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La dona económica: más que un glaseado, un futuro mejor para el

planeta y quienes le habitan…

El círculo, una forma geométrica extraña e infinita. El orden de un caos entre tantos
números encubiertos en el misterio del número pi. Dejar las cosas en cero, un inicio y un
final que no terminan; un número desconocido y extraño, es el que encubre muchos
secretos en este universo. El círculo, una forma que toma su lugar en muchas cosas que
existen: una rueda, un tornillo tal vez, un precioso vinyl o un CD de música. O,
probablemente… el placer culpable de muchos de nosotros y aquella causa de las reservas
innecesarias en el cuerpo: una dona, con glaseado, puede ser.

La dona económica, decidí que puede llamarse así, esta idea acuñada por la célebre
economista de Oxford, Kate Raworth. Un círculo de necesidades básicas que todos
necesitamos para vivir, un planeta con crecientes necesidades; un planeta y un ecosistema
abundante en todos sus sentidos, ha sido violentado y maltratado por la necesidad de
“crecimiento” de las grandes empresas y corporaciones. Cada vez más riqueza para unos
pocos, y pobreza creciente y latente… en un planeta tan abundante como el que tenemos.
Vaya… el hombre tiene maneras muy antagónicas de vivir y evolucionar.

La dona económica de Kate Raworth nos presenta una manera de distribuir la economía
para que ésta llegue a todos. Mientras el banco genera más dinero a partir de deudas, ¿qué
hay de una economía en la que todos participemos en el sano intercambio de los recursos?
Una economía más allá de lo material, y sin teorías comunistas. Pues, un principio que rige
a este universo abundante es la ley del equilibrio, llámese ying y yang, llámese un principio
incluso biológico como es la homeostasis. Cada ente creado, está hecho para vivir en
equilibrio. Algo así como un círculo, siempre en cero, un principio y un final que no
terminan: la dona económica.

Creo, que los seres humanos podemos generar riqueza a partir de cosas no tangibles,
valores que nosotros damos por el simple hecho de ser seres humanos, o como unos dicen,
la corona de la creación, precisamente, somos nosotros. El principio que rige a la dona
económica se define en una simple palabra: el diseño. Nosotros tenemos la capacidad de
generar nuevas ideas que produzcan riqueza y abundancia, pues es bien sabido que la
economía creciente va hacia el “talentismo”, término acuñado por Raimon Samsó. El siglo
XXI se dirige a un futuro en el que el sano intercambio vaya más allá de lo material para
que todos seamos partícipes de la abundancia en la que, por cierto, tenemos derecho a vivir.

Para un mundo más frugal y equitativo, debemos todos ver fuera de nosotros mismos, para
identificar problemas qué resolver, para aportar valor a otros a partir del diseño basado en
una economía circular. Pues, en la naturaleza, no existe el término “desecho” o “basura”,
sino que, todo vive en un perfecto equilibrio, en donde todo funciona y todo va encausado a
un orden absoluto. Quizá la concupiscencia, propia del humano e inevitable, nos ha alejado
de este perfecto círculo eterno y natural, en el que fuimos creados para vivir… para ser
felices y vivir una vida abundante y plena.
El término JUGAAD, para mi hace referencia, a una palabra específica: improvisación.
Aquellos problemas que nos exigen salir de nuestra zona de confort y encontrar soluciones
no permanentes, pero funcionales “para salvar aquella necesidad”, son los inicios
primitivos de ideas que, en efecto, proporcionen beneficios a los demás. Y en esto entra la
innovación frugal. Se necesita de diseño, palabra clave para entender la dona económica.
Una necesidad que fue resuelta de manera corriente y vulgar se observa, se replica y se
sistematiza en un prototipo que pronto sería un producto para aportar valor a la sociedad, y
en una última instancia, para aportar valor a los demás: tarea vital de cualquier
emprendedor. Pues, vender es servir.

En conclusión, creo que la naturaleza tiene poder de hacer maravillas sin fin: un círculo,
una dona económica. Repito nuevamente, no existe el término “desecho” en un ecosistema
bien fundamentado. Creo firmemente que debemos tomar conciencia y aprender de una vez
por todas, todo aquello que el planeta en el que vivimos trata de enseñarnos para hacer de
nuestras vidas más llevaderas, humanas y significativas. Pues, ¿de qué sirve poseer vastas
propiedades? ¿Acaso no es mejor solamente disfrutarlas? Una economía compartida, en
donde las conexiones tecnológicas nos permitan dispararnos hacia un futuro exponencial,
donde el crecimiento no es lineal, y todo esto, provocando cada vez menos un impacto
ambiental debido al estudio de la economía circular. Debemos tomar conciencia, diseñar y
crear cosas para hacer de nuestras vidas, algo más que poseer las cosas: disfrutarlas sin
fin… como el número pi. Pues, para eso, fuimos creados.

ITESO
Innovación frugal
25 de enero de 2023
Imparte: Ing. Héctor Galván Blanco.
Escrito por: Sandra del Carmen Sandoval Martínez.

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