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Generalidades de La Antropología Forense: Módulo 1 - Unidad 1
Generalidades de La Antropología Forense: Módulo 1 - Unidad 1
LA ANTROPOLOGÍA
FORENSE
Módulo 1 – Unidad 1
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1.1. ¿QUÉ ES LA ANTROPOLOGÍA FORENSE? ................................................................................... 3
1.1.1. CARACTERÍSTICAS Y OBJETO DE ESTUDIO DE LA ANTROPOLOGÍA FORENSE ............................. 8
1.1.2. APORTES DE LA ANTROPOLOGÍA FORENSE A LA INVESTIGACIÓN CRIMINAL ............................10
1.1.3. TRATAMIENTO DE LOS RESTOS ÓSEOS .....................................................................................11
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1.1. ¿Qué es la antropología forense?
Dar un concepto de antropología forense puede ser una labor un poco compleja, sobre todo
dependiendo de la formación académica del profesional que esté escribiendo sobre el
concepto. Vamos a poder observar definiciones como, por ejemplo: “la Antropología Legal,
forense criminal, judicial o policial tiene como objetivo la identificación de personas vivas o
muertas, ya sea a partir de sus rasgos somáticos faciales o corporales, o de sus restos óseos,
craneales o postcraneales” (Villalaín y Puchalt, 2000, citado en Rodríguez, 2004, p. 7).
El basamento teórico para identificar individuos tiene sus orígenes en el siglo XIX, cuando
la sociedad de Antropología de París, fundada en el año 1859, así como la Revue
d´anthropologie en 1872; la escuela de Antropología de París en 1876 y otras en Londres,
Moscú y Madrid permitieron generar investigaciones relacionadas con mediciones
corporales poblacionales humanas (lo que más tarde se denominó antropometría). En ese
período, Paul Broca -quien fuera médico, neurólogo, cirujano, anatomista y antropólogo
luego de fundar la Cátedra de Antropología en la Universidad de París- estableció las bases
para realizar mediciones corporales y osteométricas correspondientes, con el equipamiento
indispensable lo que permitió establecer el inicio de la antropología científica (Rodríguez,
2004, p. 11).
Es importante mencionar que estos estudios fueron orientados para profundizar los
conocimientos existentes sobre el origen del hombre y su diferenciación como individuos
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de una misma especie. La connotación forense se desarrolló mucho después con fines de
identificación de víctimas y victimarios (Rodríguez, 2004).
Entre los siglos XIX y XX, los laboratorios de identificación mayormente existentes en Europa
(previa utilización del sistema de identificación dactilar) utilizaron el sistema
antropométrico, con el cual se preocupaban por la identificación de personas vivas
utilizando medidas corporales incluidas en un sistema de fichas, fotografías y datos
personales (Rodríguez, 2004, p. 11).
A mitad del siglo XX, el estudio de restos óseos pasó a tener una importante relevancia, más
allá de los estudios poblacionales, ya que se comenzaron a utilizar con fines identificativos,
dando inicio a investigaciones para realizar procesos estandarizados y protocolos para la
determinación de la cuarteta antropológica, como son los estudios encaminados a
determinar las variables de: sexo, edad, estatura, constitución física y ancestría o afinidad
racial, respaldados con las investigaciones de Martin-Saller, Stewart, Hrdlicka, Krogman e
Isçan, Bass, entre otros. Estos investigadores impulsaron procedimientos técnicos-
científicos de alcance internacional, constituyendo la base de los protocolos científicos que
sustentan en la actualidad la Antropología Forense (Rodríguez, 2004, p. 14).
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caso de sospecha, de que el o los cuerpos hayan sido enterrados, del posible sitio de
inhumación, las circunstancias de esos enterramientos, entre otros datos de interés (CICR y
IMLCFP, 2017, p. 21).
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Imagen 2: Investigación de campo
Fuente: Imagen propia
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Imagen 3: Fase de Laboratorio.
Fuente: Imagen propia
Una vez finalizada la fase de laboratorio, se procede a realizar la fase de cotejo, que consiste
en la comparación de la información obtenida en la fase preliminar a través de las
entrevistas técnicas realizadas a familiares (que también dijimos que se podía denominar
información antemortem), contra la información obtenida de la fase de investigación de
laboratorio (que también puede ser denominada información postmortem). La
comparación de ambos datos va a permitir realizar o determinar la identificación positiva
del individuo estudiado, o, por el contrario, sería la no identificación del o los individuos que
se creía eran los que se estaban buscando (CICR y IMLCFP, 2017, p. 35).
