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ALONSO Luis Norberto - La Crisis Pesquera de La Flota de Lanchas Amarillas
ALONSO Luis Norberto - La Crisis Pesquera de La Flota de Lanchas Amarillas
Resumen
Este trabajo se centra en algunos problemas en la actividad pesquera de las denomina-
das Lanchas Amarillas del puerto de la ciudad de Mar del Plata. Centrándose en la
regulación de la explotación, se analizará el sistema tradicional de las instituciones
locales y el sistema oficial de autorizaciones y cuotas de captura, señalando la inade-
cuación de ambos a las circunstancias actuales de la Pesca Marítima. Por un lado, el
sistema institucional tradicional, no puede regular circunstancias que se hallan fuera de
sus posibilidades de acción. Por otro lado, el sistema oficial parece tener dificultades
para responder a necesidades particulares.
Palabras clave: regulación; local; autorizaciones; Lanchas amarillas; control.
Abstract
This paper focuses on some problems on fishing activity of the called Yellow Boats of
the Port of Mar del Plata. Focusing on the regulation of the operation, we will analyze
the traditional system of local institutions and the official system of fishing authoriza-
tions and catch quotas, noting the inadequacy of both to the current circumstances of
the Marine Fisheries. On the one hand, traditional institutional system cannot regulate
circumstances that are beyond their means of action. On the other hand, the official
system seems to have difficulty responding to particular needs.
Key words: regulation; local; authorizations; Yellow Boats; control.
Introducción
Alonso, L. N. (2015), “La crisis pesquera de la flota de lanchas amarillas del puerto de Mar del Plata: una
mirada hacia las instituciones”, Cuadernos de Antropología, No. 13: 49-64. Enero-Junio. ISSN 0328-9478
(impreso). ISSN 2314-2383 (en línea).
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La unidad de análisis que nos compete estaba compuesta por trabajadores - pa-
trones, marineros y en ocasiones maquinistas - organizados en tripulaciones con
una mínima división del trabajo. El grupo se componía por el conjunto de los
armadores que se confunde en Argentina con el de patrones (congregados la ma-
yor parte en la Sociedad de Patrones Pescadores desde 1949 en el puerto de Mar
del Plata y Necochea) y una tripulación reclutada en lo posible dentro de un
universo social definido por el parentesco.(…) El tipo general lo constituye la
lancha a motor, de reducido tonelaje y escaso radio de acción; de ahí que su es-
tadía en el mar sea limitada, zarpando y regresando a puerto generalmente en el
día. (Mateo, 2004:11)
Teniendo en cuenta que Mateo trabaja, en su investigación, el periodo 1939-1963,
podemos apreciar que las condiciones y características de la pesca de Lanchas Amari-
llas no ha cambiado considerablemente. En su descripción de la flota para este perío-
do continúa diciendo, que ésta se dedicaba a una pesca pelágica y costera, comprendía
embarcaciones de pequeño tamaño y potencia, conformaban un grupo de referencia
bien definido en lo étnico, social y profesional, estaba dotada de tripulaciones peque-
ñas reclutadas principalmente, aunque no de manera excluyente, sobre la base de
vínculos de parentesco. Además requería una baja capitalización, utilizaba artes y apa-
rejos de pesca susceptibles de ser definidos como artesanales, realizaba capturas selec-
tivas, requiriendo un alto grado de conocimientos pesqueros por parte de los tripulan-
tes, estaba sujeta a una fuerte dependencia climática y abastecía a un mercado palifor-
me, como industrias de conservas, mercados de consumo en fresco y fabricas de hari-
na de pescado. Como se podrá observar, estas características de la flota, que el autor
menciona como constantes desde la instalación de la misma a fines de siglo XIX hasta
1963, permanecen, en su mayoría, incluso hasta nuestros días.
