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Guatemala un laberinto perfecto es decir , sin salda

El documento describe la situación política y económica de Guatemala, destacando la corrupción y


la impunidad que han afectado al país durante décadas. El magnate de los medios Ángel González
ha sido un actor clave en la promoción de políticos corruptos y la "narcocleptocracia" en América
Latina, utilizando su monopolio en televisión y radio para difundir propaganda oficial y oficiosa en
lugar de noticias e información imparcial. Los políticos también han contribuido a la corrupción a
través de la creación de trabajos "fantasma", la asignación de contratos a sus propias empresas y la
aprobación de deuda externa y presupuestos anuales a cambio de comisiones y mordidas. La
"narcocleptocracia" es la verdadera superestructura del poder en Guatemala, dueña del sistema
político y poco afectada por los esfuerzos de los Estados Unidos para ayudar a los países del
Triángulo Norte de Centroamérica. La corrupción y la impunidad son generalizadas y permanentes
en Guatemala, y los altos funcionarios y dirigentes políticos están organizados para enriquecerse y
perpetuarse en el poder, sin preocuparse por las necesidades y demandas de la población. El
documento también destaca la situación económica de Guatemala, con un crecimiento económico
significativo en la última década, pero insuficiente para mejorar la vida de la mayoría de los
guatemaltecos que viven en la pobreza y la exclusión. El país tiene la mayor desigualdad en el
hemisferio, con solo el 14% de la población considerada clase media. El sistema educativo es
inadecuado, y el gobierno gasta poco en educación. La deuda del país ha crecido
exponencialmente, y el gasto público está dominado por la corrupción y la ineficiencia. Las altas
tasas de interés reales han atraído capital especulativo, contribuyendo a la sobrevaloración de la
moneda y la destrucción de la base productiva de la economía nacional. La combinación de
variables económicas, financieras, políticas y sociales es una fuente de conflicto,  inestabilidad.

describe la situación política y económica de Guatemala, destacando la corrupción y la impunidad


que ha asolado al país durante décadas. El magnate de los medios Ángel González fue una figura
clave en la promoción de políticos corruptos y "dictaduras" en América Latina, utilizando su
monopolio de televisión y radio para difundir propaganda política informal e informal en lugar de
noticias e información imparcial. Los políticos también contribuyen a la corrupción creando
empleos “fantasma”, contratando con sus propias empresas, y permitiendo endeudamiento
externo y presupuestos anuales a cambio de coimas y sobornos. El "régimen de la droga" es la
verdadera superestructura de poder en Guatemala, dueño del sistema político y menos afectado
por los esfuerzos de ayuda de Estados Unidos en el Triángulo Norte de Centroamérica. La
corrupción y la impunidad son generalizadas y persistentes en Guatemala, y altos funcionarios y
líderes políticos se organizan para enriquecerse y perpetuar su poder, sin atender a las necesidades
y demandas de la población. El documento también destaca la situación económica en Guatemala,
con un crecimiento económico significativo durante la última década, pero no suficiente para
mejorar la vida de la mayoría de los guatemaltecos que viven en la pobreza y el aislamiento. El país
tiene la desigualdad más alta del hemisferio, con solo el 14% de la población de clase media. El
sistema educativo es inadecuado y el gobierno gasta poco en educación. La deuda del país ha
crecido exponencialmente y el gasto público está dominado por la corrupción y la ineficiencia. Las
altas tasas de interés reales atrajeron capital especulativo, contribuyeron a la sobrevaluación de la
moneda y destruyeron la base productiva de la economía nacional. La combinación de variables
económicas, financieras, políticas y sociales es fuente de conflicto e inestabilidad.
En la última década, la economía de Guatemala ha mostrado tasas de crecimiento reales
significativas, aunque insuficientes. Aun mostrando esos ritmos de expansión económica, el
crecimiento no alcanza para todos. El racismo y la radicalización ideológica son atroces por el daño
que provocan al tejido social y a una vida en armonía, tolerancia a las diferencias y sin prejuicios.
Guatemala es el país más desigual, en el hemisferio más desigual del mundo. Guatemala es el país
de Latinoamérica con menor proporción de clases medias. El BID, también documenta que en
Guatemala el 54% de los habitantes vive en condiciones de pobreza y pobreza extrema. La
población pobre registra ingresos menores a los US$ 12 por día, en tanto la población más
vulnerable tiene ingresos menores a los US$5 por día.