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Resultado:positivo,
negativo e
indiciario
Fase de
investigación de Comparación/Cotejo
Fase de laboratorio /PM
investigación de
Fase de campo
investigación
preliminar / AM
La Antropología forense tiene como finalidad el análisis de individuos para resolver casos
de identidad, por ende, centra su estudio en la determinación de tres elementos
fundamentales asociados al evento de la muerte, estos son: la determinación del perfil
bioantropológico del individuo, la determinación del intervalo postmortem y la información
sobre causa y manera de muerte (Rodríguez, 2004).
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observaciones que pueden darse de forma general en las estructuras óseas o tejidos
blandos en procesos de descomposición. Determinar el intervalo post mortem consiste en
dar, en base a la evidencia analizada, un estimado del tiempo transcurrido desde el
fallecimiento hasta el hallazgo de un cuerpo humano. Para ello, es necesaria la realización
de evaluaciones ulteriores con la participación de diferentes profesionales forenses, que se
encargarán de dar aportes en las áreas de tafonomía, entomología biología, química, entre
otras ciencias y técnicas que, según su experticia, tomarán en cuenta lo encontrado, sobre,
alrededor o el interior de un cuerpo u osamenta (Rodríguez, 2004, p. 37).
Por último, es importante poder brindar información sobre la causa y manera de muerte,
realizando la documentación de alteraciones óseas, traumas óseos “antiguos”, lesiones
óseas tipo pre mortem, enfermedades óseas–osteopatologías, acción de agentes
tafonómicos, entre otros (Rodríguez, 2004).
Determinación
del intervalo
Postmortem
Antropología
Forense
Información
Perfil biológico
sobre "causa y
o identificación
manera de
de la víctima
muerte"
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1.1.2. Aportes de la antropología forense a la investigación criminal
Otro aporte que los estudios antropológicos forenses pueden ofrecer dentro de la
investigación criminal es el de brindar evidencias que orienten el trabajo de los
investigadores para poder determinar el modus operandi con el que cometieron el delito y
el móvil del hecho, logrando dar respuesta a las interrogantes de la investigación criminal
que son: el qué pasó, cómo, cuándo, dónde, porqué, con qué pasó y quién fue o quién era
(Sanabria, 2008).
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En el mismo orden de ideas, la Antropología Forense también permite aportar evidencias
que pueden ser utilizadas como elementos probatorios, ya que durante el análisis de un
cuerpo se pueden ubicar lesiones o fracturas que permitan presumir cuál fue el elemento
que generó las lesiones. Asimismo, durante un análisis se pueden establecer indicios y
evidencias que pueden ser remitidos a otros laboratorios forenses para exámenes ulteriores
y así de esta forma poder identificar o relacionar un victimario con el evento generado
(Sanabria, 2008).
El tratamiento de restos óseos forma parte de los procedimientos y acciones que se realizan
en el proceso de recuperación de los mismos -en la denominada ‘fase de investigación de
campo’- y su posterior traslado, custodia y análisis -en la ‘fase de investigación de
laboratorio’-. Estas acciones normalmente están enmarcadas en protocolos de
procedimientos o en guías de buenas prácticas, realizadas con organismos internacionales
de renombre como pueden ser: el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Interpol,
entre otros (Fondebride, 2020).
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fragilidad, más cuidadoso deberá ser su levantamiento para evitar fracturas o pérdida de
estructuras objeto de análisis. (Fondebride, 2020).
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La Antropología Forense, como se indicó anteriormente, es la ciencia que se encarga del
estudio del hombre con fines de identificación empleando para ello los elementos craneales
y postcraneales del cuerpo humano. Por tal razón, es básico que todo antropólogo que
trabaje en el campo forense conozca sobre anatomía humana, en principio, para poder
reconocer los restos óseos en lugares abiertos donde, debido a las condiciones ambientales,
los huesos pueden confundirse o camuflarse con elementos del medio ambiente, tales
como: ramas de árboles, raíces, piedras, entre otros. Además, es necesario conocer la
anatomía humana a fin de realizar estudios de anatomía comparada, es decir, lograr
diferenciar restos óseos animales de restos óseos humanos. También es preciso conocer el
cuerpo humano para lograr diferenciar órganos propios del sexo masculino y del sexo
femenino, así como las acciones y el desarrollo de músculos que puedan dejar inserciones
marcadas en las estructuras óseas debido al alto fortalecimiento de la zona.
1.2.1. Osteología
Según Burns (2007), la osteología es “la parte de la anatomía que trata de los huesos. Es la
ciencia que explora el desarrollo, estructura, función y variación de los huesos” (p. 35).