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posibilidad de alquilar las cuotas de captura provoca la acumulación del esfuerzo pes-
quero en pocas corporaciones que tienen los medios suficientes para adquirirlas. Co-
mo explica Ernesto Godelman, presidente del Centro de desarrollo y Pesca Sustenta-
ble (CeDePesca), en la revista Comunidad Pesquera:
Tampoco, por ahora, parece tenerse en cuenta la inequidad de repartir con crite-
rios iguales entre desiguales. O el efecto desastroso que puede tener para las pes-
querías costeras y de pelágicos el vuelco de una parte importante de la flota fres-
quera de altura si sus cuotas son insuficientes para ir a merluza todo el año. Por
otro lado, a las críticas que merece un sistema que transforma una herramienta
de manejo en un valor financiero transable (y concentrable) se suma el hecho de
que cada transferencia de cuota agregará un elemento de irreversibilidad para un
sistema que estará en ensayo. (Comunidad pesquera, nº 10 Dic/2003).
Finalmente, otro inconveniente de las cuotas son las dificultades que se presentan
para un control riguroso de las capturas y la posibilidad de sub-declarar las toneladas
capturadas.
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consiguiente, puede considerarse que el contexto político y económico que produjo las
nuevas necesidades -y con ellas la crisis en el grupo de los pescadores de Lanchas
Amarillas- es, en primer lugar, el de la privatización del mar y la consiguiente expro-
piación de medios legítimos de vida.
Perzival Copes y Gísli Pálsson afirman que los cuestionamientos crecientes a nivel
mundial a los regímenes de Cuotas Individuales Transferibles (CITs) no son sorpren-
dentes, dado que éstos se basan exclusivamente en estrechos objetivos de optimiza-
ción económica a expensas de importantes valores, como la conservación biológica y
la equidad social:
Una preocupación central de este último grupo [agrupación de pescadores a pe-
queña escala] ha sido la posibilidad amenazante de que corporaciones multina-
cionales acaben comprando los derechos de acceso a los stocks pesqueros argenti-
nos. La acción aquí es principalmente política, para presionar sobre el gobierno e
impedir que prosiga con los planes de aplicar las CITs a gran escala. (Copes y
Palsson, 2000: 5)
Como menciona el artículo de Copes y Pálsson, en Argentina, los pescadores de
pequeña escala, como Lanchas Amarillas, han entrado en conflicto con el sistema de
cuotas. En el caso de Lanchas, la lucha se intensificó hacia fines del 2009, ante la in-
minente aplicación del sistema.
El principal portavoz de los pescadores de Lanchas Amarillas, Luis Ignoto6, presi-
dente de la Sociedad de Patrones Pescadores, es terminante al manifestar su rechazo al
sistema de cuotas, declarando que responde a los parámetros de una economía global,
que tiende a la privatización del mar y que atenta contra la tradición y el oficio de la
pesca. Ignoto explica cómo la Ley de Pesca promulgada en 1998, la cual estableció el
régimen de cuotas transferibles, fue una reglamentación hecha a medida de las grandes
corporaciones pesqueras y cómo diversos artículos de la misma fueron estableciendo
la asignación de cuotas, permisos de pesca y otros beneficios a las grande embarcacio-
nes, en detrimento de las pequeñas. El artículo 27 de la Ley de Pesca privilegiaría,
según Ignoto, en la asignación de cuotas, a las embarcaciones que ocupen más mano
de obra, que hayan efectuado más inversiones y que registren mayores capturas de
cada especie. El artículo 30 también privilegiaría a las grandes embarcaciones, ya que al
impedir el traspaso de permisos de pesca a otras unidades mayores, es decir, que au-
menten el esfuerzo pesquero, lo que está haciendo es permitir que los barcos grandes
puedan pasar sus permisos de pesca a otros barcos igualmente grandes. Esta práctica
resulta en que las embarcaciones chicas, como las Lanchas, no puedan reconvertirse
aumentando su tamaño y, en consecuencia, teniendo que conformase con la utiliza-
ción de sus permisos de pesca sólo para pequeñas embarcaciones. Pero el problema
radica justamente en la imposibilidad de buscar el recurso, que ya no llega a las costas,
con las embarcaciones actuales. Por lo tanto, prohibir la reconversión de la flota de las
Lanchas Amarillas, significa literalmente condenarlas a muerte. Ignoto explica que la
cuotificación consiste en la privatización de los recursos marítimos, porque lo que
hace es anular un derecho público de todos los ciudadanos, y crear derechos privados.
