdo. Tu lugar es la escuela, el mío, la casa. Por
eso, cuando digo algo sobre los sirvientes, sé lo que digo. Sé-lo-que-di-go… ¡Y que
mañana mismo no esté más esa vieja ladrona, esa vieja bruja! Y no me irrites, no me
irrites. Te lo digo en serio. De veras, si no te mudas abajo nos vamos a pelear siempre.
Es horrible. (Sale.)

Kuliguin- (Entrando.) ¿Dónde está Masha? Es hora de ir a casa. Dicen que el incendio
ya está dominado. Estoy exhausto, Olga, querida…A veces pienso que si no hubiera
sido con Masha, me habría casado con vos. Sos muy buena... (Escucha.)

Olga- ¿Qué?

Kuliguin- El doctor. Está terriblemente borracho. Me parece que viene. ¡Qué


personaje!... Me voy a esconder. (Lo hace.)

Olga- No tomó en dos años y justamente hoy se emborracha.

Entran Vershinin, Irina y Tusenbach; éste viste de civil.

Irina- Vamos a descansar un poco, aquí no va a venir nadie.

Vershinin- Si no fuera por los soldados se habría quemado toda la ciudad. Muchachos
bravos. Valen oro.

Kuliguin- Son más de las tres. Pronto va a amanecer.

Irina- Todos están en la sala, nadie se va. Ese Solioni también está ahí.

Vershinin- En el incendio me ensucié todo. Estoy a la miseria. Ayer casualmente oí que


a nuestra brigada la quieren trasladar lejos de acá, no sé adónde.

Tusenbach- También yo oí ese rumor. Si es así, la ciudad va a quedar desierta.

Irina- También nosotras nos vamos a ir.

Vershinin- Sí… ¡Qué extraño es todo esto!... Cuando comenzó el incendio corrí a casa.
Llegué y vi que estaba intacta, fuera de peligro. Pero mis dos hijas en la puerta, en ropa
interior; la madre no estaba, la calle roja de fuego, la gente corría, los caballos y los
perros huían. Y las caras de las chicas expresaban horror, súplica, no sé qué… Se me
encogió el corazón. Dios mío, pensé, lo que tendrán que soportar estas chicas en su
vida. Las alzo, corro, pero sigo pensando: lo que tendrán que soportar todavía en este
mundo… y recuerdo años atrás cuando el enemigo nos invadía, nos saqueaba, nos
incendiaba, ¿qué diferencia entre esto y aquello? (Entra Masha con la almohada y se
sienta.) Pero pasará un poco más de tiempo, doscientos o trescientos años y todo lo
actual parecerá raro, tosco, pesado… Qué vida será esa, qué vida. Perdonen, otra vez me
metí a filosofar. Hoy tengo un estado de ánimo especial… me siento con unas ganas
bárbaras de vivir. (Canta.)
25

Masha- Tran-tan-tan.

Vershinin- Tan-tan.

Masha- ¿Tran-tan-tan?

Vershinin- Tran-tan-tan.

Entra Solioni.

Irina- No, por favor, Solioni, salga. Acá no se puede entrar.

Solioni- ¿Y por qué el barón puede estar acá y yo no?

Vershinin- Hay que irse. ¿Cómo va el incendio?

Solioni- Dicen que se está apagando. Pero no, de veras, me extraña, ¿por qué al barón se
le permite y a mí no?

Vershinin- Tran-tan-tan.

Masha- Tran-tan.

Vershinin- Vamos a la sala.

Solioni- Muy bien. Pero tomo nota. Este asunto se podría aclarar mejor, pero temo a los
gansos enojar. (Mirando a Tusenbach.) Pío, pío, pío… (Sale con Vershinin y Fedotik.)

Irina- El barón se quedó dormido. ¡Barón!

Tusenbach- (Despertando.) Estoy cansado… La fábrica de ladrillos… No, no estoy


delirando. Pronto voy a ir a la fábrica y me voy a poner a trabajar… (A Irina.) Está tan
pálida, tan hermosa, encantadora. Como si su palidez iluminara el aire oscuro. Está
triste, descontenta de la vida. Venga conmigo. Vamos a trabajar juntos.

