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Reseña de la película The Great Wall (Manuel Martínez Maldonado)

La belleza de esta película es extraordinaria porque se ha filmado en un lugar hermoso (Qingdao) y porque no
se ha escatimado en los vestuarios de los ejércitos ni en los platós que semejan los interiores de la muralla
china. La trama es bastante sencilla y, aunque uno no sabe de minuto a minuto qué esperar, intuimos el final.

William (Matt Damon) y Tovar (Pedro Pascal) son parte de un grupo de mercenarios que andan por la China
buscando pólvora negra (el invento del momento). Es el tiempo de la dinastía Song (circa 1100 DC) y están
unas millas al norte de la muralla perseguidos por bandidos. Se salvan de la persecución no sin antes haber
tenido un encuentro escabroso con un monstruo que mata al resto de su patrulla. William le corta una mano
al animal y se la lleva consigo como evidencia del “peor tipo de encuentro”. Al otro día, aún perseguidos por
los bandidos, el ejército asignado a proteger la muralla de los invasores los salva y los apresan.

En la época eran los mongoles los que querían invadir desde el norte, pero en la película resultan ser los
monstruos llamados Tao Tei, que supuestamente cayeron en un meteoro verde (por eso son verde y tienen
sangre del mismo color) enviados por un dios que quiere castigar al emperador por sus desmanes. Son de un
poderío inimaginable, pero responden y están controlados por el sonido que emite “la reina” con un órgano
que parece una peineta. Con ella también detecta dónde está cada uno de sus “hijos”. Estos son los que le dan
de comer y, al hacerlo, se mantienen vivos: dependen de sus sonidos para su fuerza y movilidad. Los efectos
especiales que adornan las batallas, la animación de los monstruos y los encuentros con estos seres son
terroríficos.

Es imposible, en estos días de locuras diarias que amenazan el bienestar en el mundo, no asociar cualquier
muralla con la que se proponen construir entre Estados Unidos y México. Este filme de gran colorido en el que
el sonido es manipulado como si fuera un personaje (después de todo de eso depende la reina) no puede
dejar de verse, en parte, como alegoría de que las murallas no pueden excluir a nadie por mucho tiempo. Eso
la sabíamos de los sitios de ciudades y castillos en la edad media, del fiasco que fue la línea Maginot que en
Francia se construyó después de la primera guerra mundial para no permitir el paso de alemanes y, sin
embargo, a París llegaron en el 1940. También lo sabíamos de la mismísima gran muralla: los Manchú la
cruzaron varias veces. En la película, los Tao Tei , como ha pasado en los ejemplos que he dado, se buscan una
forma alterna para cruzarla. Sin duda que ha de ser lo que hagan los migrantes de Mesoamérica que quieren
entrar a los EE. UU.

Hay que reconocer la magnífica dirección de Zhang Yimou que es capaz de movilizar con coherencia cientos de
extras y varios actores con gran fluidez y acierto. Tanto así que hace del material uno que se puede disfrutar
sin tener que pensar mucho durante la duración de casi dos horas del filme. Las actuaciones están
subordinadas a la acción y las luchas, pero Matt Damon siempre da lo mejor que puede y está acompañado de
Pedro Pascal, quien es gracioso y muy competente. En un papel importante pero secundario, Willem Dafoe
como Sir Ballard, tiene sus momentos traicioneros y siniestros.

La película toma prestado de “World War Z” en la forma en que las masas de Tao Tei invaden y tratan de
escalar la muralla; de “Aliens” (1986) y de “Starship Troopers” (1997) la idea de una reina controladora, que
en la última mencionada era el “Brain Bug” que comandaba los otros aracnoides que habían aprendido a

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batallar como los humanos. Es curioso que la invasión la termine un tipo que habla inglés sin acento (de
hecho, con acento americano) que anda con uno que habla español con acento chileno (no estamos seguros
de la procedencia de William ni de Tovar). Como para la época de los Song no había chilenos ni americanos,
presumimos que estos dos también llegaron a la China en meteoro.

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