Respecto a esto, debe mencionarse que los pescadores de Lanchas Amarillas ya se
vieron perjudicados por la primera adjudicación de cuotas de captura para la especie
merluza, oportunidad en que se los dejó fuera de la repartición.
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Otro de los puntos en los que Ignoto coincide con otros críticos del sistema de
cuotas, como Copes y Pálsson (2000:5), es en el sesgo de la optimización económica
en desmedro de la conservación biológica. Ignoto decía al respecto: “El sistema de
cuotas implica mayor eficiencia y mayor eficacia, lo que significa que vos tenés que
matar más bichos para que la cosa sea más rentable…es directamente proporcional”
(Entrevista personal, 2009)
En el caso particular de Argentina, para algunos interlocutores, como Daniel Val-
dovinos, del Centro de Desarrollo y Pesca Sustentable (Entrevista personal, 2009), el
lado positivo del sistema de cuotas se desprende de su comparación con años anterio-
res en los que no existía casi ningún tipo de control y regulación de la actividad pes-
quera a nivel oficial o estatal. Pero, aunque la apreciación no deja de ser acertada, hay
que tener en cuenta que el sistema oficial de pesca olímpica se hallaba entrelazado a
nivel local con un sistema de regulación tradicional. Es decir, no había un sistema
oficial de regulación porque aún la pesca era predominantemente local7 y existía un
sistema de regulación pesquera tradicional y autóctono.
Por otro lado, más allá del sistema en sí, es decir, de la cuestión del establecimiento
de cuotas transferibles, hay que tener en cuenta la forma particular de su aplicación en
cada país, qué criterios se tienen en cuenta para la asignación de cuotas y qué medidas
complementarias de control se anudan a la cuotificación. Funciones que, en este país,
están a cargo del Consejo Nacional Pesquero. No es lo mismo que las cuotas se asig-
nen tomando como punto de partida un criterio de equidad social, tratando de benefi-
ciar a las poblaciones locales, que se asignen, como derechos de acceso exclusivos a
corporaciones multinacionales. También es importante ponderar el peso de ciertos
factores socio-culturales particulares que pueden entorpecer su correcto funciona-
miento, como es la cuestión del potencial grado de corruptibilidad tanto de los fun-
cionarios públicos encargados de reglamentar el régimen y asignar las cuotas como de
los inspectores de pesca que deben controlar su correcto seguimiento. Al respecto,
Jorge Luis Cajal, planteaba, en el Seminario de Emergencia Pesquera8:
Las falencias existentes en el manejo y administración de los recursos pesqueros
no son atribuibles ni a la inexistencia de una política pesquera nacional (que
para mal o para bien existe, pese a muchas opiniones en contrario, al respecto
ver la Ley Federal de Pesca y los distintos decretos), ni a los aspectos de la eva-
luación (INIDEP), sino a los defectos en la implementaron de los otros dos
elementos de gestión pesquera, esto es: la regulación de la actividad y el control
(Seminario Emergencia Pesquera, Pág.6).