Asimismo, el estudio de los huesos permite conocer, entre otras cosas, el origen genético,
la determinación de la edad biológica, el sexo, tipos de dieta, traumas antiguos,
enfermedades padecidas y que hayan podido afectar el desarrollo del hueso y su
composición estructural, entre otros datos de interés antropológico identificativo (Burns,
2007).
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encuentran vestigios óseos de grandes animales, de poblaciones o enterramientos antiguos,
que, a pesar de haber pasado miles de años, aún se conservan. Estudiar la osteología
humana es requisito fundamental para entender el registro físico del ser humano (Burns,
2007).
En el mismo orden de ideas, Burns (2007) plantea a partir de la condición en que se puedan
encontrar los restos óseos, conjuntamente con la información preliminar que se obtenga,
un especialista en el área de la osteología puede:
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Estructura y función del sistema esquelético
está compuesto por tejidos que son un grupo de células estrechamente asociadas, de
estructura similar y funciones relacionadas. Las células se reúnen en matrices de material
inerte extracelular que varía notablemente de un tejido a otro. Los órganos del cuerpo se
forman a partir de tejidos y en su mayoría contienen los cuatro tipos básicos. (p. 36)
En tanto, los cuatro tipos básicos de tejido son: los tejidos epiteliales que tienen como
función la cobertura de otros elementos, como por ejemplo, la piel, el cabello o las uñas; el
tejido conjuntivo, que genera el soporte, la protección y la hidratación donde podemos
encontrar los huesos, los cartílagos, grasas, ligamentos aponeurosis y la sangre; el tejido
muscular, que tiene como función realizar movimientos en el cuerpo humano; y el tejido
nervioso, que tiene como función el control del cuerpo humano (Burns, 2007, p. 36).
El tejido conjuntivo, además de ser el más duradero del cuerpo humano se puede presentar
en diversas y numerosas formas, que se rodean de una matriz extracelular de una sustancia
fibrosa y cohesiva (Burns, 2007).
En cuanto a las funciones generales de los tejidos conjuntivos, se pueden mencionar que
prestan soporte en áreas específicas que requieren flexibilidad. Del mismo modo, permiten
la hidratación constante y la preservación de los líquidos corporales, también facilitan la
adherencia de diferentes partes orgánicas entre sí, protegen a los huesos y las
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articulaciones que se encuentren en actividad plena y también permite el encaje de órganos
y grupos de estructuras en sus lugares predestinados (Burns, 2007, p. 37).
Según Burns (2007), el esqueleto del individuo adulto presenta dos tipos de huesos:
Cabe mencionar la existencia del hueso membranoso el cual según Burns (2007) “no se
encuentra en el esqueleto adulto sano, pero es normal en el embrionario o hueso en vías
de curación. La matriz es irregular y no presenta estructura osteonal” (p. 45).
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polisacáridos proteínicos líquidos y metabólitos. El resto del porcentaje lo constituyen el
componente inorgánico de la masa muscular donde se pueden encontrar sales minerales
que forman cristales pequeños, denominados hidroxiapatita (Burns, 2007, p. 40).
Por su parte, la cavidad medular se encuentra en la parte media “del cuerpo del hueso largo.
Se trata de un área abierta que alberga la producción de las células sanguíneas del cuerpo
humano” (Burns, 2007, p. 43).
Asimismo, Burns (2007) indica que la capa más externa del hueso es el “periostio” y agrega
que:
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Es la membrana fibrosa y elástica que recubre el hueso a modo de vaina elástica,
densamente mantenida en su lugar por las fibras de Sharpey. Los orificios nutricios
perforan el periostio y el hueso para dar paso a las arterias nutricias o vasos sanguíneos
que atraviesan el hueso compacto y trabecular para acceder al centro de la cavidad
medular. (p. 43)
Según Burns (2007), “el sistema esquelético puede ser descrito y clasificado según
diferentes sistemas según el aspecto del esqueleto que corresponda. Los huesos se
categorizan por localización, tamaño y forma, origen y estructura” (p. 45).
• Por su localización
El denominado esqueleto axial, corresponde a los que dan el eje central al cuerpo humano
y está conformado por: el cráneo, el hioides, la columna vertebral, el esternón y las costillas.
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Como se puede apreciar en la siguiente imagen todos son huesos impares con excepción de
las costillas (Burns, 2007, p. 45).