mostrado tasas de crecimiento real significativas, aunque insuficientes, en la última década. tasas
de expansión , el crecimiento no llega a todos. del daño que causan al tejido social ya una vida
vivida en armonía , tolerancia a las diferencias y sin prejuicios . el pais mas desigual del mundo ,
ubicado en el hemisferio más desigual del mundo . proporción más baja de personas de clase
media en América Latina . en Guatemala, el 54% de la población vive en pobreza o pobreza
extrema . la población más pobre gana menos de US$12 por día, mientras que la población más
vulnerable gana menos.

Es tan solo, un escandaloso 0.3% de la población, la que puede ser considerada de altos ingresos,
arriba de los US$62 por día. Debido al avance vertiginoso de la tecnología, que ha transformado de
manera significativa los niveles de la educación y el conocimiento, la brecha entre Guatemala y los
países desarrollados ha aumentado descomunalmente. Los motores que explican el crecimiento de
la economía son insuficientes para mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos. Salpican
a la población pobre y marginada de manera muy limitada y con ostensible lentitud.

Los últimos seis años se han caracterizado por un nuevo ciclo de políticas fiscales moderadamente
expansionistas, pero recurrentes, con déficits fiscales difíciles de sostener en el largo plazo. Con el
agravante de que el gasto y la inversión pública carecen de sentido de prioridades, transparencia,
calidad, impacto social y eficacia. Este incremento representa un crecimiento de deuda pública
externa del 141%. En términos prácticos, durante éste período, la deuda externa de Guatemala va
camino a triplicarse.

En tanto, la deuda pública interna, entre 2004 y 2017, experimento un crecimiento explosivo del
567.1%, pasando de Q12.8 millardos a Q85.5millardos. En las finanzas públicas enfrentamos graves
distorsiones que impiden que el Presupuesto General de Ingresos y Gastos de la Nación sea un
instrumento eficiente para que el Estado cumpla sus funciones constitucionales de proteger y
procurar el bienestar de sus habitantes. La defraudación tributaria derivada del contrabando
alcanza los Q12 millardos y la evasión del IVA llega a los Q4 millardos. En términos conservadores,
el gasto directo en seguridad del sector privado, ante las carencias de la seguridad pública, ronda el
1% del PIB.
Los últimos seis años han estado marcados por un nuevo ciclo de políticas fiscales algo expansivas
pero recurrentes, con déficits presupuestarios de largo plazo difíciles de sostener . complicación
adicional de que el gasto público y la inversión carecen de un sentido de prioridades,
transparencia, calidad, impacto social y eficiencia. términos, la deuda externa de Guatemala está
en camino de triplicarse durante este período.

en tanto, la deuda pública internacional aumentó 567.1 % entre 2004 y 2017, pasando de Q12.8
millardos a Q85.5 millardos. finanzas, enfrentamos importantes desafíos que hacen de la
Estimación General de Entradas y Salidas del Presupuesto Nacional una herramienta ineficaz .

El gasto está destinado al clientelismo, el nepotismo, el amiguismo, las coimas, compras y


contratos discrecionales y plazas fantasma. Un caso paradigmático es el del Congreso de la
República, que cuenta de manera insólita con 2,177 plazas –diez meses atrás eran 3,500 plazas–
supuestamente para asesorar a los diputados. En realidad no se requerirían ni justificarían más de
1,000 plazas. En consecuencia, en el Congreso habría que eliminar al menos 1,800 plazas, que
simplemente sobran y representan un asalto a mano armada al erario público.