Masha- Váyase de este dormitorio, por favor.

Tusenbach- Adiós, me voy. Recuerdo un día: era su cumpleaños, usted hablaba de la


alegría del trabajo con tanto entusiasmo. Y yo me imaginaba que mi vida iba a ser feliz.
¿Dónde quedó esa existencia dichosa? Está por llorar… Acuéstese. Si pudiera dar la
vida por usted.

Masha- Váyase, barón, de veras…

Tusenbach- Me voy. (Sale.)

Masha- ¿Estás dormido, Fiodor?

Kuliguin- ¿Eh?
26

Masha- ¿Por qué no te vas a casa?

Kuliguin- Mi querida Masha, mi dulce Masha…

Irina- Está cansada. Mejor que ahora duerma.

Kuliguin- Ya me voy… Mi mujer, mi única… te amo.

Masha- Amo, amas, amat, amamos, amatis, amant.

Kuliguin- Es extraordinario. Hace siete años que nos casamos y parece que fue ayer.
¡Estoy contento, contento, contento!

Masha- ¡Y yo estoy harta, harta, harta! Es inútil, no puedo sacármelo de la cabeza. Lo


tengo clavado en la cabeza… Hablo de Andrei. Hipotecó esta casa y su mujer se guardó
todo el dinero. Pero la casa no es de él solo, es de los cuatro. Él debe saberlo bien, si es
un hombre decente.

Kuliguin- No te atormentes. ¡Dejalo! Andrei está lleno de deudas. Y bueno, allá él…

Masha- De todos modos es indignante.

Kuliguin- Nosotros no somos pobres. Trabajo en el liceo y además doy clases


particulares. Soy un hombre sencillo. Omnia mea mecum porto7, como suele decirse.

Masha- A mí no me hace falta nada, pero la injusticia me subleva. ¿Por qué no te vas?

Kuliguin- Estás agotada: descansá media hora. Yo me siento por ahí y te espero.
(Saliendo.) Estoy contento, contento.

(Escena 2)

Irina- Sí, es cierto. ¡Cómo se acható nuestro Andrei, cómo se volvió viejo y estéril al
lado de esa mujer! Antes se preparaba para la universidad y hoy se jacta de haber
llegado a ser funcionario del Consejo Provincial. Él, funcionario, y Protopópov el
presidente. Toda la ciudad habla y se ríe y sólo él no sabe ni ve nada… Y miren, todos
corrieron al incendio pero él se queda en su habitación y ni se preocupa. Toca el violín.
Es horrible, horrible. No puedo, no puedo soportar más, no puedo… (Entra Olga.)
Échenme, échenme de acá, no puedo más.

Olga- ¿Qué te pasa? Querida…

Irina- ¿Dónde se fue todo? ¿Dónde está? ¡Dios! Lo olvidé todo. Todo se me confunde
en la cabeza… No recuerdo cómo se dice ventana en italiano, ni techo. Cada día olvido
algo más y la vida se va y no vuelve nunca. Jamás nos vamos a ir a Moscú, jamás.

Olga- ¡Querida, querida!

7 Cuanto tengo, lo llevo conmigo.


27

Irina- Soy tan desgraciada… No puedo trabajar, no voy a trabajar. Basta. Fui
telegrafista, ahora trabajo en la Municipalidad y detesto y desprecio todos los trabajos
que me dan… Hace tiempo que estoy trabajando y mi cerebro se secó. Estoy más
delgada, más fea, más vieja y no tengo nada, nada, ninguna satisfacción. El tiempo pasa
y siento que me alejo de la vida verdadera, cada vez más, hacia no sé que abismo. Estoy
desesperada. No entiendo como sigo viviendo, como no me maté ya…

Olga- No llores, hijita, no llores. Me hacés sufrir.

Irina- No lloro, no lloro. Basta. ¿Ves? No lloro más. Basta.