La regulación y el control son puntos centrales a tener en cuenta porque las leyes
que no se respetan o hacen cumplir pasan a funcionar a favor de los infractores. Co-
mo también mencionaba Cajal: “El sistema de asignación de cuotas o cupos no resulta
viable si no se cuenta con efectivos controles a bordo y en puerto y con un parte se-
manal de pesca que alerte en tiempo cuando un buque está alcanzando el máximo del
cupo asignado” (Seminario Emergencia Pesquera, Pág.14)
La Australian Fisheries Managment Authority (AFMA) menciona los requisitos
básicos para la implementación de un régimen de CITs. Entre éstos se cuenta el am-
plio apoyo y la correcta inclusión y consideración de todos los sectores involucrados
en una determinada pesquería y de los sectores, de otras pesquerías, que pueden sufrir,
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riencias de relación, no siempre buenas, con los intermediarios que vendían su pro-
ducción y con los prestamistas ocasionales que abuelos o padres tuvieron tanto en
Italia como en Argentina. La idea de autonomía pareciera constituir una estrategia o
esquema tendiente, en parte, a limitar al mínimo necesario la intervención de personas
para la solución de las cuestiones logísticas en relación a la localización de un producto
altamente perecedero. Las relaciones problemáticas con intermediarios que comercia-
lizan la producción de los pescadores de pequeña escala parecerían características de la
pesca artesanal. Así lo afirma la Dr. Sonia Fernández Amorín, del Instituto de Investi-
gaciones Pesqueras “Prof. Dr. Víctor H. Bertullo” de Uruguay,
El aislamiento en que vive el pescador y la falta de medios de transporte y con-
tactos comerciales conduce inevitablemente a la dependencia de un intermediario
o acopiador, que en definitiva es quien fija los precios en el mercado. Éste di-
ariamente llega a la comunidad pesquera en busca de las capturas, algunas de
ellas, las de mayor valor comercial Se hacen necesarios mecanismos reguladores
que obliguen al intermediario a mejorar los precios pagados al pescador por sus
capturas (Fernández Amorín, 2003:15)
En relación con esta cuestión de la negación al endeudamiento y el mantenimiento
de un ideal de autonomía e independencia podemos citar las palabras de Ghys referen-
tes a la conducta de los pescadores de Lanchas hacia la Comisión Pro Socorro con-
formada luego del temporal del año 1924,
Para mostrar hasta donde estos pescadores italianos se aferraban a sus pertenen-
cias y a sus afectos, y no deseando abusar de un seguro ofrecimiento, se apersona-
ron varias semanas después ante los miembros de la Comisión Pro Socorro a los
pescadores... que proyectaba construir nuevas lanchas de manera gratuita y resti-
tuirlas por aquellas hundidas. Estos pescadores solicitaron tan solo se les repa-
ren sus embarcaciones averiadas, y que deseaban continuar con los mismos moto-
res, por ser de fácil manejo y bien conocidos por ellos (Ghys , Diario “La Ca-
pital” 05/04/09)
La escasa predisposición para el manejo de dinero y la puesta en práctica de una
economía aún basada en patrones de reciprocidad, pueden observarse en el siguiente
comentario del pescador Luciano Albano, respecto al pescador y redero Salvatore
“Scapigghiun” Izzo: “siempre se hacía un lugar para arreglarte la red, no eran de co-
brarte nada, lo que menos se hablaba era de dinero…el dinero no existía.”(Pennisi,
2008). Y el hijo de Salvatore Izzo, Alfonso Izzo, decía, también, respecto a su padre
Lo que más me dejo, es que…que no le de tanta importancia al dinero, tratar
de darle importancia a la amistad…el no conocía el dinero, se murió y no lo co-
noció, tenía así para el colectivo, para alguna cosa, a veces me preguntaba a mi
cuanto tenía en el bolsillo porque no sabía tampoco…yo pienso que era más ita-
liano que argentino, el documento dice que es argentino, pero era italia-
no…sorrentino, de pura cepa. (Pennisi, 2008)
Aquí podemos ver como muchos viejos pescadores seguían manteniendo prácticas
y formas de pensar propias de una cultura determinada formada en un contexto dife-
rente. Quizás se podrían explicar estos hechos desde el punto de vista del manteni-
miento de ciertas tendencias conductuales y hábitos culturales forjados en ámbitos
rurales pre-capitalistas del sur de Italia a fines de siglo XIX y principios de siglo XX.
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Estas tendencias conductuales estaban más relacionadas con las características de una
pesca artesanal, donde predominaban ciertos rasgos de una economía moral, como los
principios de seguridad-primero (safety-first) y aversión al riesgo (Scott 1976, 3-5),
relaciones jerárquicas morales, comunidad y ética de subsistencia (Popkin, 1979, 1980).
El miedo al endeudamiento y la reticencia a la inversión, como hemos visto, han
tenido consecuencias en la escasa tendencia a la reconversión de las embarcaciones.