Esta acometida quirúrgica a los gastos escandalosos del Congreso serviría de ejemplo para realizar
cirugías drásticas en todas las instituciones del Estado, incluidas aquellas que gozan de autonomía.
La Procuraduría General de la Nación , con sentido de urgencia, está obligada a dictaminar como
inconstitucionales los pactos y convenios colectivos de las condiciones de trabajo, suscritos entre el
Estado y sus instituciones y los sindicatos. Las tasas locales de intereses reales, al menos durante
las últimas tres décadas, han sido considerablemente más altas que las tasas de interés de las
diferentes plazas financieras internacionales. Estas acciones han resultado en el abaratamiento de
las importaciones, la destrucción de la base productiva de la economía nacional, socavando la
competitividad de Guatemala.

Las remesas familiares provenientes de Estados Unidos, el voluminoso lavado de dinero y el capital
«golondrina» han hecho experimentar a la economía guatemalteca la enfermedad cambiaria
conocida como «el mal holandés», cuya principal característica es la sobrevaluación del quetzal.
Por cierto, la moneda local sobrevaluada también representa menores ingresos para los
guatemaltecos que tienen el privilegio de recibir remesas familiares. Estas alcanzan US$8 millardos,
equivalentes al 10% del PIB. Obviamente las altas tasas de interés reales son onerosas y asfixian a
los medianos y pequeños empresarios y limitan el indispensable desarrollo de un mercado interno
vigoroso.

los escandalosos del Congreso servirán de ejemplo para realizar cirugas drásticas en todas las
instituciones del Estado, incluyendo las que tienen autonomía. El Fiscal General de la Nación está
obligado a declarar inconstitucionales las convenciones colectivas de trabajo y los convenios
colectivos de trabajo suscritos por el gobierno , sus organismos y los sindicatos. las tasas han sido
significativamente más altas que las tasas de interés internacionales en las últimas tres décadas, al
menos en los Estados Unidos. Las acciones han resultado en la abolición de las importaciones y la
destrucción de la base productiva de la economía nacional , socavando la competitividad de
Guatemala .

Esta combinación de variables económicas, financieras, políticas y sociales resulta una fuente de
inevitables nuevas etapas y ciclos de conflictividad, inestabilidad e incertidumbre financiera,
económica y social, por lo tanto, de graves riesgos para la viabilidad del sistema político, que de
por sí, presenta notables carencias en su estructura, y pone en serias dudas sus posibilidades de
sobrevivencia.

EL DESASTRE EDUCATIVO

Todos coincidimos en que la educación es uno de los únicos caminos para la indispensable
búsqueda de igualdad de oportunidades y desarrollo. Sin embargo, en Guatemala la educación
sigue ignorando las exigencias del presente y más aún las del futuro. Los recursos destinados por el
Estado para la enseñanza de los niños y jóvenes son muy reducidos, y más bien tienen como
objetivo mantener el apoyo político gremial de los maestros al régimen de turno. La enorme
insuficiencia de capital humano es una de las características distintivas de Guatemala.

Es más, el país no cumplió ni uno solo de los Objetivos del Milenio a los que se comprometió en las
Naciones Unidas. El presupuesto asignado a la Educación, lejos de responder a preparar con
solidez y pertinencia a los infantes en diferentes ecosistemas y comunidades lingüísticas, para
aprovechar eficazmente sus oportunidades, de por sí muy limitadas, termina en los bolsillos de los
líderes de los sindicatos de maestros que controlan el sistema.

LA CLEPTOCRACIA

La ciudadanía, los partidos políticos y el Estado y sus instituciones están absolutamente


divorciados. En lugar de políticos profesionales, tenemos vulgares organizaciones de ladrones que
buscan en la política un vertiginoso ascenso económico y social, a costa de depredar los magros
recursos públicos. Por encima de los planes de Gobierno, están los planes de negocios y
corruptelas que son los que ejecutan los mercaderes de la política. La participación política es
restringida y no existe articulación social ni liderazgos visibles.