Olga- Te hablo como hermana, como amiga. Si querés mi consejo, casate con el barón.
Te inspira respeto, aprecio… Es verdad, es feo, pero es tan decente, tan puro… Una se
casa, no por amor, sino para cumplir su deber. Así pienso yo, y me casaría sin amor.
Con cualquiera que me lo pidiera, con tal de que fuese un hombre decente. Hasta me
casaría con un viejo…

Irina- Siempre esperaba que volviéramos a Moscú; allí encontraría a mi amor


verdadero; soñaba con él, lo amaba… Pero todo resultó una tontería, pura tontería…

Olga- Hermanita, yo lo comprendo todo. Cuando el barón dejó su carrera militar y se


apareció en traje de civil, me pareció tan pobrecito que me puse a llorar… Me preguntó:
“¿Por qué llora?” ¡Y cómo podía decírselo! Pero si Dios quisiera que se casaran, yo
sería feliz.

Natasha atraviesa la escena.

Masha- Anda como si ella hubiese producido el incendio.

Olga- No seas tonta, Masha. La más tonta de nuestra familia. Perdoná que lo diga.

Masha- Quiero confesarme, hermanas. Tengo una angustia muy grande en el alma. Se
lo voy a decir a ustedes y después a nadie más, nunca. Lo digo ahora mismo. Es mi
secreto, pero tienen que saberlo… No puedo callarme… Lo amo, amo a ese hombre…
Quiero a Vershinin.

Olga- (Se mete detrás del trasto.) Basta con eso. No te escucho.

Masha- ¿Qué voy a hacer? Primero me pareció raro, después le tuve compasión…
después empecé a quererlo… a querer su voz, sus palabras, sus desgracias, sus dos
hijas…

Olga- Yo no te oigo. Podrás decir las tonterías que quieras, yo no te oigo.

Masha- Sos tonta, Olga. Este es mi destino… Y él también me quiere. Todo esto da
miedo. No está bien, ¿verdad? (A Irina.) Querida, ¿cómo vamos a seguir con nuestras
vidas, qué será de nosotras? Cuando una lee una novela le parece que todo es muy claro
muy sabido. Pero cuando es una misma la que ama, se da cuenta de que nadie
comprende nada, que cada una tiene que decidir por sí misma. Queridas mías,
28

hermanas, ya les confesé todo. Desde ahora en adelante, me callo. Como el loco del
cuento de Gógol: “Silencio… silencio”.

Andrei- (Entrando)¿Dónde está Olga? Vengo a verte para que me des la llave del
armario. Perdí la mía.

Olga le entrega la llave. Irina se mete detrás del trasto.

Andrei- ¡Qué incendio enorme! Ya comienza a calmarse. ¿Por qué estás tan callada,
Olga? Ya es tiempo de dejar de andar ofuscada, sin motivo. Masha está aquí, Irina
también. Bien, vamos a aclarar las cosas de una vez por todas. ¿Qué es lo que tienen
ustedes contra mí? ¿Qué?

Olga- Ahora no, Andrei. Mañana lo aclaramos… ¡Qué noche más torturante!

Andrei- No te pongas nerviosa. Se los pregunto con toda calma: ¿qué es lo que tienen
contra mí? Hablen con franqueza.

La voz de Vershinin- Tram-tam-tam.

Masha- Tra-ta-ta. Buenas noches, Olga. Que descanses. (A Irina.) Dormí tranquila…
Andrei, estamos cansadas. Mañana lo aclaramos… (Se va.)

Olga- Sí, Andrei, dejémoslo para mañana… (Va detrás del trasto.) Hay que dormir.