Estas conductas podrían explicarse a partir de los principios de seguridad-primero y
aversión al riesgo.
Mateo, también coincide respecto a la escasa inversión en las embarcaciones de la
flota de Lanchas,
En los 40 el Banco Hipotecario Nacional otorgó una línea de créditos a los pes-
cadores que permitió aliviar la transferencia de fondos de la pesca a la construc-
ción de viviendas. “La mayoría de los que vivían acá sacaron crédito, todos los
pescadores, el criollo no −los extranjeros sí−, para construir a través del banco.”
Con lo cual fue posible liberar una parte del ingreso para adquirir y modificar la
flota. No obstante la norma ha sido en ésta como en las comunidades pesqueras
en general la escasa inversión o reinversión de los armadores en las unidades
productivas, las que se reducían a las reparaciones fortuitas −una brecha de
agua, una red en la hélice, avería en el motor− y en temporada baja extraer a la
embarcación para quitarle la vegetación adherida que la hace más lenta y por lo
tanto fuerza el motor. También se aprovecha el halado a seco para proceder a la
pintura y retocar el calafateo. (Mateo, 2004: 6)
La inversión en viviendas, como lo demuestran muchas de las entrevistas realiza-
das, era motivada por la insistencia de las mujeres, esposas de los pescadores, encarga-
das de la administración doméstica. Pero la inversión en embarcaciones fue un campo
que se hallaba fuera del monitoreo de las mujeres debido a la fuerte división sexual del
trabajo dentro de esta comunidad.
Las relaciones entre los pescadores y los consignatarios o intermediarios, la coope-
rativa o ciertos industriales, podrían también observarse desde el punto de vista de las
relaciones jerárquicas morales, en el sentido de las interacciones socio-económicas
asimétricas de tipo patrón-cliente. Sobre todo teniendo en cuenta que este tipo de
interacciones asimétricas, que dentro de la economía moral ofrecen cierta protección y
seguridad al cliente, con la expansión de la economía de mercado, se transforman en
relaciones de explotación. Esto podría explicar las relaciones entre los pescadores y los
consignatarios, que, manteniéndose todavía en el ámbito de las relaciones familiares, al
continuarse en un entorno distinto, hallándose la economía argentina en rápida expan-
sión, sobre todo en Buenos Aires, fueron marcadas por una fuerte tendencia a la ex-
plotación de los pescadores por sus mismos parientes que vivían en la gran ciudad.
Los consignatarios-parientes de Buenos Aires, también solían actuar de prestamistas.
Cuando sus parientes arribaban desde Italia al puerto de la ciudad, les daban un monto
de dinero para que pudieran viajar a Mar del Plata, establecerse y comprar las embar-
caciones. Con esta práctica les generaban la obligación de tener que devolverles ese
dinero, cuyo cobro excedía con creces el costo de la deuda, y se afirmaba de igual
manera la relación patrón-cliente.
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realidad social son inevitables y necesarios, pero el problema se presenta cuando las
instituciones sociales se convierten en un modelo erróneo de comportamiento debido
a la gran distancia que media entre la realidad y los esquemas que guían al mismo
(North, 1993). En relación con esto puede pensarse la responsabilidad del Estado
como institución mayor encargada de mediar, regular y controlar el impacto de los
cambios en las circunstancias económicas, políticas y medioambientales en las circuns-
tancias locales de los grupos humanos. En este trabajo, se considera que las institucio-
nes locales muchas veces necesitan ser modificadas porque han ocurrido cambios
drásticos en el entorno que no han podido ser asimilados y enfrentados a tiempo por
los grupos sociales autóctonos. Pero, como menciona Ostrom (2001), este es un pro-
ceso delicado y que requiere de la colaboración y el involucramiento de las mismas
personas afectadas.