Un monto que solo puede provenir de las mafias criminales, fundamentalmente del narcotráfico,
del monopolio de la televisión y el oligopolio de la radio, de la enorme corrupción que tiene su
origen en el gasto y la inversión pública, y, en menor grado, aunque todavía significativo, de la
oligarquía, que sin embargo es más cuidadosa con su patrimonio y aporta relativamente poco a las
campañas, pero que, aun así suele tener poder de picaporte y capacidad de veto en las decisiones
de políticas públicas, aunque cada vez con menor peso. Es justo decir que los Q800 millones
necesarios para poder competir en la contienda electoral con posibilidades de éxito, han quedado
de lado con la reciente reforma electoral. En esta se ha fijado un techo financiero para la campaña
en alrededor de Q29 millones por partido, cifra de la que Q9 millones provendrían del Estado. Los
restantes Q20 millones, teóricamente provendrán de donantes privados y quedarán registrados en
los libros de cada agrupación política y en los registros pertinentes del Tribunal Supremo Electoral .

Cabe señalar, que la reciente reforma electoral es una supercarretera para que los caciques de la
vieja política, que son los conocidos por la gente, de manera muy pero muy preponderante,
específicamente Sandra Torres, sean imbatibles. Apesar de que se firmó la paz en diciembre de
1996, el Estado y sus instituciones continúan con un enfoque de espionaje, intimidación y
represión contra los disidentes.

Los abusos del poder público derivados de la ausencia de fiscalización, de controles, balances y
contrapesos efectivos son la constante. La corrupción gubernamental es excesiva y oscila entre la
sofisticación y las técnicas depuradas de los tiempos de Álvaro Arzú y el cinismo, descaro y
desfachatez absolutos, como han sido los casos grotescos de las administraciones de Alfonso
Portillo , Otto Pérez Molina y, aunque en dimensiones aún menores, también en la administración
de Jimmy Morales . Así, el cleptodictador de turno cogobierna con las mafias criminales,
básicamente con los cárteles de las drogas, la cúpula militar y unos cuantos intereses privados,
derivados del financiamiento electoral. El orden de cosas que sufrimos tuvo su origen en la
Cofradía, conocida también como el Poder Paralelo, conformada en 1982 por generales y altos
oficiales de inteligencia del Ejército de Guatemala, que tomaron el control del país y de las
organizaciones criminales, lo que los convirtió en una mafia suprapoderosa, que ha sido conocida
en diferentes épocas también como el Grupo Salvavidas y más recientemente como la Línea.

A finales de la década de 1970, con propósitos contrainsurgentes, el Ejército incrustó una


organización en el Ministerio de Finanzas Públicas, cuyo fin utópico era detectar importaciones de
pertrechos de guerra destinados a la guerrilla. Con el paso del tiempo este grupo amplió sus
tentáculos y penetró en otras instituciones clave del Estado, que le sirvieron de plataforma para
realizar con éxito operaciones de contrabando convencional, robo de furgones de café, tráfico de
indocumentados, trata de personas, robo de vehículos, secuestros, asaltos a bancos y prodigar
información, inteligencia, estrategia, apoyo logístico, infraestructura y protección a las operaciones
del narcotráfico. Otra de las circunstancias que contribuyeron al surgimiento de esta organización
paralela, fue la prohibición del Congreso estadounidense, a principios de la década de 1980, de
proporcionar ayuda militar sobre la mesa a Guatemala. El Ejército guatemalteco fue adiestrado
clandestinamente por la CIA, en ese entonces, para «tumbar» drogas, venderlas en los mercados
ilícitos y, con las ganancias, comprar armas en el mercado negro.
De manera oficial la guerra en Guatemala duró hasta 1996. De cualquier manera, durante el
período comprendido entre 1982 y 1996, la guerra oficial sirvió de cortina de humo, de paraguas,
para que esta organización transformara el Estado de Guatemala en un Estado delincuente que,
con absoluta impunidad, se dedicó a asaltar a los guatemaltecos. Este oscuro grupo seleccionó
entre sus subalternos y compañeros de promoción, a oficiales permisivos, propensos y
susceptibles a la corrupción para ocupar las posiciones clave dentro del Ejército y dentro de la
administración pública, lo cual les permitió tejer una red paralela alrededor de toda la estructura
del Estado, y fundamentalmente dirigir sus acciones delincuenciales con absoluta eficacia e
impunidad. Los gobiernos de facto de los generales Efraín Ríos Montt y Óscar Mejía Víctores y los
gobiernos electos democráticamente de Vinicio Cerezo y Jorge Serrano Elías representaron el
complemento ideal para que este grupo paralelo ampliara, ajustara y mejorara su organización
criminal dentro del Estado.