Andrei- Lo digo y me voy. En primer lugar, ustedes tienen algo contra mi mujer, lo
vengo notando desde el mismo día de mi casamiento. Natasha es una persona excelente,
recta y decente. Ésta es mi opinión. Yo quiero y respeto a mi mujer, ¿entienden? Y exijo
que los demás también la respeten. Repito: es una persona recta y decente. Y todos esos
disgustos de ustedes, perdonen, no son más que caprichos. Segundo: parecen estar
enojadas porque no soy profesor y abandoné los estudios. Pero soy funcionario del
Consejo Provincial, y este servicio lo considero tan elevado como servir a la ciencia.
Tercero… tengo algo más que decirles. Hipotequé la casa sin pedirles permiso. Hice
mal, lo sé, y les pido que me perdonen. Me obligaron las deudas. Ya no juego más, hace
tiempo. Pero lo único que puedo decir para justificarme es que ustedes son mujeres
solteras y reciben la pensión de papá, mientras que yo no tenía… ingresos, por así decir.
…No me escuchan. Natasha es una persona excelente, honrada… Cuando me casé,
creía que seríamos felices… que todos seríamos felices… Hermanas queridas, hermanas
mías queridas, no me crean, no me crean… (Sale.)

Kuliguin- (Atravesando la escena.)Asomándose.)¿Masha no está acá? ¿Dónde está?


¡Qué raro!¿Pero Masha no está acá? ¡Qué cosa más rara!

Irina- (Saliendo del trasto, está en camisón.) ¡Olga! ¿Quién hace ese ruido?

Olga- Es el doctor. Está borracho.


29

Irina- ¡Qué noche más intranquila! ¡Olga! ¿Oíste lo que dijeron? Trasladan la brigada,
la mandan lejos, no sé dónde.

Olga- (Asomándose, en camisón.) Son rumores, nada más.

Irina- Nos vamos a quedar solas… ¡Olga!

Olga- ¿Qué?

Irina- Sí, yo respeto al barón, y lo aprecio mucho. Es un hombre excelente. Está bien:
me voy a casar con él. Pero, ¡vámonos a Moscú! Te lo suplico, vámonos. ¡No hay en el
mundo nada mejor que Moscú! ¡Vámonos, Olga, vámonos!

Acto 4
Jardín de la casa de los Prózorov. Mediodía. Otoño.

Irina- Se fueron todos.

Kuliguin- Y se olvidaron de despedirse de mí.

Irina- No puedo verte sin bigotes.

Kuliguin- ¿Por qué? Qué se le va a hacer. Es modus vivendi. Nuestro director anda sin
bigotes y yo, cuando me nombraron inspector, también me los afeité. A nadie le gusta,
pero a mí me da lo mismo. Con o sin bigotes estoy contento…

Por el fondo pasa Andrei con un cochecito donde duerme una criatura..

Irina- Kuliguin, usted estaba ayer en el bulevar, dígame, ¿qué fue lo que pasó?

Tusenbach- Nada. Pavadas, no importa.

Kuliguin- Parece que Solioni y el barón se encontraron ayer en el bulevar cerca del
teatro…

Tusenbach- ¡Cállese! De veras… ¿Qué necesidad? (Sale.)

Kuliguin- Solioni empezó a provocar al barón, el barón no lo pudo soportar y le dijo


algo ofensivo…

Tusenbach- No sé. No son más que pavadas.

Kuliguin- Dicen que Solioni está enamorado de Irina, y que por eso odia al barón… es
comprensible. Irina es una muchacha muy buena. Hasta se parece a Masha…
30

Irina- Todo me asusta hoy, no sé por qué. Ya tengo todo listo. Después del almuerzo
voy a despachar mi equipaje. El barón y yo nos casamos mañana y salimos para la
fábrica de ladrillos. Y pasado mañana ya voy a estar trabajando en la escuela. Vida
nueva. El otro día, lloré de alegría cuando aprobé el último examen de maestra…

Kuliguin- Hoy se van los militares y todo va a ser como antes. Digan lo que digan,
Masha es una buena mujer, y honrada. Yo la quiero mucho y agradezco mi destino.
Tuve suerte en la vida, soy feliz, hasta gané la medalla honorífica de segundo grado.
Claro, soy inteligente. Más inteligente que muchos otros, pero la felicidad no está en
eso…

Se escucha una música.

Irina- Mañana ya no tendré que escuchar esa música ni encontrarme con Protopópov.
Ya está sentado ahí, en el salón. Como todos los días. Hoy también vino.

Kuliguin- ¿Nuestra directora no llegó todavía?