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Imagen 7: Huesos del esqueleto apendicular
Fuente: Lifeder (2020). Recuperado de: https://bit.ly/3sxq7mX
- Huesos largos: donde domina la longitud sobre la anchura del hueso. Son columna
de soporte y palanca, por ejemplo, humero, cúbito, radio, metacarpianos, falanges,
fémur, tibia y peroné.
- Huesos cortos: son aquellos que son pequeños y redondeados, las dimensiones de
largo, ancho y grosor son similares, no tienen cavidad medular, presentan caras,
borde y ángulos. Por ejemplo, los carpianos y tarsianos.
- Huesos irregulares: son aquellos que su forma es indefinida y son impares, por
ejemplo, las vértebras dorsales, lumbares y torácicas y base del cráneo (p. 46).
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• Por su origen
El tejido óseo se puede formar por osificación intramembranosa, la cual se forma
directamente a partir del tejido conjuntivo. La otra forma de la conformación del tejido óseo
es a partir de la osificación endocondral, la cual se produce a causa del cartílago (Burns,
2007, p. 46). Como datos generales, es necesario mencionar que el ser humano adulto
posee un aproximado de 206 huesos. Se dice ‘aproximadamente’ ya que existen huesos
wornianos o supernumerarios que algunas personas tienen, por lo que la sumatoria en
algunos individuos puede ser mayor de 206 huesos. En sub-adultos existe un aproximado
de 300 huesos. Además, los huesos en los adultos se encuentran divididos de la siguiente
manera:
Cuello 1 1 Hioides.
Cintura
4 2 escápulas u omoplatos, 2 clavículas.
escapular
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Miembros 2 fémur, 2 rotulas, 2 tibias, 2 peroné, 14 tarsianos, 10
60
inferiores metatarsianos, 28 falanges.
TOTAL 206
Imagen 7: Distribución ósea.
Fuente: Elaboración propia a partir de Testut y Latarjet (1988)
El análisis antropológico forense es el estudio que se realiza en el laboratorio una vez que
el cadáver o restos óseos se han recolectado del lugar del hallazgo o sitio del suceso (CICR
y IMLCFP, 2017).
Los análisis relacionados con este tipo de estudio inician con la determinación del origen y
especie de los restos, para luego pasar a establecer la cuarteta antropológica (sexo, edad,
afinidad biológica, estatura). Una vez realizada esta estimación, se procede a establecer los
elementos de identificación observados en el objeto de estudio. Es importante señalar que
al mismo tiempo que se van realizando las estimaciones, anteriormente mencionadas, se
van valorando los elementos tafonómicos presentes en las estructuras óseas.
Posteriormente, se realizará el cotejamiento de la información antemortem vs la
información post mortem, para plasmarlo en el informe correspondiente y remitir las
conclusiones a la autoridad solicitante (CICR y IMLCFP, 2017).
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Imagen 8: Fases del desarrollo antropológico.
Fuente: Elaboración propia en base a CICR y IMLCFP (2017)
Para comenzar los trabajos se deberá confeccionar el inventario de restos óseos existentes
para, posteriormente, realizar la limpieza de los huesos, retirando cualquier adherencia de
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tierra o tejido blando que se encuentre unido en el material objeto de estudio. Estas
adherencias pueden ser retiradas lavando los restos con agua corriente o si se trata de
restos con tejido blando, realizando cocción de los huesos para poder retirar todos los
rastros de tejido blando y cartílago existente. Finalizada la limpieza y secado, se volverá a
realizar el inventario óseo para asegurarse que ninguna pieza falte. Una vez verificado este
procedimiento se debe realizar la determinación de la lateralidad de cada estructura ósea
y su disposición en posición anatómica a fin de conocer cuál es el número de individuos
mínimo (NIM). En caso de que existan fragmentos óseos, se buscará unir los fragmentos
existentes para poder reconstruir alguna de las piezas importantes para la realización de los
estudios osteológicos y osteométricos. Se debe considerar también, la utilización de
estudios radiológicos que ayuden a la determinación de variables importantes en el proceso
de individualización. Posteriormente, se procede a determinar las variables generales,
particulares y de detalle de cada estructura que así lo permita y también se evaluarán
marcas, lesiones existentes, patologías, entre otros elementos de interés, para luego,
finalizar la fase de análisis donde se tomarán las muestras que se consideren más idóneas
para los estudios de perfiles biológicos (ADN) (Fondebride, 2020).
Culminados todos los análisis, el tratamiento de los restos óseos continúa en la fase de
resguardo, que es cuando los restos analizados son guardados en las cajas destinadas para
tal fin en un lugar que no genere daño, deterioro, pérdida o afectaciones ulteriores
(Fondebride, 2020).
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