En las elecciones del año 2000, La Cofradía o Poder Paralelo retomó el poder Ejecutivo de manera
casi absoluta con Alfonso Portillo, quien no fue más que su títere y empleado. En estos períodos
presidenciales ha mantenido el poder hegemónico en sus manos, y la sombra del general retirado
Francisco Ortega Menaldo ha sido omnipresente, aunque la dirección o presidencia ejecutiva de
Poder Paralelo ha caído en tiempos recientes en manos de otro general retirado, Ricardo
Bustamante, conocido entre sus amigos como Busta –quien por cierto ha sido, en términos
prácticos, la nodriza intelectual de Jimmy Morales, cuyo raciocinio se caracteriza por sus excesivas
limitaciones y enorme precariedad. De esta manera, La Cofradía o Poder Paralelo ha logrado
desarrollar un Estado eficaz para servir a las mafias criminales y contar con una red de funcionarios
en posiciones clave, infiltrada en todas las instituciones estatales, que les permite mantener
subordinada y a su servicio a toda la administración pública, incluidos el Ejército y la Policía
Nacional Civil, dentro de cuya organización existe el cartel de tráfico de drogas más temible del
país, conocido como el cartel del Tumbe o de La Charola, en el cual participan policías de todas las
jerarquías, desde los principales directores y comisarios, hasta simples agentes. En términos
institucionales, La Cofradía o Poder Paralelo representa la organización más poderosa de la región,
se mantiene con solidez hasta la fecha y, desde las sombras, continúa conduciendo los destinos de
la nación.

La corrupción es la regla, en un contexto de legalidad simulada, al extremo de que, por décadas, ha


sido aceptada por la población como algo «normal». La Cofradía o Poder Paralelo recibe beneficios
de Q11.7 millardos –equivalentes al 2% del PIB– tan solo con el producto del contrabando
convencional en las aduanas y su consecuente defraudación tributaria. Es decir, entre la
defraudación tributaria y el trasiego de cocaína –dejando de lado la heroína y las drogas químicas –
el Poder Paralelo percibe el 5.4% del PIB. Si se suman a estos rubros los ingresos derivados de la
heroína, de las drogas químicas provenientes de China, de la mariguana, de las transacciones del
mercado negro de armas y municiones, de indocumentados y de la trata de personas.
Los ingresos del Poder Paralelo son semejantes a los ingresos fiscales del Estado. Guatemala se ha
transformado en una siniestra «narcocleptocracia», en un sindicato criminal de rateros insaciables
que ha capturado al Estado y sus instituciones para expoliarlas incesantemente. En un sistema
político donde la incansable y voraz corrupción es sistemática, generalizada y permanente y en el
cual todos los altos funcionarios –en complicidad con las dirigencias de los partidos políticos, los
sindicatos, los contratistas y proveedores del Estado, los grandes financistas de campaña, pero
fundamentalmente con los directivos de la «narcocleptocracia» se han organizado de manera
deliberada y consciente para enriquecerse y utilizar su riqueza a fin de perpetuarse en el poder.
Poco o nada de impacto tendrían, entonces, los US$2.2 millardos que los Estados Unidos ofrecían a
los países del Triángulo Norte de Centroamérica –que representan la modesta suma de US$147
millones por año– durante un periodo de cinco años, para cada uno de los tres países del norte de
Centroamérica.