Irina- Ya la mandamos llamar. ¡Qué difícil fue vivir sin Olga! Desde que se mudó al
liceo, yo sola, aburrida, sin nada que hacer; odio la habitación en que vivo. Por eso me
dije: si no es mi destino vivir en Moscú, que así sea. El barón pidió mi mano, y qué voy
a hacer… lo pensé y me decidí: el barón es una persona buena… Y de pronto me
pareció que a mí alma le crecían alas, me sentí más alegre y de nuevo me dieron ganas
de trabajar…

Irina sale. Se acerca Masha. En el fondo se ve pasar a Andrei con el cochecito.

Masha- Cuando se atrapa la felicidad por instantes, de a pedacitos, y luego se la pierde,


como yo, una se vuelve dura, mala… Acá me hierve… Ahí lo tiene a Andrei, nuestro
hermanito. Ya no hay esperanzas para él…

Andrei- ¿Cuándo tendremos otra vez tranquilidad en esta casa? La ciudad va a quedar
desierta… ¿Qué pasó ayer cerca del teatro? Todos hablan de eso y yo no sé nada.

Kuliguin- Nada. Solioni se puso a provocar al barón hasta que éste perdió la paciencia y
lo insultó. Y Solioni lo retó a duelo. Parece que ya es la hora, a las doce y media, en el
bosquecito, del otro lado del río, pum-pum. Ya es su tercer duelo.

Masha- ¿De quién?

Kuliguin- De Solioni.

Masha- Todo se me confunde en la cabeza… No hay que permitir ese duelo. Solioni
puede herir al barón, o matarlo (Va saliendo.) No voy a entrar en la casa, no puedo
entrar… Cuando venga Vershinin, avísenme… Ya vuelan las aves de paso. ¿Son cisnes
o gansos? Dichosos…

Andrei- Qué vacía va a quedar la casa. Se van los oficiales, se va usted. Irina se casa y
yo me quedo solo.
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Kuliguin- ¿Y tu mujer?

Andrei- Mi mujer es como es. Honrada, decente; pero tiene algo que la rebaja hasta
hacerla un animal mezquino, ciego, áspero… En todo caso, ya no es un ser humano. Yo
quiero a Natasha, pero a veces me parece asombrosamente vulgar, y me siento
desconcertado, no entiendo por qué la quiero tanto o, por lo menos, por qué la quise
tanto…

Entran Irina y Tusenbach. Kuliguin cruza la escena.

Kuliguin- ¡Masha!

Tusenbach- Es la única persona en la ciudad que se alegra de que los militares se


vayan.

Irina- Es comprensible. Ahora nuestra ciudad se queda vacía.

Tusenbach- Querida, enseguida vuelvo.

Irina- ¿Adónde vas?

Tusenbach- Tengo que despedir a unos compañeros.

Irina- No es cierto. ¿Por qué estás tan distraído? ¿Qué pasó ayer cerca del teatro?

Tusenbach- Dentro de una hora voy a estar de vuelta acá, a tu lado. Mi amor… Ya van
cinco años que te quiero y cada día te encuentro más hermosa. Mañana te llevo
conmigo, vamos a trabajar, a ser ricos y vas a ser feliz. Pero hay una cosa… una sola
cosa: no me querés.

Irina- Eso no está en mis manos. Voy a ser tu mujer, fiel, leal. Pero amor no hay. ¿Qué
puedo hacer? No amé nunca en mi vida. ¡Soñé tanto con el amor! Sueño desde hace
tiempo, día y noche; pero mi alma es un piano cerrado, del que se perdió la llave. Tenés
la mirada inquieta.

Tusenbach- No dormí en toda la noche. No hay nada en mi vida que pueda asustarme.
Sólo esa llave perdida destroza mi alma, no me deja dormir. Decime algo… decime
algo.

Irina- ¿Qué? ¿Qué decirte? ¿Qué?

Tusenbach- Algo.

Irina- Vamos, vamos.