En relación con esto los desarrollos dentro de la economía moral (Thompson
1971, 1991) pueden ayudarnos a comprender mejor la importancia de las normas so-
ciales dentro de los grupos locales. En antropología social la economía moral ha re-
marcado la íntima relación existente entre las conductas tendientes al abastecimiento
material y las normas o costumbres culturales que guían permanentemente el compor-
tamiento general dentro de una comunidad. Karl Polanyi (2007) plantea la dicotomía
entre una economía de mercado autónoma, postulada y defendida por el liberalismo y
lo que denomina una economía imbricada (embedded economy), es decir, superpuesta
o, mejor dicho, inherentemente enlazada con la sociedad. Decir que el ser humano se
comporta de una forma racional y consiguientemente predecible ante estímulos
económicos, como puede ser la búsqueda de máximos beneficios, significa anular la
consideración de otras motivaciones, sociales o culturales, que suelen influir la deci-
sión de las personas. J. C. Scott (1976) ha desarrollado considerablemente el concepto
de economía moral, relacionándolo con la idea de la economía imbricada de Karl Po-
lanyi y postulando ciertos principios generales.
Comentarios finales
El presente trabajo puede situarse a mitad de camino entre dos posturas, una que
exige la no intervención en un mundo supuestamente natural de realidades prístinas y
otra que demanda la supresión de realidades culturales consideradas meras supervi-
vencias de tiempos remotos. Las políticas de impronta economicista, que recortan y
desechan realidades sociales y culturales profundas, persiguen una eficiencia empresa-
rial ingenua ya que esperan que las poblaciones locales se comporten por fuera de sus
parámetros socio-culturales. Además ignoran, como menciona Ostrom (2011) el im-
portante conocimiento de las poblaciones locales con respecto al entorno ambiental y
el valioso capital social (Durston, 2002) y tecnológico que estas han desarrollado en
relación con el mismo. Pero esto no quiere decir que las políticas sociales tengan que
acomodarse a una realidad cultural intocable. Debemos tomar conciencia que los sis-
temas socio-culturales al ser abiertos, no son realidades perpetuas, lo que implica la
posibilidad y necesidad de modificación y re-acomodación dinámica de las institucio-
nes sociales a los cambios en el entorno físico y social. Por otro lado, que el Estado se
acomode o adapte a las demandas de un grupo de personas no escapa a la lógica de
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Notas
1El Factor Tierra refiere a las mayores posibilidades de delimitar los espacios de explo-
tación terrestres, como puede ser el caso de los cercos que separan una explotación
agrícola de otra. Estas posibilidades son más limitadas en los entornos marítimos.
2La zona económica exclusiva argentina se extiende, más allá del límite exterior del
mar territorial, hasta una distancia de 200 millas marinas a partir de las líneas de base,
es decir, 176 millas marinas contadas desde el límite de la zona contigua. La Argentina
ejerce en esta zona todos sus poderes fiscales y jurisdiccionales, preventivos y represi-
vos, en materia impositiva, aduanera, sanitaria, cambiaria e inmigratoria.
3En el año 1998 se crea, por medio de la sanción de la Ley 24.922, el Régimen Federal
de Pesca, de cuya aplicación se encargaría el Consejo Federal Pesquero. Esta ley esta-
blece el paso del Sistema de explotación Olímpico a un Sistema de Administración y
Control de Cuotas Individuales transferibles de Captura (SAC-CITC) por especie,
buque, zona de pesca y tipo de flota. Las cuotas de captura no se implementaron
inmediatamente, llevándose a cabo un régimen intermedio, establecido en la Resolu-
ción nº 2 (14/3/01) del Consejo Federal Pesquero, similar al de las cuotas, pero basa-
do en Autorizaciones de Captura. No obstante, en el año 1999, en el marco de la Ley
de Emergencia Pesquera, se asignó, en forma provisoria, una cuota de captura global
de 50.000 toneladas de merluza común a la flota fresquera. En Noviembre de 2009 se
deroga la Resolución nº 2, aprobándose, ahora sí, el Régimen General de Cuotas Indi-
viduales Transferibles de captura (CITC).
4El sistema de explotación olímpico permitía que cualquier embarcación pescara las
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6En este caso se ha mantenido el nombre y apellido real por tratarse de una persona
con exposición pública.
7El sistema de pesca Olímpico era funcional antes del ingreso masivo de las corpora-
Bibliografía
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