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Bien sea por verdadera necesidad y en otras muchas por moda, el servicio del escolta empezó a tener gran demanda, porque se volvieron imprescindibles para ejecutivos, funcionarios del estado, figuras públicas y algunos ciudadanos que tenían algún tipo de notoriedad.
Bien sea por verdadera necesidad y en otras muchas por moda, el servicio del escolta empezó a tener gran demanda, porque se volvieron imprescindibles para ejecutivos, funcionarios del estado, figuras públicas y algunos ciudadanos que tenían algún tipo de notoriedad.
Bien sea por verdadera necesidad y en otras muchas por moda, el servicio del escolta empezó a tener gran demanda, porque se volvieron imprescindibles para ejecutivos, funcionarios del estado, figuras públicas y algunos ciudadanos que tenían algún tipo de notoriedad.
GRAVES PROBLEMAS QUE PRESENTAN HOY EN DÍA LOS ESCOLTAS.
Este artículo es para llevarlo siempre en la mente...
Bien sea por verdadera necesidad y en otras muchas por moda, el servicio del escolta empezó a tener gran demanda, porque se volvieron imprescindibles para ejecutivos, funcionarios del estado, figuras públicas y algunos ciudadanos que tenían algún tipo de notoriedad. Sin embargo, la elevada demanda de estos servicios superó la capacidad de ofrecer realmente personal preparado, los cursos de escoltas de muchas academias no ofrecen una solución real ni ajustada a la verdadera situación de muchos países. Muchas academias solo se han convertido en expedidoras de diplomas necesarios para que los escoltas consigan empleo. Obvio eso no es problema del escolta ni de la academia. Es un entramado que se repite todo el tiempo en donde se juega con la necesidad de trabajar de este personal para que pueda recibir su credencial, la cual en teoría, acredita que quien la porta es un profesional de seguridad. A lo anterior hay que agregar que son pocos los usuarios, llámense Estado, compañías o particulares, que están dispuestas a pagar por personal realmente idóneo e invertir en capacitación de calidad para mantener un estándar de servicio que finalmente, va a permitir una adecuada protección de los ejecutivos y sus familias. Y claro que ante una gran demanda de este servicio, las compañías de seguridad ofrecen sus servicios, en una guerra de tarifas atroz y con personal que no tiene las competencias para este trabajo. Una cosa es tener la credencial y otro asunto es tener las competencias adecuada para trabajar. Se tiende a pensar que las personas que son reservistas de las Fuerzas Armadas están capacitadas para este trabajo porque “saben manejar armas” o estuvieron en combate, y en el caso de los policías, porque “saben cómo es la calle”. La verdad es que a menos que estando activos hayan realizado un curso de escoltas, lo más seguro es que este personal no tenga la preparación para ser escolta. Además, lo que menos se quiere es enfrentar una situación en la que haya que usar las armas. Hay que tener presente que la protección de personas implica un planeamiento y unas metodologías que deben ser aprendidas en entrenamientos especializados, enfocados en su gran mayoría en funciones de prevención. El entrenamiento requiere tiempo e inversión en dinero. Las compañías que ofrecen los servicios de escoltas deben costear el entrenamiento para no sorprender al cliente con costos que no estaban estimados, lo que normalmente genera su negativa a desembolsar dinero para pagar los cursos. No hay un absoluto en la frecuencia de estos entrenamientos, pero considero que uno cada tres meses puede ser suficiente. El conductor escolta: ¿economía razonable?. Este asunto puede generar todo tipo de controversias, pero considero que la figura del conductor escolta ha sido comercial, promovida por las compañías de seguridad para vender el servicio y claro, por los usuarios, que buscando ahorrarse unos pesos requieren un servicio de “protección integral” pero barato. Como ofrecer los servicios de conductor y escolta por separado no era atractivo comercialmente, salió al mercado este “híbrido” que ha tenido mucho éxito pero que en mi opinión ha ayudado a desvirtuar el propósito y razón de ser de contratar un servicio de protección. No hay que ser un experto sino solo acudir al sentido común para darse cuenta que si el escolta acompaña al personaje, ¿quién protege el vehículo? Además, ¿se han detenido a pensar en la cantidad de maniobras que tiene que hacer un solo escolta para salir de una situación de riesgo? - Debe enfrentar a mínimo dos adversario o más. Es lógico. El delincuente para asegurar el éxito de su misión atacará con dos o más compañeros. - Al mismo tiempo, deberá intentar cubrir a su personaje para evitar que lo maten. - Todo esto mientras dispara. - Para completar, debe poder hacer todo lo anterior sin herir a terceros. Ahora bien: imagínense que escolta y protegido logran llegar al vehículo. Siga la secuencia lógica, teniendo en cuenta que el escolta lleva el arma en la mano y va disparando intentado repeler el ataque: Debe buscar las llaves del carro, abrir la puerta, subir al protegido, después subirse él, cerrar la puerta, prender el carro y salir de la emboscada. Otra consecuencia negativa de esta figura es que un solo escolta termina haciendo labores adicionales que no le corresponden, porque como es conductor, llevará los niños al colegio, a la señora a hacer mercado, a recoger a la suegra al aeropuerto, a llevar la consignación al Banco, etc. En este momento es cuando se distorsiona el servicio y el protector se convierte en chófer o acompañante con la complacencia del usuario, que por necesidad termina aceptando todo esto y más para no perder su empleo. Normalmente cuando una compañía contrata una consultoría de expertos para cualquier tema corporativo, generalmente terminan aceptando y ejecutando la gran mayoría de sus recomendaciones. Finalmente, esa asesoría ha costado un dinero importante y aplicar todo lo recomendado redundará en beneficios para la organización. Con los escoltas es curioso porque pasa lo contrario. Son los expertos pero sus recomendaciones no siempre son aceptadas y mucho menos ejecutadas con el rigor que merecen. El problema es que hay una línea muy delgada separando el servicio de protección con la atención al cliente. Muchas veces no son compatibles y si se cumple en uno se descuida el otro. En la gran mayoría de veces termina imponiéndose la atención al cliente, entendida como complacer las exigencias del usuario en detrimento de los principios básicos de seguridad, lo que lleva a asumir riesgos innecesarios y deformar el servicio de protección. Y pareciera que a la compañía no le doliera económicamente. Lo cierto es que si los ejecutivos van a traspasar todos los límites de seguridad y no van a seguir las recomendaciones de los expertos es más barato contratar chóferes. Conclusiones. Si Ud. es usuario, llámese compañía o particular, entienda que los que saben de seguridad son los escoltas. Y si bien este tipo de servicio puede considerarse invasivo con su privacidad, recuerde que quien lo contrató fue Ud. y debe asumir lo que eso implica. Es importante definir el alcance del servicio e invertir en el entrenamiento de este personal. Exija a su proveedor de seguridad que en el valor del servicio costee los entrenamientos anuales. Usted qué es escolta, defina con su actitud y profesionalismo que quiere proyectar: si la imagen de un chófer, un acompañante o un verdadero profesional de protección. No espere a los entrenamientos. Aproveche su tiempo leyendo, repasando conocimientos, planificando y ensayando su capacidad de respuesta. Finalmente es su vida la que está en juego cada día.