Tusenbach- Qué tonterías cobran de pronto un gran significado en la vida. Uno sigue
considerándolas una insignificancia, pero se deja llevar por ellas y no puede detenerse.
No hablemos de eso. Estoy alegre. Es como si viera por primera vez esos abetos, esos
arces, esos abedules… y que todo me mira con curiosidad, como esperando algo. Tengo
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que irme, ya es hora. Ese árbol está seco y, sin embargo, se mece con el viento, como
los demás. Me parece que yo también, si muero, voy a seguir participando de la vida, de
alguna forma. Adiós, querida… Los papeles que me diste están sobre mi escritorio,
debajo del calendario.

Irina- Yo también voy.

Tusenbach- ¡No, no! (Se va rápidamente, se detiene.) Irina.

Irina- ¿Qué?

Tusenbach- Hoy no tomé café. Que me lo preparen. (Sale.)

Escena 2
Entra Andrei
Andrei- ¿Dónde está, dónde se fue mi pasado? Yo era joven, alegre, inteligente, soñaba
y mi futuro estaba iluminado… ¿Por qué apenas comenzamos a vivir nos volvemos
grises, perezosos, indiferentes, inútiles? En esta ciudad no hacen más que comer, beber,
dormir y después, morirse. Y nacen otros que también comen, beben y duermen. Y las
mujeres engañan a sus maridos y los maridos mienten, fingen no ver nada, y su
influencia vulgar aplasta a los hijos y se convierten en miserables, como sus padres y
sus madres, en cadáveres parecidos los unos a los otros... El presente es abominable, me
da náuseas, pero cuando pienso en el futuro… Mis queridas hermanitas, mis hermanas
maravillosas… Masha, querida…

Natasha- (Asomándose.) ¿Quién grita ahí? ¿Andrei? Vas a despertar a Sophie. Il ne


faut pas faire de bruit, la Sophie est dormie deja. Vous etes un ours8.

Andrei- Pero si yo hablo bajo.

Natasha- (Saliendo.) Bobik!!!.

De la casa salen Vershinin, Olga. Se acerca Irina.


Vershinin- Ya partimos, es hora de que me vaya, Olga. Mis mejores deseos, los
mejores. ¿Dónde está Masha?

Irina- Por el jardín. Voy a buscarla.

Vershinin- Sea buena. Estoy apurado. Todo tiene su fin. También nosotros tenemos que
separarnos. La ciudad nos despidió con un banquete, pero mi corazón estaba acá, con
ustedes. Me acostumbré tanto a ustedes…

Olga- ¿Volveremos a vernos algún día?

Vershinin- Seguramente no. Mi mujer y las dos chicas van a vivir aquí dos meses más.
Por favor, si ocurre algo, si llegan a necesitar…

8 No hay que hacer ruido, Sophie ya está dormida. Es usted un oso.


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Olga- Sí, quédese tranquilo. Mañana todo se va a convertir en recuerdos. Y claro, para
usted empezará una nueva vida. Todo sucede al revés de cómo lo deseamos. Yo no
quería ser directora y me hice directora. Eso quiere decir que no voy a ir a Moscú…

Vershinin- Gracias por todo. Perdóneme si en algo no estuve bien. Hablé mucho,
demasiado. Perdónemelo también. No me recuerde mal.

Olga- Pero, ¿por qué no viene Masha?

Entra Masha.

Olga- Ahí viene.

Vershinin- Vine a despedirme.

Masha- Que te vaya bien… (Beso largo.)

Olga- Basta, basta…

Vershinin- No dejes de escribirme. ¡No me olvides!... Soltame, ya es hora… Olga,


sosténgala. Tengo que irme… ya estoy retrasado. (Besa las manos de Olga, abraza una
vez más a Masha y sale rápidamente.)

Olga- Basta, Masha. Calmate, querida…

Kuliguin- (Que había entrado antes.) No es nada. Que llore un poco, que llore…
Masha, mi buena… mi buena Masha. Es mi mujer y yo soy feliz, pase lo que pase… No
me quejo, no te hago reproches. Olga es testigo. Empecemos a vivir otra vez como antes
y no voy a decirte una sola palabra…

Masha- “Un roble verde a la orilla del mar. A una cadena de oro preso… a una cadena
de oro preso…” Me estoy volviendo loca.

