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Iba en tercer semestre de universidad, tenía muchos amigos y era muy

sociable. En varias ocasiones esos amigos me comentaban el parecido que


tenía a un chico de apodo 'Crispi', alguien del mismo semestre y de la misma
carrera que yo cursaba, pero con el que no había tenido la oportunidad de
coincidir.

Nunca presté mucha atención a esos comentarios, no conocía a esa persona,


pero sabía que el parecido estaba en nuestro amor por los planes ‘pesados’,
que no es otra cosa que las fiestas y descontrol a un alto nivel.

Un día, en esos bajones emocionales tras la ruptura, fui a la casa de un amigo


a desahogarme. Para hacer un mejor ambiente y distraerme permití que mi
amigo invitara a más amigos a su casa, es ahí cuando conocí a Cristian.

Sin saber su nombre, ni que él era el tal ‘Crispi’ del que tanto hablaban, quedé
flechada, lo vi a los ojos y vi la maldad en ellos. Tenía pinta de ser de esos
hombres mujeriegos y sin sentimientos. Irónicamente, eso fue lo que me gustó.
Era consciente de que si me permitía iniciar algo con él iba a terminar mal.

Escuché a lo lejos que alguien lo llamaba por su apodo. Me sorprendí al darme


cuenta de que ese chico del que tanto me hablaban era el mismo que me había
encantado, así que no desaproveché la oportunidad y, aún sabiendo los
riesgos, sólo necesité un par de minutos para acercarme a él.

Tuvimos una conexión espectacular, esa misma noche dormimos juntos y me


encantó. Me gustó tanto que terminé toda la semana en su casa, donde vivía
con sus papás.

Fue tanta la conexión, que en su casa fui bien recibida. Claramente su mamá
no sabía que era una mujer que su hijo acababa de conocer. Fueron casi 7
días en los que su familia me dio el desayuno al despertar, íbamos a la
universidad, almorzábamos juntos, íbamos a mi casa por ropa, etc.
Compartimos en diferentes espacios porque teníamos varios amigos en común,
y terminamos en su cama todas las noches.

Tras dos meses de constantes salidas y mucha diversión, él me pidió que le


presentara a mis papás.

Yo vivía sola en Bogotá y mis papás vivían en un pueblo cercano, por esto
tenía tanta libertad y tiempo para estar con él.

Sin pensarlo los llamé y les dije que llevaría a un amigo, porque sí, hasta ese
momento lo seguía viendo solo como un amigo. No era consciente de mis
sentimientos hacia él, para mí era una atracción física nada más. Aunque él sí
me presentaba como su novia.

A pesar de eso, dejaba que me dijera ‘amor’, ‘vida’ y me tomara de la mano. No


me molestaban estas actitudes, no teníamos nada serio, pero tampoco éramos
un simple polvo, así que lo dejaba ser tierno conmigo siempre y cuando no lo
hiciera delante de mis papás.

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