Si Honduras, El Salvador, pero fundamentalmente Guatemala, son parte de una


«narcocleptocracia» enquistada en el poder que, además, es insensible a la severa desnutrición
crónica, a la falta educación, a la pobreza extrema y a la falta de oportunidades de nuestra gente.
Pero, si la corrupción de los gobiernos centrales ha sido explosiva y exponencial, en las 340
municipalidades esta espiral de descomposición no ha conocido fronteras, ya que no existe –en
términos prácticos– ningún mecanismo de rendición de cuentas. Guatemala ha sido un paraíso
exuberante para la corrupción y la impunidad. En las últimas cuatro décadas ha causado
perplejidad cómo se han adjudicado usufructos vitalicios gratuitos de frecuencias para televisión,
radio y telefonía celular, que podrían significar para el fisco como mínimo Q40 millardos cada diez
años.

Sin embargo, los beneficiarios de los usufructos de las frecuencias en lugar de pagar al Estado el
valor real por el uso de las franquicias, se han limitado a untar con coimas al funcionario de turno
que tiene las facultades de extender el horizonte de explotación de las frecuencias. En el caso más
reciente, los usufructuarios de las frecuencias más importantes, se limitaron a reunir un cuchubal
de US$50 millones para Roxana Baldetti y de Q14 millones a la mayoría simple de los diputados del
Congreso. Sin embargo, dejaba este pollo de contrabando en el país, en tanto realizaba
exportaciones fantasmas del producto a Jamaica y con cinismo cobraba cantidades millonarias de
créditos fiscales derivados de sus supuestas exportaciones. No solo ha gozado de impunidad sino,
además, se ha transformado en el broker más importante en América Latina de pollo Tyson, la
empresa avícola más grande de Estados Unidos.
El documento discute las políticas sociales y económicas en Guatemala, centrándose en los
principios de la Economía de Mercado Social. Se abordan temas como el bienestar social, el papel
del estado, el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, la tributación, el gasto gubernamental,
la política fiscal y la política monetaria. El objetivo es mejorar el bienestar de los individuos y
grupos, promover igualdad de oportunidades y lograr una tasa reducida de inflación. En resumen,
el documento trata sobre cómo las políticas económicas y sociales pueden mejorar la calidad de
vida de las personas en Guatemala.

Política fiscal y monetaria Ofrecer posibles soluciones a los problemas socioeconómicos

Guatemala, aplicando los principios de una economía social de mercado. Los impuestos también se
construyen sobre el principio de solidaridad, en este caso vertical, es decir, ayuda de los que más
tienen a los que menos tienen. El estado debe promover el crecimiento económico para recibir
más ingresos fiscales de ese crecimiento. La cantidad de impuestos a pagar en un país se mide
como un porcentaje del producto interno bruto. Gastos Hay dos tipos de gastos gubernamentales:
gastos operativos y gastos de capital.

Los costos de inversión corresponden a la construcción de infraestructura como carreteras,


caminos, puertos y agua potable.

POLÍTICA FISCAL Y ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO

El déficit está disminuyendo porque en una economía social de mercado la intervención del estado
en la economía debería ser mínima, facilita la inversión del sector privado y produce solo lo que
hace, no produce. POLÍTICA DE DINERO

La política monetaria consiste en controlar la cantidad de dinero en la economía.

POLÍTICA MONETARIA Y ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO

En una economía social de mercado, la política monetaria tiene como objetivo lograr una tasa
de inflación baja.

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