Olga- Calmate, Masha, calmate… Dale agua.

Masha- Ya no lloro más.

Kuliguin- Ya no llora… es buena.

Se oye un disparo lejano.

Masha- “Estoy muy solo y triste aca en este mundo abandonado…” Me confundo. Vida
fracasada. Ya no necesito nada más… Ya me calmo… Da lo mismo. “...en este mund
abandonado” ¿Por qué tengo esta frase en la cabeza? Las ideas se me confunden.

Entra Irina.

Olga- Tranquila, Masha. Sé juiciosa. Entremos en la casa.

Masha- No, allá no voy. En esta casa no entro. No voy a entrar más.
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Irina- Sentémonos juntas, aunque sea en silencio. Mañana me voy.

Natasha- ¿Qué? Con Sophie se queda Protopópov y a Bobik que lo pasee Andrei.
¡Cuánto trabajo dan estos chicos! (A Irina.) Irina, te vas mañana. ¡Qué lástima!… (Al
ver a Kuliguin da un grito.) ¡Qué hombre! Me asustó. (A Irina.) Me había encariñado
con vos. No me va a ser fácil esta separación. Voy a hacer mudar a Andrei con su violín
a tu pieza. ¡Qué serruche ahí! Y en la suya pondremos a Sophie. Es una criatura
maravillosa, divina. Hoy me miro con sus ojitos y me dijo: “Mamá”.

Kuliguin- Cierto. Es una criatura adorable.

Natasha- Entonces, desde mañana, voy a estar sola acá. Lo primero que voy a hacer es
mandar que talen esos dos caminos de abetos. Después ese arce seco… es tan feo,
sobretodo de noche. (A Irina.) Querida, ese cinturón no te queda nada bien. Es de muy
mal gusto… Y acá voy a mandar hacer canteros con muchas flores, todo flores, para que
den olor. ¿Qué hace acá un tenedor tirado?... (Al criado.) Pregunté por qué hay un
tenedor tirado… ¡Silencio! (Salen.)

Masha- ¿Dónde dejé mi sombrero?

Kuliguin- Lo guardé en la casa. Enseguida lo traigo.- Sale y despues de unos segundos


vuelve a entrar.

Kuliguin; ¡Olga!

Olga- ¿Qué?

Kuliguin- Nada. No sé cómo decirle… (Le susurra algo al oído.)

Olga- No puede ser.

Masha- ¿Qué pasó?

Olga- Hoy es un día horrible… No sé cómo decírtelo, querida.

Irina- ¿Qué? Hablen. ¿Qué? ¡Por Dios!

Olga- Acaban de matar al barón en un duelo.

Irina- Yo sabía, yo sabía…

Masha- ¡Cómo suena la música! Se alejan de nosotras. Uno ya se fue del todo, para
siempre. Nos quedamos solas para comenzar nuestra vida de nuevo. Hay que vivir, hay
que vivir…

Irina- Va a llegar el día en que todos comprendan para qué es todo esto, para qué estos
sufrimientos. No habrá más misterios. Pero mientras tanto hay que vivir, hay que
trabajar. Mañana me voy sola, a enseñar en la escuela, a dar mi vida a los que tal vez la
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necesiten. Estamos en otoño, pronto llega el invierno, todo se cubre de nieve, y yo voy a
trabajar, a trabajar…

Olga- La música suena tan alegre… que siento ganas de vivir. ¡Dios mío! El tiempo va
a pasar y nosotras vamos a irnos para siempre, y nos van a olvidar: nuestros rostros,
nuestras voces y cuántas éramos, pero nuestros sufrimientos se transformarán en alegría
para los que vivan después de nosotras; la dicha y la paz reinarán sobre la tierra y habrá
una buena palabra de recuerdo para los que viven ahora. ¡Queridas hermanas, nuestra
vida todavía no está terminada! Vivamos. La música suena con tanta, tanta alegría, que
parece que pronto vamos a saber para qué estamos viviendo, para qué sufrimos. ¡Si
supiéramos, si supiéramos!

Olga- ¡Si supiéramos, si supiéramos!

Fin

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